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A PRIMEROS de mayo del 2001 se celebró el XIVo congreso de la
Corriente comunista internacional. Al igual que para cualquier otra organización
del movimiento obrero, el congreso es la instancia suprema de la Corriente
comunista internacional. Es la ocasión privilegiada para hacer
balance del trabajo cumplido desde el congreso anterior y darse las perspectivas
para el período venidero.
Tal balance y tales perspectivas no se establecen en "circuito cerrado".
Dependen de las condiciones con las que la organización hace frente
a sus responsabilidades y en primer lugar, claro está, al contexto
histórico. Le incumbe pues al congreso hacer un análisis
del mundo actual, de lo que se está jugando en los acontecimientos
de la vida de la sociedad tanto en lo económico (de la que los
marxistas saben que determina en última instancia todos los demás
aspectos), en la vida política de la clase dominante y los conflictos
que enfrentan a sus diversos sectores, y, en fin, en la vida de la única
clase, el proletariado, capaz de derrocar el orden existente.
Al examinar la situación de éste, los comunistas han de
analizar el estado y las perspectivas de las luchas de clase actualmente,
el nivel de conciencia en las masas obreras de los retos que esas luchas
plantean, pero también han de analizar el estado y la actividad
de las fuerzas comunistas existentes pues también ellas forman
parte del proletariado.
Para terminar, y en ese mismo contexto, el congreso ha de examinar la
actividad de nuestra propia organización y plantear las perspectivas
que le permitan asumir sus responsabilidades en la clase.
Esos son los diferentes puntos que va a abordar este artículo de
presentación de nuestro XIVo congreso internacional.
El mundo de hoy
También publicamos en esta Revista internacional la Resolución
sobre la situación internacional adoptada por el congreso, síntesis
de varios informes presentados ante él, así como de la discusión
habida sobre esos informes. En este sentido no vale la pena volver a los
diferentes aspectos de las discusiones sobre la situación internacional.
Nos limitaremos en recordar el principio de esta resolución, que
da el marco para entender lo que se está jugando actualmente en
el mundo:
"La alternativa ante la que se encuentra en estos principios del
siglo XXI la humanidad es la misma que la de principios del XX: la caída
en la barbarie o la regeneración de la sociedad mediante la revolución
comunista. Los marxistas revolucionarios, quienes, durante el período
tumultuoso de 1914-1923, insistieron en ese dilema inevitable, no hubieran
podido imaginarse nunca que sus herederos políticos estén
todavía obligados a insistir en él al iniciarse este nuevo
milenio.
"De hecho, incluso la generación de los revolucionarios "post68",
surgida de la reanudación de las luchas proletarias tras un largo
período de contrarrevolución iniciado en los años
20, no podía de verdad imaginarse que el capitalismo en declive
fuese tan hábil como para sobrevivir a sus propias contradicciones,
como así lo ha demostrado desde los años 60.
"Para la burguesía todo es una prueba suplementaria de que
el capitalismo sería la última y ahora ya única forma
de sociedad humana y el proyecto comunista no habría sido más
que un sueño utópico. La caída del bloque "comunista"
en 1989-91 aportó una aparente verificación histórica
a esa idea, que es la piedra clave de toda ideología burguesa"
(Punto 1).
"Las generaciones futuras mirarán con el mayor de los desprecios
las justificaciones propuestas por la burguesía durante esta década
y verán sin duda este período como el de la ceguera, la
estupidez, el horror y el sufrimiento sin precedentes (…).
"Hoy, lo que ante la humanidad se presenta no es ya únicamente
la perspectiva de la barbarie: la caída ya ha empezado, con el
peligro de destruir todo intento de futura regeneración social.
La revolución comunista, lógico punto culminante de la lucha
de la clase obrera contra la explotación capitalista, no es una
utopía, contrariamente a las campañas de la clase dominante.
Esta revolución sigue siendo una necesidad impuesta por la agonía
mortal del modo de producción actual, y es, al mismo tiempo, una
posibilidad concreta, pues la clase obrera ni ha desaparecido ni ha sido
vencida de manera decisiva" (Punto 2).
De hecho, gran parte de cada uno de los documentos presentados, discutidos
y adoptados por el congreso (1) se dedicó a rebatir las mentiras
que la burguesía difunde hoy tanto para tranquilizarse como para
justificar la supervivencia de su sistema ante las masas explotadas. Y
eso es así porque los análisis y las discusiones de los
revolucionarios sobre la situación en la que viven no tiene más
objetivo que el de afilar las armas del combate de la clase obrera contra
el capitalismo. El movimiento obrero sabe muy bien desde hace mucho tiempo
que su mayor fuerza está, además de en su organización,
en su conciencia, una conciencia que se basa necesariamente en un profundo
conocimiento del mundo que hay que transformar y del enemigo que habrá
que destruir. Por eso el carácter combatiente de los documentos
presentados al congreso y de sus discusiones no significa en absoluto
que nuestra organización haya caído en la trampa de limitarse
a afirmar unas cuantas consignas de denuncia de las mentiras burguesas.
Al contrario, la profundidad con la que los revolucionarios abordan estas
cuestiones forma parte de su combate. Ha sido una constante en el movimiento
obrero desde hace más de siglo y medio, y hoy cobra una importancia
todavía más fundamental. En una sociedad entrada en decadencia
con la Primera Guerra mundial y que hoy en día está pudriéndose
de raíz, la clase dominante es incapaz de proponer el más
mínimo pensamiento social coherente o simplemente racional, y menos
todavía dotado de un mínimo de profundidad. Lo más
que puede hacer es producir cantidad de baratijas ideológicas a
cuál más superficial, presentándolas como "verdades
profundas" (la "victoria definitiva del capitalismo sobre el
comunismo", la "democracia" como "supremo valor",
la"mundialización", etc.), y que ni siquiera poseen la
cualidad de ser originales, pues su "novedad" consiste en poner
un nuevo envoltorio a ramplonerías de lo más gastado. Pero
por pobre que sea el "pensamiento" burgués actual, todavía
logra, gracias a la matraca mediática, desconcertar a los obreros,
colonizar su pensamiento. En este sentido, el esfuerzo de los comunistas
por ir a la raíz de las cosas no solo es un medio para entender
mejor el mundo actual, sino que también es un antídoto indispensable
contra la tendencia a la destrucción del pensamiento. Esta destrucción
es una de las manifestaciones de la descomposición en la que se
está hundiendo hoy la sociedad. Esto es lo que explica que una
de las características más importantes de los informes preparados
para el congreso, decidida por la organización, era que no se limitasen
a analizar los tres aspectos esenciales de la situación mundial
- crisis económica, conflictos imperialistas, relación de
fuerzas entre proletariado y burguesía y por lo tanto, la perspectiva
de la lucha proletaria -, sino que analizasen cómo el movimiento
obrero planteó estas cuestiones en el pasado.
Tal enfoque es tanto más importante, porque estamos empezando un
nuevo siglo y toda una serie de características de la situación
mundial cambiaron totalmente durante la última década del
siglo pasado. A finales de 1989, el bloque del Este se desmoronó
cual un castillo de naipes, provocando no solo un cambio total en los
alineamientos imperialistas surgidos en Yalta en 1945, sino también
un profundo retroceso de la clase obrera enfrentada a las descomunales
campañas sobre "la quiebra del comunismo". Esos trastornos
exigían evidentemente una actualización de sus análisis
por parte de los revolucionarios, de la que se encargó nuestra
organización a medida que se iban produciendo los acontecimientos.
Hemos considerado sin embargo necesario volver a comentar las implicaciones
de esos extraordinarios acontecimientos que se desarrollaron a finales
del 89, insistiendo particularmente en:
- cómo se manifiestan los antagonismos imperialistas en una situación
en la que ya no existe un reparto del mundo entre dos bloques, tal como
se había conocido desde el final la Segunda Guerra mundial;
- qué es el curso histórico en una época en la que
no está al orden del día una nueva guerra mundial, debido
a la desaparición de los bloques.
Es tanto más indispensable la mayor claridad sobre estas cuestiones
porque engendran mucha confusión en las organizaciones de la Izquierda
comunista. A ese tipo de confusiones, que no son sino concesiones a los
temas ideológicos de la burguesía, responden también
los informes y resoluciones adoptados por el congreso. En particular,
esos documentos:
- rebaten la idea de que pueda haber una "racionalidad" económica
como causa fundamental de las guerras que se desencadenan actualmente
(punto 9 de la Resolución);
- ponen en evidencia que "el curso histórico hacia enfrentamientos
de clase masivos, que se abrió con la oleada internacional de luchas
de los años 1968-72 no se ha invertido: La clase obrera demostró
que fue una barrera contra la guerra mundial. Y aunque existe el peligro
de que el proceso de descomposición más insidioso podría
anegar a la clase sin que el capitalismo tuviera que infligirle una derrota
frontal, la clase sigue siendo un obstáculo histórico contra
el deslizamiento del capitalismo hacia la barbarie guerrera. Es más:
la clase obrera posee todavía la capacidad de resistir a los efectos
de la descomposición social mediante el desarrollo de sus luchas
y el fortalecimiento de su identidad y, por consiguiente, de la solidaridad
que puede ofrecer una verdadera alternativa a la atomización, a
la violencia autodestructiva y a la desesperanza, características
de este sistema putrefacto" (punto 13).
De hecho, la preocupación de examinar detalladamente, y eventualmente
de criticar, los análisis de la situación histórica
actual hechos por el medio político proletario forma parte del
esfuerzo permanente de nuestra organización para definir y precisar
las responsabilidades de los grupos revolucionarios, responsabilidades
que van, claro está, mucho más allá que el mero análisis
de la situación.
La responsabilidad de los grupos revolucionarios
Los informes, resoluciones y discusiones del congreso han puesto en evidencia
que hoy existe, tras una década de grandes dificultades para el
desarrollo de la conciencia en la clase obrera, cierta maduración
subterránea de ésta.
"Seguimos viviendo en un contexto en el que sigue vigente el curso
histórico a los enfrentamientos de clase. En este contexto se produce
una maduración subterránea de la conciencia de clase que
expresa un proceso de reflexión que -aún siendo minoritario-
afecta a más sectores de la clase y es más profundo que
en la época que siguió a 1989. Las expresiones visibles
de tal maduración son:
- el crecimiento numérico de las principales organizaciones del
medio proletario y de su entorno de simpatizantes y de contactos;
- la influencia creciente de la Izquierda comunista en esos espacios intermedios
entre burguesía y proletariado ("el pantano"), incluso
en sectores del medio anarquista.
- el aumento de las posibilidades de fundación y desarrollo de
círculos de discusión proletarios;
- ciertas experiencias de agrupamientos minoritarios de obreros combativos
en quienes los problemas de resistencia a los ataques del capital, pero
también las lecciones de las luchas de antes de 1989 empiezan a
plantearse;
- ciertas luchas obreras - hoy por hoy más bien la excepción
y no la regla- en las que la autonomía en la actividad de la clase,
la desconfianza hacia los sindicatos empiezan a expresarse" (Resolución
sobre Actividades de la CCI).
Esta situación otorga nuevas responsabilidades a los grupos que
se reivindican de la Izquierda comunista. El congreso dedicó, pues,
una parte importante de su tiempo a examinar la evolución de esos
grupos. Puso de relieve una dificultad de esos grupos para asumir esas
responsabilidades. Por un lado, con la interrupción de la publicación
de Daad en Gedachte en Holanda, ya no existe manifestación organizada
de la rama germano-holandesa de la Izquierda comunista (la corriente "consejista").
Por otro lado están las corrientes que se reivindican de la Izquierda
italiana, por un lado los diferentes grupos de tradición "bordiguista"
(que se autodenominan todos ellos Partido comunista internacional), y,
por otro lado, el Buró Internacional para el Partido Revolucionario.
Estos grupos siguen estando muy encerrados cuando no se repliegan más
todavía en el sectarismo, como ya quedó patente hace dos
años cuando rechazaron la eventualidad de una toma de posición
común sobre la guerra en Kosovo (véase Revista internacional
nº 98).
No obstante, con la aparición actual de nuevos elementos que se
orientan hacia la Izquierda comunista, es importante que ésta recobre
plenamente su tradición, que asociaba estrechamente el mayor rigor
en lo que a posiciones políticas se refiere con una actitud de
apertura de cada uno de sus grupos a la discusión con los demás.
Esa es la condición para que esas organizaciones sean realmente
parte activa del proceso que se está anunciando de un nuevo desarrollo
de la conciencia en la clase obrera.
Por eso es por lo que nuestra resolución sobre la situación
internacional incluye las responsabilidades específicas de nuestra
propia organización dentro de las del conjunto de la corriente
revolucionaria actual: "Las responsabilidades que ante sí
tiene la clase obrera son inmensas: nada menos que el destino de la humanidad
entre sus manos. Y esto, por consiguiente, confiere enormes responsabilidades
a la minoría revolucionaria, cuya tarea esencial en los años
que vienen será:
- intervenir cotidianamente en los combates de clase, insistiendo en la
solidaridad necesaria, en la implicación de la mayor cantidad posible
de trabajadores en cada movimiento de resistencia a los ataques del capitalismo;
- explicar con todos los medios a su alcance (prensa, folletos, reuniones,
etc.), de manera a la vez profunda y comprensible, por qué capitalismo
significa quiebra, por qué todas sus "soluciones" (especialmente
las que sirven de "gancho" a la izquierda e izquierdistas) son
engañifas, y explicar lo que de verdad es la alternativa proletaria;
- ayudar a las minorías combativas (grupos de lucha sobre los lugares
de trabajo, círculos de discusión, etc.) en sus esfuerzos
por sacar lecciones de las experiencias recientes, para prepararse a las
luchas venideras, y al mismo tiempo reanudar los lazos con las tradiciones
históricas del proletariado;
- intervenir en el medio político proletario, que ha entrado en
un período de crecimiento significativo, insistiendo para que el
medio actúe como una verdadera referencia en un debate serio y
esclarecedor para todos que aquellos que se acercan a él.
"El curso histórico hacia enfrentamientos de clase nos proporciona
el contexto para formar el partido comunista mundial. El medio político
proletario es la matriz del futuro partido, pero no existe garantía
alguna de que algún día lo haga nacer. Sin una rigurosa
preparación responsable por parte de los revolucionarios de hoy,
el partido nacerá muerto, y los tumultuosos conflictos de clase
hacia los que vamos no serían capaces de transformar lo esencial:
la revuelta en revolución" (punto 15).
El congreso consideró que, por su parte, nuestra organización
podía sacar un balance positivo del cumplimiento de esas responsabilidades
en el período pasado. Sin embargo, concluyó que la CCI,
consciente de que está sometida como el conjunto de la clase obrera
a la presión letal de la descomposición creciente de la
sociedad, tiene que mantenerse muy vigilante frente a las manifestaciones
de esta presión, tanto en el plano de sus esfuerzos en la elaboración
de sus análisis y posiciones políticas como en el de su
vida organizativa. Hoy más que nunca, el combate para la construcción
de la organización comunista, herramienta indispensable de la lucha
revolucionaria del proletariado, sigue siendo un combate permanente y
cotidiano.
(1) Extractos del informe sobre la crisis económica presentado al congreso se publican en esta Revista internacional. Extractos de otros informes se publicarán en próximos números.