Enviado por CCI Online el
"Va a producirse un crack y la caída será muy violenta". "Nadie cree en los planes de rescate, la gente sabe que los mercados y la bolsa están acabados". "A los traders no les importan en absoluto como vamos a enderezar la economía, nuestro trabajo es hacer dinero con este tipo de situaciones. Me acuesto todas las noches soñando con una nueva recesión". "En 1929, muchas personas estaban preparadas para sacarle partido al crack y hoy todo el mundo, y no solo las elites, podría hacerlo hoy en día". "Esta crisis económica es como un cáncer y hay que prepararse". "No hay que esperar que los gobiernos solucionen nuestros problemas ya que no son ellos los que gobiernan el mundo sino Goldman Sachs. A este banco no le importa en absoluto los planes de rescate". "En menos de 12 meses predigo que los ahorros de millones de personas van a desaparecer y que esto no será más que el principio".
Estos comentarios fueron realizados, el 26 de Septiembre, por el trader Alesio Rastani en la cadena de televisión BBC1. Desde ese momento el video no ha dejado de reproducirse en Internet creando un verdadero escándalo. Por supuesto, nosotros compartimos el pesimismo del economista. Sin necesidad de predecir de forma tan precisa el futuro, podemos afirmar sin miedo, que el capitalismo va a continuar hundiéndose, que la crisis aumentará y será cada vez más devastadora, y que el sufrimiento que trae la miseria va a alcanzar a una gran franja de la humanidad.
Las declaraciones de Alesio Rastani alimentan una de las grandes mentiras de los últimos años: el mundo estaría arruinado debido exclusivamente a las finanzas. Es Goldman Sachs quien dirige el mundo. Todas las voces antiglobalización, de izquierda y de extrema izquierda, gritan al unísono "¡Qué horror! Esta es la causa de todos nuestros males. Debemos retomar el control de la economía. Debemos hacer espabilar a las bancas y hacer que cese la especulación. ¡ Debemos luchar por un estado más fuerte y más humano!". Este discurso se repite sin cesar después del fracaso del gigante bancario americano Lehman Brothers en 2008. Actualmente, hasta una parte de la derecha clásica se ha unido a esta crítica radical de las finanzas y pide más moral y más respeto por el estado. Esta propaganda no es más que una farsa ideológica utilizada como herramienta para ocultar la causa real del cataclismo actual: el fracaso histórico del capitalismo. No es simplemente un matiz o un simple asunto de terminología, acusar al liberalismo o al capitalismo es fundamentalmente diferente. Por una parte se habla de la reforma de este sistema de explotación mientras que por la otra se afirma que el capitalismo no tiene futuro, que debe de ser destruido y reemplazado por una nueva sociedad. Entendemos, por que la clase dominante, sus medios de comunicación y sus expertos, invierten tanta energía en señalar la irresponsabilidad de las finanzas, acusándolas de la situación económica actual ya que buscan desviar las reflexiones en curso sobre la necesidad de un cambio radical y por tanto, de una revolución.
¡Es culpa de los hombres de negocios!: el viejo truco de buscar un cabeza de turco.
Después de cuatro años, en cada crack bursátil, salta el asunto de un "trader irresponsable". En Enero de 2008, el escándalo de Jerome Kirviel es la portada de todos los periódicos. Kirviel es juzgado como responsable de la caída de la Sociedad General (banco francés) por haber perdido 4,82 millares de euros, debido a una serie de malas gestiones. La verdadera razón de esta crisis, la explosión de la burbuja inmobiliaria de los EEUU, es relegada a un segundo plano.
En diciembre del 2008, el inversor Bernard Madoff es investigado por una estafa de 65000 millones de dólares. Se convierte en la estafa más grande de todos los tiempos y permite, puntualmente, olvidar el fracaso bancario del gigante americano Lehman Brothers.
En septiembre del 2011, el trader Kweku Adoboli es acusado de un fraude de 2300 millones de dólares a la banca suiza UBS. Este asunto sale a luz de una forma totalmente inopinada y en medio de una nueva convulsión económica mundial.
Evidentemente, todo el mundo sabe que esos individuos son los chivos expiatorios. La cuerda tendida por los bancos para justificar sus desmanes es en este caso demasiado evidente como para no verlo. Sin embargo, esta intensa propaganda mediática permite focalizar toda la atención en el mundo de las finanzas. La imagen de estos tiburones especuladores, sin escrúpulos, está incrustándose en nuestras mentes hasta convertirse en una obsesión.
Así que, tenemos que reflexionar ¿pueden estos "hechos diversos" explicar las amenazas de fracaso que planean sobre la economía mundial?.
Por muy indignantes que parezcan estos líos de millones de dólares, mientras millones de personas mueren de hambre en el mundo, por muy cínicos y vergonzosos que puedan parecer los propósitos de Alesio Rastani en la BBC, ninguno de esos juegos malabares puede explicar la amplitud de la crisis económica mundial que abarca actualmente todos los sectores en todos los países. Los capitalistas, sean banqueros o directivos, han buscado desde siempre él máximo beneficio sin preocuparse de los problemas de la humanidad. No es nada nuevo. El capitalismo es un sistema de explotación inhumano desde su nacimiento. El pillaje bárbaro y sanguinario de las poblaciones africanas y asiáticas en los siglos XVIII y XIX es una prueba trágica de ello. La granujería de los traders y de los bancos no explica nada de la crisis actual. Si las estafas financieras provocan actualmente perdidas colosales y ponen en peligro las bancas, es en realidad debido a su fragilidad, inducida por la crisis y no al revés. Si, por ejemplo, Lehman Brothers fracasó en 2008, no fue debido a su política de inversión sino al hundimiento del mercado inmobiliario americano durante el verano del 2007 lo que hizo que este banco se encontrara con que la mayoría de sus préstamos habían perdido su valor. Con la crisis de las subprimes, los hogares americanos súper-endeudados se revelaron insolventes y todo el mundo entendió que los préstamos acordados no serían jamás reembolsados.
Es culpa de las agencias de calificación: cómo acusar al termómetro en caso de fiebre.
Las agencias de calificación2 son también el fuego cruzado de las críticas. Al final del 2007, fueron tachadas de incompetentes por haber despreciado el peso de las deudas de los estados. Hoy en día, son acusadas de todo lo contrario ya que apuntan con el dedo a esas mismas deudas soberanas de la zona euro o de los Estados Unidos. Es verdad que estas agencias tienen intereses particulares, que su juicio no es objetivo. Las agencias chinas han sido las primeras en degradarle la nota al estado americano, y las americanas son más severas hacia Europa que hacia su propio país. Es cierto igualmente que cada caída de las notas de un país o de una empresa, es aprovechada por los financieros para especular, lo que acelera la degradación de las condiciones económicas. Los expertos hablan de las llamadas profecías auto realizadoras.
Pero la realidad, es que todas las agencias subestiman voluntariamente la gravedad de la situación; las notas que atribuyen son demasiado elevadas en relación a la capacidad de los bancos, de las empresas y de ciertos estados. El interés de esas agencias es criticar levemente los fundamentos económicos para no crear el pánico pues la situación de la economía mundial es la rama donde asientan sus posaderas. Negar totalmente la gravedad de la situación de la economía mundial sería grotesco y poco creíble; es más inteligente, desde el punto de vista de la clase dominante, reconocer ciertas debilidades de su propio sistema para disimular así los problemas de fondo. Todos los que acusan a las agencias de calificación lo saben perfectamente. Si denigran la calidad de los termómetros, es para evitar las reflexiones sobre la extraña enfermedad que sufre el capitalismo mundial, ¡Por miedo a que nos demos cuenta que se trata de una enfermedad degenerativa e incurable!
Es culpa de las finanzas: la confusión entre enfermedad y síntoma.
Esas críticas de traders y de las agencias de calificación, pertenecen a una empresa de propaganda mucho más vasta sobre la locura y la hipertrofia de las finanzas. Como siempre, esta ideología engañosa se apoya sobre una parcela de verdad. Ya que hay que confesarlo, el mundo de las finanzas se ha convertido, en las últimas décadas, en un monstruo gigantesco aquejado de incurable obesidad hundido en el más irracional de los comportamientos.
Existen muchísimas pruebas. En 2008, el total de las transacciones financieras mundiales se elevó a 2200 billones de dólares, contra un PIB mundial de 55 billones3. ¡La economía especulativa es 40 veces más importante que la economía llamada real! Y estos billones han estado a lo largo de los años invertidos de manera enloquecida y autodestructiva. Un ejemplo clarificantes es la VAD (venta a descubierto). "En el Mecanismo de venta al descubierto, empezamos por vender un valor que no poseemos para posteriormente volverlo a comprar. El objetivo del juego es vender un valor a cierto precio y volver a comprarlo a un precio inferior para llevarse la diferencia. El mecanismo es totalmente opuesto al de una compra seguida de una venta". 4
Concretamente, la VAD conlleva inmensos flujos especulativos financieros sobre ciertos valores apostando por lo bajo, lo que en ocasiones puede llevar a la caída de la presa. Esto hace que todo el mundo se rasgue las vestiduras. Muchos economistas y políticos nos comentan que este es el principal problema de la caída de Grecia y del euro. La solución es sencilla, prohibir los VAD esperando una mejora de la situación.
Es verdad que este tipo de ventas son una locura y que aceleran la destrucción de partes importantísimas de la economía. Pero justamente, no hacen mas que acelerarla, ¡no son la causa! El contexto que permite estas operaciones a gran escala es la crisis económica. El hecho de que los capitalistas apuesten de manera creciente a la baja y no al alta de los mercados revela en realidad la desconfianza total que tienen ellos mismos en el futuro de la economía mundial. Es también la razón por la cual hay cada vez menos estabilidad y cada vez menos inversiones a largo plazo: si los inversores juegan al corto plazo haciendo operaciones espectaculares y retirándose rápidamente sin preocuparse de la continuidad de las empresas y de las fábricas es porque no hay casi ningún sector industrial seguro y rentable a largo plazo. Y es aquí donde empezamos verdaderamente a llegar al centro del problema: la economía llamada real o tradicional está sumergida en aguas pantanosas desde hace décadas. Los capitales huyen de esta esfera que es cada vez menos rentable. El comercio mundial está saturado de productos invendibles, las fábricas no son productivas y no acumulan lo suficiente. El resultado es, que los capitalistas invierten en especular. De aquí procede la hipertrofia del sistema financiero, que no es más que un síntoma de la enfermedad incurable del capitalismo: la superproducción.
Es culpa del liberalismo: como encadenar al estado a los explotados.
Los que luchan contra el liberalismo comparten el hallazgo del deterioro de la economía real, pero no lo atribuyen a la imposibilidad del capitalismo de seguir desarrollándose y niegan que el sistema se haya vuelto decadente y que se ahogue en su agonía. Los antiglobalización atribuyen la destrucción de la industria después de los 60 a las malas elecciones políticas y a la ideología ultraliberal. Tanto para ellos como para nuestro trader Alesio Rastani, es Goldman Sachs quien dirige el mundo. Luchan por un mejor estado, por una mayor política social. Partiendo de la crítica del liberalismo, nos muestran otra basura como es el estatismo : "Con un mayor esfuerzo del estado en dirigir las finanzas podríamos construir una nueva economía: más social y más prospera".
Un estado con mayor protagonismo no permitirá solucionar los problemas económicos que sufre el capitalismo. Repitamos que lo que mina el sistema es la tendencia natural de producir más mercancías de las cuales los mercados pueden absorber. Después de décadas, consiguen evitar la parálisis de su economía hundiendo su producción en un mercado creado artificialmente para el endeudamiento. En otros términos, el capitalismo sobrevive a base de créditos desde los años 1960. Es por lo que hoy en día, los particulares, empresarios, bancos y estados, se hunden bajo una gigantesca montaña de deudas y que la recesión actual es llamada, la crisis de la deuda.
Desde el fracaso de Lehman Brothers en 2008, ¿qué hacen los estados a través de sus bancos centrales (FED et BCE en cabeza)?. Inyectan miles de dólares para evitar el hundimiento. Pero, ¿de donde procede ese dinero? ¡De nuevas deudas!. No se hace más que desplazar el endeudamiento privado hacia la esfera pública y así preparar futuros fiascos del estado, como estamos observando actualmente con Grecia. Las borrascas económicas que están por venir pueden ser de una violencia inaudita5.
"Pero si el estado no soluciona la crisis, podría al menos protegernos y tener un actitud pro-social", nos dice la izquierda. ¡Pero eso es hacernos olvidar a quién sirve el Estado y que el Estado como patrón no es precisamente de lo mejor que hay!. Las nacionalizaciones no han sido nunca una buena noticia para los trabajadores.
Tras la segunda guerra mundial, la importante ola de nacionalizaciones que se produjo tenía por objetivo levantar el aparato productivo destruido y aumentar el ritmo de trabajo. En la época, Thorez, secretario general del partido comunista francés y vice-presidente del gobierno dirigido por De Gaulle (insigne general de derechas), lanzó a la cara de la clase obrera francesa, y en particular a los obreros de las empresas públicas, cosas como: Si tienen que morir menores en el tajo, sus mujeres los remplazarán o ¡Arremangaros para reconstruir nuestra nación!, y « La huelga es el arma de los trusts».
Estas perlas de un "comunista" no tienen nada de sorprendente. Los comunistas revolucionarios han puesto siempre en evidencia, desde la experiencia de la comuna de París de 1871, el rol visceralmente anti- proletario e inhumano del estado. "El estado moderno, se cual sea su forma, es una máquina básicamente capitalista; el estado de los capitalistas, el capitalismo colectivo ideal. Cuanto más fuerzas productivas en su propiedad tienen más se vuelve capitalista y más explota a los ciudadanos. Los obreros son tan solo asalariados, proletarios. El capitalismo no está suprimido, está al contrario empujado hasta sus límites".
Friedrich Engels escribió estas líneas en 1878, lo que muestra que, ya en la época, el estado comenzaba a extender sus tentáculos sobre la totalidad de la sociedad, a agarrar con mano de hierro toda la economía nacional, las empresas públicas y las grandes sociedades privadas. Desde entonces, el capitalismo de estado no ha hecho más que reforzarse: cada burguesía nacional se fortifica tras su Estado tanto para librar la guerra comercial -e imperialista- con los demás Estados y, al mismo tiempo, la guerra a las condiciones de vida de los trabajadores y de la gran mayoría.
Los BRIC nos salvarán: los milagros económicos no existen.
Brasil, Rusia, India, China y África del Sur, han conocido estos últimos años un éxito económico de gran resonancia. China en particular, es considerada actualmente como la segunda potencia económica mundial, y muchos son los que piensan que pronto destronará a los Estados Unidos. Este éxito impresionante, hace esperar a los economistas que este grupo de países podría convertirse en la nueva locomotora de la economía mundial, como lo fue Estados Unidos después de la segunda guerra mundial. Últimamente, debido a los riesgos de explosión de la zona euro, China se ha propuesto para reflotar las fianzas italianas. Los antiglobalización ven en ello un motivo de alegría: por una vez la supremacía americana del ultra liberalismo ha sido vencida y el crecimiento del poder de esos países emergentes permitiría un mundo más equilibrado. La esperanza de ver desarrollarse a los países emergentes que expresan todos los burgueses así como los antiglobalización, no es solamente cómica, sino que revela que están vinculados al mundo capitalista. Esta esperanza desaparecerá ya que en todo este asunto del milagro económico tiene un aire de déjà-vu. Argentina y los tigres asiáticos en los años 80 y 90 y más recientemente, Irlanda, España o Islandia, fueron exhibidos como "milagros económicos". Y como todo milagro, la realidad acabó por imponerse. Todos estos países debieron su rápido crecimiento a un endeudamiento desmesurado y han conocido la misma suerte: recesión y fracaso. Y ocurrirá lo mismo con los BRIC. La preocupación crece entorno al endeudamiento real de las provincias chinas, sobre la ralentización del crecimiento y sobre el aumento de la inflación. El presidente del fondo soberano chino, Gao Xiping, ha declarado: "No somos salvadores, debemos salvarnos nosotros mismos". ¡No se puede ser más claro!
La verdad es que el capitalismo no tiene ni solución ni futuro.
El capitalismo no puede ser reformado. Ser realista, es admitir que solo la revolución puede solucionar la catástrofe. El capitalismo, como la esclavitud y la servidumbre, es un sistema de explotación condenado a desaparecer. Después de haberse expandido durante dos siglos XVIII y XIX, y después de conquistar el planeta, el capitalismo entró en decadencia desencadenando la primera guerra mundial. La gran depresión de los años 30 y la carnicería de la segunda guerra mundial, confirmaron lo obsoleto de ese sistema y la necesidad, para que la humanidad sobreviva, de destruir ese sistema social moribundo.
Pero se podría hacer la siguiente objeción: "tras la 2ª Guerra Mundial no ha habido una crisis de la magnitud de la del 29". Es cierto que la burguesía ha aprendido a limitar las pérdidas y a relanzar la economía: lo que hace pensar hoy en día que la nueva crisis que atravesamos no es más que un nuevo episodio de esos temblores, y que el crecimiento no tardará en volver, como lo hizo después de los años 60.
En realidad las recesiones sucesivas en 1967, 1970-71, 1974-75, 1991-93, 1997-1998 (en Asia) y 2001-2002 no han hecho más que preparar el drama actual. En efecto, en cada ocasión, la burguesía no ha conseguido relanzar la economía mundial sino abriendo cada vez más las compuertas de los créditos. No ha llegado nunca solucionar el problema de fondo, la superproducción crónica, no ha hecho más que aplazar los vencimientos a golpe de deudas y actualmente, el sistema está ahogado por ellas. Esta huída hacia delante toca a su fin. ¿Esto quiere decir que la economía va a bloquearse y que todo va a detenerse? Evidentemente no. La burguesía continuará peleándose. Concretamente, la clase dominante no tiene la elección más que entre dos políticas, que son como elegir entre la peste y el cólera: austeridad draconiana o relanzamiento dándole a la máquina de producir billetes. La primera lleva a la recesión violenta y la segunda a la explosión de una inflación incontrolable.
Desde ahora, la alternancia de fases cortas de recesión y de largos periodos de financiados a golpe de créditos, será una época definitivamente pasada: el paro va a explotar y la miseria, al igual que la barbarie, van a expandirse de forma dramática. Habrán fases de nuevos comienzos pero estas no serán más que pequeños balones de oxigeno de muy corta duración a las cuales sucederán nuevos cataclismos económicos. Todos aquellos que pretenden lo contrario son como ese suicida quien, después de haber saltado de lo alto del Empire State Building, decía en cada piso que hasta ahí todo iba bien. No olvidemos que al comienzo de las gran depresión de 1929, el presidente americano Hoover afirmaba que la prosperidad estaba a la vuelta de la esquina. La única incertidumbre es como va a reaccionar la humanidad. ¿Podrá acabar con el capitalismo?, ¿Va a ser capaz de construir un nuevo mundo de solidaridad?, ¿sin clases ni estado, sin explotación ni aprovechamiento de los otros? Como lo escribió Friedrich Engels hace ya un siglo: la sociedad burguesa está delante de un dilema: o bien pasan al socialismo o bien caer en la barbarie. Las claves de este futuro están en las manos de la clase obrera, de sus luchas unificadoras para los trabajadores, parados, jubilados y jóvenes precarios
Pawel (29 septembre)
1 Fuente: www.dailymotion.com/video/xlcg84.
2 Llamadas también de rating, las más famosas son Standard & Poors, Moody's, Fitch etc.
3 Fuente: www.jacquesbgelinas.com/index_files/Page3236.htm.
4 Fuente: http ://www.abcbourse.com/apprendre/1_vad.html
5 Apostar por "más Europa" o por "más gobernanza mundial" son igualmente otro callejón sin salida. Por que se junten varios estados -caso de que sean capaces de colaborar realmente y no hagan lo que hacen normalmente que es clavarse todo clase de puñales- no van a solucionar la crisis. A lo más a que pueden llegar es a ralentizar un poco el avance de la crisis al precio de agudizar las fracturas y divisiones entre ellos lo que acaba acelerándola aún más.