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Analizando el desarrollo de la lucha de clases, desterrando todo tipo de actitudes de amargura, desesperación o entusiasmo ciego, hemos presentado las dificultades que pesaban en la clase trabajadora para el desarrollo de su conciencia, sobre todo desde fines de la década de los 80 cuando la burguesía desata su campaña “sobre la muerte del comunismo”, con la que crea un ambiente de confusión y extiende la desconfianza de los trabajadores en sus propias fuerzas. Esta misma confusión la aprovechó la clase dominante para desviar, de forma sistemática, los esfuerzos de los asalariados para defender sus intereses, involucrándolos en “movimientos ciudadanos” e interclasistas (como el “altermundismo”, o el zapatismo), o nacionalistas y en defensa de la democracia (como los movimientos populistas, encabezados por Chávez, Evo Morales, Obrador…). Sin embargo, pese ha existir una gran confusión en las filas proletarias, su fuerza potencial se mantuvo, en tanto no encontramos una derrota física (como pasó con la generación que vivió la derrota de la oleada 1917-28), por eso el peso de la crisis ha hecho que las campañas ideológicas de la burguesía se desgasten y dejen de tener el mismo impacto. El XIV Congreso de la CCI (2001), analizando la situación que vivía la clase obrera, concluíamos: “… a pesar de las dificultades innegables habidas durante la última década… la clase obrera de las concentraciones más importantes sigue conservando importantes reservas de su combatividad…” (Resolución sobre la situación internacional, Revista Internacional 106). A la vez que se reconocía la existencia de una maduración subterránea de la conciencia de la clase obrera, concretada en el surgimientos de “minorías en búsqueda”, que discuten y se organizan para tomar la teoría marxista y recoger la experiencia y tradición de lucha proletaria. Ese proceso está empujado principalmente por los jóvenes batallones proletarios: “Es muy significativo que muchos de esos elementos en “búsqueda” procedan no sólo de ámbitos politizados desde hace tiempo, sino de una nueva generación de gentes que se plantean por vez primera problemas sobre el capitalismo…” (Ídem)
Ahora, este proceso de reflexión subterránea, se acompaña de movilizaciones de los trabajadores. Cómo lo hemos señalado desde 2003 (cfr. Revista Internacional 114, 3er Trimestre 2003), la presencia masiva de trabajadores en las calles (de Francia y Alemania) enfrentando los despidos y las limitaciones a las jubilaciones y pensiones, marcaba un giro en el desarrollo de la combatividad y la conciencia obrera. Este análisis se ha confirmado en 2006 con las movilizaciones de estudiantes y trabajadores en Francia, en la huelga de los trabajadores de Vigo en España y los del transporte en los EUA. La tendencia al desarrollo del descontento y la combatividad no ha dejado de estar presente en México, cómo se percibió en las movilizaciones de los trabajadores del IMSS en 2005, el descontento entre los trabajadores de la educación en Oaxaca (2006), y en las actuales movilizaciones en contra de la afectación a la jubilación y pensión de los trabajadores afiliados al ISSSTE.
Es en ese contexto que una serie de grupos de discusión toman forma, aglutinando principalmente, a las nuevas generaciones que buscan ubicarse dentro del terreno de combate proletario. Ese es el caso del círculo de discusión que ha sacado la publicación “Fénix”[1], en la cual, en el número 1, se da a la tarea de hacer un balance de las movilizaciones presentes en 2006 en Oaxaca. El trabajo de discusión que este circulo lleva ya, en sí mismo, la tradición proletaria al abordar la reflexión de forma colectiva, pero aún se vuelve más importante cuando asumen una actitud combatiente y buscan hacer un balance de las experiencias de los trabajadores. Rosa Luxemburgo en 1919 señalaba correctamente que “La revolución es la única forma de ‘guerra’ –es incluso una de las leyes de su desarrollo– en la que la victoria final sólo podrá prepararse con una serie de ‘derrotas’”, pero cada derrota se vuelve vana si no se sacan las lecciones de ella, por ello, aún cuando no coincidimos con muchas de las apreciaciones que se presentan en “Fénix”, saludamos su presencia y su apertura para ampliar la reflexión. Compartimos el espíritu que alimenta a “Fénix” y que se expone en uno de sus artículos: “No hay que tener miedo a discutir y a no estar de acuerdo...”
Sólo sacando las lecciones completas de una derrota la clase obrera avanza en su combate
Los 6 artículos que presenta “Fénix” nº 1, son esfuerzos para sacar las lecciones de los sucesos de Oaxaca en 2006, no obstante muchos de ellos quedan atrapados en la impresión de los hechos, pero no logran hacer un balance de los errores y las trampas a la que fueron sometidos los trabajadores de esa región.
Lamentarse solamente, como lo hacen algunos de los artículos, de que hubo represión, no permite avanzar en el balance. Es evidente que el capital sostiene su poder a través de la fuerza (justo para eso son sus aparatos de represión, entre los que se encuentra el mismo marco legal al que se apela[2]), hay sin embargo reflexiones escritas de mayor profundidad, que hay que resaltar porque pueden quedar perdidas por las lamentaciones, los aplausos a la APPO, y las expresiones más confusas, que incluso terminan llamando a ejercer un “voto inteligente en las próximas elecciones...” y a “... conformar un frente opositor organizado que pueda combatir no solamente a los malos gobernantes, sino a los pésimos sistemas políticos que son los que justifican a estos funcionarios...” (pág. 16).
El articulo firmado por Boal, marca los elementos para un balance más sólido y permite responder afirmaciones presentes en otros textos. Algunos ejemplos: mientras el articulo firmado por Rouge afirma que la inicial expresión de combatividad de los maestros en defensa de salario no era nada “fuera de lo común” y en cambio le parece un avance cualitativo la creación de la APPO y con ello la desviación del coraje de los asalariados hacia la solicitud de renuncia de Ulises Ruiz; Boal presenta a la APPO como un frente social, pero para entender que importancia éste grupo tiene, se pregunta: “¿cuáles han sido los objetivos y formas de lucha...?”. Esta pregunta es clave, dado que le permite al compañero reconocer que lo que pasó en Oaxaca expresa descontento real alimentado la miseria, pero ubica claramente el papel que jugó la APPO: conducir “la lucha a un terreno inofensivo: ha controlado y contenido la solidaridad genuina, es decir, existe una desviación de la lucha contra la miseria a una lucha por destituir a Ulises Ruiz...” Para dar solidez a su argumento recobra experiencias de otras regiones: “La caída de un mandatario como ha sucedido en América Latina (Argentina y Bolivia, entre otros) sólo ha significado su sustitución por otro, mientras la causa de la miseria no se toca. El cambio de un gobernante por otro significa pensar que la causa de la miseria y explotación se debe a la mala gestión de un gobierno.”
Aún cuando de manera particular no analiza a las forma de lucha utilizadas por la APPO, y no marca lo estéril y vano que son para los trabajadores los bloqueos de calles, plantones y las mismas barricadas (que en artículos, como el de Rouge, se aplauden), se va a lo central: “El proletariado tiene que lograr su independencia política y ésta se alcanzará con la conciencia...”, remarcando que se precisa ante todo “identificar al enemigo” y llevar a cabo un “accionar masivo y conciente...”
Tatlin/16-04-07
[2] En la página 7 se lamentan de la “violación a las garantías individuales”, y en la página 15, invoca al “derecho a protestar”.