Un libro para el debate

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Una compañera nos envía un libro donde reflexiona sobre la situación del capitalismo, la situación del proletariado y la perspectiva revolucionaria. En cuanto nos sea posible haremos un comentario sobre dicho material

Recientemente hemos publicado un debate sobre la "Contribución de una compañera sobre la crisis y las perspectivas de la lucha de clases"[1], donde exponemos algunas cuestiones que nos plantean las reflexiones de esta compañera que firma Aurora despierta.

Ahora ella misma nos envía un libro que ha escrito y que dice que contiene muchas de las respuestas a las cuestiones que han surgido en el debate y nos pide que publiquemos la referencia; lo que hacemos a continuación para permitir que el debate pueda avanzar, aunque por el momento no hayamos podido ni siquiera leer el libro; cosa que la compañera asume: «Os voy a pedir un favor especial. Como es mucha tarea que lo leáis todos, lo discutáis, y hagáis un comentario ¿Podría ser que al menos uno le echase un vistazo por arriba y si le inspira suficiente confianza -teniendo en cuenta lo que ya conocéis de mí-, simplemente anunciáis su existencia, poniendo el enlace que os acompaño, pero haciendo la reserva de que todavía no habéis podido estudiarlo por lo que no es que deis la aprobación ni aseguréis de que estáis totalmente de acuerdo, pero para que se sepa y la gente pueda conocerlo a tiempo?»

Entre tanto, podría abrirse un debate con aportaciones de otros compañeros pues las cuestiones que plantea -más allá del acuerdo que pueda tenerse en sus diferentes apreciaciones- son absolutamente válidas y necesarias para la lucha del proletariado contra este sistema no solamente infame e inhumano sino igualmente hundido en una crisis cuya gravedad y consecuencias a nadie se le oculta.

 


 

[1] https://es.internationalism.org/node/3319

 

TRABAJADORES EN BANCARROTA Y RIESGO DE DERROTA. ¿CÓMO EVITARLAS Y FORTALECERNOS?

UNA GUÍA

Aurora Despierta

Llamamiento a los trabajadores/as ante el fin de una era y el inicio de otra; cambiar de rumbo para evitar la derrota y las catástrofes que se avecinan con el capitalismo. Hacia una estrategia por la autoliberación integral. Guión para la lucha que hoy necesitamos sobre todo en los países ricos. Eslóganes.

Este libro es una respuesta y guía de urgencia en una situación que en poco tiempo puede ser crucial para el proletariado, en particular para el del Estado Español. Recoge información hasta el día 2 de marzo de 2012, quiere aportar líneas de orientación para este mismo mes (8 y 29 de marzo), pero también y sobre todo, a medio y largo plazo, para dotarnos de una comprensión panorámica de la realidad, entendiendo el pasado y con un horizonte hasta 2050 al menos. Es un libro de intervención inmediata, pero sobre todo de estudio y reflexión para un largo recorrido. Por eso reúne desde los sucesos más recientes, hasta multitud de eslóganes, pasando por una reflexión histórica y económica en términos que todos puedan entender. Porque lo que necesitaremos ahora y en adelante, requiere de todos estos planos de conocimiento y respuesta, pues los trabajadores/as debemos ser capaces de dominar medianamente todos, si es que aspiramos a un mundo muy diferente en el que seamos algo mucho mejor de lo que nos está tocando ser en esta civilización.

ÍNDICE

Página CAPÍTULO

2 1.- Saludos. Ellos son una clase y lo saben. Nosotros también lo somos, debemos recuperar nuestro saber y memoria o nos derrotarán. La verdadera naturaleza del ataque que estamos sufriendo. La "moderación" ya nos está conduciendo a una derrota histórica ¿aprenderemos a tiempo o lo dejaremos para cuando sea demasiado tarde?

5 2.- Carta abierta a la burguesía mundial de parte de unos trabajadores conscientes de su clase y de sus verdaderos intereses.

8 3.- Un tsunami social recorre el mundo. La placa de la burguesía sobre la del proletariado. Un sistema bulímico. El fin de una era del capitalismo, el gran riesgo de una derrota histórica en los próximos años, para someternos a un capitalismo futuro peor, ya planeado por la burguesía.

11 4.- El momento actual y la próxima era: El principio de A(r)químedés aplicado a los sindicatos. Reducir los gastos totales del mantenimiento del proletariado ("competitividad" y "déficit del Estado"), una ofensiva de la burguesía mundial, el "Estado de bienestar" y la "sociedad de consumo" como vestigios. La ley de reforma laboral en España. Las convocatorias de Huelga General. 8 de marzo, las mujeres trabajadoras. Los estudiantes. La importancia de una orientación internacionalista y su posibilidad real. Del déficit del 3% en 2013 (o 2014) al 0,5% desde 2020. Década de 2030 encarecimiento de la energía y prolongación del tiempo de trabajo. Los sindicatos subordinando el salario al coste del combustible desde hoy. Decrecimiento capitalista, consecuencias del Cambio Climático. La crisis en sus diversas facetas. El futuro de las mujeres.

32 5.- Las anteriores etapas del capitalismo. De la manufactura al toyotismo. Del libre mercado a la intervención del Estado. De las crisis de "juventud" a las de decadencia. Marx desenmascara el régimen asalariado del trabajo, el capitalismo. Guerras. Resistencias, revoluciones y derrotas proletarias. Armamentismo. Orígenes verdaderos de la actual crisis y sus manifestaciones en EEUU y España. De la "destrucción creativa" a la "destrucción y demencia". Crisis de sobreacumulación de capital, sobreproducción de mercancías, financiera.

47 6.- Algunas consideraciones sobre los actuales problemas financieros, las medidas tomadas y las perspectivas.

50 7.- La raíz del problema: ni el neoliberalismo, ni el capital financiero, sino el régimen asalariado del trabajo.

51 8.- ¿Por qué nos resulta tan difícil reconocer la raíz? La propaganda burguesa. Nuestro lugar en las relaciones sociales. La mercantilización de las conciencias que nos impide rebelarnos contra la estafa. El peso de las derrotas.

53 9.- "Salarismo", nombre secreto del capitalismo. Llamarlo por su nombre para mejor combatirlo.

54 10.- Las "clases medias" también atacadas. Asustadas pueden caer en brazos de los políticos más reaccionarios del gran capital. ¿Cómo evitarlo y ganarlas?

57 11.- Los límites históricos del capitalismo. Las tijeras del régimen asalariado (producción y realización de la plusvalía) amenazan con cortar los... beneficios al capital. Una jornada y un mundo finitos para su desgracia. El capital se pone a sí mismo la zancadilla. La mercantilización de la Naturaleza nos pasa la factura. Los límites al Crecimiento capitalista. Un sistema caducado. Década de los 30 ¿tocando techo? ¿Por quién doblan las campanas?

62 12.- El envejecimiento de la población, un factor nuevo que favorece nuestra derrota y nos obliga a tener el tiempo más en cuenta para aprovechar ahora el potencial de la juventud.

63 13.- ¿Habrá un período de recuperación económica que permita la de las fuerzas proletarias? La importancia de entender de qué va todo esto.

64 14.- Su moral nos esclaviza, la nuestra nos emancipa. Todo está sustentando en una estafa, en una inmoralidad, el trabajo no pagado. Levantar bien alto la teoría marxista de la plusvalía. La importancia crucial de la lucha moral. Hacia un tipo humano nuevo.

68 15.- El sentido de la vida, un problema de todos, cada vez más sentido. Vivir para trabajar, trabajar para vivir o vivir trabajando para realizar nuestra vida. Recuperar nuestra vida, recuperar nuestro trabajo, abolir el régimen asalariado. El capitalismo causa cada vez más frustración y sufrimiento psicológico. Otro mundo y otra vida son posibles.

71 16.- ¿QUÉ HACER? La defensa con una orientación ofensiva para debilitar la suya: el cerco deslegitimador. Luchar con el poder de decisión en las asambleas. Comprender la verdadera naturaleza del "Estado de bienestar". Un futuro capitalista peor, cuestionar el régimen asalariado del trabajo y el Estado burgués que lo defiende. Reforma electoral ¿para quién? Poner en el centro del debate social la naturaleza del capitalismo, su raíz en la estafa del trabajo no pagado. La imposible alianza estratégica con la burguesía baja y media pero la flexibilidad en su tratamiento. La enseñanza pública en todos los niveles, interés estratégico de los trabajadores/as contra la división clasista del trabajo. La juventud en primera línea de la lucha del proletariado y de la recuperación de su saber. Tener muy en cuenta el tiempo para evitar la derrota y que hay unos plazos para el Cambio Climático. La necesidad de proyectos provisionales de Programa de Transformaciones Socialistas.

83 17.- Por qué no podemos esperar a que se hunda el sistema. Una cita ineludible en la década de los 30.

85 18.- Pensar estratégicamente y actuar con un plan, o sucumbir. La burguesía y la realidad tienen una agenda ¿y nosotros? Horizonte 2050.

86 19.- Eslóganes (más de 175).

92 20.- Enlaces a artículos y su relación.

93 21.- Cinco webs y una editorial para aprender más.

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1.- Saludos. Ellos son una clase y lo saben. Nosotros también lo somos, debemos recuperar nuestro saber y memoria o nos derrotarán. La verdadera naturaleza del ataque que estamos sufriendo. La "moderación" ya nos está conduciendo a una derrota histórica ¿aprenderemos a tiempo o lo dejaremos para cuando sea demasiado tarde?

Trabajadores/as.

A quienes para vivir necesitáis vender vuestra capacidad de trabajo (intelectual y física) por un salario a los que dominan los medios de producción de bienes y servicios (empresas con sus máquinas, locales, cartera de clientes, etc.), o sea, la burguesía. A los funcionari@s del nivel inferior y otros trabajadores/as dependientes del Estado, que veis recortados vuestros salarios. A los falsos "autónomos" que dependéis para sobrevivir de una o dos empresas. A quienes lo fuisteis y ahora estáis jubilad@s.

Tod@s nosotr@s, con contrato fijo o eventual, empleados, subempleados o en el paro, dependiendo de una pensión de jubilación o de la ayuda de vuestros hijos o apoyándoles, etc., independientemente de la nacionalidad o religión, somos parte de la clase trabajadora mundial, del proletariado internacional. No somos una masa informe con intereses que pueden no coincidir en cuestiones importantes con la burguesía, sino una colectividad de seres humanos con intereses objetivos antagónicos a los de esa clase y a la permanencia del capitalismo.

Proletariado somos tod@s los que en el mundo estamos sometidos por el régimen asalariado del trabajo.

La burguesía, los que dominan los medios de producción, las finanzas, el comercio, el Estado, prefieren que no lo tengamos claro, para que nos sintamos más aislados y débiles, y así no tomemos plena conciencia de nuestra situación en la sociedad, de quiénes son contrarios a nuestros verdaderos intereses y del enorme potencial de transformación del mundo que tenemos el colectivo de los trabajadores/as. En su lugar buscan encaminarnos a competir los unos contra los otros por un trabajo cada vez más escaso, precario y mal pagado, por conservar "nuestro" empleo que no lo es porque siempre nos lo pueden arrebatar, por salvar "nuestra" empresa contra otra y sus trabajadores/as, por el "interés nacional" (la sagrada "competitividad") escondiendo tras ello los beneficios del capital a costa de nuestro trabajo, pobreza, y si es preciso, muerte en la guerra.

La burguesía nos dice que la conciencia de clase no tiene sentido o que es algo trasnochado, y más la lucha de clases, para ocultar que lo ya caduco es su papel, el capitalismo senil, el obsoleto régimen asalariado del trabajo, como lo demuestra una vez más la crisis actual. Porque ellos sí que tienen conciencia de clase y practican a diario la lucha de clases aunque no la nombren así sino indirectamente ("competitividad", ley y orden...), tarea en la que son expertos porque les conviene ocultar la verdad, aunque a veces alguno lo reconozca y se refiera a la "guerra de clases" (el multimillonario y especulador George Soros en la revista Newsweek). Por eso saben organizarse tan bien a través de las organizaciones patronales, sus partidos, los lobbys (grupos de presión que se trabajan a los políticos), los think tank (equipos -fundaciones- de pensamiento estratégico), otros comités más ocultos al público, las estrechas relaciones entre el gran capital, las instituciones más importantes y el Estado, la financiación por la burguesía de partidos y campañas electorales, el trasvase de dirigentes entre el mundo empresarial y el político (ilustrativo que los actuales presidentes de Italia y del Banco Central Europeo provengan de Goldman Sachs, banco significado por su responsabilidad en esta crisis, y que el Ministro español de Economía y Competitividad, D. Luis de Guindos venga de Lehman Brothers, otra "joya" de firma) y la labor propagandista de los medios de comunicación a su servicio (privados o estatales).

Les interesa que no nos reconozcamos como lo que somos, pues una clase sin conciencia de serlo y que ha perdido su memoria histórica, es una clase condenada a la derrota.

Como en crisis pasadas, el capitalismo mundial necesita sacar el mayor partido posible al cambio en la relación de fuerzas entre ella y el proletariado, y estabilizarla por mucho tiempo con todo un arsenal de leyes económicas, sociales, políticas, pues es necesario para asegurar su poder y beneficios ante el complicado y declinante panorama que se presenta al capitalismo en lo que resta de siglo.

Como la piedra que el legendario Sísifo levantaba y debía subir hasta la cumbre de la montaña, nuestros derechos cuestan mucho conquistarlos, elevarlos, pero es mucho más fácil y rápido que rueden montaña abajo cuando estamos debilitados, descuidados y la burguesía les da una patada.

Necesitan asestarnos una derrota histórica. Es lo que vienen planeando para cargar sobre nosotros aun más los costes de esta crisis del capitalismo y para que en las próximas que vendrán (como la energética en la cercana década de los 30) les resulte más fácil volver a hacerlo dada nuestra debilidad, desorientación y desmoralización. Querámoslo creer o no, lo cierto es que el futuro del capitalismo va a ser mucho peor que el pasado y por tanto lo que nos deparará a los trabajadores/as. Los indicios, cuando no pruebas, están a la vista de todos, si queremos verlo, en las medidas que van tomando y tienen previstas.

La burguesía mundial, desde las grandes empresas y sus principales instituciones, FMI, Unión Europea, Banco Mundial, OMC, etc., tienen sin duda una estrategia a medio y largo plazo. Claro está, no son tan tontos como para reconocerlo y explicárnosla porque entonces ya no tendrían la ventaja del ataque por sorpresa y no debe revelarse la estrategia propia al "enemigo" porque podría preparar su defensa y la contraofensiva. Pero se les ve venir en todo lo que están haciendo y a poco que conozcamos a grandes rasgos las tendencias del futuro. Eso no quiere decir que lo tengan todo controlado y medido, que sepan perfectamente lo que hacer, que no haya divergencias entre sus líderes, porque eso tampoco ocurre en la estrategia militar, ni entre los generales, pues se trata de grandes líneas maestras de actuación para ir moviéndose con un sentido y perspectiva de salir ganando.

Su objetivo, reducir los costes totales del proletariado que es de donde surge la plusvalía (beneficio), tanto directos (masa salarial) como indirectos (sanidad, educación, pensiones...), lo que significa además de rebajas salariales, mayor producción y despidos en el proletariado de la industria, banca y comercio, recortes, más trabajo y despidos entre los funcionarios, contratados del sector público, trabajadores/as de la sanidad y de la educación porque estos sectores forman parte de los costes de mantenimiento del conjunto de la población trabajadora.

La meta, recuperar la tasa de ganancia (reducir costes para aumentar trabajo no pagado, o sea, beneficio dividido entre la inversión total). Y hacer permanente este nuevo reparto porque no va a volver el crecimiento que hemos conocido. La "competitividad" y la "reducción del déficit del Estado", no son más que la forma que esto adopta para la burguesía y que, presentado así, sirve para desorientarnos sobre la naturaleza del asunto.

De aquí que debamos entender dos cosas:

1º El ataque va dirigido al conjunto de la población trabajadora para reducir nuestros costes totales de mantenimiento. Da lo mismo si se ataca a los trabajadores/es de una fábrica, a los funcionarios, o a los de los hospitales y escuelas, del sector privado o público, es parte del ataque contra todos. Por tanto, la respuesta debe ser de todos, sea quien sea el que en ese momento esté siendo golpeado. Y contra cualquier parte de la burguesía porque toda está, directa o indirectamente, implicada en el ataque, a través de sus organizaciones patronales y partidos, de las leyes que aplauden, de las medidas que toman y de su Estado.

2º Las medidas que se tomen ahora no son coyunturales. Los recortes y eliminación de derechos conquistados tras décadas de lucha, vendrán para quedarse hasta que ellos quieran, y de ser revisados lo serán a peor, salvo que los echemos abajo con la lucha.

Así empalmarán las nuevas condiciones de explotación del trabajo y la derrota infligida con lo que necesitan en un futuro, para el capitalismo, cada vez más oscuro y con nuevas grandes crisis.

Pero esta "salida" a la crisis no será una solución verdadera, porque socava la capacidad de demanda solvente de los trabajadores/as que no puede ser sustituida plenamente por una mayor competencia entre las potencias, para vender Europa lo que vienen vendiendo EEUU, Japón, México, Brasil, China..., porque todas hacen lo mismo y además hoy, las grandes empresas y sus alianzas están por todas partes y lo que se produce en España puede ser de propiedad norteamericana, y parte de lo que se produce en China, de propiedad alemana, etc.

La "moderación" no es la respuesta. Si la burguesía mundial, y en concreto la europea, y más específicamente la española, está hoy tan envalentonada lanzando una ofensiva histórica contra nuestros derechos, es en parte porque con nuestro miedo, querer evitar represalias, mirar cada uno para sí, a pesar del aumento de la pobreza y del paro, no hemos dado la respuesta posible, hemos reculado más y más, nos hemos debilitado en extremo y propiciado su sentimiento de seguridad, fuerza y determinación para atacarnos sin piedad.

Y en esto, los sindicatos, en especial los grandes (CCOO y UGT), tienen una enorme responsabilidad. Ni siquiera han hecho nada por ayudar a los parados a organizarse y defender sus derechos, cuando muchísimos ya han agotado el subsidio, o ni siquiera han podido acceder a él, cada vez son más las familias en las que todos sus miembros están en paro, los jubilados no pueden prestar más ayuda con sus pobres pensiones y ahorros, la perspectiva es un aumento del desempleo (tal vez 6 millones para final de 2012) y para muchos, el agotamiento de la prestación que todavía tienen.

Nos enseña que no podemos depender de ellos para lanzarnos a la lucha, como tampoco lo hicimos en otras ocasiones ni durante el franquismo, cuando no existían los sindicatos obreros legales y los organismos ilegales no eran más que unos pocos trabajadores/as decididos en cada empresa (ni siquiera en todas) que se reunían y coordinaban clandestinamente. Mucho más se hizo entonces con medios artesanales que hoy dan risa y con la policía político-social, guardia civil y "los grises" de la policía armada, encima de nosotros, a pesar de los muertos y de las palizas y torturas en comisarías y cuartelillos, que hoy con "tantas" libertades y enormes aparatos sindicales, porque no podíamos dejar nuestros asuntos en manos de nadie y por eso nos arremangábamos con las asambleas, delegados, piquetes ¡y lo conseguíamos!

No se calma la agresividad de una hiena quedándose quieto y ofreciendo el cuello; así sólo se sacia su hambre a nuestra costa. Aunque no nos movamos, la burguesía si lo hace, rápido y contra nosotros. Los sacrificios personales y colectivos que creamos ahorrarnos con nuestra "moderación" se ven premiados con creces con sacrificios incomparablemente mayores y el riesgo de una derrota histórica que nos postrará por lustros y décadas, llevándonos a niveles de pobreza e indefensión desde hace mucho tiempo desconocidos.

Miremos a Grecia, Portugal, lo que se le avecina a Italia, las dificultades crecientes en Francia, también en Alemania, lo que ocurre en los países del Este europeo, la pobreza en los EEUU, lo que hace sólo diez años ocurrió en Argentina (pudieron remontar porque todavía no había estallado la crisis mundial), etc.

¿Creemos que la situación de los trabajadores/as en Grecia no puede ser nuestro futuro? En España, con una tasa de desempleo del 23,3% y más de 5.300.000 parados, la evolución del capitalismo y la política económica de los gobiernos ya fijada incluso para la década de los 20 (el límite al déficit del Estado), las probabilidades son muchas. ¿Habríamos creído sólo hace cinco años, a comienzos del 2007, cuando todavía no había comenzado la crisis ni en EEUU, que hoy estaríamos así? Al que lo hubiese dicho probablemente le habríamos tomado por un chiflado y sin embargo había muchos motivos para pensar que esto era posible (sobreendeudamiento mundial, ausencia de nuevos mercados, burbujas inmobiliarias, "economía de casino"...). Y cuando ya hay muchos estudios que nos previenen de un futuro extremadamente duro para las próximas décadas ¿no les vamos a prestar atención? ¿Nos limitaremos al día a día, a reaccionar sobre la marcha y como podamos a lo que nos vayan echando encima, ellos siempre con varios pasos por delante de nosotros? ¿Creemos que así tenemos alguna oportunidad? ¿Organizaríamos así nuestra vida privada?

Si estamos así es también, en parte, porque hemos contribuido a ello con nuestra pasividad, apostando al "mientras a mí no me toque...", pero cuando te toque puede que ya no tengas en quién apoyarte. ¿Aprenderemos la lección o esperaremos a que nos hundan para entonces lamentarnos, y cuando nuestros hijos o nietos nos pregunten cómo pudimos ser tan cortos de visión, caer tan bajo, permitir eso, dejarles sin presente ni futuro, excusarnos con que no pudimos hacer nada por nuestra ignorancia (¿voluntaria?) y por "la correlación de fuerzas", que no es algo dado, sino que nosotros contribuimos a crear?

Hay dos maneras de mirar por uno mismo, la de los acomplejados e individualistas que lo hacen como miopes, sin visión a medio y largo plazo, sólo para ver cómo "ir tirando" y "salvar mi culo", o la de los que sabemos que juntos podemos conseguir mucho más, y que por tanto, debemos reflexionar, rectificar y cogernos del brazo, para no dar más pasos atrás y avanzar juntos, porque así nuestra fuerza puede ser capaz de remover el mundo y transformarlo. El egoísmo individualista, que se cree tan listo, haciendo balance, es la forma menos inteligente de mirar por el propio interés porque genera división, insolidaridad, aislamiento, debilidad, desorientación y derrota. A medio y largo plazo, nos pasa la factura a todos incluidos los que habían creído salvarse mirando sólo por sí. No es nada nuevo, es el divide y venderás de siempre, el arma psicológica de destrucción masiva más vieja del mundo. El "timo de la estampita" en el que tantos siguen picando. Como en las guerras, el "sálvese quien pueda", el pánico y la desbandada en la retirada, sólo sirve para la derrota más completa. Y lo que ha hecho la burguesía es declararnos una guerra social.

La unidad para luchar es nuestra fuerza. Por eso necesitan dividirnos, desorientarnos, atemorizarnos, desmoralizarnos, derrotarnos.

Nuestro principal problema es la falta de confianza en nosotros mismos. Sin embargo, la burguesía sabe mucho mejor que nosotros el potencial de resistencia y transformación social que tenemos si nos unimos, si somos de verdad un colectivo consciente y en lucha, si en vez de dejarnos arrastrar por la primera reacción de miedo, nos ponemos firmes, no damos un paso atrás y avanzamos. Ejemplos los hay a miles. Como el más reciente, baste la firme respuesta de la población de Valencia (22-2-2012) a la brutal represión policial a los estudiantes, para comprobar cómo podemos hacer que los que retrocedan sean ellos. Durante el franquismo fuimos capaces de llevar adelante en condiciones durísimas importantes luchas tanto en las empresas como en las poblaciones, que llevaron a la descomposición del régimen franquista. Lo que hoy tenemos delante es la crisis histórica del régimen asalariado del trabajo, y nuestra tarea durante las próximas décadas es desestabilizarlo y derribarlo para poder abolirlo y conseguir nuestra plena libertad como trabajadores/as y por tanto como verdaderos ciudadanos, no de tercera, como hoy.

No tenemos todo el tiempo del mundo para decidirnos a cambiar, al contrario, corre que vuela por la evolución del capitalismo, y la burguesía ya va lanzada. No podemos esperar a no se sabe cuándo porque entonces estaríamos más fuertes, pues lo más probable es que según pase el tiempo sin responder, estaremos más débiles, con más parados, desmoralizados, y la burguesía se sentirá más segura de sí, dispondrá de un mejor arsenal de leyes, medidas económicas y capacidad represiva contra nosotros. Si ahora nos resulta difícil defendernos, si lo dejamos para el futuro, incomparablemente más difícil será. Un agravamiento de la crisis no asegura una mayor respuesta social si previamente ya se ha sido derrotado.

Lo que está ocurriendo se veía venir. El capitalismo tiene sus exigencias: sacrificios a la población trabajadora, para poder generar beneficios. Y las medidas para ello estaban más a menos anunciadas porque las venían reclamando desde hacía tiempo organizaciones patronales, fundaciones de la burguesía, sus economistas, organismos internacionales, partidos políticos y las experiencias previas en uno u otros países. Pero a nosotros nos falta la capacidad de previsión y de lucha preventiva, y eso a medio y largo plazo nos costará lo que ni sabemos.

La burguesía, aunque con dificultades, está desarrollando todo un horizonte estratégico hasta pasado el 2050 y ya va tomando medidas (costes salariales y sociales, déficit del Estado, energía).

O aprendemos a mirar a la realidad de frente, la actual, la de la década de los 20 (déficit máximo 0,5%), de los 30 (crisis energética y decrecimiento) y hasta la de los 50 (cayendo la espada de Damocles del Cambio Climático y sus consecuencias económicas), en suma, a tener un horizonte estratégico, o no lo dudemos, estaremos perdidos.

No sería la primera vez que ocurriese y aunque no lo solemos recordar, sabemos el precio carísimo que se ha pagado en otras circunstancias históricas, como la extremada pobreza por las grandes crisis, represiones, guerras civiles y mundiales. Según los casos, de la normalidad a la derrota total, incluso con un proletariado fuerte, puede haber una diferencia de años mínima, ni un lustro (5 años), porque en circunstancias de crisis económica, social y política, el tiempo histórico se acelera. El futuro del capitalismo ya no es de prosperidad ni a medio plazo así que cada vez cabrá menos esperanza viviendo con él a nuestras espaldas.

Si con lo que está cayendo ahora en Grecia, Portugal, Italia y España no sirve para que empecemos a despabilar puede que para cuando queramos hacerlo sea demasiado tarde.

Todo depende de nosotr@s, de todos y cada uno, de si realmente queremos conocer la verdad, asumir nuestra responsabilidad y salvarnos juntos (la única manera), o preferimos mirar hacia otro lado, olvidarnos de lo que sabemos, refugiarnos en las rutinas y distracciones, fingir, amagar, esperando que algo nos rescate de nosotros mismos, deseando que todo sea una predicción pesimista y equivocada, y un mal sueño cuando empecemos a ser arrollados por la realidad (podemos ignorarla, pero no ella a nosotros). No será el fin del mundo supuestamente anunciado por el calendario maya, pero sí está al caer el fin de un mundo y la llegada de otro peor, mucho peor.

No tenemos motivos para vivir asustados. La burguesía es muy fuerte pero sabe que no las tiene todas consigo, no tiene clara la salida a la crisis, necesita aplicar unos recortes sociales brutales y teme a la calle, teme a un estallido social, generalizado y más aún, capaz de tender a la unidad superando las fronteras nacionales. Ahí está nuestra oportunidad.

2.- Carta abierta a la burguesía mundial de parte de unos trabajadores/as conscientes de su clase y de sus verdaderos intereses.

Como muestra de lo que queremos decir, supongamos que unos trabajadores/as, activos y parados, conscientes de pertenecer a su clase y de sus intereses antagónicos a los del capital dirigiesen en estas circunstancias una carta abierta a la burguesía. Sin duda podrían soltarle muchas verdades, así que una entre las muchas posibles misivas podría ser la siguiente.

"Capitalistas y dirigentes de la burguesía.

Acusáis a los parados de aprovecharse del subsidio, cuando vosotros venís practicando desde hace más de dos siglos una estafa, pues, aunque vuestras leyes lo disfracen y vuestros economistas se lo callen, el beneficio os viene de la parte del trabajo que no nos pagáis (la llamamos plusvalía), y eso os permite aumentar vuestras inversiones y vivir con privilegios.

Si los parados y los activos nos encontramos en esta situación es como consecuencia de lo que provocáis con vuestra estafa y de nuestra condición de asalariados.

Se dice que la avaricia rompe el saco. En la crisis sin duda participa la avaricia. La vuestra puede romper el saco porque está hecho de la estafa del trabajo no pagado en el régimen de asalariado. Y como un saco, vuestra estafa también tiene unos límites.

El ladrón no puede lanzarse sin más al robo. Debe considerar la cuantía del botín, los medios que necesita, sus costes, los riesgos, la vulnerabilidad de la víctima, cómo conseguir que no le pillen y, finalmente, que un perista le compre y blanquee lo robado.

Consideraciones muy parecidas debéis hacer vosotros para estafarnos y salir bien librados. Como todos los tipos de robos y estafas, tiene su nombre, y el suyo es régimen asalariado del trabajo, sobre el que se edifica todo vuestro tinglado de acumulación de capital o capitalismo.

Para que os salga bien la estafa, debéis cuidar que una gran inversión sea compensada por una buena tasa de ganancia, de modo que la parte del trabajo que no nos pagáis debe ser lo suficientemente elevada. Para que los trabajadores/as no podamos resistirnos a la estafa ni perseguiros por ella, disponéis en exclusiva de la propiedad de los medios de trabajo que necesitamos para poder trabajar, de leyes que disimulan lo que hacéis y de vuestro Estado que os protege. Para rematar la estafa necesitáis vender el producto obtenido con ella.

Como por el límite del salario no podemos comprar todo lo producido con el trabajo que nos habéis estafado, debéis recurrir a prestarnos dinero para devolverlo con intereses; en tanto la estafa llegue a buen fin, las empresas también acaban dependiendo del crédito más allá de lo asumible; también recurrís al Estado para que os ayude y adquiera la producción inútil en armamento, obligándonos a pagarlo todo con los impuestos, costeando el déficit público; y también a compradores fuera del sistema capitalista, como campesinos independientes y Estados de países atrasados.

Como todo se puede complicar, cuando tenéis dificultades para iniciar la estafa con buen pie (tasa de ganancia o valor del trabajo no pagado que pensáis os compense por la inversión total) o para llevarla hasta el final de la venta porque no hay compradores solventes, os deshacéis de nosotros lanzándonos al paro, presionando a la baja las condiciones laborales y reduciendo el salario, aumentando el tiempo de trabajo no pagado, en nombre de la "productividad" y "competitividad" (o sea mayores probabilidades de subir los beneficios), aunque a la vez aumentáis el riesgo de que luego no haya suficientes compradores solventes.

Por eso, todo esto no os basta, y como no podéis dejar sin utilizar el dinero que habéis ganado estafándonos, buscando la ganancia fácil y rápida, recurrís a vuestro casino particular, la economía financiera y especulativa. Os lanzáis a la creación de "productos financieros" tóxicos como las hipotecas supbrime, sus titulaciones y los derivados para que os den beneficios, la especulación en bolsa de acciones y bonos del Estado que aumentan el déficit público, en "el ladrillo" inmobiliario que sube como la espuma los precios de la vivienda, en los combustibles y la energía que lo encarecen todo, en los alimentos básicos, generando "burbujas", provocando carestía, y hasta hambrunas y muertes.

Por mucho que queráis engañaros pensando que vuestro dinero crea dinero, la verdad es que la riqueza la producimos nosotros y el único beneficio real está en el trabajo no pagado.

Como la estafa del trabajo no llega para daros a todos los beneficios esperados en vuestras estafas de papel, para pagar los desmedidos precios de acciones o inmuebles, ni todas las deudas contraídas sobre todo por las empresas y los especuladores, las "burbujas" no estallan como pompas de jabón, sino como bombas, y arrastran en su caída a toda la economía, por lo que volvemos a pagarlo nosotros en los salarios, los gastos sociales y el desempleo. De ahí sólo queda un paso para que muchos pierdan hasta su vivienda (en España, 151.369 desahucios entre 2008 y final de 2011, y otros 328.000 procedimientos abiertos).

Así que no nos vengáis con el cuento de vuestra gran función social, como si vuestra vocación y misión en la vida fuese la de crear empleo, porque lo ofrecéis y destruís sólo a vuestra conveniencia, en la medida en que podáis sacar beneficio a cuenta de estafarnos con el trabajo no pagado. Lo mismo que se generó empleo porque pensabais enriqueceros con el boom de la burbuja del "ladrillo", en España y otros países, lo destruís cuando estalla, y seguís destruyéndolo gracias a las contrarreformas laborales que vais imponiendo en todos los países porque no conocéis otra forma de recuperar vuestra tasa de ganancia.

Toda vuestra riqueza acumulada en medios de producción y financieros, y hasta la fortuna personal, es el trabajo que no nos habéis pagado. Si volviesen a nuestras manos esos recursos, todos tendríamos trabajo porque servirían para nuestro bienestar y no dependería su uso de si se nos estafaba o no lo suficiente. Pero para que esto no ocurra tenéis la protección del Estado.

El Estado es vuestro, y no el representante de la voluntad popular o del bien común. Lo demuestra que no persiga la estafa, la gran mentira, sobre la que se asienta esta sociedad, sino que al contrario, la consagre como vuestro derecho a la propiedad y al beneficio, la promocione con sus medidas económicas y laborales, y la proteja con sus leyes y cuerpos represivos. Su estructura burocrática lo hace inaccesible a una democracia popular de verdad, desde abajo. Por eso podéis moveros en el Estado como Pedro por su casa, pasando de la gran empresa privada a los órganos dirigentes del Estado y de estos a la empresa privada. Una división del trabajo entre vosotros. La democracia, con su limitada y ficticia participación popular, sirve para disfrazar esto y legitimar vuestros ataques porque supuestamente tendrían el respaldo de la voluntad popular expresada en las urnas, incluso aunque aumente la abstención. Los partidos de derecha, centro, e izquierda, se alternan en el gobierno, pero a pesar de sus diferencias, cada vez menores, siempre respetan los requerimientos fundamentales del capitalismo que hoy exigen nuestro sacrificio. Pretenden que pensemos sobre aquello, y en los términos en que a ellos les interesan, para que no pongamos nunca sobre la mesa los problemas de verdad como hacemos en esta carta.

Y seguimos picando el anzuelo, votando una y otra vez con la ilusa esperanza de que a través de vuestro Estado podremos cambiar algo trascendente de verdad y para siempre. Pero de un plumazo legal (o de un golpe de estado) podéis borrar derechos conseguidos con esfuerzo desde hace muchos años. Y cuando mostráis el feo rostro de la represión contra las luchas populares, se nota que es a vosotros a quienes protege el Estado.

Fingís que os escandalizáis por algo de mobiliario urbano roto durante las protestas contra vuestros ataques, y porque supuestamente vuestros gobiernos representan la voluntad popular, pero ¿qué hay más vandálico que saquear a la población, sembrar el temor, la angustia permanente por el presente y el futuro, condenar a mucha gente a "buscarse la vida" sin recursos, tener que dejarlo todo para emigrar al extranjero?, ¿qué representación puede dar el triunfo en base a unas campañas electorales diseñadas para persuadir y engañar como si se tratase de un moderno charlatán de feria para lo que encima hay que esperar a que nos convoquéis pasados varios años, si cuando llega la hora de la verdad imponéis vuestros ataques, y es la gente de verdad la que se moviliza, no un domingo para votar mientras pasea, sino a pesar de perder parte del salario en una huelga, quedar "fichado" por el patrón, arriesgarse a ser despedido, sufrir represalias académicas, los palos, detenciones y peticiones de cárcel, si no es un daño mayor o hasta perder la vida? Si además resulta que quien protesta es alguien que votó a ese gobierno ¿qué tiene más valor, su rechazo actual o el voto que le dio en su día? Efectivamente, ese voto bajo engaño es menos valioso que la protesta de miles de ciudadanos trabajadores/as, así que vuestra representatividad vale tanto como el respeto que tenéis por la democracia y la voluntad popular cuando no os conviene, como cuando tomáis por la vía rápida medidas trascendentes que nos perjudican sin posibilidad de debate ni de hacer valer nuestros intereses, cuando ensuciáis la imagen de las protestas y las criminalizáis por mucho que se sometan a vuestra legalidad, cuando infiltráis provocadores y vigilantes, procuráis que los medios de comunicación las silencien o no las den a conocer en su verdadera dimensión y naturaleza, cuando enviáis a golpearnos a los cuerpos represivos y protegéis su actuación, cuando limitáis las pocas libertades reales que tenemos todo lo que podéis (la negociación colectiva, la huelga, manifestación, asociación, expresión, defensa contra la represión) o la derribáis con el terror de vuestras armas. Si, os reconocemos una representatividad, la del sistema que nos estafa y oprime. En realidad estáis deseando que destrocemos algo porque ese dinero en daños os renta muchísimo en campañas para desviar la atención del meollo del asunto, desacreditarnos y en excusas para recrudecer la represión. Así como nos apuntáis con el dedo acusatoriamente, mirad el dedo que levantamos, va por vuestra representatividad y legitimidad.

Esto no puede cambiarlo ninguna "democratización" del Estado, ninguna reforma electoral, porque la burguesía podéis votar 4 veces:

Al financiar con grandes cantidades de dinero a vuestros partidos, sus campañas electorales y siendo propietarios de los principales medios de comunicación; en la urna electoral; dictando desde vuestros despachos de grandes empresas, bancos, organismos que representan vuestros intereses (FMI, OMC, Banco Mundial, Bancos Centrales...), organizaciones patronales y lobbys, las grandes y hasta menores líneas de actuación de los Gobiernos, y si no se someten, con el chantaje de "los mercados", la huida de capital, las deslocalizaciones, etc.; finalmente siempre podéis recurrir a votar con la bota (militar).

No gracias, no queremos participar en ese juego amañado. Ya disponemos de nuestras Asambleas y Delegados revocables en todo momento, una organización que iremos desarrollando hasta que se conviertan en Consejos de Trabajadores, capaces de cuestionar la autoridad de vuestro Estado hasta el punto de desmantelarlo.

En suma, vuestra democracia representativa es inevitablemente una estafa porque deriva de la estafa primordial del trabajo asalariado. Ni se paga todo nuestro trabajo ni somos realmente iguales políticamente porque el poder adquirido con vuestra estafa os garantiza el del Estado.

Ahora estamos en crisis porque se ha complicado mucho vuestro sistema de estafa y los trucos, como boomerangs, se han vuelto contra vosotros. El saco ha vuelto a romperse porque inevitablemente habéis traspasado los límites con los que funciona vuestra estafa. Por eso necesitáis restablecer las condiciones, y para ello derrotarnos para imponernos todo un conjunto de contrarreformas que os faciliten la estafa reduciendo la parte de trabajo pagado a base de disminuir el coste total de nuestro mantenimiento, bajando los salarios directos y recortando a tope gastos sociales del Estado (sanidad, educación, subsidios, pensiones...). Esto es lo que hay detrás de vuestra lucha por la "competitividad" y contra el "déficit del Estado", las contrarreformas laborales en tantos países y todo lo que estáis maquinando. Y pretendéis imponer esas condiciones por muchos años, más allá de lo que sería la salida de la crisis, porque dado lo complicado que se os ha puesto continuar con esta farsa, necesitáis que nosotros bajemos varios escalones para que la estafa os rinda lo que buscáis con objeto de seguir acumulando trabajo no pagado en forma de propiedades y privilegios personales.

La estafa del régimen asalariado del trabajo está en el origen de la crisis. Primero estafados, después sacrificados para poder seguir estafándonos.

Pero no lo solucionaréis. Los límites de vuestro saco (los del régimen asalariado del trabajo) permanecen y pronto volverá a romperse, porque además se os están acabando los trucos que hasta ahora habéis utilizado (endeudamiento moroso, armamentismo de déficit en escalada, financiarización de productos tóxicos, "economía de casino" que nos hace salir metidos en un barril, "burbujas" que estallan como armas de destrucción masiva...); y en unos años (década de los 30) se encarecerá tanto la energía (afectando al precio de todo) que será complicado conseguir el trabajo no pagado suficiente para obtener la tasa de ganancia que esperáis para compensar la inversión incrementada por su coste; pretenderéis aumentar las horas y días de trabajo, rebajar costes sociales liquidando lo que aún pueda quedar del "Estado de bienestar"; como querréis pagarnos como a proletarios chinos y la burguesía china ya habrá integrado en el circuito de la estafa y proletarizado a sus campesinos, se habrán reducido los compradores solventes por todo el mundo, salvo vuestro consumo de lujo; y luego vendrán las consecuencias económicas del Cambio Climático y la extinción de miles de especies, y su efecto en los recursos marítimos y terrestres.

Cuando las cosas se pongan muy feas y lleguéis "a las manos" por la parte que perseguís en el botín, pretenderéis una vez más que los trabajadores/as y campesinos de varios países estemos dispuestos a matarnos entre nosotros en las guerras por proteger y promocionar vuestra estafa en vuestro país y en el mundo, bajo excusas de siempre como la defensa de la patria, de la democracia, de la civilización occidental, de nuestro modo de vida, por las inexistentes "armas de destrucción masiva" del otro, y bla bla bla. ¡Que os den!

Ésta es la fea verdad que se esconde tras la fingida honorabilidad, suficiencia y desfachatez para señalarnos con el dedo. Diréis que os faltamos al respeto que merece vuestra posición social y vuestra autoridad. Nada que se levante sobre una estafa lo merece, y toda vuestra civilización se eleva sobre una estafa, el régimen asalariado del trabajo, sobre un crimen como en su día lo fue el esclavismo.

Estáis tan hinchados de arrogancia de clase que nos despreciáis cada vez más y para justificar vuestra intención (manifiesta en actuaciones, declaraciones y chismes) de ir negándonos hasta los más elementales derechos y de paso intentar culpabilizarnos, nos acusáis de hacer lo que vosotros, vivir como privilegiados. Tener trabajo durante una crisis no es un privilegio sino seguir siendo víctimas de una estafa, porque a vosotros os conviene. Es falso que los parados no queramos trabajar, incluso fuera del país, pero ojalá fuese verdad que no quisiésemos hacerlo bajo el régimen asalariado, en una sociedad capitalista, porque si esto fuese común a todo el proletariado, vuestro régimen social y político se hundiría, perderíais vuestras prebendas y arrogancia insultante, dejaríais de reíros a nuestra costa con chistes obscenos.

Queréis crear falsos problemas, como el del supuesto abuso de los parados con el subsidio (dice el presidente de la CEOE, Juan Rosell), como maniobras de distracción para desviar la atención del verdadero problema, vuestros beneficios. No lo que cobramos y su duración estando en paro, sino el trabajo no pagado que a diario os apropiáis, la razón de todas vuestras campañas sobre la "competitividad" "productividad" contra las condiciones laborales y salariales, y de "reducción del déficit público" mediante el recorte de los gastos sociales del Estado. No estamos hablando de un tiempo muy limitado de subsidio (dos años a lo sumo, con opción a más si se cumplen determinados requisitos), sino de dos siglos de acumulación de capital. Esa es la verdadera cuestión social de la que no os interesa hablar.

Así que dejad de atacar nuestros subsidios y hablemos de vuestros beneficios. Son tan escandalosos que ni siquiera hace falta hablar de la corrupción. Es a vosotros a quienes os conviene señalar la corrupción, porque así de paso pregonáis que existe algo legal y honrado que merece todo nuestro respeto, vuestra estafa diaria, y desviáis nuestra atención sobre ella.

Vuestros profesores en economía y "ciencias" políticas podrán decir que se nos paga todo el trabajo, que el Estado está a nuestro servicio, pero nada resiste a un análisis profundo de los hechos. Los esclavistas y la aristocracia feudal también tenían a quienes con aparente sabiduría justificaban su injusticia, pero no por eso pudieron salvarse.

Vuestra civilización lleva dos siglos y ya nos sobran su injusticia, incertidumbre, caos, guerras, miserias, dictaduras de verdad, democracias de cartón piedra y destrucción de la Naturaleza, para algo que habríamos conseguido mejor organizando la existencia a nuestro modo. Demasiados costes sólo para preservar vuestros privilegios.

No queremos que la refundáis ni pretendáis reformarla porque no se puede, ya que está basada en una gigantesca estafa y seguirá siendo una estafa, y por eso, como otras, caerá. Para evitar que lo haga sobre nosotros, antes haremos una demolición preventiva y controlada.

Efectivamente, somos anti-sistema porque los trabajadores/as que estimamos nuestra dignidad, no podemos ser otra cosa ante un "orden social" que, además de estafarnos, pretende humillarnos y sacrificarnos.

Así que ni se os ocurra acusarnos porque los culpables de nuestra situación y los estafadores, sois vosotros, a no ser que queráis que, como clase social en extinción, os preparemos una reserva en Laponia, ya que tanto le gusta como destino para nosotros al señor Feito, de la CEOE.

Y ahora, id metiendo la marcha atrás porque vamos a avanzar. Habéis lanzado un ataque internacional contra el proletariado mundial y demás sectores populares. Los ataques contra unos y otros, los recortes y los hachazos, todo forma parte de vuestra necesidad de abaratar el coste TOTAL de nuestro mantenimiento, del salario en la empresa a la sanidad y la enseñanza, por lo que debéis reducir también el costo en funcionarios y trabajadores/as de esos sectores, y despedirlos.

Os hemos calado. Según todos vayamos entendiendo que éste es un ataque a TODOS para rebajar el COSTE TOTAL de los trabajadores/as, para recuperar vuestra tasa de ganancia (menos costes directos e indirectos, más trabajo no pagado por la misma inversión productiva) iremos respondiendo con unidad y coordinación, de modo que os resultará más difícil vencernos por regiones y Estados. Y lo haremos mediante las Asambleas, procurando no caer en las trampas de los sindicatos que cada vez más se muestran como los "mansos" que conducen a los toros bravos a los toriles de la plaza, para que luego sean sacrificados en una fiesta que seguro os agrada.

Si el capitalismo no nos permite vivir como merecemos sino que al contrario, necesita sacrificarnos por el beneficio empresarial y vuestros privilegios, al que le toca ser sacrificado es al capitalismo. Cuando por medio hay una estafa de civilización y enormes riesgos para nuestra especie, no hay lugar para el tratamiento cortesano ni los eufemismos, sino para la acusación y la condena directa. Si el sistema y vuestra clase social no tienen salvación, procurad salvaros como seres humanos, pues es para lo único que tendremos consideración.

No nos esperéis en el Parlamento. Nos veremos donde de verdad se ganan nuestros derechos, luchando en los centros de trabajo, de estudio y en la calle."

¡Qué diferencia de contenido y de forma con el discurso al que nos tienen acostumbrados la izquierda y los sindicatos! Si no se responde con contundencia, la burguesía, hambrienta de plusvalía, como predadores ante una presa débil y herida, se hará cada vez más insolente, agresiva y despiadada.

En lo que sigue de este documento tenéis toda la información que podáis necesitar para comprender plenamente el contenido de esta "carta" que sirve como introducción al mismo.

3.- Un tsunami social recorre el mundo. La placa de la burguesía sobre la del proletariado. Un sistema bulímico. El fin de una era del capitalismo, el gran riesgo de una derrota histórica en los próximos años, para someternos a un capitalismo futuro peor, ya planeado por la burguesía.

El terremoto de la crisis capitalista ha extendido una ola por todo el mundo que rebaja los salarios, destruye los empleos, recorta los gastos sociales del Estado (sanidad, educación, pensiones de jubilación, subvenciones, etc.), aumenta los impuestos a la población trabajadora, expulsa a las familias de sus viviendas, extiende la pobreza, la miseria y amenaza con el hambre e incluso la muerte a más millones de personas.

Pero, a diferencia del verdadero tsunami, no es un fenómeno natural inevitable, o una especie de accidente o resultado de vicios humanos (la avaricia) como nos quieren hacer creer. Así como los tsunamis son el resultado de fuerzas ocultas y muy poderosas que corresponden a la dinámica del planeta, las crisis económicas, más allá de lo superficial y anecdótico, son el efecto de un sistema social que está basado en una estafa (la apropiación del trabajo no pagado o beneficio), que hace tiempo demostró que funciona muy mal, sirve peor a las verdaderas necesidades de la Humanidad y puede sustituirse por otro.

Se han liberado parte de las tensiones económicas que venía acumulando el capitalismo desde hace mucho tiempo, como las existentes en las placas tectónicas de la Tierra que chocan y ocasionan un terremoto que en el mar provoca un tsunami.

Esas tensiones son sobre todo las causadas por el interés del capital de obtener beneficios explotando nuestro trabajo en régimen de asalariado pagándolo lo menos posible, pero a la vez necesitándonos como compradores de sus productos-mercancía sin lo cual no puede realizar el beneficio en la venta; la tendencia a inversiones en bienes de equipo mayores y más costosas que requieren una mayor explotación del trabajo para mantener la misma tasa (porcentaje) de ganancia con respecto a la inversión total; su necesidad de someternos a la explotación, y nuestra resistencia a ello; su opción de compensar la reducción de la demanda solvente (con dinero) por los bajos salarios con un gran endeudamiento que afecta a particulares, empresas y Estado, que acaba por no poder reembolsarse; su necesidad de que aceptemos lo que le conviene producir y nuestra resistencia a admitir cualquier cosa (productos de mala calidad, contaminantes o superfluos, la energía de las centrales nucleares, el armamento a costa de los gastos sociales y la guerra para hacer negocio con ellos...); su necesidad de producir aquello y del modo que le dé más beneficio, pero encontrándose con la factura que nos pasa la Naturaleza por esquilmarla y degradarla.

Todo ello se puede resumir en una causa última: unas fuerzas productivas colosales acumuladas gracias al trabajo colectivo que precisan ser gestionadas por los productores/as y sin embargo son apropiadas (privada o estatalmente) por una minoría que vela ante todo por sus propios intereses, generando así un sistema (las relaciones sociales de producción capitalistas, el régimen asalariado del trabajo bajo propiedad privada o estatal), imposible de gobernar, inevitablemente caótico, desastroso y caduco, como lo demuestra una vez más esta crisis y lo que vendrá, y el pasado hundimiento de los países del Este ("socialistas"). Da lo mismo si esta contradicción se expresa en la economía orientada al mercado o en la planificada burocráticamente por el Estado, o cualquiera de las muchas combinaciones posibles entre ambas.

Y esto debe entenderse en su verdadera escala, mundial. La causa de los problemas no es que la zona euro se haya diseñado mal desde el principio, la torpeza de sus dirigentes, los intereses divergentes, o que no exista suficiente entendimiento y coordinación entre Europa, EEUU, China y Japón, que se hayan tomado medidas proteccionistas nacionales o por lo contrario, por culpa de la desregulación financiera, o porque la globalización necesite reformas, o a causa del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, o cualquiera otra historia que nos cuenten. Estos sólo son factores agravantes o atenuantes, síntomas del dominio minoritario y la persecución del beneficio cuanto antes.

La solución no está en salirse del euro o en "más Europa" capitalista. La solución pasa por un poder internacional protagonizado y dirigido por los trabajadores/as del mundo entero. Es más factible de lo que creemos dada la formación creciente de los trabajadores/as y las posibilidades tecnológicas, como la informática, que en vez de aplicarla a acelerar los movimientos del capital y la especulación en la bolsa, el armamento más sofisticado y la vigilancia de la población, sería orientada ante todo a la toma colectiva de decisiones y la planificación mundial de la economía.

Lo que está ocurriendo es como si la placa tectónica del capital quisiese hundir bajo ella a la del proletariado para imponerle el imperativo del beneficio en la mercancía. Pero esto no es del todo posible por los límites naturales y económicos a la explotación, por nuestra resistencia y los límites de la Naturaleza, por lo que se crea una tensión que acaba saltando y provocando el ineludible desastre. No conviene a la estabilidad del sistema a largo plazo, pero es inevitable; así como el salmón vuelve al río porque necesita reproducirse aunque eso le cueste la vida, la acumulación del capital, su ciclo vital, le conduce tarde o temprano a la crisis de sobreacumulación o sobreproducción.

Aunque aparentemente volviese a la normalidad, todavía queda mucha tensión acumulada y se generará más por lo que ocurrirán nuevas y mayores catástrofes.

Porque el régimen asalariado del trabajo o capitalismo orienta la actividad económica no a lo que debiera ser su objetivo lógico, la satisfacción de las necesidades humanas, sino a una perversión que es la acumulación de beneficio en forma de capital en la empresa o el Estado, y eso sólo puede hacerse con la dominación material y política sobre la población trabajadora, convertida en clase (proletariado) al servicio de otra clase (burguesía). Así como el bulímico no come para alimentarse, sino para pegarse un atracón y luego vomitar la comida, acabando por enfermar, aquí el atracón es de trabajo no pagado (plusvalía-beneficio), dinero, capital acumulado, vomitando explotación, dominación de clase, parados y pobreza, dejando la sociedad hecha unos zorros con desigualdades crecientes, ausencia de una democracia real (cuando no dictadura pura y dura), crisis mundiales e incluso guerras, y el medio ambiente, nuestra casa global, un asco.

La burguesía se esfuerza en ocultarlo, pero el capitalismo no tiene arreglo porque no lo tiene el régimen con el que somete al trabajo, el asalariado. El capitalismo siempre promete progreso, paz, abundancia, felicidad, pero le resulta imposible y es inevitable. No se puede basar un sistema en la estafa de no pagar todo el trabajo y apropiarse lo impagado (plusvalía) como beneficio, tratar el trabajo vivo como si fuese Mercancía (pero cobrarla en la venta por el trabajo total realizado), perseguir el Dinero, utilizar la Naturaleza como medio para ello, concentrar poder en unas pocas manos, bendecir todo esto con la "competitividad" y la "rentabilidad" como una especie de imperativo moral, y pretender que surja de ahí humanidad, felicidad y armonía. Y esa es la naturaleza intrínseca e inseparable del régimen asalariado del trabajo.

La propaganda burguesa nos quiere hacer creer que es posible la existencia de un capitalismo bueno, maravilloso para los trabajadores/as, y que lo existente sería una perversión del capitalismo. El análisis de la naturaleza del capitalismo, basado siempre en la estafa del trabajo no pagado como origen del beneficio, y su historia real, nos demuestran que la perversión es el capitalismo en sí. Además ni siquiera se ponen de acuerdo en el modelo de capitalismo bueno. Para unos es la idealización de la corta época dorada del "Estado de bienestar" (años 50 y 60, en unos pocos países), como si eso fuese un rasgo esencial del capitalismo y pudiese perdurar con él; para otros, un capitalismo todavía más neoliberal, de modo que un mercado puro e inmaculado que jamás ha existido e imposible con la dinámica de acumulación y concentración del poder del capitalismo en su desarrollo histórico, siendo su reguladora intangible, la mano invisible del mercado, la que repartiese con justicia los bienes, como si fuese la mano de un dios benefactor de la Humanidad.

Este régimen económico-social llamado capitalismo está basado en el régimen asalariado del trabajo y por eso mejor sería que nosotros lo llamásemos "salarismo" pues ayudaría a revelar su auténtica naturaleza y la de sus crisis, en lugar de "economía de mercado" y otros eufemismos que le gustan a la burguesía para disfrazarlo, incluso "capitalismo" pues da prioridad al capital (o con más simpleza, al dinero) y no remite directamente al trabajo y su explotación asalariada.

Si en su tiempo fracasaron y se hicieron inviables el esclavismo y posteriormente el feudalismo y los regímenes de tipo asiático, el fracaso histórico del capitalismo (desde la Iª Guerra Mundial, 1914-18) vuelve a hacerse más evidente.

Y ésta no es una crisis más, sino una crisis sistémica, del sistema mismo; no es una crisis cualquiera, sino el fin de una era.

La burguesía lo sabe muy bien y por eso está planeando una estrategia. Si no tiene claro cómo salir de la crisis, que debe descargar los daños sobre todo en la población trabajadora, y para imponerlo están diseñando toda una serie de medidas de gran calado que ya tiene fechas de implantación.

La matraca permanente con lograr más y más "competitividad" significa mayor producción y menos salario, y la lucha contra el "déficit del Estado" supone ante todo recortes en los salarios de los funcionarios, de los trabajadores/as de los servicios públicos y en los gastos sociales. En los dos casos, despidos y/o dejar de contratar en los sectores privado y público. Pero ambos no son más que diferentes facetas de lo mismo: reducir el conjunto de los costos de mantenimiento del proletariado, para aumentar los beneficios, con la vista puesta también en la próxima crisis de la energía (década de los 30) que aumentaría esos costes.

Si el futuro fuese nuestro, resultaría satisfactorio, pero la burguesía no nos lo va a regalar. Al contrario, está preparando ya la nueva era del capitalismo, mucho peor que lo conocido, pero para imponerla necesita causar una derrota histórica al proletariado, y los principales golpes debe asestarlos en un periodo de tiempo muy corto, tal vez inferior a una década, incluso a un lustro, dependiendo de los países.

Y lo logrará sin duda si los trabajadores/as no variamos a tiempo el rumbo de nuestro horizonte y lucha que nos expone a los cantos de sirena del capital (competitividad, etc.) y nos lleva directos a encallar en aguas aparentemente sin peligro (lucha a la defensiva, sindical y parlamentaria) donde sufriremos su asalto, derrota y saqueo despiadado. Nos dividirá, aislará y derrotará si no entendemos que el ataque a cualquier sector, como el de los trabajadores/as de los servicios sociales (sanidad, enseñanza...), es parte del ataque del conjunto de la burguesía (desde la microempresa a la gran empresa) a todos los trabajadores/as y nuestras condiciones de vida, directamente por el salario e indirectamente por los servicios sociales.

Que es un ataque del conjunto de la burguesía lo demuestra que todas las organizaciones patronales y grandes empresas y organismos internacionales (Europa, EEUU, etc.), estén a favor de la reducción del déficit del Estado a un 0,5% máximo estructural en 2020, que supone ya (lucha contra el déficit) y supondrá (con un déficit 0%) menos gastos y servicios sociales, en sus costes en material y en personal, porque a la vez exigen la reducción de los impuestos a sus empresas, con lo cual los gastos sociales caerán sobre nuestras espaldas y deberán ser recortados para cubrir otros gastos del Estado como ejército, policía, aparato burocrático, judicial y carcelario para sostener el Estado.

La respuesta la debemos dar en las fábricas, oficinas, centros sanitarios, universidades, comercios, la calle, contra el conjunto del capitalismo y su Estado que son quienes nos lanzan el ataque y los beneficiarios.

Ser conscientes de los grandes riesgos de derrota si seguimos el actual curso no debe llevarnos al derrotismo, sino a la previsión para evitarla desde ahora.

El futuro que nos depara el capitalismo no se parece en nada a Suecia en la década de los 60, sino que comienza con algo semejante a la Grecia actual, mucho peor de lo que nos explican los medios de comunicación. Y eso sólo será el principio.

El pleno empleo no volverá. A lo sumo tendremos su caricatura con una reducción de las estadísticas del paro gracias a empleos de media jornada con sueldos mínimos que no dan para vivir y mucho autoempleo (los "emprendedores").

La burguesía, con todos sus asesores, los economistas, políticos, sindicalistas, y el altavoz de sus medios de comunicación, dispone y difunde todo un arsenal de mentiras, algunas burdas, otras más sofisticadas (matemáticas, estadísticas, diagramas...), pero siempre falsedades para justificar la perpetuación del capitalismo, nuestro sometimiento y más sacrificios para nosotros. Es un auténtico lavado de cerebro el que están haciendo. Como decían los nazis, la mentira, cuanto mayor y más la repitas, más verdad acabará pareciendo. Así, a cualquier política, para que cuele mejor, le ponen el cartelón políticamente correcto de "objetivo: crear empleo" aunque sepan que va a provocar lo contrario.

Si creemos que las medidas de sacrificio de los gobiernos y empresas son necesarias para evitar males mayores y salir de ésta todos, es que ya nos han engañado tras meternos el miedo en el cuerpo. Males que anuncian para el futuro los traen al presente. No serán sacrificios temporales. El capitalismo ya sólo puede ofrecer un horizonte de mayor explotación del trabajo, empobrecimiento creciente y generalizado, un futuro de hambrunas, agotamiento de recursos naturales, encarecimiento energético y desastres medioambientales. Si no lo cuestionamos, estaremos derrotados y prestos a ser sacrificados. ¿Acaso desde hace unas décadas no han ido empeorando las cosas a pesar de sus promesas cuando una vez tras otra nos pedían "austeridad", "reestructuraciones", etc.? Pues en el próximo futuro la realidad capitalista será un descenso al infierno para cientos de miles de millones de personas (ya pasan hambre mil millones) como nos advierten numerosas predicciones científicas.

Si pensamos que se puede solucionar a base de tomar medidas contra los especuladores, el capital financiero, el fraude fiscal, defendiendo los gastos sociales del Estado y que con eso bastara, será como confundir la fiebre con la enfermedad degenerativa e incurable causada por el régimen asalariado con el que se somete y explota el trabajo. Como creer que es un plan de anexión de sólo una parte del "territorio" que antes ganamos con nuestra lucha, cuando se trata de todo un plan estratégico de conquista y ocupación a largo plazo de nuestro espacio. Como soñar que una simple trinchera puede detener una ofensiva con artillería, aviación y carros de combate, cuando hay que hundir el régimen que prepara la agresión, o al menos desestabilizarlo desde sus cimientos y desorganizar sus planes, esto es, cuestionar el régimen asalariado del trabajo.

La sociedad capitalista, tras todas sus instituciones (privadas, estatales) y mecanismos, en última instancia no es otra cosa que el régimen asalariado del trabajo que es el que la explica y sin el cual es imposible su existencia, crecimiento, crisis y guerras. Y mientras esto no lo veamos con total claridad, no apuntaremos a la diana correcta, ni daremos en el blanco, ni sabremos organizar una defensa efectiva que sólo lo es en la medida que afecte a lo que da fuerza a la burguesía, a través de su punto débil.

El régimen asalariado del trabajo es lo que da toda su fuerza al capital pero desgraciadamente para él constituye también su talón de Aquiles, pues en sí mismo está la causa de sus dificultades y depende de nuestro consentimiento y sumisión a ese régimen. En cuanto gritemos bien alto que el "rey está desnudo", que sabemos que se basa en una gran estafa (el beneficio originado en el trabajo no pagado), nos neguemos firme y activamente a seguir dándole vida con nuestro esfuerzo, y nos decidamos a desmantelarlo venciendo la resistencia feroz del capital, habrá acabado.

Que este régimen tenga un historial repleto de insatisfacción, despilfarro, miseria, hambre, muerte, sangre y degradación de la Naturaleza, cuando podrían los recursos existentes haber satisfecho hace tiempo las necesidades verdaderas de toda la Humanidad, y que nos amenace con males mayores, quiere decir que la Humanidad y el planeta están en crisis por su causa.

En tanto no pensemos en el régimen asalariado del trabajo como causa última y obstáculo a la solución de la crisis de la Humanidad y de la Tierra, estaremos facilitando nuestra derrota.

Por tanto, guardemos distancia con quienes critican a las instituciones del capital, como la banca, incluso al capitalismo, pero que no cuestionan la raíz de todo, el régimen asalariado del trabajo, donde se forma nuestra condición proletaria y se levanta esta planta de frutos envenenados, invasora y empobrecedora del medio.

No es la primera vez que termina una era del capitalismo y empieza otra y que el proletariado se encuentra en una disyuntiva histórica, pero hasta hoy nunca ha sido tan trascendente para nuestra especie y el planeta mismo. Debemos ser muy conscientes de lo que de verdad está en juego ahora y en los próximos años para poder hacerle frente y evitarlo o nuestro futuro será mucho peor de lo que nos imaginamos hoy.

Demos un breve repaso para comprender dónde estamos, a dónde nos conduce, y cuál es el camino recorrido por este sistema social. No es una mera lección de historia y prospectiva, sino un balance, comprensión de la verdadera amenaza, recuperación de nuestra memoria histórica y llamada a la resistencia colectiva.

 

 

4.- El momento actual y la próxima era: El principio de A(r)químedés aplicado a los sindicatos. Reducir los gastos totales del mantenimiento del proletariado ("competitividad" y "déficit del Estado"), una ofensiva de la burguesía mundial, el "Estado de bienestar" y la "sociedad de consumo" como vestigios. La ley de reforma laboral en España. Las convocatorias de Huelga General. 8 de marzo, las mujeres trabajadoras. Los estudiantes. La importancia de una orientación internacionalista y su posibilidad real. Del déficit del 3% en 2013 (o 2014) al 0,5% desde 2020. Década de 2030 encarecimiento de la energía y prolongación del tiempo de trabajo. Los sindicatos subordinando el salario al coste del combustible desde hoy. Decrecimiento capitalista, consecuencias del Cambio Climático. La crisis en sus diversas facetas. El futuro de las mujeres.

 

La actividad económica capitalista depende de la inversión directa o por medio del crédito. Si no hay suficiente perspectiva de beneficio en forma de dinero (volumen de ventas y margen de beneficio en relación a la inversión total), no se invierte y se retira lo invertido, no se crea empleo, sino que se destruye y se genera más pobreza y miseria, hasta que bajan los salarios lo suficiente, se abren mercados (tal vez en el extranjero), aumentan las perspectivas de beneficio, se vuelve a invertir y a contratar trabajadores..., tal vez se introduzca una innovación tecnológica que abarate la inversión y/o aumente la productividad. Esta peculiar dinámica de fines y medios tan extraña y retorcida es una perversión de lo que debiera ser el objetivo de la actividad económica: organizar los recursos materiales y el trabajo vivo con vistas a satisfacer las necesidades humanas en equilibrio con la Naturaleza. Si esto no ocurre es porque los recursos (empezando por su equivalente en dinero) no son de dominio colectivo, sino minoritario, privado, cuando la organización del trabajo vivo, las necesidades y consecuencias, sí son colectivas. Es la diferencia entre sistemas sociales basados en el régimen asalariado del trabajo o en los trabajadores libremente asociados.

En la crisis de 1973, la burguesía, para ocultar las causas de fondo propias del régimen asalariado del trabajo, echó la culpa por una parte a la subida del precio del petróleo ("los árabes"), que, entre otros motivos, se compensaban por la devaluación del dólar (moneda de cobro), y por otra a los trabajadores/as porque con nuestra resistencia en la década anterior habríamos provocado la inflación, cuando eran los salarios los que buscaban compensar la subida de precios además de los aumentos en la productividad.

La verdadera culpa estaba en un sistema, sea con el mercado o con el capital estatal, que no puede funcionar bien, porque su diseño y leyes de funcionamiento, debido al sometimiento del trabajo al régimen asalariado, está plagado de contradicciones que se agravan según envejece, por muchos cuidados, operaciones y cirugía estética que se apliquen.

Esta crisis es una demostración clara. No pueden echar la culpa al precio del petróleo ni de la energía en general y menos a la lucha de los trabajadores/as que ha retrocedido desgraciadamente en las últimas décadas. La causa es más bien la contraria. Precisamente porque la salida capitalista de las anteriores crisis exigía doblegar al proletariado, la burguesía ha tenido las manos lo suficientemente libres como para desplegar con menor freno las dinámicas del capitalismo abriendo con ello más la "caja de los truenos" (o de Pandora) que ha desembocado en esta crisis. Y la ausencia de la necesaria previsión energética porque todavía se podía aprovechar de los aún moderados precios del petróleo, terminará pronto con una gran crisis detonada por el impacto de la escasez y encarecimiento energético en una economía basada en el régimen asalariado del trabajo, porque no sería lo mismo en otra organizada por los trabajadores/as.

A pesar de lo que sabemos sobre el origen de esta crisis -las causas fundamentales procuran ocultarlas- todavía hay burgueses (economistas, organizaciones patronales, gobiernos...) que se atreven a decir que una gran responsabilidad de que padezcamos niveles de paro tan grandes no la tiene el capitalismo, sino lo que llaman la "rigidez del mercado de trabajo", el "marco de negociación colectiva", el "excesivo poder de los sindicatos", los "privilegios de los trabajadores de las grandes empresas", porque al no permitir o aceptar que nos rebajen los sueldos todo lo que ellos quieran (por la "competitividad" y la "rentabilidad" de las empresas), los empresarios no tienen más remedio que recurrir a los despidos. Pero si hubiésemos aceptado esos salarios ¿ese recorte de nuestros derechos sin culpa nuestra alguna no demostraría también que la responsabilidad toda de haber llegado a esta situación es del capitalismo? Sea con salarios miserables o cobrando o no del subsidio, las víctimas somos quienes no tenemos capacidad de decisión sobre la marcha de la economía y nos hemos limitado a trabajar como ellos nos han ordenado. A su pesar, su argumentación demuestra que no tenemos culpa alguna porque ¿qué clase de economía es la que cuanto más se produce más crisis y miseria genera y sólo puede salir del agujero sacrificando a los trabajadores/as, sea con salarios ínfimos o echándolos al paro como una mercancía inservible, es decir, o la sartén o el fuego?.

Que no nos confundan. Si hubiésemos empezado por aceptar salarios mucho más bajos, culparían de la miseria generalizada al egoísmo de los trabajadores "menos productivos" que con tal de quedarse con un empleo, sacrifican a todos; y no nos salvaría del paro, sino que lo disfrazarían con empleos que ni remotamente dan para vivir, similares a los "mini-jobs" (mini-empleos) implantados en Alemania que permiten maquillar sus estadísticas. La prueba del algodón está en la última ley del gobierno de España (pendiente del trámite formal de su confirmación parlamentaria), la contrarreforma laboral que además de flexibilizar a tope tanto en condiciones de trabajo como en salarios, facilita y abarata el despido sobremanera. Hagamos lo que hagamos siempre nos echarán alguna culpa, si no la principal, porque en realidad sólo se trata de buscar excusas para culpabilizarnos, para que aceptemos pagar gran parte de la factura de la crisis que ellos han generado y que durante el "boom" les ha beneficiado mucho más que a nosotros. Esa es la "ciencia" de los economistas burgueses.

Por otra parte, una gran porcentaje del paro se debe al derrumbe del sector de la construcción, tanto de infraestructuras viarias como sobre todo de la edificación, que ha arrastrado a otras empresas como la de las puertas para las viviendas, muebles, electrodomésticos y de ahí, como efecto dominó, sobre todo por la crisis bancaria tan ligada al endeudamiento en "el ladrillo" y su especulación, a muchos más. El sector de la construcción habría destruido igualmente empleo masivo porque debido a sus características, las grandes empresas no quieren tener plantillas fijas, se juega con la subcontratación a otras empresas y con los trabajadores/as con los contratos por obra, y si no se edifica, no se mantiene a la plantilla inactiva pero con menos salario (¡ja!), sino que se despide y no se contrata.

En España, la vía más fácil y rápida para hacer grandes negocios ha sido "el cemento" y el "ladrillo", las autopistas, aeropuertos, y las viviendas, y tanto unos como otros, allí donde se hacen, allí se quedan, pues a diferencia de los automóviles y otras mercancías, no se pueden montar en trenes ni meter en contenedores para venderlos en la otra parte del mundo si aquí no tienen salida, y si su producción cesa, el paro se queda en el país. En Alemania no registran tanto paro -aparte del disimulado gracias a los "mini-jobs"- porque tiene una industria muy poderosa, diversificada y de alta tecnología, lo que le permite competir en una gama de productos que no es la dominante en la producción china, por ejemplo, y dotarse de una gran movilidad por países tanto de la Unión Europea como de fuera de ella, pero también europeos, montando o desmontando plantas y encargando o dejando de encargar producción (por ejemplo de automóviles), según le convenga por la baratura y cualificación de la mano de obra, la calidad de las infraestructuras viarias y ferroviarias, y de telecomunicaciones del país, las ventajas fiscales, etc., y por tanto generando también paro, pero con la ventaja para ellos de que puede dejarlo en el país que abandona llevándose la producción a otro que le convenga más. Pero en España no se puede hacer eso ni con la construcción y ni con otro gran recurso de ingresos, el turismo que debe venir aquí. Así que el paro siempre se quedará dentro y cuando se reduzca la tasa de ganancia y la demanda solvente, o se hayan pasado de rosca con la sobreproducción, habrá muchísimos despidos aunque exista una posibilidad legal de mayor flexibilidad en las condiciones de trabajo y salariales.

Por tanto, sus justificaciones son en lo fundamental una mentira, porque lo que les interesa es hacer siempre aquello que más les conviene a ellos, si es despedir, despedir, si es la movilidad de la plantilla y el recorte de los sueldos, pues también. No se guían por criterios sociales (la famosa "responsabilidad corporativa"), sino por la tasa de ganancia y si alguno con especiales escrúpulos tiende a olvidarse, la dinámica perversa de la competencia, se lo recuerda poniendo en riesgo la supervivencia de la empresa. La contrarreforma laboral impuesta por el gobierno del PP les permite jugar con ambas soluciones y combinarlas. Así puedes despedir a una parte de la plantilla y con eso aterrorizar al resto de modo que no se les ocurra oponerse a su movilidad, empeoramiento de las condiciones de trabajo y disminución del sueldo. El sistema no está diseñado para servir a las personas, sino que es un mecanismo perverso para acumular una entidad llamada beneficio, y por ello deshumaniza a los trabajadores/as y a los empresarios, poniéndoselo difícil incluso a aquellos que quisieran tenernos en mayor consideración. No hay más solución que eliminarlo antes de que nos deshumanice más y acabe con nosotros.

Claro que, a fin de cuentas, si les hiciésemos caso, puede que si el sistema capitalista funciona ahora tan mal y se ve obligado a sacrificarnos de un modo u otro, sea por nuestra culpa. Según los neoliberales, el capitalismo funciona perfectamente si lo dejas "a su aire". Para ello el mercado de trabajo deber ser flexible como un chicle, adaptado a las necesidades del capital en cada circunstancia (trabajando o en paro), cobrando más o menos (mejor menos que más), y por tanto los trabajadores/as deberíamos renunciar a defendernos organizadamente porque eso "distorsiona el mercado". Dejando que el Mercado lo regule todo, o sea yendo "a su bola", y limitándose el Estado a controlar que se emita la cantidad justa de dinero, todo iría "de perlas" como demuestran unas fórmulas y diagramas en colores muy bonitos. No necesitamos forzar las cosas enfadándonos, luchando y organizándonos. Dejemos que el Mercado fluya y asigne sabiamente los recursos, y él nos proveerá del salario que nos merecemos, aunque en nuestra ignorancia y presunción humana no sepamos apreciarlo así. Pero claro, impacientes, agobiamos a los burgueses, creamos privilegios "corporativos", perdemos "flexibilidad" y eso se acaba volviendo, merecidamente, en nuestra contra. ¿Por qué se les ocurriría a los trabajadores/as del siglo XIX que trabajaban jornadas interminables por una miseria y veían hacerlo también a sus hijos desde los siete años, la pésima idea de organizarse colectivamente para "distorsionar el mercado"? Un poquito de paciencia por favor, y el Mercado lo habría resuelto todo, como ya lo estaba haciendo en realidad, aunque nuestro primitivo sentido de la justicia no sepa apreciar la grandeza de someterse a la belleza matemática del Mercado y a la justa masa monetaria en circulación. La cochina envidia y el oscuro resentimiento nos corroen. En vez de percibirnos como lo que somos, individuos que como los empresarios se encuentran en el Mercado, por ejemplo, la General Motors (una sola personalidad jurídica) y el parado que busca empleo (también una sola personalidad, salvo que sufra de personalidades múltiples y entonces ya distorsionaría el mercado), nos empeñamos en inventarnos una identidad de clase y en ver en ellos otra, caemos así en la paranoia de hallar por todas partes malas intenciones hacia nosotros, maniobras y maquiavelismos. En lugar de adorar al Mercado, lo maldecimos, y "la liamos parda": distorsionamos el mercado. La culpa de los males del capitalismo durante dos siglos sin duda la tuvieron aquellos proletari@s y los que les seguimos el mal ejemplo. El capitalismo, con lo bueno que es él en el fondo, el mejor invento que la Humanidad hará nunca, lo hemos echado a perder los trabajadores/as, sí sí, nosotr@s, por empeñarnos en "distorsionar el mercado". Si ahora sufrimos, es nuestra merecida penitencia impuesta por el Mercado en su infinita sabiduría.

Es lógico que piensen en esos términos mercantiles cuando nos consideran como si fuésemos una mercancía más (coste) a la hora de comprar nuestra fuerza de trabajo, pero a la hora de cobrar la producción que realizamos bien que se cuidan de que su valor de cambio (precio) refleje aproximadamente el valor de todo el trabajo que sale de nosotros, no sólo lo que cuesta producirnos y mantenernos, y eso no ocurre con las mercancías de verdad (maquinaria, etc.). ¿Y dónde se ha visto que una mercancía pelee por su precio y las condiciones de su utilización y mantenimiento, y hasta se levante en armas contra el Mercado?

Bromas aparte, semejante ideología muestra la pequeñez de espíritu, el raquitismo moral, la alienación de esos portavoces del capital empeñados en subordinar las necesidades y el desarrollo humano a una de sus creaciones que se ha acabado por convertir en un lastre que nos impide avanzar y amenaza con hundirnos; de ver la Humanidad a través del prisma de la mercancía y del dinero, como si la Mercancía nos hiciese a su imagen y semejanza. Que algunos de ellos hayan recibido el premio Nobel no hace sino dejar en mal lugar al galardón, también manchado por varios de sus Nobel de la Paz.

Volvamos a lo que realmente ha ocurrido.

El capital financiero que ha fomentando el endeudamiento como modo desesperado de crear una demanda artificial (la real le falta como el aire), y hacer negocio con los intereses y la especulación, y que con la financiarización especulativa se había acabado por creer que el dinero era capaz de crear dinero sin el trabajo no pagado de por medio, necesita ser salvado de las trampas en las que se ha metido porque no podía encontrar otra salida, y lo hace el Estado con los recursos extraídos a los trabajadores/as, las clases medias y las microempresas, pequeñas y medianas empresas que a su vez provienen de la extorsión de su proletariado (trabajo no pagado, plusvalía-beneficio). Así la banca, al menos en parte, consigue socializar sus pérdidas, su primer objetivo.

Las ayudas públicas recibidas por la banca europea entre 2008 y 2010 (no se incluye 2011) ascienden a 1,6 billones de euros. El endeudamiento de los Estados por el apoyo al sector financiero ha crecido en casi 650.000 millones de euros. Esto deja muy pequeños los 240.000 millones de euros prestados a Grecia, los 85.000 millones a Irlanda o los 78.000 millones a Portugal (El País, El dinero público y los bancos, Joaquín Estefanía, 27-2-2012).

En España las "ayudas que el sistema financiero español ha recibido hasta mediados de diciembre de 2011: 141.000 millones de euros. Corresponde a: 3.200 euros por habitante" (El Viejo Topo, febrero 2012, nº 289, A sangre fría, pag. 3).

El trasvase de dinero provoca o agudiza el déficit del Estado, el cual ya desde hace décadas había disminuido los impuestos al capital y la renta de la burguesía y ahora renuncia a aumentarlos en la medida precisa. Necesita por tanto de los préstamos de la banca a la que acaba de rescatar la cual aprovecha para presionar con la especulación y arrancar elevados tipos de interés. Estos no deberán pagarse en base a mayores impuestos al capital y la burguesía, sino retirando recursos de la inversión del Estado en infraestructuras, servicios públicos, gastos sociales, y aumentando los impuestos a las rentas del trabajo directamente o por incremento del impuesto al consumo, las tasas educativas, el "copago" de la sanidad y la enseñanza, etc., cumpliendo así con el segundo objetivo del gran capital, en particular el financiero, de reducir los gastos totales del mantenimiento del proletariado, porque lo que el capital ha debido pagar como salario (bajando) lo retira con mayores impuestos y entrega a cambio menos servicios sociales (salario indirecto -como sanidad- y diferido -como pensiones-).

Es cierto que así tratan de evitar que los Estados no puedan devolverles los préstamos con intereses porque hayan destinado recursos a gastos sociales habiendo disminuido ingresos fiscales por el estancamiento o recesión económica. Efectivamente, la banca se sirve de los créditos baratos de los bancos centrales para tapar sus propios agujeros y prestar con intereses a veces muy elevados al Estado; pero sigue cerrando el grifo del crédito a microempresas, pequeñas y medianas empresas sobre todo, y a los particulares. Las medidas de austeridad suponen un frenazo a la economía, adicional a la crisis que no se ha superado realmente. Ya está anunciada para España una recesión importante para este año y probablemente el próximo año al menos (las previsiones se vienen rectificando a peor cada dos por tres). Sigue latente la amenaza de mayor hundimiento en la depresión por toda la deuda pendiente de empresas, hogares e incluso, y es importante, bancos con otras entidades financieras (con nacionales o extranjeros), que necesitarán más ayudas del Estado o exprimirlo con los intereses de nuevos préstamos que tendremos que devolver nosotros.

El objetivo estratégico es recortar de forma permanente los gastos sociales aunque de momento deban ceder algo debido a la tasa de desempleo provocada por ellos y agudizada por sus medidas de austeridad, a fin de evitar el mal mayor de un estallido social. Pero como esto no puede prolongarse indefinidamente aunque persista la crisis, necesitan primero que los trabajadores/as costeemos unas ayudas mínimas que ni siquiera alcanzan a todos los compañeros que son desplazados por el sistema, pues incluso las ayudas se les agotan, y luego que aceptemos que recorten los gastos. Ello sólo puede lograrse con una derrota, es decir, anulando la resistencia en las ideas, la voluntad y la acción, lo que evitará una explosión social que los ponga a la defensiva y en peligro.

El gran capital sabe que no es tiempo de "reformillas", sino de grandes reformas (contrarreformas) aunque sea a costa de la "paz social" a corto plazo, y que deben ser rápidas sobre todo en los países que están más atrasados en esa línea o que por su debilidad, la rentabilidad del capital, la recuperación de sus pérdidas o menores ganancias, menos pueden soportar los actuales costes de mantenimiento de los trabajadores/as.

En los EEUU los aspirantes republicanos a la presidencia prometen reformas fiscales que aumentarán los impuestos a las rentas reducidas y los rebajarán a los ricos y muy ricos, favoreciéndoles con exenciones, a la vez que impondrán la disminución del gasto público con grandes recortes en el ya muy menguado sistema de "Estado de bienestar" norteamericano (miseria de sanidad y educación públicas).

La Unión Europea acordó en 1997 el objetivo de que el déficit del Estado, máximo estructural anual, no debería ser superior al 3% del PIB. Ese compromiso se ha incumplido por varios países en buena parte por los rescates a la banca y las deudas contraídas después con la misma por financiar el déficit. Con la crisis hay que acelerar las medidas de austeridad y se exige que los miembros de la UE se atengan al 3%. También porque ya han acordado el objetivo más ambicioso de un déficit máximo estructural anual del Estado del 0,5% del PIB a partir de 2020. Esto se traducirá, dada la política recaudatoria, el sistema impositivo de impuestos, en un recorte brutal del "Estado de bienestar". Este ataque, como es habitual, para disfrazarlo, lo denominan con un eufemismo: consolidación fiscal, en lugar de "acoso y derribo del Estado de bienestar".

El Estado Español tiene como meta -otra cosa es que pueda cumplirlo- en cumplimiento de los acuerdos con la Unión Europea, que no se debe traspasar un déficit público del 3% del PIB al cerrar el 2013 (o 2014 si lo tienen que revisar). Como a la vez hay que reducir los costes salariales (directos e indirectos) y no "desincentivar a los inversores" cargando de impuestos al capital y la burguesía, eso sólo puede significar menos gastos sociales en pago de mayores cargas fiscales para las clases populares. Se trata de reducir al máximo los "gastos no productivos" (por supuesto apenas se incluye aquí el lujo, las prebendas, los gastos policiales y militares, etc.). Y está decidido a imponerlo, incluso con duras sanciones a las administraciones transgresoras, quizás exigiendo responsabilidades civiles (patrimonio personal) e incluso, apuntan, penales (inhabilitaciones), en previsión sobre todo de que algún partido de izquierda no se haya enterado bien de su función en las instituciones y no tome las medidas drásticas que exige el capital.

La burguesía quiere salir del modelo de crecimiento que nos ha llevado a esta crisis, dando una vuelta de tuerca más, reduciendo nuevamente los costes salariales totales, a costa de los salarios directos, el empleo, los gastos sociales del Estado (el "Estado de bienestar"). El recurso masivo al crédito para generar una demanda solvente (con dinero), pero artificial, que permitiese comprar todo lo producido, creó una masa astronómica de endeudamiento de las empresas, bancos, particulares y Estados. Al ser ya imposible de pagar del todo, ha pasado a la historia como "solución", pues esa adicción amenaza con matar al capitalismo y está decidido a ir superándola.

No se puede seguir recurriendo a las sobredosis de endeudamiento porque al no corresponderse con una solvencia real se dispararía la inflación. El aumento de precios perjudicaría a la competitividad, y a los acreedores al devaluarse el tipo de interés real y el principal de la deuda, lo que no conviene sobre todo a los bancos. El crédito fácil alimentaría una vez más la sobreproducción y la especulación en sectores como el inmobiliario con sus catastróficas consecuencias a medio plazo. También animaría al Estado a seguir endeudándose por cubrir los gastos sociales (los prioritarios a pagar con los impuestos son siempre otros).

El tratamiento general decretado para los próximos años en la zona euro es la reducción del déficit público, a pesar de sus efectos secundarios dañinos para el crecimiento económico, pues conduce a la recesión, al menos durante unos años, sobre todo en los países más débiles. Esto preocupa a la burguesía, incluido del gran capital financiero, pues esa estrategia no está exenta de grandes riesgos. Para empezar, el estancamiento y retroceso crea mayores dificultades al Estado para obtener ingresos fiscales de las rentas del trabajo, de las empresas y del consumo, y aumentan los gastos del desempleo (subsidios), con lo cual crecen las posibilidades de que el Estado no pueda devolver en fecha los créditos e intereses, por lo que se extiende la sospecha a los balances de la banca que han comprado deuda pública y que se ven obligados a valorar esa deuda a precio de mercado, con la consiguiente pérdida contable que debe ser compensada con más provisión de capital, sacado de la circulación del crédito lo que contribuye a la recesión. La reducción de ingresos en el Estado tenderá a aumentar el déficit en lugar de a disminuirlo. Esto y el temor por la menor solvencia del Estado, harán que a éste le cueste más colocar en el mercado sus productos de deuda pública y que sea a cuenta de pagar más intereses, con lo que peligrará más la reducción del déficit.

La reducción del déficit significa que el Estado ya no contrata obras de todo tipo (viarias, construcción de escuelas, etc.), reduce los pedidos en material sanitario (máquinas, medicamentos genéricos...), rebaja los sueldos de sus empleados, despide, recorta las pensiones, los subsidios de los parados. Todo esto significa reducir directamente la demanda, tanto de las empresas que producen medios de producción (construcción, tecnología...) como de consumo (farmacéutica, el consumo de los trabajadores/as públicos, jubilados y parados) y afecta en cadena a todos los sectores productivos (menos ventas del sector de bienes de consumo que a su vez hace menos pedidos al sector de medios de producción) y a sus trabajadores/as que a su vez...

En lo que respecta al Estado Español, los objetivos pactados con Bruselas eran, desde el 9,3% (final de 2010), bajar a final de 2011 a 6%, a final de 2012 al 4,4% y a final de 2013 al 3%. La realidad, el 8,51% a final de 2011. Se distribuye así: Administración central (5,10) Comunidades Autónomas (2,94), entidades locales (0,38), Seguridad Social (déficit del 0,09).

Debido las consecuencias negativas para el crecimiento económico por el objetivo de la reducción drástica del déficit en tan poco tiempo, sin abandonar su estrategia, muchos gobiernos, en particular el español, se plantean darse unos plazos más largos. Cuestión de velocidades, no de meta. Pero lo tienen muy difícil dada la firmeza de las autoridades europeas y en particular de Alemania en perseguir el mínimo déficit. En España el propósito de bajar a final de 2012, del 8,5% al 4,4% (pactado con Bruselas), es misión imposible pero por el camino se impondrán más sacrificios a la población trabajadora, afectando en particular a los del sector público. España va a aprovechar que en otros países también se extiende la opinión de que hay que rebajar el ritmo con el déficit si no se quiere provocar una depresión cuando ya hay un estancamiento a la vista, para plantear como objetivo terminar 2012 con el 5,8% (poco antes con sólo unas décimas), pero las autoridades comunitarias, por ahora, sólo aceptarían como muchos unas décimas sobre el 4,4%.

Esto nos enseña que el capital mundial no tiene intención de ceder sólo porque lo tenga complicado y a una parte del mismo le duela la "terapia" de caballo. Que no podemos esperar nada de ahí, ni de las gestiones de ningún gobierno, que si van a aflojar la "lucha contra el déficit" o sea, los recortes de los gastos sociales, será sólo por nuestra lucha y porque el ejemplo se extienda a otros países y eso les asuste a todos y les recomiende un frenazo en la marcha, aunque sea temporal. Si es por ellos, no va a haber piedad, como no la vienen teniendo con la población trabajadora de Grecia.

El gobierno del PP entiende que estando así las cosas conseguir cerrar el 2013 con un 3% de déficit es una misión titánica, así que es probable que llegado el momento intente prolongar el plazo al 2014. Pero es muy consciente de que si en 2012 podría haber una cierta flexibilidad con el objetivo, el 3% para 2013 es, por ahora, absolutamente obligatorio.

¿Qué significa esto para nosotros?

El objetivo para el 2011 era que la contribución que hacen al déficit total del Estado las Comunidades Autónomas, fuese del 1,3% Sumando esto al 4,8% de la Administración Central, 0,3% de las entidades locales, la Seguridad Social, un superávit de 0,4, que por tanto se debe restar, debiera haber dado un 6%, el pactado con la Unión Europa.

Que el conjunto de las comunidades diese el 1,3% del PIB español, quiere decir que cada una con respecto al PIB de su Comunidad, debiera bajar a ese 1,3%. Sin embargo, la realidad, salvo para el caso de Madrid (1,13%) ha sido muy distinta. Y también para el conjunto del Estado, que en vez de ser el 6% ha sido del 8,51%.

En la comunidad autónoma de Catalunya, el gobierno nacionalista de la Generalitat, en 2011 ha efectuado unos recortes brutales en sanidad y educación y aun con todo, el déficit sólo ha bajado un 0,56 punto, del 4,28% al 3,72% de su PIB. Y en las comunidades de Castilla-La Mancha (6,07 al 7,30), Comunidad Valenciana (3,60 al 3,68), Asturias (2,73 al 3,64), Cantabria (3,01 al 4,04), Extremadura (2,51 al 4,59), Andalucía (3,12 al 3,22), País Vasco (2,49 a 2,56), las cosas han ido todavía peor a pesar de las medidas de austeridad, aunque haya alguna discusión sobre la interpretación de los datos. Teniendo en cuenta las pocas comunidades que sí han conseguido bajar el déficit, aunque sea un poco, y la única hasta el objetivo, el resultado de todas las comunidades es que si la parte que en 2010 les correspondía en el déficit total del Estado (9,3%, incluye también la administración central, locales y Seguridad Social) era de 2,94%, sigue siendo en 2011 la misma (2,94%). Y para el conjunto del Estado sólo ha bajado ¡0,8! (del 9,3% de 2010 a 8,51% en 2011) (El País, 28-2-2012). Esto quiere decir que la burguesía lo tiene muy difícil y sabe que empieza a tener y tendrá más contestación en la calle, en los centros de estudio y de trabajo.

Las Comunidades Autónomas son las que corren con los gastos en sanidad, educación, servicios sociales y la Administración Central con gastos como el desempleo, la deuda pública, parte de la burocracia, representación exterior, la Monarquía, y sobre todo, la policía nacional, guardia civil, servicios secretos y el ejército. La mayoría de las autonomías no tienen cuerpo policial propio. Donde se quieren más recortes, por ahora, es en los de sanidad y educación y otros servicios, por eso presionan a las comunidades autónomas. Aunque éstas suprimiesen todos los gastos que no son los de sanidad, educación y servicios sociales, el total con respeto al PIB español bajaría del 2,94 al 2,10%, muy por encima del 1,3%. Para cumplir los objetivos del déficit deberán proceder a verdaderas amputaciones en los gastos sociales (El País, 1-3-2012).

Hoy, 2 de marzo 2012, el presidente del gobierno español, Rajoy, en la Cumbre de Bruselas plantea un objetivo para 2012 del 5,8%, debiendo bajar las comunidades autónomas al 1,5% (en lugar del 1,3% que también se prevenía para 2012). Es decir 0,2 puntos lo que equivale a 2.000 millones de euros menos a rebajar (mil millones por décima), pero todavía tendrán que reducir 1,44 puntos (del 2,94 al 1,50) lo que equivale a 14.400 millones sólo por lo que respecta a las Comunidades Autónomas.

Significa también que si pretende cumplir con las obligaciones marcadas por la Unión Europea (3% al cierre de 2013) para evitar las duras sanciones que puede imponer y porque es el objetivo estratégico del gran capital, deberá lanzar una ofensiva como en muchas décadas no se ha conocido contra los gastos sociales y el empleo público. Si reducir sólo 0,8 décimas (del 9,3% al 8,51%) en Catalunya ha costado lo que llevamos visto, reducir para el conjunto del Estado 2,71 puntos (del 8,51 al 5,8) en un año será un recorte brutal, pero si Bruselas no lo acepta y tiene que ser de 4,11 puntos en un sólo año (del 8,51% al 4,4%) acabará destrozando el "Estado de bienestar" y no digamos llegar al 3% (otro 1,4 puntos menos). Y como veremos seguidamente con los cálculos efectuados por la Fundación Funcas, debido a la fase de recesión, al desplome de la recaudación, puede hacer que ¡por mucho recorte que se efectúe y también por ello, porque agrava la recesión, el déficit en vez de reducirse, se acabe disparando! Tendríamos los recortes y más déficit. Pero los recortes al menos ahí se quedarían y el capital todavía tendría la esperanza de ir superando el déficit si remontase la economía en la zona euro sobre todo. Luego algo tendría ganado, y nosotros eso perdido y con la carga de pagar una deuda mayor con respecto al PIB.

Las cuentas no son tan sencillas como una simple resta en los Presupuestos. Según la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas), -calculados partiendo de un 8,2% de déficit-, si el gobierno de España toma las medidas necesarias para conseguir el déficit del 4,4% del PIB para final de año, recortando 41.000 millones de euros (3 mil millones menos de los que se establece con los últimos datos), lo que supondría subir otra vez el IVA e impuestos especiales en más de 10.000 millones, dado que estamos en recesión, se encontrará con el resultado paradójico de que la caída del PIB será del 1,7% en lugar de la prevista por la Comisión Europea del 1%, y terminará el año con ¡el 5,8% de déficit!, debido a que los ingresos públicos habrán disminuido al reducir la demanda global con los tijeretazos y los aumentos de impuestos, y porque al provocar más desempleo, algunos gastos habrán subido (subsidios a nuevos parados) (El País, 26-2-2012). Tal vez por eso, hoy, el día 2 de marzo, en Bruselas, Rajoy ya plantea el 5,8% para que se lo acepten como objetivo, y si no lo hacen, quedarse ahí si es que le exigen el 4,4%.

Este engorroso baile de cifras es importante porque puede darnos una idea aunque sea muy aproximada de lo que puede significar la pretensión de que desde inicio de 2014 el déficit más elevado sea el 3% y que incluso se reduzca porque a partir del 2020 quieren que el déficit del Estado sea como máximo el 0,5% del PIB. ¿Qué podrá quedar del "Estado de bienestar" si no se suben notablemente los impuestos al capital y a los ricos cuando irá envejeciendo la población, necesitando más pensiones de jubilación, cuidados médicos y apoyo a domicilio? ¿En qué van a quedar la sanidad, educación, pensiones públicas, etc.? ¿Dónde están las cuentas que aclaren esto? ¿Qué nos están ocultando?

El futuro para nosotros no es la salida del túnel, sino la entrada en otro mucho más largo al que no se le ve la salida. Pero no debemos desesperar. La burguesía también se ve obligada a reconsiderar, si no su estrategia, al menos sus ritmos, por los efectos en la economía y sobre todo, por la resistencia popular, por el descrédito de las instituciones, por lo que efectivamente, es ahí, dando fuerte en la espinilla (por ahora), por donde debemos proseguir, sin pausa.

 

El gran capital sabe de sobra los riesgos que se corren con una política de austeridad reduciendo la demanda, pero insiste. No se trata sobre todo de cabezonería, ni de dogmatismo con respecto a los objetivos del déficit, que también lo hay. Lo que ocurre es que tiene una estrategia a medio y largo plazo y ésta es la mejor manera de imponerla, sobre todo al proletariado, para derrotarlo cuanto antes, y también a las "clases medias" y a otras fracciones bajas, pequeñas y medianas de la burguesía, debilitándolas y favoreciendo la concentración del capital. Muchos de esos sectores saldrán muy perjudicados a la larga, pero en tanto consigue atraerles facilitándoles la política de agresión a los derechos de los trabajadores/as, como vemos que ocurre con las contrarreformas laborales.

Los diseñadores de esa estrategia se tienen que partir de risa cuando se les hacen críticas, generalmente desde un punto de vista de "clase media", sobre "la salida de la crisis que es mejor para todos", porque quienes las hacen desconocen cuál es la dinámica del capitalismo real y sus requisitos para seguir adelante cumpliendo con su misión en el mundo, que es obtener la máxima tasa de ganancia, y por tanto de sometimiento del proletariado mundial. Si esto se desconoce, todo lo que se diga es tan inútil como ir a un campo de exterminio nazi hablando de derechos humanos, de la legislación que los protegen, creyendo que así se detendrán; lo más probable es que entre risotadas te incluyan en la fila de los seleccionados para el exterminio en cosa de minutos.

¿Acaso no había muchas voces -aunque no les diesen megáfono para no advertir a la población trabajadora- que hace años ya avisaban que la estrategia desesperada de endeudamiento desaforado, la desregulación financiera, la especulación inmobiliaria, etc., acabaría provocando un desastre descomunal, y no conocían lo ocurrido recientemente en Japón y otras experiencias de la historia del capitalismo con todo el batallón de economistas y demás asesores? ¿Les importó? No, esperan salir ganando y que los platos rotos los paguen otros ("tonto el último") y los sectores populares ("socialización de las pérdidas"), y porque en ese momento, dadas las dificultades que ya atravesaban, era la mejor opción que tenían para aumentar las ganancias. La razón es que, desde que surgió, el capitalismo está históricamente condenado al desastre, y por el camino también los provoca, así que la cuestión no es impedirlos, sino aprovechar a tope los intermedios y prolongarlos lo más posibles, aunque eso mismo acabe agravando la siguiente crisis.

El neoliberalismo y la globalización no han sido el resultado casual, la confluencia de un conjunto de actos inconexos e improvisados, sino de una estrategia del capital que, claro está, no puede preverlo todo, pero sí trazar las líneas maestras de su movimiento. Una muestra es la creación de un organismo como la OMC (Organización Mundial del Comercio) en 1995. Que no pueda evitar las consecuencias que le ha traído esa estrategia, quiere decir que ninguna estrategia del capital puede superar las contradicciones básicas del sistema y evitar sus límites históricos.

Por eso el hecho de que tenga una estrategia no quiere decir que tenga una auténtica solución, sino un plan para sacar el mejor partido posible a una situación, a costa nuestra.

El gran capital entiende que él tiene la mayor capacidad de aguante, que son demasiado grandes para que los dejemos caer arrastrando en efecto dominó todo el sistema, que incluso una recesión por la lucha contra el déficit y la austeridad salarial, es un riesgo a correr si quiere dar un salto en la relación de fuerzas, imponerse aun más y hacer recaer todo el peso de la crisis y de la nueva era sobre el proletariado, la pequeña burguesía (clases medias) y sectores de la burguesía mediana.

Pero la reducción del déficit público no debe hacerse de cualquier manera. No simplemente mediante el aumento de los ingresos del Estado. No simplemente en base a aumentos de los impuestos a la burguesía y a las grandes empresas, porque eso va en contra de los beneficios y la apropiación privada de la plusvalía, razón de ser del capitalismo del que son los dueños. Tampoco simplemente sobre el proletariado y capas populares aumentando los impuestos al consumo, porque eso aumentaría los precios, lo cual provocaría la lucha por aumentos salariales, inflación y el aumento del tipo de interés bancario para compensarla. Con lo cual se iría en contra de la competitividad y del crecimiento. Por tanto, aunque deba incluirse entre las medidas, no debe ser la central pues no es el medio ideal de reducir los costes salariales. Para eso, si existen las condiciones económicas y de relación social de fuerzas (ahora las hay), es mucho mejor reducir los gastos del Estado, sobre todo los que forman parte del mantenimiento de la fuerza de trabajo (sanidad, educación, viviendas sociales, pensiones, etc.), aunque eso también aumente el paro (reducir el personal de esos servicios mediante despidos o la suspensión de nuevas contrataciones), porque ello presionará sobre los salarios a la baja y, al infundir temor al despido entre los empleados públicos, facilitará su sumisión y que acepten recortes a sus salarios y demás derechos, y como los empleados públicos ya no son "intocables" enviar el mensaje a todos de que los demás lo son menos.

La reducción de los gastos sociales del Estado crea un profundo malestar, sentimiento de injusticia, pero a diferencia del aumento de los precios, es más difícil que provoque huelgas proletarias entre trabajadores/as que no son afectados directamente por los ataques como los funcionarios, los de sanidad, educación, pues no percibimos a nuestro empresario como directamente responsable o que pueda resolver el problema (con un aumento del salario frente al aumento de precios). Vemos como culpables a los políticos, los partidos, el gobierno, pero no al capital en su conjunto porque no lo entendemos como un ataque del sistema capitalista a los COSTES TOTALES de mantenimiento de los trabajadores/as, que es lo que nos permitiría lanzar la lucha con huelgas contra todos los empresarios y el Estado. De paso resulta más fácil derrotar a los trabajadores/as atacados directamente con los recortes (funcionarios, de las sanidad, profesores...) al quedarse aislados del resto de la clase.

Sin una visión de conjunto, el resto de la clase a lo sumo enfocará su lucha como un gesto de solidaridad contra los despedidos y contra la agresión del gobierno (no del capital) a todos a través de los recortes a los gastos sociales (en provisión de fondos, material y personal a cargo), pero lo más probablemente fuera de la empresa, en manifestaciones en la calle.

Lo que corresponde no es un gesto de solidaridad y acudir a una manifestación en protesta por los recortes, sino una respuesta a la estrategia del conjunto del capital (liderado por el grande) y de su Estado: A corto plazo, de abaratamiento de los costes totales (directos e indirectos) del conjunto de los trabajadores/as. A medio plazo, de derrota del proletariado y trabajadores/as asalariados. A largo plazo, ya derrotado, seguir abaratándolo.

Es entonces cuando cobra pleno sentido que el ataque consiste en reducir TODO el coste que para el capital suponemos los trabajadores/as, tanto en salario como en gastos sociales y personal a cargo, que el ataque es de TODA la burguesía y su Estado, y que por tanto hay que hacer huelgas en todas las empresas, centros de estudios, universidades, contra esos ataques, directamente a nosotros o a través de otros compañeros.

De aquí la importancia de establecer esta relación del modo más explícito y claro posible.

¡LA BURGUESÍA Y SU ESTADO, PARA RECUPERAR LOS BENEFICIOS, QUIEREN QUE EL CONJUNTO DE LOS TRABAJADORES, EN ACTIVO, EN PARO O ESTUDIANDO, LES COSTEMOS MENOS, VÍA SALARIO, DESPIDOS, GASTOS SOCIALES Y TRABAJADORES DE SERVICIOS! ¡A ESTO LE LLAMAN "COMPETITIVIDAD" Y "REDUCCIÓN DEL DÉFICIT"! ¡EL ATAQUE ES CONTRA TODOS Y TODOS DEBEMOS RESPONDER DESDE LOS CENTROS DE TRABAJO SEAN FÁBRICAS U HOSPITALES, DE ESTUDIO, Y LA CALLE!

Y ello resulta más fácil cuando sabemos que tanto las patronales CEOE como CEPYME, es decir desde la grande a la microempresa, están a favor de la reducción del déficit público al 0,5% máximo estructural en 2020 mientras exigen que se les reduzcan los impuestos y gastos salariales, y a favor de la contrarreforma laboral del gobierno.

Para la burguesía, la reducción del déficit es un objetivo a un plazo muy corto (2013 en principio, salvo que en España y otros países sea imposible y deban retrasarlo a 2014), que deberá mantenerse. Pero no se conforman con eso.

Las subidas salariales sólo serán posibles si hay un aumento de la productividad, y en menor medida que éste, y no porque suban los precios (inflación). De este modo gracias a la inflación, aunque no se dispare, conseguirá una reducción del salario real que no podrá ser compensada con un aumento posterior.

En el Estado Español los sindicatos CCOO y UGT ya han preparando el terreno para ceder a lo que venga. Han aceptado (25-1-2012) con la patronal CEOE y CEPYME (micro, pequeña y mediana empresa) un pacto (II Acuerdo para el empleo y la negociación colectiva) de contención salarial, de modo que los salarios aproximadamente suban un máximo del 25% de lo que suba la inflación y dependiendo también del crecimiento de PIB, reduciendo así los costes sobre todo de los productos industriales cara a la competencia en el exterior. Los sindicatos recomiendan a los trabajadores/as flexibilidad para adecuarse a las necesidades de cada empresa llegando a acuerdos que supongan un descuelgue a peor del convenio superior y aceptar ciertos aumentos de las horas de trabajo y movilidad de plantilla, y vincular el salario a la productividad y los resultados de la empresa. De este modo se someten a la lógica que impone el funcionamiento del capital y vienen a dar la razón a la burguesía cuando dice que la culpa de tanto paro es la rigidez del mercado de trabajo que dificulta medidas de austeridad y flexibilidad en la empresa que evitarían despidos. La incidencia en su disminución va a ser menor y no va a impedir que este año aumenten los despidos. El acuerdo manifiesta que "deberían" reinvertirse en la empresa los beneficios obtenidos gracias a este recorte de salarios y derechos de los trabajadores/as, para crear empleo y bla bla bla que sólo sirven para dar mejor imagen del pacto porque si se cede en cuestiones tan básicas no se le va a intentar imponer nada a la empresa en lo que de siempre es exclusiva decisión de la burguesía.

Esperaban así aplacar el ímpetu contrarreformista del gobierno, cuando no han hecho más que prepararle el camino, demostrando su voluntad de firmar esos convenios de descuelgue. Si los sindicatos han aceptado no es porque la correlación de fuerzas no dé para más -en todo caso la debilidad actual es también responsabilidad suya por su pasividad durante todo lo que llevamos de crisis-, sino por su permanente acomodación "realista" y sin lucha alguna, a las necesidades del capital nacional, "en interés de España". Si en el proletariado hay miedo, ellos no hacen nada por contrarrestarlo sino que fomentan la desorientación y la resignación. Los sindicatos presentan como un éxito el nuevo paso atrás, porque no han dado más. La gravedad del caso no es sólo que se retroceda como que forma parte de una dinámica inevitable e imparable de retirada porque no hay una crítica a fondo del capitalismo y por tanto se renuncia desde el principio a levantar una alternativa contra él, por lo que no cabe otra que adaptarse a sus exigencias de funcionamiento si no se quiere contribuir al caos. Este es el drama del sindicalismo en la época decadente del capitalismo y más en una fase de crisis y senilidad manifiesta: ineficaz para el proletariado, funcional a las necesidades del capital.

En este pacto hay un aspecto relativo a la subordinación del aumento de los salarios al encarecimiento del combustible muy relevante sobre todo cara al futuro, con una crisis detonada por el coste de la energía en la década de los 30, y que comentaremos más adelante.

Sin duda la burguesía les agradecerá los servicios prestados y el Estado seguirá financiando a los aparatos sindicales que cual funcionarios tan fielmente le sirven. Una vez más se cumple el famoso principio de A(r)químedés "un sindicato parcialmente sumergido en el proletariado, recibe del Estado un empuje hacia arriba igual al peso del volumen de los derechos y combatividad que desaloja".

La burguesía quiere un cambio rápido y de calado en el "mercado de trabajo" y en la "negociación colectiva", más trascendente incluso que el déficit porque marcará más la relación de fuerzas entre burguesía y proletariado en el terreno de la producción, por tanto de la extracción directa de la plusvalía por el trabajo no pagado.

En el Estado Español, el partido en el gobierno, el PP, está decidido a imponer rápidamente una legislación que empeorará la capacidad de resistencia de los trabajadores/as a la imposición de los intereses del capital. No es una iniciativa exclusiva de ese partido, pues con la boca grande o pequeña todos lo apoyan. Presiona a ello toda la patronal española, desde la micro a la gran empresa (representadas por la CEPYME y la CEOE), incluida claro está la banca. Pero no es una medida española. Detrás está todo el gran capital mundial. Lo exige la presión de "los mercados" en la negociación de la deuda pública, la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la banca internacional, las multinacionales, las agencias de calificación, economistas extranjeros... Por tanto, con esta medida estamos asistiendo a un ataque de la burguesía mundial contra el proletariado español.

Para debilitar más al proletariado, la burguesía impondrá ámbitos de negociación de los convenios laborales colectivos que nos fraccionen cada vez más, por empresas, aprovechándose de paso de la menor capacidad de resistencia y presión de los trabajadores/as de las pequeñas y medianas, para imponer rebajas en los salarios y condiciones de trabajo peores. Su ideal, que nos acerquemos cada vez más al contrato individual, el colmo de la desigualdad en la relación contractual (proletari@ que necesita trabajar para vivir y empresari@ que tiene muchos entre los que elegir).

Si hasta ahora tenían prevalencia los convenios colectivos de ámbito territorial (estatal, autonómico, provincial) o sectorial (la rama del metal, etc.) sobre los de la empresa de modo que el convenio de un ámbito inferior sólo era válido si mejoraba para los trabajadores/as las condiciones del de ámbito superior, ahora va a ser al contrario, el de empresa se impondrá sobre el de ámbito superior, siempre, lo que dada la correlación de fuerzas en las microempresas, pequeñas y medianas empresas, significa una mayor "flexibilidad" para adecuarse a las necesidades del capital, lo que en la práctica supone empeorar las condiciones salariales y de trabajo. Esto convertirá los convenios de ámbito superior en papel mojado. Las reticencias de los aparatos sindicales tiene que ver también con que dejará sin función a los hasta ahora encargados de negociación en esos ámbitos. Hay también por parte de algunos empresarios importantes reservas al descuelgue de las empresas, porque puede favorecer la "competencia desleal interimpresarial" al aprovecharse algunos pequeños y medianos de la menor capacidad de resistencia de sus trabajadores/as, frente a otras empresas con unas plantillas mayores y más curtidas porque eran las que venía de hecho imponiendo las líneas maestras de esos convenios.

El presidente del gobierno del PP, Mariano Rajoy, en conversación privada con el primer ministro de Finlandia le reconoció la dureza de la medida al decir "la reforma laboral me va a costar una huelga" (30-1-2012). Veremos si los sindicatos son capaces de convocarla aunque sólo sea para salvar la cara y ofrecer una válvula de escape a la indignación del proletariado. Pero son ellos los que más la temen. Cándido Méndez, secretario general de UGT, con la "combatividad" y discurso "encendido" que le caracterizan, haciendo por millonésima vez un "ejercicio de responsabilidad" con el interés "nacional", lamentaba que Rajoy diese mala imagen de los sindicatos españoles que han dado muestras más que sobradas de "responsabilidad" y por tanto se arriesgase a perjudicar la tan necesaria "confianza de los mercados", de Alemania y de Francia, y le estuviese convocando la huelga general poniéndole en un brete ante los trabajadores/as, dando a entender que eso sería lo último para el sindicato cuya razón de ser es el diálogo y la negociación (o muerte) (El País, 2-2-2012).

El jueves 9 de febrero 2012 el ministro español de economía, Luis de Guindos rendía cuentas al Comisario de Asuntos Económicos de la Comisión Europea, "Mañana aprobamos la reforma del mercado laboral, vas a ver que será extremadamente agresiva" a lo que contestó el señor Olli Rehn "Eso sería fantástico, ok, ok".

El viernes 10 de febrero el gobierno del PP informa -ocultando aspectos importantes- del decreto de proyecto de ley de contrarreforma laboral que ha acordado, que ya es vigente, y tiene previsto ratificar en breve por vía parlamentaria al disponer de la mayoría absoluta. Una precarización generalizada del empleo, un brutal abaratamiento de la indemnización por despido, facilitar que sea incluso menor al aumentar los casos de despido procedente dejando como una minoría los improcedentes o sin justificación (dependerá del juez) ("el despido improcedente tiene que quedar como algo residual" dice Juan Rosell, presidente de la patronal CEOE, El País 12-2-2012), imponer rebajas del sueldo o modificación de las condiciones de trabajo a toda la plantilla o individualmente sin necesidad de que la empresa sufra pérdidas (por competitividad, productividad...) y el que no lo acepte será despedido con una indemnización de 20 días por año trabajado con un máximo de 9 mensualidades, facilitar a la empresa los despidos colectivos rápidos y baratos, a través de los ERE (Expediente de Regulación de Empleo), o si caen los ingresos de la empresa durante nueve meses, subvencionar empleo pero alargar a ¡un año! el periodo de prueba con lo que se despedirá gratis como despido "procedente" y en la práctica no tendrá que devolverse la subvención, en los pocos casos de despido improcedente (declarado por el juez), el empresario decidirá si readmite o paga la indemnización, y en caso de readmitir no deberá abonar los salarios no pagados hasta ese momento (salarios de tramitación, se llamaban), facilitar la contratación a tiempo parcial pero a la vez permitir la realización de horas extras (por encima de la jornada completa) por lo que les saldrá más barato y podrán aprovechar mejor el trabajo femenino, imponer a los parados que cobran subsidio "trabajos para la comunidad" de modo que harán de fuerza de trabajo gratuita impidiendo así que se creen puestos de trabajo y poniendo en riesgo el subsidio si no cumplen con esa obligación, se facilita el despido de mayores de 55 años. En cuanto a la negociación colectiva, el descuelgue de las empresas de los convenios sectoriales y territoriales por decisión unilateral de la patronal si en dos trimestres consecutivos hay una disminución de ingresos o ventas, si no llega a un acuerdo con los trabajadores/as podrá recurrir a una mediación y finalmente a la Comisión Consultiva Nacional de Convenios Colectivos compuesta por miembros de la patronal, sindicatos y Administración. Pero si no se llega a un acuerdo y hay un tercer trimestre a la baja, la empresa podrá poner en marcha despidos procedentes y ERE exprés con 20 días de indemnización. En el sector público, para los trabajadores/as que no sean funcionarios (unos 835.000), se podrá poner en marcha un ERE y despedir colectivamente con 20 días de indemnización por año trabajado, cuando se hayan dado noventa días de "insuficiencia presupuestaria" y teniendo en cuenta que el presupuesto en muchos organismos los asigna la autoridad superior basta con que lo escatime para que se creen las condiciones. La discriminación a los parados al propiciar su contratación dependiendo de que les quede cuanto más derecho de seguro de desempleo mejor. Y todavía queda mucho que analizar, mucho detalle que nos han querido escamotear en sus presentaciones de la ley (datos tomados sobre todo de El País).

La burguesía "resuelve" el problema de la falta de crédito a sus empresas y de la competitividad, abaratando al máximo en salarios y en empleo. Pronto alcanzaremos la cifra de los 6 millones de parados. Una prueba más de la eficiencia del régimen asalariado del trabajo.

La burguesía baja y media recibe así una valiosa arma contra el proletariado. Pero tampoco las salvará tanto como creen, pues ya no podrá alegar que no pueden bajar costes porque está el límite del convenio sectorial o provincial, de modo azuzará todavía más la competencia y ganará la que más consiga sacrificar a los trabajadores/as. Así que es también un regalo envenenado del gran capital que de esta manera propicia la concentración de capital con la desaparición de micro, pequeñas y medianas empresas. Por eso, algunos burgueses lúcidos, en el descuelgue de los convenios veían un riesgo de competencia desleal. La competencia entre las micro, pequeñas, medianas y grandes empresas se va a agudizar como desde hace mucho no se conocía, vamos a retroceder décadas hacia un capitalismo más salvaje que avisa lo que será el futuro, la próxima década y la década de los 30 donde podremos hablar, debido a la crisis de la energía, de "canibalismo" entre los capitalistas.

Sin duda una contrarreforma histórica, que nos hace retroceder muchos años atrás. Gravísima porque se da en un contexto de crisis profunda y con difícil salida, agudizada por la política de austeridad fiscal del gobierno que contrae la demanda del Estado y de los particulares, por lo cual no servirá para crear empleo sino para destruirlo mucho más. Sin duda obedece a los intereses de la burguesía española, de la burguesía de la Unión Europea y de toda la burguesía mundial, en la medida que tira a la baja las condiciones de los trabajadores/as de todos los países ricos.

Una contrarreforma que viene para quedarse hasta que el capital decida imponer algo todavía peor.

La CEOE aspira a conseguir mucho más en próximas medidas, porque efectivamente todavía pueden conseguir que se nos ponga cara de japoneses pero sin los derechos que les reconoce el toyotismo, o de chinos que están más de moda, no tienen derechos que recortar y además son "comunistas", para que no tengamos más motivos de queja.

Esta es la política que daría prioridad a la creación de empleo, de no abaratar el despido y fomentar el trabajo indefinido, prometida por el PP en su campaña electoral. ¡Hacen todo lo contrario! Una prueba más de que no podemos confiar en sus promesas y compromisos, que si hoy nos dicen que el futuro dentro de unos años será mejor, cuando la investigación nos indica lo contrario, es que saben que será mucho peor y preparan las cuerdas y el cuchillo para ello, que el altar ya lo pone el Mercado y habrá sindicatos dispuestos a apaciguarnos mientras nos llevan al sacrificio.

La burguesía busca aumentar siempre su tasa de ganancia. Unas veces esto pasa por mayor empleo, pero en tiempo de crisis y con un futuro oscuro, por reducirlo. Como dice el gobierno "algo teníamos que hacer" porque no saben hacer otra cosa para salir de la crisis.

Todo sea por adaptarse con "flexibilidad" a la flexibilidad de la economía (Juan Rosell, CEOE). Eufemismos para presentar como algo positivo (suena mejor flexibilidad que rigidez), lo que en realidad es adaptar al trabajador como un equilibrista en la cuerda floja (¡huy, qué torpe, se ha caído!) a las realidades caóticas (no flexibles) del capitalismo.

Sin duda con esta contrarreforma, va a quedar en evidencia más si cabe, que si hay un sector que corra riesgos en esta sociedad no es el del burgués, sino el del proletario.

Los sindicatos mayoritarios a nivel estatal, CCOO y UGT, se enfadan pero no se pronuncian sobre la convocatoria ni pronto ni tarde de una huelga general, irán sondeando el cabreo del proletariado, su capacidad de respuesta desbordando a los sindicatos y la necesidad de no desacreditarse más. Ignacio F. Toxo, secretario general de CCOO, con aparente candidez dice "han instrumentalizado interesada y retorcidamente el reciente acuerdo sobre empleo y negociación colectivo que suscribimos con los empresarios el pasado 25 de enero" ¡Pero si el menos informado pero con instinto de clase sabía que eso no iba a calmar a la fiera sino preparar el terreno para su ataque, cuando era transparente que la reforma laboral era la "madre" de todas las reformas, no para crear empleo, sino para ayudar al capital a salir de su crisis de plusvalía! El mismo presidente de la patronal CEOE, Juan Rosell lo dice comentando la ley del gobierno "También ha ayudado mucho el pacto que alcanzamos con los agentes sociales en enero sobre moderación salarial. Los sindicatos abrieron las puertas y facilitaron el paso." (El País, 12-2-2012). Toxo añade "conciben la crisis como una oportunidad para debilitar los derechos laborales y sociales de los trabajadores y trabajadoras" ¡Sorprendido como si fuese una novedad y algo que se pueda evitar sin una lucha de lo más decidida cuestionando el capitalismo! (Público, 12-2-2012).

Los sindicatos no rectificarán, es propio de su condición, pero nosotros ¿aprenderemos?

Los sindicalistas se quejan de que el gobierno no les haya tenido en cuenta a la hora de elaborar la ley, ni comunicado nada, cuando sí que ha habido una línea telefónica abierta con la patronal. El gobierno tiene tomada la medida a cada uno, sabe a quién sirve y qué lugar corresponde a sus intermediarios con el proletariado.

La contrarreforma laboral es una pieza fundamental para que el capital en su conjunto establezca unas reglas del juego acordes a lo que considera que es la actual relación de fuerzas en la lucha permanente, fría o caliente, con el proletariado, dándole mucho más poder del que tenía hasta ahora. La burguesía conoce la situación y prevé el futuro mejor que nosotros. Vivíamos engañados por los cuentos del "Estado de bienestar", el "Estado de derecho", los "derechos adquiridos", las "conquistas históricas". Todo eso no vale nada para el capitalismo cuando para seguir tirando adelante, como un viejo avaro senil, necesita sacrificarlo. Todo ese mundo se empieza a derrumbar ante nuestra mirada. Y no nos engañemos, es sólo el principio de lo que está por venir.

La burguesía mundial y europea, por boca de la OCDE, Comisión Europea, la señora Merkel y otros significados representantes, ya ha demostrado su satisfacción con la reforma porque va en la dirección correcta en la que, sin duda, según ello se deberá seguir profundizando.

Ahora los sindicatos CCOO y UGT van a probar si pueden llevar algunos artículos de la ley al Tribunal Constitucional. En sí no es erróneo, el peligro en manos de los sindicatos es que le den demasiada importancia a esta vía, que con ello sigan inculcando el respeto a leyes que por muy "sacrosantas" que sean pueden ser injustas, como lo es su origen social, el régimen asalariado del trabajo, y que condicionen los tiempos de lucha en las empresas y en la calle a la vía judicial. Lo que sea anticonstitucional, que lo quiten, y lo que respete la Constitución, ya que igualmente nos perjudica, también, al igual que el gobierno ha tumbado una ley anterior muy constitucional ella. Pero nosotros no vamos a depender de una sentencia judicial porque el factor que más va a decidir en el resultado, como siempre, va a ser el rechazo y la presión en las empresas y en la calle, porque la burguesía española e internacional apuestan mucho con esta ley, saben que está muchísimo en juego.

Los sindicatos CCOO y UGT, más que para calentar motores buscan tiempo para que se enfríe la indignación y empiece a cundir la resignación, porque de lo contrario, en vez de poner la convocatoria de huelga general en función de "lo que haga a partir de ahora el gobierno" (Toxo) (¿pretenden que se eche atrás por el miedo a la asistencia a las manifestaciones convocadas y a una huelga general que ya da por convocada, cuando dejan claro que sólo admitirán modificaciones en cuestiones técnicas, de detalle?) declararían su intención de convocarla cuanto antes y en tanto preparar a los trabajadores/as que por esa misma decisión se animarían a luchar, aunque la convocatoria sindical se quede como siempre corta y sea sobre todo un cortafuegos sindical a una lucha autónoma y de verdad. Toxo lo deja claro el 17 de febrero cuando en la sede de Izquierda Unidad dice que "el sindicalismo español no tiene como objetivo la convocatoria de una huelga general, y actuaremos según lo que haga el gobierno". ¿Qué agresión y situación del proletariado harían falta para que estos valientes defensores de la clase juzgasen necesaria y conveniente esa convocatoria? Méndez añade que la ley causará un gran perjuicio a las clases medias (¿?) ¿Será porque no afecta más al proletariado por lo que no hay que convocarla o ya no sabe ni distinguir entre las clases, armado de la sociología burguesa más barata? Izquierda Unida no sale al paso de tanta estupidez y les prestará su colaboración para presentar en el Congreso una impugnación de la ley por inconstitucionalidad.

Está claro, los trabajadores/as debemos ser capaces de aprovechar las convocatorias sindicales para desbordarlas e incluso tomar la iniciativa a nivel local y sectorial, organizándonos por nuestra cuenta, desde Asambleas, delegados, piquetes informativos. Si nos ponemos en sus manos, nos entregarán a la burguesía.

Debemos denunciar esta contrarreforma laboral y defendernos del ataque. Pero esta indefensión que crea debemos entenderla no como una vulneración de unas previas y justas relaciones laborales (Estatuto de los Trabajadores y sus reformas) como ahora nos quieren hacer creer con el discurso de que hasta esta ley, las relaciones entre patronal y trabajadores/as eran "equilibradas", "justas" etc. (PSOE), pues eso no ha existido ni existirá nunca con el capitalismo, sino como una vuelta de tuerca más en la estafa, régimen de explotación y opresión que en sí y siempre es el régimen asalariado del trabajo, y que sin su abolición, estaremos expuestos a más y más vueltas de tuerca a causa de la agravación de los problemas de capitalismo que no tiene otro modo de "ir tirando" que el de sacrificarnos.

En Euskadi y Navarra, los sindicatos de orientación nacionalista (ELA, LAB, ESK-CUIS, STEE-EILAS, ENNE...) anuncian convocatoria de huelga general para el 29 de marzo (día antes de que el Gobierno del PP presente los Presupuestos del Estado en el Congreso, sin duda con enormes recortes) .Veremos seguro alguna maniobra y desenfoque, pero al menos surge una iniciativa importante que se puede aprovechar para que el proletariado se exprese desbordando los límites que cualquier sindicato quiera imponer a la soberanía de las asambleas. Presionadas por sus bases, las direcciones de UGT y CCOO de Euskadi, han tenido que ceder y acordar que estudiarán unirse a la convocatoria del 29 de marzo. En Galicia, en sindicato CIGA, también ha convocado huelga general para el día 29 de marzo.

La iniciativa en Euskadi es un indicio de que el proletariado de Euskadi se encuentra más fuerte, gracias a su tradición de lucha, pero también a una situación económica más favorable, por una menor incidencia del desempleo y una importante capacidad exportadora de su industria, lo que significa una mayor carga de pedidos y que la burguesía se verá más afectada por un proceso de conflictos crecientes.

La alternativa al proletariado de Euskadi y Navarra de "protegernos" con un Marco Vasco de Relaciones Laborales y de Protección Social, que no dependa de Madrid, es una salida profundamente equivocada. El conjunto de la burguesía del Estado Español, la europea y mundial, tienen una estrategia, la de aprovechar la crisis para doblegar y abaratar al proletariado, de derrotarnos, para el futuro inmediato y por mucho tiempo. Esto debe hacerse entender esto al conjunto del proletariado (como intentamos en este documento). Pretender librarnos cada uno en su rincón porque -de momento- es algo menos desfavorable ahí la relación de fuerzas con la burguesía, es un autoengaño, pues se hace el juego al fraccionamiento del proletariado del Estado y mundial que busca la burguesía. Los griegos, los portugueses, los españoles, los italianos, luego los vascos, etc., cada uno por su lado cuando es una ofensiva contra todos y a la vez, aunque por tiempos. Luego irán más fácilmente a por los franceses que son "demasiado" fuertes por ahora, y finalmente a por los alemanes y también a los que falten, y posteriormente habrá una nueva ronda en cuanto les convenga y puedan. El divide y vencerás de toda la vida. Dejamos solos a los griegos, dejamos solos a los portugueses, nos quedamos solos y dejaremos solos a los italianos, y cada uno se encontrará solo. Como siempre, como ya lo vimos en momentos anteriores, por regiones o por ramas de la economía, por turnos, paquete por paquete, doblegar al proletariado. Por eso la solución es superar este aislamiento, y no, querer salvarse en un rincón, porque en la práctica, el resultado será como dejarse acorralar en la esquina del ring por el peso pesado de la burguesía mundial que presionará a la vasca (si vacila) como presiona a todas para que "cumpla" con la estrategia común a la burguesía alta y baja con liderazgo del gran capital, en especial alemán. Lo que ahora puede parecer una relación de fuerzas favorable, aislados del resto del proletariado del Estado, se convertirá en desfavorable. Lo que debe hacerse es difundir una estrategia de defensa con una orientación ofensiva (en la línea de lo que expondremos en este documento) lo más extensa posible, a todo el Estado y por encima de los estados.

No hay fuerzas para imponer ese Marco, por lo que el efecto real es facilitar la fragmentación del proletariado, esta vez por regiones o nacionalidades; y si las hubiese para eso, mejor destinarlas para la vía que de verdad nos va a fortalecer y unir. Si la convocatoria es un indicio de que el proletariado vasco es capaz de tomar la iniciativa adelantándose a los sindicatos de ámbito estatal, no debe ser con una orientación para "ir por su cuenta y separarse", sino para servir de referente al resto impulsándoles a luchar, juntos, como lo fue en gran medida el proletariado vasco-navarro en las luchas durante el franquismo.

Un modo de ser un referente es que está obligando a CCOO y UGT de Euskadi a sumarse a la convocatoria adelantada de Huelga General. Ese día 29 de marzo, si a CCOO y UGT del Estado todavía les quedase algo de sentido de la vergüenza ante quienes dicen representar y proteger (el oportunismo y las ganas de controlar y desinflar el movimiento se les supone), debiera ser el día de la Huelga General en todo el Estado, uniendo la lucha contra la contrarreforma laboral a toda la política del recortes del Estado, dado que esa fecha es la víspera de la presentación por el Gobierno del PP de los Presupuestos del Estado, lo cual también afecta a los estudiantes, por lo que conviene que se sumen a la huelga general con una nueva convocatoria del movimiento estudiantil, pues los recortes les afectan ya a ellos y la legislación laboral y el desempleo, para cuando quieran trabajar. Estas convocatorias y unida, permitirían dar un impulso a la resistencia a condición de no quedarse atadas a los sindicatos.

Esta es la única forma de protegernos. Si esto es pedir demasiado al sindicalismo, demostrará que todos son un obstáculo al verdadero progreso de nuestra lucha y nuestra unidad, únicas armas que tenemos para resistir y avanzar.

La burguesía nacionalista vasca representada sobre todo por el PNV ha pasado de las "reservas" a la ley, a la oposición (con enmiendas) porque abarata el despido y pone obstáculos a un marco de negociación vasco. Pero esa oposición sobre todo testimonial le resulta barata ya que así evita enconar a los sindicatos nacionalistas vascos sabiendo que el PP conseguirá convalidar la ley en el Parlamento. En tanto, las patronales vascas, apoyan la ley.

Es el mismo ataque el lanzado contra los vasco-navarros que contra los madrileños, catalanes, valencianos, gallegos, andaluces, etc., y contra los griegos, portugueses, italianos y de otros países europeos que también están sufriéndolos en una u otra medida, contra los trabajadores/as de la sanidad, los funcionarios, de la construcción, los jubilados, los estudiantes porque se juegan su futuro, etc. Su objetivo, el mismo, abaratar el coste para el capital del mantenimiento de la población trabajadora y aumentar la tasa de ganancia. No es tan difícil de comprender porque para más inri las medidas y los sectores atacados son en casi todas partes las mismas. Por tanto, no existe ninguna razón para luchar separados más que las que nos quieren imponer y todas para luchar unidos.

No terminamos de enterarnos de qué va esto, y cuanto más reducido es el mapa que manejamos, más se estrecha nuestra panorámica de la realidad. La salida no está en los "descuelgues" y en el nacionalismo entreguista por el "interés de España" de CCOO y UGT, pero tampoco en el pequeño nacionalismo como supuesta medida de "protección", sino como siempre, aunque parezca irreal, en la unidad de los trabajadores/as de todo el Estado, en el internacionalismo, contra los intereses internacionales y nacionales del conjunto de la burguesía, desde la alemana a la vasca o navarra ¡porque las burguesías sí que se están uniendo contra nosotros a pesar de su competencia y divergencias! Demuestran una capacidad de unión incomparablemente superior a la nuestra.

Cuando tenemos delante un frente unido de la burguesía mundial contra nosotros, decidido a derrotarnos y con las mismas armas, es cuando menos podemos permitirnos el lujo de ir separados a la lucha. Si no nos damos cuenta de esto, nos van a caer tantas, que no vamos a poder ni contarlas. Y si no quedamos sonados, nos daremos cuenta de lo sumamente idiotas que hemos sido, pero demasiado tarde. Así de claro porque nos jugamos es el presente y el futuro por muchos años.

El olvido del internacionalismo proletario en los hechos, ya nos condujo a derrotas anteriores y a terminar matándonos en la guerras mundiales; ahora abre las puertas a la ofensiva internacional de la burguesía.

Sin duda la vía internacionalista es complicada, pero más difícil la hacemos cuando de entrada se la descarta o rechaza, y en lugar de ir construyéndola con nuestro mensaje, orientación, propuestas, marchamos en la dirección contraria. ¿Cuántas pancartas o carteles -en inglés- de solidaridad con el proletariado griego, portugués, italiano y el que sea van a aparecer en las manifestaciones a cuenta de la reforma laboral? ¿Cuántas declaraciones de que nuestra lucha es la misma en todas partes, de que nuestros opresores son los mismos y de que las variantes de los ataques son mínimas? Empezar una vía internacionalista es tan fácil como esto, y de esas pequeñas iniciativas pueden surgir, con los medios de comunicación que hoy tan bien sabe aprovechar la juventud, grandes resultados. ¿Sabemos el impacto que puede tener en el proletariado griego o de otro país en lucha saber que en la otra parte del continente en manifestaciones de miles de trabajadores/as se han levantado un montón de carteles y pancartas acordándose de ellos, diciendo que somos hermanos de clase y que nuestra lucha es la misma? ¿Qué los manifestantes se han concentrado -sin tomar la iniciativa en violencias que sólo dan excusas a la represión- también ante la embajada griega -o del país que sea-, en señal de solidaridad por los ataques sociales y represivos? Ya no nos acordamos de lo que supuso en la lucha contra el régimen de Franco los actos de protesta en Francia, Italia y otros países contra los consejos de guerra del franquismo, como en diciembre de 1970, pero el efecto es muy real. La vía "fácil" que parece más realista es la menos realista cuando se comprende la dimensión de lo que está pasando y las posibilidades pequeñas o grandes que tenemos de ir en la buena dirección.

La venda que el nacionalismo de uno u otro signo es tan poderosa, que en el Estado Español, seguimos viviendo de espaldas a Portugal y mirando al resto de Europa. Pero los próximos en acusar una nueva ofensiva del capitalismo internacional pueden ser los trabajadores/as portugueses y deberíamos de mirar hacia allí, lo mismo que cuando, todavía bajo el franquismo, cayó la dictadura salazarista-caetanista (25 abril 1974) y dirigimos nuestra atención a la lucha del proletariado y campesinado portugués y ellos hicieron otro tanto cuando el franquismo pedía sangre en sus últimos consejos de guerra y reprimía al proletariado español.

Hoy los hombres se entusiasman por un partido de futbol. Podrá llegar el día en que sus corazones se inflamen porque mientras están luchando en la calle contra los ataques del capital y resistiendo las cargas policiales, en otro país, con un idioma diferente, hermanos de clase hacen lo mismo, también por ellos, y se comunican en directo alentándose mutuamente. Ese día, que no es para nada imposible, se habrá dado un salto en la humanidad que podrá cambiar el mundo. Hacia ahí debemos dirigirnos y no en la dirección contraria.

Que la reforma laboral forma parte de una estrategia internacional de la burguesía lo demuestra no sólo la reacción que ha tenido sino que en Italia también se disponga el gobierno a sacar adelante su propia reforma laboral y ya la hayan hecho en Portugal. Y todas tienen en común lo fundamental: facilitar y abaratar el despido y presionando así a la reducción de los costes salariales, echar debajo de un plumazo derechos conseguidos desde hace décadas e incluso desde la IIª Guerra Mundial, y que las "democracias" demuestran lo poco que realmente lo son, porque estas contrarreformas se toman a la carrera, sin la posibilidad de un debate social previo e incluso engañando sobre su contenido real como ha ocurrido en España. Son un "golpe de Estado" laboral.

Ahora el PSOE, en la oposición, juega a ponerse del lado de los trabajadores/as contra la contrarreforma laboral porque sabe que las medidas fundamentales y que reclama el capitalismo mundial, las puede imponer el PP, necesita ganar apoyo social para volver al gobierno, y espera hacer su labor a favor de la burguesía recuperando para el parlamentarismo, la vía judicial, y el sometimiento a los sindicatos, la protesta del proletariado.

Dejamos aquí la reforma laboral porque por los medios de comunicación y la campaña sindical, los trabajadores/as ya tendremos suficientes medios para enterarnos con bastante detalle de su contenido.

Retomando la reflexión sobre las convocatorias de Huelga General.

Debiera convocarse una Huelga General para todo el Estado el 29 de marzo, de trabajadores y estudiantes.

La Huelga General de trabajadores/as del sector público y privado y también de estudiantes, con la participación de los parados, el día 29 de marzo, debiera ser una huelga contra todos los ataques de la burguesía y el Estado, al salario, al empleo, al "Estado de bienestar" (educación, sanidad, subsidios, pensiones...) representados por todos los recortes y ataque sufridos hasta ahora, contra la contrarreforma laboral y los Presupuestos del Estado.

¡29 de marzo, Huelga General en todo el Estado. TRABAJADORES Y ESTUDIANTES, UNIDOS CONTRA TODOS LOS RECORTES EN DERECHOS Y EL PARO!

¡CONTRA EL ATAQUE GENERAL DE LA BURGUESÍA Y SU ESTADO, TODOS UNIDOS, TRABAJADORES Y ESTUDIANTES, DEL SECTOR PÚBLICO Y DEL PRIVADO, ACTIVOS Y EN PARO, DE TODOS LOS PUEBLOS DEL ESTADO!

¡NI UN PARADO SIN INGRESOS DEL ESTADO! ¡A QUIENES SE LES HA AGOTADO LA PRESTACIÓN, SU RENOVACIÓN HASTA QUE EXISTA UN EMPLEO PARA ELLOS!

¡CON NUESTROS SACRIFICIOS PRETENDÉIS REDUCIR LOS COSTES LABORALES, EDUCATIVOS Y SOCIALES PARA AUMENTAR LOS BENEFICIOS!

¡VUESTRA SALIDA A LA CRISIS ES RECUPERAR LOS BENEFICIOS A CUENTA DE NUESTROS SACRIFICIOS!

 

Independientemente de cuantas reivindicaciones se puedan conseguir, lo importante es que tengamos claro que no tenemos por qué sacrificar nuestras condiciones de vida y existencia, nuestros derechos adquiridos o pendientes, por una situación de la que es culpable el sistema capitalista y quienes están interesados en perpetuarlo, a nuestra costa. Si somos "realistas" al modo como ellos quieren, no tendremos más remedio que sacrificarnos.

 

Pero antes incluso que el 29 de marzo, tenemos otra cita.

El día 8 de marzo de 2012, día internacional de la mujer, pero ante todo, día internacional de la mujer trabajadora, debe tener más que nunca un contenido de clase proletario como lo tuvo en sus orígenes. Contra la discriminación de las mujeres, contra la violencia de género, contra las leyes y prácticas que pretenden condicionar el ejercicio de nuestra sexualidad a los intereses del dominio capitalista y masculino, contra la ofensiva de la burguesía mundial contra el proletariado que perjudicará en especial, como siempre, al sector más vulnerable, el de las mujeres, porque las necesidades de la reproducción y el cuidado de la vida son para el capital costes que pretenderá asumir lo menos posible, sobre todo en situación de crisis.

El 23 de febrero de 1917 (en nuestro calendario el 8 de marzo), las trabajadoras rusas, en plena Iª Guerra Mundial, se declararon en huelga por "el pan y la paz". Cuatro días después abdicaba el Zar y el Gobierno Provisional reconocía a las mujeres el derecho de voto, con lo que se puso en marcha el proceso que llevó a la revolución proletaria de octubre de 1917. Las mujeres hemos demostrado que podemos estar a la vanguardia del movimiento de los trabajadores/as, y cuando es tanto lo que nos jugamos, debemos estar en primera fila.

 

El próximo gran ataque ya se empieza a apuntar que será, lo solicita la "avanzada" burguesía catalana, el recorte del derecho de huelga. La reforma laboral ha abierto el apetito de la patronal, pide más, hasta cargarse el Estatuto de los Trabajadores, del que esta ley ya es una revisión. Ya están pensando en nuevas exigencias para tener derecho a la jubilación y sobre su cuantía. Y se oyen discursos feroces en las tribunas de las organizaciones patronales por parte de sus más destacados representantes contra las prestaciones por desempleo, para reducir su cuantía y tiempo, extremar los requisitos para obtenerla y facilitar su supresión a la primera oferta de empleo, "como si es en Laponia" y cobrando una miseria (José Luis Feito, presidente de la comisión económica de la CEOE, el 21-2-2012) y encima se lo toman a cachondeo cuando les hacen observaciones críticas. Los más mezquinos, insensibles, cínicos, desalmados y psicópatas de entre la burguesía empezarán a ver abierta la veda del proletario y buscarán ponerse a la cabeza de su clase.

 

Un hecho de actualidad nos da una idea de lo que podemos esperar, cuando tras la brutal represión policial contra una pacífica protesta de estudiantes (en su mayoría menores de 18 años, adolescentes e incluso niños) en Valencia, contra los recortes en la enseñanza y los impagos que les obligan a llevar mantas a clase porque no hay calefacción, y las previas actuaciones policiales, el jefe de la policía de Valencia, para justificarse, se refiere a ellos como "el enemigo" (¿se ha formado este señor en la Escuela de las Américas, en la doctrina del opositor al que aplicar el tratamiento militar como "enemigo interior"?), y los sindicatos policiales, en una típica reacción de "espíritu de cuerpo" represivo, cierran filas y obligan a las autoridades políticas, al ministro del Interior, que respaldaba en lo fundamental a la policía, a retractarse en cuanto a la existencia de posibles "excesos" policiales y explicar que en realidad se refería "de manera muy especial a los que cometen los radicales y violentos" (¡!), poniendo los requisitos legales por encima del derecho de manifestación espontánea y haciendo referencia como siempre al fantasma de la conspiración de los oponentes y subversivos violentos que en la sombra instigan, engañan y manipulan a los estudiantes ignorantes y descerebrados (El País, 22-2-2012). No mencionan que ellos sí son unos conspiradores, instigadores a la sumisión y sacrificio de la población, incluso con la violencia. Les hace falta muy poco para que se les salte el resorte de la porra mientras a las víctimas las acusan de violentas. Y encima con peticiones de prisión que van ¡de 1 a 3 años! Sin duda tienen de sobra merecida la repercusión internacional del caso y ningún motivo para ir de víctimas y defensores del "orden" para "garantizar los derechos ciudadanos", y bla bla bla. No habrá consideración si no la ganamos con nuestra resistencia, porque como ha demostrado este caso sólo así se consigue que den marcha atrás en la represión soltando a los detenidos y no reprimiendo con la misma intensidad, que el Gobierno central, y también el regional, se anden con más cuidado en evitación de males mayores para ellos. Al PP en el Gobierno central, que también ha tenido bajo su mandato a la Comunidad Valenciana desde 1995, a pesar de las acusaciones de corrupción y del desastre de las cuentas públicas, se le está rebelando la población durante mucho tiempo bastante pasiva. Pensaban que podrían actuar sin límite y el tiro les ha salido por la culata porque miles de personas ocupan las calles protestando contra los recortes, las autoridades del PP y la policía. Y ahí no ha terminado, porque los estudiantes han convocado una huelga general en toda España para el 29 de febrero, lo que ha dado lugar a grandes manifestaciones en la comunidad valencia, en Barcelona (más de 60.000 personas), Madrid, con una mayor participación de estudiantes de menor edad, de profesores y padres de alumnos, y con iniciativas como ocupar una emisora de radio (la SER en Barcelona) para leer un comunicado.

Esto nos demuestra también el gran potencial que tiene la lucha de los estudiantes, sobre todo si se unifica con la de todos los trabajadores/as, tanto del sector privado como público.

 

El PP en el Gobierno viene lanzando una campaña para presentar al PSOE como una fuerza que está detrás de la "agitación social" incluso con responsabilidad por la violencia en las calles. Si algún dirigente del PP se cree este discurso, sólo demuestra su pulsión dictatorial e inquisitorial, y ese punto paranoico y perseguidor propio de los reaccionarios más cegados por sus prejuicios e intereses. Los más cínicos y en contacto con la realidad saben que es mentira. Pero pretenden tres cosas: 1ª ante los sectores ideológicamente más atrasados de la población trabajadora, intimidarlos más, y demonizar al PSOE para que no se les ocurra votarle; 2ª lanzar el mensaje de que la calle no es un lugar legítimo para protestar y que todo debemos encauzarlo y dejarlo en manos del Parlamento donde, qué casualidad, el PP y sus aliados tienen la mayoría absoluta y por tanto todas las de ganar; 3ª y más importante, prestigiar al PSOE en la oposición para facilitarle la difícil tarea de intentar controlar y llevar a una vía muerta el movimiento de protesta estudiantil y proletario frente a los recortes.

La burguesía necesitaba que el PP y PSOE rinda a favor del capitalismo, cada uno en el papel que puede desempeñar mejor. En el gobierno debe haber un partido que no tema perder una base electoral proletaria, ese es el PP, porque no la tiene, aunque los haya que le voten. En la oposición, un partido con cierta influencia en los trabajadores/as, capaz de "radicalizar" su discurso para mejor ganar su confianza; este no podía ser el PP por mucho que desde la oposición se estuviese declarando últimamente "partido de los trabajadores" (la medida de su desvergüenza y señal de que hacía falta quien desde la oposición desempeñase ese papel), sino el PSOE. Con el PSOE en el gobierno y el PP en la oposición, el juego de "poli bueno y poli malo" no funciona bien, invertida las tornas, mejor.

El PSOE intenta prestigiarse después de haber atacado desde el gobierno y preparado el terreno para la subida del PP, porque no ha cumplido con todo lo que le exigía el capital, pero tampoco ha denunciado la ofensiva del capital internacional y lo que vendría con el PP, y le interesa aparecer en las protestas junto a los sindicatos de estudiantes y trabajadores, con vistas, sobre todo, a la alternancia en el gobierno cuando sea más útil a las necesidades del capital.

 

En los próximos Presupuestos del Estado habrá más recortes a cuenta de medidas drásticas de "austeridad presupuestaria". A este paso la suma de recortes va a equivaler a una amputación. Supondrán menos gastos sociales, empleo público, paro, descenso de la demanda solvente a cuenta de una reducción de los gastos de mantenimiento de la población trabajadora. El gobierno del PSOE se había comprometido con la Unión Europea a terminar 2011 con un déficit público del 6%, que claramente se ha incumplido. Cada décima del déficit equivale a 1.000 millones de euros. Los últimos datos (lunes 27 de febrero) revelan que el déficit real es del 8,5% (dos décimas por encima incluso por lo previsto por el PP en enero una vez en el gobierno). Para llegar al 4,4% deberían hacer un recorte de 44.000 millones de euros.

La reducción global de los costes salariales (directos, indirectos y diferidos) se logra con la política de austeridad en salarios, en inversiones del Estado (escuelas, hospitales, material sanitario...) y sus servicios públicos y gastos sociales (sanidad, educación, subsidios, jubilación...), que al reducir también la demanda solvente de la población trabajadora, provoca despidos en las micro, pequeñas y medianas empresas sobre todo, además de los que puedan darse en el sector público y en las grandes empresas, presionando más a la baja los salarios.

Sin embargo, la reducción de costes salariales no asegura mayor competitividad. Es muy difícil competir contra salarios como los que deben soportar el proletariado chino y de otros países asiáticos, norteafricanos, latinoamericanos o de los países del Este europeo. Salarios más bajos disminuyen además la demanda solvente interna, pero tanto a los productos nacionales como extranjeros. Si todos los países siguen la misma política para ser más competitivos en el mercado exterior, primero contraerán su mercado nacional, pero verán que el mercado de destino se ha contraído también por la reducción de los salarios en ese país. Si en todas partes se impone la austeridad en los salarios no hay a quien vender exportando. Incluso aunque alguna economía más fuerte, como la alemana, aumente su demanda interna (significaría subir salarios y costes, o el déficit del Estado), no sería suficiente para absorber lo de todos, y puede que las principales beneficiadas fuesen las grandes empresas alemanas que vía la producción en los países con salarios más bajos (por ejemplo, automóviles fabricados en España o países del Este y luego llevados a Alemania) sustituirían con el mercado interno unos mercados exteriores contraídos por el descenso de la demanda.

La Unión Europea absorbe el 40% de la oferta alemana, por lo cual, la recesión en Europa perjudicará la demanda de productos alemanes, pero el problema no será insuperable. Con la reducción de costes, a la industria alemana le va resultar más fácil vender en Brasil, China y otros países, por ejemplo, automóviles.

Alemania, a partir del 2000, tras los problemas creados por la unificación de las dos alemanias, se impuso una política de cierta austeridad en los salarios, aumento de impuestos al consumo para reducir el déficit (se había saltado el 3%), para lograr más competitividad beneficiándose de los bajos intereses del BCE que también impulsaban el consumo y la especulación en otros países europeos como los del Sur. Aunque redujese el consumo interno, podía exportar con tranquilidad y sus bancos beneficiarse de la especulación inmobiliaria en España a través de los créditos a la banca española y el circuito de las titulaciones de la especulación norteamericana. Pero ahora la situación es muy diferente y los demás países no pueden servirse de la receta alemana, porque Alemania también está amenazada por la recesión y no está interesada en financiar a otros países con su consumo privado y estatal, subiendo salarios, bajando impuestos o aumentando el gasto público. Hasta 2007 España tenía un bajo nivel de deuda, Alemania tardó cinco años en volver al 3% pero ahora presiona para que en un contexto internacional mucho peor los demás países hagan el esfuerzo -a costa de los trabajadores/as- con mucha mayor rapidez que ella tratándolos, ante su pueblo, de despilfarradores, cuando la deuda pública acumulada de Alemania supera el 80% del PIB mientras la española es del 70%.

Los países europeos de la zona euro, al no poder devaluar su propia moneda para lograr una ventaja competitiva por el tipo de cambio con otras favoreciendo así sus exportaciones, encareciendo las importaciones, fomentando el consumo de mercancías producidas en el propio país, forzosamente deben recurrir directamente a la reducción de los costes salariales. Eso es lo que pretende la ley de reforma laboral en España, una devaluación no de la moneda sino del valor de cambio del proletariado. Esta estrategia conviene sobre todo al gran capital internacionalizado, que así no sólo se hace más competitivo fuera, sino que internamente también reduce de verdad costos, no se pone dificultades cambiarias a la importación, y no se protege por el tipo de cambio a la burguesía media y pequeña que tiene en el consumo interno su principal o único mercado, con lo que favorece su eliminación por la reducción de la capacidad de consumo de los trabajadores/as, la competencia de la grandes empresas y con ello la concentración del capital.

Si actualmente hay una cierta especialización por países en los productos de mayor "valor añadido" (investigación, tecnología, trabajo cualificado), al orientarse todos hacia ese tipo de producción, porque la vía de únicamente reducir de costes salariales está perdida frente a potencias como China, India, Brasil, etc., se agudizará la competencia entre empresas y países y por tanto las tensiones entre Estados ricos. Esto es algo que no conviene a quienes tienen hoy la mayor ventaja competitiva, como es el caso, en la zona euro, de Alemania y otros países nórdicos. Que en España, los últimos gobiernos del PSOE y del PP hayan extendido el tijeretazo presupuestario al apoyo a la investigación científica y a la innovación empresarial sólo se entiende si se piensa en una presión ejercida por los países más poderosos para que España se resigne a su lugar en la actual división internacional del trabajo. División que se verá reforzada por la naciente y creciente tendencia en los jóvenes más cualificados a emigrar a países donde puedan ejercer con sus conocimientos y se les paguen salarios superiores a los españoles. Una visión que existe entre expertos alemanes es que España no debe volver a cometer la locura del "boom" inmobiliario, pero sí centrarse en aprovechar mejor sus posibilidades para el turismo. No hay que preocuparse, la bandeja ya nos la venderá su industria del metal. Con el socialismo habrá una especialización racional, pero nada que signifique generar una desigualdad social para que unos sean unos privilegiados.

En situación de crisis, con una reducción de la demanda privada (empresa y trabajadores/as) y con un presupuesto del Estado a la baja y una autolimitación del déficit por lo cual no puede utilizar los recursos keynesianos anti-cíclicos para estimular la demanda con sus inversiones y pedidos, seguro que se bajan los costes de mantenimiento de las masas trabajadoras, se hace más competitivo frente al resto del capitalismo mundial (EEUU, Japón, China...) e impulsa la concentración de capital, pero con un alto riesgo de lanzar el capitalismo por una pendiente sin freno al pasar de un largo ayuno a la anorexia.

La política de la zona euro de reducción drástica del déficit público, dado sus efectos secundarios indeseados para sectores importantes de la burguesía y más en unos países que en otros, debe entenderse también como el resultado de la relación de fuerzas entre el capital de los diferentes países, imponiéndose en este caso ante todo los intereses del gran capital alemán y un poco en segundo plano, el francés.

El cierre del grifo del crédito fácil y la reducción de costes salariales (interesa ante todo a grandes empresas dedicadas a la venta en el mercado externo) al reducir la demanda interna condenará sobre todo a microempresas, pequeñas y medianas empresas, salvándose las que con la reducción de costes se hayan hecho más competitivas. Eso provocará más paro con el consiguiente descenso de la demanda solvente que afectará en especial nuevamente a ese tipo de empresas, porque las grandes tienen más posibilidades de aguantar, tanto más si son ramas imprescindibles como la energía, alimentación, banca... La desaparición de empresas micro, pequeñas y medianas aumentará el poder de las grandes, la concentración del capital. Por ejemplo, en muy pocos años se está produciendo una gran concentración del sector de la industria agroalimentaria y de los grandes distribuidores de alimentos, a costa del proletariado agrícola y de la pequeña y mediana empresa.

La reducción de los costos salariales totales (en el sueldo directo, indirecto como sanidad y educación, diferido como el subsidio por desempleo o la pensión de jubilación) beneficia por tanto sobre todo al gran capital, es un medio para aumentar beneficios en especial si puede permitirse mantener precios altos por su posición casi de monopolio.

La reducción de los gastos sociales del Estado en servicios como educación, sanidad, pensiones, atención a personas dependientes, etc., la tendencia a su privatización, permitirá que el capital haga más negocio con esos servicios a la vez que reduce el salario total de los trabajadores/as. La suspensión de los servicios del Estado no aumentará sin embargo los salarios directos y con estos deberemos costearnos la enseñanza y seguro médico privados, planes de pensiones de la banca, etc. El resultado será que muchos no podremos hacerlo y deberemos conformarnos con servicios públicos de peor calidad que en la actualidad y los que puedan será pasando al capital una parte de su ya menguado salario, por un servicio que tampoco será mejor que hoy (véase el caso de los EEUU) pues la empresa que lo preste buscará ante todo el beneficio. Al obtener menos por nuestro salario, a cambio del mismo trabajo, de hecho se nos paga menos aunque se mantenga el mismo nominal, con lo cual ha aumentado la parte de trabajo no pagada, la plusvalía, aunque no haya una variación del beneficio nominal en la empresa que nos emplea, pero sí real porque si ahora nos pagase lo que corresponde, más para obtener lo mismo que antes, el beneficio sería menor. Significa a fin de cuenta que habrán disminuido los recursos destinados al proletariado por el capitalismo, que es de lo que se trataba. Otra desventaja es que nos dividirá, pues cada uno deberá "buscarse la vida" frente a las empresas de servicios (compañías de seguros médicos, bancos con fondos de pensiones, escuelas y universidades privadas, residencias de ancianos, etc.) y no podremos hacer frente común frente a la patronal y el Estado exigiendo unas mejores y mayores prestaciones sociales, fomentando de esta manera el individualismo y debilitándonos, lo que forma parte del plan de derrota.

Es una vuelta a la "economía real" que para el capital, necesitado de beneficios, sólo puede conseguirse, en última instancia, sacrificando los costes salariales totales, sea en el salario directo, en los gastos sociales, en todas las formas de mantener a los trabajadores/as.

La reducción de los gastos y personal en la educación, sanidad, servicios como hostelería, etc., disminuirá los costes salariales totales destinados por el capital a la población trabajadora. El aumento de la masa de parad@s presionará a la baja los salarios. Los recortes salariales y despidos en el sector público, el supuestamente privilegiado y seguro, deben abrir camino a todavía más sacrificios en el sector privado. El "Estado benefactor" y la "sociedad de consumo" para los trabajadores/s, quedarán reducidos a vestigios del pasado.

Pero a medio y largo plazo el efecto de estas medidas será la tendencia permanente del capitalismo a la sobreproducción que se agudizará al socavar la demanda solvente por el recorte a los costes salariales totales y al existir apenas mercados extra-capitalistas solventes (potencialmente quedaría algo del campesinado chino para la industria china, que también estando aprovechando África gracias a sus mercancías baratas), absolutamente incapaces de soportar una nueva fase expansiva del capitalismo como la que se conoció tras la II Guerra Mundial y no digamos, en el siglo XIX.

Si se diese un gran avance tecnológico que permitiese un aumento de la productividad, reduciendo los costes salariales, podría incluso hacer partícipe al proletariado, permitiendo que aumentase su consumo, pero persistiría en lo fundamental el problema de la demanda solvente porque todo el mundo está ya dominado por el capitalismo, no quedan mercados exteriores al mundo capitalista significativos, capaces de absorber el excedente de una producción mucho más elevada y que no pueden consumir las empresas, el Estado, la burguesía, el salario de los trabajadores/as y la pequeña burguesía integrada en el entramado del capitalismo. Ya veremos en otra sección de este texto como todos esos recursos ya los utilizó el capital entre el final de la IIª Guerra Mundial y la crisis de los 70, y los apuró al máximo con el endeudamiento y la globalización desde los 90 hasta esta crisis. Países que no hace mucho tiempo estaban muy subdesarrollados, debido a la expansión del capitalismo en busca de beneficios, han acabado por industrializarse y pasado a competir con las que han venido siendo primeras potencias industriales. Si no quiere padecer de la crisis de sobreproducción, padecerá de la crisis de sobreacumulación por un exceso de capacidad productiva, sin utilizar, que lastrará la tasa de ganancia. El capitalismo se ve condenado a fracasar por éxito.

El discurso sobre el pleno empleo ya ha pasado a la historia. Ya ni lo mencionan porque la perspectiva es a lo sumo la creación de empleo precario y de jornada reducida con un salario más reducido aun y con otra pérdida de derechos (ahí está el modelo alemán de los "mini-jobs" -mini empleos- que quieren exportar a todas partes para disfrazar las estadísticas de paro y abaratar el trabajo y que a la patronal CEOE le gustaría imponer en España). El uso creciente de maquinaria, la robotización y la informática, harán sobrante una mayor cantidad de capacidad de trabajo viva, tanto física como intelectual, cualificada.

La burguesía europea que exige crecientes sacrificios no olvida el discurso ritual sobre la creación de empleo con refritos de recetas de hace años (1997) que han servido para muy poco. En la cumbre europea del 30 de enero 2010 que acordó el déficit para 2020 que seguidamente comentaremos, se han hecho declaraciones de intenciones sobre la necesidad de fomentar el crecimiento y proyectos que por la prensa fiel han sido recibidos con bombo y platillo para crear falsas esperanzas, pero incluso algún comentarista nada sospechoso de radicalismo izquierdista las califica de tomadura de pelo y demagogia (Xavier Vidal-Folch, El País, 31 enero y 2 de febrero).

Con la capacidad productiva existente se podrían satisfacer las necesidades de todos, pudiendo destinar los esfuerzos humanos a la prestación de más servicios, como cuidados médicos, a los ancianos (envejecimiento de la población), etc. Con una buena planificación, conseguiríamos reducir del tiempo laboral anual sin disminución del nivel de vida. Esto sería una economía organizada y al servicio de los trabajadores/as.

Pero esto no es factible en el capitalismo pues su finalidad no es administrar la capacidad de trabajo existente para obtener los bienes y servicios necesarios para todos a la vez que se procura reducir el tiempo de trabajo, sino algo retorcido y perverso, conseguir beneficios, dinero, para obtener más beneficios, y eso exige una gestión de los recursos materiales y humanos muy diferente: unos trabajan más por menos, otros trabajan menos pero por mucho menos, y el resto sobrante empeora más y más sus condiciones de vida; con un conflicto permanente entre la necesidad reducir al máximo los costes de mantenimiento del trabajador (para producir trabajo no pagado o plusvalía) y tener consumidores solventes (para realizar, con la venta, la plusvalía en forma de beneficio).

 

Y esto es sólo el comienzo.

La burguesía de la zona euro, con visión estratégica, ha acordado (30-01-2012) aprobar en cada país miembro en muy poco tiempo (no en 2019) mediante reformas constitucionales, la llamada regla de oro del Tratado Intergubernamental, consistente en que el déficit estructural anual del Estado no sobrepase el 0,5% del PIB a partir de 2020, con sanciones muy importantes en caso de incumplimiento. Ya el 29 de agosto de 2011 en España, el PP y el PSOE (todavía en el gobierno) acordaron para la próxima reforma del artículo 135 de la Constitución, que ésta se remitiría a lo que acordase la Unión Europea, pero adelantándose lo fijaron en el 0,.4% del PIB, "déficit estructural global máximo" repartiéndose en un 0,26% para el gobierno central, 0,14% comunidades autónomas, y 0,0% entidades locales o ayuntamientos, y que para considerar ese saldo estructural no se tendría en cuenta "los ingresos y gastos públicos relacionados con las expansiones y recesiones normales de los ciclos económicos, garantizando así la sostenibilidad a largo plazo de los servicios públicos esenciales". Entiéndase que "servicios públicos esenciales" no es lo mismos que todos los gastos sociales. Pero una vez en el gobierno el PP quiere imponer el "equilibrio o superávit" es decir, déficit cero para todos, y el 0,4% será en caso muy excepcionales como reformas estructurales con efectos presupuestarios a largo plazo, catástrofes, recesiones económicas o emergencias, es decir, que ni siquiera una época expansiva permitiría llegar al 0,4%, ni siquiera para mantener servicios públicos, pues el déficit sería el 0,0%.

Discusiones menores aparte, aunque tengan su relevancia en la práctica, el PSOE y la socialdemocracia europea saben que con este acuerdo, sea el 0,5% o el 0,4% y se interprete como sea, han sentenciado el "Estado de bienestar" especialmente en los países más débiles de la UE, vistas las perspectivas de la crisis y del futuro a medio plazo, y la política fiscal imperante que cargará los impuestos sobre todo en los trabajadores/as y la pequeña burguesía. La socialdemocracia ya dejó de ser un peligro para el capitalismo desde principios del siglo XX como muy tarde. Después abandonó lo que le podía quedar de retórica marxista y se limitó a cultivar el "Estado de bienestar" pasando a sacrificarlo al "neoliberalismo" capitalista desde hace tiempo y más a partir de ahora.

El acuerdo de la burguesía de la zona euro tiene relación, aunque no lo digan, con las previsiones para las próximas décadas, porque ese déficit se conseguirá recortando los gastos sociales y con ello los gastos totales de mantenimiento de la población trabajadora, o lo que es lo mismo, el salario total (menos salario indirecto y diferido del Estado acompañado al inferior directo en las empresas).

Para la década de 2030 se avecina un aumento brutal de los costes energéticos, por su escasez y complejidad debido al final de la era del petróleo (próxima del gas natural y del carbón).

Se prevé que la electricidad (aportada ahora también por la energía eólica, solar y termosolar) tendrá un peso mucho mayor que hoy entre los recursos energéticos, pero para 2030 su coste habrá aumentado un 50% con respecto a 2005. Y hay previsiones de que para 2050 la subida del precio de la electricidad podría llegar a duplicarse (El País, "Bruselas busca la fuente de energía perfecta", lunes 12 diciembre 2011). A partir de 2050 el panorama del petróleo, gas natural, uranio, carbón, será desolador.

La crisis del petróleo de 1973 y 1979 (su encarecimiento) será recordada como un ligero constipado, con nostalgia. Entonces sirvió para desviar la atención de la verdadera crisis, la de sobreproducción de mercancías, agotamiento de mercados solventes, bajada de la tasa de ganancia, ya avistada en 1967, y para echar la culpa de sus consecuencias a los países de la OPEP, en particular, a los árabes. La especialidad de la burguesía, buscar cabezas de turco para desviar la atención de las verdaderas causas: el régimen asalariado del trabajo.

Y con la futura crisis, querrán culpar a las limitaciones de la Naturaleza, las dificultades técnicas, los costes, etc., en lugar de al sistema despilfarrador que nos conducirá a eso, porque percibe los combustibles como mercancías y meros costes en la tarea de explotar el trabajo vivo, en lugar de recursos que la Humanidad debe gestionar pensando también en su porvenir.

Esa futura crisis de la energía (escasez y encarecimiento) en los términos de las cuentas del capital se traducirá en un aumento de los costes de todo lo que depende de la energía y por tanto de los precios. En épocas previas importantes inversiones en mejoras en materias primas, energía, maquinaria, etc., se veían compensadas por una mayor productividad y por tanto explotación efectiva del trabajo vivo. Ello permitía un reparto desigual de las ventajas del aumento de la productividad, dando más beneficios al capital por el aumento del trabajo no pagado -plusvalía- pero también una mejora en el nivel de vida del proletariado por el abaratamiento de las mercancías. Incluso se llegaba a un abaratamiento de los medios de producción gracias a su mayor producción, a la extensión del aumento de la productividad que también afectaba a su generación.

En lo esencial, podemos decir que una jornada laboral se divide en tres partes: los costes de capital (pabellones, energía, materias primas, maquinaria...), los costes laborales (salario directo, indirecto y diferido) y el beneficio. El salario cubre el valor de lo que cuesta mantener al trabajador/a. Sin embargo su trabajo tiene un valor superior al de su mantenimiento. Pero este valor que excede no se le paga y corresponde -en este símil- a la tercera parte de la jornada, la del beneficio. Ese plusvalor no pagado, origen de la ganancia, se llama plusvalía. He aquí el secreto del beneficio que la burguesía está tan interesada en negar.

Si a causa de la crisis de la energía aumentan todos los costes (de capital y laborales) y se obtiene la misma producción, se reduce la parte de la jornada no pagada al proletariado y con ella el margen del beneficio. El capital deberá compensarlo con una disminución del salario y un aumento de la jornada e incluso de los días laborales, obteniendo así una mayor explotación del trabajo.

Para amortiguar el impacto de los costes sobre los beneficios, el capital necesita reducir los costes totales del mantenimiento del proletariado. No se puede conformar con disminuir cada vez más desde ahora el salario directo y aumentar los impuestos a los trabajadores/as. De ahí el interés por suprimir lo más posible desde ahora los gastos sociales del "Estado de bienestar" para llegar a la década de los 30 en mejores condiciones para el beneficio.

El pacto de contención salarial firmado en España entre los dos principales sindicatos y la patronal (25-1-2012) antes mencionado, tiene un aspecto muy interesante relativo al aumento del coste de la energía que parece un preludio de lo que vendrá en el futuro. Aceptan los sindicatos que si el coste de la vida sube más del 2%, pero el petróleo lo ha hecho en más de un 10% en el año, se reste al índice del coste de la vida lo que aportan los carburantes y los combustibles, de modo que el índice que se tomará como referencia para las revisiones salariales no será el real, sino el amañado al eliminar el aumento del coste en combustible. La revisión ya no será sólo por debajo de la inflación real, sino por referencia a una inflación falseada a la baja (El País, 25-01-2012).

Esto es un indicio más de que lo que ya está ocurriendo forma parte de un plan estratégico de la burguesía que también tiene en cuenta el escenario de la década de 2030 de la crisis energética con aumento de costes sin contrapartida en productividad. Y ya vemos el papel que están dispuestos a jugar los representantes sindicales. ¡Para que vayamos espabilando y teniendo una visión estratégica!

Para la década de los 30 debiera ser un residuo el "Estado de bienestar" generado durante los "30 gloriosos".

Esa época revelará claramente lo engañosa que es la impresión surgida sobre todo en los países ricos de que se ha superado la centralidad de la industria en el capitalismo, debido al desarrollo del sector servicios y a la deslocalización de la industria trasladada a otros países que permiten más beneficios. A grandes rasgos se puede decir que es en la industria donde se extrae la plusvalía y salvo el sector servicios que es auxiliar en esa explotación (financiero, administración, asesoramiento jurídico del capital, seguros, transporte de mercancías, cuerpos represivos...) el resto de los servicios corresponde sobre todo al coste en el mantenimiento de la fuerza de trabajo (desde la sanidad, hasta el ocio) y por ello es, para el capital, más prescindible o reducible. Recordemos el caso, excepcional por extremo, de la explotación por los nazis del trabajo esclavo en industrias clave para el esfuerzo militar, pura extracción de trabajo no pagado hasta la muerte por agotamiento de los trabajadores/as.

Pero eso agudizará el circulo vicioso de una menor capacidad de consumo de los trabajadores/as (menos salario real, menos tiempo libre para dedicar al consumo), mayores dificultades para la venta de toda la producción, que no se podrá compensar totalmente con el aumento del consumo de lujo por la burguesía; por tanto el germen de crisis repetidas y crecientes de sobreproducción de mercancías con respecto a la demanda solvente o de sobreacumulación de capital al que no se le saca todo el rendimiento, de dinero que no encuentra en la producción una inversión atractiva, lo que pretenderá eludir con la especulación, en particular de burbujas tecnológicas prometedoras de bajos costes en la energía y maravillosos aumentos de la productividad, que acabarán estallando y agravando la crisis latente.

Será la fase de Decrecimiento capitalista: escasez y encarecimiento de energía y materias primas, también del crédito ante unas malas perspectivas de futuro, reducción de salarios, cierre de pequeñas y medianas empresas, mercados solventes (con dinero) estrechándose, contracción del capitalismo, máxima concentración del capital (mucha menos pequeña y media burguesía), enorme tasa de desempleo o subempleo, miseria y hambrunas.

El futuro de las mujeres, con esta perspectiva de evolución del capitalismo, también puede empeorar notablemente. Lo mismo que se perderían derechos históricos del conjunto de proletariado, podríamos conocer un retroceso en particular de los femeninos. Con el capitalismo no hay garantías de conquistas para siempre. Ante el alto nivel de paro y subempleo, que castiga en especial a las mujeres, no sería la primera vez que se empujase a las mujeres a la "vuelta al hogar" o a conformarse con empleos a tiempo parcial y salarios mínimos con la excusa de "conciliar" la vida laboral y familiar. Esta división y discriminación dentro del proletariado contribuiría a su debilitamiento y derrota al desviar a esa "solución" del paro lo que debiera ser el cuestionamiento del régimen asalariado del trabajo y desviar el resentimiento social de los varones contra el capital hacia el dominio de las mujeres. El trabajo femenino doméstico, como trabajo no reconocido, facilitaría la reducción de los costes de mantenimiento del proletariado masculino y por tanto el aumento de la plusvalía. Además, el envejecimiento de la población podría llevar a presionar a las mujeres para tener más hijos y desde antes, sobre todo si se prevé en un horizonte de dos décadas una intensificación de las tensiones internacionales en la lucha por recursos y mercados, para disponer de hombres y mujeres jóvenes para la guerra. El peso que en algunos países occidentales pueda seguir teniendo el islam (Francia, Gran Bretaña, Alemania...), podría convertir algunas de sus pretensiones patriarcales no en algo trasnochado, sino funcional a los nuevos tiempos, apoyado por el cristianismo, en particular el católico, y su política sexual y familiar. El aborto puede ser prohibido. Dada la liquidación del Estado de bienestar, las viudas volverían a quedar amparadas sólo con una miseria y la protección de su descendencia. Si para el conjunto del proletariado el capital no garantiza la permanencia de las conquistas que ha costado décadas alcanzar, tampoco para su sector femenino.

 

 

Y esto no es lo peor.

Como la burguesía mundial viene demostrando una y otra vez, la última, el fracaso de la Cumbre del Clima de Durban (Sudáfrica), el imperativo del beneficio sobre las necesidades humanas y la vida en el planeta, hace imposible que sea capaz de enfrentar la crisis medioambiental del Cambio Climático, con las consecuencias que ello acarreará también sobre los recursos mundiales (agua dulce, agricultura, etc.), las consiguientes catástrofes económicas y sociales y el riesgo de guerra por la escasez de esos recursos.

Si estamos viviendo una gran crisis, el fin de una era, lo que se nos vendrá encima si no lo impedimos es la Mega-Crisis de la civilización capitalista.

Aunque ahora no lo parezca, ya tenemos un precedente reciente con la invasión de los EEUU en Irak motivada sobre todo por el petróleo y el afán hegemonista de los EEUU, y los múltiples casos en décadas anteriores, incluidas dos guerras mundiales, como para prever el aumento de tensiones entre países y potencias por asegurarse el abastecimiento de recursos energéticos, alimentos, agua dulce, minerales raros, mercados para su producción..., que se puede trasladar al plano militar, disponiendo de las armas de destrucción masiva que ya conocemos y las que puedan surgir en tanto (lo último, la posibilidad de convertir el virus aviar H5N1 en un agente pandémico mortífero, el arma biológica final que ni la ciencia-ficción había imaginado -El País, 5-2-2012-). Se empieza aceptando los recortes por la "competitividad" y se puede terminar aceptando que te sieguen la vida por la "rivalidad" armada. Para todo ello necesitan un grado importante de sometimiento de la población al "interés nacional" que permita arrastrarla a los esfuerzos y sacrificios, tanto económicos como de la guerra.

Los sectores más lúcidos y formados de la burguesía son conscientes de este horizonte y de la necesidad de empezar a asestar desde ahora al proletariado y las masas trabajadoras de todo el mundo una gran derrota para imponerlo y seguir ellos disfrutando de su posición privilegiada y de dominio. Lo hicieron con el "neoliberalismo" y la globalización. Esto no lo van a dejar a la improvisación sobre la marcha. Las pruebas más evidentes son la subordinación de los salarios a los costes de los combustibles, los planes de reducción del déficit del Estado (contra los gastos sociales) y las contrarreformas en el "mercado de trabajo" (salarios, productividad, flexibilidad, negociación colectiva, contratación, indemnizaciones...) para las que ya se dan unos plazos y que deben instaurarse en las constituciones y leyes en poco tiempo.

No nos dejemos engañar por los "expertos" y tecnócratas de la burguesía. Ellos, desde las grandes empresas, agencias de calificación, bancos centrales -incluido el BCEuropeo-, FMI, Banco Mundial, OCDE, gobiernos y premios Nobel de economía... nos han conducido hasta esto a pesar de las señales de alarma y avisos de muchos. Presos del imperativo del beneficio que impone la Mercancía e incentivados por su codicia, nos llevarán hasta donde nos tememos porque sólo se puede prolongar la decadencia del capitalismo senil a costa de vampirizar a la Humanidad y provocar la metástasis cancerosa para el planeta con la degradación medioambiental y el Cambio Climático.

En los años 90 los apologistas del capitalismo pretendían que con él ya había llegado el "fin de la historia" como si tuviésemos capitalismo por la eternidad. Hoy ya reconocen muchos que el capitalismo tiene los siglos contados. Muy malo sería nuestro futuro si tan largo se lo fiásemos. Ha demostrado hasta la saciedad, a costa de las penalidades de la mayoría de la Humanidad y sobre millones de muertos en represiones, guerras y hambrunas que es un sistema que debe tener los siglos contados, pero hacia atrás, porque con lo que nos puede causar en el presente siglo, no debe pasar de ahí, ni siquiera de la década de los 50, al menos en gran parte del planeta. Todavía la mayoría de la población no lo juzga así por falta de perspectiva histórica, pues apenas sentimos el coste que viene suponiendo el capitalismo para la Humanidad porque los muertos no pueden quejarse. Por eso es importante que recuperemos nuestra memoria histórica.

El capitalismo no tiene remedio porque por muchas reformas que se le hagan conserva lo substancial y que determina lo principal de su funcionamiento, es decir, el régimen asalariado del trabajo, el beneficio a partir del trabajo no pagado. Esto, que es a la vez la cualidad (acumulación genera crecimiento), el pecado original y el límite histórico a la existencia del capitalismo (insuficiente demanda solvente, tasa de ganancia que tiende a reducirse con inversiones crecientes, ausencia de planificación centralizada democrática que condena al caos del mercado o del burocratismo estatal), antes o después provoca crisis económicas que esencialmente son el mismo fenómeno, una crisis en la explotación del trabajo no pagado o plusvalía, pero que tiene diferentes facetas, según se observe y según destaque una de ellas, con muchas combinaciones posibles según el proceso histórico concreto. Estas facetas son: sobreacumulación, sobreproducción, financiera.

La sobreacumulación de capital, o nivel de inversiones que no consigue la tasa de ganancia (masa de beneficio por trabajo no pagado dividido entre la inversión total -medios de producción y salarios por trabajo vivo-) buscada y que está infrautilizado, por tanto es un capital acumulado excesivo para las posibilidades de revalorización del capital. El aumento de la inversión no suele ser tanto en trabajo vivo, como en plantas y maquinaria cada vez más sofisticada, muchas veces más cara, cuyas ventajas en aumento de productividad, aunque efectivamente incremente el trabajo no pagado (la masa de ganancia, al aumentar la tasa de plusvalía o sea la relación entre trabajo no pagado y sí, es decir, la tasa de explotación), pueden no ser suficientes para mantener o ascender la tasa (porcentaje) de ganancia (con respecto al total de la inversión). Sobre todo si los trabajadores/as consiguen con su presión aumentos de salario que recortan el trabajo no pagado extra logrado por el aumento de la productividad, de modo que incluso habiendo aumentado la tasa de explotación, la masa de ganancia, no se consigue mantener ni ascender la tasa de ganancia y compensar la mayor inversión total. O porque no se puede aprovechar toda la capacidad productiva existente debido a la situación de un mercado ya saturado o limitado para esa mercancía en concreto. El capital, no busca sólo aumentar la masa de sus ganancias, sino aumentar el porcentaje (tasa) de ganancia con respecto a la inversión total. Cuando esto no se logra, se desincentiva la inversión y se busca cómo obtener la tasa previa.

Esto lleva al cese de la inversión, lo cual se traduce en cese de la producción, despidos de trabajadores/as que a su vez desaparecen como demanda solvente lo que impide que se puedan vender todas las mercancías que ya se han producido (en el mercado se muestra como sobreproducción en relación a la demanda solvente), lo que a su vez provoca despidos de más trabajadores/as, que empresas y trabajadores/as no puedan pagar los préstamos a los bancos que dejan de dar crédito ante las perspectivas económicas (crisis financiera), que el Estado entre en déficit porque con la crisis no le entran ingresos y aumentan sus gastos (crisis fiscal), toda una reacción en cadena y generación de círculos viciosos. Cuando se ha eliminado suficiente competencia, abaratado los costes, en especial los salariales y se puede comprar a precio de saldo los medios de producción de la competencia e introducir innovaciones tecnológicas o en la organización del trabajo que favorezcan el incremento de la productividad, y a poder ser, se abre la posibilidad de vender en nuevos mercados exteriores gracias a una mayor competitividad en costes, se reúnen las condiciones para un relanzamiento.

Se da así la paradoja cruel nunca antes conocida por la Humanidad, de que cuando más recursos materiales existen (maquinaria, etc.), se destinan a la inactividad, los trabajadores/as no pueden utilizarlos y son condenados a empeorar grandemente sus condiciones de vida al no poder acceder por falta de salario ni a lo que ya está producido, por mucho que lo necesiten (alimentos, vestidos, vivienda...). En este sistema social la mayor escasez puede ser provocada por la mayor abundancia, a causa de que lo que da sentido a su existencia no es la satisfacción de las necesidades humanas con los recursos disponibles, sino conseguir ese subproducto que es el beneficio monetario. Afortunadamente el Mercado, nos dicen, escribe recto en renglones torcidos.

La crisis de sobreacumulación puede ser también expresión de una crisis de sobreproducción contenida. La sobreproducción se puede expresar en importantes stocks sin salida (mercancías almacenadas, viviendas terminadas y sin compradores suficientes...) o también, por ejemplo cuando se usa el sistema de "Justo a tiempo" que evita los stocks, en la ausencia de pedidos porque el mercado ya está saturado no quiere más. Lo que ocurre entonces es que existe una capacidad de producción que no se usa (exceso o infrautilización), tanto de maquinaria como de trabajo vivo, con lo cual bajará la tasa de ganancia, pues hay unos gastos fijos y sin embargo los beneficios se han reducido; se da por tanto una sobreacumulación de capital con respecto a los beneficios y las posibilidades de absorción del mercado.

La crisis de sobreacumulación también puede entenderse como la acumulación de capital que luchando contra la tendencia al descenso de la tasa de ganancia, para rentabilizarse aprovecha su capacidad productiva al punto que lo hace por encima de la demanda solvente, o crisis de sobreproducción, con lo cual no puede obtener el capital la tasa de ganancia prevista, por lo que existe una sobreacumulación de capital.

Aunque todas sean facetas más o menos acusadas del mismo fenómeno, si queremos diferenciarlas más podemos caracterizar cada una de ellas por lo siguiente.

La crisis de sobreacumulación es básicamente una crisis en la producción, extracción, de la plusvalía, de la tasa de ganancia. La crisis de sobreproducción, sin embargo, una vez obtenido el trabajo no pagado o plusvalía, es una crisis de realización de la misma, es decir, de conversión de un beneficio en estado latente, en un beneficio utilizable por el capital al transformarse en dinero gracias a la venta. La crisis financiera, es el resultado de responder a ambas crisis y lo específico es que se trata de una crisis en la circulación de la plusvalía, en forma de crédito y de su devolución, y de la pretensión de generación de más beneficio que sin embargo no tiene el respaldo de una plusvalía real.

Puede también decirse que en la esfera de la producción se manifiesta como sobreacumulación, en la del mercado como sobreproducción, y en la de la circulación del dinero, como financiera.

La sobreproducción de mercancías y servicios, a la que se llega por la detección de una sobreacumulación o porque no deteniéndose ahí, los diferentes capitales, con grandes inversiones que aumentan la productividad y que deben ser rentabilizadas con un incremento de la producción, compitiendo por aumentar la cuota de mercado y la tasa de ganancia, inunda el mercado que sin embargo no tiene una demanda solvente (con dinero) capaz de comprarlo todo, aunque puede que la población trabajadora tenga necesidad de ello. También puede ser por una desproporción entre los diferentes sectores (I y II) y ramas de la producción cuya razón puede ser un desajuste entre demanda y oferta por ausencia de una planificación, u obedecer a las urgencias de buscar beneficios, o al verse impulsado un sector por un proceso especulativo, como en el caso de las burbujas inmobiliarias ("el ladrillo") con la producción de viviendas, residencias, etc., que no tienen comprador solvente posible.

Sea cual sea la razón, la plusvalía, o trabajo no pagado, se produce durante el proceso de trabajo, pero es inútil para el capital si no se realiza en forma de dinero-beneficio con la venta; hay explotación en el trabajo, pero no hay beneficio al no venderse. Como al no venderse toda la producción no se recupera (completa o parcialmente) la parte del beneficio y tal vez ni toda la parte de los costes, no tiene sentido o ni siquiera se puede mantener el mismo volumen de producción, o para obtener un margen de beneficio hay que reducir la masa salarial, lo cual conduce a despidos en la plantilla. Por la imposibilidad de vender toda la producción se llega a un problema con la tasa de ganancia, inferior a la esperada, lo que desincentiva la inversión añadida y el uso de todo el potencial productivo (sobreacumulación). Al generalizarse esta "solución", el paro producido y los empleos nuevos que ya no se generan (los que terminan los estudios se convierten en demandantes de empleo), el paro reduce la demanda solvente generándose el círculo vicioso que lleva a nuevas restricciones de la producción y de los costes, que aumenta el paro que a su vez disminuye la demanda solvente y... Esto afecta también a la banca por los préstamos a las empresas, a los particulares y al Estado.

La incorporación de la mayor parte del planeta al sistema capitalista (la última fase, la globalización, China, India...) hace que se extingan los mercados exteriores al sistema (países semifeudales, como los propios de la época del imperialismo colonialista, campesinado independiente de los países desarrollados) que servían para absorber los excedentes de la producción invendible en los países capitalistas, con lo cual aumenta el riesgo latente y permanente de una crisis de sobreproducción. En el siglo XIX China se vio obligada por la fuerza de las armas incluso a comprar a los ingleses una droga como el opio que embrutecía a su población. Ahora es China la que invade el mundo (tanto Occidente como África) de mercancías competitivas y se dispone a aprovechar en lo posible su mercado interno campesino y proletario aunque para ello deba ceder algo a que aumenten sus ingresos.

La crisis financiera, bien como consecuencia de las anteriores o como factor inductor. Los bancos obtienen sus beneficios invirtiendo en empresas como otro accionista cualquiera y por tanto cobrando en los dividendos de los beneficios, plusvalía por el trabajo no pagado. Cuando prestan dinero a una empresa, lo hacen en buena parte con la plusvalía que permanece ingresada en el banco por sus clientes o por los ahorros de los trabajadores/as y clases medias. El interés que cobran es pagado por la empresa con la plusvalía de sus trabajadores/as. Si el prestatario es un trabajador/a para la compra de un vehículo o de una vivienda, el interés es una parte del salario, una forma de plusvalía. Otro tanto se pueden decir de las comisiones y otros cobros abusivos por diversos conceptos con los que los bancos cargan a sus clientes. También hay una parte no pagada del trabajo de sus propios empleados.

Por diversas causas que en última instancia remiten a la propiedad privada y la necesidad de explotar el trabajo vivo en un marco de competencia entre empresas capitalistas, los bancos pueden estar faltos de liquidez o de solvencia y por ello paralizarse el crédito a las empresas (no pueden cobrar por adelantado lo que les deben sus deudores, ni tomar a préstamo para pagar a sus proveedores, ni para abonar las nóminas de mes) y particulares, conduciendo a la crisis de la economía productiva.

Las crisis financieras también pueden provenir de un intento de evitar la de sobreproducción de bienes y servicios al aumentar la demanda solvente gracias al crédito a las empresas y los particulares; o de eludir la de sobreacumulación de capital desviando la inversión a mercados que ofrezcan la rentabilidad buscada.

El crédito a las empresas, a los particulares y al Estado alimenta la producción y el consumo. Llegado un punto, el crédito no es solicitado para una producción que no interesa comprar por su naturaleza o por excesiva, con lo cual no puede venderse o se hace a un precio inferior de tal modo que el capitalista no recupera ni el beneficio ni toda la inversión, por lo que no puede devolver el crédito. El trabajador/a o el pequeño burgués no pueden contraer más deudas ni devolver con sus ingresos todas las contraídas. Llega un momento en que la sobreproducción ya no puede ser ocultada por lo que ante la imposibilidad de los beneficios futuros previstos el sobreendeudamiento se hace evidente e insostenible. No existe el pago real, sino disfrazado tras un pago diferido, mediante la renegociación de las deudas, y esto a una escala monumental, como una gran burbuja del crédito. La ficción ya no se puede sostener más, los bancos dejan de dar crédito y se precipita la burbuja. O los salarios no pueden responder de la devolución de los préstamos y los intereses. Las empresas ya no pueden hacer frente a los vencimientos y la renegociación de las deudas se demuestra como una demora del impago, ganar tiempo al desastre que puede ser mayor por acumulación de deudas e intereses. El Estado endeudado (por mil motivos, como por ejemplo, la compra de armas) no puede devolver los préstamos y pagar intereses, con lo cual provoca pérdidas en los bancos. Si para pagar impone una política de austeridad, provoca la recesión económica al reducir los gastos productivos del Estado (contratos al sector de las infraestructuras, armamento, sector farmacéutico, etc.), la demanda solvente de funcionarios y trabajadores/as en sus salarios y por aumento de los impuestos, lo que puede acabar afectando a los bancos por el impago de los préstamos de los particulares y las empresas. Si los bancos no recuperan el dinero prestado, y aunque se queden con bienes en garantía, debido a su valor y desvalorización, entran en pérdidas. La desconfianza entre los bancos por su liquidez o solvencia paraliza el mercado de crédito interbancario. La situación general de la economía, los problemas de liquidez y de solvencia de los bancos, hace que se paralice el crédito a empresas y particulares, lo que lleva a una crisis manifiesta en el sector de la economía productiva.

Al apuntar el futuro a una crisis de sobreacumulación, tanto las empresas que no ven interesante reinvertir dada la tasa de ganancia que van a obtener, como los bancos, desvían la inversión a la especulación de determinados bienes (propiedad inmobiliaria, materias primas, alimentos...), derechos (acciones de sociedades, bonos del Estado) y productos financieros (la "ingeniería" financiera conocida con la actual crisis que ni los mismos banqueros entendían), generando burbujas de sobreproducción material (el "ladrillo") y/o de valoración (acciones, inmuebles, etc.). Todo parte de una sobrevaloración ficticia. Las acciones suben su valor por supuestas ganancias futuras por su "saneamiento" con reestructuraciones, eliminación de divisiones que generan pocos beneficios, o supuesto aumento de su competitividad con fusiones, o porque la demanda de su mercancía se supone al alza en mucho tiempo, como en las empresas del ladrillo durante el boom de una burbuja, o en las empresas con proyectos de innovación tecnológica, etc. Los que quieren ser especular con las accionistas piden prestado al banco con la intención de vender en poco tiempo con un buen beneficio. Pero la realidad acabará por imponerse. Nadie está dispuesto a pagar una locura por eso y empiezan a caer los precios según se produce la desbandada para no ser los últimos y quedarse sin recuperar la inversión; los activos financieros se revelan tóxicos, sin valor. El estallido de la burbuja causa estragos en toda la economía empezando a veces por los bancos que no recuperan los préstamos a los especuladores, o al generar una enorme desconfianza sobre el valor de los activos de cada banco que paraliza el crédito interbancario y la provisión de crédito en toda la economía (las empresas no reciben crédito para pagar los salarios, hacer sus pedidos, pagar sus deudas, bajan sus beneficios y recurren a los despidos...). En suma, la especulación en la economía productiva ("el ladrillo") y la llamada "economía de casino", que acaba hundiéndose porque al final se impone que el beneficio, en el mundo real, no en el juego del monopoly, para ser reconocido como tal por todos, no puede surgir de la caprichosa subida de precios, ni del valor-papel, ni de la máquina de imprimir billetes, sino de la riqueza real que sólo produce el trabajo, es decir, del no pagado o plusvalía. Si no hay trabajo no pagado suficiente para todos esos "inversores", la burbuja especulativa revienta, pero en el proceso arrastra también a la economía productiva, bien por estar implicada ("el ladrillo") o porque a través de los bancos, de la cadena de deudores y acreedores, vendedores y compradores, hay una relación que sólo con el tiempo se puede depurar y reparar, sobre todo a costa de la población trabajadora, es decir, del trabajo no pagado, volver a generar beneficios y compensar pérdidas.

Lo que tienen en común estas tres modalidades de la crisis y sus posibles combinaciones es que están provocadas por la búsqueda de beneficios, razón de ser del capitalismo, lo cual encuentra su potencial y sus límites en el régimen asalariado del trabajo, en la posibilidad de generar trabajo no pagado que dé suficiente beneficio a inversiones crecientes productivas y/o especulativas, y en la solvencia de los trabajadores/as como consumidores a quienes sólo se les ha pagado una parte de su trabajo. La salida de la crisis también está en poder aumentar ese trabajo no pagado gracias a la notable reducción de los costes salariales que permite la presión del ejército de parados, la inversión en otros países con una mano de obra más barata o incluso con inversiones menores en medios de producción, lo que permite una tasa de ganancia superior, y la conquista de nuevos mercados, bien por la desaparición de competidores en el mercado nacional o muchas veces en el extranjero, que provean de una demanda solvente.

La crisis del capitalismo es siempre, en última instancia, una crisis del régimen asalariado del trabajo, una crisis en la plusvalía, en su extracción y/o en su realización.

La crisis por tanto no es un problema de control de las inversiones (invertir demasiado) ni de la relación entre la oferta y demanda (sobreproducción), ni de una regularización insuficiente del sistema financiero (financiarización, "economía de casino"). Todo eso son síntomas inevitables, más o menos agudos, la superficie de un problema más de fondo que es el de la producción, realización y acumulación de la plusvalía, el régimen asalariado del trabajo. Es esto lo que hace que por mucho que después de una gran crisis la burguesía haga el mea culpa (si lo hace), en cuanto los negocios empiecen a ir bien, o si va mal pero ven perspectivas de que vayan mejor aunque sea por la vía de la especulación, se olvidarán de los desastres pasados, aflojarán las regulaciones, alimentarán una vez más una burbuja que estallará causando un desastre, porque la acumulación no puede detenerse si no quieren desaparecer en el mundo de la competencia. Y sus sesudos economistas, se olvidarán de las lecciones pasadas y sacaran los argumentos que hagan falta para justificar la nueva orientación hasta el siguiente desastre, porque lo suyo no es una ciencia auténtica, sino asesoramiento a los negocios, ocultamiento de la verdadera naturaleza del capitalismo y su justificación ideológica.

La crisis puede tomar muchas formas: una desproporción entre los sectores I (producción de medios de producción, como la maquinaria) y II (producción de bienes y servicios de consumo), en cuanto a la capacidad productiva utilizada, o en cuanto a la demanda efectiva para uno u otro, dependiendo del dinero circulante como demanda solvente y crédito. El sector II compra la maquinaria, etc. que produce el sector I. La burguesía y los trabajadores/as del sector I consumen lo que produce el sector II junto con la burguesía y trabajadores/as de ese sector, además de otras capas sociales y el Estado.

Como hay una tendencia a que la capacidad de producción total sobrepase la capacidad de consumo (solvente) de la población, el equilibrio entre los sectores I y II se logra bien porque el II compra todo lo que puede producir el I pero entonces el peligro está en una sobreproducción del sector II que acaba afectando a ambos (cese de pedidos al sector I, impago de deudas, despidos, menor consumo...); o bien no se da esa sobreproducción del II porque no compra todo lo que produce el I y entonces se da una sobreproducción del I, o si la evita, una infrautilización de la capacidad productiva del I que al reducir la tasa de ganancia conduce a una crisis de sobreacumulación del I que acaba afectando a ambos, porque los despidos en el sector I reducen la demanda de consumo del sector II, que a su vez hará menos pedidos al I...La intervención del sector financiero para eludir una u otra crisis, con el sobreendeudamiento y la desviación de la inversión a la especulación, no es una verdadera solución porque puede llevar a la crisis financiera.

También podríamos hablar de una crisis fiscal, del déficit del Estado, pero en sí no es una crisis capitalista, sino un subproducto de esa crisis.

La futura crisis de la década de 2030 tendrá un importante componente de crisis de sobreacumulación de capital porque resultará muy difícil mantener la misma tasa de ganancia cuando las inversiones crecientes sólo significan un aumento de los costes y no una mayor capacidad productiva por el mismo salario.

La burguesía, cuando se atisba una nueva crisis, por ejemplo por la generación de una burbuja especulativa, nos dice que "esta vez es distinto, no hay nada que temer" (siempre subirán los precios de los inmuebles, bla, bla, bla) y cuando padecemos una crisis, "sacrificándonos todos, saldremos de ésta, aprenderemos de los errores y el futuro será diferente, mucho mejor". Mentiras, siempre mentiras, porque al capitalismo no se le puede pedir lo que no es.

Con la llegada del Decrecimiento capitalista, tenemos una crisis del crecimiento, una pendiente de reducción de la producción por la escasez y carestía de recursos y, paradójicamente, sobreacumulación de capital y sobreproducción de mercancías en relación a la demanda solvente, feroz lucha entre los capitales por sobrevivir con recursos y mercados menguantes, mayor concentración del capital en unas cuantas empresas. El empobrecimiento de la población contrastará con el aumento del lujo de la burguesía que destinará a su consumo una parte mayor de la plusvalía dada su difícil rentabilización en la inversión.

Este fracaso del capitalismo es, como tantas veces, resultado de su éxito. Su dominio y expolio de la Naturaleza es tan brutal, que agota los recursos, deteriora el medio, produce efectos secundarios contraproducentes (las famosas externalidades de todo tipo) que se vuelven contra el sistema mismo, y lo que es peor, los seres humanos y el resto de la vida en el planeta.

Si este es el porvenir, no nos dejemos confundir por el embellecimiento del tiempo pasado que oculta cómo ha sido de verdad el capitalismo para engatusarnos con la promesa de un futuro supuestamente mejor.

 

 

5.- Las anteriores etapas del capitalismo. De la manufactura al toyotismo. Del libre mercado a la intervención del Estado. De las crisis de "juventud" a las de decadencia. Marx desenmascara el régimen asalariado del trabajo, el capitalismo. Guerras. Resistencias, revoluciones y derrotas proletarias. Armamentismo. Orígenes verdaderos de la actual crisis y sus manifestaciones en EEUU y España. De la "destrucción creativa" a la "destrucción y demencia". Crisis de sobreacumulación de capital, sobreproducción de mercancías, financiera.

 

Las diferentes etapas del capitalismo vienen caracterizadas por la relación entre la burguesía y el proletariado, la acumulación y concentración del capital, su expansión mundial, el grado de enfrentamiento con sus límites históricos y la resistencia proletaria. Es importante que conozcamos la historia de una nuestra clase, de cómo el capital ha luchado por someter a los trabajadores/as al régimen asalariado del trabajo, nuestra resistencia y lucha por liberarnos de nuestra condición de clase para el capital.

Desde la mitad del siglo XVI hasta el último tercio del XVIII la forma originaria de la producción capitalista fue la manufactura. En una primera fase consistía en agrupar en un taller a artesanos y trabajadores no cualificados bajo la dirección de un capitalista a cambio de un salario. Los artesanos realizaban su producto de principio a fin, por lo que controlaban el proceso de trabajo aunque fuese para un capitalista. En el tramo final del período, la burguesía a fin de controlar ella el proceso y aumentar la productividad, fraccionó las tareas de modo que el trabajador se dedicase a una de ellas. Esta tendencia fue llevada a sus últimas consecuencias en el último tercio del siglo XVIII con la revolución industrial en Inglaterra. El trabajador ya no se servía de una herramienta, sino que una máquina hacía la función de una o múltiples herramientas y el trabajador debía atenderla y ajustarse a sus necesidades de funcionamiento. Muchas tareas por tanto podían realizarlas trabajadores sin oficio por lo que se pudo utilizar a mujeres y niñ@s.

En este período el movimiento obrero empieza a dar sus primeros pasos y a buscar su camino. Aparece una resistencia y lucha contra el uso de las máquinas, el trabajo femenino e infantil. Se presentan diferentes propuestas de organización de una nueva sociedad (el llamado socialismo utópico). Empiezan a surgir organizaciones para conseguir mejores salarios y condiciones de trabajo, reformas legislativas y derechos políticos, electorales. Como el capitalismo estaba arrancando a diferentes velocidades en Europa y tenía pendientes la superación de los restos de la sociedad feudal, se da todavía momentos de alianza del proletariado con sectores radicalizados de la burguesía y pequeña burguesía. Los principales hitos son la limitación de la jornada laboral a 10 horas en Inglaterra (1847-8) si bien no en todas las ramas, y restricciones al trabajo infantil; la redacción y publicación por Marx y Engels del Manifiesto Comunista (1847-8) coincidiendo con las revoluciones democráticas radicales con protagonismo proletario de 1848 en varios países europeos, tras el estallido de la crisis económica de 1847; la jornada de 12 horas en Francia (gracias a la revolución de 1848).

Marx descubre la raíz del capitalismo en el régimen asalariado del trabajo y el beneficio del capital en la parte no pagada del trabajo realizado o plusvalía, que el salario no es el pago por el valor de todo el trabajo realizado, sino sólo por el que corresponde a lo que cuesta mantener al trabajador/a, demostrando así que toda esta civilización se sustenta en un gran engaño, en una estafa y en la violencia encubierta o descarada ejercida sobre todo por el Estado para asegurar que siga adelante, por lo que se revela ante todo como un instrumento del capital, no del supuesto bien común o expresión de la libre y verdadera voluntad popular.

Lo que en una sociedad de trabajadores/as sería no distribuir todo el fruto del trabajo realizado entre los partícipes, sino, según decisiones colectivas, ahorrar una parte para invertirla en más medios de trabajo para producir más bienes y servicios a la comunidad, en el capitalismo constituye el trabajo no pagado o plusvalía, el beneficio del que se apropia la burguesía para su consumo y para acumularlo al capital como inversión. Así el resultado del trabajo colectivo se convierte en propiedad de una minoría, sometido a sus criterios y conveniencia. La acumulación del trabajo colectivo expropiado, como capital, es la clave del crecimiento capitalista.

En su monumental obra, El Capital, desvela la verdadera naturaleza del capitalismo, su origen, evolución y límites históricos que lo condenan como civilización: la tendencia a la reducción del porcentaje de ganancia debido a las inversiones crecientes, y la reducción de los mercados solventes según todo el mundo se hace capitalista al desaparecer los mercados ajenos a esta civilización, lo que inevitablemente ocasionará crisis que se irán haciendo más profundas. Marx demuestra que el encargado de liquidarlo debe ser su principal víctima, sobre la que se sustenta, es decir, el proletariado. Desde entonces Marx se ha convertido en la pesadilla de la burguesía que se ha esforzado con múltiples teorías económicas y políticas por encubrir, disfrazar, la realidad puesta al descubierto por él. En la década de los 50 y 60 del siglo XX la burguesía creía que ya lo había enterrado con la "economía mixta" (mercado + Estado), pero estaba de vuelta con la crisis de los 70; pensó que lo había conseguido definitivamente con la globalización, pero ha retornado con más fuerza debido a esta enorme crisis, y no podrá quitárselo de encima nunca.

Desde 1848, los métodos de la revolución industrial se extienden desde Inglaterra a los principales países europeos, pero también se va a haciendo necesario un trabajador más cualificado. El proletariado va imponiendo reformas laborales y sociales, como reducir el trabajo infantil y obtener una escolarización aunque fuese muy elemental. La crisis de 1857-58 empuja a los trabajadores a la lucha. En 1864 se funda en Londres la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) o Primera Internacional, agrupando a sindicalistas, anarquistas, socialistas y marxistas de varios países. Aunque su influencia es menor de la que le atribuyen los policías y periodistas burgueses, va creciendo y juega un papel en la revolución centrada en París en 1871 que declara la Comuna (una organización del poder de obreros, artesanos y capas populares democrático radicales, que apuntaba a la desaparición del Estado previo desmantelamiento del Estado burgués) como reacción proletaria a la victoria alemana en la guerra (1870-1) que dio paso a un poder francés reaccionario de monárquicos y republicanos de derechas, representantes sobre todo de la alta burguesía (la Asamblea Nacional), que cargó sobre el pueblo las indemnizaciones a Alemania por la guerra y sus costos, llevándolo a la miseria, y exigió el desarme de la Guardia Nacional defensora de París (un ejército burgués transformado en milicia popular, algo similar a lo que en la revolución rusa de 1917 ocurriría con los Soviets de Soldados en el ejército). Fue aplastada con odio feroz en un baño de sangre por el resto del ejército francés con la colaboración del vencedor alemán (cediendo a prisioneros franceses), uniendo así a ambas burguesías frente al proletariado el cual sin embargo fue superando su inicial patriotismo y defensa del Estado burgués para pasar a demolerlo, como la Columna Vendome, monumento al chovinismo y militarismo francés, que la Comuna derribó y volvió a ser restaurada por la burguesía.

El capitalismo liberal, con la crisis de 1873, encontró sus límites en el mercado nacional y en el peligro revolucionario de los trabajadores/as demostrado por la Comuna. Por ello debió lanzarse definitivamente a la era del imperialismo colonialista, del reparto del mundo (África, Asia, influencia en Latinoamérica...), sus materias primas y mano de obra barata, mercados para su producción creciente, lo que constituyó una auténtica sangría de recursos naturales y humana para los pueblos objeto de esa "obra civilizadora". A partir de 1890 se desarrolla el capitalismo de los monopolios. La producción mecanizada y sin cualificación del trabajador/a coexiste con trabajadores con oficio, que aunque ya no eran como los artesanos de la manufactura, no habían sido sometidos totalmente por el maquinismo y por tanto conservaban una cierta autonomía en el proceso de producción frente a los encargados, jefes de taller y gerentes. Surgen nuevos empleos de técnicos, de administrativos en empresas privadas y como funcionarios del Estado, y en el comercio.

El aumento de la productividad gracias al maquinismo exigió de mayores mercados para absorberla. Permitió plantear la lucha por la jornada laboral de 8 horas, y otras reformas sociales y de derechos políticos. En 1889 se fundó la Segunda Internacional, de orientación social-demócrata. Venciendo numerosos obstáculos y persecuciones fue la edad dorada del sindicalismo, las cooperativas, círculos culturales y deportivos obreros, prensa obrera, lucha por derechos de asociación y representación política parlamentaria. Pero ya a finales de siglo apunta el declive del sindicalismo conforme se acerca una nueva época del capitalismo (la entrada en su decadencia) y de la lucha de clases lo que dio paso al anarcosindicalismo pero sobre todo a la invención de la organización asamblearia en soviets (consejos de trabajadores/as) que rivalizan en poder con el Estado y de la huelgas de masas sucesivas en la revolución rusa de 1905.

Pero esa superexplotación del trabajo, esos mercados y reparto del mundo se demostraron insuficientes y obsoletos cuando surgieron nuevas potencias económicas como Alemania y EEUU, que exigieron un nuevo reparto del trabajo no pagado, de los mercados. Al no poderse realizar esto pacíficamente, se hizo inevitable para todos ellos el recurso a la Iª Guerra Mundial (1914-18). Enfrentó como carne de cañón a los obreros, empleados y campesinos de gran parte del mundo y costó a la Humanidad entre 10 y 31 millones de personas si se tienen en cuenta los civiles. La degeneración burocrática y reformista de la IIª Internacional la llevó en la mayor parte de sus organizaciones a ponerse cada una del lado de su propio Estado, de su burguesía, con diversos pretextos, facilitando así la influencia del patrioterismo nacionalista en el proletariado. La mayoría del sindicalismo, también burocratizado, siguió la misma ruta de enfrentamiento entre el proletariado de los diversos países poniendo a los trabajadores/as en la retaguardia al servicio del esfuerzo de guerra. El internacionalismo proletario parecía definitivamente muerto. Pero el final de la Iª Guerra Mundial se aceleró gracias a la revoluciones rusas de febrero y octubre de 1917, basadas en la organización de obreros, campesinos y soldados en soviets y consejos de empresa, encabezada la última por los comunistas bolcheviques (opuestos a la guerra imperialista bajo cualquier bandera y excusa de "defensa de la patria"), y a las luchas proletarias en otros países, sobre todo Alemania e Italia, que dieron un nuevo aliento al internacionalismo proletario.

La revolución rusa de octubre (noviembre en nuestro calendario) de 1917, permitió al proletariado poner fin a la guerra imperialista. Dio el control de las empresas a los trabajadores, abolió la propiedad terrateniente entregando la tierra a los campesinos, reconoció a las nacionalidades oprimidas por el zarismo el derecho a independizarse, organizó el Estado en base a la organización democrática popular de los soviets. Pero la burguesía y los terratenientes provocaron la guerra civil, apoyados por los burgueses de las nacionalidades recién independizadas y las fuerzas invasoras de las potencias imperialistas. Las debilidades del proletariado, organizativas y de proyecto histórico, que era una pequeña minoría entre millones de campesinos, las concepciones erróneas y autoritarias de los bolcheviques sobre el papel del Partido y del Estado, pero sobre todo la sangría y catástrofe que supuso la guerra civil (el proletariado casi desapareció por su marcha al frente y las matanzas de la guerra, más el hundimiento de la industria), a lo que se añadió el aislamiento de la revolución en Rusia al no triunfar la revolución socialista en Alemania, Francia y otros países desarrollados, favoreció que en vez de avanzar en la transición al comunismo, retrocediese hacia la variante de Capitalismo de Estado, que acabó sometido al proletariado bajo el poder de un Partido Comunista bolchevique degenerado.

El capitalismo, al provocar una guerra mundial, la matanza y destrucción mayor jamás conocida en la historia, en el corazón mismo del sistema, entre los países más avanzados, anunciaba que definitivamente se había convertido en un obstáculo para la Humanidad y su futuro traería crisis y guerras cada vez peores. Las luchas revolucionarias del proletariado ponían de manifiesto que había empezado la era en la que al proletariado le correspondía derribar el capitalismo y el Estado que lo defiende si quería evitar los desastres que sin duda acarrearía y liberarse de él, junto con el resto de la Humanidad.

A consecuencia de esa matanza y destrucción, y de la necesidad de hacer frente al peligro proletario, el capitalismo empezó a dar un papel mayor al Estado para intentar regularse, en su propio beneficio, claro está. Esto se manifestó ya en la propia economía de guerra y también en el fascismo italiano y el desarrollo del Capitalismo de Estado en la URSS bajo el estalinismo, con un discurso en apariencia comunista que desorientó a los trabajadores/as de todo el mundo, tras degenerar la revolución rusa por su aislamiento y el autoritarismo del partido comunista bolchevique.

En los países más desarrollados, desde poco antes de la Iª GM, en las grandes industrias, se empieza a imponer una mayor explotación del trabajo gracias al incremento de la productividad al subordinarlo de forma más efectiva a la autoridad del capital, por medio de la división de tareas, control de movimientos y tiempos (cronometraje), descenso de salario y pago según rendimiento (primas). Esto fue el taylorismo (por su creador, F.W. Taylor), el inicio de la llamada "organización científica del trabajo", para disfrazar de neutralidad lo que es una estrategia de clase, pues dio un salto en la expropiación del saber obrero por el capital, en la división clasista del trabajo. Ahora se pasaba a la "mecanización" del trabajador/a mismo. Conociendo la empresa cuales son los procedimientos y tiempos necesarios, se reducen las posibilidades del trabajador de manipular en su beneficio el proceso de trabajo y de por tanto tener más fuerza en la negociación de sus condiciones laborales y salario. Y tareas que hasta entonces las realizaban los trabajadores con oficio, al fragmentarlas, estandarizarlas, simplificarlas, pueden efectuarlas productores con menos conocimientos profesionales. Todos tienen frente a ellos a los controladores (cronometradores, etc.) y los ingenieros.

Con la entrada del capitalismo en su fase de decadencia con la Iª Guerra Mundial y el final de ésta con luchas revolucionarias, lo que tiene delante el proletariado es la necesidad de una lucha por encima de la división de oficios, empresas y ramas, típica del sindicalismo y sus burocracias, con organizaciones asamblearias (consejos, soviets) con el fin de abolir el trabajo asalariado, como había mostrado la revolución rusa de 1917 retomando la experiencia soviética de la revolución de 1905. Esas luchas tienen su expresión más importante en Alemania, pero en sucesivas luchas hasta 1923, son derrotadas gracias a la colaboración de la burocracia de los sindicatos y de los socialdemócratas, que desde el gobierno hicieron el trabajo sucio a la burguesía al dirigir el baño de sangre contra el proletariado revolucionario, pasando así definitivamente al lado del capital (colaboración en la guerra y en la represión). La Tercera Internacional o Internacional Comunista, fundada en Moscú en 1919 con la intención de impulsar la revolución proletaria mundial y liberar a los pueblos oprimidos por el imperialismo, pronto vio condicionada su política por los intereses de la URSS, al degenerar el poder soviético controlado por los bolcheviques que habían impulsado la revolución, pero sobre todo por el estalinismo (llevando al extremo lo peor del bolchevismo y matando lo mejor) construyendo Capitalismo de Estado en lugar de socialismo.

Pero todo eso no fue suficiente para el capital. Tras la reconstrucción parcial que siguió a la guerra, sus crisis (en Alemania, hiperinflación, sobre todo entre 1921 y finales de 1923), en EEUU producción masiva de mercancías (fordismo), el aumento de sueldos y el crédito al consumo, que los trabajadores/as acaban por no poder comprar y la locura especulativa bursátil e inmobiliaria (nos recuerda a esta época), el capitalismo topó nuevamente con sus límites en la crisis de 1929. Ésta exigía más explotación del trabajo y un nuevo reparto de los mercados y del mundo, al resurgir el poderío económico alemán (orientado al armamentismo para activar la economía y conquistar Europa), una nueva potencia con Japón que quería controlar Asia contra los países occidentales (imperio británico, francés, holandés...), y los EEUU muy reforzados tras su victoria en la Iª Guerra Mundial de la que no sufrieron el impacto en su territorio y deseaban también suceder a los colonialistas en el control de Asia y predominar con su poder económico sobre Europa. La aplicación de nuevas políticas económicas en las que el Estado tenía un papel destacado (el New Deal en los EEUU, el nazismo en Alemania y fascismo en Italia, el imperialismo japonés), fue incapaz de sacar de la crisis y su principal virtud fue la de poder orientar la capacidad productiva hacia el armamentismo, porque estaba claro que los conflictos de intereses inter-imperialistas sólo podrían ser resueltos con un nuevo reparto del mundo, lo cual condujo a la IIª Guerra Mundial.

El objetivo de esta guerra era un nuevo reparto del mundo entre las potencias, apropiación de materias primas, mano de trabajo barata o esclavizada, la destrucción del potencial económico del competidor al privarle de esos factores y bombardeando sus empresas e infraestructuras. Y a ese fin servían las ideologías enfrentadas. Esta barbarie monstruosa fue aun peor que la anterior, porque no se detuvo la burguesía ante la explotación del trabajo esclavo de los presos de los campos de concentración, el exterminio de seres humanos ("sobrantes" para sus planes) por su condición de judíos (6 millones asesinados) o eslavos (especialmente polacos y de la URSS), el bombardeo de las ciudades alemanas con bombas incendiarias, de las japonesas con bombas de napalm y dos bombas (dos) atómicas. El eje nazi-fascista (Alemania, Italia, Japón, y sus satélites), las democracias y el estalinismo, todos variantes del régimen asalariado del trabajo en forma privada o estatal, compitieron en destructividad e inhumanidad. En la URSS se sacrificaron millones de personas en una guerra con orientación patriótica que no tenía intención de impulsar la revolución mundial, sino de transformar en Capitalismo de Estado a los países que cayesen bajo su influencia. Esto le costó a nuestra especie, entre 60 y 73 millones de personas, la mayor parte civiles. Muy pronto cada una de ellas no tendrá a nadie que las recuerde y quedarán reducidas a cifras, como las de la Iª GM. En esta ocasión el proletariado no pudo poder fin a la matanza, siendo enrolado en ella tras una u otra estrategia de la burguesía que también aprendió de la Iª GM y para prevenir las revueltas proletarias bombardeó en Alemania e Italia las principales ciudades industriales y zonas de potencial proletario de modo que los trabajadores/as tuviesen que estar centrados en la más básica supervivencia.

En julio de 1936, a causa del alzamiento militar contra la II República, para el proletariado español se abre y se cierra con rapidez una ventana de oportunidad de conquista del poder y demolición del Estado burgués. Pero gracias al estalinismo en la URSS, a la socialdemocracia y en parte al anarcosindicalismo, es recuperado pronto por la política antifascista que lo atrapa en la contradicción entre la burguesía liberal y la fascista, preludio del enfrentamiento inter-imperialista de la IIª Guerra Mundial que alistará al proletariado tras uno u otro bloque capitalista.

La primera mitad del siglo, había costado a la Humanidad, sólo contando las dos guerras mundiales y tomando las estimaciones mínimas, setenta millones de personas, víctimas de los efectos causados por este sistema social. Un régimen de trabajo clasista que en su funcionamiento es capaz de necesitar y producir semejante sangría humana sin contar los padecimientos de su marcha "pacífica", es un régimen que ya se ha convertido en una lacra para la Humanidad y no hay nada que pueda justificar su continuidad.

Se comprende que haya continuado porque la naturaleza humana es muy débil y poco sabia, es capaz de generar unas estructuras sociales enormes y sin embargo incapaz de controlarlas ni sus efectos sobre nosotros, y tampoco de rectificar a tiempo cuando se ve que eso no funciona como se necesita; tenemos un sentido demasiado individual y obtuso de los costes a la hora de decidirnos a poner fin a una situación, y los muertos, quienes más los habían pagado, ya no estaban para reclamar ningún cambio.

El período de tiempo que va entre 1914 y 1945 ha supuesto un retroceso histórico muy difícil de ser medido, por las crisis y las guerras, por el despilfarro y destrucción de bienes materiales, de la capacidad productiva de millones de trabajadores/as, por la degradación que ha supuesto en la psicología y la moralidad de las gentes, y porque a su vez generó un mundo que seguirá causando enormes problemas a la Humanidad. Y de esto no puede dar la medida el PIB ni la contabilidad burguesa que se orienta sobre todo a documentar los costes y beneficios y a ese fin es lo mismo tomar en consideración el precio de un tanque que de los alimentos, o como decía aquél, abrir un agujero que cerrarlo. Que un sistema social, en vez de ser un medio para progresar, se convierta en un vehículo para retroceder atropellando a la Humanidad y su humanidad, es muestra suficiente para considerarlo ya caduco, decadente, necesitado de sustitución por otro mejor.

Con el fin de la IIª Guerra Mundial, acompañando a numerosas guerras (como las de Corea, Israel, Vietnam), dictaduras feroces (en el Tercer Mundo, pero también en Portugal, España, Grecia...) y crisis, gracias a la reconstrucción, el aumento de la productividad (menos trabajo para la misma producción) y de la masa de productos (aumento de la producción) con el consiguiente abaratamiento de las mercancías, consiguió reducir el coste del mantenimiento del proletariado pero sin reducir su nivel de vida a la vez que aumentaba la parte del tiempo de trabajo no pagado. El incremento de la productividad y de la producción y su necesidad de venderla permitió aumentar los salarios (pero no hasta el punto de anular el aumento de la producción) y con el auge del crédito al consumo para facilitar la demanda solvente, se vivió una época en los países ricos que la burguesía idealiza como "los 30 gloriosos", que no fueron para tanto ni tantos ni en todas partes. En esta etapa el capitalismo hubo de recurrir más todavía al papel del Estado, bien en su versión del "Estado de bienestar" (también llamado "economía mixta") o del Capitalismo de Estado de los países "socialistas". En Occidente correspondió a lo que en los países ricos se conoció como la etapa del fordismo-keynesiano (por la fabricación en cadena de Ford, y por el economista Keynes que propugnaba una mayor intervención del Estado burgués en la economía para afrontar las crisis de sobreproducción o débil demanda solvente). El fordismo ya había surgido en EEUU a principios del siglo XX, pero fue a partir de la IIª Guerra Mundial cuando tuvo su época de esplendor. Su ventaja sobre el taylorismo, que persistía en empresas donde no era factible la producción en cadena, es que gracias a la cadena de montaje permitía evitar definitivamente los tiempos muertos y utilizar una mano de obra sin cualificación previa y fácilmente sustituible absorbiendo así a la fuerza de trabajo sobrante en el campo sobre todo debido a su mecanización, pero teniendo en cuenta a sus propios trabajadores/as como consumidores potenciales, gracias a la reducción de costos, de lo que era una producción en masa. En cuanto al keynesianismo, se refiere al papel del Estado en la economía, anticíclico y estabilizador para abreviar la fase descendente del ciclo económico reforzando la demanda mediante los pedidos del Estado (armamento), la financiación de infraestructuras, los gastos sociales, rebajar el tipo de interés, facilitar el crédito.

Dio lugar a una mayor capacidad de consumo de bienes duraderos (electrodomésticos, mobiliario, automóviles...) por los trabajadores/as ("sociedad de consumo") gracias al crédito ("pago a plazos") y a cubrir algunas de sus necesidades con lo que se ha venido en llamar el "Estado de bienestar" (prestación por desempleo, pensiones de jubilación, sanidad, subsidios a la vivienda, educación...) lo que constituye esencialmente una forma de salario indirecto y diferido.

El desarrollo tecnológico, la necesidad de trabajadores/as capaces de leer y escribir, aprender nuevas técnicas, y de ingenieros y técnicos, impulso como nunca la educación básica generalizada, la formación profesional y universitaria. Las universidades se convertirían en focos de conflicto social por las contradicciones de los estudiantes con la estructura autoritaria de las mismas, la masificación de la enseñanza, y por la presión del sistema de adecuar la educación a sus necesidades, con un abaratamiento de muchos profesionales.

El crecimiento de las clases medias debido a las necesidades de la circulación del dinero (empleados de bancos y cajas de ahorros), de las mercancías (transportistas como camionero autónomos, comercio al detalle, publicistas), la protección de los riesgos a la propiedad (empleados de compañías de seguros), de formación (maestros y profesores) y de mantenimiento de los trabajadores (médicos...), por la intervención del Estado en la economía (funcionarios, burócratas y técnicos de todo tipo), aumentó el número de consumidores de las mercancías producidas por la industria.

El capital también aprovechó todo lo que pudo el mercado interno del país pero exterior al capitalismo, formado por los campesinos independientes sobre todo (abundantes por ejemplo en Francia), antes de que se integrasen muchos como nuevo proletariado en las explotaciones agro-industriales o emigrasen a las zonas del país más industrializadas (típico de Italia y España).

Los precios bajos en las materias primas y en la energía (petróleo) obtenidas sobre todo en los países dependientes permitía mantener a raya el aumento del valor de las inversiones en capital de modo que no se pusiese el listón demasiado alto para el porcentaje de la ganancia (tasa de ganancia, igual a masa de ganancia dividida entre el total de la inversión).

Otro modo de luchar contra la tendencia al descenso de la tasa de ganancia fue la obsolescencia programada consistente en producir mercancías diseñadas para durar menos de lo posible y para perder su atractivo simbólico, cambiando los modelos, variando las modas...Si la inversión en capital fijo (pabellones, maquinaria...) eran muy altas y su amortización tardaba mucho en producirse por su lenta utilización, la tasa de ganancia anual sería baja. Lo mejor era producir más veces la mercancía debido a su duración recortada a sabiendas. Se producía un consumo mayor de capital circulante (materias primas, energía, salarios), pero se aprovechaba en menos tiempo la capacidad productiva del capital fijo. Si la tasa de ganancia tendía a disminuir, al menos se compensaba con la suma de las masas de ganancia obtenidas al repetir con más frecuencia el ciclo productivo. La multiplicación de turnos de trabajo, incluido el nocturno, sirvió para aprovechar cuanto antes el capital fijo y así también poder sustituirlo por otro más moderno y eficiente. A fin de sacar adelante esta estrategia se desarrolló todo el sector de la publicidad y el marketing que con todo su personal suponía también una parte de consumidores, pero un gasto social improductivo. El despilfarro que esto ha supuesto de recursos naturales y de esfuerzo humano es imposible de medir pero sin duda enorme.

El Estado burgués favoreció la tasa de ganancia del capital al hacerse cargo de aquellas actividades que siendo imprescindibles para su funcionamiento resultaban muy gravosas si las asumía el capital privado, como era el caso de empresas y sectores con muy poco beneficio e incluso pérdidas (ferrocarril, determinadas explotaciones mineras, etc.), la necesidad de dar una educación básica a los trabajadores (enseñanza primaria) y sanidad mínima para reparar la fuerza de trabajo. También recurría a sus fondos para obtener todo tipo de subvenciones. Es decir, servía para socializar las pérdidas y así asegurar la tasa de ganancia del capital.

El "Estado de bienestar" con sus medidas de protección para el proletariado, como las bajas por enfermedad y accidente laboral, y las vacaciones pagadas, el subsidio de desempleo, las ayudas para la compra de vivienda, la educación y sanidad pública, las pensiones de jubilación, etc., tuvieron un componente importante de iniciativa de la burguesía de mano de la izquierda, como medidas contra-cíclicas (aumento demanda) frente a las crisis. Una reacción parecida a la protección social ya iniciada en el siglo XIX por Bismarck en Alemania. La IIª Guerra Mundial había exigido sacrificios terribles al proletariado. Los supervivientes requerían como compensación, cambios. No era admisible volver a la misma situación que de pre-guerra, lo mismo que tras la Iª Guerra Mundial, ya no se sostenían los viejos poderes monárquicos acumulando gran poder, como en Rusia, Alemania, el Imperio Austro-Húngaro. La burguesía occidental también tenía miedo de que el capitalismo burocrático de la URSS, por medio de los partidos comunistas y los sindicatos que controlaban, se sirviese del proletariado en caso de conflicto militar, creando una quinta columna. Durante la pasada guerra, en Francia y sobre todo en Italia, también en Grecia, habían surgido grupos de partisanos importantes impulsados por los partidos comunistas. Con el debilitamiento de la URSS y su hundimiento, la burguesía se animará más a atacar al proletariado y socavar el "Estado de bienestar" porque ya no existe un Capitalismo de Estado que pueda aprovecharse de eso para atacarla desde dentro y arrastra el nombre del "comunismo" y del "socialismo" con su caída, por lo que el proletariado se siente definitivamente privado de todo resto de horizonte y por tanto le desanima también para ofrecer una resistencia al capitalismo sin alternativa real.

El desarrollo del armamentismo con la llamada "carrera de armamentos" ha venido teniendo una gran importancia dado su gran peso en países que a su vez han venido representando la mayor parte de la producción mundial capitalista y la más avanzada tecnológicamente, como EEUU, Gran Bretaña, Francia...A la hora de valorarlo hay que tener en cuenta diversos factores y niveles. Lo que puede ser un gran negocio para el fabricante de armas y un medio de ganarse la vida para sus trabajadores/as, visto a otra escala adquiere un cariz diferente.

El armamentismo permitió enmascarar la sobreacumulación de capital y la sobreproducción de mercancías durante mucho tiempo. El sector de fabricación de medios de producción (sector I) que tiene su cliente en el sector que produce los bienes y servicios de consumo (sector II), no habría podido venderle a éste todo lo que era capaz de producir, porque de utilizar luego toda esa capacidad productiva en el sector II, habría generado una crisis de sobreproducción de mercancías y servicios. Si el sector II, sufriendo o detectando el riesgo, hubiese limitado su demanda al sector I, éste se habría sumido en una crisis de sobreacumulación de capital al infrautilizar su capacidad productiva. La salida estaba en que el Estado absorbiese buena parte de la producción del sector I, que en vez de ser de tractores, aviones de pasajeros, barcos con destino civil (pesca, transporte mercancías y pasajeros), máquinas-herramientas, era de carros de combate, aviones de guerra, portaaviones y submarinos, misiles, ametralladoras y cañones; y en cuanto al sector II, ropa, calzado, alimentación, barracones, tiendas de campaña, etc. para el ejército. Esto suponía una producción para un gasto improductivo que por una parte tenía la ventaja de evitar los problemas inmediatos comentados, pero por otra era una clara esterilización de capacidad productiva por su corto recorrido en su contribución a acumular capital a diferencia de lo que potencialmente podría haber sido maquinaria para más producción y bienes de consumo para una fuerza de trabajo adicional, porque los tanques ni aran la tierra ni disparan piezas para una mercancía, y los soldados no las producen. Como el Estado además era generoso a la hora de pagar, se reducía la tendencia a unos beneficios reducidos por las grandes inversiones y/o una capacidad productiva infrautilizada.

A efectos del análisis podemos decir que la producción destinada por el sector I y II al armamentismo y a los ejércitos, constituirán un sector nuevo, el III, independientemente de si la empresa se dedica exclusivamente a ese tipo de producción o compatibiliza con otra civil. El sector III o armamentístico se dedica por tanto a medios (armamento) y servicios (a los militares) de destrucción.

Si bien esterilizaba capacidad productiva e impedía su retorno al circuito de acumulación del capital, lo que significa una pérdida clara para el capital en su conjunto, a corto plazo suponía una ventaja en la lucha del capital contra la tendencia de la tasa de ganancia a disminuir. Las inversiones enormes, con largo plazo e incierto resultado, que debían destinarse a la investigación de vanguardia, en lugar de correr totalmente de cuenta del capital y pesar en el total de la inversión sin un aumento de las ganancias que lo compensase a corto plazo (tasa de ganancia), corrían en gran parte a cargo del Estado con fines inicialmente militares, y sus resultados luego revertían en aplicaciones a la industria civil, que podían contribuir al lanzamiento de nuestros productos o a mejorar la productividad.

Que una sociedad, para avanzar tecnológicamente la industria civil, en vez de invertir en investigación orientada directamente a ella, deba recurrir al desvío despilfarrador y destructivo del armamentismo, y que para no chocar de frente con sus contradicciones (tendencia al descenso de la tasa de ganancia, sobreacumulación de capital, sobreproducción de mercancías) deba esterilizar de esa forma una parte muy notable de su capacidad productiva material y humana, muestra a qué grado de decadencia e irracionalidad está llegando.

El armamentismo era y es financiado sobre todo con los impuestos a las masas trabajadoras y populares (un consumo indirecto y forzado) y a las empresas que no se beneficiaban de ese comercio, y pagado mediante la acumulación de deuda por parte del Estado para poder distribuir la carga durante más años. Evitar una crisis era un buen negocio para todos aunque a cambio se originase inflación por la emisión de moneda o deuda para el pago sin un respaldo de riqueza real al ser el armamentismo, a fin de cuentas, un despilfarro monumental, y porque las empresas buscaban resarcirse del pago de los impuestos con aumento de precios. Este cúmulo de contradicciones e irracionalidades (desde el punto de vista de nuestras necesidades, no siempre del capital a corto plazo) está detrás de lo que con el sistema de contabilidad burgués se traducía en el esperado Crecimiento, en el aumento del Producto Interior Bruto (PIB).

El Estado crea un mercado que de otro modo no existiría, pero sigue siendo un mercado dentro del sistema capitalista, pues toma sus recursos de los impuestos a la burguesía, al proletariado y a las capas medias que genera el capitalismo. El consumo de los trabajadores/as del sector armamentístico o III (cada vez más reducido dado el uso de maquinaria que la precisa menos) si bien crea demanda de unos bienes (alimentos, vivienda, automóvil...) que tira de los sectores I y II, y que de otro modo tal vez no existiría (no se amplía la producción civil que en un circuito virtuoso -normal- de acumulación de capital teóricamente permitiría aumentarla más, contratando más y más trabajadores/as, si no hubiese un riesgo cada vez mayor de sobrepoducción), también detrae capacidad de consumo si con los impuestos, con los que a fin de cuentas se pagan, impide que los trabajadores/as de los sectores I y II consuman más bienes. Sólo supone un mercado totalmente nuevo si se consigue que no tengan que costearlo los impuestos del burgués (plusvalía que se retira de su bolsillo o que no puede acumularse en la inversión) y del proletario (detrayéndolo de su consumo inmediato o posterior mediante el ahorro) de los sectores I y II.

Esta salida es un mercado exterior al capitalismo en la medida en que esos impuestos se cargan sobre los campesinos independientes que no explotan fuerza de trabajo y artesanos, como si fuesen "compradores" obligados que "regalan" su compra al Estado, pagando así un gasto común a la burguesía, que ya no debería costearlo ni de su bolsillo ni restándolo a su acumulación de capital. Pero estos sectores están en total decadencia, si no prácticamente desaparecidos, en los países ricos. A escala mundial también van escaseando, sobre todo aquellos a quienes se puede exprimir también para costear el armamento.

Si existiesen esos sectores en abundancia, en vez de dedicarse sobre todo a hacerles pagar armamento, los utilizarían los sectores I y II para venderles bienes de consumo y algunos de infraestructura para facilitar sobre todo la expansión del comercio y la explotación de sus materias primas, etc. Es precisamente porque esos sectores extra-capitalistas solventes se reducen drásticamente para las necesidades que tiene en ese momento el capital, por lo que éste debe lanzarse a una escalada armamentista para pelearse por lo poco que queda y secundariamente para utilizarlos como consumidores forzados de lo que sólo para el capital tiene valor de uso.

Así que el armamentismo no puede resolver el problema de los mercados extra-capitalistas para satisfacer la necesidad del capital de inversiones con mayor tasa de ganancia al disponer de consumidores para absorber todas las mercancías que es capaz de producir. Sólo puede ser de ayuda al capitalismo en su conjunto cuando mediante la venta de armas a países poco desarrollados, son pagadas por impuestos a grandes masas de campesinos y artesanos, lo que por otra parte tampoco es sencillo si esos países no tienen el debido sistema recaudatorio y hay poco que sacar de masas demasiado pobres, salvo que lo haga indirectamente mediante los impuestos a las clases dominantes no capitalistas que previamente ya les extraen sobre trabajo no pagado.

La plusvalía producida por los trabajadores/as del sector I (medios de producción) se realiza por la venta al sector II y al sector III y a los Estados semi-feudales (infraestructuras...). La plusvalía producida por los trabajadores/as del sector II (bienes de consumo) se realiza con la venta a esos mismos trabajadores/as, a los del sector I y III, a la burguesía de los tres sectores y a los exteriores al capitalismo (campesinos independientes, artesanos, élites semi-feudales...), tanto nacionales como extranjeros. La plusvalía producida por los trabajadores/as del sector III (medios y servicios de destrucción) se realiza mediante las compras por el Estado con los impuestos a la burguesía y a trabajadores/as de los tres sectores, y de los exteriores al capitalismo, tanto nacionales como extranjeros.

En el caso de los medios de producción y bienes de consumo, eso forma parte del ciclo normal de reproducción del capital en su conjunto, del proceso de acumulación del capital. En el caso del armamentismo es como si el conjunto de la sociedad subvencionase la realización de la plusvalía en el sector III que de otro modo, aunque producida, no se podría realizar con la venta porque no sirve directamente al proceso continuado de acumulación de capital, salvo por medio de la "diplomacia de las cañoneras" (la presión de una potencia militar para obtener todo tipo de ventajas) y la guerra, pero con el riesgo de ser destruido el país capitalista que lo utilice.

¿Saca el capital en su conjunto alguna ganancia de plusvalía de todo esto? La realización del beneficio del sector III es posible gracias a una pérdida de plusvalía (como cuando compran para sus caprichos) que deben sacrificar los capitales del sector I y II (pérdida de ganancia presente y de la que podría generar en el futuro si la hubiesen invertido) a través de los impuestos. Haciendo un balance global, la ganancia real para el capital en su conjunto, está en el impuesto sobre los salarios de los trabajadores/as (de todos los sectores), porque eso es una forma indirecta de extracción de plusvalía, un fruto de su trabajo que se les extorsiona, y que por tanto en realidad el capital en su conjunto no llega a pagar aunque sí lo haya hecho la empresa que abonó el salario, y en la parte de la plusvalía de los trabajadores/as del sector III que sí llega a realizarse gracias a los impuestos a los sectores extra-capitalistas (campesinos independientes que no explotan fuerza de trabajo, artesanos) del propio país. La extorsión sobre estos productores (de los ingresos de su trabajo, al obligarles a pagar lo que no han solicitado) permite la realización de la explotación del proletariado del sector III. Así que se producen dos víctimas, a diferencia de las mercancías que sí son bienes y servicios útiles que sólo tienen la víctima (si no entramos en más detalles sobre el tipo de producción y consumo) en el trabajador/a que las produce y genera plusvalía.

Si las armas se venden al extranjero, se puede considerar que para el capital de la nación exportadora todo son ventajas, pero visto desde el capital en su conjunto, la situación es la misma que la expresada antes, si bien en este caso los capitalistas que tienen la pérdida son los que pagan los impuestos en el país comprador, y la realización de la plusvalía se logra gracias a sus trabajadores/as, campesinos y artesanos, que también pagan sin obtener nada útil a cambio.

Desde el punto de vista del proceso de acumulación del capital global, los gastos en armamento son gastos improductivos porque su valor de uso no permite una posterior acumulación de capital; una pérdida, aunque necesaria por muchos motivos. Tiene parecido con el consumo de lujo de la burguesía, tanto personal como en la presentación de la empresa, que es improductivo, puro despilfarro de plusvalía, pero necesario para dar una imagen de solvencia y liquidez, de confianza en sus propios negocios, que la inspire también a proveedores (mercancías y crédito) y clientes. La ventaja por tanto, está en hacer que parte de esa pérdida (cuanta más parte mejor), recaiga sobre la población trabajadora al interior del capitalismo o exterior a él. Vamos, que sus gastos colectivos como clase, no los paguen de sus beneficios (nuestra plusvalía) como ocurre con sus gastos personales, sino que esa nueva ronda la paguemos también nosotros, esta vez de nuestros ingresos a través de los impuestos.

Pero desde el punto de vista de la lucha de clases e inter-burguesa, el gasto armamentístico es necesario para el proceso de acumulación de capital debido a los intereses enfrentados entre los capitalistas de diferentes Estados y alianzas imperialistas, para asegurar su mercados de compra y venta o conseguir más, por la presión diplomática y/o la guerra, y también para disponer de un buen arsenal contra el proletariado y demás capas sociales explotadas y oprimidas.

Lo que ocurre es que la tendencia a rentabilizar a tope el valor de uso de esa inversión, con la guerra, pone en peligro a los que la intenten y hasta la existencia misma del capitalismo si se lleva hasta el extremo de una guerra mundial con uso de armamento nuclear.

Que el capitalismo necesite cada vez más del armamentismo del Estado para eludir al menos durante un tiempo sus crisis y para favorecer políticas imperialistas, demuestra que no puede existir el capitalismo "puro" del mercado, que la acumulación de capital depende de la esterilización de capital, que sus fuerzas productivas dan paso cada vez más a fuerzas destructivas, que la expansión del mundo de las mercancías tiene mucho de agresión, que la burguesía debe prepararse para la represión de sus conciudadanos (golpes de Estado, etc.) como si fuese una guerra contra el extranjero.

Si bien durante mucho tiempo el armamentismo puede evitar males mayores al capital, supone una detracción, un desvío de plusvalía, y esto a la larga crea problemas sobre todo si aumenta el gasto. Las empresas que se benefician directamente de ese gasto, ven compensados con creces los impuestos que puedan pagar al Estado, con sus ventas al mismo. Pero aquellas que no se benefician directamente de ese gasto, parte de la plusvalía que han obtenido (beneficios), en lugar de acumularla en su inversión, deben entregarla al Estado en forma de impuestos. Si ya pueden tener dificultades con su tasa de ganancia debido a inversiones crecientes (maquinaria, salarios...), la retirada de esa parte de la plusvalía obtenida, las aumenta. Por otra parte, los impuestos que paga el proletariado al Estado, salen de su sueldo. Con el impuesto, la burguesía en su conjunto recupera parte del salario conseguido por los trabajadores/as en la relación de fuerzas, para un valor de uso (armamento) que el trabajador/a no habría comprado y que sólo a ella interesa, es decir financia el consumo no privado sino común al conjunto de la burguesía a través de su Estado. El burgués individual tiene un cierto conflicto con los intereses de su clase. Así como le interesa pagar el mínimo de salario a sus trabajadores/as siempre que otros empresarios no hagan lo mismo y por tanto pueda haber compradores solventes para sus mercancías, tiene también un cierto conflicto con los gastos de armamento. Por una parte es un consumo común para la defensa de su clase y en la relación de fuerzas con otros capitales nacionales, que en gran parte se financia a costa de los salarios que la burguesía se ha visto obligada a ceder. Por otra, si no tuviese que financiarlo ni él ni el trabajador/a con sus impuestos o la cuantía fuese mucho menor, podría más fácilmente rebajar el salario argumentando que no habría un perjuicio real porque tampoco se paga impuesto, y aumentar la tasa de explotación, y con ello compensar más fácilmente el aumento en las inversiones, o de no bajar el salario real, que al menos no se ahorrase, sino que se dirigiese al consumo, a aumentar la demanda que absorba una mayor producción que ascienda con su beneficio la tasa de ganancia. La extorsión producida en los salarios de los trabajadores/as y de los extra-capitalistas a través de los impuestos es un beneficio para el fabricante de armas, pero una esterilización de plusvalía y trabajo no pagado. Al capital le podría haber convenido más que con esos impuestos el Estado le prestase otras ayudas que permitiesen un proceso de acumulación de capital que tuviese continuidad, sin esterilizarse. Y los impuestos que paga el capital, son también una pérdida de plusvalía.

Que el Estado se sirva de la emisión de deuda y de los préstamos de la banca que poco a poco y con intereses deberá pagar, alivia la presión impositiva sobre el capital y el trabajo, distribuyendo en el tiempo el peso de la carga. El capital financiero dará créditos al Estado para pagar el armamento y créditos al fabricante para lanzar la producción. El beneficio del banco no se diferencia en substancia del beneficio del empresario del sector III. En cualquier caso la plusvalía que obtenga la banca del cobro de los intereses, vendrá de los impuestos a otros capitalistas y a la población trabajadora, que es con lo que obtiene sus ingresos el Estado y con lo que se hace posible la realización de la plusvalía producida en el sector III. No proviene de una explotación como sería dar crédito para la producción de mercancías que logran venderse (maquinaria o bienes de consumo) que sirven a su vez para producir más mercancías (compradas por el sector II al I, o para mantener una fuerza de trabajo del I y del II que así podrá seguir generando plusvalía) y avanzar en el proceso de acumulación, a diferencia de la esterilización que implica el armamento cuya verdadera rentabilización sólo puede ser la destrucción del competidor en la guerra, pero con el riesgo de sufrirla también.

Cuanto más se desarrolla el armamentismo, más problemas acaba generando, el Estado tiene que recurrir a más créditos, aumenta su déficit, se pierde plusvalía y trabajo no pagado.

Por tanto, el armamentismo, que a escala mundial viene jugando un papel importantísimo en la intervención del Estado en la economía y su peso en ella, fue lo que sacó al capital de la crisis de 1929 pero no como "sector de la economía" sino mediante el valor de uso de su producción, o lo que es lo mismo, mediante la IIª Guerra Mundial, y como "keynesianismo militar", puede en algunas circunstancias atenuar los problemas inmediatos del capitalismo, pero es una expresión de su crisis latente y de su decadencia histórica y nunca podrá ser una solución a sus contradicciones fundamentales, la superación de la tendencia a las grandes crisis y los límites históricos del capitalismo, como lo demostró la crisis de 1973, las posteriores y la que venimos arrastrando desde 2007, a pesar del desarrollo del armamentismo durante la era de los presidentes norteamericanos Bush (padre e hijo).

En la medida en que la burguesía se concentra en él y lo considera una solución, agrava sus problemas y contribuye a sus crisis, como un sector I en permanente sobreproducción. Esta es una de las causas por las que se hundió la URSS. Y para la Humanidad es una amenaza y causa permanente de sufrimiento.

¿Cómo le va a la industria armamentista en esta crisis? Como cabía esperar, bien, mucho mejor que a otros (El País, 28-2-2012, "El mercado global de armas capea con éxito la crisis. La compras de los países emergentes impulsan un sector en expansión", con datos interesantes)

 

La inflación se fue convirtiendo en una condena en los años 60. El capital, con inversiones cada vez más costosas en plantas y bienes de equipo, no conseguía explotar al proletariado y vender mercancías lo suficiente para obtener un porcentaje de beneficio con respecto al total de la inversión igual al de años anteriores, y pretendía resolverlo con la trampa de la subida de precios, de la inflación, que devaluaba el salario de los trabajadores/as pero impulsaba a estos a nuevos aumentos para compensar su pérdida, y creaba dificultades a la competitividad por precios superiores.

En el siglo XIX los impuestos los pagaba el capital de la plusvalía. Pero en el XX cuando los trabajadores/as tienen mayores ingresos, también pagan directamente impuestos por sus rentas y por los impuestos al consumo. Sin embargo, el Estado tiene problemas fiscales porque debe cubrir muchos gastos, desde el armamento hasta los gastos sociales pasando por las subvenciones a las empresas y la educación y sanidad públicas.

En los años 60 se extendió la creencia de que el "Estado de bienestar" era irreversible, porque el capitalismo ya habría superado su época de depresiones económicas. Que con un poco de paciencia, el futuro para los trabajadores/as de todo el mundo y las siguientes generaciones, sólo podía ser cada vez mejor.

El Mayo del 68 francés y el 69 italiano nos muestran el agotamiento (aunque no el final) de un tipo de movimiento proletario (encuadramiento sindical y de izquierda) y el surgimiento de otro más adecuado a la realidad (desbordar a los sindicatos y partidos de izquierda, asambleas autónomas de los sindicatos y partidos...).

Pero una vez más el modelo de capitalismo entró en crisis, asomando en 1967 y ya claramente en los años 70 (acompañado por la "crisis del petróleo"), y en lo que se refiere al papel fundamental del Estado en los países "socialistas", con el estancamiento de los 70 y derrumbe en los 80. Las diferentes versiones del Capitalismo de Estado, sea la "economía mixta" keynesiana o el integral de los países "socialistas", había agotado sus posibilidades.

El Estado keynesiano había ayudado a mantener la tasa de ganancia del capital privado al asumir numerosos gastos e inversiones que de otro modo habían aumentado demasiado el capital invertido para la plusvalía obtenible. Pero según pasan los años, con el crecimiento de los gastos del Estado, en armamento y también en gastos sociales, se va convirtiendo en una carga pesada para el capital y la inflación impulsada por los gastos del Estado, dificultan la competitividad en el exterior.

En la versión privada del capitalismo, el incremento de las inversiones en tecnología a fin de competir en mejor condiciones, al aumentar el valor del capital invertido, exigía que para obtener la misma tasa (porcentaje) de ganancia con respecto a la inversión incrementada, se aumentase la explotación del trabajo, con una mayor productividad facilitada por esas innovaciones y la contención de los salarios por debajo del incremento en la productividad. Los costes laborales totales, tanto directos como a través de los gastos sociales del Estado, habían subido demasiado para los imperativos de beneficio del capital. La baja tasa de paro y la cobertura del desempleo por parte del Estado, habían dado "demasiada" fuerza negociadora a los trabajadores/as, lo que dificultaba reducir los costes totales. La inflación con su subida de precios dificultaba la competitividad en los mercados exteriores. El mercado de consumo ya había conocido su límite de saturación, con la sobreproducción. La reducción de la tasa de ganancia, disminuía la acumulación de capital al desincentivar la inversión y por tanto provocaba un crecimiento económico menguante. Se generó una imprevista combinación de estancamiento (no más crecimiento) e inflación a la que se llamó "estanflación".

Es decir, el problema no era de recursos disponibles para traer el bienestar, sino de que éste pasaba a un lugar muy secundario porque la finalidad del sistema económico es conseguir beneficios y por tanto la orientación de los recursos y la relación entre las instancias sociales, económicas y políticas, debe subordinarse a eso. El beneficio se basa en la economía del valor por el tiempo de trabajo, trabajo genérico (abstracto), para obtener un plusvalor a través del trabajo no pagado, logrando mercancías con valor de cambio, para obtener dinero con la venta para acumular capital. La satisfacción de las necesidades se basa en una economía de trabajo concreto, para obtener valores de uso (sirve para esto o lo otro) y de previsión para el futuro.

La burguesía exigía unas cargas fiscales inferiores para incentivar la inversión, pero esto era sólo una excusa para aumentar los beneficios ya que en plena crisis de sobreproducción no le interesaba aumentarla. Recurrió en EEUU a una mayor producción de armamento que no depende del deseo y capacidad de compra de los trabajadores/as para venderse, sino de la decisión del Estado que le destina recursos antes orientados a los gastos sociales, con la ventaja adicional de que las armas no sirven, a diferencia de las máquinas, para producir más mercancías con problema para venderse en un mercado saturado. El gran capital, claro está, no protesta contra este verdadero despilfarro del Estado, este "keynesianismo militar" financiado sobre todo con los impuestos a la población trabajadora, pues permite también que su Estado y las empresas cuyos intereses protege se hagan más fuertes en la esfera internacional. Pero tanto los gastos militares, como la reducción de cargas fiscales al capital y la burguesía, significaban que debían reducirse los gastos sociales del Estado. Necesitaba explotar todas las fuentes de beneficio posible, así que exigió que las empresas públicas, del Estado, que podían ser rentables, se privatizasen, y a la vez que se cerrasen aquellas que no lo eran si podía obtenerse sus recursos de un modo más competitivo en el exterior (el caso, por ejemplo, de la minería del carbón). El desempleo que esas medidas provocaron le facilitó el objetivo de disminuir los salarios y empeorar la legislación laboral y social. El capital financiero exigía a la vez su desregulación a fin de tener las manos libres para entrar en negocios de mayor riesgo y beneficio potencial.

Esta fue la etapa del "neoliberalismo" representada sobre todo por el presidente Ronald Reagan en EEUU y de Margaret Thatcher (la "Dama de Hierro") en el Reino Unido, en la década de los 80. Se significaron por su clara política de agresión al movimiento obrero hasta infligirle importantes derrotas para poder imponer su política. La "purga" económica del capital devaluado provocó el cierre de muchas empresas y un aumento inusitado del desempleo, para debilitar más a los trabajadores/as y empeorar sus condiciones de trabajo y salariales. Empezaron los recortes al "Estado de bienestar" allí donde lo había.

El "neoliberalismo" ya se había estrenado con un bautismo de sangre en la década de los 70 en el Chile del general golpista Pinochet y en la Argentina de la también golpista Junta Militar, imponiendo el imperio del "mercado" con la ayuda del terror de Estado. Porque como sus principales teóricos defienden, el capitalismo ideal sin asomo de oligopolios (el real está dominado por grandes empresas) regido el mercado por la competencia (la realidad tiene una competencia muy relativa debido al gran capital), necesita un movimiento obrero aplastado (esto sí que debe ser muy real) que no cuente siquiera con sindicatos con capacidad de negociación porque esos sí son "un monopolio que distorsiona el mercado" que debería relacionar a agentes sueltos de igual a igual, la empresa y el parado. No les preocupó que de su mercado ideal lo único real fuese la parte que tocaba al proletariado; para el caso (explotar) debe ser suficiente, tampoco hay que ser tan exigente con la adecuación de la realidad de la burguesía al ideal neoliberal. ¡Qué profundidad de pensamiento la de esos premios Nobel; cuánto interés de clase disfrazado de "ciencia" imparcial! Mientras ellos viajan en avión con pasaje de primera clase, los militares argentinos organizaban vuelos gratis a los opositores y sedados para que no se mareasen les hacían disfrutar del deporte de riesgo lanzándonos al mar sin paracaídas ni salvavidas. ¿Estarían de acuerdo estos alumnos aventajados de los Chicago boys? Evidentemente no, porque los vuelos y el entretenimiento, al ser gratuitos y a cargo del Estado, distorsionaban el mercado.

A fin de aprovechar el tirón del patrioterismo para dejar en segundo plano los problemas internos, la dictadura Argentina y la democracia de hierro del Reino Unido se enfrentaron en guerra por unas islas olvidadas, Las Malvinas o Falklands.

La lucha proletaria de aquella época tuvo sus máximos exponentes, en el Este europeo, en las luchas de los trabajadores/as polacos en 1980-1 que fueron recuperadas por el sindicalismo de Solidarnosc (con Lech Walesa a la cabeza) y las ilusiones en la democracia burguesa y el capitalismo privado frente al Capitalismo de Estado "socialista"; y en Occidente, en las de los mineros británico en 1984-5 que fueron derrotados por la "Dama de Hierro". Con anterioridad, en 1956 en Hungría, se dio una revuelta popular nacionalista con simpatías hacia el capitalismo occidental "democrático" contra el poder estalinista sometido a Moscú en la que también surgió una respuesta proletaria cuestionando con los Consejos Obreros el poder de la burguesía burocrática, pero fueron barridos por los tanques del Pacto de Varsovia. Estos repitieron la agresión en Checoslovaquia en 1968 cuando un sector de la tecno-burocracia quería reformas que diesen un mayor peso al mercado aflojando amarras con Moscú y una cierta apertura política para integrar mejor a los trabajadores/as y otras capas populares.

En los 80, el capital necesitaba un mayor margen de beneficio, dar salida a toda la producción, no podía regalarla ni siquiera venderla a costa de pagar mayores salarios. Sólo facilitaría el pago, con mayores créditos que deberían devolverse con intereses, a costa de un menor salario, y con una producción más barata. La solución no podía venir de pretender disminuir directamente los salarios nacionales, sino de plantear una estrategia de ámbito planetario de debilitamiento del proletariado, de aumento de su explotación. Había que eliminar las últimas barreras a la mundialización del capitalismo. Esta fue la tarea del "neoliberalismo" (desde los 70-80) asociado a la globalización (desde los 90), incorporando definitivamente a parte de Asia (los "tigres" asiáticos, China, India) y sacando más provecho de países próximos como México (ensamblaje de la producción con mano de obra barata, sobre todo femenina). Se vio facilitada por el desarrollo de la informática que hizo factible grandes y rápidos movimientos del capital y muchas aplicaciones en el tratamiento de la información posibilitando la organización del trabajo entre divisiones y filiales de la empresa situadas en lugares del mundo muy distantes o entre diferentes empresas cooperando aprovechando las ventajas de rentabilidad en diferentes países; también de las telecomunicaciones (satélites, internet, etc.) y de los medios y sistemas de transporte (como los contenedores para barcos y camiones).

Las nuevas posibilidades de explotación de mano de obra cualificada pero barata en los países del Este "ex-socialistas" y del nuevo proletariado en Asia, en particular en China e India, permitió trasladar empresas de bienes y servicios, generar paro en los países ricos, debilitar al movimiento obrero, reducir las cargas fiscales sobre las empresas ante el chantaje de su deslocalización y por la sagrada "competitividad", retroceder en la legislación laboral y social, y con todo ello presionar a la baja los salarios y las prestaciones sociales del Estado, aumentando así los beneficios.

Si ya en los años 80 con las "reestructuraciones" de sectores enteros de la economía, desmantelamiento de fábricas que afectó a varios países europeos como España y Gran Bretaña, lo que había sido durante décadas zonas proletarias que habían acumulado una gran experiencia de lucha y creado con mucho sacrificio un tejido social de relaciones cómplices y organizaciones, con un relevo generacional, incluso de padres a hijos en la misma empresa, se vino abajo (en España, recordemos por ejemplo la minería asturiano leonesa con un historial impresionante de luchas heroicas y de las más radicales de la historia de España, o la margen izquierda del Nervión en Vizcaya dependiente de los altos hornos y del sector naval y su papel como referente durante el franquismo...), con la globalización esto se agudizó por la facilidad de las empresas para "deslocalizarse". Se instalaron nuevas empresas en países del Este donde el proletariado apenas había podido mover un dedo durante el estalinismo, carecía de experiencias de lucha y organización autónoma, o a China, con un nuevo proletariado industrial recién salido del campo y que confundía comunismo con la dictadura del Partido y del nuevo patrón capitalista, muchas veces extranjero. Si este nuevo proletariado tendrá que ir aprendiendo según le golpee la crisis, en tanto se ha perdido el "capital" social costosamente acumulado en otros países, que aunque en muchos aspectos trasnochado tenía elementos valiosos, aunque fuesen simbólicos y de memoria histórica, que a su vez había perdido la continuidad con otras fases del proletariado, sobre todo de la década de los 20 y 30. Si esta crisis nuevamente está demostrando que no hay conquistas sociales garantizadas para el proletariado en el capitalismo, las sucesivas etapas por las que éste ha hecho pasar al proletariado, le han hecho perder las conquistas que trabajosamente había logrado en lo "intangible" pero tan valioso, que le ayuda a reconocerse como clase con una continuidad histórica, con unas experiencias que los más veteranos pueden traspasar a los recién ingresados al mundo del trabajo a la primera lucha que se presente.

En la década de los 90 se dan las guerras en la que fue Yugoslavia. Los conflictos nacionalistas, las matanzas, las "limpiezas étnicas", la violación sistemática de mujeres, los campos de concentración, mostraron el poder de la burguesía nacional e internacional (en particular Alemania) para alistar a la población tras sus objetivos, y la falsedad de un "socialismo" (Capitalismo de Estado), que había dejado tan desarmado ideológicamente al proletariado yugoslavo, dispuesto para ser víctima de maniobras que parecían retrotraer a la primera mitad del siglo. Que esto ocurriese con tanta impunidad a las puertas de Europa Occidental indicó también la desorientación y debilidad del proletariado de los principales países que no fue capaz de hacer nada, en particular el de Alemania, cuya burguesía estaba implicada en el azuzamiento de las tensiones yugoslavas, para abrir la zona a su influencia.

Algo similar cabe decir del proletariado de la antigua URSS, Alemania Oriental, y demás países del Este, totalmente desbordados por la burguesía, inicialmente por las ilusiones de mejorar su vida y de una mayor libertad, pero, en la ex-URSS, viendo como caían en picado sus condiciones de vida por la transformación de la tecno-burocracia "comunista" en una nueva burguesía oligopólica con rasgos de aristocracia mafiosa que llevó incluso a un descenso de la esperanza de vida de los rusos.

La lección es que sin un poder basado en los Consejos de Trabajadores y sin una lucha decidida contra la división clasista del trabajo, en las empresa, la educación, la administración pública, con una planificación democrática, estamos condenados a reproducir la sociedad de clases de explotación y el Estado opresor, pasando de un modelo a otro de capitalismo y sufriendo las peores lacras de esas sociedades, de los campos de trabajos forzados (gulag) a los campos de "limpiezas étnicas" y los poderes mafiosos.

La desaparición del bloque militar del Este "socialista" no impidió un relanzamiento del armamentismo, el surgimiento del fenómeno de los ejércitos privados de mercenarios al servicio del Estado (los "contratistas") y un imperialismo más agresivo (los presidentes Bush, padre y luego hijo, en los EEUU, y sus aliados).

La búsqueda desenfrenada de beneficios, ante los límites a la explotación del trabajo y de los mercados solventes, teniendo en cuenta que la burguesía los había limitado al cortar la relación que existía en el fordismo entre las mejoras de la productividad y los aumentos de salarios (siempre que no impidiesen el mantenimiento o ascenso de la tasa de ganancia), y disponiendo de una enorme cantidad de dinero inactivo por la sobreacumulación de capital en la inversión productiva, impuso la liberalización (desregulación) de los mercados financieros, lo cual condujo a la especulación desenfrenada (de acciones, inmobiliaria...), generando burbujas que sólo podían terminar estallando, y la "financiarización" (poder del capital financiero sobre la economía productiva y escalada de los productos financieros parasitarios y especulativos sobre los bienes y servicios reales).

La burguesía ha comprometido a parte de los trabajadores/as y "clases medias" en la financiarización. Al suprimir el sistema público de pensiones por privatización o porque ese sistema no puede asegurar una jubilación digna, o por ser reducida y para complementarla, hace que trabajadores/as, empleados y funcionarios inviertan en los fondos de pensiones que intervienen en la bolsa, con la compra de acciones y bonos del Estado. La burguesía busca así tres objetivos: 1º desentenderse del problema, reduciendo o eliminando su contribución a las pensiones; 2º implicarlos en la mentalidad burguesa de que "el dinero crea dinero", interesarlos por participar en la explotación y especulación bursátil, y, 3º jugar con ese capital en las maniobras internacionales especulativas y los diversos timos financieros, lo que puede llevar al final a que los inversores vean en grave peligro su pensión privada.

La burguesía estaba entusiasmada consigo misma, había logrado superar las crisis de los 70 y 80 y dado un gran "salto adelante", debilitando y desorientando a los trabajadores/as gracias también al hundimiento de los Estados "socialistas". No podía entender que no se trataba de un progreso real que abría un futuro aun mejor, que el capitalismo no se había superado a sí mismo, sino que seguía su declive iniciado a principios del siglo XX, aunque con una evolución en dientes de sierra, con tendencia descendente. Que no estaba abriendo nuevas fronteras, nuevos continentes como en el siglo XVIII y XIX, sino ante todo apurando los límites de su sistema, aprovechándolo al máximo y en ese afán, incluso forzando y haciendo trampas con sus leyes de funcionamiento, en particular la ley del valor basado en el trabajo genérico (abstracto), el trabajo no pagado como único origen auténtico y sostenible del beneficio.

La necesidad de favorecer una demanda solvente en las empresas, los particulares y los Estados, para absorber todo tipo de producción (máquinas, autopistas, automóviles, televisores, viviendas habituales y segundas residencias, trenes de alta velocidad, armamento...) y también de los productos financieros, llevó al abuso del crédito a niveles astronómicos, creando una demanda solvente, sí, pero artificial, sin una capacidad de pago global real. La necesidad de liquidez provocó el endeudamiento de unos bancos frente a otros. Los riegos que todo esto entrañaba llevaron a buscar la "seguridad" en las titulaciones de las hipotecas y los famosos "derivados", haciendo trampas para conseguir más beneficios, generando una pirámide especulativa ("economía de casino"), lo cual añadió más leña al fuego. Supuestamente este gigantesco endeudamiento tenía una base en la economía real: el valor de los inmuebles (viviendas, rascacielos de oficinas, etc.) o de las acciones, y su perspectiva de crecimiento. Pero esto no era real, sino resultado de la especulación. Burbujas sostenidas en burbujas, pirámides invertidas sostenidas en pirámides invertidas.

Esta gran burbuja de endeudamiento planetario y especulación, dada la imposibilidad de extraer del trabajo (la economía productiva), fuente última del beneficio real, todas las ganancias que reclamaba, terminó pichándose, como ocurre con las burbujas, por algo tan poca cosa, tan simple y a la vez revelador como la imposibilidad de pagar los préstamos (devolución e intereses) por parte de unos deudores norteamericanos insolventes (trabajadores/as de pocos recursos, bajos salarios, subempleados o sin empleo, o simplemente propietarios que no pueden hacer frente a una gran subida de los intereses), los subprime, como podía haberlo hecho por cualquier otro pequeño incidente pues ya se estaba insostenible, tanto por los factores financieros como por la sobreproducción de viviendas dadas las irreales expectativas de poder venderlas. Pero eso se desató además porque lo que supuestamente respaldaba su solvencia o era una garantía para el acreedor, el precio al alza de las viviendas, no era real, sino la sobrevaloración fruto de una burbuja especulativa que, como no podía ser de otra manera, estalló, viniéndose abajo los precios, la solvencia artificial y la garantía para los préstamos, tanto para los que ya no podían pagar como para los que todavía sí, pues seguían siendo de alto riesgo (subprime) y si también dejaban de pagar, el banco (en el sistema hipotecario de los EEUU diferente al de España) cobraría con una propiedad desvalorizada, tal vez incluso por debajo de la deuda pendiente. Muchos se encontraron en esa situación cuando al extenderse la crisis perdieron su empleo o vieron reducido su salario. Si su deuda pendiente era inferior al precio actual de la vivienda, al venderla podrían salvar algo, de lo contrario, si el valor de la vivienda era inferior a la deuda, podían cancelarla totalmente con la entrega del inmueble. De ahí que algunos deudores prefirieron, en lugar de seguir pagando, entregar la vivienda al banco, porque valía menos que la deuda pendiente, con lo que de hecho, a valores del mercado, es como si devolviesen por una deuda menor. La adjudicación de viviendas por debajo de su valor de tasación o por debajo de la deuda pendiente, creo un gravísimo problema en los balances de las entidades prestamistas. Los acreedores se lo buscaron porque esa burbuja fue propiciada por la banca como ofertante de préstamos, la base de su negocio (intereses y comisiones, titulaciones y derivados...), incluso con información engañosa. Por ello los subprime llegaron a ser una quinta parte de los préstamos hipotecarios.

La responsabilidad de las subprime recae totalmente sobre los bancos que ofrecieron y concedieron esos préstamos. Conocían muy bien la nula o dudosa solvencia de los deudores a quienes buscaban para ofrecérselos, y los riesgos de la operación. Pero tenían interés en concederlos porque estaban incentivados económicamente por las entidades que veían el verdadero negocio en las titulaciones y los derivados financieros que surgían de ahí. En cuanto al riesgo, con las titulaciones pasaban a otros la "patata caliente", y los efectos tóxicos de la operación querían creer que se diluirían en el proceso, cuando era todo lo contrario, al extender a todo el sistema la sombra de la duda. En tanto, la concesión de esos préstamos subprime daba salida a las viviendas recién construidas por las que habían concedido préstamos a los promotores, alimentaba la especulación de la burbuja inmobiliaria, la solvencia de los prestatarios que veían cómo su vivienda se revalorizaba y les permitía consumo a crédito (el "boom" de las tarjetas y de la financiación del consumo), la subida de precios de la vivienda y el negocio seguro que se podía hacer con otros prestatarios solventes al solicitar créditos más elevados, que a su vez se titulizaban y daban lugar a más derivados.

Sabían perfectamente lo que estaban haciendo, jugar con fuego, pero como todos los listos, creían que podrían escapar a tiempo con la jugada de las titulaciones y derivados. Y en último extremo, el rescate del Estado.

Es más, las principales entidades financieras del país, abusivamente, con el llamado "robo-signing", dieron órdenes ilícitas de embargo que privaron de sus viviendas a al menos 750.000 familias, que ahora serán compensadas por el acuerdo de muchos Estados de la Unión con dichas entidades que quieren librarse de la vía judicial (El País 10-2-2012).

Gracias al desastre de las hipotecas subprime, algunos tiburones financieros de Wall Street se forraron. Es el caso de John Paulson, el rey de los fondos de alto riesgo o hedge funds, que ganó miles de millones de dólares. Con este señor y otros de su estilo se ha reunido el lunes 27 de febrero en Nueva York el Ministro español de Economía y Competitividad, señor Luis de Guindos, para desayunar y "venderles, entre tostada y tostada, las bondades de las reformas del nuevo Gobierno" español del PP (El País, 26-2-2012).

El respaldo del valor en alza de sus viviendas facilitaba también a los norteamericanos el endeudamiento para el consumo de bienes duraderos y servicios (electrodomésticos, muebles, automóvil, seguro médico, escuela, universidad, vacaciones, etc.), una demanda "solvente" que tanto necesitaba la producción mundial de mercancías para que el conjunto del capital pudiese realizar el beneficio. Esto favoreció que una pieza del sistema arrastrase a tantas.

El asunto, si adquiría dimensiones importantes para los bancos afectados, se convirtió en una pesadilla mundial porque esos bancos, de forma tramposa, habían titulizado y con bancos de todo el mundo comercializado con derivados especulativos de todo tipo a partir de esas hipotecas. Así desembocamos en la crisis de 2007 que continúa, aunque cambiando en algo sus manifestaciones.

El Estado, desde el banco central (la Reserva Federal), impulsó el proceso con los tipos de interés iniciales bajos, e hizo la vista gorda porque el capital conseguía grandes negocios, el sector de la construcción hacía de locomotora de otros muchos sectores económicos, se obtuvo un crecimiento económico y mayor empleo, aunque más tarde todo esto se pagase caro, sobre todo por parte de los trabajadores/as. En tanto, se fomentaba la codicia especulativa en la pequeña burguesía y baja burguesía, el culto a la propiedad privada, el consumismo, el "modo de vida americano" y la realización del "sueño americano" incluso para los que estaban en el escalafón inferior. Algo imposible de generalizar a toda la Humanidad aunque sólo sea por su impacto insostenible en los recursos y en la Naturaleza.

Este fue el secreto de la elogiada "expansión de Bush", que con una industria nacional debilitada por la competencia de Japón, Europa, China, y la deslocalización de gran parte de la producción a México y Asia, tuvo que echar mano de la construcción como principal motor de la economía.

De todos modos la crisis también iba a estallar en España, y otros países como Irlanda, como anteriormente en Japón, detonada por la especulación con el precio de la vivienda, su sobreproducción por encima de la demanda solvente (con dinero), y aunque sin suprime propiamente dichas, por el altísimo endeudamiento de las familias trabajadoras y de la pequeña burguesía.

El endeudamiento con un crédito fácil e incluso barato no ha sido un regalo del capital, sino parte de su estrategia de empeoramiento general de las condiciones de vida del proletariado. Lo demuestra la creciente desigualdad social (ricos cada vez más ricos, acaparando un mayor porcentaje de la riqueza social) y datos como que en España el precio medio de una vivienda de 90 metros cuadrados equivalía en 1997 a 4,3 años de salario anual medio, y en 2007, a 9 años, y que entre 2002 y 2009 el salario medio creció un 13,7% en tanto la cesta diaria de la compra (sobre todo alimentación) un 48%, cuando el cuestionable índice oficial de precios (IPC) indica un 22,7%, siendo los productos tecnológicos lo único que ha ido bajando de precio, en algunos casos de forma muy notable (imagen y sonido) tanto por mejoras técnicas como por mano de obra más barata sobre todo en Asia. En tanto, el sector de bienes y servicios de lujo se ha disparado, dado el consumo ostentoso de la burguesía.

En España, la suma actual de la morosidad de inmobiliarias y constructoras asciende a 74.000 millones de euros y las de las familias por la vivienda a 17.700 millones. Si tenemos en cuenta los activos inmobiliarios que, por los impagos, ya se han adjudicado las entidades financieras, el 73% de la morosidad corresponde a promotores y constructores (con un 23% del crédito total), y el 8% de la morosidad es de los hogares (con un 35% del crédito hipotecario total).

Pero con el agravamiento de la crisis aumentará la de las empresas (menos ventas) y también la de las familias (menor salario, despido, agotamiento del subsidio de desempleo y de la indemnización, los ahorros, las ayudas de familiares...). La refinanciación de préstamos ha permitido posponer el problema con la esperanza de que mejore la situación, pero con la profundización de la crisis, va a resultar mucho más difícil y lo refinanciado se convertirá en morosidad.

La cifra total de morosidad entre todos los sectores roza los 134.000 millones de euros. Como la situación va a empeorar, hay que añadir, según diversos analistas, de 65.000 a 200.000 millones de euros con alto riesgo de impago (El País, 24-01-12).

Aquí se ve la mentira del capital cuando intenta culpabilizar a la población trabajadora de la crisis inmobiliaria ("vivir por encima de vuestras posibilidades") porque los morosos son, con enorme diferencia, las empresas, y ellas las que han creado el enorme agujero de la banca que procurará llenarlo con nuestros impuestos, es decir, que se culpabiliza a los que vamos a pagar por otros. Una deuda entre capitalistas que pagaremos los trabajadores/as y sectores populares.

Y luego nos soltarán discursos sobre la eficiencia del Mercado para asignar los recursos entre los diversos sectores, adecuar la oferta y la demanda, etc., y de la banca para hacer circular sabiamente el dinero según las necesidades del mercado. Se les olvida el requisito de que puedan echar mano a nuestro bolsillo a través del Estado para pagar su desastre. Ni bancos, ni bancos centrales, ni gobiernos, ni todo el personal de economistas burgueses, ni con toda su informática, matemáticas y diagramas en colores, han podido domar la fiera que ellos han criado y a la que han dado rienda suelta. Pero retribuyen su incompetencia con rentas de escándalo y jubilaciones doradas, en tanto dan una vuelta de tuerca a los ajustados ingresos de los trabajadores/as que no han hecho más que cumplir lo que les han ordenado los gestores del capital.

En España, con un tejido industrial siempre débil y poco competitivo en comparación con otros países europeos (Alemania, Francia, Italia, países nórdicos...), más debilitado a causa de las reestructuraciones y cierres a partir de la década de los 80 (naval, metalurgia, textil...), dependiente en buena parte de la inversión extranjera (sector automotriz y otros), con la amenaza de un aumento del paro, un recurso fácil para impulsar el crecimiento era el de la construcción inmobiliaria y en infraestructuras viarias, dadas sus exigencias tecnológicas, de cualificación de la fuerza de trabajo, la demanda en la población y para la circulación de mercancías (fabricar aquí productos de marcas foráneas y venderlos en otros países, importar productos de la zona euro, sobre todo de empresas alemanas, etc.). En particular la construcción de viviendas era un sector tractor por su demanda de material de construcción y energía para su producción, y para su equipamiento, del sector electrodoméstico, del mueble, iluminación, textil... Crearía empleo y con ello demanda solvente de vivienda. Y en España existía una fuerte demanda nacional de los trabajadores/as jóvenes sobre todo (aunque de complicada solvencia), de la burguesía media y parte de la pequeña burguesía como segunda residencia, y otra exterior, para los turistas, tanto para hoteles, como segundas residencias o para los jubilados con recursos de la zona euro que querían sol y playa, más una adicional de inmigrantes que venían a trabajar a España pensando en quedarse y traer a la familia o en vender con ganancia la vivienda cuando decidiesen el retorno a su país, y también de nacionales como inversión para especular. Esos mismos inmigrantes serían en muchos casos trabajadores de la construcción, sector de una alta siniestralidad (accidentes) laboral.

Sobre todo con la circulación del euro a partir del 1 de enero de 2002, la banca y las cajas de ahorro españolas vieron abaratar los créditos, así que terminaron endeudándose con la banca extranjera para financiar el "boom" inmobiliario español. La banca extranjera también buscaba las rentabilidades que le ofrecía España. Esto permitía una más fácil financiación a las empresas del sector y también a los compradores. Si el crédito hipotecario se abarataba, a pesar de la estabilización de los costes de producción, se podía subir el precio de la vivienda; "bastaba" con que el comprador pidiese un préstamo mayor a devolver (con intereses) en un plazo más prolongado. Con la subida de precios, las familias deben destinar cada año mayor parte de su renta al pago de la hipoteca. Ante la previsible subida de los precios por las empresas del sector y la fuerte demanda, surgieron especuladores (empresas y particulares) que gracias al crédito barato compraban viviendas sólo con el objeto de revenderlas con ganancia. Esa especulación provenía en parte de dinero que había sido ocultado al fisco, bien por la burguesía o también por negocios sucios y que así se podía blanquear. Incluso se dieron prácticas de "mobbing" sobre los inquilinos de rentas bajas para expulsarlos, derribar el viejo edificio y sobre el solar construir uno nuevo. Las tasas a la construcción aumentaban los ingresos a los gobiernos municipales (Ayuntamientos) por lo que le interesaba la recalificación de terrenos como urbanizables. Y al Estado le venía bien por los impuestos a la compra, a la vez que las estimulaba con desgravaciones por los préstamos, con lo cual había menos resistencia a pedirlos altos. Ese horizonte de negocio fácil hizo que también se especulase con el precio del suelo, lo que permitió fortunas rápidas, recayendo el sobrecoste en los compradores de viviendas y en consecuencia el pago de más intereses por un capital prestado mayor. Entre 1976 y 2003, en términos reales, el precio de las viviendas se duplico y siguió creciendo mucho más; en lugar descender, el aumento de la oferta iba acompañado por el aumento de los precios.

Así se generó una burbuja, especulativa en los precios y una asombrosa sobredimensión del sector con la oferta de un número de viviendas muy superior a la demanda solvente factible por mucho que estuviese bajo el tipo de interés. España se convirtió en el primer país de la Unión Europea en construcción de viviendas, siendo la cifra superior a la suma de todos los países. La deuda de las empresas se disparó por los nuevos proyectos de construcción. En 2006 ya empezaron a subir los tipos de interés, y la burbuja, que de todos modos iba estallar, lo hizo en 2008 porque con la crisis de las subprime, se cortó el crédito, ya no había compradores nacionales ni extranjeros, las perspectivas de futuro no aconsejaban comprar ni seguir construyendo. Los hogares que habían pedido grandes préstamos porque la banca y las cajas se los ofrecían al tasar muy alto las viviendas (suponiendo que aumentarían de precio) y con muchos años de plazo, vieron cómo al subir el tipo de interés se elevaba mucho la cuota a pagar por el préstamo que en los primeros años es sobre todo intereses por lo que no se amortiza apenas la deuda por la cantidad prestada.

Así que la banca y las cajas de ahorros españolas se encontraron con un enorme agujero provocado ante todo por las empresas del sector a las que había prestado pensando en hacer negocio con ellas y los compradores, y debiendo a su vez dinero a la banca extranjera. En tanto, los responsables políticos y económicos, como de momento se hacían buenos negocios, hicieron la vista gorda, o se limitaron a tímidas advertencias sin tomar medidas serias ante lo que se avecinaba, aunque fuese evidente para cualquiera bien informado que no estuviese completamente cegado por la mentalidad capitalista. Que en Suecia, en la década de los 90, hubiese estallado la burbuja inmobiliaria creando terribles dificultades al sistema financiero, ni que en Irlanda o en EEUU estuviese ocurriendo lo mismo a la par que en España, a menor escala en otros países, ni el desastre previo de la burbuja en Japón, sirvieron de aviso, sino de supuesta confirmación de que era la política correcta (lo hacen los americanos y el "tigre celta", los suecos han salido adelante -porque el contexto mundial era mejor y dado el peso de la economía sueca en el mundo-) y la atracción por el riesgo con promesas de grandes ganancias si sabes retirarte en el momento justo. Los más enterados apostaban por ganar tiempo para un "aterrizaje suave" y en tanto conseguir el máximo de beneficio. Pero no hubo tal suavidad, sino un choque a toda velocidad, porque fueron incapaces de ir deteniendo la compra de suelo, la promoción y producción, la concesión de préstamos (incluso cuando el estallido era evidente), a sabiendas de que la construcción necesita "distancias de seguridad" grandes porque trabaja con tiempos largos y desde mucho antes debería haberse pisado el freno. El resultado, los trabajadores/as a la calle y los bancos ejecutan a los promotores las garantías por los impagados, se quedan con suelo y viviendas, que van vendiendo con dificultad y poniendo algunas en alquiler. Ya vemos como se auto-regula el mercado, estrellándose, y cuanta eficiencia demuestra en aplastarnos a todos. Y este fenómeno se dio con los gobiernos sucesivos del PP y PSOE.

Al estallar la burbuja, la crisis ha sido monumental, ha arrastrado al sector de las construcción y de las agencias inmobiliarias, despido a sus trabajadores/as, a los sectores que dependen de él, a la banca y al cesar el crédito, a muchísimos más, amenazando con una caída mayor, creando un espiral descendente, un círculo vicioso.

El alto endeudamiento de las familias a causa del pago del préstamo hipotecario por la vivienda, hace que se reduzca su capacidad de consumo con la consiguiente reducción de la demanda para la industria y el sector servicios.

Que el capital en España, en los EEUU, en Irlanda y en menor medida de otros países y anteriormente en Suecia y Japón, se haya embarcado en burbujas inmobiliarias y financieras asociadas a ellas, es porque había latente ya una sobreproducción generalizada de otro tipo de mercancías, por lo que la búsqueda de beneficios fáciles les empuja a la especulación inmobiliaria que a su vez acaba en otra sobreproducción.

Una crisis combinada, de sobreproducción (sin demanda solvente, con dinero) y financiera. La capacidad productiva permite que exista una enorme oferta de viviendas que esperan que alguien las habite. Sobre todo los jóvenes siguen necesitando vivienda, aunque sean pequeñas, para poder independizarse y formar una familia, pero no pueden acceder a ellas por sus precios, porque el salario no da para comprarlas con los ahorros y ni siquiera con un crédito que te hipoteque de por vida, porque carecen de trabajo o de seguridad en el mismo. En tanto existe un parque enorme de viviendas de las empresas o bancos (para cobrarse las deudas impagadas de empresas y familias) sin vender o de particulares sin ocupar; y otras familias son expulsadas de las que habitan porque debido al paro ya no pueden pagar al banco, mientras miles de viviendas permanecen vacías. Aunque también es cierto que muchas de esas viviendas no se hayan situadas donde las necesita la población trabajadora, como las orientadas como segunda residencia turística o para los extranjeros jubilados. La abundancia y el despilfarro de recursos al lado de la carencia, todo al alcance de la mano, pero imposible de tocar porque la "mano invisible" del mercado asigna los recursos de modo ineficiente y sujeta la proletaria con las cadenas del régimen asalariado. El problema de la vivienda no es que no se puedan producir o no se hayan producido, sino que los trabajadores/as no pueden acceder a ellas por culpa del sistema basado en el asalariado.

En tanto, la burbuja inmobiliaria ha causado toda clase de desmanes en el medio ambiente, asfaltando zonas que debieran preservarse, destruyendo bellezas naturales, convirtiendo el litoral español en un continuo de cemento, y deteriorando aun más las condiciones para la vida salvaje.

En 1995, la deuda acumulada en España en relación al PIB era la siguiente: la de los hogares, un 32,2% del PIB; la de las empresas, un 46,7%; la deuda pública, un 63,3%. En el mismo año, en Alemania, respectivamente, 61,5%, 51,4%, 55,6%.

En 2010, en España: la de los hogares, 84,9%; la de las empresas, 140%; la deuda pública, 61%. En el mismo año, en Alemania, respectivamente, 61,6%, 65,4%, 83,2%. (El País, 31-12-2011)

La deuda pública acumulada prevista por el FMI para el pasado 2011 es de 70,1% del PIB para España y del 81,5% para Alemania; EEUU 102%, Francia 87%, Italia 121,4%. (El País, 25-01-2012).

Teniendo en cuenta que en España el aumento del endeudamiento de los hogares se debe sobre todo a la financiación de la vivienda encarecida por la especulación inmobiliario-bancaria, que el aumento de la deuda pública alemana corresponde en gran parte a la socialización de pérdidas de la banca, está claro que la responsabilidad del problema de la deuda no recae en la población trabajadora, sino en el capitalismo con su funcionamiento desastroso. Los datos de Alemania, donde permanece igual la deuda de los hogares, mientras crece el resto, son demostrativos de lo dicho. En España la deuda pública en 2010 incluso había descendido en comparación con 1995, lo que demuestra la falsedad de que el problema originario es de deuda pública, y que lo cierto es que el ascenso de 2010 a 2011 se debe a las ayudas a la banca, al aumento del tipo de interés pagado a ella por el endeudamiento provocado en gran parte por ayudarla, por el incremento de gastos en subsidios por desempleo, y reducción de los ingresos del Estado, y aun así es inferior a la de Alemania, Francia, Italia y EEUU.

Pero es un problema porque la deuda acumulada sólo puede aumentar dado el déficit anual y las negativas perspectivas de crecimiento económico y de los ingresos ordinarios del Estado. Teóricamente podría ocurrir que un Estado se declare en suspensión de pagos porque no obtuviese créditos para al menos pagar una deuda contrayendo otra. Es lo que está a punto de ocurrirle al Gobierno de la Comunidad Valenciana (del PP) en España. El 28 de febrero de 2012 la agencia de calificación Estándar & Poors ha rebajado la deuda de la Generalitat al equivalente a "bono basura" (de BBB- a BB), debido a las incertidumbre sobre el apoyo del gobierno central, por lo que esa comunidad prácticamente no puede buscar financiación externa y debe recurrir al Estado (El País, 29-2-2012).

Así que la única vía que encuentra el Estado, respetando los beneficios de las empresas y las rentas de la burguesía, es recortar los gastos sociales, el coste del mantenimiento de la población trabajadora, y poder destinar esos recursos a para responder a su deudas con el capital.

Existe efectivamente un problema muy serio de morosidad de las instituciones, autónomas y municipales, que crea graves dificultades sobre todo a las pequeñas empresas y a los autónomos, provocando la quiebra de muchos y llevando al paro a sus trabajadores/as. Pero esto no debe pagarse a costa de los gastos sociales, pues podría resolverse con una mayor racionalidad en los gastos (sin sacrificios para los trabajadores/as públicos y el pueblo), sin despilfarros ni corruptelas, y financiado con mayores impuestos a la burguesía y evitando el fraude fiscal de muchas empresas y burgueses; pero esto "no puede ser" porque atenta a fin de cuentas a su tasa de ganancia que es lo que persigue recuperar y aumentar. No se puede querer funcionar con las leyes del capitalismo y a la vez sacrificar sus metas.

La causa de la crisis mundial no son, por tanto, las hipotecas subprime, ni los culpables hay que buscarlos entre unos trabajadores/as insolventes y perezosos (negros e hispanos, please). Tampoco en la burbuja inmobiliaria. Ni siquiera la titulación bancaria y traspaso tramposo con derivados que han contaminado el sistema financiero mundial. Todo eso es simplemente, la manifestación más superficial, el síntoma, la colilla sin apagar que ha incendiado un campo seco desde hace mucho tiempo, que igualmente se habría incendiado por un rayo o cualquier otro incidente.

La raíz sin la cual no sería posible, donde se genera toda esta dinámica y donde se hallan sus límites, es el régimen de explotación del trabajo, el régimen asalariado, la propiedad privada, la quintaesencia del capitalismo.

La dificultad para explotar más a los trabajadores/as lleva al capital a prácticas demenciales que se encuentran con la horma de su zapato también en la insolvencia provocada de los trabajadores/as, en la imposibilidad de explotarles con la elevación del tipo de interés, porque el salario no da para ello o porque se carece de él. Como la existencia del salario y su reducción para obtener más beneficios tiene su vuelta en la incapacidad de los trabajadores/as como consumidores solventes de todas las mercancías existentes, lo cual impide realizar la ganancia (debe transformase en dinero) incorporada en las mercancías por el trabajo no pagado (plusvalía). Con la crisis de las subprime el círculo se cierra; todo un retrato de la contradicción insuperable del capitalismo que lo hace ya inviable, caduco.

Fueron esas raíces y límites los que llevaron a dar créditos de alto riesgo con tal de conseguir beneficios a una inversión de la propiedad privada; los que condujeron previamente a la globalización y la desregulación financiera con sus titulaciones y derivados, lo cual permitió que un incidente no crucial y localizado prendiese la crisis por todo el mundo; los que generaron un endeudamiento desbordado propiciado por el conjunto del capital, no sólo el financiero, sino también el productivo necesitado de vender todo tipo de mercancías aunque sea con una demanda solvente a cuenta de la garantía de un bien inmueble en alza sobrevalorada por la especulación impulsada por el capital. Toda una maraña que no debe hacernos olvidar su raíz.

Declarada la crisis, los inversores y especuladores se dirigieron a los mercados de materias primas y de alimentos, generando para ellos riqueza pero provocando el hambre (mil millones lo padecen) y la muerte por inanición de miles de personas, la mayoría niños; y luego al mercado de la deuda pública, del Estado, que estamos padeciendo ahora. El capitalismo se parece cada vez más a una plaga de langostas.

A raíz de la crisis del fordismo-keynesianismo, la burguesía ha querido extender a Occidente algunos aspectos del toyotismo (por Toyota, la empresa), un sistema con aplicado en Japón, pero que tampoco lo ha librado de la crisis. El toyotismo lo implantó el capital en los años 50 tras derrotar al movimiento obrero, rompiendo los sindicatos independientes, despidiendo y reprimiendo las protestas, imponiendo "sindicatos por empresa" (más bien "de la empresa"), correas de transmisión al proletariado de los intereses del capital. A cambio de estabilidad en el empleo, préstamos a la vivienda, y mayores salarios que para el resto, a una minoría de trabajadores/as (menos de 1/4), impuso en las grandes empresas un régimen laboral en el que compromete a los trabajadores/as en su explotación creciente bajo fórmulas de aparente participación y compromiso de fidelidad canina a la empresa (identificación con la empresa a través de la "cultura de empresa" o estilo particular, vocabulario, vestimenta, rituales, etc.), sistema de trabajo (objetivos y pagos) en equipo (responsabilidad colectiva) para que cada trabajador/a se convierta en el vigilante de su compañero, presionándose mutuamente a cumplir los criterios de la empresa (ahorrándose capataces, pero con control informático), realización de múltiples tareas, rotando en los puestos, pero manteniendo la división clasista del trabajo (o sea, flexibilidad) y para extraer la experiencia, sugerencias, iniciativas y creatividad obrera en beneficio de la patronal (expropiación del saber obrero, aumento de productividad y calidad -reduciendo costos y sin peligrar futuras ventas por una mayor duración del producto- a cambio de un plus salarial), incentivación para unos objetivos que una vez alcanzados se convierten en obligatorios y elevan más el listón para los trabajadores/as, un máximo de flexibilidad y disponibilidad de las plantillas en función de las necesidades de la empresa para cumplir con el sistema de "Justo a Tiempo" (evitar stocks, atención rápida de los pedidos...) para lo que es fundamental recurrir también en una enorme escala al trabajo precario y la subcontratación con empresas periféricas que son las que soportan las variaciones del mercado, despidiendo cuando les sobra el personal, ajustándose en el sistema toyotista la fuerza de trabajo a las necesidades del capital al evitarle los "tiempos muertos" o de bajo rendimiento forzoso y pagado. Se establecen relaciones entre equipos y secciones que tienen un componente competitivo y de presión mutua, para debilitar así el compañerismo y solidaridad frente a la empresa, y la mentalidad de ser competitivos contra el "oponente exterior", los trabajadores/as de otras empresas. Todo el poder de decisión queda en manos del capital (objetivos, organización, salarios, inversiones...). El resultado, entregarse en cuerpo y alma a la empresa, trabajar sin fin, horas extras no pagadas, apenas días de fiesta y vacaciones al año, sometimiento total, pocas horas de descanso al día, un altísimo estrés y el fenómeno típicamente japonés de la muerte súbita a causa del agotamiento crónico, nervioso y físico, en el trabajo (el Karoshi, que también se refiere a los que sobreviven a esos ataques cardiacos y cerebrales sobre todo, afecta al año a 10.000 trabajadores/as -alguna fuente dice que estos son los fallecidos-). Pero esto no es exclusivo de Japón ni del toyotismo. En Francia, en 2010 se hizo famosa la empresa France Telecom por la oleada de suicidios entre sus empleados.

Como tampoco era suficiente y aumentaba el rechazo al toyotismo sobre todo entre la juventud, para lograr una mayor competitividad, sustituyeron trabajo vivo por robotización (pintura, soldadura...), y trasladaron plantas a otros países asiáticos con menores costes salariales, obligando a hacer el mismo trabajo a menos empleados, presionando así a la baja los salarios en el propio Japón. Entre el resto de los trabajadores/as abundan los que están en condiciones parecidas e incluso peores pero sin los "privilegios" de los toyotistas. Este es el secreto del "milagro japonés" que ha extendido sus métodos de explotación sin las "ventajas" del toyotismo a otras partes de Asia, pero que no ha podido evitar la crisis de sobreacumulación de capital (capacidad productiva) por la sobreproducción (depende del estado del mercado mundial por mucho que "planifiquen" en la empresa con el "Justo a Tiempo") y la crisis desde los 90 por el estallido de la burbuja especulativa financiera e inmobiliaria (años 80) que ha mantenido a Japón en el estancamiento durante más de una década, a la que pronto toma el relevo la crisis mundial, repuntando para el próximo año en parte gracias a las necesidades de reconstrucción a causa del reciente tsunami (11 marzo 2011). ¡Y esto nos lo quieren vender como democratización y participación de los trabajadores/as en la empresa, garantía de prosperidad y mejoras para todos! ¡Régimen asalariado del trabajo puro y duro!

El resultado incuestionable de la época "neoliberal" y de la globalización es que ha aumentado enormemente la desigualdad entre las clases sociales, pues la burguesía, los más ricos, se han hecho muchísimo más ricos y poderosos, aunque haya disminuido la desigualdad entre muchos países porque la población trabajadora de los ricos se ha empobrecido y en tanto la de muchos países pobres ha podido sobresalir algo de la miseria (entre los millones de chinos e indios, por ejemplo), ha emergido una clase media y una burguesía de nuevos ricos con diferencias de escándalo con respecto a su proletariado. Es decir que, a escala mundial, entre las clases aumentan las diferencias (burguesía sube mucho más que el proletariado que baja y también parte de las "clases medias") y entre los trabajadores/as disminuyen (el de los países ricos baja y parte del de los más pobres sube algo), pero también ha empeorado la situación de muchos sectores que afectan a millones de personas, como el campesinado de muchos países pobres, arruinado por la importación de productos más baratos de las multinacionales subvencionadas por los Estados ricos o atrapados en la tenaza de los costes a su producción (fertilizantes, semillas, etc.) y el precio que se les paga por ella.

La jornada de trabajo se fue reduciendo notablemente en el siglo XIX, desde las que justo dejaban tiempo para dormir unas horas sin ni siquiera el domingo festivo, hasta que se planteó la lucha por la jornada de 8 horas. En los años 50 y 60, legalmente la jornada se redujo a 8 horas, pero en realidad se hacía más con el estímulo de una paga mayor por ser horas extras. Aunque la jornada fuese de 8 horas, la implantación en muchas empresas del turno de noche, empeoró el tiempo de trabajo dado que supone un mayor desgaste psíquico y físico (somos animales diurnos). La semana se fue normalizando en 40 horas, lo que significaba día y medio festivo. Cuando los trabajadores/as ya parecía que necesitamos recurrir menos a las horas extras porque conseguimos mayores aumentos salariales, debido a las crisis de los 70 y 80 volvió a invertirse la tendencia poco a poco, pero ya en forma de trabajo voluntario no pagado en las pequeñas empresas sobre todo, pero también en grandes con trabajo administrativo. A raíz de la implantación de la informática y la automatización con su consiguiente aumento de la productividad, se planteó la semana de 35 horas que se implantó en Francia desde finales de los 90 a 2008. Con la actual crisis, en muchas empresas, los trabajadores/as se ven presionados para hacer horas "voluntarias" que no se cobran. Cuando todavía no se había generalizado la posibilidad de comprar un automóvil, la empresa solía estar cerca de los barrios obreros incluso incrustada en ellos, por lo que el trayecto del trabajo a casa era corto, pero ahora ese tiempo, dadas las distancias y los atascos en la carretera, se puede prolongar hasta suponer ente ida y vuelta cerda de dos horas más. Todo esto demuestra la fragilidad de las conquistas del proletariado a pesar del aumento enorme de la productividad, debido al despilfarro de la obsolescencia programada (productos diseñados para que duren poco, los cambios innecesarios de modelos y de moda), artículos y servicios superfluos y de lujo, al enorme gasto en publicidad y comercialización, al gasto astronómico en armamento y las inmensas destrucciones provocadas por dos guerras mundiales. Se ha hecho evidente que ni esta cuestión tan básica podrá ser resuelta si no acabamos con el régimen asalariado del trabajo, pues se agudizará con la futura crisis de la década de los 30 en la que el capital deberá recurrir a la extracción de plusvalía absoluta mediante la intensificación y prolongación del tiempo de trabajo.

Las crisis del siglo XIX fueron por lo general de corta duración, muchas afectando sólo a algún país, y superadas con un relanzamiento o expansión mundial del capitalismo. Fueron crisis de la fase de crecimiento, de "juventud", típicas de la "destrucción creativa". El siglo XX, además de registrar muchas crisis cortas o localizadas, ha conocido otras que han convulsionado a todo el planeta con consecuencias terroríficas (1929, IIª Guerra Mundial), crisis implícitas por llegar a los límites de su expansión (nuevo reparto del mundo entre las potencias imperialistas con la Iª GM), o que han impulsado una huida hacia adelante que le ha llevado a agotar los mercados y los trucos para fomentar la demanda solvente (salida a la crisis de los 70 con el neoliberalismo, globalización y endeudamiento desaforado) cayendo en una crisis de la que no tiene claro cómo saldrá (la actual) y que enlazará con una crisis de la dinámica del Crecimiento capitalista de la mano de la energética en la futura década de los 30. Estas son crisis de decadencia y senilidad del capitalismo, de "destrucción y demencia".

El capitalismo, en su decadencia, no logra expansiones verdaderas como en el siglo XIX, cuando todavía disponía de casi todo el planeta por conquistar. En el siglo XX las salidas de las crisis no son soluciones a la crisis, sino huidas hacia adelante que en su expansión logra alivios importantes, atenúa sus conflictos pero a costa de generar más como auténticas bombas de relojería. Si para evitar un desastre recurren al endeudamiento, la globalización, la financiarización y más endeudamiento, atrasa el desastre pero lo hace mucho más grave para cuando llegue. El endeudamiento y la financiarización, que creían cabalgar como una ola, disfrutando de un crecimiento artificial, en realidad era la ola de un tsunami que iba creciendo y al llegar a su límite se ha ido convirtiendo en una ola gigante que sigue asolando el sistema tanto en su avance como en su retirada.

 

 

6.- Algunas consideraciones sobre los actuales problemas financieros, las medidas tomadas y las perspectivas.

 

La exigencia de los compradores de deuda pública de intereses mayores no se debe sólo al miedo a que por el déficit el Estado no pueda reembolsar los préstamos, sino a la situación de los bancos y a que el Estado deba asumir sus pérdidas y con ello agrave sus propias finanzas y capacidad de pago de la deuda. El 21 de diciembre de 2011 el BCEuropeo prestó casi 500.000 millones de euros a los bancos de la zona euro por plazo de tres años al interés del 1%. Eso les permite disponer de liquidez para hacer frente a los vencimientos de sus propias deudas con otros bancos, y para prestar al Estado por un interés mayor con lo que conseguirán beneficios para tapar sus propios agujeros, ya que no para hacer circular el crédito entre las empresas. Esos intereses se pagarán a través de los impuestos, pero la fuerte demanda por los bancos de la deuda pública para hacer negocio, ha facilitado también que el tipo de interés de la misma descienda algo desde el alto nivel anteriormente alcanzado. O sea, que la banca gana dinero y tiempo, se alivia el Estado y pagamos en última instancia nosotros. Vaya mejor o peor, siempre pagamos nosotros, menos o más. El crédito sigue sin llegar a las empresas e incluso no circula en el mercado interbancario, porque la banca necesita asegurarse (con la garantía del Estado) que se tapan los agujeros y el interés que le ofrece el Estado es más atractivo.

Con el objetivo centrado en disminuir la deuda pública, causando por ello el retroceso económico, manteniendo el cierre del crédito, dificultando la renegociación de las deudas, conseguirá agravar los problemas de las empresas y familias y por tanto los impagos, y con ello de rebote los de la banca con otros bancos.

Disminuyen para la banca las posibilidades de ser rescatada por un Estado con recursos claramente menguados por los rescates anteriores y los pocos ingresos por la austeridad, y eso hace que para las agencias de calificación deba bajar la nota de las entidades financieras. Y también la deuda de empresas y particulares (hipotecas a la vivienda) puede no cobrarse por ese empeoramiento. Y esto cuando los inmuebles con los que se ha quedado la banca por el impago de los préstamos van a desvalorizarse, perjudicando a sus balances, tanto más porque le resultará difícil venderlos sin una demanda solvente y apoyada en el crédito barato; mucho peor cuando lo que debiera vender son solares para edificar tasados muy alto pero ahora depreciados y sin mercado; o cuando (en la banca europea, no española) tienen productos financieros tóxicos, títulos con riesgos de grandes pérdidas, su magnitud es tal que los seguros de impago (CDS) que compraron son también incobrables, por lo que recurren a contratar seguros que les cubran de ese peligro con los CDS, pero su valor es sobre el de ganar tiempo maquillando los balances. Todo esto crea problemas no sólo de liquidez sino de solvencia a los bancos que para afrontar las pérdidas deben retener en sus arcas mayores cantidades de capital-dinero sin hacerlas circular, una tarea muy difícil por mucho que intenten ayudar los bancos centrales y organismos internacionales (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional) y que disminuye la confianza para los préstamos interbancarios, restringe el crédito a las empresas y particulares, echando más leña al fuego de la recesión. Ante esa perspectiva, los bancos se hacen más remisos a hacer circular el dinero. En tanto los bancos están necesitados de cantidades enormes para tapar los agujeros que ya tienen y cumplir con las exigencias de reservas, y no se saben bien de dónde podrán sacarlas (bancos, Estados) así que todos se piden ayudan pero procuran mirar para el otro lado cuando son los requeridos para darla.

El acuerdo por el segundo tramo del "rescate" a Grecia por su deuda pública con los bancos privados (206.000 millones de euros -de una deuda total de 352.319,4 de los cuales 55.000 son con el BCE-) supondrá para estos bancos una quita del 53.5%, la pérdida de 107.000 millones de euros, renunciado a reclamar a sus compañías de seguros. Los Estados europeos prestamistas renuncian a 1.400 millones en intereses, y los bancos centrales y el BCE a otros 1.800 millones en beneficios en bonos públicos griegos. La cuantía del préstamo asciende a 130.000 millones de euros. Le permitirá a Gracia pagar el vencimiento el 20 de marzo de una deuda de 14.500 millones de euros. A cambio, una nueva vuelta de tuerca de sacrificios brutales: eliminar para 2015, 150.000 empleos públicos (funcionarios) empezando por 15.000 este año, reducir las pensiones y el salario mínimo (22%, más del 30% en el caso de los menores de 30 años), recortes en sanidad, gasto municipal e incluso del ejército, aumento de las horas de trabajo, cuando a la vez suben los precios por el alza de los impuestos al consumo, con un paro oficial cercano al 20%, y una constante salida del capital del país (200.000 millones de euros a Suiza desde el comienzo de la crisis, más de 10.000 millones en los últimos meses; un 60% del PIB). La reducción en el sistema de salud será de 1.100 millones, y de 400 millones en el ejército cuando es Grecia el país que más presupuesto militar tiene en relación con el PIB, que aun con todo aumenta en 2012 en un 18,2% (con compras de armamento a Alemania y Francia, con la excusa de las tensiones con su otro socio en la OTAN, Turquía) ¿Pero no decían que para reducir el déficit del Estado había que suprimir "gastos improductivos"? Una vuelta de tuerca sumada a la duplicación del paro desde el primer "rescate", con una reducción de los sueldos entre el 20% y el 30%.

Los fondos de alto riesgo (hedge funds) puede que no acepten una quita "voluntaria" que les supone pérdidas, y que reclamen el cobro de sus seguros contra el impago de crédito (CDS) (El País, 26-2-2012).

El gobierno y los partidos griegos, con intereses encontrados, también con vistas a no quedar peor que el otro cara a las próximas elecciones, se han demorado en decir que sí a las exigencias de la parte prestamista y comprometerse a cumplirlas después de las elecciones. Pero la "troika" (Unión Europea, FMI, BCE) ya no se fía del gobierno y de los partidos griegos y sólo soltarán el dinero cuando empiecen a imponer las medidas acordadas. Y luego le impondrán un control del gasto tal que supone que Grecia entregue la llave de la caja, lo que se entienden como una pérdida de soberanía, para garantizar que la devolución de la deuda tenga la prioridad absoluta en el destino de la recaudación fiscal. Si todo sale "bien", Grecia teóricamente reducirá su deuda pública acumulada del 160% actual al 120,5% del PIB en 2020, lo que sigue siendo una barbaridad, pues significa que ni aunque se dedicase todo el PIB de un año sería suficiente para pagar las deudas. Con un futuro de profundización en la crisis, agravada en Grecia por una política de austeridad brutal, que impedirá que el Estado recaude todos los impuestos que necesita y ha subido, con un alto índice de evasión fiscal, el horizonte de crecimiento ni aparece y por tanto "es evidente que Grecia no podrá cumplir" "es una huída hacia adelante. Una vez más los europeos ganan tiempo, pero no resuelven" (El País, editorial "Agonía griega" 10-2-2012). El Gobierno griego, tras el acuerdo de "rescate" ya ha tenido que revisar al alza del déficit de 2012 por la recesión, del 5,5% al 6,7%; prepara otro tijeretazo para las pensiones, privatización del aeropuerto de Atenas y de las Loterías. La agencia de calificación Fitch recortó el 22 de febrero, después del acuerdo de la segunda parte del rescate, la nota de Grecia dejándola al borde de la insolvencia (El País 23-2-2012).

El gobierno griego demuestra que no es una simple víctima de la "troika" pues supera las medidas pactadas al reducir los días de vacaciones anuales, suprimir de días festivos y rebajar el pago de las horas extras.

El proletariado griego está sufriendo el ataque directo de su propia burguesía, pero también de la burguesía de la Unión Europea, del FMI y del Banco Central Europeo representados por "la troika" en la negociación exigiendo esos sacrificios o la negativa del crédito y la quiebra de Grecia.

Si las finanzas internacionales aceptan ahora pérdidas es porque de no hacerlo, los riegos serían muchísimo mayores para la eurozona y de ahí para el sistema financiero mundial.

La banca mundial y en particular la española, a pesar de los esfuerzos del FMI, tiene grandes dificultades para encontrar todo el dinero que necesitan para tapar sus agujeros, no habrá para todos, ni con la ayuda del Estado. Le resulta complicado conseguir los necesarios para asegurar la solvencia y la liquidez a pesar de todos los rescates, reestructuraciones y reformas en el sistema financiero. La necesidad de recapitalizar los bancos poniendo en más compromisos a los Estados, agrava las dudas sobre la solvencia de estos.

El día 21 de diciembre de 2011 el BCE lanzó la primera subasta ilimitada de liquidez a tres años al interés del 1%, que alcanzó la cifra de 489.190,75 millones de euros entre 523 bancos, correspondiendo a los españoles aproximadamente una cuarta parte. (

El 29 de febrero el BCE ha lanzado la segunda subasta ilimitada de liquidez a tres años al 1% de interés, que ha alcanzado la cifra de 530.000 millones de euros entre 800 bancos (más que en la anterior), bastantes de ellos, medianos y pequeños. Con este dinero, los bancos prestarán a sus Estados al interés del 3% lo que ayudará también a que en los casos como España e Italia baja el tipo de interés que debe pagar por colocar su deuda pública. La banca española ha pedido entre 120 y 150.000 millones de euros (más que en la anterior subasta). Con el dinero de ambas subastas los bancos aseguran el pago de los vencimientos a sus acreedores mayoristas en 2012 y 2013.

Entre las dos subastas, el BCE ha metido una inyección de al menos 1 billón 19 mil millones de euros. Y ni aún así se han resuelto los problemas.

Los expertos la califican de "alivio temporal, no una solución definitiva" "ganar tiempo" "anestesia". Pero en tres años habrá que devolver todo eso y para ello hace falta crecer, así que persiste el riesgo de entonces se declare una gran crisis. Y el BCE no puede utilizar este recurso indefinidamente por varias razones. Así que este puede ser su "último cartucho". Los bancos utilizan esos fondos sobre todo para resolver sus propios problemas. Los bancos no dan créditos y eso agudiza la recesión y las perspectivas de recesión y el alto endeudamiento que ya tienen empresas y familias, impide que haya una demanda solvente, lo que frena a los bancos a la hora de dar créditos por el riesgo para la inversión y la tasa de ganancia, por lo que se genera un círculo vicioso que puede acabar afectando a los resultados de la banca cara a dentro de tres años. En una fase recesiva no es tanto el crédito el que incentiva el crecimiento, como las perspectivas de crecimiento, sobre todo de la tasa de ganancia, las que desaniman o estimulan el crédito según sean malas o buenas (El País, 26-2-2012).

Para los bancos, tener que comprar los bonos del Estado tampoco es una operación exenta de riesgo dado los problemas que tienen y van a tener estados como el español e italiano para ingresar impuestos en un periodo de recesión y con protestas sociales que procurarán poner freno al recorte de los gastos sociales.

Para que los bancos con más problemas puedan acceder a este crédito barato del BCE al 1% de interés que luego pueden prestar al Estado español al 3%, el Estado debe venderles un aval (cobra dependiendo de la solvencia del banco entre un 0,75% y un 1,25%). El Estado así contrae riesgos que serán graves por ejemplo en el caso de que Portugal pueda caer y contagiar a la banca española si ésta no puede devolver los préstamos al BCE y entonces el Estado tendrá que responder con los avales (El País, 26-2-2012). Pero en tanto podrá aliviarse si los bancos le prestan dinero a un interés más barato de lo que habría tenido que pagar sin esa inyección de liquidez a bajo precio del BCE. Pero en cuanto se agote ese flujo, volverán a depender del crédito que exige un mayor rendimiento y si todavía tienen alto el déficit, el interés a pagar lo será también, tanto más si los prestamistas no se fían de la solvencia del Estado porque tiene dificultades para recortar y recaudar; por eso los Estados deben hacer muchos recortes para reducir el déficit o de lo contrario les costará por las tasa de interés y la reducción de ingresos a causa de la nueva recaída en la recesión.

El sector financiero español ya ha cerrado el 15% de las oficinas y otro tanto las plantillas, y prevé una reducción adicional del 20% en sucursales y empleados (El País 2-2-2012).

En fin, una dinámica de carambolas, reacciones en cadena y círculos viciosos, de la que es muy complicado salir.

En España, el gobierno del PP ha adoptado a primeros de febrero de 2012, aprobado por el Congreso el día 16, medidas para intentar desbloquear la situación de los bancos y cajas de ahorro. Deben bajar los precios de viviendas y solares para facilitar su venta; difícil objetivo si no circula el crédito. Como compensación a las pérdidas y riesgos de sus activos deben hacer, en un plazo que termina con el fin de este año (en caso de fusión, al finalizar 2013), provisiones mayores, 52.000 millones de euros, el doble de los beneficios por explotación que obtiene el sector en un año. Pero al menos la mitad podrá resolverse con reclasificaciones de partidas contables, pero unos 25.000 sin duda deberán ser nuevos. Y esto porque son potencialmente problemáticos 175.000 millones en activos inmobiliarios y créditos a promotores (88 mil en suelo y promociones, 87 mil en promociones terminadas y viviendas adjudicadas). Las entidades que necesiten ayuda recibirán créditos con intereses del Estado previa emisión de deuda pública (6.000 millones), de modo que no figuran como déficit de éste, aunque el Estado tenga el riesgo de impagado por la quiebra de la entidad y deba adquirir en compensación unas acciones muy devaluadas. Es por tanto, un riesgo de ayuda a cuenta de los impuestos, y el destino de ese crédito a los bancos significa que no se destina a otros objetivos. En este proceso se realizarán fusiones para poder salvar a las entidades que por sí mismas no pueden alcanzar la provisión necesaria, lo que llevarán a una mayor concentración del capital financiero. Con esto se espera aumentar la confianza en la banca extranjera para que den crédito a la española y ésta a su vez pueda darlo a las empresas y consumidores. Pero de momento las provisiones y las fusiones van a apartar más recursos al crédito. El paso del tiempo desvalorizará más los activos, por lo que la situación se puede poner más difícil con necesidad de más provisiones (El País 3 y 8 del 2-2012).

La medida de reducción de precios del parque de viviendas en manos de las entidades financieras perjudica a los desahuciados cuya vivienda tendrá menos valor por el abaratamiento de la oferta por el sector financiero y por tanto quedarán respondiendo de más parte de deuda (capital pendiente más intereses, etc.). Quienes por motivos de traslado por trabajo u otra necesidad deban cambiar de vivienda conseguirán un precio menor por ella que puede incluso ser inferior al que pagaron o a la deuda pendiente con el banco.

Y con mucha visión, ha reducido en torno a una media del 70% las remuneraciones de los altos directivos de las cajas de ahorros (no los bancos privados) ayudadas o intervenidas (participación del Estado), nacionalizadas de hecho. Algo que no se ha atrevido o querido hacer el gobierno de izquierda del PSOE, ni el Banco de España, lo hace el gobierno de derechas del PP. Toma el pulso a la indignación de la población y sabe que cuenta plenamente con la confianza estratégica del capital. Pero el sacrificio no es tan grande. El límite máximo de los altos directivos de las cajas ayudadas será de 600.000 euros brutos al año, lo que supone catorce pagas que rondarían los 22.000 euros netos (afortunado ya el trabajador que cobra netos mil euros al mes -el mileurista-), y para las intervenidas, los 300.000 brutos, lo que rondaría catorce pagas de unos 11.000 euros netos. Los consejeros, que ganaban menos, también sufren serios recortes: podrán cobrar un máximo de 100.000 brutos anuales en las ayudadas (14 de unos 4.500 netos) y 50.000 en las intervenidas (14 de unos 2.500 netos). El presidente y consejero de delegado de la caja con mayores retribuciones (BFA-Bankia) venía cobrando más de 2.250.000 euros brutos anuales (tal vez 14 pagas de 78.000 netos). En el caso expuesto supondría con relación al mileurista una escala de sueldo neto de 78 a 1. Teniendo en cuenta que el mileurista no podrá ahorrar nada y que el burgués sí, con el tiempo se producirá una diferencia de acumulación de bienes enorme. La medida del gobierno es una demostración también de que una crítica superficial al capitalismo es fácilmente recuperada por la burguesía para darse buena imagen (El País 4-2-2012). Pero ni siquiera esto nos da una idea de lo que pueden cobrar los directivos de los grandes bancos y empresas, para que lo que nos puede orientar mejor los 9.500.000 euros brutos que ganó en 2011 el presidente de la empresa del sector eléctrico Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán. Se nos ha bloqueado la calculadora (El País, 26-2-2012).

La bancarización de las cajas de ahorros supondrá una limitación o sacrificio de lo que se llamaba su "obra social", que cuando era cierta consistía en inversiones y gastos sin finalidad de lucro que atendían necesidades mal cubiertas por el Estado o con un coste para el consumidor por el sector privado. Por tanto, es una vía más para reducir los "gastos no productivos" del capitalismo, es decir, lo que de un modo u otro revertía en el mantenimiento y nivel de vida del proletariado y sectores populares sobre todo, en la misma vía que los recortes a los gastos sociales del Estado.

 

 

7.- La raíz del problema: ni el neoliberalismo, ni el capital financiero, sino el régimen asalariado del trabajo.

 

La burguesía y sus economistas, políticos, y también sindicatos, quieren que veamos el pasado y el futuro, fragmentado, deteniéndonos en detalles insignificantes, culpando a unos u a otros, haciendo que nos perdamos por las ramas.

En Alemania, los nazis echaban la culpa de todo, a fin de cuentas, a las personas de origen o cultura judía. Semejante aberración buscaba una "cabeza de turco" para la ira popular y evitar así que apuntase al verdadero culpable, el sistema capitalista, y sus representantes, el conjunto de la burguesía y su defensor, el Estado burgués.

Hoy, cuando de derecha a izquierda nos explican la crisis, lo hacen de modo que nos culpabilice ("vivir por encima de nuestras posibilidades"), o achacándola a la mala política del presidente del gobierno de turno, o echando las culpas a la especulación, la avaricia y desregulación del capital financiero, etc.

Ya sabemos que el recurso al fomento artificial de la demanda solvente gracias al endeudamiento ha sido imprescindible para que el capital mundial, a trancas y barrancas, siguiese su huida hacia adelante y obtuviese beneficios enormes durante un tiempo, tanto por las ventas como por los intereses. La reducción neoliberal de los salarios globales (directos más gastos sociales del Estado) disminuía la demanda solvente, pero en lugar de subir los salarios provocando un descenso de los beneficios, nos daban créditos elevados que deberíamos ir devolviendo (con intereses) descontándolos de un salario escaso o la suma de varios (las parejas) y respondiendo también otros con sus bienes (el aval de los padres...). La ventaja adicional para el capital era en muchos casos estar encadenados de por vida a la banca, sabiendo que no deberíamos "meternos en líos" a riesgo de perder el empleo y enfrentarnos a las consecuencias de la insolvencia, no sólo para nosotros sino para otros (hijos, padres...).

Aquí vemos que la causa última no está en la banca, sino en el salario, en el régimen asalariado del trabajo. No es que hayamos vivido por encima de nuestras posibilidades, sino que el salario estaba por debajo de nuestras necesidades, y por eso hemos recurrido al endeudamiento que se han revelado por encima de nuestras posibilidades de devolución en cuanto han saltado las costuras del sistema por las contradicciones provocadas por el régimen asalariado del trabajo (explotarlo al máximo para obtener beneficio y a la vez necesitarlo como consumidor). Y entonces han subido los intereses, nos han reducido el salario, hemos perdido el empleo...

También han fomentado el endeudamiento por mero consumismo inducido por ellos, porque el capitalismo sólo existe para acumular beneficios vendiendo bienes y servicios, aunque sean superfluos, puro despilfarro de recursos o agresión a la naturaleza. Necesitaban vender todo eso y como con el sueldo no bastaba, se postergaba el pago definitivo por medio del crédito. Los proveedores ganaban con la venta, y la banca con los intereses de los préstamos.

Pero al capital financiero le asusta muy poco que le echemos las culpas. Tiene las espaldas muy anchas y no le importa con tal de que no dirijamos nuestra atención a la verdadera raíz del problema ¿Dónde está? Pues en el mismo origen que la necesidad del endeudamiento. Pero esto no es una peculiaridad de esta crisis.

Si hacemos un recorriendo por todas las eras del capitalismo, si no nos dejamos enredar por lo específico de cada una de ellas, veremos que existe un denominador común. ¿Cuál es?

Qué se produce y cuanto viene determinado no por las necesidades humanas sino por las expectativas de beneficio para el capital. Así ocurre que se tienen prioridad las armas si dan más dinero que los alimentos, o los productos programados para durar poco y pasar de moda, no se detiene ante el deterioro de la naturaleza considerada como mero coste a abaratar, etc. La exigencia de supervivencia del capital invertido en condiciones de competencia, impone pasar de consideraciones más elevadas, porque quien por ello aumenta sus costes, pierde.

La limitación del consumo de los trabajadores/as viene dada a fin de cuentas por el salario. Aunque obtenga un préstamo, ha de devolverlo con el salario y los intereses son una variante de la plusvalía, valor del trabajo que se apropia el acreedor. El régimen asalariado del trabajo impone a nuestros ingresos el límite de la parte del trabajo que no se nos paga y de la cual se apropia la burguesía para obtener con ella el beneficio para el capital que se acumula para obtener más beneficios con más mercancías. La satisfacción de necesidades humanas (en armonía con la naturaleza), cuando se da, es un efecto secundario, no la prioridad.

Esta es la madre del cordero de lo que llamamos capitalismo. El capitalismo no es el neoliberalismo (solo una era), ni el capital financiero (un sector). Estas sólo son facetas del capitalismo.

El origen del beneficio real y sostenible (no el de la especulación de la "economía de casino" que estalla como una burbuja) está por tanto en la explotación del trabajo vivo, humano. Y esta explotación sólo es posible por el trabajo no pagado (plusvalía) generado en el régimen asalariado del trabajo.

La verdadera raíz de este sistema, desde donde se levanta el tronco y sus diversas ramas, de donde extrae la savia que es el beneficio para el capital productivo, comercial, financiero, es el régimen asalariado del trabajo. Esto es lo que ha venido sosteniendo todo el sistema durante dos siglos.

Pero ahora el árbol del capitalismo está viejo, sufre de una enfermedad degenerativa e incurable. Las hojas y las ramas, el tronco, la savia (el beneficio) no pueden sostenerse con unas raíces que no dan para más de sí. Por mucho que se pode el árbol, eliminado empleo, reduciendo salarios, contrayendo ramas como la sanidad, la enseñanza, la hostelería, etc., la vitalidad del árbol se está terminando, tanto por su interior, como porque ha agotado el terreno en el que vive y envenado con sus hojas y secreciones su hábitat.

Ya demostró su senectud cuando con motivo de la Iª Guerra Mundial, en vez de sufrir las crisis de crecimiento propias de la juventud en el siglo XIX, hubo de sobrevivir a base de enormes sangrías y amputaciones en las zonas principales de su organismo (Europa). De ser un factor limitado de progreso, la Gran Guerra demostró que el capitalismo había empezado su época de decadencia, pasando una factura creciente a la Humanidad, hoy con la amenaza aún real de la guerra nuclear (ahí están, pueden usarlas cuando quieran, y la pueden desencadenar países de tercera fila, como India y Pakistan, Israel e Irán, las dos Corea...) y de la crisis de la vida en el planeta (sexta extinción de las especies en marcha, contaminación, cambio climático...).

De unas reglas del juego perversas, de unas relaciones sociales trenzadas no a través de la cooperación en la creación y satisfacción de las necesidades sociales, sino de la competencia en la producción de mercancías para obtener un beneficio en forma de dinero, de algo tan artificioso y ya contrario a la naturaleza, sólo puede acabar surgiendo la inhumanidad, el despilfarro, la destrucción, la abominación.

El problema no es si neoliberalismo o vuelta al keynesianismo. Ya se ha probado de todo y antes o después termina en fracaso y desastre que lleva la desgracia y la muerte a millones de personas, tanto en los países pobres como en los ricos. Porque el problema no es el modelo productivo de una época u otra, inventar otra variante que esta vez sí funcione bien, sino el mismo concepto básico de relaciones sociales que hace que todo esté de antemano condenado. El esclavismo y el feudalismo también tuvieron muchas variantes, pero el problema estaba en lo que era esencial a ellos mismos.

No necesitamos más etapas del capitalismo, más ensayos, más oportunidades para él, cuando además todo apunta a que será mucho peor.

La crisis sistémica de la civilización capitalista senil, es la crisis de su raíz, la crisis del régimen asalariado del trabajo.

La denuncia del capitalismo que hoy no se centre en el régimen asalariado del trabajo y su abolición, se queda corta, no ayuda al proletariado a asumir nuestra responsabilidad histórica, y por tanto facilita su recuperación por el capital y nuestra derrota.

 

 

8.- ¿Por qué nos resulta tan difícil reconocer la raíz? La propaganda burguesa. Nuestro lugar en las relaciones sociales. La mercantilización de las conciencias que nos impide rebelarnos contra la estafa. El peso de las derrotas.

 

Sin duda porque la burguesía, con la ayuda de sus economistas y demás ideólogos y "expertos" hacen todo lo posible por distraernos con cuentos más o menos burdos o sofisticados. Son los teólogos modernos (algunos santos en vida, como los premios Nobel de economía), del dios Dinero-Capital-Mercancía (su santísima trinidad, tres objetos distintos, unidos por el amor al beneficio que dan un solo dios verdadero), capaces de las tonterías más solemnes, incluso con la ayuda de las matemáticas, con tal de demostrar la inevitabilidad, eternidad y bondad del capitalismo, que todo lo que sufrimos por su causa es a fin de cuentas "por nuestro bien" en forma de Progreso (si no es para hoy, para mañana, nos dicen siempre, como siempre es "la última" guerra, la "última" gran crisis, etc.) y que la "mano invisible" del Mercado o la intervención del Estado, saben mejor que nosotr@s cómo deben hacerse las cosas. Son los sacerdotes que preparan el sacrificio de nuestras necesidades humanas en los altares del Capital y del Estado.

Para escamotear la realidad justifican el beneficio como pago al capital por su riesgo (el riesgo no crea valor, sólo el trabajo lo crea, y el beneficio es el plusvalor del trabajo no pagado, el beneficio es lo que motiva al riesgo, no la paga del riesgo ni está causado por el riesgo), y para algunos de ellos, el precio no tiene nada que ver con el valor-trabajo incorporado en la mercancía, sino simplemente con la oferta y la demanda, el "valor" que tenga para el comprador, explicando las crisis por cuestiones monetarias. La economía burguesa utiliza unos métodos de contabilidad y estadísticos, según la conveniencia del capital, oscureciendo la verdadera raíz del beneficio y la dinámica real del capitalismo. Recurre a un sinfín de argumentos variados y opuestos según las diferentes escuelas, que no ayudan apenas a comprender la realidad. El fracaso de su "ciencia" se evidencia cuando es impotente para evitar crisis como ésta e incluso para explicarlas debidamente, y queda sumida en el desconcierto a la hora de salir de ella sin causar grandes daños o incluso recaer en la recesión. Este discurso, superficial o con mayor profundidad, se difunde en las empresas en especial a la hora de la negociación colectiva, y en los medios de comunicación al explicar la situación económica, sobre todo en época de crisis. Siendo una cuestión de tantísima relevancia, la burguesía procura que sigamos siendo unos ignorantes o no enredemos en cuestiones secundarias o engañosas, gracias a un bombardeo de información superficial e inconexa y a unos debates dentro de los límites de lo discutible para el capital.

También afecta el lugar que cada uno ocupemos en las relaciones sociales. No tiene la misma perspectiva del capitalismo el trabajador/a de una gran industria multinacional que el de un pequeño comercio, del Ayuntamiento, de un banco, de la sanidad, etc. Cuando el capital reduce los salarios o despide en la industria metalúrgica es fácil establecer la relación con la extracción de plusvalía, la falta de competitividad o la sobreproducción. Pero cuando se despide a enfermeras y doctores en la sanidad pública no resulta tan evidente la relación con la reducción de los recursos totales que se dedican al mantenimiento del proletariado como estrategia de la burguesía de recuperar sus beneficios, es decir, con el régimen asalariado del trabajo (capitalismo), aunque se relacione con la deuda pública, el rescate de los bancos y la privatización de servicios.

Pero el principal obstáculo es que nuestra propia condición de trabajadores/as nos nubla juicio, nos lleva a identificarnos como raíces del sistema pero sin ver en ello ningún problema esencial que lleve a cuestionarlas y desear arrancarlas.

La civilización capitalista es la civilización en la que domina la Mercancía y el Dinero. El imperativo de la mercancía, de la competencia y del beneficio, lo llevamos en nuestra "sangre" proletaria, como la degeneración inoculada por un vampiro (el capital) a su víctima (el trabajador). Como el vampiro y su víctima, el trabajador y el capital han creado una relación perversa, que es el régimen del trabajo asalariado. Con el trabajo no pagado incorporado en las mercancías (bienes y servicios) que producimos, damos vida al capital a través del beneficio.

Es nuestra condición proletaria, la que nos conduce a comportamos como raíz del capitalismo y a pensar que eso es lo normal, nuestro inevitable destino en este orden "natural" o la mejor de las sociedades posibles. Cuando para poder vivir debemos vender nuestra capacidad de trabajo por un salario, ya entramos en su juego, nos comportamos como si fuésemos una mercancía más en competencia para poder venderse, y si no lo consigue se desecha y quedamos en el paro. Cuando trabajamos en el régimen asalariado, lo hacemos no para producir bienes y servicios con el objeto de satisfacer las necesidades colectivas, sino para producir mercancías, que aunque parezca lo mismo no lo es, pues la meta es cambiarlas por dinero dando beneficios al capital, aunque sean armas, productos perjudiciales para nuestra salud o el medio ambiente, objetos superfluos, supongan un despilfarro, etc. Si el mercado se satura, o con nuestra explotación no obtienen los beneficios que buscan, como otras mercancías, sobramos, y se nos lanza al paro. Nuestra reacción a esta subordinación y ausencia de dominio sobre nuestro trabajo, nos lleva también a desinteresarnos de la naturaleza y finalidad de esa producción (puede tratarse de armas u otros productos perjudiciales en algún sentido) porque lo que buscamos es sólo un medio para cobrar un sueldo, conseguir dinero para vivir comprando mercancías. Si queremos salvar el empleo, nuestra reacción es que la empresa quite la carga de trabajo en otra factoría, no en la que trabajamos, que "nuestra" empresa debe ser más competitiva, desalojar del mercado los productos y servicios de otras, y si es preciso, condenar a sus trabajadores/as al paro o al empeoramiento de sus condiciones de trabajo y vida para soportar el tirón, lo que a su vez provocará que nosotros debamos abaratarnos si no queremos acabar perdiendo la ventaja competitiva o por la presión a la baja de los salarios por la masa de parados. Una y otra vez, en el círculo infernal de la Mercancía y el Beneficio.

Somos como mercancías que a su vez producen mercancías que dan origen al beneficio en forma de dinero que se acumula como capital, el cual se hace más poderoso y puede dominarnos mejor extendiendo la producción mercantil, comprando más trabajadores que a su vez....Y así se extiende la plaga que domina el mundo: el dinero-capital-mercancía-dinero-capital-....

Les gustaría que viviéramos, sintiésemos y pensásemos como si fuéramos una mercancía más en el mundo Mercancía; orientados -como el capitalista- al Dinero y al consumo de mercancías que a ellos les interesa. Siendo como mercancía (trabajo) que produce mercancías y que se intercambia por otras mercancías (nuestro consumo).

Las relaciones de trabajo, orientadas a la mercancía y el beneficio, fomentan el individualismo, la falta de colaboración y solidaridad, el "cada a lo suyo", el "todos contra todos". La perspectiva del mundo como un mercado en el que adquirir mercancías distorsiona nuestra percepción de lo que es la vida y la Naturaleza. Oculta lo que son relaciones sociales, humanas, de explotación y dominio, como si fuesen relaciones en el Mercado entre mercancías (yo te doy mi trabajo-mercancía, tu mes das -mediante el salario- las mercancías que necesito para seguir proveyéndote mi mercancía). También podríamos decir que es como si estuviésemos poseídos por el dios de la Mercancía y su avatar universal, el Dinero.

Si la debilidad del hombre crea los mitos, nosotr@s, trabajadores/as, con el régimen asalariado del trabajo, somos los que producimos a la trinidad del dios capital (Mercancía- Dinero- Capital) que domina, degrada y destruye la vida en el planeta, empezando por la nuestra. Un dios que nos va formando a su imagen y semejanza, creando la "comunión" de los consumidores amando el dinero para adquirir mercancías a mayor gloria del Capital.

La fórmula para el prodigio "creativo-destructivo" capitalista no son las que nos ofrecen sus economistas, sino D-M-D´. ¿Qué quiere decir? Dinero- Mercancía- Dinero +. Es decir, que invirtiendo Dinero en Mercancía (materias primas, energía, maquinaria, pero sobre todo, trabajo vivo asalariado), se consigue recuperar el Dinero invertido y un plus, más, que es la plusvalía o trabajo no pagado, en lo que se basa el beneficio o ganancia del capital.

Ellos dominan los recursos, deciden y mandan, nosotros obedecemos y a lo sumo elegimos cada equis años a quiénes nos debemos someter. La división social del trabajo, supuestamente por razones técnicas y neutras, esconde una división clasista del trabajo necesaria para mantener el régimen asalariado del trabajo.

Estas características del régimen asalariado, esta mercantilización de las conciencias, cuando el régimen asalariado permite la apropiación del trabajo no pagado, hace que se asemeje más que a un robo en el que se violenta la voluntad e interviene la fuerza (que también), a una estafa, que se basa sobre todo en la voluntariedad y el engaño. Por eso se puede decir que esta civilización se sustenta en una estafa, en la gran mentira de que se paga todo el trabajo realizado.

Todo el derecho, el sistema de justicia, el reparto del trabajo y de los bienes, las creencias, las costumbres sociales, parten de esta estafa y la protegen.

El conocimiento de la estafa no lleva al enfrentamiento frontal contra el sistema si éste está en condiciones de ofrecer algo que los estafados valoren, de modo que les resulte la estafa un mal menor comparado con el esfuerzo y los riesgos de la lucha por eliminarla. Pero si la desigualdad entre las clases es más fácil de aceptar en un período de expansión en el que también hay posibilidades de mejorar para los de abajo, es más difícil de aceptar en un período de recesión, cuando el capital ofrece cada vez menos, retira lo que daba, y sólo promete mayores sacrificios para el futuro. Cuando la estafa se muestra con la mayor crudeza, entonces la menor utilidad para el estafado podrá unirse a la falta de la legitimidad que podrá pasar a un primer plano para dictar una sentencia condenatoria que lleve a la lucha por su abolición.

Ha habido momentos en la historia del proletariado en los que nuestros predecesores se sobrepusieron al condicionamiento de la condición proletaria como clase del capitalismo, y sí llegaron a un cuestionamiento muy importante de esta estafa y condición de clase, incluso al punto de insurreccionarse contra su protector, el Estado burgués, que había dado muestras sobradas de su hostilidad al proletariado. Por ejemplo en Alemania de 1918 a mediados de la década de los 20, en España en varias ocasiones, especialmente en la revolución de Asturias de octubre de 1934, y en julio de 1936 como defensa contra el golpe de estado militar. Pero al ser derrotadas, con la fractura creada por la IIª Guerra Mundial que alistó a los trabajadores/as en la matanza mutua tras distintas banderas del capital (democrático, fascista, "comunista"), se rompió la continuidad histórica del proletariado, la memoria de cuando fue capaz de llevar a la práctica ese cuestionamiento. Experiencias de nuestra clase que casi todos ignoramos, o creemos que no tienen nada que ver con nosotros, pues tampoco reciben el debido espacio y tratamiento en los libros de historia ni en el mundo del cine, tan dado a las guerras burguesas; tan lejanos que ni siquiera son "batallitas del abuelo".

Las luchas y la radicalización de finales de los años 60 y comienzos de los 70 no han aguantado como débil puente y lazo de unión con ese pasado, y se ha reforzado la mercantilización de las conciencias, tanto más cuando no parecía que pudiese existir una alternativa al régimen asalariado del trabajo, debido a las ilusiones creadas por la época de expansión que siguió a la guerra y las esperanzas puestas en el "Estado de bienestar" hasta los años 70, a la estafa del estalinismo (hundido a finales de los 80) que se ha asociado indebidamente al comunismo y a la crítica radical del régimen asalariado del trabajo, junto con el poderío demostrado por el capitalismo con la globalización a partir de los 90, a pesar de sus costes (crisis en México, dragones asiáticos, Rusia, Brasil, burbuja puntocom, Argentina...), disfrazados con el endeudamiento y las burbujas especulativas (dando ocasión de participar un poco en ellas incluso a fracciones de los trabajadores/as).

Pero seguimos siendo los trabajadores/as quienes damos vida al capital a través del régimen asalariado del trabajo y su división social del trabajo. Por eso, en nuestras manos y sólo en ellas, está la posibilidad de acabar con el capitalismo, liberándonos y a la vez a la Humanidad. No somos meras víctimas. Lo mismo que forjamos nuestras cadenas, podemos romperlas. Pero antes debemos reconocerlas y disponernos a actuar en consecuencia en vez de querer ignorar la verdad y pensar que por no enfrentarnos a la realidad ella va a ignorarnos también.

Es la abolición por nosotr@s de este régimen lo que erradicará al capital, como arrancar la raíz mata definitivamente al árbol.

Y para eso hay que empezar por hacer que "trabajo no pagado" se convierta en algo tan común como "competitividad", repitiéndolo mil veces en el discurso, en los lemas, en las pancartas, y llamando a todo esto "estafa". La lucha por las ideas es también una lucha por los términos y el lenguaje.

 

 

9.- "Salarismo", nombre secreto del capitalismo. Llamarlo por su nombre para mejor combatirlo.

 

El capitalismo se llama así porque el impulsor de las relaciones del trabajo asalariado es el capital, el dinero que se transforma en medios de producción, fuerza de trabajo comprada, y beneficio en base al trabajo no pagado.

Esa denominación al principio le gustaba a la burguesía, porque en la juventud del capitalismo, de su prodigioso ascenso en el siglo XIX, le daba todo el mérito al que ponía el dinero-capital, al burgués.

Cuando el capitalismo fue cada vez más criticado, demostró su rostro feroz y destructivo, aprovechando que hubo de echar mano cada vez más del Estado para poner algo de orden en su economía, prefirió ir cambiando su nombre, como "economía mixta" (durante los "30 gloriosos") y finalmente "economía de libre de mercado", "neoliberalismo", globalización de la economía, y otros eufemismos, siempre para ocultar la expansión del régimen de trabajo asalariado, de la mercancía y del dinero.

El nombre de esclavismo remite al propietario y explotador esclavista pero también al esclavo como propiedad viva explotada. Pero capitalismo sólo remite al Capital, que fácilmente se confunde con el Dinero y la Mercancía (de ahí "economía de mercado"), dejando en muy segundo plano lo fundamental, el dominio y propiedad de los medios de producción por una minoría y el trabajo sometido al régimen de asalariado para su explotación. La tendencia a confundir el Capital con el Dinero es hoy mayor dado el protagonismo del capital financiero y de la financiariación de la economía que hasta a la burguesía le ha creado la ilusión de que el dinero hace dinero sin estar respaldado por la explotación del trabajo asalariado.

El principal resultado es sobre todo que ha desviado la atención de su verdadera raíz, el régimen asalariado del trabajo que gracias a la explotación del trabajo vivo produce mercancías, plusvalía en forma de beneficio-dinero, capital.

Así hoy, la burguesía puede servirse con tanta facilidad del truco de echar las culpas a los especuladores, a la banca, etc. evitando que señalemos en la dirección correcta: el régimen asalariado del trabajo, el trabajo no pagado, la apropiación de la plusvalía. Y cuando se acerca, en vez de decir claramente que necesita explotar más trabajo no pagado, habla en términos de "productividad" "competitividad" "rentabilidad", etc. Sin duda es una experta en el uso de los eufemismos y el lenguaje que oculte lo que en verdad dice.

Cualquier precio es pequeño con tal de que no rebele su verdadera naturaleza, de que no lo mencionemos por su nombre secreto, "salarismo", porque eso podría ayudar a que cayese definitivamente el velo de nuestra conciencia, y por tanto, a su destrucción, por la abolición por los trabajadores/as de ese régimen, en lugar de pedir un mayor control de la banca o su nacionalización por el Estado, o Capitalismo de Estado. Esto sólo sería una vía de escape para el capital, para seguir explotando bajo otra forma el trabajo al persistir lo fundamental, el régimen de trabajo asalariado; porque los trabajadores/as deberíamos seguir prostituyéndonos a quienes dominan los medios de producción de bienes y servicios, sea el empresario privado, sea el Estado.

La teoría económica burguesa ha evolucionado en la misma vía. Al principio reconocía el valor del trabajo como pilar del valor de cambio de las mercancías. Lo quería destacar la burguesía industrial frente al poder de propiedad territorial, de la renta de la tierra. Pero cuando Marx demostró que el beneficio capitalista no es sino trabajo no pagado, los economistas burgueses ya no estaban interesados en destacar el trabajo, sino el carácter "productivo" del capital y se centraron en el mercado como si fuese la causa y no la expresión, en la relación oferta / demanda, inventándose un mercado puro, inmaculado y benefactor. Como eso nada tenía que ver con el mundo real, surgió otra corriente que destacaba al Estado y su intervención en la economía, incluso con una planificación total. Pero lo que tienen en común todas las teorías económicas burguesas (aunque se llamen a sí mismas "socialistas") es que no cuestionan hasta la raíz el régimen asalariado del trabajo, la subordinación a quienes dominan (sea la propiedad privada o estatal) los medios de producción, exprésese en el mercado o en la planificación burocrática o en cualquier combinación entre ambas.

Si la burguesía manipula los términos para escamotear la realidad, contribuye a la derrota que nosotros le hagamos el juego aceptándolos o permaneciendo anclados en una denominación que no es la más útil para desvelar la realidad y transformarla. La prueba está en que a la burguesía ya no le sale sarpullido por decir "capitalismo" mientras el régimen asalariado del trabajo, su raíz, no esté a la vista como tal raíz. Pero no ocurrirá lo mismo si con el nombre apuntamos directos al trabajo asalariado y la plusvalía. Si es necesaria una revolución cultural que acompañe a la revolución comunista, empecemos por llamar al capitalismo por el nombre que de verdad le corresponde: salarismo.

Ya esto es una forma de pasar a la ofensiva, al menos en el terreno de la ideología y el uso de la lengua, que condiciona la forma de ver el mundo, para desvelarlo en lugar de seguir ocultándolo. Llamarle salarismo es indicar de forma clara que nuestra visión del mundo es diferente, que no partimos de los intereses del capital, sino de los del trabajo explotado y que vemos en él el origen del capital. Que las diferencias y la lucha ya empiezan por el nombre que damos a la cosa.

Llamarle así ya supondrá un choque, un impacto, una llamada de atención que hará que otros se pregunten el por qué del cambio y permitirá explicárselo.

Si somos ahora tan timoratos como para no producir este cambio nominal que ayudará a acelerar el proceso de toma de conciencia, poco se podrá esperar de nosotros a la hora de la verdad, de transformar la realidad.

 

 

10.- Las "clases medias" también atacadas. Asustadas pueden caer en brazos de los políticos más reaccionarios del gran capital. ¿Cómo evitarlo y ganarlas?

 

El gran capital es el que lleva las riendas en esta transición a una nueva era del capitalismo, aunque no se puede decir que domine plenamente el proceso.

Durante décadas ha debido permitir que existan un conjunto de capas sociales, bien por su cualificación (técnicos, lo que antes fueron profesiones liberales) y relativa escasez, o por las dificultades prácticas e inconveniencia para convertirlas en trabajadores/as asalariados (campesinos de pequeña explotación familiar, ciertos autónomos), y para tener un sector social intermedio que le sirva de amortiguador en los enfrentamientos con el proletariado, porque participa en mayor medida que nosotros de la conciencia mercantilizada (comerciantes), de la idealización del carácter progresista del capitalismo (técnicos) y de la sumisión al Estado (en particular los funcionarios), tiene aspiraciones de ascenso social (escala de funcionarios, profesional, pasar a ser microempresa -siguiendo la clasificación de la UE-, o que lo logre sus descendencia, etc.), quiere guardar las distancias con "los de abajo", tiene nostalgia de los tiempos en los que su posición social era mejor (funcionarios intocables, profesiones liberales, más seguridad frente al capital medio y grande, etc.).

Las clases medias, entendidas como pequeña burguesía (no confundir con la clasificación oficial de "pequeña empresa"), en principio no tienen empleados, aunque podríamos conceder uno o dos a lo sumo lo que ya sería algo intermedio entre la pequeña burguesía y la burguesía baja.

Esta diversidad de capas medias (pequeña burguesía), dada su posición social intermedia entre la burguesía y el proletariado, tiende a creer en la posibilidad de un Estado neutro por encima de las dos grandes clases en conflicto que anteponga el "interés nacional" que ella interpreta en bases a sus propios intereses y prejuicios, pero que en realidad le hace el juego totalmente al gran capital que es el que acaba imponiéndose.

Según sus diferentes capas y sensibilidades la respuesta será de diverso tipo. Por una parte no cuestionan el aparato burocrático del Estado burgués (sobre todo los funcionarios) y por otra algunos sectores, sobre todo los asalariados de alta cualificación profesional, pueden llegar a creer que es posible una "democracia real" con el Estado burgués, a base de reformas legislativas, en la ley electoral, en la representación parlamentaria, los partidos políticos, etc., que dé protagonismo a "los que saben", a los que "están preparados", ellos y los tecnócratas elegidos, sin entender a qué intereses de clase van a responder en su gestión, que con el capitalismo sólo puede ser en lo esencial, la de facilitar su andadura, lo cual en estas circunstancias, antes o después, significa sacrificar a las "clases medias" a mayor beneficio del gran capital.

En relación con el Estado su indignación se centra en los privilegios de los políticos, sus despilfarros, la corrupción, pero no puede ver la naturaleza de clase burguesa del Estado en el capitalismo, sea cual sea el régimen (república, monarquía, dictadura...) y sus variantes. Pero incluso se puede observar que la pequeña burguesía que por su lugar en la sociedad más posibilidades tiene de beneficiarse de relaciones privilegiadas con las instituciones, y por tanto, de las relaciones corruptas, tolera esos fenómenos.

El rechazo a la corrupción de los políticos, al espectáculo de las disputas partidistas, la incapacidad de los partidos para dar las soluciones que desearían estas capas medias, o en otra dirección, el deseo de proteger sus privilegiadas relaciones corruptas del escrutinio público y de unos tribunales independientes, puede llevarles también al rechazo de la democracia burguesa, pero temiendo a un proletariado con más poder y las luchas contra un orden burgués que ellos consideran legítimo, no se inclina por una democracia más amplia, sino a favor de un poder más o menos dictatorial, personalista, caudillista. Una figura que acabe con el inútil teatro parlamentario y con autoridad para tomar las medidas drásticas y urgentes que se necesitan según ellos. Pero lo que no entienden es que ese poder, como siempre ha ocurrido, estará al servicio ante todo del gran capital y que si hace falta sacrificará a la pequeña burguesía que le ha ayudado a subir al poder y que le sostiene.

Los funcionari@s de la escala inferior son supuestamente unos privilegiados por la "seguridad" en el empleo, pero suelen cobrar sueldos bajos que sufren el peso del elevado alquiler de una vivienda cuando están destinados temporalmente en alguna localidad que no consideran el destino definitivo, porque la movilidad geográfica es también un precio a pagar por la "seguridad".

Pero si el gran capital, agravando temporalmente la crisis al reducir la demanda solvente, está dispuesto a perjudicar a sectores de la burguesía baja y media, no va a tener más contemplaciones con las llamadas "clases medias".

Los funcionarios son fáciles de atacar por el Estado burgués porque los tiene a mano y sirven como cabeza de turco de los "pecados" del Estado, por lo cuales no pagan los dirigentes políticos, ni los altos cargos responsables de las decisiones tomadas y de la corrupción en la que tantísimos habrán estado y estarán implicados. Por eso llegado el caso es posible despedir a los funcionarios. Ahí está el caso de Grecia ya comentado de eliminar para 2015, 150.000 empleos públicos. Una vía rápida de reducir los "gastos no productivos" al capital.

La burguesía va a apropiarse de los recursos de las "clases medias" para aminorar sus pérdidas e incrementar sus beneficios. ¿Cómo? Aumentando los impuestos a las rentas que tienen su origen en el trabajo asalariado (muchos de esos sectores tienen jurídicamente el estatus de asalariados), congelando y reduciendo de hecho sus sueldos cuando son funcionarios del Estado, obligándoles a trabajar más horas por el mismo pago, recortando también para ellos los servicios sociales del Estado, desde la sanidad a las pensiones, aumentando los impuestos sobre el rendimiento de los ahorros en los bancos (más el descuento de la inflación), y en el consumo, dejando menos margen comercial a las explotaciones agrarias y a los minoristas, negándoles créditos, etc.

Esos impuestos o salarios no abonados van a servir a fin de cuentas para que el gran capital siga pagando poco en impuestos y con él la gran burguesía, y a que esos recursos que extrae o no gasta el Estado, se transfieran también de varios modos al gran capital, directamente a la banca, o con subvenciones, etc.

Atacando a la pequeña burguesía no sólo recurre a una fuente de recursos importante y logra exprimirla sino que no debe cebarse de momento más en el proletariado como ocurriría si sólo se pretendiese obtener los recursos de él. Porque la pequeña burguesía, por su lugar en las relaciones sociales de producción, mayor aislamiento, mentalidad habitualmente más conservadora, menor tradición de lucha, es capaz de ofrecer una resistencia menor o en todo caso, más inconsecuente, a las agresiones del gran capital y de su Estado.

Las "clases medias" van a menguar en recursos y en importancia numérica. Muchos de sus descendientes (también algunos del proletariado), por mucha cualificación profesional que tengan (estudios universitarios, etc.) no consiguen un empleo correspondiente a su formación, si lo obtienen es con sueldos inferiores a los que fueron, y en muchísimos casos deben trabajar en lo que salga, como un proletari@ cualquiera, si es que pueden. No sólo eso, sino que en muchos países y casos, para pagarse los estudios han debido endeudarse con la banca a la que durante años deberán estar devolviendo el préstamo con sus intereses, lo que no les resultará posible si no encuentran un empleo o con un salario suficiente.

Por otra parte la burguesía incluye indebidamente en las "clases medias" a sectores que son claramente del proletariado, por ejemplo trabajadores/as de la industria, productores, que por cualificación, antigüedad en la empresa, poder de la misma, reciben un salario superior al común. Esta inclusión tiene como principal finalidad desdibujar en su conciencia su pertenencia al proletariado.

Los diversos sectores de la pequeña burguesía van a sufrir y asustarse. No quieren caer en la condición proletaria o proletarizarse todavía más. El gran capital va a procurar también sacar provecho de esto para evitar que se unan a nosotros en nuestra resistencia, lucha y cuestionamiento del régimen asalariado del trabajo, del capitalismo en su conjunto.

Demagógicamente los grandes capitalistas están dispuestos a tolerar la rabia contra la banca y los "especuladores", para ganar tiempo mientras en realidad no se toma ninguna medida que los doblegue. Pero también y sobre todo, contra nosotros, para dividir y enfrentar a unos asalariados o en riesgo de proletarización contra los proletari@s. Con todas sus mentiras sobre la crisis y su naturaleza, dónde está la raíz de los problemas, apuntarán de un modo u otro contra nosotros, por la "rigidez del mercado laboral", por las prestaciones sociales "excesivas que fomentan el rechazo del trabajo", porque hemos pretendido vivir "por encima de nuestras posibilidades" endeudándonos de por vida al comprar una vivienda y ahora "les toca pagar a ellos" los agujeros de la banca, porque si nos resistimos con huelgas "inoportunas" "insensatas" "que no sirven para nada", estaremos "dificultando la salida de la crisis" y por tanto agravando los problemas también para "las clases medias", y bla, bla, bla.

El gran capital pretende engatusar a sectores de la pequeña burguesía con el "apoyo a los emprendedores", con medidas fiscales, para trabajar como autónomos o la creación de microempresas (menos de 10 empleados, en la UE), cuando está hundiendo a las existentes, la tendencia de fondo es el recorte del crédito y la concentración de poder en el gran capital financiero, industrial, comercial, subordinando a la pequeña burguesía, como autoempleo, falsos autónomos, etc. De paso fomenta la falsa idea de que para crear puestos de trabajo hacen falta empresarios y su inversión, multiplicar la burguesía baja y media, cuando lo que precisamos es eliminar la figura del burgués, la dependencia de que inviertan (más en máquinas que en empleo), pasando el dominio de los medios de producción, financieros y servicios al poder de los trabajadores/as. El mito de más mercado y competencia ("competitividad") siempre está condenado al proceso de concentración del capital, y más en la crisis a que aboca al propio sistema.

La misma promoción de "emprendedores" se va a servir de otra medida contra la pequeña y baja burguesía, como es la liberalización, la introducción de una mayor competencia en su propio seno, eliminando medidas proteccionistas (tarifas mínimas, límite al número de profesionales en ejercicio...), lo que al final también acabará redundando en la disminución de costos en el mantenimiento del proletariado. Por ejemplo las medidas previstas (20 de enero 2012) en Italia por el gobierno no elegido del tecnócrata Mario Monti que fue asesor del imperio bancario y especulador Goldman Sachs, gran protagonista de la crisis norteamericana de 2007 y de la crisis griega (el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, también proviene de ese banco). De paso echa carnaza al deseo de justicia del proletariado y el resentimiento de otras capas perjudicadas, con una falsa imagen de "equidad", "reparto entre todos de los sacrificios", para desviar la atención del gran capital ante todo y de las relaciones sociales capitalistas. Porque los problemas fundamentales de esta sociedad y lo que nos ha conducido a la crisis no son los privilegios gremiales provenientes de la época pre-capitalista, sino el capitalismo más "avanzado" y decadente, el gran capital globalizado, el sistema financiero internacional, etc., y lo que está en su origen, el régimen asalariado del trabajo.

Los gobiernos pueden llegar a tomar algunas medidas contra el gran capital, pero serán de poca monta, en el fondo un servicio a medio y largo plazo al crear una imagen de "justo reparto de las cargas", para aminorar descontentos y como medida de distracción para que no se cuestione lo fundamental, el régimen asalariado del trabajo.

Estas capas medias siempre vacilan entre el proletariado y el gran capital y muchas veces se inclinan según vean quién es más fuerte, tiene una perspectiva más clara, un proyecto más decidido.

Si el proletariado se muestra débil, se pondrán del lado de un "Estado fuerte" para hacernos pagar la crisis todavía más con la ilusión de que así se podrán salvar ellos, pero siendo también sacrificados por el gran capital, aunque no quieran darse cuenta, sobre todo si proviene de algún líder político idealizado.

En los últimos años se viene dando un ascenso en algunos países (Francia, Austria...) de los partidos de ultra-derecha. En España, desde la derecha del PP, se agita el peligro de los inmigrantes para utilizarlos como cabeza de turco por la ausencia de empleos y los recortes en los servicios sociales.

No existe una amenaza fascista como la que se dio en Italia en los comienzos de la década de los 20 o en Alemania en la década de los 30 del siglo pasado. La mejor forma de prevenir el surgimiento de un movimiento fascista fuerte es no sobreestimar, centrarse ni limitarse a una lucha antifascista, de defensa de la democracia burguesa, de alianza con la burguesía liberal, sino ir directamente al cuestionamiento de la legitimidad de toda la civilización capitalista, del origen de la acumulación del capital en el trabajo no pagado. Es precisamente el fracaso del proletariado, su debilidad, incapacidad para proponer una alternativa de civilización, la que lo vuelve no ya temible, sino despreciable y molesto para sectores de la pequeña burguesía, e incluso para muchos trabajadores/as confusos que desertan de sus filas, que se inclinan a una corriente fuerte, muy autoritaria, que recurre fácilmente a la fuerza como medio de "resolver" los problemas, como es el fascismo.

¿Qué podemos ofrecerles? La falta de resistencia o la resistencia a medias, sólo puede arrojarlas en brazos del gran capital y de un "Estado fuerte", esperando su clemencia o más mano dura para que seamos nosotros los que paguemos la crisis y no ellos. Entonces nuestra derrota estará garantizada y seguidamente el sacrificio también de las ilusas "clases medias".

Ante sus conflictos con el gran capital y el Estado, debemos demostrarles que los campeones en la lucha contra sus verdaderos oponentes (el gran capital, la banca, el Estado...), somos nosotros; también quienes podemos levantar nuevas instituciones frente al Estado burgués, empezando por las Asambleas de verdad controladas por nosotros (no por líderes, comisiones, sindicatos, partidos...), hasta su expresión más avanzada y poderosa en los Consejos de Trabajadores, rivalizando con la autoridad del Estado burgués, hasta derribarlo, creando una democracia de verdad para las masas populares. Ante su rechazo a la proletarización, que los primeros que estamos hartos de esa condición somos nosotr@s y que por ello no queremos condenarles a ella, sino que juntos podamos crear una nueva civilización de trabajadores libremente asociados, libres del capital y su Estado generados por el régimen asalariado del trabajo.

Lo que no debemos hacer es caer en la trampa de los enfrentamientos por las supuestas o reales ventajas que puedan tener, porque la burguesía también quiere azuzar, por ejemplo, a los funcionarios que con mucho esfuerzo han conseguido una plaza, contra los trabajadores/as que con pocos estudios pero muchas horas extras podían llegar a ganar incluso más que ellos en la época del "boom" inmobiliario (por ejemplo, la industria de las puertas), o a los autónomos que no han podido disponer de una prestación por desempleo contra los trabajadores/as por cuenta ajena que sí. Y otros mil ejemplos de uno u otro lado. La comparación inútil, la envidia, el resentimiento, el deseo de mal de muchos como consuelo de tontos, buscar chivos expiatorios, sólo nos divide por cuestiones menores, haciendo más fuerte a la burguesía y su Estado, que es donde debemos concentrar toda la fuerza de nuestro ataque.

La lucha de estudiantes y universitarios contra las tasas, por el transporte, etc., son un medio para atraerlos al lado del proletariado, porque esos ataques son parte de la estrategia de la burguesía por recortes los costes totales del proletariado, por proletarizar a las "clases medias", reformar su poder en la división clasista del trabajo, dificultando el acceso a la educación de la descendencia de los trabajadores/as. Que esa juventud que va a tener un futuro complicado, vea en la perspectiva del proletariado revolucionario, en su saber, en su crítica de la civilización capitalista, la luz para salir del túnel de esta civilización.

Con esta orientación básica, que debe desarrollarse mucho más, podremos ganarnos a la mayoría de las "clases medias" (sobre todo asalariadas) y dejaremos al gran capital con menos apoyos, haciéndolo más vulnerable a nuestra ofensiva.

 

 

11.- Los límites históricos del capitalismo. Las tijeras del régimen asalariado (producción y realización de la plusvalía) amenazan con cortar los... beneficios al capital. Una jornada y un mundo finitos para su desgracia. El capital se pone a sí mismo la zancadilla. La mercantilización de la Naturaleza nos pasa la factura. Los límites al Crecimiento capitalista. Un sistema caducado. Década de los 30 ¿tocando techo? ¿Por quién doblan las campanas?

 

En el proceso de acumulación del capital hay tres momentos: producción (en el trabajo), realización (en la venta) y acumulación (en la reinversión) de la plusvalía o trabajo no pagado. La plusvalía puede producirse, pero no realizarse. Puede haberse realizado, pero no llegar a acumularse ante las perspectivas de pobres ganancias, por lo que prefiere quedarse en la forma de dinero, como ahorro. O de ahí pasar a la "economía de casino" que pretende lograr beneficios sin una producción real de plusvalía.

El capitalismo necesariamente surge en un mundo no capitalista y se desarrolla en ese entorno del que toma la fuerza de trabajo (campesino, artesanos arruinados...) y en el que encuentra su mercado de compra de recursos y venta de mercancías.

Entre los marxistas ha habido discusiones muy importantes sobre la relevancia del problema de la tasa de ganancia (producción de plusvalía en determinada proporción con respecto al capital total invertido) y de la realización de la plusvalía en la venta, al interior y al exterior del capitalismo.

El ideal del capitalismo sería disponer de un mundo prácticamente infinito en el que no se agotase el sector exterior al capitalismo capaz de comprar sus mercancías y proveer de recursos materiales y mano de obra de bajo coste, sin tener que preocuparse por el destrozo causado a la Naturaleza. La presión de la competencia sería muy inferior y por tanto no habría que ir a la carrera por la última tecnología en productividad que aumenta la inversión total y la necesidad de una mayor ganancia que dividida entre esa inversión, dé un porcentaje de beneficio considerado adecuado. Así tampoco tendría que pagar más a sus proletarios para que puedan consumir más, salvo que lo impusiesen con su lucha, lo cual sería difícil al disponer de una provisión de mano de obra barata inagotable.

Pero a pesar de Fukuyama y su capitalismo for ever, el tiempo se le acorta porque el planeta Tierra es finito y ya se le ha quedado pequeño.

Esto agrava el problema fundamental del capitalismo que es la tendencia al descenso de la tasa de ganancia. Debido a la competencia, el capital necesita recurrir a inversiones en medios de producción (energía, materias primas, maquinaria...) que son más eficientes, permiten una mayor productividad del trabajo. El aumento de la composición técnica de capital (relación entre los medios de producción y la fuerza de trabajo, favorable al primero) es una constante, independientemente de los valores o precios de ambos. La relación entre los valores de los capitales constante (medios de producción) y variable (salarios) se llama composición orgánica del capital que tiene tendencia aumentar (dividir el valor del capital constante entre el variable) La tendencia es a que las máquinas sustituyan a los trabajadores/as por lo que aunque disminuya el valor del capital constante lo hace más el del capital variable y por tanto sigue aumentando la composición orgánica del capital, además de la técnica.

El trabajo vivo, humano, no es realmente una mercancía (aunque el capital haga como sí lo fuese a la hora de comprarlo, para pagarlo por lo que cuesta mantener al trabajador/a y consigue presionar éste con su lucha) y por ello es capaz de aportar en el proceso de trabajo, a las mercancías, un valor-trabajo superior al que ha costado producir la fuerza de trabajo (a diferencia de las máquinas que ponen en la mercancía lo que cuestan y de ahí se amortizan) y ese valor añadido (plusvalor o plusvalía) interesa al burgués que se reconozca en la venta, como un trabajo que deben pagarle, aunque él no lo haga al trabajador/a, apropiándoselo el capital como ganancia. Y esa es la única fuente verdadera de ganancia, no lo que aportan las máquinas ni el capital. Pero al aumentar la composición orgánica del capital, al reducir el trabajo vivo, lógicamente la tendencia es a reducir también el trabajo no pagado que se puede extraer. Esto se suele contrarrestar porque las mayores inversiones son para aumentar la productividad (la misma producción en menos tiempo) con lo cual en el mismo tiempo de trabajo se pueda producir más, porque el objetivo del capital no es reducir la jornada laboral, sino aumentar el valor-trabajo no pagado, la parte de la jornada no pagada. Lo puede conseguir sin necesidad de rebajar el nivel de vida del trabajador/a, pues gracias al aumento generalizado de la productividad, la parte necesaria para su mantenimiento corresponde a una parte más reducida de la jornada, al lograr con la disminución de los costes por unidad de producto, el abaratamiento real de los bienes de consumo (en la actualidad hace falta menos horas de trabajo para poder comprar un televisor que en los años 60).

Lo que importa al capital es la tasa de ganancia. Las cuentas las echa la burguesía en relación al total del capital invertido (medios de producción, costes salariales), es decir la tasa, el porcentaje que supone la ganancia sobre el total de la inversión (ganancia dividida entre capital total invertido). Y esta tasa tiene tendencia a bajar a causa del aumento del valor del capital constante en relación con el variable, es decir pabellones, investigación, maquinaria, materias primas...frente a costes salariales, porque es del trabajo vivo de donde sale el trabajo no pagado, plusvalía o ganancia. Para contrarrestarla, el capital debe sacar el máximo provecho de la inversión, aumentando la productividad y la producción, con una organización del trabajo que exprima mejor el esfuerzo de los trabajadores/as (taylorismo, fordismo, toyotismo...) e incluso introduciendo el turno de noche. Pero como todos van a la carrera de ser los que consigan vender su producción, todos vienen a hacer lo mismo. El resultado, la tendencia a la sobreproducción, a producir por encima de la demanda solvente, y con ello a no poder realizar parte o toda la plusvalía e incluso no recuperar parte del capital invertido (desgaste de las máquinas, materias primas, energía, salarios).

Para ello le vine de perlas que exista un sector exterior al capitalismo que pueda absorber la producción, situado en el propio país (restos de clases dominantes anteriores, de tipo semifeudal, campesinos y artesanos autónomos) o en el extranjero (gastos de la aristocracia semifeudal, del armamento del Estado e infraestructuras como el ferrocarril o puertos que favorecen sobre todo a la potencia capitalista en el saqueo del país, consumo productivo o no de sus masas trabajadores). También para que le provea de materias primas, energía, etc., más barata a fin de que la inversión en capital constante reduzca su coste. Igualmente fuerza de trabajo con un menor coste de mantenimiento para que disminuya el capital variable pero aumente la parte de la jornada de trabajo no pagada, por tanto la masa de ganancia. Con esa fuerza de trabajo también puede aprovechar una tecnología más primitiva, una inversión menor que ponga menos cuesta arriba la tasa de ganancia. Si aumenta la masa de ganancia (trabajo no pagado), dividida por una menor inversión en capital (coste materias primas, etc. y mano de obra), asciende la tasa de ganancia.

La sobreacumulación de capital y la sobreproducción de mercancías, el problema de la producción abundante de plusvalía y su realización con la venta, tenía una salida en el exterior del capitalismo gracias a los mercados de provisión (materias primas, energía, mano de obra) y de venta (consumo de sus élites a través del trabajo no pagado y del impuesto a las masas trabajadoras y también por parte de estas).

Pero como el planeta es más pequeño de lo que le gustaría a la burguesía, el capitalismo se ha extendido por todas partes. A medida que se aprovecha de los sectores exterior al capitalismo tanto dentro del país como fuera, al introducir las reglas del juego de éste, también transforma las sociedades y sectores semifeudales y mercantiles en nuevos países y zonas capitalistas que incluso pueden hacerle la competencia, por lo cual, ese recurso para contrarrestar la baja de la tasa de ganancia se va agotando. Se convierte en un factor que la agudiza porque el riesgo cada vez mayor de una producción sin salida que se convierte en sobreproducción, supone que no se recupera la plusvalía incorporada en las mercancías y puede que ni los costos totales de capital (máquinas, salarios), con lo cual la tasa de ganancia desciende o se hunde.

Tampoco puede contrarrestar indefinidamente por la vía de los costos de la fuerza de trabajo, pues hay unos límites de supervivencia que no se pueden traspasar, ni aumentar la plusvalía en base a alargar las horas de trabajo diarias porque no son más de 24 y el aguante y rendimiento tienen sus límites naturales.

La globalización ha sido la última gran campaña de conquista del mundo por la mercancía, pero esta vez muy rápidamente ha acabado por integrar a más países al sistema capitalista creando nuevos competidores para un mundo más estrecho (China, India...).

Ha resultado así porque incluso los recursos que utiliza el capitalismo para contrarrestar la tendencia al descenso de la tasa de ganancia y para conseguir mercados para la realización de la plusvalía, aunque en principio pueden ser complementarios, acaban chocando entre sí. Los mercados externos al capitalismo, al absorber la producción que no se pude consumir al interior del sistema permiten aprovechar toda la capacidad productiva, no depender del consumo a través de los salarios y por tanto tenerlos a raya, y por consiguiente mantener y aumentar la tasa de ganancia. Pero si quiere preservar como mercado externo al capital determinada zona del mundo, no deberá permitir que el capital productivo se instale para aprovechar la mano de obra barata para aumentar la tasa de ganancia porque entonces se transformaría en capitalista, y tendrá cuidado con qué es lo que les vende, no sea que resulten infraestructuras, medios de comercialización y de producción que los acaben convirtiendo en capitalistas y competidores por la ganancia y los mercados externos, pero si se contiene limitará la salida a las mercancías del sector I (medios de producción) perjudicando su tasa de ganancia. Si lo que busca es directamente aumentar la tasa de ganancia con materias primas de bajo coste y mano de obra barata, lo más seguro es que muy pronto los convierta en capitalistas y que por tanto dejen de servir como mercados externos. Así que donde tiene la solución siembra el problema, según avanza se pone la zancadilla y antes o después, el capital vuelve a encontrarse con las mismas dificultades, sólo que más difícil de resolver.

Es decir, que la tasa de ganancia se encuentra cada vez más acosada por las tijeras de la producción (tasa de explotación) y realización (en la venta) de la plusvalía, que se van cerrando.

A partir de aquí, el capital empieza a echar mano de toda clase de trucos, huidas hacia adelante, hacerse trampas e incluso juegos de magia.

Ya hemos visto detenidamente el recurso al armamentismo, en base a esterilizar parte de la capacidad productiva, el consumo cautivo y obligado a través de los impuestos tanto al proletariado como a sectores exteriores al capitalismo, y a la vez la pérdida de ganancias del capital por los impuestos a favor del sector III. Plusvalía para hoy, freno a la acumulación del capital, pérdidas para mañana.

Querer extraer ganancias haciendo trampas a la ley del valor-trabajo, con la magia de la financiarización, burbujas especulativas, "economía de casino", se ha estrellado contra la realidad, como pretender hacerse millonario en el mundo real por jugar al monopoly.

El truco del endeudamiento masivo para crear una demanda solvente ya se ha agotado con esta crisis, y la burguesía, en vez de aumentar la demanda solvente de los trabajadores/as con aumento de salario, como eso disminuiría más la tasa de ganancia, busca recuperarla reduciendo los costes salariales y los gastos sociales, pero también dará como resultado una menor demanda en medio de una mayor competencia, con la consiguiente mayor sobreproducción y sobreacumulación que traerá la desaparición de muchas empresas y una mayor concentración del capital en empresas con altas inversiones que seguirán peleando contra la tendencia a la baja de la tasa de ganancia y los mercados estrechándose.

La marxista y revolucionaria polaca-alemana Rosa Luxemburgo, escribió en 1913 La acumulación del capital, y su segunda parte estando en la cárcel por su oposición la matanza inter-imperialista de la Iª Guerra Mundial. En su obra sostenía que en la relación entre los sectores I, II y III de la economía, por mucha transacción y consumo que existiese entre dichos sectores, ni incluso en períodos sin crisis, era posible que llegase a realizarse toda la plusvalía producida en ellos. Para realizarse y convertirse en dinero precisaba de un consumidor exterior al capitalismo, sea en el propio país o en el extranjero. El armamentismo lo hace en parte con los impuestos a los sectores externos al capitalismo, como ya hemos comentado. Por tanto el límite histórico al desarrollo del capitalismo estaba en el agotamiento de ese sector, no en términos absolutos, sino con respecto a las necesidades de acumulación del capital mundial. Otros marxistas le replicaron con más o menos acierto, pero el argumento más potente fue que al interior del capitalismo sí se podía conseguir aunque con el riesgo permanente de los desequilibrios, sobreacumulaciones y sobreproducciones, y que el problema del dinero para la realización de la plusvalía al interior del sistema no era tal teniendo en cuenta los tiempos de su necesidad, las posibilidades de circulación de la misma masa de dinero, la emisión de moneda, el pago en especie, el uso del crédito y las formas simbólicas del dinero que no implican a la moneda en papel y metal. Que el límite histórico al desarrollo capitalista estaba en la tendencia a la baja de la tasa de ganancia, con o sin sector exterior al capitalismo. Y por supuesto, en lo que coincidían es que el capitalismo debería ser derribado por el proletariado, pues abandonado a su descomposición, arrastraría a la Humanidad a mayores calamidades. Habría ocasión de ello pues antes de que el capitalismo encontrase un límite definitivo se habrían producido tantas crisis y conflictos inter-imperialistas por nuevos repartos del mundo, que el proletariado daría buena cuenta del capitalismo.

Incluso dando por buena la crítica a Rosa Luxemburgo, lo cierto es que el capitalismo no funciona como un reloj, sino más bien de forma bastante caótica, como sabemos, incluso haciéndose trampas a sí mismo. En su desarrollo histórico desde su nacimiento siempre ha necesitado del sector extra-capitalista, para producir más plusvalía o para realizarla con la venta, y cuando éste se ha reducido sobremanera a las necesidades del momento del capital, ha debido recurrir a nuevos repartos del mundo y las guerras, o a expedientes como el armamentismo permanente, la obsolescencia programada (caducidad física o social -modas- provocada a las mercancías para generar nueva demanda al interior del sistema ya que no existe la del exterior que pudiese absorber unas mercancías pensadas para durar), ceder una parte del aumento de la productividad en incremento del salario (directo, indirecto y diferido) para aumentar la demanda, pero perdiendo con ello plusvalía, el sobreendeudamiento astronómico para crear artificialmente una demanda solvente, y la "economía de casino" para hacer trampa con el beneficio real. La amenaza de la sobreproducción por falta de planificación y al intentar con el aumento de la producción contrarrestar la tendencia al descenso de la tasa de ganancia, se acusa más cuando no se dispone de un sector exterior al capitalismo capaz de absorber con solvencia esa producción.

La desaparición del sector extra-capitalista, es un factor que sólo puede agravar los problemas tanto de la producción como de la realización de la plusvalía, por tanto de lo que a fin de cuestas le interesa a la burguesía: la tasa de ganancia.

La tendencia a la baja de la tasa de ganancia y la necesidad de mercados exteriores al capitalismo tiene otra consecuencia. A partir de aquí, se revelará otro límite histórico al capitalismo al que durante bastante tiempo ha conseguido ir escapando, y es el de la mercantilización de la Naturaleza. Porque la mercantilización del trabajo humano implica la de la Naturaleza. Como los recursos naturales, su extracción y los sumideros para los subproductos no aprovechables que resultan de su explotación (desechos, residuos) son para el capital un coste que aumenta el valor del capital constante (materias primas, energía, maquinaria...) y también el valor del capital variable (salarios para el mantenimiento de los trabajadores/as), le interesa rebajarlos lo máximo posible, para reducir la composición orgánica de capital y aumentar la tasa de ganancia. La necesidad de extraer el máximo de plusvalía del trabajo humano mercantilizado hace que se considere a la Naturaleza en los términos de una mercancía más, un coste que debe rebajarse al máximo para poder producir el máximo de trabajo no pagado.

Para combatir la tendencia a la baja de la tasa de ganancia con materias primas y mano de obra más barata y para conseguir mercados de consumo exteriores al capitalismo, este sistema necesita como ningún otro expandir sus reglas del juego, el imperio de la mercancía y el régimen asalariado del trabajo, llevando hasta el último rincón del planeta su trato a la Naturaleza y las consecuencias de su civilización.

En unas relaciones sociales en las que todo hay que medirlo por el dinero, y de competencia entre los productores buscando unos costes inferiores al oponente, todo aquello que suponga un coste adicional, que sea de muy difícil valoración porque no depende de las horas de trabajo humano al ser creación de la Naturaleza, y lo que pueda ser cargado sobre las espaldas de otras especies, de toda la Humanidad o de las clases subordinadas, tiende a no ser considerado. No por ello deja de existir, así que acaba siendo reconocido como externalidades indeseables, pero en gran parte inevitables para el capitalismo. Sus consecuencias se van acumulando y así tenemos una Naturaleza cada vez más agotada en sus recursos, con más problemas de rendimiento, con un funcionamiento más desajustado, desequilibrada, enferma, en la que sufren las demás especies, que se van extinguiendo en masa, y la misma especie humana, y que todavía está por pasarnos las mayores facturas porque el tiempo del planeta no es igual al nuestro y a los plazos con los que juega la búsqueda de la ganancia.

Este saqueo, despilfarro y degradación de la Naturaleza (incluida la humana), que sea capaz de desencadenar procesos tan complicados e incontrolables como el Cambio Climático con todas sus consecuencias, es la última prueba de que el régimen asalariado del trabajo, el capitalismo, es un sistema social caduco, desde hace generaciones extremadamente dañino para el progreso e incluso la conservación de la vida, porque es capaz de deteriorar hasta las bases mismas que hacen posible el progreso material, para sí mismo como sistema, y para la especie humana con cualquier otro sistema social.

Podemos decir por tanto, a efectos descriptivos, que el desarrollo del capitalismo, que se expresa en el Crecimiento capitalista (a costa de despilfarro, penurias, guerras) tiene un doble límite, interno o social y externo o natural.

El interno, en sus leyes de funcionamiento: en la producción de plusvalía (tasa de ganancia, tendencia a la baja) y en la realización de la plusvalía (mercados al interior y extra-capitalistas)

En el externo o la Naturaleza: a) la humana, los límites a la explotación (siempre habrá un tiempo de trabajo que deberá pagarse para poder garantizar la explotación duradera del trabajador/a) y la resistencia social y política; b) el resto de la Naturaleza, como proveedora de recursos (minerales, combustibles fósiles, energía, madera, agua, alimentos...) y como sumidero (capacidad para asimilar y reciclar nuestros residuos, la emisión de productos contaminantes a la tierra, las aguas y el aire, de gases como el CO2 a la atmósfera, etc.).

Es la propia expansión del capitalismo, su necesidad de luchar contra sus límites internos, la que lo ha llevado en busca de mercados para proveerse y para vender, a explorar todo el planeta, explotar sus recursos y usarlo como vertedero, con lo que ha creado las condiciones para que no pueda seguir haciéndolo como hasta ahora.

Que el límite externo o de la Naturaleza se convierta en un problema y gravísimo, no es algo inevitable a todo sistema social, sino consecuencia de las leyes de funcionamiento de este sistema y provocado por la dinámica que lleva a los límites internos o sociales. El socialismo no tiene que preocuparse por un límite a la explotación, ni tiene una perspectiva mercantil y meramente utilitaria (a corto plazo además) de la Naturaleza que lo empuje a saquearla y tomarla por un basurero.

El capitalismo no va a poder extender el nivel de vida de los EEUU (previo a la crisis) al conjunto del planeta porque lo impiden los límites internos del capitalismo. Pero además, en el supuesto de que no fuese así, lo impediría el límite externo del resto de la Naturaleza como proveedora y como sumidero, pues necesitaríamos de dos o tres planetas como la Tierra.

Así que el capitalismo, en los próximos años, sin poder posponerlo más, se va a encontrar no sólo con un límite social (tasa de ganancia, mercados), sino con un límite natural originado precisamente por querer contrarrestar la tendencia a la baja de la tasa de ganancia y a la necesidad de realizar la plusvalía en los mercados externos.

Como resultado de todo esto, para la década de los 30, llegará la escalada en los costes de la energía que se trasladará a todas las mercancías y al mantenimiento de la fuerza de trabajo. Un aumento obligado en la inversión en capital constante (energía, materias primas, maquinaria) que sin embargo no supondrá una mayor productividad, y también en el coste de fuerza de trabajo que implicará la reducción del tiempo de trabajo no pagado (aumento de la parte de la jornada de trabajo destinada al pago de su mantenimiento), sin significar una mejora de su nivel de vida, sino sólo un aumento del coste de la vida.

Se dará la situación de que probablemente se reducirá la composición orgánica del capital pues sí aumentará el capital constante (medios de producción), pero también lo hará el variable (salarios), y el resultado de su división será menor. Pero lo importante es que disminuirá la tasa de explotación (trabajo no pagado o plusvalía dividido entre pagado o salario), y con ello la masa de ganancia y la tasa de ganancia (masa de ganancia dividida entre la inversión total).

Los mercados exteriores al capitalismo estarán en plena extinción. China ya estará agotando el margen extra-capitalista de su campesinado por cuenta propia y sin asalariados y la solvencia de la población africana como consumidores de productos baratos. El aumento de las inversiones de capital no tendrá una fácil salida en una mayor producción de trabajo no pagado, pues en el caso de darse forzando la reducción de los salarios (por debajo del coste de mantenimiento) con la práctica extinción de los gastos sociales (salario indirecto y diferido), y aumentando el tiempo de trabajo (jornada, días laborales), dados los límites de mercado al interior (masa de parados previa, ausencia de contratación y nuevos despidos porque no se invierte ante una baja tasa de ganancia) y al exterior del sistema, tendrá un riesgo enorme de convertirse en sobreproducción, que a su vez, con la disminución de tasa de ganancia y las pérdidas, agravará la sobreacumulación de capital, que al intentar salvarse con reducción de costes con despidos, caerá en la espiral de siempre de sobreproducción, etc. Es decir, en la etapa del Decrecimiento capitalista.

Mucho tiene que bregar la burguesía contra el proletariado e inventarse para salir bien parada de esa situación. Por eso es tan importante que previamente nos derrote y que las calamidades de los años 30 terminen por desmoralizarnos.

A partir de aquí, el futuro que le espera al capitalismo es realmente complicado porque el capital no habrá tomado las medidas requeridas por el IPCC (suponiendo que esté en lo cierto) contra el cambio climático en 2020 y tampoco estará en buena disposición económica de adoptarlas en 2050, y la solución de los problemas energéticos, mediante nuevas centrales nucleares (corrientes o mini-reactores como el programa impulsado por Obama), el programa ITER (energía de fusión, para 2050 como pronto) y el programa de energía termosolar en el desierto del norte de África y Oriente Medio (Desertec) todavía no habrá dado todos los resultados que se necesitan. Aunque esos programas acaben teniendo éxito en resolver los problemas energéticos antes de que las tensiones inter-imperialistas por los recursos provoquen grandes destrucciones o incluso la aniquilación, seguirá persistiendo y con fuerza la tendencia a la baja de la tasa de ganancia agravada por la desaparición de los mercados exteriores al capitalismo, por lo cual el sistema seguirá causando grandes calamidades a la Humanidad y a la Naturaleza, con un futuro cada vez más oscuro aunque potencialmente (conocimientos científicos, etc.) pudiese ser mejor.

Los riesgos hasta llegar ahí son tan grandes y a partir de ahí, inciertos pero temibles, que no podemos fiarle más al capitalismo, pues se ha desenmascarado ya como el mayor moroso de la Historia, por la deuda contraída con nuestra especie al menos desde que entró en la decadencia en 1914 con la Iª Guerra Mundial.

Al capitalismo le pasa con la satisfacción de las necesidades humanas, algo parecido de lo que nos ocurre a los humanos con el amor y el sexo. Lo llamamos amor cuando queremos decir sexo. Lo malo es que el capital da un salto más y le llamaría sexo cuando querría decir perversión sádica, en una relación sólo consentida por la necesidad.

El capitalismo es un sistema social con una lógica perversa, persiguiendo algo ya tan contraproducente como que se cumpla una determinada tasa de ganancia (explotación), exista una demanda solvente (el necesitado que no pueda pagar, que se joda) y unos mercados proveedores y consumidores externos al capitalismo (exprimiéndoles, llevándoles de paso esta civilización), lo que acaba por no ser posible tampoco por su tendencia a que por su mismo desarrollo baje la tasa de ganancia e inevitablemente se le agoten los mercados externos porque el mundo es finito y los transforma al capitalismo, y como en su marcha y expansión por todo el planeta mercantiliza la Naturaleza, ésta acaba pasando la factura contra el capitalismo mismo.

El capitalismo se basa en el régimen asalariado del trabajo. De aquí nace todo el problema de la ganancia (relación entre tiempo de trabajo pagado y no) y del mercado (el proletariado, por los límites del salario, no puede absorber toda la producción disponible tras el consumo de la burguesía) y de la mercantilización y destrucción de la Naturaleza (mínimo coste para la tasa de ganancia). Aquí comienza su problema de relaciones sociales y naturales que no sirven para una civilización que pretenda abrir las puertas al desarrollo de la Humanidad, sin límites y en armonía con la Naturaleza. Y no tiene arreglo por mucho que se intente reformar.

Es como una máquina que tiene que acabar mal inevitablemente porque parte de un problema de diseño irresoluble. Pero como la burguesía obtiene con ella sus privilegios, está interesada en que sigamos usándola aunque nos sacrifique a nosotros y conduzca la Humanidad y el planeta al desastre.

El capitalismo, incluso en las condiciones más idóneas, dado que su meta verdadera es el beneficio dinerario, ese objeto de deseo tan retorcido, pervertido y notoriamente antinatural (contra nuestra naturaleza y la Naturaleza), complica realmente las cosas para poder satisfacer las necesidades humanas en armonía con la Naturaleza. Lo hemos visto desde el siglo XIX. Cuando podía haber cada vez más bienes y servicios para la Humanidad, acaba provocando guerras que se llevaban por delante a millones de seres humanos y a otros tantos por hambrunas y deficiencias sanitarias facilísimas de evitar; cuando el desarrollo de la cultura y las comunicaciones permite una democracia real, nos estafa con esta "democracia" cuando no con dictaduras feroces.

Si el agotamiento de recursos naturales y las complicaciones creadas por el Cambio Climático (causados por el capitalismo) ya son en sí un problema incluso para un sistema social que busca un uso de los recursos existentes, racional y al servicio de las necesidades humanas en equilibrio con la Naturaleza, no digamos con un sistema tan retorcido, deshumanizado, ineficiente y desconsiderado con la Naturaleza como es el capitalismo. Causará sin duda enormes trastornos a la Humanidad que tal vez no sea ya capaz de levantar una salida constructiva sino que se vea abocada a una gran regresión histórica, la desintegración del sistema arrastrándonos con él o quizás la aniquilación causada por el uso de armas de destrucción masiva (biológicas, nucleares...) provocada por la escalada de tensiones entre las potencias capitalistas por recursos básicos (agua potable, alimentos, gas natural, minerales imprescindibles...) y mercados.

Si hemos llegado hasta ahí, mala señal, porque indicará muy probablemente que el proletariado ha sido derrotado en las décadas anteriores y se encuentra incapaz de ofrecer una alternativa a esta civilización. La senilidad no será patrimonio exclusivo del capital y su civilización, sino del proletariado, de la especie misma.

Entonces, será por nosotros por quien doblen las campanas.

Aún estamos a tiempo de evitar este curso de la Historia, esta vez sí hacia el Fin de la Historia, pero no precisamente a la que hacía referencia Fukuyama.

Si tenemos lo suficientemente clara la naturaleza del capitalismo, su evolución, sus límites históricos, nos será más fácil comprender lo miope, reaccionario, de las supuestas soluciones a las crisis del capitalismo puestas en lo nacional, en el proteccionismo, en primero mi nación, en primero los nacionales y que lo inmigrantes se vayan a su país, etc. o en una globalización más intensa.

Los problemas no están ahí, no son de esa escala, sino de la una civilización en decadencia, ya caducada, cada vez más tóxica y peligrosa para nosotros y la Naturaleza, que históricamente está condenada a desaparecer como ocurrió con el esclavismo, el feudalismo, y que podría haberlo hecho hace años si nosotros lo hubiésemos entendido así. La cuestión es cómo sucederá, si lo haremos nosotros para salvarnos, o nos arrastrará en su degradación.

Sabiendo que el capitalismo está históricamente condenado, debemos tener claro que de él no va a nacer espontáneamente una sociedad mejor. El capitalismo no está preñado de socialismo, sino de barbarie. Debemos ser nosotros, el proletariado, los que tomemos conciencia de la necesidad de conformarnos como colectivo y fuerza social constituyente de una nueva civilización que permita superar el régimen asalariado del trabajo, el capitalismo y nuestra condición de clase proletaria.

Esto no lo lograremos si creemos que nos resulta imprescindible la burguesía, o cuestionándola porque no tenemos ya más remedio si queremos sobrevivir, sustituyéndola por otra élite que nos domine, la tecno-burocracia. Si pensamos que bastará con seguir en nuestro papel pero con la propiedad estatalizada, en lugar de pasar a dominar realmente nuestras condiciones de trabajo, a dirigirlas y para ello superar la división social clasista del trabajo, superándonos en nuestra formación y conocimientos. Si creemos que la clave está en elegir a un partido o coalición de partidos que sepan tomar las decisiones en lugar de nosotros. Y no podremos aspirar a liberarnos si ni siquiera somos capaces de controlar las luchas desde nuestra organización en las asambleas, delegados, coordinándolas y revocando en cualquier momento a los elegidos. Si no lo somos, nunca dejaremos de ser el proletariado para el capital, sólo capaz de elegir a qué forma del régimen asalariado adaptarse, ahora la privada, luego la estatal, de vuelta a la privada...

Es hora de que nos hagamos mayorcitos y asumamos lo que la realidad nos impone si no queremos pagar las consecuencias.

Sí, la tarea que tenemos por delante es de dimensiones históricas, la más importante y trascendente de toda la historia de la Humanidad, queramos creerlo o no, lo veamos como una gran oportunidad o como un gran "marrón", y es una tarea de nuestra época, no para dentro de cien años. Nos toca. Una misión para la juventud ante todo; para vivir en el futuro mejor o padecerlo.

 

 

 

 

 

 

 

 

12.- El envejecimiento de la población, un factor nuevo que favorece nuestra derrota y nos obliga a tener el tiempo más en cuenta para aprovechar ahora el potencial de la juventud.

 

Las previsiones demográficas y la misma realidad actual, nos dicen que se está produciendo a escala mundial, y sobre todo en los países ricos del hemisferio norte (de EEUU a Japón), un notable envejecimiento de la población, irreversible y creciente para las próximas décadas. No sólo porque se viva más años, sino porque hay muchos menos nacimientos y por tanto menos jóvenes de los que se vieron por ejemplo en la década de los 60 del siglo pasado, y hasta hace poco en los países árabes.

El sentido común y toda la experiencia del movimiento obrero y popular nos dicen que no tiene la misma capacidad de lucha un joven de 20 años, que un adulto de 50 o un anciano de 70. Los jóvenes, en rebeldía durante la adolescencia, más capaces de cuestionar el orden establecido, con toda la vida por delante, se plantean con más facilidad objetivos a largo plazo, como son los de la transformación social, y que esperan poder disfrutar; pero cuanto más avanzada es la edad, queda menos futuro y por tanto los proyectos se centran más en el corto y medio plazo.

Aunque se retrase la edad de jubilación de los trabajadores/as, y por tanto se siga en activo, en las empresas, dado el porcentaje de adultos de edad avanzada entre la población activa y la gran masa de jubilados, el envejecimiento ejercerá una influencia negativa hacia la lucha.

La burguesía también envejecerá, pero el capital sí contará con la fuerza de la juventud comprada en forma de policías, militares, mercenarios y asesinos a sueldo, no faltándole candidatos por el importante desempleo, ni tampoco hará ascos para esto a la inmigración.

Teniendo en cuenta este factor completamente novedoso en la historia de la Humanidad y para las luchas sociales, podemos pensar que en los próximos años la burguesía no va a necesitar derrotar al proletariado mediante el uso generalizado de medidas extremas como baños de sangre, dictaduras terroristas militares y fascistas. Le bastará una derrota lo suficientemente severa, que se acumulará a la de las décadas anteriores (las de los años 80, el derrumbe de los "países socialistas" que desprestigió al comunismo indebidamente asociado a ellos, la globalización...), para que se imponga la necesaria desmoralización y e impotencia, pues éstas serán mucho más difíciles de remontar en las próximas décadas debido al envejecimiento de la población en general y del proletariado en particular.

La memoria de derrota es muy fácil que se convierta en un gran lastre para afrontar la exigencia de nuevas luchas y sin un fuerte relevo generacional sin traumas y animoso, será más complicado que se dé una recuperación de la resistencia y menos una ofensiva del proletariado frente a la nueva era del capitalismo.

La burguesía necesita una gran derrota del proletariado para imponer la nueva era, pero no precisa imponerla toda ahora, pues el factor de la edad juega a su favor y bastará con que sepa esperar un tiempo cuando la correlación de fuerzas le resulte más favorable para asestar los peores golpes. Eso quiere decir que lo peor estará por llegar dentro de unos años.

Es decir, que si no andamos listos ahora, el precio a pagar por una derrota próxima será mucho más duradero y de consecuencias mucho más dramáticas de lo que pueda llevarnos a pensar lo que hayamos sufrido y los sacrificios que de inmediato se nos impongan.

Esto es un factor más que debe llevarnos a la conclusión de que debemos tomar la iniciativa en la lucha para debilitar a la burguesía y encontrarnos en mejores condiciones cuando el envejecimiento sea más acusado, no limitarnos a esperar los ataques del capital, no respetar los tiempos que más le convienen al capital.

Esto significa que las luchas no deben ser sólo por las necesidades más inmediatas, sino que deben cuestionar cada vez más el régimen asalariado del trabajo y su Estado, para debilitar a la burguesía lo máximo posible e ir poniéndola a la defensiva.

Debemos aprovechar ahora y en los próximos años que todavía la juventud representa un porcentaje alto de la población.

La denuncia decidida del régimen asalariado del trabajo, del origen del beneficio en el trabajo no pagado o plusvalía, su deslegitimación como estafa, puede encontrar una gran aceptación en la juventud trabajadora, precarizada, que se siente estafada porque tras mucho esfuerzo, años de estudio, trabajo duro, recibe muy poco del sistema, sabe que recibirá menos en el futuro, que probablemente no habrá una pensión de jubilación para ella, y porque debido a su edad está menos inclinada a las concesiones racionalizadoras, a las medias tintas, más dispuesta a un cuestionamiento y enfrentamiento con la raíz del sistema. Entender que la causa profunda por la que se siente estafada no es una política económica concreta, el "neoliberalismo", la desregulación del sistema financiero, etc., sino la estafa original, la que está en la base misma del sistema.

Como el régimen asalariado del trabajo es la raíz, la viga maestra, el pilar fundamental de esta civilización, lo que explica la naturaleza del Estado, a quién sirve, la juventud estará más dispuesta a cuestionar toda esta civilización y a plantearse la necesidad de constituir una nueva, sobre todo porque esta estafa conduce a un futuro ruinoso para ellos.

Si un sector de la población es capaz de sentirse atraído por una gran misión, por algo trascendente, que deje una gran huella en la historia, crear algo nuevo desde sus cimientos, una aventura vital en la que sería el gran protagonista y beneficiario, es sin duda el de los jóvenes. El impulso que manipula la burguesía para arrastrar a la juventud trabajadora y de la pequeña burguesía a las guerras o a los grupos fascistas, puede encauzarse en esta situación histórica al cuestionamiento radical del capitalismo. Si no se hace así, esas fuerzas vitales y potencialmente constructivas pueden degenerar en destructivas socialmente (apoyo a fuerzas reaccionarias) y personalmente autodestructivas, cayendo en el nihilismo, el consumo de alcohol y drogas, algo que sin duda el gran capital sabrá promocionar para llevar a su perdición a parte de la juventud. La que se sabe engañada se encontrará cada vez menos motivada por pequeñas reformas y sentirá la urgencia de hacer algo que realmente permita cambiar la situación. Si no sabemos encauzarlo ahora, resultará más difícil más adelante. Si nos limitamos a ofrecer un horizonte de reformas que lo más seguro es que no se logren, echaremos a perder la energía de la juventud y el tiempo que disponemos.

Esta perspectiva supone también una lucha mucho más consciente, con una visión estratégica, con una mayor planificación para sacar el mayor provecho posible del tiempo con el que contamos y de las fuerzas disponibles, de modo que la fuerza alcanzada sea lo suficientemente elevada como para resistir el reflujo en condiciones más adversas. Debe acabarse el no disponer de más estrategia que la de improvisar sobre la marcha.

 

 

13.- ¿Habrá un período de recuperación económica que permita la de las fuerzas proletarias? La importancia de entender de qué va todo esto.

 

Esta crisis nos ha llegado después de un largo período de debilidad y desorientación del proletariado debido a la estrategia de la globalización con sus deslocalizaciones, presión a la baja de los salarios, etc., y al indebido descrédito del socialismo-comunismo por culpa del hundimiento de los mal llamados países socialistas (Capitalismos de Estado). Esto se acumula a derrotas previas específicas de cada país.

En estas condiciones, "llueve sobre mojado", y la reacción más extendida entre los trabajadores/as es el miedo, la sumisión, el sálvese quien pueda, la parálisis, con una profunda desconfianza en que podamos levantar nosotros un proyecto propio para una nueva sociedad. Cuando estamos entre la espada y la pared, cuando no podemos perder más, cuando los sacrificios significan ser sacrificados, y compartimos la suerte con otros con posibilidades de acción colectiva (en la misma empresa, no aislado cada uno en el paro), es cuando más probabilidades hay de que reaccionemos.

Pero esto puede hacerse demasiado tarde, mal y con una gran desorientación sobre las causas, los culpables, las soluciones, con lo cual la derrota es más probable y sin haber sacado lecciones que nos sirvan para más adelante.

Este debilitamiento o derrota tendría más posibilidades de ser remontando si se diese una recuperación económica que redujese de modo muy ostensible el paro, el miedo al desempleo y favoreciese la lucha de resistencia que volvería a darnos confianza en nuestras propias fuerzas.

Pero precisamente ese relanzamiento es muy dudoso, puede retrasarse varios años, ser débil e inestable, sustituido bien pronto por un estancamiento y recesión. Desde luego, nada que se parezca ni remotamente a los años 60, ni siquiera a los años previos a esta crisis, en particular en España, donde no puede repetirse el espejismo del modelo basado en la construcción y el crédito barato. Incluso los economistas de la burguesía tienen claro que esta crisis no tiene la forma de V, es decir, brusco descenso, rápida recuperación, sino de W sucesivas e incluso de una L, con un prolongado palo horizontal, es decir, que no remonta el crecimiento, lo que se acerca a un encefalograma plano. Claro que a partir de ahí también se podría caer en una letra que no tienen prevista, la Z, es decir, bajar un escalón y una nueva L.

Como ya hemos comentado, el capitalismo ya domina todo el planeta, no hay capacidad para generar una demanda solvente suficiente fuera de él comparable a la que hubo en el siglo XIX y parte del XX, tanto en los países subdesarrollados no capitalistas como en las capas no integradas en el sistema dentro de los países ricos (campesinos independientes), el sistema socaba su propia demanda interna al pretender recuperar su tasa de ganancia a costa de los salarios del proletariado y de los ingresos de las clases medias soñando con la competitividad que le permita vender en el extranjero a otros países capitalistas, sueño que comparten todos y que por tanto acabarán anulándose mutuamente, y el estimulante del endeudamiento y las ganancias ficticias de las burbujas especulativas han llegado al nivel de sobredosis que mata y no puede mantenerse. Por tanto, incluso aunque algunos países lo consigan por un tiempo, o una buena parte de ellos por un tiempo menor, los "milagros" y los "trucos de magia" económicos van a ser más difíciles que nunca, mientras acechan por todos lados minas y bombas de relojería que pueden provocar reacciones en cadena. Si recurren a huidas hacia adelante y a ganar tiempo postergando los problemas, estos se agravarán y estallarán en un futuro próximo con una fuerza más demoledora, como ha ocurrido con la "salida" de la crisis de los 70, con el neoliberalismo, la globalización, el endeudamiento y la especulación.

Por tanto, lo más probable es que no habrá un período de recuperación económica a escala mundial, ni siquiera de los países ricos, que merezca compararse ni de lejos con lo que fueron los años 50 y 60, ni en intensidad ni en recorrido, y pronto enlazaremos con la crisis de sobreacumulación detonada por la crisis energética (década de los 30). Y esto siendo cautos, pues no queremos hacer estimaciones equivocadas porque el capitalismo, una vez más, se haya sacado un as de la manga y haya conseguido librarse por los pelos. Aunque más que un as pueden ser reyes de espadas (guerra) y bastos (represión).

Por eso precisamente es tan importante que hoy, a pesar de nuestras debilidades, estemos lo menos confusos posibles sobre la naturaleza de esta crisis, el futuro del capitalismo, la raíz de todos los problemas, porque la recuperación no vendrá tanto de las condiciones económicas como de que sepamos sacar partido a nuestra inteligencia.

No es lo mismo culpar a la banca, los políticos, etc., que comprender que somos nosotros, inconscientemente y obligados, quienes los engendramos y dotamos de fuerza por nuestro trabajo asalariado y condición de proletarios, y que abolido el régimen asalariado del trabajo, todo su poder, amenazas y ataques, se esfumarían.

Si caes en la lona es mejor conservar la visión clara para saber dónde asestar los golpes o defenderse mejor cuando te levantes, que darlos medio a ciegas.

Y si demuestras que ya no te crees las mentiras del "salarismo" y del Estado, la burguesía se andará con más cuidado, sin tanta arrogancia y es probable que nos dé un respiro. Tal vez sea eso lo único que podamos aprovechar para recuperar mejor nuestras fuerzas.

14.- Su moral nos esclaviza, la nuestra nos emancipa. Todo está sustentando en una estafa, en una inmoralidad, el trabajo no pagado. Levantar bien alto la teoría marxista de la plusvalía. La importancia crucial de la lucha moral. Hacia un tipo humano nuevo.

Esta crisis, al igual que otra anteriores y que los tiempos de "vacas gordas" (trabajo no pagado, especulación, militarismo...), revela la especial degradación moral de esta civilización, fenómeno común a todas en su época de decadencia.

A comienzos del capitalismo, cuando todavía debía vencer al feudalismo, las monarquías, el poder absolutista y su alianza con la Iglesia, la burguesía podía levantar las banderas de la racionalidad, de la libertad y de la igualdad ante la ley. Pero definitivamente, desde la Iª Guerra Mundial y todas las crisis, guerras, genocidios, dictaduras, despilfarros, desorden, que ha imperado desde entonces y lo que nos prepara, la burguesía ya no puede dar lecciones a nadie.

La burguesía lo sabe y por eso quiere que nos conformemos con el juego de las comparaciones de cuál de los capitalismos es menos malo, si el que, sin necesidad alguna, inició la era del armamentismo nuclear lanzando sucesivamente dos bombas atómicas sobre la población civil y no hizo lo que podía (bombardeo vías férreas y campos de exterminio) para detener el genocidio judío, o los nazis, o si estos o el estalinismo con los campos de trabajos forzados hasta la muerte del gulag; el capitalismo tipo EEUU (neoliberal a tope) o el tipo de Alemania ("renano" con menú griego) o el de Japón ("toyotista") o el de China (trabajar como chinos), o que si esto, que si lo otro.

Se sirve de fenómenos como el islamismo radical y el terrorismo para darse aires de superioridad como civilización y moral, pero ya no engaña, porque ese fenómeno ha surgido en gran parte como reacción -retrógrada- a la decadencia del capitalismo, cuando no ha sido directamente fomentado por él (talibanes en Afganistán contra la URSS, Osama Bin Laden agente de EEUU, la monarquía de Arabia Saudí mano a mano con EEUU, etc.), y comete atrocidades criminales como la guerra de agresión de EEUU y sus lacayos a Irak con la excusa mentirosa de la existencia de "armas de destrucción masiva".

No es con eso con lo que debe compararse a estas alturas sino con lo que ya podríamos ser y el capitalismo impide que seamos.

Los privilegios asombrosos de los burgueses, sus remuneraciones en los consejos de administración de las empresas, incluso de las que han llevado a la ruina o han debido ser salvadas con nuestros impuestos, las indemnizaciones y pensiones millonarias mientras se cicatea las de los trabajadores/as y las viudas, la desvergüenza de los políticos corruptos, desde el poder municipal a la cumbre de los gobiernos, las maniobras sucias cuando no ilegales para lograr auténticas fortunas, un catálogo interminable de actividades (ilegales o no, la legalidad está al servicio del robo legal que es el beneficio capitalista), los tratos de bancos y gobiernos con las mafias, muestran el grado de hipocresía, cinismo, inmoralidad alcanzado por la burguesía mundial.

La actual crisis demuestra el descaro de la burguesía cuando los que nos han llevado al desastre son los que dicen querer salvarnos, porque el neoliberalismo sigue por sus fueros pero apoyándose en el Estado, al punto que sus agentes ocupan posiciones clave (presidentes de gobierno y del BCE provenientes de Goldman Sachs) y ya se ha abandonado toda la demagogia de la "refundación del capitalismo". Y mejor que no, con dos siglos hemos tenido más que de sobra y segundas partes no suelen ser buenas.

Pero todo esto nos asombra menos cuando comprendemos que difícilmente podría ser de otra manera. Este árbol da frutos envenenados porque sus raíces están corrompidas. Y esas raíces no son sino el régimen asalariado del trabajo, un régimen de explotación.

Porque no puede terminar con un buen balance una civilización que está sustentada en una gran mentira, tan clara y tan silenciada a la vez, como la del rey desnudo.

La gran mentira, viga maestra de todo el edificio institucional del capitalismo y de toda su cultura, es que se paga al proletari@ todo el trabajo realizado y que el beneficio es el premio a la "productividad" del capital, a su riesgo. La realidad es que sólo se paga una parte y el resto es la plusvalía, de la que surge el beneficio que se embolsa el capital (el burgués a su bolsillo y la empresa a la acumulación). La parte pagada es la correspondiente al mantenimiento del trabajador/a que varía según evoluciona el capitalismo (productividad, necesidad de consumidores) y la lucha del proletariado por mejorar sus condiciones de vida. No queremos que la burguesía arriesgue nada (¿el patrimonio acumulado en la anterior generación por el trabajo no pagado?), ni que los "emprendedores" tengan que hipotecar su vivienda para crear una microempresa que desaparecerá con la crisis. Sobre todo no queremos seguir los trabajadores sufriendo todos los riesgos del régimen asalariado (pobreza, accidentes y enfermedades laborales, precariedad e inseguridad del trabajo, desempleo, represión...). Queremos adecuar la propiedad y dominio de los medios de producción a la socialización efectiva del trabajo, que no es privado sino colectivo, es decir, que la banca y los medios de producción se colectivicen, pasen a ser del dominio del trabajador colectivo libremente asociado (opuesto a la propiedad estatal bajo el Capitalismo de Estado).

El capital atribuye la ganancia a un supuesto pago al capital por su función y el riesgo que corre el inversor. La explotación del trabajo, el plusvalor por el trabajo no pagado, es el origen del beneficio. Poder obtenerlo es lo que motiva a invertir a pesar del riesgo de fracasar. Pero el riesgo no es la causa del beneficio pues no origina un supuesto valor que dé derecho de cobro, pues lo que crea valor es el trabajo. El beneficio es lo que motiva al riesgo, no es la paga del riesgo ni está causado por el riesgo.

De esta realidad, para no introducir directamente la violencia en la empresa y guardar las apariencias de libertad e igualdad entre trabajador y burgués, debido a la división del trabajo dentro de la burguesía (un burgués se dedica a la empresa, otro al Estado, o el mismo en diferentes fases de su vida, a veces a la vez), y por la necesidad de crear cuerpos e instituciones especializadas en determinadas tareas (administración, represión, guerra), es por lo que surge el Estado burgués, aprovechando lo que se puede de las instituciones del absolutismo. Otra gran mentira consecuencia de la primera. Porque supuestamente está para servir al "bien común" y "representar la voluntad popular", pero su tarea prioritaria, central, es la de asegurar la continuidad del capitalismo, los beneficios del capital y participar (como salario indirecto y diferido) en el mantenimiento de los trabajadores/as (sanidad, educación, jubilación...), reprimiendo las luchas, revueltas y revoluciones, defendiendo y ayudando a expandir el capital nacional con las guerras imperialistas.

A partir de aquí, todo lo demás, todas las mentiras burdas o sofisticadas (economistas, ideólogos, legisladores, etc.), toda la corrupción y gansterismo, no son más que consecuencias, efectos secundarios, aunque ellos quieran presentarlos como casos puntuales, la excepción que confirma la regla y finjan escandalizarse o realmente lo sientan cuando uno de ellos ha sido perjudicado por las canalladas del otro, o subleven la indignación de la población trabajadora.

Por eso, parafraseando a los papas de la Iglesia cuando decían que el comunismo del proletariado era intrínsecamente perverso, podemos decir sin duda que el capitalismo es intrínsecamente perverso y generador de inmoralidad porque se sustenta en la gran mentira de los últimos siglos, en una inmoralidad radical.

No debe extrañarnos que ocurra así. En otros tiempos se atribuía a la máxima autoridad una naturaleza divina, como los faraones, o que tenían la bendición divina y eran los representantes de su autoridad, como los reyes, o que los esclavos, los negros o los indios americanos, no eran de verdad personas, pues tenían alguna tara en su naturaleza, cualquier excusa por absurda que fuese, el dominio de los señores feudales se atribuía al derecho de conquista, a la "protección" a los campesinos que explotaban y a los derechos sucesorios. Una clase explotadora nunca reconocerá que lo es, porque perderá su legitimidad. Su naturaleza puede revelarla la siguiente clase dominante que la ha derrocado y está interesa en deslegitimarla y legitimarse a su vez.

Sin el reconocimiento de esta injusticia básica del capitalismo es muy difícil establecer la relación de éste con el imperialismo, las guerras y las dictaduras, y explicar cómo un sistema supuestamente justo puede generar o ser compatible con tanta desigualdad social, política, injusticias y horror. Esto es lo que hace la burguesía, que atribuye todos esos fenómenos a diferentes causas sin reconocer el hilo rojo que recorre a todo, para así disimular la naturaleza del sistema social, por lo que le resulta más fácil desorientar la oposición y dar continuidad al sistema.

La burguesía lleva la lucha moral en el terreno en el que a ella le conviene, que cuando no es secundario, es tramposo y reaccionario. La verdadera moralidad, por la que clama hoy la vida humana y la Tierra, no podemos esperarla de la burguesía.

No cabe hacernos ilusiones con el sentido de la responsabilidad y la moralidad de la burguesía porque están haciendo el papel de gerentes del capital y el capitalismo, el "salarismo", es una relación social con sus propias reglas del juego que si no se quiere acabar con él, deben respetarse, y eso exige explotar a los seres humanos, esquilmar el planeta, sacrificar hasta la extinción a otras especies. Nunca podrás hacer que una hiena se haga vegetariana. Pues igual. Y este sistema exige que quienes están en la cumbre, supuestamente guiándolo, que no dirigiéndolo, ni domándolo, sean cada vez más insensibles a las necesidad de la Humanidad y del planeta, que como seres humanos se corrompan cada vez más, se hagan más cínicos, mentirosos, indiferentes y crueles. Por eso en los momentos más difíciles, el sistema organiza un casting para elegir (con o sin participación popular) a sus líderes, quiénes van a tener estómago para tomar las medidas más duras de sacrificios y van a conducir a la guerra que necesita el capital para seguir funcionando, reproduciéndose, acumulando beneficios.

La burguesía está muy poco motivada para renunciar a su papel porque le otorga el dudoso placer de estar por encima de los demás, dominar y obtener todo tipo de privilegios. De ella no puede venir el cese de la explotación del trabajo, el desarme generalizado, detener el saqueo del planeta, ni las medidas necesarias para contrarrestar al máximo la tendencia al Cambio Climático y la extinción de más y más especies.

Los perdedores de este sistema social somos los trabajadores/as, quienes lo soportamos sobre nuestras espaldas y quienes con nuestro trabajo le damos vida, lo alimentamos, le permitimos crecer y expandirse.

Por eso nosotros somos los más interesados en cuestionarlo y también los que debemos hacerlo pues sólo en nuestras manos se halla la posibilidad de derribarlo desde la raíz, desde el régimen asalariado del trabajo, del que somos los principales protagonistas. Por ello es por lo que tenemos esa responsabilidad moral que es una responsabilidad histórica para con la Humanidad y la Tierra.

El combate en términos morales es importante. La burguesía en su decadencia nos da muestras ridículas de su moralidad cuando acosan a un jefe de Estado porque ha sido infiel con una becaria, no porque sea la cabeza de una potencia capitalista imperialista. O se centra en cuestiones sexuales como medio de imponer su autoridad sobre nosotros y controlar mejor nuestras vidas a través de la expresión de la vitalidad y lo que hacemos con nuestros cuerpos. Con su comportamiento extiende la inmoralidad y la hipocresía sobre todos los sectores sociales, invitándonos a parecernos a ellos, a no dar importancia a esas actitudes, para que todos "vayamos a lo nuestro" no miremos a quién pisamos por sobrevivir o subir un poco más, nos desentendamos de lo que hagan con otros trabajadores/as y pueblos del mundo, dejándoles así las manos libres para perpetrar sus crímenes. El cinismo de la burguesía la ayuda a ser un agente despiadado del engendro capitalista con el "todo vale", pero cuando se extiende a nosotros es para inocularnos el "es lo que hay, no pidas más, aprovecha lo que puedas antes de que lo haga otro" ante la explotación, la corrupción, la brutalidad policial, las guerras; el "nada vale la pena" para fomentar nuestra derrota e incluso nuestra degradación cayendo en el alcoholismo o el consumo de otras drogas. Y sobre todo para que no reconozcamos la inmoralidad intrínseca al sistema, la moralidad de nuestra lucha y nuestra responsabilidad moral.

La lucha moral está muy lejos de ser un bonito broche final para dar coherencia a nuestra lucha. Si durante la IIª Guerra Mundial la ausencia de la ética más elemental hizo posibles auténticas monstruosidades, genocidios, la inmolación bajo las bombas de la población civil, y hace mucho menos tiempo (década de los 90) conocimos los horrores de Yugoslavia, el futuro del capitalismo puede conducirnos a escenarios parecidos, empezando por hambrunas que maten a millones de personas. Sin una renovación ética proletaria seremos incapaces de detener esa deriva de inhumanidad y asistiremos a ella como meros espectadores, como "vacas que ven pasar el tren" con destino al campo de exterminio, pero los que irán en los vagones seremos muchos de nosotros.

La burguesía, a la hora de la verdad, se desentiende de la suerte de la mayoría de la especie humana y del planeta, al sacrificarnos para salir de su crisis que le conducirá a otras peores y no ser capaz de adoptar las medidas necesarias ante los peligros del Cambio Climático.

La lucha del proletariado, expresada también en términos expresamente morales, ayudará a contrarrestar la inmoralidad y cinismo que infunde la burguesía al conjunto de la sociedad, haciendo por tanto más inadmisibles sus privilegios y corrupción, convirtiendo en más explosivos socialmente sus escándalos, que quizás puedan ser la chispa desencadenante de procesos de lucha de mucho mayor calado.

¿Por qué el islamismo tiene tanta fuerza política? Una de las razones es porque combina los intereses económicos y políticos con la autoridad (divina) de la religión. Nosotros no debemos mezclar la lucha por nuestra emancipación con la religión (en todo caso, es algo privado), entre otras razones porque eso desembocaría en la división e incluso enfrentamiento por cuestiones religiosas. Pero sí debemos levantar nuestra bandera moral, y expresarla así, sin timidez, para llevar también la ofensiva en ese terreno y no se atrevan a apuntarnos con el dedo (tomando el de algún dios), ni a darnos lecciones, ni a pretender que nos sometamos a alguna autoridad tras la que esconden la suya. Porque sin un sentimiento moral, no sólo de lo que es científico, racional o incluso justo, sino de lo que es bueno o malo para nuestra dignidad personal y desarrollo humano, de lo que se puede o no hacer ¿hasta dónde puede llegar la indignación, la cooperación fraternal, la solidaridad, la capacidad del sacrificio voluntario incluso hasta la muerte por un objetivo común, cuándo debemos decir no a su violencia, dónde debemos poner nuestros límites en la lucha contra la burguesía para no degradarnos como ellos lo hacen, y tantísimas otras cuestiones relevantes?.

A muchos trabajadores/as, por su nivel cultural, les costará más comprender la naturaleza y funcionamiento del capitalismo, la necesidad del socialismo-comunismo. Para ellos es tanto más importante saber que si bien la razón estará de su lado, sin duda lo está la moral, y que por tanto no deben dejarse engañar por las argucias de la burguesía y sus llamadas a la obediencia. Plantearlo también en estos términos es una forma de unir a los trabajadores/as que de otro modo podrían estar divididos por diferencias religiosas y para cuestionar aquellas creencias religiosas que no sean capaces de reconocer esta inmoralidad. Esto tiene especial relevancia cuando hay países en los que la religión tiene mucho peso, como EEUU, Italia, y existe una importante presencia de inmigrantes o descendientes de ellos que profesan religiones como el Islam.

Subrayar el aspecto moral de la cuestión, la estafa en la misma raíz del sistema, sirve para contrarrestar la resignación a la que se tiende cuando la burguesía logra imponer el debate en términos de "racionalidad económica" las necesidades del funcionamiento de su economía, aunque pueda aceptar que existen excesos, irregularidades, escándalos, etc. El escándalo es el sistema mismo, que por tanto es incorregible.

A todos, saber que la razón y la moral están de nuestro lado, nos infunde convicción y ánimo, eleva nuestro espíritu para una lucha que sin duda será dura, costará sacrificios, y también deberá hacer frente a los intentos de división, cooptación, soborno y corrupción de la burguesía.

Nuestra lucha es también una lucha moral. Por eso debemos llevar la moral a la política. Debemos llevar los debates morales al centro de la lucha de clases, no a la periferia como quiere la burguesía. La primera inmoralidad del capitalismo es su existencia misma basada en una estafa, en una gran mentira, como es la explotación del trabajo supuestamente pagado en su integridad, su expresión en el régimen asalariado del trabajo. Cuando el capitalismo ha caducado y ya puede ser sustituido por un sistema social superior, el capitalismo se ha vaciado de toda legitimidad moral e histórica.

Ya que el Estado es una organización diseñada y orientada al encubrimiento de esta estafa y a la protección de los estafadores, y su presentación como representante de la voluntad popular o garante del bien común no es más que una coartada, el Estado también carece de legitimidad.

El capitalismo es una estafa y su defensa, la de una injusticia. El enfoque moral es importante porque la burguesía cada vez más va a procurar culpabilizar de su situación a los trabajadores/as, a los parados, a los represaliados, y justificar la represión policial, la actuación de los "incontrolados", de toda la fauna de mercenarios y psicópatas a sueldo, con los que se protege, haciendo uso de un discurso entre hipócrita y descaradamente agresivo.

Planteada así la cuestión, la obediencia y la desobediencia ya no se mide en términos legales, en el cumplimiento o no de las obligaciones impuestas por la ley, sino que pasa a ser una cuestión moral, donde la obediencia al sistema será inmoral y la desobediencia al sistema, moral.

Esto es importante, porque no sólo el miedo al castigo o el deseo del premio, o la mera rutina, conducen a la obediencia, sino una tendencia cultivada desde nuestra más tierna infancia, de un peso mayor o menor según las culturas, que debe ser rota para atreverse a desobedecer y ver en ello no un estigma y motivo de culpa, sino todo lo contrario. La desobediencia planteada en términos morales hace que frente a la autoridad del patrón o del Estado aparezca otra autoridad de un nivel superior, sin necesidad de que sea religiosa, y en un plano incluso por encima de las disputas políticas e ideológicas, como es el plano de la dignidad humana, integridad y desarrollo como persona, por lo que es más fuerte y difícil de cuestionar por una autoridad inferior como la del capital y su Estado.

La sumisión puede ser difícil de romper si el debate interno se establece sólo en términos de lo que es legal o no, de costes y beneficios, de miedo y valor, y no se pasa al cuestionamiento de algo más básico, más profundo y más elevado, como la moralidad, la dignidad e integridad como ser humano. Llegado a ese punto, las demás consideraciones pasan a un segundo plano y donde había miedo surge el coraje, frente a la legalidad la aspiración a imponer otra, y en los costes, pesa más no sentir vergüenza de uno mismo que la factura que haya que pagar.

Es particularmente relevante en países muy desarrollados materialmente pero con un gran peso de las tradiciones culturales propias del feudalismo, como es el caso de Japón, país clave para el desarrollo de la revolución proletaria en Asia. La tendencia a la obediencia debe transformarse en disciplina en la autoorganización democrática de los trabajadores/as, los Consejos y organismo de poder popular, en cuyas deliberaciones y toma de decisiones se deberá participar.

Esa es la cuestión que debemos poner en el centro de los debates morales. Porque si vamos ganando esta batalla, estaremos corriendo la tierra bajo los pies del gigante.

Por eso, poner en primer plano la teoría marxista de la plusvalía, de la ganancia, poner en el foco de atención el régimen asalariado del trabajo, y hacerlo con toda su carga moral no como si fuese una teoría matemática o estructural, es la cuestión cardinal de nuestra época. El motor para el desarrollo de la lucha proletaria, lo único que puede permitir su victoria y evitar que sea suplantada por una nueva dictadura tecno-burocrática. El retroceso que ha sufrido entre los trabajadores/as de todo el mundo este conocimiento clave de lo que es nuestra realidad y la del capitalismo, es indicativo del retroceso y desorientación de nuestra clase. Y la burguesía es la primera interesada en que continuemos así y en plantear, gracias a sus economistas, teorías alternativas que sólo encubren la verdad y no sirven para explicar y resolver nada como lo demuestra una vez más esta crisis.

Los trabajadores/as no podemos adquirir el conocimiento de expertos en economía capitalista y no debemos enredarnos con cuestiones más secundarias de su funcionamiento (tipo de interés, déficit del Estado, inflación, balanza de pagos, productividad, emisión de moneda, etc.) donde además disputan muchas escuelas de pensamiento económico, con abundancia de las burguesas.

Debemos hacer hincapié en una idea fuerza, en una verdad profunda, fácil de entender y clave para cambiar el mundo, y esta es la del trabajo no pagado como origen del beneficio, esencia del régimen asalariado del trabajo, motor del desarrollo, crisis y decadencia de esta civilización. Traducido en lema puede ser, entre otros muchos, el siguiente: ¡EL DESARROLLO, CRISIS Y DECADENCIA DE ESTA CIVILIZACIÓN, SE DEBEN A LA PERSECUCIÓN DEL BENEFICIO QUE SE ORIGINA EN LA EXPLOTACIÓN, EN EL TRABAJO NO PAGADO AL PROLETARIADO, SOMETIDO AL RÉGIMEN ASALARIADO! ¡LA MISIÓN DEL PROLETARIADO, LIBERARSE A SI MISMO Y A LA HUMANIDAD, ABOLIENDO EL ASALARIADO!

Para poder exponer esta cuestión central es imprescindible que orientemos ya la lucha con una denuncia del régimen asalariado del trabajo. El componente moral de esta denuncia, señalando expresamente que en esta estafa, en esta mentira, se sustenta toda esta civilización, contribuirá a que deban ponerse a la defensiva. Por ello la denuncia -que no la pretensión de abolirlo ya- del régimen asalariado del trabajo no es una imprudencia, adelantarse a los acontecimientos, sino una medida que nos dará más fuerza, confianza, valor moral, y nos hará ganar tiempo frente a la velocidad de la ofensiva burguesa.

Poner en primer plano la explotación capitalista, el origen del beneficio, la plusvalía, el régimen asalariado del trabajo, la gran estafa en la que se basa esta civilización, el poder de la burguesía y su Estado, nos ayudará a centrar ahí el debate social y económico, dificultar que la burguesía lo disperse, nos encierre y enrede en los términos en los que ella quiere discutir y negociar: competitividad, inflación, déficit, etc. Todo eso es importante, pero secundario, y si no dejamos clara la relación con la estafa será como si la aceptásemos y sólo discutiésemos su cuantía, cómo hacerla y disfrazarla mejor, como darle continuidad, etc., pero creyendo que es un negocio básicamente legítimo que sólo hay que ajustar en sus detalles.

Este planteamiento moral es también importante para evitar que las protestas, en lugar de orientarse contra el capitalismo, el régimen asalariado del trabajo, deriven en saqueos e incendios, que si bien expresan una protesta contra esta sociedad, participan de su corrupción en los valores. Son todavía recientes los sucesos en Londres en agosto de 2011, y si no se levanta una alternativa proletaria se multiplicarán como manifestaciones de descontento, resentimiento y nihilismo.

Hubo otros tiempos no lejanos, como la década de los 50 y 60 en los que la burguesía no se mostraba tan arrogante como hoy y sin embargo sus éxitos eran mayores. Ahora, a pesar de su escandaloso fracaso, y de un futuro de crisis energética que hundirá su globalización, está llena de soberbia. Es hora de empezar a bajarle los humos no criticando a la banca, etc., sino cuestionando la legitimidad de su misma existencia en cuanto que clase.

Ahora que se hacen tanta propaganda sobre la necesidad de los empresarios para crear puestos de trabajo, para superar la crisis, etc., cuando resulta que los puestos de trabajo los destruyen los empresarios, cuando son ellos, las principales empresas mundiales y nacionales, los que nos han llevado a la crisis, y es su régimen de trabajo asalariado el que dicta que los trabajadores/as sobramos, y que si no servimos para ellos también acabaremos estando de más como personas, es cuando debemos decir bien alto que no somos los trabajadores/as los que sobramos, sino la burguesía en cuanto que clase.

Nuestra lucha, al contrario de lo que dice la burguesía, no es otra forma de codicia, de materialismo vulgar, sino una lucha moral, contra la inmoralidad intrínseca al sistema, por la superación de nuestra degradación humana como asalariados sustentadores oprimidos de esta perversa civilización, y para permitir que la Humanidad desarrolle libremente todas las potencialidades positivas de su humanidad una vez estemos luchando por demoler las sociedades de clases.

No importa si por ahora no tenemos desarrollado un cuerpo teórico, conceptual y científico, sobre la ética proletaria revolucionaria, que sólo puede ser una ética de transición, pues el mismo proletariado (una clase del capitalismo) y su ética deberán desaparecer para ser sustituida por una ética del trabajador colectivo libremente asociado. Basta con que la intuyamos, que en el fondo de nosotros sepamos lo que es, y que nuestra lucha tiene esa dimensión. Un niño que todavía no habla, no tendrá palabras para nombrar un abuso que se le cause, pero sabrá que se le está haciendo daño y diferencia entre lo que es bueno y malo. El capitalismo tiende a apagar en nosotros hasta esa llama elemental, el impulso de la vida por expandirse y desarrollar su potencial amando la vida, porque nos necesita sumisos, mercantilizados, robotizados y capaces de masacrarnos en guerras en su beneficio.

La mercantilización de las conciencias produce el efecto de que muchos, incluso entre el proletariado, protesten contra los ricos sobre todo porque les perjudican pero también porque no pueden serlo, pero si tienen alguna oportunidad, aunque sea pequeña, de ascender socialmente, bien pronto se olvidan del anterior descontento, o ceden con mucha facilidad a las maniobras de comprarles y corromperles del sistema y de la patronal (a veces muy barato), bien de forma activa o con una pasividad dañina para otros, compañeros incluso, aunque lo racionalicen con un temor desproporcionado a la reacción del capital, "qué otra cosa podían hacer ¿te consideras mejor que yo? tú habrías hecho lo mismo en mi lugar, etc.". Pues tal vez no. Por eso la lucha moral, sobre lo que está bien y mal, sobre lo que nos corrompe y contribuye a extender la corrupción moral, está también en el centro del proletariado, en las dificultades para que nos rebelemos contra la inmoralidad intrínseca al sistema. Que haya personas que habiendo llevado una vida de lo más corriente y discreta, en condiciones desfavorables en las que todo el mundo se mueve como un rebaño y se degrada con comportamientos miserables, sean capaces de ir contra corriente y hacer lo que se debe hacer, no "como Vicente, ir donde va la gente", demuestra que todos tenemos una responsabilidad moral, una posibilidad de hacerlo, de desobedecer y arriesgarnos, de ser héroes discretos. También existe la actitud de esperar e incluso empujar a que otros den la cara y se arriesguen por uno, eludiendo los riesgos de asumir la propia responsabilidad. Todo esto debe ser valorizado si queremos que los valientes y difícilmente corruptibles sean más, impulsen el cambio en otros, hasta crear una masa crítica, en la que la tendencia al gregarismo juegue a nuestro favor pero porque también se comprende la moralidad de nuestra lucha.

De lo contrario, el precio a pagar lo podemos ver, sin remontarnos muy lejos en el tiempo, por ejemplo, en lo ocurrido en Yugoslavia, o que en los EEUU no hubiese ni una sola huelga, ni local siquiera, contra la guerra en Vietnam, o la agresión con mentiras como las "armas de destrucción masiva", contra Irak, o muchos más casos. La necesidad que tenemos de trabajar en el régimen asalariado, sometidos a las órdenes del capital, nos suele conducir, a veces demasiado, a no tener debidamente en cuenta las consecuencias que eso tiene también para otros y para nosotros, por ejemplo, en el caso del sector III (armamentismo), o del sector I con la energía proveniente de las centrales nucleares. No es sólo la necesidad, sino también la mercantilización de las conciencias que ya hemos comentado y el sentido de la vida que promueve.

La lucha de los trabajadores/as por nuestra liberación integral como seres humanos no es sólo una lucha por motivación económica, porque sea nuestro todo el fruto de nuestro trabajo (no al trabajo no pagado frente al defensivo de menos trabajo no pagado), sino porque ése es el origen de una Humanidad deshumanizada que puede ser capaz de autodestruirse.

La lucha contra el régimen asalariado del trabajo no es sobre todo una lucha por tener más, sino ante todo por ser lo que podemos llegar a ser y vivir como corresponde a nuestra naturaleza más avanzada, en lugar de perdernos por el camino.

La lucha por la superación de la sociedad de clases, será la lucha por superar la principal causa de fractura en nuestra especie, lo que constituye el principal obstáculo para que nos sintamos de verdad como una sola Humanidad y por tanto podamos tener la conciencia planetaria que aún nos falta, para establecer como especie, con el resto de la Naturaleza unas relaciones que superen lo que hasta hoy han sido y reparar en lo posible el daño causado.

En el proceso de lucha y de construcción de una Humanidad diferente se creará también un tipo humano nuevo. Tendrá por delante la tarea de modificar las relaciones dentro de la especie, no sólo entre los adultos, sino desde el trato dado a la maternidad y a la infancia, para facilitar el despliegue de todas las potencias favorables a la vida, en lugar de como hoy, a su estancamiento y puesta al servicio (resignación, sumisión, "carrerismo" y oportunismo trepa, elitismo, indiferencia, violencia, etc.) de la dominación de unos sobre otros, las matanzas y la destrucción de la vida planetaria. Así podremos superarnos logrando mayores cotas de madurez, responsabilidad, cooperación, hermanamiento y realización como la parte consciente de la Naturaleza, del Universo, responsables de otras formas de vida.

En tanto vayamos superando los principales problemas materiales nuestro objetivo seremos nosotros mismos, como animales psíquicos, miembros de toda la Humanidad y la "hermana mayor" entre las especies del planeta. ¿Hasta dónde podremos llegar que hoy nos parecería imposible, como a los primeros seres humanos nuestra realidad? La existencia tendrá una orientación y sentido muy diferentes a los actuales.

¿Permitiremos que nuestros descendientes se pierdan ese futuro?.

15.- El sentido de la vida, un problema de todos, cada vez más sentido. Vivir para trabajar, trabajar para vivir o vivir trabajando para realizar nuestra vida. Recuperar nuestra vida, recuperar nuestro trabajo, abolir el régimen asalariado. El capitalismo causa cada vez más frustración y sufrimiento psicológico. Otro mundo y otra vida son posibles.

Cuando se saca el tema de sentido de la vida, algunos piensan que es un problema para gente que ya lo tiene todo resuelto, pequeños burgueses o burguesía, y que por eso se puede dedicar a pensar en cuestiones filosóficas, sobre la realización personal, etc. En el peor de los casos, que se trata de algún snob o de una persona con unos cuantos problemas psicológicos, aunque puede que simplemente sea capaz de reconocerlos más que otros, y consumidora de libros de "autoayuda".

En esto puede haber algo de verdad, pero es porque los trabajadores/as que somos quienes más debiéramos plantearnos esta cuestión, generalmente no lo hacemos. Se alegará que bastante ocupados estamos con "ir tirando", no perder el trabajo, la atención a los hijos, nuestras relaciones personales, etc. Cierto. Pero el sentido de la vida está, lo reconozcamos o no, en el centro de nuestra existencia, porque hay algo muy básico, común a todos y muy relacionado con el curso histórico, con la futura era del capitalismo.

A la burguesía no le interesa que nos planteemos estas cuestiones en serio, prefiere que nos limitemos a trabajar y consumir lo que nos toque, y si no es para nosotros suficiente y buscamos algo más elevado, que nos despistemos con enfoques inofensivos para ella, sean religiosos, tipo "nueva era" (New Age) o "pensamiento positivo" que ahora se estila tanto.

Pero el proletariado tenemos nuestro propio enfoque para un problema muy real.

Antes de que la sociedad de consumo llegase a los trabajadores/as, de que se redujese lo suficiente la jornada de trabajo efectiva (es decir, sin necesidad de meter un montón de horas extras para llegar a fin de mes), de disponer de más tiempo fuera del trabajo, el sentido de la vida que se consideraba propio de un proletario normal, era muy simple, vivir para trabajar. Salvo que se revolviese contra su condición.

Sin duda ese sentido de la vida era muy conveniente para el capital, porque eso significa dedicarnos a producir cómo y lo que la burguesía decida, es decir, el trabajo como valor genérico (abstracto) porque crea plusvalor (trabajo no pagado) al producir valores de cambio (orientados a la venta por dinero) con los que obtener beneficios (la mutación de la plusvalía al pasar por la forma dinero).

Cuando la producción de bienes de consumo se hizo masiva gracias al ascenso de la productividad, y no pudiendo vender la mayor parte de ella a compradores exteriores al sistema capitalista (campesinos independientes, aristocracia de países semifeudales...), para poder dar salida a toda la producción, como no bastaba con el consumo ordinario y de lujo de la burguesía y sus servidores (burócratas, militares, etc.) hubo de ceder en parte del aumento de la productividad de modo que en lugar de quedarse con todo ese trabajo extra en forma de trabajo no pagado (plusvalía), con la disminución del valor (costes) de las mercancías y el aumento de salarios, dispuso de los trabajadores/as también como consumidores con mucho más peso que anteriormente. Pero seguía siendo la burguesía la que decidía qué y cómo se producía, dominando las relaciones sociales de producción. Eso sí, los trabajadores/as, sin cuestionar el régimen asalariado, podíamos ver en el trabajo un medio para obtener dinero con el que acceder a un consumo mayor con el que disfrutar de la vida algo más que las generaciones pasadas. Eso era trabajar para vivir.

Lo común a ambas fases es que no tenemos control sobre nuestro trabajo, nuestro interés es ante todo cobrar un sueldo para poder vivir y debido a nuestra impotencia apenas nos cuestionamos la naturaleza y finalidad de lo que producimos que puede ser un despilfarro, dañino para la salud, perjudicial para la naturaleza, peligroso como las centrales nucleares o destructivo como las armas, y así nos hacemos hasta cierto punto responsables con el capital, e incluso por salvar nuestro salario nos oponemos a medidas que son de verdadero bien común; y esto enlaza con lo segundo que tienen en común, el riesgo latente de que se viviese para morir en alguna guerra inter-burguesa, o como daño colateral por las consecuencias de lo que producimos.

La era del capitalismo en la que definitivamente vamos a entrar, va a suponer un paso atrás, porque con la reducción de los costes de mantenimiento del proletariado, salariales, de servicios sociales, retraso de la edad de jubilación, mayores requisitos para una pensión que será menor, con el aumento de la intensidad del trabajo y de la jornada laboral (sobre todo hacia la década de los 30), vamos a volver a vivir para trabajar y con el aumento de las tensiones entre los Estados por recursos escasos, el riesgo de vivir para morir en la guerra. Los que no tengan trabajo, serán presionados para trabajar en lo que sea, como autónomos, a tiempo parcial, y deberán a dedicar a eso todas sus energías para poder vivir o de fracasar, malvivir. A eso le llaman "revalorizar el trabajo" que no debe confundirse con pagar el trabajo por su valor total, que significaría entregarnos los medios de producción.

Pero incluso ese objetivo de vivir para trabajar es hoy una auténtica tomadura de pelo, porque no va a haber ni remotamente trabajo para todos, van a seguir despidiendo y eliminando puestos de trabajo, y el futuro más probable para los autónomos es arruinarse o vivir en la pobreza; va a ser como cuando los deportistas compiten por la medalla de oro, son muchos los que la persiguen, pero sólo uno puede obtenerla. Lo que en teoría se venía considerado un derecho sólo será un premio para el que lo consiga. Y encima pretenderán que nos sintamos responsables de nuestro destino preparado por ellos; que con unas reglas del juego amañadas nos percibamos como unos fracasados, culpabilizándonos, cuando es el sistema el que habrá fracasado estrepitosamente al existir los medios para poder vivir trabajando todos (distribuyendo las tareas por temporadas, etc.) y sin embargo negarlos, por lo que el culpable es el sistema y la clase que sigue imponiéndolo porque se beneficia con él.

Como la dinámica del capital es inevitable si se permite que continúe, así como un león viejo y hambriento sigue necesitando comer carne y no se conforma con hierba, es una ilusión creer que limitándonos a una lucha defensiva podremos resistir y conseguir mantener las condiciones de modo que volvamos al trabajar para vivir.

Independientemente de si tenemos o no creencias religiosas y cuáles sean, lo seguro es que ésta vida sólo la vamos a poder vivir una vez y que tal como nos toca vivirla en el capitalismo, estamos desaprovechándola mucho más de lo que creemos porque apenas tenemos referencias para comparar, pero podemos suponer teniendo en cuenta lo que se podría haber hecho mucho mejor con el desarrollo material y científico alcanzado por la Humanidad si se hubiese gestionado al servicio de todos, con unas relaciones sociales de producción sin explotación ni opresión de clase, sin despilfarros ni guerras.

Si queremos recuperar al menos en parte nuestra vida o no perderla desde el comienzo si somos jóvenes o no favorecer que la pierda nuestra descendencia, debemos plantearnos también el sentido de nuestra vida y cómo se ve determinada y despilfarrada por el régimen asalariado del trabajo, el "salarismo".

Debemos liberarnos de las dos trampas capitalistas del sentido de la vida, vivir para trabajar o trabajar para vivir, porque en ambas no se cuestiona lo que condiciona de verdad nuestra existencia, que es el régimen asalariado del trabajo, y que ahora nos condena a un retroceso histórico.

El capital procurará crear ilusiones de que después de un tiempo de sacrificios, volveremos a trabajar para vivir. Pero si caemos en esa trampa, en vez de avanzar en nuestra conciencia existencial, habremos sufrido un retroceso, una regresión. Porque lo que toca ahora es plantearnos una vida sin el capitalismo.

Cuestionar el régimen asalariado del trabajo significa que la misma actividad del trabajo tendrá un sentido radicalmente diferente al actual. No será un mero medio del que desentendernos en gran parte o una condena de por vida, sino la actividad que permitirá hacernos dueños de nuestra existencia pues seremos el colectivo internacional de trabajadores/as, con la participación democrática desde los centros de trabajo, a través de nuestra autoorganización de los Consejos de Trabajadores, quienes decidiremos cómo organizamos la producción y a qué destinamos nuestro esfuerzo para satisfacer de verdad nuestras necesidades, no la producción de armas o el despilfarro en cambios caprichosos de modelo, productos que duren poco, etc.. Por eso el trabajo ya no se medirá por su valor abstracto (genérico) para conseguir trabajo no pagado, con un valor de cambio (dinero) para acumular beneficio (plusvalía), sino como trabajo concreto (la producción efectiva, no un tiempo de trabajo no pagado) para conseguir un valor de uso (sólo para satisfacer las necesidades humanas). Al ser los dueños de los recursos económicos, ninguna otra clase podrá dominarnos ni llevar a la Humanidad a situaciones de grandes desastres o peligrosos riesgos, como ocurre ahora.

La superación de la división clasista del trabajo, una mayor cualificación de los trabajadores/as, que seamos nosotros quienes ejecutamos las decisiones, pero también quienes las tomamos, y que el trabajo se subordinará a las necesidades del trabajador (nada de ser un apéndice de la máquina como en el taylorismo, o una pieza en el engranaje de la cadena, o la falsa cooperación y participación del toyotismo hasta la muerte), y la tecnología y maquinaria deberá pensarse de modo que no nos esclavice ni degrade la comunidad humana, porque ya no se medirá su eficiencia por su contribución al beneficio, y que su objetivo sea exclusivamente proveernos de bienes y servicios y no de beneficio al capital, permitirá que el trabajo sea una actividad fin en sí misma porque en ella se podrá desplegar de verdad la vocación profesional, la iniciativa y creatividad de los trabajadores/as, un tiempo de nuestra vida que no será una condena, una frustración, sino motivo de realización personal, porque además las relaciones en la empresa serán de verdadera camaradería, sin la competencia y la sumisión fomentadas por la burguesía. Los emprendedores tendrán facilidades para llevar a la práctica proyectos innovadores o sencillamente útiles socialmente, sin necesidad de arriesgar recursos propios pero sin poder hacerse ricos tampoco.

Esto quiere decir que el trabajo será una parte positiva de nuestra vida, por lo que podremos decir que nuestra vida tiene sentido porque vivimos trabajando, como vivimos amando u otras muchas actividades humanas. La alta productividad permitirá que el tiempo de trabajo necesario para cubrir las necesidades se reduzca, disponiendo de más tiempo para aquellas otras actividades que sean de nuestro gusto, tanto si requieren como si no recursos materiales laborales.

Ahora bien, esto sólo será posible si abolimos el régimen asalariado del trabajo, y en ese proceso vamos creando un nuevo tipo humano, psicológicamente transformado, en el que una nueva moralidad irá de la mano de un nuevo sentido de la vida. La existencia será tan diferente de la actual que quienes la disfruten mirarán a nuestro tiempo como nosotros a los comienzos del siglo XIX o a la época del esclavismo.

En tanto, la comprensión del retroceso histórico sobre el sentido de la vida que nos presenta el capitalismo, el reconocimiento de que somos víctimas de una estafa desde la raíz de esta civilización, que el capital nos ha robado gran parte de nuestra vida y condicionado toda nuestra existencia, puede ser un revulsivo vital, existencial además de moral, que podrá cerco a la legitimidad del "salarismo".

La frustración por esta vida, bien esclavos del trabajo, bien limitados también al consumismo, tan extendida, incluso en capas sociales que no padecen serios problemas económicos, es un síntoma de lo vacío, deshumanizado, existencialmente empobrecedor que es el capitalismo. Debemos ser capaces de volver esto contra él, el culpable, en vez de permitir que también lo manipule con patrañas como el "pensamiento positivo" (¡qué guay el desempleo, una gran oportunidad para ver el lado bueno de las pequeñas cosas de la vida y convertirme en "emprendedor" o conocer todo el país buscando trabajo de ciudad en ciudad; si estás deprimido no eches la culpa al sistema, sino a tu sistema de pensamiento negativo! Etc.), que desde EEUU se extiende sin hacer ruido como una nueva forma de opio psicológico, tanto más necesario entre los sectores sociales que ya no aceptan el mensaje de resignación religiosa.

El coste en sufrimiento emocional y degradación personal que causa el capitalismo es enorme y difícilmente podrían llegar a reflejarlo las estadísticas. La tensión en el trabajo, aguantar el acoso del patrón o del encargado, el miedo a perder el empleo, la angustia del parado sin ingresos, las tensiones familiares provocadas por los problemas económicos, la pérdida de independencia de los parados y desahuciados (responden personalmente del resto de la deuda) que vuelven al domicilio de los padres, las relaciones familiares forzadas por la dependencia económica, la violencia doméstica machista agudizada como reacción a la pérdida de estatus del hombre en el trabajo, los problemas de los niños que acusan las tensiones en el hogar, las mujeres que se ven obligadas a prostituirse, los jóvenes empujados a la delincuencia y a integrarse en bandas con relaciones de falsa camaradería y de dominación real de unos sobre otros, el deterioro de la salud por vivir en una situación de estrés crónico, la mercantilización y explotación en las relaciones humanas (tanto tienes tanto vales, qué me das a cambio de, cómo puedo aprovecharme de ti), la desintegración del espíritu de comunidad por una competencia exacerbada, ir cada uno a lo suyo, el sálvese quien pueda, por no hablar de las víctimas de la "justicia", de la represión estatal, y un interminable etc., tanto más terrible si nos vamos a los países pobres.

Si el proletariado es derrotado, asistiremos a más de todo esto y al aumento de los suicidios porque muchos no lo soportarán más y no encontrarán otra forma de ponerle fin.

El creciente consumo de alcohol y drogas entre la juventud sobre todo, es un síntoma más de la frustración, el vacío existencial. Esa juventud, trabajadora, debe ver que existe la posibilidad de vivir de otra manera, de modo natural, sin recurrir a ningún medio artificial para soportar esta vida degradada. La frustración vital, en vez de ser un motivo para la evasión y el individualismo, debiera convertirse en un motivo de rebelión contra el sistema. En los años 60 la rebeldía contra la represión sexual fue un factor importante. En esta década debiera serlo la frustración de una vida emocionalmente más plena.

Cuando las tonterías como el "pensamiento positivo" se desacrediten, puede ser tarde para aprovecharlo si el proletariado no ha sabido orientar la frustración hacia la transformación social y ha sido derrotado. Dejará paso al pensamiento más negativo, deprimente, sin esperanza, la resignación más oscura.

El discurso del proletariado consciente no puede ser nunca economicista, como el de la burguesía, que persiguiendo la tasa de ganancia, todo lo ve en términos de números y estadísticas, y cuando se detiene en la persona, es para decirle que es una privilegiada por tener empleo o subsidio, o culpabilizarla porque "se aprovecha del subsidio de paro", no se identifica con la empresa entregándose "en cuerpo y alma" o rehúye el trabajo y practica el "absentismo", no es suficientemente "flexible" ni predispuesto a la "movilidad", a forzar a la familia (la pareja tiene su empleo), dejar las amistades, etc., para ir a vivir a otra ciudad por una mierda de trabajo, buscándolo o porque su empresa se traslade, o es un marginal y delincuente que no merece más que la persecución; o al contrario, pero también burgués y de "clase media", desde el paternalismo que lava las malas conciencias, busca una labor preventiva ante el riesgo de estallidos sociales, o simplemente prestar una ayuda caritativa sin plantearse más, pero sin permitirle situar su drama personal en sus coordenadas de clase y en las relaciones sociales capitalistas.

El capitalismo, como reino de las mercancías que se reúnen en el Mercado de la plaza pública pero para competir, promueve el egocentrismo más estrecho y asociado a ello la comunidad más falsa. Por una parte el egoísmo, considerarnos el centro del mundo, no tener la necesaria consideración por los demás y otras especies; por el otro, como origen de esto y falso complemento, respetar el orden social impuesto, estar dispuestos a sacrificarnos no por el bien común, sino por las exigencias del régimen asalariado, llegando incluso a entregar nuestra vida y sacrificar la de otros por la cárcel en la que está implantado, la Patria. Aunque hay una relación lógica y funcional entre ambos aspectos, no puede evitar estar plagada de contradicciones y conflictos en su interior, al igual que el funcionamiento mismo del capitalismo, lo que se traduce en la proliferación de fenómenos como la corrupción de políticos y empresarios o la delincuencia mafiosa, que a la vez son aceptados y perseguidos por el sistema. Pero la principal contradicción es con nuestras necesidades de desarrollo pleno como seres humanos y como Humanidad.

Existe una contradicción cada vez más flagrante entre las necesidades emocionales, de una vida buena (no la "buena vida" de la alta burguesía), de equilibrio psicológico, relaciones de respeto y apoyo mutuo, sentido de comunidad, autorrealización personal, y el capitalismo, porque éste, en el proceso de enajenarnos (alienarnos) al tratarnos como una mercancía en la compra de nuestra capacidad de trabajo, y como realizadores de la plusvalía en la compra de sus mercancías, de convertirnos en ciudadanos de tercera en un Estado que existe para proteger el sistema, tiende a doblegarnos, humillarnos y sacrificarnos cada vez más, también en el plano psicológico, por satisfacer los requisitos de su MegaMáquina de extraer y realizar plusvalía.

Por tanto, no debemos descuidar este factor, sino al contrario, porque la futura revolución proletaria, si quiere triunfar, deberá ser una revolución integral, no sólo económica, social, política, ecológica, sino también moral, existencial, por lo que de modo expreso debemos sacar a la luz todos estos problemas que el capitalismo quiere que parezcan individuales, pertenecientes sólo a la esfera privada, una "externalidad" no reconocida y muchas veces vergonzosa, o pretensiones "de lujo" para gente ociosa (los proletarios ya tendríamos bastante con aspirar a "ir tirando" aunque llevemos una vida desgraciada), y denunciar su relación con el capitalismo y su crisis histórica.

16.- ¿QUÉ HACER? La defensa con una orientación ofensiva para debilitar la suya: el cerco deslegitimador. Luchar con el poder de decisión en las asambleas. Comprender la verdadera naturaleza del "Estado de bienestar". Un futuro capitalista peor, cuestionar el régimen asalariado del trabajo y el Estado burgués que lo defiende. Reforma electoral ¿para quién? Poner en el centro del debate social la naturaleza del capitalismo, su raíz en la estafa del trabajo no pagado. La imposible alianza estratégica con la burguesía baja y media pero la flexibilidad en su tratamiento. La enseñanza pública en todos los niveles, interés estratégico de los trabajadores/as contra la división clasista del trabajo. La juventud en primera línea de la lucha del proletariado y de la recuperación de su saber. Tener muy en cuenta el tiempo para evitar la derrota y que hay unos plazos para el Cambio Climático. La necesidad de proyectos provisionales de Programa de Transformaciones Socialistas.

Está claro que por ahora no estamos en condiciones de abolir el régimen asalariado del trabajo y desmantelar el Estado que representa y resguarda el poder de la burguesía (con su administración burocrática, tribunales, policías, cárceles y militares), desprotegiendo cada vez más a los trabajadores/as porque esa nunca ha sido su verdadera misión ni prioridad y puede eliminarla en gran parte.

Pero esa abolición y desmantelamiento no son una fantasía. Es cuestión de confianza en nosotros mismos, en nuestras fuerzas, claridad de ideas, voluntad, determinación, hacernos dueños de nuestro destino. No debemos someternos a la voluntad de ninguna clase de pretendidos "expertos" (¡así estamos hoy!) si no investigar, estudiar, debatir, decidir y actuar por nuestra cuenta uniendo nuestros esfuerzos en la lucha por objetivos comunes. Controlemos, extendamos y unifiquemos nuestras luchas desde las Asambleas, no dejando que las mangoneen minorías, líderes, comités, sindicatos o partidos. Acumular fuerzas, tomar confianza en nosotros mismos, atreverse a mirar la realidad de frente y levantar la cabeza aspirando a lo que podemos llegar a ser: seres humanos trabajadores/as liberados de nuestra degradante condición de asalariad@s.

Debemos defender nuestras condiciones de vida, resistirnos a que empeoren aun más, pero con la mirada puesta no sólo en esas reivindicaciones concretas a corto y medio plazo, sino en las verdaderas causas de los problemas, lo que nos jugamos ahora y por donde pasan las soluciones.

La burguesía está preparando a conciencia nuestra derrota para abrir paso a la nueva era que el régimen asalariado del trabajo (capitalismo) necesita imponernos a fin de poder seguir existiendo, aunque a duras penas.

El gran capital sobre todo, va a echar mano de toda clase de trucos y maniobras de dispersión para que gastemos nuestras energías y un tiempo precioso luchando contra molinos de viento. Dependiendo de las circunstancias de cada país querrá que echemos las culpas a las "clases medias" de profesionales liberales, comerciantes, etc., que tienen facilidades para defraudar al fisco y "provocan el déficit del Estado"; a los inmigrantes que "nos quitan puestos de trabajo que podrían ser para nosotros" y "se aprovechan de los servicios sociales del Estado de bienestar", etc. Pelearnos como completos idiotas por el "chocolate del loro" cuando ya hemos podido atisbar los ingresos de la gran burguesía y la enormidad de recursos destinados a salvar a la banca. Cualquier minucia o mentira con tal de que no apuntemos a la raíz del problema, peleemos entre nosotros y perdamos el tiempo mientras el gran capital ante todo, va a lo suyo, tomando a la carrera más y más medidas que nos perjudican, debilitan y hacen más difícil nuestra reacción. Pero si preferimos ensañarnos con otros porque no nos atrevemos a ver el verdadero rostro del culpable (el régimen asalariado del trabajo, el capital que genera y el Estado que le defiende), adelante, pero no lloriqueemos luego por lo que nos espera mientras el gran capital se parte de risa.

La derrota está garantizada si caemos en sus trampas, nos limitamos a una lucha defensiva, contra la reducción de los salarios, por el mantenimiento de los puestos de trabajo, contra los recortes en el "Estado de bienestar", por la regulación de la banca por el Estado, etc., entendido como fenómenos de la crisis que seguramente desaparecerán cuando ésta se supere. Porque la misma salida capitalista de esta crisis exige esos sacrificios, y que muchos de ellos se hagan permanentes. La lucha en términos estrictamente defensivos es como la que plantean los sindicatos, una retirada general, la cesión de más y más espacio de derechos al capital.

El capital pretende hacernos creer que la cuestión consiste en unos recortes y sacrificios de más o menos duración para salir de la crisis. Esa no es la verdadera batalla que el capital está dando, sino la que quiere que creamos y a la cual desea limitarnos. No es más que la parte visible del iceberg o las fuerzas sin camuflaje.

También la burguesía del país, apoyándose en la pequeña burguesía, puede pretender desviar la rabia orientándola contra la burguesía extranjera. En el caso de Grecia, se azuza la hostilidad contra Alemania, echando mano además del recuerdo de la agresión nazi (fotomontaje de la señora Merkel con la cruz gamada nazi). En Grecia, el proletariado tiene bastante claro que las medidas de austeridad que se le exigen lo van a hundir en la pobreza aguda por muchos años. La burguesía quiere evitar que esa conciencia se traduzca en un cuestionamiento a fondo del capitalismo, y busca transformarla en una defensa de la patria humillada (en la que burgueses y proletarios serían "hermanos") contra la agresión exterior, en particular alemana. Es cierto que el gran capital alemán, y también el francés, juega un papel muy destacado en los ataques a la población trabajadora griega, pero la intervención del FMI, de la Comisión Europea, del Banco Central Europeo y que todo vaya en línea con la corriente dominante internacional, demuestran que se trata de un ataque de la burguesía mundial, incluida la gran burguesía griega, aunque lo drástico de las medidas la perjudique al hundir las posibilidades de crecimiento. Esas fracciones de la burguesía quisieran utilizar las protestas proletarias para conseguir unas condiciones menos duras para ellas. A su vez, la burguesía alemana en especial, acusa a los griegos de engañar a la Unión Europea con las cifras macroeconómicas y de crear un serio problema a toda la zona euro. Quiere volver a su disciplinado proletariado contra el griego explotando la imagen de esos mediterráneos que viven en las zonas turísticas disfrutando del sol, a cuenta de los turistas alemanes, evadiendo impuestos (sin recaudar entre 5 y 6 mil millones de euros al año, acumulando impagos por 60 mil millones) y aprovechándose de las ayudas de los países ricos de la Unión Europea, como Alemania, aunque parte de esas "ayudas" deban destinarse a la compra de submarinos alemanes.

En Catalunya, la burguesía, que ha tomado la iniciativa a la hora de meter recortes en el Estado de bienestar, afectando especialmente a la sanidad, quiere echar balones fuera, culpando a la política fiscal del Estado que tomaría mucho de Catalunya y daría poco, y poner pronto fin a la distribución de recursos por la vía de los Presupuestos del Estado que permite dar vida a regiones más deprimidas que han aportado históricamente a la burguesía de Catalunya su mano de obra y productos agrícolas a bajo precio y que tiene a su población envejecida y por tanto con más necesidades de gastos sociales (medicina, pensiones...). Algo parecido a la burguesía del norte de Italia (representada por el partido Liga Norte) que quiere desentenderse del Sur. El objetivo desviar la ira y dirigirla contra los trabajadores/as, campesinos y jubilados de las zonas más deprimidas y muchas veces más abandonas por parte del Estado, como es el caso de Italia.

La explotación del nacionalismo y de todos los prejuicios nacionales, a cual más mezquino e idiota, sólo contribuye a nuestra división internacional y a facilitar que la burguesía nos venza paquete por paquete, primero los griegos, luego los portugueses, seguido los españoles, después los italianos... y con todo eso, metiendo el miedo y la disciplina en el resto del proletariado. No podemos conseguir que la nación se ponga tras nuestro liderazgo a base de explotar el nacionalismo, porque con eso en realidad es el proletariado el que se pone con el nacionalismo tras la dirección de fracciones del capital y de la pequeña burguesía nacional.

Desde la izquierda, incluso extra-parlamentaria, como el 15M en España, se llama a sacar adelante una ley de reforma electoral. Ya hemos expuesto en este documento y seguiremos haciéndolo, cual es la verdadera naturaleza del Estado. Quienes conocimos las experiencias de la Unidad Popular en Chile, con el presidente Allende, destruida a bombazos por el bombardeo de la aviación del Palacio de la Moneda (presidencial), cañonazos de los tanques y fusilamientos clandestinos (el 11-S de1973), sabemos lo que puede dar de sí el Estado burgués y la más abierta de sus legislaciones electorales. Por si fuera poco, llegó Argentina con sus "desaparecidos", un viaje gratis a la nada gracias a sus militares. La principal cualidad de la democracia burguesa no es lo que puede darnos, sino que consigue adormecernos, permite que nos hagamos ilusiones totalmente engañosas y el despertar es caer en la peor de las pesadillas, si es que te dan tiempo.

El problema de representatividad del Estado no se debe a una determinada legislación y cauces de representación, ni siquiera a un régimen político (dictadura, democracia...), sino a su misma naturaleza, como aparato separado en una sociedad de clases y que por tanto, debe garantizar su continuidad, lo que significa, el poder de la clase dominante, en nuestro caso, la burguesía. Esto no se lo enseñan a los universitarios (como tantísimas otras cosas fundamentales), pero es tan verdadero como la existencia de la plusvalía, y es patrimonio del saber proletario, desgraciadamente de sobra confirmado por la realidad de la lucha de clases. Una reforma electoral a lo máximo que podría aspirar es a hacer algo menos no representativo de los trabajadores/as y sectores populares el poder de un Estado cuya naturaleza inevitable es burguesa, por lo que lo esencial de su política lo sería y supondría el mismo peligro para los trabajadores/as (represión policial, militar, cárceles, etc.).

Ponernos ahora de dedicar nuestras escasas fuerzas a ese objetivo es otra pérdida de tiempo más, alimentar las ilusiones cuando la tarea es la contraria, demostrar la relación que existe entre la estafa del régimen asalariado del trabajo y la estafa de su régimen político, ambos al servicio del capital y controlados por la burguesía. ¡Si no tenemos mucho tiempo para eso, menos para perderlo en un cuento ya demasiadas veces desenmascarado! Sólo serviría para que la izquierda, la misma u otra diferente lo mismo da, tuviese más acceso al poder para hacer al final la misma política en lo esencial (a riesgo de que los botasen), pero con la desventaja adicional de que vacilaríamos en luchar contra un gobierno que dice representar los intereses de los trabajadores/as y sectores populares, lo que sólo puede contribuir a nuestra derrota, y pronto sería relevado por una derecha que nos daría la puntilla. No es jugar a adivinos, es la experiencia histórica pura y dura.

Como siempre, lo "bueno, bonito y barato" sale más caro. Si queremos democracia de verdad para los trabajadores/as y demás sectores populares no explotadores, sólo tenemos la vía difícil, pero única realista, de la autoorganización y representación asamblearia que con el desarrollo de las luchas y su organización, acabe desembocando en el poder de los Consejos de Trabajadores que constituya una nueva sociedad previo desmantelamiento de todas las instituciones del Estado burgués que no nos sirven (la organización de la sanidad y la enseñanza públicas no es exactamente el Estado, ni tampoco las empresas que son de su propiedad, por eso se puede librar de ellas sin por ello hundirse el Estado).

Lo que está en juego no son medidas transitorias o medidas permanentes que supongan un ataque "a la nación".

Lo que está en juego es:

¿Impondrá la burguesía al proletariado un recorte en sus costes totales de mantenimiento, desde el salario directo (en el trabajo) al indirecto y diferido en forma de servicios sociales del Estado (sanidad, educación, subsidios, pensiones...), y en sus derechos sociales (negociación, huelga, asociación...) no sólo por un corto plazo, sino por todo el tiempo que a la burguesía le convenga y pueda, todo ello para aumentar el valor del tiempo de trabajo no pagado, reponer y subir su tasa de ganancia?

¿Derrotará la burguesía al proletariado en los próximos años (menos de una década, tal vez ni un lustro) y así lo tendrá mucho más fácil para imponernos su nueva era con todos los sufrimientos que eso acarreará a los trabajadores/as, la mayoría de la Humanidad y la vida en el planeta?

O ¿pondremos límites a sus planes, adquiriremos más confianza en nosotr@s, comprensión de la realidad y sus perspectivas, de nuestra naturaleza e intereses, cuestionando esta civilización basada en la mercancía y el régimen asalariado del trabajo, organizándonos en Asambleas y posteriormente en Consejos de Trabajadores, luchando con la vista puesta en su abolición?

La burguesía sabe muy bien lo que está en juego, pero lógicamente no lo proclama, porque debe esconder sus planes y desplegar sus maniobras de diversión. Pero nosotros no podemos jugar al escondite, porque nuestra fuerza está en gritar la verdad y hacer que todos los sectores no explotadores la oigan y vean en el proletariado el liderazgo que buscan; en demostrarle que conocemos sus intenciones, que sabemos que el rey está desnudo y señalarle con el dedo. Y el "rey" de esta civilización no es otro que el régimen asalariado del trabajo, y demostrar su desnudez es denunciar el origen de todo en la explotación del trabajo, en la plusvalía, madre del beneficio, de la acumulación, del progreso, de la crisis y de la decadencia de esta civilización.

Por ahora no podemos derrocar a ese "rey", pero podemos ponerlo en evidencia. Demostrar que no le apreciamos lo más mínimo, que no nos tragamos su oropel, ya es una forma de empezar a pasar a la ofensiva, de desequilibrarles, crear entre ellos disidencias sobre la estrategia a adoptar, y por tanto, un modo de debilitarles.

Señalar al "rey" ya es un modo de concentrar nuestras fuerzas, de evitar la dispersión y de no perder el tiempo en cuestiones secundarias.

No debemos caer en la trampa de por un lado llevar una lucha en las empresas o desde el paro, por los salarios y los puestos de trabajo, por otro una lucha contra los bancos por su usura y los desalojos de viviendas, y otra contra los políticos por hacer recortes en el "Estado de bienestar", como si estuviesen desconectadas. Ni en el error tan conveniente al gran capital de ver en la cuestión del "Estado benefactor" un problema de redistribución de la riqueza (el entendimiento superficial desde la fiscalidad) desligado de la producción de la riqueza en el trabajo que es donde se origina la desigualdad, de modo que no cuestionemos las relaciones sociales de producción, es decir, el régimen asalariado del trabajo que es el origen de esta injusta desigualdad; y de no entender los gastos sociales del Estado como lo que en el fondo son, parte del coste total del trabajo para el capital en su conjunto, por tanto, parte del régimen asalariado del trabajo.

Porque nuestro objetivo final no trata de mejorar el régimen asalariado en la empresa y otro tanto en los servicios sociales del Estado, sino de eliminar la raíz de esta desigualdad y la separación o doble vía de ingresos o prestaciones, consecuencia de la artificial división de la esfera económica y la política, consecuencia del régimen asalariado del trabajo, de la división del poder en la burguesía entre la empresa y su Estado. De modo que desde la organización colectiva de los trabajadores/as fuesen satisfechas todas esas necesidades porque tendremos el dominio de la producción y la distribución de bienes y servicios, sin depender de la correlación de fuerzas con el patrón, ni de la buena disposición y supuesta "generosidad" del Estado.

Debemos ver la causa, la lógica y la unidad de todo esto: el régimen asalariado del trabajo como raíz del capitalismo y su crisis, la necesidad sobre todo para el gran capital de reducir drásticamente los costes totales del proletariado (desde el salario en la empresa a las prestaciones del "Estado de bienestar") y de ocasionar una derrota histórica al proletariado para establecer una nueva era del capitalismo, sirviéndose para ello de los instrumentos de su Estado, desde los recortes a la represión pura y dura.

El "Estado de bienestar" ha sido el resultado de una etapa del capitalismo con nuevas necesidades en el mantenimiento del proletariado (mayor educación, servicios que ya no podía prestar una familia reducida y trabajando también la mujer por cuenta ajena, etc.), para favorecer la demanda solvente en una época de expansión pero con un riesgo latente de sobreacumulación y sobreproducción (seguro de desempleo, subvención a la vivienda, etc.), y con un proletariado más fuerte que ahora, por lo que el capital se lo podía permitir y evitaba nuestra radicalización al prestarnos servicios equivalentes a un salario indirecto y diferido (jubilación), pero de un modo más barato y racional para el conjunto del capital que si de ellos también sacasen beneficio empresas de servicios, evitando el desvío de plusvalía de objetivos más estratégicos (financiación de infraestructuras, ayudas a las empresas, aparato represivo y militar).

Porque el empresario nos pague el salario e incluso nos dé un aguinaldo por Navidad, no decimos que está al servicio de los trabajadores/as. Lo mismo ocurre con el Estado a través del "Estado de bienestar". Nos paga un salario indirecto y diferido, pero sigue siendo capitalista, y lo mismo que al empresario, cuando le convenga y pueda por la correlación de fuerzas, recortará, eliminará y despedirá trabajadores/as que emplea. Pero con la denominación de "Estado de bienestar" se ha querido disfrazar esta verdad, dar una buena imagen del Estado para hacer menos visible su verdadera naturaleza de clase burguesa, como si fuese el representante de la sociedad, del "bien común", de sus mayorías electorales, etc.; parecido a cómo con las denominaciones y los eufemismos se esconde el "salarismo".

La verdadera naturaleza del Estado, su núcleo duro, lo que permanece a través del tiempo, es el de ser el consejo de administración del capitalismo y su brazo armado. Como ya lo ha hecho en ocasiones anteriores, ahora le toca abrir el camino a la nueva era del capitalismo, y si hace falta, debe sacrificar incluso a sectores de la burguesía pequeña o media, debilitar y reprimir a las masas trabajadoras y populares hasta su derrota y sometimiento. Y esto es relativamente independiente de quien esté en el gobierno (derecha, centro, izquierda). La presión de la crisis, la necesidad de dar una salida a ella sin cuestionar el capitalismo y adaptada a las nuevas circunstancias históricas y el futuro predecible, los toques de atención de los poderes fácticos, tanto económicos ("los mercados"), como de otro orden (militar), hacen que cualquier gobierno del Estado burgués deba cumplir con su misión, porque lo contrario sería cuestionarse a sí mismo y al sistema social que representa y protege, y eso es como pedir peras al olmo, por lo que sería derribado bien por medios pacíficos o violentos o una combinación de ambos.

Debemos enfrentar los recortes en los gastos sociales y la agresión a los trabajadores/as de esos servicios como parte del ataque al conjunto del proletariado para rebajar los costes, para el capital en su conjunto, del mantenimiento de la población trabajadora. Por eso tiene pleno sentido la huelga en todas y cada una de las empresas contra esa política, porque es el sistema capitalista a través de su Estado quien nos agrede y quien se beneficia de ello. La defensa de los gastos sociales y de los trabajadores/as de esos servicios es la defensa de nuestras necesidades y de nuestra clase contra la ofensiva del capitalismo y su estrategia para dividirnos y derrotarnos.

Cuestionar cada vez más el régimen asalariado del trabajo y la naturaleza burguesa del Estado que genera y lo defiende, no sólo es ir a la causa de los problemas, el único modo de atajarlos de verdad, sino el mejor recorrido para deslegitimar a la burguesía, aislar sobre todo al gran capital, desorientar al Estado.

Al principio de este documento decíamos que el régimen asalariado es la fuente de poder, el punto más fuerte de la burguesía, pero a la vez su talón de Aquiles. Ahora debemos explorar todas las posibilidades de aprovechar el punto débil de ese poder fuerte teniendo en cuenta la actual correlación de fuerzas.

Explícitamente hay que deslegitimar a la burguesía como clase, a su poder y a su papel dirigente en la sociedad.

Como clase se sustenta en una estafa, la del trabajo no pagado. Su gestión de la economía es desastrosa, provoca injusticias, desigualdades y crisis como ésta. Ella se encuentra siempre tras las decisiones del Estado, como ahora lo demuestra claramente el poder de "los mercados" y de dónde provienen sus gobernantes (empresas que encabezaron la marcha a la crisis). Su papel como clase políticamente dirigente es también nefasto, porque no sabe salir de la crisis si no es a base de sacrificios para la población trabajadora y de represión a las protestas.

Es en estos tres ejes donde hay que insistir: el origen de su poder, su dirigencia económica, y su gestión desde la política. Cuestionando así tanto a la patronal como a su Estado.

No se trata de lanzarse ya contra las relaciones sociales de producción, expulsar a los empresarios de la dirección, tomar las empresas, etc. Esa es la posición más fuerte de la burguesía y lo último que caerá. Pretender ahora ese asalto es imposible porque los trabajadores/as no estamos preparados ni dispuestos, y algo más tarde tampoco. Pero sí es posible el cerco a esa posición, empezando por señalarla como la culpable de nuestras calamidades y como objetivo en algún momento futuro, y posteriormente, el acoso. A este nivel de ataque (cerco), la burguesía y el Estado no estarán necesitados, motivados ni justificados para lanzar un ataque a muerte porque no se encuentran ante una amenaza definitiva a su poder y lo único que conseguirían es desenmascararse más. Así que, empezarán a debilitarse por la deslegitimación, porque la agenda de las cuestiones a debate social ya no la tendrán ellos controlada, porque no llevarán la iniciativa total como hasta ahora. Si prematuramente nos lanzásemos al asalto, nos estrellaríamos; si precipitadamente nos lanzásemos al acoso del régimen asalariado del trabajo, nos desgastaríamos mucho más que la burguesía, agotaríamos muy pronto nuestro ímpetu; pero si nos lanzamos al cerco de la denuncia, el cuestionamiento social, no haremos una prueba de fuerza en la lucha por posiciones reales de poder, sino sobre todo un proceso de deslegitimación del que saldrá el capital debilitado y nosotros fortalecidos, permitiéndonos también ganar tiempo para reconstituir nuestras fuerzas.

No existe una relación mecánica entre la capacidad de cuestionamiento del sistema y el nivel de generalización y unificación de las luchas, de modo que para que se cuestione hasta cierto punto la legitimidad del sistema previamente haya que haber alcanzado un grado extraordinario de confianza, combatividad, autoorganización y capacidad de lucha generalizada. Ambos aspectos tienen un desarrollo desigual y a la vez combinado. La conciencia no es posible ni se sostiene por mucho tiempo sin una clase que no acepta sacrificarse, que resiste y es capaz de autoorganizarse, pero esto mismo tampoco puede perdurar si no se estimula y aprovecha al máximo las posibilidades de desarrollo de la conciencia crítica y alternativa a este sistema; y el resurgimiento de la combatividad y de la legitimidad de la lucha será más potente si viene estimulado por el mayor aprovechamiento posible del cuestionamiento de la legitimidad del sistema.

Por ello, en las condiciones actuales, dado el descrédito del sistema (crítica a la banca como culpable, a las políticas económicas de los gobiernos, etc.) hay que aprovechar al máximo las posibilidades de cuestionamiento, de deslegitimación, aunque no vengan acompañadas todavía de un nivel equivalente de lucha, sin esperar a que ese cuestionamiento emerja de la generalización de la lucha misma, cosa que puede hacer débilmente si no es cuidada y potenciada al máximo dado que la burguesía también saber llevar la lucha ideológica.

La lucha del proletariado, aunque en sí es una, tiene varias facetas interdependientes pero cuyos ritmos no son iguales y que se pueden expresar en diversas formas y momentos: lucha económica, política e ideológica.

Y debe tenerse muy en cuenta las circunstancias históricas, la dinámica y futuro del capitalismo, la fuerza y capacidad ofensiva y contraofensiva de la burguesía, la fuerza y potencialidades del proletariado, y con todo ello, el factor tiempo.

Esta es la clave para entender la necesidad y las posibilidades de una estrategia de cerco, empezando por la legitimidad del sistema.

La burguesía y su Estado empezarán a inquietarse, pero al no encontrarse ante un peligro más o menos inminente, no lanzarán un ataque para aplastarnos, así que parte de su política se orientará a evitar deslegitimarse, por lo que si a la vez luchamos por reivindicaciones que no suponen todavía la abolición del régimen asalariado, conducirá a que tengan que hacer concesiones que de otro modo no harían, aunque sólo sea aplazar su ataque, todo lo cual significa que su ofensiva se debilitará. Claro está que la intención de sus concesiones será la de apaciguarnos, ganar tiempo, y en cuanto nos relajemos, lanzar un contraataque que barrerá con todo lo cedido. Pero si no nos dejamos engañar, nos permitirá un respiro, acumular fuerzas y ponerles más a la defensiva. Ese cerco hará que sectores más amplios de la pequeña burguesía se vayan desligando de la burguesía y sobre todo del gran capital, al ver la consistencia y la fuerza del planteamiento del proletariado, que consigue que el gran capital y el Estado tengan que frenar y hacer concesiones, también a ellos para evitar que se sientan atraídos por nosotros.

La estrategia de cerco es la que debe imperar en esta fase pero sólo será posible si se va imponiendo la crítica al régimen asalariado del trabajo en lugar de a cuestiones secundarias o a fenómenos como el neoliberalismo. El "altermundismo" con sus críticas al neoliberalismo y la globalización, ha demostrado sus limitaciones, su agotamiento, incapaz de lanzar ni siquiera una defensa ideológica cuando el capitalismo en su conjunto, desde la grande a la microempresa, lanza una ofensiva contra el proletariado (en España, desde los recortes salariales al déficit 0% pasando por la reforma laboral y de la negociación colectiva, la posible futura de huelga, etc.). La crítica al "neoliberalismo" no es sólo equivocada porque no va hasta la crítica del capitalismo, sino porque desaprovecha el potencial de deslegitimación del capitalismo que existe ahora mismo.

En España, la nueva ley de contrarreforma laboral abre unas grandes posibilidades de denuncia del régimen asalariado del trabajo y del Estado burgués a su servicio que deben ser aprovechadas para deslegitimar este régimen, esta civilización, y eso no se podrá hacer si sólo nos quedamos, como los sindicatos, en el discurso de los recortes económicos y en la pérdida de derechos, o de crítica de las políticas neoliberales, en lugar de establecer la relación con la naturaleza misma del capitalismo, el origen del beneficio, la estafa del régimen asalariado del trabajo siempre, sea bajo la ley que sea, la estrategia de "salida" de la crisis, de recuperación de la tasa de ganancia, y la naturaleza del Estado burgués.

En Grecia se están dando importantes luchas contra la política de sacrificios pero ¿hasta qué punto se está entendiendo que la causa es el sistema mismo, griego, europeo, mundial, el régimen asalariado del trabajo, y no, al contrario, un problema nacional contra Alemania y la Unión Europea? ¿Qué grado de conciencia expresan las luchas encuadradas por las convocatorias de los sindicatos en lugar de desbordarlos con luchas espontáneas y autoorganizadas masivamente, y por otro lado actuaciones que sólo sirven a la propaganda de la burguesía como los incendios de edificios de valor histórico? No dispongo de información ni conozco análisis sobre la situación en Grecia para hacer una valoración más a fondo. Pero éstas son cuestiones relevantes que demuestran la importancia de la estrategia de cerco si no queremos quedarnos en el nivel cuantitativo y espectacular de la lucha.

Una lucha más "moderada", "realista", lo que va a lograr es que nos mantengamos a la defensiva o planteando objetivos sin trascendencia que no nos permitan ocupar las posiciones tácticas y estratégicas, en el campo social y en el ideológico, que necesitamos para hacernos fuertes y debilitar a la burguesía, que hoy pasan por avanzar en el cerco deslegitimador del capitalismo; a fin de cuentas, que no consigamos nada, y perdamos un tiempo precioso, despilfarrando energías, desorientándonos y finalmente, desmoralizándonos.

Si no se cuestiona el capitalismo ni siquiera en el terreno de las ideas, en caso de una ofensiva de la burguesía durante una crisis, los retrocesos de los trabajadores/as no se deben sólo a un repliegue táctico coyuntural, sino a una retirada general ante sus exigencias que son las únicas con una coherencia estratégica ante las que no se ofrece una alternativa, ni siquiera como aspiración a largo plazo que impulse la resistencia y desgaste a la burguesía. Si no se quiere que la situación de crisis se estanque y pudra, sino salir cuanto antes de ella y no va a ser contra el capitalismo, sino respetándolo, no queda otra que permitir que la burguesía aplique lo fundamental de su alternativa (sacrificios, recorte de derechos...) para que la salida se pueda realizar cuanto antes. Pero salida de la crisis quiere decir sólo recuperación de la tasa de ganancia y crecimiento del PIB. Cómo de mal parado quede el proletariado, qué pérdida de condiciones de trabajo, vida, derechos, habrá sufrido y cuál será su punto de partida cuando el capitalismo se relance (¿por cuánto tiempo y con qué fuerza por encima del 0?) es algo con lo que debe cargar una estrategia así, que en realidad es la ausencia de una estrategia proletaria independiente de la burguesía. Nunca se trata de unos sacrificios y retrocesos por un corto período de tiempo para volver a la misma posición previa a la crisis en cuanto se salga de ella. Para el proletariado no hay derechos adquiridos suspendidos temporalmente. La burguesía sólo puede sacar adelante su proyecto si derrota al proletariado y empeora sus condiciones, lo abarata más como mercancía, durante todo el tiempo que le resulte posible, por lo que le interesa mantener esa correlación de fuerzas a su favor una vez que la ha logrado. Los nuevos derechos adquiridos serán los de la burguesía con su victoria. Las pruebas más evidentes son la cuestión del déficit público cuya reducción no es hasta que se salga de la crisis, sino incluso y sobre todo para cuando supuestamente ya deberíamos haberla dejado muy atrás, año 2020 y posteriores; y la reforma laboral y de la negociación colectiva (del derecho de huelga, etc.) tampoco son hasta superar la crisis, sino una contrarreforma permanente, estructural, no coyuntural, con la que, nos quieren vender, sería más difícil que entremos en crisis.

No nos engañemos ni por un segundo. Las medidas que tomen ahora, llegan para quedarse.

En Europa occidental, las consecuencias de las principales derrotas del proletariado en el siglo XX fueron, además del aumento de la pobreza y el recorte de los derechos reales, las dos guerras mundiales, el neoliberalismo y la globalización, y las guerras en Yugoslavia. Y todo eso ha permitido a la burguesía su estrategia económica que ha desembocado en la crisis desde 2007.

El coste de la actual derrota será reducir drásticamente el "Estado de bienestar", una negociación colectiva que debilita a los trabajadores/as, recortar los salarios, empeorar las condiciones de trabajo, mantener un alto nivel de paro o de subempleo, y dejarnos más desorientados y debilitados para las crisis que sobrevendrán hasta la llegada de la gran crisis de la década de los 30. Sólo la lucha de años suele permitir, sin que nada lo garantice, que el proletariado vuelva a recuperar lo que ha perdido. Pero ni siquiera esto será posible en esta fase histórica porque el futuro del capitalismo no es como la reconstrucción tras la IIª Guerra Mundial que permitió un relanzamiento económico y por ello hacer concesiones al proletariado, sino la crisis de sobreacumulación de capital detonada por la crisis energética en la década de los 30 y un mundo ya conquistado por el capitalismo sin apenas posibilidades de ampliación del mercado mundial. Más en concreto, Europa pasará muy pronto a un lugar secundario frente a EEUU y los emergentes asiáticos (China) y Japón y eso lo pagará sobre todo el proletariado. Este será el resultado del "realismo", "sentido de la responsabilidad", "actitud dialogante", etc., del sindicalismo y de la izquierda. Si no quieres luchar, mejor para la burguesía, porque ella sí quiere ganar.

Si queremos empezar a pasar a la ofensiva, en la medida de lo posible y aunque sea en el terreno de la lucha ideológica y moral, debemos responder a los ataques de la burguesía contra los trabajadores tratándonos de responsables o culpables en alguna medida de la crisis y de nuestra situación, incluso de privilegiados si tenemos un trabajo o si cobramos un subsidio de paro, y denunciar la estafa en la que está basado todo este sistema y del que nace su poder, que es el trabajo no pagado en el régimen asalariado, que ese es su verdadero interés y por tanto no son los supuestos emprendedores que crean empleo pues también lo destruyen cuando no pueden realizar esa estafa social en los términos que ellos buscan (tasa de ganancia adecuada).

Esto quiere decir llevar de una vez por todas, al centro del debate social, no la corrupción, ni los excesos, ni los escándalos, ni la falta de regulación, ni la especulación, sino la raíz fundamental, la estafa primordial, pilar de toda esta civilización, que es la plusvalía, el trabajo no pagado en el régimen del asalariado.

Marx descubrió el secreto de la plusvalía hace unos ciento cincuenta años y sin embargo, a estas alturas, esa crítica demoledora de la legitimidad del capitalismo sigue sin ser asumida por el proletariado. Sí, claro que sabemos que se aprovechan de nuestro trabajo, que el Estado les favorece sobre todo a ellos, pero es insuficiente para llevar una lucha por objetivos claros y que sea capaz de deslegitimar al sistema lo suficiente como para debilitarlo a los ojos de todos los trabajadores/as, de las "clases medias", y permitir un ofensiva por desmantelarlo y sustituirlo por otro totalmente diferente al servicio de nuestras necesidades.

Pensemos en la lucha de los pro-abolicionistas de la esclavitud, que sólo se hubiesen detenido en cuestiones como el trato dado a los esclavos, sus condiciones de vida, etc., pero si ir a la raíz de la esclavitud, la propiedad sobre las personas, obligadas a cumplir las tareas que desee su propietario y con toda su vida sometida a él. Así nunca se habría podido prohibir y abolir la esclavitud.

A nosotros nos está ocurriendo algo parecido. No hay una denuncia pública, no está en el debate social, la naturaleza de este sistema, porque la crítica del "neoliberalismo" se queda en la superficie y la reclamación de una "democracia real" no comprende la verdadera naturaleza del Estado que surge de la estafa del trabajo asalariado. Es como si frente al esclavismo, en lugar de los abolicionistas, hubiese surgido un movimiento por reformar el sistema, hacerlo menos cruel, etc.

Este es el momento más oportuno para llevar al centro del debate social el régimen asalariado del trabajo, la gran estafa del trabajo no pagado (la plusvalía), porque está en crisis. Si no es ahora ¿cuándo?, ¿en una hipotética recuperación económica cuando miremos sólo a un presente que nos permite "ir tirando" y no a una crisis mayor que sin duda sobrevendrá y cuando nos alcance volver a esperar otro momento "más oportuno", hasta que no nos queden fuerzas ni ganas para cuestionar nada?

Durante los años 50 y 60, no estaba a la orden del día porque el capitalismo vivía una fase de crecimiento tras la destrucción de la IIª Guerra Mundial. Entonces se desvió la atención hacia crítica a la sociedad de consumo, la alienación en el trabajo, el imperialismo, etc. Cuando llegó la crisis de los 70, la reacción fue la defensa de lo conseguido en las décadas anteriores y las ilusiones por llevar gobiernos de izquierda al gobierno. Con los 80 se produce una gran ofensiva del capital y al final de la década y comienzos de la siguiente, el descrédito del socialismo por culpa de la farsa de los países del Este que se hunden, y la expansión del neoliberalismo y de la globalización, que supone una gran ofensiva ideológica y también material que deja con poca capacidad de resistencia al proletariado, a la defensiva totalmente. En la década pasada los bluf de las "burbujas" crean una falsa sensación de crecimiento y esperanzas de que a pesar de las austeridades el futuro podría ser prometedor, por lo que tampoco era el momento más idóneo para que calase la crítica al capitalismo y por eso es que tiene tanta aceptación la limitada crítica al neoliberalismo y la globalización. Ahora el capitalismo ha pinchado sobre todo en unos cuantos países del centro mundial del capitalismo, Europa y también en EEUU.

Es la hora en que la crítica hasta la raíz puede ser escuchada y aceptada por sectores cada vez más amplios de la población trabajadora y es imprescindible para dotarnos de herramientas de análisis, cargarnos de razones morales y simbólicas, para defendernos, responder a sus actuales ataques y a lo que vendrá.

Ser estafados ya no es un "mal menor" como en los años 60, sino la causa de esta crisis y de que la "salida" a ella sea una vida mucho peor porque hay que asegurar la estafa.

No podemos ser tan torpes y miopes como para dejar pasar esta ocasión de "empoderarnos" frente a la ofensiva estratégica del capital y crear así las condiciones que nos permitirán llegar a ponerlo contra las cuerdas.

Se editan multitud de libros sobre la crisis, la inmensa mayoría con un enfoque burgués, pero incluso los más críticos pasan de puntillas sobre esta cuestión central.

Un dato que os dejará los ojos como platos. En la introducción de Engels al folleto de Marx titulado "Trabajo asalariado y capital" en la edición de 1891 para Alemania, dice que tendrá una tirada no inferior a 100.000 ejemplares. Hoy con tanta educación y estudios que siembran también la ignorancia sobre lo más básico, esa cifra nos parece inalcanzable.

Debemos llevar, las organizaciones, los individuos, en las publicaciones, en las conversaciones, una campaña ideológica centrada en esta cuestión, bien directamente a través de la promoción de las obras de Marx, los folletos sobre la plusvalía sobre todo, bien como eje de las denuncias y de la comprensión de las razones profundas para luchar. Es lo que he procurado también con los eslogans que expongo.

Es también una lucha teórica, un cuestionamiento de la economía burguesa. Servirá para que quienes mejor dominan el tema puedan exponerlo frente a los economistas burgueses poniéndoles a la defensiva, centrando el debate donde debe estar, no en que si la necesidad de mayor competitividad y productividad, etc., para salir de la crisis. La agenda del debate debemos empezar a ponerla nosotros y obligar a la burguesía a luchar en nuestro terreno teórico en lugar de someternos a los límites de lo debatible y de los problemas que son sus problemas porque solucionarlos es dar una solución burguesa. Si discutimos sobre la competitividad, cómo ser más competitivos, ya estamos entrando en su terreno y la solución sólo puede ser una solución a favor del capitalismo, porque bajo un eufemismo y aspecto secundario es lo mismo que deber contestar a la pregunta "¿cómo conseguir más beneficios explotando el trabajo no pagado?". Pero si discutimos directamente sobre los beneficios, entonces ya podemos conducir el debate a nuestro terreno y llevará a cuestionar el capitalismo, y por tanto su competitividad y todas las demás cuestiones derivadas.

Si nos quedamos por las ramas, es decir, los aspectos secundarios derivados del capitalismo, es fácil que nos caigamos o que debamos agarrarnos bien a alguna o que no nos interese serrarla porque nos caeremos, o que nos perdamos. Pero si vamos a las raíces y las ponemos al descubierto es más fácil que las arranquemos y con ello matemos y derribemos el árbol, viniendo abajo todas sus ramas que tan arrogantes y seguras se levantaban al cielo.

Servirá por ello para que los trabajadores/as nos sintamos menos intimidados por los discursos y la jerga ocultista de los economistas burgueses, pues sin tener muchos conocimientos técnicos sabremos cuál es la raíz de todo, y cómo eso deslegitima el sistema y que por lo tanto es una cuestión muy secundaria o sin sentido ponerse a discutir sobre la inflación, la balanza de pagos, el déficit del Estado, etc. Será mucho más difícil que nos enreden y engañen.

Es también importante para desenmascarar a los sindicatos que se someten a la lógica del capitalismo, y ayudará a desbordarlos con otros planteamientos y un talante de rechazo al capital en vez de "diálogo hasta la muerte".

Sin duda nos acusarán de ser anti-sistema, etc. El movimiento 15 M ya ha preparado el terreno para responder a esto cuando ha hecho comprender que si somos anti-sistema es porque el sistema es anti-nosotros, contrario a los verdaderos intereses de las personas, que sus requerimientos nos conducen al sacrificio y no estamos dispuestos a ir como corderos a su altar. "¿Es usted anti-sistema? Pues sí y a mucha honra porque un ser humano que conserve su dignidad no puede ser otra cosa frente a un sistema que además de estafarnos, nos humilla y es capaz de sacrificarnos.".

Ser calificado como anti-sistema dejará de ser una carga si explicamos que el sistema es una estafa de principio a fin, una pirámide de estafa, de la base económica, al Estado y su moralidad. Si el sistema es una estafa una persona consecuente no puede ser más que anti-sistema. Debemos ir con esto por delante en lugar de cuestiones secundarias, y no con radicalismos adolescentes de romper las lunas de los bancos, los escaparates de los comercios de lujo, y el mobiliario urbano. Entonces ser anti-sistema será tan digno de respeto como hoy lo consideramos ser abolicionista del esclavismo.

Un ejemplo de esta orientación ya se ha expuesto al poco de comenzar este documento, en la supuesta carta abierta dirigida a la burguesía. Ese breve ensayo es muestra suficiente de la potencia de esta orientación.

Es una ofensiva ideológica, una deslegitimación hasta la raíz del sistema y dota de una gran fuerza moral. Y es ahora cuando se han creado las mejores condiciones objetivas para que una gran parte de los trabajadores/as pueda reconocer, en esas palabras, su verdad.

En cada país existe una clasificación de las empresas en función de varios criterios, como su tamaño por el número de empleados. Estas clasificaciones pueden divergir. En los países de la Unión Europea la clasificación en base al número de empleados es la siguiente: con menos de 10 empleados es una microempresa, con menos de 50 es pequeña empresa, con menos de 250 es mediana empresa, a partir de ahí, es gran empresa.

La burguesía, con sus criterios para oscurecer la relación de clases burguesía - proletariado, clave del sistema capitalista, mete en el saco de "clases medias" a la pequeña burguesía que no tiene empleados con lo que podríamos llamar burguesía baja (microempresa).

Utiliza a la burguesía baja y la parte inferior de la media (pequeña empresa) como pantalla protectora ante las críticas al capitalismo y para "humanizar" su imagen al argumentar que "la mayor parte de las empresas son microempresas, pequeñas y medianas y de ellas depende la mayor parte del empleo". Claro que su número es mayoría, pero eso oculta el grado de concentración creciente del capital, que es el gran capital, bancario, industrial, de las grandes distribuidoras, las empresas multinacionales, y el Estado a su servicio, quien dicta las normas principales, "lleva las riendas" del sistema (ingobernable) y canaliza a su favor, por uno u otro medio, la mayor parte de la plusvalía extraída al proletariado por el conjunto del sistema. Este es el verdadero rostro del capitalismo feroz y cínico, y no el del burgués bajo de la microempresa de uno o dos empleados angustiado por su probable ruina, que puede trabajar tanto como su emplead@ que se verá condenado al paro y en tanto a una mayor explotación.

No cabe esperar una alianza estratégica de la burguesía baja y media con el proletariado frente al gran capital. Eso en la práctica no será más que nuestra subordinación a los intereses también explotadores de la burguesía baja y media que comparte lo fundamental de sus intereses de clase con el gran capital: la explotación del proletariado. Sería un error de rumbo que nos haría desperdiciar nuestras energías en una suma de intereses imposible, perder un tiempo precioso para cosechar un fracaso, porque la burguesía baja y media está dando muestras sobradas de su sumisión e impotencia a pesar de que le niegan los créditos, contraen sus mercados de consumo. El gran capital se impondrá una vez más a la burguesía baja y media y nos habrá derrotado por confundir dónde está nuestra verdadera fuerza y posibles aliados: cuestionar el trabajo asalariado, atraer a la pequeña burguesía, sobre todo la asalariada.

La burguesía baja y media puede aprovechar el empuje de nuestra lucha para presionar a su vez al gran capital, de modo que haga concesiones. Pero irán de la mano contra nosotros cuando vean en grave peligro su posición, aunque la lucha decidida del proletariado puede sembrar en ellos la confusión y desunión sobre cuál es la vía mejor para derrotarnos de modo que cada sector saque también mayor ventaja.

El burgués bajo y medio, de bienes y servicios al consumo, está interesado en pagar menos a sus trabajadores/as, pero le gustaría que los otros empresarios pagasen sueldos más elevados pues eso le abriría a él un mayor mercado: serían menos competitivos y sus trabajadores/as unos clientes solventes para sus mercancías. Es favorable a unos salarios inferiores pero se resiente cuando le afecta porque se reduce la capacidad de consumo general de los trabajadores/as. Así que por una parte está del lado de la política económica que beneficia sobre todo al gran capital y por el otro se disgusta, pero es incapaz de imponer una alternativa.

El burgués bajo y medio está interesado en la iniciativa del gran capital de una legislación laboral que permita el despido fácil y barato, la negociación por empresas, porque eso le permite reducir los costes salariales y someter mejor a su proletariado, pero a la vez favorece al gran capital, pues salarios inferiores presionan también a la baja los salarios en las grandes empresas y con ello su mayor competitividad y poder que redundará finalmente en perjuicio de la mediana, pequeña y microempresa. Pero como lo fundamental es "ir tirando" a corto y medio plazo, esa contradicción es muy secundaria para la burguesía baja y media con respecto a la contradicción principal con el proletariado, que es a fin de cuentas, al que debe explotar para poder acumular capital, sea buena o mala su relación con las grandes empresas y el capital financiero.

Como demuestra el sindicato español de la micro, pequeña y mediana empresa (CEPYME) de la mano de la patronal organizada en la CEOE, toda la burguesía está de acuerdo con la reforma constitucional española para rebajar el déficit a un máximo extraordinario del 0,5% a partir de 2020, y con la contención salarial, firmada con los sindicatos CCOO y UGT, y con el decreto de proyecto de ley de reforma laboral que el gobierno del PP gracias a su mayoría parlamentaria convalidará muy pronto. Es decir, que están de acuerdo en la estrategia de reducir el coste del mantenimiento del proletariado porque a nadie se le escapa que esa "disciplina fiscal" supondrá un enorme recorte del "Estado de bienestar" y que el menor coste del despido, las facilidades para despedir, para la contratación por empresas, reducirá los costes laborales.

Pretender que puede hacerse una alianza estratégica con la burguesía media significa creer que podemos dejar de cuestionar hasta el final el régimen asalariado del trabajo como si eso tuviese una importancia menor y bastase con enfrentarse al poder del gran capital, los oligopolios, las multinacionales, etc. Y es todo lo contrario. Con ello nos prohibiríamos aprovechar el talón de Aquiles del sistema, inutilizaríamos lo que debe convertirse en un rejón de muerte al sistema, echar abajo la legitimidad del capitalismo al presentar como una estafa el régimen asalariado del trabajo, como régimen de extorsión, apropiación indebida del trabajo no pagado, violando por tanto las presuntas reglas del capitalismo (intercambio entre iguales, contrato sin engaño, etc.). Un régimen en el que está implicada desde la micro a la gran empresa.

Un rejón de muerte porque el capitalismo puede llegar a admitir unas u otras reformas, pero no puede eliminar lo que le permitir existir, el trabajo no pagado, como nosotros no podemos renunciar a respirar oxígeno. El capitalismo podría encontrar salidas parciales con leyes antimonopolio, nacionalización de algunas grandes empresas, etc. Y si ni siquiera somos tan fuertes, bastaría con una ofensiva del capital para que nos resignásemos pues no tendríamos razones suficientes para seguir resistiendo pues al no cuestionar el régimen asalariado, tampoco lo estaremos haciendo con las verdaderas raíces del poder que el gran capital comparte con el resto.

Que neguemos la legitimidad al régimen asalariado del trabajo, al capitalismo en su conjunto, no quiere decir que pongamos en el mismo plano de las denuncias y las reivindicaciones a la banca, el gran capital y la microempresa, porque desde el punto de vista económico y político no tiene sentido y porque debemos ser capaces de aprovechar y ensanchar las divergencias entre ellos a la hora de poder ganar aliados tácticos y sobre todo neutralizar a parte de la baja y media burguesía.

La crítica que hará que el sistema sienta que le traga la tierra no será la de la corrupción, las remuneraciones escandalosas, la especulación financiera, la brutalidad en la represión, la poca representatividad de las instituciones por el sistema electoral, etc. Eso, aun siendo importante, puede llevar a otra modalidad de capitalismo y de régimen político, nada más. La que lo conseguirá es la que destruya su legitimidad como sistema social de modo que haya que desecharlo por ser irreformable en esa cuestión y ya difícilmente tolerable por los sacrificios que nos ocasiona.

Otro asunto diferente y sobre el que debemos reflexionar y afinar mucho, es el tratamiento que el poder socialista-comunista de los trabajadores/as organizados en Consejos deberá dar a las microempresas, los pequeños y medios empresarios (sobre todo su parte inferior más próxima a la pequeña) y accionistas. Debemos atender a tres grandes cuestiones: no cometer una injusticia, no enajenarnos sin necesidad el apoyo o la neutralidad de una parte muy importante de la población, no crear innecesariamente dificultades en la marcha de la nueva economía. La expropiación pura y dura, sin indemnización alguna, no es una regla que se pueda aplicar a todos los casos. Muchos accionistas en realidad no son sino pequeño burgueses y trabajadores con ingresos más altos y/o con algunos ahorros que en lugar de tenerlos en una cuenta que no da ni para compensar de lejos la inflación lo invierten en algunas acciones, en fondos de inversión que participan de las mismas, o en un plan de jubilación para completar la previsible miseria de la pensión pública. Pero lo ignoran prácticamente todo sobre la marcha de esas empresas y no intervienen en sus decisiones. Muchos empresarios con muy pocos empleados (microempresas), trabajan tanto como ellos y tienen hipotecada hasta su vivienda para poder disponer de capital para la empresa, sobre todo cuando escasea el crédito ordinario, y no ganan más que un trabador/a cualificado. También los hay que por razones fiscales han creado varias pequeñas empresas dedicadas a la misma actividad, por lo que ya no son lo que parecerían si sólo los contemplásemos a través de una de ellas, y que consiguen rentas elevadas. Deberá tenerse en cuenta factores como el número de empleados, los beneficios que venía obteniendo la empresa, el papel que juega el empresario, sus recursos totales, el lugar de la empresa en el entramado económico, la posibilidad de que no tenga un comportamiento hostil y de sabotaje al poder de los Consejos de Trabajadores y a la intervención de los mismos en la empresa... Los datos que disponen las Haciendas públicas gracias a la informática nos serán de mucha utilidad para esta labor.

Esto deberemos aclararlo públicamente, así como otras muchas cuestiones complejas y delicadas (el futuro profesional de policías y militares, etc.) sobre todo según nos acerquemos a la crisis revolucionaria, y deberá plasmarse en los proyectos de Programa de Transformaciones Socialistas, para favorecer las disensiones entre las distintas fracciones de la burguesía, debilitar los apoyos y liderazgo del gran capital, aislarlo, ganarnos a la pequeña burguesía, atraer o neutralizar a los microempresarios y pequeños empresarios y vencer a los enemigos del poder del nuevo trabajador colectivo libremente asociado. Pero dejando claro que la meta es la integración de esos sectores en el trabajador colectivo que les reconocerá como tales trabajadores/as sus derechos sin explotación ni opresión y esa es la mejor alternativa a su probable ruina y proletarización en el capitalismo, riesgo que se agudizará sobremanera, mucho más que ahora, en la crisis de la década de los 30.

Esos sectores sociales deberán terminar eligiendo, entre permanecer del lado del gran capital y apoyarle en su estrategia de derrota del proletariado para acabar ellos también formando parte de un proletariado más sometido y empobrecido que nunca, o acogerse a la estrategia del proletariado que les liberará del peso del gran capital y a la vez evitará su proletarización, pero dejando de ser burgueses y pasando a formar parte del trabajador colectivo libremente asociado.

Es muy diferente dar legitimidad y por tanto ceder en lo substancial y sólo plantear exigencias en lo secundario, que negar la legitimidad pero haciendo concesiones secundarias transitorias (algunas podrían durar hasta que desapareciese la generación afectada) que no comprometan el futuro de una estrategia de abolición del hecho ilegítimo. En el primer caso negamos la menor y cedemos en la mayor; en el segundo negamos la mayor y cedemos en la menor.

Es más importante cuestionar el trabajo asalariado, al menos en cuanto a nuestra apreciación del mismo para empezar (sabemos que siempre es explotación de la plusvalía y que este sistema de estafa sistemática sustenta esta civilización), y hacerlo saber en la lucha que presentar muchas reivindicaciones al capital, porque de lo segundo no se deriva necesariamente lo primero y el capital puede torearnos más fácilmente; pero sabiendo que cuestionamos el régimen asalariado del trabajo y el Estado, será la misma burguesía la que tomará algunas iniciativas de reformas económicas y políticas para distraernos y calmarnos, con el objetivo de retomar cuanto antes su ofensiva.

La firmeza en el cuestionamiento del régimen asalariado del trabajo y la flexibilidad en el tratamiento, una vez constituido el poder de los Consejos de Trabajadores, de la burguesía baja y media inferior sobre todo, son complementarias. Impiden que desde ahora nos subordinemos a ninguna fracción de la burguesía y permite neutralizarla o incluso ganarla frente al gran capital. Es una estrategia de victoria. La subordinación, una estrategia de no acercarse al poder constituyente. La falta de flexibilidad, de no constituirlo cuando lo tenemos al alcance de nuestras posibilidades o de echarlo a perder rápidamente una vez establecido.

Ni la burguesía ni nosotros tenemos por delante todo el tiempo que queramos. La burguesía, en particular el gran capital, sabe que el imperativo del beneficio y las perspectivas del capitalismo (crisis actual, crisis energética en década de los 30, cambio climático...) le exigen resolver el problema de asegurar su dominio con una derrota histórica del proletariado y que eso debe hacerlo dentro de un período de tiempo corto, aunque por nuestra resistencia deba reducir el ritmo. Como ya lo dicen con la reforma laboral, se trata de necesidades estratégicas que están decididos a llevar hasta el final, más antes que después. Y nosotros debemos ser capaces de plantear una resistencia y contraofensiva en ese plazo también, por lo que debemos escoger aquella estrategia que siendo factible para nuestras fuerzas sea a la vez la más efectiva a corto y medio plazo y no nos haga perder energías y tiempo.

Las circunstancias históricas y el balance de las últimas décadas nos han colocado en una posición muy difícil: la necesidad de una ofensiva contra el capital por el futuro que nos va a deparar, cuando estamos a la defensiva protegiéndonos de su ofensiva estratégica. La solución a la contradicción es una lucha, por ahora, defensiva con una orientación ofensiva en todo aquello que se pueda y el terreno más factible por ahora para la ofensiva es de las ideas, de tenerlas lo más claras posibles, así que eso debemos aprovecharlo al máximo, la estrategia del cerco a su legitimidad.

La burguesía no puede postergar su lucha para el futuro. Nosotros tampoco, creyendo que entonces estaremos en mejores condiciones, pues eso sería ignorar el debilitamiento y desmoralización de una derrota, que ésta dificultará hacer frente a nuevos ataques, tanto más cuando la población trabajadora habrá envejecido mucho en las próximas décadas.

La burguesía está demostrando su incapacidad para hacer frente con eficacia al problema del Cambio Climático. Si tiene razón el IPCC (Panel -grupo- Intergubernamental sobre el Cambio Climático), para 2020 y 2050 se habrán debido tomar drásticas medidas para evitar una catástrofe medioambiental, económica y humana. Estamos muy lejos de ello, y los plazos se acercan, 2020 ya está a la vuelta de la esquina. Si la burguesía no lo va a hacer, tendremos que hacerlo nosotros y eso significa, querámoslo o no creer, que para entonces debiéramos haber constituido nuestro poder ¡casi nada!. Una vez más el problema crucial del tiempo y de la claridad de objetivos y medios. Si no podremos llegar a la cita de 2020 ¿perderemos el tren también en 2030 y se nos escapará definitivamente en 2050? Sin duda no lo lograremos si permitimos que la burguesía nos derrote.

Debemos tener claro qué es lo que quiere y necesita la burguesía, pero ante todo su fracción dirigente y dominante, el gran capital, y no dejarnos engañar por lo que supuestamente convendría al conjunto de la burguesía como si las relaciones entre sus sectores pudiesen ser armoniosas y el gran capital buenamente sacrificase sus intereses estratégicos por respetar lo que conviene a la micro, pequeña y mediana empresa, lo que sería menos doloroso para los trabajadores/as, lo que facilitaría el pleno empleo y el crecimiento, porque esos no son sus objetivos, sino el máximo beneficio, ganar una apuesta estratégica, aunque pase por una profundización temporal de la crisis que hunda a pequeños y medianos empresarios y provoque un gran desempleo.

El capital bancario está consiguiendo socializar sus pérdidas con la ayuda del Estado, los préstamos y especulación con la deuda pública, pero esto no es suficiente. El gran capital quiere aumentar sus ganancias haciendo que paguen la crisis las empresas micro, pequeñas y medianas, desapareciendo como competidores, productores de mercancías y servicios en exceso, sobre todo si representan los costes de mantenimiento de la fuerza de trabajo más allá de lo que el gran capital esté dispuesto a admitir (sector hostelería, etc.), comprar aquellas que estando en dificultades o en quiebra, tienen algo de interés pero con su valor devaluado, a precio de saldo, aumentando así sus ganancias y concentrando más capital.

No debemos volver a caer en la falta de perspectiva histórica de los trabajadores/as que no comprendieron lo que de verdad estaba en juego en las anteriores crisis del régimen asalariado del trabajo ni supieron ponerles freno a sus nuevas eras, con su secuela de sacrificios para la Humanidad que sólo aseguran un futuro aun más pavoroso.

Las medias tintas no frenaron las calamidades del siglo XX ni lo que llevamos del XXI, sino que aseguraron sufrimientos y matanzas, un fortalecimiento creciente del capital que aunque no puede salvarle, sí conseguir que no evitemos que su descomposición arrastre a la Humanidad y el planeta. La burguesía no conoce la compasión con los débiles y los derrotados cuando está en juego la marcha de su sistema. ¡Ay de los ingenuos que crean lo contrario!

Los que quisieron ahorrarse las turbulencias y sacrificios de una revolución proletaria cosecharon que la burguesía pudiese imponer su solución: recaer la crisis sobre los trabajadores/as y otras capas populares, lanzarse a la guerra imperialista provocando sufrimientos incomparables a los de una revolución, para no aportar ningún avance a la Humanidad, reafirmar la continuidad del capitalismo y con ello nuevas catástrofes. Les asustaba la incertidumbre de lo desconocido de empezar a construir una nueva civilización y preferían lo malo conocido y lo peor por conocer. Obtuvieron pavor por horrores nunca antes vistos y la permanencia de una civilización decadente, condenada a desaparecer antes o después, pero con mayores sufrimientos para la Humanidad. Eso es lo que ganaremos cuanto más tardemos en derribarla, con riesgo de que en su colapso nos arrastre a todos. ¡Ahórrate una revolución y podrás ganar una guerra mundial imperialista! Pero los supervivientes siempre tienden a minusvalorar los costes.

El futuro no se parecerá a la década de los 60 del siglo pasado, sino más bien a las de los 20 y los 30. Tiempos feos, duros, feroces, pero que podemos convertir en la antesala de nuestra liberación. En este yunque se forjará el carácter de una generación que o da pasos a lo que acabará siendo el hombre nuevo, o sucumbirá y con ella se reducirán dramáticamente las esperanzas para nuestra especie.

Nosotros podemos vivir y mejor, sin el salarismo; el salarismo sólo puede continuar a costa de la Humanidad y del planeta.

La crisis actual y futura revela la crisis histórica del régimen asalariado del trabajo. Cuando cuestionemos este régimen, para convertir nuestra oposición en colaboración, el capital se aprestará a la supuesta "reforma del régimen asalariado del trabajo" al ofrecernos "participación" en las empresa, como tener acceso a sus datos económicos, siempre que aceptemos sus condiciones de supeditar los aumentos salariales a los aumentos de productividad y otras que nos aten al capital, de modo que la "participación" lo sería en nuestra propia explotación, para asegurarnos que se respetan las reglas que ellos nos han impuesto y les benefician. ¡Qué gran conquista! Además de explotados, dar nuestro pleno consentimiento y colaboración. Eso no será más que un reforzamiento del régimen asalariado del trabajo. Cambiar algo para que lo fundamental permanezca y se haga más fuerte. La estafa perfecta.

Tampoco sirve la alternativa de que los trabajadores/as nos convirtamos en accionistas de la empresa. Existen experiencias de empresas cooperativas constituidas en los años de bonanza que se han hecho a duras penas un espacio en el mercado. Pero tanto en estos casos, como intentarlo en momentos de crisis, mucho más desfavorable, el sistema cooperativo -no digamos la mera participación con algunas pocas acciones en una empresa típica capitalista- implica que los trabajadores/as siguen en el régimen asalariado. Al estar inmersos en el mercado de una sociedad capitalista deben conseguir beneficios, luego someterse a la misma ley del valor (del trabajo genérico o abstracto) para generar trabajo no pagado (plusvalía) que se transforme en beneficio aunque puedan participar de él. Pero están sometidos a los requerimientos de la economía capitalista de acumular capital para no debilitarse ante la competencia, por lo que no es extraño que deban reducirse los salarios o acaben haciendo inversiones en otros países con mano de obra más barata para conseguir los beneficios que necesita la cooperativa. Y en cuanto a la dirección de la empresa, se convierte en tarea propia de una minoría especializada que tiende a reproducir las relaciones sociales propias de la división del trabajo capitalista. Por eso pueden surgir conflictos de intereses fuertes entre ambos sectores. Por otra parte es imposible ni siquiera soñar con sustituir sobre la marcha el capitalismo mundial en base a la expansión del cooperativismo, venciendo la competencia de las empresas existentes, del poder de los oligopolios y las multinacionales. Y una vez vencido el poder político y represivo de la burguesía, tampoco debiera imponerse el cooperativismo como norma, ya que manteniéndose el mercado y la autonomía de las empresas, deberían competir en el mercado, reproduciéndose el imperio de la ley del valor y pasando a comportarse las cooperativas como las actuales empresas, lo que llevaría a una diferenciación social entre ellas (ricas, pobres) y en su interior (cada vez más poder a los tecnócratas acaparando más privilegios).

Es una trampa parecida a la de los fondos privados de pensiones de obreros, empleados y funcionarios de los países ricos que alcanzan dimensiones enormes, se mueven por toda la economía mundial y que al buscar su máxima rentabilidad para el futuro, se convierten en capital, y por ello son un instrumento de explotación del proletariado, entran en el juego de la especulación y presionan para que se eleve el tipo de interés de los bonos del Estado que debemos pagar con nuestros impuestos.

No es posible una estrategia de defensa para el proletariado en base a su cualificación profesional u organización del trabajo, como lo demuestran las diferentes estrategias victoriosas de la burguesía (de la manufactura al toyotismo) y la proletarización de la pequeña burguesía con formación universitaria. En la jornada laboral efectiva se ha producido en los últimos años una prolongación (horas extras no pagadas) y se avecina una mayor con la próxima crisis energética. El capitalismo no puede erradicar el régimen asalariado del trabajo porque es la raíz del sistema, permanente a pesar de todos los cambios. Por tanto, no se trata de cuestionar uno u otro modelo de trabajo (fordismo, toyotismo...), sino el mismo régimen. Ni siquiera ha sido capaz de erradicar el trabajo infantil, al contrario, porque es funcional (útil y ventajoso) para el funcionamiento del conjunto del capitalismo mundial. Por eso hay en el mundo 215 millones de niñ@s trabajadores (el 61% en Asia), de los cuales 115 millones realizan trabajos peligrosos para su formación, bienestar físico, mental o moral, o por implicar esclavitud pura y dura (fuentes de la OIT)

La defensa de la enseñanza pública y laica a todos los niveles (básica, profesional, universitaria) tiene una importancia estratégica para los trabajadores/as. No debemos permitir que empeore, se privatice, aumente la distancia de conocimientos entre la burguesía y los trabajadores/as. Si queremos constituir una nueva civilización en la que estemos liberados de nuestra condición de clase proletaria, deberemos superar la división clasista del trabajo (ellos saben, nosotros no; ellos ordenan, nosotros obedecemos) y para esto es imprescindible no sólo mantener lo ya existente (acceso a la educación, incluso universitaria para algunos hijos de trabajadores/as), sino impulsar grandes cambios en esa dirección que se podrán realizar cuando el poder sea de los trabajadores/as. Nuestra unión con enseñantes y con estudiantes en una lucha en esa dirección es una tarea importante para la actualidad y los próximos años, para que sea más fácil el derrocamiento de la burguesía y la instauración del poder de los Consejos de Trabajadores no degenere en el poder de la tecno-burocracia explotadora.

Los estudiantes que no se preparan ni se identifican para ser el relevo de la burguesía actual, tienen un papel importante que jugar. Son la juventud tan necesaria para la lucha, y nuestro futuro. Las medidas que se tomen ahora condicionarán su vida porque no puedan encontrar un trabajo, o deban emigrar para obtenerlo, o de hallarlo aquí, someterse a un régimen de trabajo asalariado más dictatorial gracias a la contrarreforma laboral. A los trabajadores/as que les quedan pocos años para jubilarse, esta ley todavía puede hacerles mucho daño porque aumenta el riesgo de que les despidan, pero a los jóvenes, durante muchos años más, sobre todo porque si se impone gracias a la derrota del proletariado, la relación de fuerzas a favor de la burguesía se hará mucho mayor y eso marcará negativamente al menos buena parte del resto de su vida. Los estudiantes tienen también una ventaja sobre los trabajadores/as con empleo y es que no tienen responsabilidades familiares, y sobre los parados, porque no se encuentran aislados en sus casas, y pueden luchar desde sus centros de estudio. La burguesía teme sobre todo a la juventud por su arrojo y entusiasmo, porque tiene menos miedo a cuestionar la realidad, se atreve más a modificarla, y porque las personas jóvenes que ahora se curtan y conciencien en la lucha serán probablemente más difíciles de doblegar en el futuro cuando el capitalismo además no tenga nada que ofrecer para integrarlas. Y porque debemos aprovechar al máximo la fuerza de la juventud mientras la tengamos, antes de que sea demasiado pesado el proceso de envejecimiento de la población

Por eso los estudiantes deben ocupar los primeros puestos en la lucha contra la contrarreforma laboral y demás medidas del capital, porque ahora se juegan su futuro.

Para ello, deben relacionar las medidas de recortes en la educación, subida de tasas universitarias, etc., como una parte más del ataque de la burguesía para reducir los costes totales de mantenimiento del proletariado, someterlo más en su condición subordinada, proletarizar a las "clases medias" y reservarse para sí todos los resortes del poder social.

Esta juventud, capaz de estudiar las asignaturas más complicadas y disciplinada en el estudio, la más preparada en la historia de España, debe hacer un esfuerzo especial también por recuperar lo que es el saber crítico del proletariado, comprender la relación que existe entre su futuro y la senilidad del capitalismo, sus límites históricos, su marcha hacia su hundimiento arrastrando a la Humanidad y la Naturaleza en su caída. Es un ejercicio de responsabilidad imprescindible hacia sí mismos y hacia su descendencia a la que le espera un futuro peor que a ellos que a su vez es peor de lo que nosotros hemos vivido. Deben estudiar las experiencias de lucha y organización del proletariado, porque aunque las circunstancias son siempre nuevas podrán sacar lecciones muy valiosas que les evitarán cometer errores y perder sus energías y tiempo en una lucha que en los próximos años va a ser muy dura. Y prestar mucha atención a los nuevos fenómenos sociales y las amenazas que se ciernen sobre la Humanidad provocadas por el capitalismo, como el Cambio Climático. Las mujeres jóvenes, que tanto han conseguido en avanzar hacia la igualdad y que representan porcentajes muy elevados en los niveles más altos de la educación, deben tomar un papel activo a la altura de esto, pues no deben confiarse y dar por irreversibles las conquistas logradas ya que lo mismo que al proletariado, la burguesía puede recortárselas según empeore la situación del capitalismo como un modo de dividir al proletariado y facilitar cargar sobre todo en su sección femenina la mayor parte de las consecuencias de su decadencia.

El desprecio del estudio político, dadas las circunstancias actuales y el futuro que nos espera, es la mayor necedad.

Si desde el final del franquismo hemos pasado por varias décadas de despolitización de la juventud, ha llegado la hora de que se politice, que no es lo mismo que asimilarse al régimen de partidos y a la democracia "irreal" de la burguesía.

La actual crisis viene demostrando la verdadera naturaleza de la democracia burguesa y a quién sirve este Estado. Tenemos derecho a votar sólo cada equis años y a aquellos políticos que, quiéranlo o no, deberán hacer lo que los "mercados" (el gran capital, la Unión Europea, el FMI, el Banco Mundial, el Banco Central Europeo, la OMC, etc.) dicten. Y lo último, se nombran presidentes de gobierno, supuestamente "técnicos" que ni siquiera se eligen, salvo en los despachos del gran capital, porque su "técnica", al pretender preservar el capitalismo, sólo puede ser la de las tijeras y el garrote para nuestros intereses y derechos; se realizan con carácter de urgencia cambios trascendentales en la Constitución que provocarán sacrificios en la población trabajadora y garantizan los intereses del gran capital, en particular el financiero, sin ni siquiera un referéndum, cuando para otras reformas favorables al pueblo no hay más que demoras y dificultades legislativas e institucionales.

Si hay algo seguro es que con el capitalismo no tenemos futuro. Dicen que no existe una alternativa a él, pero sí disponemos de muchas experiencias históricas positivas y negativas que nos permiten ir elaborándola. Ellos sólo nos pueden ofrecer, no más de lo mismo, sino peor. Otro mundo es posible si nos esforzamos en ello.

Deberíamos dejar a un lado los programas electorales que en el mejor de los casos quedan en papel mojado o "los mercados", el aparato burocrático, no representativo y represivo del Estado impide llevar a la práctica, y empezar a elaborar nuestro propio Programa de Transformaciones Socialistas con las medidas que habremos de tomar para la construcción de una nueva civilización, con instituciones democráticas y de poder basadas en nuestra organización desde las asambleas (los Consejos de Trabajadores) desmantelando un Estado que, por su propia naturaleza y estructura, sirve a los intereses fundamentales del capital, posibilitando así la abolición del régimen asalariado del trabajo.

Por muy deficientes que fuésemos los trabajadores/as (asociado el trabajo manual e intelectual y superando la división social clasista del trabajo) en la gestión de nuestra civilización, no podríamos llegar a la arrogancia, cinismo, ceguera voluntaria, atracción por el abismo, irracionalidad, incompetencia e insensibilidad social manifiesta de la burguesía, incluidos sus pomposos premios Nobel de economía, cabalgando un sistema económico y social que, por su propia naturaleza, el ser humano jamás podrá domesticar porque sólo se sostiene a la larga consumiendo la vida humana, esquilmando y degradando la Naturaleza. Una organización del trabajo y de la sociedad que despilfarra y malogra el esfuerzo colectivo, es incapacidad de crear una auténtica comunidad humana, y destruye la Naturaleza de la que dependemos. Esta crisis y la historia toda del capitalismo, lo demuestran.

Nuestro futuro es el de la comunidad mundial de trabajadores/as libres asociad@s para la satisfacción de sus necesidades en equilibrio con la Naturaleza y no la producción de mercancías para la obtención del beneficio mercantil o la asignación de recursos que beneficia a una minoría tecno-burocrática. Esto es el verdadero comunismo, no el Capitalismo de Estado que se ha hecho pasar por tal.

El Programa de Transformaciones Socialistas que corresponda a la revolución social deberá elaborarse y decidirse en los Consejos de Trabajadores. Hasta llegar ahí, una tarea que va a adquirir en poco tiempo una importancia creciente es la de elaborar proyectos de Programa de Transformaciones Socialistas para someterlos a la discusión de sectores al principio reducidos pero cada vez más amplios del proletariado. Serán importantes porque ayudarán a superar la desconfianza en que seamos capaces de levantar de verdad una alternativa a esta civilización, y como brújula provisional con la que orientar los objetivos de la lucha.

Sin esto, se puede provocar un bloqueo en el proceso de cuestionamiento del "salarismo" porque ¿qué sentido puede tener insistir e ir más lejos si no sabemos qué es lo que podemos hacer, qué podemos construir que sustituya a lo existente para mejor? Al planteamiento "el capitalismo ha fracasado, pero no hay una alternativa" debemos ser capaces de responder cuanto antes con algo más que unos principios, generalidades y críticas a las experiencias fracasadas. La burguesía va a poner toda la carne en el asador y aprovechará todas nuestras debilidades y vacilaciones para confundirnos, hacer que perdamos la confianza en nosotros mismos y golpear duro, obligarnos retroceder y vencernos. Sectores muy amplios de la población, entre las "clases medias" urbanas, el campesinado, y sin duda también entre el proletariado, se podrá del lado del "orden" capitalista si entienden que la lucha revolucionaria puede tener muchas razones, pero que no lleva a ninguna parte porque no dispone de más propuesta que la de profundizar en el caos de un capitalismo al que tampoco se le permite funcionar según sus reglas, por lo que al final preferirá lo malo conocido a aventurarse en lo desconocido que será peor.

No podemos caer en la confianza ciega en los procesos espontáneos, en que llegado el momento algo acabará surgiendo y se hará a tiempo lo suficientemente fuerte, porque en los próximos años y décadas la realidad va a imponernos unos retos al proletariado y a la misma especie humana a los que hasta hoy nunca se ha enfrentado, nos someterá a grandes ritmos de aceleración histórica, y esta vez no podemos permitirnos el lujo de perder por dejarlo todo a una preparación deficiente, a la improvisación y la superficialidad, si podemos hoy evitarlo.

17.- Por qué no podemos esperar a que se hunda el sistema. Una cita ineludible en la década de los 30.

La respuesta ya la venimos exponiendo en este documento, pero conviene recapitular y extendernos un poco más.

Hay razones éticas, de supervivencia y estratégicas.

No debemos pensar en "ir tirando" nosotros y que los siguientes resuelvan los problemas, porque en tanto, estaremos permitiendo que se agraven muchísimo y que quienes nos sigan paguen las consecuencias por nuestra irresponsabilidad, y estos no sólo van a ser los desconocidos de otras partes del mundo, sino nuestros descendientes, los de nuestros familiares, amigos y conocidos.

Y los sufrimientos no serán como los nuestros, sino muchísimo peores, en condiciones de vida, laborales, salarios, gastos sociales, riesgos crecientes de guerras con víctimas sobre todo en la población civil, una degradación de la naturaleza que irá pasando, al vencimiento de su aguante y ciclos, facturas cada vez mayores, el anunciado Cambio Climático, y la extinción de especies (vegetales y animales) que desaparecerán para siempre jamás y nos afectará por los desequilibrios que provocarán en todos los ecosistemas, y como la burguesía y las necesidades de acumulación del capital no se resignarán a su desaparición, se intensificarán las tensiones entre sus distintas fracciones, sus Estados y alianzas entre ellos, por los recursos materiales y humanos, por la producción de plusvalía y su realización en el mercado, con posibilidades crecientes de guerras con armamento biológico o nuclear que si al principio las querrán limitadas, acabarán extendiéndose afectando a todo el globo.

No estamos tratando con una entidad que muere de agotamiento, en la cama, sino con una bomba de relojería, que a la vez que se acaba su tiempo, destruye lo que le rodea.

Cuando llegue la hora ¿podremos fiarnos de que en el último momento al menos funcione el instinto de supervivencia y aprovechando que el sistema entrará en su última crisis, pero antes de que se hunda sobre nosotros, lo derribemos y constituyamos el socialismo?

Es pedirle demasiado a un instinto y a las posibilidades de tener bajo control y prever con tiempo una situación así. Esto no es como las películas en las que el héroe a falta de un segundo corta el cable rojo e impide que estalle la bomba.

El instinto de supervivencia nunca es suficiente. De poco nos sirve si estamos, solos y desarmados, rodeados de una manada de hienas hambrientas.

La naturaleza, a lo largo de la evolución de millones de años, como animales, nos ha dotado del instinto de supervivencia, pero es individual, no como especie. La evolución animal, no ha tenido tiempo para seguir el paso al salto cuántico que ha supuesto nuestra evolución cultural, despegándonos de la condición común al resto de las especies animales. Es más, nuestras condiciones sociales pueden potenciar otros instintos como la obediencia, la jerarquía de la banda, que se vuelven en contra del más básico de la supervivencia y de la consideración por la vida del otro. Los doctores Stanley Milgram ("Obediencia a la autoridad") y Philip Zimbardo ("El efecto Lucifer") han demostrado experimentalmente de manera incontestable a qué punto de degradación y villanía, de pérdida de nuestra consideración por el prójimo y de nuestro instinto de conservación podemos llegar dado el marco social jerárquico en el que vivimos y por el condicionamiento a la sumisión desde la más tierna infancia.

¿De qué nos valió el instinto de supervivencia ante la Iª Guerra y IIª Guerras Mundiales, la guerra de Yugoslavia y toda la lista que queramos, si no es para matarnos con más intensidad si no queríamos morir y ver morir al camarada? ¿Cuántas veces ha conducido eso a una rebelión contra las causas capitalistas que subyacen en el fondo? La Comuna de París y algún país en el tramo final de la Iª Guerra Mundial, y para de contar. ¿De qué les sirvió a los judíos europeos para evitar unas condiciones de existencia que llevaban a su eliminación y el exterminio en masa e industrial? ¿Cuánto actuó el instituto durante los largos años de guerra fría con el riesgo de holocausto nuclear? ¿De qué servirá ese instinto si llega a producirse una rápida escala que nos lleve a eso, salvo para "buscarse la vida" entre los escombros y la radiación nuclear?

En el caso de la Iª Guerra Mundial la rebelión contra la guerra no se produjo en los países que la estaban ganando, donde era más poderosa la conformidad, el espíritu patriótico, el deseo de vencer cuanto antes al enemigo, y las ganas de vivir "en paz" e "ir tirando" después de la guerra, en vez de volver a pelear para arreglar las cuentas con el sistema social que había conducido a semejante carnicería, destrucción y penurias post-bélicas. La revolución rusa sólo tuvo lugar después de haber pasado por millones de muertos. En las condiciones actuales esos millones se producirían muy rápidamente sin dar tiempo a madurar una respuesta, sembrando la desolación y el shock psicológico más completo.

En el caso de la IIª Guerra Mundial, sometimiento total a la matanza, porque incluso aquellos que se pretendían revolucionarios como algunos grupos partisanos, no tenían en realidad un proyecto social que superase la vuelta al capitalismo sólo que bajo la variante de Capitalismo de Estado.

El instinto de conservación tiene que ver también con la expectativa de vida. Cuanto más viejos y más cerca vemos la muerte, menos sentido tiene pelear a muerte por sobrevivir porque poco se va a ganar y se puede perder el poco tiempo que nos queda. Los jóvenes pueden hacer su cálculo y entender que tienen mucho que ganar porque teniendo toda la vida por delante, con la lucha, a pesar del riesgo, pueden mejorar mucho su vida futura, y si no lo corren, pueden empeorarla e incluso perderla. Con un envejecimiento inevitable de la población en las próximas décadas podemos intuir cómo puede quedar el instituto de supervivencia colectivo si le añadimos este factor.

Si colectivamente se ha generado por las relaciones sociales una situación de indefensión, falta de confianza en uno mismo y en los compañeros, desmoralización, desorientación sobre las causas profundas de lo que sucede y de cuál es la alternativa, el instinto individual de supervivencia lo más seguro es que lleve, dado el punto social de partida, a la búsqueda de una nueva relación jerárquica de dominación que supuestamente ponga orden y nos salve del caos (un líder, un partido, etc.), o al "sálvese quien pueda" el "todos contra todos" y "que gane el más fuerte", aunque sea en forma de bandas, mafias, "señores de la guerra". Y esa situación de indefensión es provocada también por las grandes derrotas del proletariado.

En un medio social caracterizado por la escasez y carestía de la energía y otros recursos como los minerales raros, la destrucción medioambiental y de los recursos esenciales para la vida (agua dulce) y vivos (vegetales y animales) provocados por el Cambio Climático, cualquier revolución lo tendrá mucho más cuesta arriba que hoy, y los riesgos de fracasar serán mayores. La revolución rusa se vino abajo por mucho menos aunque con efectos similares: guerra civil, abandono de las fábricas, debilitamiento de los soviets, falta de recursos para la producción, hambruna... Lo que hizo que tras su aparente victoria retrocediese a la casilla de inicio pero bajo la variante del totalitario Capitalismo de Estado, que fue para el proletariado peor que el privado porque además de negarle libertades básicas le desorientó ideológicamente con su farsa de "socialismo en un solo país" o nacional, hasta llevar el socialismo-comunismo a su total desprestigio con el coste que eso viene suponiendo para el proletariado mundial y su desconcierto actual.

Para la reconstrucción del tejido social nos encontraríamos con unas complicaciones incomparablemente mayores que hoy en día, partiendo de una mayor penuria, desintegración y descoordinación social, con un proletariado que si ha llegado hasta ahí es porque no se ha rebelado antes victoriosamente luego ha acumulado derrota tras derrota, y estará sin duda desorientado y desmoralizado, por lo que lo más probable es que se construyese otra sociedad clasista que tendría rasgos del capitalismo, del feudalismo y hasta del esclavismo (todavía existe), en distintas combinaciones y dependiendo de las zonas del mundo, aplicando también algunos de los últimos avances en neurociencia y psicología, y tal vez de la ingeniería genética, para un mayor control de los individuos y de las masas.

El curso de derrotas que habría debido acumular el proletariado hasta llegar a ese final, y el envejecimiento de la población, hacen más dudoso que fuese capaz de levantar una alternativa al capitalismo y llevarla a buen término. El hundimiento del capitalismo habría significado el de las dos clases en lucha, burguesía y proletariado.

Si una revolución social es imposible en un momento de auge económico porque se vive el presente y no se siente la urgencia aunque el futuro sea muy oscuro, también puede ser imposible en medio de un hundimiento de la sociedad, por lo que habrá que aprovechar las posibilidades de crisis menores antes de que se llegue a ese extremo.

Además de estas consideraciones que pueden discutirse, hay un hecho que, si no está equivocado el IPCC (Panel -grupo- Intergubernamental sobre el Cambio Climático), nos obliga a terminar con el capitalismo sin esperar a que se desintegre, y es el Cambio Climático.

Hasta los años 40 del pasado siglo, la cuestión del declive y hundimiento del capitalismo se planteaba ante todo en términos económicos y sociales. Estaba claro que cuanto más durase el capitalismo, mayores serían los costes y sufrimientos para la Humanidad, trabajadora en especial, pero que si se perdía una oportunidad para derribarlo, lo más probable es que llegaría otra y aunque esa tardanza pudiese costar millones de víctimas por la miseria y las guerras ¡que ya es demasiado!, no tendría otras consecuencias añadidas para la Humanidad. Desde el surgimiento del armamento nuclear y las potencialidades del biológico, sabemos que el horizonte puede ser incomparablemente peor, que tal vez ni haya un horizonte para la Humanidad al menos tal como la conocemos. Y cuando ha aparecido el problema del Cambio Climático, que no sólo vamos a tener costes económicos, sociales, humanos y el riesgo de extinción para la especie, sino que aunque nos libremos de todo eso, la Humanidad va a sufrir el peso de una gran carga hasta ahora desconocida de la que ni se sabe cuándo podríamos librarnos si es que podremos algún día, ni lo que padeceremos en tanto intentamos adaptarnos a ella, ni la catástrofe que supondrá para el resto de la vida en el planeta, por lo que una vez "estabilizada" seguramente sería desastroso para las especies adaptadas forzar una vuelta atrás. Lo que está claro es que esa vía es totalmente indeseable para la vida humana y el resto y que debemos evitarla.

Así que el problema ya no se sitúa sólo en cuándo nos acercaremos al hundimiento del capitalismo para estar lo mejor preparados posibles, sino que nuestro plazo se acorta enormemente porque debemos impedir el Cambio Climático, al menos disminuirlo todo lo posible con medidas preventivas, porque si no lo hacemos no sólo pagaremos las consecuencias, sino que el hecho de no haber podido evitarlo significará que hemos sido previamente derrotados a la vez que envejece la población por lo que acabar con el capitalismo se nos hará aun más cuesta arriba, tal vez, imposible.

La burguesía bastante tiene ahora con hacer frente a la crisis. Está tan absorbida por la política de recortes, sobre todo en el sur de Europa, que no puede dedicarle la atención debida al problema del Cambio Climático, tomar las medidas de cambio tecnológico al ritmo necesario porque crearían más problema de competitividad a las empresas y añadirían costes al Estado.

Si la burguesía se muestra cada vez más incapaz de tomar las medidas necesarias en los plazos debidos (2020 y 2050), deberemos hacerlo nosotros, lo que significa que la revolución social no puede postergarse a una fecha indefinida en el futuro, sino que la revolución socialista se debe dar en este siglo y a poder ser, como tarde, en la década de los 30 aprovechando la deslegitimación del sistema debido a su crisis profunda, para que nos dé tiempo a tomar algunas medidas imprescindibles para cumplir parte de lo necesario para la década de los 50. De lo contrario, sólo habremos agravado nuestras dificultades para el futuro y reducido las posibilidades de cambiarlo. Y para llegar a la década de los 30 en condiciones de triunfar debemos evitar que ahora se nos derrote. De ahí la trascendencia histórica de las cuestiones a las que este documento quiere aportar una solución, y sobre todo servir de provocación para impulsar la reflexión y el debate como tarea hoy prioritaria para todos.

Podéis releer el párrafo.

18.- Pensar estratégicamente y actuar con un plan, o sucumbir. La burguesía y la realidad tienen una agenda ¿y nosotros? Horizonte 2050.

Todo lo expresado hasta aquí indica la importancia de que pensemos teniendo en cuenta la totalidad y el largo plazo. La burguesía lo hace. Aunque su tendencia esté en parte dominada por su interés particular y el corto plazo (el balance de resultados anual, las próximas elecciones) es capaz de organizarse y planificarse para reducir el déficit del Estado al 0,5% a partir de 2020 y todo un conjunto de medidas en las relaciones laborales y otras que están por venir.

Nosotros no podemos permitirnos el lujo de pensar sólo reaccionando según suframos directamente los ataques de la burguesía porque eso significa bailar al ritmo que ellos nos impongan, padecer constantemente su ofensiva, ir a su remolque porque van varios pasos por delante de nosotros. Las consecuencias ya las hemos planteado: derrota histórica, sacrificios y sufrimientos muchos mayores para el proletariado y la mayoría de la Humanidad.

Creer que actuar en base a improvisar sobre la marcha nos servirá, es estar anclados en la mentalidad de los "buenos tiempos" cuando de un año para otro, en un lustro o incluso en una década, nada substancial iba a cambiar, ni ningún peligro grave nos amenazaba, y la lucha podía ser por el aumento del salario contra la inflación y poco más en los países más desarrollados.

No es el caso hoy. Estamos en el fin de una era y el comienzo de otra. En un punto de inflexión para la lucha social en el capitalismo. En un punto crucial para el futuro del planeta y de millones de especies amenazadas por el Cambio Climático. En un tiempo en el que el tiempo político se va a acelerar muchísimo.

No es una generalidad. Hay fechas concretas, como las establecidas para los topes al déficit, o los plazos para tomar medidas contundentes contra el Cambio Climático. La burguesía y la realidad tienen una agenda de medidas ¿y nosotros? Ni siquiera tenemos previsto colectivamente un calendario para marcar las fechas más relevantes (déficit 2013ó4, déficit 2020, plazo IPCC 2020, crisis 2030, plazo IPCC 2050) y tenerlas en mente para establecer una estrategia con un horizonte temporal más o menos preciso.

La correlación de fuerzas no cambiará a nuestro favor por mucho que luchemos reaccionando a los ataques, a base de más huelgas, más protestas, etc., si no sabemos bien lo que estamos haciendo, cual es nuestra dirección, los objetivos a medio y largo plazo. La burguesía no es tonta ni manca, reaccionará, maniobrará, pondrá las pilas a sus mejores equipos de investigación y de estrategia, especialistas en psicología y manipulación de masas, a los medios de comunicación, sin olvidar la represión selectiva o masiva, y pasará a la contraofensiva y se empeñará en vencernos porque en ello le va, no la vida individual, pero sí la existencia como clase dominante y privilegiada. Y por ahora demuestra que es mucho más consciente que nosotros de lo que está en juego. Que sean incapaces de domar el engendro social que cabalgan, no quiere decir que no puedan imponerse a nosotros. Así que para descabalgarlos y aniquilar la perversión que entre todos hemos creado, debemos aprender a luchar mucho mejor que ellos. Esta es una lección incuestionable tanto de las guerras como de la lucha de clases.

Actuar sin visión, sin una estrategia, un mínimo plan de operaciones, nos llevará a cometer graves errores y no tenemos mucho tiempo para reponernos de las derrotas y superar el estadio en que nos hayan dejado si son graves. En tanto, la burguesía no estará quieta, al contrario, procurará aprovechar al máximo nuestras debilidades, desorientaciones, vacilaciones, pérdida de impulso, retrocesos.

Esto no quiere decir que desde ahora debamos tenerlo todo claro, sino que debemos mirar en corto, en medio y en largo, hasta el horizonte y esforzarnos por entender lo que mal que bien vemos y reflexionar mucho, ponerlo en común y actuar en consecuencia.

Porque si alguien nos puede salvar, ese seremos cada uno de nosotros, cooperando, sumando inteligencias, voluntades, esfuerzos, capacidad de sacrificio en la lucha por nuestra autoliberación colectiva. Nadie, ni ninguna institución u organización podrá hacerlo en nuestro lugar, y si dice que puede, cuidado, porque sólo tratará de suplantarnos y de usurpar nuestras conquistas.

¿Qué podemos hacer para que el movimiento obrero y popular disponga de algo que se parezca a una perspectiva histórica hacia el pasado y sobre todo hacia el futuro, que estimule la creación de estrategia para la nueva era de modo que seamos capaces de aprovechar lo mejor posible nuestra energía y el tiempo del que disponemos?

Una aportación a ese debate tan necesario, en mis dos textos titulados:

"Horizonte 2050: Socialismo o Mega-Crisis. Recuperar nuestra vida y salvar la Tierra. Una propuesta de Marco" .25 páginas.Un "marco" para la propaganda, la agitación, la lucha y la elaboración política que ayude a recomponer y desarrollar las fuerzas revolucionarias ante un futuro próximo y previsible. En Kaosenlared el 14 mayo 2011.

kaosenlared.net/noticia/horizonte-2050-socialismo-mega-crisis-recuperar-nuestra-vida-salvar-ti.

"Capital, energía y plusvalía. Por un ecologismo proletario. Comentarios a Ramón Fernández Durán. Llamamiento".80 páginas. Con muchos eslóganes también para la denuncia del "salarismo". Explica además con detalle la cuestión de la plusvalía y otros aspectos económicos, y las características de la época de la crisis energética y el Decrecimiento, y cómo se prepara la burguesía. En Kaosenlared el 3 septiembre 2011.

kaosenlared.net/noticia/capital-energia-plusvalia-ecologismo-proletario-comentarios-ramon-fern.

19.- Eslóganes (más de 175).

Sirvan sobre todo de estímulo para la inventiva de tod@s. Es muy importante expresar ideas relevantes en forma de eslóganes, en los que a poder ser intervenga el humor (el ridículo "mata"), para facilitar su difusión, comprensión y asimilación por los sectores más amplios posibles de modo que a través de su propia reflexión e inventiva den lugar a una explosión exponencial de creatividad crítica que impulse la lucha, reafirme las convicciones, eleve el ánimo, y estimule la transformación de otros muchos. Cada uno de nosotros se puede convertir en un agitador y propagandista.

¡CREAR UN, DOS, TRES, MIL ESLOGANS. SEAN, PARA EL CAPITAL, SOGAS!

¡[voz] DE LA PATRONAL [coro] MENOS SALARIO. [voz] DEL ESTADO [coro] MENOS SERVICIOS. [voz] ABARATAR [coro] AL PROLETARIO. [voz] DEL CAPITAL [coro] EL BENEFICIO!

¡JUVENTUD, EN PRIMERA FILA DEL PROLETARIADO, POR SU PRESENTE Y SU FUTURO!

¡DEJAD DE ATACAR NUESTROS SUBSIDIOS Y HABLEMOS DE VUESTROS BENEFICIOS.

¡NI UN PARADO SIN INGRESOS DEL ESTADO! ¡A QUIENES SE LES HA AGOTADO LA PRESTACIÓN, SU RENOVACIÓN HASTA QUE EXISTA UN EMPLEO PARA ELLOS!

¡SI EL CAPITALISMO FALLA, ES PORQUE PARTE DE UN MAL DISEÑO, AUNQUE BENEFICIE A SU DUEÑO, ES A NOSOTROS A QUIEN DAÑA, COMO NO TIENE REMEDIO, DEBEMOS QUITARLO DE EN MEDIO!

¡EL CAPITALISMO ES UNA ESTAFA (TRABAJO NO PAGADO) QUE ABOCA A UN SAQUEO (PAGAMOS LA CRISIS) QUE PUEDE DESEMBOCAR EN UN CRIMEN (GUERRAS) Y TERMINAR EN UN SUICIDIO (LA HUMANIDAD ARRASTRADA POR SU HUNDIMIENTO)!

¡EL CAPITALISMO NO TIENE LEGITIMIDAD, SE BASA EN UNA ESTAFA (TRABAJO NO PAGADO) Y NOS TRAE CALAMIDAD (CRISIS, GUERRA, CAMBIO CLIMÁTICO)!

¡EL CAPITALISMO ES INMORAL, CASTIGA AL TRABAJO, PREMIA AL CAPITAL!

¡EL CAPITALISMO NOS ESTAFA, LA VIDA SE NOS ESCAPA!

¡DEL METAL DEL SALARIO SON LAS CADENAS DEL PROLETARIO!

¡LOS DESPIDOS, FRACASO DEL CAPITAL!

¡CON EL RÉGIMEN ASALARIADO DEL TRABAJO, SIEMPRE PAGAMOS LOS DE ABAJO!

¡BURGUESES, VUESTRA RIQUEZA ES NUESTRO TRABAJO NO PAGADO. COMO EMPRESARIOS PROVOCÁIS LA CRISIS. COMO GOBIERNO EN LA SOMBRA DECRETÁIS NUESTRO SACRIFICIO! ¡MALDITO SEA VUESTRO OFICIO!

¡EL CAPITALISMO ESTÁ PARA EL DESGUACE, PERO NOS OBLIGAN A VIAJAR EN ÉL PARA QUE LA BURGUESÍA COBRE EL PEAJE!

¡COMO SACERDOTES AZTECAS, NOS SACRIFICAN AL CAPITAL, DE LOS SALARIOS A LAS HIPOTECAS, PARA BENEFICIO PATRONAL!

¡UNA ECONOMÍA A NUESTRO SERVICIO NO NOS SACRIFICARÍA POR EL BENEFICIO!

¡CON CRUEL INDIFERENCIA ELLOS MARCAN LA DIFERENCIA, FLOTAN COMO CORCHOS MIENTRAS NOS HUNDEN COMO PLOMOS PARA PESCAR EL BENEFICIO!

¡LA BURGUESÍA MUNDIAL COORDINADA NOS QUIERE VENCER REGIÓN POR REGIÓN, NACIÓN POR NACIÓN. NUESTRO INTERNACIONALISMO LA ÚNICA SOLUCIÓN!

¡LA BURGUESÍA Y SU ESTADO, PARA RECUPERAR LOS BENEFICIOS, QUIEREN QUE EL CONJUNTO DE LOS TRABAJADORES, EN ACTIVO, EN PARO O ESTUDIANDO, LES COSTEMOS MENOS, VÍA SALARIO, DESPIDOS, GASTOS SOCIALES Y TRABAJADORES DE SERVICIOS! ¡A ESTO LE LLAMAN "COMPETITIVIDAD" Y "REDUCCIÓN DEL DÉFICIT"! ¡EL ATAQUE ES CONTRA TODOS Y TODOS DEBEMOS RESPONDER DESDE LOS CENTROS DE TRABAJO SEAN FÁBRICAS U HOSPITALES, DE ESTUDIO Y LA CALLE!

¡UN MODO DE VIDA DEPREDADOR QUE SACRIFICA NUESTRAS VIDAS NO MERECE CONTINUAR!

¡NO SON LAS LEYES PURAS DE LA ECONOMÍA LAS QUE EXIGEN NUESTROS SACRIFICIOS, SINO LAS TRAMPOSAS REGLAS DEL JUEGO CAPITALISTA QUE PERMITEN SUS BENEFICIOS!

¡REFORMA LABORAL, MÁS TRABAJO NO PAGADO, PARA EL CAPITAL!

¡CON O SIN REFORMA, EL TRABAJO ASALARIADO ES UNA ESTAFA Y SU IMPOSICIÓN UNA DICTADURA!

¡LA INVERSIÓN MÁS RENTABLE. REFORMA LABORAL: MÁS TRABAJO NO PAGADO, CON LA GARANTÍA DEL ESTADO!

¡REFORMA LABORAL, SACRIFICIO DEL TRABAJO EN EL ALTAR DEL CAPITAL!

¡DEMOCRACIA CAPITALISTA: ACOSO EN LA EMPRESA, TRABAJO NO PAGADO, DESPIDO RÁPIDO Y BARATO, Y LA PORRA DEL ESTADO, LISTA!

¡EL REY ESTÁ DESNUDO. EL TRABAJO ASALARIADO, UNA ESTAFA PROTEGIDA POR EL ESTADO!

¡CON DICTADURA O DEMOCRACIA, RIGE EL RÉGIMEN ASALARIADO, CON EL DOMINA EL CAPITAL AL PROLETARIADO!

¡REFORMA LABORAL: INCLUSO CON LA MEJOR LEY EL RÉGIMEN ASALARIADO DEL TRABAJO SERÁ UNA ESTAFA! ¡NI REFORMAS NI CONTRARREFORMAS, SÓLO NOS LIBRAREMOS DEL ACOSO DEL CAPITAL CON LA ABOLICIÓN DEL RÉGIMEN ASALARIADO DEL TRABAJO!

¡UNA ESTAFA COMO EL RÉGIMEN ASALARIADO DEL TRABAJO O SE ABOLE O SÓLO SE ATENÚA O AGRAVA!

¡REFORMA LABORAL, VIOLENCIA ESTATAL EN APOYO PATRONAL!

¡ADAPTAR EL TRABAJO AL MERCADO, ADAPTAR LA VIDA A LA MUERTE!

¡EL ESTADO, AL SERVICIO ANTE TODO DEL CAPITAL, SUSTITUIRÁ "EL ESTADO DE BIENESTAR" POR EL "ESTADO DE MALESTAR" Y LO GARANTIZARÁ CON LA REPRESIÓN, SU FUNCIÓN DE SIEMPRE!

¡FAMOSO PRINCIPIO DE A(r)QUÍMEDÉS "UN SINDICATO PARCIALMENTE SUMERGIDO EN EL PROLETARIADO, RECIBE DEL ESTADO UN EMPUJE HACIA ARRIBA IGUAL AL PESO DEL VOLUMEN DE LOS DERECHOS Y COMBATIVIDAD QUE DESALOJA"!

¡SI NO PUEDES VENCERLE, SÍRVELE. LECCIÓN APRENDIDA POR LOS SINDICATOS!

¡BURÓCRATAS SINDICALES, FUNCIONARIOS ESTATALES DEL CAPITAL!

¡CAPITALISTAS, AUNQUE DEBAMOS LUCHAR DURO, NO TOLERAREMOS QUE NOS JODÁIS EL FUTURO!

¡PEOR SANIDAD, PENSIONES Y EDUCACIÓN. MENOR SALARIO. MÁS EXPLOTACIÓN A LOS PROLETARIOS!

¡PRIVATIZACIÓN ENSEÑANZA Y SANIDAD. A LOS TRABAJADORES PEOR CALIDAD!

¡ENSEÑANZA PÚBLICA Y GRATUITA. TRABAJADORES A LA UNIVERSIDAD. SUPERACIÓN DE LA DIVISIÓN CLASISTA DEL SABER Y DEL TRABAJO!

¡EL CAPITAL PREPARA NUESTRA DERROTA, PARA IMPONERNOS SU BOTA, TRABAJO DURO, PARO Y POBREZA. DE SUS DIRECTIVOS Y ESTADO, LA PROEZA!

¡CONQUISTAS PASADAS NO ASEGURAN DERECHO FUTUROS. ADVERTENCIA A LOS TRABAJADORES!

¡DESPIDOS, RECORTES SALARIALES Y EN LOS GASTOS SOCIALES. REDUCIR LOS COSTES TOTALES DEL PROLETARIADO PARA EL CAPITAL, SECRETO DE LA LUCHA "CONTRA EL DÉFICIT DEL ESTADO" Y POR LA "COMPETITIVIDAD"!

¡RECORTE DE SERVICIOS SOCIALES, ATAQUE A SUS TRABAJADORES, REDUCIR EL COSTE DE NUESTRO MANTENIMIENTO, AUMENTAR BENEFICIOS! ¡AGRESIÓN DEL CAPITALISMO AL CONJUNTO DEL PROLETARIADO! ¡EN CADA EMPRESA, EN LA CALLE, CONTRA EL CAPITAL Y EL ESTADO A SU SERVICIO!

¡PARA LA DÉCADA DE LOS 30. POR EL AUMENTO DE LOS COSTES ENERGÉTICOS, MÁS TIEMPO DE TRABAJO CON MENOS SALARIO PARA MANTENER BENEFICIOS! ¡REDUCIR DESDE AHORA LOS DEL TRABAJO, SU OBJETIVO ESTRATÉGICO!

¡LOS SINDICATOS YA PREPARAN QUE LA FUTURA CRISIS ENERGÉTICA LA PAGUEMOS NOSOTROS. YA SUBORDINAN EL AUMENTO DEL SALARIO AL PRECIO DE LOS COMBUSTIBLES!

¡FLEXIBILIDAD, AJUSTES Y TRATO JUSTO LLAMA EL CAPITAL A SU CAMA DE PROCUSTO PARA EL PERSONAL!

¡EL PLENO EMPLEO. UNA TOMADURA DE PELO!

¡BURGUESES, NO OS AGOBIÉIS, OS RELEVAMOS DE VUESTRA DURA TAREA DE CREAR EMPLEO (MIENTRAS LO DESTRUÍS). YA NOS ENCARGAREMOS NOSOTROS SI NOS ENTREGÁIS LOS MEDIOS DE PRODUCCIÓN Y FINANCIEROS!

¡DICEN QUE LOS TRABAJADORES SOBRAMOS, QUE LOS PARADOS ESTORBAMOS. EL FRACASO DE LA BURGUESÍA Y DE SU RÉGIMEN ASALARIADO DEMUESTRAN QUE ES LA BURGUESÍA LA QUE SOBRA COMO CLASE!

¡EL CAPITAL NO SE ADAPTA A NUESTRAS NECESIDADES, EXIGE QUE NOS SACRIFIQUEMOS POR SUS RENTABILIDADES!

¡SI ADAPTAMOS LA NATURALEZA A NUESTRAS NECESIDADES NO TENEMOS POR QUÉ ADAPTARNOS AL CAPITALISMO CON NUESTRO SACRIFICIO! ¡NO DEBEMOS EXTINGUIRNOS POR NO QUERER ADAPTARNOS A VUESTRO RÉGIMEN, SINO ABOLIR EL RÉGIMEN ASALARIADO, PARA QUE SEÁIS VOSOTROS QUIENES OS ADAPTÉIS AL TRABAJADOR COLECTIVO!

¡SI LA PRODUCCIÓN DA PARA TODOS Y PODEMOS TURNARNOS EN EL TRABAJO, ALARGAR LA JORNADA Y MANTENER EL PARO SÓLO INTERESA AL BENEFICIO DEL CAPITAL!

¡SU META, DERROTARNOS PARA PAGAR LA FACTURA DE ESTA CRISIS Y LA SIGUIENTE DE LA ENERGÍA!

¡PARALIZADOS POR EL MIEDO, SE NOS ECHAN ENCIMA! ¡AUNQUE NOSOTROS LO HAGAMOS, LA REALIDAD NO NOS IGNORA!

¡TRABAJADOR, PON EL DESPERTADOR. EL CAPITAL EN POCOS AÑOS, NOS HARÁ TANTO DAÑO, COMO LO PERMITAN SUS ENGAÑOS Y NUESTRA ACTITUD DE REBAÑO!

¡SI NO QUIERES LUCHAR, MEJOR PARA LA BURGUESÍA PORQUE ELLA SÍ QUIERE GANAR!

¡NUESTRA MODERACIÓN EXCITA SU AGRESIVIDAD!

¡RECULAR Y RECULAR NO SALVARÁ TU CULO, DE LAS PATADAS DEL CAPITAL!

¡QUIEREN QUE NOS SOMETAMOS COMO SI EL CAPITALISMO FUESE SAGRADO, DISPUESTOS A SACRIFICARNOS POR LO QUE ES SÓLO UNA ESTAFA EN SU BENEFICIO!

¡NOS PISOTEAN Y SI NOS DEFENDEMOS NOS ACUSAN DE AGRESIVIDAD. ESE ES EL DISCURSO CÍNICO DEL MATÓN!

¡NOSOTROS INSULTAMOS, PERO CUANTA MALDAD Y VIOLENCIA HAY EN VUESTRA ELOCUENCIA!

¡LA BURGUESÍA TIENE PRISA, SI NO ESPABILAMOS PRONTO, SE PARTIRÁ DE RISA!

¡SI NOS APLASTAN EN LA PRESENTE, MÁS FÁCIL LO TENDRÁN EN LA SIGUIENTE!

¡LA BURGUESÍA ESTÁ LOCA. QUIEREN QUE JUGUEMOS A LA OCA. DE ESTA CRISIS A LAS DE LA ENERGÍA Y DEL CAMBIO CLIMÁTICO Y QUE PAGUE EL PROLETARIADO PORQUE, COMO SIEMPRE, LE TOCA! ¡IMPONGAMOS NUESTRAS REGLAS. SIN EL RÉGIMEN DEL ASALARIADO, TARJETA ROJA A LA BURGUESÍA!

¡PORQUE SOMOS POLÍTICAMENTE CORRECTOS NO DECIMOS "QUE OS DEN POR EL RECTO"!

¡EL VERDADERO DEBATE. EL CAPITAL NUESTROS DERECHOS ARREBATE O NEGÁNDONOS AL SACRIFICIO, DERRIBEMOS EL IMPERIO DEL BENEFICIO!

¡EL RÉGIMEN ASALARIADO DEL TRABAJO OBRA MILAGROS, TRANSFORMA LA RIQUEZA EN POBREZA, EL EMPLEO EN PARO!

¡EL MILAGRO CAPITALISTA: MULTIPLICAR LA POBREZA EN LA ABUNDANCIA!

¡CON EL CAPITAL, CUANTO MÁS PRODUCIMOS MÁS RIESGO DE ESCASEZ CORREMOS!

¡EL CAPITALISMO ES A LA SATISFACCIÓN DE LAS NECESIDADES DE LA HUMANIDAD, LO QUE EL SADISMO CONSENTIDO POR NECESIDAD AL AMOR Y AL SEXO!

¡ABUNDIO ERA TONTO POR VENDER LA MOTO PARA COMPRAR GASOLINA. EL CAPITAL SACRIFICA LA ABUNDANCIA REAL POR EL BENEFICIO MONETARIO. MÁS PERVERSO QUE TONTO!

¡EL MILAGRO DEL MERCADO: CUANDO MÁS RECURSOS ECONÓMICOS HAY, MENOS SE UTILIZAN Y MÁS TRABAJADORES AL PARO!

¡HAY CORRUPCIÓN PORQUE EL SISTEMA ES CORRUPTO. SURGE DE LA ESTAFA DEL RÉGIMEN DE TRABAJO ASALARIADO O TRABAJO NO PAGADO!

¡JOVEN, SI TE SIENTES ESTAFADO ES PORQUE EL SISTEMA EN SÍ ES UNA ESTAFA. DEL TRABAJO NO PAGADO EL CAPITAL LA GANANCIA SACA!

¡EL GRAN EXPROPIADOR ES LA BURGUESÍA. EL TRABAJO NO PAGADO, SU GANANCIA. EL SECRETO DE LA PLUSVALÍA!

¡EL SECRETO DEL BENEFICIO DE LA BURGUESÍA, EL TRABAJO NO PAGADO O PLUSVALÍA!

¡CAPITALISTAS, ESTAFADORES. VUESTRO BENEFICIO, TRABAJO NO PAGADO A LOS TRABAJADORES!

¡EXIGE EL BENEFICIO, DE NUESTRAS NECESIDADES, EL SACRIFICIO!

¡LA GRAN MENTIRA, QUE SE PAGUE TODO EL TRABAJO. DEL EXPROPIADO AL TRABAJADOR HACE SU GANANCIA LA BURGUESÍA. ESTA SOCIEDAD SE LEVANTA SOBRE UNA ESTAFA Y SU ESTADO LA ENCUBRE!

¡LA SOCIEDAD CAPITALISTA SE BASA EN DOS GRANDES MENTIRAS, QUE SE PAGA TODO EL TRABAJO Y QUE EL ESTADO VELA POR EL BIEN COMÚN. LA VERDAD, SE SUSTENTA EN EL ROBO DEL TRABAJO Y EL SAQUEO DE LA NATURALEZA, Y QUIEN ASEGURA QUE ASÍ SEA ES EL ESTADO!

¡UNA CIVILIZACIÓN QUE SE BASA EN LA ESTAFA AL TRABAJO, SU ENCUBRIMIENTO Y LA PROTECCIÓN AL ESTAFADOR, ESTÁ CONDENADA!

¡EL SISTEMA NO TIENE ARREGLO, EN SÍ ES UNA ESTAFA. EL BENEFICIO, DEL TRABAJO NO PAGADO SE SACA!

¡VUESTRO RÉGIMEN ASALARIADO ES UNA ESTAFA, VUESTRA POLÍTICA SU ENCUBRIMIENTO, VUESTRA MORAL UNA VERGÜENZA, VUESTRO FUTURO UNA CONDENA! ¡COMO LOS ESCLAVISTAS Y LA ARISTOCRACIA, A AÑOS VISTA PASARÉIS A LA HISTORIA CON NUESTRA DEMOCRACIA!

¡POR FAVOR, NO "REFUNDÉIS" EL CAPITALISMO. CON DOS SIGLOS NOS SOBRA!

¡HAY QUE BAJAR LA PERSIANA DEL CAPITALISMO, NO POR REFORMAS, SINO POR LIQUIDACIÓN!

¡LOS APOLOGISTAS DE LA "COMPETITIVIDAD", CON LA CRISIS, LOS MAYORES INCOMPETENTES! ¡EL PODER ORGANIZADO DE LOS TRABAJADORES SÓLO PODRÍA HACERLO MEJOR!

¡RÉGIMEN ASALARIADO, EXPLOTACIÓN DEL TRABAJO, DOMINACIÓN SOBRE EL PROLETARIADO!

¡EL TRABAJO ASALARIADO REALIZA, PERO NO AL TRABAJADOR SINO EL BENEFICIO DEL CAPITAL QUE LO ESCLAVIZA!

¡EL CAPITALISMO ES COMO EL TRILERO. PARA SABER DÓNDE HA IDO EL DINERO, MIRA EL TRABAJO NO PAGADO AL OBRERO!

¡NO SON SÓLO LOS BANCOS, ES TODO EL SISTEMA. SAQUEO DEL TRABAJO Y DE LA NATURALEZA!

¡QUE ESTE SISTEMA NOS PAREZCA NORMAL DELATA QUE ESTAMOS TAN CIEGOS COMO EN SU DÍA LO ESTUVIERON LOS ESCLAVOS Y LOS SIERVOS DE LA GLEBA!

¡SOY ASÍ Y NO LO PUEDO EVITAR. EL TRABAJO DEBO EXPLOTAR Y LA NATURALEZA EXPOLIAR. SI ME ATACAS, ENMIENDA TE JURARÉ A SABIENDAS DE QUE NO CUMPLIRÉ. SOY INCORREGIBLE, SOY EL CAPITAL!

¡EL ESCLAVISMO TE MARCABA LA CARNE A FUEGO, LOS NAZIS TE GRABABAN UN NÚMERO EN EL BRAZO, EL MERCADO CAPITALISTA TE PONE UN CÓDIGO DE BARRAS EN EL CONTRATO LABORAL, CON SU FECHA DE CADUCIDAD!

¡NOS ENDEUDAMOS PORQUE NO LLEGA CON LO QUE GANAMOS!

¡EL PROBLEMA DE LA DEUDA NO ES LA DE LOS TRABAJADORES/AS, NI SIQUIERA LA DEL ESTADO, SINO SOBRE TODO LAS EMPRESAS CAPITALISTAS Y LA EXISTENTE ENTRE LOS BANCOS!

¡SI POR LOS LÍMITES DEL SALARIO NECESITAN DE SOBREDOSIS DE CRÉDITO PARA QUE COMPREMOS Y ESO CONTRIBUYE A LA CRISIS POR ENDEUDAMIENTO, LO QUE DEBE CUESTIONARSE NO SON NUESTRAS NECESIDADES SINO EL RÉGIMEN ASALARIADO DEL TRABAJO!

¡EL CAPITAL LLEVA EN SU PECADO LA PENITENCIA. EL RÉGIMEN DEL SALARIO LE PERMITE EXPLOTAR NUESTRO TRABAJO AL PAGARLO POR DEBAJO DE SU VALOR, PERO IMPIDE LA SUFICIENTE CAPACIDAD DE COMPRA PARA TRANSFORMARLO TODO EN GANANCIA!

¡SI LA CRISIS PONE EN RIESGO LOS GASTOS SOCIALES, LO QUE ESTÁ EN CUESTIÓN ES EL RÉGIMEN ASALARIADO DEL TRABAJO, EL CAPITAL Y SU ESTADO, NUNCA NUESTRAS NECESIDADES!

¡EL CAPITALISMO CREA CRISIS COMO LAS SUBPRIME. EL SOCIALISMO LAS SUPRIME!

¡UN RÉGIMEN ECONÓMICO Y SOCIAL EN EL QUE MÁS TRABAJO PROVOCA CRISIS Y POBREZA, NO NOS SIRVE!

¿LA MANO INVISIBLE DEL MERCADO? ¡LA DE UN CARTERISTA CÓMPLICE DEL CAPITALISTA! ¿Y EL PAPEL DEL ESTADO? ¡PROTEGERLOS!

¿DÓNDE ÉSTA LA MANO INVISIBLE DEL MERCADO? ¡APRETANDO NUESTRA GARGANTA Y ROBANDO LA CARTERA!

¡EL MERCADO FUNCIONA INYECTÁNDOLE DINERO DE NUESTROS IMPUESTOS Y EXPULSANDO TRABAJADORES!

¡RENTABILIDAD, AUMENTAR LAS RENTAS DEL CAPITAL Y QUE NOSOTROS NO PODAMOS PAGAR NI LA RENTA DE LA VIVIENDA!

¡A CUENTA DE LA "COMPETITIVIDAD", EXPLOTACIÓN DEL TRABAJO, ESQUILME DE LA NATURALEZA!

¡TANTA COMPETITIVIDAD Y RENTABILIDAD, PARA QUE TENGAMOS MALA CALIDAD DE VIDA. EL CAPITALISMO, UNA CALAMIDAD!

¡COMPETITIVIDAD, FLEXIBILIDAD, PRODUCTIVIDAD, EUFEMISMOS PARA HACER MAYOR LA ESTAFA EN EL TRABAJO NO PAGADO!

¡LA SOLUCIÓN CAPITALISTA A LA CRISIS ES MULTIPLICAR LA MISERIA!

¡AJUSTARNOS A LAS NECESIDADES DEL CAPITAL, SIEMPRE UNA VUELTA DE TUERCA MÁS!

¡SACRIFICARNOS POR AJUSTARNOS A LAS NECESIDADES DEL CAPITAL O AJUSTAR EL RÉGIMEN ECONÓMICO A NUESTRAS NECESIDADES SACRIFICANDO EL CAPITALISMO. ESTA ES LA CUESTIÓN!

¡COMPETITIVIDAD. PANACEA CURALOTODO DEL CAPITAL. ES A NUESTRO BIENESTAR LO QUE LAS SANGRÍAS A LA CURACIÓN. PERO LAS SANGUIJUELAS RECUERDAN A LA BURGUESÍA!

¿A QUÉ SE PARECE LA EFICIENCIA DE LA MANO INVISIBLE DEL MERCADO? ¡A LA DE UN MIOPE CON PARKINSON!

¡COMPETITIVIDAD Y RENTABILIDAD NO ES LO MISMO QUE EFICIENCIA Y BIENESTAR. COMO SACRIFICARSE PARA MAYOR DESIGUALDAD, QUE ESFORZARSE E IGUALACIÓN! ¡TANTA DIFERENCIA COMO ENTRE CAPITALISMO Y SOCIALISMO!

¡COMPETITIVIDAD Y RENTABILIDAD. SALARIOS, CONDICIONES LABORALES Y EMPLEO BAJANDO, BENEFICIOS SUBIENDO!

¡COMPETITIVIDAD ENTRE EMPRESAS A COSTA DE LOS TRABAJADORES. EL DIVIDE Y VENCERÁS DEL CAPITAL!

¡LA PROPAGANDA POR LA "COMPETITIVIDAD" Y "RENTABILIDAD", APOLOGÍA DEL TERRORISMO ECONÓMICO DEL CAPITAL CONTRA EL PROLETARIADO!

¡NO QUEREMOS QUE LA BURGUESÍA ARRIESGUE SU CAPITAL. COMO ES TRABAJO NO PAGADO ACUMULADO, LO SOCIALIZAREMOS COMO YA LO ESTÁ LA PRODUCCIÓN, PARA UNA ECONOMÍA SIN CRISIS POR FALTA DE MERCADOS O POR ESPECULACIÓN!

¡SI NO COMEMOS PARA VIVIR, SINO QUE VIVIMOS PARA COMER, ENFERMAREMOS. SI LA ECONOMÍA SE ORIENTA AL BENEFICIO VIVIREMOS PARA TRABAJAR PROVOCANDO CRISIS, PARO Y MISERIA!

¡NO NECESITAMOS EMPRESARIOS QUE INVIERTAN SI PREVÉN BENEFICIOS. YA DECIDIREMOS A QUÉ DEDICAR NUESTROS ESFUERZOS POR NUESTRO BIENESTAR SI DOMINAMOS LOS RECURSOS ECONÓMICOS, RECUPERANDO LO QUE NOS HA EXPROPIADO DOS SIGLOS DE CAPITAL!

¡LOS CHEFS DEL CAPITAL LLAMAN A SUSTITUIR LA DIETA MEDITERRÁNEA POR EL MENÚ GRIEGO, MUCHO MÁS ECONÓMICO Y RENTABLE, AUNQUE NO SALUDABLE!

¡GRECIA CREA TENDENCIA EN EL DISEÑO DE CINTURONES Y MONEDEROS, DICEN LOS GRANDES MODISTOS!

¡ÚLTIMO TÉRMINO DE MODA EN EL ARGOT DE LOS ECONOMISTAS BURGUESES IMPORTADO DEL SEXUAL: VAMOS A HACERLES UN "GRIEGO"!

¡NO SON "LOS MERCADOS" ES EL BENEFICIO CAPITALISTA!

¡NO ES LA CRISIS, ES EL RÉGIMEN ASALARIADO DEL TRABAJO!

¡LA CRISIS ES EL SÍNTOMA DE LA SENILIDAD DEL CAPITALISMO!

¿QUÉ SOSTIENE EL SISTEMA CAPITALISTA? EL TRABAJO ASALARIADO! ¿QUIÉN PUEDE DERRIBARLO? ¡EL PROLETARIADO!

¡PARA SER UNA CLASE DE TRIUNFADORES, LA BURGUESÍA LO HACE MUY MAL! ¡MEJOR LO HARÍA EL PODER DE LOS TRABAJADORES!

¡DE LA BURGUESÍA OBTENEMOS LA ESTAFA DEL TRABAJO NO PAGADO, LAS CRISIS QUE PROVOCAN Y EL PODER DE "LOS MERCADOS" PARA IMPONERNOS A TRAVÉS DE SU ESTADO MÁS SACRIFICIOS! ¡NO LOS ELEGIMOS NI COMO CLASE NI COMO GOBERNANTES! ¡CONTRA ELLOS, ADELANTE!

¡ESTE RÉGIMEN ES INMORAL, SE BASA EN EL TRABAJO NO PAGADO APROPIADO POR EL CAPITAL!

¡ES INMORAL, SACRIFICAR AL PROLETARIADO, CON EL RÉGIMEN ASALARIADO, A BENEFICIO DEL CAPITAL!

¡EL CAPITALISMO, UN ENGENDRO PERVERSO CREADO POR EL HOMBRE, IMPOSIBLE DE DOMESTICAR DEL TODO Y QUE ACABARÁ DESTRUYÉNDONOS!

¡EL CAPITALISMO: REGLAS DEL JUEGO PERVERSAS, ADICCIÓN AL DINERO, ATRACCIÓN SUICIDA POR EL RIESGO, INCAPACIDAD DE PARAR ANTE UN DESASTRE ANUNCIADO. LA CAUSA, EL RÉGIMEN ASALARIADO CON EL QUE SOMETE Y EXPLOTA AL TRABAJO!

¡LO QUE EL CAPITALISMO ESCONDE DEBAJO, EL RÉGIMEN ASALARIADO DEL TRABAJO!

¡EL 2 POR 1 DEL CAPITAL. PARA EL TRABAJADOR UN SALARIO. PARA LA EMPRESA, SU TRABAJO PAGADO Y LA PLUSVALÍA DEL EXPROPIADO!

¡EL RÉGIMEN ASALARIADO DEL TRABAJO, SOSTIENE AL CAPITAL Y SU ESTADO, CON NOSOTROS DEBAJO!

¡NO ES EL BANQUERO EL CULPABLE VERDADERO, NI EL NEOLIBERALISMO, SINO EL RÉGIMEN ASALARIADO, RAÍZ DEL CAPITALISMO!

¡EL NO AL CAPITAL PERO SIN ABOLICIÓN DEL ASALARIADO, FACILITA LA DERROTA DEL PROLETARIADO!

¡EL CAPITALISMO ES A UNA ECONOMÍA AL SERVICIO DE LOS TRABAJADORES, LO QUE LA BULIMIA A LA ALIMENTACIÓN!

¡POR LA PATRIA O POR LA ECONOMÍA NACIONAL, SIEMPRE SACRIFICIOS, POR EL CAPITAL!

¡INSEGURIDAD A LOS HUMANOS, DEGRADACIÓN DE LA NATURALEZA, NOS PONE EN LAS MANOS, EL CAPITALISMO, CON CERTEZA!

¡SI DEJAMOS EN PAZ AL CAPITALISMO, ÉL NOS HARÁ LA GUERRA TOTAL!

¡"JUNTOS PARA SIEMPRE" NOS DICEN CUANDO NOS LLEVAN AL ALTAR, DEL SACRIFICIO!

¡"CRISIS ES TAMBIÉN OPORTUNIDAD", ELLOS PARA ENRIQUECERSE, TÚ PARA VIVIR DE LA CARIDAD!

¡"PIENSA EN POSITIVO", EN LO ENORMEMENTE RICOS QUE VAS A HACER A ALGUNOS!

¡"TODOS VAMOS EN EL MISMO BARCO", CON BALSAS SALVAVIDAS SÓLO PARA LOS DE PRIMERA CLASE!

¡"TODOS VAMOS EN EL MISMO BARCO" PERO NOSOTROS DE GALEOTES!

¡"SIN CONFIANZA NO LO CONSEGUIREMOS" NOS DICEN QUIENES NOS HAN HUNDIDO Y AHORA NOS SAQUEAN!

¡LA TAREA DE LOS ECONOMISTAS DE LA BURGUESÍA CONSISTE EN OCULTAR EL TRABAJO NO PAGADO TRAS LA GANANCIA Y AYUDAR AL CAPITAL A AUMENTARLA!

¡SI TUVIÉSEMOS LAS REDES, NO DEPENDERÍAMOS DE QUE DECIDÁIS SALIR DE PESCA, NI DE COMPRAROS LO QUE PESQUEMOS!

¡COMO EL TRABAJO ESCLAVO ERA LA RAÍZ DEL ESCLAVISMO, EL ASALARIADO ES LA RAÍZ DEL CAPITALISMO!

¡"SALARISMO" VERDADERO NOMBRE DEL CAPITALISMO! ¡PARA CONJURARLO, LLAMÉMOSLO POR SU NOMBRE!

¡CON EL RÉGIMEN ASALARIADO DEL TRABAJO SE PONE EN PELIGRO HASTA NUESTRO SALARIO, EMPLEO Y GASTOS SOCIALES DEL ESTADO! ¡GARANTIZAR NUESTROS DERECHOS PASA POR LA ABOLICIÓN DEL RÉGIMEN ASALARIADO Y LA DEMOLICIÓN DE SU ESTADO!

¡LIMÍTATE A QUERER CONSERVAR Y LO PERDERÁS TODO! ¡CUANDO NO SE DEBE RETROCEDER MÁS HAY QUE SALTAR ADELANTE!

¡SOBREVIVIR CON EL CAPITALISMO, MANTENERSE A FLOTE EN UN BLOQUE DE HIELO EN PLENO CAMBIO CLIMÁTICO!

¡DE ESTA CRISIS A LA DE LA ENERGÍA Y LA DEL CAMBIO CLIMÁTICO. DE DESASTRE EN DESASTRE GRACIAS AL RÉGIMEN ASALARIADO DEL TRABAJO Y SOBRE LAS ESPALDAS DEL PROLETARIADO!

¡TRAS EL "ESTADO DE BIENESTAR", EL ESTADO BURGUÉS DE SIEMPRE: CONSEJO DE ADMINISTRACIÓN DEL CAPITAL, AZOTE DEL PROLETARIADO!

¡EL RÉGIMEN DE TRABAJO ASALARIADO, GARANTIZA DESTRUCCIÓN DE VIDA Y MISERIA AL PROLETARIADO!

¡AL CAPITALISMO SENIL NO LE REJUVENECE NI LOS BOTOX A LA IZQUIERDA!

¡OBEDECER AL PATRÓN O BUSCARSE UNO, CONSUMIR DE LO QUE ELLOS DECIDAN, VOTAR CADA 4 AÑOS A LOS POLÍTICOS QUE SEGUIRÁN LOS DICTADOS DE "LOS MERCADOS" CAPITALISTAS. ESA ES LA DEMOCRACIA EN EL RÉGIMEN ASALARIADO DEL TRABAJO!

¡TU VIDA POCO VALE SI NO PUEDES VENDERLA A LA BURGUESÍA!

¡PROLETARIO, TRABAJO EXPROPIADO Y CIUDADANO DE SEGUNDA!

¡TRABAJAR POR UN SALARIO, SUBORDINAR LA VIDA A DIARIO!

¡NO QUEREMOS FRACASADOS NI PERDEDORES: EL CAPITALISMO SENIL, DE LOS PEORES!

¡EL CAPITAL PROMOCIONA A LOS TRIUNFADORES: CREADORES DE DESEMPLEO, PRODUCTORES DE ARMAS, DESTRUCTORES DE LA NATURALEZA!

¡EL CAPITALISMO SENIL NO NECESITA VIAGRA: "LA PLUSVALÍA ME PONE"!

¡SOMOS ANTI-SISTEMA PORQUE LOS TRABAJADORES QUE CONSERVAMOS NUESTRA DIGNIDAD NO PODEMOS SER OTRA COSA FRENTE A UN SISTEMA QUE ADEMÁS DE ESTAFARNOS, NOS HUMILLA Y PRETENDE SACRIFICARNOS!

¡VUESTRO ORDEN ES EL DE LOS ESTAFADORES Y SUS ENCUBRIDORES. UN CORO DE FILISTEOS, FARISEOS, HIPÓCRITAS, CORRUPTOS, PSICÓPATAS Y LAMECULOS, AHOGA LA DECENCIA QUE QUEDE EN VUESTRA CONCIENCIA. VUESTRO CASTING SELECCIONA LOS PEORES RASGOS Y MIEMBROS DE NUESTRA ESPECIE. TODA VUESTRA CORRUPCIÓN SE GENERA EN EL RÉGIMEN ASALARIADO DEL TRABAJO! ¡NOSOTROS, LOS TRABAJADORES, DEVOLVEREMOS A LA HUMANIDAD SU DECENCIA, ABOLIENDO LA VIOLENCIA DE VUESTRO RÉGIMEN!

¡BURGUESES, OS CREÉIS IMPRESCINDIBLES PORQUE SOCIALMENTE TENÉIS MUCHO PESO, PERO SOIS UN LASTRE A NUESTRO PROGRESO!

¡BURGUESES, SOIS MUY ARROGANTES, PERO EN EL FUTURO SERÉIS DESPRECIADOS, PORQUE LA HUMANIDAD SÓLO SOBREVIVIRÁ ABOLIENDO EL RÉGIMEN DEL ASALARIADO!

¡BURGUESES, COMO SERES HUMANOS SÓLO TENÉIS UNA SALVACIÓN, RENEGAR DE VUESTRA CONDICIÓN, PORQUE PARA LA HUMANIDAD NO HAY MAYOR MALDICIÓN!

¡BURGUESES, SI PUDIESEIS VER EL FUTURO QUE VAIS CONSTRUYENDO, SALVO LOS PSICÓPATAS QUE ESTÁIS PROTEGIENDO, OS ASOMBRARÍAIS DE LA CRUEL INDIFERENCIA DE QUIENES SE LLEVARÁN VUESTRA HERENCIA! ¡NO PERMITIREMOS QUE SIGÁIS ADELANTE! ¡EL RÉGIMEN ASALARIADO NOS LLEVAREMOS POR DELANTE!

¡BURGUESES, MIRAOS EN EL ESPEJO Y NO VERÉIS VUESTRO REFLEJO! ¡EL TRABAJO ASALARIADO QUE A NOSOTROS NOS DEGRADA Y CUYOS BENEFICIOS OS AGRADAN OS INSENSIBILIZA POR LA SUERTE DE LA ESPECIE! ¡EL TRABAJO MUERTO ACUMULADO QUE OS ENRIQUECE TAMBIÉN OS ENVILECE! ¡QUERÉIS LA HUMANIDAD Y LA NATURALEZA A IMAGEN Y SEMEJANZA DE LA MERCANCÍA A MAYOR GLORIA DE LA PLUSVALÍA! ¡CON VUESTRO OFICIO CONDUCÍS A LA NATURALEZA AL DESASTRE Y A LA HUMANIDAD AL SUICIDIO! ¡PARA RECUPERAR VUESTRA HUMANIDAD DEJAD PASO AL PROLETARIADO Y SU SOLIDARIDAD! ¡NO PRETENDÁIS APLASTARNOS PARA LLEVARNOS MÁS LEJOS O ARRIESGARÉIS TAMBIÉN VUESTRO PELLEJO!

¡MIENTRAS OS LIMITABAIS A ESTAFARNOS EN VUESTRO NEGOCIO OS TOLERÁBAMOS, PERO CUANDO PENSÁIS EN SACRIFICARNOS Y CONDUCÍS A LA HUMANIDAD AL SUICIDIO, NO LO AGUANTAMOS! ¡ES HORA DE QUITAR DE EN MEDIO EL CAPITALISMO PORQUE NO TIENE REMEDIO! ¡CON NOSOTROS DIRIGIENDO, LA HUMANIDAD NO SEGUIRÁ SUFRIENDO!

¡NO ADMITIMOS NI VUESTRA LÓGICA NI VUESTRO DISCURSO PORQUE SON LOS DE PERVERSOS DESHUMANIZADOS Y LOS MENTIROSOS SERVIDORES DEL BENEFICIO!

¿QUÉ MORAL SE BASA EN UNA ESTAFA? LA DE LA BURGUESÍA, EN EL TRABAJO NO PAGADO O PLUSVALÍA!

¡EL CAPITALISMO ESTÁ CONDENADO. O ACABAMOS CON ÉL O VIVIREMOS ENCADENADOS!

¡D-M-D´ LA FORMULA DEL CAPITAL, DINERO-MERCANCÍA-DINERO+ O DAME-MÁS-DINERO!

¡D-M-D´ MÁS DAÑINO QUE EL DDT Y DESTRUCTIVO QUE EL TNT!

¡D-M-D´ LA FÓRMULA DEL ETERNO PROGRESO. FECHA DE CADUCIDAD 1914!

¡TRABAJO ASALARIADO, CAPITAL Y PLUSVALÍA, SON LA MISMA PORQUERÍA!

¡CAPITAL, VAMPIRO PARA LOS HUMANOS, CÁNCER PARA EL PLANETA!

¡EL CAPITALISMO TIENE TIRÓN, TODAVÍA PUEDE LLEVARNOS AL PRECIPICIO!

¡POR EL TRABAJO AL SERVICIO NO DEL BENEFICIO SINO DE NUESTRO BIENESTAR, ABOLICIÓN DEL RÉGIMEN ASALARIADO, EXTINCIÓN DEL PROLETARIADO!

¡LA MERCANCÍA Y EL DINERO SON AHORA MEDIOS PARA DOMINAR Y DESTRUIR LA VIDA, GRACIAS AL RÉGIMEN ASALARIADO DEL TRABAJO, LA PLUSVALÍA Y EL CAPITAL!

¡SI EN LAS PRÓXIMAS DÉCADAS NO PONEMOS FIN AL CAPITALISMO, EL CAPITALISMO SERÁ LA MENOR DE NUESTRAS PREOCUPACIONES!

¡EL CAPITALISMO NO TIENE REMEDIO, EL RÉGIMEN ASALARIADO DEL TRABAJO QUITEMOS DE EN MEDIO!

¡"CLASES MEDIAS", SI NO QUERÉIS CONDENAROS A LA CONDICIÓN PROLETARIA, LUCHAR CON NOSOTROS POR LA ABOLICIÓN DEL RÉGIMEN ASALARIADO DEL TRABAJO!

¡EL CAPITALISMO TIENE LOS SIGLOS CONTADOS. PERO QUE SEA HACIA ATRÁS. NI NOSOTROS NI EL PLANETA PODEMOS PERMITIRNOS QUE PASE DE ÉSTE. DE NOSOTROS DEPENDE!

¡SI NO LO ARRANCAMOS, EL CAPITALISMO NO CAERÁ COMO UN FRUTO MADURO DANDO PASO AL SOCIALISMO, SINO COMO UN FRUTO PODRIDO QUE AMENAZARÁ A TODO EL CESTO!

¡DECIMOS LOS TRABAJADORES: PARA REFLOTAR LA NAVE PLANETARIA, POR LA BORDA EL CAPITAL Y LA CONDICIÓN PROLETARIA!

¡NO DEBEMOS PLEITESÍA A LA BURGUESÍA!

¡NOS EXPLOTAN EN EL TRABAJO Y SUSPIRAMOS POR UN EMPLEO. NOS ENGAÑAN LOS POLÍTICOS Y SEGUIMOS VOTANDO. EL COLMO DEL SÍNDROME DE ESTOCOLMO!

¡NO TENEMOS LA RESPONSABILIDAD DE SACRIFICAR NUESTRA VIDA PARA SOLUCIONAR LOS PROBLEMAS DEL CAPITALISMO, SINO DE RESOLVER EL PROBLEMA QUE EL CAPITALISMO SUPONE PARA LA VIDA!

¡RESPONSABILIDAD CON LA HUMANIDAD, NO COMPLICIDAD EN SU RENTABILIDAD!

¡SI LAS PASADAS VÍCTIMAS DEL CAPITALISMO EN POBREZA, HAMBRUNAS Y GUERRAS PUDIESEN QUEJARSE, EL CAPITALISMO NOS RESULTARÍA INSOPORTABLE!

¡SI NUESTROS CAPITALISTAS DIRIGIESEN AUSCHWITZ, NOS TATUARÍAN UN CÓDIGO DE BARRAS Y PEDIRÍAN VÍCTIMAS PARA RENTABILIZAR LAS CÁMARAS DE GAS Y LOS HORNOS CREMATORIOS! ¡QUE NO PARE LA MEGAMÁQUINA DEL CAPITAL, ALIMENTADLA CON SACRIFICIOS, PORQUE LO EXIGE EL BENEFICIO!

¡IGUALDAD DE DERECHOS A LAS TRABAJADORAS!¡NO A LA VUELTA AL HOGAR CON LA EXCUSA DE LA CRISIS! ¡NO QUEREMOS ENTREGAR NUESTROS HIJOS AL CAPITAL Y SU ESTADO PARA QUE LOS SACRIFIQUEN EN EL TRABAJO ASALARIADO Y LA GUERRA!

¡EL DESARROLLO, CRISIS Y DECADENCIA DE ESTA CIVILIZACIÓN, SE DEBEN A LA PERSECUCIÓN DEL BENEFICIO QUE SE ORIGINA EN LA EXPLOTACIÓN DEL TRABAJO NO PAGADO AL PROLETARIADO, SOMETIDO AL RÉGIMEN ASALARIADO! ¡LA MISIÓN DEL PROLETARIADO, LIBERARSE A SÍ MISMO Y A LA HUMANIDAD, ABOLIENDO EL ASALARIADO!

¡DÉJENLO EN MIS MANOS, NOS DICE EL PATRÓN; DÉJENLO EN MIS MANOS, NOS DICE EL POLÍTICO; DÉJENLO EN MIS MANOS, NOS DICE EL MILITAR; HASTA QUE "SE LES VA LA MANO" Y "DE LAS MANOS" ¡ESTA ES LA DIVISIÓN CLASISTA DEL TRABAJO, PARA EXPRIMIR, OPRIMIR Y SACRIFICAR A LOS DE ABAJO!

¡PIENSA EL BURGUÉS EN SU ESCAÑO "MI DEMOCRACIA, QUÉ BUEN ENGAÑO"!

¡EL DINERO SIEMPRE VOTA MÁS VECES, EN LA URNA Y DESDE SUS DESPACHOS!

¡"SI EL GOBIERNO CUESTIONA EL BENEFICIO, BOMBARDEAD SU EDIFICIO" ORDENA EL CAPITALISTA AL MILITAR GOLPISTA!

¡LA BURGUESÍA VOTA EN LA URNA, CON SU DINERO, SUS PRESIONES Y CON LA BOTA DEL MILITAR!

¡DEMOCRACIA REPRESENTATIVA, DE LA BURGUESÍA LA ALTERNATIVA! ¡DEMOCRACIA DIRECTA, PARA LIBERAR EL TRABAJO, LA HERRAMIENTA CORRECTA!

¡DEMOCRACIA DESDE ABAJO CON SOBERANÍA EN EL TRABAJO!

¡ATENDED TRABAJADORES UN CONSEJO. LA SOLUCIÓN A NUESTROS MALES, EL COMUNISMO DE LOS CONSEJOS!

¿LA POLÍTICA DEJADA A LOS PARTIDOS? ¡TRABAJADORES SOMETIDOS!

¡LA POLÍTICA DESDE ABAJO CONTRA LA DIVISIÓN CLASISTA DEL TRABAJO!

¡DEMOCRACIA DIRECTA EN EL TRABAJO Y LA POLÍTICA!

¡LA DIRECTA, SIN CONTROL DE SINDICATOS NI PARTIDOS, DEMOCRACIA DIRECTA!

¡LOS PROGRAMAS ELECTORALES NO SIRVEN. DEBEREMOS IR ELABORANDO UN PROGRAMA DE TRANSFORMACIONES SOCIALISTAS QUE IMPONDRÁN NUESTROS ORGANISMOS REPRESENTATIVOS AL MARGEN DEL ESTADO BURGUÉS!

¡CAPITALISTAS, SI LA HUMANIDAD TIENE FUTURO, POR VOSOTROS NO DA UN DURO!

¡SU MORAL NOS SACRIFICA. LA NUESTRA NOS EMANCIPA!

¡SÓLO SE VIVE UNA VEZ, Y LA HIPOTECAMOS POR EL CAPITAL!

¡LA VIDA NOS PODRÍA OFRECER MÁS QUE LA ESTAFA DEL CAPITALISMO!

¡AL PRINCIPIO VIVÍAMOS PARA TRABAJAR, LUEGO TRABAJÁBAMOS PARA VIVIR, AHORA DE VUELTA VIVIREMOS PARA TRABAJAR. PARA VIVIR TRABAJANDO COMO UNA ACTIVIDAD QUE PERMITA REALIZARNOS EN LA VIDA, DEBEMOS ABOLIR EL RÉGIMEN ASALARIADO DEL TRABAJO!

¿CÓMO HABRÍAN SIDO NUESTRAS VIDAS SI HUBIÉSEMOS NACIDO YA SUPRIMIDO EL CAPITALISMO? ¡ESO PODRÍAMOS DEJAR EN HERENCIA A LAS SIGUIENTES GENERACIONES EN LUGAR DE LA PRÓXIMA MEGA-CRISIS Y COLAPSO DE LA HUMANIDAD!

¡NO VIVAMOS PARA EL CAPITAL, SINO PARA RECUPERAR NUESTRA VIDA ABOLIENDO EL CAPITALISMO!

¡RECUPERAR NUESTRA VIDA, RECUPERAR NUESTRO TRABAJO, ABOLIR EL RÉGIMEN ASALARIADO, LIBERAR LA VIDA!

20.- Enlaces a artículos y su relación.

Para no extenderme más me remito a los argumentos expresados en los siguientes trabajos seleccionados en Kaosenlared, disponibles la mayoría en el Kaos Antiguo (aunque su Buscador ya no sirva para localizarlos).

"Plusvalía, trabajo asalariado y mercancía. Ir a la raíz o andarnos por las ramas hasta la pronta derrota". 16 páginas. Con canción y eslóganes. En Kaosenlared el 10 de diciembre 2011.

kaosenlared.net/noticia/plusvalia-trabajo-asalariado-mercancia-ir-raiz-andarnos-ramas-hasta-pr.

"Capital, energía y plusvalía. Por un ecologismo proletario. Comentarios a Ramón Fernández Durán. Llamamiento".80 páginas. Con muchos eslóganes también para la denuncia del "salarismo". Explica además con detalle la cuestión de la plusvalía y otros aspectos económicos, y las características de la época de la crisis energética y el Decrecimiento, y cómo se prepara la burguesía. En Kaosenlared el 3 septiembre 2011.

kaosenlared.net/noticia/capital-energia-plusvalia-ecologismo-proletario-comentarios-ramon-fern.

"Horizonte 2050: Socialismo o Mega-Crisis. Recuperar nuestra vida y salvar la Tierra. Una propuesta de Marco" .25 páginas. En Kaosenlared el 14 mayo 2011.

kaosenlared.net/noticia/horizonte-2050-socialismo-mega-crisis-recuperar-nuestra-vida-salvar-ti.

"Puentes de festivos eliminados. Productividad, reducción del salario global, concentración del capital y poda de ramas". En Kaosenlared, el 21 de diciembre de 2011.

kaosenlared.net/noticia/plusvalia-trabajo-asalariado-mercancia-ir-raiz-andarnos-ramas-hasta-pr.

"Proletariado. Responsabilidad moral y responsabilidad histórica. Sin sujeto moral no hay sujeto revolucionario". En Kaosenlared el 23 octubre 2009.

kaosenlared.net/noticia/proletariado-responsabilidad-moral-responsabilidad-historica-sin-sujet.

"Humanidad, verdugo, víctima y esperanza" En Kaosenlared el 19 septiembre 2008

kaosenlared.net/noticia/humanidad-verdugo-victima-esperanza.

Para localizar otros textos míos publicados todos en kaosenlared y seleccionados, en el Kaos Antiguo, con un buen buscador poner "Aurora Despierta" más old.kaosenlared.net o kaosenlared, aunque muchos no aparecen si no se pone también el título del artículo.

Relaciono el título de otros artículos. Para acceder con el buscador, a veces la mejor forma es ponerlo entre comillas y a la vez, "kaosenlared"

"Zombis. Un caso de cultura de masas. Sus efectos en el "Horizonte 2050" de la Mega-Crisis." (25-6-2011)

"Agricultura mundial. Compra tierra y corre. Fósforo ¿hay futuro?. Hambre para hoy y mañana. ¿Qué agricultura?" (19-8-2009)

"Colapso alimentario. Otra faceta de la próxima Mega-Crisis del capitalismo" (17-7-2009)

"Universo: complejidad, vida y compasión en su línea de evolución" (6-7-2009)

"Fin de la era del petróleo y cambio climático. ¿Están equivocados los cálculos del IPCC?. Cuestiona R. Bermejo" (19-1-2009)

"¿Burbuja solar?. Especulación, corrupción, estafa y chapuza en el boom fotovoltaico. Contradicciones del capital" (11-12-2008)

"Sin petróleo, el socialismo ¿tendrá su oportunidad?. Mega-Crisis. Pronóstico, plazos y estrategia. Hacia 2030" (4-12-2008)

"Crisis. Otra víctima: aplazamiento lucha contra cambio climático. Más cerca Mega-Crisis capitalista. Futuros" (16-10-2008)

"Capitalismo en crisis pero ¡nosotros también!. Programa Transformaciones. Mega-crisis próxima. Cosmovisión" (10-10-2008)

"Heroísmo, cultura de masas y nuestro futuro" (6-9-2008)

"Proletariado o tecnoburocracia ¿de quién será el futuro? (14-6-2008)

"Proletariado del siglo XXI: contra la alienación, "contra sí" como clase, para sí como seres humanos" (16-5-2008)

"Juventud marginada, identidad confusa; y 2ª parte) Las revueltas del 2005 en Francia" (5-5-2008)

"Juventud marginada, identidad confusa; 1ª parte) Pandillismo y degradación social" (11-44-2008)

"Jesús no fue Cristo. Del hombre histórico al dios hijo de la fe. Amores que matan" (28-3-2008)

"Las elecciones tienen un ganador cantado: el capital y su Estado" (27-2-2008)

"Holocausto judío, identidad y psicología nazis" (12-12-2007)

21.- Cinco webs y una editorial para aprender más.

En internet se pueden encontrar muchas direcciones de interés para conseguir materiales de estudio y reflexiones sobre la actualidad con una orientación proletaria revolucionaria. Pero existe el riesgo también de dispersarse y de ignorar aquello que por su contenido y concentración de documentos e información resulta más eficiente.

Por eso y porque son poco conocidas, tomad nota de las siguientes:

La de Comunistas por la Autoliberación Integral (CAI, ex Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques -CICA-) un pequeñísimo colectivo que se inspira sobre todo en la corriente del comunismo de los Consejos que se rebeló contra el bolchevismo, no por impulsar la revolución rusa, sino por su sustitución del proletariado y por supuesto contra el estalinismo y cualquier forma de capitalismo (democrático, fascista, "socialista" capitalismo de estado...), en algo del anarquismo, con un gran interés en impulsar un movimiento proletario liberado de los lastres del pasado, una renovación y desarrollo de la perspectiva comunista hacia una liberación integral de los seres humanos de todas sus alienaciones, desde el trabajo a su relación con la Naturaleza, con una crítica nada superficial, sino a fondo de lo que es el capitalismo. Presta mucha atención a la psicología y lo "espiritual" de la trascendencia del ego, no en plan "autoayuda" sino como parte de esa liberación integral. En esa página se pueden encontrar tanto textos del grupo como de otros autores (Gorter, Mattick, Pannekoek, y muchos más) que son verdaderas joyas, difíciles de hallar en otro lugar. Como es una página muy modesta, ante el riesgo de que pudiese desaparecer, a quienes os interese y tengáis mucho espacio en el disco duro del ordenador, un aconsejo, descargarla toda (son archivos sencillos de texto Word comprimidos).

La de Corriente Comunista Internacional (CCI), una pequeña organización pero con secciones en varios países, "se reivindica de los aportes sucesivos de la Liga de los Comunistas de Marx y Engels (1847-52), de las tres Internacionales (la Asociación Internacional de los Trabajadores, 1864-72, la Internacional Socialista, 1884-1914, la Internacional Comunista, 1919-28), de las fracciones de izquierda que se fueron separando en los años 1920-30 de la IC en su proceso de degeneración, y más particularmente de la Izquierdas alemana, holandesa e italiana". Para los que empiezan a buscar es de especial utilidad la riqueza de su índice (Navegación, Mapa sitio). La CCI también ha publicado bastantes artículos en Kaosenlared.

https://es.internationalism.org/

Para localizar textos de Marx y Engels y de quienes se han reclamado, con fundamento o sin él, del marxismo.

https://www.marxists.org/espanol/indice.htm

La de Corrent Roig, con muchos textos sobre economía y economía marxista

https://www.correntroig.org/

El Observatorio de la Crisis, con muchos textos sobre economía y con orientación marxista.

www.observatoriodelacrisis.org.

Editorial Maia ediciones, unos libritos muy interesantes sobre economía marxista.

www.maiaediciones.com

Herencia de la Izquierda Comunista: 

Cuestiones teóricas: