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¡Solidaridad con los indignados de España! - El porvenir pertenece a la clase obrera
Narcotráfico y descomposición del capitalismo
Caso Dominique Strauss-Kahn - ¿A quién beneficia la publicidad del "crimen"?
Morir a crédito - Si mentir fuera un pecado mortal, la burguesía sería una clase en vía de extinción
XIX Congreso de la CCI - La crisis económica revela la quiebra del capitalismo
Una dolorosa pérdida para la CCI - La muerte del camarada Enzo
La Izquierda comunista y la continuidad del marxismo - II
El movimiento de los "indignados" en España ha
venido madurando en los últimos meses tras la huelga general del 29 de
septiembre, contra la reforma laboral. Esta "movilización" ([1]), acabó en un verdadero
jarro de agua fría tras el acuerdo firmado por patronal, gobierno y sindicatos
que retrasaba la edad de jubilación hasta los 67 años, y una progresiva
reducción de la cuantía de las pensiones.
El ejemplo de las manifestaciones de alrededor de
300 mil jóvenes portugueses autodenominados la "generación desesperada" en
marzo tuvo un efecto inmediato en las universidades españolas, y sobre todo en
Madrid. Pues también aquí, la gran mayoría de los jóvenes menores de 30 años y
también los estudiantes sobreviven de los llamados "contratos-basura": empleos
temporales y con salarios por debajo de 600 euros mensuales. En este contexto,
un centenar de estudiantes constituye el grupo "Jóvenes sin futuro", donde se
reagrupan sobre todo estudiantes pobres, salidos de la clase obrera y que se
movilizan el 7 de abril tras una consigna que reza: "Sin casa, sin curro
(trabajo), sin pensión, sin miedo". El éxito de esta manifestación en la que
participaron cerca de 5,000 personas en Madrid, anima a estos grupos a proponer
una manifestación para el 15 de mayo. Entre tanto aparece en Madrid la
plataforma Democracia Real Ya (DRY) que se pronuncia igualmente contra el paro
y la "dictadura de los mercados", y se define "apolítica", ni de derecha ni de
izquierda. Esta plataforma Democracia Real Ya convoca igualmente a manifestarse
el 15 de mayo (15M) en otras ciudades, aunque será en Madrid donde esta
convocatoria congregue el mayor número de participantes (alrededor de 25 mil),
en una manifestación "pacífica y respetuosa" que debía concluir en la Puerta
del Sol.
Si estas manifestaciones convocadas por Democracia
Real Ya cosecharon un éxito espectacular fue porque a través de ella se
expresaba un descontento generalizado, particularmente entre los jóvenes que se
ven abocados al desempleo al finalizar sus estudios. Lo previsto es que todo
acabase en ese acto de protesta. Sin embargo, al final de las manifestaciones
de Madrid y Granada tuvieron lugar una serie de incidentes relacionados con
acciones de pequeños grupos del "bloque negro" - como había sucedido en Madrid
el 7 de abril - que fueron brutalmente reprimidos por la policía cargando
indiscriminadamente contra grupos de manifestantes que volvían a sus casas y
practicando detenciones incluso entre gente que paseaba por la zona". Los 19
detenidos de Madrid elaboran un comunicado denunciando la arbitrariedad y los malos
tratos sufridos y "cuelgan" este comunicado en las redes sociales, lo que anima
a otras personas que estuvieron presentes en la manifestación a publicar
también fotos que reflejan la brutalidad policial, fermentando una creciente
oleada de indignación y solidaridad. La misma noche del 15M, un grupo de unas
30 personas, totalmente anónimas y sin organización previa se animan a plantar
unas cuantas tiendas de campaña en la Puerta del Sol de Madrid. El desalojo por
parte de la policía nacional de esa primera acampada en la madrugada del día
17, desata la movilización masiva de miles de personas que tras concentrarse en
los juzgados para pedir la libertad de los detenidos en la madrugada de ese 17
M, deciden volver a ocupar la Puerta del Sol. En un par de días ese ejemplo es
secundado por miles de personas en más de 70 ciudades en España. Y esa
extensión es, al mismo tiempo, un impulso a la radicalización.
Para el día 17, los organizadores del movimiento
15M habían previsto protestas silenciosas y "performances" lúdicos, pero toda
la rabia que se acumulaba en las diferentes plazas no se contenía en este tipo
de acciones y reclamaba a gritos la celebración de asambleas para discutir,
para proponer, para decidir. Esto se extiende a Barcelona, Valencia, y a partir
del 18 de junio a todas las demás concentraciones que se han adueñado de las
plazas públicas y que día a día celebran Asambleas generales abiertas a todo
aquel que quiera participar.
El movimiento de los "indignados" ha superado por
mucho la simple reivindicación democrática y reformista del colectivo
Democracia Real Ya y es mucho más que una simple revuelta de la "generación
perdida" de los "seiscientos euros". En las manifestaciones y en las plazas
ocupadas de Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, se leen pancartas y se cantan
consignas como: "¡Democracia sin capital!", "PSOE
y PP, la misma mierda es", "¡Construyamos un futuro
sin capitalismo!", "Si no nos dejáis soñar, no
os dejaremos dormir", "¡Todo el poder a las
Asambleas!", "El problema no es la democracia, el problema es el
capitalismo", "Sin trabajo, sin casa, sin miedo", "¡Despertad
obreros!", "600 euros al mes: ¡eso si es
violencia!".
En Valencia, un grupo de mujeres decían: "¡Engañaron
a los abuelos, engañaron también a los hijos, ¡que los nietos no se dejen
engañar!"
Por todas partes, se han multiplicado asambleas
multitudinarias de ciudad en las que se reagrupaban miles de personas de todas
las edades y de todas las capas no explotadoras de la sociedad.
En esta atmósfera de ebullición general, la palabra
se libera, y se examinan todos los aspectos de la vida social (política,
cultural, económica...). Las plazas se ven inundadas por una gigantesca marea
colectiva de ideas que se debaten en un clima de solidaridad y de respeto
mutuo. En muchas plazas se han instalado "buzones" para que quien quiera pueda
dejar sus propuestas de debate. El movimiento se ha organizado con mucha
inteligencia, creando comisiones que se encargan entre otras cuestiones de la
propia seguridad evitando desbordamiento y choques con la policía, pero también
la violencia entre los participantes y el consumo de alcohol, que se ha
proscrito con consignas como "La revolución no es botellón". Cada día se ponen
en funcionamiento equipos de limpieza, y en merenderos públicos (¡y gratuitos
pues se nutren de aportaciones solidarias de la población!), se sirven comidas.
Se han organizado también servicios de guardería y de cuidados médicos,
contando con la colaboración de numerosos voluntarios. También se han creado
bibliotecas, así como "bancos de tiempo" en los que se ofrecen enseñanzas de
materias científicas, culturales, artísticas, políticas y económicas. Se ha
planificado la celebración de "jornadas de reflexión", Cada uno de los participantes
aporta sus conocimientos o sus habilidades,...
A pesar de las numerosas confusiones e ilusiones
que indudablemente existen, la palabra "revolución" vuelve a asomar en multitud
de pancartas y eslóganes y ya no produce miedo.
Los debates de las asambleas han
hecho surgir numerosas cuestiones:
1º ¿Hay que limitarse a la regeneración democrática, O bien ¿los problemas tienen su origen
en el capitalismo que no se puede reformar y hay que destruirlo de arriba abajo?
2º ¿Debe darse por terminado el movimiento el 22, día de las elecciones, o, por el contrario,
hay que proseguirlo para luchar masivamente contra los recortes sociales, el
desempleo, la precariedad, los desahucios?
3º ¿No habría que extender las asambleas a los centros de trabajo, a los barrios, a las
oficinas de paro, a institutos y universidades para que el movimiento tomara
raíces en los trabajadores, los únicos que tienen la fuerza y las bases para
desarrollar una lucha generalizada?
En estos debates en el seno de
las asambleas se han puesto netamente de manifiesto dos tendencias:
- una, la conservadora, impulsada sobre todo por las capas sociales no proletarias, que
esparcen la ilusión de que es posible reformar el sistema capitalista a través
de una "revolución democrática y ciudadana";
- la otra, la proletaria, que pone en evidencia la necesidad de acabar con el capitalismo.
Las asambleas que tuvieron lugar el domingo 22 de
mayo, el mismo día de las elecciones, decidieron proseguir el movimiento tras
numerosas intervenciones que señalaban: "no estamos aquí por las elecciones,
aunque hayan sido el detonante". La tendencia proletaria se afirma más
nítidamente a través de las propuestas para "ir a buscar a los trabajadores"
y anteponiendo las reivindicaciones contra el desempleo, la precariedad y los
ataques sociales. En la asamblea de la Puerta del Sol se adopta la decisión de
organizar "asambleas populares" en los barrios y empiezan a oírse propuestas de
extender la movilización a centros de trabajo, universidades, oficinas de
empleo, etc. En Málaga, Barcelona y Valencia, las asambleas han propuesto
organizar una manifestación contra los recortes sociales y convocando una nueva
huelga general, esta vez "verdadera", como afirmó uno de los oradores.
Pero es en Barcelona, la capital industrial del
país, donde la asamblea central en Plaza Cataluña tiene un carácter más
radical, más marcado por la tendencia proletaria que veíamos antes y, sobre
todo al principio, más distanciada de las ilusiones de "regeneración democrática".
En parte por el peso histórico de las luchas obreras en esa ciudad (desde la
huelga de la Canadiense en 1919 a la huelga general del Bajo Llobregat en
1974). En parte también por el hartazgo producido por los ocho años de gobierno
de una coalición P"S"-P"C"-nacionalistas que son vistos por la gran mayoría de
la población como cómplices del paro, la miseria y la represión ([2]). Lo cierto es que la
concentración de Plaza Cataluña se ha convertido en un poderoso imán que ha
atraído hacía sí y ha respaldado multitud de movimientos contra las distintas
manifestaciones de la degradación de las condiciones de vida. Sean los
desahuciados (la asamblea mandó delegaciones para impedir el desalojo judicial
de algunas viviendas en barrios obreros), los bomberos, los trabajadores de la
Compañía Telefónica amenazados por miles de despidos, los trabajadores de
sanidad y educación que protestan contra los draconianos planes de ajuste que
va a sufrir toda la población, los estudiantes y los profesores que se han
unido para luchar contra los recortes salariales de estos. Pero eso sucede
también en otras concentraciones. En Madrid, los bomberos que llevan meses
luchando contra la reducción de plantillas, pasean uniformados por el centro de
la concentración de Sol y son ovacionados. En Valencia los conductores de
autobús se juntan en la Plaza del Ayuntamiento (rebautizada Plaza 15 de Mayo)
con una manifestación de los barrios que protesta contra el recorte de los
presupuestos en enseñanza. En Zaragoza también los conductores de bus también
se han sumado a la concentración...
Sea cual sea la dirección en que se encamine este
movimiento y donde desemboque, lo cierto es que esta revuelta iniciada por una
juventud enfrentada a una situación de desempleo dramático (en España el
45 % de los jóvenes entre 20 y 25 años está desempleada), viene a sumarse
al combate de la clase obrera. Su contribución a la lucha internacional de la
clase obrera es indiscutible.
Se trata de un movimiento generalizado que implica
a todas las capas sociales no explotadoras y especialmente a todas las
generaciones de la clase obrera. Este movimiento es expresión, en realidad, de
una maduración en profundidad de la conciencia en el seno de la única clase que
puede cambiar el mundo y acabar con el capitalismo: la clase obrera.
Este movimiento pone claramente de manifiesto que
ante el hundimiento cada vez más evidente del capitalismo, importantes masas
comienzan a levantarse en los países "democráticos" de Europa occidental. Y
esto abre la puerta a la politización de las luchas del proletariado.
Pero, sobre todo, este movimiento ha puesto de
manifiesto que los jóvenes que son, en su inmensa mayoría, parados o precarios,
han sido capaces de apropiarse de las armas de combate de la clase obrera: las
asambleas generales masivas y abiertas que les han permitido desarrollar la
solidaridad y tomar ellos mismos la lucha en sus manos, al margen de los
partidos políticos y los sindicatos.
La consigna "¡Todo el poder a las Asambleas!"
que ha surgido en este movimiento, aunque aún de forma minoritaria, supone un remake
del antiguo eslogan de la Revolución Rusa: "¡Todo el poder a los Consejos
obreros!"
Y si bien es cierto que la palabra comunismo aún
suscita hoy desconfianzas y temores (dado el impacto que aún tienen las
campañas desatadas por la burguesía tras el hundimiento del bloque del Este y
los regímenes estalinistas), lo cierto es que el término "revolución" no asusta
a nadie. ¡Todo lo contrario!
Este movimiento no tiene nada de "Spanish
Revolution" por mucho que plataformas como Democracia Real Ya lo hayan querido
definir así. El paro, la precariedad, la carestía de la vida y la degradación
constante de las condiciones de existencia de las masas explotadas no son, en
absoluto, una especificidad española. La siniestra lacra del paro, y sobre todo
del paro juvenil, se ve tanto en Madrid como en El Cairo, en Londres como en
París, en Atenas y en Buenos Aires.
Este movimiento de los "indignados" no es una
revolución. Pero sí una nueva etapa en el desarrollo de las luchas sociales y
de los combates de la clase obrera a escala internacional, que son los único
que puede abrir una perspectivas de porvenir a esta juventud "sin futuro", y a
toda la humanidad.
El "terremoto español" saca a la luz que las nuevas
generaciones de proletarios no tienen nada que perder, y que son, ya ahora, los
protagonistas de la historia. Que están socavando los cimientos y preparando
nuevos terremotos que abrirán paso a la emancipación de la humanidad. Gracias a
la utilización de las redes sociales de Internet, de la telefonía móvil, y de
los modernos medios de comunicación, estas nuevas generaciones han demostrado
su capacidad para romper con el black-out de la burguesía, es decir con
el silenciamiento y la tergiversación de las luchas contra su dominación, así
como para catapultar la solidaridad más allá de las fronteras.
El hartazgo de esta nueva generación "sin futuro"
ha emergido también recientemente en Túnez y en Egipto conduciendo a una enorme
revuelta social que ha provocado la caída de Ben Alí y de Mubarak
respectivamente. Pero tampoco podemos olvidar que lo que impulsó a los líderes
de los principales países democráticos (y sobre todo a Obama) a presionar para
que estos dictadores, sus amigos de antaño, abandonaran el poder fueron sobre
todo las crecientes huelgas obreras y la amenaza de una huelga general contra
la sangrienta represión de las manifestaciones.
Pero este movimiento de los "indignados" es, en
realidad, mucho más profundo que el de la plaza central de El Cairo.
Este movimiento ha estallado en el principal país
de la península ibérica que constituye de hecho un puente entre dos
continentes. El que tenga lugar en un Estado "democrático" de Europa occidental
(y, además, dirigido por un gobierno "socialista") sólo puede contribuir para
que acaben diluyéndose las mistificaciones democráticas como las que
desplegaron los media a propósito de la "revolución del jazmín" en Túnez, el
fin de las "dictaduras" de los países árabes, etc.
Y aunque califiquen este movimiento de "spanish
revolution", lo cierto es que no ha aparecido ni una sola bandera española, a
diferencia de lo que sucedía en Tahrir que estaba cubierta de banderas
nacionales. Hemos visto, por el contrario aparecer eslóganes reclamando una
"revolución global" o la extensión de este movimiento más allá de las fronteras
nacionales. En muchas Asambleas se han creado Comisiones Internacionales. Tras
la tentativa de desalojo de Plaza de Cataluña, todas las plazas ocupadas
clamaban "Todos somos Barcelona", y el lunes 30, tras el desalojo de la
concentración de la plaza de la Bastilla en la capital francesa, se sucedían
las marchas y las manifestaciones ante las embajadas de Francia al grito de "¡Sí,
sí, sí, estamos con París!"
A pesar de las muchas ilusiones y confusiones que,
inevitablemente, marcan este movimiento iniciado por los jóvenes "indignados",
éste constituye un eslabón muy importante en la cadena de luchas sociales que
están estallando hoy. Con la agravación de la crisis mundial del capitalismo
estas luchas sociales no pueden sino tender a converger con la lucha de clase
del proletariado y contribuir a su desarrollo.
El movimiento de los "indignados" ha comenzado a
plantear nuevamente la cuestión de la "revolución". Corresponde al proletariado
mundial resolverlo y darle una dirección de clase hacia los combates del mañana
que puedan encarar la eliminación del capitalismo de la faz de la tierra.
Únicamente sobre las ruinas de este sistema de explotación basado en la
mercancía y la ganancia, podrán las nuevas generaciones edificar otra sociedad
que devuelva a la especie humana su dignidad y que haga posible una verdadera
"democracia" universal.
Sofiane, 27
mayo 2011
[1])
Ver nuestra denuncia de ésta en https://es.internationalism.org/node/3046 [2].
[2] )
Hoy cuando tratan de reconducir la indignación que ha desatado la tentativa de
desalojo de la Plaza de Cataluña el 27 de Mayo hacia la dimisión del Conseller
Puig, o la "depuración" de los agentes que "desprecian" a sus víctimas,
conviene recordar el amplio historial de brutalidad represiva de esa misma
policía comandada por el conseller Saura (estalinista) con frecuentes denuncias
de malos tratos y abusos policiales, acoso a emigrantes, salvajismo en
desalojos de Centros Sociales, represión indiscriminada de manifestantes sean
trabajadores de los transportes urbanos o estudiantes...
Desde el 19 de marzo que estalló la intervención
militar en Libia bajo la doble bandera de las Naciones Unidas y la OTAN, la
situación no se ha calmado. Aunque se tranquilizó cuando la última cumbre del
G8 reiteró que la coalición, más allá de sus disensiones, estaba "decidida a
terminar el trabajo", después de haber llamado al líder libio a abandonar el
poder porque ha "perdido toda legitimidad". Rusia misma, participa en el
concierto de todos estos nuevos anti-Gadafi para ofrecer su mediación con quien
"ya no considera líder de Libia". Como signo de apoyo a las "revoluciones
árabes" y por lo tanto, también hacia la población Libia, los líderes actuales
se dividen presionando a Arabia Saudita a meter la mano al bolsillo, con un
regalo a las "revoluciones árabes" de 45 millones de dólares.
Entretanto, este bello gesto de "solidaridad" con
los insurgentes anti-Gadafi reunidos alrededor del Consejo Nacional de
Transición Libio, cuyos representantes pasan más tiempo en embajadas
occidentales que en las áreas de combate, también tiene dificultades para acreditar
una guerra que se atasca cada día más. Las fuerzas de Gadafi, a pesar de los
aproximadamente 2700 ataques aéreos que han sufrido, continúan bombardeando a
los rebeldes ya sea en Bengasi o Misrata. Está lejos el desalojo del poder
libio denunciado recientemente por la "comunidad internacional" por su crueldad
y el advenimiento de la democracia que ha sido el pretexto para esta nueva
aventura militar imperialista. El "guía de la revolución verde" se aferra desesperadamente
al poder. Además, el país ofrece un espectáculo de desolación, lejos de
satisfacer la esperanza o el entusiasmo que acompañaron, a pesar de la dureza
de los acontecimientos en Túnez y Egipto. Los muertos se cuentan en decenas
cada día al menos en Misrata (de acuerdo con la OMS), y los cascarones de
blindados y coches armados llenan las carreteras, mientras las ciudades parecen
cada vez más quesos gruyere, a imagen de Beirut en la década de 1970 y 80. Por
supuesto, nuestros dignos representantes no han dejado de fustigar al gobierno
libio y exigir que "los responsables de los ataques contra civiles entreguen
cuentas", sin omitir movilizar previamente a la Corte Penal Internacional sobre
estos "crímenes".
Conocemos sus grandes discursos, así como su
hipocresía: son responsables de los muertos en ambos campos, incluso entre la
población civil. Porque es regla que en los "ataques aéreos" los muertos no
solo se apilan en los campamentos de los malvados, como en las películas de
serie B. Recordemos solo el ejemplo de los supuestos ataques "dirigidos" de las
dos guerras en Irak, y sus cientos de miles de muertes "colaterales", o en
Afganistán donde regularmente pueblos enteros fueron objeto de "errores" de
logística. La lista de las responsabilidades de las grandes potencias, que no
quita su parte a los Estados pequeños, por la muerte de "civiles", sería muy
larga. Lo mismo que su responsabilidad por crear el caos.
Así pues, la reafirmación de la última Cumbre del
G8 de reforzar su presión militar contra Gadafi con la decisión de implementar
ataques con helicópteros británicos y franceses para estar "más cerca del
terreno" significa a plazo una presencia a plazo "sobre el terreno". En tanto
que la intervención militar tenía parte sobre bases dudosas e inestables, por
ejemplo con EU arrastrando los pies, así como la oposición de Italia y Rusia,
hoy la consigna parece ser, todos a la jauría. La población, a quien los
campeones de todas las categorías de democracia occidental han llegado a
"rescatar" y "resguardar", sufre la misma situación que bajo el yugo de
cualquier dictador particular o el terrorismo internacional. El futuro que se
anuncia después de Gadafi es de una confrontación más o menos latente entre
varios grupos tribales libios, apoyada por las diferentes potencias en el
terreno, donde la consigna es: cada uno para sí y todos contra todos.
Y la cuestión que se plantea hoy es saber si la
misma suerte espera pronto a la población Siria; una población en la cual ha
habido al menos 1000 muertos desde el comienzo de las protestas anti-Assad hace
dos meses, y decenas de miles de encarcelados por las fuerzas de represión del
gobierno de Damasco. Torturas, palizas, y asesinatos son lo cotidiano para los
sirios, de hecho la misma situación que en Libia, que de repente "molesta" a
los representantes de la Unión Europea. Turnándose las veleidosas protestas
ante el Consejo de Seguridad de la ONU contra esta "represión sangrienta",
Francia, Alemania, Gran Bretaña y Portugal han llamado a golpear al régimen
sirio con "sanciones internacionales" que lo convierten por el momento en el
lobo feroz de la historia.
A diferencia de lo que pasa con Libia, la ONU está
lejos de alcanzar un acuerdo y una resolución que comprometa a la acción
militar contra la Siria. Primero porque el gobierno de Siria tiene medios
militares más importantes que las de Gadafi, y debido a que esa región es mucho
más sensible estratégicamente que el entorno de Libia. Y es aquí que puede
darse poco crédito a las potencias occidental que dicen apoyar las
"revoluciones democráticas árabes", cuyas palabras llenan la boca de estos
mentirosos con licencia que toleraron por años el régimen familiar de Al-Assad.
Todas las cuestiones imperialistas relativas a Siria son de primer orden.
Vecina y aliada de Irak de donde un vacilante EU trata de encontrar una
honorable salida militar, Siria es apoyada cada vez más por Irán que le provee
desde los últimos acontecimientos, de milicias experimentadas y todo tipo de
servicios que requieren las necesidades de una represión masiva de la
población.
La primera potencia mundial no puede permitirse el
lujo de terminan con un nuevo pantanal en Siria, lo cual le restaría más
credibilidad en los países árabes, incluso cuando ha tenido dificultades para
calmar las tensiones israelí-palestinas, especialmente atizadas por Israel y
Siria. Además, la carta jugada momentáneamente sobre la arena mundial por EU -y
por Obama en particular, cuyo prestigio casi le asegura su futura reelección-
con el éxito del acecho y muerte sobre mediatizada de Bin Laden, "lavando la
afrente del 11 de septiembre", no significa una erradicación del terrorismo,
objetivo que nos proclamaba la cruzada americana hace 20 años. Por el
contrario, esta nueva situación expone aún más al mundo a un recrudecimiento de
los atentados mortales y los recientes atentados sangrientos en Pakistán y en
Marrakech no han tardado en demostrarlo. En todas partes, ha habido una
multiplicación de los focos de guerra, una huida hacia adelante hacia
rivalidades imperialista agudizadas por las rivalidades entre las grandes potencias
y una acumulación de la inestabilidad y la barbarie.
No hay que hacerse ilusiones. El capitalismo es la
guerra, el caos, y de ninguna manera desembocará en una supuesta liberación o
emancipación de los pueblos.
Mulan,
28 de mayo de 2011
Hay cálculos que concluyen que de diciembre del
2006 a abril del 2011 la "guerra contra el narco" ha dejado un saldo de más de
40 mil muertos (entre narcos, militares y civiles) y son incalculables los
casos de tortura y robos que en el contexto de tal guerra realizan lo mismo los
sicarios a sueldo de las mafias que policías y militares... pero aunque la
burguesía pretende hacer pasar esto como un problema ajeno a su sistema, la
realidad expone que la droga y los crímenes que se expanden provienen, como en
cualquier guerra de la concurrencia capitalista por ganar mercados y de la
dificultad de esta misma clase para poder cohesionarse y ordenar sus
relaciones. Este descontrol político de la burguesía que proviene del
desgarramiento de las relaciones de la clase dominante, expone de forma clara y
brutal, el avance de la descomposición del capitalismo.
Es cierto que el peso de la descomposición toma
dimensiones crecientes en los países de menor desarrollo, en tanto que la
burguesía es menos capaz de controlar sus diferencias. Por eso vemos en
regiones como Colombia, Rusia o México que la mafia se funde con las
estructuras gubernamentales, de tal forma que cada grupo mafioso se asocia con
algún sector de la burguesía y al defender sus intereses se enfrenta con las
otras fracciones, tomando como terreno de combate las mismas estructuras del
Estado, extendiéndose así una lucha de "todos contra todos", pudriendo el
ambiente social.
Esto por supuesto no supone que los países
industrializados se encuentran ajenos al proceso de descomposición. Aunque la
burguesía de estos países, por el momento, puede en gran parte trasladar
algunos de los aspectos de la descomposición hacia la periferia y actuar -de
manera relativa- más ordenadamente para apaciguar sus diferencias, no están exentos
de esta tendencia dominante; si el espectro del narcotráfico no se vuelve una
pesada losa aún para estos, son otras aristas sobre las que avanza ese mismo
proceso, por ejemplo el terrorismo. Es preciso comprender que el avance de la
descomposición, aún cuando domina al conjunto del sistema capitalista, no se
presenta de forma homogéneo, no obstante, dadas las circunstancias que se viven
en el mundo, bien podemos afirmar que la degradación social que se vive en
países como México marca la perspectiva a la que se dirige el mundo.
Sin duda es el avance de la barbarie lo que domina
en la actualidad, lo cual sumado a la pauperización que acelera la crisis, hace
ver que el capitalismo es sinónimo de miseria y guerra.
Al inicio de la década de los noventa definíamos
que "entre las características más importantes de la descomposición de la
sociedad capitalista, hay que subrayar la creciente dificultad de la burguesía
para controlar la evolución de la situación en el plano político" ([1]). Y la razón de ello se
halla en la dificultad que la clase dominante tiene para asegurar su unidad
política. Las diversas fracciones que dividen a la burguesía se encuentran
enfrentadas, no sólo en el plano de la concurrencia, sino también (y
fundamentalmente) en lo político y en la actuales condiciones en la que no
existe bloques, no encuentran un "enemigo común" para invocar como argumentos
para justificar alianzas duraderas. Así podemos ver que de frente a la crisis
logra, mediante el Estado, unir criterios, pero sólo con objetivos económicos
de corto plazo, no así para la conducción política, incluso al agudizarse la
competencia que la crisis provoca, hace que la dispersión de fuerzas se amplíe,
llevando a una lucha de "todos contra todos" y una indisciplina generalizada en
el plano de la política, impidiendo repetir el orden presente durante el
dominio de los bloques políticos que definieron el entorno de la "guerra fría".
La situación de "todos contra todos y cada uno a la suya" que define el perfil
de la situación mundial, se repite en la actuación de la burguesía al interior
de sus países, por eso es solamente en ese marco que se puede explicar la
dinámica expansiva que sigue el narcotráfico.
La apertura de la descomposición no se produce de
un día para otro, una serie de fenómenos propios de esta fase se exponen en
momentos anteriores del desarrollo capitalista, será sin duda durante la
decadencia del capitalismo cuando toman mayor dimensión, pero sobre todo es en
las últimas décadas del siglo xx
que se han magnificado e incluso se vuelven dominantes. El caso del narcotráfico
ejemplifica adecuadamente este avance.
Incluso a mediados del siglo xix, durante la fase de ascenso del
capitalismo, el impacto que tiene el negocio del narcotráfico a través de
algunas drogas como el opio, crea dificultades políticas que conduce a guerras,
pero en este asunto los Estados están involucrados directamente y la clase
dominante no presenta desquebrajamientos por ese motivo. Esa circunstancia hace
que la "guerra del opio" -desatada centralmente por el Estado británico- aunque
marca un referente en la historia del capitalismo, no es un fenómeno que domine
durante esa etapa.
La importancia de la droga y la formación de grupos
mafiosos con una vida soterrada (con conexión con el Estado, pero de forma
secreta), se tornan más relevantes en la fase de decadencia del capitalismo,
aunque tampoco es desde el inicio de ella que toma las actuales dimensiones. Es
cierto que es en las primeras décadas del siglo xx
que la burguesía trata de limitar y ajustar con leyes y reglamentos el cultivo,
la preparación y el tráfico de algunas drogas, pero sólo es por la búsqueda de
llevar un mejor control de esta mercancía.
Por eso si se piensa que la "rama de droga" queda
como una actividad repudiada por la burguesía y su Estado, es algo falso. Es
esta misma clase la que se encarga de extender su uso y aprovecharse de ello.
La metanfetamina, por ejemplo, aunque es una droga
diseñada en Japón en 1919, expande su producción y uso durante la Segunda
Guerra Mundial al ser utilizada por los ejércitos tanto de "países aliados"
como por los japoneses para atrofiar las capacidades de los soldados y
exacerbar sus actitudes bélicas.
Hasta los tres cuartos del siglo xx, los Estados logran
sin muchos problemas mantener el control de la droga. Así, en los años sesenta,
cuando la guerra de Vietnam, algunos derivados de la cocaína son aplicados en
los perros de ataque, pero luego pasan a distribuir la heroína entre la tropa
para apaciguar su desmoralización y al mismo tiempo aprovechar la ferocidad que
despierta. Con este uso que hace el Tío Sam se incrementaba la demanda de
droga, y es el mismo gobierno norteamericano quien lo soluciona impulsando la
producción de drogas en los países de la periferia e incluso usando sus mismos
laboratorios.
Y aunque el efecto dedegradación social empieza a tomar dimensiones en los EUA, aún no preocupa
mucho a la burguesía... si es cierto que el presidente Nixon en 1971 proclama la
"guerra contra la droga", sabe que el grueso de la producción y su
comercialización está todavía bajo su control y la de los Estados nacionales
que están alineados bajo el bloque que comandaban los EUA.
Al entrar la mitad del siglo xx en México, la importancia
que tiene la producción y distribución de la droga aún no es relevante, no
obstante se mantiene un estricto control por parte de las instancias
gubernamentales. No solo la policía vigila y protege a la incipiente mafia
(como el caso de "Lola la Chata", afamada distribuidora de droga en el DF
durante la década de los cuarenta), sino incluso confunde las estructuras del
Estado con las mafiosas. Por ejemplo, personajes como Nazario Ortiz, que
fungiera como gobernador de Coahuila, fuera fundador del PNR y Secretario de
Agricultura, aprovecha su "investidura" para ejercer libremente la distribución
del opio. La misma DFS (Dirección Federal de Seguridad, que cubría las tareas
de policía política) nace encabezada por militares que tienen como sus negocios
personales (obtenidos como prebendas) el control de la droga.
Durante los años ochenta, es
el Estado norteamericano, otra vez, quien alienta el incremento de la
producción y consumo de la droga. En el "caso
Irán-contras" (1986), sale a la luz que el gobierno de Reagan al ver limitado
el presupuesto para apoyar a los grupos militares opositores al gobierno de
Nicaragua (conocidos como los "contras"), utiliza recursos provenientes de la
venta de armas en Irán, pero sobre todo, a través de la CIA y la DEA obtienen
recursos que provienen de la droga. En este enredo, el gobierno de los EUA
empuja a las mafias colombianas a ampliar su producción, al tiempo que asegura
el apoyo material y logístico de los gobiernos de Panamá, México, Honduras, El
Salvador, Colombia y Guatemala. La propia burguesía para "ampliar su mercado"
produce "derivados" de la cocaína que además de resultar más baratos y por
tanto más fácil de comercializar, son mucho más destructivos.
Eso mismo que el gran capo utiliza para obtener
recursos para llevar a cabo sus aventuras golpistas, se repite en América
latina. En México la denominada "guerra sucia" -es decir la guerra de
exterminio que el Estado durante los setenta y ochenta libró en contra de la
guerrilla, y que fue encabezada por el ejército y por grupos paramilitares que
contaban con carta blanca para asesinar, secuestrar y torturar- fue sustentada
con ingresos que provenían de la droga. Proyectos como la "operación Cóndor"
que se presentaban como acciones contra la producción de droga, eran usadas
para enfrentar a la guerrilla y proteger los cultivos. Durante ese período,
según los datos de la periodista Anabel Hernandez, era el mismo ejército y la
policía federal quien, en asociación con los grupos mafiosos controlaban las
operaciones relacionadas con la droga ([2]).
El control de la producción y comercialización de
estupefacientes para estas fechas sigue estando bajo el control de los Estados,
eso, como hemos visto ha sido una constante y lo que muestra el cambio
cualitativo y cuantitativo es la indisciplina que se presenta entre los
diferentes grupos de la burguesía que integran el aparato estatal. El
desarrollo de la guerra fría estuvo asociado en México con el poder monolítico
impuesto desde el PRI; el cual desde su fundación (1929) se da a la tarea de
aglutinar a la "familia revolucionaria" distribuyendo canonjías y fragmentos de
poder que le posibilita a la burguesía una "armoniosa" convivencia y una
disciplina férrea. De forma que al romperse el esquema internacional de
alineamiento de las diversas fuerzas imperialistas, se repite al interior de
cada país (con matices particulares) la fractura. En el caso de México se
expresa, en general, mediante la disputa abierta de las fracciones de la
burguesía, la cual busca ser remediada mediante el cambio de partido en el
poder y la "descentralización" de los mandos de orden; de manera que los
gobernadores de estados y presidentes municipales declaran su poder regional,
asociándose cada uno, según su interés, con un bando de la mafia, empujando así
al crecimiento de estos grupos, pero al mismo tiempo animando los
enfrentamientos.
La aceleración de la barbarie que desata el
narcotráfico y la "guerra" asociada a él, acarrea muerte y dolor para muchos y
altas ganancias para pocos, es un gran mal que el capitalismo ha engendrado. En
este conflicto, sin duda toda la clase dominante está envuelta, lo cual no
implica que ella misma sufra las consecuencias, no obstante sabe trasladar lo
peor de sus efectos hacia los trabajadores y además utilizar sus consecuencias
para asegurar el control de los explotados. Así vemos que los asesinados y las
masas de pobladores que han abandonado territorios por el temor o la amenaza
directa, son siempre masas de explotados. Pero este mismo ambiente la burguesía
lo aprovecha para sembrar el miedo, paralizar todo descontento o encaminarlo
hacia respuestas desesperadas.
La burguesía, metida en su mundo mistificado,
considera que la existencia de este problema puede tener solución rectificando
las políticas y las estrategias contra la drogas. Ejemplo de ello es la
propuesta de "Global Comission on Drug Policy", que luego de criticar las
políticas patrocinadas por los EUA desde los años setenta, propone como
solución la revisión y la reforma de la clasificación de drogas, con el fin de
legitimar el consumo de algunas y controlar mejor su producción y distribución.
Otras propuestas, provenientes incluso de sectores no explotadores, como la del
movimiento por la paz que encabeza Javier Sicilia, aunque es una expresión real
de descontento y repudio a la barbarie que se vive, expresa solo desesperación
que conduce a caminos sin salida. Su declaración del 4 de junio, lo
ejemplifica, dado que dice buscar que su llamado "... llegue al corazón de la
clase política, que llegue al corazón de criminales y que vuelvan
a transformar su vida en función del ser humano que es el servicio a nosotros.
Ellos tienen la posibilidad de cambiar si cambian su corazón..." De manera
que aunque su dolor y descontento es real, como el de muchos que acompañan esa
caravana, no hacen sino afianzar la confianza en que la misma burguesía por un
acto compasivo puede solucionar el pudrimiento que avanza en su sistema.
Pero la única solución que la burguesía podría
tener para limitar lo más explosivo de la barbarie es la consolidación de una
cohesión alrededor de uno de los grupos de la mafia y así poder marginar al
resto de ellos. Eso es lo que en Colombia se hizo para lograr la disminución de
los crímenes y atentados. La burguesía, desde el gobierno, impulsó a uno de los
cárteles logrando así el control de la situación nacional de mejor manera... pero
eso no significa una solución de la barbarie, tan sólo es alejar de una región
el descontrol y lanzarlo hacia otros países. Para el caso de México, la
burguesía tendrá que buscar la conciliación de intereses, pero en tanto más
cerca se encuentra el proceso electoral (2012) que reproduce una pugna mayor
por el control económico y político a nivel nacional, más se animan las
diferencias y la lucha de "todos contra todos", presagiando por ello una mayor
aceleración de las disputas en todos los terrenos.
De manera que no es posible esperar que la
burguesía encuentre una solución a la descomposición que avanza y corroe al
sistema, solo la actuación revolucionaria de la clase obrera podrá poner fin a
la pesadilla que se vive. La disyuntiva que dijera Engels (1892) enfrenta la
humanidad, hoy más que nunca muestra su vigencia: "el socialismo o la
barbarie".
Tatlin,
junio del 2011
[1])
"La descomposición: fase última de la decadencia del capitalismo",
punto 9, Revista Internacional no 62,
junio-septiembre 1990.
[2]) Los
Señores del narco, Editorial Grijalbo, 2010.
La detención y encarcelamiento de Dominique Strauss-Kahn, Director General en ejercicio del potente Fondo Monetario Internacional, encabezando bajo la sotana socialdemócrata todas las encuestas para las elecciones primarias del PS y más tarde, las elecciones presidenciales del 2012 en Francia, ha provocado una enorme sensación y ha causado un gran escándalo. Ahora es bajo la acusación de siete cargos diferentes incluyendo acoso sexual e intento de violación de una recamarera de origen guineano del hotel donde se hospedaba, que fue detenido y esposado por la policía de Nueva York en el avión que debía llevarlo a Europa.
¿Los libertinajes de DSK (los cuales no son un secreto) han sido explotados al extremo y llevados a la caricatura para satanizar el personaje, sacarlo del FMI y sabotear su candidatura para las elecciones presidenciales en Francia? ¿DSK ha sido víctima de una “conspiración” o arreglo de cuentas entre diferentes grupos de la burguesía? Es muy posible. Esta clase de tiburones y mafiosos no hace regalos. Nunca han dudado en “matar a tiros” (en el sentido propio como en el sentido figurado) a uno de los suyos. Este fue el caso, entre otros ejemplos, en Francia con la muerte en octubre de 1979 del ministro de Giscard, Robert Boulin, a punto de convertirse en Primer ministro, presentado como un suicidio aunque fue encontrado ahogado en unos pocos centímetros de agua en un estanque en el bosque de Rambouillet y, según varios testigos, su cara hinchada por los golpes. O también el ex primer ministro de Mitterrand, Pierre Bérégovoy, que se suicidó el 1o de mayo de 1993 después de una campaña masiva acusándolo de corrupción. Y, en los Estados Unidos, nadie ha olvidado el asesinato en Dallas de John-Fitzgerald Kennedy (“JFK”) en noviembre de 1963, probablemente encargado –hoy se sabe– por la CIA, o el escándalo de “Watergate” donde el campo republicano usó el espionaje telefónico que instaló en la sede de sus rivales demócratas y lo cual obligó el Presidente Richard Nixon a renunciar en 1975...
El “Caso DSK” es bastante revelador de la moral prosaicamente depravada de la burguesía y ésta va de la mano con el comportamiento “natural” de los depredadores de sus dirigentes. De hecho no es el primer caso: recuérdese que cuando Bill Clinton era Presidente de los Estados Unidos fue pescado y fue objeto de un procedimiento de “impedimento” en el caso de Monica Lewinski. Del mismo modo, los escándalos llueven sobre Berlusconi que recluta a discreción a niñas o jóvenes llamadas “call girls” para sus “orgías”, incluidas menores de 16 años comprando el silencio de sus padres, todo ello enorgulleciendo con alarde el “verdor” del “latino caliente”. Los grandes de este mundo, cubiertos por una sensación de poder, tienden a creer que cualquier cosa se les permite y ostentan este poder con altanería. DSK él mismo ya había enfrentado en 2008 una sórdida historia con una subordinada sobre la cual él había ejercido un chantaje y que casi le había costado su lugar a la cabeza del FMI. La “moral burguesa” encaja perfectamente con las “desviaciones” o los comportamientos de sus líderes, de izquierda y derecha, revelando actitudes de vándalos y de grandes sicarios de la mafia.
Lo más insólito es la enorme publicidad que se le ha dado al “Caso DSK”. Desde que estalló el 15 de mayo, ha acaparado la “primera plana” de toda la prensa internacional y, en la mayoría de los medios de comunicación, se nos sirve casi hora por hora y en directo las peripecias de eso que nos presentan ahora como un “thriller” de suspenso. Todos los noticieros pasan esta noticia tres cuartas partes de su tiempo, animados debates se transmiten a diario, se ha convertido en el principal tema de conversación entre el hombre de la calle, en el lugar de trabajo, en los cafés. Todos están invitados a dar su opinión. Hablando de sorpresa, incredulidad, vergüenza, humillación. No se vacila en aludir complacientemente la tesis ya mencionada de la “conspiración orquestada” contra DSK, de “la trampa que se le tendió”. Los medios de comunicación y los políticos no dudan en poner en juego la demagogia para criticar o justificarse bajo el disfraz de ética. Todos ellos que han cubierto durante años el “problema de DSK con las mujeres” balancean hoy hipócritamente sus “revelaciones” de infamias notoriamente conocidas en el círculo cerrado del poder y los medios de comunicación.
La verdadera pregunta es ¿por qué la burguesía y sus medios de comunicación dan tanta publicidad a este escándalo que la salpica y que gravemente la compromete como un todo, rompiendo la carrera de uno de sus más eminentes representantes? ¿Qué interés tiene la clase dominante en la mediatización excesiva de este escándalo?
Hoy, es evidente que los diversos episodios de este sórdido caso deliberadamente se ponen bajo los reflectores por una razón mayor. La polarización espectacular en este episodio permite por un tiempo ocultar los problemas sociales reales, para crear una cortina de humo para tratar de relegar a un segundo plano y minimizar una dolorosa y dramática realidad social cotidiana en la cabeza del proletariado por el empeoramiento de la crisis mundial de la capitalismo: aumento del desempleo, la precariedad, productos de primera necesidad, empeoramiento de los ataques a nuestras condiciones de vida, la reducción de todos los presupuestos y la amputación de los programas sociales, que pone cada vez más al desnudo la quiebra irremediable del capitalismo. Es particularmente edificante ver cómo este caso de DSK es montado al mismo tiempo en que los planes de austeridad concertadas entre el FMI y los gobiernos se intensifican en Grecia o Portugal , y sobre todo al mismo tiempo en que los jóvenes desempleados, estudiantes y muchos trabajadores, precarios o no, expresan su ira y su descontento en la Puerta del Sol en Madrid, pero también en las principales ciudades de España reclamándose como un movimiento explícitamente en la línea de las revueltas sociales en Egipto y Túnez, y con otras luchas en Europa (Grecia, Francia, Gran Bretaña).
Por supuesto, las sumas astronómicas que se dieron como garantía para la “libertad condicional” de DSK o para alimentar su juicio son impactantes e insultantes para todos los trabajadores y los desempleados que no tienen ni siquiera para alojamiento, alimentos, vestidos. Un líder del PS (cercano a DSK), Manuel Valls, montó en cólera durante un debate, acusando, con cierta lucidez, a los periodistas de alimentar así “una brecha creciente entre la política y la sociedad civil”.
Pero este aspecto es temporalmente ahogado en la inundación de informes, entrevistas, propaganda, polémicas (es por eso que se deja a las asociaciones feministas hacerse de un nicho para fustigar el sexismo y la misoginia real de dirigentes y las élites) que se utilizan para mantener las divisiones y confusión en la opinión pública: se subrayan las diferencias de opiniones o en cuanto a la legislación, se deja a que cada uno decida: ¿debemos defender la presunción de inocencia o defender los derechos de la víctima? Se comparan los métodos legales y los medios de investigación entre Francia y los Estados Unidos, se compara y se contraponen el tratamiento “ético” de la información entre periodistas franceses y la prensa anglosajona. Y sobre todo se intenta canalizar las especulaciones sobre los “nuevas hechos” para reactivar el interés por los retos electorales del 2012 en Francia. Toda esta trifulca no es otra cosa sino polvo en los ojos, una campaña de desviación para alejar a los explotados de la defensa de sus intereses de clase. No es hacia el caso DSK que hay que voltear sino a las luchas sociales que actualmente se llevan a cabo contra el desempleo, la miseria, la austeridad impuestas por el FMI (sin DSK como antes con él) y todos los gobiernos de derecha e izquierda.
W., 22 de mayo de 2011
Se ha de oírla gritar por todas partes, en cualquier sitio: por la tele, la radio,
en su prensa y sus revistas: "¡Ya está! Miren, allá, a lo lejos, ese puntito
luminoso, es la salida del túnel!". ¿Una prueba? El desempleo está bajando...
eso dicen. En EU y en Francia, la tasa de desempleo ha registrado estos meses
pasados su mayor retroceso desde que estalló la crisis del 2007. En Alemania,
ha alcanzado el nivel más bajo desde 1992! Y las grandes instituciones
internacionales expresan, también, un optimismo delirante. Según el FMI, el
crecimiento mundial en 2011 será de 4,4 %. El Banco asiático de desarrollo
prevé un crecimiento de 9,6 para China y de 8,2 para India. Alemania, Francia y
EU deberían respectivamente alcanzar tasas de 2,5, 1,6 y 2,8. Hasta el FMI se
atreve a pronosticar, a pesar del sismo y de la catástrofe nuclear, ¡un
crecimiento de 1,7 para Japón!
Argumento decisivo a favor de la vuelta de la buena coyuntura, las bolsas suben, suben...
¿Entonces? ¿Esa famosa lucecita al fondo del túnel anuncia realmente una resurrección
eminente? ¿No sería más bien una alucinación clásica de un ser agonizante?
Las cosas irían mejorándose en EU. Desvanecido el espectro del crac de
1929. Imposible cruzar las interminables filas de desempleados esperando
delante de las oficinas de empleo, como en los tiempos de pesadilla de los años
30. Sin embargo... A finales de marzo, los restaurantes McDonalds anunciaron un
reclutamiento excepcional de "50.000 "jobs" en un solo día". Ese día, el 19 de
abril, ¡tres millones de personas estaban esperando delante de las puertas
de los restaurantes!
El estallido de la miseria en la primera potencia mundial evidencia el
nivel de delicuescencia de la economía internacional. Por todos los confines
del mundo, las condiciones de vida se vuelven cada día más inhumanas. Según las
estimaciones del Banco Mundial, mil doscientos millones de individuos ya están
viviendo por debajo del nivel de pobreza (1,25 dólar por día), y el porvenir se
anuncia aún más oscuro. Para una parte siempre más amplia de la humanidad, la
vuelta de la inflación significará una dificultad mayor para tener un techo o
simplemente alimentarse. Un nuevo capítulo de la crisis histórica del
capitalismo se abre ante nuestros ojos
Desde el verano del 2007 y el estallido de la burbuja dicha de los
"subprimes" en EU, la crisis mundial va agravándose irremediablemente, con un
rumbo siempre más frenético, sin que la burguesía descubra ni la sombra de una
solución. Peor aun, sus intentos desesperados para encauzar el mal que
corroe su sistema lo que hacen es preparar nuevas agravaciones. La historia
económica de estos últimos anos parece ser una especie de espiral infernal, un
torbellino que lo aspira todo hacia el fondo. Y son en los últimos cuarenta
años que se ha ido preparando ese drama.
Desde finales de los 60 al famoso verano del 2007, la economía mundial
no ha podido sobrevivir sino recurriendo sistemáticamente al endeudamiento.
¿Por qué?
El capitalismo produce más mercancías que las que puede absorber su
mercado. De esa manera puede vender sus mercancías con beneficio. Pero la
pregunta es: ¿a quién?
Claro está que los obreros compran esas mercancías... siempre que no
rebasen la capacidad de sus sueldos. O sea, que buena parte de éstas sigue aun
sin venderse, precisamente la parte que no ha sido pagada a los obreros cuando
la produjeron, y que contiene un valor añadido (una plusvalía) que para el
Capital tiene el poder mágico de generar ganancia.
También los capitalistas consumen... y en general no sufren mucha
miseria. Pero no pueden comprar todas las mercancías que contienen la
plusvalía. No tendría sentido. El Capital no puede comprar sus propias
mercancías para realizar su ganancia; sería como sacar dinero de su bolsillo
izquierdo para ponerlo en el derecho. Como lo sabe cualquier pobre, nadie se
puede enriquecer así.
Para acumular, desarrollarse, el Capital debe entonces encontrar
compradores que no sean ni los obreros ni los capitalistas. O sea que ha
imperativamente de encontrar cauces fuera de su sistema, so pena de ser
ahogados con mercancías invendibles que atascan el mercado y que producen un
nuevo tipo de crisis que no se conocía en la historia anterior: la crisis de
sobreproducción.
Esta contradicción interna (la tendencia natural a la sobreproducción
y la obligación de ir encontrando permanentemente cauces exteriores) también es
una de las raíces del increíble dinamismo de ese sistema. El capitalismo ha
debido realizar comercio con todas las esferas económicas sin excepción: las
antiguas clases dominantes, los campesinos y artesanos del mundo entero. La
historia de finales del siglo xviii y de todo el xix ¡es la de la
colonización, de la conquista del planeta por el capitalismo! La burguesía
estaba entonces hambrienta de nuevos territorios en los que obligaba a la
población, por cualquier modo, a comprar sus mercancías. Pero al hacerlo,
también transformaba sus economías arcaicas, integrándolas poco a poco a su
sistema. Las colonias, lentamente, también se integraban al capitalismo y
producían según las leyes de ese sistema. No solo sus economías eran entonces
siempre menos capaces de ser cauces para las mercancías europeas y de EU, sino
que ellas también empezaban a generar a su vez una sobreproducción. Para
desarrollarse, el Capital estaba entonces condenado a descubrir nuevos
territorios, siempre y siempre más.
Esta historia hubiera podido ser interminable si nuestro planeta no
fuera una bolita redonda; para su desgracia, el Capital le dio la vuelta en 150
años. A principios del siglo xx,
todos los territorios están conquistados, las grandes naciones históricas del
capitalismo se han repartido el mundo. Desde entonces, ya no se trata para
ellas de nuevas conquistas sino de tomar, por la fuerza armada, los territorios
que dominan las demás naciones concurrentes. Alemania, la menos rica en
colonias, se mostrará por ello ser la nación más agresiva, desencadenando la Primera
Guerra Mundial, por esa necesidad que formulará explícitamente Hitler en su
marcha hacia la Segunda Guerra Mundial: "exportar o morir".
Desde ese momento, tras 150 años de expansión, el capitalismo se
vuelve un sistema decadente. El horror de las dos guerras mundiales y la Gran
Depresión de los años 30 lo prueban dramáticamente.
Sin embargo, aun tras haber destruido durante los años cincuenta los
pocos mercados extracapitalistas que aun sobrevivían (como el campesinado en
Italia y España, obligados a la emigración), el capitalismo no se ha hundido en
una crisis mortal de sobreproducción. ¿Por qué? Ahora volvemos a nuestra idea
inicial que debíamos demostrar: si "el capitalismo produce más mercancías
que las que puede absorber su mercado", ha sabido crear un mercado
artificial; desde finales de los 60 al famoso verano del 2007, la economía
mundial no ha podido sobrevivir sino recurriendo sistemáticamente al
endeudamiento.
Estos últimos cuarenta años se pueden resumir a una serie de
recesiones y relanzamientos financiados a golpe de crédito. El Capital ha
recurrido siempre más masivamente al endeudamiento en cada crisis abierta. Y
ahí no se trata de apoyar el "consumo de las familias" a través de ayudas
estatales... no, sino a los Estados que se han endeudado para mantener
artificialmente la competitividad de sus economías cara a las demás naciones
(financiando directamente una inversión infra-estructural, prestando a los
bancos con tasas bajísimas para que puedan a su vez prestar a las empresas y a
las familias...). En breve, abriendo de par en par las compuertas del
crédito, el dinero ha corrido a mares y, poco a poco, todos los sectores de la
economía se han colocado en situación clásica de sobre-endeudamiento: cada día,
siempre mas deudas deben contraerse para... rembolsar las deudas de ayer.
Esa dinámica conduce obligatoriamente a un callejón sin salida.
En ese sentido, el verano 2007 abrió un nuevo capítulo en la historia de la decadencia
capitalista. Se fue acabando la capacidad de la burguesía para frenar el
desarrollo de la crisis recurriendo siempre más masivamente al crédito. Hoy en
día, las sacudidas suceden a las sacudidas sin que entre ellas haya respiros o
verdaderos relanzamientos. Se ha vuelto patente la impotencia de la burguesía
para encarar la nueva situación. En 2007, con el estallido de la burbuja de las
"subprimes" y en 2008 con la quiebra del gigante bancario Lehamn Brothers,
todos los Estados del mundo solo han sido capaces de una cosa: reflotar el
sector de las finanzas dejando estallar literalmente la deuda pública. El
problema, es que no se trataba de un "empujoncito" puntual: desde el 2007, la
economía mundial, los bancos y las bolsas ya no sobreviven sino por la
transfusión permanente de dinero publico resultante de nuevas deudas o, más
directamente, de la máquina de hacer billetes. La economía mundial es un pozo
sin fondo o más bien una especie de hoyo negro; absorbe cantidades de
dinero-deuda siempre más astronómicas.
Sin embargo, seria falso afirmar que las inmensas cantidades de dinero
inyectadas hoy por todos los Estados del planeta no tienen ningún efecto. A
doble título. El sistema se hundiría literalmente sin ellas. Pero hay otra
consecuencia: el aumento sin precedentes de la masa monetaria mundial,
particularmente en dólares, está corroyendo el sistema, teniendo en él efecto de
un veneno. El capitalismo se ha vuelto un enfermo agonizante dependiendo de
su suministro de morfina; sin ella se muere, pero cada inyección lo roe un poco
más: si las inyecciones de deudas de los años 1967-2007 permitieron sobrevivir
a la economía, hoy en día las dosis necesarias lo conducen a la muerte.
Concretamente, al hacer funcionar la máquina de hacer billetes, los
bancos centrales producen conscientemente lo que los economistas llaman "papel
mojado". Cuando crece la masa monetaria más rápido que la actividad real, ella
pierde valor. En consecuencia aumentan los precios, es la inflación ([1]). Los EU son evidentemente en este momento los campeones de toda
categoría. Saben que su moneda es el pilar de la estabilidad económica desde
finales de la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día, nadie todavía puede
prescindir del dólar. Por ello son ellos quienes pueden desde el 2007 crear la
mayor cantidad de moneda para apoyar a su economía. Si el dólar no se ha
hundido, es porque China, Japón, etc., fueron obligados a su pesar a comprar
dólares. Pero este equilibrio precario también comienza a acabarse. Y sobre
todo, la inflación empieza a desarrollarse de forma importante en EU (entre 2 y
10 % según las fuentes, siendo probablemente la más alta la más realista,
la que de todos modos es resentida por los obreros cuando hacen sus
compras...).
Ahí se trata de una tendencia fundamental, la inflación está ganando
progresivamente a todos los países. Existe por cierto una desconfianza
creciente de los capitalistas con respecto a cualquier moneda. Las convulsiones
venideras, las quiebras probables de grandes empresas, de bancos, incluso de
Estados, plantean una inmensa interrogante sobre el comportamiento del mercado
monetario internacional. La consecuencia es inmediata: el oro se dispara. Tras
una alza de 29 % en 2010, sus cursos baten record sobre record y acaban de
franquear por primera vez la barrera de los 1500 dólares. O sea cinco veces más
que hace diez años. El mismo fenómeno se observa con la plata, en su
punto más álgido desde treinta y un años. La Universidad de Texas, que forma
economistas, colocó últimamente toda su tesorería (unos mil millones de
dólares) en oro. ¡Vemos aquí la confianza que tiene la gran burguesía norteamericana
en su propia moneda! Y no se trata más que de un epifenómeno. Los mismos
bancos centrales han comprado más metal amarillo en 2010 que lo que han
vendido, por primera vez desde 1988. No se trata sino del último párrafo del
acto de entierro de los acuerdos de Bretton Woods (no oficialmente sino en
hechos) que establecieron un sistema monetario internacional apoyado en la
estabilidad del dólar tras la Segunda Guerra Mundial.
Evidentemente, la burguesía es consciente del peligro. Incapaz de cerrar las compuertas del
crédito como de parar las rotativas de la máquina de hacer billetes, intenta
limitar los desgastes y reducir el endeudamiento imponiendo planes draconianos
a la clase obrera. Casi por todos lados, los sueldos tanto del privado como del
público ya están congelados o amputados, las ayudas sociales y de salud se hunden...
en otros términos, la miseria se desarrolla. En EU, Obama anunció que quería
reducir el déficit norteamericano de 4 mil billones de dólares en doce años.
¡Los sacrificios que serán impuestos a la población son inimaginables! Pero
claro está, esa tampoco será la solución. En Grecia, Portugal, Irlanda,
España..., los planes de rigor se suceden y los déficits siguen
profundizándose. El único efecto de esa política es el de hundir aún más la
economía en la recesión. Solo queda una solución a esa dinámica: tras la
quiebra de las familias norteamericanas en 2007, de los bancos en 2008, ahora
es inevitablemente la hora de los Estados dirigirse hacia la quiebra. No hay
que hacerse ilusiones, la incapacidad de pago de países como Grecia anuncia el
porvenir no lejano. Hasta estados norteamericanos como el de California están
expuestos.
Es imposible fijar plazos, saber precisamente dónde y cuándo la economía mundial va a
padecer un nuevo crack. ¿Será la catástrofe que toco a Japón (y que hizo
hundirse la producción de más de un 15 % en marzo) que servirá de
detonador? ¿Será la desestabilización en Oriente Medio? ¿Será el hundimiento
del dólar o la quiebra de Grecia o España? Nadie puede preverlo. Una cosa es
cierta: nos espera una serie de recesiones de una brutalidad impresionante.
Tras el lento desarrollo de la crisis económica mundial desde el 67 hasta el
2007, hoy entramos en una nueva fase de la decadencia del capitalismo
caracterizada por convulsiones incesantes del sistema y el estallido de la
miseria.
Pawel, 30 de abril del 2011
[1]) Los lectores quisquillosos dirán: "pero esta masa monetaria aumentó desmedidamente en los
años 1990-2000 sin producir efecto inflacionista". Tendrán razón y se
explica sencillamente: la saturación del mercado real llevo los capitales a
huir hacia la economía virtual (las bolsas). Dicho de otra forma, al aumentar
la masa monetaria ante todo en la esfera financiera, no fueron los precios de
la mercancía los que aumentaron sino los de las acciones. Pero esta
especulación, tan loca y desconectada sea de la realidad, reposa de todos
modos, in fine, sobre las empresas que producen valor. Cuando éstas son
masivamente amenazadas por la quiebra (en particular los bancos), ese
jueguecito de casino empieza a oler a quemado. Eso fue lo que ocurrió en 2008,
el crac, y lo que va a ocurrir en un provenir cercano. Por ello los
investigadores se echan actualmente sobre el oro y los productos alimenticios,
buscando "valores refugios". Más lejos en el artículo volvemos sobre ese tema.
1. La resolución adoptada por el precedente Congreso de la CCI ponía de entrada en
evidencia, cómo la realidad asestaba un duro golpe y desmentía rotundamente las
previsiones optimistas de los dirigentes de la clase burguesa a principios de
la última década del siglo xx,
particularmente tras el hundimiento de ese "Imperio del mal" constituido por el
bloque imperialista supuestamente socialista. Citaba la declaración, ahora
famosa, del presidente George Bush padre de marzo de 1991, anunciando el
nacimiento de un "Nuevo Orden Mundial" basado en el "respeto del derecho internacional"
y ponía en evidencia su carácter surrealista de frente al caos creciente en el
que se está hundiendo hoy la sociedad capitalista. Veinte años después de ese
"profético" discurso, y particularmente desde principios de esta nueva década,
el mundo ha dado una imagen de caos como jamás la había dado desde finales de
la Segunda Guerra Mundial. Con unas semanas de intervalo, hemos asistido a una
nueva guerra en Libia que se ha añadido a todos los conflictos sangrientos que
han tocado el planeta durante el último periodo; hemos asistido a nuevas
masacres en Costa de Marfil y también a la tragedia que ha afectado a Japón,
uno de los países más potentes y modernos del mundo. El terremoto que asoló
parte de ese país puso en evidencia, una vez más, que no existen "catástrofes
naturales" sino consecuencias catastróficas a fenómenos naturales. Mostró que
la sociedad dispone hoy de medios para construir edificios que resisten a los
sismos y que permitirían evitar tragedias como la de Haití el año pasado, pero
mostró también la falta de previsión de la que es capaz un Estado tan avanzado
como Japón. En sí mismo, el sismo hizo pocas víctimas, pero el tsunami que lo
siguió mató unas 30,000 personas en unos minutos. Más aún, al provocar un nuevo
Chernobil, puso en evidencia no sólo la falta de previsión de la clase
dominante, sino también su enfoque de aprendiz de brujo, incapaz de dominar las
fuerzas que pone en movimiento. La empresa Tepco, que explota la central
atómica de Fukuyama, no es la primera, y menos aún, la única responsable de la
catástrofe. Es el sistema capitalista en su conjunto -basado en la búsqueda
desenfrenada de ganancia, así como en la competencia entre sectores nacionales,
y no sobre la satisfacción de las necesidades de la humanidad- el que es el responsable
fundamental de las catástrofes presentes y futuras sufridas por la especie
humana. A fin de cuentas, "el Chernobil japonés" es una nueva ilustración de la
quiebra definitiva del modo de producción capitalista, cuya sobrevivencia es
una amenaza creciente para la sobrevivencia de la misma humanidad.
2. Es evidentemente la crisis actual del capitalismo mundial que expresa más
directamente la quiebra histórica de este modo de producción. Hace dos años, la
burguesía de todos los países fue invadida por un tremendo pánico ante la
gravedad de la situación económica. La OCDE no vacilaba en escribir: "La
economía mundial está presa de la recesión más profunda y sincronizada desde
décadas" (Informe intermediario de marzo del 2009). Cuando se sabe con qué moderación
se expresa habitualmente esta venerable institución, uno puede hacerse una idea
del pavor sentido por la clase dominante frente a la quiebra potencial del
sistema financiero internacional, la caída brutal del comercio mundial (más de
13 % en 2009), la brutalidad de la recesión de las principales economías, la
oleada de quiebras que golpea o amenaza a empresas emblemáticas de la industria
tales como General Motors o Chrysler. Ese pavor de la burguesía la condujo a
convocar cumbres del G20, como la de marzo del 2009 en Londres, que decidió en
particular duplicar las reservas del Fondo Monetario Internacional y la
inyección masiva de dinero por parte de los Estados en la economía, para salvar
un sistema bancario moribundo y relanzar así, la producción. El fantasma de la
"Gran Depresión de los años 30" aparecía en las mentes, lo que llevaba a la
misma OCDE a conjurar esos demonios escribiendo: "A pesar de que se haya
calificado a veces esta severa recesión mundial de "gran recesión", estamos muy
lejos de una nueva "gran depresión", como la de los años 30, gracias a la
calidad y la intensidad de las medidas que los gobiernos toman actualmente"
(ídem). Pero como decía la resolución del XVIII Congreso, "lo propio
de los discursos de la clase dominante hoy, es olvidarse de sus discursos de
ayer", y el mismo informe intermediario de la OCDE de la primavera del 2011
expresa un verdadero alivio con la restauración de la situación del sistema
bancario y la reanudación económica. La clase dominante no puede hacer otra
cosa. Incapaz de dotarse de una visión lúcida, de conjunto e histórica, de las
dificultades de su sistema -puesto que esa visión la conduciría a descubrir el
callejón sin salida definitivo en el que éste se encuentra- no puede sino
comentar día a día las fluctuaciones de la situación inmediata intentando
encontrar en ésta motivos de consuelo. Entretanto, está obligada a subestimar,
a pesar que de cuando en cuando los medios masivos de información adoptan un
tono algo alarmista sobre el tema, el significado del fenómeno mayor que ha
salido a la luz desde hace dos años: la crisis de la deuda soberana de varios
Estados europeos. De hecho, esta quiebra potencial de un número creciente de
Estados, es una nueva etapa en el hundimiento del capitalismo en su crisis
insalvable. Ésta pone de relieve los límites de las políticas por las que la
burguesía logró frenar la evolución de la crisis capitalista durante varias
décadas.
3. Son ahora más de cuarenta años que el capitalismo
está confrontado a la crisis. Mayo del 68 en Francia y el conjunto de
luchas proletarias que siguieron internacionalmente, no alcanzaron semejante
amplitud sino porque estaban alimentadas por una agravación mundial de las
condiciones de vida de la clase obrera, agravación resultante de las primeros
perjuicios de la crisis capitalista, en particular, el aumento del desempleo.
Esta crisis conoció una brutal aceleración en 1973-75 con la primera gran
recesión internacional de posguerra. Desde entonces, nuevas recesiones siempre
más profundas y ampliadas golpearon a la economía mundial hasta culminar con la
del 2008-09 que rememoró en las mentes el fantasma de los años 30. Las
medidas adoptadas por el G20 de marzo del 2009 para evitar una "Gran
Depresión", son significativas de la política de la clase dominante desde
varias décadas: se pueden resumir por la inyección de masas considerables de
créditos en las economías. Tales medidas no son nuevas. De hecho, desde hace
más de 35 años, están en el corazón mismo de las políticas llevadas por la
clase dominante para intentar escapar a la principal contradicción del modo de
producción capitalista: su incapacidad para encontrar mercados solventes
capaces de absorber su producción. La recesión de 1973-75 fue sobrepasada por
los créditos masivos dedicados a los países del Tercer Mundo pero, desde
principios de los años 80, con la crisis de la deuda de esos países, la
burguesía de los países más desarrollados tuvo que renunciar a ese pulmón de su
economía. Fueron entonces los Estados de los países más avanzados, y en primer
lugar el de los Estados Unidos, que tomaron el relevo como "locomotoras" de la
economía mundial. Los "reaganomics" (política neoliberal de la administración
Reagan) de principios de los años 80, que habían permitido un relanzamiento
significativo de la economía de ese país, se basaban en una erosión inédita y
considerable de los déficits presupuestarios mientras que Ronald Reagan
afirmaba que "el Estado no era la solución, sino el problema". Al mismo tiempo,
los déficits comerciales igualmente considerables de esa potencia, permitían
que las mercancías producidas por otros países encontraran salidas. Durante los
años 90, los "tigres" y "dragones" asiáticos (Singapur, Taiwán, Corea del Sur,
etc.) acompañaron por un tiempo a los Estados Unidos en ese papel de
"locomotora": su tasa de crecimiento espectacular los convertía en destino
importante para las mercancías de los países más industrializados. Pero esta
"historia exitosa" se fabricó al precio de un endeudamiento considerable que
condujo a esos países a mayores convulsiones en 1997 de la misma manera que la
Rusia "nueva" y "democrática", que estuvo en suspensión de pagos, decepcionó
cruelmente a los que habían apostado sobre "el fin del comunismo" para relanzar
durablemente la economía mundial. A principios de los años 2000, el
endeudamiento conoció una nueva aceleración, en particular gracias al
desarrollo asombroso de los préstamos hipotecarios a la construcción en varios
países, en particular en Estados Unidos. Entonces este país acentuó su papel de
"locomotora de la economía mundial" pero al precio de un crecimiento abismal de
las deudas -particularmente en la población norteamericana- basadas sobre todo
tipo de "productos financieros" supuestamente considerados para prevenir contra
los riesgos de cese de pagos. En realidad, la dispersión de los créditos
dudosos no suprimió en nada el carácter de espada de Damocles suspendida encima
de la economía norteamericana y mundial. Muy por contrario, esa dispersión no
hizo sino acumular "activos tóxicos" en
el capital de los bancos que estuvieron en el origen del hundimiento de éstos a
partir del 2007 y estuvieron en el origen de la brutal recesión mundial de
2008-2009.
4. Así, como lo decía la resolución adoptada por el precedente congreso, "no es pues
la crisis financiera lo que ha originado la recesión actual. Muy al contrario,
lo que hace la crisis financiera es ilustrar que la huida hacia adelante en el
endeudamiento, que permitió superar la sobreproducción, no puede proseguir
eternamente. Tarde o temprano, la "economía real" se desquita; es decir, que lo
que está en la base de las contradicciones del capitalismo -la sobreproducción,
la incapacidad de los mercados de absorber la totalidad de las mercancías
fabricadas- vuelve a la escena." Y esta misma resolución precisaba, tras la
cumbre del G20 de marzo del 2009, que: "la huida ciega en la deuda es uno de
los ingredientes de la brutalidad de la recesión actual. La única "solución"
que la burguesía es capaz de instaurar es... una nueva huida ciega en el
endeudamiento. El G20 no ha podido inventar una solución a la crisis por la
sencilla razón de que ésta no tiene solución."
La crisis de las deudas soberanas que se está propagando hoy, el que los Estados sean incapaces de saldar
sus deudas, constituye una ilustración espectacular de esa realidad. La quiebra
potencial del sistema bancario y la recesión, obligaron a todos los Estados a
inyectar sumas considerables en su economía mientras que las ganancias estaban
en caída libre debido al retroceso de la producción. Por eso, los déficits
públicos conocieron, en la mayoría de los países, un aumento considerable. Para
los más expuestos de entre ellos, como Irlanda, Grecia o Portugal, esto
significó una situación de quiebra potencial; la incapacidad de pagar a sus
funcionarios y de rembolsar sus deudas. Los bancos ahora se niegan a
concederles nuevos préstamos si no son a tasas exorbitantes, ya que no tienen
ninguna garantía de que les sean rembolsados. Los "planes de salvación", por parte
de la Banca Europea y del Fondo Monetario Internacional, no son sino nuevas
deudas cuyo rembolso se añade al de las deudas precedentes. Es algo más que un
círculo vicioso; es una espiral infernal. La única "eficacia" de esos planes
está en el ataque sin precedentes contra los trabajadores que éstos
representan; contra los funcionarios cuyos sueldos y efectivo son drásticamente
reducidos, pero también contra el conjunto de la clase obrera por intermedio de
recortes tremendos en la educación, la salud y las pensiones de jubilación así
como por aumentos mayores de los impuestos. Pero todos esos ataques anti-obreros,
al reducir masivamente el poder de compra de los trabajadores, no podrán sino
ser una contribución suplementaria para una nueva recesión.
5. La crisis de la deuda soberana de los PIIGS (Portugal, Islandia, Irlanda, Grecia,
España) no es sino una parte ínfima del sismo que amenaza la economía mundial.
No es porque se benefician todavía, por el momento, de la nota AAA en el índice
de confianza de las agencias de notación (esas mismas agencias que, hasta la
víspera de la desbandada de los bancos en el 2008, les habían dado la nota
máxima), que están mucho mejor las grandes potencias industriales. A finales de
abril del 2011, la agencia Standard and Poor's emitía una opinión negativa con
respecto a la perspectiva de un Quantitative Easing no 3, o
sea un tercer plan de relanzamiento del Estado federal norteamericano destinado
a apoyar la economía. En otras palabras, la primera potencia mundial corre el
riesgo de perder la confianza "oficial" en cuanto a su capacidad a rembolsar
sus deudas, si no es con un dólar fuertemente devaluado. De hecho, de forma
oficiosa, esa confianza empieza a fallar con la decisión de China y Japón,
desde el otoño pasado, de comprar masivamente oro y demás materias primas en
lugar de bonos del Tesoro americano, lo que obliga hoy al Banco Federal
Americano a comprar entre el 70 y 90 % de su emisión. Y ésta pérdida de
confianza se justifica perfectamente cuando se constata el increíble nivel de
endeudamiento de la economía norteamericana: en enero del 2010, el
endeudamiento público (Estado federal, Estados, municipios, etc.) representa
cerca del 100 % del PIB, lo que no es sino una parte del endeudamiento
total del país (que comprende también las deudas de las familias y de las
empresas no financieras) que alcanza un 300 % del PIB. Y la situación no
es mejor para los demás grandes países en que la deuda total representa, en la
misma fecha, importes del 280 % del PIB para Alemania, 320 % para
Francia, 470 % para el Reino Unido y Japón. En este país, la deuda pública
sola alcanza un 200 % del PIB. Y desde entonces, para todos los países, la
situación no ha hecho sino agravarse con los diversos planes de relanzamiento.
Así, la quiebra de los PIIGS no es sino la punta
saliente de la quiebra de una economía mundial que no puede sobrevivir, desde
hace décadas, mas que por una huida desesperada en el endeudamiento. Los
Estados que disponen de su propia moneda como el Reino-Unido, Japón y evidentemente
los Estados Unidos, pudieron enmascarar esa quiebra haciendo funcionar la
máquina a hacer billetes a todo vapor (contrariamente a los de la zona Euro,
como Grecia, Irlanda o Portugal, que no disponen de semejante posibilidad).
Pero ese trampeo permanente de los Estados, que se han convertido en verdaderos
falsificadores tras su jefe de banda que es el Estado norteamericano, no podrá
proseguir indefinidamente del mismo modo; así como no pudieron proseguirse las
trampas al sistema financiero, como lo demostró su crisis en el 2008, que casi
lo hizo estallar. Una de las manifestaciones visibles de esta realidad está en
la aceleración actual de la inflación mundial. Al volcarse de la esfera de los
bancos a la de los Estados, la crisis del endeudamiento no hace sino marcar la
entrada del modo de producción capitalista en una nueva fase de su crisis aguda
en la que se van a agravar, aún más considerablemente, la violencia y la
extensión de sus convulsiones. No hay "salida del túnel" para el capitalismo.
Este sistema no puede sino arrastrar a la sociedad hacia una barbarie siempre
creciente.
cci, mayo del 2011
Con profundo dolor comunicamos a nuestros lectores y contactos que nuestro compañero Enzo ha muerto el pasado domingo 15 de mayo. Nada hacía presagiar un final tan trágico
y repentino. Por eso la noticia de su muerte nos ha golpeado a todos como un
rayo, dejándonos aturdidos y al mismo tiempo con la amargura de no haber estado
junto a él los últimos días de su vida.
Algunos contactos de la CCI en Italia han conocido a Enzo y han expresado el mismo aturdimiento y dolor
por su pérdida, no sólo como militante comunista, sino también porque en su
actividad política, en sus intervenciones en las reuniones públicas y en las
discusiones en general, expresaba todo su dolor frente al sufrimiento que el
capitalismo hace padecer al género humano, hasta conmoverse con lágrimas en los
ojos mientras hablaba. Enzo era un joven proletario, que había sufrido en su
propia piel la explotación, el desempleo y finalmente el despido; pero al mismo
tiempo estaba convencido de que se puede reaccionar, se puede luchar contra
esta barbarie y construir una sociedad humana. Su militancia en la CCI ha
estado siempre caracterizada por esta convicción y por su determinación de,
incluso en los momentos más difíciles, contribuir a ese combate. Por eso su
muerte es una pérdida para la CCI y para el conjunto de la clase obrera.
Queremos expresar nuestra solidaridad a la familia de Enzo, a sus parientes y amigos, en un momento que
nos une en el dolor, e insistir en nuestra determinación de llevar adelante la
lucha por una sociedad humana por la cual Enzo ha combatido junto a nosotros.
Enlaces
[1] https://es.internationalism.org/files/es/RM_123%20web.pdf
[2] https://es.internationalism.org/node/3046
[3] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/11-m
[4] https://es.internationalism.org/tag/geografia/espana
[5] https://es.internationalism.org/tag/geografia/oriente-medio
[6] https://es.internationalism.org/tag/3/45/descomposicion
[7] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/resoluciones-de-congresos