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“Perspective internationaliste”
campeones del disparate político
En el nº 28 de su revista, de mayo de 1995, el «grupo» Perspective internationaliste (PI) se descolgó con un panegírico sobre las multiplicadas capacidades del capitalismo desde principios de este siglo y, especialmente, en toda la región del Este asiático. Semejante discurso laudatorio, ni el informe más ideológico del Banco Mundial se habría atrevido a pronunciarlo: «el capitalismo ha seguido desarrollando sus fuerzas productivas todo a lo largo de su período de decadencia –y además a un ritmo rapidísimo– (...) las tasas más prodigiosas (sic) de crecimiento de la producción industrial se han verificado desde finales de los años 60 (...) La CCI habla también de desarrollo desigual en el espacio: ningún país recién llegado al mercado mundial puede, según su concepto de la decadencia, industrializarse y rivalizar con los antiguos (...) Y, sin embargo, Japón se ha convertido en la segunda potencia económica mundial; China se ha convertido rápidamente en gran potencia económica por cuenta propia; Corea del Sur, Taiwán, Singapur, etc. se han unido recientemente a las filas de los países industrializados (...) En 1962, el Pacífico occidental sólo pesaba 9 % en el PNB mundial; en 1982, su participación era de 15 % y a finales de siglo será, probablemente, 25% –proporción mayor que la de Europa occidental o América del Norte. Tal capitalización de Extremo Oriente, el ingreso en las filas del mundo industrializado de una región que antes de la IIª Guerra mundial era totalmente marginal desde el punto de vista industrial, no pueden sencillamente explicarse con el concepto de decadencia de la CCI». En el momento en que PI hacía elucubraciones sobre los horizontes radiantes del capitalismo, hacíamos nosotros el diagnóstico de su hundimiento en medio de sacudidas financieras cada vez más frecuentes y profundas, consecuencia del recurso constante al endeudamiento para repeler los efectos de la crisis en el tiempo ([1]). En esa misma ocasión analizábamos de manera histórica y profundizada la pretendida prosperidad del sureste asiático poniendo en solfa esas músicas celestiales que nos toca la burguesía sobre ese tema ([2]), partituras que ahora PI recoge y vuelve a tocar en tono mayor.
Sólo dos años han bastado para que los hechos den su veredicto: el Sureste asiático está en perfusión, el FMI ha tenido que movilizar toda su energía para imponer las medidas más drásticas nunca antes tomadas para intentar «sanear» una situación económica carcomida. Y para acompañar esas medidas que pueden desembocar en un desmoronamiento económico de amplitud, ha tenido que desbloquear el crédito más alto de toda su historia. En la otra punta del planeta, en los países occidentales desarrollados, sólo las manipulaciones al más alto nivel entre gobiernos y grandes instituciones financieras han podido limitar el desastre.
Al parecer a PI lo que le preocupa es llevarle la contraria a la CCI y no a la burguesía... a eso lleva el peor de los parasitismos: a hacerle el juego objetivamente al enemigo de clase, a propalar las mayores estupideces que producen los círculos de propaganda ideológica de la burguesía.
Con una regularidad de metrónomo, ese «grupo» nos hace entrega de ese tipo de, llamémosle, análisis que ganaría un premio en el concurso mundial de la sandez política. ¿De dónde le vienen sus lamentables pretensiones políticas? Recordemos aquí que los miembros de PI abandonaron la CCI en 1985 de una manera irresponsable, desertando el combate militante, arrastrados por rencores y recriminaciones personales ([3]). Desde entonces, acusan a nuestra organización de «traicionar su propia plataforma», de «degenerar al modo estalinista», de «despreciar la profundización de la teoría marxista». Su credo fue el de presentarse como los verdaderos defensores y continuadores de nuestra plataforma política con el propósito de ponerse seriamente a elaborar la teoría comunista, tareas que, según ellos, habríamos abandonado.
¿Qué es de todos esos propósitos hoy? PI, que pretendía defender con uñas y dientes la plataforma, ha acabado rechazándola, ¡intentando ahora elaborar una nueva...!, tarea emprendida desde hace varios años pero que parece estar muy por encima de sus fuerzas. Ha acabado yendo a buscar su «profundización teórica fundamental» en las elucubraciones sobre la «recomposición del proletariado» del «doctor en sociología» Alain Bihr, colaborador del Monde diplomatique y gran animador de la campaña antinegacionista con la que han intentado desprestigiar a la Izquierda comunista. También, usando un esquema de Marx que se aplicaba al siglo pasado antes del apogeo del modo de producción capitalista, PI «descubrió» que la Perestroika de Gorbachov se explicaba por el paso de la economía rusa de la «dominación formal» a la «dominación real» del capital. Este análisis «absolutamente crucial para explicar la evolución del mundo hoy», decía PI, no le impidió que necesitara dos años después de 1990 para comprender lo que todo el mundo sabía de sobra: que el bloque del Este había dejado de existir. Visiblemente preocupado por el brillo de su imagen de «crisol de la teoría», de «polo internacional de discusión por un marxismo vivo», PI ha emprendido la tarea de volver a definir el concepto marxista de decadencia del capitalismo. Puestos a redefinir, se ha dedicado más bien a liquidar la herencia teórica de los grupos de la Izquierda comunista y, en fin de cuentas, del marxismo. El capitalismo estaría, hoy, en su fase más dinámica y más próspera, en plena «tercera revolución tecnológica» (cuyos efectos habrían sido totalmente desdeñados por la CCI) que abriría la posibilidad, según PI, de un real desarrollo nacional burgués en la periferia ([4]). PI subraya las «capacidades de emergencia de burguesías locales periféricas capaces de industrializar y rivalizar con los antiguos países industriales».
En otras muchas cuestiones, PI no se queda atrás, pero resultaría un poco pesado hacer una lista exhaustiva. Vale, sin embargo, la pena poner de relieve otra de sus «hazañas teóricas» de la última década.
En el momento de la matraca ideológica más ensordecedora de las campañas burguesas tras el hundimiento de los regímenes estalinistas con la intención de identificar a Lenin con Stalin, a la Revolución rusa con el Gulag y el nazismo, PI aporta su ladrillito a ese montaje. En el editorial del nº 20 (verano de 1991), ilustrado por una cabeza de Lenin de la que salen cabecitas de Stalin, podía leerse lo siguiente: «Los revolucionarios (...) deben destruir sus propios iconos, las estatuas de los “jefes gloriosos” (...), deben abandonar la tendencia a considerar la revolución bolchevique como un modelo...». ¡Vaya contribución teórica fundamental de PI para desmontar las trampas de una campaña ideológica cuyo primer objetivo es desarraigar para siempre de la conciencia de la clase obrera toda su historia y su perspectiva histórica! (ver artículo en esta Revista). La constancia de PI en sus tomas de posición absurdas y nefastas para la toma de conciencia del proletariado, su insistencia en querer elaborar «teorías» tan incoherentes como pedantes se explican perfectamente por los orígenes y la naturaleza misma de ese grupo, auténtico producto concentrado del parasitismo político.
C. Mcl
[1] «Tormenta financiera, ¿la locura?», Revista internacional nº 81. «Resolución sobre la situación internacional», Revista internacional n º 82. «Una economía de casino», Revista internacional nº 87. «Resolución sobre la situación internacional», Revista internacional nº 90.
[2] «Los “dragones” asiáticos se agotan», Revista internacional nº 89.
[3] El lector podrá encontrar las posiciones de la CCI sobre PI (o «fracción externa de la CCI», según su antiguo nombre) en los nº 45, 64 y 70 de la Revista internacional.
[4] Lógicamente, PI debería abandonar pronto la posición de la Izquierda comunista, que es todavía la suya, sobre la imposibilidad de verdaderas luchas de liberación nacional.