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Recientemente hubo un programa de TV dirigido por el Señor Évole en el cual participaron personajillos de la política, la prensa y hasta del cine español –el inefable Señor Garci–. En el programa se daba como idea inicial que el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 –el famoso “23 F” – había sido en realidad un montaje cinematográfico.
Tras la comedia que llegó a “convencer” a muchos telespectadores, los protagonistas con el Señor Évole a la cabeza dijeron que el programa era falso, que todo era un hábil montaje.
Cabe reconocer la sutileza del programa que primero hace creer que el 23 F resultó ser una tomadura de pelo para darle eco a la sospecha de muchos trabajadores sobre la Democracia que la ven como un enorme montaje que encubre un sistema de explotación y de engaño, para luego decirles que no, que la cosa fue en serio. Es una hábil forma de exorcizar ese “mal pensamiento”.
Por nuestra parte, publicamos aquí unas Tesis que hicimos a raíz del golpe y que fue el producto de una reunión de nuestra sección con participación internacional[1].
Lo más importante de las Tesis es la denuncia del envoltorio democrático del Estado capitalista.
El Estado es un órgano que siempre está el servicio de la minoría explotadora y dominante, es decir, está al servicio del capital. El esqueleto del Estado lo forman la burocracia, el ejército, la policía, las cárceles, los tribunales…, una monstruosa máquina autoritaria, excluyente y represiva. El ropaje democrático con sus atractivas telas de derechos, libertades, partidos, sindicatos, etc., no es sino la forma de encubrir el verdadero y repugnante rostro del Estado, para permitirle manipularnos y dividirnos y hacernos tragar su aceite de ricino de despidos, recortes, etc., so pretexto de que “para eso los hemos votado”.
Las Tesis inciden en un segundo elemento: el maquiavelismo de la burguesía. La dominación feudal se basaba en el terror grotesco y directo de una violencia sádica acompañada por el terror que añadía la Iglesia de “condenar al eterno fuego del infierno” a los “malos siervos”. Ese sistema no es válido para el capitalismo, una sociedad en constante transformación y basado en la explotación de una clase mundial que puede alcanzar una conciencia revolucionaria, el proletariado. Se necesita que el esqueleto estatal que se basa en un terror aún más refinado y bárbaro que el del Estado feudal, se vea encubierto constantemente por maniobras políticas, operaciones de engaño y diversión, la manipulación y el lavado del cerebro, la ocultación –en suma– de las verdaderas intenciones de la clase dominante.
Mientras el señor feudal proclamaba descaradamente que la explotación de los siervos era para satisfacer sus lujos y placeres egoístas, la burguesía presenta sus ambiciones siempre en nombre de los más bellos ideales y del interés de todos los ciudadanos. La reforma laboral se hace para “crear empleo”, los recortes para “garantizar el Estado del bienestar”, la bajada de los salarios para “hacer viable la empresa”, la guerra para “salvaguardar la paz”, la represión para “dar seguridad”… Los capitalistas y sus gobernantes –tanto de derecha como de izquierda– se nos presentan como los campeones de la bondad, la cultura, el humanismo, el bienestar… si hiciéramos caso a su palabrería podríamos pensar que con tanto empeño por hacer el bien no les queda tiempo para ocuparse de sus intereses de clase… Como denuncia El Manifiesto Comunista: “Todo el socialismo de la burguesía se reduce, en efecto, a una tesis y es que los burgueses lo son y deben seguir siéndolo... en interés de la clase trabajadora”[2]
La burguesía es la clase más cínica e hipócrita de la historia. Esto le lleva a manipular sus propios conflictos internos, sus contradicciones crecientes, para utilizarlas con objeto de engañar y dividir al proletariado, la clase que históricamente tiene la capacidad de acabar con la barbarie capitalista. Los antagonismos reales entre sus fracciones de derecha y sus fracciones de izquierda son empleados para dar lustre a los “progresistas” de la izquierda y hacer que les sigamos votando[3].
En la famosa “transición del franquismo a la democracia”, la existencia de un sector nostálgico del franquismo fue aprovechada para dejarle hacer, estimularle incluso a través de personajes equívocos como Armada o Cortina, y de esa manera llevarle a una intentona golpista (la del 23 F) que estaba perdida de antemano pero que fue convenientemente utilizada para asustar al personal con el miedo a una “vuelta a la dictadura”, para hacerle cerrar filas en torno a la “democracia amenazada” y para darle un pedigrí democrático a la derecha que en su mayoría estuvo pringada en la barbarie franquista. Fue una clara operación de maquiavelismo político y, en cierto sentido, resultó ser una enorme farsa.
No tuvo necesidad la burguesía española de organizar una película de ficción –como el montaje del Señor Évole–, le bastó con dejar hacer y aprovechar las andanzas de Tejero y Milans para realizar una espectacular retransmisión televisiva con la que logró asustar a numerosos trabajadores.
Las Tesis tienen algunos errores de perspectiva sobre los que ahora no podemos entrar pero su análisis es absolutamente justo y nos reivindicamos enteramente del mismo.
Tesis sobre la situación española
I. Con la perspectiva que nos dan los dos meses transcurridos podemos afirmar rotundamente que el golpe del 23 de febrero ha sido una representación teatral organizada por la burguesía española para arreglar sus conflictos internos y atacar mejor al proletariado.
II. Como hemos demostrado en numerosos textos [4] el proletariado mundial se ha convertido en el único obstáculo contra el curso del capital hacia una tercera guerra mundial imperialista, abriendo la posibilidad de un curso hacia la revolución mundial que libere a la humanidad de la pesadilla de catástrofes, calamidades y miserias que le ha causado y pretende causarle el capitalismo.
El principal problema que hoy tienen todas las burguesías del mundo es cómo reducir al silencio y aplastar definitivamente al proletariado. La historia ha demostrado, y la realidad actual vuelve a confirmarlo, que el mejor método que tiene la burguesía para alcanzar ese objetivo es la democracia, ya que esta le permite:
- Tener un marco estable y unido, para que todas sus fuerzas, desde la extrema derecha a la extrema izquierda, desde la Patronal hasta los sindicatos, desde la Iglesia hasta la Prensa, puedan jugar su papel contra el proletariado.
- Dividir y engañar a los obreros causándoles mediante el sindicalismo, las elecciones, las promesas y maniobras de los partidos de “oposición”…, el desánimo, la desmoralización y la desunión más total.
- Enmascarar un aparato de represión y terror, cada vez más sofisticado y sistemático, que es mil veces más eficaz porque pilla desprevenidas a sus víctimas, embaucadas por la música celestial de las “libertades”, los “derechos humanos”, la “paz”…
Por todo lo anterior la burguesía mundial, y en particular la del bloque occidental, lleva regalando generosamente a los pueblos, “libertades” y “derechos humanos”, organizando desde la Casa Blanca las “democratizaciones” de España, Portugal, Grecia, Perú, Ecuador, China… y haciendo que franquistas de toda la vida cambien la camisa azul por el traje democrático y que personajes que han hecho su carrera en los pasillos del franquismo (Suárez, Juan Carlos o Calvo Sotelo), encabecen hoy el Estado democrático que “disfrutamos”.
La historia ha demostrado una y mil veces que es mediante la “democracia más avanzada” como el capital hace frente a las movilizaciones más radicales de los obreros contra la explotación y la represión:
En Rusia 1917 fue la “democracia radical” de mencheviques, cadetes y social-revolucionarios el último recurso de la burguesía contra los obreros revolucionarios.
En la Revolución Proletaria Alemana fue la súper-democrática República de Weimar la que con la Socialdemocracia a la cabeza ahogó en un baño de sangre el intento revolucionario de los trabajadores.
En España 1931-36 fue la República de Azaña, Largo Caballero y Negrín la que, proclamándose de “los trabajadores”, aplastó bestialmente las insurrecciones obreras de Sevilla, Casas Viejas, Alto Llobregat, Asturias…
No podemos olvidar ni dejarnos engañar. Es mediante la democracia como el Capital nos quiere meter una situación de derrota total, miseria extrema y sumisión absoluta que abra de par en par las puertas de una III Guerra Mundial.
III. La burguesía española no es una excepción dentro del capitalismo mundial: como el resto de sus cofrades utiliza la democracia para enfrentar al proletariado y hacerle pagar con sangre sudor y lágrimas la crisis total de la economía.
La oleada de luchas obreras de 1971-76 pudo frenarla gracias precisamente a la gran maniobra de la “democratización” del Estado que otorgando los trabajadores el regalo envenenado de las “libertades”, los partidos “obreros”, los sindicatos “de clase”, las autonomías y demás pamplinas, pudo dividirlos, desviarlos de su terreno de clase, llenarlos de ilusiones que jamás se han cumplido y desorientarlos totalmente.
Y hoy la democracia, tanto como instrumento de unión de la burguesía como plataforma de ataque contra el proletariado, sigue siendo la mejor arma que tiene el capital para llevarnos al atolladero de la derrota, la miseria y el sacrificio. Primero porque permite un reparto de faenas entre la izquierda y la derecha para mejor atacar a los obreros y segundo porque enmascarar el incansable reforzamiento de la represión y la interminable orgía de despidos y austeridad.
Por ello, la burguesía española sigue en su táctica de emplear al “democracia” como método de dominación y el golpe del 23-F no cambia en manera alguna esa orientación fundamental ni significa que sectores hegemónicos de ella estén divididos o tengan dudas sobre esa orientación, sino que es, en sustancia, como decíamos al principio, una gigantesca mascarada destinada a suscitar el apoyo de los obreros y de toda la población a la “democracia” y engañarles haciéndoles creer que el ataque contra su existencia viene de los golpistas, cuando en realidad viene y seguirá viniendo de los “demócratas” que desde el gobierno y la oposición son hoy el eje del estado burgués.
IV. ¿Quiere decir lo anterior que Tejero, Milans del Bosch o Armada eran simples marionetas dispuestos a representar el papel de malos de la película? ¡En manera alguna! Los golpistas actuaban a conciencia y pretendían llegar a un gobierno militar. Ahora bien, constituían un a fracción minoritaria y sin fuerza suficiente dentro de la burguesía española. Por esta razón, los sectores dominantes de ésta les dejaron hacer, manteniéndoles bajo control, para que cumplieran un papel en la farsa.
El Gobierno, los servicios de información y la policía, sabían de sobra que Milans del Bosch y cía. tramaban un golpe, su táctica fue dejarles avanzar, impidiendo al mismo tiempo que tuvieran toda posibilidad de éxito, para que su acción sirviera al objetivo de asustar al personal y reunir una adhesión masiva en torno al Estado democrático “amenazado”.
En realidad los golpistas actuaron en el terreno que le interesaba al estado democrático y no en el terreno donde pudieran haberlo puesto en peligro. No fueron a ocupar la Moncloa, ni la Zarzuela, ni los Ministerios, ni el Estado mayor, ni las comunicaciones –donde están los verdaderos centros del poder burgués–, sino que fueron al parlamento donde únicamente están los payasos que conscientemente sirven de tapadera a lo que se cuece en las alturas del poder. En el fondo, su acción se redujo a un siniestro espectáculo de terror e intimidación, convenientemente retransmitido por Radio y TV, para buscar el efecto ideológico que perseguía la burguesía.
V. No será la primera vez, ni será la última, que la burguesía recurra a estos montajes espectaculares, que en ocasiones suelen costar un alto precio en vidas humanas, para lograr sus objetivos:
- En 1941 la burguesía yanqui dejó que los japoneses bombardearan Pearl Harbour para obtener la movilización de la población para la II Guerra Mundial.
- En 1979, Jomeini, dejó que sus estudiantes islámicos ocuparan espontáneamente la embajada USA para suscitar una campaña antinorteamericana que desviase el creciente descontento contra el Régimen Islámico.
- En 1980, la operación “fallida” de liberación de los rehenes, montada por Carter le sirvió para organizaren USA una gigantesca campaña de histeria nacionalista.
La “democracia” en España se ha ido montando pieza a pieza a través de una interminable orquestación de atentados fascistas o acciones “terroristas” que curiosamente solo han servido para consolidar la democracia dándole una imagen de “víctima” que suscitase a su alrededor el apoyo de los explotados: matanza de Atocha, atentados del Grapo, operación Galaxia…
VI. Pero, ¿por qué la burguesía española ha montado el espectáculo del golpe, el cual, a pesar de su rentabilidad política e ideológica, comportaba sin embargo graves riesgos de desestabilización y descrédito?
La burguesía española, a pesar del éxito momentáneo que ha obtenido quebrando temporalmente el impulso combatiente del proletariado, está metida en una crisis económica y política cada vez más profunda.
Dada su posición de debilidad en el mercado mundial y su absoluta carencia de unas políticas exterior y militar mínimamente coherentes, no puede rentabilizar hoy por hoy los brutales ataques que está lanzando sin descanso contra el proletariado. Esto ocasiona el progresivo debilitamiento de las bases que cimientan la unidad de sus distintas fracciones, provocando la intensificación de las presiones de sus sectores más periféricos y menos adaptados a sus objetivos de conjunto, de las cuales son expresión el terrorismo “separatista” de ETA y la resistencia encarnizada que desde el Ejército, la policía o la administración oponen los elementos franquistas heredados del “antiguo régimen”.
El montaje del golpe de Estado viene a ser una tentativa de solución, al menos provisional, a esa crisis.
Esa crisis se manifiesta, en primer lugar, por una debilidad muy fuerte, tanto de la Derecha (UCD) como de la Izquierda (PCE, PSOE) para acoplarse a la orientación política fundamental de la burguesía mundial: izquierda a la oposición/derecha al poder. Ni UCD ni PSOE ni PCE, por todas las debilidades que arrastra la burguesía española y por sus propios fallos internos, han podido ponerse en su sitio a pesar de los esfuerzos que vienen haciendo desde 1979, siguiendo demasiado atados a la política del consenso, la componenda y el pacto, que si bien fue eficaz en los tiempos de la “transición democrática”, hoy resulta totalmente contraproducente.
El golpe de estado es un intento de empujar esa necesaria delimitación de campos entre derecha e izquierda. En realidad, ha servido para vencer las resistencias de los partidos de la derecha a otorgar la confianza al gobierno Calvo Sotelo (débil e incoherente pero el único posible en las circunstancias actuales) y a cerrar el camino a las ilusiones de coalición “alternativa de poder”, “concentración nacional”, etc., que todavía alimentan PSOE y PCE.
Por otra parte el golpe sirve para configurar una derecha dura y fuerte pero “inequívocamente constitucional y democrática” al estilo de Reagan y Thatcher, que es la única que le sirve hoy al capital. La derecha española (tanto en UCD como en Alianza Popular) tiene todavía demasiados residuos “anti-democráticos” heredados del franquismo por lo que necesitaba una limpieza de fachada que le proporcionara una absoluta pureza “democrática”. El golpe se la ha otorgado permitiendo a Suárez, Rosón, Laína , Calvo Sotelo, etc., pasar como “héroes de la democracia” que no tienen “nada que ver” con los golpistas. Además, Camacho, abrazando efusivamente a Fraga en la manifestación del 27, le ha concedido el diploma de “demócrata libre de toda sospecha”. Finalmente, a pesar de todas las apariencias, el golpe ha permitido reducir las posiciones de poder de las fracciones más ultras.
Sin embargo, el principal resultado del golpe ha sido dar a la democracia española, “joven y amenazada” una imagen que suscitara la adhesión de toda la población. Tal imagen, cocinada con los ingredientes de que es “víctima de peligrosas conspiraciones” y de que “a pesar de sus muchos defectos es preferible a una vuelta atrás”, le hacía falta al “nuevo” Estado democrático porque la masiva abstención ante sus elecciones y su constante desmitificación por la realidad de los hechos (medidas represivas ilimitadas, aumento escalofriante del paro y la miserias…) le hacía perder su poder de engaño y control sobre los explotados. Por eso, el “susto” de la noche del 23-F le ha venido de perlas para reanimar su impacto social.
VII. A fin de cuentas, el objetivo fundamental del golpe ha sido la mistificación sistemática del proletariado español porque está proporcionando una plataforma:
- De chantaje permanente contra los obreros. A todas horas partidos y sindicatos nos repiten machaconamente la misma canción: “no hay que luchar demasiado fuerte porque si no los militares se enfadarán y vendrá un segundo golpe”. Semejante cantinela sirve a PCE-CCOO y PSOE-UGT para imponernos una política de desmovilización, claudicación y bajada de pantalones.
- De palanca para desviar a los obreros más combativos en la trampa “antifascista”. Completando la maniobra de confusión y parálisis de PCE-PSOE los grupúsculos más a la izquierda (MC, LCR, FRAP, CNT…) empujan a los trabajadores a defender la democracia “amenazada” que, nos dicen, “aunque recortada y con límites, es preferible al fascismo”. En nombre de tan brillante planteamiento, cientos de obreros rebotados por la política inmunda de PCE-PSOE son devueltos al control burgués mediante el tinglado “antifascista” que los desvía a actividades de “denunciar fachas”, protestar por los recortes a la “libertad de expresión” o “apoyar a las personalidades e instituciones democráticas”… y mientras pierden el tiempo en tan “radicales” tareas, el Capital nos mete nuevas leyes represivas –en nombre de esa democracia que hay que salvar– nos impone despidos en masa, etc., ante lo cual nuestros “antifascistas” se limitan a llorar como vulgares plañideras…
- De tapadera para intensificar la represión y el terror del Estado. En “defensa de la democracia amenazada” el Gobierno, con el apoyo descarado de PCE-PSOE y la “crítica” cómplice de MC, FRAP, CNT…, ha instaurado desde el 23-F el siguiente blindado de medidas represivas:
- Ley de defensa de la Constitución
- Regulación de los Estados de sitio, alarma y excepción;
- Modificación del Código Penal sobre tipificación de “colaboración con el terrorismo”;
- Coordinación de todos los aparatos policiales y de información en un Mando único que permita su acción centralizada;
- Consolidación en todas las provincias de las Juntas de orden público que establecen la coordinación de las policías nacionales, municipales y autónomas contra la “delincuencia”, el “terrorismo”, y la “violencia laboral”.
Con semejante arsenal podemos afirmar que hoy el Estado Burgués cuenta con un aparato de represión y terror muy superior en medios, organización y eficacia al que existía en tiempos del franquismo. ¡Y lo están montando en “defensa de la democracia”, para “impedir una involución fascista”!
VIII. Ahora bien, el resultado del golpe que más consecuencias va a tener en el ataque burgués contra el proletariado, es que va a consolidar el esquema: Izquierda a la oposición/ Derecha al poder, en España
En UCD, va ganando terreno poco a poco, la política de atacar a fondo a los trabajadores sin servidumbres de pactos ni consensos y de organizar sin miedo un Estado autoritario aunque “escrupulosamente fiel a los principios democráticos”.
Mientras que PSOE y PCE se apartan definitivamente del consenso, que los desacreditaba ante los trabajadores demasiado claramente y pasan a una política de “oposición” consistente en “lamentarse” de las medidas del gobierno, proponer falsas alternativas que sólo sirven para confundir a los obreros y enredarlos en falsos métodos de lucha que acaban desmovilizándolos y agotándolos.
El desarrollo consecuente de este esquema por parte de la burguesía es hoy el principal peligro para el proletariado porque permite atacarlo y reprimirlo bestialmente pero engañándolo e inmovilizándolo al mismo tiempo para impedir que pueda defenderse.
IX. Si hoy la burguesía de todos lo países multiplica hasta el paroxismo sus ataques económicos, políticos y represivos contra nuestra vida es porque la crisis de su sistema de explotación hace que no tenga nada que ofrecernos excepto paro, miseria y guerra.
Pero si organiza este ataque rodeándolo del celofán engañosos de la “democracia” y metiéndonos el Caballo de Troya de la izquierda en la oposición es porque sabe mejor que muchos proletarios, que en nuestras filas están madurando las condiciones de un estallido de luchas masivas, que siguiendo el ejemplo de los obreros polacos y agrandando la brecha por ellos abierta, inicia un curso hacia la revolución mundial.
Históricamente, la burguesía es más débil de lo que a primera vista parece, su régimen de explotación tiembla bajo los efectos de una crisis cada vez más devastadora, sus contradicciones se profundizan irremediablemente originando el caos y la violencia más extremos, su capacidad de gobernar es permanentemente saboteada por su decadencia económica, política y moral. En realidad su única tabla de salvación es la condición y la división de quien puede y debe ser su sepulturero: el proletariado. La democracia, la izquierda a la oposición, el Nacionalismo, el “antifascismo” etc. son otras tantas trampas que emplea el Capital en crisis para engañar, dividir y derrotar al proletariado y proporcionar un nuevo balón de oxígeno que le permita seguir imponiendo su yugo de guerra y barbarie.
¡Contra la democracia y contra el fascismo! ¡Contra todas las formas bajo las que se disfraza la exploración y la opresión capitalistas!
¡Contra todas las fracciones de la burguesía, sean éstas de extrema derecha, derecha, izquierda o extrema izquierda!
¡Por la defensa intransigente de los intereses obreros, contra el paro, la austeridad y la represión!
¡Por la lucha masiva y general de todos los trabajadores siguiendo el ejemplo de Polonia!
¡Por la revolución proletaria mundial!
CCI, 18-4-1981
[1] Acción Proletaria nº 37, mayo-junio 1981.
[3] Un ejemplo entre muchos es el “error” del Gobierno Rajoy de lanzar una nueva ley sobre el aborto que ellos mismos pretenden “dejar en el congelador” para permitirle al PSOE y a IU dar un poquito de lustre a su blasón que está enormemente desgastado por su descarada complicidad en todos los ataques y recortes.
[4] Ver en este mismo AP: “Polonia: balance y perspectivas”.