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Accion Proletaria nº 188, 15 Marzo - 15 Mayo

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Tres años después de la guerra de Irak: en vez de paz y democracia, guerra y barbarie

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Se cumplen 3 años de la invasión de Irak. Se demostró que las justificaciones invocadas para tal barbarie eran todas mentiras. Pero igualmente se ha puesto en evidencia el incumplimiento de las radiantes promesas que hicieron. Iban a acabar con un tirano y han instaurado una tiranía aún peor. Iban a dar un golpe al terrorismo y este no ha hecho sino multiplicar su barbarie. Iban a estabilizar Oriente Medio y lo han desestabilizado mucho más. Iban a desarrollar la democracia y lo que han hecho es reforzar a regímenes como los Ayatolás iraníes, India o Pakistán o a fracciones abiertamente dictatoriales como los chiitas o Hamas.

La situación en Irak y en toda la zona de Oriente Medio y Asia Central muestra que le futuro que el capitalismo depara a la humanidad es cada vez más amenazante.

¿Camina el mundo hacia la paz? Se acumulan hechos y elementos que apuntan a todo lo contrario: el mundo no camina hacia la paz sino hacia guerras imperialistas más devastadoras. En Irak, el enfrentamiento armado entre las distintas fracciones burguesas (chiitas, sunitas, kurdos) es inevitable, los últimos acontecimientos con la llamada “guerra de las mezquitas” acercan aún más esa perspectiva.

Pero el problema no está circunscrito a Irak, lo que allí se produce anuncia una tendencia hacia el estallido de guerras caóticas en los diferentes estados de la zona amenazados por una violenta desestabilización. Esto se ve claro en países como Líbano, Siria, Yemen, Arabia Saudita o Pakistán.

Empantanado en las arenas movedizas de Irak, Estados Unidos ven su autoridad como gendarme mundial cada vez más debilitada. Eso hace que gángsteres de barrio como el régimen de los ayatolás se le suban a las barbas y le lancen un ambicioso desafío con la cuestión nuclear y con la utilización de las famosas caricaturas de Mahoma para atizar los odios religiosos y las tensiones nacionalistas en su propio beneficio.

La respuesta de Estados Unidos con su alianza nuclear con India es la semilla de violentas tensiones con China, Pakistán etc. Una vasta región del planeta puede verse sumergida en tremendos choques militares.

El eterno conflicto Israel – Palestina amenaza con agudizarse mucho más con la subida al poder de Hamas y los intentos de los rivales de USA de apadrinarlo.

En definitiva, toda la zona de Oriente Medio y Asia Central que constituye el corazón estratégico del mundo tanto por sus reservas de combustible como por su posición militar de encrucijada de continentes, puede convertirse en una gigantesca hoguera de choques imperialistas e ínter burgueses.

El proletariado no puede considerar estos acontecimientos como algo lejano que no le incumbe. A la humana indignación contra los sufrimientos intolerables que las burguesías en liza están causando a las poblaciones de la zona debe unirse la preocupación por el futuro de toda la humanidad.

La progresión de los choques imperialistas acarrea consecuencias en los países centrales del capitalismo (Europa, Estados Unidos, Japón) que significan un ataque en todos los planos a los trabajadores y al conjunto de la población de estas metrópolis cada vez menos “privilegiadas”.

En primer lugar, significa más hombres movilizados para ser enviados a los teatros de guerra y todo ello lleva consigue innumerables tragedias humanas: son más de 2200 soldados americanos muertos y más de 20.000 heridos, con el consiguiente sufrimiento para ellos y sus familias.

En segundo lugar, el incontrolable gasto de guerra lleva consigo la necesidad de atacar los salarios, reducir las ya de por si recortadas prestaciones sociales: pensiones, servicios de enseñanza, sanidad etc.; hace imprescindible generalizar la precariedad y los contratos basura como vemos actualmente en Francia.

En tercer lugar significa un reforzamiento de la represión y del control totalitario del Estado sobre la población como se ve claramente con la Ley Patriótica en USA, las diferentes medidas adoptadas en Gran Bretaña o las recientemente tomadas en Francia –que han llegado al Estado de Sitio aprovechando las revueltas en las barriadas periféricas.

Otra consecuencia es que la guerra vuelve como un boomerang al corazón mismo de los países centrales del capitalismo bajo la forma de atentados terroristas masivos como las Torres Gemelas en 2001; Madrid 2004 y Londres 2005. La desestabilización en las relaciones internacionales, el caos general imperialista, hace que el terrorismo se convierta en una forma más de guerra. Toda guerra es una confrontación entre Estados que se realiza tomando como rehenes a las poblaciones de los bandos contendientes. La barbarie imperialista actual tiene en los atentados terroristas masivos una forma de golpear a los Estados tomando como carne de cañón a sus “ciudadanos”. Como se vio en los trenes de Atocha o en el metro londinense es la clase obrera quien con su sangre paga la cuenta de este choque entre bandidos.

Esta perspectiva solo puede ser detenida y finalmente erradicada por la lucha consciente del proletariado. Este ha pasado por un largo periodo de dificultades, pero hoy su estado de ánimo empieza a cambiar como ha podido verse con luchas, todavía limitadas, pero que muestran el comienzo de una respuesta: SEAT en España, el metro en Nueva York, Heathrow en Gran Bretaña, Argentina… En estos días, los estudiantes universitarios y de enseñanza media francesa junto con jóvenes obreros muestran masivamente su protesta y su inquietud ante la situación cada vez más deteriorada.

Frente a la guerra, frente a la miseria, frente al deterioro de la situación que provoca la crisis del capitalismo, ES NECESARIO LUCHAR. NO TENEMOS OTRO CAMINO QUE LA LUCHA.

Acción Proletaria 10-3-06

 

Noticias y actualidad: 

  • Irak [1]

Movilizaciones contra el «CPE» en Francia: Estudiantes, obreros activos o parados: ¡UN MISMO COMBATE CONTRA EL CAPITALISMO!

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Geografía: 

  • Francia [2]

Correo sobre la lucha de SEAT: ¿Sirve el sindicalismo para defender las reivindicaciones obreras?

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Situación nacional: 

  • España [3]
  • Lucha de clases [4]

Vida de la CCI: 

  • Cartas de los lectores [5]

Karl Marx: ¿Demócrata o revolucionario?

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El archimediático ex consejero de F. Mitterrand en el Elíseo, Jaques Attali, nos ha obsequiado recientemente con un libro sobre la vida de Marx, titulado Karl Marx o el espíritu del mundo. La aparición de este libro, más de quince años después de que la burguesía pusiese en escena sus campañas sobre la muerte del comunismo, y justamente cuando la clase obrera comienza a levantar cabeza, no es fruto de la casualidad. Frente a un creciente cuestionamiento del capitalismo, y a un desarrollo de las luchas del proletariado, la burguesía sabe que su mejor arma es desviar a su enemigo al terreno nefasto de la defensa de la democracia. Esa es la razón, sin duda, para que uno de sus intelectuales más significados se haya propuesto hacer de Marx un icono inofensivo, situándolo en las antípodas del comunismo, endosándole encima la etiqueta de ser uno de los “padres fundadores de nuestras modernas democracias”.

En su recién impresa obra, el costalero del Sr. Mitterrand se pavonea de haber escrito una biografía “de referencia”, “objetiva” y lo “más completa posible” (es verdad: se mencionan todas y cada de las crisis de furunculosis que padeció el viejo Marx, lo que desde luego atestigua la seriedad de la obra). Evidentemente, de “objetiva” nada de nada, salvo el punto de vista de un burgués y de su clase, que no pueden sino denigrar a uno de los más grandes combatientes de la clase obrera.

Attali ya no describe a Marx como un demonio de “ideas sanguinarias”, tal y como siempre le ha gustado presentarlo a la burguesía (véase si no el libro de Françoise Giroud en su libro Jenny Marx o la mujer del diablo). No. Para Attali, Marx es el “espíritu del mundo”, pero un espíritu, eso sí,  totalmente democrático: “Periodista ante todo, la libertad de pensamiento le parece el más sagrado de los derechos; para él la democracia parlamentaria debe ser protegida, pase lo que pase” (pág. 203). Utilizando esta clase de recursos, al margen de todo contexto, nuestro biógrafo desarrolla un virulento ataque contra Marx: «Este libro permite (…) reinterpretar un siglo XIX del que todos somos herederos y comprender como algunos de sus sucesores (de Marx) han creado nuestras democracias; mientras que otros han usurpado y distorsionado sus ideas, convirtiéndolas en el fundamento de las dos principales barbaries de la historia.” (pág. 4 de las solapas).

 

Karl Marx fue un auténtico militante revolucionario

 

Con el elogio,… el oprobio. Así se nos presenta a Marx como padre espiritual de la democracia burguesa y cuyo verdadero legado lo constituiría el reformismo pequeño burgués que floreció en el seno de la Segunda Internacional en torno a revisionistas de la calaña de Bernstein.

O sea que Marx no habría sido nunca marxista. Es más: el marxismo (es decir la concepción revolucionaria del mundo) sería exactamente lo contrario del pensamiento de Marx: “lo que acabaría siendo después de Marx, contra Marx, el marxismo”. Si hay alguien que se supere a sí mismo en insolencia ese es Monsieur Attali. Para que la salsa de un Marx “campeón del parlamentarismo burgués” ligue, hay que añadirle además un ingrediente que le dé consistencia. Attali se sirve de una entrevista concedida por Marx al periódico americano New York World  en julio de 1871, en relación con el movimiento obrero en Inglaterra: “cuando el periodista le interroga sobre las formas democráticas o violentas que debe tomar la conquista del poder, él responde que la revolución es inútil en una  situación democrática porque (y sigue la respuesta de Marx): “En Inglaterra, por ejemplo, la vía obrera que lleva al poder político está abierta para la clase obrera. Una insurrección sería una locura allí donde la agitación pacífica puede lograrlo todo con prontitud y seguridad.” (pág. 351).

Lo que se le escapa a Attali es que Marx no era un “cerebro infalible”. Por otra parte el marxismo no es la teoría de la verdad acabada y caída directamente del cielo, sino un método vivo de pensamiento que se nutre constantemente de la experiencia histórica para criticarse a sí mismo, volver sobre sus errores e incomprensiones y finalmente superarlos. Por eso, el pensamiento de Marx no está exento de errores[1] que él mismo, o el movimiento obrero corrigieron después. La extrapolación abusiva de las posibilidades abiertas por el desarrollo del movimiento obrero en Inglaterra constituye un ejemplo típico de estos errores.

Marx pasó la mitad de su vida en Londres, rodeado del proletariado más desarrollado engendrado por la primera potencia industrial del siglo XIX, y también del más organizado a través de sus “trade-unions” (los primeros sindicatos). Es lógico que muchos revolucionarios, y también Marx, pusiesen sus esperanzas en esta vanguardia del proletariado mundial. Sin embargo tal esperanza se vio frustrada. Precisamente el peso de las “trade-unions” y de la lucha por la defensa de los intereses económicos en las condiciones legales de la democracia, acabaron minando desde dentro el desarrollo político del movimiento obrero en Inglaterra. Mientras que Marx veía en la 1ª Internacional fundada en 1864 la expresión de la unificación del proletariado mundial, base necesaria para la revolución futura, los jefes tradeunionistas no la concebían más que como medio de asegurar el éxito de las huelgas al impedir la entrada de esquiroles en Inglaterra.

En todo caso, por muy decepcionante que resultara el desarrollo del movimiento obrero inglés, y a pesar de su error de generalizar una particularidad de éste, Marx jamás de afirmar que la lucha de clases es el motor de la historia. Tres años después de la muerte de su viejo amigo y camarada de combate, Engels escribió en el Prefacio a la traducción inglesa de El Capital que: «Ciertamente, debe escucharse… la voz de un hombre para quien la teoría es el resultado de una vida consagrada al estudio de las condiciones económicas de Inglaterra; este estudio le lleva a concluir que, al menos en Europa, Inglaterra es el único país en el cual la inevitable revolución podría efectuarse por medios legales y pacíficos. Sin embargo a él (se refiere a Marx. N de la R.) no se le olvidó nunca  añadir que en absoluto esperaba que las clases dominantes de Inglaterra se sometiesen, sin “rebelión esclavista”, a esta revolución ‘pacífica y legal’»

Attali se dedica pues a la clásica argucia de sacar de contexto tal o cual cita de Marx. Es verdad que, desde su etapa en la Liga de los Comunistas de 1848, Marx combatió enérgicamente el abstencionismo, y el boicot a las elecciones que erigieron en principio primero los blanquistas y luego los bakuninistas, partidarios de “tomémoslo todo, ya mismo. Pero eso no significa que Marx fuera un apóstol del parlamentarismo. Se trata , en realidad de una de las primeras lecciones del socialismo científico: la revolución proletaria no es posible sin que la economía capitalista, a través del desarrollo de su producción industrial, asiente las condiciones materiales de una nueva sociedad, capaz de liberar a la humanidad de sus cadenas. Para Marx la participación en las elecciones en el siglo XIX en apoyo de las fracciones más progresistas de la burguesía, no tenía otro sentido que el de acelerar el movimiento de la historia, derribar los obstáculos del absolutismo, favorecer en todas partes el desarrollo del capitalismo y de la clase obrera y acercarse, así, al momento en que la revolución comunista mundial pudiera estar verdaderamente a la orden del día. Marx tenía claro que ésta no contaría con el consentimiento democrático de la burguesía. Por eso, pese al error cometido respecto a Inglaterra (como respecto a EEUU y Holanda) añadirá mas tarde: «Debemos igualmente reconocer que en la mayor parte de los países del continente la fuerza ha de ser la palanca de nuestras revoluciones. Habrá que recurrir, durante un tiempo, a la  fuerza, para imponer el reinado del trabajo  durante un tiempo con el fin de imponer el reino del trabajo». (Discurso pronunciado en Ámsterdam en setiembre de 1872). Podríamos poner multitud de citas que demuestran que ese era el sentido profundo del progenitor más ilustre del socialismo científico. Nos conformaremos con dos:

- «Si el proletariado en su lucha contra la burguesía se constituye, como debe ser, en clase; si se erige por la fuerza de una revolución en clase dominante; destruye por la violencia el antiguo régimen de producción; destruye  al mismo tiempo que ese régimen las condiciones del antagonismo de clase, (…)» (Manifiesto Comunista).

- «En la Edad Media existía en Alemania un tribunal secreto, la “Santa Vehma” que escarmentaba todas las fechorías cometidas por los poderosos. Cuando se veía una cruz roja pintada en una casa se sabía que su propietario se las iba a ver con la Santa Vehma. Hoy la misteriosa cruz roja marca todas las casas de Europa (dicho de otra manera, las naciones europeas. N de la R.). La propia historia hará justicia y el proletariado ejecutará la sentencia.” (Discurso de Marx pronunciado en una fiesta de los Cartistas de Londres el 14 de abril de 1856).

 

El movimiento comunista, único heredero de las aportaciones de Karl Marx

 

Presentar a Marx como “parlamentario y padre fundador de la democracia moderna” es ya una indignante calumnia. Pero Jacques Attali no se para en barras, y viene a decirnos que si no vemos a ese “Marx demócrata”, al que evidentemente él “conoce bien” desde lo alto de su erudición burguesa, es porque el “gran pensador de la democracia” fue traicionado por su más fiel camarada, Federico Engels, quien en su Anti-Dühring, (siempre según Attali): «inicia la perversión de la filosofía de la libertad que Marx elaboró en sus propios textos». (pág. 390). J. Attali apunta, ¡y dispara!, a Engels cuando dice que «las ideas (de Marx), que serán un día, y quizá el lo presentía, usurpadas y tergiversadas por los demonios» (pág. 286). ¡Ya nos extrañaba que tardara en salir el “demonio marxista”!.

Attali no se conforma con inventar y sacarse de la chistera un “Marx demócrata” sino que quiere hacer de él un esquizofrénico. Lo  verdaderamente cierto es que la mayoría de las obras de Marx y de Engels vieron la luz gracias a una estrecha colaboración entre ambos. Así pasó con La Ideología alemana,  el Manifiesto del partido comunista, El Capital,… hasta el Anti Dühring. Aunque la humildad de Engels le llevó a presentarse siempre como «un segundo violón», la verdad es que se trataba de un trabajo concertado. He aquí lo que Engels describe en el Prefacio de su Anti Dühring de septiembre de 1885: «Un comentario de pasada: las bases y el desarrollo de las concepciones de este libro se deben en su mayor parte a Marx, y a mí aunque en menor medida. Dimos por hecho que no escribiría mi exposición sin que él la conociera. Yo le leí todo el manuscrito antes de la impresión y fue él quien redactó el segundo capítulo de la parte sobre la economía»

Así pues, acusando a Engels de traición, Attali llega a la absurda conclusión de que Marx se traicionó a sí mismo.

Aunque su saña contra Engels es indecente, no nos cabe ninguna duda de que si Attali hubiera podido, habría presentado también a un Engels que no tuviera traza alguna de militante revolucionario. Ya otros lo procuraron  antes y se dejaron los dientes en el intento. La corriente revisionista de la   socialdemocracia alemana intentó travestir a Engels en reformista, adulterando su Prefacio al texto de Marx sobre La lucha de clases en Francia. Rosa Luxemburgo en su Discurso sobre el programa, se sublevó contra ese mangoneo: «Engels no pudo vivir lo suficiente para ver los resultados, las consecuencias prácticas de la utilización que han hecho de su Prefacio (…) Pero yo estoy segura de una cosa: cuando se conocen las obras de Marx y de Engels, cuando se conoce el espíritu revolucionario vivo, auténtico, íntegro que se desprende de sus escritos, de todas sus enseñanzas, te convences de que Engels habría sido el primero en protestar contra los excesos resultantes del puro y simple parlamentarismo (…) Engels e incluso  Marx, si hubiesen vivido, habrían sido los primeros en sublevarse violentamente contra eso, para impedir, para frenar tajantemente al vehículo y que no acabase en el fango». Rosa no sabía en ese momento que ya Engels había protestado vivamente contra esas infames manipulaciones. El 1 de abril de 1895 escribió a K. Kautsky para expresar su indignación al ver en el periódico del partido, el Vorwarts, un extracto manipulado de su Prefacio que le hacía “aparecer como partidario, a toda costa, de la legalidad». Igualmente se quejó a Lafargue de que : «[Wilhelm] Liebknecht me acaba de hacer una buena jugada. Ha tomado de mi Introducción a los artículos de Marx sobre Francia desde 1848 a 1858, todo lo que pueda respaldar la táctica pacífica y nunca violenta que le gusta predicar desde hace ya tiempo».

Es cierto que, a diferencia de Engels, Marx no vivió lo suficiente como para defenderse él mismo. Solo los comunistas, sus auténticos herederos, pueden defender su memoria. Es lo que hizo naturalmente Engels en el discurso que pronunció en los funerales de Marx: «…Fue, por encima de todo, un revolucionario. Su misión en la vida ha sido contribuir, de una manera o de otra, a derribar la sociedad capitalista y las instituciones del Estado que ésta ha creado, a liberar al proletariado moderno, de quien fue el primero en definir las condiciones de su emancipación. En el combate se encontraba en su elemento.  Luchaba con una pasión, una tenacidad y un éxito sin parangón (…) Marx fue el hombre más odiado y más calumniado de su tiempo. Gobiernos  absolutistas y republicanos le deportaron.  Burgueses, conservadores o demócratas, se han unido contra él. De todo eso él nunca se ocupó salvo en caso de extrema necesidad. Murió adorado, reverenciado y llorado por millones de camaradas revolucionarios desde las minas de Liberia a California, en Europa y en América». Contrariamente a lo que pretenden las obscenas falsificaciones de Attali, para quien el marxismo nació enterrando a Marx, éste ha sido uno de los grandes militantes revolucionarios y de ninguna manera el padre del reformismo pequeñoburgués. 

«Decididamente la vía de la revolución es inútil, piensa Marx» (pág. 315). ¿No debería decir, más bien, “piensa Monsieur Attali” puesto que es de eso de lo que se trata? ¿Cómo tomarse ni por un instante en serio a un señor consejero del Elíseo que pretende inmiscuirse en el espíritu de Marx atribuyéndole estupideces que sólo tienen sentido en la boca de un “Señor Consejero”?

El Manifiesto comunista de 1848, redactado por Marx y Engels, muestra muy claramente cual era el objetivo que, sin ningún equívoco, perseguían: «Los comunistas no se rebajan a disimular sus opiniones y sus proyectos. Proclaman abiertamente que sus objetivos no pueden alcanzarse de otra manera que con la destrucción violenta de todo el antiguo orden social. ¡Tiemblen las clases dirigentes ante la idea de una revolución comunista! Los proletarios no tienen nada más que perder que sus cadenas. Tienen, en cambio, todo un mundo por ganar».

 

Azel (1 de febrero de 2006)

 


[1] Especialmente en 1848 y en 1864 cuando pensó que ya había condiciones materiales para la revolución estaban presentes. Así, por ejemplo, le escribió a Engels en 1857: «Trabajo como un loco para acabar mi libro sobre la economía política porque sino el sistema se va a venir abajo antes de que haya podido acabar mi libro».

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • El marxismo: la teoría revolucionaria [6]

Un nuevo engaño recorre el mundo: el «socialismo del siglo XXI» de Chávez

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Publicamos a continuación el contenido de nuestra intervención en el Foro Alasbarricadas (www.alasbarricadas.org [7]) donde se discutía sobre Chávez y su “revolución bolivariana”. El Foro titulado «Anarquismo, antiimperialismo, Cuba y Venezuela», plantea qué posición a tomar frente a Chávez y su “revolución bolivariana” en Venezuela. Chávez se ha convertido en el nuevo mito con el cual hacernos creer que dentro del capitalismo, dentro de su Estado opresor, dentro de la defensa de la nación, se podría conseguir algún “avance” hacia la “liberación de los pueblos”.

Publicamos a continuación el contenido de nuestra intervención en el Foro Alasbarricadas (www.alasbarricadas.org [7]) donde se discutía sobre Chávez y su “revolución bolivariana”.

El Foro titulado «Anarquismo, antiimperialismo, Cuba y Venezuela», plantea qué posición a tomar frente a Chávez y su “revolución bolivariana” en Venezuela.

Chávez se ha convertido en el nuevo mito con el cual hacernos creer que dentro del capitalismo, dentro de su Estado opresor, dentro de la defensa de la nación, se podría conseguir algún “avance” hacia la “liberación de los pueblos”.

Para mantenernos atados de pies y manos a la lógica del capital, la burguesía de izquierdas se dedica a vendernos falsos modelos de “liberación social”. En los años 30 el gran mito fue la “Patria Socialista” de Rusia –apoyándose en las cenizas de la revolución proletaria aplastada desde dentro por el partido bolchevique degenerado–. Ante el desgaste considerable de este mito, en los años 60-70, la “extrema izquierda” del Capital (estalinistas “críticos”, trotskistas, maoístas, anarquistas oficiales) levantaron nuevos ídolos: Che Guevara, la “revolución” cubana, Vietnam, la China de Mao… Esos engaños tuvieron corta vida. Se comprobó que esos nuevos ídolos tenían los pies… de barro capitalista. Aparecieron “nuevas esperanzas”: los Sandinistas, los Zapatistas, el PT brasileño… ¡a los que también se les ha visto el plumero… capitalista!

Queremos decir que compartimos y apoyamos los argumentos de compañeros anarquistas y no anarquistas que rebaten a los que desde las filas anarquistas piden el apoyo “crítico” (como haría cualquier trotskista que se precie) al Sargento Chávez. No deja de ser paradójico que elementos que se reclaman del anarquismo propongan apoyar de manera “crítica” un “proceso” como el venezolano que se basa en el reforzamiento absolutista del Estado, en la preponderancia del Ejército y del más brutal militarismo, en un feroz capitalismo de Estado y en el culto a la personalidad del “gran líder bolivariano” el radiofónico Chávez. Sin embargo, nos vamos a ceñir al contenido del Foro aportando 3 argumentos para desmitificar el engaño Chávez:

  1. Su supuesto anti-imperialismo
  2. Las pretendida conquistas sociales del pueblo
  3. La llamada “organización del pueblo”.

Los imperialismos disfrazados de “anti-imperialismo”

Rosa Luxemburg en su denuncia de la carnicería de la primera guerra mundial señalaba que «la política imperialista no es obra de un país o de un grupo de países. Es el producto de la evolución mundial del capitalismo en un momento dado de su maduración. Es un todo inseparable que no se puede comprender más que en sus relaciones recíprocas y al cual ningún estado puede sustraerse».

Todo Estado es necesariamente imperialista. El capitalismo es un sistema mundial y todo capital nacional se integra dentro de él. Cada Estado nacional practica una política imperialista adecuada a su posición económica, su papel estratégico, sus capacidades militares etc. Estados Unidos tiene aspiraciones de gendarme mundial. En cambio, las ambiciones de Venezuela son más limitadas – el Caribe y América Latina - pero no por ello menos voraces.  La burguesía venezolana anda dividida sobre qué opción tomar: ¿la tradicional alianza con el gran vecino del Norte defendida por los partidos clásicos, la Democracia Cristiana y los “socialistas” de Mister Pérez? ¿O el “desafío bolivariano” que propugna el sargento Chávez? Todo indica que esta última es apoyada por un sector importante del Capital venezolano pues conviene a sus necesidades de expansión y conquista de áreas de influencia. Por ejemplo, ha tejido una alianza ventajosa con el régimen castrista dándole el balón de oxígeno de sustituir el petróleo ruso por el de Maracaibo.

P.Moras, uno de los participantes en el Foro que se reclama del anarquismo, dice «la participación del movimiento anarquista en los procesos de lucha antiimperialista se advierte indispensable». La ideología “anti-imperialista” se basa en reducir el imperialismo a un pequeño grupo de Estados y considerar a los demás como “víctimas”. Este reduccionismo suele llegar al extremo de ver a Estados Unidos como el único imperialismo o como “el imperialismo número uno”. A partir de esta jugarreta “dialéctica” se nos hace apoyar a los Estados que se oponen al tío Sam ocultando que participan del mismo sistema que Estados Unidos y tienen las manos igualmente manchadas de sangre. Además, la matraca sobre “Estados Unidos imperialismo número uno” echa un tupido velo sobre las cínicas ambiciones de sus rivales como Francia o Alemania (o de servidores de estos últimos como el Gobierno Zapatero).

La ideología “anti-imperialista” de Chávez es tan imperialista como la “lucha anti-terrorista” de Mister Bush. Ambas cumplen la misma función: servir de banderín de enganche para que obreros y explotados den su vida por la causa capitalista. Frente a ello reivindicamos la lucha contra todos los bandos imperialistas en vistas a preparar las condiciones para la Revolución Social Mundial que acabe con todos ellos.

La miseria encubierta como “conquistas sociales del pueblo”

La burguesía es la clase más hipócrita que ha existido en la historia. Siempre encuentra un “argumento” para justificar su explotación, sus guerras y su barbarie. ZP – como antes hiciera el adusto Aznar - justifica nuevos contratos basura en nombre de la “creación de empleo”. En Venezuela, Chávez justifica la agravación de la miseria y el hambre en nombre de la ayuda a las masas empobrecidas mediante las “Misiones” con las cuales «se informalizan las condiciones de trabajo, lo que “flexibiliza” (es decir, hace precaria) la fuerza de trabajo a través de las cooperativas, donde los trabajadores perciben salarios de hambre menores que el salario mínimo sin ningún tipo de cobertura social; por otra parte, por cada área de servicio o producción que se cubre a través de las misiones, se desmejoran las condiciones salariales y sociales de los trabajadores formales que hasta ahora laboran en esas áreas, ya que son violadas las contrataciones colectivas y son chantajeados con el despido» (Internacionalismo. Publicación de la CCI en Venezuela).

Respecto a las pretendidas “conquistas sociales” que habría aportado el chavismo, el post de El Libertario, un grupo anarquista venezolano con posiciones sin embargo bastante claras sobre Chávez, denuncia el mito de “la sanidad y la educación” que es la misma milonga que nos cuentan para pedir el apoyo al régimen cubano. Los “progresos en educación y sanidad” sirven para encubrir el avance vertiginoso de la miseria y la explotación en estos últimos 8 años. Los compañeros del grupo argentino Nuevo Proyecto Histórico en su interesante texto “La guerra social por otros medios” aportan datos claros: «Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el INDEC venezolano, en el año 1999 la pobreza extrema alcanzaba al 19,9 por ciento y en cambio ahora todo empeoró, ya que afecta al 28,1% de la población. La pobreza era en 1999 del orden del 43% y en el 2005 aumentó hasta llegar al 54%. El 22 por ciento de los venezolanos está desnutrido y el 47% vive con dos dólares por día».

El engaño de la “democracia participativa”

Los barrios pobres de las ciudades, las más remotas estancias campesinas, se han llenado de “Círculos bolivarianos”, “milicias”, “órganos de cogestión” etc. Esta telaraña de “organismos participativos”, la mayoría tutelados por miembros del Ejército,  nos la pintan como la alternativa de la “democracia participativa” frente a la vieja “democracia representativa” liberal.

Algunas intervenciones en el Foro se emocionan sobre las “experiencias de autogestión” que estarían en curso en Venezuela. No vamos a entrar aquí sobre la naturaleza de la autogestión, simplemente queremos apoyar la respuesta contundente que hace El Libertario a esas especulaciones: «Por ejemplo, se refiere a obreros y campesinos en lucha, aparentemente aludiendo a los imaginativos cuentos que la propaganda chavista difunde en el exterior sobre las tomas de fabricas y haciendas, situación que solo ha ocurrido en términos muy limitados y bajo control del aparato gubernamental, que ha estatizado empresas agrícolas e industriales en bancarrota o con graves problemas judiciales, operándolas bajo régimen de capitalismo estatal y sin ninguna intención de dejarlas en manos de sus trabajadores».

El Estado venezolano se dota de instrumentos “participativos” cuya misión es controlar a los trabajadores y a la población, someterlos a una férrea vigilancia, chantajearlos (“si no participas en la revolución no tienes derecho a las ayudas sociales”), reprimirlos si hace falta en caso de huelgas o manifestaciones obreras. ¿Qué diferencia hay realmente entre esos organismos de encuadramiento estatal y las “milicias populares” de los regímenes estalinistas o las SA del nazismo? La diferencia está únicamente en la justificación ideológica.

El Estado burgués es una dictadura totalitaria de la clase explotadora sobre la inmensa mayoría de la población. Para enmascararla adopta los más variados disfraces. El más utilizado es la Democracia. En Venezuela, ante el evidente desprestigio de la vieja democracia liberal representada por los partidos tradicionales, los creativos publicitarios de Chávez han encontrado nuevos envoltorios.

El “anti-imperialismo” de Chávez, su “democracia representativa”, sus “conquistas sociales”, constituyen otros tantos reclamos para que lo elijamos –aunque sea “críticamente”– como nuevo “libertador”. Y si rechazamos tales patrañas se nos chantajea atribuyendo « a todo el que tenga una posición principista de independencia de clase que no quiere “mancharse las manos". ¿Esto que quiere decir? Que lo correcto es "mancharnos las manos" o "embarrarnos los pies"», como muy bien denuncia P Mattick, otro participante en el mencionado Foro que se reivindica de una posición consejista. 

A esos chantajistas les respondemos muy sencillamente: lo que es práctico para la burguesía no lo es para el proletariado. Para la burguesía resulta muy práctico que los obreros elijamos campo entre los diferentes gángsteres que la componen. Que aceptemos la explotación, la guerra y la miseria en nombre de la “lucha anti-imperialista”.

¡Pero eso no es práctico para el proletariado y para la inmensa mayoría de la humanidad! Lo práctico para el proletariado es defender su autonomía de clase, mantener su independencia en reivindicaciones, organización y métodos de lucha.  El arma más perniciosa de la burguesía es obligarle a elegir plato en el menú podrido del capitalismo: entre Chávez y Bush, entre ZP y Aznar, entre altermundialistas y globalizadores, entre demócratas y fascistas, entre militares y civiles… El proletariado debe reconocerlos como servidores incondicionales del Estado Capitalista y luchar de forma autónoma contra todos ellos. Recordemos la letra de “La Internacional”: «Ni en dioses, reyes ni tribunos está el supremo salvador, nosotros mismos realicemos el esfuerzo redentor».

 
Acción Proletaria.

Geografía: 

  • Venezuela [8]

Series: 

  • Socialismo del siglo XXI [9]

Corrientes políticas y referencias: 

  • Chavismo [10]

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