En la situación actual una cosa, sin embargo, ha quedado clara: el desempleo ya no puede verse como se ha podido percibir durante los últimos 15-20 años. Hasta hace muy poco era presentado como consecuencia del fracaso de quién lo sufría y no como consecuencia de un fracaso del capitalismo. Al contrario, políticos, empresarios y sindicalistas hacían de "la lucha contra el desempleo" su divisa, el Estado tomaba medidas para favorecer el acceso al trabajo de los colectivos más desfavorecidos como jóvenes, emigrantes, mujeres o trabajadores mayores. Hasta hace un año, el mensaje dominante era que aquel que no tenía trabajo era porque era un fracasado, un vago, un incompetente, alguien que no sabía aprovechar las "inmensas oportunidades" que se le ofrecían. Hoy ese estereotipo que había logrado anclarse en la mentalidad popular ya no puede sostenerse con seriedad. El desempleo se convierte en un fenómeno de masas, absorbiendo de manera primordial la preocupación de trabajadores, estudiantes, familias,.. y ya no puede ser considerado como el problema particular de una serie de ciudadanos inadaptados sino como el problema general del proletariado y de la humanidad.
El capitalismo se basa en el trabajo asalariado y este a su vez en la separación de los trabajadores de los medios de producción. Esto hace que el desempleo forme parte inseparable de la condición obrera. La clase obrera incluye en su condición misma la existencia del desempleo. El capitalismo no puede funcionar sin la clase obrera pero no necesita siempre a cada uno de los trabajadores individuales los cuales pueden ser arrojados a la calle en cualquier momento. El capitalismo ha tendido siempre a formar un "ejército industrial de reserva"[1], una masa de desempleados cuya existencia misma presionaba hacia abajo los salarios y que en etapas de prosperidad podía ser rápidamente movilizada para la producción.
Ahora bien, el tamaño de este ejército industrial de reserva no ha sido el mismo a lo largo de la historia. En el siglo XIX y principios del XX, las cifras de desempleo eran relativamente bajas -alrededor del 2%- y sobre todo su duración era muy corta, como máximo 1 año. Los fenómenos de desocupación eran cíclicos -más o menos cada 10 años- pero daban paso a una ampliación considerable de la masa total de trabajadores asalariados en el mundo. Durante esa fase histórica, de capitalismo ascendente, el desempleo era pasajero y temporal, constituía una lacra dolorosa que soportaba la clase obrera pero que globalmente tendía a superarse.
Un cambio de gran envergadura se produjo en 1929 cuando, con la Gran Depresión apareción unn desempleo masivo y prolongado (durante 4-5 años). Este cambio en la naturaleza del desempleo se explica por la entrada del capitalismo en su decadencia[2], en este periodo histórico el desempleo pasa a ser permanente y estructural[3], ya no es únicamente una expresión del ejército industrial de reserva sino que adquiere una dimensión nueva: manifiesta la crisis histórica del sistema, su incapacidad para asegurar un empleo estable a la mayoría de la población y su tendencia a despilfarrar las fuerzas productivas, y sobre todo la principal de ellas: el trabajo. Y si a partir de 1934-35, comenzó a "superarse" el desempleo, fue gracias a políticas de trabajos públicos y sobre todo de producción de armamentos a gran escala que se insertaban en la preparación de la segunda guerra mundial[4].
Sin embargo, de 1945 a 1967, la tendencia al desempleo masivo pareció verse desmentida. Las tasas de paro cayeron a niveles del 1-2%. Parecía volverse a una situación similar a la del siglo XIX e incluso parecía "mejor" pues en muchos países se generalizaba el trabajo fijo de por vida y a través del llamado Estado del Bienestar se daban prestaciones a los que pasaban por situaciones momentáneas de desocupación[5]. Ahora bien, desde 1967 la situación del desempleo volvió a dar un brusco viraje. Hacia finales de los años 70 había países industrializados que soportaban tasas de paro del 10% que se prolongaron durante toda la década. España fue un país especialmente castigado que llegó a tener en 1978 un 24% de paro. En los años 80 el desempleo se hizo masivo: las reconversiones industriales se generalizaron en numerosos países y en España, bajo gobierno "socialista", significaron la destrucción de UN MILLON DE PUESTOS DE TRABAJO. En Gran Bretaña sectores como la minería, los astilleros y la siderurgia fueron reducidos a cenizas. Lo mismo ocurrió en Francia, Estados Unidos etc. Los sociólogos hablaron de viejas ciudades industriales convertidas en pura "arqueología industrial" con grandes bolsas de desempleo.
Pero desde finales de los 80 las cifras de desempleo volvieron a descender. En los últimos 15 - 20 años el paro pareció volver a cifras inferiores al 10% en un buen número de países industrializados. Todos los meses, los gobiernos presentaban ufanos reducciones significativas de las cifras de desempleados e incluso en Lisboa, los países de la UE llegaron incluso a pronosticar "el pleno empleo" para 2009. Ni siquiera aplicando un escandaloso "maquillaje" estadístico de las cifras de paro, ni usando y abusando de estrategias que como la temporalidad han estado destinadas, como veremos más adelante a enmascararlo, se ha conseguido rebajar la tasa de paro a los niveles del período 1945 -67, sino que por el contrario se ha instalado un desempleo estructural que se ha prolongado durante 40 años, lo cual es inédito en la historia del capitalismo. Además, todo eso se ha derrumbado a partir de la crisis actual iniciada en 2007.
Una masa considerable de personas -como mínimo el 4% de la población laboral- ha tenido que soportar una situación de desempleo permanente. Pese a ello, en los últimos 15 años el desempleo ha sido presentado como un problema específico y particular de los llamados "parados de larga duración".
Los componentes de este colectivo no solo han sufrido la miseria económica sino también la de tipo moral y psicológico. La sociedad los han convertido en apestados al presentarlos como fracasados, vagos e incompetentes, incapaces de asir la "oportunidad" que tenían "al alcance de la mano". Sus propios familiares los han llenado de reproches: "no buscas trabajo con suficiente ahínco", "perdiste tal o cual oportunidad", "estás viviendo a nuestra costa", Presos de un devastador sentimiento de culpa ellos mismos han escondido ante los demás su condición degradante de parados, se han aislado socialmente, lo que objetivamente era la expresión del fracaso de la sociedad se ha transformado subjetivamente en la pesadilla infamante de un fracaso personal.
Los estragos de esta marginación del trabajo en la salud psicológica y física de quienes lo han padecido quedan elocuentemente expuestos en investigaciones, como la que expone la web: www.elergonomista.com/desempleo.htm [4] sobre la relación entre la condición de desempleados y los estados depresivos: «Las consecuencias son a nivel cognitivo: pensamientos de indefensión. Sentimientos de culpabilidad y desprecio hacia uno mismo. Disminución de la autoestima. Dificultad para tomar decisiones. Pensamientos de muerte, suicidio...», y a nivel fisiológico: « taquicardia, mareos, sudoración, rubor, tensión en el estómago, dificultades respiratorias, etc. En determinadas ocasiones estos cambios de conducta pueden convertirse en patológicos. Interfieren en la vida cotidiana del individuo y dificultan las relaciones laborales, sociales y familiares (...) La práctica clínica en el campo de las adicciones muestra en numerosas ocasiones que el desempleo, y las dificultades económicas que comporta, es un factor desencadenante de una conducta adictiva».
En la Web www.alfinal.com/politica/desempleo.shtml: [5] «La larga lista de trastornos asociados a la inactividad laboral, desde ansiedad, angustia y depresión, hasta hipertensión, mayor mortalidad y diversas dolencias psicosomáticas, ha originado un nuevo término médico: el "síndrome del desempleado"(...) Los trastornos psicológicos van minando progresivamente el sistema inmunológico humano y predisponen al organismo a sufrir dolencias que van desde la úlcera, la colitis y las cefaleas, hasta las cardiopatías y el asma».
Este estudio prosigue con una serie de observaciones significativas: «El médico M. H Brenner no sólo demostró en 1976 que las admisiones en los hospitales psiquiátricos de Nueva York se relacionaban con las tasas de paro en el período 1914-1967, sino que elaboró un modelo matemático capaz de predecir el aumento de la tasa de mortalidad y de admisiones en centros de salud mental que sufrirá una comunidad determinada si aumenta el desempleo. Un estudio efectuado por epidemiólogos de la Universidad de Londres (UL), a lo largo de catorce años en siete ciudades británicas ha descubierto una relación significativa entre el desempleo y la mortalidad, al comparar la salud de los varones empleados fijos con la de los parados o jubilados prematuramente. Otra investigación indica que si se toma a Europa en conjunto, la mortalidad entre los desempleados es un 20 por ciento mayor que la del resto de la población (...) Algunos especialistas han detectado un aumento exponencial de personas que se quitan la vida en los países y regiones con altas tasas de paro, como Irlanda, Escocia y España ».
Los sufrimientos de estos trabajadores son muy difíciles de medir porque, como decíamos antes, se han hecho invisibles socialmente, han llevado su cruz en el más completo ostracismo. A menudo, estas personas aparecían en la página de sucesos como protagonistas de un suicidio terrible, como trastornados que irrumpían en su antigua empresa y se liaban a tiros con sus ex compañeros y ex jefes, o como causantes de violencia doméstica. Su caso era abordado únicamente desde el ángulo sensacionalista y morboso, se les presentaba como expresiones del desquiciamiento y la desestructuración social, lo cual efectivamente reflejaba una parte de la verdad[6], pero se ocultaba sistemáticamente el otro ángulo que arriba hemos recogido: la situación de callejón sin salida, de descalabro moral, de culpabilidad exacerbada, en la que silenciosamente se han hundido estos trabajadores. Lo peor para ellos es que estaban rodeados de incomprensión, de condena implícita, no les era posible compartir sus sentimientos, discutir sobre ellos, analizarlos socialmente.
Esta especie de genocidio silencioso en que la sociedad ha hundido a los parados ha sido el resultado directo de una campaña machacona repetida hasta la saciedad: como el desempleo es una lacra en vías de extinción, los desempleados están así porque quieren.
Y eso, nos dicen, que el bueno del Estado capitalista se ha "ocupado" de ellos. Los desempleados se han visto sometidos por las oficinas de colocación a un control exhaustivo para "no tenerlos parados": cursos de reciclaje y formación, desempeño de trabajos prácticamente obligatorios -la negativa a realizarlos suponía la pérdida del subsidio-, sesiones de "asesoramiento", elaboración de innumerables currículos y envío a un sinfín de empresas...Cualquier fallo o "conducta inapropiada" del desempleo suponía la pérdida o reducción del subsidio y -lo que más regocijaba a los gobernantes- su desaparición de las estadísticas de desempleo y su inclusión en una extraña lista de "desmoralizados" que "ya no buscan empleo".
Si el desempleo parecía haber desaparecido "ideológicamente" su presencia seguía siendo terriblemente real y sus consecuencias muy profundas y destructivas. Incluso para los trabajadores que a lo largo de estos años han obtenido o han conservado un empleo "estable", el fantasma del desempleo ha estado abrumadoramente presente. La amenaza del desempleo ha sido vivida como una intimidación tremenda. Había que tragar con todo -trabajar más horas, aceptar reducciones de salario, perder prestaciones sociales- con tal de "mantener el puesto de trabajo". Esto ha sido presentado por los sindicalistas, por muchos anarquistas y por toda clase de predicadores de la "desaparición de la clase obrera" como la "prueba concluyente" del "aburguesamiento" y del carácter "reaccionario" de la clase obrera.
Estos "teóricos" no tienen en cuenta los terribles sufrimientos, las noches de insomnio, las tensiones personales y familiares, los sentimientos de culpa y humillación, que han padecido numerosos trabajadores en activo a causa de esa espada invisible -que los gobernantes, sindicalistas y empresarios proclamaban oficialmente desaparecida- constituida por la amenaza del desempleo. ¿Cuántos trabajadores -tanto eventuales como fijos- han ido enfermos a trabajar sabedores del riesgo de ser despedidos o de ser incluidos en el próximo expediente? ¿Cuántas trabajadoras han tenido que soportar acosos sexuales de jefes y encargados conscientes de que una negativa demasiado tajante podía suponer la pérdida más o menos próxima del puesto de trabajo? ¿Cuántos trabajadores han renunciado a luchar, a entrar en huelga, por miedo a la represalia inmediata y terminante que es la pérdida del puesto de trabajo?
Y a esta situación debe añadirse el enorme peso de la precarización de las condiciones laborales, a través de multitud de mecanismos desde la temporalidad de los contratos a la prolongación durante años de los estudios o del "becariado". Pero sobre las consecuencias de estos mecanismos de escamoteamiento del desempleo sobre los propios trabajadores precarios y sobre toda la clase obrera habremos de volver en el próximo artículo.
Smolni 16-11-08
[1] Término acuñado por Marx en El Capital: "La acumulación capitalista produce de manera constante, antes bien, y precisamente en proporción a su energía y a su volumen, una población obrera relativamente excedentaria, esto es, excesiva para las necesidades medias de valorización del capital y por tanto superflua. (...) A todo capitalista le interesa, de manera absoluta, arrancar una cantidad determinada de trabajo de un número menor de obreros, en vez de extraerla, con la misma baratura e incluso a un precio más conveniente, de un número mayor. (...) Cuanto más amplia sea la escala de la producción, tanto más determinante será ese motivo. Su peso se acrecienta con la acumulación del capital." (sección 3, capítulo 23 de El Capital)
[2] Ver nuestro folleto La decadencia del capitalismo y los artículos sobre el tema en Revista Internacional números 134 y 135
[3] Conviene precisar que la decadencia del capitalismo no se caracteriza únicamente por la tendencia a la crisis económica más o menos crónica y la tendencia a un desempleo estructural e igualmente crónico. Otra característica aún más importante de la decadencia a la tendencia a la guerra imperialista generalizada.
[4] Para un análisis de este periodo, ver -entre otros documentos- Las verdaderas causas de la segunda guerra mundial en Revista Internacional nº 59 https://es.internationalism.org/node/2140 [6]
[5] Ver debate sobre este asunto y el período de los llamados "reinta gloriosos" en Revista Internacional números 133 y 135
[6] En las Tesis sobre la Descomposición, aparecidas en la Revista Internacional nº 62, ver /revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [7] , mostramos como la tendencia a la descomposición del capitalismo lleva a una creciente barbarie en las relaciones humanas que se manifiesta en crímenes irracionales y pasionales, suicidios colectivos etc.
Se suele describir al presidente de EEUU como "el hombre más poderoso del mundo". Cada cuatro años hay unas elecciones para votar quien será "el líder del mundo libre" a cargo del país con la economía más pujante, el Comandante en jefe que dispone del botón nuclear. El presidente de EEUU tiene muchas prerrogativas formales, pero al cabo es la representación más prominente del Estado capitalista. Tras el recuento de votos pueden cambiar las caras, pero el mismo Estado capitalista es el que continúa dominando todos los aspectos de la sociedad norteamericana.
En las elecciones presidenciales de EEUU del 2008[1], Barack Obama es el favorito, y si ganara John McCain sería la mayor sorpresa desde 1948, cuando Harry Truman derrotó a Thomas Dewey. La ventaja de poner a Obama es que toda su campaña está centrada en la idea del "cambio" para Norteamérica y para la escena mundial. La clase dirigente siempre invoca, si puede, la ilusión del cambio en época electoral. «¿Las cosas van mal? Pueden ir mejor». Esta vez incluso McCain ha tratado de aclarar que él es diferente de Bush, atacando la duplicación de la deuda nacional de EEUU desde 2001 y criticando la mala gestión de la guerra en Irak.
Los detalles de los candidatos no son lo esencial. El padre de Obama era de Kenia y el padre y el abuelo de McCain eran almirantes. ¿Y qué? Lo fundamental es que el circo de la democracia pueda dar su representación de turno y se haga creer a la gente que algo puede cambiar.
La crisis financiera ha sido un buen test para los candidatos. Cuando se adoptaron medidas financieras, tanto Obama como McCain votaron a favor de la inyección de 700 billones de rescate en el Congreso, y apoyaron el salvamento de Fannie Mae, Freddie Mac y AIG. Estas operaciones no fueron idea suya, ni tampoco de Bush; se produjeron porque la lógica del desarrollo capitalista ha llevado a que el Estado juegue un papel crucial.
El New York Times (14.10.08) informaba de cómo otros personajes e instituciones del mundo financiero aceptaban lo inevitable:
«Los principales ejecutivos de los nueve mayores bancos de Estados Unidos se reunieron en el salón dorado de conferencias del Departamento del Tesoro a las 3 de la tarde del lunes. Para su sorpresa se les entregó a cada uno un documento de una página que decía que estaban de acuerdo en vender acciones al gobierno; luego el Secretario del Tesoro (Ministro de Hacienda -NdR-) Henry M. Paulson Jr dijo que tenían que firmarlo antes de irse. El representante de JP Morgan Chase, Jaime Dimon, fue receptivo y dijo que pensaba que la propuesta pintaba bastante bien, tras haber hecho números de cabeza. El representante de Wells Fargo, Richard M. Kovacevich, protestó enérgicamente ya que, a diferencia de sus rivales de Nueva York, su banco no tenía problemas debido a inversiones en exóticas hipotecas, y no necesitaba ningún plan de salvamento; de acuerdo con las informaciones de la reunión.
Pero hacia las 6:30 todos los ejecutivos, los nueve, habían firmado [...]
Mr. Paulson anunció el plan el martes, diciendo que "lamentaban tener que tomar esas medidas", que "verter billones de dinero público en los bancos", dijo, era "cuestionable", pero "inevitable para restaurar la confianza en los mercados y para persuadir a los bancos de que empezaran a prestar otra vez". En otras partes con planes similares, como en Gran Bretaña u otros países europeos, ha habido consultas previas "pero a diferencia de Gran Bretaña, el Secretario de Estado presentó su plan como una oferta que los bancos no podían rechazar"»
Esto es el capitalismo de Estado manos a la obra. La charada democrática no tiene ninguna conexión con el verdadero proceso burgués de toma de decisiones, que mayormente se produce a puerta cerrada. Los bancos saben cuando tienen que consentir. En ningún momento los representantes de "lo público" han dicho ni mu sobre el desembolso de "dinero público".
Obama ha prometido "el cambio", pero se trata sólo de los detalles. Ha dicho que es necesario intensificar la guerra en Afganistán. Y planea enviar una fuerza extra de 15000 soldados tan pronto como asuma el poder. También ha prometido que, para atacar los objetivos Talibanes o de Al Quaeda en Pakistán, no pedirá permiso de Islamabad. En el frente doméstico, Obama ha apoyado leyes para ampliar los poderes de agencias como el FBI y la Agencia Nacional de Seguridad que refuercen la vigilancia y las escuchas telefónicas.
Todo esto ha disgustado a algunos personajes "de izquierdas" como Alexander Cockburn[2], que en un artículo en The Independent on Sunday ("Obama, un Republicano de primera", 26.10.08) critica los planes de Obama «para ampliar las fuerzas armadas en 90000 soldados... para intensificar la guerra de EEUU en Afganistán,... para conducir la guerra contra el terrorismo en cien países, creando una nueva infraestructura para reforzar la inteligencia así como la legislación internacional». Este periodista piensa que «Obama es mucho más agresivo que McCain respecto a Irán» y que «Obama ha hecho hincar la rodilla a los banqueros y a Wall Street, a las compañías petroleras, al lobby nuclear y a las grandes agrupaciones agrícolas».
No hay nada exclusivamente "Republicano" en estas posiciones. Los presidentes Demócratas del siglo XX son un ejemplo a seguir para Obama. La Primera Guerra Mundial se libró bajo la presidencia de Woodrow Wilson, que había sido reelegido con la consigna «El nos mantendrá apartados de la guerra». Roosevelt preparó al imperialismo norteamericano para la Segunda Guerra mundial y garantizó durante su transcurso la ejecución de sus estrategias más implacables y brutales. Bajo la presidencia de Truman se lanzaron las primeras bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki y cerca de 6 millones de norteamericanos fueron enviados a combatir a la guerra de Corea. Kennedy y Jonson intensificaron y sostuvieron la ofensiva USA en la guerra de Vietnam. Con Clinton vimos el bombardeo de Serbia y las devastadoras sanciones y ataques aéreos contra Irak.
Sin considerar siquiera las perspectivas que la crisis económica plantea a la clase obrera norteamericana bajo un nuevo presidente -ataques continuos y brutales contra sus condiciones de vida- es obvio que Obama se sitúa en continuidad con la política democrática.
Según nos presentan los media de todo el mundo, cada una de las elecciones presidenciales son momentos vitales de toma de decisión que afectan a todos y cada uno de los habitantes del planeta. La verdad es que las facciones de la burguesía norteamericana toman sus decisiones según los golpes de la realidad material. La profundización de la crisis económica; la dificultad como única superpotencia que queda, para hacer la guerra en numerosos frentes; la amenaza de las luchas obreras: esto es a lo que se confronta la clase dirigente en EEUU. El nuevo presidente solo tiene austeridad y represión que ofrecer a la clase obrera en EEUU, y más conflictos para el resto del mundo.
Car 29.10.08
[1] Este artículo se escribió antes delas elecciones; por tanto no se conocía aún el presidente electo
[2] Periodista político irlandés-norteamericano, instalado en EEUU; junto a Jeffrey St Clair edita el semanal CounterPunch. También escribe una columna: "Beat the Devil" para The Nation y una columna nde agencia para Los Angeles Times, así como para The First Post. (Wikipedia)
En la FORD en Valencia, en la Renault, en la Citroen,... mandan a miles de trabajadores a sus casas con la promesa de que tras las vacaciones de Navidad se podrán "reintegrar a sus puestos de trabajo" (¿se habrán vendido entonces las miles de hectáreas de vehículos stockados?). En algunos casos, como en la IVECO de Madrid, se chantajea a los trabajadores para que se bajen el sueldo o pierdan días del subsidio de desempleo para sortear, desde luego momentáneamente, el maldito ERE. Tampoco puede pensarse que se trata de una crisis circunscrita al sector de la automoción, pues también afecta a las comunicaciones (despido de la mitad de la plantilla del operador por cable ONO y ahora ERE de 500 trabajadores de Telefónica) o a empresas como CASA que también recurren al recorte de plantillas. Las previsiones oficiales señalan que, en España, cerca de 120 mil trabajadores acabarán este año afectados por este tipo de ERE, sumándose (por mucho que el ministro de Trabajo se empeñe en lo contrario) a los TRES MILLONES DE PARADOS, con que más que probablemente se cierren las estadísticas de 2008.
La propagación de esta plaga de supresiones de empleo temporales o definitivas - las primeras, como hemos visto son en muchos casos simplemente el preludio de las segundas -, hace crecer en las filas obreras una inquietud común que abarca a trabajadores de distintas empresas y sectores; a compañeros veteranos que ven amenazadas las condiciones de su jubilación o su imposible vuelta a encontrar un empleo tras ser despedidos con 40 o 50 años y a los trabajadores jóvenes que, mal que bien, trataban de sobrevivir con sucesivos contratos precarios en unas condiciones draconianas de horarios y sueldos, y que se ven ahora abocados a un paro con subsidios de miseria o a tener que aceptar peores condiciones laborales; a obreros "nativos" formados, generación tras generación en un proletariado cualificado que trabaja en industrias con alta tecnología como por ejemplo en la Nissan y a los obreros de las subcontratas de limpieza (como se ve en los despedidos de Acciona que trabajan dentro de las propias factorías Nissan) y que, en muchos casos, se nutren de compañeros recién llegados en la emigración.
Pero esa inquietud que se va generalizando a todo el proletariado conlleva también un enorme potencial para el desarrollo de la solidaridad de clase. Hace tres años los compañeros de SEAT se enfrentaron a un plan de 600 despidos (ver AP nº 185 y 186, o en nuestra web /accion-proletaria/200511/247/seat-salvar-la-empresa-significa-despidos-y-contratos-basura-la-respues [12], y /content/387/lecciones-de-la-huelga-de-seat-no-las-movilizaciones-sindicales-si-la-lucha-obrera [13] ) , pero lo hicieron en un clima social que todavía estaba muy marcado por el cacareado «período más prolongado de crecimiento económico». No podemos extendernos aquí en demostrar que ese clima era más propagandístico que real, pero sí resaltar que en ese "ambiente" social, el problema de los compañeros de SEAT parecía ocasionado por la voracidad particular de la Volkswagen, o las circunstancias particulares de la empresa. Pero no son esas, como vemos, las circunstancias actuales, pues, como hemos visto ¡Todos los sectores de la clase obrera estamos siendo atacados por la crisis capitalista¡
Pero esa solidaridad que nace de unos ataques y sufrimientos que son, insistimos, comunes, necesita ser cultivada y desarrollada por los propios trabajadores, imponiéndola contra las tentativas de división y fragmentación de la respuesta obrera por parte de los guardianes de la explotación capitalista. En ese sentido dos son las lecciones esenciales de las luchas más recientes:
Precisamente porque son muchas las empresas y las localidades afectadas por la crisis, la calle se convierte en un terreno privilegiado para sumar la combatividad de compañeros de distintas procedencias. Así lo entendieron al principio de la lucha de Nissan, cuando compañeros que, por la talla de la plantilla o por el alejamiento geográfico de su centro de trabajo, sentían que al calor de las movilizaciones de los obreros de la Zona Franca se sentirían más respaldados. Por ello a la manifestación del 23 de Octubre acudieron también, por ejemplo, los trabajadores de Tyco Electronics así como los conductores de la empresa municipal de transportes, Acciona,... Esa misma tendencia se vio aún más reforzada en la manifestación del 5 de Noviembre, en que más de 20 mil trabajadores de numerosas empresas batieron el registro de mayor manifestación obrera en años en Barcelona.
Sin embargo, progresivamente se ha ido debilitando esa tendencia imponiéndose en cambio la de manifestarse "cada uno en su rincón". Así los sindicatos convocan a los de la Frigo un día y a los de la Nissan otro. A los de la Pirelli a organizar acciones en Manresa, y a los de TorrasPapel en Sarriá de Ter[2],... Esta dispersión de las convocatorias refuerza, se quiera o no, una visión local del conflicto de clases, cuando la realidad evidencia que es un conflicto social que abarca a todos los sectores.
Pero no basta con juntarse pasivamente. Los obreros no conseguimos la fuerza necesaria para enfrentar la avalancha de ataques que se nos viene encima haciendo simplemente "bulto" o engordando los números de las asistencias a las manifestaciones. La fuerza de la clase obrera no reside únicamente en su número sino sobre todo en su capacidad de unirse por encima de todas las divisiones creadas por la explotación capitalista (la empresa, el sector, la nación,...) en defensa de unos intereses comunes, y sobre todo en su capacidad de tomar conciencia de que la defensa de esos intereses le llevan a una confrontación radical con las leyes de este sistema. Por ello es vital hacer de las manifestaciones un lugar donde se desarrolle esa solidaridad y esa conciencia.
Y eso choca, desde luego, con la "escenificación" sindical de esas manifestaciones. Cuando no se trocea la combatividad obrera en diferentes movilizaciones, se fragmenta dentro de la misma manifestación haciendo marchar a los trabajadores detrás de la pancarta de "su" empresa. Además el "atrezzo" habitual de esas manifestaciones (la insufrible banda sonora de pitos y petardazos) parece adrede para impedir la más mínima conversación entre los trabajadores que a ella acuden. La excusa de esta habitual "parafernalia" es que, como se nos dijo en una de estas manifestaciones en las que estuvimos interviniendo, a estas movilizaciones los obreros han de ir a «hacerse oír». Es verdad que es importante transmitir a toda la sociedad nuestra indignación ante el futuro de paro y miseria a que se nos condena. Pero mucho más necesario que «llamar la atención de la opinión pública» o «hacer visible el conflicto» apareciendo en los medios de comunicación burgueses a través de "acciones" más o menos llamativas, es hacer de la manifestaciones un momento y un lugar donde ESCUCHAR a los compañeros que acuden de otras luchas, donde hacerles llegar la solidaridad, pero también la información, el intercambio de experiencias, aprender de las trampas que han tenido que sortear nuestros hermanos, las lecciones que hemos podido sacar de las diferentes luchas, etc.
Pero si las manifestaciones que organizan los sindicatos están "pensadas" para fomentar la división y la pasividad de la clase obrera, las asambleas, lo que constituye el verdadero corazón de las luchas, sufre una desvirtuación pareja, pues en lugar de fomentar la participación y el debate entre los trabajadores se convierten en insufribles "telediarios" en los que se suceden pesadamente las explicaciones de todos los sindicatos, sobre los mil y un vericuetos de tal o cual ronda negociadora con tal cual representante de la administración o de la patronal. Se trata de suplantar lo que verdaderamente da fuerza a los trabajadores - la confianza en sus propias fuerzas como clase, su autonomía respecto a la clase explotadora - por lo que, en definitiva, le debilita - la confianza en el Estado burgués -. Así por ejemplo vimos como el 12 de Noviembre, la manifestación de los trabajadores de Nissan acabó en una "asamblea" pública ante la sede del Parlament de Catalunya, en la que los trabajadores se limitaron a escuchar lo que los diferentes "capos" sindicales les contaron de la sesión parlamentaria en que se había abordado la situación de Nissan. Si se tiene interés en saber como se las gasta el gobierno "tripartito" de Cataluña (PS +IU+ERC) ante los planes de despidos de las multinacionales no hace falta que pierdan el tiempo a la intemperie del Parque de la Ciudadela. ¡Qué vayan a preguntárselo a los compañeros despedidos de la SEAT en 2006!
Frente a este "secuestro" de las asambleas, se desarrolla en un sentido completamente contrario, las iniciativas obreras por hacer de ellas momentos de la implicación del conjunto de la clase obrera den la lucha. Esta tendencia que ya vimos en filigrana en la lucha de los universitarios en Francia en la primavera de 2006 (/revista-internacional/200606/964/tesis-sobre-el-movimiento-de-los-estudiantes-de-la-primavera-de-200 [14] ) se escenificó después con toda su fuerza en la huelga de los metalúrgicos de Vigo también hace un par de años (/content/910/huelga-del-metal-de-vigo-los-metodos-proletarios-de-lucha [15] ). La asamblea general de ciudad demostró ser no sólo el medio para la unificación en la lucha de trabajadores de multitud de pequeños talleres y empresas, y el medio de sentir una fuerza colectiva frente a las provocaciones de la patronal (despidos) o del Estado (brutalidad policial), sino también la forma de incorporar a la lucha de compañeros de otros sectores (parados, jubilados,...) que, por si mismos, se sienten débiles para enfrentarse al capitalismo.
También en ese sentido van las iniciativas que hemos visto desarrollarse en las recientes movilizaciones de los estudiantes universitarios en España que no solo hacen de las asambleas un lugar abierto donde reciben fraternalmente a trabajadores (véase por ejemplo una información sobre una intervención nuestra en una de estas asambleas en https://es.internationalism.org/node/2389 [16]) y otros compañeros que se oponen solidariamente a los planes de recortes sociales y de "precarización" de la mano de obra, sino que las conciben como impulsoras de una esfuerzo de debate y clarificación sobre la situación social actual y sobre experiencias anteriores de resistencia a los criminales planes del capitalismo (véase también la convocatoria de uno de estos debates en https://es.internationalism.org/node/2398 [17] ) . El hecho de que compañeros que, muy probablemente no conocen las anteriores experiencias de apertura de estos debates, "reincidan" en esta tendencia al desarrollo de medios para un franco debate entre los trabajadores, demuestra que es una tendencia que empieza a sentirse como una creciente necesidad de las movilizaciones obreras. En ese mismo sentido apunta igualmente la convocatoria de una asamblea abierta a compañeros de otros sectores obreros, que han realizado los trabajadores de AFEMA en Alicante (véase https://es.internationalism.org/node/2399 [18] ), que tratan de luchar contra una concepción de sus problemas y de su lucha como algo específico de su sector, o que habría que plantear desde las particularidades de sus empresas, sino que llaman a compañeros de otros sectores a participar en sus asambleas precisamente para reforzar con testimonios provenientes de otras empresas, otros sectores, otras ciudades, que toda la clase obrera esta siendo atacada por los despidos, los recortes de prestaciones sociales, las rebajas de salarios, etc., y que toda la clase obrera debe luchar unida y solidariamente para hacer frente a la avalancha de medidas antiobreras que se suceden día tras día.
La clase capitalista sabe, de sobra, que las medidas que va adoptar para capear la recesión más brutal de la historia no van a contar con la aprobación resignada de la clase obrera. Para la clase explotadora el objetivo no es pues el de evitar el descontento obrero, sino que este se exprese de la forma más fragmentada y débil que le sea posible. Y a ello concentra todas sus energías y todos sus recursos.
Cuando cree poder adormecer a los trabajadores con sueños de un futuro "prometedor" no vacila en alimentarlos. La fantasía de la fabricación del "coche eléctrico" del futuro, ha sido, por ejemplo, exhibida por el ministro español de Industria, primero a los trabajadores de la Renault y luego a los de la Nissan. Hace poco la UGT de la FORD en Valencia reunió una asamblea de afiliados en cuyas puertas se mostraban flamantes los "futuros" modelos a fabricar en las instalaciones de Almusafes, tras la consabida pero "inevitable" reducción de plantilla para hacer la planta más competitiva,... Cuantas veces no habrán oído hablar los compañeros de Nissan o de SEAT en Barcelona, de la FORD o de la General Motors,... que detrás del siguiente recorte de plantillas, sacrificio salarial, etc. se hallaba el porvenir de los empleos, el futuro de las sucesivas generaciones obreras,...
Pero lo más criminal de estos planteamientos no es tanto que se mantengan las ilusiones de una supuestas "garantías" para los trabajadores a cambio de cada vez mayores sacrificios, sino sobre todo que se haga creer a los trabajadores en soluciones parciales en el marco se su empresa o su sector, lo que les acaba distanciando de sus compañeros de otras empresas o de otros sectores. Así, por ejemplo, con la patraña de la "viabilidad industrial" de la factoría Nissan, se trata no solo de encerrar a esos compañeros en la defensa de los intereses de sus explotadores (justificando los sacrificios "necesarios" para que la compañía produzca con mayor "rentabilidad" como ya hicieron en las anteriores reducciones de plantillas o contención de gastos salariales de este mismo año) sino, especialmente de enfrentarles a sus compañeros de otras empresas.
Si la burguesía consigue dispersar la combatividad obrera, haciendo que, por ejemplo, los trabajadores de SEAT permanezcan adormecidos creyendo que el ERE temporal que les amenaza es una situación puramente coyuntural, mientras asesta los despidos definitivos entre unos trabajadores de Nissan capaces de movilizaciones muy radicales pero en el aislamiento, como consecuencia de una progresiva fragmentación de las luchas, habrá conseguido un triunfo momentáneo importante. De un lado habrá colado ataques significativos en las concentraciones más poderosas del proletariado español[3], y además habrá contrarrestado por el momento la tendencia a la solidaridad entre los trabajadores, forzando una respuesta en la dispersión.
Nos jugamos mucho. De ahí nuestro llamamiento a todos los trabajadores, a los compañeros que quieran implicarse en el fortalecimiento de las diferentes luchas obreras a luchar contra esta fragmentación, y por el desarrollo de la solidaridad y la conciencia unitaria del proletariado.
Etsoem. 21 de Noviembre de 2008.
[1] En 2008 la cifra total en España ha sido de más de 3000 ERE. Según la web "kaos en la red", más de 2700 de estos., implicando a más de 42 mil obreros, fueron aceptados por los sindicatos.
[2] Hemos visto incluso como la CNT convocaba a los trabajadores de la jardinería de San Just d'Esvern a manifestarse por las Rambla de "su" pueblo
[3] Tras el desmantelamiento de la siderurgia, los astilleros, la minería,... las fábricas del sector automoción han quedado, amén de las oficinas del sector público, como las mayores concentraciones proletarias de un muy debilitado proletariado industrial en España
Enlaces
[1] https://es.internationalism.org/cci-online/200811/2385/reunion-publica-de-la-cci-en-peru-sobre-la-crisis-un-debate-proletario-apasio
[2] https://es.internationalism.org/tag/geografia/america-central-y-sudamerica
[3] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/reuniones-publicas
[4] https://www.elergonomista.com/
[5] http://www.alfinal.com/politica/desempleo.shtml:
[6] https://es.internationalism.org/revista-internacional/198910/2140/internationalisme-1945-las-verdaderas-causas-de-la-segunda-guerra-
[7] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
[8] https://es.internationalism.org/tag/noticias-y-actualidad/crisis-economica
[9] https://es.internationalism.org/tag/cuestiones-teoricas/desempleo
[10] https://es.internationalism.org/tag/geografia/estados-unidos
[11] https://es.internationalism.org/tag/noticias-y-actualidad/elecciones-2008-en-eeuu
[12] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200511/247/seat-salvar-la-empresa-significa-despidos-y-contratos-basura-la-respues
[13] https://es.internationalism.org/content/387/lecciones-de-la-huelga-de-seat-no-las-movilizaciones-sindicales-si-la-lucha-obrera
[14] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200606/964/tesis-sobre-el-movimiento-de-los-estudiantes-de-la-primavera-de-200
[15] https://es.internationalism.org/content/910/huelga-del-metal-de-vigo-los-metodos-proletarios-de-lucha
[16] https://es.internationalism.org/content/2389/en-que-contexto-se-produce-el-proceso-de-bolonia-y-que-lucha-plantea
[17] https://es.internationalism.org/cci-online/200811/2398/debate-el-movimiento-de-los-estudiantes-franceses-contra-el-contrato-primer-e
[18] https://es.internationalism.org/content/2399/trabajadores-en-lucha-de-afema-alicante-una-experiencia-retomar-por-los-demas
[19] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/espana
[20] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/lucha-de-clases-0