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«El balance es demoledor : 3.000 soldados muertos desde el comienzo de la guerra en Irak hace 3 años (de ellos 2800 pertenecientes a las tropas americanas), 655.000 iraquíes muertos mientras los atentados mortales y los enfrentamientos entre fracciones chiítas y sunitas no hacen más que intensificarse.
Los más de 160.000 soldados de ocupación presentes en el suelo iraquí se muestran incapaces de asegurar su misión de “mantenimiento del orden” en un país que se encuentra al borde de la guerra civil» (Revista Internacional nº 127).
El desastre iraquí
Ya nadie puede negar el rotundo fracaso de la aventura USA en Irak. Las recientes elecciones del 6 de noviembre han sido orquestadas por la burguesía norteamericana para salvar la cara:
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por una parte, desviar hacia el terreno electoral el creciente descontento del proletariado y de una gran parte de la población ante la guerra;
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por otro lado, consensuar una “nueva política” entre sus fracciones dominantes (demócratas y republicanos) para intentar paliar las consecuencias del desastre.
Bush ha comparado Irak con Vietnam. Tal paralelo es «una engañosa subestimación. Entonces la retirada de las tropas americanas de Vietnam permitió una reorientación estratégica beneficiosa de sus alianzas llevando a China a su propio campo contra la antigua URSS. Hoy, la retirada de tropas americanas sería una pura capitulación sin contrapartida alguna conllevando un descrédito completo de la potencia americana. Llevaría consigo simultáneamente el estallido de Irak provocando un agravación considerable del caos en la región» (Revista Internacional nº 127)
¿Cómo es posible que el ejército más poderoso de la Tierra haya hecho el ridículo en las tierras mesopotámicas?
No puede decirse que tal fiasco haya sido debido a la “resistencia popular”. En Irak no hay una guerra “contra el invasor”, como pudo serlo la guerra de independencia española de 1808 contra Napoleón, sino una guerra caótica dentro de la propia clase dominante iraquí dividida en innumerables facciones. Estados Unidos ha destapado la caja de Pandora y la principal víctima ha sido la propia población iraquí. Día tras día son torturados y asesinados por escuadrones de la muerte trabajadores, profesores, médicos, mujeres, desempleados…, en una orgía asesina sin freno ni perspectiva. Todos los días los atentados sangrientos llevan la tragedia a miles de familias.
Tampoco podemos atribuirlo a la incompetencia del actual equipo dirigente de la Casa Blanca. Es cierto que Bush es un estúpido[1] y que la pandilla que le rodea es una mezcla de pícaros como Cheeney - el siniestro e invisible vicepresidente - y de iluminados “neocon”. Sin embargo, la estrategia que puso en marcha en 2001 respondía plenamente a las necesidades y objetivos del capital americano y ya había sido prevista y preparada por la administración Clinton. «En estas guerras se ha ido viendo cada vez más claro cuál es la estrategia global y precisa que persiguen los Estados Unidos: conseguir un completo dominio de Oriente Medio y Asia Central para así cercar militarmente a sus principales rivales (Europa y Rusia), cerrándoles las salidas, y tener en su mano poder cortarles el acceso a las fuentes de energía» (Resolución sobre la Situación Internacional del 16º Congreso de la CCI, publicada en Revista Internacional nº 122). Las operaciones en Afganistán e Irak, el hostigamiento a Irán y Siria, el intento de “solucionar” el eterno conflicto Israel – Palestina, obedecen a la necesidad americana de instalarse mediante la fuerza militar en esa zona estratégica vital para, desde ella, pararle los pies a todos sus grandes rivales: Alemania – cuya expansión siempre ha tenido como meta Bagdad -, Francia y Gran Bretaña que ansían volver a los dorados años 20 en que eran los dueños de Oriente Medio, Rusia que aspira a una salida a los “mares cálidos”, China, deseosa de tener cabezas de puente en Irán y Pakistán.
Para explicar el fracaso de Estados Unidos en Irak hay que comprender la evolución histórica del capitalismo en las 2 últimas décadas. Con la implosión de la antigua URSS el capitalismo mundial entraba en su época de descomposición[2], y se veía cada vez más dominado por el choque caótico de intereses entre los múltiples bandidos imperialistas puesto que todo Estado – por pequeño que sea - es imperialista, y su objetivo natural es expandirse a costa de sus vecinos, rivales o “aliados”. La crisis histórica del capitalismo llevó a la desaparición de los antiguos bloques y a partir de ese momento, todos los Estados pudieron dar rienda suelta a sus propios y contradictorios intereses nacionales.
La primera confirmación de esa perspectiva vino con la primera guerra del Golfo en 1990 frente a la cual señalamos que « frente a la tendencia al caos generalizado propia de la fase de descomposición, y a la que el hundimiento del bloque del Este ha dado un considerable acelerón, no le queda otra salida al capitalismo, en su intento por mantener en su sitio a las diferentes partes de un cuerpo con tendencia a desmembrarse, que la de imponer la mano de hierro de la fuerza de las armas. Y los medios mismos que está utilizando para contener un caos cada vez más sangriento son un factor de agravación considerable de la barbarie guerrera en la que se ha hundido (…) El mundo aparece como una inmensa timba en la que cada quien va a jugar por su cuenta y para sí, en la que las alianzas entre Estados no tendrán ni mucho menos, el carácter de estabilidad de los bloques, sino que estarán dictadas por las necesidades del momento. Un mundo de desorden asesino, de caos sanguinario en el que el gendarme americano intentará hacer reinar un mínimo de orden con el empleo cada vez más masivo y brutal de su potencial militar» (“Militarismo y descomposición”, Revista internacional nº 64, 1er trimestre de 1991).
Este intento de ejercer como gendarme mundial atrapa a la potencia norteamericana en una contradicción insuperable: «sí renuncia a aplicar o hacer alarde de su superioridad militar, eso no puede sino animar a los países que discuten su autoridad a ir todavía más lejos (pero) cuando utiliza la fuerza bruta, incluso, y sobre todo, cuando con ese medio consigue momentáneamente hacer tragar sus veleidades a los adversarios, ello lo único que hace es empujarlos a aprovechar la menor ocasión para tomarse el desquite e intentar quitarse de encima la tutela americana» (Resolución sobre la situación internacional del 12º Congreso de la CCI, Revista Internacional nº 90).
La fronda generalizada contra Estados Unidos
Esta contradicción que va pegada como una lapa a la trayectoria reciente del imperialismo americano es la que ha propiciado una degradación de su posición en el mundo que con el desastre iraquí alcanza el peor nivel de toda su historia[3].
Por ello no es de extrañar que hoy le planten cara Estados de 5ª categoría o incluso bandas terroristas desconocidas. Corea del Norte, un Estado de opereta conducido por un megalómano proxeneta donde la inmensa mayoría de sus habitantes mueren de hambre, se permite el lujo de poseer armas nucleares sin que el Gran Gendarme pueda hacer otra cosa que “abrir negociaciones”. En América del Sur, el payaso Chávez no hace sino reunir aliados contra el “Gran Satán”. Irán se suma igualmente al carro nuclear lanzando continuos desafíos al Gigante sin que éste consiga pararle los pies. Rusia aprovecha todas las ocasiones para ponerle piedras en el zapato (Georgia, apoyo a Irán etc.)…
En el bando de los “aliados tradicionales” Alemania y Francia se oponen a sus iniciativas y en España el gobierno Zapatero retiró las tropas de Irak y hoy tiene el atrevimiento de proponer un “Plan de Paz” para Oriente Medio (asociado a Chirac).
Sin embargo, lo más significativo es la actitud que están tomando los dos Estados que le han mantenido una mayor fidelidad –dentro de lo que se puede pedir entre gángsteres-: Israel y Gran Bretaña.
Desde la eliminación de Rabín en 1995, la burguesía israelí ha ido afirmando sus propias veleidades imponiendo en muchos casos su política como un hecho consumado a Washington. Ha saboteado de forma descarada los intentos de llegar a un arreglo con la burguesía palestina. Estados Unidos no ha podido hacer otra cosa que ir a rastras de sus designios a pesar de que la prolongación indefinida del contencioso palestino debilita su autoridad y le impide ganar implantación en el mundo árabe. Israel tenderá a jugar sus propias bazas pues se ve cada vez más amenazado tanto por la pérdida de autoridad de USA como por el creciente ascenso de Irán.
Por su parte, Gran Bretaña intenta tomar distancias. La más reciente propuesta de Blair – celebrar una Conferencia Internacional para dar una “solución global” a Irak, Afganistán y Palestina con presencia destacada de Irán y Siria - constituye una piedra muy difícil de tragar para Estados Unidos ya que le supondría, de aceptarla, el negociar de igual a igual con los dos paladines del famoso “eje del mal”.
La escalada del caos imperialista
Esta dificultad generalizada de Estados Unidos no abre ninguna perspectiva de “liberación” para los pueblos o de “paz” para el mundo. Muy al contrario: acelera la dinámica ya en curso hacia el hundimiento de partes crecientes del planeta en un caos guerrero sin solución.
Los grupos “izquierdistas” (trotskistas, estalinistas, algunos anarquistas) babean de gusto ante los fracasos norteamericanos. Su identificación del imperialismo con Estados Unidos[4] les lleva a vender la ilusión de que “el debilitamiento de USA es el debilitamiento del imperialismo y por ende del capitalismo”. Eso es una falsificación escandalosa. El capitalismo es un sistema mundial que desde principios del siglo XX ha entrado en su fase imperialista y como dice muy bien el grupo proletario turco Enternasyonalist Komunist Sol[5]«el imperialismo es la política natural que practica todo Estado Nacional o toda organización que funciona como un estado nacional». No es verdad que muerto el perro se acabó la rabia. En primer lugar, el perro rabioso USA seguirá con sus demostraciones de fuerza militar causando miles de víctimas y sembrando el caos allí donde vaya pues esa es la única respuesta posible que tiene frente al caos galopante y al creciente desafío a su autoridad. Sí en 2008 los demócratas ascienden al trono imperial se verán obligados – más allá de unos cuantos toques de maquillaje “multilateral”- a la misma política de huida hacia delante del gabinete Bush.
En segundo lugar, la pérdida de autoridad de USA da alas a toda clase de Estados de cuarta categoría que desarrollan sus fechorías con la misma o peor brutalidad que sus cofrades mayores sembrando por todos los lados un caos indescriptible. Esta realidad se ve ilustrada por dos hechos recientes:
- la posesión del arma nuclear por parte de Corea del Norte ha desencadenado una carrera armamentística de consecuencias imprevisibles: China se refuerza en el terreno nuclear y Japón está iniciando un proceso de rearme. Todo esto no puede sino avivar las tensiones en el Extremo Oriente;
- el reforzamiento de Hezbollah tras la guerra del Líbano coloca a este país al borde la guerra civil entre las sus múltiples fracciones. El área que va de Oriente Medio hasta el Asia Central se encamina gradualmente hacia un estallido de guerras a la vez internas y entre Estados: el ascenso de Irán, la escalada militarista de Israel, las tensiones que pueden volver más pronto o más tarde entre Pakistán e India –potencias nucleares- etc., son los ingredientes de este temible cóctel explosivo.
Solo el proletariado tiene la alternativa
Durante el siglo XX y lo que va del XXI, la humanidad ha sufrido innumerables desgracias y catástrofes: epidemias, hambrunas, crisis económicas, destrucción medio ambiental, degeneración moral…, pero la peor de todas si cabe ha sido la barbarie de la guerra imperialista.
La guerra imperialista ha tomado diferentes formas: dos Guerras Mundiales (1914-18 y 1930-45); la situación de guerras localizadas durante la Guerra Fría (1945-1989) y a partir de 1989 una nueva forma: las guerras caóticas que han afectado a 4 continentes (Europa –los Balcanes y la antigua URSS-, Asia, África y América Latina –Colombia, Haití)[6]. Estas distintas formas han manifestado el callejón sin salida sangriento en el que se haya atorado el capitalismo.
Contra la guerra la única alternativa es la lucha internacionalista del proletariado. La lucha contra TODOS los Estados (o bandas aspirantes al dominio estatal como los clérigos sanguinarios de Hezbollah) y contra todos los bandos en conflicto. Este pasaje del grupo proletario turco que antes citábamos (Enternasyonalist Komunist Sol) ilustra la política que debe seguir el proletariado para lograr la fuerza necesaria para abatir el capitalismo y con él la guerra imperialista:
«En Turquía como en el resto del mundo, la mayor parte de los izquierdistas han aportado su apoyo total a la OLP y a Hamas. En el conflicto del Líbano se han expresado con una sola voz para decir que ‘todos estamos con Hezbollah’. Siguiendo esta lógica consistente en decir ‘el enemigo de mi enemigo es mi amigo’ han apoyado plenamente esta organización violenta que ha empujado a la clase obrera a una desastrosa guerra nacionalista. Este apoyo de los izquierdistas al nacionalismo no difiere gran cosa de lo que dice el MPH[7]. La guerra entre Hezbollah e Israel así como la guerra de Palestina son guerras interimperialistas y todos los campos utilizan sin excepción el nacionalismo para encadenar a la clase obrera a sus designios guerreros. Cuanto más sean los obreros aspirados por el nacionalismo más perderán toda capacidad para actuar como clase. Por ello ni Israel, ni Hezbollah, ni la OLP, ni Hamas, deben ser sostenidos bajo ninguna circunstancia».
Smolny 18-11-06
1]El escritor Norman Mailer lo ha calificado como «el peor presidente de la historia de Estados Unidos: ignorante, arrogante y estúpido»
2Ver en la Revista Internacional nº 62 nuestras Tesis sobre la Descomposición
3 Tras superar 2 difíciles momentos (la invasión inglesa de 1812-14 y la guerra de Secesión de 1861-65), Estados Unidos no ha hecho más que acumular éxito tras éxito –incluso el fracaso en Vietnam fue, como hemos dicho antes, ampliamente compensado por el paso de China a su órbita-. Sólo a partir de 1990 con el fracaso en Yugoslavia y Kosovo y ahora en Irak y Afganistán se ha invertido la tendencia.
4 Ver ¿Qué es el imperialismo? en nuestra web: www.internationalism.org.
5 Ver en Révolution Internationale nº 372 «Internacionalistas contra la guerra del Líbano», en francés.
6 A estas expresiones de enfrentamiento abierto hay que añadir la nueva forma que ha tomado el terrorismo con los atentados masivos iniciados en 2001 que deben ser considerados como una variante particular de la guerra imperialista
7 MPH: Partido del Movimiento Nacional. Se trata del grupo fascista turco llamado Los Lobos Grises