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Debate interno en la CCI
Las causas del período de prosperidad consecutivo a la Segunda Guerra mundial
Durante la primavera de 2005, la CCI abrió un debate interno sobre el análisis económico del período de elevado crecimiento que sucedió a la Segunda Guerra mundial (llamado "los Treinta gloriosos", expresión creada por economistas franceses) y que se puede considerar como una excepción en la decadencia del capitalismo desde el punto de vista de los resultados económicos, puesto que alcanza los índices de crecimiento más elevados de toda la historia del capitalismo [[1]]. Este debate se originó a causa de la evidencia, ya antigua, de una contradicción entre diferentes textos de la CCI sobre el papel desempeñado por la guerra ante el problema crucial de la insuficiencia de mercados solventes para la economía capitalista. Una primera pregunta se le planteó entonces a nuestra organización: ¿las destrucciones causadas por la guerra permiten la creación de nuevos mercados? Pero al responder negativamente a esa pregunta, aparecía inmediatamente otra: ¿qué explicación coherente, basada en otros factores que las destrucciones de la Segunda Guerra mundial, podía darse a los Treinta gloriosos? El debate sobre esas cuestiones sigue abierto y las distintas posiciones no están acabadas. Éstas alcanzan sin embargo un nivel suficiente de elaboración que ya permite su publicación fuera de nuestra organización, para así fomentar el debate, especialmente entre elementos en búsqueda que se orientan hacia las posiciones de la Izquierda comunista.
Aunque, en la realidad, la evolución de la crisis antes y desde el final de los "Treinta gloriosos" ha puesto de sobra de manifiesto que este período sólo fue una excepción en un siglo de decadencia del capitalismo, la importancia de las cuestiones discutidas no debe, sin embargo, desdeñarse. En efecto, tienen repercusiones en el meollo mismo del análisis marxista, al permitir integrar tanto el carácter históricamente limitado del sistema de producción capitalista como la entrada en decadencia de ese sistema y el carácter insoluble de su crisis actual; o sea que se refieren a una de las principales bases objetivas materiales de la perspectiva revolucionaria del proletariado.
El contexto del debate: algunas contradicciones en nuestros análisis
La relectura crítica de nuestro folleto, la Decadencia del capitalismo [[2]], suscitó una reflexión en nuestra organización y dio origen a un debate contradictorio cuyos términos ya se habían planteado en el movimiento obrero - y, en particular, en la Izquierda comunista -, y que se referían a las implicaciones económicas de la guerra en la fase de decadencia del capitalismo. En efecto, la Decadencia del capitalismo desarrolla explícitamente la idea de que las destrucciones causadas por las guerras de la fase de decadencia, y en particular las guerras mundiales, pueden crear un mercado para la producción capitalista, el mercado de la reconstrucción:
"... las salidas mercantiles se han ido estrechando de forma vertiginosa. Por todo eso, el capitalismo ha tenido que recurrir a la destrucción y a la producción de medios de destrucción para intentar compensar las perdidas aceleradas en su ‘espacio vital' (Cap. ¿Qué desarrollo de las fuerzas productivas? § "El crecimiento mundial tras la Segunda Guerra mundial).
"... en la destrucción masiva para la reconstrucción, el capitalismo descubre una peligrosísima y provisional salida para sus nuevos problemas de mercados.
"Durante la Primera Guerra mundial, las destrucciones no fueron "suficientes" (...). Ya en 1929, el capitalismo mundial se encuentra de nuevo frente a otra crisis.
"Como si hubieran aprendido la lección, las destrucciones de la Segunda Guerra mundial son muchísimo mas intensas y amplias. (...) una guerra que, por vez primera, tiene como meta consciente la destrucción sistemática del potencial industrial existente. La "prosperidad" de Europa y de Japón de después de la guerra parece ya algo sistemáticamente previsto al terminar aquella (plan Marshall, etc.)" (Idem, § "El ciclo crisis-guerra-reconstrucción).
Esa idea también está presente en algunos textos de la organización (en particular en la Revista internacional) así como en nuestros antecesores de Bilan quienes, en un artículo titulado "Crisis y ciclos en la economía del capitalismo agonizante", afirmaban:
"La matanza de la guerra va entonces a ser para la producción capitalista un inmenso mercado que abría "magníficas" perspectivas. (...) Si la guerra es la gran salida de la producción capitalista, en la "paz", el militarismo (comprendido como el conjunto de actividades para preparar la guerra) realizará la plusvalía de las producciones básicas controladas por el capital financiero" (Bilan no 11, octubre-noviembre de 1934 - vuelto a publicar en la Revista internacional no 103).
Por el contrario, otros textos de la organización, publicados antes y después del folleto sobre la Decadencia del capitalismo, desarrollan un análisis opuesto sobre el papel de la guerra en el período de decadencia, acercándose en eso al "Informe adoptado en la Conferencia de julio de 1945 de la Izquierda comunista de Francia" (ICF), para quien la guerra:
"... fue el medio indispensable para el capitalismo que le abrió posibilidades de desarrollo posterior, en la época en que existían estas posibilidades y no podían abrirse sino por la violencia. Del mismo modo, el hundimiento del mundo capitalista tras haber agotado históricamente todas las posibilidades de desarrollo, encuentra en la guerra moderna, la guerra imperialista, la expresión de este hundimiento que, sin abrir ninguna posibilidad de desarrollo posterior para la producción, no hace sino arrojar en el abismo las fuerzas productivas y acumular a un ritmo acelerado ruinas sobre ruinas" (ibídem, subrayado por nosotros).
El "Informe sobre el Curso histórico" adoptado en el Tercer congreso de la CCI [[3]], se refiere explícitamente a este pasaje del texto de la ICF, así como también el artículo "Guerra, militarismo y bloques imperialistas en la decadencia del capitalismo", publicado en 1988 [[4]], donde se subraya: "Y lo que caracteriza a todas esas guerras, como las dos guerras mundiales, es que en ningún momento permitieron el mas mínimo progreso en el desarrollo de las fuerzas productivas, al contrario de las del siglo pasado, sino que no han tenido otro resultado que la destrucción masiva, dejando totalmente exangües a los países en donde tuvieron lugar, y eso sin contar las horribles matanzas que provocaron".
El marco del debate
Por importantes que sean estas cuestiones (y lo son, pues la respuesta que les den los revolucionarios debe estar en coherencia con su marco político general), conviene, sin embargo, precisar que no tienen el mismo carácter que otras como el papel antiobrero de los sindicatos, la participación en el juego parlamentario, etc., que delimitan directamente el campo del proletariado y el de la burguesía. O sea que aun siendo distintos, los análisis son totalmente compatibles con la plataforma del CCI.
Varias ideas de la decadencia del capitalismo fueron ya criticadas. Y la crítica actual se hace con el mismo método y el mismo marco global de análisis que la CCI ya utilizaba cuando se escribió ese folleto y que ha ido enriqueciendo desde entonces [[5]]. Recordemos los elementos constitutivos esenciales:
1. El reconocimiento de la entrada del capitalismo en su fase de decadencia con el estallido de la Primera Guerra mundial a principios del siglo xx y el carácter insuperable, desde entonces, de las contradicciones que acosan al sistema. Aquí se trata de la comprensión de las manifestaciones y consecuencias políticas del cambio de período, tal como lo caracterizó el movimiento obrero en aquel entonces, en particular cuando hablaba "de la era de las guerras y revoluciones" en la que había entrado el sistema.
2. Cuando se analiza la dinámica del modo de producción capitalista en un período entero, no se trata de estudiar separadamente los distintos protagonistas capitalistas (naciones, empresas, etc.) sino la entidad constituida por el capitalismo mundial como un todo, proporcionando éste la clave para incluir lo específico de cada una de sus partes. Era también el método de Marx cuando, al estudiar la reproducción de capital, precisa: "Para dejar de lado lo que es inútil para el análisis general, es necesario considerar el mundo comercial como una única nación" (Libro I de el Capital).
3. "Contrariamente a lo que pretenden los adoradores del capital la producción capitalista no crea automáticamente y a voluntad los mercados necesarios para su crecimiento. (...) Pero al generalizar sus relaciones al conjunto del planeta y al unificar el mercado mundial, alcanza un grado crítico de saturación de esos mismos mercados que le habían permitido la formidable expansión del siglo xix. Además, la dificultad creciente que tiene el capital para encontrar los mercados donde realizar su plusvalía, acentúa la presión a la baja que ejerce sobre la cuota de ganancia el crecimiento constante de la proporción entre el valor de los medios de producción y el de la fuerza de trabajo que los pone en funcionamiento. Esta baja de la cuota de ganancia, en un principio tendencia, se hace cada vez más efectiva, lo cual traba poderosamente el proceso de acumulación del capital y, en consecuencia, el funcionamiento de las estructuras del sistema" (Plataforma de la CCI).
4. Fue Rosa Luxemburg, basándose en los trabajos de Marx y criticando lo que consideraba insuficiencias, la que puso en evidencia de manera central que el enriquecimiento del capitalismo, como un todo, dependía de las mercancías que producía e intercambiaba con economías precapitalistas, o sea unas economías que ya practicaban el intercambio comercial pero que aún no habían adoptado el método de producción capitalista: "En realidad, las condiciones reales que imperan en la acumulación del capital total son completamente distintas de las que actúan tratándose de un capital individual y de la reproducción simple. El problema estriba en lo siguiente: ¿cómo se conforma la reproducción social, teniendo por condición que una parte creciente de la plusvalía no se consuma por los capitalistas, sino que se destine a la ampliación de la producción? Se excluye, de antemano, que la producción social, salvo el reemplazo del capital constante, vaya a parar al consumo de los trabajadores y capitalistas, y esta circunstancia es el elemento esencial del problema. Pero con esto se excluye también que los trabajadores y capitalistas mismos puedan realizar el producto total. No pueden realizar más que el capital variable, la parte gastada del capital constante y la parte consumida de la plusvalía. Pero, de este modo, sólo se pueden asegurar las condiciones necesarias para que la producción sea renovada conforme a la antigua escala. Por el contrario, la parte de la plusvalía destinada a capitalizarse no puede ser realizada por los obreros y capitalistas mismos. Por consiguiente, la realización de la plusvalía para fines de acumulación es un problema insoluble en una sociedad qué sólo conste de obreros y capitalistas" (Rosa Luxemburg, la Acumulación del capital, capítulo "La reproducción del capital y su medio ambiente").
La CCI retoma esta posición, aunque puedan existir en nuestra organización otras posiciones que critican el análisis económico de Rosa, como lo veremos en particular con una de las posiciones del debate. También ya se combatieron esos análisis en su época, no sólo por las corrientes reformistas que consideraban que el capitalismo no estaba condenado a causar catástrofes cada vez mayores, sino también por corrientes revolucionarias, y no cualquiera, en particular la de Lenin y la de Pannekoek, que también consideraban que el capitalismo se había vuelto un modo de producción históricamente caduco, aunque sus explicaciones eran diferentes de las de Rosa Luxemburg.
5. La generalización del imperialismo se debe precisamente a la importancia que para los países desarrollados tiene el acceso a los mercados extracapitalistas: "El imperialismo es la expresión política del proceso de la acumulación del capital en su lucha para conquistar los medios no capitalistas que no se hallen todavía agotados" (Rosa Luxemburg, la Acumulación del capital, capítulo "Aranceles protectores y acumulación").
6. El carácter históricamente limitado de los mercados extracapitalistas es el fundamento económico de la decadencia del capitalismo. La Primera Guerra mundial es la expresión de esa contradicción. Al acabarse el reparto del mundo por las grandes potencias, a las más desfavorecidas en lo que a colonias se refiere, no les quedó más remedio, para acceder a los mercados extracapitalistas, que intentar otro reparto del mundo por la fuerza militar. La entrada del capitalismo en su fase de decadencia significa que las contradicciones que acosan al sistema son, a partir de entonces, insuperables.
7. La instauración de medidas de capitalismo de Estado es un medio que se da la burguesía en la decadencia del capitalismo para intentar, mediante una serie de paliativos, frenar el hundimiento en la crisis y limitar sus expresiones más brutales para así evitar que vuelvan a manifestarse con la forma brutal de la crisis de 1929.
8. En el período de decadencia, el crédito es un medio esencial con el que la burguesía intenta atenuar los efectos de la insuficiencia de mercados extracapitalistas. La acumulación de una deuda mundial cada vez menos controlable, la insolvencia creciente de los distintos protagonistas capitalistas y las amenazas de desestabilización profunda de la economía mundial resultantes, ilustran el callejón sin salida de ese paliativo.
9. Una manifestación típica de la decadencia del capitalismo, a nivel económico, es la subida de los gastos improductivos. Son la manifestación de que hay cada día más obstáculos para el desarrollo de las fuerzas productivas a causa de las contradicciones insuperables del sistema: los gastos militares (armamentos, operaciones militares) para hacer frente a la agudización mundial de las tensiones imperialistas; los gastos para mantener y equipar las fuerzas de represión para hacer frente, en última instancia, a la lucha de la clase; la publicidad, arma de la guerra comercial para vender en un mercado sobresaturado, etc. Desde el punto de vista económico, esos gastos no son más que una pura pérdida para el capital.
La articulación de las posiciones presentes
En la CCI existe una posición que, aunque esté de acuerdo con nuestra plataforma, está en desacuerdo con varios aspectos de la contribución de Rosa Luxemburg sobre los fundamentos económicos de la crisis del capitalismo [[6]]. Esa posición considera que el origen de la crisis está en otra contradicción señalada por Marx, la baja de la cuota de ganancia [[7]]. Tras rechazar las ideas (bordiguistas y consejistas en particular) que se imaginan que el capitalismo puede generar automática y eternamente la extensión de su propio mercado a la simple condición de que la cuota de ganancia sea suficientemente elevada, esa posición subraya que la contradicción fundamental del capitalismo no está tanto dentro de los límites del mercado (o sea la forma con la que se manifiesta la crisis), sino en los límites que se imponen a la extensión de la producción.
El debate de fondo sobre esa posición es el que ya ha habido, polémicamente, con otras organizaciones (incluso si existen diferencias en las posiciones presentes) sobre la tendencia a la baja de la cuota de ganancia y la saturación de mercados [[8]]. Sin embargo, como veremos, en el debate actual existe una determinada convergencia entre esa posición y otra, llamada del "capitalismo de Estado keynesiano-fordista", que presentamos a continuación. Ambas posiciones reconocen la existencia de un mercado interno a las relaciones de producción capitalistas que fue un factor de prosperidad durante el período de los "Treinta gloriosos", y analizan el final de ese período como resultado de la contradicción que impone "la baja de la cuota de ganancia".
Las otras posiciones que se expresaron en el debate se reivindican de la coherencia desarrollada por Rosa Luxemburg, dándole un papel central en la crisis del capitalismo a la cuestión de la insuficiencia de mercados extracapitalistas.
Basándose precisamente en ese marco de análisis, parte de la organización consideró que había contradicciones en el folleto la Decadencia del capitalismo, que también se reivindica de ese marco, en la medida en que el folleto afirma que la acumulación en la que se basa la prosperidad de los "Treinta gloriosos" es la apertura de un mercado, el de la reconstrucción, que nada tiene que ver con los mercados extracapitalistas.
Frente a ese desacuerdo en nuestras filas se desarrolló una posición - presentada como "economía de guerra y capitalismo de Estado" - que, aunque siendo crítica con algunos aspectos de nuestro folleto, acusándolo en particular de falta de rigor así como de ausencia de referencia al plan Marshall para explicar la reconstrucción propiamente dicha, no es, en el fondo, sino: "una defensa de la idea de que la prosperidad del período de los años 50 y 60 estuvo determinada por la situación global de las relaciones imperialistas y la instauración de una economía de guerra permanente tras la Segunda Guerra mundial".
En esa parte de la organización que pone en entredicho el análisis de la decadencia del capitalismo del período de los "Treinta gloriosos", existen en realidad dos interpretaciones de la prosperidad de ese período.
La primera interpretación, que llamaremos "mercados extracapitalistas y endeudamiento", no hace sino retomar por cuenta propia, revalorizándolos, esos dos factores ya avanzados por la organización en diferentes etapas de su existencia [[9]]. Según esa posición, "estos dos factores bastan para explicar la prosperidad de los "Treinta gloriosos".
La segunda interpretación, que llamaremos "capitalismo de Estado keynesiano-fordista", "... procede de la misma constatación de que nuestro folleto sobre la decadencia - la de la saturación relativa de los mercados en 1914 habida cuenta de las necesidades de la acumulación alcanzadas a nivel mundial -, y desarrolla la idea de que el sistema respondió instaurando una alternativa de capitalismo de Estado basada en una triple distribución forzada (keynesianismo) de una fuerte subida de la productividad (fordismo) en beneficio de las ganancias, de las rentas del Estado y de los salarios reales".
El objetivo de este primer artículo sobre el debate acerca de los "Treinta gloriosos" es limitarse a su presentación general, como lo acabamos de hacer, y también exponer sintéticamente cada una de las tres posiciones principales que alimentan el debate, como lo hacemos a continuación [[10]]. Más tarde se publicarán algunas contribuciones contradictorias entre las distintas opiniones, las que aquí se mencionan y otras si surgieran durante el debate. Y de este modo quizás podrán también aclararse mejor las distintas posiciones.
La economía de guerra y el capitalismo de Estado
El origen de esta posición ya fue expuesto por la Izquierda comunista de Francia en 1945. Ésta consideraba que a partir de 1914, los mercados extracapitalistas que proporcionaron al capitalismo su necesario campo de expansión durante su período ascendente, habían dejado de ser capaces de cumplir ese papel: "Este período histórico es el de la decadencia del sistema capitalista. ¿Qué significa eso? La burguesía que antes de la primera guerra imperialista vivía y no podía vivir sino gracias a una expansión creciente de su producción, llegó a ese punto de su historia en el que ya no puede seguir realizando su expansión. (...) Hoy, excepto algunas regiones lejanas e inservibles, excepto algunos restos sin importancia del mundo no capitalista insuficientes para absorber la producción mundial, el capitalismo es dueño del mundo, no existen ya países extracapitalistas que podrían constituir nuevos mercados para su sistema: así su apogeo es también el punto donde comienza su decadencia" [[11]].
La historia económica desde 1914 es la de los intentos por parte de la clase burguesa, en distintos países y en distintos momentos, de superar este problema fundamental: ¿cómo seguir acumulando la plusvalía producida por la economía capitalista en un mundo ya repartido entre las grandes potencias imperialistas y cuyo mercado es incapaz de absorber el conjunto de esta plusvalía? Y debido a que las potencias imperialistas no pueden ya extenderse sino a costa de sus rivales, en cuanto se acaba una guerra es necesario preparar la siguiente. La economía de guerra se convierte en método permanente de vida de la sociedad capitalista.
"La economía de guerra no tiene como objetivo la solución de un problema económico. En su origen es el fruto de una necesidad del Estado capitalista de defenderse contra las clases desposeídas y mantener por la fuerza su explotación, por una parte, y garantizar por la fuerza sus posiciones económicas y ampliarlas a costa de los demás Estados imperialistas. (...) La producción de guerra se convierte así en eje de la producción industrial y en principal campo económico de la sociedad" (Internationalisme no 1, "Informe sobre la situación internacional", julio de 1945).
El período de la reconstrucción - los "Treinta gloriosos" - es un momento particular de esa historia. Tres características económicas del mundo en 1945 deben destacarse aquí:
• En primer lugar está la enorme preponderancia económica y militar de Estados Unidos, hecho casi sin precedentes en la historia del capitalismo. Estados Unidos por sí solo representa la mitad de la producción mundial y posee casi un 80 % de las reservas mundiales de oro. Es el único país beligerante cuyo aparato productivo salió indemne de la guerra: su PIB se duplicó entre 1940 y 1945. EEUU absorbió todo el capital acumulado del Imperio británico durante los siglos de su expansión colonial, y, además, buena parte del Imperio francés.
• En segundo lugar, hay una conciencia aguda entre las clases dominantes del mundo occidental de que es indispensable elevar el nivel de vida de la clase obrera si se quiere descartar el peligro de trastornos sociales que podrían hacer el juego de los estalinistas y, por consiguiente, del bloque imperialista ruso adverso. La economía de guerra integra, pues, un nuevo aspecto, del que nuestros antecesores de la Izquierda comunista de Francia (GCF) no tenían verdaderamente conciencia en aquel entonces: el conjunto de las prestaciones sociales (salud, desempleo, jubilaciones, etc.) que la burguesía - y sobre todo la burguesía del bloque occidental - instaura al iniciarse la reconstrucción en los años cuarenta.
• En tercer lugar, el capitalismo de Estado que había expresado, antes de la Segunda Guerra mundial, una tendencia hacia la autarquía de las distintas economías nacionales se enmarca ahora en una estructura de bloques imperialistas que determinan las relaciones económicas entre los Estados (sistema Bretton Woods para el bloque americano, COMECON para el bloque ruso).
Durante la reconstrucción, el capitalismo de Estado conoce una evolución cualitativa: la parte del Estado en la economía nacional se hace preponderante [[12]]. Incluso hoy, después de 30 años de pretendido "liberalismo", los gastos del Estado siguen representando entre un 30 y un 60 % del PIB de los países industrializados.
Esta nueva importancia del Estado representa una transformación de cantidad en calidad. El Estado no es ya solamente el "Comité ejecutivo" de la clase dominante, sino también el mayor patrón y el mercado mayor. En Estados Unidos, por ejemplo, el Pentágono se convierte en el principal patrón del país (entre tres y cuatro millones personas, incluidos civiles y militares). Como tal, desempeña un papel central en la economía y permite la explotación más a fondo de los mercados existentes.
La instauración del sistema Bretton Woods también permite la instauración de mecanismos de crédito más sofisticados y menos frágiles que en el pasado: el crédito al consumidor se desarrolla y las instituciones económicas establecidas por el bloque americano (FMI, Banco mundial, GATT) permiten evitar crisis financieras y bancarias.
La enorme preponderancia económica de Estados Unidos permitió a la burguesía norteamericana gastar sin contar para garantizar su soberanía militar contra el bloque ruso: sostuvo dos guerras sangrientas y costosas (en Corea y Vietnam); los planes de tipo Marshall y las inversiones en el extranjero financiaron la reconstrucción de las economías arruinadas en Europa y Asia (en particular, en Corea y Japón). Pero este enorme esfuerzo - determinado no por el funcionamiento "clásico" del capitalismo sino por la confrontación imperialista que caracteriza la decadencia del sistema - terminó arruinando la economía estadounidense. En 1958, su balanza de pagos es ya deficitaria y, en 1970, Estados Unidos ya sólo posee el 16 % de las reservas mundiales de oro. El sistema Bretton Woods hace aguas por todas partes, y el mundo se hunde en una crisis de la que ya no ha salido hasta ahora.
Los mercados extracapitalistas y el endeudamiento
Lejos de participar en el desarrollo de las fuerzas productivas con bases comparables a las de la ascendencia del capitalismo, el período de los "Treinta gloriosos" se caracteriza por un enorme despilfarro de plusvalía que demuestra la existencia de obstáculos para el desarrollo de las fuerzas productivas propios de la decadencia de ese sistema.
La reconstrucción consecutiva a la Primera Guerra mundial abrió una fase de prosperidad de unos pocos años durante los cuales, como antes de que estallara el conflicto, la venta a los mercados extracapitalistas siguió siendo la salida necesaria para la acumulación capitalista. En efecto, aunque el mundo estaba ya repartido entonces entre las mayores potencias industriales, aún distaba mucho, sin embargo, de estar dominado por las relaciones de producción capitalistas. Pero al ser insuficiente la capacidad de absorción de los mercados extracapitalistas para la masa de mercancías producidas por los países industrializados, la reanudación se estrelló rápidamente (la crisis de 1929) contra el escollo de la sobreproducción.
Muy diferente fue el período abierto por la reconstrucción tras la Segunda Guerra mundial, que superó los mejores indicadores económicos de la ascendencia del capitalismo. Durante más de dos décadas hubo un crecimiento constante de productividad, las subidas más importantes de la historia del capitalismo, debido en particular al perfeccionamiento del trabajo en cadena (fordismo), la automatización de la producción y su generalización por todas las partes donde era posible.
Pero no basta con producir mercancías, también es necesario venderlas en el mercado. En efecto, la venta de las mercancías producidas por el capitalismo sirve para renovar los medios de producción vetustos, así como la fuerza de trabajo (salarios de los obreros). Garantiza, pues, la reproducción simple del capital (o sea sin aumento de los medios de producción o consumo) pero también debe financiar los gastos improductivos - que van de los gastos de armamento al mantenimiento de los capitalistas, incluyendo también numerosos otros sectores sobre los que hemos de volver. A continuación, si subsiste un saldo positivo, puede destinarse a la acumulación del capital.
En las ventas efectuadas anualmente por el capitalismo, la parte que puede dedicarse a la acumulación del capital, y que así participa en su enriquecimiento real, es necesariamente limitada debido a que es el saldo que queda de todos los gastos obligatorios. Históricamente, sólo representa un porcentaje escaso de la riqueza producida anualmente [[13]] y corresponde esencialmente a las ventas realizadas en mercados extracapitalistas (interiores o externos) [[14]]. Es el único medio que permite al capitalismo desarrollarse (fuera del saqueo, legal o no, de los recursos de las economías no capitalistas), o sea de no encontrarse en la situación en que "los capitalistas se intercambian mutuamente y consumen su producción", lo que, como dice Marx, "de ningún modo permite una valoración del capital":
"Cómo explicarse que haya demanda de esas mismas mercancías de que carece la masa del pueblo, y que sea necesario buscarles salida en el extranjero, en mercados lejanos para poder pagar a los obreros del propio país el promedio de los medios de subsistencia de primera necesidad? Porque sólo dentro de esa trabazón específica, capitalista, adquiere el producto sobrante una forma en que su poseedor necesita que vuelva a convertirse para él en capital para poder ponerlo a disposición del consumo. Por último, si se afirma que los capitalistas sólo tienen que cambiar entre sí y consumir sus mercancías, se pierde de vista el carácter esencial de la producción capitalista en su conjunto y se olvida que lo fundamental para ella es la valorización del capital y no su consumo" [[15]].
Con la entrada en decadencia del capitalismo, los tendencia de los mercados extracapitalistas es a ser cada vez más insuficientes, pero no por eso desaparecen y su viabilidad también depende, como en ascendencia, de los progresos de la industria. Ahora bien, ¿qué pasa cuando los mercados extra-capitalistas son cada vez menos capaces de absorber las cantidades crecientes de mercancías producidas por el capitalismo? Aparece entonces la sobreproducción y, con ella, la destrucción de parte de la producción, salvo si el capitalismo lograra utilizar el crédito como paliativo a esa situación. Pero, cuanto más escaseen los mercados extracapitalistas menos podrá reembolsarse el crédito así utilizado como paliativo.
Así pues, el mercado solvente para el crecimiento de los "Treinta Gloriosos" se formó mediante la combinación entre la explotación de los mercados extracapitalistas aún existentes en aquel entonces y el endeudamiento a medida que aquéllos iban siendo insuficientes para absorber toda la oferta. No existe ningún otro remedio posible (excepto, repitámoslos, el saqueo de las riquezas extracapitalistas) que permita la expansión del capitalismo, en aquella época como en cualquier otra. Por lo tanto, los "Treinta gloriosos" ya han aportado su pequeña contribución a la formación de la masa actual de unas deudas que nunca serán reembolsadas y que son una verdadera espada de Damocles colgada encima de la cabeza del capitalismo.
Otra característica de los "Treinta gloriosos" es el peso de los gastos improductivos en la economía. Esos gastos son, en particular, una parte importante de los gastos del Estado que, a partir del final de los años cuarenta y en la mayoría de los países industrializados, conocen un aumento considerable. Es una consecuencia de la tendencia histórica hacia el desarrollo del capitalismo de Estado, especialmente del peso del militarismo en la economía que se mantiene a un alto nivel desde la guerra mundial, y también de las políticas keynesianas practicadas entonces y destinadas a apoyar artificialmente la demanda. Si una mercancía o un servicio son improductivos, eso significa que su valor de uso no le permite integrarse en el proceso de la producción [[16]] y participar en la reproducción simple o ampliada del capital. También es necesario considerar improductivos los gastos relativos a una demanda en el capitalismo no requerida por las necesidades de la reproducción simple o ampliada. Fue, por ejemplo, el caso durante los "Treinta gloriosos" de aumentos de salario a niveles que a veces se acercaban al crecimiento de la productividad laboral del que se "beneficiaron" algunas categorías de obreros, en algunos países, en aplicación de las mismas doctrinas keynesianas. En efecto, el pago de un salario superior al estrictamente necesario para la reproducción de la fuerza de trabajo acaba plasmándose, en el mismo sentido que los miserables subsidios pagados a los parados o que los gastos improductivos del Estado, en un despilfarro de capitales que no puede dedicarse a la valorización del capital global. Dicho de otra forma, el capital destinado a los gastos improductivos se esteriliza, sean éstos cuales sean.
La creación por el keynesianismo de un mercado interior capaz de dar una solución inmediata a la comercialización de una producción industrial masiva pudo dar la ilusión de un retorno duradero a la prosperidad de la fase de ascendencia del capitalismo. Pero al estar completamente desconectado de las necesidades de valorización del capital, ese mercado acabó en la esterilización de una porción significativa de capital. Su mantenimiento estaba condicionado por una conjunción de factores totalmente excepcional que no podía durar: el crecimiento constante de la productividad del trabajo que, aun financiando los gastos improductivos, era suficiente para lograr un excedente que permitía que continuara la acumulación; la existencia de mercados solventes - ya fueran extracapitalistas o resultantes del endeudamiento - permitían la realización de ese excedente.
No se repitió nunca desde entonces un crecimiento de la productividad laboral comparable al de los "Treinta gloriosos". Sin embargo, aunque ocurriese, el agotamiento total de los mercados extracapitalistas, los límites prácticamente alcanzados de la reactivación de la economía por medio de nuevos aumentos de la deuda mundial ya tan desproporcionada, sellan la imposibilidad de la repetición de un período de prosperidad semejante.
Entre los factores de la prosperidad de los "Treinta gloriosos" no está, contrariamente a lo que se afirma en nuestro folleto la Decadencia del capitalismo, el mercado de la reconstrucción. Tras la Segunda Guerra mundial, volver a construir el aparato productivo no fue en sí un mercado extracapitalista como tampoco fue creador de valor. Fue en buena parte el fruto de una transferencia de riqueza, ya acumulada en Estados Unidos, hacia los países que reconstruir, puesto que la financiación de la operación se hizo mediante el plan Marshall, esencialmente financiado por las subvenciones del Tesoro de EEUU. Ese mercado de la reconstrucción tampoco puede servir para explicar la corta fase de prosperidad que siguió a la Primera Guerra mundial. Por eso el esquema "guerra-reconstrucción-prosperidad" que, de forma empírica, ha correspondido efectivamente a la realidad del capitalismo en decadencia, no tiene, sin embargo, valor de ley económica según la cual existiría un mercado de la reconstrucción que permitiría un enriquecimiento del capitalismo.
El capitalismo de Estado keynesiano-fordista
El análisis que hacemos de las fuerzas motrices de los "Treinta gloriosos" parte de un conjunto de hechos objetivos de los que los principales son los siguientes.
El producto mundial per cápita se duplica durante la fase ascendente del capitalismo [[17]] y el índice de crecimiento industrial no dejará de aumentar, para culminar en vísperas de la Primera Guerra mundial [[18]]. Entonces, los mercados que le habían proporcionado su campo de expansión llegan a saturación habida cuenta de las necesidades alcanzadas por la acumulación a escala internacional. Empieza entonces la fase de decadencia marcada por dos guerras mundiales, la mayor crisis de sobreproducción de la historia (1929-33), y un frenazo brutal del crecimiento de las fuerzas productivas (tanto la producción industrial como el producto mundial per cápita serán casi divididos por la mitad entre 1913 y 1945: respectivamente 2,8 % y 0,9 % por año).
Eso no impedirá, ni mucho menos, al capitalismo registrar un formidable crecimiento durante los "Treinta Gloriosos": el producto mundial per cápita se triplica, mientras que la producción industrial hará más que duplicarse (respectivamente 2,9 % y 5,2 % por año). No sólo estos niveles son muy superiores a lo que fueron durante el período ascendente, sino que los salarios reales aumentarán también cuatro veces más rápidamente (se multiplicarán por cuatro mientras que apenas se habían duplicado durante un período dos veces más largo entre 1850 y 1913).
¿Cómo pudo producirse tal "milagro"?
- ni por una demanda extracapitalista residual puesto que ya era insuficiente en 1914, disminuyendo incluso a continuación [[19]] ;
- ni por el endeudamiento estatal o los déficits presupuestarios puesto que disminuyen mucho durante los "Treinta gloriosos" [[20]] ;
- ni por el crédito que sólo aumenta sensiblemente a raíz del retorno de la crisis [[21]] ;
- ni por la economía de guerra puesto que es improductiva: los países más militarizados son los menos eficientes e inversamente ;
- ni por el plan Marshall cuyo impacto es limitado en importancia y en tiempo [[22]] ;
- ni por las destrucciones de guerra puesto que las que fueron consecutivas a la primera apenas habían generado prosperidad [[23]] ;
- ni únicamente por el crecimiento de la importancia del Estado en la economía, puesto que su duplicación durante el período entre ambas guerras no había tenido tal efecto [[24]], porque en 1960 su nivel (19 %) es inferior al de 1937 (21 %), y que incluye cantidad de gastos improductivos.
El "milagro" y su explicación siguen pues intactos, tanto mas teniendo en cuenta que:
a) las economías están exangües inmediatamente después de la guerra,
b) el poder adquisitivo de todos los protagonistas económicos está por los suelos,
c) que éstos están endeudados excesivamente,
d) que la enorme potencia adquirida por Estados Unidos está basada en una economía de guerra improductiva con grandes dificultades de reconversión,
e) y que ese "milagro" se producirá ¡a pesar de la esterilización de masas crecientes de plusvalía en gastos improductivos!
En realidad, ese misterio no es tal si se combinan los análisis de Marx sobre las implicaciones de las ganancias de productividad [[25]] con las contribuciones de la Izquierda comunista sobre el desarrollo del capitalismo de Estado en decadencia. En efecto, este período se caracteriza por:
a) ganancias de productividad nunca antes vistas durante toda la historia del capitalismo, ganancias que se basan en la generalización del trabajo en cadena y sin interrupción (fordismo).
b) subidas muy importantes de los salarios reales, pleno empleo e instauración de un salario indirecto formado por diversos subsidios sociales. Por otra parte, los países donde esas subidas son más fuertes son los que obtienen mejores resultados y a la inversa.
c) un control por parte del Estado de partes enteras de la economía y una fuerte intervención por su parte en las relaciones capital-trabajo [[26]].
d) Todas esas políticas keynesianas, además, se encuadraron en algunos aspectos a nivel internacional a través de la OCDE, el GATT, el FMI, el Banco mundial, etc.
e) por fin, contrariamente a otros períodos, los "Treinta gloriosos" se caracterizaron por un crecimiento autocentrado (o sea con relativamente pocos intercambios entre los países de la OCDE y el resto del mundo), y sin deslocalizaciones a pesar de las importantes alzas de salarios reales y del pleno empleo. En efecto, la mundialización y las deslocalizaciones son fenómenos que no aparecerán hasta los años ochenta y sobre todo los noventa.
Así pues, al garantizar obligatoria y proporcionadamente la triple distribución del incremento de productividad entre la ganancia, los impuestos y los salarios, el capitalismo de Estado keynesiano-fordista va a garantizar el cierre del ciclo de acumulación entre una oferta incrementada de bienes y servicios a precios en baja (fordismo) y una demanda solvente creciente al estar vinculada a esas mismas ganancias de productividad (keynesianismo). Los mercados así asegurados, la crisis volverá a aparecer invirtiéndose la cuota de ganancia hacia la baja, a causa del agotamiento de las ganancias fordistas de productividad; la cuota de ganancia se reducirá hasta la mitad entre finales de los años 1960 y 1982 [[27]]. Esa reducción drástica de la rentabilidad del capital lleva al desmantelamiento de las políticas de posguerra en beneficio de un capitalismo de Estado desregulado desde principios de los años ochenta. Este cambio de dirección permitió un restablecimiento espectacular de la cuota de ganancia, gracias a la compresión de la parte salarial, pero la reducción de la demanda solvente que de ello se deriva ha mantenido la acumulación y el crecimiento a un bajo nivel [[28]]. Por lo tanto, en un contexto ahora ya estructural de escasos incrementos de productividad, el capitalismo se ve obligado a presionar los salarios y condiciones de trabajo para garantizar el alza de sus beneficios, pero al hacerlo limita sus mercados solventes. Esas son las raíces:
a) de las capacidades excesivas y de la superproducción endémica;
b) del endeudamiento cada vez más desenfrenado para paliar la demanda obligada;
c) de las deslocalizaciones en busca de mano de obra barata;
d) de la mundialización para vender lo máximo a la exportación;
e) de la inestabilidad financiera a repetición que se deriva de las inversiones especulativas de capitales que ya no tienen oportunidades de invertir en la ampliación del capital.
En la actualidad, la tasa de crecimiento ha vuelto a bajar al nivel del período entre guerras, y una nueva versión de los Treinta gloriosos es imposible. El capitalismo está condenado a hundirse en una barbarie creciente.
Al no haber tenido todavía la oportunidad de presentarse como tales, el origen y las implicaciones de este análisis se desarrollarán posteriormente, ya que exigen volver a estudiar algunos de nuestros análisis para alcanzar una comprensión más amplia y más coherente del funcionamiento y los límites del modo de producción capitalista [[29]].
Un debate abierto a elementos en búsqueda
A imagen de nuestros antecesores de Bilan o de la Izquierda comunista de Francia, no pretendemos ser los poseedores de la verdad "absoluta y eterna" [[30]] y somos totalmente conscientes de que los debates que surgen en nuestra organización se beneficiarán de las contribuciones y críticas constructivas que surjan fuera de ella. Es la razón por la cual todas las contribuciones que se nos dirijan serán bienvenidas y tenidas en cuenta en nuestra reflexión colectiva.
C.C.I.
[1]) Entre 1950 y 1973, el PIB mundial per cápita aumentó a un ritmo anual cercano al 3 % mientras que aumentó entre 1870 y 1913 al ritmo de un 1,3 % (Maddison Angus, la Economía mundial, OCDE, 2001: 284).
[2]) Recopilación de artículos de la prensa de CCI publicada en enero de 1981.
[3]) Tercer congreso del CCI, Revista internacional no 18, 3er trimestre de 1979.
[4]) Revista internacional no 52, 1er trimestre de 1988.
[5]) Sobre todo a través de la publicación en la Revista internacional de la serie "Comprender la decadencia del capitalismo" y en particular el artículo de la no 56, así como la "Presentación de la Resolución sobre la situación internacional del VIIIo congreso de la CCI" sobre el peso del endeudamiento, en la Revista internacional no 59, 4o trimestre de 1989.
[6]) El hecho de que esta posición minoritaria ya existiera desde hace tiempo en nuestra organización - los camaradas que la defienden actualmente ya la defendían al entrar en la CCI - a la vez que permite la participación en el conjunto de nuestras actividades, tanto de intervención como de elaboración político-teórica, ilustra lo justa que ha sido la decisión de la CCI de no haber hecho de su análisis sobre la relación entre saturación de mercados y reducción de la cuota de ganancia y del peso respectivo de estos dos factores, una condición de adhesión a la organización.
[7]) "Cuota de ganancia" (y no "tasa de beneficio") según la traducción de el Capital de la edición en tres volúmenes del Fondo de cultura económica, México, 1946.
[8]) Ver, el artículo "Respuesta a CWO sobre la guerra en la fase de decadencia del capitalismo" publicado en dos partes en los no 127 y 128 de la Revista internacional.
[9]) La mejor explotación de los mercados extracapitalistas está ya mencionada en la Decadencia del capitalismo. Volvemos a mencionarla e insistir en ella en el 6o artículo de la serie "Comprender la decadencia del capitalismo" publicado en la Revista internacional no 56, en el cual se propone también el factor del endeudamiento y además ya no se menciona el "mercado de la reconstrucción".
[10]) Hay matices en cada una de esas tres posiciones que se expresaron en el debate. No podemos, en este artículo, dar cuenta de ellos aquí. Podrán aparecer, en función de la evolución del debate, en las futuras contribuciones que publiquemos.
[11]) Internationalisme no 1, enero de 1945: "Tesis sobre la situación internacional".
[12]) Sólo para Estados Unidos, los gastos del Estado federal que sólo representaban un 3 % del PIB en 1930, alcanzan casi el 20 % del PIB durante los años 1950-60.
[13]) Un ejemplo: durante el período 1870-1913, la venta a los mercados extracapitalistas representó un porcentaje medio anual cercano al 2,3 % del PIB mundial (cifra calculada en función de la evolución del PIB mundial entre esas dos fechas; fuente: https://www.theworldeconomy.org/publications/worldeconomy/frenchpdf/Madd...). Al ser un promedio, es obviamente inferior al de los años que registran el crecimiento más elevado como los anteriores a Primera Guerra mundial.
[14]) A este respecto, poco importa que sus ventas sean productivas o no, como las armas, para el destinatario final.
[15]) Libro III, sección 3ª: "Ley de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia", XV: Desarrollo de las contradicciones internas de la ley, Exceso de capital y exceso de población"; pp. 254-255, el Capital, t. III, ed. FCE, 1946, México.
[16]) Para ilustrar este hecho, basta con considerar la diferencia de uso final entre, por un lado, un arma, una publicidad, un curso de formación sindical y, por otro, una herramienta, comida, clases escolares o universitarias, cuidados médicos, etc.
[17]) De 0,53 % por año entre 1820-70 al 1,3 % entre 1870-1913 (Angus Maddison, la Economía mundial, OCDE: 284).
[18])
Índice de crecimiento anual |
|
1786-1820 |
2,5 % |
1820-1840 |
2,9 % |
1840-1870 |
3,3 % |
1870-1894 |
3,3 % |
1894-1913 |
4,7 % |
W.W. Rostow, The world economy : 662 |
[19]) Muy importante en el nacimiento del capitalismo, ese poder adquisitivo interno de los países desarrollados ya sólo representaba entre 5 % y 20 % en 1914, y era marginal en 1945: entre 2 % y 12 % (Peter Flora, State, Economy and Society in Western Europa 1815-1975, A Data Handbook, Vol. II, Campus, 1987). En cuanto al acceso al Tercer mundo, queda amputado en dos tercios con la retirada del mercado mundial de China, del bloque del Este, de India y de otros países subdesarrollados. En cuanto al comercio con la tercera parte restante, ¡cae a la mitad entre 1952 y 1972! (P. Bairoch, le Tiers Monde dans l'impasse, pp. 391-392).
[20]) Datos publicados en el no 114.
[21]) Datos publicados en el no 121.
[22]) El plan Marshall tuvo un impacto muy débil en la economía norteamericana: "Después de la Segunda Guerra mundial... el porcentaje de las exportaciones americanas con relación al conjunto de la producción disminuyó en una medida nada desdeñable. El propio Plan Marshall no acarreó, en ese ámbito, cambios muy importantes" (Fritz Sternberg, el Conflicto del siglo, p. 577), el autor concluye que es por lo tanto el mercado interior el determinante en la reanudación económica.
[23]) Los datos y la argumentación se desarrollan en nuestro artículo de la Revista no 128. Volveremos sobre el tema, ya que, de acuerdo con Marx, la desvalorización y destrucción de capitales permiten efectivamente regenerar el ciclo de acumulación y abrir nuevos mercados. Sin embargo, un estudio meticuloso nos ha demostrado que, aunque ese factor haya podido tener algún papel, éste fue relativamente escaso, limitado en el tiempo y a Europa y Japón.
[24]) La parte de los gastos públicos totales en el PIB de países de la OCDE pasa del 9 % al 21 % de 1913 a 1937 (véase no 114).
[25]) En efecto, la productividad no es más que otra expresión de la ley del valor - puesto que representa lo inverso del tiempo de trabajo -, y es la base de la extracción de la plusvalía relativa tan característica de ese período.
[26]) La parte de los gastos públicos en los países de la OCDE hace más que duplicarse entre 1960 a 1980: del 19 % al 45 % (no 114).
[27]) Gráficos en los nos 115, 121 y 128.
[28]) Gráficos y datos en el no 121 así como en nuestro análisis del crecimiento en Asia del Este:
https://fr.internationalism.org/ICConline/2008/crise_economique_Asie_Sud_est.htm
ICConline/2008/crise_economique_Asie_Sud_est.htm.
[29]) El lector podrá sin embargo encontrar muchos datos, así como cierta evolución teórica en varios artículos publicados en los nos 114, 115, 121, 127, 128, y en nuestro análisis del crecimiento en Asia del Este, disponibles todos en nuestra página Web.
[30]) "Ningún grupo posee la exclusiva de la ‘verdad absoluta y eterna'" como lo decía la Izquierda comunista de Francia. Ver a este respecto nuestro artículo "Hace 60 años: una conferencia de revolucionarios internacionalistas" en Revista internacional no 132.