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Una vez más, las facciones burguesas del chavismo y de la oposición nos llaman a las urnas electorales. Han activado todos sus mecanismos mediáticos, se gastan fortunas en una campaña que aturde, para que el 15 de Agosto vayamos como buenos ciudadanos a votar a favor o en contra de revocarle el mandato al presidente Hugo Chávez. Nos quieren poner a escoger entre dos opciones burguesas, a decidir si va a ser la facción chavista o la opositora, quien de ahora en adelante se encargará de continuar con nuestra explotación. Los revolucionarios marxistas hacemos un llamado a la clase obrera venezolana, a los trabajadores, a que no se hagan ilusiones: la permanencia de Chávez en el gobierno o su sustitución por un gobernante de la oposición, en nada va a disminuir los ataques a las condiciones de vida de la clase obrera, a la profundización de la pauperización a que nos somete la burguesía al descargar sobre nuestros hombros las consecuencias de la terrible crisis económica y política que sacude al capital nacional.
El referéndum del 15 de Agosto (15A) no es un plebiscito mas u otra de las tantas elecciones a que nos convoca la clase dominante. Este referéndum, además de ser una oportunidad de la burguesía para intentar darle credibilidad y oxigenar su dictadura democrática, es el resultado de una profunda crisis política en las filas de la burguesía venezolana que se ha agudizado de manera progresiva desde el ascenso de Chávez al poder en 1999, que ha llevado a la polarización de las diversas fracciones que componen al capital nacional en dos facciones: una oficialista agrupada alrededor de la figura de Chávez, y otra, que se le opone, agrupada en la llamada Coordinadora Democrática. En la medida que se ha exacerbado la confrontación, los bandos que se oponen han desatado una intensa campaña que ha penetrado la vida social de tal manera, que se ha logrado dividir a buena parte de la población en “chavistas” o “anti-chavistas”. Obviamente, el proletariado no ha escapado a esta monstruosa campaña, lo que ha ocasionado una división en varios sectores de la clase, ya que muchos trabajadores militan en u otra opción, e incluso, algunos han sido heridos o han perdido la vida en confrontaciones violentas, defendiendo causas que sólo benefician a sus enemigos de clase.
El referéndum del 15A encierra un gran peligro para los trabajadores, ya que existe un alto nivel de incertidumbre con respecto a sus resultados y el acatamiento de éstos por los dirigentes de uno y otro bando1, lo que puede ocasionar enfrentamientos violentos de envergadura e incluso sangrientos, donde de nuevo sea derramada sangre proletaria. El proletariado venezolano y mundial debe tomar conciencia del grave peligro que representaría para la clase el permanecer atrapada en esta confrontación, no sólo debido a la perdida de vidas proletarias, sino al debilitamiento de su conciencia de clase. El proletariado debe evitar por todos los medios, servir de carne de cañón a cualquiera de los bandos burgueses en pugna.
¿Qué está a la base de esta confrontación?
La actual confrontación política, su virulencia, fanatismo, exacerbación y polarización es un resultado directo de las manifestaciones de la descomposición social en las filas de la burguesía venezolana, como resultado de la descomposición que vive el sistema capitalista a nivel mundial, que lleva a la sociedad a una situación de impasse, de bloqueo, debido a que por una parte la burguesía mundial no ha podido dar su “salida” a la crisis capitalista que se prolonga por mas de 30 años a través de una guerra mundial generalizada (tal como logró hacerlo el siglo pasado con las dos Guerras Mundiales), y por su parte el proletariado, no ha tenido la fuerza para derrocar al capitalismo. Esta descomposición ha tenido su máxima expresión a nivel mundial en el resquebrajamiento del sistema de bloques que existió después de la Segunda Guerra Mundial, al derrumbarse el bloque ruso en 1989; lo que ha traído como consecuencia, no la paz y el progreso que nos ofreció la burguesía mundial en ese entonces, sino una proliferación de guerras localizadas (Irak, Afganistán, Oriente Medio, etc.), hambrunas, terrorismo, pauperización de amplias capas de la sociedad, etc. A nivel de cada país, la descomposición se ha expresado a nivel político por la implosión de los partidos tradicionales de la burguesía, tanto de izquierda como de derecha, el incremento de tensiones entre facciones de las burguesías nacionales que ocasionan una situación de convulsión, caos e ingobernabilidad2; las nuevas fuerzas políticas emergentes, necesarias para el control obrero y social, y para que la burguesía pueda proseguir su supervivencia económica, actúan en un contexto de mayor crisis y caos mundial.
Es en este contexto que emerge el gobierno izquierdista y populista de Chávez, sobre las ruinas de los partidos del “Pacto de Punto Fijo”, principalmente del socialdemócrata Acción Democrática y el socialcristiano COPEI, carcomidos por sus luchas internas, la corrupción, el clientelismo político y el abandono de las necesidades básicas de la sociedad. Chávez, exmilitar, uno de los lideres del golpe de estado de 1992 contra el socialdemócrata Carlos Andrés Pérez, apoyado en su carisma y en su extracción popular, logra capitalizar a su favor el descontento social y la pobreza reinante, hasta llegar al poder en diciembre de 1998. Una vez en el poder, se rodea de los militares que le apoyaron en su movimiento conspirativo y junto con elementos de la vieja izquierda (dentro de ellos el PCV) y organizaciones y elementos izquierdistas (muchos de ellos exguerilleros de los años 60 y 70), derrotados y excluidos de los factores de poder de los gobiernos anteriores, apoyado en una amplia popularidad, toma por asalto las instituciones y poderes del Estado con un objetivo central: desarrollar una “verdadera burguesía nacionalista", viejo anhelo de la izquierda del capital y de la pequeña burguesía izquierdista.
Con este norte en mente, el proyecto chavista, proclamado como “revolución bolivariana”, emprende un feroz ataque contra los sectores de la burguesía que se beneficiaron de los gobiernos anteriores, tratando de excluirlos de toda vida económica, política y social. La respuesta y organización de éstos sectores de la burguesía, amenazados por el chavismo a lo largo de casi 6 años, nos ha llevado a la peor crisis política que ha vivido Venezuela desde comienzos del siglo pasado. En efecto, las facciones burguesas de oposición (con el apoyo evidente de los EEUU)3 desarrollaron una serie de acontecimientos para intentar sacar a Chávez del poder: paro empresarial de Diciembre de 2001; golpe de Estado de Abril de 2002, que mantuvo a Chávez fuera del poder por sólo 48 horas; paro petrolero de Diciembre 2002-Enero 2003. Después de fracasar en esos intentos, cambiaron la estrategia de pretender sacar a Chávez por la fuerza, y recurrieron a la figura del revocatorio presidencial, contemplado en la nueva constitución aprobada en 1999 por el chavismo para darle sustento jurídico a su “revolución”.
A pesar de todos los obstáculos que ha puesto el oficialismo y pese a todos los pronósticos (debido a la mayoría oficialista en todos los órganos de poder e instituciones), la oposición logró recoger las firmas necesarias para convocar el revocatorio. Como vemos, la llamada “revolución bolivariana” no es más que la concepción de un proyecto capitalista promovido por un sector del capital nacional y nada tiene que ver con los intereses de la clase obrera, ni mucho menos con la revolución proletaria, única opción para salir de la barbarie que vivimos en Venezuela y en el mundo.
Cuando ya nos acercamos al corolario de esta fase de la crisis política en Venezuela, algo debemos dejar claro los marxistas ante el proletariado venezolano y mundial: ésta crisis política ha tenido como telón de fondo los peores ataques a las condiciones de vida y a la conciencia de clase del proletariado venezolano.
Más, hay otras cualidades que hacen del chavismo un producto puro de la descomposición. Presionado por la oposición y por los propios EEUU, Chávez no solo ha hecho uso del arsenal ideológico de la vieja izquierda y ha exacerbado el planteamiento izquierdista (entre ellos el antinorteamericanismo, que lo ha llevado a ser un abanderado del altermundialismo en América Latina), sino que ha recurrido a todo el eclecticismo ideológico que caracteriza la actual fase de descomposición: fundamentalismo (expresado en el bolivarianismo), mesianismo, misticismo, etc., y recurre sin escrúpulos a utilizar contra sus opositores e incluso contra la clase obrera, lo medios mas putrefactos que ha utilizado la burguesía desde que el capitalismo entró en decadencia a comienzos del siglo pasado: el terrorismo de Estado, el pogromismo, la intimidación, el chantaje, la compra de conciencias, etc. En este sentido, Chávez ha aprendido muy bien la lección de los sectores de la burguesía que ahora le hacen oposición, que se presentan como pulcros y libres de toda culpa; cuando en realidad, el monstruo que ahora intentan controlar, es una criatura creada a su imagen y semejanza.
¿Cómo la clase obrera venezolana ha podido llegar a tal situación?
La primera respuesta a esta interrogante hay que buscarla en la horrenda campaña de “muerte del comunismo” y de “muerte del marxismo” desatada por la burguesía mundial después del derrumbe del bloque ruso en 1989. Esta campaña plantea como única opción de mejora social la “perfectibilidad de la democracia”, ubica la lucha de clases como un anacronismo histórico y diluye a la clase obrera en la masa de ciudadanos. En este sentido ha sido un ataque de envergadura contra la perspectiva del comunismo, contra la identidad histórica de la clase obrera y ha sido un tremendo freno a su combatividad y su conciencia.
A esta campaña han contribuido tanto la oposición como el chavismo. La primera se proclama radicalmente “anti-comunista”, y recurre a los teóricos que proclaman “el fin de la historia” y la supremacía de la democracia como la única opción para el futuro de la humanidad. El chavismo, aunque dice no ser comunista, hace uso de los recursos que le da la izquierda del capital para plantear un “capitalismo humanista” y una aproximación al socialismo por etapas sucesivas, partiendo del reformismo actual basado en la “democracia participativa y protagónica”. De esta manera, unos como otros intentan borrar de la conciencia del proletariado que la verdadera superación de la barbarie capitalista sigue estando en la capacidad de la clase obrera de derrocar al capitalismo con su lucha revolucionaria e instaurar la dictadura del proletariado.
Los sectores de oposición fundamentan su anticomunismo en el hecho de que el gobierno chavista ha intentado calcar el modelo capitalista de estado implantado en Cuba, una vez instaurada la llamada “revolución” cubana, que nada tuvo ni tiene que ver con el legado marxista de la revolución proletaria, ni mucho menos con el comunismo; y que ha permitido a la nueva burguesía que se instauró después del derrocamiento de Fulgencio Batista, mantener por casi 45 años la explotación, represión y control ideológico sobre el proletariado y la población cubana. De esta manera el chavismo, ha intentado desarrollar a través de las llamadas Misiones 4 los mecanismos de control social e ideológico sobre la población y la clase obrera, para intentar perpetuarse en el poder. Al igual que Fidel Castro y sus secuaces justifican la miseria de la población en el bloqueo económico impuesto por EEU (lo que no impide que millones de dólares lleguen a los bolsillos de la burguesía cubana), el chavismo la justifica culpando a los gobiernos anteriores al suyo, al decir que en 5 años es imposible corregir una situación ocasionada por mas de 40 años de “gobiernos oligarcas”.
El efecto mas nocivo de esta crisis política para la clase obrera ha sido que muchos trabajadores han quedado atrapados en la confrontación entre facciones burguesas. En efecto, los sectores burgueses confrontados en esta lucha a muerte por el control del Estado venezolano, a los pocos meses de iniciarse el gobierno de Chávez, desarrollaron una estrategia de polarización y confrontación, que se centró inicialmente en los sectores pequeño burgueses de uno y otro bando, mas logró abarcar a sectores de la clase obrera, creando divisiones en su seno. Las acciones de chavistas y opositores se concentraron en la industria petrolera, principal fuente de ingresos de la nación: tanto unos como otros lograron debilitar progresivamente la unidad y solidaridad que se había expresado a pocos meses de iniciado el gobierno de Chávez, cuando los trabajadores petroleros en el año 2000 paralizaron la producción, en protesta por los ataques a sus beneficios sociales; en esa oportunidad los obreros fueron fuertemente reprimidos por la Guardia Nacional (guardia pretoriana del chavismo) con un saldo de dos obreros muertos y varios heridos. Los sindicatos, controlados por la oposición lograron un mayor control, mientras que el gobierno desarrolló una asquerosa campaña calificando a lo trabajadores de conformar una “aristocracia obrera” al lado de las elites petroleras. El trabajo de división y erosión de la solidaridad obrera fue progresivo, hasta llegar al paro petrolero netamente burgués de finales del 2002, donde conseguimos a unos trabajadores petroleros colocados a la cola de las elites petroleras pequeño burguesas agrupadas en “Gente del Petróleo”, y muchos otros paralizados por los chantajes y la represión del gobierno. Al fracasar el paro, el gobierno despidió sin miramientos a más de 20.000 petroleros, la mitad de ellos obreros y personal administrativo. Aunque hubo manifestaciones de solidaridad con los trabajadores petroleros despedidos, las divisiones en el seno de la clase impidieron que ésta tuviera la fuerza suficiente para oponerse a esta sangría.
Las campañas mediáticas de los sectores burgueses han sido tales, que hoy muchos trabajadores se encuentran ofuscados, confundidos y atrapados en la confrontación chavismo-antichavismo; corsé que prácticamente les impide o les dificulta la reflexión. Las pocas expresiones de la lucha de los trabajadores para intentar resistir a los ataques contra sus condiciones de vida, quedan asfixiadas por la magnitud y virulencia de la confrontación interburguesa, o atrapadas en el interclasismo. Esta situación muestra, por una parte el peso de la ideología de la derecha y la izquierda del capital sobre la clase, y la propia debilidad del proletariado en Venezuela. Esta situación ha logrado socavar la solidaridad de clase, uno de los factores más importantes de la lucha del proletariado contra el capital, pues la resistencia obrera, su combatividad y toma de conciencia, están sustentados en la unión de intereses de la clase obrera a nivel nacional e internacional.
Mayores ataques para los trabajadores y la población
La pauperización es el camino seguro a que lleva el capitalismo a los explotados del mundo, y Venezuela no es la excepción. La crisis capitalista es irreversible, y por ello también el grado de pauperización a que el capital ha llevado a la clase obrera: la burguesía no tiene otra opción que redistribuir la miseria, todo lo contrario de lo que pregona de “distribuir la riqueza”. A lo largo de décadas de decadencia capitalista observamos cómo se hacen más distantes los polos de la minoría más rica de la sociedad (donde se cuentan ahora los “nuevos ricos” del chavismo)5 con respecto a la mayoría mas pobre, tendencia que se ha acentuado durante la “revolución bolivariana”.
El gobierno de Chávez, gobierno capitalista, es decir que se sustenta sobre la plusvalía extraída a la clase obrera, independientemente de su verborrea “revolucionaria” ha proseguido el camino de los gobiernos de Caldera y CAP; es decir, un ataque sistemático y sin cuartel a las condiciones de vida de la clase obrera: la gran mayoría de los contratos colectivos de los empleados públicos han estado congelados durante el período de gobierno chavista; los aumentos de salarios por decreto no llegan a compensar la acelerada alza de los alimentos; los niveles de desempleo abierto se ubican en un 22%-25%, de una fuerza laboral de alrededor de 12 millones; de ésta, un 57%, es decir, cerca de 7 millones viven en el subempleo y en la llamada “economía informal”; a las cargas impositivas del Impuesto al Débito Bancario y del IVA (16%), hay que añadirle los niveles de inflación mas altos de América Latina (del 30% para este año) que devoran el salario de los trabajadores; cerca de un 85% de la población vive en condiciones de pobreza; el salario mínimo oficial de Bs. 321.235 (alrededor de $160, según la tasa de cambio oficial), no llega a cubrir el costo de la canasta básica alimentaria de Bs. 545.361; el deterioro de los servicios públicos de salud, educación, transporte, etc. es inocultable, a pesar de las campañas mediáticas del gobierno; los niveles de delincuencia arrojan una cifras semanales de mas de 100 asesinatos; la pauperización de la sociedad se expresa a través de un crecimiento de la mendicidad infantil, la desnutrición y la prostitución juvenil. Esta es la cruda realidad a que nos somete a diario el chavismo, que descaradamente llama “revolución bonita” a su “proceso”, y el conjunto de los burgueses de la oposición que pujan por el poder.
La perspectiva es que, gane quien gane, las condiciones para la clase empeoraran: de continuar Chávez, tal como lo ha hecho hasta ahora, sustentará su “revolución” no sólo en un ataque ideológico contra la clase, sino en un ataque a sus condiciones de vida; un triunfo le daría carta blanca para acentuar los ataques contra los trabajadores, principalmente los empleados públicos6. De salir triunfante la oposición, requerirá un mayor “apretón de cinturones”, teniendo la atractiva excusa de que el chavismo ha hundido la economía y ha robado el erario público, cuando en realidad la crisis capitalista y la corrupción han sido una constante desde mucho antes del advenimiento de Chávez al poder. En este sentido, no hay que hacerse ilusiones con los cantos de sirena de la oposición, de que el empleo y las condiciones de vida mejorarán: cualquier incremento en los niveles de empleo inevitablemente lleva aparejado la precariedad, mayores ataques a la seguridad social y mayores cargas impositivas a los trabajadores.
No se trata de un problema moral, de que tal o cual burgués sea mas malvado que el otro, o de que tal gobierno administre mejor o peor los recursos de la nación, sino que tanto unos como otros, independientemente de la forma de gobierno que asuman (democrático o dictatorial), o del mayor o menor control de la corrupción, debe regirse por las leyes del capitalismo que se sustentan en la explotación del trabajo por el capital.
El futuro depende de la lucha de los trabajadores
El proletariado es la única clase social que puede poner fin a la barbarie capitalista. Sin embrago, para lograrlo debe recuperar su independencia, su solidaridad e identidad de clase. Para ello, debe impedir que sus movilizaciones queden atrapadas en el interclasismo de las luchas del “pueblo” o los “ciudadanos”.
La clase obrera no podrá evadir la confrontación contra el Estado burgués, esté dirigido por el chavismo o la oposición. La clase obrera es una clase explotada y tiene un papel histórico en la lucha contra el capitalismo, ya que juega un papel central en el proceso productivo y es capaz de desarrollar una conciencia de clase, es decir, una conciencia de sus objetivos históricos. Colocándose en su terreno de clase, puede darle un sentido, un rumbo, a las luchas y manifestaciones de indignación que a diario muestran las otras capas sociales no explotadoras de la sociedad.
Este es el reto que hoy tiene planteado el proletariado mundial, y en particular los trabajadores en Venezuela para no dejarse arrastrar por los cantos de sirena de la burguesía. También la actual situación plantea un reto histórico a las minorías mas politizadas y esclarecidas de la clase: hoy mas que nunca se requiere de su intervención en el sentido de promover la reflexión y discusión en el seno de la clase, mostrando los peligros que acarrea la ideología burguesa, en particular la ideología de izquierda e izquierdista, que tiene consecuencias nefastas para la clase obrera, tal como hoy lo vivimos en Venezuela.
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CHAVISMO Y OPOSICIÓN SON DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA.
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EL CHAVISMO, LA IZQUIERDA DEL CAPITAL Y LOS IZQUIERDISTAS SON ENEMIGOS DE LA CLASE OBRERA, TAL COMO LO SON LOS PARTIDOS DE DERECHA.
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NO A LA CONFRONTACIÓN Y DIVISIÓN ENTRE PROLETARIOS.
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LA ÚNICA SALIDA A LA BARBARIE QUE SE VIVE EN VENEZUELA Y EL MUNDO ESTÁ EN LA REVOLUCIÓN PROLETARIA.
INTERNACIONALISMO (Sección de la Corriente Comunista Internacional en Venezuela)
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13-08-2004
1En las últimas semanas ha habido una verdadera guerra de encuestas: unas de hace un mes daban 10 puntos porcentuales al No (chavismo) sobre el Sí, mientras otras daban similar porcentaje pero a favor del Sí. Desde hace 2 semanas aproximadamente las encuestadoras hablan de un repunte de la oposición mayor o igual al 4%, mientras otras hablan de un margen de diferencia bastante estrecho de ambas intenciones de voto.
2Las convulsiones que se dieron en Perú con Fujimori, en Ecuador con Bucaram, y recientemente en Haití, Argentina y Bolivia, se inscriben dentro de la situación de caos creado por los efectos de la descomposición en América Latina y El Caribe.
3El gobierno de Bush no condenó desde un primer momento el golpe de estado contra Chávez en Abril del 92. Para EEUU Chávez es un factor de desestabilización en la región de El Caribe y Suramérica. La punta de lanza de su intervención son la OEA y el Centro Carter; también está el Comando Sur. Las declaraciones para que el proceso electoral sea transparente y sin presiones a la oposición, han sido cada vez mas frecuentes en las últimas semanas: la semana pasada, el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de EEUU, reclamó fuertemente al gobierno sus ataques contra Súmate, ONG de alto nivel técnico que ha organizado los aspectos electorales de la oposición, que recibe fondos de la National Endowment for Democracy (NED); a los pocos días, la asesora de seguridad Condoleezza Rice también criticó al gobierno de Chávez por el mismo motivo. El gobierno de Chávez ha intentado jugar con la confrontación Bush-Kerry, diabolizando al primero y teniendo expectativas sobre los cambios que traería un gobierno demócrata. Sin embargo, declaraciones de Kerry y sus asesores han sido contundentes contra el gobierno Chávez, mostrando la continuidad en la política de EEUU hacia la región.
4Para contrarrestar la acción de la oposición, el gobierno desde hace un año inició las llamadas Misiones: campañas populistas a las cuales se le asigna el nombre de próceres y batallas de las luchas de independencia de España, mediante las cuales se asignan recursos del Estado (principalmente producto de las exportaciones petroleras) para atender cuestiones de salud, educación, empleo, créditos, etc. Realmente se han transformado en un medio ideológico de la política del gobierno, de adoctrinamiento y para asignar recursos a los seguidores del “proyecto bolivariano”, haciendo uso de “mano de obra cubana” (médicos, asesores deportivos, militares, etc.) y de viajes de venezolanos a Cuba; servicios que se pagan con el suministro de petróleo al régimen cubano. Los recursos asignados a estas Misiones, que este año superarán los 2000 millones de dólares fuera de lo asignado en el presupuesto, es una de las principales fuentes de enriquecimiento de la “nueva burguesía”. Según las cifras que manejan encuestadoras que simpatizan con la oposición, estos recursos sólo llegan a beneficiar a 15% de la masa de pobres del país, situación en la que vive más del 80% de la población.
5Nos referimos a los nuevos capitalistas privados que apoyan al chavismo, que han pasado a formar parte de la nueva burguesía importadora, que ha desplazado o intenta desplazar a la vieja «oligarquía importadora» que se opone al chavismo. Este sector de la burguesía se beneficia de la importación sin restricciones de alimentos y productos que sustentan los planes sociales del gobierno.También forman parte de esta «nueva burguesía», los funcionarios públicos, parlamentarios, militares, burócratas sindicales, etc. que dan su apoyo incondicional al «proyecto chavista», que se reparten los ingresos del Estado y que devengan salarios que llegan a ser equivalentes a entre 20 y 60 salarios mínimos mensuales.
6La crisis política ha acelerado el desempleo: el gobierno despidió 20.000 trabajadores de la industria petrolera, y ha sido progresivo el despido de empleados públicos por oponerse al régimen. La orientación de recursos financieros para las Misiones, ha ocasionado prácticamente una congelación de los sueldos y salarios de los empleados públicos, y un mayor deterioro de los servicios públicos.