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La publicación en nuestra página Web del artículo de la Revista Internacional núm. 25 titulado "La aristocracia obrera: una teoría sociológica para dividir al proletariado"[1] ha suscitado un animado debate, en 15 días hubo más de 30 comentarios de lectores, entre ellos los de un compañero que no comparte nuestras posiciones -Javi- pero que a menudo hace aportes interesantes que ha motivado el que los publicáramos en nuestra Web[2]
Con ánimo de proseguir el debate respondemos al comentario de Javi[3]
Muchos sectores de la burguesía son asalariados
¿Quién formaría parte de la aristocracia obrera?
En un pasaje dåe su respuesta el compañero nos pregunta «¿de verdad piensa la CCI que la mayoría absoluta del proletariado comparte intereses objetiva y subjetivamente con directores de bancos, responsables de Recursos Humanos, jefes de departamentos y secciones, ejecutivos grandes y medianos, burócratas sindicales, brokers, medianos y altos burócratas de la Administración del Estado, etc.?»
La respuesta rotunda y sin paliativos es NO. Como dijo Marx, por regla general todo obrero es un asalariado pero no todo asalariado es obrero. Gran parte del personal encargado de la gestión económica y política del capital es asalariado. Muchos capitalistas son asalariados, se asignan sueldos multimillonarios y pensiones de lujo. En la pequeña y mediana empresa, los dueños se fijan un salario, aparecen como "empleados" de la empresa y numerosos servicios (automóvil, viajes privados, compras etc.) son cargados como gastos a la cuenta de la empresa.
En las primeras etapas del capitalismo, la propiedad privada de los medios de producción estaba asociada a una persona, pero incluso en sus épocas primerizas, el capitalismo se expresaba en grandes compañías con numerosos socios comanditarios- navegación, explotación colonial, manufacturas etc. Todo esto se afianzó de forma decisiva desde mediados del siglo XIX con el desarrollo de sociedades anónimas y grandes empresas donde la gestión y la titularidad propietaria estaban separadas y al frente de las empresas se fue desarrollando una capa directiva asalariada.
Marx señalaba que el capitalista es un funcionario del capital. El capital -a diferencia del sistema feudal o del esclavista- es un régimen impersonal. La propiedad privada de los medios de producción no se basa en la propiedad personal sino en un aparato organizado que se llama Capital[4] y que es ante todo una relación social de producción.
«El capitalismo representa la separación entre el trabajo ya realizado, acumulado en manos de una clase, y el trabajo vivo de otra clase explotada y dominada por la primera (...) no son los capitalistas los que hacen el capitalismo. Más bien al contrario: el capitalismo engendra a los capitalistas. Los capitalistas no pueden existir sin capitalismo. Pero la afirmación reciproca no es cierta»[5].
Así pues, la manera en que los capitalistas son remunerados -acciones, rentas, salarios etc.- es algo secundario, lo importante es la relación social de explotación. Desde ese punto de vista, las capas sociales a las que se refiere el compañero pertenecen por entero al Capital, nada tiene que ver con la clase obrera, no forman una "aristocracia obrera".
La naturaleza de los partidos de Izquierda y de los sindicatos
Al compañero le preocupa -y con toda razón- por qué los partidos que se dicen "obreros" (socialdemócratas, "comunistas", maoístas etc.) defienden al Capital contra la clase obrera. Para él la explicación estaría en que son los representantes de una capa dentro de la clase obrera, la "aristocracia obrera": «si no se contempla la teoría de la aristocracia obrera como un fenómeno genuino del imperialismo en los países centrales, es imposible comprender - no ya de forma marxista, sino de forma siquiera cabal- la naturaleza de clase y la composición social del oportunismo heredero de la vieja socialdemocracia».
A nuestro juicio existe otra explicación que vamos a exponer.
Con el desarrollo del Estado liberal en el siglo XIX, los partidos eran -por regla general- los representantes de las distintas clases y capas sociales frente al Estado. A grandes rasgos, las fracciones dominantes de la burguesía tenían su expresión en los partidos conservador y liberal, la pequeña burguesía en los demócratas y progresistas, mientras que el proletariado se organizaba alrededor de la socialdemocracia.
Sin embargo, esta organización política cambia en dos sentidos con el estallido de la Primera Guerra Mundial y los casi 100 años que le ha seguido. El primero, sobre el que luego volveremos, es la traición y paso al campo del Capital de los partidos socialistas y comunistas que habían sido una expresión y un factor activo de la lucha de la clase obrera, el Capital capturó un trofeo que le ha sido muy útil en los últimos 100 años. El segundo es que el Estado, último baluarte de defensa del capital frente a una situación dominada por la crisis más o menos crónica, la tendencia a la guerra generalizada y la emergencia revolucionaria del proletariado, tiende a absorber toda la sociedad civil bajo su control, tratando de evitar que esas contradicciones explosivas arruinen el interés nacional del Capital.
En tales condiciones, los partidos se acomodan al objetivo supremo de la defensa del Capital nacional a través del Estado. Son la expresión de éste frente a las diferentes clases y capas de la sociedad. Especial importancia tiene para el Estado capitalista el control político e ideológico de la clase obrera. Los partidos de la burguesía «al ser órganos de la clase dominante, tienen la posibilidad de actuar en la clase obrera y algunos lo hacen efectivamente, ya que esto forma parte de una división del trabajo en el seno de las fuerzas políticas de la burguesía, por la cual una parte (la izquierda) tiene la tarea particular de mistificar al proletariado, de controlarlo mejor haciéndolo desde dentro de sus propias filas, de desviarlo de su lucha de clase. Con este fin, la burguesía utiliza preferentemente viejas organizaciones de la clase obrera que pasaron al campo del Capital»[6]
Estimamos que con los sindicatos ocurre lo mismo. Para el compañero «sin esta teoría [la de la aristocracia obrera] se llega a planteamientos subjetivistas e idealistas al explicar por qué ahora se mueven los sindicatos del Estado capitalista, justamente cuando la burguesía monopolista quiere reducir el Estado a la mínima expresión de costes administrativos. El conflicto reside, efectivamente, entre las capas asalariadas que llevan décadas participando del Estado capitalista y encuadrando al proletariado, por un lado, y la burguesía monopolista, por otro lado. ¡Por eso se mueven ahora los sindicatos, y no hace pocos años cuando se producía la sangría de despidos! Porque peligra su posición dentro de las fracciones de la clase dominante, y porque ven que el capital monopolista va a liquidar lo que quedaba de su cada vez más reducida base social».
En los sindicatos existe un aparato burocrático dirigente y una red de liberados en los centros de trabajo. Estos individuos, cualquiera que sean sus intenciones o su origen social, no forman parte de la clase obrera sino que están al servicio del capital. Pero de la misma forma que lo determinante en el capitalismo no son los titulares de la propiedad sino la relación social, respecto a los sindicatos lo esencial es la función que cumplen: control de los obreros desde los centros de trabajo, firmando acuerdos que son necesarios para el Capital nacional en su conjunto, saboteando directamente las tentativas de lucha de los obreros o, adelantándose a la movilización obrera proponiendo "luchas" y planteamientos que llevan a la derrota.
Creemos pues que tanto en sindicatos como en partidos de izquierda es la función política-social que cumplen lo que determina su adscripción al Estado capitalista y no tanto la representación de intereses particulares de una capa determinada dentro de la clase obrera.
Las causas del oportunismo
El compañero habla de un "oportunismo heredero de la vieja socialdemocracia". Si no hemos entendido mal, los partidos "socialistas" y "comunistas" serían "oportunistas" y la raíz común, tanto del oportunismo como del actuar burgués de los partidos de izquierda, sería el vínculo que tienen con la "aristocracia obrera".
En nuestra opinión -y ello llevaría a un debate mucho más amplio del que podemos abarcar en esta respuesta- las raíces son distintas. Los partidos "socialistas" y "comunistas" son una herramienta del Estado y su actuación está inspirada por la defensa consciente de los intereses del capital nacional. En cambio, el oportunismo es una enfermedad que afecta a la clase obrera y que brota de la presión permanente que la ideología dominante ejerce sobre ella y sobre sus organizaciones revolucionarias.
«Dos factores se hallan en la base de la aparición de tendencias oportunistas y centristas en la clase obrera: la presión y la influencia de la ideología burguesa y el difícil proceso de maduración y toma de conciencia del proletariado. Esto se traduce particularmente en la característica mayor del oportunismo que consiste en aislar, separar, el objetivo final del movimiento proletario de los medios que conducen a él, para finalmente oponerlos, cuando en realidad toda puesta en cuestión de los medios lleva a la negación del objetivo final, al igual que toda puesta en cuestión de este último tiende a quitar su significación proletaria a los medios puestos en práctica»[7]
Es cierto que Lenin, tratando de explicar la traición de la socialdemocracia, apuntó que «Ningún marxista dudaba de que el oportunismo expresa la política burguesa en el movimiento obrero, los intereses de la pequeña burguesía y de la alianza de una ínfima porción de obreros aburguesados con "su" burguesía, contra los intereses de las masas proletarias, oprimidas. Las condiciones objetivas de fines del siglo XIX reforzaron especialmente el oportunismo, trasformando la utilización de la legalidad burguesa en servilismo ante ella, creando una pequeña capa burocrática y aristocrática de la clase obrera e incorporando a las filas de los partidos socialdemócratas a muchos "compañeros de ruta" pequeñoburgueses»[8]
Sin perjuicio de una discusión más desarrollada, pensamos que esta explicación es insuficiente y epidérmica. Es cierto que tanto los pequeños burgueses que se sumaron a los partidos socialdemócratas como la capa burocrática que fue naciendo en ellos, eran los más vulnerables a las ilusiones reformistas, parlamentarias, gradualistas etc., pero estas nacían de un periodo histórico de apogeo del capitalismo donde parecía que las mejoras y reformas que se iban obteniendo no tendrían fin y que ello permitiría un paso gradual al socialismo. La idea de "hacerse un hueco" dentro de la sociedad capitalista, protegiendo el interés obrero mediante potentes organizaciones de masas (partidos, sindicatos, cooperativas, casas del pueblo etc.) creaba una tendencia general en la socialdemocracia y los sindicatos a aceptar a pies juntillas todo lo que venía del poder capitalista y a considerar la Primera Guerra Mundial como un accidente pasajero que, una vez pasada la tempestad, podría reanudarse la "marcha tranquila" dentro de las instituciones.
En La Ideología Alemana, Marx y Engels señalan que "las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en la sociedad". Este es un fenómeno material mucho más absorbente y poderoso que el interés particular de tal o cual capa social. Penetra la acción y el pensamiento no solamente de la gran mayoría de obreros sino de sus organizaciones más avanzadas.
La prueba de la importancia crucial de este factor en la génesis del oportunismo, la tenemos en que países como Rusia y España donde no se daban las condiciones inmediatas de éxito electoral y sindical de las organizaciones obreras, aparecieron con más fuerza aún si cabe las tendencias oportunistas. En Rusia, los mencheviques pese a las condiciones de ilegalidad también cayeron en el oportunismo. En España, el PSOE, pese a ser una organización minúscula y con escaso eco, estaba dominado -salvo una ínfima minoría- por el cáncer del oportunismo.
Los fundamentos de la unidad de la clase obrera
El compañero se lamenta de que «se nos acuse de dividir a la clase obrera por combatir a los restos del viejo reformismo parapetados en su posición parasitaria dentro del Estado burgués. Obviamente es igualmente ciego sostener que un funcionario, un empleado público o un obrero de la industria que cobra 1800 euros mensuales no forman parte del proletariado y sí de la aristocracia obrera».
En primer lugar, pensamos que es necesario denunciar el uso que han hecho históricamente los partidos mal llamados "comunistas" (Estalinistas y maoístas) de la teoría de la "aristocracia obrera" como ariete para dividir a la clase. Pero respecto a gente que como el compañero cree sinceramente en esa teoría nuestra postura no es de acusación sino de debate en vista a la clarificación. En ese sentido, es procedente señalar las consecuencias de una teoría y atacar sus bases teóricas.
Desde sus inicios, el marxismo ha defendido la unidad sin fisuras de la clase obrera, la plena concordancia de intereses de todos sus sectores. Es cierto que los obreros son sometidos a la más dura competencia entre sí, que existen múltiples diferencias salariales y de condición laboral en su seno, pero el análisis marxista de la plusvalía pone de relieve la unidad fundamental que existe dentro de la clase obrera.
En Los Principios del Comunismo, Engels subraya que «el proletario individual es, valga la expresión, propiedad de toda la clase de la burguesía. Su trabajo no se compra más que cuando alguien lo necesita, por cuya razón no tiene la existencia asegurada. Esta existencia está asegurada únicamente a toda la clase de los proletarios»[9].
Una cosa es la extracción de plusvalía y otra su reparto. El proletariado con su lucha puede influir en el grado y volumen de la extracción de plusvalía pero no interviene para nada en su reparto. « La renta del suelo, el interés y la ganancia industrial no son más que otros tantos nombres diversos para expresar las diversas partes de la plusvalía de una mercancía o del trabajo no retribuido que en ella se materializa, y brotan todas por igual de esta fuente y sólo de ella. No provienen del suelo como tal, ni del capital de por sí; mas el suelo y el capital permiten a sus poseedores obtener su parte correspondiente en la plusvalía que el empresario capitalista estruja al obrero. Para el mismo obrero, la cuestión de si esta plusvalía, fruto de su plustrabajo o trabajo no retribuido, se la embolsa exclusivamente el empresario capitalista o éste se ve obligado a ceder a otros una parte de ella bajo el nombre de renta del suelo o interés, sólo tiene una importancia secundaria»[10]
[1] Ver https://es.internationalism.org/node/3199
[2] Ver El movimiento 15 M: respuestas necesarias a preguntas convenientes en /cci-online/201106/3111/el-movimiento-15m-respuestas-necesarias-a-prguntas-convenientes y Piedras en el camino: el capitalismo contra el desarrollo humano en https://es.internationalism.org/node/3131
[3] Se titula El imperialismo y la aristocracia obrera y puede encontrarse en https://es.internationalism.org/node/3199#comment-1603
[4] La Contabilidad, una técnica que nació en los primeros tiempos del capitalismo, concibe el Capital como un ente impersonal que es acreedor de los bienes de la empresa y deudor de los créditos que recibe.
[5] Revista Internacional nº 61: La experiencia rusa, propiedad privada y propiedad colectiva /revista-internacional/200711/2089/la-experiencia-rusa-propiedad-privada-y-propiedad-colectiva
[6] Resolución sobre el oportunismo y el centrismo en la decadencia, Revista Internacional nº 44.
[7] Revista Internacional nº 44, ídem.
[8] El Socialismo y la Guerra, 1915 https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/1915sogu.htm#parte3
[9] webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/oe1/mrxoe103.htm.
[10] Marx: Salario, precio y ganancia, https://www.marxists.org/espanol/m-e/1860s/65-salar.htm