¿Cómo explicar la nueva amenaza que se cierne contra el empleo y las condiciones de vida de los obreros de Astilleros? ¿Por la mala gestión del anterior Gobierno? ¿Por debilidad en la defensa del sector público?
Rotundamente no. En Alemania el gobierno “socialista” plantea el peor recorte de prestaciones sociales desde la 2ª Guerra Mundial y bajo su égida los empresarios chantajean a los obreros con el dilema de “o aceptáis trabajar MAS HORARIO CON MENOS SALARIO o Deslocalizamos la empresa”. En Francia, Bélgica, Gran Bretaña etc., Gobiernos y Patronos hacen lo mismo. El problema de astilleros no tiene nada de nacional ni de sectorial, forma parte del problema mundial y global de la crisis histórica del capitalismo. Este sistema que funciona para obtener el máximo beneficio y no para satisfacer necesidades humanas, está hundiendo a los trabajadores y la humanidad en una espiral interminable de miseria y guerras.
Desde que el gobierno “socialista” de González emprendiera en 1984 la primera reconversión del sector naval con miles de despidos, cada gobierno, cada patronal, decían “esta reconversión será la última”. Aún está caliente en nuestras memorias la última crisis del sector naval que se remonta a marzo 2004 con el anterior Gobierno y que se presentó como la “solución definitiva”.
GOBIERNOS, PATRONALES Y SINDICATOS NOS ENGAÑAN CON LA CANTINELA DE “ESTE ES EL ULTIMO SACRIFICIO”. La realidad es que los sacrificios solo acarrean nuevos y peores sacrificios, los despidos de ayer son la base de los despidos de mañana. Sí aceptamos que nos reduzcan el salario hoy lo único que garantizaremos es nuevas reducciones para mañana.
Ante la crisis que desde hace 30 años afecta a sus diferentes sectores productivos, el capitalismo siempre tiene la misma receta: “aceptad sacrificios y así garantizaréis un futuro mejor”. Debemos hacer balance y sacar la única conclusión razonable: eso es mentira. En el sector naval, en el sector minero, pero también en sectores punta como informática o telecomunicaciones, los trabajadores hemos sido sometidos a una sucesión de despidos que sólo han traído nuevos despidos, de la misma forma que los recortes en las prestaciones de la Seguridad Social han acarreado nuevos y peores recortes.
La economía capitalista está en una crisis sin salida y las medidas que el Capital propone para salvarla y garantizarnos un supuesto “futuro mejor” lo único que hacen es agravarla y empeorarla.
Sí la supuesta “guerra contra el terrorismo” sólo ha traído más terrorismo, sí las medidas de reforzamiento del Estado “contra la inseguridad” solo han traído más inseguridad y caos, sí la guerra “contra las armas de destrucción masiva” solo ha acarreado más destrucciones masivas, los despidos solo provocan mayores despidos, las rebajas de salarios peores rebajas de los mismos, la precariedad más precariedad...
Tras ganar las elecciones, los “socialistas” de ZP prometieron una política “más social”, con “más diálogo”, por todas partes se promovió en los trabajadores y la población “un alivio”. ¡Ya no estaríamos tan mal como con Aznar!.
El ataque al sector naval desmiente estos cuentos de hadas y no es sino el anuncio de ataques en todos los frentes que irán lanzando progresivamente. Todo Gobierno es un servidor incondicional del Capital Nacional y no hay ningún terreno en los que puedan coincidir los intereses de los obreros con los intereses del capital nacional. La crisis del capitalismo exige del Gobierno “de la nación” medidas de ataque a todos los aspectos de las condiciones de vida de la clase obrera: desde los puestos de trabajo a la jornada laboral pasando por la vivienda o la precariedad. No hay ningún “alivio” posible a los sufrimientos de los trabajadores y la gran mayoría de la población. La solución no es cambiar de gobierno sino destruir el capitalismo.
El capitalismo no solo ataca las condiciones de vida de los obreros sino que ataca su unidad, su solidaridad, su capacidad de organización, su conciencia, es decir, ataca las armas que estos tienen para luchar y resistir.
Los cínicos “socialistas” han planteado que el sector naval militar será garantizado pero que el sector naval civil será “reestructurado” y se pedirá “la colaboración privada”. Es decir, que será abandonado a una agonía de despidos hasta su total desaparición. Este planteamiento está hecho expresamente para DIVIDIR Y ENFRENTAR A LOS TRABAJADORES ENTRE SI.
Pero la cizaña de la división también la siembran los sindicatos. Ellos dicen que el sector civil se podría salvar, que bastaría con hacer frente a la competencia de Corea para tener “carga de trabajo”. Es cierto que hay competencia entre los capitalistas europeos y el capital coreano a propósito de los barcos, pero es una competencia propia de las leyes ciegas del capitalismo que lleva a los despidos y la miseria. ES UNA COMPETENCIA QUE SIEMBRA LA DESOLACION EN TODOS LOS PAISES. Los trabajadores tenemos que aspirar a abolir la competencia entre nosotros, forjar nuestra unidad y establecer así las bases para una COMUNIDAD HUMANA MUNDIAL donde la competencia quede abolida y la producción se planifique y se reparta de forma armoniosa.
Los métodos de lucha que están propiciando sindicatos y sindicalistas “radicales” de cortar autopistas y accesos para enfrentarse violentamente a la policía encierran también el germen de la división. Aislados, en pequeños grupos, por mucho tirachinas que se eche, no vencemos al capital, que nos tiene entretenidos en choques estériles y, peor aún, nos enfrenta con otros trabajadores que acaban por no comprender que la lucha contra los despidos es su propia lucha y reaccionan más bien con irritación frente a sus compañeros. Es lo que el capital necesita para llevarnos a la derrota
Las amenazas que penden sobre nuestras cabezas son muy graves y afectan a todos los órdenes de nuestra vida. No podemos luchar cada cual en su rincón pues eso significa la derrota de todos y cada uno. Activos y parados, fijos y precarios, nacidos aquí y emigrantes, todos tenemos una amenaza común y por tanto necesitamos una lucha común. La solidaridad es nuestra primera fuerza. Solidaridad es sentir cada lucha como propia cualquiera que sea la forma del problema contra la que quiere responder.
En las huelgas obreras en España en 1976, la consigna más gritada era SOMOS OBREROS UNETE. Esa debe ser de nuevo nuestra consigna. La primera preocupación de todo sector obrero en lucha es extenderla a los demás obreros. La primera preocupación de estos es sentirse implicados, ver sus problemas y su lucha como propios.
Pero la solidaridad y la unidad solo se forjan a través de la organización de la lucha mediante ASAMBLEAS SOBERANAS en las que todos los trabajadores piensen, discutan y decidan por si mismos, deshaciendo en un duro combate las trampas y maniobras de las jerarquías sindicales.
El capitalismo no se puede reformar ni mejorar. En una manifestación de los obreros del sector naval de Sestao una pancarta decía SI NO HAY SOLUCION ¡REVOLUCION!. Efectivamente, la única solución es la Revolución Proletaria Mundial. Pero esto va a costar una lucha muy larga, dura y difícil. Todas las luchas pequeñas y grandes deben concentrarse en esa dirección, la unidad, la solidaridad y la capacidad de organización de los obreros, bases de la futura sociedad, son las que deberán crecer y desarrollarse en ellas.
CORRIENTE COMUNISTA INTERNACIONAL 15-9-04
Un portavoz de Battaglia Comunista 1 hizo la presentación explicando los fundamentos de la guerra en Irak y la política actual de Estados Unidos. El compañero desarrolló el análisis del BIPR, según el cual “la cruzada americana contra el terrorismo” tenía, principalmente, motivaciones económicas: reforzar el control norteamericano sobre las reservas de petróleo en el mundo para consolidar así la hegemonía del dólar sobre la economía mundial y recuperar un beneficio suplementario de la “renta petrolera”, ya que el debilitamiento de la competitividad de la economía USA forzaría a éstos a recurrir a una especie de apropiación parasitaria de la plusvalía producida en el mundo entero, para mantener su economía a flote. Se dijo que también estaban en juego consideraciones estratégicas en cuanto al control de las reservas petrolíferas, oponer a Rusia y China y mantener a ambas alejadas de los principales yacimientos, así como conseguir que la Unión Europea quede débil y dividida. Este análisis suscitó diferentes reacciones por parte de los participantes a la reunión pública. Un compañero del grupo “Amigos de una Sociedad Sin Clases” (FKG) – que anteriormente fundase el grupo “Aufbrechen”- saludó la capacidad del BIPR de identificar las causas económicas concretas de la guerra, mientras el portavoz del grupo GIS (“Grupo Socialista Internacional”) expresó dudas sobre este análisis, al señalar que la búsqueda de liquidez financiera internacional por parte de Estados Unidos es, sobre todo, expresión y continuación de una política clásica de endeudamiento. Este compañero se reafirmó en lo que ya había expresado en la precedente reunión pública del BIPR, a saber, que el esfuerzo por dominar los recursos petroleros tiene más motivaciones militares que económicas. Por su parte, un miembro del grupo “Comunistas Internacionalistas” señaló que no sólo los Estados Unidos, sino también las otras grandes potencias imperialistas, y en primer lugar los estados europeos, se baten actualmente por dominar el mundo. Expuso la tesis según la cual, ya que Estados Unidos pone sobre todo su potencia militar en la balanza, los bancos europeos ponen principalmente su poder económico.
La crítica de la CCI al análisis del BIPR
En su primera contribución a la discusión, la CCI abordó la argumentación presentada por el BIPR, según la cual USA desencadena la guerra en todos los confines del mundo para tratar de compensar los efectos - déficit gigantescos de la balanza comercial y por cuenta corriente, deuda pública creciente - del debilitamiento de su competitividad en el mercado mundial, lo que trata de contrarrestar a través de la guerra consiguiendo así atraer capital, controlar el petróleo e imponer la hegemonía del dólar.
Desde el punto de vista de la CCI, este análisis es muy peligroso políticamente porque examina las causas de la guerra imperialista a partir de la situación de un estado determinado en lugar de hacerlo a partir de la situación del desarrollo y agudización de las contradicciones del sistema capitalista en su conjunto. No es de extrañar que ese análisis del BIPR sea muy similar, a grandes líneas, con el que postulan los grupos “antimundialización” europeos, o los socialdemócratas de izquierda alemanes como Oskar Lafontaine que explican la agudización de las tensiones imperialistas por el carácter particularmente parasitario de la economía norteamericana.
Este análisis es, además, incapaz de responder a las dos preguntas siguientes. Primera: ¿Por qué la economía de Estados Unidos – que sigue siendo aún el capitalismo más poderoso del mundo, con las mayores empresas, con una cultura nacional muy adaptada a las necesidades del modo de producción capitalista - se enfrenta a tamaños problemas en la concurrencia internacional? Y en segundo lugar: ¿Por qué la burguesía americana no hace frente a este problema a través de mecanismos más fáciles y lógicos como serían inversiones masivas en su aparato productivo para reconquistar su margen de competitividad, y, en vez de ello, reacciona, según afirma Battaglia, extendiendo la guerra por todo el planeta? En realidad el Buró Internacional confunde aquí causa y efecto. USA no se rearma hasta los dientes porque haya perdido su competitividad. Al contrario. Lo que sucede más bien es que pierde efectivamente posiciones en la concurrencia económica debido, en gran medida, a los recursos que debe dedicar a la carrera de armamentos. Esto no es algo ni mucho menos específico del imperialismo norteamericano. Recordemos que quién durante muchos años fue el principal rival de Norteamérica, la URSS, se vino abajo esencialmente por pretender armarse hasta la muerte. La verdad es que el aumento del gasto militar a expensas del desarrollo de las fuerzas productivas, y el sometimiento progresivo de la economía al militarismo son características esenciales del capitalismo en su decadencia.
En tercer lugar, si bien es cierto que en el capitalismo crisis y guerra son inseparables, esta relación no tiene nada que ver con la tesis simplista de la guerra por el petróleo o por la hegemonía del dólar. La relación entre ambos factores puede verse, por ejemplo, en las circunstancias que condujeron a la Primera Guerra Mundial. No hubo entonces una depresión económica comparable a la que estalló posteriormente en 1929. La crisis de 1913 tuvo aún características de las crisis cíclicas y resultó bastante leve. No existieron tampoco crisis comerciales, ni en el presupuesto o la balanza de las cuentas públicas de Gran Bretaña, Alemania o de los otros principales protagonistas, comparables en manera alguna a las escalofriantes cifras que se dan hoy. No aparecieron tampoco turbulencias monetarias particulares (en esta época el patrón oro era universalmente reconocido). Y, sin embargo, estalló la primera conflagración imperialista. ¿Por qué? ¿Cuáles son las leyes generales del imperialismo que explican la guerra moderna?
Cuanto más desarrollado está un estado capitalista y mayor pujanza tiene la concentración de su capital, mayor es su dependencia frente al mercado mundial, de los recursos del planeta y de su dominio sobre él. Por ello en la época del imperialismo cada estado se ve obligado a tratar de establecer una zona de influencia en torno a él. Pero para las grandes potencias esa zona de influencia es, necesariamente, el mundo entero, y no se pueden conformar con menos para asegurarse su existencia. Cuanto más se endurece la crisis económica también se agudiza la batalla por el mercado mundial, y esta necesidad se hace cada vez más imperiosa. Alemania declaró la guerra a Gran Bretaña en 1.914 no por una apurada situación económica en términos inmediatos, sino porque dada la pujanza de su economía su suerte dependía cada vez más de la economía mundial, y no podía resignarse a que su acceso a los mercados mundiales dependiera de la buena voluntad de Gran Bretaña, la potencia dominante sobre los océanos y sobre una gran parte de las colonias. La burguesía alemana no necesitó esperar a que en 1929, como resultado de la depresión mundial, quedase prácticamente excluida del mercado mundial por las antiguas potencias coloniales, sino que intentando revertir esa situación provocó la guerra mundial antes de que estallara la crisis económica mundial.
El hecho que las potencias capitalistas choquen cada vez más brutalmente unas con otras significa que las guerras imperialistas llevan de forma creciente a la ruina mutua de los estados que participan en estos conflictos. Rosa Luxemburgo ya había señalado esto en 1.916 en su “Folleto de Junius”. Pero también se ve confirmado en la reciente guerra en Irak. Irak representó en su momento, en la periferia del capitalismo, una de las principales fuentes de grandes y lucrativos contratos para la industria europea y norteamericana. Hoy no sólo la crisis económica del capitalismo, sino sobre todo sus guerras contra Irán y USA, han dejado a Irak completamente arruinado. Pero es que incluso la propia economía norteamericana se está viendo seriamente perjudicada por los elevados costes derivados de sus campañas en Irak. Con la idea de que la guerra ha sido desencadenada para desarrollar operaciones de especulación monetaria o en busca de una pretendida “renta petrolera”, se da a entender que la guerra sigue siendo lucrativa y que el capitalismo es todavía un sistema en expansión. No sólo la política de Estados Unidos sino también el terrorismo de los Ben Laden y Cía ha sido interpretado en este sentido por el portavoz de Battaglia que presentó a este último como expresión de una tentativa de las “200 familias de Arabia Saudita” de conseguir una parte más grande de los beneficios de su propia producción de petróleo.
El peligro del empirismo burgués
Después que el BIPR y la CCI hubieran presentado sus propios puntos de vista sobre las causas de la guerra, tuvo lugar un vivo e interesante debate, donde se pudo constatar que los participantes en la reunión estaban muy interesados en conocer mejor las posiciones de las organizaciones presentes de la Izquierda Comunista, insistiendo en que ambos grupos se respondieran el uno al otro. Los compañeros no se limitaron a hacer las preguntas sino que expresaron ellos mismos sus objeciones y de hecho sus críticas. Por ejemplo, un compañero del FKG acusó a la CCI de “polémica barata” por haber comparado el análisis del BIPR con el del movimiento antimundialización. Señaló que resaltar el actual rol agresor de Estados Unidos no tiene nada que ver con la minimización del rol del imperialismo europeo como habitúan a hacer los simpatizantes burgueses de éste. Insistió correctamente en que, en el pasado también los internacionalistas proletarios se dedicaron a analizar el papel que habían jugado determinados estados en el desencadenamiento de las guerras imperialistas, sin que por ello pudiera acusárseles de haber hecho concesiones a los rivales de dichos Estados.
Pero la CCI no había criticado en absoluto que se viera en los EEUU al principal agente desencadenante hoy de las guerras, sino que se vieran las causas de estas guerras no en la situación general del imperialismo en su conjunto sino, de manera reduccionista, en la situación específica de Estados Unidos. El portavoz de Battaglia, por su parte, no negó del todo la semejanza entre el análisis hecho por su organización y el de las diferentes corrientes burguesas. Argumentó, sin embargo, que este análisis cuando era realizado por el BIPR, se fundamenta en una visión del mundo completamente diferente a la de los burgueses. ¡Esto es así todavía, afortunadamente! Pero nosotros mantuvimos que tal análisis sólo puede debilitar la eficacia de nuestro combate contra la ideología de la clase enemiga, y sobre todo socavar la firmeza de nuestro propio punto de vista proletario. A nuestro parecer, la semejanza del análisis del BIPR y el extendido punto de vista de la burguesía es el resultado del hecho que los compañeros han adoptado un método de análisis burgués. Este método es el del empirismo, una de las formas esenciales del pensamiento burgués que consiste en dejarse llevar por ciertos hechos especialmente noticiosos, en lugar de analizar a través de un método teórico más profundo la verdadera conexión entre los distintos acontecimientos. Un ejemplo de cómo el BIPR cae en el empirismo se vio durante la discusión cuando estos compañeros explicaron que el hecho de que la economía norteamericana se derrumbaría si no afluyeran a ella capitales extranjeros, es la prueba de que la guerra de Irak sirve para obligar a las otras burguesía a prestar dinero a USA. Para responder tuvimos que recordar que por supuesto sin tales prestamos e inversiones la economía de los Estados Unidos se vendría abajo, lo cual ya supone bastante coacción para que capitalistas europeos y japoneses continúen comprando acciones y bonos norteamericanos, puesto que ellos mismos no sobrevivirían a un colapso de los Estados Unidos2.
En la segunda parte de este artículo abordaremos más explícitamente la cuestión de la relación existente entre la crisis económica y la guerra imperialista a la luz de la crítica marxista de los fundamentos mismos de la economía capitalista. En particular criticaremos la idea defendida por el BIPR de que “una destrucción generalizada abriría el camino a una nueva fase de acumulación”, o dicho de otra manera a una nueva fase de prosperidad capitalista.
WELT REVOLUTION
Publicación de la CCI en Alemania
Notas
1) Organización fundadora, junto a la CWO, del BIPR.
2.- Es necesario añadir que por mucha rivalidad que tengan con Estados Unidos, sus rivales seguirán colocando sus capitales en la economía más estable que existe, ya que este país, en el futuro previsible, seguirá siendo militar y económicamente, el país más fuerte del mundo.
La barbarie brutal de la matanza de Beslan en Rusia nos ha estremecido a todos. Ante ella no podemos permanecer impasibles. No podemos acostumbrarnos a la barbarie como propician los medios de “comunicación” que con sus espectáculos morbosos reproduciendo las escenas más brutales quieren que acabemos aceptando como “normal” la violencia ciega de las guerras como la de Irak, Israel, Afganistán etc., y la de los atentados, secuestros o masacres terroristas como los que vienen produciéndose en una cadena sin fin en Turquía, Arabia, Indonesia, Rusia...
Tenemos que manifestar nuestra indignación y concretarla en lucha de clase contra el verdadero responsable: el CAPITALISMO, el capitalismo asesino.
Decimos CAPITALISMO porque el gobierno de Putin y sus rivales terroristas (chechenios y fundamentalistas islámicos) son expresiones del capitalismo, son fracciones de la burguesía que persiguen sus sucios designios utilizando como carne de chantaje o de cañón a las poblaciones de uno y otro bando. Los secuestradores no dudaron en obligar a niños indefensos a beberse su propia orina, pero sus antagonistas de la Madre Rusia no fueron menos crueles al provocar descaradamente la masacre.
Decimos CAPITALISMO porque, sumido en una crisis de decadencia, toda su evolución durante el siglo XX ha ido hundiendo a la humanidad en una cadena agobiante de guerras, hambrunas, convulsiones económicas... En ese engranaje mortal participan todos los Gobiernos, sea cual sea su ideología, todos los partidos del Capital, sea cual su coloración “derechista” o “izquierdista”, todos los Estados, sea cual su ropaje “democrático” o dictatorial, todas las Naciones, sean del primer mundo o del tercero, sean del Este o del Oeste.
Decimos CAPITALISMO porque tanto la guerra como el terrorismo forman parte de una misma madeja criminal: la de la concurrencia imperialista a la que se libran todos los Estados, empezando por el Gendarme del Mundo, USA, acabando con los Señores de la Guerra islámicos y pasando por los “virtuosos pacifistas” de Alemania, Francia y el Gobierno Zapatero que han sostenido unánimemente a Putin en la matanza de Beslán. En el pugilato asesino que libran las víctimas las pone el proletariado y la inmensa mayoría de la población mundial.
Solo el proletariado con su lucha de clase masiva y unida puede acabar con la pesadilla del capitalismo.
Este sistema no se puede reformar. ¿Qué se puede cambiar en él cuando el imperialismo en sus dos formas -la guerra y el terrorismo- no hace sino crecer de una forma aterradora? ¿Qué se puede cambiar en él si para “salvar los sectores productivos” provoca despidos masivos que solo traen NUEVOS DESPIDOS MASIVOS como estamos comprobando en los astilleros? ¿Qué se puede cambiar en él si en los países más desarrollados como Alemania y Francia el Gobierno pega un hachazo brutal a prestaciones sociales, pensiones, subsidios a desempleados etc.? ¿Qué se puede cambiar en él si la tendencia que se impone en todas partes es TRABAJAR MÁS HORAS Y COBRAR MENOS SALARIO con el alargamiento de la jornada de trabajo o el retraso de la edad de jubilación? ¿Qué se puede cambiar en él si en los países “más desarrollados” la vivienda se convierte en un lujo inaccesible para la mayoría? ¿Qué se puede cambiar en él cuando provoca catástrofes ecológicas cada vez más graves?
El proletariado tiene que orientar sus luchas más inmediatas, sus debates, sus reflexiones, sus manifestaciones, toda su actividad, en una sola dirección: la REVOLUCION COMUNISTA MUNDIAL. En la manifestación de los obreros de astilleros de Sestao había una pequeña pancarta que decía “Sí no hay solución, la Revolución”. La única solución es la Revolución. Para que la humanidad pueda vivir el capitalismo debe morir.
Acción Proletaria 10-9-04
La carnicería de más de 400 personas, la mayoría de ellas niños, en la escuela número uno en la ciudad de Beslán, en Osetia del norte, produce indignación y repulsión. Como los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en NYC, esta matanza es un crimen de guerra en el que, como siempre, las principales víctimas son los miembros más indefensos de la población civil. En Beslán, los rehenes sufrieron intimidación, hambre, sed, y ejecuciones sumarias, y a los que sobrevivieron a las explosiones iniciales en el gimnasio donde estaban retenidos, los secuestradores les dispararon por la espalda cuando trataban de escapar.
Los días siguientes a la matanza, los líderes mundiales se han apresurado a expresar “su solidaridad con el pueblo ruso y con su firme líder, el Sr. Putin”. En la convención republicana de NYC, Bush no dudó en incluir la guerra del Estado ruso contra el separatismo checheno en la “guerra global contra el terrorismo” encabezada por USA. En Moscú, decenas de miles de personas participaron en una manifetación oficial antiterrorista bajo pancartas en las que podía leerse: “Putin, estamos contigo”.
Pero una cosa es la solidaridad con las víctimas de Beslán y otra es el apoyo al Estado ruso; porque el Estado ruso es tan culpable de esta pesadilla como los terroristas que tomaron la escuela.
Para empezar, porque gran número de muertos y heridos, lo fueron debido a las operaciones de las tropas rusas que rodeaban la escuela, que usaron fuego de ametralladoras, lanzallamas y morteros indiscriminadamente. Estos métodos recuerdan la forma en que terminó el asedio al teatro Dubrovka de Moscú en Octubre 2002, del que aún no hemos escuchado ningún cuestionamiento por parte de Putin sobre la actuación del ejército entonces. Pero más importante que esto es el hecho de que, igual que la “guerra antiterrorista” de USA ha convertido a Irak y Afganistán en tierra de cultivo ideal para bandas terroristas locales e internacionales, el terrorismo checheno es el subproducto de la devastadora guerra del imperialismo ruso en el Caúcaso.
El terror de Estado ruso en Chechenia
Confrontada a las demandas de independencia de Chechenia tras el colapso de la URSS, Rusia reaccionó con una ofensiva asesina en la que al menos murieron 1000000 personas. En 1999, tras una tregua en el conflicto, Putin lo elevó a niveles aún más bestiales de barbarie, arrasando prácticamente Grozni, la capital de Chechenia. El pretexto que se dio para esta nueva ofensiva fue la voladura de dos bloques de apartamentos en Moscú y Volgodonsk, en la que murieron 300 personas. Aunque entonces se acusó a los terroristas chechenos, hay fuertes bases para creer que en realidad fue obra de los servicios secretos rusos. Desde entonces, Rusia se ha mantenido absolutamente intransigente en su rechazo de cualquier demanda de independencia para Chechenia.Y esto es así porque la pérdida de Chechenia sería un golpe importante para los intereses imperialistas de Rusia. Por un lado, debido a la posición estratégica de Chechenia para la explotación de los pozos petrolíferos y el trazado de los oleoductos; pero aún más porque la secesión de Chechenia de la Federación rusa, abriría las puertas de su desmembramiento, y Rusia perdería así cualquier pretensión de jugar un papel en la arena imperialista mundial.
No ha habido ningún límite a los crímenes del ejército ruso en el Caúcaso. Están documentados en cualquier informe de las “organizaciones de derechos humanos”. “Human Rights Watch por ejemplo, habla del “fiasco de Putin para reponder con credibilidad de los crímenes cometidos por los soldados rusos y las fuerzas de policía; desapariciones fozadas, ejecuciones sumarias y torturas, han minado gravemente la credibilidad de las instituciones rusas entre los chechenos” (citado en “The Guardian”, 2 de septiembre 2004)
Las «democracias occidentales» apoyan los crímenes de guerra del Estado ruso
Estos estragos son similares a cualquiera de los perpetrados por tiranos “oficiales” como Saddam o Milosevic. Y aún así, durante todos estos años de miseria en el Caúcaso, los líderes de las “democracias occidentales”, los abogados de la “Intervención humanitaria” en Kosovo o Irak, han apoyado a Putin incondicionalmente. T. Blair incluso le invitó a tomar el te con la reina. Porque en realidad, detrás de toda su retórica “moral”, Bush, Blair y el resto, sólo están interesados en las necesiades imperialistas de los Estados capitalistas que representan respectivamente. Hoy, esos intereses exigen que Rusia, aunque en muchos aspectos es un rival como ha demostrado su oposición a la guerra de Irak, tiene que preservarse como una unidad nacional sin dejar que se colapse en el caos. Rusia es un enorme almacén de armamento nuclear, y un gigante de energía global.La consecuencia del desmembramiento de la Federación rusa, como ocurrió con la URSS, son demasiado peligrosas para la burguesía occidental. Esto no significa que, mañana (o en algunos casos ya mismo) las grandes potencias no intenten sacar provecho de las dificultades internas de Rusia para avanzar sus propios peones en la región. Pero por ahora todas ellas, incluyendo los principales rivales de USA, Alemania y Francia, han abordado la cuestión rusa con extrema precaución. El presidente francés Chirac, y el canciller alemán Shröder visitaron recientemente a Putin, expresándole su pleno apoyo a la política que lleva en Chechenia, y respaldando la faudulenta elección del nuevo presidente pro-ruso de Chechenia, Alu Aljárov, que sucede a su predecesor asesinado, Kadyrov.
También se ha podido ver a USA y Rusia proclamar que ambos están librando “una guerra antiterrorista”. A cambio de hacer la vista gorda ante la brutal ocupación militar rusa de Chechenia y su apoyo a los pequeños señores de la guerra en el Caúcaso, Washington obtiene la aquiescencia rusa para su política en Oriente Medio y en otras partes.
Contra el terrorismo y el nacionalismo, la revolución proletaria mundial
Puesto que la barbarie del Estado ruso en Chechenia ha producido la barbarie de las bandas terroristas, hay algunos que, desde la crítica de los excesos del Estado ruso, nos piden que “comprendamos” las acciones de los terroristas, de la misma forma que nos piden que “comprendamos” a los “mártires suicidas” que alientan Hamas u otros grupos en Palestina, o que “comprendamos” los ataques de Al Quaeda el 11 de septiembre. Y, sí, “comprendemos” que aquellos cuyas familias han sido asesinadas y violadas por las tropas rusas, o bombardeadas por los aviones y tanques israelís o americanos, se vean abocados a una venganza violenta y empujados a acciones suicidas o a la desesperación. Pero también “comprendemos” que los aterrorizados reclutas rusos en Chechenia, se dejen llevar a actos de insana brutalidad contra la población civil. Esta comprensión no nos lleva a apoyar el ejército ruso, y tampoco nos hace apoyar a los líderes espirituales fundamentalistas o nacionalistas, que explotan la desesperación de los pobres y los oprimidos para empujarlos a llevar a cabo ataques terroristas contra los pobres y oprimidos de otras naciones. Confrontados con la disyuntiva de elegir entre el terror del Estado ruso y el terrorismo checheno, entre el ejército israelí de ocupación y Hamas, o entre el imperialismo USA y Al Quaeda, decimos: ¡Basta de falsas opciones! No caeremos en la trampa de apoyar una fracción del capitalismo contra otra, de buscar el “mal menor” en cualquiera de las guerras imperialistas que hoy arrasan el planeta.
Comprendemos las raices del odio nacional y racial, y por eso precisamente nos oponemos a todas sus posibles expresiones. El nacionalismo fanático de los secuestradores de Beslán les llevó a considerar a sus víctimas como menos que seres humanos; y ahora un pujante sentimiento de venganza contra sus actos inhumanos se extiende no sólo pos Osetia, sino por toda Rusia. El Estado ruso utilizará esos sentimientos para justificar nuevos actos de agresión en Chechenia y en otras partes: sus jefes militares ya han anunciado “ataques preventivos” en cualquier parte del mundo. Esto dará lugar a nuevos ataques terroristas y así a una espiral sin fin de muerte que continuará como ahora en Israel o Irak.
Contra las divisiones nacionales y religiosas de toda clase, nosotros estamos por la solidaridad de los explotados sin distinción de raza, nacionalidad o religión. Contra todos los llamamientos a la solidaridad con “nuestro” Estado, o “nuestros” líderes nacionales, estamos por la solidaridad de clase del proletariado en todos los países.
Esta solidaridad, esta unidadde todos los explotados, sólo puede forjarse en la lucha contra la explotación. No tiene nada en común con los llamamientos a la caridad, con la ilusión de que la solidaridad puede reducirse a enviar dinero o mantas a las víctimas de la guerra y el terror. Las guerras y masacres que se extienden por el mundo son producto de la decadencia terminal de la sociedad capitalista; sólo podemos oponernos a ellas , sólo podemos acabar con ellas, por medio de una lucha común por una nueva sociedad, donde la solidaridad humana sea la única ley.
Uno de los abatidos padres de los niños de Beslán dijo que la inhumanidad del secuestro le hacía pensar que esto era “el principio del fin del mundo”. El hundimiento de toda la decencia humana, de los lazos sociales más básicos, ejemplificado por la matanza de niños, muestra realmente que el mundo capitalista está llegando a su fin, de una u otra forma. Una es la forma capitalista, que lleva al exterminio de la humanidad; la otra es la forma proletaria, que lleva a la destrucción revolucionaria del capitalismo y la construcción de una sociedad comunista sin clases ni explotación, sin Estados ni fronteras nacionales, ni guerras.
CCI, 10 de Septiembre
Durante esa jornada de acción, el gobierno y los políticos empezaron a presionar a Daimler para que la dirección lograra un acuerdo cuanto antes, haciendo un gesto de buena voluntad consistente en que los directivos aceptaran una reducción de 10 %. La protesta prosiguió con 12 000 obreros en huelga el 17 de julio en Sindelfingen y manifestaciones en la región de Stuttgart nada más empezar la semana siguiente. Obreros de otras fábricas de Stuttgart, incluso los portavoces de una “Iniciativa de obreros y empleados precarios” participaron al parecer en esas manifestaciones (aunque suponemos que habrán sido, en su mayoría, delegados sindicales). Se abrieron negociaciones el jueves 24, con las “amenazas” de IG Metall de convocar a la huelga a los 160 000 empleados de Daimler si no se llegaba a un acuerdo. Se firmó éste el viernes, satisfaciéndose todas las exigencias de la dirección a cambio de la «garantía del empleo» hasta finales de 2011.
Ni que decir tiene que los medios, la patronal y los sindicatos han saludado ese acuerdo como una victoria de la razón y un modelo para salvar el empleo en Alemania. En cambio, la reacción de los obreros fue muy diferente, en la que predominaba la mayor irritación. Hubo enérgicas protestas obreras contra la firma de semejante acuerdo en nombre de los obreros por parte del sindicato y del comité de empresa, los cuales no tenían ningún mandato para hacerlo. Evidentemente, esas protestas no salieron en el telediario.
Está claro que los obreros han sufrido una derrota. Y saben perfectamente que los sindicatos han colaborado en ella. Durante el movimiento, parece que no hubo ninguna puesta en entredicho de los sindicatos. En cambio, después de esta derrota, empieza a abrirse camino la reflexión sobre el papel de los sindicatos en una bastión sindical como Daimler en donde el 90 % de los obreros están afiliados a IG Metall.
Nuestra sección en Alemania intervino en estas luchas con una hoja de la que reproducimos lo esencial bajo estas líneas.
Hoja de la CCI en Alemania
La respuesta a la crisis capitalista: la solidaridad obrera
La patronal parece haber obtenido lo que pretendía. Se han ido de vacaciones millones de asalariados con la noticia de que la mayor compañía industrial europea, en las factorías de Mercedes en Stuttgart-Sindelfingen, está realizando unos ahorros en los costes de producción que alcanzan medio millón de euros a costa de sus empleados. Quieren que nos hagamos a la idea de que, incluso donde las empresas han obtenido ganancias, los obreros no pueden hacer nada contra la amenaza del desempleo, contra la deslocalización de la producción, bajo la amenaza de despidos masivos. Durante este período de vacaciones, se nos supone resignados ante la exigencia de trabajar más por salarios más bajos. En este tiempo veraniego en que las fuerzas obreras están dispersas, durante el cual, aislados, el sentimiento de impotencia es mayor todavía, quieren hacernos creer que se ha abierto una brecha. Una brecha en medio de las filas obreras que no sólo concierne a los obreros de Daimler-Chrysler, sino a todos los esclavos asalariados.
La economía de mercado solo ofrece pauperización, inseguridad y miseria sin fin
Solo unas cuantas semanas después de que el personal de las factorías Siemens de Bocholt y Kamp-Linfort cediera al chantaje, forzándosele a aceptar una vuelta a la semana de 40 horas sin compensación salarial alguna; tras la decisión tomada en Baviera de incrementar la jornada laboral sin compensación salarial, incluido el sector público, la patronal empezó a exigir -según los casos- el incremento de la semana laboral a 40, 42, incluso 50 horas. En Karstadt, por ejemplo (en un sector comercial), se les dijo a los empleados: o trabajan 42 horas, o se suprimen 4000 empleos. Ya sea en la construcción, en Man o en Bosch, por todas partes se ha planteado la misma exigencia.
La experiencia de las semanas anteriores confirma así lo que cada vez más trabajadores empiezan a sufrir en carne propia: la economía de mercado (adobada o no con discurso «social») solo puede ofrecer pauperización, inseguridad y miseria sin fin.
El espectro de la solidaridad obrera
Además del reconocimiento amargo pero necesario de esa realidad, hay que sacar y asimilar otras lecciones de los conflictos de estas últimas semanas.
Tras las luchas en Daimler-Chrysler, la clase dominante quiere que acabemos pensando que de nada sirve resistir, que la lógica de la competición capitalista se acabará imponiendo de todas todas y que por ello es preferible someterse a la idea de que, al fin y al cabo, explotadores y explotados estarían embarcados en la misma nave, para así “mantener el empleo en Alemania”. La clase obrera, desde su punto de vista de clase, debe sacar otras conclusiones muy diferentes. Más de 60 000 obreros de Daimler-Chrysler han participado en las últimas semanas en huelgas y actos de protesta. En las manifestaciones de Sindelfingen han participado obreros de Siemens, Porsche, Bosch y Alcatel. Esos hechos muestran que los obreros han empezado a reemprender el camino de la lucha. Ante la perspectiva de agravación de los sufrimientos y de la miseria para la clase obrera del mundo entero en los años venideros, lo más importante no ha sido que, una vez más, los capitalistas se hayan organizado para imponer su voluntad. Lo que esta vez importa es que los ataques no han sido aceptados sumisa y pasivamente.
Daimler-Chrysler ha jugado conscientemente la baza de la división entre los obreros de las diferentes fábricas, amenazando con suprimir empleos en las factorías de Sidelfingen, Untertürkheim y Mannheim en provecho de la de Bremen mediante el traslado a ésta, a partir de 2007, de la producción de los nuevos modelos de clase-S. El que los asalariados de Bremen hayan participado en las manifestaciones de protesta contra las reducciones de salario, contra el aumento de la jornada laboral y la eliminación de factorías en Baden-Würtemberg ha sido, sin duda alguna, el elemento clave de las luchas. Al hacer fracasar en parte la estrategia de la patronal, los obreros, con su acción, pusieron en evidencia que la única respuesta obrera a la crisis del capitalismo empieza con la solidaridad obrera. Es esta solidaridad la que hace posible la lucha, la que le da su pleno significado.
La clase dominante quiere hacernos creer que la lucha en Mercedes no la ha impresionado ni mucho menos. Pero cuando se examinan atentamente los acontecimientos de los últimos días, se observa que la clase dominante ha estado, en realidad, muy pendiente de la expresión de resistencia de la clase obrera. Lo que más teme, en efecto, es que los explotados tomen conciencia de que la solidaridad no solo es el arma más eficaz para sus propios intereses, sino que además lleva en sí el principio de base de un orden social antagónico a la sociedad actual.
Una «acción concertada» de la clase capitalista
No fue casualidad que justo después de la vuelta a las 40 horas semanales en Siemens (región del Ruhr), se lanzase otro reto enorme y público a los trabajadores de Daimler-Chrysler. Siemens sirvió de advertencia a los obreros: en cualquier sitio donde se les amenace de cierre de fábricas, tendrán que aceptar la agravación de las condiciones de trabajo y de salario y el incremento del horario laboral. En la Mercedes de Stuttgart, no se trataba -por ahora- de cerrar la fábrica, al seguir siendo considerada eficaz y rentable. Se escogió a Daimler-Chrysler para lanzar un segundo mensaje: la agravación sin límites de la explotación se aplicará no sólo allí donde la empresa o la factoría están contra las cuerdas. Todas las empresas están concernidas. Daimler-Chrysler es precisamente el escaparate de la industria alemana: la mayor concentración de la clase obrera en Alemania, en el corazón de la región Baden-Würtemberg con sus cientos de miles de obreros industriales. El mensaje fuerte y claro de los capitalistas significa claramente lo siguiente: si la fracción más fuerte de la clase obrera, conocida por su experiencia de lucha y su combatividad, es incapaz de oponerse a semejantes medidas, tampoco lo podrá entonces ninguna otra parte de la clase obrera en Alemania.
No es una casualidad si la patronal ha unido sus fuerzas en lo que han llamado sindicatos de empleadores. Estos le permiten coordinar sus esfuerzos contra la clase obrera. Esos organismos están además integrados en el aparato de Estado. O sea, que la estrategia patronal está ligada a una estrategia global dirigida por el gobierno a escala nacional y regional, o sea, por la socialdemocracia en el poder. En esta estrategia hay una especie de división del trabajo entre el gobierno y las empresas. La mayoría de las reformas decididas por el gobierno federal y aplicadas directamente por el Estado se programaron durante la primera mitad del mandato, de modo que ha sido en estos dos últimos años cuando se han ido haciendo realidad unos ataques descomunales contra el nivel de vida de los obreros: la «reforma de la salud», la legislación «Hartz» contra el desempleo, «la modulación» de las leyes sobre la protección de los desempleados, etc. Ahora, en el período que lleva a las próximas elecciones generales, al SPD no le desagrada dejar a los patronos la iniciativa de los ataques, con la esperanza de que la población se siga identificando con el Estado, vaya a votar y no pierda totalmente confianza en la socialdemocracia.
No hay pues que dejarse entrampar en las declaraciones del SPD sobre sus simpatías con los obreros de Daimler-Chrysler. En realidad los ataques actuales proceden directamente de las “reformas” del gobierno federal. No fue una coincidencia si el envío, muy mediatizado, de un nuevo cuestionario a los desempleados (destinado a identificar y utilizar los recursos financieros propios de los parados y los de sus familias para así disminuir los subsidios) salió a la luz justo cuando se empezaban a desplegar los ataques en Daimler. La fusión de los subsidios de desempleo de larga duración con la Ayuda social mínima, así como también la mayor vigilancia y control de los desempleados, sirven apara “aliviar” el presupuesto del Estado de la carga de los más pobres entre los pobres. Pero también sirve para hacer más eficaces todos los medios posibles de chantaje contra quienes todavía tienen un empleo. Para éstos debe quedar claro que si levantan la voz, si no aceptan lo que se les exige, entonces acabarán ellos también precipitándose en la miseria.
El nerviosismo de la clase dominante ante la solidaridad obrera
Los ataques del capital no se han aceptado sin lucha. Esto quedó patente no sólo en las movilizaciones en Daimler, sino también por la manera misma con la que reaccionó la burguesía. Para los políticos, los sindicatos, el consejo sindical de fábrica, para la patronal también, se hizo pronto evidente que el conflicto en Daimler tenía que resolverse lo más rápidamente posible. La estrategia capitalista consistió, al principio, en enfrentar a los obreros de Sttutgart con los de Bremen. Se preveía una resistencia de los obreros del Sureste de Alemania, inmediatamente atacados, pero más seguros de sí. Lo que, en cambio, sorprendió fue el entusiasmo con el que participaban en el movimiento los obreros de Bremen. El espectro de la solidaridad obrera, dada por muerta y enterrada durante largo tiempo, amenazaba con volver. Frente a esto, los representantes del capitalismo empezaron a ponerse nerviosos.
Así, los portavoces de los partidos políticos representados en el parlamento -incluidos los liberales del FDP, que se considera a sí mismo como partido de los ricos- empezaron a instar a la dirección de Daimler-Chrysler a que aceptara una disminución de sus nóminas. Semejante medida, claro está, no era más que una cortina de humo. La dirección decide sobre sus salarios, ya encontraría medios para compensar esas “disminuciones”. Además, no es eso lo que va a ayudar a los obreros a pagar la educación de sus hijos o el alquiler de su casa.
¿Por qué instaron los dirigentes políticos a la dirección patronal a que hiciera esos “gestos”? Con ello tratan de propagar la ideología de la colaboración social, que podría salir malparada por un conflicto social.
Por eso mismo los políticos arreciaron con sus críticas contra la arrogancia de los patronos. El problema de la situación actual, con una patronal que asume sola los ataques mientras el Estado se disfraza de “neutral”, intentando quedar en la sombra, es cuando ese tinglado acaba siendo visible. Patronos como Schremp o Hubbert no poseen la sutileza de la socialdemocracia cuando se trata de infligir una derrota ejemplar a la clase obrera, evitando provocarla demasiado. Lo que más teme la clase dominante es que los obreros empiecen a pensar demasiado en su propia lucha y en las perspectivas de sus vidas en el capitalismo. En ese contexto, las críticas hechas por el canciller Schröder son significativas: «Mi opinión es que hay que dejar esos problemas en el seno de las empresas y hablar de ellos lo menos posible» (subrayado nuestro)
Desde que se desmoronó el estalinismo -forma de capitalismo de Estado particularmente ineficaz, rígida y ultra reglamentista- se ha repetido hasta las náuseas que para el socialismo ya no hay la menor perspectiva, que la lucha de clases y la propia clase obrera ya no existen. Pero ninguna prueba mejor que las grandes luchas de la clase obrera para demostrar al mundo que ni la clase obrera, ni la lucha de clases son trastos del pasado.
La política de división de los sindicatos y de los medios de comunicación
No queremos sobrevalorar las luchas en Daimler. No han sido suficientes para impedir que el capitalismo haya abierto una nueva “brecha” en las condiciones de vida de los obreros. Primero porque el conflicto se limitó a los obreros de Daimler. La historia demuestra que únicamente la extensión a otras fracciones de la clase obrera podrá, aunque sea temporalmente, hacer retroceder a la burguesía. Además, esta lucha no logró, en ningún momento, poner en entredicho el control sindical. IG Metall y el consejo local de fábrica se mostraron, una vez más, expertos en el arte de centrar el problema en lo que “distingue” la situación de los obreros de Mercedes de la de los demás: la rentabilidad de unos vista como su “propio” problema, las reservas en los libros de pedidos como un asunto de cada fábrica, o la mayor eficacia de los obreros de Baden-Würtemberg. Todo eso permitió atajar una solidaridad más activa, más fuerte. Los medios de “comunicación”, por su parte, echaron mano del mismo tema, insistiendo en la envidia que se les tendría a los obreros de Daimler, presentados como especialmente privilegiados. Llamaba la atención, por ejemplo, que los medios dieran cuenta, a diario, de la situación en Sindelfingen (en donde no se olvidaban de mencionar los pasos de peatones de mármol), mientras que la situación en Bremen (en donde las expresiones de solidaridad eran explícitas) se mantenía en riguroso silencio.
Mucho antes de que se hicieran públicas las exigencias de la dirección de ahorrar 500 millones € por año, el consejo de fábrica ya había propuesto una austeridad de unos 180 millones anuales. Y en cuanto la dirección aceptó la puesta en escena de la “participación en los sacrificios”, IG Metall y el consejo de fábrica dieron su “acuerdo global” a un plan que satisfacía plenamente las exigencias de la dirección, y que presentaron como una victoria para los obreros, ya que supuestamente permitía una “garantía de empleo” para todos.
Los sindicatos dividen a los obreros y defienden los intereses de las empresas en perjuicio de los explotados, pero no porque serían la encarnación de no se sabe qué espíritu maligno, sino porque forman parte del capitalismo desde hace ya muchos años y participan plenamente de la lógica de éste. Esto implica que sólo los propios obreros pueden realizar la solidaridad obrera, la extensión de las luchas. Y esto exige asambleas soberanas de masas, un modo de lucha que se abra a la participación directa de los diferentes sectores de obreros activos y de los desempleados. Y todo eso no podrá llevarse a cabo sino es fuera y en contra de los sindicatos.
Un combate que debe plantear interrogantes a la clase obrera
Estamos lejos todavía de la práctica de una lucha autónoma basada en la solidaridad activa. Sin embargo ya hoy se perciben los gérmenes de esos combates futuros. Los obreros de Daimler ya han sido plenamente conscientes de que no peleaban por sí mismos sino por los intereses de todos los obreros. También ha sido indiscutible que su lucha -a pesar de las odiosas campañas sobre los privilegios acordados en Sindelfingen- ha recibido la simpatía de la clase obrera en su conjunto, algo que no se había visto desde la huelga en Krupp Rheinhausen de 1987.
En aquel entonces, los obreros de Krupp empezaron a plantearse la cuestión de la extensión activa de la lucha hacia otros sectores y a cuestionar el control sindical. El que hoy no se hayan planteado realmente esas cuestiones deja patente el terreno que la clase obrera ha perdido en los últimos quince años, tanto en Alemania como en el mundo entero. Sin embargo, los combates de Krupp, o los de los mineros británicos, fueron la señal del fin de una etapa de huelgas obreras que se extendieron entre 1968 y 1989, a la que siguió un largo período de reflujo Las luchas actuales, al contrario, ya sean las del sector público en Francia y Austria del año pasado o ahora las de Daimler, son el principio de una nueva serie de luchas sociales importantes. Se desarrollarán éstas de una manera más difícil y lenta que en el pasado. Hoy la crisis del capitalismo es mucho más profunda, la barbarie general del sistema mucho más visible, la calamidad amenazante del desempleo mucho más omnipresente.
Hoy, mucho más que cuando la huelga de Krupp-Rheinhausen, la gran oleada de simpatía hacia los obreros en lucha que surgió en la población se debe, sobre todo, a la comprensión, que se profundiza cada día, de la gravedad de la situación. La clase dominante y sus sindicatos lo hacen todo por presentar la imposición de aumento de la jornada laboral como algo temporal para conservar empleos hasta que “vuelva la competitividad”. Pero los obreros empiezan a comprender que lo que está pasando es mucho más fundamental que todo eso, pues de lo que se trata es de que desaparezca todo lo adquirido no solo en las últimas décadas, sino en los dos siglos de luchas obreras. Lo que está ocurriendo es que la jornada laboral, como al principio del capitalismo, aumenta cada día más y eso en las condiciones de trabajo del capitalismo moderno y sus cadencias infernales. Lo que está ocurriendo, cada día más, es que la fuerza de trabajo humana, como fuente de riquezas de la sociedad que es, se está desvalorizando y acabará, a largo plazo, por no valer casi nada. Todo eso no es signo del nacimiento doloroso de un nuevo sistema, sino que es, al contrario, la expresión de un capitalismo moribundo que se ha convertido en obstáculo para el progreso de la humanidad. A largo plazo, los esfuerzos inseguros de hoy por afirmar una resistencia obrera, para que la solidaridad vuelva a ser realidad, vienen acompañados de una reflexión profunda sobre la situación. Todo esto podrá y deberá desembocar en la puesta en entredicho de este sistema bestial, con la perspectiva de un sistema superior, socialista.
Welt Revolution (sección de la CCI en Alemania) (22 julio)
Los análisis que deben realizarse y debatirse sobre la lucha de clases que eventualmente pudo haber existido en un momento determinado y que el proletariado desarrolló, deben efectuarse basados pura y exclusivamente en los hechos concretos, a los efectos de que la clase obrera mundial pueda extraer de los mismos las lecciones y las enseñanzas para los futuros combates. La posición contraria, las inexactitudes, las medias verdades y las mistificaciones no ayudan al proletariado mundial, todo lo contrario, profundizan más los errores y las limitaciones de las nuevas luchas por venir.
La actitud mencionada en el párrafo precedente es la observada en el GCI, y en los artículos que escribieron en su revista -Comunismo- nº 49,50 y 51, ya que comienzan a explayarse diciendo que: «es la primera vez en la historia de Argentina en que la violencia revolucionaria del proletariado logra derribar el gobierno..»1, y continúa relatando: «reparto de mercancías expropiadas entre los proletarios y comidas ‘populares’ surtidas con el producto de las recuperaciones (...) Enfrentamientos con la policía y con otros cuerpos de choque del estado, como las patotas mercenarias peronistas, especialmente el día de la asunción de la presidencia del gobierno de Duhalde».2 El comienzo del artículo de Comunismo es incorrecto confundiendo a la clase obrera mundial e impidiéndole extraer las necesarias lecciones de los sucesos en Argentina del año 2001. En primer lugar no fue una “violencia revolucionaria” lo que derribó al gobierno de De La Rúa, todo lo contrario, este gobierno burgués cayó como producto de los conflictos y de las luchas interburguesas. Asimismo tampoco se trató de una violencia revolucionaria, ni hubo reparto de las “mercaderías expropiadas”, ya que durante el saqueo, cada una de las personas que iban a saquear los supermercados tenía la actitud de “cada uno para sí”, y por ende no hubo reparto.
Los saqueos no fueron tal como pretende el GCI “un ataque generalizado de la propiedad privada y el estado”, más bien se trató de personas desesperadas, hambrientas, y jamás se pusieron a pensar ni tan siquiera tangencialmente en atacar a la propiedad privada, sino calmar el hambre por un par de días. Asimismo las falsificaciones de los hechos continúan cuando comentan los acontecimientos que sucedieron el día de la proclamación de Duhalde, como una lucha entre el “movimiento” del proletariado contra las patotas peronistas. Es mentira, los enfrentamientos que tuvieron lugar ese día opusieron a aparatos del estado burgués: por un lado el peronismo, y por el otro el izquierdismo del MST, PCA, y otros grupos menores trotskistas y guevaristas, pero la clase obrera estuvo ausente ese día.
Pero por un momento se puede pensar en que tal vez dichos errores se deban a un exceso de entusiasmo revolucionario, a la buena fe, pero al continuar con la lectura de dicha revista, se ve que se miente a la clase obrera mundial, alimentando la mistificación piquetera cuando se dice que: «La afirmación proletaria en Argentina no hubiese sido posible sin el desarrollo del movimiento piquetero, puntal del asociacionismo proletario durante el último lustro»3, y que «En Argentina, el desarrollo de esta fuerza de clase se muestra, en unos meses, tan potente que los proletarios que todavía tienen un trabajo se asocian a la misma (...) Durante los últimos años toda gran lucha se coordina y articula en torno a los piquetes, a las asambleas y estructuras de coordinación de los piqueteros»4 Estas afirmaciones son de nuevo una enorme mentira.
El movimiento piquetero, ya se dijo más arriba5, con las excepciones de la Patagonia y del norte de Salta, en la provincia de Buenos Aires, sigue el esquema y es el heredero de las famosas manzaneras de Chiche Duhalde. El supuesto asociacionismo que generarían los piquetes, no es más que la obligación que posee cada uno de los beneficiarios del “plan trabajar”, o de cualquiera de los subsidios para no perder dichas migajas que el estado burgués le otorga. No existe solidaridad entre sí; sino el todos contra todos: buscar y obtener un beneficio en perjuicio y a costa del hambre del otro, sin mencionar que cada uno de los participantes del piquete en el barrio debe aceptar la posición oficial del grupo, sea apéndice de un partido, “autónomo” o “independiente”.
Es por ello, que no puede livianamente calificarse como el hecho más significativo de la clase obrera al piquete, ni mucho menos, no se puede mentir descaradamente acerca de la “coordinación” de los obreros ocupados con los piquetes.
Pero el GCI considera falsamente que «el asociacionismo generalizado del proletariado en Argentina es sin dudas una afirmación incipiente de esa autonomización del proletariado.(...) La acción directa, la organización en fuerza contra la legalidad burguesa, la acción sin mediaciones e intermediarios (...)el ataque a la propiedad privada (...) son extraordinarias afirmaciones de esa tendencia del proletariado a constituirse en fuerza destructora de todo el orden establecido»6
Estas afirmaciones son sin lugar a dudas un intento abierto de estafa a la clase obrera mundial. Es en definitiva un gran servicio que el GCI presta a la burguesía. No puede estafarse a la clase obrera intentado dibujar y cambiar el sentido de los hechos, de las acciones y de las consignas. El “que se vayan todos…” no es una afirmación revolucionaria, sino más bien, es la búsqueda de un “gobierno burgués honesto”.
Cabe preguntarse a que se refiere el GCI con proletario. La respuesta a este interrogante viene dada porque para este grupo los proletarios no se definen según el papel que juegan en la producción capitalista, es decir si son los dueños de los medios de producción o si venden su fuerza de trabajo. No, para el GCI, proletario es una categoría que alcanza a los desocupados -son parte de la clase obrera en realidad-, los lúmpenes, y demás capas o estratos sociales no explotadores. Ello se puede encontrar en su publicación Comunismo nº 50.
Antes de desarrollar su posicionamiento, el GCI realiza un artero ataque a la CCI, con relación a la posición que le cupo a dicha corriente comunista con relación a los acontecimientos del 2001, acusándola de «una clara manipulación ideológica burguesa»7 . Consideramos firmemente que la posición que adoptó la CCI en los sucesos de Argentina fue la única que extrajo correctamente las enseñanzas y las lecciones de dicha revuelta popular, mientras que la GCI, adoptó una posición de carácter pequeño burguesa, no proletaria y de neto tinte anarquista.
Ello así, ya que el GCI para fundar su posición sobre las dos clases antagónicas, rechaza en primer lugar el rol que juega cada uno en la producción,... más bien acepta que toda revolución tiene ideologías burguesas, y por último crítica la supuesta idealización de la clase obrera que realiza la CCI, sin lúmpenes, sin obreros de países periféricos, sin saqueadores8.
La posición del GCI considerando al lumpen dentro de la categoría proletario, no es ni más ni menos que un intento de plantear en forma encubierta que se ha constituido un nuevo sujeto social revolucionario, ello es así ya que en todo el artículo de Comunismo nº 50 se plantean las críticas a la clase obrera ocupada, como asimismo los intentos de separar a los desocupados de su pertenencia a la clase obrera.
Es así que por más que lo nieguen o renieguen el GCI tiene en muchos aspectos posiciones similares a las adoptadas por el izquierdismo argentino, como es el caso del Partido Obrero, cuando crea por el “accionar iluminado” de su líder máximo, una sub- categoría, de obreros, los “obreros piqueteros”, análogamente el GCI, aunque utilizando un lenguaje lleno de términos revolucionarios habla de un sujeto proletario, que en sí mismo abarcaría no sólo a capas sociales no explotadoras, sino también a pequeños burgueses y burgueses arruinados.
Asimismo, y como prueba de su posicionamiento semi- anarquista y pro guerrillerista, comienza a andar una senda en la que intenta explicar en cierta medida su visión sobre ese sujeto proletario particular de la GCI, que nada tiene que ver con el Marxismo. Y, en tal sentido comienza a justificar sus posiciones con relaciones a los lúmpenes, y dice que acerca de ellos que son «los elementos más decididos a contraponerse a la propiedad privada»9, y ello así por ser los elementos más desesperados, según lo expresa la misma nota.
Que despropósito es asimilar a la rebelión interclasista argentina y las capas que intervinieron en ella con la revolución rusa de 1917, ¿qué tiene de común denominador las expresiones de Kerensky con los análisis acerca del levantamiento del 2001?. La respuesta es NADA.
Pero ello, no se debe a errores o análisis apresurados o a visiones idealistas, todo lo contrario, ello es producto pura y simplemente de su opción ideológica que se aleja de la dialéctica materialista y del materialismo histórico, y abrazan posiciones anarquistas, en una mezcla difícil de digerir, o sea utilizando términos llanos adoptan la ideología pequeña burguesa de las capas medias desesperadas y sin futuro.
Pero la pregunta a formularse es la siguiente ¿el lumpen proletariado es una capa social distinta al proletariado? Para el GCI no lo es, más bien es el sector más golpeado del proletariado. Aquí evidentemente el GCI asimila desocupados con lúmpenes, y ello no es así, y como se verá en el siguiente punto los desocupados forman parte de la clase obrera, y ello fue expresamente manifestado en la Revista Internacional Nº 14 por la CCI, la cual adoptamos tal postura y la abrazamos como propia.
Ello no implica en lo absoluto que la burguesía con la desocupación procura que dichos destacamentos obreros sin trabajo se desmoralicen producto de su aislamiento y que procuren asimismo lumpenizarlos, para que pierdan su conciencia de clase. Pero de ello a la posición sustentada por el GCI hay una gran diferencia, ya que pensar tan siquiera tangencialmente que el lumpen es el sector más desesperado del proletariado, y que dicha desesperación conlleva a “no respetar la propiedad privada”, es falso. Los lumpenes son alguien plenamente integrado a la actual sociedad capitalista, del sálvese quien pueda, cada uno por sí mismo, y de la no unidad de la clase obrera, y también su “no respeto a la propiedad privada” es la desesperación de esta capa social por no hallarse plenamente integrados a la sociedad burguesa y de no poder extraer plusvalía al proletariado.
Más arriba se hablo de la visión proguerillerista o terrorista de este grupo, y ello se da de la mano con su defensa de la pequeña burguesía, tan querido por los anarquistas que niegan la sociedad dividida en clases antagónicas, es así que dicen: «se le atribuyó a los movimientos guerrilleros el ser un producto de la pequeña burguesía, cuando en muchas ocasiones fueron intentos proletarios de lucha....Más todavía , la mayoría de los partidos “comunistas”...teorizaron que .. el terrorismo contra los propietarios privados es un producto de la impaciencia de la pequeña burguesía»10
La posición favorable de la guerrilla o del terrorismo, no es una afirmación revolucionaria como mal pretende el GCI, sino más bien una deformación de la lucha de clases. Quede claro que no rechazamos la violencia terrorista por cuestiones morales. El planteo a favor del terrorismo que efectúa la GCI es un absurdo, ya que proviene de la capas pequeñas burguesas radicalizadas que pretenden sacar del adormecimiento a la clase obrera a través del terror. La clase obrera debe rechazar el terrorismo, ya que éste está en el campo de la burguesía11.
Cabe destacar que no somos pacifistas, lucha de clases significa violencia, pero ésta y la necesidad de la violencia el proletariado las saca de sus propias experiencias , de sus luchas , de sus enfrentamientos con la clase dominante. Esta es la violencia de la clase, que por contenido, naturaleza y forma se distingue del terrorismo pequeño burgués que propugna el GCI.
Cabe afirmar que es el propio GCI que proclama en forma solapada el fin del proletariado haciéndose eco de las ideologías y teorías propagandizadas por la burguesía en la década del 90, al proclamar que dichas capas sociales sin futuro son parte del proletariado, y al negar a la clase obrera su carácter de la única clase social revolucionaria en nuestra época y la única clase que tiene una perspectiva comunista y de destrucción del sistema de explotación que impone el capitalismo.
Por ello consideramos falso y absurdo el carácter proletario y revolucionario de la revuelta del 2001, consideramos falso que el proletariado haya desafiado a la propiedad privada, consideramos falso las estructuras asociativas de la clase asumiendo problemas generales, los que conciernen a toda la comunidad, al decir del GCI, ya que ello no sucedió, estas estructuras son parte integrantes del aparato estatal, para dividir , y desunir a la clase obrera, ya que los grupos piqueteros cualquiera que fuera su estructura jamás pensó ni se planteó en destruir la propiedad privada ni propuso una perspectiva comunista.
Las posiciones de la FICCI
Capitulo aparte merece debatir las posiciones de la FICCI, este grupo a pesar de sus expresiones de ser la “ verdadera CCI”, de ser la “única continuadora del programa revolucionaria de la CCI”, demuestra cabalmente su carácter de seguidista al BIPR, y sus análisis equivocados con respecto a la Argentina, lamentablemente no poseemos en español las posiciones de la FICCI con respecto de la Argentina, pero es indudable que de la lectura de la respuesta que dicho grupo realizó a un nota efectuada en Revolución Comunista, respecto de Bolivia, da una cabal idea de las posiciones de dicha grupo..
«Plantemos la cuestión, porque es con este “análisis” que la CCI actual, contrariamente al resto de todas las fuerzas comunistas, ha rechazado la realidad de las luchas obreras en Argentina. Precisemos enseguida: no se trata para nosotros de hacer una “polémica de detalles” con la nueva CCI, sino de plantear los puntos de desacuerdo políticos lo más claramente posible para superarlos. Según el análisis que se haga sobre la “naturaleza” de clase de estos movimientos, la intervención de los revolucionarios difiere. A este nivel y con la poca información de que disponemos, no pensamos que las dos situaciones presentaran la misma dinámica ni las mismas potencialidades, desde el punto de vista de la clase obrera. Pensamos que los movimientos en Argentina fueron un movimiento de lucha obrera…»
«Limitando esta carta a la situación del proletariado, una visión esquemática puede comprender que el proletariado de los países de la periferia no tengan otra cosa que hacer más que esperar a que el proletariado de los países centrales abra la perspectiva de la revolución. Evidentemente, tal visión tiene implicaciones, consecuencias, en las orientaciones e incluso en la actitud militante hacia las lucha Ya en los años 70 en la CCI, esta incomprensión incorrecta y vulgar, mecánica, había tendido a expresarse incluso en la prensa. Hoy, pensamos que esta visión vuelve con fuerza en las posiciones de la CCI actual bajo una visión absoluta, y por tanto idealista, de la descomposición, lo que ha conducido a que “nuestra” organización adoptara una posición indiferentista, derrotista, e incluso de denuncia, de las luchas obreras argentinas (ver su prensa de ese tiempo) en 2001-2002»12.
Estas dos largas citas de la publicación de la FICCI, demuestra cabalmente los mismos errores cometidos por el BIPR, al cual aquella le hace seguidismo en forma no principista, y del GCI, los puntos de contacto es en considerar en forma absurda que la revuelta popular en la Argentina se trató de una lucha obrera, nada más falso.
Es cierto que la posición de la CCI , y de este pequeño grupo difieren con relación a l resto de las corriente comunistas, especialmente el BIPR, y la misma no se refiere como mal pretenden la FICCI de una posición derrotista, todo lo contrario, no nos cansamos en reiterar hasta el hartazgo que es necesario extraer de las luchas todas las lecciones y experiencias a fin de cometer errores o caer en impresionismo, como parece que estas fuerzas han sufrido con la experiencia piquetero. No implica decir que en Argentina 2001, 19 de diciembre no hubo lucha obrera ,ser un desertor de la lucha de clases como expresa la FICCI, esta posición es típica de pequeños burgueses desesperados en busca de ver luchas obreras cuando en realidad no las hay.
Las naciones más industrializadas se hallan en condiciones más favorables para las luchas obreras revolucionarias, ya sea por su número, concentración en comparación con las naciones periféricas. Pero las condiciones para una revolución proletaria , entendida como una ruptura con la clase dominante, serán más favorables en aquellos países donde la burguesía es más fuerte y las fuerzas productivas han alcanzado un alto grado de desarrollo, por ende la clase obrera en dichos países se halla en condiciones inmejorables para llevar a cabo la revolución proletaria.
La FICCI, solamente ha llevado a cabo un política de calumnias e injurias contra la CCI, al igual que el GCI, y dicho accionar los ha llevado a negar lo innegable a aceptar lo inaceptable, en primer lugar que la lucha en Argentina en el 2001 fue obrera, y a mistificar como órganos de la clase a los movimientos de desocupados, piquetes etc., cuando la practica concreta de la lucha de clases ha demostrado lo contrario.
Por una perspectiva revolucionaria
Previo a todo, y tal como lo expresa la CCI: «la situación de desempleo es un aspecto necesario de la condición de la clase trabajadora. Esta es una clase de trabajadores “libres” , libres de toda atadura a los medios de producción , de los cuales están separados y con los cuales, en tanto que capital los trabajadores se enfrentan»13 Continúa manifestando la nota en cuestión que el desempleo es un aspecto de la condición de la clase obrera, LOS DESOCUPADOS FORMAN PARTE DE LA CLASE OBRERA.
Así también, la clase obrera forma un todo, no hay distinciones entre los trabajadores de diferentes naciones ni entre proletarios de países avanzados o periféricos, todos ellos constituyen una sola clase, con los mismos intereses, y con los mismos enemigos: la burguesía. Es así que es deplorable las posiciones , sean de camaradas del medio político proletario como el BIPR, que establecen distinciones artificiales entre los trabajadores, otorgándole “mayor capacidad revolucionaria” a los trabajadores de la naciones subdesarrolladas, o como el Partido Obrero, y el conjunto de las fuerzas izquierdistas , sea que conformen o no el Bloque piquetero, que otorgan o conceden un rol de vanguardia a los desocupados en detrimento de los ocupados, o que crean divisiones tales como “obreros piqueteros”, “Desocupados piqueteros”, etc., frente al conjunto de la clase obrera.
El desocupado no es un sector social de la clase obrera, ya que la distinción , la única que existe, es la división de clases, conforme el rol que ocupa cada clase social en la producción.
La desocupación, juega un papel fundamental de desmoralización, de pérdida de conciencia de clase debido al aislamiento que sufre el trabajador que ha perdido su empleo, y es por ello que la burguesía utiliza dicha factor para obtener objetivos contrarrevolucionarios, y ello lo puede realizar por múltiples medios, uno de ellos es utilizar el sistema paternalista y clientelista de las diversas organizaciones piqueteras, por más que ellas utilicen un lenguaje “revolucionario”, su objetivo al igual que le objetivo de la burguesía, es dividir, dispersar la unidad de la clase obrera, creando divisiones artificiales, fomentando la lumpenización, etc..
Pero si bien es imprescindible la incorporación de los desocupados en la lucha de clases, es importante evitar fenómenos de división que pudieran existir entre los trabajadores, ,sean que estén dentro o fuera de la producción. Es así, que como lo expresa la nota antes citada que: «el capital ,con todos sus partidos y órganos sindicales, hábilmente asistidos por los izquierdistas , busca medios para encuadrarlos creando instituciones especiales que los encierren en una clase particular de desclasados». En Argentina la burguesía asistida por los partidos del capital, trotskistas, estalinistas, guevaristas, maoistas, etc., han creado aparatos en donde encuadrar a los trabajadores desocupados, mediante una disciplina militar, y extorsionados por $150 y 5kg de mercaderías, o pasar hambre y frío, es así, que la burguesía logra su objetivo de crear una casta de parias y evitar la necesaria unidad de la clase obrera.
Las corrientes piqueteras que en su conjunto manejan alrededor de 200.000 trabajadores desempleados, si bien no son sindicatos en el término exacto de la palabra, tiene aspectos de sindicatos -pago cuota, adhesión ciega a la corriente que gestionó el plan, o le hace entrega de la bolsa de mercaderías etc., y fundamentalmente su carácter permanente. No importa que sean manejados por partidos izquierdistas o por la CTA en el caso del FTV, es así que de las primitivas luchas de los desocupados allá por 1996 1997 en la Patagonia en donde los desocupados se organizaron a través de comités , asambleas, etc., los partidos izquierdistas han logrado infiltrarse, como órganos del capital y han esterilizado la lucha de los trabajadores ocupados y desocupados.
Pero algún censor puede decir: ¿ no pueden estas corrientes por acción de las bases regenerarse?,¿ deben los desocupados abandonar la lucha? La respuesta a estas preguntas es simplemente NO.
Las organizaciones piqueteras, sean apéndices de un partido de izquierda, “independientes” , o brazo de una central obrera, como es el caso de la CTA con el FTV que lidera el oficialista D´Elia, son irrecuperables, son aparatos de la burguesía, con el objetivo de dividir y dispersar las luchas, y esterilizarlas hasta transformar a los desocupados como parte integrante del paisaje urbano, sin perspectiva revolucionaria, y aislados de su clase.
Asimismo, no se plantea que los trabajadores desocupados deban abandonar la lucha, todo lo contrario deben redoblarla, pero es necesario dejar constancia que los trabajadores desempleados deben luchar codo a codo con los ocupados contra este sistema, pero para ello es necesario romper con el aislamiento, no solo con respecto a los ocupados sino entre los desocupados entre sí, que hábilmente la burguesía a través de los partidos izquierdistas y corrientes piqueteras han establecido entre las mismas agrupaciones o con agrupaciones distintas, ya que han introducido la división entre los desempleados generando el pensamiento que el vecino o el compañero de barrio desocupado es un potencial adversario y enemigo que puede quitarle el subsidio y los alimentos.
Es necesario que los desocupados rompan el aislamiento que el capital le ha impuesto, cohesionándose con el conjunto de la clase, la cual ellos son parte, pero es necesario producir una gran transformación en la manera de organizarse, no a través de órganos permanentes, sino siguiendo los ejemplos de los trabajadores de la Patagonia en 1997, o del norte de Salta, en donde se dio la unidad entre la clase y los organismos de lucha fueron los comités , las asambleas generales con mandato revocable, pero estas luchas lamentablemente se dio lo que se dijo más arriba, fueron encuadrados por los partidos izquierdistas.
Pero igualmente, estas experiencias de lucha son válidas, ya que el desocupado debe luchar contra los subsidios miserables que les dan, contra el aumento de la tarifas públicas ,etc., que es en cierta manera la misma lucha que lleva a cabo los ocupados por el salario, deben participar como apoyo en las luchas de clases y transformar su luchas como parte integrante de un lucha general contra el capital.
Si bien, la desocupación , les quita un arma que es la huelga, eso no implica que o pueda desarrollar otros medios de lucha, tal vez el censor nos plantee, si es cierto, pero esos medios de lucha, como ocupación de edificios públicos, marchas etc. se desarrollan y llevan a cabo a través de las organizaciones piqueteras. La respuesta es si eso ocurre, pero estas demostraciones, marchas tiene por objetivo agotar las energías de los trabajadores, con luchas de carácter testimonial para “sensibilizar” a la burguesía, o para ofrecerles mano de obra barata y casi esclava a los capitalistas.
Las luchas o planes de luchas que llevan a cabo las organizaciones piqueteras se limitan solamente a cronogramas preestablecidos decididos en las oficinas de las más diversas fracciones de la burguesía, y fuera del terreno propio de la clase obrera.
Los trabajadores para luchar se agrupan, los desocupados tienen un arma importante para ello, y es el tiempo, esta ventaja debe ser aprovechada al máximo, sea para politizarse, sea para discutir , debiendo constituir núcleos, comités o el nombre que se le otorgue que no tendrá carácter permanente como un sindicato, y su forma obedece a las asambleas generales de los trabajadores ocupados, pero evidentemente ello estará bajo la amenaza sindical o de los izquierdistas.
Es así que las corrientes piqueteras han creado el término piquetero para establecer no solo una diferenciación con los ocupados, sino también con los desocupados que no se hallan encuadrados en sus organizaciones. Las corrientes de desempleados a establecer categorías sociales o nuevos sujetos sociales como obrero piquetero desocupado piquetero, intenta dividir y excluir a millones de trabajadores ocupados y desocupados, siendo esta situación beneficiosa a la clase dominante.
El agrupamiento de los trabajadores desocupados en comités en sus barrios, zonas de vivienda, etc., utilizando la metodología de las asambleas generales de fabricas y las constitución de comités o consejos centralizados, no existen hoy. Pero ello no impide a los revolucionarios estar atentos a que cuando los mismos surjan se integren en la lucha de clases, rompiendo las trampas que a cada paso impone el capital.
Los piqueteros , al igual que en un momento dado los zapatistas fueron y son herramientas al servicio del capital, la “moda” de los pasamontañas, los neumáticos ardiendo en el medio de una autopista, es solamente un “marketing” del capitalismo, para decir a la clase en su conjunto dos cosas, que existe millones de desocupados prestos a ocupar por menores salarios el puesto de trabajo del obrero ocupado, y así paralizar el desarrollo de la lucha de clases.
Es así la necesidad de los trabajadores desocupados de romper la trampa de la burguesía, y ello se lograra rompiendo las organizaciones piqueteras abandonándolas, ya que estas al igual que los sindicatos y los partidos de izquierda son parte integrante del capital.
Los trabajadores ocupados y desocupados en su conjunto deben tender a la unida de la clase, ya que ambos sectores pertenecen a la misma clase social: OBRERA, y que ninguna solución provendrá en este sistema, ya que el mismo se halla en bancarrota, que solamente la revolución proletaria que destruya este sistema podrá acabar con la miseria, el hambre, la marginación. Esta es la tarea.
Buenos Aires junio 16 de 2004.-
1 Comunismo Nº 49, pág. 6
2 ídem anterior
3 Comunismo Nº 49 , pág12
4 ídem anterior
5 se refiere a la parte del trabajo que publicamos en nuestro número anterior de Acción Proletaria
6 Comunismo Nº 49, pág.18
7 Comunismo Nº 50, pag.2. La posición de la CCI sobre los acontecimientos de Argentina se puede ver en la Revista Internacional nº 109
8 Comunismo 50 , pag.3
9 Comunismo Nº 50, pág 9
10 Comunismo Nº 50, pág 12
11 [Nota de la CCI]: Aconsejamos la lectura de los artículos sobre el terror, el terrorismo y la violencia de clase de la REVISTA INTERNACIONAL 14 y 15 que muestran cómo el primero pertenece sin paliativos a la burguesía, el segundo es compartido por esta clase con la pequeña burguesía, mientras que la tercera se opone frontalmente tanto al terror como al terrorismo
12 Boletín Comunista Nº 22, FICCI
13 Revista Internacional Nº 14.Desempleo y Lucha de clases
Varios asistentes expresaron su agradable sorpresa por la discusión viva y animada, con participación activa de los presentes, que tuvo lugar. Lo veían en los antípodas de las reuniones de grupos de izquierda o extrema izquierda del capital, adonde un orador (o varios turnándose) sueltan discursos interminables que cansan a la gente que acaba yéndose a su casa desmoralizada. En contra de todo eso, se demostró palpablemente que la Reunión Pública de la CCI es un lugar donde se puede discutir, se pueden contraponer argumentos, todo ello en vistas a la clarificación, la claridad es un arma de la clase obrera, del fuego del debate nace la luz de la claridad.
La decadencia del capitalismo amenaza la supervivencia de la humanidad
La presentación planteó: ¿cómo explicar dos guerras mundiales, interminables guerras regionales y las guerras caóticas actuales acompañadas de un terrorismo ciego y bárbaro? ¿Cómo explicar la degradación imparable de las condiciones de vida de todos los trabajadores del mundo incluidos los “privilegiados” de Alemania, Francia, USA etc.? ¿Cómo explicar el hambre galopante en el mundo, las epidemias y las enfermedades más espantosas? ¿Cómo explicar la creciente dislocación de las relaciones sociales que lleva consigo la inseguridad, la degradación moral, las drogas, el irracionalismo, la más abyecta barbarie? ¿Cómo explicar la amenaza cada vez mayor de enormes catástrofes ecológicas?
La burguesía, en todas sus variantes nos ofrece toda clase de falsas explicaciones: habría una crisis de reestructuración del capitalismo, un capitalismo “reformado” con una intervención del Estado para corregir sus tendencias más negativas haría que otro mundo sería posible etc.
Frente a ello, la explicación de la CCI es que el capitalismo es un sistema social decadente que desde la primera guerra mundial se ha convertido en una traba para el desarrollo de la humanidad y que la continuación de su supervivencia conlleva la amenaza de destrucción del género humano. Como dijo la Internacional Comunista en su primer congreso (marzo1919): «el período actual es el de la descomposición y el hundimiento de todo el sistema capitalista mundial y será el del hundimiento de la civilización europea en general si no se destruye el capitalismo con sus contradicciones insolubles».1
La clase obrera es la única clase social que puede destruir el capitalismo
Esta presentación que se ciñó a 20 minutos para dar el mayor tiempo posible a la discusión no fue puesta en cuestión abiertamente por ninguno de los presentes. La discusión se centró en 2 cuestiones:
•¿Quién puede destruir el capitalismo?
•¿Qué son verdaderamente la revolución proletaria y el comunismo?
De forma general, los asistentes estaban de acuerdo en que el proletariado es la clase revolucionaria que tiene en sus manos la lucha por la destrucción del capitalismo. Sin embargo, se plantearon algunas dudas que la propia discusión clarificó:
•¿No sería el proletariado actual completamente diferente del proletariado de finales del siglo XIX y principios del XX y por tanto no tendría ni la posibilidad ni la necesidad -dado su supuesto mayor acomodamiento en la sociedad - de destruir el capitalismo?
•¿Al haberse cerrado tantas fábricas, al caer en el desempleo muchos obreros, no habría perdido el proletariado sus armas clásicas de lucha entre ellas la huelga?
Aunque no podemos extendernos demasiado en las respuestas que la propia reunión dio a estas cuestiones, quedó claro que el proletariado seguía siendo el productor colectivo de las principales riquezas de la sociedad capitalista, que esta no podía existir sin la explotación del proletariado, y que este tenía como principales armas su unidad, su conciencia y su capacidad para organizarse masivamente, al servicio de las cuales se supeditaba el arma de la huelga2.
El comunismo nada tiene que ver con el capitalismo de Estado de la antigua URSS, Cuba, China etc.
Dos asistentes defendieron como “análisis marxista” el supuesto carácter “socialista” o “como paso al socialismo” de regímenes como los de la antigua URSS, Corea del Norte, Cuba etc. Dijeron que allí había habido “revoluciones socialistas”. Otros asistentes les respondieron de forma contundente:
• El “socialismo en un solo país” es una traición al proletariado. Su revolución será mundial o no será. El comunismo solo podrá empezar a construirse a partir de la destrucción del capitalismo en todos los países.
• En Rusia, China, Cuba, Corea del Norte etc., lo que reina es una forma particular del capitalismo de Estado, tendencia general que domina todo el capitalismo mundial y que se impone bajo diversas formas en todos los países: en USA por ejemplo el capitalismo de Estado toma la forma “liberal” de una combinación entre la burguesía privada clásica y la intervención muy fuerte del Estado en todos los campos de vida económica, social, militar etc.
• La única revolución proletaria que ha existido en el siglo XX es la revolución rusa y la oleada revolucionaria que le siguió y que llegó hasta la Argentina (la Semana Trágica). Fue la derrota del proletariado en los demás países –principalmente en Alemania- lo que llevó al bastión proletario en Rusia a un trágico aislamiento y a una degeneración que desembocó en la contrarrevolución estalinista.
• Esta contrarrevolución se hizo en nombre del “comunismo”, de la “dictadura del proletariado” y del partido bolchevique que había estado en la vanguardia de la revolución. La mentira del “comunismo” en Rusia ha hecho mucho daño a las generaciones proletarias posteriores que han caído en una desconfianza en sus propias fuerzas y en una duda sobre su perspectiva comunista.
La reunión tuvo que acabar por limitaciones de tiempo y varios asistentes manifestaron la necesidad de proseguir el debate. En particular, uno de ellos propuso discutir qué es la dictadura del proletariado y cómo luchar hoy por ella. Se convino igualmente en que una síntesis de la reunión se publicaría en Internet para poder continuar la discusión por este medio.
Corriente Comunista Internacional
La situación en Irak constituye una especie de concentrado trágico de la profundización del caos, la barbarie y las matanzas que se extienden cada día más en la etapa actual de descomposición del capitalismo. Al terror y los bombardeos indiscriminados, las “razzias” y las torturas, obra de las tropas de una Coalición internacional que dice actuar en nombre de la “salvaguarda de la civilización y la democracia”, se suma la acción de un sinfín de bandas y facciones que con motivaciones no menos reaccionarias (el fanatismo religioso, el panarabismo y la xenofobia) o puramente gangsteriles (extorsiones, control del mercado negro,...), rivalizan en crueldad y sadismo con los invasores: los coches bomba criminalmente calculados para causar el mayor número de víctimas tratando así de intimidar a la población, la captura de rehenes y su decapitación “filmada” para ser difundida a través de Internet, las represalias contra trabajadores emigrantes (como hemos visto recientemente con camioneros turcos o empleados nepalíes) para presionar a las empresas que colaboran en la “ocupación” para que se marchen del país, etc. El fracaso de la intervención norteamericana en Irak ha dibujado un escenario verdaderamente infernal en el que las distintas hordas de la clase explotadora se pelean todas contra todas, sin que ninguna de ellas consiga imponerse, y condenando a la población a sobrevivir aterrorizados por una penuria creciente, por el temor a ser objetivo de un bombardeo o un coche-bomba, de que cualesquiera de las criminales fracciones en conflicto lancen una expedición de castigo, auténticos “progroms”, en el barrio donde vives porque consideren que tal zona es “leal” a cualquier otra fracción (lo que hemos visto hacer a los norteamericanos en Nayaf o Faluya, y es también la práctica habitual de los kurdos en Mosul, de los suníes contra peregrinaciones religiosas de los chiítas, etc),...
Lo que sucede en Irak no es un “accidente” de la historia, un “tropezón” en un mundo encaminado hacia la paz. Todo lo contrario. Como señalamos en el artículo “15 años después del hundimiento del bloque del Este: una era de guerra y caos” del anterior número de Acción Proletaria: “La dinámica de la guerra de Irak no es más que el ejemplo dramático y bárbaro de lo que espera a toda la humanidad, si la clase obrera deja al capitalismo realizar su única perspectiva”. Para los revolucionarios, para la clase obrera en su conjunto, es vital comprender esta cuestión: el futuro que puede depararnos la pervivencia del capitalismo es la proliferación de caos y matanzas, de un desgarramiento social en el que la población y los propios trabajadores se ven arrastrados en confrontaciones irracionales sin ninguna perspectiva más que la de ahondar aún más la miseria y el terror. Ese futuro empieza a ser ya hoy realidad en cada vez más zonas del planeta (Afganistán, Chechenia y otras exrepúblicas soviéticas, en una gran parte de Africa pero también -aunque en un grado aún menor- en zonas de los Balcanes y de América Latina,...) y corresponde a la agonía de un sistema social que morirá matando al género humano y al planeta entero, si la clase revolucionaria, el proletariado mundial, no es capaz de oponer a esta criminal perspectiva, su propia alternativa. Por ello supone una criminal mistificación identificar, como hace el grupo “Uníos Hermanos Proletarios”1 a través de su publicación “Arde”, el caos, el terror y la barbarie creciente que se vive en Irak con la lucha de clases del proletariado, llegando incluso, como veremos más adelante, a ponerlo como ejemplo que deberían seguir los aletargados trabajadores de las grandes concentraciones industriales. Con ello, quiéralo o no, está contribuyendo a propagar los efectos de la descomposición capitalista al corazón mismo de la clase llamada históricamente a acabar con ella.
De cómo el culto a la violencia lleva a ver todo lo violento como revolucionario
Dejemos de lado el peregrino método de análisis que lleva a estos señores a justificar la existencia de una hipotética lucha de clases en el proletariado irakí basándose en la cantidad de tropas militares desplegadas en la zona2. Dejemos también de lado el fantasioso escenario de «un Estado capitalista mundial (...) que prefiguran todas las fuerzas capitalistas en Irak» (“Arde” nº 6: “Sobre la lucha de clases en Irak”) para atacar al proletariado, como si la situación de Irak no fuera en realidad la expresión de una exacerbación de la indisciplina de cualquier ridícula fracción burguesa que ni siquiera puede aspirar a formar su propio Estado respecto a potencias burguesas más poderosas, de la multiplicación de conflictos en el seno mismo de los explotadores, en los que los trabajadores y la población representan simplemente la carne de cañon,... Dejemos todo eso para otra ocasión y centrémonos ahora en lo que consideramos más peligroso de la posición de UHP, a saber: ¿dónde ven ellos esa “supuesta” lucha del proletariado?. Las pruebas tangibles, de lo que estos señores presentan como lucha de clases son, sencillamente, aterradoras:
«Destrucción de símbolos, quema y saqueo de edificios públicos, de industrias, de bancos, asaltos a sedes del partido Baaz, linchamiento y ajusticiamiento de conocidos dirigentes del partido, asalto a mansiones burguesas,...la rabia del proletariado contenida a golpe de fusil bajo el régimen de Saddam salía a chorros por todo Irak... Luego llegaron los saqueos, desde las mer-cancías de primera necesidad a lujosas mercancías de los ministerios y patrimonios históricos. A pesar de los llamados de toda clase de dirigentes a la calma y a devolver las mercancías, la gran mayoría decidía continuar la fiesta. Tras una semana en las que la ruptura con las relaciones capitalistas por parte del proletariado era clara, la coalición decide que es momento de intervenir,... para reconstruir el Estado capitalista en Irak» (“Arde” nº 6: ídem).
El pillaje, la venganza (por supuesto justificada y jaleada desde los propios medios de comunicación de las potencias democráticas), la aniquilación de fuerzas productivas (desde edificios a oleoductos) resultado del trabajo de millones de trabajadores de generaciones pasadas y presentes, el expolio y la destrucción de patrimonios de la historia de la humanidad (imaginamos que se referirán por ejemplo al Museo con los tesoros babilónicos),... todo eso presentado como “fiesta” (¡que macabro!) como culmen del proyecto proletario, como “ruptura con las relaciones capitalistas”, “desaparición del Estado capitalista”...¡Indignante!
Nada, absolutamente nada, de eso tiene que ver con el proyecto revolucionario del proletariado. A lo que aspira el proletariado es a poner a disposición del conjunto de la sociedad los bienes resultado del trabajo humano. Y eso no tiene nada que ver con el pillaje: el robo no es una alternativa a la propiedad privada, sino un simple “cambio de manos” de dicha propiedad 3. El proyecto del proletariado no es arrasar las fuerzas productivas que hoy están aprisionadas por las leyes capitalistas, sino liberarlas de esas leyes para que el fruto, insistimos, del trabajo de generaciones pasadas y presentes de trabajadores pueda ser disfrutado por la humanidad liberada. El futuro comunista por el que históricamente lucha la clase obrera no significa en absoluto retrotraer a la humanidad en la historia, sino hacerla avanzar (de hecho pasar de la prehistoria a la verdadera historia del género humano liberado como decían Marx y Engels), por lo que tiene todo el interés en conservar precisamente los signos de esa evolución de la especie, etc, etc.
Lo que plantea en cambio el mencionado artículo de UHP como “expresiones de la lucha de clases”, es la propia lógica reaccionaria del terror estéril de la descomposición capitalista que lleva a la aniquilación del planeta y del género humano para preservar su sistema de explotación que hace un siglo que ha dejado de tener sentido para la humanidad. En el caso de UHP, como en el de tantos otros grupos que propugnan la violencia desesperada, el terror, la revuelta estéril como única alternativa al capitalismo, se ve el reflejo, invertido desde luego, pero al fin y al cabo simétrico, de ese mismo “razonamiento”: “antes de que lo aproveche el capitalismo lo quemamos nosotros”4:
«Los sabotajes e incendios contra oleoductos y pozos petrolíferos que se producen de forma alarmante por todos lados,(...) están echando al traste el negocio más importante de la burguesía en suelo iraquí (...) La generalización masiva de los sabotajes a los medios de producción, tal y como pasa en Irak ponen en peligro el funcionamiento del entramado de este sistema de mierda» (“Arde” nº6, ídem). ¡Otra indignante estupidez! Si UHP considera la destrucción de fuerzas productivas, (que mientras perviva el capitalismo serán siempre fuente de negocios para tal o cual capital y “entramados de este sistema de mierda”) atentados al orden capitalista, ¿qué piensan entonces de las destrucciones masivas ocasionadas por ejemplo por las guerras imperialistas mundiales? ¿se sienten acaso fascinados por los “números 1” en arrasamientos de fábricas, ciudades, edificios como Stalin, Hitler, Churchill, Roosvelt? ¿O es que les indigna es que no sea el proletariado y sí la clase explotadora quién ejecute los más brutales atentados contra los recursos materiales, humanos o históricos de la humanidad?
Ciegos de fascinación por el caos, el horror y la barbarie, los señores de UHP, que se llenan de boca de proclamas aparentemente “internacionalistas” en las que llaman a no tomar partido por ninguna de las fracciones burguesas, caen en la misma lógica inhumana de las pugnas entre explotadores: tomar a la población como rehén de las peleas entre diferentes gánsteres. Así por ejemplo cuando “enriquecen” el cuadro de expresiones de “lucha de clases” mencionan:
«El 26 de Junio de 2003 en Al-Amarah (...) se ajusticiaron unos cuantos policías y los soldados ingleses que no lograron escapar» (Arde, idem) ¿Tiene esto algo que ver con la lucha de clases internacionalista en, por ejemplo, la 1ª Guerra Mundial, cuando los revolucionarios llamaban a la fraternización de los obreros vestidos en uniforme y a dirigir sus fusiles contra los oficiales de uno y otro bando?
Otra más: «El 7 de Agosto, milicos estadounidenses disuelven un grupo de manifestantes que protestaban contra la embajada de Jordania en Irak. Horas después revienta una bomba contra dicha embajada (...) Lógicamente a la camarilla burguesa de Irak no le molestaba tanto como al proletariado, la labor de adiestramiento que tenía encomendada Jordania a numerosos cuerpos de represión precisamente para actuar en Irak». Y los trabajadores de dicha embajada ¿deben ser ajusticiados por complicidad con el papel imperialista de su país? ¿es también lucha de clases degollar trabajadores nepalíes que ven en los trabajos en Irak la única forma de escapar a la miseria? ¿Y qué decir de los trabajadores que reventaron el 19 de Agosto del 2004 en la explosión de un camión bomba en la sede de la ONU? A juicio de UHP que también reivindica tal atentado como expresión de la lucha de clases: «A pesar de todo el camuflaje pacifista y conciliador, la ONU es tomada claramente como objetivo».(“Arde” nº 6. Idem). El objetivo es la ONU, las víctimas los trabajadores. La misma lógica que la de cualquier matón capitalista.
La revolución proletaria sólo será posible si la clase obrera supera los efectos de la descomposición capitalista, no si se deja arrastrar por ellos
Pero UHP no se conforma con hacer pasar como expresiones de la lucha de clases, lo que son en realidad manifestaciones del pudrimiento de la sociedad capitalista. Es que además llega al extremo de presentarlos casi como el paradigma de la lucha proletaria, como el ejemplo a seguir por los proletarios de los países más avanzados. Su defensa de la “lucha de clases en Irak” le lleva precisamente a “culpabilizar” a los trabajadores de las principales metrópolis que con “su pasividad” han permitido la guerra, la presencia de las tropas de la coalición y las atrocidades que sufre la población en Irak. Por ello señala que la responsabilidad del proletariado de las principales concentraciones industriales es «luchar por la derrota de ‘nuestro’ campo imperialista, de ‘nuestro’ ejército, de ‘nuestro’ Estado, significa simple y llanamente traer la guerra a casa, la guerra de clases entre explotadores y explotados,...»
Otra vez aquí, con un envoltorio aparentemente muy radical e internacionalista, se nos cuela mercancía fraudulenta. Amén de fraseología rimbombante y confusa 5, y de auténticas perogrulladas (mientras el proletariado no lleve a cabo la destrucción del capitalismo se le podrá “culpabilizar” de todas las atrocidades causadas por este sistema), lo peligroso es precisamente el llamamiento a que el “proletariado de los países más importantes, traiga la guerra de clases a casa” Conociendo lo que entiende UHP por “guerra de clases”la clase obrera debe rechazar tajantemente ese llamamiento porque equivale precisamente a hacer suyos métodos de lucha y objetivos que le son radicalmente ajenos, que significan su disolución en una masa interclasista, que implica abandonar cualquier confianza en poder levantar una sociedad verdadera humana y dejarse arrastrar en cambio a la revuelta desesperada, la venganza contra otros sectores de trabajadores considerados los “chivos expiatorios” de todos los males que aquejan a la población. Si las principales concentraciones obreras se dejan arrastrar al terreno del pillaje, el “progrom”, el degollamiento de otros obreros de otras nacionalidades, si crecen en su seno las ideologías más irracionales, si sirve de carne de cañón en la pelea entre fracciones burguesas por ridículas que sean,... entonces el proyecto proletario, la esperanza de supervivencia del género humano, la posibilidad de liberar a la humanidad del futuro de terror y barbarie, se habrán disipado definitivamente. El capitalismo habrá ejecutado entonces, aunque ya no tenga mundo sobre el que reinar, su sentencia definitiva de muerte sobre la vida en el planeta.
Si denunciamos la identificación criminal que hace UHP del terror y la lucha de clases no es por ningun tipo de complejo pacifista o por una especie de pudor virginal ante la violencia. Los revolucionarios hemos defendido siempre la violencia de clase del proletariado como algo consustancial a la lucha de clases. Pero como hemos mostramos en el artículo del anterior número de AP (“Terror, terrorismo y violencia de clase”) inspirado en sendos artículos que con el mismo nombre publicamos en la Revista Internacional nº 14 y 15, la violencia de clase del proletariado es radicalmente diferente en medios, organización y fines al terror de la clase explotadora. Si el proletariado pierde el terreno de clase de su violencia y se deja arrastrar a los métodos característicos de otras clases sociales estará en camino también de perder la autonomía de clase de sus objetivos.
Acción Proletaria (12 de Septiembre).
1.- En Internet: «www.crimental.org [14]”
2.- «Tras la victoria militar de las tropas de EEUU e Inglaterra, sobre las tropas de Saddam, Irak se convirtió en un nido de milicos (sic) de España, Polonia, Ucrania, Rumania (...) Y sin olvidarnos de la enorme cantidad de mercenarios armados (...) Todos ellos se agrupaban bajo la bandera de EEUU, dejando en un segundo plano cualquier diferencia, para enfrentarse como un solo bloque, a... ¿a quién? ¿porqué tal monstruosidad de coalición de tropas cuando precisamente se ha acabado la guerra? Si el grueso del ejército iraquí ha caído ¿qué peligro amenaza? Las versiones burguesas son múltiples, unas han perdido fuerza, otras han conseguido imponerse ante la patética opinión pública; que si los residuos de Saddam, que si la famosa en increíble al-Queda, o en “Triángulo sunita”, que si los chiitas,... Todo para ocultar la realidad, para borrar la evidencia total que la guerra es contra el proletariado, contra sus intereses, su proyecto y su lucha» (“Arde” nº 6: “Sobre la lucha de clases en Irak”). Si el contingente militar desplegado fuese indicativo del nivel de la amenaza proletaria, el desembarco de Normandía en 1944, debió coincidir con una insurgencia generalizada del proletariado europeo. La historia muestra precisamente todo lo contrario: el desarrollo de la lucha de clases es el único freno a la pelea de fracciones burguesas. Lo que no sucede desde luego en Irak, excepto que se consideren únicamente fracciones burguesas a las tropas de la coalición y proletarias o semiproletarias a las milicias chiítas,sunitas, kurdas,...lo que se desdice en las propias páginas de esta publicación.
3.- Como tampoco el pillaje supone una alteración del mundo de la mercancía, cuando se sabe por ejemplo que gran parte de los bienes “expoliados” han sido vendidos a precio de mercado (negro) a la población. Ver a este respecto la denuncia que hacen los compañeros del NCI argentino en el artículo que publicamos en este mismo número de AP, sobre la interpretación fradulenta que hizo el GCI de la oleada de saqueos en Argentina.
4,.- Ese ha sido siempre el punto de partida de las revueltas de sectores sin ningún porvenir histórico en su resistencia al capitalismo; lo que desde luego no es el caso del proletariado. Ver en este sentido los artículos de las Revistas Internacionales nº 14 y 15 sobre “Terror, terrorismo y violencia de clase”.
5.- En su esperpéntico análisis, UHP “demuestra” la existencia de una lucha de clases en euqe “todas las fracciones burguesas se han visto atacadas”
Links
[1] https://es.internationalism.org/en/tag/situacion-nacional/espana
[2] https://es.internationalism.org/en/tag/situacion-nacional/lucha-de-clases-0
[3] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/alemania
[4] https://es.internationalism.org/en/tag/corrientes-politicas-y-referencias/tendencia-comunista-internacionalista-antes-bipr
[5] https://es.internationalism.org/en/tag/2/25/la-decadencia-del-capitalismo
[6] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/rusia-caucaso-asia-central
[7] https://es.internationalism.org/en/tag/cuestiones-teoricas/terrorismo
[8] https://es.internationalism.org/en/tag/noticias-y-actualidad/lucha-de-clases
[9] https://es.internationalism.org/en/tag/situacion-nacional/argentina
[10] https://es.internationalism.org/en/tag/situacion-nacional/movimiento-piqueteros
[11] https://es.internationalism.org/en/tag/corrientes-politicas-y-referencias/parasitismo
[12] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/argentina
[13] https://es.internationalism.org/en/tag/vida-de-la-cci/reuniones-publicas
[14] http://www.crimental.org
[15] https://es.internationalism.org/en/tag/noticias-y-actualidad/irak