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La tercera parte de esta historia de la crisis capitalista la dedicamos a la década de los 90. Esta década no se ha cerrado todavía pero sus últimos 30 meses están siendo especialmente graves en el plano económico([1]).
Hemos asistido a lo largo de la década al hundimiento de todos los modelos de gestión económica que el capitalismo presentaba como panacea y solución: en 1989 fue el modelo estalinista que la burguesía ha vendido como «comunismo» para mejor avalar la mentira del «triunfo del capitalismo». Tras él han ido cayendo, uno detrás de otro, aunque de forma más discreta, los alabados modelos alemán, japonés, sueco, suizo y, finalmente, el de los «tigres» y «dragones» asiáticos. Esta sucesión de fracasos muestra que el capitalismo no tiene solución a su crisis histórica y que tantos años de trampas y manipulaciones de las leyes económicas no la han sino empeorado considerablemente.
El hundimiento de los países del Este y la recesión mundial de 1991-93
El derrumbe de los países del antiguo bloque ruso ([2]) es un auténtico descalabro: de 1989 a 1993, los índices de producción caen regularmente entre un 10 y un 30 %. Rusia ha perdido entre 1989 y 1997 ¡el 70 % de su producción industrial! Sí bien a partir de 1994 los ritmos de caída se moderan, el balance sigue siendo desolador: países como Bulgaria, Rumania o Rusia siguen presentando índices negativos mientras que únicamente Polonia, Hungría y la República checa ofrecen tasas positivas.
El desplome de estas economías que cubren más de la sexta parte del territorio mundial es el más grave de todo el siglo XX en tiempos de «paz». Se añade a la lista de damnificados durante los años 80: la mayoría de países africanos y un buen número de países asiáticos, caribeños, centroamericanos y sudamericanos. Las bases de la reproducción capitalista a escala mundial sufren una nueva e importante amputación. Pero el hundimiento de los países del antiguo bloque del Este no es un hecho aislado, es el anuncio de una nueva convulsión de la economía mundial: tras 5 años de estancamiento y tensiones financieras (ver nuestro artículo anterior), desde finales de 1990, la recesión se apodera de las grandes metrópolis industriales:
- Estados Unidos conoce una ralentización del crecimiento entre 1989 y 1990 (2 % y 0,5 %) que se convierte en una tasa negativa en 1991: – 0,8 %;
- Gran Bretaña sufre la recesión más fuerte desde 1945 que se prolonga hasta 1993;
- en Suecia, la recesión es la más violenta desde la posguerra, entrando a partir de entonces en una situación de semi estancamiento (el famoso «modelo sueco» desaparece de los libros de texto);
- aunque la recesión se retrasa en Alemania y en los demás países de Europa occidental, estalla sin embargo a mediados de 1992 y se prolonga durante 1993-94. En 1993, la producción industrial de Alemania cae un 8,3 % y para el conjunto de países de la Unión europea (UE) la producción total cae un 1 %;
- Japón desde 1990 cae en un estado de recesión larvada: la media durante el periodo 1990-97 es un raquítico 1,2 % y ello pese a que el gobierno ha realizado nada menos que ¡11 planes de relanzamiento!
- El desempleo bate nuevos récords históricos. Baste señalar unos pocos datos:
- en 1991, los 24 países de la OCDE eliminaron 6 millones de puestos de trabajo;
- entre 1991 y 1993, se destruyeron 8 millones de empleos en los 12 países de la Unión europea;
- en 1992, Alemania alcanza el nivel de paro de los años 30 y desde entonces, lejos de bajar, seguirá aumentando llegando a los 4 millones en 1994 y a los 5 millones en 1997.
Aunque en términos de caída de índices de producción, la recesión de 1991-93 parezca más suave que las anteriores de 1974-75 y 1980-82, hay una serie de elementos cualitativos que muestran lo contrario:
- a diferencia de las recesiones anteriores ningún sector se salva de la crisis;
- la recesión golpea especialmente a los sectores de informática y armamentos que nunca se habían visto afectados. Así, en 1991 IBM realiza 20 000 despidos (80 000 en 1993); NCR 18 000; Digital Equipment 10 000; Wang 8 000, etc. En 1993, la modernísima y potente industria alemana del automóvil planifica 100 000 despidos;
- se produce un fenómeno tampoco visto en recesiones anteriores. Aquellas se habían producido porque los gobiernos, ante la amenaza de la inflación, habían cerrado bruscamente el grifo crediticio. En cambio, esta tiene lugar en medio de enormes inyecciones de crédito que no consiguen estimular la máquina económica: «al contrario de lo que se produjo cuando las recesiones de 1967, 1970, 1974-75 y 1980-82, el aumento de la masa monetaria creada directamente por el Estado (billetes del banco central y piezas de moneda) ya no provoca un aumento de la masa de créditos bancarios. Por mucho que el gobierno americano apriete el acelerador, la máquina bancaria sigue sin responder» (Revista internacional nº 70: «Una recesión peor que las anteriores») . Así, entre 1989 y 1992 la Reserva federal estadounidense baja 22 veces el tipo de interés pasando de un 10% a un 3% (una cifra inferior a la tasa de inflación lo que significa que se presta el dinero a la banca de forma prácticamente gratuita) sin con ello lograr animar la economía. Es lo que los expertos llaman el «credit-crunch», la «contracción del crédito»;
- se produce un importante rebrote inflacionario. Los datos para 1989-90 son:
USA ................................................................. 6 %
Gran Bretaña .................................... 10,4 %
C.E.E. .......................................................... 6,1 %
Brasil ......................................................... 180 %
Bulgaria ..................................................... 70 %
Polonia ....................................................... 50 %
Hungría ...................................................... 40 %
URSS ............................................................ 34 %
La recesión de 1991-93 muestra la reaparición tendencial de la tan temida combinación que tanto asustaba a los gobernantes burgueses en los años 70: la recesión más la inflación, la estanflación. De forma general, evidencia que la «gestión de la crisis», que analizamos en el primer artículo de esta serie, no puede ni superar ni siquiera atenuar los males del capitalismo y no hace otra cosa que aplazarlos haciéndoles mucho peores de tal forma que cada recesión es peor que la anterior pero mejor que la siguiente. En ese sentido la de 1991-93 manifiesta 3 rasgos cualitativos muy importantes:
- el crédito es cada vez más incapaz de relanzar la producción;
- se agrava el riesgo de una combinación entre estancamiento de la producción, por un lado, y de explosión inflacionaria, por otro;
- los sectores punta que hasta entonces se habían librado de la crisis entran en ella: informática, telecomunicaciones, armamentos.
Una recuperación sin empleos
Desde 1994 y tras unos tímidos intentos en 1993, la economía de Estados Unidos, acompañada por las de Canadá y Gran Bretaña, comienza a presentar cifras de crecimiento que no superarán nunca el 5%. Ello permite a la burguesía cantar victoria y proclamar a los cuatro vientos el «relanzamiento» económico e incluso hablar de «años de crecimiento ininterrumpido» etc.
Esta «recuperación» se apoya sobre:
- El endeudamiento masivo de Estados Unidos y de toda la economía mundial:
- entre 1987 y 1997 el endeudamiento total de EE.UU. ha crecido a un ritmo diario de 628 millones de dólares. Las bases de este endeudamiento son, por una parte, un drenaje de la enorme masa de dólares que circula por todo el mundo ([3]) y, por otra parte, el estímulo desaforado del consumo doméstico que provoca el desmoronamiento del ahorro de tal forma que en 1996, después de 53 años, la tasa de ahorro vuelve a ser negativa,
- China y los llamados «tigres» y «dragones» asiáticos reciben cuantiosos fondos sobre la base de la paridad entre su moneda local y el dólar (un fabuloso negocio para los inversionistas extranjeros) como combustible de su rápido aunque ilusorio crecimiento,
- una serie de países clave de América Latina (Brasil, Chile, Argentina, Venezuela, Méjico) son el centro de enormes préstamos especulativos pagados con elevados intereses a corto plazo;
- un aumento espectacular de la productividad del trabajo que permite bajar los costes y hacer las mercancías americanas más competitivas;
- una agresiva política comercial por parte del capital americano cuyos pilares son:
- obligar a sus rivales al desmantelamiento de aranceles y de otros mecanismos proteccionistas,
- manipulación del dólar, dejando caer sus cotizaciones cuando lo prioritario es estimular las exportaciones y haciéndolo subir cuando lo esencial es atraer fondos,
- aprovechar al máximo todos los instrumentos que EE.UU. tiene como primer potencia imperialista (militares, diplomáticos, económicos) para favorecer sus posiciones en el mercado mundial.
Los países europeos siguen el mismo camino que EE.UU. y a partir de 1995 participan también del «crecimiento» aunque en una medida mucho menor (índices que oscilan entre el 1 y el 3 %).
La característica más destacada de esta nueva «recuperación» es que se trata de una recuperación sin empleos, lo cual constituye una novedad frente a las anteriores. Así tenemos que:
- pese a las continuas operaciones de maquillaje estadístico, el desempleo no deja de aumentar entre 1993 y 1996 en los países de la OCDE;
- las grandes empresas lejos de aumentar el empleo lo continúan destruyendo: se calcula que en EE.UU. las 500 primeras empresas han eliminado 500 000 puestos entre 1993 y 1996;
- se reduce por primera vez desde 1945 la plantilla de funcionarios. Así la administración federal americana elimina 118 000 puestos entre 1994-96;
- a diferencia de fases de recuperación anteriores el aumento de los beneficios empresariales no se acompaña con un crecimiento del empleo sino todo lo contrario.
Los nuevos empleos que se crean son más bien subempleos, pésimamente remunerados y a tiempo parcial.
Esta recuperación que aumenta el desempleo es un testimonio elocuente de la gravedad que está alcanzando la crisis histórica del capitalismo pues como señalamos en la Revista internacional nº 80 «cuando la economía capitalista funciona de manera sana, el aumento o el mantenimiento de las ganancias es el resultado del incremento de los trabajadores explotados, así como de la capacidad para extraer de ellos una mayor cantidad de plusvalía. Cuando la economía capitalista vive en una fase de enfermedad crónica, a pesar del reforzamiento de la explotación y de la productividad, la insuficiencia de los mercados le impide mantener sus ganancias, mantener su rentabilidad sin reducir el número de explotados, sin destruir capital» .
Al igual que la recesión abierta de 1991-93, la recuperación de 1994-97, por su fragilidad y sus violentas contradicciones, es un nuevo exponente de la agravación de la crisis capitalista pues a diferencia de las anteriores:
- alcanza a un número de países mucho más pequeño;
- EE.UU. ya no ejerce de locomotora mundial que impulsa a sus «socios» sino que se recupera a costa de ellos, principalmente en detrimento de Alemania y Japón;
- el paro sigue creciendo y lo más que se logra es atenuar su ritmo de aumento;
- se acompaña de continuas convulsiones financieras y bursátiles. Entre otras:
- quiebra de la economía mexicana (1994),
- cataclismo del Sistema monetario europeo (1995),
- bancarrota del banco Barings (1996).
Podemos concluir que en la evolución de la crisis capitalista durante los últimos 30 años cada momento de recuperación es más débil que el anterior aunque más fuerte que el siguiente, mientras que cada fase de recesión es peor que la anterior aunque mejor que la siguiente.
La llamada «mundialización»
Durante los años 90 hemos visto florecer la ideología de la «mundialización» según la cual la imposición en todo el orbe de las leyes del mercado, el rigor presupuestario, la flexibilidad laboral y la circulación sin trabas de capitales, permitirían la salida «definitiva» de la crisis (eso sí, tras una nueva carga de agobiantes sacrificios sobre la espalda del proletariado). Como todos los «modelos» que le han precedido, esa nueva alquimia es otra tentativa de los grandes Estados capitalistas de «acompañar» la crisis y tratar de frenarla. A ese respecto, esta política contiene tres elementos esenciales:
- un incremento formidable de la productividad,
- reducción de barreras aduaneras y trabas al comercio mundial,
- un desarrollo espectacular de las transacciones financieras.
1) El incremento de la productividad
Durante los años 90 los países más industrializados han experimentado un importante incremento de la productividad. En este aumento podemos distinguir de un lado, la reducción de costes; de otro, el aumento de la composición orgánica del capital (la proporción entre capital constante y capital variable).
En la reducción de costes han intervenido varios factores:
- una tremenda presión sobre los costes salariales: reducción del salario nominal y recortes cada vez más fuertes de la parte del salario materializada en prestaciones sociales;
- una caída vertiginosa de los precios de las materias primas;
- la eliminación sistemática y organizada de las partes no rentables del aparato productivo, tanto privadas como públicas, a través de diferentes mecanismos: cierre puro y simple, privatización de propiedades estatales, fusiones, segregación y enajenación de activos;
- la llamada «deslocalización», o sea, el traslado de producciones con escaso valor añadido a países del Tercer Mundo que, con gastos laborales bajísimos y precios de venta irrisorios (con frecuencia recurriendo al dumping) permiten a los países centrales rebajar los costes.
El resultado general ha sido la reducción universal de los costes laborales (un aumento brutal tanto de la plusvalía absoluta como de la plusvalía relativa):
Tasa de variación anual
de los Costes laborales unitarios
1995 1996 1997 1998
Australia 3,8 2,8 1,7 2,8
Austria 2,4 -0,6 0,0 -0,2
Canadá 3,1 3,8 2,5 0,8
Francia 1,5 0,9 0,8 0,4
Alemania 0,0 -0,4 -1,5 -1,0
Italia 4,1 3,8 2,5 0,8
Japón 0,5 -2,9 1,9 0,5
Corea 7,0 4,3 3,8 -4,3
España 4,2 2,6 2,7 2,0
Suecia 4,4 4,0 0,5 1,7
Suiza 3,5 1,3 -0,4 -0,7
Gran Bretaña 4,6 2,5 3,4 2,8
Estados Unidos 3,1 2,0 2,3 2,7
(Fuente: OCDE)
Por lo que se refiere al aumento de la composición orgánica, ha seguido creciendo a lo largo del periodo de decadencia pues es imprescindible para compensar la caída de la tasa de ganancia. En los 90, la introducción sistemática de la robótica, la informática y las telecomunicaciones ha supuesto un nuevo acelerón.
Este incremento de la composición orgánica supone para tal o cual capitalista individual, o para una nación entera, una ventaja cierta sobre sus competidores, pero ¿qué significa desde el punto de vista del conjunto del capitalismo mundial?. En el periodo ascendente, cuando el sistema podía incorporar nuevas masas de trabajadores a sus relaciones de explotación, el aumento de la composición orgánica constituía un factor acelerador de la expansión capitalista. En el contexto actual de decadencia y de 30 años de crisis crónica, el efecto de esos aumentos de la composición orgánica es completamente diferente. Si bien son imprescindibles para cada capital individual al permitirle compensar la tendencia a la baja de su tasa de ganancia, tienen un efecto diferente para el capitalismo en su conjunto ya que agravan la sobreproducción y reducen la base misma de la explotación al empujar a la baja el capital variable, echando a la calle masas crecientes de proletarios.
2) La reducción de barreras aduaneras
La propaganda burguesa ha presentado como «el triunfo del mercado» la eliminación de barreras aduaneras que se ha operado a lo largo del decenio. No podemos hacer aquí un análisis detallado ([4]) pero, una vez más, es necesario despejar la realidad que se oculta tras las cortinas de humo ideológicas:
- esta eliminación de barreras arancelarias y de medidas proteccionistas ha sido en lo esencial unidireccional: la han realizado los países más débiles en beneficio de los más fuertes y muy particularmente ha afectado a Brasil, Rusia, India etc. Los países más industrializados, lejos de reducir sus barreras aduaneras, han creado otras nuevas empleando coartadas medioambientales, sanitarias, de «derechos humanos» etc. Contrariamente a la presentación ideológica presentada por la burguesía, semejante política no ha sino agravado las tensiones imperialistas;
- ante la agravación de la crisis, los países más industrializados han impulsado una política de «cooperación» cuyo contenido se ha centrado en:
- descargar los efectos de la crisis y de la agravación de la competencia sobre los países más débiles,
- impedir por todos los medios un colapso del comercio mundial que no haría sino agudizar mucho más la crisis con consecuencias especialmente graves en los países centrales.
3) La globalización de las transacciones financieras
La década de los 90 supone una nueva escalada en el endeudamiento. La cantidad se transforma en cualidad, y podemos decir que el endeudamiento se convierte en sobreendeudamiento:
- mientras en los años 70 el endeudamiento se podía reducir asumiendo el riesgo de provocar la recesión, desde mediados de los 80 el endeudamiento es una necesidad permanente y siempre creciente de todos los Estados tanto en los momentos de recesión como en los momentos de recuperación: «El endeudamiento no es una opción posible, una política económica que los dirigentes de este mundo podrían seguir o no seguir. Es una obligación, una necesidad, inscrita en el funcionamiento y las contradicciones mismas del sistema capitalista» (Revista internacional nº 87: «Una economía de casino»);
- por un lado, Estados, bancos y empresas requieren un flujo de créditos frescos que solo puede obtenerse en el mercado de valores. Como consecuencia, se produce una concurrencia desenfrenada para captar prestamistas. Para ello se recurre a las trampas más rebuscadas: se establece una paridad forzada entre la moneda local y el dólar (tal es el truco empleado por China o por los famosos «tigres» y «dragones»), se reevalua la moneda para atraer fondos, se elevan los tipos de interés etc.;
- por otra parte, «los beneficios extraídos en la producción ya no encuentran salidas suficientes en inversiones rentables que puedan incrementar las capacidades de producción. La “gestión de la crisis” consiste entonces en encontrar otras salidas al excedente de capitales flotantes para así evitar una desvalorización brutal» (ídem). Son los Estados mismos y las instituciones financieras más respetables las que impulsan una especulación desaforada no solo para evitar el estallido de esa gigantesca burbuja de capital ficticio sino para aliviar la carga de las deudas siempre crecientes.
Es por tanto, ese sobreendeudamiento y la especulación exuberante e irracional que provoca, lo que lleva a la famosa «libertad en el movimiento » de capitales, la utilización de la electrónica y de Internet en las transacciones financieras, la indexación de las monedas respecto al dólar, la libre repatriación de beneficios... La complicada ingeniería financiera de los años 80 (ver artículo anterior) parece un juguete comparada con los artilugios sofisticados y laberínticos de la «mundialización» financiera de los 90.
Hasta mediados de los años 80 la especulación, que siempre ha existido bajo el capitalismo, no pasaba de ser un fenómeno temporal, más o menos perturbador. Pero desde entonces se ha convertido en un veneno mortal pero imprescindible que acompaña de forma inseparable al proceso de sobre-endeudamiento y que debe ser integrado al funcionamiento mismo del sistema. El peso de la especulación es enorme, según datos del Banco Mundial el llamado «dinero caliente» asciende a ¡30 BILLONES de dólares!, 24 de ellos corresponden a los países industrializados.
Balance provisional de los años 90
Ofrecemos unas conclusiones provisionales (para el período 1990-96, antes del estallido de lo que se ha dado en llamar «la crisis asiática») que, sin embargo, nos parecen bastante significativas.
I. Evolución de la situación económica
1. La tasa media de crecimiento de la producción sigue cayendo:
Tasa de incremento del PIB
(media para los 24 países de la OCDE)
1960-70 ....................................................... 5,6 %
1970-80 ....................................................... 4,1 %
1980-90 ....................................................... 3,4 %
1990-95 ....................................................... 2,4 %
2. La amputación de sectores industriales y agrícolas directamente productivos se convierte en permanente y afecta a todos los sectores, tanto «anticuados» como de «tecnología punta».
Evolución del porcentaje del PIB
de los sectores directamente productivos
(industria y agricultura)
1975 1985 1996
Estados Unidos 36,2 32,7 27,8
China 74,8 73,5 68,5
India 64,2 61,1 59,2
Japón 47,9 44,2 40,3
Alemania 52,2 47,6 40,8
Brasil 52,3 56,8 51,2
Canadá 40,7 38,1 34,3
Francia 40,2 34,4 28,1
Gran Bretaña 43,7 43,2 33,6
Italia 48,6 40,7 33,9
Bélgica 39,9 33,6 32,0
Israel 40,1 33,1 31,3
Corea del Sur 57,5 53,5 49,8
3. Para luchar contra la caída imparable de la tasa de ganancia, las empresas recurren a toda una serie de medios que sí bien a corto plazo alivian la caída, a medio plazo agravan los problemas:
– disminución de los costes laborales y aumento de la composición orgánica;
– descapitalización: enajenación masiva de activos (instalaciones, propiedades inmobiliarias, inversiones financieras, etc.) para maquillar los beneficios y reducir sensiblemente las tasas que pagar al Estado;
– concentración: las fusiones empresariales han experimentado un incremento espectacular:
Valor en miles de millones $
de las fusiones
Unión Estados
Europea Unidos
1990 260 1 240
1992 214 1 220
1994 234 1 325
1996 330 1 628
1997 558 1 910
1998 670 1 500
(Fuente: J.P.Morgan)
Mientras el gigantesco proceso de concentración del capital entre 1850 y 1910 reflejó un desarrollo de la producción y fue positivo para la evolución de la economía, el proceso actual expresa lo contrario. Se trata de una respuesta a la defensiva, destinada a compensar la fuerte contracción de la demanda, organizando la reducción de la capacidad de producción (en 1998 los países industrializados han reducido en un 10 % su capacidad productiva) y el recorte de plantillas: estimaciones prudentes cifran en un 11 % del total los puestos de trabajo eliminados por las fusiones realizadas en 1998.
4. Hay una nueva reducción de las bases del mercado mundial: una gran parte de Africa, un cierto número de países de Asia y América, participan muy débilmente en él, hundiéndose en una situación de descomposición, de lo que se ha dado en llamar «agujeros negros»: un estado de caos, de resurgimiento de formas esclavistas, de economía de trueque y saqueo...
5. Los países considerados «modélicos» caen en un estancamiento prolongado. Son los casos de Alemania, Suiza, Japón y Suecia donde:
- la media de crecimiento de la producción para el periodo 1990-97 no sobrepasa en ninguno de ellos el 2 %;
- el paro crece de forma muy significativa: en el intervalo de 1990-97 se ha duplicado prácticamente en los 4 países (por ejemplo, en Suiza, donde la media entre 1970 y 1990 era de 1 %, en 1997 alcanza la cifra del 5,2 %);
- se transforman de países acreedores en países deudores (los hogares suizos son los más endeudados del mundo después de USA y Japón);
- muy significativa es la situación de la economía suiza considerada hasta hace poco la más saneada del mundo:
Crecimiento del PIB en Suiza
1992 ........................................................ – 0,3 %
1993 ........................................................ – 0,8 %
1994 ........................................................ + 0,5 %
1995 ........................................................ + 0,8 %
1996 ........................................................ – 0,2 %
1997 ........................................................ + 0,7 %
6. El nivel de endeudamiento continúa su escalada imparable convirtiéndose en sobre-endeudamiento:
- el endeudamiento mundial alcanza en 1995 la cifra de los 30 BILLONES de dólares (año y medio de producción mundial);
- Alemania, Japón y el conjunto de países de Europa Occidental se incorporan al pelotón del alto endeudamiento (en la década anterior había sido mucho más moderado).
% Deuda pública sobre el PIB
1975 1985 1996
Estados Unidos 148,9 164,2
Japón 45,6 167,1 187,4
Alemania 24,8 142,5 160,7
Canadá 43,7 164,1 100,5
Francia 20,5 131,1 156,2
Gran Bretaña 62,7 153,8 154,5
Italia 57,6 182,31 123,7
España 12,7 143,71 169,6
Bélgica 58,6 122,11 130,1
(Fuente: Banco Mundial)
– Los países del Tercer mundo sufren una nueva sobredosis de deudas:
Deuda total países «subdesarrollados»
1990 ........................ 1 480 000 millones $
1994 ........................ 1 927 000 millones $
1996 ........................ 2 177 000 millones $
(Fuente: Banco Mundial)
7. El aparato financiero padece las peores convulsiones desde 1929 dejando de ser el lugar seguro que había sido hasta mediados de los 80. Su deterioro va unido a un desarrollo gigantesco de la especulación que afecta a todas las actividades: acciones bursátiles, inmobiliario, arte, agricultura etc.
8. Dos fenómenos que, aunque siempre han existido en el capitalismo, toman proporciones alarmantes en la década:
– la corrupción de políticos y gestores económicos lo cual es producto de la combinación de dos factores:
- el peso cada vez más aplastante del Estado sobre la economía (de sus planes de inversión, sus subvenciones, sus compras, dependen cada vez más las empresas),
- la dificultad creciente para obtener una ganancia razonable por las vías «legales»;
– la gangsterización de la economía, la interpenetración cada vez más fuerte entre estados, bancos, empresas, mafias y traficantes (de droga, armas, niños, emigrantes etc.) Los negocios más turbios son los más rentables y las instituciones más «respetables» tanto gubernamentales como privadas no pueden dejar pasar bocados tan apetitosos. Esto pone de manifiesto, a la vez que agudiza, una tendencia a la descomposición de la economía.
9. En línea con lo anterior aparece un fenómeno en los Estados industrializados, hasta entonces reservado a las repúblicas bananeras o a los regímenes estalinistas: la falsificación cada vez más descarada de los indicadores estadísticos y los trucos contables de todo tipo (la famosa «contabilidad creativa»). Esto constituye otra muestra de la agravación de la crisis pues para la burguesía siempre había sido necesario disponer de estadísticas fiables (en especial, en los países de capitalismo de Estado «a la occidental» que necesitan la sanción del mercado como veredicto final del funcionamiento económico).
En el cálculo del PIB, el Banco mundial, fuente de muchas estadísticas, incluye como parte del mismo el concepto de «Servicios no comercializables» donde mete el sueldo de los militares, los funcionarios o múltiples burócratas y los educadores. Otro medio de hinchar las cifras es considerar como «Autoconsumo» no solo actividades agrarias sino toda una serie de servicios. El tan ensalzado «excedente fiscal» del Estado americano es una ficción conseguida a base de jugar con los excedentes de los fondos de la Seguridad social ([5]). Pero es en las estadísticas del paro, por su gran trascendencia política y social, donde las trampas son más escandalosas logrando una minoración sustancial de las cifras reales:
- en USA, nuestra publicación Internationalism nº 105 evidencia las trampas de la administración Clinton para conseguir sus «magníficas» cifras de paro: incluir como activos trabajadores a tiempo parcial, eliminar de la estadística los parados que rechazan ofertas de empleo trampa, contar varios empleos parciales de un mismo trabajador como diferentes trabajadores etc.;
- en Alemania, solo se consideran parados aquellos que buscan un empleo de al menos 18 horas semanales, mientras que en Holanda es de 12 horas semanales y en Luxemburgo de 20 horas ([6]);
- Austria y Grecia han eliminado las estadísticas mensuales en beneficio de las trimestrales que permiten enmascarar las cifras reales;
- en Italia, no se consideran parados a los que trabajan entre 20 y 40 horas semanales ni tampoco a los que trabajan entre 4 y 6 meses al año. En Gran Bretaña aquellos parados que las oficinas estatales consideran que no está justificado el cobro del subsidio del desempleo son borrados de las estadísticas.
II. Situación de la clase obrera
1. El desempleo sufre una aceleración muy violenta a lo largo de la década:
Parados en los 24 países de la OCDE
1989 .............................................. 30 millones
1993 .............................................. 35 millones
1996 .............................................. 38 millones
% Desempleo Países industrializados
1976 1980 1985 1990 1996
USA 7,4 7,1 17,1 16,4 15,4
Japón 1,8 2,9 12,7 12,1 13,4
Alem. 3,8 2,9 16,9 15,9 12,4
Francia 4,4 6,3 10,2 19,1 12,4
Italia 6,6 7,5 19,7 10,6 12,1
GB 5,6 6,4 11,2 17,9 18,2
(Fuente: OIT)
- la OIT reconoce en 1996 que la población mundial desempleada absolutamente o subempleada alcanza el umbral de los mil millones de personas.
2. El subempleo que es crónico en los países del Tercer Mundo se generaliza en los países industrializados:
- los múltiples contratos a tiempo parcial (también llamados «contratos basura») abarcan en 1995 al 20 % de la población laboral de los 24 países de la OCDE;
- el informe de la OIT para 1996 observa que «al menos entre el 25 y el 30 % de los trabajadores en el mundo cuentan con una jornada de trabajo menor de la que les gustaría realizar o con un salario inferior al que necesitarían para vivir dignamente».
3. En el Tercer Mundo comienzan a desarrollarse masivamente formas de explotación tales como el trabajo de niños (unos 200 millones según estadísticas del Banco mundial para 1996); trabajo en régimen de esclavitud o el trabajo forzado; hasta en un país desarrollado como lo es Francia, diplomáticos han sido condenados recientemente por tratar en esclavos a personal doméstico traído de Madagascar o Indonesia.
4. Junto a la generalización de los despidos masivos (especialmente en las grandes empresas) los gobiernos adoptan políticas de «reducción del coste del despido»:
- reducción de las indemnizaciones en el momento del despido;
- recorte de las prestaciones por desempleo, tanto en el número de «beneficiarios» como en la cuantía.
5. Los salarios sufren por primera vez desde los años 30 descensos nominales:
- el índice salarial en España en 1997 ha bajado al nivel de 1980;
- en USA la media salarial ha perdido un 20 % nominal entre 1974 y 1997;
- en Japón los incrementos salariales han bajado por primera vez desde 1955 (un 0,9 % en 1998).
6. Las prestaciones sociales experimentan un recorte sustancial que además se hace permanente. Como contrapartida los impuestos, tasas y descuentos para la Seguridad social crecen constantemente.
7. Desde mediados de la década, el capital abre otro frente de ataque: la eliminación de los mínimos legales en las condiciones de trabajo. Ello redunda en una serie de consecuencias:
- incremento de la jornada laboral (a través en particular de la demagógica vía de las «35 horas» que supone la «anualización de las horas trabajadas»);
- eliminación del límite de edad de jubilación;
- eliminación de límites a la edad de comienzo del trabajo (en la UE trabajan ya 2 millones de niños);
- reducción de la protección frente accidentes laborales, enfermedades profesionales etc.
8. Otro aspecto y no desdeñable es que los trabajadores se ven empujados por la banca, las compañías de seguro etc. a poner sus míseros ahorros (o las ayudas de padres o abuelos) en la ruleta rusa de la Bolsa, constituyendo las primeras víctimas de sus continuos sobresaltos. Pero lo peor del problema es que, con la eliminación o la reducción a subsidios irrisorios de las pensiones de la Seguridad social, los trabajadores se ven forzados a hacer depender su jubilación de los Fondos de pensiones que invierten el grueso de sus capitales en la Bolsa lo cual provoca graves incertidumbres: así el principal Fondo de los trabajadores de la enseñanza en USA perdió un 11 % en 1997 (ver Internationalism nº 105).
La propaganda burguesa ha insistido hasta la náusea sobre la disminución de las desigualdades, sobre un proceso de «democratización» de la riqueza y del consumo. La agravación, a lo largo de los últimos 30 años, de la crisis histórica del capitalismo ha desmentido sistemáticamente esas proclamas y confirmado el análisis marxista de la tendencia que se agrava con la evolución de la crisis al empobrecimiento cada vez mayor de la clase obrera y de toda la población explotada. El capitalismo concentra en un polo cada vez más minoritario enormes y provocadoras riquezas y en el otro polo cada vez mayoritario terribles y lacerantes miserias. Así, en 1998 el informe anual de la ONU recogía unos datos muy significativos: mientras en 1996 los 358 individuos más ricos del mundo concentraban en sus manos tanto dinero como los 2500 millones de personas más pobres, en 1997 para alcanzar la misma equivalencia bastaba con los primeros 225 ricos.
Adalen
[1] Para un análisis en detalle de la nueva etapa en la crisis histórica del capitalismo abierta en agosto de 1997 con la llamada «crisis asiática», véase la Revista internacional nº 92 y sucesivos para un estudio específico.
[2] No es objeto de este artículo analizar las consecuencias en la lucha de clases, en las tensiones imperialistas y en la vida misma de los países sometidos al régimen estalinista. Para ello remitimos a todo lo que publicamos en la Revista internacional especialmente en los números 60, 61, 62, 63 y 64.
[3] Mientras la producción americana representa el 26,7% de la mundial, el dólar totaliza el 47,5 % de los depósitos bancarios, el 64,1 % de las reservas mundiales y el 47,6 % de las transacciones (Datos del Banco mundial).
[4] Ver en Revista internacional nº 86 «Tras la globalización de la economía la agravación de la crisis del capitalismo».
[5] Según análisis realizado por el New York Times de 9-11-98.
[6] Estos datos y los siguientes han sido tomados del Diario oficial de las Comunidades europeas (1997).