La pasada primavera, la Corriente Comunista Internacional celebró su 26º Congreso.
Como dicen nuestros estatutos:
«El Congreso Internacional es el órgano soberano de la CCI. Por lo cual tiene las siguientes tareas:
1 preparar los análisis generales y las orientaciones de la organización, especialmente en relación con la situación internacional;
2 examinar y hacer el balance de las actividades de la organización desde el Congreso anterior;
3 definir sus perspectivas de trabajo de cara al futuro.»
Ya hemos publicado en nuestro sitio web varios documentos adoptados por el 26º Congreso sobre la evolución de la situación internacional[1] y no es necesario entrar en detalles en esta presentación. Sin embargo, nos corresponde enfatizar la importancia de este Congreso.
En primer lugar, nuestros estatutos subrayan el lugar del congreso en la vida de la organización: es el «órgano soberano de la CCI». En esto, nuestra organización es fiel a la tradición del movimiento obrero. Así, los estatutos de la Liga de los Comunistas especifican que: «El congreso es el poder legislativo del conjunto de la Liga.» (Artículo 30); «El congreso se reúne en el mes de agosto de cada año. En caso de emergencia, el Consejo Central convocará un congreso extraordinario.» (Artículo 34)
La misma preeminencia del congreso se encuentra en los estatutos de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT): «Todos los años tendrá lugar un congreso general de trabajadores compuesto por delegados de las ramas de la Asociación. Este Congreso proclamará las aspiraciones comunes de la clase trabajadora, tomará la iniciativa en las medidas necesarias para el éxito del trabajo de la Asociación Internacional y nombrará su Consejo General.» (Artículo 3)
Y son los mismos principios que se encuentran en los estatutos de la Internacional Comunista (IC): «El órgano supremo de la Internacional Comunista no es otro que el congreso mundial de todos los partidos y organizaciones que están afiliados a ella. El Congreso Mundial aprueba los programas de los distintos partidos adheridos a la Internacional Comunista. Examina y resuelve las cuestiones esenciales de programa y táctica relacionadas con la actividad de la Internacional Comunista.» (Artículo 4)
De hecho, la celebración regular de congresos por parte de una organización del proletariado es tanto la manifestación como el instrumento de su vida política en la que participan todos sus militantes mediante la elaboración, discusión y adopción de informes y resoluciones[2]. Es este principio que la CCI ha adoptado e implementado desde su fundación, haciendo que sus congresos, como las organizaciones del pasado, sean momentos fundamentales en su vida política. Dicho esto, el 26º Congreso la CCI fue de mucha mayor importancia que los anteriores. Y esto por dos razones fundamentales.
En primer lugar, este congreso tuvo lugar cincuenta años después de la fundación de la CCI en enero de 1975. Este aniversario nos obligó a realizar un balance de este medio siglo, tanto desde el punto de vista de la evolución de la situación internacional como de la actividad de nuestra propia organización, y esto, no desde el punto de vista de un historiador, sino en un intento de identificar las perspectivas que se presentarán al mundo en el próximo medio siglo y las responsabilidades que las organizaciones comunistas tendrán que asumir en él. Con esta preocupación, el congreso decidió publicar un Manifiesto que trate las cuestiones históricas fundamentales del periodo presente, así como la publicación de una serie de artículos que abordan las cuestiones que han sido, son y serán enfrentadas por las organizaciones políticas del proletariado y que aparecerán en nuestra prensa en los próximos meses. Por su parte, el Manifiesto del 50º Aniversario de la CCI a publicarse en diferentes idiomas en nuestra página web. Se titula «El capitalismo amenaza a la humanidad: la revolución mundial es la única solución realista». Y este título resume la otra razón fundamental que llevó al 26º Congreso de la CCI a decidir publicar tal Manifiesto y que se presenta en su prólogo: «Los años 20 del siglo 21º se han presentado como un tiempo de brutal aceleración del deterioro de la situación mundial, con una acumulación de catástrofes -inundaciones o incendios- relacionadas con el cambio climático, una aceleración de la destrucción de la vida en el planeta, una pandemia que ha matado a más de 20 millones de seres humanos, el estallido de nuevas guerras cada vez más mortíferas, como en Ucrania, Gaza o África, particularmente en Sudán, Congo y Etiopía. Este caos mundial entró en una nueva etapa en enero de 2025 con la llegada al gobierno de la primera potencia mundial de un siniestro charlatán, Donald Trump, que aspira a jugar con el globo terráqueo como Charlie Chaplin en su película «El gran dictador».
Así pues, el presente manifiesto no se justifica sólo por el medio siglo de existencia de nuestra organización, sino también porque hoy nos enfrentamos a una situación histórica de extrema gravedad: el sistema capitalista que domina el planeta, conduce inexorablemente a la sociedad humana hacia su destrucción. Ante esta perspectiva abominable, corresponde a quienes luchan por el derrocamiento revolucionario de este sistema, los comunistas, presentar los argumentos históricos, políticos y teóricos para armar a la única fuerza de la sociedad capaz de llevar a cabo esta revolución: el proletariado mundial.
El Manifiesto termina con los siguientes pasajes:
«Este breve repaso de décadas de luchas obreras hace emerger una idea esencial: el combate histórico de nuestra clase por el derrocamiento del capitalismo aún será largo. En su camino se alzarán una sucesión de obstáculos, trampas y derrotas. Para salir finalmente victorioso, éste combate revolucionario requerirá una elevación general de la conciencia y de la organización de toda la clase obrera, a nivel mundial. Para que esta elevación general pueda producirse, el proletariado deberá enfrentarse en la lucha a todas las trampas tendidas por la burguesía y, al mismo tiempo, reapropiarse de su pasado, de su experiencia acumulada durante dos siglos.
Cuando, el 28 de septiembre de 1864, se fundó en Londres la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), esta organización se convirtió en la encarnación de la naturaleza mundial del combate proletario, condición para el triunfo de la revolución mundial. Ésta es la fuente de inspiración del poema escrito en 1871 por el comunero Eugène Pottier, que se convertirá en un canto revolucionario transmitido de generaciones en generaciones de proletarios en lucha, en casi todos los idiomas del planeta. La letra de La Internacional subraya hasta qué punto esta solidaridad del proletariado mundial no pertenece al pasado, sino que apunta hacia el futuro: “Unámonos, y mañana, La Internacional, Será el género humano”.
Este reagrupamiento internacional de las fuerzas revolucionarias es tarea que corresponde realizar a las minorías militantes organizadas. En efecto, si bien las masas de la clase obrera realizan este esfuerzo de reflexión y auto organización esencialmente durante períodos de luchas abiertas, una minoría siempre está comprometida, en todos los períodos de la historia, en el combate permanente por la revolución. Estas minorías encarnan y defienden la constancia y la continuidad históricas del proyecto revolucionario del proletariado, que las secretó para este propósito. [...]
Es sobre esta minoría que reposa la responsabilidad primera de organizar, debatir, clarificar todas las cuestiones, de sacar las lecciones de los fracasos pasados y hacer vivir la experiencia acumulada. Hoy, esta minoría, extremadamente poco numerosa y fragmentada en numerosas pequeñas organizaciones, debe reagruparse para confrontar las diferentes posiciones y análisis, reapropiarse de las lecciones que nos legaron las fracciones de la Izquierda Comunista y preparar el futuro.»
Así, el Manifiesto del 26º Congreso de la CCI constituye un llamamiento a luchar por la revolución comunista, un llamado dirigido a todo el proletariado, pero, más particularmente, a los elementos y grupos que, a partir de ahora, son conscientes de la necesidad y la posibilidad de derrocar la horrible sociedad capitalista e instaurar «el reino de la libertad», según las palabras de Engels. Como hemos visto, es un camino muy largo y terriblemente difícil. Ya a mediados del siglo XIX, Marx era consciente de esta dificultad: «Las revoluciones proletarias [...] se critican constantemente a sí mismas, se interrumpen continuamente en su propia marcha, vuelven sobre lo que parecía terminado, para comenzarlo de nuevo, se burlan concienzuda y despiadadamente de las indecisiones, de las debilidades y de la mezquindad de sus primeros intentos, parece que sólo derriban a su adversario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden constantemente aterradas ante la vaga enormidad de sus propios fines, hasta que se crea una situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan: Hic Rhodus, hic salta!» (El 18 Brumario de Luis Bonaparte).
Sin embargo, está claro que Marx no había imaginado la magnitud de esta dificultad, una dificultad igual a la «infinita inmensidad de los objetivos» de la revolución proletaria. Como escribimos hace un cuarto de siglo, con motivo del año 2000: «Efectivamente, una de las causas de la gran dificultad de la gran mayoría de los trabajadores para volverse hacia la revolución es el vértigo que los invade cuando piensan que la tarea es imposible porque es tan inmensa. De hecho, la tarea de derrocar a la clase más poderosa de la historia, el sistema que ha dado a la humanidad un verdadero salto gigantesco en la producción material y el dominio de la naturaleza, se presenta como casi imposible. Pero lo que da más vértigo a la clase trabajadora es la inmensidad de la tarea de construir una sociedad radicalmente nueva, finalmente liberada de los males que han abrumado a la sociedad humana desde sus orígenes: escasez, explotación, opresión y guerras.
Cuando los prisioneros o esclavos llevaban cadenas en los pies todo el tiempo, a menudo se acostumbraban tanto a esta restricción que sentían que ya no podían caminar sin sus cadenas, y a veces se negaban a que se las quitaran. Esto es un poco de lo que le pasa al proletariado. Aunque lleva dentro la capacidad de liberar a la humanidad, aún le falta la confianza para avanzar conscientemente hacia este objetivo.
Pero se acerca el momento en que “las circunstancias mismas [gritarán]: ¡Hic Rhodus, hic salta!”. Si permanece en manos de la burguesía, la sociedad humana no llegará al próximo siglo [el siglo XXII], sino hecho trizas y sin absolutamente nada humano. Mientras no se alcance este extremo, mientras permanezca el sistema capitalista, aunque se hunda en la crisis más profunda, su clase explotada, el proletariado, necesariamente subsistirá, y por tanto permanecerá la posibilidad de que, impulsado por la total bancarrota económica del capitalismo, finalmente supere sus vacilaciones para afrontar la inmensa tarea que la historia le ha encomendado: la revolución comunista.»[3]
Por tanto, la inmensidad y dificultad de la tarea a cumplir, así como la extrema gravedad de lo que está en juego para la humanidad, no deberían ser factores desalentadores. Al contrario, es importante que la conciencia sobre estos problemas se convierta en la determinación de liderar la lucha contra el capitalismo. Este era el estado de espíritu que animaba a Marx, como lo demuestra una carta a Johann Philipp Becker: «Siempre he observado que todas las naturalezas verdaderamente forjadas, una vez que han emprendido el camino revolucionario, obtienen constantemente nueva fuerza de la derrota y se vuelven cada vez más resueltas a medida que el río de la historia las lleva más lejos.»
Este es el estado de espíritu que animó a los militantes que ya estaban presentes cuando se fundó la CCI o que se le unieron más tarde y que, décadas después, siguen presentes en nuestra organización a pesar de las dificultades encontradas. Esta generación, evidentemente, se irá disminuyendo y le corresponde a ella transmitir su experiencia a los militantes más jóvenes que tendrán que tomar el relevo para constituir el puente hacia el partido del futuro, un poco a imagen de las fracciones del pasado, destacándose la Izquierda Comunista de Italia. Y en el legado que hay que transmitir, junto a los principios, los análisis y las lecciones elaboradas a lo largo de décadas de actividad política, ocupa un lugar destacado esta mentalidad militante.
CCI, noviembre de 2025
[1] Se trata de los siguientes textos: «Resolución sobre la situación internacional (mayo de 2025) [1]», «El significado histórico del estancamiento de la economía capitalista, Revista Internacional 174» e «Informe sobre la lucha de clases (mayo de 2025) [2]».
[2] Esta permanencia a lo largo de la historia del movimiento obrero del lugar fundamental que ocupan los congresos en la vida de sus organizaciones es, lamentablemente, «olvidada» por la mayoría de las organizaciones de la Izquierda Comunista. Así, la corriente que se remite a la tradición bordiguista rechaza el principio mismo de la celebración de congresos, considerados manifestaciones de «prurito democrático» (véase, entre otros, el artículo «Mito y realidad en la Izquierda Comunista en Italia» en Le Prolétaire n.º 512). En cuanto a la corriente surgida de la tendencia Damen del Partito Comunista Internazionalista, aunque no rechaza el principio de la celebración de congresos, hay que señalar la frecuencia particularmente baja de estos eventos. Así, el tiempo medio entre dos congresos del PCInt oscila entre 4 y 15 años, es decir, una media de casi 10 años (1948, 1952, 1963, 1970, 1982 y 1997). Vale la pena recordar que cuando la Internacional Comunista era un órgano del proletariado, celebraba un congreso cada año entre 1919 y 1922. La reducción de la frecuencia de sus congresos coincide con su degeneración y su muerte como organización proletaria, ya que sus siguientes congresos se celebraron en 1924, 1928 y 1935, antes de su supresión por Stalin en 1943 con el fin de ganarse el favor de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial. Esta comparación entre la Internacional Comunista y la corriente impulsada por Onorato Damen no significa en absoluto que este último se hubiera pasado a la burguesía, pero pone de manifiesto una debilidad política muy importante de dicha corriente.
[3] «Al inicio del siglo XXI... ¿por qué el proletariado aún no ha acabado aún con el capitalismo (II) [3]?, Revista Internacional 104»
Enlaces
[1] https://es.internationalism.org/content/5374/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-mayo-de-2025
[2] https://es.internationalism.org/content/5396/informe-sobre-la-lucha-de-clases-mayo-de-2025
[3] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201111/3245/al-inicio-del-siglo-xxi-por-que-el-proletariado-no-ha-acabado-aun-
[4] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/congresos-de-la-cci