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En este año se “conmemora” mundialmente el estallido de la Primera Guerra Mundial hace 100 años. Para el cinismo de la burguesía no es contradictorio festejar esta carnicería con bombos y platillos porque festeja su propio modo de existencia despreciando el dolor que ha significado para millones de familias explotadas la mutilación y muerte de sus seres queridos, y tratando que todos los explotados adopten su ideología de violencia, pogromo, asesinato, desesperanza y resignación.
Tanto la derecha como la izquierda del capital aportan sus propios argumentos que tienen como fondo la justificación de la guerra vista como un fenómeno inevitable, y fuente de progreso social[1]. Los ‘argumentos’ y matices son en realidad adaptados según la necesidad y gusto de las fracciones de la burguesía de cada país ya que no representan la verdad del origen y consecuencias de la PGM. Son mentiras que tratan de ocultar la incapacidad del capitalismo para ofrecer desde entonces un futuro a la humanidad sumida en una espiral sanguinaria.
La “Gran Guerra” marcó la entrada del capitalismo en la decadencia
Desde el punto de vista del proletariado, es primordial comprender la Primera Guerra Mundial, en especial por tres razones[2]:
- Porque con la PGM se abrió una nueva época del capitalismo: la época de su decadencia, de su agonía, en un estado de destrucción al que arrastra a la humanidad. En la fase ascendente, las crisis, resultado de las contradicciones del sistema, se superaban mediante la conquista de nuevos mercados, pero con el reparto del mercado mundial entre las potencias centrales del capitalismo, éstas no pueden proseguir su expansión económica si no es destruyéndose entre ellas.
- Porque las causas subyacentes de la guerra que están presentes desde 1914 se agravan y aceleran sin cesar. Las fuerzas productivas encadenadas por relaciones de producción históricamente caducas se transforman progresivamente en fuerzas destructoras de potencial inimaginable. La guerra somete lo esencial de la producción a las necesidades bélicas crecientes.[3].
- Y lo más importante, porque con la decadencia ya es posible para la clase revolucionaria, dar a la historia una dirección diferente: poner fin a la guerra imperialista y construir una nueva sociedad. La alternativa ante la que nos encontramos desde hace 100 años puede resumirse así: socialismo o barbarie. La gravedad de esa alternativa es más dramática que la de cualquier otra época, ya que abre las puertas no sólo al declive social y cultural, sino a la destrucción de la especie humana, mientras existen las posibilidades históricas de desarrollo hacia la libertad consciente de la humanidad. Ya antes de 1914, la izquierda de la Internacional Socialista en torno a Rosa Luxemburg y Lenin, lucharon contra la amenaza de destrucción imperialista. Los marxistas comprendieron que se encontraban en una encrucijada histórica, la de hoy, la lucha por la supervivencia de la humanidad.
“Engels dijo: ‘La sociedad burguesa está en una encrucijada, o el paso al socialismo o la regresión a la barbarie’, Qué significa ‘regresión a la barbarie’.... Un vistazo a nuestro alrededor en estos momentos muestra lo que significa… esta guerra mundial es una regresión a la barbarie. El triunfo del imperialismo lleva a la aniquilación de la sociedad. Al principio esto sucede esporádicamente por la duración de una guerra moderna, pero después cuando inicia el periodo de guerras sin límite, éste progresa a sus inevitables consecuencias. Hoy enfrentamos la alternativa exactamente como Federico Engels lo preveía hace una generación. El triunfo del imperialismo y el colapso de toda la civilización como en la Roma antigua: éxodo, desolación, degeneración – un gran cementerio” (Rosa Luxemburg, Folleto de Junius, 1915).
Muestra de la fuerza social del proletariado es que la PGM fue interrumpida por sus revoluciones de 1917 y 1918, pero una vez que la oleada revolucionaria fue derrotada por fuerzas burguesas que incluyeron la traición de la socialdemocracia[4], el estalinismo y el fascismo, el camino quedó nuevamente abierto a más horribles formas de barbarie de la Segunda Guerra Mundial donde la mayoría de las víctimas no fueron soldados, sino civiles sujetos a los múltiples holocaustos de Auschwitz, Estalingrado, Dresden, e Hiroshima.
El periodo de la descomposición acelera las dinámicas asesinas
Así, la barbarie capitalista continúa en una espiral de crueldad y muerte creciente. El curso hacia otra guerra mundial quedaba abierto, pero el retorno a lucha de la clase obrera en 1968 logró atajarlo. Sin embargo, en casi todo el periodo desde las guerras de Corea y Vietnam en 1950 hasta nuestros días se han presentado guerras localizadas. Gran parte de la humanidad vive esta pesadilla mortal cotidiana. Y peor aún, las guerras han adquirido otro carácter desde finales de los 80, multiplicándose localmente, porque nos encontramos en una situación donde ni la burguesía ni el proletariado ha podido dar una respuesta decisiva a la crisis económica irreversible y más profunda cada día, producto de la caducidad de este sistema. La sociedad vive así en un contexto de estancamiento, de putrefacción: en el periodo de descomposición del capitalismo[5], que acelera y profundiza la barbarie y hace más difícil para el proletariado alcanzar una conciencia clara del significado de las guerras imperialistas y de su respuesta revolucionaria contra esta destrucción.
La máquina ciega de aniquilamiento arrastra al mundo entero hacia el abismo
Los últimos meses son clara muestra de que el capitalismo se hunde cada vez más en la barbarie y en la guerra con zonas enteras en caos permanente, tendencias a la fragmentación de Estados, y el peligro creciente de que las confrontaciones militares entre imperialismos aumenten y salgan de control. Lo que acontece en Medio Oriente y en África es una real tragedia humana con éxodos masivos, tráfico de gente y xenofobia en aumento exponencial. Los conflictos se han hecho más bestiales y sangrientos que nunca con el peligro de extenderse a otras zonas.
La guerra en Siria que ya duró más de tres años, es un infierno en el que son destruidas poblaciones completas[6], con violaciones masivas de mujeres y el uso de niños como soldados y comandos suicidas. Esta guerra confirma que la espiral de caos no puede ser detenida por la clase en el poder que está en un impasse total. Conflictos como los de Siria han empezado a ‘atraer’ todo tipo de comandos asesinos que actúan por su propio interés. En Oriente Medio, el Norte de África y Ucrania se han visto que bandas armadas –sin un claro objetivo político o religioso– se expanden e imponen su régimen de terror.
Ya son cuatro guerras imperialistas que han ensangrentado a Iraq[7] desde 1980[8]. La tragedia traspasa fronteras hasta Siriae Israel con más de 50 millones de refugiados y más de 1200 000 muertos. Esta vez, Estados Unidos está enfrentado a una multitud de fracciones guerreras lo que lo hace impotente respecto e este caos, ilustrando la aceleración de su debilitamiento desde 1990 que junto con su propia política[9], son factores de primer plano para el aumento de la desestabilización y mayor hundimiento en la descomposición del Medio Oriente. En esta desestabilización juega también la tendencia del Estado kurdo a su independencia que afectaría a Turquía, y el conflicto en aumento, desde 1980, entre Irán y Arabia Saudita, que toca “indirectamente” territorio iraquí.
El aumento de la descomposición también se muestra en partes del Norte de África y del Sahara al Océano Índico. Un gran número de fronteras existentes antes de la PGM se ‘difuminan’ y gran número de países colapsan con tendencias a su desintegración: Mali, Libia, Nigeria, etc. República del Congo y su zona fronteriza con Ruanda han sido zonas de guerra durante los pasados 20 años. Después de la Guerra en Biafra en los años 1960, una nueva oleada de conflictos violentos devasta al país. El hecho de que Boko Haram pueda esparcir tanto terror y raptar a niñas que iban a la escuela, muestra la real perspectiva de crueldad ciega de este periodo y de este sistema.
En Europa central, después de la separación de Yugoslavia en una serie de guerras, desde 2013 hasta la fecha ha habido confrontaciones sangrientas que terminaron en la anexión a Rusia de lo que antes era Ucrania. La importancia de esta zona de guerra son las fronteras que involucran a todo el continente europeo y a los EEUU debido a la continuidad de un conflicto, con intereses económicos y estratégicos, que se potencia desde 1989. Esto significa que el peligro de la extensión de la guerra a más regiones de Europa está latente.
Este tipo de guerras son una expresión directa de la descomposición capitalista, las potencias imperialistas que gobiernan el mundo promueven fuerzas irracionales en defensa de sus sórdidos intereses, pero en el estado avanzado de agonía capitalista no pueden controlarlas. Una clara manifestación de esta tendencia es que el espíritu pogromista[10] se está extendiendo a lo largo del planeta, el desencadenamiento del oscurantismo y de la irracionalidad es un terreno favorable para el odio religioso, étnico y racial. En África Central, Nigeria, Kenia, no musulmanes son masacrados por fanáticos islamistas, provocando contra-masacres por las bandas cristianas. En Iraq, Afganistán y Pakistán, los terroristas sunitas bombardean mezquitas y procesiones chiitas, ISIS[11] en Iraq amenaza a cristianos y yazidis con la conversión, expulsión o muerte. En Burma, la minoría musulmana es atacada regularmente por “militantes budistas”. En Grecia, inmigrantes son atacados por grupos fascistas; en Hungría, el Partido Jobbik despotrica contra judíos y romanos. En la “democrática” Europa occidental las campañas xenofóbicas contra musulmanes, inmigrantes ilegales y otros se ha convertido en la norma política, como en la recientes elecciones europeas.
El 97 % de israelíes apoyó los ataques violentos sobre Gaza, en marchas la consigna favorita ha sido “muerte a los árabes”; por su parte, la población en Gaza vitoreaba cuando los bombardeos de su gobierno intentaban matar tantos israelíes, hombres, mujeres y niños, como fuera posible. Los gritos “muerte a los judíos” se pueden oír nuevamente, como en los años 30, no sólo en Gaza y West Bank, sino también en manifestaciones pro palestinas en Francia, Alemania e Inglaterra, y han sido atacadas sinagogas y comercios judíos. El irónico sueño sionista de “Un hogar judío” para proteger a los judíos ha dado nacimiento a sus propios pogromistas judíos, ejemplificados por las bandas con Betar y la Liga de Defensa Judía.
El ambiente de guerra se expresa aún en países “alejados” de las confrontaciones inter-imperialistas: el desgarramiento de la vida social se extiende con el aumento incontrolado de bandas criminales, muchas veces conectadas con diversas fracciones del Estado, lo que se traduce en una real guerra con una militarización exacerbada de las fuerzas de represión que hunde a las poblaciones en la angustia y el terror permanente de los secuestros, la tortura, los asesinatos individuales y colectivos. Es el caso de América Latina en la que por ejemplo, Venezuela presenta un nivel increíble del crimen; Brasil, donde han muerto más de medio millón de personas en los pasados 10 años, con linchamientos y otro medio millón de encarcelados; y no se diga México, sometido a la guerra de y “contra” los cárteles de la droga que ha dejado más de 10 millones de asesinatos de civiles que recientemente se han extendido a un amplio grupo de estudiantes del estado de Guerrero[12].
Sólo la lucha de la clase trabajadora puede frenar la barbarie asesina
En esta espiral de sangre y fuego que se acelera y magnifica arrastrando a la humanidad a su destrucción, todas las burguesías son responsables, tanto las que se enfrentan en las zonas de guerra, como las que arman a ejércitos y terroristas, o las que alaban la “paz nacional” –droga que impide ver que son hermanos los que están muriendo en otros países. El patrioterismo nacionalista así como la diferenciación racial y religiosa son reales venenos que llevan a divisiones que van de la indiferencia a odios asesinos. La movilización de la población para la guerra, el cultivo del espíritu de venganza y del sálvese quien pueda, propios de la descomposición, destruyen el pensamiento, destruyen la moral y crean el ambiente de pogromo que Rosa Luxemburg criticaba ya en 1915 porque es un ataque directo a la conciencia proletaria. Entender esto es hoy es más vital ya que la clase trabajadora está viendo su conciencia de clase socavada por la ideología dominante de la descomposición.
Sin embargo, aún en este pantano pestilente de guerra irracional siguen habiendo signos de que la clase trabajadora no está derrotada: pequeñas manifestaciones de israelíes han coreado que “Netanyahu, y Hamas[13], los dos son nuestros enemigos”, y en Ucrania hay manifestaciones por aumentos salariales que se vienen a sumar a los movimientos de la clase de entre 2003 y 2013. Estos signos, aún confusos y tímidos indican que la lucha del proletariado internacional continúa su marcha. Lucha que frenó la primera guerra mundial al transformar la indignación moral en lucha revolucionaria y que ahora, a casi 100 años después, la clase obrera tiene la responsabilidad de continuar como su tarea histórica irrenunciable ante la disyuntiva que se hace más aguda de socialismo o barbarie.
CCI, septiembre de 2014
[1] Ver: “1914 ‘commemoration’: Right and left justify imperialist war”, ICC on line, January 18, 2014.
[2] Ver: « 1914: le début de la saignée », ICC on line, February 18, 2014.
[3] Ver: “100 años de decadencia”, CCI en línea, enero de 2014.
[4] Ver: “Socialisme ou barbarie!”, CCI en línea, 12 Julio, 2014.
[5] Ver: “La descomposición, fase última de la decadencia del capitalismo”, Revista Internacional no 107, 4º trimestre 2001.
[6] 10 millones de personas han huido a campos de refugiados.
[7] Ver: « Les ravages croissants de l’impérialisme et de la décomposition ». CCI en línea 12 de Julio, 2014.
[8] La Primera Guerra del Golfo en 1991, y la segunda Guerra del Golfo en 2003, con la población expuesta a repetidos ataques con misiles lanzados por los EEUU.
[9] Política, por ejemplo que ha llevado durante 25 años en relación a Irán.
[10] Ver: “Middle East: war, pogroms, and the destruction of consciousness”. ICC on line, August 16, 2014.
[11] Estado Islámico en Iraq y al-Sham-. Esta organización terrorista ha dicho que su objetivo es formar un estado islámico o califato, que se extienda desde Turquía por toda Siria hasta Egipto y que incluya los territorios palestinos, Jordania y Líbano.
[12] Ver artículo en éste número.
[13] El Primer ministro israelí y el Movimiento de Resistencia Islámico, respectivamente.