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En ningún modo de producción del pasado, se había desarrollado tanto la tecnología como en el capitalismo, sin embargo, las catástrofes y “accidentes” son cada vez más letales, cobrando miles de vidas, que en su mayor parte corresponden a trabajadores.
Edificios que se derrumban, trenes que se descarrilan, minas que se colapsan… esto sucede sistemáticamente, lo mismo en las ciudades depauperadas de India, América Latina o Medio Oriente, que en las industrializadas de los Estados Unidos o Europa. Ningún país está exento de que se presenten estos eventos…
Terribles casos como el ocurrido en Bangladesh en 2013, con el derrumbe del edificio Rana Plaza, en el que se alojaban fábricas textiles o los edificios colapsados recientemente en Turquía ilustran lo dispuesto que está la burguesía a ofrecer la vida de los asalariados a cambio de mantener sus ganancias. Pero como ya lo decíamos, estas circunstancias no son exclusivas de los países de menor industrialización, en los países centrales la burguesía es tan brutal como en la periferia, lo mismo cuando desata la represión, que en su celosa defensa de la ganancia, por la que tampoco duda en sacrificar la vida de los trabajadores. Podríamos hacer una larguísima lista de esos “accidentes”, pero nombremos solo algunos de relativa cercanía en el tiempo, ocurridos en países industrializados: el incendio de la torre Grenfell en Londres en 2017, que cobró varias vidas como resultado de haber usado en la construcción de este edificio (habitado por trabajadores), materiales inflamables y así reducir costos. Otro hecho es el colapso del puente Morandi en Génova en 2018, por la falta de mantenimiento. Recientemente en Ohio, EE. UU., durante la primera semana de febrero, sucedió que, debido al incremento de la carga a las máquinas y de los ritmos de labor, se descarriló un tren que llevaba una carga de productos industriales altamente tóxicos. Así, el proceso de explotación es llevado al extremo, poniendo en peligro la vida de los trabajadores, pero además con el derrame de los tóxicos, se convirtió en una amenaza de los habitantes cercanos y una destrucción masiva de la fauna de los ríos y lagos de la región...
Como queda ilustrado, la burguesía en todo el planeta, al abandonar el mantenimiento de la infraestructura urbana, al continuar utilizando tecnología anticuada y peligrosa o, al elevar los ritmos de trabajo, pone en peligro la vida de los trabajadores. Por esa misma razón, fenómenos como los sismos o las inundaciones, que parecieran simples expresiones naturales sin control, tienen en la raíz de sus efectos destructivos la falta de materiales y tecnologías adecuadas. Pero para la clase dominante y su Estado, todo gasto que no esté conectado en generar ganancias, debe minimizarse o posponerse su desembolso… hasta el momento en que las estructuras urbanas se colapsen.
En la ciudad de México, la presencia continua de este tipo de “catástrofes” están muy presentes, particularmente los que tienen que ver con el transporte público. Los vehículos usados en ese servicio –tanto el que cubren capitales privados concesionados, como el controlado por el Estado–, por el abandono de su mantenimiento, son vistos como verdaderos ataúdes rodantes.
La falta de mantenimiento…
El metro de México tiene una condición especial, en tanto que moviliza diariamente 44.8 millones de personas, por eso cuando se presenta un desperfecto (que acontecen a cada momento) son cientos de miles los que sufren las consecuencias. La evidente y probada causa de esos desperfectos es la falta de mantenimiento. Pero no solo son retrasos e incomodidades lo que provoca ese descuido, son también accidentes mortales. Basta recordar el desplome de un tramo de vías elevadas de la línea 12 del metro, ocurrido en mayo de 2021, dejando un trágico resultado de 26 muertes y más de una centena de heridos. En este caso como los diversos “accidentes” que se han presentado en el metro, aun cuando el saldo pudiera ser menos dramático, han sido por efecto de la falta de mantenimiento, que siempre van acompañado de actos de corrupción y de desprecio de la vida de los miles de trabajadores que están obligados a usar ese medio de transporte. Es indudablemente un acto criminal, en el que está involucrado directamente el Estado, incluyendo por tanto al gobierno federal y local, pero también a las mafias sindicales y demás sectores de la burguesía involucrados en la construcción o en su mantenimiento.
… o las acciones de sabotaje…
Pero si la negligencia y abandono se expone como un acto criminal, el sabotaje, que según afirman los voceros del Estado, fue la causa del choque de dos trenes del metro el 7 de enero de este año, (que provocó la muerte de una pasajera y dejó con lesiones a más de cien personas), así como el “desacople de dos vagones” en la Línea 7, nueve días después del choque referido, es igual de criminal y pone en evidencia el cinismo y la generalización del actuar de la burguesía al estilo gansteril.
No podemos asegurar que el peritaje del gobierno, en el que concluye que hubo sabotaje en el metro, sea cierto o no, en tanto que además de colocar en las estaciones del metro a la policía militar (llamada guardia nacional y que hasta ahora su tarea principal ha sido la contención de la migración), adjudicarle cargos por homicidio al conductor del metro que envistió al otro tren y detener a una señora a la que se le cayó una refacción de su lavadora a las vías, por lo que la acusaron de sabotaje (aunque luego de varios días fue exonerada), no se presentan más elementos para apoyar la hipótesis de sabotaje. Sin embargo, lo cierto es que la división que está presente en la burguesía, muy marcada desde finales de la década de los ochenta, ha evidenciado escandalosamente, la forma en que opera la clase dominante. Algunos ejemplos de esos actos son los ajusticiamientos políticos presentes durante la primera mitad de la década de los noventa del siglo XX, como los cometidos contra el obispo Posadas Ocampo, contra Colosio, Ruiz Massieu… o las respuestas violentas, colocando en medio a la población, como en los llamados “culiacanazos”[1], (en su versión de 2019 y el operado el 5 de enero de este año), no hacen sino mostrar que esta disputa va escalando en su violencia, teniendo una afectación cada vez más directa, exponiendo peligrosamente la vida de la población.
… una misma actuación criminal de la burguesía
El escalamiento de la violencia con la que actúan todas las pandillas de la burguesía en su disputa, evidencia la dificultad que tienen para unificarse en torno al Estado y, por tanto, para controlar y direccionar su política. En esa violenta disputa se entrecruzan temporalmente intereses de los capitales industriales o financieros con los de grupos de las mafias de la droga, que a su vez establecen pactos con las fuerzas militares y policiacas, los aparatos políticos y los gobiernos en todos los niveles del poder, construyendo un escenario jamás conocido, con sangrientos arreglos de cuentas entre los clanes rivales, que terminan enfrentándose todos contra todos. En este escenario, en el que va escalando la violencia y la degradación, en el que “resulta cada día más difícil distinguir al aparato de gobierno y al hampa gansteril…”[2] es que las pugnas burguesas han llegado al grado de usar a la población civil como rehén de sus disputas.
Es altamente probable que los “accidentes” recientes en el metro sean el resultado de la falta de mantenimiento y del sabotaje, son ambas prácticas verdaderos actos criminales de la burguesía. Son movidos por la lógica de la competencia capitalista, que exige reducir los gastos que afectan las ganancias, pero además se mezcla con la dinámica de descomposición acelerada que vive el capitalismo y que en su pudrimiento afecta indudablemente a la burguesía, pero arrastra con ella a la clase trabajadora en su torbellino mortífero. En ese sentido es que se hace necesario para los proletarios comprender el carácter destructivo del capitalismo, reconociendo que ninguna de las pandillas burguesas y ningún gobierno puede ofrecer una alternativa, pues para éstas salvaguardar sus intereses es su único objetivo, aún y cuando requieran sacrificar más y más vidas de los explotados.
RM, 28-febrero-2023
1 Se le da ese nombre a la toma militar de la ciudad de Culiacán realizada por la mafia de la droga, ante la detención de su jefe.