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¿El gobierno de Calderón es fascista?, ¿el triunfo de la derecha ha vuelto más represivo al Estado? ¿el fraude electoral ha debilitado a la izquierda y ha desatado los peores demonios del fascismo? Estas son las preocupaciones que el ala de izquierda y su extremo izquierdista están tratando de inculcar en la conciencia de los trabajadores al pretender explicar la represión habida en los meses recientes; pero, sobre todo, al evidenciar la alianza que ha hecho la fracción actual en el poder con el ejército, lo cual sería una prueba de su endurecimiento. Para rematar, también se aduce la misma alianza de aquél con el clero, el cual también encarnaría lo peor del fascismo. Nada más falso. Es necesario aclarar aquí varias cuestiones.
El clero y el ejército no son neutrales: son pilares de la dominación capitalista
Como lo hemos demostrado ya (ver RM 96, ene-feb- 2007) esta alianza de la fracción en el poder con la estructura del ejército (el cual gozaba de una cierta aureola de imparcialidad política) responde directamente a las dificultades presentadas por la división de la burguesía, un hecho más que evidenciado durante el proceso electoral del 2006 y después de éste hasta nuestros días cuando hemos presenciado un interminable encadenamiento de pugnas dentro del Estado capitalista. Tampoco tiene sustento la afirmación de que si hubiera arribado al poder la fracción burguesa en torno a AMLO las cosas serían diferentes, pues el ejército es el brazo armado más importante del Estado para asegurar y perpetuar la explotación de la clase dominante, de todas las fracciones capitalistas representadas en todos los partidos políticos que pululan al interior de ese mismo Estado.
El llamado “ejército del pueblo”, como le gusta llamarlo lo mismo Calderón que López Obrador[1], no es neutral, ni mucho menos, sino que está al servicio completamente de la clase explotadora. Tampoco es imparcial el clero de todos los credos, el cual siempre se ha especializado, a lo largo de los siglos, en un control ideológico que promete a los explotados el reino eterno en el cielo a cambio de su resignación y sometimiento frente al gobierno de las clases explotadoras.
El fascismo fue un fenómeno sobre todo europeo
Pero el espantajo que se está agitando relacionado con el “peligro fascista” movería a risa si no fuera por los objetivos perversos que persigue; por eso es necesario que recordemos algunas cuestiones:
En primer lugar, el acceso al poder del fascismo tuvo un auge sobre todo en los años 30 en el continente europeo y se posibilitó por el apoyo de amplias fracciones de la burguesía quien ante la crisis, y especialmente en los países vencidos después de la Primera Guerra Mundial, se lanzaron a preparar un nuevo reparto del pastel imperialista. “Para ello concentraron todos los poderes en el Estado, aceleraron la instauración de una economía de guerra, militarizaron el trabajo e hicieron silenciar todas las disensiones internas de la burguesía.”[2] Junto al estalinismo representaron las expresiones más brutales del capitalismo de Estado, en determinados países y en épocas históricas también particulares. Relacionado con esto, se aduce que también en América Latina se produjo el mismo fenómeno, por ejemplo, en el cono sur durante el periodo de la guerra fría cuando en varios países se instauraron dictaduras militares (Chile, Argentina…), sin embargo, esto se debió, sobre todo, a una estrategia de control de los gobiernos de la región por parte de los Estados Unidos frente a los intentos injerencistas de la otra cabeza de bloque que en esos años pretendía penetrar también en su patio trasero generalmente mediante los llamados movimientos de “liberación nacional”.
La otra causa tiene que ver con la derrota física y política del proletariado después de la oleada revolucionaria de 1917-1923 orquestada por la izquierda del aparato político de la burguesía, una condición indispensable para abrir el curso hacia la guerra imperialista mundial. De este modo, el fascismo en un bloque y la otra cara de la moneda, el antifascismo en el otro bloque “democrático”, fueron formas de alistamiento del proletariado para la guerra.
Como ya lo hemos demostrado, a diferencia de esos años, hoy tenemos condiciones diferentes: la clase obrera se mantiene en una dinámica de enfrentamientos de clase desde finales de los años 60, no ha sido derrotada como entonces y por lo tanto no se encuentra en un curso contrarrevolucionario. Luego, existe la condición objetiva que impide a la burguesía ir hacia la guerra mundial debido a la incapacidad, por ahora, de formar dos bloques rivales.
Un espantajo para aterrorizar y encuadrar a los trabajadores
Este resumen muy apretado se refiere, como hemos dicho, a la situación de Europa, sobre todo, en un momento histórico y en determinados países, aunque nos sirve para recordar las circunstancias que le dieron origen. Pero entonces, ¿por qué se agita este espantajo? Circunscribiéndonos a esta región del mundo podemos establecer que aunque a nivel general el resurgir de este tipo de ideologías en este momento histórico se debe a que la descomposición social del capitalismo segrega o reactiva sentimientos como el racismo, la xenofobia, la exaltación nacionalista, la obsesión por la seguridad, el cada uno para sí, el fanatismo religioso, el reclamo por el endurecimiento del Estado, lo cierto es que el espantajo del “peligro fascista” tiene el objetivo de provocar una cierta “movilización ciudadana” por la defensa de la democracia burguesa y de sus partidos democráticos, es decir, la burguesía provoca el miedo a la extrema derecha para llamar, particularmente a la clase trabajadora, a la defensa del Estado capitalista; un trabajo que le toca generalmente a sus partidos de izquierda, su ala radical izquierdista y los sindicatos.
Tanto la derecha como la izquierda reprimen
Las pretensiones de la izquierda al “denunciar” el carácter represivo del gobierno de Calderón se reducen a intentar “demostrar” que “si hubiera llegado al poder AMLO otro gallo nos cantaría, es decir, que la izquierda sería diferente a la derecha pues esta tendría motivaciones fascistas. Nada más falso. Ya hemos evocado brevemente la represión bestial de la socialdemocracia contra el proletariado en los países centrales de Europa después de la oleada revolucionaria de principios del siglo XX, pero hay otros ejemplos menos lejanos y más conocidos, por ejemplo, la represión llevada a cabo por la flamante presidenta de Chile Bachelet contra las movilizaciones sociales contra la carestía o también la represión llevada a cabo por el muy izquierdista Evo Morales presidente de Bolivia contra las movilizaciones de mineros el año pasado o las acciones policíacas represivas contra infinidad de movilizaciones sociales perpetradas por los gobiernos del PRD en la ciudad de México durante la última década… y la lista es interminable. La represión no es un monopolio del ala derecha de la burguesía, la utiliza también el ala de izquierda del capital; su función es la de salvaguardar los intereses de la clase dominante. La represión, por ejemplo, en Atenco Michoacán, en Lázaro Cárdenas Michoacán o en Oaxaca, dejando de lado las particularidades en cada caso en cuanto a su contenido de clase, lo que resalta es el afán del Estado burgués para enviar un mensaje a la clase trabajadora: no sirve de nada revelarse contra el status quo pues el estado Omnipotente siempre podrá reprimir con todo su aparato cualquier veleidad de protesta y, sobre todo, cualquier brote de combatividad manifestada por su clase enemiga histórica, el proletariado.
Estas breves notas pretenden contribuir a la clarificación de la conciencia proletaria ahí donde se generen discusiones, debates; ahí donde se impulsen reflexiones entre compañeros de trabajo, donde se generen asambleas para discutir la situación de los trabajadores y las alternativas que estos tienen para emprender la defensa de sus condiciones de vida y de trabajo frente a los ataques inmisericordes de la burguesía.
EFR/abril del 2007