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Luchas en el sector del magisterio
Los sindicatos sabotean la lucha de los trabajadores
Todos los sectores de trabajadores están sufriendo un empeoramiento de sus condiciones de vida. Más allá de los discursos mentirosos del gobierno, de las promesas insulsas de todos los candidatos a los que solo les falta prometernos restituir el “paraíso perdido”, más allá de esa cortina ideológica, la realidad es contundente y tozuda, la realidad del aumento de las cargas laborales y de la disminución del poder de compra de los salarios, disminución de prestaciones, aumento del desempleo y la angustiosa ausencia de un futuro para las nuevas generaciones. Esta situación no es privativa de una región, de un sector ni siquiera de un país. El capitalismo se hunde inexorablemente en una crisis sin retorno, todos los países, incluidos por supuesto los desarrollados, están implementando duros planes de austeridad, de recortes en educación, en salud y en algunos hasta han congelado los salarios (España), en otros casos se trata llanamente de reducciones salariales como en Grecia. En México vamos por el mismo abismo, cada vez hay que trabajar más para vivir peor. El sector de los maestros ha estado en el centro de los ataques en los últimos años, por ejemplo, carrera magisterial es ya un asunto de una minoría de maestros y se han implementado ya “nuevos lineamientos” para endurecer aún más las condiciones laborales y restringir en gran medida los salarios, los maestros de reciente ingreso solo tienen contratos temporales y los requerimientos laborales van en aumento exprimiendo la energía, es decir, las condiciones laborales de explotación son cada vez más insoportables. Es verdad que hay muchos maestros que no se sienten identificados como parte de la clase explotada pero toda la cadena del sistema educativo, desde preescolar hasta universidades, se encarga de producir una mercancía necesaria para el capital: la fuerza de trabajo. En efecto, la educación es una necesidad vital para el capital, es gracias a ella que puede capacitar y preparar su mano de obra, pensar que es un “derecho inalienable” es producto de la ideología burguesa que nos hace creer que “la educación es la palanca de la historia” o que “la verdad nos hará libres” como dice el lema de las universidades jesuitas. Tanto la educación como la salud hacen parte del salario social del que hablaba Marx, los recortes en estos rubros representan por tanto verdaderos recortes al salario. Se puede uno preguntar con justa razón si la burguesía necesita una mano de obra capacitada cómo es que recorta el gasto en educación. Fuera de contexto esta pregunta es lógica, pero en el marco del desempleo, de la saturación mundial de los mercados, de la no existencia de fuentes de trabajo, en vez de abrir fábricas se están cerrando, en condiciones así la “austeridad republicana” y draconiana, se vuelve una necesidad para un sistema capitalista que no tiene más alternativa que atacar las condiciones de vida de sus explotados.
Es en este contexto que los maestros han realizado manifestaciones, paros y plantones desde finales de enero de este año para concluir en los plantones en Oaxaca, Chiapas y el DF.
¿Los sindicatos favorecen la extensión y la unificación de las luchas?
Los sindicatos de todo color y pelaje, incluidos los llamados “independientes”, son los profesionales en realizar “acciones ejemplares” para liberar presión social y llevar a cada sector o región al desgaste y la desmoralización. Su papel no es unir el descontento sino separarlo, nunca intentan extender una lucha a otros sectores (ver artículo sobre Canadá en esta edición), siempre van a privilegiar el corporatismo. Lo que han llamado “unidad” es una mascarada que no pasa de las declaraciones o marchas conjuntas con otros sindicatos (el SME y la CNTE por ejemplo), eso sí, cada uno manteniéndose en su asunto. Recientemente hubo marchas de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), electricistas, estudiantes, etc., cada uno con su bandera y con sus energías por su lado, tal vez en la misma marcha pero sin un objetivo común, sin combatir por un solo movimiento de la clase trabajadora. La CNTE tiene su pliego petitorio y aunque en apariencia parece luchar por demandas de todos (educación, empleo), sus asambleas están cerradas a otros trabajadores, desempleados o jubilados provenientes de otros sectores. Estos métodos no permiten la unidad, al contrario, favorecen la división y el aislamiento del conjunto de la clase. NO se crea ningún espacio para que millones de desempleados, de jubilados, de estudiantes establezcan contacto y puedan emprender luchas comunes con los que sí están trabajando. Existe un reparto de tareas entre los sindicatos y el resto de los aparatos del Estado, mientras unos sindicatos se presentan como los “buenos de la película”, otros se presentan como “los verdaderos críticos y radicales” y los medios de comunicación se encargan de dividir a todos entre los que están a favor de unos o en contra de otros. Además, las marchas, bloqueos y los plantones son una ocasión ideal para expandir la falsa idea de que luchar es perjudicar a otros, por tanto, luchar es malo. Los sindicatos son especialistas en desprestigiar, desnaturalizar y falsificar la lucha del proletariado. Una lucha realmente proletaria sirve para desarrollar la unidad, afirmar su conciencia, construir su propia organización y sus propios métodos de lucha, los sindicatos hacen todo lo contrario. Los sindicatos siempre dan prioridad a lo que separa en vez privilegiar lo que une. Así, una organización como la CNTE tiene como objetivo mayor la “democratización del SNTE” y la expulsión de Gordillo de la dirigencia nacional, tales objetivos son de muy poco interés para el minero, el jubilado o el desempleado. Democratizar los sindicatos es una consigna del mismo calibre que aquella que reza “democratizar el capitalismo”. Además, lo hacen aparecer como “un asunto de los maestros” y eso inhibe a cualquiera que no sea profesor para participar a “su lucha”. El terreno está pues minado para la solidaridad, la unidad y la extensión de las luchas.
Junto a los ataques que todos los Estados, incluido el mexicano, están dirigiendo contra los trabajadores se pone en marcha la acción de los sindicatos para evitar la emergencia de luchas realmente unidas, que se planteen sumar a otros explotados y que se auto organicen. Los sindicatos existen hoy para impedir la extensión y unificación de las luchas, la experiencia de muchos trabajadores sinceros que han luchado y siguen haciéndolo bajo la tutela sindical podrán comprobar amargamente esta realidad.
¿Existen sindicatos “buenos” y “malos”? ¿Se pueden “reformar” los sindicatos?
Los sindicatos aunque se presentan como defensores de los explotados, son en realidad defensores de los intereses del capital. NO ponemos en ese saco a miles de obreros que aún tienen ilusiones en ese instrumento o a aquéllos que no conciben luchar sin ellos porque no ven cómo desarrollar una lucha independiente. Nos referimos al aparato sindical, con sus diputados dirigentes, con sus lazos con los partidos, con sus privilegios alejados completamente de la realidad de los agremiados; por ejemplo, el nivel de vida de Elba Esther Gordillo o Napoleón Gómez Urrutia y su séquito está a años luz del de los trabajadores. Los sindicatos llevan ya casi un siglo impidiendo y saboteando la lucha obrera. Que existan unos “moderados”, otros abiertamente ligados al poder, y otros “combativos”, “independientes y radicales” es con el fin de mejor engañar, confundir y dividir a los trabajadores. A imagen del aparato político de los partidos y las elecciones, nos hacen creer que hay unos menos malos que los otros y nos dan a elegir a nuestros verdugos. La CNTE se ha especializado en presentarse como una alternativa al sindicato oficial, sin embargo su meta siguen siendo sindicalista: “democratizar” el sindicato y sustituir a unos secretarios generales por otros… ¡eso sí, más democráticos”!
La CNTE actúa sobre una idea que existe entre los trabajadores y que consiste en suponer que los sindicatos no son los malos sino las burocracias enquistados en ellos, así bastaría con cambiar esas cúpulas sindicales para hacer de éstos verdaderos órganos de lucha proletaria. ¡Es una ilusión!, es la forma sindical la que impide luchar. “Reformar” a los sindicatos se ha planteado incluso como un objetivo mucho más importante que luchar contra los ataques a nuestras condiciones de vida, tal es el caso del CNTE, salvar el “sindicalismo democrático” se ha convertido en una consigna en sí misma y por décadas ha servido para impedir que los trabajadores de la educación desplieguen verdaderos combates por la defensa de sus verdaderos intereses como clase. Como una enésima demostración: recientemente la sección 22 de Oaxaca perteneciente a la Coordinadora se ufanó de sostener una lucha que no enarbolaba “en lo más mínimo” reclamos laborales, más salario, mejores condiciones de trabajo, etc., sino principalmente las llamadas demandas “sociales”, mejorar la educación, más democracia, etc.
¿Los sindicatos favorecen la discusión sobre una alternativa frente a un sistema en quiebra?
Los sindicatos han sellado su existencia a la del capitalismo más o menos desde principios del siglo xx, su función es defender este sistema de explotación. Es por ello que no es casual que su vocación principal no es luchar por cambiar la realidad sino por “mejorarla” o simplemente justificarla. Trabajan permanentemente para la negociación, su meta es siempre “negociar”. La CNTE por ejemplo siempre empuja a “instalar mesas de negociaciones” y hasta construyeron una Comisión Nacional Única de Negociación (CNUN) para tratar con “Los Pinos”. Todos sabemos que esas negociaciones no son el resultado de una relación de fuerza entre la burguesía y el proletariado, son una trampa donde concederán algunas cuestiones secundarias para aparentar que hay “partes opuestas”. Por ejemplo, a principios de junio los profesores de Oaxaca y Chiapas levantaron sus huelga a pesar de que la respuesta a su sagrado pliego fue “mínima e insuficiente” (Proclama de la sección 22 de Oaxaca del 6 de junio). Todo este asunto de las negociaciones no hace sino reforzar entre los trabajadores la idea de que los sindicatos sirven, que la lucha detrás de ellos reditúa.
Los sindicatos y la ideolología que expanden son parte del capitalismo, difunden la ilusión de que hoy se puede mejorar la vida luchando por “reformas” en el seno mismo del capitalismo. Cuando los trabajadores emprenden una lucha es para intentar cambiar su condición de miseria, los sindicatos evitan que se cuestione la existencia de este sistema de explotación, hacen todo para que se piense que este mundo capitalista, decadente y bárbaro, se puede “humanizar” y, por tanto, hay que mantenernos en la legalidad y las instituciones. Todos los sindicatos son especialistas en desviar el descontento a los tribunales, a los amparos, a la defensa constitucional, al respeto a las leyes, a la defensa de la igualdad y la justicia de este mundo donde una minoría vive a expensas de la inmensa mayoría, en pocas palabras, ¡son la quinta columna en la defensa del capital!
Hoy los maestros son estigmatizados como unos “inconscientes que no piensan en el futuro de los niños”, mañana serán los médicos y enfermeras que al irse a huelga no considerarán a sus pacientes, los choferes que desprecian a sus pasajeros, etc., para cada huelga la burguesía tendrá siempre un pretexto para descalificar a los que osan “alterar el orden”, ¡su orden! En esta labor los sindicatos cumplen un papel precioso para el capital ya que llevan a los trabajadores a acciones que además de desgastantes son fáciles de volver impopulares: bloqueos, marchas kilométricas (como en Oaxaca), plantones, etc.
Para los trabajadores de todo el mundo se plantea hoy la necesidad de luchar más allá de los sindicatos, sólo así podremos empezar a construir una verdadera lucha unida, solidaria e incluyente.
Marsán. 14-06-12