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En Septiembre de 2006, la CCI tuvo ocasión de presentar, ante un auditorio de 170 estudiantes de una universidad brasileña, su análisis sobre la coyuntura mundial y la alternativa histórica. La presentación[1] trató los siguientes temas: la guerra, la lucha de clases y el papel de las elecciones. Tras la presentación se desarrolló un debate muy animado del que, a continuación, resumimos lo esencial[2].
Ante todo queremos resaltar como los participantes acogieron nuestra posición, cuyo contenido no les resultaba “habitual” para ellos, puesto que denunciamos las elecciones como un instrumento al total servicio de la burguesía, y poníamos el acento en la perspectiva de desarrollo de la lucha de clases internacional. Y a pesar de esto, nuestro análisis no suscitó escepticismo u hostilidad, sino un gran interés y, en ocasiones, un apoyo explicito.
La naturaleza de los sindicatos y la izquierda.
En la presentación no nos extendimos mucho sobre la naturaleza y el papel de los sindicatos. Por ello saludamos una intervención que planteo claramente que los sindicatos son apéndices de los partidos burgueses y constituyen un trampolín para aquellos que quieren escalar hasta las cotas más altas de la burocracia estatal.
Se nos preguntó si pensábamos que el gobierno Lula era de izquierdas o de derechas. Respondimos que “de izquierdas, desde luego”. Que se comporte en el Gobierno como enemigo del proletariado no contradice en nada que sea de izquierdas, pues la izquierda gobierna con la misma misión que la derecha, es decir defender los intereses del capital nacional, y eso solo puede hacerse a costa del proletariado.
Sea cual sea el discurso, más o manos radical, de Bachelet en Chile, de Kirchner en Argentina, de Chávez en Venezuela o de Evo Morales en Bolivia, todos ellos son servidores del capital. Incluso Chávez, su figura más “radical”, enfrentado a los sectores de la burguesía que gobernaron Venezuela hasta 1988, y que no deja pasar ocasión para arremeter públicamente contra el imperialismo USA – reforzando eso sí su propia influencia imperialista en el Caribe-, organiza de forma totalmente despiadada la explotación de los proletarios venezolanos.
Que tanto la izquierda como la derecha defiendan los intereses del capital nacional contra el proletariado, no significa que sean idénticas. En efecto, por lo general los proletarios no albergan ilusión alguna sobre las intenciones de un gobierno de derechas, que se identifica abiertamente con los intereses de la burguesía. Pero, desgraciadamente, el proletariado en su conjunto no tiene la misma claridad en lo tocante al papel de la izquierda. Eso implica que la izquierda, y más aún la extrema izquierda, tienen una mayor capacidad para engañar al proletariado. Por eso, esas fracciones del aparato político de la burguesía son un enemigo más peligroso para el proletariado.
El papel de las elecciones.
Algunas intervenciones volvieron sobre la cuestión de las elecciones que la presentación había desarrollado ampliamente. “¿Es realmente imposible utilizarlas para una transformación social?”. Nuestra posición al respecto no tiene nada de dogmática, sino que refleja una realidad que se da en todo el mundo desde principios del siglo XX. Desde entonces «el centro de gravedad de la vida política ya ha dejado definitivamente de estar en el parlamento» como señaló la Internacional Comunista, y por tanto el circo electoral sólo puede ser un arma ideológica en manos de la burguesía contra el proletariado.
¿Cómo se desarrollará la lucha de clases?
“Si las elecciones no sirven para la lucha de clase ¿cómo combatirá el proletariado?
Las luchas que ha desarrollado el proletariado desde 1968 no han sido “luchas electorales”. Aunque incapaces de trazar explícitamente una perspectiva revolucionaria, han sido lo suficientemente fuertes para impedir una guerra mundial en los tiempos de la guerra fría, o choques frontales entre las grandes potencias tras el fin de ese período. El proletariado sigue siendo un freno al desarrollo de la guerra. La clase obrera y en general la población explotada no se movilizan tras las banderas de sus respectivas burguesías nacionales. La enorme dificultad que encuentra Estados Unidos para reclutar soldados que quieran servir de carne de cañón en los conflictos de Irak o Afganistán es una buena ilustración de ello.
Para resistirse al deterioro constante de sus condiciones de vida como consecuencia de la agravación de la crisis, el proletariado mundial se verá impulsado a amplificar sus luchas. Las luchas que sobre todo en los dos últimos años, se están desarrollando a escala mundial, expresan cada vez más características que son ingredientes para el futuro desarrollo de un proceso revolucionario:
* La masividad, tal y como lo hemos visto en la huelga de dos millones de obreros en Bangla Desh;
* La solidaridad demostrada por los trabajadores del aeropuerto de Heathrow en Londres o en los transportes de Nueva York en 2005;
* La capacidad de poner en pie en las luchas, asambleas masivas abiertas a todos los obreros, como durante la huelga de los metalúrgicos de Vigo, en España, la pasada primavera.
* La capacidad de los estudiantes en Francia, esa misma primavera, de dotarse de asambleas generales soberanas capaces de preservar la independencia de la lucha frente a los intentos de sindicatos y partidos de la burguesía para controlarlas y debilitar así la lucha.
Varios asistentes insistieron en que hablásemos más de esta última experiencia de lucha, lo que hicimos aunque fuera brevemente. Es verdad que lo esencial de la movilización no corrió a cargo de los asalariados, pero los que participaron en ellas forman parte indudablemente del proletariado. En efecto, una gran mayoría de estudiantes se ven ya obligados a trabajar para sobrevivir; además la inmensa mayoría de ellos engrosará, al final de sus estudios, las filas de la clase obrera. Los estudiantes entraron en lucha para echar atrás una ley que agravaba la precariedad laboral y que constituía por tanto un ataque contra toda la clase obrera. Por eso la inmensa mayoría del movimiento de estudiantes buscó, conscientemente, la solidaridad del conjunto del proletariado y han tratado de sumarlo a la lucha. En varias ocasiones se han producido manifestaciones que han movilizado 3 millones de personas en diferentes ciudades de Francia el mismo día. En la mayoría de universidades en huelga se sucedían regularmente asambleas generales que han sido el verdadero pulmón de la lucha. La solidaridad estaba en el centro de la movilización, y al mismo tiempo ésta suscitó en la población en general y en el proletariado en particular, una fuerte corriente de simpatía. Todo ello hizo que el Gobierno diera marcha atrás ante esta movilización, precisamente para evitar que se extendiera.
Algunas intervenciones han expresado preocupaciones sobre las dificultades objetivas para el desarrollo de la lucha de clases: “¿La disolución de las unidades de producción no será un obstáculo para su desarrollo?”. Es verdad que, en general, asistimos a una disminución de efectivos en el proletariado industrial como resultado tanto de cambios en el proceso de producción (cada vez más trabajadores lo hacen en el llamado sector “terciario”), como de la agravación de la crisis económica y de las deslocalizaciones de sectores de la producción que se llevan a países donde la mano de obra es más barata como es el caso de China donde ha habido estos últimos años un importante crecimiento. Este fenómeno constituye una dificultad para el proletariado pero éste ha demostrado ser capaz de superarla. En efecto el proletariado no se limita a los trabajadores industriales. La clase obrera incluye a todos aquellos que, como explotados, no poseen más medio de supervivencia que la venta de su fuerza de trabajo. El proletariado está en todas partes y el sitio por excelencia para reagruparse es la calle como nuevamente ha ilustrado el movimiento de estudiantes contra la precariedad en Francia.
La deslocalización de sectores de la actividad hacia países como China ha creado una división entre el proletariado chino - ultra-explotado y que sufre unas condiciones de vida terribles -, y el proletariado de los países centrales para quien la desaparición de sectores importantes de la producción equivale a pagar las consecuencias de un desempleo en aumento. Pero esta no es una situación excepcional. Desde sus orígenes el capitalismo ha provocado la concurrencia entre unos proletarios y otros. Y también desde sus orígenes, el movimiento obrero ha tratado de resistir colectivamente esa concurrencia y superarla mediante la lucha colectiva. Merece la pena recordar que la fundación de la Primera Internacional obedeció a la necesidad de impedir que la burguesía inglesa pudiera emplear a los trabajadores de Bélgica, Francia o Alemania, para “romper” las huelgas de los obreros ingleses. Hoy es verdad que a pesar de haber protagonizado luchas importantes, el proletariado chino no es capaz de superar, por sí mismo, su aislamiento. Eso implica una gran responsabilidad para los obreros de los países más desarrollados que deben impulsar, a través de sus luchas, la solidaridad internacional.
El desarrollo de la lucha de clases estará marcado por una creciente capacidad del proletariado para controlar sus luchas y tomar a cargo, por si mismo, su organización. Para ello se tendrá que generalizar la práctica de las asambleas generales que elijan delegados revocables por ellas mismas. Esta práctica precede al surgimiento de los consejos obreros, futuros órganos del ejercicio del poder por parte del proletariado. Este tipo de organización es la única que permitirá a los trabajadores tomar colectivamente un control creciente sobre la sociedad, sobre su existencia y si futuro.
Tal objetivo no podrá alcanzarse recurriendo a formas organizativas que no han roto con el cuadro de organización de la sociedad burguesa, como por ejemplo la llamada “democracia participativa” que presume de corregir los defectos de la clásica democracia representativa. Un compañero nos pidió en una intervención que explicásemos nuestra posición al respecto. Para nosotros la democracia participativa no es más que un medio para hacer que los explotados y los excluidos gestionen, ellos mismos, su propia miseria, haciéndoles creer engañosamente que les ha sido conferido un cierto poder en esta sociedad. Se trata pues, a fin de cuentas, de una pura y dura mistificación.
La perspectiva revolucionaria.
Es necesario asentar las perspectivas del desarrollo de la lucha de clases en la experiencia histórica del proletariado. Sobre esto se nos hicieron las siguientes preguntas: “¿Por qué fueron derrotadas la Comuna de Paris y la Revolución rusa?” y “¿Por qué degeneró la Revolución rusa?”.
La Comuna de Paris aún no fue realmente una “autentica revolución”, sino una insurrección victoriosa del proletariado limitada a una cuidad. Sus límites son esencialmente el producto de la inmadurez de las condiciones objetivas en aquella época. Por un lado el proletariado no estaba aún suficientemente desarrollado para poder enfrentarse en los principales países al capitalismo para poder derrocarlo. Pero es que, además, el capitalismo aún no había dejado de ser un sistema progresivo capaz de desarrollar las fuerzas productivas sin que sus contradicciones se manifiesten de una forma crónica y aún más brutal. Esta situación cambió a comienzos del siglo XX, con el surgimiento en Rusia en 1905 de los primeros consejos obreros, órganos de poder de la clase revolucionaria. Poco después el desencadenamiento de la 1ª Guerra Mundial, supuso la primera manifestación aterradora de la entrada del capitalismo en su etapa de decadencia, en su fase de «guerra y de revoluciones», como la caracterizó la Internacional Comunista. Frente a esta barbarie surgió una oleada revolucionaria que se desarrolló a escala mundial a un nivel nunca antes conocido, y en la que reaparecieron los Consejos Obreros. El proletariado logró tomar el poder político en Rusia, pero la tentativa revolucionaria en Alemania en 1919 fue derrotada gracias a la capacidad de la Socialdemocracia para descarrilar a los trabajadores. Este fracaso debilitó considerablemente la dinámica revolucionaria mundial que en 1923 se encontraba prácticamente ya extinguida. Aislado, el poder del proletariado en Rusia, solo podía degenerar. La contrarrevolución se manifestó con el ascenso del estalinismo y a través de la formación de una nueva clase burguesa personificada por la burocracia estatal. Pero a diferencia de lo sucedido en la Comuna de Paris que no pudo extenderse por la inmadurez de las condiciones materiales, la causa de la derrota de la oleada revolucionaria mundial de 1917-23, hay que buscarla en una insuficiente conciencia en el seno de la clase obrera sobre los retos históricos a los que se enfrentaba, y sobre la naturaleza de clase de la social democracia que había traicionado definitivamente el internacionalismo proletario y al proletariado en el momento de la guerra mundial. Las ilusiones que persistían en las filas proletarias sobre este enemigo de clase le impidieron desenmascarar sus maniobras para derrotar la revolución.
Menos de un año después de la presentación que hicimos ante más de 250 estudiantes en la Universidad de Victoria Conquista sobre “La Izquierda comunista y la continuidad del marxismo”, ésta última reunión nos permite comprobar, con gran satisfacción, que junto a un creciente rechazo de la miseria material, moral e intelectual de este mundo en descomposición, existe también en las nuevas generaciones un interés cada vez mayor por el futuro de la lucha de clase. Invitamos a todos aquellos que estuvieron presentes en esa reunión y tengan la oportunidad de leer este artículo, a continuar el debate que allí comenzamos y a manifestar por escrito sus opiniones sobre las cuestiones que abordamos.
CCI (12 de Octubre de 2006).
[1] Disponible en portugués “La coyuntura mundial y las elecciones” https://pt.internationalism.org/icconline/2006/eleicoes
[2] Un informe exhaustivo lo podéis encontrar en portugués en https://pt.internationalism.org/icconline/2006/perspectivas-de-luta-de-c...