La posición del Grupo comunista internacionalista de Holanda (GIC) …y la URSS

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El artículo de Räte Korespondenz,  órgano del Grupo comunista internacionalista de Holanda (GIC) ([1]), que aquí publicamos ([2]), merece ser sacado del olvido y conocido por nuestros lectores. En los años 30, el GIC fue el grupo central representante de la Izquierda comunista germano-holandesa, situado en la encrucijada de esta tradición. Así es como en 1933 se encarga de la labor de agrupamiento del conjunto de aquella corriente; publica Proletarier, revista internacional del comunismo de consejos, así como un servicio de prensa en alemán. A Proletarier le seguirá Räte Korespondenz en tanto que órgano “teórico y de discusión del movimiento de consejos”.

Antes de dedicarnos a estudiar su contenido, es importante hacer resaltar que este texto muestra el apoyo de toda la Izquierda comunista a la Revolución rusa y al Partido bolchevique. Es, pues, evidente que la Izquierda comunista germano-holandesa no adoptaría su posición sobre el “carácter burgués de la Revolución rusa” sino bastante más tarde.

Se suele decir que el origen del movimiento comunista de consejos (que niega la experiencia proletaria rusa y considera que el Partido bolchevique no fue un partido revolucionario sino un órgano “ajeno” a la clase obrera) es 1934 con las Tesis sobre el bolchevismo ([3]) de Helmut Wagner. Esta idea admitida se basa en una visión limitada de la realidad ([4]), puesto que en realidad hubo debates encarnizados en la GIC sobre la cuestión, la cual no estaba ni mucho menos zanjada, de la naturaleza del bolchevismo, como lo muestra este artículo de 1936-37 que aquí publicamos.

¿Que dice el texto?

  1. Que la Revolución rusa fue una revolución proletaria.
  2. Que no existe nada de común entre la revolución y Stalin en los años 30: “Jamás se vio hombre político romper tan radicalmente con la línea seguida hasta entonces como Stalin en 1931”.
  3. Que la URSS es un capitalismo de Estado: “En lugar de los poderosos capitalistas individuales, unos aparatos estatales omnipotentes acosaban el obrero a entregar sus últimas fuerzas, dándole a cambio un sueldo que apenas daba para sobrevivir”. “Esa relación del obrero ruso con el Estado ¿no es parecida a la del esclavo asalariado de Europa occidental respecto a su patrón?”.
  4. Que la contrarrevolución manifestó rápidamente sus primeros efectos: “No fue ayer cuando fueron introducidas las relaciones capitalistas de clase en URSS, como tampoco es a partir de 1931 que URSS es capitalista. Lo fue esencialmente a partir de el momento en que fueron derribados los últimos soviets obreros libremente elegidos...”.
  5. En cuanto a la naturaleza de los bolcheviques, resulta claro que los viejos bolcheviques “ya llevan muchos años en oposición irreductible al régimen. Son un elemento ajeno al sistema ruso y éste los va eliminando”.

Las Tesis sobre el bolchevismo no serán las bases del comunismo de consejos más que en la segunda posguerra, cuando empiece a desarrollarse lo que se ha dado en llamar consejismo. Y hasta en aquel entonces, no toda la corriente de la Izquierda comunista germano-holandesa estaba de acuerdo con aquel marco: Ian Appel, por ejemplo, antiguo miembro del KAPD y delegado en el IIº congreso de la Internacional comunista, jamás aceptó la idea de que la Revolución rusa no hubiera sido sino una revolución burguesa.

El debate sobre el carácter de la URSS en los años 30 fue la discusión central y movilizó a todos los grupos de la izquierda comunista, como lo pone en evidencia el folleto que acabamos de publicar (en francés) sobre la Izquierda comunista de Francia ([5]).

Sin embargo, el GIC entiende mucho más rápidamente que la Izquierda comunista italiana el carácter de capitalismo de Estado del sistema en la URSS. La Izquierda italiana no adoptará esta posición más que con la Segunda Guerra mundial, a pesar de haber abordado el problema en los años 30 sin llegar a conclusiones definitivas. La Izquierda comunista italiana siempre fue muy prudente al enunciar una nueva posición política. Tuvo siempre como principio examinar todas las consecuencias políticas de una posición antes de adoptarla; y este método fue el que siempre le permitió mantener el rumbo en lo político y lo teórico.

La validez del método de la Izquierda italiana

Tanto sus posiciones como su política ante la degeneración del movimiento comunista lo prueban claramente:

  1. No rompe con la Internacional comunista más que en 1928, cuando ésta decide que no se puede ser miembro si se apoya a Trotski y adopta en su programa la tesis del “socialismo en un solo país” (lo que significa la muerte de la Internacional).
  2. Muestra que era inevitable el fracaso de la revolución en cuanto ésta no logró extenderse a Europa. Fue entonces un proceso de degeneración que fue intensificándose hasta restablecer el capitalismo en URSS. No es posible darle une fecha precisa a un acontecimiento cuando éste es el resultado de un proceso. Queda claro para ella, sin embargo, que este proceso había llegado a su término cuando la URSS participó en 1939 en la Segunda Guerra mundial.

En lo que concierne los partidos comunistas, los consideró caso por caso; en lo que toca al PCF y el PCI, por ejemplo, no los consideró como perdidos para la clase obrera hasta que se comprometieron en 1935 con una política de apoyo a su burguesía nacional. La Fracción italiana del PCI cambió entonces su denominación en Fracción italiana de la Izquierda comunista internacional.

Esta forma prudente de plantear las cuestiones es lo que le permitió sacar una a una las lecciones y hacer el balance de lo que ocurrió al movimiento comunista tras la Revolución rusa y también engendrar, con bases sólidas, una filiación bien presente todavía hoy.

Los límites del método de la Izquierda germano-holandesa

Estos resaltan claramente en el texto que aquí publicamos:

  1. No explica cómo se desarrolla la contrarrevolución, como tampoco explica a qué viene ni qué importancia particular podrá tener el año 1931.
  2. Esa confusión sobre la contrarrevolución así como sobre sus causas no nos permite sacar lecciones esenciales para el porvenir de la lucha proletaria como tampoco nos permite saber cómo debemos actuar ante una nueva situación revolucionaria.
  3. La segunda parte del texto intenta criticar medidas económicas tomadas en la URSS respecto al campesinado con un enfoque “gestionario”. Pero esta forma de tratar la cuestión es ambigua, pues deja pensar que unas buenas medidas económicas en la URSS hubiesen podido invertir el curso y evitar la contrarrevolución. Esto es un gran error, pues aunque los bolcheviques hubiesen tomado excelentes medidas económicas, de todos modos no habrían impedido la contrarrevolución al ser imposible la revolución proletaria en un sólo país.

Rol


[1] Cf. el libro editado por la CCI Contribución a una historia de la Izquierda comunista germano-holandesa.

[2]Según una traducción de l’Internationale, revista mensual de la Union communiste, nos 27 y 28, abril y mayo del 37. Union communiste era un grupo que se situaba entre la Izquierda comunista italiana y los trotskistas en la primera posguerra mundial. Véase el nuevo folleto (en francés) de la CCI, la Izquierda comunista de Francia.

[3] Cf. La révolution bureaucratique, Ed. 10/18, París, 1973.

[4] También lo hemos desarrollado varias veces, cf. nuestro libro Contribución a una historia de la Izquierda comunista germano-holandesa.

[5] Nuevo folleto (en francés) de la CCI, la Izquierda comunista de Francia.

 

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