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El medio político proletario frente a la guerra
Sectarismo en el propio campo internacionalista
El año 2003 ha estado marcado por un paso muy serio del capitalismo mundial hacia el abismo: la segunda guerra del Golfo y la aparición de un atolladero militar en un área estratégica del mundo. Una guerra de importancia crucial para los nuevos equilibrios imperialistas, con la intervención y la ocupación angloamericana del Irak y la oposición a ésta de unas potencias imperialistas cada día más antagónicas a EE.UU. Ante estas nuevas matanzas, los principales grupos revolucionarios que forman parte de la Izquierda comunista internacional fueron una vez más capaces de responder a la propaganda de la burguesía con tomas de posición resueltamente internacionalistas. Defendieron el ABC del marxismo contra las campañas ideológicas de la burguesía que pretenden desorientar al proletariado. Esto no significa en absoluto que esas organizaciones defiendan todas las mismas posiciones. Incluso, a nuestro parecer, hay que dejar claro que la intervención de la mayoría de ellas tiene debilidades importantes, especialmente sobre la comprensión histórica la fase de conflictos imperialistas abierta con el hundimiento del bloque del Este y la consecuente disolución del bloque opuesto y sobre la comprensión de lo que está en juego en los conflictos actuales. Estas diferencias expresan la heterogeneidad del difícil proceso de maduración de la conciencia en la clase obrera y en sus vanguardias revolucionarias. En este sentido, mientras no se abandonen los principios de clase, esas diferencias no deben ser temas de oposición frontal entre componentes del mismo campo revolucionario, pero sí justifican totalmente la necesidad del debate permanente entre ellas. Este debate no solo es la condición de la clarificación en el campo revolucionario, sino que también es un elemento de clarificación para delimitarse frente a grupos radicales (trotskismo, anarquismo oficial...) de la extrema izquierda del aparato político de la burguesía. Ha de permitir a las nuevas energías que surgen orientarse ante los diferentes componentes del campo proletario.
Con esta preocupación, nuestra organización hizo un llamamiento a las demás organizaciones revolucionarias cuando empezó la segunda guerra del Golfo, para promover una iniciativa común (documentos, reuniones publicas...) que hubiese permitido “hacer oír las posiciones internacionalistas” ([1]):
“... los actuales grupos de la Izquierda comunista comparten todas estas posiciones fundamentales. La CCI es consciente de esas divergencias y no intenta callarlas. Al contrario, siempre se ha esforzado por señalar en su prensa los desacuerdos que tiene con los demás grupos y luchar contra los análisis que considera falsos. Dicho esto, y conforme con la actitud de los bolcheviques en 1915 en Zimmerwald como con la de la Izquierda italiana en los años 30, la CCI considera que incumbe a los verdaderos comunistas la responsabilidad de presentar al conjunto de la clase las posiciones fundamentales del internacionalismo de la forma más amplia posible. Según nosotros, esto supone que los grupos de la Izquierda comunista no se conformen con su intervención propia aislada de los demás, sino que se asocien para expresar en común sus posiciones comunes. La CCI considera que una intervención común de los diferentes grupos de la Izquierda comunista tendría un impacto político en la clase obrera mucho más allá que la simple suma de sus fuerzas respectivas, que ya sabemos todos, son muy débiles actualmente. Por estas razones, la CCI propone a los grupos citados reunirse para discutir juntos de los medios posibles que permitirían a la Izquierda comunista hablar con una sola voz en favor de la defensa del internacionalismo proletario, sin prejuzgar o cuestionar la intervención específica de cada uno de los grupos” ([2]).
Este llamamiento fue mandado:
– al Buró internacional para el Partido revolucionario (BIPR),
– al Partito comunista internazionale (Il Comunista, le Prolétaire),
– al Partito comunista internazionale (Il Partito, llamado “de Florencia”),
– al Partito comunista internazionale (Il Programma comunista).
Fue desgraciadamente rechazado por escrito (por el PCI-le Prolétaire y el BIPR) cuando no ignorado. Ya dimos cuenta de las respuestas así como de nuestras tomas de posición sobre estas respuestas y sobre los silencios de los demás grupos en la Revista internacional nº 113, op. cit.).
Este artículo tiene claramente dos objetivos. Por un lado, al analizar las tomas de posición de los principales grupos proletarios frente a la guerra, pondremos en evidencia que existe realmente un medio político proletario (sea cual sea la conciencia que tienen de éste los grupos que lo constituyen) que se distingue, por su fidelidad al internacionalismo proletario, de las diversas formaciones izquierdistas con verborrea revolucionaria y de las organizaciones abiertamente burguesas o interclasistas. Por otro lado, nos centraremos en ciertas divergencias que tenemos con ellos para demostrar que corresponden por su parte a visiones erróneas; pero que no son en nada un obstáculo para cierta unidad de acción frente a la burguesía mundial. Más aun, pondremos de manifiesto que estas divergencias, por sinceras que sean, las utilizan estos grupos como pretextos para rechazar esta comunidad de acción.
Existe realmente un medio político proletario,
piensen lo que piensen sus componentes
En su carta de llamamiento a los grupos revolucionarios, hicimos resaltar los criterios que a nuestro parecer y más allá de las divergencias que puedan existir sobre otras cuestiones, eran una base mínima suficiente para deslindar el campo revolucionario del de la contrarrevolución:
“1) La guerra imperialista no es el resultado de una política “mala” o “criminal” de tal o cual gobierno o sector particular de la clase dominante; el capitalismo como un todo es el responsable de la guerra imperialista.
“2)En este sentido, frente a la guerra imperialista, la posición del proletariado y de los comunistas no puede en ningún momento ser la de alinearse, aunque sea de forma “crítica”, tras una u otra de las fuerzas en conflicto; concretamente, denunciar la ofensiva norteamericana en Irak no significa de ningún modo apoyar a ese país o a su burguesía.
“3) La única posición conforme a los intereses del proletariado es la lucha contra el capitalismo como un todo y, por lo tanto, contra todos los sectores de la burguesía mundial, con la perspectiva, no de un “capitalismo pacífico”, sino del derrocamiento del sistema y la instauración de la dictadura del proletariado.
“4) En el mejor de los casos, el pacifismo no es sino una ilusión pequeñoburguesa que tiende a desviar al proletariado de su estricto terreno de clase; lo más a menudo, no es sino un instrumento cínicamente utilizado por la burguesía para arrastrar a los proletarios hacia la guerra imperialista en defensa de los sectores “pacifistas” y “democráticos” de la clase dominante. En este sentido, la defensa de la posición internacionalista proletaria es inseparable de la denuncia sin concesión alguna del pacifismo” ([3]).
Como vamos a ver, todos los grupos a los que hemos escrito han cumplido con estos criterios mínimos en sus tomas de posición.
El PCI Programma comunista establece un marco de análisis muy correcto de la fase actual al afirmar que
“La agonía de un modo de producción basado en la división de la sociedad en clases es mucho más feroz que lo que se puede uno imaginar. Nos lo muestra la historia: a la vez que los cimientos sociales están atravesados por tensiones incesantes y contradicciones, las energías de la clase dominante se movilizan para sobrevivir a toda costa – y así se precisan los antagonismos y aumentan las tendencias a la destrucción, se multiplican los enfrentamientos en el plano comercial, político y militar. En todas sus capas, en todas sus clases, la sociedad entera está atravesada por una fiebre que la devora por todas partes y alcanza a todos sus órganos” ([4]).
Il Partito de Florencia como le Prolétaire también contribuyen a esclarecer el marco al precisar que la guerra no la provocan fulano o mengano, designados como los malos, sino que resulta de un enfrentamiento imperialista a escala mundial:
“El frente del Euro no porque resiste representa una fuerza de paz en oposición al frente belicoso del Dólar, sino uno de los campos en el enfrentamiento general imperialista hacia el que corre el régimen del capital” ([5]).
“La guerra contra Irak, a pesar de la disparidad de fuerzas, no puede ser considerada como una guerra colonial, sino que es en todos sus aspectos una guerra imperialista en ambos frentes, aunque sea menor y menos desarrollado el Estado combatido no deja de ser burgués y expresión de una sociedad capitalista” ([6]).
“El pretendido “campo de la paz”, o sea los Estados imperialistas que consideran como un perjuicio a sus intereses el ataque norteamericano contra Irak, temen que, fortalecido por su victoria rápida, EE.UU. les haga pagar cara su oposición, aunque solo sea excluyéndolos de la región. Las miserables rivalidades imperialistas que oponen los Estados se evidencian a todas luces. Los norteamericanos declaran que Francia y Rusia deberían renunciar generosamente a sus gigantescos créditos a Irak, mientras éstas se indignan de que los contratos para la “reconstrucción” del país sean automáticamente atribuidos a grandes empresas norteamericanas así como la comercialización del petróleo... En cuanto a la famosa “reconstrucción” y a la prosperidad prometida al pueblo iraquí, basta con ver lo que ocurre con la reconstrucción en Afganistán o la situación en la antigua Yugoslavia –ambas regiones en donde siguen presentes tropas occidentales– para entender que para las burguesías de ambos lados del Atlántico, no se trata más que de reconstruir las instalaciones necesarias a la rentabilidad de la producción y de asegurar la prosperidad de las empresas capitalistas” ([7]).
Tales posiciones no dejan ningún lugar a la defensa, aunque sea crítica, de uno u otro campo. Son, al contrario, para esos grupos el firme pedestal para denunciar a esos países y a las fuerzas políticas que ocultan hipócritamente sus propias intenciones imperialistas tras las banderas de la defensa de la paz.
Así es como, para Il Partito, “la pretendida condena común, fácil y al unísono de la guerra (por parte de los países occidentales, ndlr) está basada en un equivoco incontestable, puesto que esta aspiración tiene un origen y un significado diferente, sino opuesto, para las clases antagónicas.
“El “partido europeo”, representante del gran capital y de la gran finanza establecidos de este lado del Atlántico, hoy cada vez más competidor y rival de los norteamericanos, ha tomado posición contra esta guerra. Esto no significa que los magnates de las finanzas salgan a la calle con banderas, sino que controlan los poderosos aparatos de los media, los partidos y sindicatos fieles al régimen para que orienten la frágil opinión pública hacia la derecha o la izquierda. De hecho, si las guerras son para el capital a menudo “injustas”, no les impide ser “necesarias”. Resulta muy fácil distinguirlas: las que son “necesarias” son las que uno gana, las “injustas” son las que ganan los demás. Por ejemplo: para los capitalistas europeos, dispuestos a repartirse de forma salvaje y horrible la antigua Yugoslavia, los bombardeos sobre Belgrado (casi peores que los que han arrasado Irak) eran “necesarios”; los bombardeos sobre Bagdad, por contrario, en los que ven los ricos contratos petrolíferos en peligro de ser rápidamente anulados por la “nueva administración democrática” impuesta por los “libertadores”, son “injustos”” ([8]).
Para Programma comunista, “Ni un solo hombre, Ni un solo centavo para las guerras imperialistas: lucha abierta contra su propia burguesía nacional, italiana o estadounidense, alemana o francesa, serbia o iraquí” ([9]).
Para Il Partito comunista, “los gobiernos de Francia y Alemania, apoyados por Rusia y China, solo se oponen hoy a esta guerra para defender sus propios intereses imperialistas, amenazados por la ofensiva de Estados Unidos en Irak y la región” ([10]).
Para el BIPR, “el verdadero enemigo de los USA (...) es el euro, que está amenazando peligrosamente la hegemonía absoluta del dólar” ([11]).
En coherencia con todo lo precedente, la única actitud consecuente es la de una lucha a muerte contra el capital, sean cuales sean las prendas con las que se presente, y de una denuncia sin reservas del pacifismo. Es precisamente lo que hicieron estos grupos y en particular el BIPR:
“Europa –y en particular el eje franco-alemán– intenta dificultar los planes militares norteamericanos jugando de momento la baza del pacifismo, y así ha armado una trampa ideológica en la que ya han caído muchos. Ya lo sabemos, y lo demuestran los hechos, que ningún Estado europeo, cada vez que ha sido necesario, ha vacilado en hacer prevalecer sus intereses económicos con la fuerza de las armas. Lo que hoy se perfila es un nuevo nacionalismo... supranacional, europeo, ya implícito en muchas declaraciones de los “desobedientes”. La referencia misma a una Europa de los derechos del hombre y de los valores sociales, opuesta al individualismo exacerbado de los norteamericanos, es la presunción de un alineamiento futuro a favor de los objetivos de la burguesía europea en su confrontación final con la burguesía norteamericana” ([12]).
“En gran parte de las “izquierdas” parlamentarias y de sus apéndices “movimentistas” (amplios sectores del movimiento altermundialista), se hace referencia a una Europa de los derechos del hombre y de los valores sociales, opuesta al individualismo exacerbado de los norteamericanos. Intentan así hacer olvidar que esa misma Europa, a propósito de “valores sociales”, es la que ha estado aumentando sin cesar los recortes en las jubilaciones (las pretendidas “reformas de las pensiones”); y es esa misma Europa la que ya ha echado a la calle a millones de trabajadores y que ahora se esfuerza en reducir aun más la fuerza de trabajo a pura mercancía “desechable” mediante una precariedad progresiva y devastadora” ([13]).
Todo esto demuestra entonces la existencia de un mismo campo que se mantiene fiel a los principios del proletariado, el de la Izquierda comunista, sea cual sea la conciencia que tienen de ésta los grupos que la componen.
Lo que no impide, como ya hemos dicho, que existan divergencias a menudo importantes entre la CCI y estos grupos, como lo vamos a ver. El problema no está en la existencia de estas divergencias, sino en el que estos grupos las utilizan para justificar su rechazo de una respuesta común frente a una situación particularmente grave y también en el que no hacen nada para que sean esclarecidas las cuestiones en un debate público serio.
Referencias a Lenin invocadas fuera de lugar para justificar la inacción común
En el nº 113 de la Revista internacional, ya dimos una respuesta a la critica de “frentismo” que nos hizo le Prolétaire y a la de “idealismo” que nos hizo el BIPR, que así intentan explicar los pretendidos errores de análisis de la CCI. Seguimos sin haber recibido respuestas a nuestra argumentación, con excepción de un articulo publicado en el nº 466 de le Prolétaire. Según esta organización, el querer hacer caso omiso del desacuerdo que nos diferencia sobre el tema del derrotismo revolucionario justifica plenamente la crítica de “frentismo” que nos dirige a propósito de nuestro llamamiento a una acción común.
Resulta entonces necesario volver sobre la cuestión del derrotismo revolucionario a la luz del artículo de le Prolétaire. Éste contiene un elemento nuevo sobre el que nos centraremos:
“No es verdad que las organizaciones situadas en esta categoría estén de acuerdo en lo esencial, que compartan una posición común, aunque solo sea sobre la cuestión de la guerra y del internacionalismo. Por contrario, se oponen sobre cuestiones políticas y programáticas que mañana serán vitales para la lucha proletaria y para la revolución, de igual modo que ya hoy se oponen sobre las orientaciones y directivas de acción que dar a los pocos elementos en búsqueda de posiciones clasistas.
“Sobre la cuestión de la guerra en particular, hemos hecho hincapié en la noción de derrotismo revolucionario porque desde Lenin es la que caracteriza la posición comunista en las guerras imperialistas. Ahora bien, la CCI está precisamente opuesta al derrotismo revolucionario. ¿Cómo entonces podría ser posible expresar en común una posición que en el fondo, en cuanto se profundiza un poco, cuando se va más allá de las grandes y bellas frases sobre el derrumbamiento del capitalismo y la dictadura del proletariado, no existe? Una acción común no seria posible más que consintiendo en borrar o atenuar divergencias irreconciliables, o sea escondiéndolas a los proletarios con respecto a quien se interviene ampliamente, consintiendo en presentar a aquellos militantes de otros países que se quiere conseguir una imagen falsa de una “izquierda comunista” unida sobre lo esencial, o sea engañándolos. Disimular sus posiciones, puesto que a eso conducen, se quiera o no, estas propuestas unitarias, queriendo alcanzar unos pocos objetivos inmediatos o contingentes, ¿no es precisamente la definición clásica del oportunismo?” ([14]).
El PCI persiste en querer ignorar nuestro argumento según el cual:
“Hablar de “frentismo” y de “mínimo común denominador”, no sólo impide que salgan a la luz las divergencias entre internacionalistas sino que es además un factor de confusión en la medida en que la verdadera divergencia, la frontera de clase que separa a los internacionalistas de toda la burguesía, desde la derecha a la extrema izquierda, se pone en el mismo plano que las divergencias entre internacionalistas” ([15]).
También observamos que ya sea por ignorancia (es decir desprecio por la crítica de posiciones políticas, lo cual es un defecto importante en una organización revolucionaria) sea por gusto de la polémica fácil, el PCI no refiere la posición de la CCI sobre la cuestión del derrotismo revolucionario. Se limita en decir que “la CCI está precisamente opuesta al derrotismo revolucionario”, dejando así campo abierto a cualquier interpretación de nuestra posición, y, por qué no, que la CCI estaría en favor “de la defensa de la patria” en caso de ataque por parte de otras potencias. Conviene entonces recordar cuál es nuestra posición sobre el tema, tal como la defendimos ya cuando la primera guerra del Golfo. Afirmamos entonces:
“Esta consigna fue lanzada por Lenin durante la Primera Guerra mundial. Representaba una denuncia de las dilaciones de los elementos “centristas”, los cuales, a pesar de decirse de acuerdo “en principio” para negarse a toda participación en la guerra imperialista, preconizaban sin embargo la necesidad de esperar a que los obreros de los “países enemigos” estuvieran dispuestos a lanzarse a luchar contra la guerra antes de llamar a los del “propio país” a hacer lo mismo. Para argumentar esta posición, anteponían el argumento de decir que si los proletarios de un país se adelantaban por esta vía, favorecerían la victoria del “país enemigo” en la guerra imperialista. Cara a este “internacionalismo” condicional, Lenin contestó con razón que la clase obrera de un país cualquiera no tenía el menor interés en común con “su” burguesía, añadiendo que, además, la derrota de ésta no podía sino favorecer su lucha propia, como ocurrió cuando la Comuna de París (favorecida por la derrota de Francia contra Prusia) o cuando la Revolución de 1905 en Rusia (favorecida por la derrota contra Japón). Concluía de esta constatación que cada proletariado debía “desear” la derrota de “su” burguesía. Esta posición ya era errónea en aquel entonces, en la medida en que implicaba que los revolucionarios de cada país debían reivindicar para “su” proletariado las condiciones más favorables para la revolución proletaria, cuando es mundialmente, y para empezar en los países avanzados (los cuales estaban todos metidos en aquella guerra), donde ha de realizarse la revolución. Sin embargo, la debilidad de esta consigna jamás llevó a Lenin a cuestionar el internacionalismo más intransigente (¡y fue precisamente esta intransigencia la que provocó aquel “patinazo”). En particular, jamás se le habría ocurrido a Lenin apoyar a la burguesía de un país “enemigo”, incluso si en toda lógica esto hubiese podido deducirse de su “deseo”. En cambio, esta consigna fue utilizada más tarde y a menudo por los partidos burgueses pretendidamente “comunistas” para justificar su participación en la guerra imperialista. Así es como por ejemplo los estalinistas franceses “volvieron a descubrir” las virtudes del “internacionalismo proletario” y del “derrotismo revolucionario” tras la firma del Pacto germano-soviético en 1939, tras haberlas olvidado durante mucho tiempo, y volvieron a “olvidarse” de ellas y con la misma rapidez en cuanto Alemania entró en guerra contra la URSS en 1941. También los estalinistas italianos utilizaron ese “derrotismo revolucionario” para justificar, después de 1941, su política al mando de la “resistencia” contra Mussolini. Hoy en día, en nombre de este “derrotismo revolucionario” los trotskistas de todos los países implicados en la guerra de Irak justifican el apoyo a Sadam Husein” ([16]).
Así pues, no es el método adoptado por la CCI el que debe ponerse en entredicho, sino el de sus críticos, los cuales no han asimilado con profundidad las consignas del movimiento obrero de la primera oleada revolucionaria mundial de 1917-23.
Una vez clarificadas estas cuestiones en torno al derrotismo revolucionario, ¿hemos de persistir pensando que las divergencias que hemos puesto en evidencia no son un obstáculo a una respuesta común de los diversos grupos frente a la guerra? A pesar de los errores de los grupos a los que estaba dirigido el llamamiento, consideramos sin embargo que éstos no significan un cuestionamiento de sus posiciones internacionalistas. Estos grupos internacionalistas no son aquellos traidores estalinistas o trotskistas que se aprovecharon de la ambigüedad de la consigna para legitimar la guerra. Son formaciones políticas proletarias que no han sido capaces, por varias razones, de “poner sus relojes en hora” sobre ciertas cuestiones del movimiento obrero.
Sectarismo con la Izquierda comunista y oportunismo con el izquierdismo
Recordemos que el BIPR piensa que las divergencias con la CCI son demasiado importantes para permitir una respuesta común con respecto a la guerra. Sin embargo, el siguiente pasaje de una hoja de Battaglia comunista, uno de los dos componentes del BIPR, expresa, al contrario, una convergencia de fondo sobre el análisis de la dinámica de la relación de fuerzas entre proletariado y burguesía, precisamente el tema en el que el BIPR considera tan diferentes nuestros puntos de vista:
“En ciertos aspectos, ya no se necesita el alistamiento en el frente de la clase obrera para la guerra: basta con que se quede en casa, en las fábricas y oficinas, trabajando para la guerra. El problema se plantea cuando esta clase se niega a trabajar para la guerra y se transforma inmediatamente en obstáculo serio al desarrollo de la guerra misma. Eso (y de ningún modo las manifestaciones por importantes que sean de los ciudadanos pacifistas y menos aun las veladas con sermones del Papa) sí que es un freno a la guerra: eso sí que la puede impedir” ([17]).
Este pasaje expresa la idea totalmente correcta según la cual guerra y lucha de clases no son variables independientes una de otra sino que son antitéticas, en el sentido en que cuanto más está alistada la clase obrera, tanto más libres tiene las manos la burguesía para hacer sus guerras; y de igual modo, cuanto más “se niega la clase a trabajar para la guerra”, tanto más “se transforma en obstáculo serio ante el desarrollo de la guerra misma”. Tal como está expresada aquí en boca de Battaglia comunista ([18]), esta idea es muy parecida a la que sirve de base a nuestra noción de curso histórico, resultante histórica de las dinámicas puestas de manifiesto más arriba: la tendencia permanente del capitalismo a la guerra y la tendencia histórica de una clase obrera que no ha sido vencida hacia enfrentamientos decisivos contra la clase enemiga. Y sin embargo Battaglia sigue acusándonos de idealismo al criticar esa posición. Sobre el tema, como en otros diversos puntos en los que Battaglia nos acusa de no enfrentarnos a la situación actual y refugiarnos en nuestro “idealismo”, señalamos al lector que hemos contestado en detalle en varios artículos y directamente en varias polémicas ([19]).
Al observar la actitud puntillosa del BIPR con respecto al examen de sus divergencias con la CCI, hubiésemos esperado una actitud parecida por parte de esta organización con respecto a los demás grupos. Y no es así.
Aquí nos referimos a su actitud con su grupo simpatizante y representante político en norteamérica, el “Internationalist Worker’s Group” (IWG) que publica Internationalist Notes. Este grupo ha intervenido junto con anarquistas y ha tenido una reunión publica común con Red and Black Notes, con consejistas y con la “Ontario Coalition Against Poverty” (OCP), especie de grupo típicamente izquierdista y activista. El IWG acaba de publicar una toma de posición en solidaridad con los “compañeros” del OCP encarcelados tras haber sido detenidos por vandalismo en las recientes manifestaciones contra la guerra en Toronto. También ha organizado una reunión publica común con “compañeros anarco-comunistas” en Québec.
Si nosotros estamos convencidos de la necesidad de estar presentes para favorecer la influencia de la Izquierda comunista en los debates de los grupos políticos del pantano, o sea ese espacio en el que las posiciones vacilan entre las de los revolucionarios y las de la burguesía, nos ha dejado sin embargo desconcertados, es lo menos que podemos decir, el método utilizado. Este método consiste en una “apertura” totalmente opuesta a la política de rigor ostentada por el BIPR europeo. Teniendo en cuenta esta diferencia de método, o sea de principios, hemos pensado poder mandar también al IWG una llamada a una iniciativa común, que entre otras cosas decía:
“Si entendemos bien, el rechazo del BIPR [a una acción común] está esencialmente basado en que existen, según él, demasiadas diferencias entre nuestras posiciones respectivas. Citamos la carta que nos ha mandado el Buró: “una acción unida contra la guerra, como sobre cualquier otro tema, no puede considerarse más que entre compañeros bien definidos y políticamente identificados sin el menor equivoco, que comparten las mismas posiciones y las consideran todas esenciales”.
“Nos hemos enterado sin embargo, por el sitio Web del BIPR y también por la prensa (ultimo numero de Internationalist Notes y hojas de Red & Black), que Internationalist Notes en Canadá había cerebrado una reunión común contra la guerra con anarco-comunistas de Québec y con activistas libertarios-comunistas de consejos y “antipobreza” en Toronto. Aparentemente, a pesar de que existan diferencias substanciales entre la CCI y el BIPR sobre varias cuestiones, éstas son insignificantes comparadas con las que existen entre la Izquierda comunista y los anarquistas (por mucho que éstos peguen el término “comunista” al término “anarquista”) y los activistas “contra la pobreza”, los cuales en su sitio Web no afirman ni una sola posición anticapitalista. Hemos de concluir entonces que el BIPR tiene dos estrategias diferentes para su intervención contra la guerra: una para el continente norteamericano y otra para Europa. Las razones invocadas para rechazar una acción común con la CCI en Europa no se aplican a Canadá o Estados Unidos.
“Mandamos entonces específicamente esta carta a Internationalist Notes, como representantes del BIPR en Norteamérica, para reiterar la propuesta que ya hemos hecho al BIPR en su conjunto” ([20]).
Nunca se nos ha contestado a esta carta, lo que expresa ya de por sí una actitud extraña a la política comunista revolucionaria, lo que expresa una actitud en la que se toma posición políticamente en función de sus humores y de lo que menos incomoda ([21]).
Si no hubo la menor respuesta a esta carta, no es por casualidad sino porque no podía haber la menor respuesta coherente posible sin pasar por una autocrítica. Además, la política de la IWG en América del Norte no es algo específico de los compañeros norteamericanos; está marcada por la capacidad de conciliar sectarismo y oportunismo como tan bien sabe hacerlo el BIPR: sectarismo con la Izquierda comunista y oportunismo con los demás ([22]).
De forma mas general, el rechazo a nuestro llamamiento no se basa en divergencias bien reales entre nuestras organizaciones, sino más bien en una especie de voluntad sectaria, y a la vez oportunista, de seguir separados unos de otros para poder seguir tranquilamente con sus actividades políticas, cada uno en su rincón sin arriesgarse a ser criticado o tener que vérselas con estos incansables “pesados” de la CCI.
Semejante actitud por parte de estos grupos no es ni fortuita ni reciente. No deja de recordar la de la IIIª Internacional degenerante que se cerró a la Izquierda comunista –o sea al ala más clara y determinada en la definición de las posiciones revolucionarias–, “abriéndose” en cambio ampliamente a la derecha en su política de fusión con las corrientes centristas (los “Terzini” en Italia, el USPD en Alemania) y de “frente único” con la socialdemocracia traidora y verdugo de la revolución. Internationalisme, órgano de la Izquierda comunista de Francia (ICF, los precursores de la CCI) se refiere a este enfoque oportunista de la IC cuando critica en los años 40 la fundación sobre bases oportunistas del Partido comunista internacionalista de Italia, antepasado común a todos los PCInt bordiguistas y de Battaglia comunista:
“Y resulta extraño asistir hoy, 23 años después de la discusión entre Bordiga y Lenin sobre la formación del PC de Italia, a la repetición del mismo error. El método de la IC, tan combatido por la Fracción de izquierdas (de Bordiga) y cuyas consecuencias fueron catastróficas para le proletariado es el que utiliza la misma Fracción para construir el PC de Italia” ([23]).
Se asistió en los años 30 al mismo enfoque oportunista por parte de los trotskistas, en particular contra la Izquierda italiana ([24]). Y cuando ésta sufrió una ruptura en el momento de la fundación del PCInt, la actitud del nuevo partido con respecto a la ICF no dejaba de recordar la del trotskismo. A pesar de que no se puede hablar de degeneración del PCInt recién nacido en aquel entonces, lo que, en cambio, sí decimos de la IC y posteriormente del trotskismo, así como tampoco se puede hablar hoy de degeneración del BIPR o del PCInt, sin embargo su fundación fue un paso atrás respecto a la actividad y al nivel de clarificación alcanzado por la Izquierda italiana (con su revista Bilan) en los años 30. Así criticaba Bilan este oportunismo:
“Compañeros, existen dos métodos de agrupamiento; el que fue utilizado cuando el Primer congreso de la IC, que convidó a todos los grupos y partidos que se reivindicaban del comunismo a participar a la confrontación de sus posiciones. Y el que utilizó Trotski en 1931, cuando “reorganizó” la Oposición internacional y su secretariado, esforzándose en eliminar previamente y sin la menor explicación a la Fracción italiana y otros grupos que la componían (los viejos compañeros ya se acordarán de la carta de protesta que fue mandada por la Fracción italiana a todas las secciones de la Oposición internacional, censurando este acto arbitrario y burocrático de Trotski)” ([25]).
“El PCI nació en la fiebre de las semanas de 1943... no solo dejó a un lado todo el trabajo positivo que había cumplido la Fracción italiana durante el largo periodo entre 1927 y 1944, sino que en muchos puntos la posición del nuevo partido se quedó muy atrás de la que había tenido la Fracción abstencionista de Bordiga en el 21. En particular sobre la cuestión del Frente único político, en la medida en que se habían hecho propuestas de frente único al partido estalinista en ciertas manifestaciones locales, sobre la participación en elecciones municipales y parlamentarias, dejando de lado la vieja posición abstencionista, sobre el antifascismo, cuando se abrieron las puertas de par en par para que ingresaran elementos de la Resistencia, sobre la cuestión sindical, cuando el partido hizo suya la vieja posición de la IC de fracciones en los sindicatos luchado por conquistarlos y, más aun, a favor de la formación de minorías sindicales (la posición y la política de la Oposición sindical revolucionaria).
“En pocas palabras, bajo la apelación de Izquierda comunista internacional, tenemos una formación italiana de tipo trotskista clásico, menos la defensa de la URSS. Es la misma proclamación del Partido sin tener en cuenta el curso reaccionario, la misma política práctica oportunista, el mismo activismo de agitación estéril de las masas, el mismo desprecio por la discusión teórica y la confrontación de ideas, tanto en el partido como hacia el exterior con los demás grupos revolucionarios” ([26]).
Hoy todavía, Battaglia comunista y los PCInts llevan la marca de este oportunismo original. Pero como ya hemos dicho, creemos en la posibilidad y la necesidad de un debate entre los diferentes componentes del campo revolucionario y no abandonaremos ni mucho menos por mucho que se rechacen nuestras propuestas, y por irresponsable que sea este rechazo.
Ezechiele (diciembre de 2003)
[1] “La responsabilidad de los revolucionarios frente a la guerra. Propuestas de la CCI a los grupos revolucionarios para una intervención común frente a la guerra y respuestas a nuestro llamamiento”, Revista internacional, no 113).
[2] Ídem.
[3] Ídem.
[4] “De guerra en guerra”, Il Programma comunista, no 3. Es de señalar que estas líneas las escribe una organización que considera que las condiciones y los medios de la lucha proletaria son invariables desde 1848 y que, al ser así, rechaza la noción de decadencia del capitalismo. No podemos sino alegrarnos de que la percepción de la realidad, esta vez, sea más fuerte que el dogma de sus invariables posiciones.
[5] " Contra la guerra y contra la paz del capital, Il Partito comunista, nº 296, febrero de 2003. Dejamos voluntariamente de lado en este artículo la expresión de divergencias secundarias en la cuestión esencial del internacionalismo. Señalemos, sin embargo, que como ya tuvimos ocasión de desarrollarlo en nuestra prensa, es un error caracterizar los campos imperialistas que se enfrentan como el del euro y el del dólar, como podemos comprobarlo con las disensiones en la UE y la zona Euro. Il Partito ¿piensa en serio y contra toda evidencia que Holanda, España, Italia y Dinamarca forman parte con Alemania y Francia de una coalición antiamericana?
[6] La guerra sucia iraquí entre euro y dólar”, Il Partito comunista no 297, marzo-abril de 2003.
[7] “Se acabó la guerra en Irak… sigue la dominación capitalista”. Volante de le Prolétaire, mayo del 2003.
[8] “El pacifismo y la lucha sindical”, Il Partito comunista, no 297, marzo-abril del 2003.
[9] “Réplica de clase a la guerra imperialista”, volante de Programma comunista, marzo del 2003.
[10] “Pacifismo imperialista”, Il Partito comunista, no 296, febrero del 2003.
[11] “¡Ni con Sadam, ni con Bush, ni con Europa!”, volante de Battaglia comunista, marzo del 2003.
[12] “A pesar de la porquería neofascista, el enemigo sigue siendo el capital y sus guerras”, volante de Battaglia comunista, marzo del 2003.
[13] “¡Ni con Sadam, ni con Bush, ni con Europa!”, volante de Battaglia comunista, marzo del 2003.
[14] “Noticias del frentismo político: propuestas unitarias con respecto a la guerra”, le Prolétaire, no 466, marzo-mayo del 2003 (traducción nuestra, subrayados del articulo).
[15] Revista internacional, no 113.
[16] “El medio político proletario frente a la guerra del Golfo”, Revista internacional, no 64.
[17] “A pesar de la porquería neofascista, el enemigo sigue siendo el capital y sus guerras”, volante de Battaglia comunista, marzo del 2003. Subrayado en el original.
[18] Por nuestra parte, Habríamos formulado esa idea de forma un poco diferente, hablando "del rechazo por parte de la clase obrera a sacrificarse por el esfuerzo de guerra", formulación menos restrictiva que la del BIPR, la cual tiene la debilidad de dar a entender que sólo la producción de guerra estaría concernida por el esfuerzo de guerra.
[19] Véase por ejemplo los artículos siguientes, entre los más recientes:
– “Polémica con el BIPR: la lucha de la clase obrera en los países de la periferia del capitalismo”, Revista internacional no 100.
– “Discusión con el medio político proletario: la necesidad de rigor y seriedad”, Revista internacional no 101.
– “Debate con el BIPR: la visión marxista y la visión oportunista en la política de la construcción del Partido”, Revista internacional no 103.
[20] Carta mandada por la CCI el 6 de junio del 2003.
[21] Es ésa una práctica normal en varios grupos bordiguistas, coherentes con la visión que tienen de sí mismos de ser cada uno el único depositario de la conciencia de clase y "único" núcleo del futuro partido. Sin embargo, en esta parte caricaturesca de este componente del medio político proletario, existen grupos más responsables que a pesar suyo tienen que admitir que no están solos en el mundo y contestan al correo de los demás grupos, sea por carta o en artículos de prensa.
[22] Véase en particular los artículos “Debate con el BIPR: la visión marxista y la visión oportunista en la política de construcción del Partido”, Revista internacional, nos 103 y 105.
[23] Internationalisme n° 7, febrero del 46, “A propósito del 1er Congreso del Partido comunista internacionalista de Italia".
[24] Véase sobre el tema nuestro libro La Izquierda comunista de Italia, y más particularmente la parte que trata de las “Relaciones entre la Fracción de izquierdas del PC de Italia y la Oposición de izquierda internacional”.
[25] Internationalisme n° 10, mayo del 46, “Carta a todos los grupos de la Izquierda comunista internacional”.
[26] Internationalisme n° 23, junio del 47, “Problemas actuales del movimiento obrero internacional”.