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Elecciones en Perú y Venezuela
El proletariado no tiene nada que ganar
El 26 de septiembre y el 3 de octubre pasado se realizaron elecciones parlamentarias en Venezuela y Perú respectivamente, independientemente del resultado, estos procesos electorales buscaban arrastrar a los trabajadores tras las banderas de una fracción de sus explotadores, y con ello asegurar un ambiente de sometimiento de los trabajadores y control político de sus pugnas que permitiera asegurar la inversión de capitales principalmente extranjeros.
Es claro que este proceso tiene matices particulares para cada país, pero lo común es que la población cada vez más se muestra escéptica respecto a estos comicios, por lo que en ambos países como ocurre en todos los países del mundo, se generan campañas que intentan convencer a la población y a los trabajadores en particular de la necesidad de participar, por ejemplo en Venezuela, para asegurar los logros de la "revolución bolivariana" o la salida de la crisis, así, a pesar de estar el país bajo una confrontación cada vez más exacerbada, el llamado a votar se hizo en una ambiente donde los medios dejaban la idea que hoy el triunfo de una u otra fracción burguesa chavista u oposicionista, estaba a la orden del día, es decir que uno u otros tenían casi las mismas posibilidades de ganar, por ello la participación de la "ciudadanía" resultaba importante para decidir quién gobernaba.
El crecimiento de la violencia
En Venezuela el oficialismo chavista para aglutinar a sus seguidores utilizaba el temor pues decía que si los "pitiyankis" opositores ganaban, entonces los "logros de la revolución bolivariana" serian destruidos, pero no sólo eso, también para amedrentar a los opositores, amenazó con radicalizar la "revolución", recordando que el bolivarianismo es una "revolución armada". Por su parte los oposicionistas, viendo que debido a la merma de la atención del gobierno a cuestiones de salud, educación, y reparto de alimentos, Chávez estaba perdiendo popularidad incluso en sectores normalmente bastiones del chavismo, se mostraron cada vez más descarados, acusando a Chávez y Cía. de haber hundido al país por lo que era necesario sacar a esos "talibanes" bolivarianos del poder. Esta situación no hace más que preveer que las hostilidades continuarán inevitablemente.
En cuanto a Perú los discursos hipócritas de convencimiento, con bellas frases (tales como lucha contra la pobreza, tecnología, fomento del empleo, etc.) ocultaban la miseria de las masas y las necesidades de inversión y de tratados de libre comercio que demandan el capital y el mercado; a los que se sumó la imposición de una ley que obliga a todos los potenciales votantes a participar en las elecciones so pena de ser castigados con una multa económica.
Ambos procesos electorales están inmersos en un marco fuertemente marcado por la crisis económica y por la descomposición social, política e ideológica del capitalismo en general, eso hace que las tendencias particulares se exacerben; los comicios en estas circunstancias presentan características que las ubica como procesos donde en cada país se pueden ver como un crecimiento de las confrontaciones en el terreno de la más pura violencia; en Perú, por ejemplo, la candidata que se consideraba favorita para ganar la gubernatura de Huánuco Violeta Garría Ramírez, sospechosamente murió en accidente automovilístico, con lo que Perú se suma a los países como España donde a principios de este año con motivo de una convocatoria a elecciones locales un exconsejal "socialista" Isaías Carrasco fue muerto a manos del grupos separatista ETA, o México donde un candidato que se suponía ganaría la gubernatura del Estado de Tamaulipas fue asesinado presuntamente por un grupos de narcotraficantes que tiene asolado la región en su pugna con otros grupos mafiosos, los Zetas, o Filipinas donde 5 candidatos han sido asesinados por ejércitos privados legalizados desde el 2006.
Es claro que siempre en estos procesos electorales individuos carreristas intentan sacar provecho personal y que las diferentes fracciones burguesas intentan candidatear a individuos incondicionales apoyando sus candidaturas con importante sumas de dinero, pensando que luego si su candidato logra imponerse, podrían tener privilegios para sus negocios o fraudes, esto ha sido siempre así, pero en este marco de descomposición tales cuestiones se tornan poco a poco inmanejables y la burguesía tiene a perder el control, aumentando la violencia armada como método para dirimir sus pugnas.
El objetivo de las elecciones parlamentarias
Es cierto que los candidatos como individuos pueden tener aspiraciones políticas y económicas, ligados a una determinada facción de la burguesía, pero son secundarias, lo verdaderamente importante es comprender que las lecciones parlamentarias tienen un objetivo político para la burguesía como clase social en su conjunto tanto nacional como internacional.
Así pues, estas elecciones en Venezuela y en Perú (como igualmente en las presidenciales de Colombia hace un par de meses y otras en el resto del mundo) tienen por objeto encuadrar políticamente a las masas trabajadoras en general y al proletariado en particular en el juego de la política nacional para desviarlas de sus luchas autónomas de clase, a través de la ilusión de que estarán debidamente representadas por los hoy candidatos en contienda, haciéndoles creer que bastaría votar a favor de sus "representantes" para que estos desde la legislatura, cambien la situación de miseria en que viven millones de trabajadores. Algunos ante el hecho de que existen minorías que impugnan este tipo de actos políticos, queriendo ser agudos dicen que no basta con nuestro voto cada determinado periodo, sino que se necesita ser más participativos en las instituciones que la democracia ofrece, es decir igualmente instan a seguir dentro del marco legaloide burgués.
El hecho de que la burguesía se empeñe en gastar inmensas cantidades de dinero se debe entre otras cosas a que está viendo que en el mundo ya hay gérmenes de luchas que intentan rebasar los diques parlamentarios y sindicales, por ello, trata de aislar estos hechos con un cerco informativo, y cuando no puede hacerlo trata de enviar mensajes sobre lecciones de esta luchas manejando más las imágenes de violencia ciega (Grecia, Tekel en Turquía, el metro en Madrid y ahora con las movilizaciones de los franceses contra la reforma en las pensiones, así pues no le interesa que haya una reflexión en el seno de los oprimidos sobre estos métodos de lucha autónomos y por ello más que nunca trata de arrastrar a los trabajadores a métodos típicamente burgueses como las elecciones parlamentarias.
La salida del proletariado es la lucha
El proletariado no debe dejarse arrastrar por estas confrontaciones. En Venezuela, por ejemplo, debe tener en mente la huelga petrolera contra el gobierno de finales de 2002 inducida por la oposición, donde llegaron a confrontarse obreros contra obreros en las zonas petroleras y en la Zona del Hierro en Guayana, y dejó un saldo de cerca de 20 mil trabajadores despedidos y la solidaridad obrera seriamente debilitada; o la huelga convocada por los patrones en el 2001, que fue aprovechada por éstos para despedir a trabajadores y precarizar aún más las condiciones de trabajo. En Perú, no debe dejarse arrastrar tras una fracción, ni tras el cuento del fraude que lo lleve a aceptar la falsa consiga de "defensa del voto", ni permitir ser carne de cañón en estas rebatingas burguesas, que amenazan con exacerbar sus expresiones de violencia.
Particularmente en Venezuela por ejemplo, en la contienda final que sigue por intentar desplazar al chavismo del poder, la perspectiva para el proletariado es que esas mismas facciones que hoy se confrontan, acentuarán la precariedad, el hambre y la barbarie en las filas obreras y en la población. Ya el chavismo nos ha dado muestra de ello a través de la negación de la discusión de las contrataciones colectivas, de la disminución de los beneficios sociales de los trabajadores formales, de los bajos salarios sin beneficio de trabajadores de cooperativas, de la desmejora o eliminación progresiva de los seguros de salud, de la criminalización de la protesta de los trabajadores, etc. En cuanto a los opositores al chavismo, de llegar de nuevo al poder, proseguirán estos ataques con la excusa de que el régimen chavista dejó en "ruinas la economía"... el cuento de nunca acabar.
En ambos países la única forma de contrarrestar la polarización postelectoral es plantándose en el terreno de clase del proletariado: luchar contra los capitalistas rojos, verdes, blancos o azules etc., en la defensa de sus condiciones de vida y de trabajo. Deben basar los trabajadores sus luchas en genuinas asambleas donde participen elementos de diferentes industrias y empresas; rechazar la consigna del "control obrero" o "defensa de la soberanía nacional", "defensa de la democracia", promovida por los partidos izquierdistas (partidos de lenguaje aparentemente revolucionario, como los de corte trotskista, maoístas, estalinistas, castristas entre otros) y por los sindicatos gobiernistas o pretendidamente independientes, que sólo llevan a la derrota como se ha probado por décadas.
Vania, 18 de octubre 2010.