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Hace 20 años cayó el bloque del Este, la burguesía no dejó pasar la oportunidad para gritar al mundo que el comunismo había muerto y que teníamos que conformarnos con su rapaz e hipócrita sistema de producción, nos vendió el fin de la historia, la era de la globalización, nos prometió un orden nuevo, que muy pronto nos mostró su verdadera cara: la 1ª guerra en Irak, la guerra de los Balcanes que terminó con la desmembración de Yugoslavia, y la limpieza étnica como telón de fondo, la segunda guerra contra Irak, la guerra en Georgia y Chechenia, la guerra, libanesa-Israel, palestino-israelí. Y un mundo convulsionado por crisis cada vez más brutales que arroja su cuota de hambre miseria y desempleo para las masas ya empobrecidas de todos los países.
La mentira más grande del siglo
La burguesía y sus corifeos basaron su campaña de la muerte del comunismo en la mentira más grande del siglo, la cual fue y sigue siendo hacernos creer que la otrora URSS fue comunista, asimilando comunismo con estalinismo que es la antítesis del proyecto de cambio social por la que han luchado los verdaderos comunistas. En realidad lo que existió en la URSS fue todo menos comunismo, lo que cayó en el Este no fue el comunismo sino una forma caricatural de Capitalismo de Estado, y decimos una forma caricatural, porque Capitalismo de Estado no es idéntico a la estatización completa de los medios de producción, como en los regímenes estalinistas.
¿Qué es Capitalismo de Estado?
El Capitalismo de Estado no es idéntico a estatización de los medio de producción o lo que se llegó a llamar Capitalismo Monopólico de Estado, donde el Estado se convierte en un agente directo poseedor de los monopolios productivos, en esferas estratégicas, es decir, Capitalismo de Estado no es idéntico a nacionalización de la industrias. Lo fundamental en el Capitalismo de Estado es el control, cada vez más monstruoso, que el Estado ejerce sobre todos los resortes de la sociedad, no solamente sobre la economía, sino también sobre la política, la ideología y todo el resto de la superestructura social, sin que necesariamente el Estado tenga que nacionalizar las industrias. Este control sobre la sociedad es, más sutil, poderoso y efectivo en los países más desarrollados, donde los grandes consorcios -manteniendo formalmente su carácter privado- se han fusionado con su Estado mediante miles de hilos indestructibles, e invisibles que dan la apariencia que el Estado no participa en al dirección de la economía y que deja a agentes privados este papel. Los intentos de "modernización" mediante las "privatizaciones" que vemos actualmente en muchos países no contradicen la existencia del Capitalismo de Estado, sino que, por el contrario, son intentos de reforzar este mismo, pues con todo y esta privatización es el Estado quien rige las principales políticas económicas a seguir; hoy, por ejemplo, es el Estado el principal salvador de las corporaciones bancarias.
La mistificaciones del Trotskismo (y estalinismo)
La izquierda del capital, especialmente trotskistas y sus hermanos estalinistas (supuestos enemigos mortales, que sin embargo, siempre unen sus fuerzas para defender teórica y a su decir, aún militarmente, a la URSS) han argumentado aspectos que en realidad son una mistificación. Tales argumentos principalmente son los siguientes.
1) La URSS fue el producto de una revolución obrera (lo cual es verdad) cuyo Estado degeneró, fue separándose de la clase obrera. Pero socializó los medios de producción, y eliminó a la burguesía, por lo que -nos dicen- no existía explotación asalariada.
2) La URSS fue una economía socialista porque estaba regida por una planificación centralizada por el Estado "obrero" y las inversiones no estaban influenciadas por el imperativo de la ganancia, sino por las ¡necesidades de la clase trabajadora!
3) En la URSS se había abolido la propiedad privada, y el régimen salarial era sólo una reminiscencia del régimen de producción capitalista, y el salario no estaba determinado por el mercado de trabajo, sino por el plan definido en forma centralizada, además de que no existía el desempleo, ni crisis de sobreproducción.
4) Algunos llegaron a plantear que en todo caso de que existiera explotación en la URSS, esta no sería de carácter capitalista, e inventaron conceptos como colectivismo burocrático
En otro momento abundaremos sobre la cuestión del Estado de transición al comunismo, y si este Estado puede tener un carácter obrero, y si como Estado (o semi-Estado según Engels) tiene un carácter revolucionario o reaccionario o al menos conservador de cierto status. Y si es posible que Estados que no fueron creados por un movimiento obrero como China o Cuba por ejemplo, puedan ser Estados obreros.
Es la propiedad privada sinónimo de capital
Por lo pronto para analizar el carácter de clase de la URSS debemos preguntarnos, qué es concretamente lo específico del capitalismo, qué lo diferencia de otros modos de producción y responder si la antigua URSS escapa a nuestras conclusiones.
La extracción del plustrabajo por parte de quien detenta el dominio real de los medios de producción es común a todas las formaciones sociales divididas en clases sociales donde una minoría es la explotadora y una gran mayoría es explotada. En la Edad Media en Europa, la explotación estaba basada sobre la propiedad privada de la tierra (medios de producción) por el señor feudal, mientras que en el Oriente, la explotación se fincaba sonde la propiedad colectiva de la tierra por el Estado. Esto quiere decir que la propiedad privada de los medios de producción no es suficiente para definir un modo de producción explotador.
En el capitalismo, la propiedad privada (individual) es un mecanismo heredado del pasado, del que se vale el capitalista en cierto momento histórico para auto valorar su capital explotando el trabajo asalariado, pero en tanto que en este sistema sobre todo, es el producto del hombre quien lo domina todo, el capital en un periodo dado de su historia puede prescindir del capitalista individual y seguir manifestándose como relación social, así, es totalmente irrelevante si el agente que extrae plusvalía de los trabajadores, que realiza ese valor en el mercado para aumentar el beneficio y ampliar su capital, es un individuo burgués, una corporación, o un Estado nacional
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Marx y Engels preveían el Capitalismo de Estado
Marx y Engels nos prevenían de la posibilidad de que el Estado, como "capitalista colectivo ideal", al poseer medios de producción no superaba la relación capitalista, sino más bien la exacerbaba.
«Ni la transformación en sociedades anónimas ni la transformación en propiedad del Estado suprimen la propiedad del capital sobre las fuerzas productivas. En el caso de las sociedades anónimas, la cosa es obvia. Y el Estado moderno, por su parte, no es más que la organización que se da la sociedad burguesa para sostener las condiciones generales externas del modo de producción capitalista contra ataques de los trabajadores o de los capitalistas individuales. El Estado moderno, cualquiera que sea su forma, es una máquina esencialmente capitalista, un Estado de los capitalistas: el capitalista total ideal. Cuantas más fuerzas productivas asume en propio, tanto más se hace capitalista total, y tantos más ciudadanos explota. Los obreros siguen siendo asalariados, proletarios. No se supera la relación capitalista, sino que más bien, se exacerba. (Engels, Anti-Dühring, [3ª parte, cap. II esbozo teórico], ed. Grijalbo, 1977, p. 289-90).
Trotsky y la nueva clase explotadora en la URSS
Aprovechando la reflexión de Trotsky en un artículo de finales de los 30, «Todavía y una vez más sobre la naturaleza de la URSS» donde expresa la posibilidad de una sociedad de explotación, «no obrera y no burguesa», que surgiera en la URSS, después de la II guerra mundial, los apologistas más sofisticados del estalinismo, han argumentado que, si en todo caso la ex URSS y los regímenes similares no serían socialistas, tampoco serían capitalistas, porque cuando hay una nacionalización total de la economía, la producción y la fuerza de trabajo pierden su carácter de mercancía. Marx, al contrario, fue capaz de prever teóricamente la posibilidad de un país en el que todo el capital social estuviera en manos de un sólo agente, sin que ese país dejara de ser capitalista: « Si el capital puede crecer aquí hasta convertirse en una masa imponente controlada por una sola mano, es porque a muchas manos se las despoja de su capital. En un ramo dado de los negocios la centralización alcanzaría su límite extremo cuando todos los capitales invertidos en aquel se confundieran en un capital singular. En una sociedad dada, ese límite sólo se alcanzaría en el momento en que el capital social global se unificara en las manos, ya sea de un capitalista singular, ya sea de una sociedad capitalista única.» (El Capital, libro primero, vol. 3, cap. XXIII, pag 779-80, nota b, ed. s. XXI, Madrid 1975)
Trotsky contra el trotskismo
En 1939 en su artículo La URSS en la guerra, aunque se negó a admitir que la burocracia estalinista fuera ya una clase y siguió sosteniendo que el Estado en la URSS era un "Estado obrero degenerado", al cual había que defender porque la estatalización de los medios de producción era una medida progresista, en el parágrafo La guerra actual y el destino de la sociedad moderna llegó a reflexionar en el siguiente sentido:
«Si se admite, sin embargo, que la guerra actual no provocará la revolución, sino la decadencia del proletariado, entonces queda aún otra alternativa: un nuevo ocaso del capitalismo monopolista, su fusión más íntima con el Estado y la sustitución de la democracia, allí donde siga existiendo, por un régimen totalitario. La incapacidad del proletariado para tomar en sus manos la dirección de la sociedad podría conducir, efectivamente, en estas condiciones, al crecimiento de una nueva clase explotadora a partir de la burocracia bonapartista fascista [el subrayado es nuestro]. Esto sería, según todos los indicios, un régimen de decadencia que indicaría el ocaso de la civilización.» En el mismo artículo escribió
«La alternativa histórica llevada hasta el final, es la siguiente: el régimen de Stalin es un retroceso aberrante en el proceso de transformación de la sociedad socialista, o es, por el contrario, la primera etapa de una nueva sociedad explotadora. Si el segundo pronóstico resulta correcto, es claro que la burocracia se convertirá en una nueva clase explotadora. ».
Con esto no queremos decir que Trotsky hubiera evolucionado a reconocer ya en la URRS un régimen capitalista, sino solamente que, abrió la puerta a una nueva reflexión reconsiderando el carácter de la URSS, es posible que él diera marcha atrás en esta reflexión, pues recordemos que aunque en La revolución traicionada reconocía que «el paso de las empresas a manos del Estado no ha cambiado otra cosa sino la situación jurídica del obrero; de hecho vive en la necesidad trabajando cierto número de horas por un sueldo determinado (...) Los obreros han perdido la menor influencia en cuanto a la dirección de las empresas. Trabajando a destajo, viviendo en condiciones malísimas, sin libertad de desplazarse sufriendo hasta en el taller el más terrible régimen policiaco, difícilmente el trabajador puede sentirse un "trabador libre" el funcionario es para él un jefe, el Estado es su amo». Luego dice: «La propiedad estatal de los medios de producción no transforma en oro el estiércol y no le da una aureola de santidad al ‘sweating system,' el sistema del sudor», aunque siempre siguió defendiendo el muy discutible concepto Estado obrero y llamó a la defensa de la URSS, consigna que sus pretendidos seguidores los trotskistas la concretaron al defender a la URSS en la guerra imperialista, y mucho después, consigna contra la cual no estuvo de acuerdo la viuda de de Trotsky, negando que los países que formarían el Bloque del Este fueran comunistas o como ella dice verdaderos "Estados obreros", por lo cual no se le podía seguir apoyando en la guerra de Corea o, diríamos nosotros ahora tampoco en la guerra de Afganistán.
Natalia Sedova rompe con la cuarta internacional
Ante la deriva del trotskismo y su abandono del terreno proletario la viuda de Trotsky rompe con la dirigencia de la IV internacional:
«Obsesionados por viejas y superadas fórmulas continuáis considerando al Estado estalinista como un Estado obrero. No puedo ni quiero seguiros en este punto. Desde el inicio de la lucha contra la burocracia usurpadora L. D. Trotsky repetía prácticamente cada año que el régimen se desplazaba hacia la derecha, en las condiciones de retraso de la revolución mundial y de posesión de todas las posiciones políticas por la burocracia en Rusia
En diversas ocasiones subrayó que la consolidación del estalinismo en Rusia llevaba a un deterioro de las posiciones económicas, políticas y sociales de la clase obrera- y al triunfó de una aristocracia tiránica y privilegiada. Si esta tendencia continúa, dijo, la revolución se agotará y el capitalismo será restaurado. Desgraciadamente esto es lo que se ha producido, aunque bajo formas nuevas e inesperadas.
No hay ningún país del mundo en el que las ideas de los auténticos defensores del socialismo sean perseguidas de forma tan bárbara como en Rusia. Debería estar claro para todos que la revolución ha sido completamente destruida por el estalinismo. Sin embargo, vosotros seguís diciendo que bajo este régimen inaudito Rusia es aún un Estado obrero. Considero esto como un ataque al socialismo. El estalinismo y el Estado estalinista no tienen absolutamente nada de común con un Estado obrero y con el socialismo. Son los más peligrosos enemigos del socialismo y de la clase obrera.
Ahora consideráis que los Estados de Europa oriental en los que el estalinismo ha establecido su dominio durante y después de la guerra son igualmente Estados obreros. Esto equivale a decir que el estalinismo ha desempeñado un papel socialista revolucionario. No quiero ni puedo seguiros en este punto. Tras la guerra e incluso antes de que acabara, existió un movimiento revolucionario de masas en esos países.
Pero no fueron esas masas quienes tomaron el poder y no fueron Estados obreros [énfasis nuestro] los que se establecieron con sus luchas. Es la contrarrevolución estalinista quien tomó el poder, reduciendo estos países a la condición de esclavos del Kremlin, estrangulando a las masas trabajadoras, sus luchas revolucionarias y sus aspiraciones revolucionarias. Al considerar que la burocracia ha establecido Estados obreros en esos países, le asignáis a esa burocracia un papel progresivo e incluso revolucionario.
Al propagar esta monstruosa mentira, denegáis a la IV internacional toda razón fundamental de existencia como partido mundial de la revolución socialista. En el pasado siempre hemos considerado al estalinismo como una fuerza contrarrevolucionaria con todas las connotaciones del término. Vosotros ya no lo hacéis, pero yo sigo haciéndolo»
En esta carta de 1951 enviada a la dirección de la "IV Internacional", la compañera de Trotsky aunque seguía defendiendo el concepto "Estado obrero" rechazaba la defensa de la URSS y de los países del bloque negándoles un carácter progresista, argumentación que en su generalidad compartimos.
Vania / octubre 2009