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La huelga de hambre ha sido utilizada desde individuos de toda clase social, fracciones de la burguesía, organizaciones abiertamente burguesas, hasta partes del proletariado generalmente dominadas por sindicatos, izquierdistas o partidos del capital. En 1978 se inicia una huelga de hambre en la Catedral metropolitana de la Ciudad de México del "Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados políticos" que duró 4 días... ante el peligro de desalojo sus participantes deciden retirarse. En Irlanda en 1981 los presos del Ejército Republicano Irlandés (ERI) se ponen en huelga de hambre para conseguir la disminución de sus condenas... mueren 10 presos. En Argentina, las Madres de Plaza de Mayo se han ido a la huelga de hambre más de una vez, una de ellas para exigir que no les corten los fondos gubernamentales con los que funcionan sus "obras sociales". En marzo del 95 hasta un personaje siniestro como el expresidente mexicano Salinas de Gortari hace huelga de hambre por 36 horas en "protesta" por la aprensión de se hermano y contra las acusaciones de haberse robado la partida secreta del Estado mexicano. No olvidemos que la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) también apostó por el uso de la huelga de hambre para exigir que un gobernador, Ulises Ruíz, fuese depuesto, consigna que era, según la APPO, "no negociable". En Cuba opositores al castrismo recurren a esta acción para pedir "mejores condiciones de los presos de conciencia", un huelguista muere (Orlando Zapata). Estudiantes en Los Ángeles (EUA) se lanzan a la huelga de hambre para oponerse a la ley antiemigrante SB 1070. Ahora el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) nos presenta este recurso como la quintaesencia de la lucha y de la dignidad de la clase obrera y desde abril ha empujado a los electricistas a inmolarse en aras de la "protesta civil pacífica". La historia de las huelgas de hambre es en realidad un rosario de derrotas, de impotencia y de humillaciones para el proletariado.
La forma de la lucha obrera en la decadencia del capitalismo
Los sindicatos como organizaciones permanentes fueron la forma organizativa que tomó la lucha de resistencia de la clase obrera contra el capitalismo en el siglo XIX: los trabajadores podía agruparse permanentemente y de manera unida para defender sus intereses inmediatos, eran un lugar vivo de formación de su conciencia. La decadencia del capitalismo cambió esas condiciones y ya no pueden existir organizaciones permanentes del proletariado so pena de ser absorbidas por el Estado ([1]). En ese momento histórico el proletariado crea también los partidos de masas e incluso mandaban diputados obreros a los parlamentos para que defendieran sus intereses. Cuando surgen los sindicatos y los partidos de masas la revolución proletaria mundial aún no era una realidad histórica, el capitalismo era aún un sistema pujante. En la decadencia del capitalismo "contenido y forma" de la lucha obrera tienden a juntarse, es por ello que la lucha de resistencia, es decir, la lucha por el salario, contra despidos, por mejores condiciones para los hijos, etc; es hoy ya una lucha donde se plantea con mayor evidencia la necesidad de derribar al capitalismo, la lucha revolucionaria de la clase explotada recorre cada huelga, cada asamblea. Por fin la revolución está a la orden del día: "Cuando la posibilidad de obtener reformas bajo el capitalismo es una utopía sólo lo que conduce a la revolución puede ser auténticamente proletario".
"Lo que el proletariado debe abandonar no es el carácter económico de sus luchas (esto le es imposible, ya que lucha como clase) sino todas las ilusiones de llevar a buen término la defensa de sus intereses dentro de un marco estrictamente económico sin asumir el carácter político, global y revolucionario, de su lucha. Frente al inevitable fracaso inmediato de sus luchas reivindicativas en el capitalismo decadente lo que la clase obrera debe concluir no es que sus luchas sean inútiles sino que el único medio para que sean útiles a su causa es concebirlas y transformarlas en momentos de aprendizaje y preparación para luchas más generalizadas, más organizadas y más concientes del enfrentamiento final con el sistema." (Ídem)
Son los Consejos obreros surgido en Rusia en 1905, pero sobre todo en 1917, la forma de organización que adopta la lucha proletaria en su camino a la revolución. Ello requiere de la movilización constante de los trabajadores, de asambleas que les dan vida. Sin esa movilización de los trabajadores los Consejos obreros no pueden existir. Es por ello que el desarrollo de luchas, de huelgas, determina la existencia de asambleas generales abiertas al conjunto del proletariado donde se discute y decide colectivamente el rumbo del combate, estas asambleas las podemos coordinar a través de comités de delegados elegibles y revocables, hasta llegar a una coordinación geográfica de la lucha (la amplitud de "lo geográfico" dependerá de la extensión y fuerza de las huelgas). Es así como la clase centraliza y unifica cada escaramuza hasta encauzarla en un enorme combate solidario que cuestione la explotación asalariada... ¡Nada que ver con las huelgas de hambre!
Huelga de hambre: impotencia y derrota
La huelga de hambre como la conocemos no es un patrimonio del movimiento obrero, sino una arma del capital portada por los sindicatos e izquierdistas y que es usada para rematar las derrotas obreras. La revolución proletaria mundial no ha usado y no usará la huelga de hambre para cambiar el mundo capitalista. Todas las características de las huelgas de hambre están en abierta contradicción con la naturaleza y forma del combate obrero:
-la lucha obrera es colectiva, la huelga de hambre no tiene necesidad de un esfuerzo de ese calibre, basta que una minoría o un individuo ayune públicamente y que la prensa cubra su "acto de desobediencia civil" para que los voceros del capital nos hablen de una "lucha obrera". Algunos replicarán que la huelga de hambre es sólo un "recurso" para presionar a las autoridades, que es un "complemento" de movilizaciones mayores, etc. La inmolación individual no genera una comprensión de la necesidad de un combate masivo contra el capital, al contrario, obstaculiza esa elevación de la conciencia al inculcar en el proletariado supuestas formas de lucha que sólo esconden iniciativas, que van a contracorriente de una lucha masiva y conciente;
-la lucha obrera se basa en la solidaridad y la confianza, la huelga de hambre apuesta por la compasión de la clase dominante. Para desarrollar el combate proletario los trabajadores se unen, se apoyan, se lanzan a la huelga en socorro de sus compañeros de otras empresas, abren sus asambleas a desempleados, a trabajadores de otros sectores y tratan de organizarse para establecer una relación de fuerza que les permita negociar con los patrones o el Estado, el apoyo mutuo y la lucha conjunta permean sus acciones. La huelga de hambre espera con su acción pasiva conmover a los explotadores para que éstos revisen sus decisiones... La burguesía no toma sus decisiones movida por sentimientos o emociones sino por sus mezquinos intereses y bajo el yugo de las leyes ciegas de una sociedad de explotación;
-cada lucha obrera debe extenderse geográficamente llamando a la huelga a sus compañeros de las fábricas y oficinas cercanas; las demandas de su resistencia permiten a otros sectores reconocerse en ellas y sumarse a un mismo combate (contra despidos, por aumento salarial, etc.). Las huelgas de hambre difícilmente pueden proponerse ese objetivo, normalmente terminan como los plantones: sus integrantes se acercan al final de estas trampas de la izquierda del capital cada vez más diezmados, desmoralizados y encajonados en carpas en alguna plaza pública. Extender una huelga de hambre al conjunto del proletariado no es una perspectiva agradable sino más bien una trampa del izquierdismo cuya inoperancia para un combate obrero activo, conciente y determinado es más que evidente. Se mistifica así el contenido de la lucha de clases: no se trataría de establecer una relación de fuerza sino de implorar la compasión de una clase explotadora a la cual no tocaremos su poder y privilegios.
Hoy el sindicato de los electricistas desde abril ha llamado a una huelga de hambre "masiva" que ha tenido poco eco. El 26 de abril se inició la huelga de hambre con 10 electricistas hasta sumar alrededor de 80, es decir, logró arrastrar a varios trabajadores a ayunar como forma "radical de desobediencia pacífica". Alardeó el SME de que 500 mujeres se sumarían a esa huelga de hambre en mayo... ¡no aclararon que era sólo por 24 horas! El SME justificó así la escasa recepción a su llamado a la huelga de hambre: "nuestra resistencia no debe medirse por el número de huelguistas sino por la muestra que están dando al gobierno y al pueblo de México de férrea defensa de sus derechos laborales" (La Jornada, 23-05-10). Otros sindicatos han mostrado su "total apoyo a la huelga de hambre del SME", entre ellos la CNTE (Coordinadora Nacional de trabajadores de la Educación), el FMOP (Frente metropolitano de organizaciones populares), Sindicato independiente de Trabajadores de Salud y la Coordinadora Nacional Plan de Ayala. ¡Los sindicatos están ahí para remachar esta derrota!
Las huelgas de hambre no son acciones que se presentan al inicio de una lucha combativa, siempre se presenta como acciones finales, es decir, son expresión de una derrota terrible y a veces dramática de los trabajadores, no son acciones que anuncian la fuerza de la lucha de clases son más bien expresión de que han caído por completo en manos de intereses ajenos al proletariado. Cuando sindicatos e izquierdistas empujan a éstas es porque la derrota obrera se ha consumado. No muestra nuestra fuerza sino nuestra debilidad. Un vocero de la burguesía, el obispo Samuel Ruiz, defensor del EZLN y asesor de la APPO, ha dicho que "la huelga de hambre es un signo de lucha y dignidad no sólo para su causa (la de los electricistas), sino para todos los mexicanos que repudian la decisión gubernamental que dejó sin empleo a 44 mil trabajadores" (La Jornada, 28-11-09). Ellos hablan de dignidad donde hay humillación y de lucha donde sólo hay impotencia y derrota.
Ninguna revolución proletaria será producto de la extensión a millones de obreros de una huelga de hambre. La pasividad de la huelga de hambre demandando clemencia a una implacable clase explotadora no hace parte de los métodos que la futura revolución mundial necesita.
Marsán 16-06-10
[1]) Ver nuestro folleto "Los sindicatos contra la clase obrera".