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¿Cómo explicar la nueva amenaza que se cierne contra el empleo y las condiciones de vida de los obreros de Astilleros? ¿Por la mala gestión del anterior Gobierno? ¿Por debilidad en la defensa del sector público?
Rotundamente no. En Alemania el gobierno “socialista” plantea el peor recorte de prestaciones sociales desde la 2ª Guerra Mundial y bajo su égida los empresarios chantajean a los obreros con el dilema de “o aceptáis trabajar MAS HORARIO CON MENOS SALARIO o Deslocalizamos la empresa”. En Francia, Bélgica, Gran Bretaña etc., Gobiernos y Patronos hacen lo mismo. El problema de astilleros no tiene nada de nacional ni de sectorial, forma parte del problema mundial y global de la crisis histórica del capitalismo. Este sistema que funciona para obtener el máximo beneficio y no para satisfacer necesidades humanas, está hundiendo a los trabajadores y la humanidad en una espiral interminable de miseria y guerras.
Los sacrificios son la fuente de nuevos y peores sacrificios
Desde que el gobierno “socialista” de González emprendiera en 1984 la primera reconversión del sector naval con miles de despidos, cada gobierno, cada patronal, decían “esta reconversión será la última”. Aún está caliente en nuestras memorias la última crisis del sector naval que se remonta a marzo 2004 con el anterior Gobierno y que se presentó como la “solución definitiva”.
GOBIERNOS, PATRONALES Y SINDICATOS NOS ENGAÑAN CON LA CANTINELA DE “ESTE ES EL ULTIMO SACRIFICIO”. La realidad es que los sacrificios solo acarrean nuevos y peores sacrificios, los despidos de ayer son la base de los despidos de mañana. Sí aceptamos que nos reduzcan el salario hoy lo único que garantizaremos es nuevas reducciones para mañana.
Ante la crisis que desde hace 30 años afecta a sus diferentes sectores productivos, el capitalismo siempre tiene la misma receta: “aceptad sacrificios y así garantizaréis un futuro mejor”. Debemos hacer balance y sacar la única conclusión razonable: eso es mentira. En el sector naval, en el sector minero, pero también en sectores punta como informática o telecomunicaciones, los trabajadores hemos sido sometidos a una sucesión de despidos que sólo han traído nuevos despidos, de la misma forma que los recortes en las prestaciones de la Seguridad Social han acarreado nuevos y peores recortes.
La economía capitalista está en una crisis sin salida y las medidas que el Capital propone para salvarla y garantizarnos un supuesto “futuro mejor” lo único que hacen es agravarla y empeorarla.
Sí la supuesta “guerra contra el terrorismo” sólo ha traído más terrorismo, sí las medidas de reforzamiento del Estado “contra la inseguridad” solo han traído más inseguridad y caos, sí la guerra “contra las armas de destrucción masiva” solo ha acarreado más destrucciones masivas, los despidos solo provocan mayores despidos, las rebajas de salarios peores rebajas de los mismos, la precariedad más precariedad...
El Gobierno ZP en la misma senda que el Gobierno Aznar
Tras ganar las elecciones, los “socialistas” de ZP prometieron una política “más social”, con “más diálogo”, por todas partes se promovió en los trabajadores y la población “un alivio”. ¡Ya no estaríamos tan mal como con Aznar!.
El ataque al sector naval desmiente estos cuentos de hadas y no es sino el anuncio de ataques en todos los frentes que irán lanzando progresivamente. Todo Gobierno es un servidor incondicional del Capital Nacional y no hay ningún terreno en los que puedan coincidir los intereses de los obreros con los intereses del capital nacional. La crisis del capitalismo exige del Gobierno “de la nación” medidas de ataque a todos los aspectos de las condiciones de vida de la clase obrera: desde los puestos de trabajo a la jornada laboral pasando por la vivienda o la precariedad. No hay ningún “alivio” posible a los sufrimientos de los trabajadores y la gran mayoría de la población. La solución no es cambiar de gobierno sino destruir el capitalismo.
Divide y vencerás
El capitalismo no solo ataca las condiciones de vida de los obreros sino que ataca su unidad, su solidaridad, su capacidad de organización, su conciencia, es decir, ataca las armas que estos tienen para luchar y resistir.
Los cínicos “socialistas” han planteado que el sector naval militar será garantizado pero que el sector naval civil será “reestructurado” y se pedirá “la colaboración privada”. Es decir, que será abandonado a una agonía de despidos hasta su total desaparición. Este planteamiento está hecho expresamente para DIVIDIR Y ENFRENTAR A LOS TRABAJADORES ENTRE SI.
Pero la cizaña de la división también la siembran los sindicatos. Ellos dicen que el sector civil se podría salvar, que bastaría con hacer frente a la competencia de Corea para tener “carga de trabajo”. Es cierto que hay competencia entre los capitalistas europeos y el capital coreano a propósito de los barcos, pero es una competencia propia de las leyes ciegas del capitalismo que lleva a los despidos y la miseria. ES UNA COMPETENCIA QUE SIEMBRA LA DESOLACION EN TODOS LOS PAISES. Los trabajadores tenemos que aspirar a abolir la competencia entre nosotros, forjar nuestra unidad y establecer así las bases para una COMUNIDAD HUMANA MUNDIAL donde la competencia quede abolida y la producción se planifique y se reparta de forma armoniosa.
Los métodos de lucha que están propiciando sindicatos y sindicalistas “radicales” de cortar autopistas y accesos para enfrentarse violentamente a la policía encierran también el germen de la división. Aislados, en pequeños grupos, por mucho tirachinas que se eche, no vencemos al capital, que nos tiene entretenidos en choques estériles y, peor aún, nos enfrenta con otros trabajadores que acaban por no comprender que la lucha contra los despidos es su propia lucha y reaccionan más bien con irritación frente a sus compañeros. Es lo que el capital necesita para llevarnos a la derrota
La solidaridad y unidad obreras son nuestra fuerza
Las amenazas que penden sobre nuestras cabezas son muy graves y afectan a todos los órdenes de nuestra vida. No podemos luchar cada cual en su rincón pues eso significa la derrota de todos y cada uno. Activos y parados, fijos y precarios, nacidos aquí y emigrantes, todos tenemos una amenaza común y por tanto necesitamos una lucha común. La solidaridad es nuestra primera fuerza. Solidaridad es sentir cada lucha como propia cualquiera que sea la forma del problema contra la que quiere responder.
En las huelgas obreras en España en 1976, la consigna más gritada era SOMOS OBREROS UNETE. Esa debe ser de nuevo nuestra consigna. La primera preocupación de todo sector obrero en lucha es extenderla a los demás obreros. La primera preocupación de estos es sentirse implicados, ver sus problemas y su lucha como propios.
Pero la solidaridad y la unidad solo se forjan a través de la organización de la lucha mediante ASAMBLEAS SOBERANAS en las que todos los trabajadores piensen, discutan y decidan por si mismos, deshaciendo en un duro combate las trampas y maniobras de las jerarquías sindicales.
El capitalismo no se puede reformar ni mejorar. En una manifestación de los obreros del sector naval de Sestao una pancarta decía SI NO HAY SOLUCION ¡REVOLUCION!. Efectivamente, la única solución es la Revolución Proletaria Mundial. Pero esto va a costar una lucha muy larga, dura y difícil. Todas las luchas pequeñas y grandes deben concentrarse en esa dirección, la unidad, la solidaridad y la capacidad de organización de los obreros, bases de la futura sociedad, son las que deberán crecer y desarrollarse en ellas.
CORRIENTE COMUNISTA INTERNACIONAL 15-9-04