Una vez mas, por 13ª vez durante los 11 años de gobierno de Chávez, las facciones chavistas y oposicionistas del capital nacional, convocan al proletariado a las urnas electorales. Otra vez, la confrontación entre ambas facciones, que ha dominado el escenario político desde el ascenso de Chávez al poder en 1999, se traslada al terreno electoral, intentando arrastrar a los trabajadores y al conjunto de la sociedad tras las banderas de una u otra facción. Tal como lo hemos planteado en anteriores artículos, el proletariado tiene todas la de perder en esta nueva contienda electoral, donde los chavistas agrupados en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) luchan por permanecer en el poder, y los opositores pujan por desplazarlos, agrupados esta vez en la llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
En efecto, las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre (26S), al igual que en anteriores procesos electorales, están planteadas en términos plebiscitarios por el chavismo y el propio Chávez, quien de nuevo recurre a su verbo encendido en contra de los opositores (a los que califica de golpistas, pitiyanquis, etc.) con la intención de aglutinar a sus seguidores y amedrentar a los partidarios de la MUD. También los opositores asumen las elecciones del 26S en los mismos términos: plantean que la única forma de frenar al gobierno "comunista" de Chávez y sus nefastas consecuencias para la democracia es conquistando la mayoría en la AN, desde el 2007 controlada en su totalidad por el oficialismo.
Pero estas elecciones se desarrollan en un contexto completamente diferente a las anteriores, el cual acentúa la polarización política y plantea un escenario de exacerbación de las confrontaciones entre fuerzas oficialistas y opositoras:
-la economía venezolana ha sido seriamente golpeada por la crisis capitalista mundial que se expresa en una baja considerable en los ingresos petroleros desde mediados del 2008 (que aportan mas del 90% de los ingresos del país), que ha ocasionado que el país se encuentre en recesión desde el 2009 (PIB de -3,3%) hasta la fecha; según la CEPAL Venezuela será el país que tendrá menor crecimiento económico en el 2010 al lado de Haití. A esta situación han contribuido las medidas capitalistas de estado de corte totalitario que ha tomado el régimen para intentar enfrentar la crisis (control de cambio, control de precios) y controlar a los sectores del capital nacional a través de leyes en el plano económico, que han ocasionado una baja inversión de capitales nacionales e internacionales; a lo que se le añade un crecimiento desmedido del gasto público y de las importaciones que han reafirmado el carácter rentista de la economía venezolana, que han mermado con la baja de los ingresos petroleros; medidas que en su conjunto ocasionan que Venezuela sea el país con la mayor inflación en AL en los últimos tres años (con una inflación acumulada del 96% en ese período) y con una de las economías menos competitivas de la región.
-los efectos de la crisis han dejado al desnudo las debilidades, incapacidad y descomposición de la burguesía venezolana en su conjunto y de su fracción chavista en particular: altos niveles de corrupción que superan con creces los niveles de los gobiernos del pasado; abandono de la atención del estado a los servicios públicos de salud, educación (pese a que éstos han sido y siguen siendo planteados por la propaganda oficialista como los grandes "logros" del "socialismo bolivariano"), de seguridad pública, deterioro de la infraestructura vial y de servicios, etc. Estas debilidades del estado, que ya se manifestaban durante los gobiernos anteriores al de Chávez, se han mostrado de manera dramática en los últimos meses a través de: la crisis del servicio eléctrico y de suministro de agua, que ocasiona racionamientos y fallas eléctricas en todo el país (siendo un país con una de las mayores infraestructuras de servicio eléctrico en la región, productor de combustible y con abundantes recursos hídricos); el mal manejo y distribución de alimentos por parte de los entes del estado, que ha ocasionado se descompongan mas de 100 mil toneladas de alimentos importados para suplir los planes populistas; el crecimiento sostenido de los índices de criminalidad, que ubican a Venezuela en una de las tasas mas altas de asesinatos a nivel mundial, de 75 por cada 100 mil habitantes, superando a países como Colombia (37) y México (10) .
-la merma de los ingresos petroleros, junto con las ineficiencias del estado, le han dificultado al chavismo mantener los planes populistas de la "revolución" bolivariana (llamados Misiones), lo que ha repercutido en una baja en la popularidad del régimen y del propio Chávez a nivel de las masas mas pauperizadas, principal base de sustentación del chavismo. Por otra parte, a nivel de esas capas y otros sectores de la sociedad son frecuentes las protestas y movilizaciones por la falta de servicios, contra la criminalidad o reclamando ofertas incumplidas por el gobierno. También son frecuentes las protestas de los trabajadores, principalmente dependientes de las instituciones o empresas del estado, exigiendo reivindicaciones salariales o beneficios laborales. Se observa entonces que se ha creado un ambiente de convulsión social, el cual precisamente la burguesía pretendió enfrentar a finales de los 90 con el ascenso de Chávez al gobierno; pero parece que "ha sido peor el remedio que la enfermedad". Es tal la incapacidad del régimen de realizar la gestión de estado, que ha llevado a sectores de la burguesía de dentro y fuera del país a catalogar al de Venezuela como un "estado fallido".
-como respuesta a este descalabro de la fracción chavista de la burguesía, las fuerzas opositoras del capital nacional se han visto en la urgencia de fraguar una unidad, y por primera vez en 11 años de gobierno de Chávez, se presentan unidas a unas elecciones a través de la MUD. A diferencia de las últimas elecciones parlamentarias del 2005, donde los candidatos de oposición desistieron de participar debido al ventajismo oficial, ahora lo hacen en bloque, a pesar de que se mantiene de manera descarada el ventajismo oficial[1]. La estrategia de la oposición ha sido dejar que el chavismo "se cueza en su propia salsa" y ahora aprovechar su debilitamiento, cuidándose de no caer en las zancadillas y "trapos rojos" que constantemente éste coloca.
-al debilitamiento interno del chavismo, se une un debilitamiento a nivel internacional. Después del derrocamiento de Zelaya en Honduras, debido a la acción de los EEUU y de varios países de la región (Costa Rica, Panamá, Perú, etc.), ha habido un debilitamiento progresivo de las intenciones imperialistas de Venezuela. Es evidente que los EEUU necesitan un "patio trasero" en calma para proseguir sus planes económicos e imperialistas; de allí la necesidad de frenar las intenciones de pequeño imperialista de Chávez, quien explota el antiamericanismo en la región. La posición geopolítica de Venezuela se ha debilitado a tal nivel, que una vez asumió Santos el gobierno de Colombia en agosto pasado, inmediatamente Chávez inició el restablecimiento de relaciones, debido fundamentalmente a que Colombia es el principal proveedor de alimentos y manufacturas, que se abaratan por ser países fronterizos. Por otra parte, también debido a los efectos de la crisis, los países de la región que se benefician de acuerdos petroleros, comienzan a percibir que Venezuela puede dejar de ser un proveedor confiable de petróleo; de hecho algunos planes energéticos en la región se han visto afectados.
Este contexto, evidentemente nada positivo para el régimen chavista, ha sido utilizado de manera bastante inteligente por las fuerzas opositoras ante las próximas elecciones parlamentarias para ir ganando espacios a nivel de los trabajadores y sobre todo en los barrios de las principales ciudades, tradicionalmente bastiones del chavismo. Ante este avance opositor, la estrategia utilizada por el oficialismo es vender la figura carismática de Chávez como portaaviones, quien es el que aparece en las vallas publicitarias, siendo la mayoría de los candidatos oficialistas a la Asamblea unos desconocidos; sin embargo, dada la baja en la popularidad de Chávez, puede ser que el portaaviones no funcione como en el pasado. Tal ha sido la intensidad de la campaña, altamente polarizada, que se estima una participación cercana al 70%, algo nunca visto en este tipo de elecciones. A pocos días de las elecciones del 26S, las principales encuestadoras dan pequeños márgenes de diferencia entre oficialistas y opositores (de 4 o 5 puntos), e incluso algunas hablan de empate técnico entre ambas tendencias.
La burguesía no quiere ni puede evitar la confrontación
Ante esta realidad el chavismo y el propio Chávez responden con amenazas, intimidación y acciones de los poderes públicos contra los opositores; en las últimas semanas, Chávez ha intensificado las cadenas de radio y televisión para inaugurar "obras" y nuevos planes, como en una acción desesperada para intentar lavar la cara a su gobierno, momentos que aprovecha para arengar a sus seguidores y amenazar con "radicalizar la revolución" en caso de que el chavismo pierda espacios. De igual manera se induce el miedo y la incertidumbre en las masas chavistas al plantear que de ganar la oposición, ésta juzgará a Chávez y se perderán los "logros de la revolución", en particular las Misiones. En las arengas contra los opositores Chávez les recuerda que la "revolución bolivariana" es una "revolución armada", que cuenta no sólo con la Fuerza Armada, sino con la Milicia Bolivariana (que ha sido sacada a la calle con la excusa de controlar la delincuencia); y aunque no lo dice, sabe que cuenta con grupos armados en Caracas y otras ciudades del país, los cuales conforman pequeños estados dentro del estado.
En ese sentido, la perspectiva que se abre, independientemente del resultado electoral, es una radicalización de la confrontación entre las facciones burguesas; que se va a extender desde ahora a las elecciones presidenciales de 2012 y de seguro más allá. Ni oficialistas ni opositores pueden detener esta loca carrera por el poder: Chávez y su camarilla no están dispuestos a dejar el poder; en una de sus alocuciones recientes dijo que gobernará hasta 2030; por su parte la oposición tratará de actuar en bloque contra el régimen, obviamente con el apoyo del "imperio". Es casi inevitable que las confrontaciones se exacerben a niveles mucho mayores que los que hemos visto hasta ahora, que pueden llevar a situaciones de anarquía e ingobernabilidad, e incluso confrontaciones armadas.
El estado actual de las confrontaciones interburguesas es el desenlace fatal de los altos niveles de descomposición de la burguesía venezolana, que han llevado a que fracciones de la pequeña burguesía conformada por elementos de la izquierda del capital, izquierdistas y militares, hayan tomado por asalto al estado venezolano, con una visión provincial y fundamentalista; en ese sentido no está alejado de la realidad cuando algunos opositores califican de "talibanes" a Chávez y a quienes están a la cabeza del gobierno. Los sectores opositores del capital nacional, que en su momento varios de ellos dieron su apoyo a Chávez, pretenden enderezar su entuerto, pero en un ambiente de confrontación con consecuencias impredecibles.
La salida del proletariado es la lucha
El proletariado debe impedir dejarse arrastrar por estas confrontaciones, que ni oficialistas ni opositores pueden ni quieren impedir. Debe tener en mente las consecuencias de la huelga petrolera contra el gobierno de finales de 2002 inducida por la oposición, donde llegaron a confrontarse obreros contra obreros en las zonas petroleras y en la Zona del Hierro en Guayana, y dejó un saldo de cerca de 20.000 trabajadores despedidos y la solidaridad obrera seriamente debilitada; o la huelga convocada por los patrones en el 2001, que fue aprovechada por éstos para despedir trabajadores y precarizar aún mas las condiciones de trabajo. El proletariado tiene todas la de perder en estas confrontaciones, que sea cual sea su resultado beneficiará a una o otra facción del capital, mientras las masas excluidas sociales y eventualmente el proletariado será quien ponga la carne de cañón, como ha ocurrido en este tipo de confrontaciones burguesas a lo largo de la historia del capitalismo.
Gane quien gane estas elecciones y la contienda final por intentar desplazar al chavismo del poder, la perspectiva para el proletariado es que esas mismas facciones que hoy se confrontan, acentúen la precariedad, el hambre y la barbarie en las filas obreras y en la población. Ya el chavismo nos ha dado muestra de ello a través de la negación de discusión de las contrataciones colectivas, la desmejora a los beneficios sociales de los trabajadores formales, los bajos salarios sin beneficio de los trabajadores de las cooperativas, la desmejora o eliminación progresiva de los seguros de salud, la criminalización de la protesta de los trabajadores, etc. Los opositores, de llegar de nuevo al poder, proseguirán estos ataques con la excusa de que el régimen chavista dejó en "ruinas la economía"; ya conocemos ese cuento.
La única forma de contrarrestar esta polarización es plantándose en su terreno de clase: luchar contra los capitalistas rojos, verdes, blanco o azules, en la defensa de nuestras condiciones de vida y de nuestras familias; tal como lo hacen hoy los obreros de Guayana, aunque fuertemente penetrados por las tropas sindicales del chavismo, opositores y trotskistas; como lo han hecho los trabajadores petroleros, del Metro y del sector eléctrico; y como lo hacen los trabajadores de Mercal y de otras de las Misiones creadas por el gobierno. Deben basar sus luchas en genuinas asambleas donde participen trabajadores de diferentes industrias y empresas; rechazar la consigna del "control obrero" promovida por el chavismo y secundada por el trotskismo, ya que es la forma "inventada" por la izquierda del capital para acentuar la precarización en las filas obreras.
Pero, el nivel de confrontación interburguesa ha avanzado tanto, que la situación actual requiere del desarrollo de un mayor grado de conciencia de clase del proletariado venezolano, ya que no sólo está amenazado físicamente, sino que puede salir seriamente golpeado y quedar limitado o imposibilitado de luchar por un tiempo contra el capitalismo, fuente de la barbarie que hoy vivimos. En este sentido, el debate y la intervención de las minorías más concientes de la clase es crucial en el momento actual.
Aunque el chavismo y la izquierda han querido arrebatarnos esta bandera a la clase, la perspectiva que se abre para el proletariado es socialismo (el verdadero socialismo concebido por el marxismo y no la patraña burguesa de "socialismo del siglo XXI") o barbarie.
Internacionalismo
20/09/2010
[1] El régimen chavista ha modificado las leyes de tal manera que los circuitos electorales del interior del país, donde el chavismo es mas fuerte, tengan mayor número de diputados; pudiéndose dar la paradoja que con menos del 50% de los votos puedan tener mayoría en la Asamblea Nacional.
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Desde que en junio Toxo Fernández (CCOO) y Cándido Méndez (UGT) clamaran a viva voz la convocatoria de Huelga General para el 29 de septiembre, hemos venido sufriendo una campaña ideologizante a favor de la misma orquestada desde todos los sectores que se reclaman del manido título de "izquierda". La campaña nos ha vapuleado para que participemos en una Huelga presentada en términos maniqueos con ánimo de no dar cabida al espíritu crítico: o estás radicalmente a favor, o estás radicalmente en contra. Así nos engañan y estafan los siervos del capital y sus correligionaros "izquierdistas".
Pretenden silenciarnos para engañarse e intentar no recordar los años de delación y aplastamiento del movimiento obrero. Los sindicatos y sus compañeros de viaje no desean escuchar de nuestra voz que la convocatoria será un fracaso. Piensan que el descontento obrero es más que suficiente para impulsar la Huelga General y que las esperanzas de la clase trabajadora siguen cifradas en su oportuna intervención. Nosotros debemos responder por la defensa acérrima de nuestros intereses de clase y no dejarnos embaucar por aquellos al servicio del Capital que nos aherroja con sus cadenas.
Antes de que el ejecutivo Zapatero diera a conocer el decretazo; el daño estaba hecho: en febrero de este año se habían impulsado medidas dirigidas a la supresión de las jubilaciones y reformas en la negociación colectiva favorables a la congelación o reducción de salarios. Mientras tanto, los sindicatos negociaban cómodamente con el Gobierno y la patronal el que fuera aborto de Reforma Laboral. En todos los países se han sucedido negociaciones de este tipo pues, en el marco de la crisis estructural del capitalismo, los Estados (europeos, sobre todo) tiraron de crédito para intentar reflotar el colapsado sistema financiero.
La deuda contraída les ha obligado, por mediación del FMI y el BCE, a desarrollar baterías de medidas antiobreras que se lleven por delante las pírricas conquistas sociales logradas tras años de combate.
Antes que el occidente "noticiable", Rumanía o Eslovenia llevaban varios años sometidos a las contrapartidas de los préstamos del FMI. Más tarde, en Grecia, se descubrió que la "contabilidad creativa" y las reevaluaciones de su deuda pública habían ocultado la verdad sobre una galopante crisis fiscal que superaba todo lo imaginable. El FMI y la Unión Europea salieron de pesca y capturaron todo un país al borde la banca rota. Un préstamo de 30.000 millones de euros a un interés del 5% catapultaba al país heleno a las primeras páginas de los rotativos de todo el mundo. El Gobierno Papandreu (Partido Socialista Griego, presidente de la Internacional Socialista) desarrolló un "Plan de Ajuste" que despertó al proletariado griego de su letargo y le hizo reaccionar. La clase trabajadora y los sectores populares salieron a responder al gobierno "socialista" con la lucha. Y hasta el día de hoy, ésta no ha cesado.
¿Por qué millones de personas combatiendo son incapaces de tirar abajo el Plan de Ajuste griego?
Los destinos de la clase trabajadora griega y el resto de obreros del mundo se unen por el vértice. Ella dio el primer paso y nosotros debemos continuar su obra. Pero, en los caminos encontrados, los sindicatos ponen piedras para impedir el avance. ¡Se han sucedido doce huelgas generales! A veces salen los trabajadores del sector público llamados por su sindicato; otras veces, los del privado. De vez en cuando, se encuentran ambos en las calles. Otras veces, renuncian todos y convocan los sindicatos anarcosindicalistas. ¡Y así una vez y otra! Papandreu, mientras tanto, ha anunciado que las medidas son insuficientes y que se deben desarrollar más y más contundentes. Ante tal disgregación de fuerzas, no puede por menos que sentirse confiado.
En Grecia, los sindicatos tienen verdadero poder sobre los trabajadores; y, en tiempos agitados, saben sacar provecho. El repunte de las luchas obreras a escala internacional tiene mucho que ver con la valerosa actuación de los trabajadores griegos; que, sin embargo, son sistemáticamente llevados por el camino de la indefensión por los sindicatos y partidos del capital. La disgregación de la unidad obrera frente al capital es absolutamente lesiva para la clase obrera a escala internacional; pero también es el terreno del cual se nutren los sindicatos: el sindicalismo es acicate de nuestras dificultades de autoorganización y se alimenta de esas mismas dificultades.
Esta situación se repite en todos aquellos países en los que miremos. En Sudáfrica, 1,3 millones de trabajadores del sector público proclamaron la Huelga indefinida, alentada por los sindicatos. Días después, los mismos sindicatos que llamaron a las calles con todo el arrojo del mundo a los trabajadores se echaron hacia atrás y proclamaron el fin de la Huelga y la vuelta a trabajar. En Francia, son dos Huelgas Generales las que hemos vivido. Ambas, desconectadas gracias a la infiltración sindical en las mismas. Estériles desfiles militares que no conducen a nada. En Tekel, Turquía, bien sabían los trabajadores que no podrían fiarse de los sindicatos. Llevaron su lucha autónoma ajenos a los sindicatos, pero estos acabaron por infiltrarse y echar por tierra las reivindicaciones. Algunos compañeros de Tekel están viajando por Europa dando a conocer tales acontecimientos para que, entre todos, saquemos una lección clave: LOS SINDICATOS PERTENECEN Y SIRVEN AL CAPITAL.
El ejemplo del Estado español no es, a este respecto, menos aclaratorio. A finales de junio, vivimos una grandísima lucha obrera: los Trabajadores del Metro de Madrid decían ¡NO! a la ruptura unilateral del Convenio Colectivo por parte de la dirección de Metro y la Comunidad →
Los sindicatos no desean más que un triunfo mediático de la Huelga Aunque con amplias perspectivas en su camino, el repunte de la combatividad obrera a escala internacional es aún débil
→ Autónoma madrileña. La Asamblea se plantaba y anunciaba Huelga total sin atender a los servicios mínimos que habían sido impuestos. ¡Dos días de parálisis total en Madrid! La campaña ideológica de difamación, calumnia y criminalización de los valerosos compañeros fue absolutamente atroz. Tras dos días, los trabajadores mismos se hicieron eco de esa criminalización y anunciaron la vuelta de los servicios mínimos. El ejercicio de autoorganización se detuvo en ese mismo punto. Los sindicatos tomaron la Asamblea y lograron forzar la negociación con la dirección de Metro. El conflicto sigue sin resolverse y, gracias a los sindicatos, la lucha ha quedado definitivamente empantanada.
La solidaridad obrera con los trabajadores de Metro de Madrid fue inmediata, pero aún débil e insuficiente. El ejemplo no se extendió y el combate quedó aislado. La articulación con otras luchas parciales y la contrainformación no fueron consideradas como primordiales; y, pese a todo, los trabajadores de Metro de Madrid nos enseñan el ejemplo de cómo la clase obrera se debe de organizar en su pugna continua contra el capital y el patrón.
Cuando Zapatero informó sobre la batería de medidas de reducción del déficit en el Estado español; Comisiones Obreras y UGT reaccionaron permitiendo al Ejecutivo que se explicara. Cuando éste se explicó, vieron las orejas al lobo y comenzaron su labor de desmovilización. Las míseras condiciones de antes (alto paro incluso en periodos de "crecimiento", pensiones pírricas, dificultades de acceso a las ayudas por parte del trabajador agrario, subcontratación y precarización galopantes), son las "conquistas a recuperar" de ahora. Los muebles ya se habían mojado, el problema es que ahora se los llevaba la corriente.
Quisieron hacernos creer que habían cambiado de chaqueta y de lado de la barricada y, para "responder" al Ejecutivo llamaron a todos los funcionarios a una jornada de Huelga de 24 horas el 8 de junio. ¡Clamorosa opereta de baja estofa! Bien orquestada en connivencia con el Gobierno del PSOE, la Huelga ni hizo mucho ruido ni causó mucho daño a las estructuras públicas del Estado. Ante tamaño despropósito, ¿qué hicieron esas fuerzas de la izquierda que dicen ser los valedores de nuestra causa? ¡Apoyaron sin más! ¡Todos a una en semejante pantomima!
El fracaso de la Huelga al que ellos mismos contribuyeron estaba destinado a sembrar la desmoralización y la pasividad en nuestras filas, agravado a posteriori con una convocatoria de Huelga General ¡con la Reforma Laboral previamente aprobada y aplicada!
¿Qué alternativas nos proponen aquellos "radicales" e "izquierdistas" ante todos estos acontecimientos? Nada en absoluto. Su actuación respecto al 29-S es un fiel retrato de la "alternativa" que ellos dicen representar. Emplean la convocatoria de Huelga General como vehículo para sus propias pretensiones, y se valen de la clase trabajadora como carne de cañón en sus cuadros organizativos. Creen poder sacarnos de nuestra miserable condición si se ponen a nuestra cabeza y dirección. ¡Mienten! Dicen hablar en nuestro nombre. ¡Mienten! La clase trabajadora no necesita que nadie hable ni actúe por ella, ella habla todos los días por sí misma. Y a la monótona letanía de los correligionarios "izquierdistas" del capitalismo que sólo saben decir "Huelga General", ella dirá: "¡Estamos cansados de vosotros, dejadnos hacer!". "¡Somos una clase, tenemos unos mismos intereses; no sembréis la división con vuestras siglas y vuestra política radical de palabra y burguesa en la praxis!"
Ése es el camino a seguir por la clase trabajadora, el camino de la solidaridad de clase, de nuestra unidad y autonomía organizativa. Nos obligan a sumarnos individualmente a la Huelga porque no somos sino otro número más. Cifran su victoria en el número de embaucados en su juego. ¡Hay que reaccionar! Cada par de manos que ayudan al sindicalismo o partidismo burgués, son unas manos en el cuello del trabajador. ¿Quieren Huelga? ¡Pues Huelga! Desde hoy mismo, debemos empezar a organizar asambleas de todos los trabajadores de una misma empresa o fábrica. Debatir sobre los problemas que tenemos en nuestros puestos de trabajo. Entablar contactos unos con otros, conocernos, ir tejiendo esa red llamada solidaridad clasista.
¡Lucha de todos los trabajadores!
● Asambleas abiertas a todo el mundo para plantear un polo alternativo y crítico.
● Promoción de piquetes informativos de estas mismas asambleas.
● Fomento, extensión y articulación de las luchas parciales entre sí.
¡En camino hacia la salida de nuestra penosa situación: la Revolución Proletaria Mundial!
* Esta toma de posición es el producto de las discusiones y colaboraciones mantenidas entre el CREE y la CCI, a las que se ha unido la Red de Solidaridad de los trabajadores de AFEMA-Alicante. Pretende ser una respuesta colectiva ante el 29-S y lo que es más importante: LA NECESIDAD DE TOMAR LA LUCHA EN NUESTRAS MANOS visto el sabotaje sindical. Todos los compañeros, colectivos y grupos que se sientan identificados con este esfuerzo les animamos a unirse a él.
● Colectivo Revolucionario Espartaquista Estudiantil: [email protected] [4]
● Corriente Comunista Internacional: [email protected] [5]
● Red de Solidaridad de los trabajadores de AFEMA-Alicante: [email protected] [6]
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