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Septiembre 2013

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Dicen que es reforma educativa, pero son ataques a los trabajadores

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Nos atacan a todos y por eso…
¡Lucha aislada es lucha perdida!

La crisis económica del capitalismo mundial es cada vez más aguda. A diferencia de otras sociedades pasadas en las que el origen de la crisis era la escasez, en el capitalismo se trata de la abundancia… a fin de cuentas, como dice en el “Manifiesto del Partido Comunista”, las contradicciones del capitalismo explotan: Porque la sociedad posee demasiada civilización, demasiados medios de vida, demasiada industria, demasiado comercio. Pero esta abundancia no sólo no satisface las necesidades humanas, además limita al objetivo de incrementar la ganancia capitalista, es por ello que la clase en el poder no tiene más salida que el de reforzar las medidas de explotación.

Bajo estas circunstancias la burguesía en todo el mundo ha establecido como política general la instrumentación de medidas que afectan a las pensiones y al salario, que facilitan el despido e incrementan las cadencias de trabajo. Ya sea que se presenten como “planes de austeridad” o como “reformas laborales” el objetivo es el mismo: aumentar la explotación.

La “reforma laboral” abarata la fuerza de trabajo y amplía la explotación

En México se ha impuesto la “reforma laboral” como parte de un viejo proyecto que la burguesía nacional –independientemente del partido que le toque gobernar– ha venido aplicando paulatinamente. Esta reforma que hoy se presenta como una novedad está en continuidad con la aplicación de los sistemas de pensión individuales (AFORES) y la “ley del ISSSTE” que fueron un severo golpe al salario indirecto (servicios médicos y jubilación). Pero como para la ganancia capitalista apenas fueron un respiro, los ataques se amplían para imponer mayores ritmos de trabajo y menor salario.

Por eso, para aliviar la ganancia de los patrones, todos los partidos en unión sagrada acordaron sacrificar más a los trabajadores. Y por más que la propaganda oficial hable del eterno futuro prometedor –que nunca llega–, la realidad es que sólo se puede esperar mayor explotación y mayor miseria.

Esta condena no es únicamente para un grupo de asalariados. La burguesía ataca lo mismo a los trabajadores en activo que a los jóvenes futuros vendedores de fuerza de trabajo. Están en la mira tanto los trabajadores del sector público como los del privado, de la industria o de los servicios… ¡Todos, tarde o temprano han de ser golpeados directamente por las rabiosas leyes laborales!

Y si el Estado no ha generalizado la aplicación de las medidas es para evitar la unión de los trabajadores, por eso las aplica sector por sector. Así, cada vez que avanza, el Estado crea un ambiente de desprestigio, calificando a los trabajadores del sector afectado, como “flojos y privilegiados”. Lo hicieron con los trabajadores de Luz y Fuerza, lo hacen ahora con los maestros y así lo harán con los que sigan.

Todos los trabajadores debemos reflexionar el caso de los maestros porque con ellos comienza la generalización de los ataques a nuestras condiciones de vida.

La reforma educativa (laboral) es un golpe a todos los trabajadores

La aplicación de la “reforma laboral” inicia como “reforma educativa” –o sea, atacando a los trabajadores de la educación– no por una cuestión de azar. Ha sido una elección cuidadosa de la clase dominante. Los maestros son un sector con tradición de lucha pero también –y por eso mismo­ donde el poder de la estructura sindical “oficial” y “disidente” se encuentra muy fortalecido. Esto ha asegurado que pese a su combatividad, sea fácilmente controlado. Estas características facilitan la realización de ejemplares trampas sindicales en dos frentes, el SNTE y la CNTE. Pero además, si las medidas pasan, la derrota se usará como mensaje contra el resto de explotados de que nada vale luchar y de que nada podría parar los ataques que vendrán.

De forma astuta el Estado pretende mostrar preocupación por el mejoramiento de la educación y bajo el camuflaje de que se trata de una “reforma educativa”, cuela la “reforma laboral”. Las nuevas leyes laborales que buscan aplicarse –inicialmente– a los maestros, anuncian sin cortapisas la eliminación de la permanencia laboral y la intensificación brutal de los ritmos de trabajo.

Intentan maquillar con palabrería el rostro feroz de estas medidas pero no han logrado hacerlo. El descontento de los proletarios del sector educativo se ha expresado, aún si la confusión que se alienta por el SNTE y la CNTE ha impedido que el coraje y la combatividad de los trabajadores se consoliden.

¡A luchar todos contra las divisiones y las trampas!

Ante la escalada de ataques la combatividad de los explotados se ha dejado sentir, pero para fructificar no debe verse atrapada por las maniobras que orquesta la burguesía a través de la estructura sindical. La primera de estas trampas es promover el uso del amparo como forma de lucha para hacer creer que por los buenos oficios de jueces y enterneciendo el corazón de diputados, la clase dominante se conmoverá y abjurará de sus leyes, ¡leyes que ella misma controla en su exclusivo beneficio! El clásico engaño legaloide fue lo que permitió pasar fácilmente la “ley del ISSSTE”. También dispersó la solidaridad que en un inicio se mostraba hacia los trabajadores despedidos de Luz y Fuerza. Ahora este esterilizador de luchas que es el amparo y la confianza en las instituciones burguesas, se vuelve a usar.

Como contraparte de la misma trampa se encuentran las medidas que aparentan radicalidad, como el cierre de carreteras o la toma de edificios. Estas acciones aunque son expresiones de descontento aíslan la lucha pues impiden que el combate sea reconocido como propio por otros trabajadores. Más importante aún, esta “radicalidad” basada en la espectacularidad y el accionar desesperado, impide la reflexión y la solidaridad que son la base de la extensión y generalización del combate. Sin espacios abiertos de reflexión amplia, el conjunto de trabajadores será incapaz de movilizarse masiva, autónoma y conscientemente en su lucha.

Los sindicatos de todo pelaje llaman a movilizarse pero su objetivo es desmovilizar y aislar, extendiendo la desmoralización e impidiendo la unidad con otros trabajadores. Por eso el único camino que tenemos los proletarios para enfrentar los ataques es la reflexión, la organización y la movilización masivas:

¡A la lucha, pero no detrás de los sindicatos!

Revolución Mundial, Mayo 2013

 

Geografía: 

  • Mexico [1]

Noticias y actualidad: 

  • reforma laboral [2]

Rubric: 

México

Egipto – ¡Contra Morsi! ¡Contra los militares! ¡Por la lucha de clases!

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En nuestro artículo anterior, tras analizar la situación en Egipto, escribimos la siguiente conclusión:

«El capitalismo ha reunido los medios para destruir todo resquicio de vida humana en este planeta. El colapso de la vida social y el gobierno de bandas asesinas armadas – este es el camino que lleva a la barbarie, indicado por lo que está pasando ahora mismo en Siria. La rebelión de los explotados y de los oprimidos, la lucha masiva en defensa de la dignidad humana, de un futuro real – esa es la promesa de las revueltas en Turquía y Brasil. Egipto se encuentra justo en el cruce de estos dos caminos, que son diametralmente opuestos, y en este sentido, es un símbolo del dilema al que se enfrenta toda la especie humana»[1].

Los trágicos acontecimientos que se han producido y acelerado considerablemente durante el mes de agosto en Egipto tras las reacciones al golpe militar contra el ex presidente Morsi, en particular, la sangrienta represión de los Hermanos Musulmanes que culminó el 14 de agosto, son el testimonio de la gravedad de esta situación y confirman la idea de una “encrucijada” en la que se encuentra toda la humanidad.

Atrapados en la lógica de la guerra civil

El pantano de la descomposición, de la crisis económica y social, la corrupción y las desastrosas políticas del gobierno de Morsi (elegido en junio de 2012) llevaron a la población de nuevo a las calles para expresar su descontento con el aumento de la pobreza y la inseguridad. Fue esta deteriorada situación, agravada por la irracionalidad política y un sinfín de provocaciones de los Hermanos Musulmanes, lo que empujó al ejército egipcio para llevar a cabo el golpe de Estado del 3 de julio, deponiendo al presidente Morsi de su cargo. A su vez, la agitación social continuó, avivando peligrosas tensiones y algunos enfrentamientos sangrientos. Esto hizo que la situación se decantara totalmente hacia la guerra civil. La única fuerza capaz de mantener unida a la sociedad, el ejército, se vio obligada a intervenir y evitar que esta se rompiera en pedazos. Así pues, el hombre fuerte del momento es el jefe del ejército, Abdel Fattah al- Sissi. Este último se vio obligado a imponer una política de represión brutal, sobre todo el uso de la policía civil en contra de los Hermanos Musulmanes y de las fuerzas pro-Morsi. Durante todo el verano, ha habido un creciente número de enfrentamientos entre los elementos a favor y en contra Morsi, dando lugar a bastantes muertes, sobre todo entre los Hermanos Musulmanes. Las manifestaciones y sentadas a favor de Morsi, que reunieron hombres, mujeres y niños, fueron dispersadas de forma violenta. Los ataques del ejército dejaron alrededor de mil muertos. La ley marcial, bajo la forma de un estado de emergencia y de toque de queda, fue impuesta en El Cairo y en 13 provincias. Varios líderes de los Hermanos Musulmanes así como algunos activistas (más de 2000) fueron arrestados, entre ellos el “líder supremo” Mohammed Badie y muchos otros, algunos de los cuales murieron en prisión después de intentar escaparse.

Desde entonces las manifestaciones, objetivos de las balas de la policía y el ejército, se han vuelto menos numerosas. Como de esta forma mantienen el “orden”, el ejército y la policía se han ganado el apoyo de la mayoría de las personas que ven a los Hermanos Musulmanes como terroristas. Este apoyo para el ejército y el Estado, mezclado con un creciente sentimiento anti-islámico, pero teñido de nacionalismo, no puede sino debilitar al proletariado, que corre el riesgo de ser atrapado en la lógica negativa de la situación. El rechazo del fundamentalismo religioso es alimentado por la mistificación democrática, que aún conserva mucha fuerza.

A diferencia de las grandes manifestaciones en la Plaza Tahrir, que llevaron a la caída de Mubarak y donde se toleraba la presencia política de las mujeres y donde estaban relativamente protegidas, el terror que reina hoy en día ha dado lugar a una espectacular regresión moral, que se manifiesta en las violaciones colectivas de mujeres en mitad de las manifestaciones, y la persecución de los coptos (cientos de iglesias han sido quemadas y muchos coptos han sido asesinados).

Como escribimos en nuestro artículo anterior: "La clase obrera en Egipto tiene una fuerza mucho más formidable que en Libia o Siria. Tiene una larga tradición de lucha militante contra el Estado y contra los tentáculos de los sindicatos oficiales, que se remonta por lo menos hasta la década de 1970. En 2006 y 2007 las huelgas masivas se propagaron por el sector textil. En esta experiencia de desafío abierto al régimen posteriormente introducido en el movimiento de 2011 la clase obrera dejó una importante huella, tanto en las tendencias a la autoorganización que aparecieron en la Plaza Tahrir y en sus alrededores, como en la oleada de huelgas que finalmente convencieron a la clase dominante para echar abajo a Mubarak. La clase trabajadora egipcia no es de ninguna manera inmune a las ilusiones en la democracia, que impregnan todo el movimiento social, pero no será una tarea fácil para las distintas camarillas de la clase dominante persuadirla de que abandone sus propios intereses para arrastrarla al pozo negro de la guerra imperialista"[2]

Es cierto que ha habido recientemente algunas manifestaciones de la lucha de clases, que destacan sobre todo en Mahalla, donde 24.000 trabajadores se declararon en huelga después de que no se les pagara la mitad de sus salarios[3]. También ha habido huelgas en Suez. Y algunos manifestantes han levantado pancartas que proclamaban " Ni Morsi ni los militares”. Pero estas voces se han ahogado cada vez más, al igual que las valientes luchas de los trabajadores, que se han visto cada vez más aisladas y por lo tanto debilitadas. Aunque la situación no ha alcanzado el nivel trágico que tiene en Siria, se está haciendo cada vez más difícil salir de la lógica mortal que conduce a tales resultados bárbaros.

La amenaza de un violento caos y de inestabilidad en la región

La inestabilidad interna, que se ha visto agravada por los recientes acontecimientos, no está tomando forma en un país secundario en la región. Egipto es un punto de inflexión entre el norte de África y Oriente Medio, entre África y Asia. Es el país más poblado del mundo musulmán y de toda África, y su capital, El Cairo, la mayor metrópolis del continente. El país forma parte de un grupo suní frente a los países chiítas, en particular Siria, Líbano, e Irán, el enemigo a muerte de los EE.UU e Israel en la región. Desde el punto de vista geográfico Egipto, por lo tanto, ocupa una importante posición estratégica, en particular con respecto a los intereses de los EE.UU, el mayor poder imperialista mundial, aunque en declive. Durante la Guerra Fría, Egipto era un peón esencial que garantizaba la estabilidad de la región en beneficio de los EE.UU. Esta ventaja se consolidó con los Acuerdos de Camp David de 1979, sellando el acercamiento entre Egipto e Israel y los EE.UU. La relativa estabilidad relacionada con el equilibrio entre los bloques militares rivales del este y el oeste permitió contener y tolerar la existencia de los Hermanos Musulmanes, que estuvieron además bajo la constante vigilancia del Estado (en la época de Nasser estuvieron prohibidos por completo). Hoy en día, con la desaparición de la disciplina de bloques, y el desarrollo del “cada uno juega sus propias cartas”, de la descomposición social, acentúa las tendencias centrífugas y especialmente el surgimiento de facciones radicalizadas como los salafistas y los Hermanos Musulmanes, que Mubarak ya había visto como un “Estado dentro del Estado"[4].

El contexto internacional, sobre todo la “libertad para cada cual” entre las grandes potencias mundiales, sirve ahora para exacerbar estas tensiones ya de por sí inherentes. En el Oriente Medio mismo, la creciente división entre Qatar y Arabia Saudita por un lado, que son cercanos a los EE.UU a pesar de su profunda ideología wahabita, y Egipto por otro, está vertiendo aceite sobre el fuego. Es por esto por lo que la burguesía estadounidense no puede retirarle la financiación al ejército egipcio (que representa al menos el 80%), a pesar de que puede ver que la situación se le está escapando cada vez más de su control.

El capitalismo no tiene nada que ofrecer más que la pobreza y el caos. No importa cual sea la panda de burgueses que estén en el poder, la situación de la mayoría de la población sólo puede empeorar. Pero contrariamente a lo que la burguesía y sus medios de comunicación nos quieren hacer creer: que el fracaso en Egipto es una prueba indudable de que cualquier levantamiento sólo puede terminar en el oscurantismo religioso o en la dictadura, la perspectiva histórica de la revolución proletaria, aunque no es una perspectiva inmediata, es la única alternativa a la barbarie. La responsabilidad del proletariado es tomar conciencia de esto y expresar su solidaridad de clase con el fin de ofrecer una perspectiva real para todas las luchas que tienen lugar en el mundo. Sólo la decidida intervención del proletariado mundial, sobre todo la de sus más experimentados integrantes en la vieja Europa, puede abrir el camino hacia el futuro, la revolución mundial.

WH, 28/8/13


[1] Ver /content/3900/se-pone-de-relieve-la-alternativa-socialismo-o-barbarie [3]

[2] Mencionamos en esta nota algunos artículos que hemos publicado sobre Egipto. Acerca de los movimientos de 2011: /cci-online/201103/3079/que-esta-pasando-en-oriente-medio [4] y https://es.internationalism.org/node/3056 [5] ; sobre las huelgas de 2007: /content/1915/egipto-el-germen-de-la-huelga-de-masas [6] y /accion-proletaria/200711/2101/luchas-en-egipto-una-expresion-de-la-solidaridad-y-la-combatividad-obr [7]

[3]Fuente de información: https://english.ahram.org.eg/NewsContent/3/12/79967/Business/Economy/Egypts-Mahalla-textile-workers-onstrike-again.aspx [8]

[4] Los Hermanos Musulmanes, constituidos por Hassan al Banna en Egipto en 1928, se implantaron rápidamente en varios países árabes. El movimiento tenía una ideología tradicionalista y retrógrada, basada en el proyecto de un gran Califato Suní, cuya lógica se enfrentaba a los países que se habían formado ya como entidades nacionales. La lucha en Egipto entre los Hermanos Musulmanes y el Estado no es algo nuevo. Ha sido siempre así desde que se fundó el movimiento. Mubarak los toleró durante su gobierno la mayor parte del tiempo. Ver sobre el islamismo nuestro artículo de la Revista Internacional nº 109 El resurgir del islamismo: síntoma de la descomposición de las relaciones sociales capitalistas en /revista-internacional/200510/229/islamismo-sintoma-de-la-descomposicion-de-las-relaciones-sociales-c [9]

 

Personalidades: 

  • Morsi [10]

Noticias y actualidad: 

  • Movimientos sociales en Egipto y Túnez [11]

Rubric: 

Egipto

La indignación desata la movilización espontánea de millones

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A más de dos años del estallido de la llamada “Primavera Árabe”, a dos años del movimiento de los Indignados en España, del de los Ocuppy en Estados Unidos… y en simultaneidad con los movimientos que aun sacuden a Turquía, en junio pasado estalla en Brasil una oleada de manifestaciones que llegó a movilizar a millones de personas en mas de cien ciudades, con características inéditas en este país.

“Un fantasma recorre el mundo”, el fantasma de la INDIGNACIÓN. A mas de dos años del estallido de la llamada “Primavera Árabe” que sacudió de manera sorpresiva los cimientos de varios países del Norte de África y todavía se sienten sus consecuencias; a dos años del movimiento de los Indignados en España, del de los Ocuppy en Estados Unidos… y en simultaneidad con los movimientos que aun sacuden a Turquía, en junio pasado estalla en Brasil una oleada de manifestaciones que llegó a movilizar a millones de personas en mas de cien ciudades, con características inéditas en este país.

 

Estos movimientos que se han dado en países tan disímiles y tan alejados en su geografía, tienen varios elementos en común: su espontaneidad, una represión brutal del Estado, su masividad, una participación mayoritaria de jóvenes, son promovidos a través de las redes sociales, etc.; pero el común denominador que los identifica es una gran INDIGNACIÓN ante el deterioro de las condiciones de vida del conjunto de la población mundial, causada por la profunda crisis que sacude los cimientos del sistema capitalista, que tuvo un acelerón importante después de 2007. Deterioro que se expresa en una precarización acelerada, principalmente en el nivel de vida de las masas trabajadoras y; crea una gran incertidumbre entre la juventud proletarizada o en proceso de proletarización cara al futuro. No es por casualidad que el movimiento de España se identificó con el nombre de “Indignados”, que en esta oleada de movimientos sociales masivos ha sido el más avanzado en su denuncia contra el sistema capitalista y en su forma de organización a través de asambleas masivas[1].

Estos movimientos, que como apreciamos, pueden surgir en cualquier parte del mundo y algunas veces por motivos aparentemente poco significativos, son un indicativo de que las luchas sociales tienden a colocarse en el primer plano de la escena mundial. Por sus reivindicaciones, sus medios de lucha, su confrontación contra el Estado burgués y contra los partidos del status quo, sean de derecha o izquierda, se inscriben en la perspectiva de lucha del proletariado mundial por la superación del modo de producción capitalista, que se muestra incapaz de garantizar el desarrollo de la humanidad, sin contar la potencial amenaza contra su sobrevivencia. Presenciamos de esta manera cómo los movimientos iniciales de ese “viejo topo” al que se refería Marx comienzan a socavar los cimientos del orden capitalista, e intenta salir a la superficie.

Un movimiento del proletariado

Los movimientos sociales de junio pasado en Brasil, que saludamos y en los cuales pudimos intervenir en la medida de nuestras fuerzas, tienen una significación muy importante para el proletariado brasileño, de América Latina y del resto del mundo, pues trascienden en gran medida el marco local de este país. Han sido movimientos masivos que se diferencian radicalmente de los “movimientos sociales” bajo el control del Estado, del PT (Partido dos Trabalhadores) y otros partidos políticos, y organizaciones sociales como el MST (Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra), por ejemplo. Así mismo se diferencian de movimientos que han surgido en varios países de la región en las últimas décadas, como el de Argentina a inicios de siglo, el indigenista en Bolivia y Ecuador, el movimiento zapatista en México o del chavismo en Venezuela, que fueron el resultado de confrontaciones entre facciones burguesas y pequeño burguesas, entre ellas grupos, movimientos sociales, organizaciones izquierdistas y partidos de izquierda, defensoras del capital nacional, que buscaban el control del Estado. En ese sentido, las movilizaciones de junio en Brasil representan la mayor movilización espontánea de masas en este país y en América Latina en los últimos 30 años. Por ello es fundamental que quienes luchamos contra el capitalismo y por una nueva sociedad, hagamos un balance de este movimiento desde una perspectiva de clase y saquemos las lecciones de estos acontecimientos.

Es indudable que este movimiento sorprendió a la burguesía brasileña y mundial, a las organizaciones revolucionarias dentro y fuera de Brasil[2], así como a los propios grupos y organizaciones que inicialmente lo impulsaron. La lucha contra el aumento del pasaje (que cada año acuerdan los empresarios del transporte con el Estado) apenas fue el detonante para que estallaran expresiones de indignación que venían anidando desde hace tiempo en la sociedad brasileña [3], que se manifestaron en 2012 con las luchas de empleados públicos, en las universidades y en las construcciones de grandes obras públicas del PAC (Programa de Aceleração do Crescimento); y en “múltiples huelgas contra la caída de los salarios y la precarización de las condiciones de trabajo, educación y salud” que se han dado en Brasil en los últimos años.

A diferencia de los movimientos sociales masivos que se han sucedido en varios países desde el 2011, el de Brasil se genera y unifica alrededor de una reivindicación concreta que permitió la movilización espontánea de amplias capas del proletariado: contra el aumento del pasaje del transporte público[4]. El movimiento tomó un carácter masivo a nivel nacional después del 13 de junio, cuando fueron fuertemente reprimidas por la policía las manifestaciones de protesta contra el aumento convocadas por el Movimento Passe Livre (MPL)[5] en Sao Paulo. Sin embargo, ya desde varias semanas entes de las grandes movilizaciones en São Paulo, se venían realizado protestas por la misma reivindicación en varias ciudades del país, promovidas por MPL y otros movimientos sociales a tal punto que, por ejemplo, en Puerto Alegre, Goiânia y otras ciudades los gobiernos locales fueron forzados a derogar el aumento del pasaje, después de arduas luchas fuertemente reprimidas por el Estado. Esto lo dejaba en claro un movimiento social de Goiânia el 19/06/13:

“En Goiânia, después de cinco semanas de manifestaciones y un día antes del gran sexto acto, que tenía la confirmación de decenas de millares de personas, la prefectura comandada por Paulo Garcia (PT) y el gobernador Marconi Perillo (PSDB) se reunieron y decidieron la revocación permanente del aumento de la tarifa del transporte colectivo. Sabemos que esa revocación es el fruto de la presión de mas de un mes de movilización y del temor de la posibilidad de que las cosas salgan totalmente del control de esos gobiernos y de las empresas asociadas”[6].

El movimiento presentó elementos que lo identifican como un movimiento claramente inscrito en el campo del proletariado. En primer lugar hay que destacar que la mayoría de los manifestantes pertenecían a la clase trabajadora, principalmente eran jóvenes proletarios y estudiantes, en su mayoría hijos de familias proletarias y futuros proletarios. La prensa burguesa presentó el movimiento como expresión de las “clases medias”, con la clara intención de crear división entre los trabajadores, ya que la mayoría de los catalogados como clase media, económicamente tienen sueldos o salarios precarizados, menores a los de muchos obreros calificados de las zonas industriales del país. Esto explica el apoyo y simpatías que despertó el movimiento contra el aumento de los pasajes, que representa un ataque directo a los ingresos de las familias proletarias. También explica por qué esa reivindicación inicial rápidamente se amplió a una denuncia contra el Estado debido al pésimo estado de los sistemas de salud, educación y asistencia social; además de manifestarse contra las inmensas sumas de dinero público invertidas para la celebración del Mundial de Fútbol del próximo año y para los Juegos Olímpicos de 2016 [7], eventos que han ocasionado el desalojo forzado de comunidades cercanas a los estadios, como fue el caso de la Aldeia Maracanã en Río el primer semestre de este año y varios incendios de favelas en zonas de intereses de empresas inmobiliarias en São Paulo. Situación que fue denunciada por el Bloco de Lutas Pelo Transporte 100% Público de Porto Alegre el 20/06/13:

“La lucha no es por unos centavos ni tampoco solamente en Porto Alegre, pues obtuvimos un carácter nacional de movilizaciones que sobrepasa la demanda del transporte público. Hoy, ya son más de diez ciudades que anunciaron la reducción de la tarifa. Ahora somos centenas de millares de personas y ganamos las calles de Brasil luchando por nuestros derechos. El tema de la Copa ya es recurrente en las manifestaciones. La misma masa popular que cuestiona el modelo de transporte cuestiona también las millonarias inversiones públicas en estadios, la expulsión de familias, el poder de la Fifa y el estado de excepción que va a cercenar los derechos de la población”.[8]

Ha sido muy significativo que el movimiento se organizó para realizar protestas en los alrededores de los estadios de las diversas ciudades donde se realizaron juegos de la Copa de Confederaciones, ya que le permitió utilizar la cobertura mediática a nivel internacional para mostrar su rechazo al espectáculo preparado por la burguesía brasileña; y también mostrar la brutal represión del Estado contra las protestas en los alrededores de los estadios, que ocasionó la muerte de algunos manifestantes. Ha sido muy aleccionador para el proletariado mundial, que proletarios brasileños se hayan manifestado de esta forma, tomando en cuenta que el futbol es el deporte nacional, que la burguesía ha sabido explotar como parte del circo que necesita para el control de la sociedad. La población brasileña mostró que gusta del futbol, pero no está dispuesta a que caigan sobre sus espaldas los costos de los eventos deportivos que prepara la burguesía para exhibir sus cualidades de “burguesía del primer mundo”. Por ello los manifestantes exigían calidad de servicios “Tipo FIFA”. Los movimientos de junio aguaron la fiesta que tenía preparada la burguesía brasileña.

Al lado de estas reivindicaciones el movimiento mostró su indignación ante los altos niveles de descomposición que muestra la burguesía brasileña, al rechazar el dispendio, la corrupción, la indolencia y la arrogancia del Estado, orientando la protesta contra las instituciones más emblemáticas del Estado brasileño: en Brasilia, la capital, fueron tomadas instalaciones del Congreso y hubo intentos de entrar en el palacio de Itamaraty, emblema de la política exterior del Estado; en Río de Janeiro intentaron ingresar a la Asamblea Legislativa estadual y varios habitantes de las favelas, entre las cuales la de Rocinha, protestaron ante la residencia del gobernador de Río Sérgio Cabral del PMDB; en São Paulo intentaron entrar en la prefectura y en la Asamblea Legislativa estadual y en Curitiba intentaron ingresar en la sede del gobierno estatal. De igual manera hubo un rechazo masivo a los partidos políticos, principalmente del PT, organizaciones sindicales o estudiantiles: en São Paulo fueron expulsados varios de sus miembros de las manifestaciones por portar banderas del PT o de la CUT y otras organizaciones, partidos de izquierda, electorales o no, como el PSTU, PSOL, PC do B, PCB y sindicatos [9].

Hubo otras expresiones del carácter de clase del movimiento, que se manifestaron aunque de forma minoritaria. Al calor del movimiento se realizaron algunas asambleas, aunque no con la difusión y grado de organización de los Indignados en España. Tenemos como ejemplo las realizadas en Rio de Janeiro y en Belo Horizonte; en esta última ciudad adoptaron el nombre de “Assembleia Popular e Horizontal”, donde se propusieron hacer un “nuevo espacio espontáneo, abierto y horizontal de debate”, con una participación de más de 1000 personas.

Estas asambleas, si bien mostraron la vitalidad que tuvo el movimiento y la necesidad de organización de las masas por sus reivindicaciones, presentaron varias debilidades:

  • aunque participaron en su organización varios grupos y colectivos, fueron promovidas por fuerzas de la izquierda del capital e izquierdistas que concentran su actividad principalmente en la periferia de las ciudades.
  • su objetivo principal es ser un medio de presión y negociación contra el Estado, por reivindicaciones de mejoras puntuales en tal comunidad o ciudad. Por lo tanto tienden a ser formas de organización permanentes.
  • pretenden tener una independencia del Estado y los partidos; pero son penetradas por partidos y organizaciones pro-gobierno o izquierdistas que aniquilan su espontaneidad.
  • tienden a tener una visión local o nacional, luchando contra los efectos pero no contra las causas de los problemas, que es el capitalismo.

También en el movimiento hubo algunas referencias a los movimientos sociales en otros países, principalmente al de Turquía en el cual también ha habido referencias al de Brasil[10]. Aunque a través de expresiones minoritarias, se logra apreciar algo en común en ambos movimientos.

En Goiânia en un Frente de Luta Contra o Aumento que agrupó a varias organizaciones de base destacaba la necesidad de solidaridad y el debate entre los diferentes actores:

“No debemos contribuir con la criminilización y la pacificación del movimiento! debemos mantenernos firmes y unidos!”

A pesar de los desacuerdos, debemos mantener nuestra solidaridad mutua, nuestra resistencia, nuestra combatividad y profundizar nuestra organización y discusión. Así como en Turquía pacíficos y combativos consiguen coexistir y luchar juntos, debemos seguir su ejemplo.

“Sólo la lucha cambia la vida ¡solidarios venceremos!” [11]

También en varias de las manifestaciones se exhibieron pancartas que proclamaban la siguiente palabra de orden:

“No es Turquía, no es Grecia; es Brasil, saliendo de la inercia”.

La gran indignación que anida en el proletariado brasileño queda plasmada en la siguiente reflexión de la Rede Extremo Sul, red de movimientos sociales de la periferia de São Paulo:

“Para que esas posibilidades se tornen en realidad, no podemos dejar que la indignación expresada en las calles sea canalizada para objetivos nacionalistas, conservadores, moralistas, en fin, que las luchas sean capturadas por el Estado y por las élites, de modo de vaciar su contenido político. La lucha contra el aumento de los pasajes y las condiciones degradantes de transporte esta ligada directamente a la lucha contra el Estado y las grandes corporaciones económicas, contra la explotación y la humillación de los trabajadores, y contra esa forma de vida en que el dinero es todo, y las personas nada”. [12]

¿Por qué decimos que las causas de las movilizaciones de Brasil
se venían gestando desde hace tiempo?

La burguesía brasileña, como lo aspira en mayor o menor grado cada burguesía nacional, ha trabajado desde hace décadas para hacer de Brasil una potencia regional y mundial. Para lograr ese fin no bastaba disponer de un inmenso territorio que ocupa casi la mitad de América de Sur, ni contar con grandes recursos naturales; le era necesario crear las condiciones para mantener el control social, principalmente de los trabajadores; no bajo la bota militar sino a través de los mecanismos mas sofisticados de la democracia. Con ese fin preparó una transición en los años 80 de un régimen de dictadura militar a uno de democracia republicana, objetivo que logró en el plano político con la conformación de dos polos: uno de fuerzas de derecha formado por partidos surgidos en los años 80, como el PSDB (compuesto por intelectuales, burguesía y pequeña burguesía) y partidos de derecha ligados con fuerzas de la dictadura (PMDB, DEM, etc)[13]; otro de centro- izquierda que se consolidó en torno al PT, con una influencia importante a nivel popular, pero principalmente a nivel obrero y campesino. De esta manera se consolidó un marco de alternancia de gobiernos de derecha y centro-izquierda, basado en elecciones “libres y democráticas”, imprescindible para poder fortalecer al capital brasileño en el mercado mundial[14].

Así la burguesía brasileña logró fortalecer su aparato productivo y enfrentar lo peor de la crisis económica de los años 90, mientras que en el plano político se consolidaba el PT, quien debido a su juventud logró cooptar a organizaciones y dirigentes sindicales, miembros de la iglesia católica adeptos a la “Teología de la Liberación”, a los trotskistas que veían al PT como el partido revolucionario de masas, intelectuales, artistas y elementos demócratas. El PT representó la respuesta de izquierda de la burguesía brasileña después del derrumbe del bloque ruso en 1989, que dejó debilitadas a las fuerzas de izquierda del capital a nivel mundial; de esta manera logró algo que envidiaban las otras burguesías de la región: una fuerza política que le permitía el control de las masas pauperizadas, pero sobre todo mantener la “paz laboral” a nivel de la fuerza de trabajo; situación que se consolidó con el ascenso del PT al poder a partir del 2002, utilizando el carisma y el perfil “obrero” de Lula [15].

Con estos precedentes, en la primera década del nuevo siglo la economía brasileña logra colocarse como la Séptima economía del mundo según el Banco Mundial, a tal punto que ahora forma parte de la “crema” de los llamados países emergentes del grupo de los BRICs; además, la burguesía mundial elogia el “milagro brasileño” logrado por los gobierno de Lula, que supuestamente permitió sacar de la pobreza a millones de brasileros e incrementar en otros millones a la clase media. Sin embargo, a lo que nunca hizo mención ni el PT, ni Lula, ni el conjunto de la burguesía, es que ese “gran logró” se hizo sobre la base de una reorganización del Estado para orientar parte de la plusvalía a la repartición de migajas a las masas más pauperizadas; sustentado en una precarización progresiva de las masas trabajadoras.

La crisis como telón de fondo

Cuando estalló la crisis económica de 2007, cuyos efectos después de 6 años continúan afectando la economía mundial; Lula, al igual que otros gobernantes de la región, dijo que la economía brasileña estaba “blindada”. Mientras las principales economías del mundo se tambaleaban, la economía brasileña seguía campante. Si bien Brasil no estaba en el ojo del huracán de la crisis, es indudable que en una economía mundial tan compenetrada, no hay país que pueda escapar a sus efectos; mucho menos Brasil que depende de manera importante de la exportación de materia primas y “commodities”. Para muestra tenemos a China, el gran socio de Brasil en el grupo de los BRICs, cuya economía está seriamente resentida por la crisis mundial.

Para mitigar los efectos de la crisis, la burguesía brasileña desarrolló una agresiva política de ampliación del mercado interno, creando un boom de la construcción a nivel público y privado, que se amplió con las remodelaciones y construcciones de la infraestructura deportiva para los compromisos deportivos de 2014 y 2016; promoviendo un endeudamiento de las familias, al facilitar la compra, desde apartamentos y autos hasta electrodomésticos; política que ha ocasionado un incremento del gasto público debido a los subsidios directos e indirectos a las familias.

La crisis mundial y sus efectos sobre el mercado mundial, así como la presión monetaria han afectado negativamente las exportaciones brasileñas, que se expresa en un déficit de la balanza de pagos de US$3 mil millones en el primer semestre de este año, el peor semestre desde 1995. Este cuadro ha ocasionado un debilitamiento de la economía en los últimos dos años (crecimiento del 0,9% en 2012; y una baja en las estimaciones de crecimiento para este año del 2,9% a 2,4%), y un crecimiento progresivo de la inflación (del 5,8% en 2012, 30% mayor que lo estimado; del 3,15% en el primer semestre, con proyección anual del 6,7%) que repercute de manera importante en el poder adquisitivo de los trabajadores debido al aumento de los bienes y servicios. De igual manera hay una tendencia a la disminución de los puestos de trabajo y al incremento del desempleo, situación que es percibida por la población.

En ese sentido, el movimiento de protestas en Brasil no surge de la nada. Hay un conjunto de causas que lo hicieron surgir, que no solo se mantienen sino que se van a agravar, con la profundización de la crisis económica. Debido a las protestas el Estado se ha visto forzado a ofrecer incrementos de gastos en el área social, pero la realidad es que la crisis económica lo obliga a tomar medidas hacia la reducción de gastos. Por ello la propia presidenta Dilma Rouseff ha declarado que hay que recortar el gasto público.

Las trampas de la burguesía

Como es de esperarse, la burguesía brasileña no se ha quedado de brazos cruzados para enfrentar la crisis social, que aunque apaciguada, sigue latente. Lo único concreto que han otorgado por la presión de las masas, ha sido la derogación del aumento del pasaje en varias ciudades; que el Estado tendrá que cubrir por otros medios para subsidiar a los empresarios del transporte, aunque es evidente que los precios sean absurdamente altos. En Sao Paulo, los pasajes de autobús y del metro cuestan 3 Reales, algo en torno de US$ 1,53.

Al inicio de las protestas, para calmar los ánimos, mientras el gobierno preparaba su estrategia para intentar controlar el movimiento, la presidenta Dilma Rousseff declaró, a través de una cadena de radio y televisión, que consideraba “legítimas y propias de la democracia” las protestas de la población; y su mentor Lula, “criticaba” los “excesos” de la policía. Pero la represión del Estado no paraba…y las protestas tampoco.

Una de las trampas mejor elaboradas contra el movimiento fue la creación del mito del “golpe de Estado” de derecha propagado no sólo por el PT y el PCdoB, sino por los trotskistas del PSTU y PCO, además del PSOL y el PCB. De esta manera se intentó desviar el movimiento hacia un apoyo al gobierno de Dilma, fuertemente debilitado por el movimiento. Mas no sólo eso, sino que con esta trampa se pretendió encajonarlo en el falso dilema “Dictadura vs democracia” o “democracia vs fascismo”, mediante el cual las facciones burguesas de derecha e izquierda del capital han llevado desde el siglo pasado las luchas proletarias al campo de defensa del capitalismo. Las fuerzas de izquierda e izquierdistas del capital brasileño hacen su gran aporte en este sentido, al identificar el fascismo con represión o con regímenes de derecha: la feroz represión contra las protestas de junio en Brasil ejercidas por el gobierno de izquierda del PT a veces fueron tan brutales como la de los regímenes militares.

Ante la baja abismal de la popularidad de la Dilma, que atenta contra su posible reelección en las elecciones presidenciales de octubre de 2014, el ala gobiernista lanzó la cortina de humo de una “reforma política”, que persigue entre otros objetivos enfrentar la corrupción a nivel de los partidos políticos y hacer algunas reformas a nivel del Estado. Se intenta por esta vía, movilizar a la población a un proceso de votación a través de un plebiscito o referéndum; que aparentemente no va a movilizar a grandes sectores de la población en su defensa.

Como una forma de intentar ganar las calles a las movilizaciones sociales, los partidos políticos de izquierda del capital y sindicatos, con varias semanas de anticipación anunciaron la convocatoria de un “Día Nacional de Lucha” para el 11 de julio, supuestamente con el fin de protestar por el incumplimiento de acuerdos laborales. También de esta forma se adelantaban a cualquier manifestación de apoyo al movimiento de parte de sectores de la clase obrera. En esta pantomima de movilización, donde apenas participaron dirigentes y miembros de los sindicatos, se dieron la mano todas las organizaciones sindicales tanto del gobierno como de oposición.

De igual manera, Lula, haciendo gala de su abundante experiencia en contra de los trabajadores, promovió el 25 de junio una reunión con dirigentes de movimientos controlados por el PT y el PCdoB, integrantes de la base aliada del gobierno (União da Juventude Socialista – PcdoB), Consulta Popular y Levante Popular da Juventude, UNE União Nacional do Estudantes (PT e PCdoB), CUT sindicato controlado por el PT, y el Conselho Nacional da Juventude); con el fin expreso de tomar la calle e neutralizar el movimiento de protestas[16].

Fortalezas y limitaciones del movimiento

La gran fuerza del movimiento fue que desde sus inicios se plantó como un movimiento en contra del Estado, no sólo por la reivindicación central en contra del aumento del pasaje, sino por la denuncia del abandono en los servicios públicos y la orientación de recursos hacia los espectáculos deportivos. Así mismo, la amplitud y contundencia de las protestas obligaron a la burguesía a echar atrás la medida de aumento del pasaje en varias ciudades.

El hecho de tener una reivindicación concreta ha sido una característica a favor del movimiento, aunque a su vez representa una limitación en varios sentidos. En primer lugar, la tendencia natural a su debilitamiento después de lograda la derogación del aumento del pasaje; por otra parte, y es lo mas importante, no se aprecia como un movimiento en contra del orden capitalista, aspecto que fue central por ejemplo en el movimiento de los indignados en España.

Otro aspecto positivo fue el rechazo a los partidos políticos y sindicatos, que expresa una desconfianza hacia los principales medios de control social de la burguesía; que representa una fractura en el plano ideológico para la burguesía, debido al peso de la descomposición en sus filas y una tendencia al agotamiento de los planes políticos que surgieron después de la dictadura. Sin embargo, detrás de este rechazo a los partidos, se esconde el peligro del apoliticismo, que se expresó en una desorientación política del movimiento, pues tiende a rechazar la discusión y la comprensión de la raíz de los problemas por los que se protesta, que son eminentemente políticos, pues requieren de una critica a los fundamentos del sistema capitalista de producción. Sin debate político no hay posibilidad de avance real de los movimientos de lucha.

Estrechamente asociados con el debate político están los medios para lograrlo. En este sentido, una de las debilidades del movimiento ha sido la ausencia de asambleas de calle abiertas a todos los participantes donde se debatan las acciones a realizar, la organización del movimiento, el balance y objetivos. Las redes sociales son un medio para la convocatoria, pero nunca van a sustituir el debate vivo y abierto de las asambleas.

Una de las mayores debilidades del movimiento fue el peso del nacionalismo, que se expresó no sólo en la presencia de banderas de Brasil y consignas nacionalistas en las movilizaciones, sino en el frecuente canto del himno nacional. En este sentido, el movimiento de junio en Brasil presentó las mismas debilidades de las movilizaciones en Grecia o en los países árabes, donde la burguesía logró diluir la gran vitalidad de los movimientos hacia un reforzamiento o salvación del Estado. En este sentido, la denuncia del movimiento contra la corrupción, promovida por sectores de la pequeña burguesía, favorece a la burguesía y sus partidos políticos, principalmente los de oposición, que por esta vía pretenden sacar algún crédito político cara a las próximas elecciones. El nacionalismo es un callejón sin salidas para las luchas del proletariado, y atenta contra la solidaridad internacional de los movimientos de clase.

 Si bien en el movimiento hubo una participación mayoritaria de capas del proletariado, su participación fue de manera atomizada. El movimiento no logró movilizar a los trabajadores de los sectores industriales que tienen un peso importante principalmente en SP; ni se lo propuso. La clase obrera, que indudablemente vio con simpatías el movimiento y se identificó con él, debido a que se luchaba por una reivindicación que la beneficiaba, no se logró movilizar como tal. Comportamiento que no nos debe sorprender, ya que ha estado sujeta a décadas de inamovilidad debido a la acción que han ejercido en su seno los partidos políticos y sindicatos, principalmente el PT y la CUT.

Situación que nos lleva a plantear la cuestión de la identidad de clase, que no solo está debilitada a nivel de la clase obrera en Brasil, sino a nivel mundial. Eso explica de alguna manera la emergencia de los movimientos sociales con las características de los de Brasil, Turquía, España, USA, Egipto, etc., donde son las nuevas generaciones de proletarios, algunos de ellos aun sin emplearse, quienes se revelan y perciben que el capitalismo les cierra las posibilidades de tener una vida decente y sienten en carne propia los padecimientos de la precarización de sus familiares.

En ese sentido, las movilizaciones de Brasil son una fuente de inspiración y dejan una gran enseñanza para el conjunto del proletariado brasileño y mundial: que no hay salida posible a nuestros problemas bajo el capitalismo; que se espera que el proletariado asuma su responsabilidad histórica de luchar contra el capital, buscar de nuevo su identidad de clase a través de la solidaridad no sólo del proletariado en Brasil, sino a nivel mundial. De esta manera su lucha convergerá con la de los jóvenes proletarios que hoy se movilizan contra el capital, y será una referencia para ellos.

Revolução Internacional, 9/8/2013


[1] Lea en referencia al movimiento de los Indignados: De la indignación a la esperanza. https://es.internationalism.org/node/3349 [12]

[2] Nos referimos a las organizaciones que defienden al proletariado como sujeto de la revolución, que están contra cualquier expresión de apoyo al nacionalismo y que defienden el internacionalismo, que luchan por la revolución proletaria como vía de superación del capitalismo y por la construcción del comunismo. Bajo esos principios se fundamentan las posiciones de La Izquierda Comunista.

[3] En reunión pública organizada por la CCI y otros compañeros en la Universidad Federal de Santa Catarina en abril de 2012, donde presentamos el tema del movimiento de los Indignados en España, suscitó un gran interés entre los participantes quienes hicieron muchas preguntas sobre las características de ese movimiento: sus causas, sus fines, fuerzas sociales que lo impulsaron, formas de organización, etc. En esa oportunidad una de las estudiantes presentes nos hizo la siguiente pregunta: ¿Por favor explíquenos por qué en Brasil no se ha dado un movimiento como el de los Indignados en España, si aquí también estamos sumamente indignados? Pues el propio proletariado brasileño, principalmente sus sectores mas jóvenes, está dando la respuesta.

[4] Ver La represión policial desata la furia de los jóvenes. /content/3768/la-represion-policial-desata-la-furia-de-los-jovenes [13]

[5] Movimento Passe Livre, organización que tiene un programa de reformas que considera que el Estado capitalista debe garantizar como derecho el transporte público y gratuito para toda la población.

[6] Ver artículo publicado por el Frente de Luta contra o aumento https://passapalavra.info/2013/06/79588/ [14]

[7] Según estimaciones, ambos eventos le costarán al gobierno brasileño US$31.3 mil millones, un 1,26% del PIB, mientras que la inversión en el programa social Bolsa Familia, el emblemático programa implantado por el gobierno Lula, apenas representa un 0,5% del PIB.

[8] Publicado en sul21.com.br/jornal/2013/06/bloco-de-luta-pelo-transporte-100-publico-divulga-nota-com-reivindicacoes-em-porto-alegre.

[9] PMDB: Partido do Movimento Democrático Brasileiro

CUT: Central Única dos Trabalhadores

PSTU: Partido Socialista dos Trabalhadores Unificado

PSOL: Partido Socialismo e Liberdade

PC do B: Partido Comunista do Brasil

PCB: Partido Comunista Brasileiro

[10] Próximamente publicaremos un artículo en el cual haremos un balance de los movimientos de Turquía y Brasil, que se han dado de manera simultánea.

[11] Publicado en https://passapalavra.info/2013/06/79539/ [15]

[12] Publicado en https://passapalavra.info/2013/06/79419/ [16]

[13] PSDB: Partido da Social Democracia Brasileira

PMDB: Partido do Movimento Democrático Brasileiro

DEM: Demócratas

[14] Una transición estratégica y calculada por los militares y articuladores civiles del régimen, con el fin de evitar cualquier contratiempo en la ejecución del proyecto que consistía en primer lugar en una “distención”, después en una “apertura” y por fin en “elecciones democráticas”, donde finalmente las diversas orientaciones políticas pudiesen formar nuevos partidos. Durante esos acontecimientos surgieron los diversos partidos que desde la instauración de la dictadura militar estaban concentrados en apenas dos: ARENA (partido de sustentación política de los militares y la derecha) y el MDB que se constituía en un frente que incluía elementos socialdemócratas, izquierdistas, etc. Así, para participar en las elecciones, ARENA da lugar al nacimiento del PDS y el PP, formados por elementos de derecha y disidentes respectivamente; MDB agrupando a la llamada burguesía nacional desarrollista y organizaciones estalinistas (PCB y PCdoB, MR8 y otras agrupaciones menores); el PT se formó por elementos socialdemócratas de diversas orientaciones, trotskistas y disidencias de los PC junto con nuevos sindicalistas (inspirado en la socialdemocracia europea) y líderes católicos que actuaban en el movimiento obrero en sindicatos o en las comisiones de fábrica; estos últimos trajeron a sus bases obreros, campesinos y segmentos importantes del movimiento popular influenciados por las Comunidades Eclesiásticas de Base de la Iglesia Católica. Completando esa primera reorganización de las fuerzas de la burguesía, los laboristas representados por el PDT y PTB. En resumen, de esa manera se consolido un marco de alternancia de gobiernos de derecha y centro-izquierda, imprescindible para poder fortalecer el capital brasileño en el mercado mundial.

[15] Evidentemente que para consolidarse como alternativa de poder el PT a lo largo de su trayectoria tuvo que despojarse en gran medida del perfil socialdemócrata presentado en su programa para ampliar el apoyo de sectores de la burguesía mas reticentes y paralelamente excluir de sus filas elementos de las tendencias trotskistas y otros aparentemente mas radicales que vinieron a constituir el PSTU (Partido Socialista dos Trabalhadores Unificados), PSOL(Partido Socialismo e Liberdade) y PCO (Partido da Causa Operária).

[16] -UJS: União da Juventude Socialista. Entidad vinculada al PCdoB. Con actuación en el medio estudiantil y movimientos culturales;

  • Consulta Popular: agrupamiento que reúne mayoritariamente personas simpatizantes del PT, que hacen una blanda critica a su electoralismo. Actúan en los movimientos sociales extraparlamentarios como en el Movimento do Sem Terras, Movimento dos Trabalhadores Desempregados, Via Campesina, Movimento de Pequenos Agricultores etc;
  • Levante Popular da Juventude: es un apéndice de Consulta Popular compuesta principalmente por jovnes estudiantes;
  • CNJ: Conselho Nacional da Juventude, criado en 2005 por el Gobierno Federal, junto con la Secretaria Nacional de Juventude e Programa Nacional de Inclusão de Jovens,todos vinculados a la Presidencia de la República de Brasil.

 

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Junio de 2013 en Brasil

Siria – ¡Guerra imperialista o solidaridad de clase!

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Irak, Afganistán, Líbano, Egipto, Siria, las matanzas no dejan de extenderse. El horror y la barbarie capitalista se propagan, los muertos se acumulan. Un verdadero genocidio en marcha que nadie parece poder parar, la guerra imperialista gana aún más terreno. El capitalismo en plena decadencia y descomposición sumerge el mundo en un caos y en una barbarie generalizados. La utilización de armas químicas actualmente en Siria es desgraciadamente uno más entre otros instrumentos para matar. Pero esta perspectiva de destrucción de la humanidad no es en absoluto irremediable. El proletariado mundial no debe quedarse indiferente ante estas masacres y guerras, producto de un sistema en plena putrefacción Solo el proletariado, en cuanto que clase revolucionaria puede poner fin definitivamente a esta generalización de la barbarie capitalista. Comunismo o barbarie, más que nunca la humanidad se enfrenta a esta única alternativa.

La población de Siria sacrificada en el altar de los intereses imperialistas

El lunes 21 de agosto, un ataque con armas químicas produjo centenares de muertos cerca de Damasco, la capital de Siria. En todos los canales de TV, en todos los periódicos se mostraron insoportables imágenes de niños, mujeres y hombres agonizando. La burguesía, sin ningún escrúpulo, se servía de esta tragedia humana para defender todavía más sus sórdidos intereses. El régimen de Bachar el Assad, un carnicero entre los carniceros, se nos dice que ha rebasado la línea roja: “se puede usar cualquier tipo de armas para asesinar a la gente, pero no las químicas”. Esas son las armas “sucias”, en contraposición a las “limpias” como las bombas y morteros convencionales o incluso las bombas atómicas estadounidenses lanzadas en 1945 sobre Hiroshima y Nagasaki.

Pero la hipocresía de la burguesía no conoce límites. Desde la Primera Guerra Mundial de 1914-1918 donde por primera vez se emplearon masivamente los gases tóxicos, causando centenares de miles de muertos, el arma química nunca ha dejado de fabricarse, « perfeccionarse » y emplearse. Los aparentes acuerdos en cuanto a su no utilización, sobre todo después de las dos guerras mundiales y en los años 80, no eran más que declaraciones de intenciones que ninguna de los firmantes pensaba aplicar. ¡Y así fue! Muchos de los escenarios bélicos desde esa época han conocido la utilización de tales armas. Al norte del Yemen de 1962 à 1967, Egipto empleó sin vergüenza el gas mostaza. En la guerra Irán-Irak en 1988, ciudades como Halabja fueron bombardeadas con armas químicas causando más de 5000 muertos, bajo la mirada benevolente y cómplice de la 'comunidad internacional', de los EEUU y de Francia, pasando por el conjunto de miembros de la ONU! Pero la utilización de este tipo de armas no es el coto privado de pequeños países imperialistas, como la dictadura de Bachar el Assad, como quiere hacernos creer la burguesía. A día de hoy, la utilización más masiva de armas químicas, junto a los bombardeos con napalm, fue obra de los Estados Unidos durante la guerra del Vietnam. Se trataba de descargar masivamente herbicida contaminado con dioxina para destruir los campos de arroz y los bosques. Había que arrasar todo y reducir a la población vietnamita y al Vietcong a la inanición. Tierras desertificadas y quemadas, población asada y asfixiada... esa es la acción del capitalismo estadounidense en Vietnam, quien ahora con otras potencias occidentales, como Francia, se preparan para intervenir en Siria para supuestamente defender a la población. Desde el principio de esta guerra en Siria ha habido más de 100 000 muertos y al menos un millón de refugiados en los países limítrofes. Más allá del discurso divulgado todo el tiempo por todos los medios de comunicación burgueses, la clase obrera tiene que saber cuáles son las verdaderas causas del estallido de la guerra imperialista en Siria.

En Siria, la responsable es la decadente sociedad capitalista

Siria está actualmente en el corazón del desarrollo de las tensiones interimperialistas y del caos que se extiende desde África del Norte hasta Pakistán. La burguesía de Siria se enfrenta a la guerra en un país actualmente en ruinas pero puede confiar en el insaciable apetito de imperialismos de toda calaña para continuar su juego mortal. En la región, Irán, el Hezbollah libanés, Arabia Saudita, Israel, Turquía..., todos están implicados más o menos directamente en este sangriento conflicto. Los imperialismos más poderosos del mundo defienden igualmente sus intereses más sórdidos. Rusia, China, Francia, Inglaterra y Estados Unidos participan también en la propagación de esta guerra y su extensión en el conjunto de la región. Ante su impotencia creciente para controlar un poco la situación, siembran más caos y destrucción, a veces siguiendo la vieja estrategia de la tierra quemada ("si no puedo dominar esta región, que arda por los cuatro costados").

Durante la guerra fría, este período que va oficialmente de 1947 a 1991 con la caída de la URSS, se oponían dos bloques, el Este y el Oeste, a su cabeza, respectivamente, Rusia y EEUU. Estas dos superpotencias dirigían con mano de hierro sus “aliados” o “países satélites”, forzados a la obediencia contra el ogro enemigo.

El término que calificaba este orden mundial se denominaba la disciplina de bloque. Este período histórico fue muy peligroso para la humanidad, ya que si la clase obrera no hubiera sido capaz de resistir, incluso pasivamente, al adoctrinamiento ideológico bélico, se podría haber llegado a una tercera guerra mundial. Desde el hundimiento de la URSS, ya no existen los bloques, no hay riesgo de una tercera guerra mundial generalizada. También la disciplina de voto se ha hecho añicos. Cada nación juega sus propias cartas, las alianzas imperialistas son cada vez más efímeras y circunstanciales…. Así, los conflictos se multiplican sin que ninguna burguesía pueda al final controlar nada. Es el caos, la descomposición creciente de la sociedad[1].

Así pues, el acelerado debilitamiento de la primera potencia imperialista mundial, los Estados Unidos, participa activamente en el hundimiento de todo el Medio y Próximo Oriente en la barbarie. Al día siguiente del ataque químico en los alrededores de Damasco, los burgueses franceses e ingleses, seguidos mucho más tímidamente por la burguesía americana, declararon de forma altisonante que tal hecho no podía quedar impune. La respuesta militar era inminente y sería proporcional al crimen que acababa de producirse. Pero he aquí que la burguesía americana y de paso algunos burgueses occidentales acaban de sufrir dos fracasos rotundos en las guerras de de Afganistán e Irak, países en total descomposición. ¿Cómo intervenir en Siria sin encontrarse en la misma situación? Pero más aún: estos burgueses han de enfrentarse con lo que ellos llaman opinión pública, al mismo tiempo que Rusia envía nuevos buques de guerras a la región. ¡La población no quiere esta intervención! La mayoría no se cree ya las mentiras de su propia burguesía. La opinión pública es contraria a esta intervención, incluyendo el bombardeo limitada en el tiempo, y ello plantea un problema para la burguesía occidental.

Esto es lo que finalmente obligó a la burguesía inglesa a renunciar a intervenir militarmente en Siria, al precio de contradecirse y rechazar sus primeras declaraciones belicistas! Es también la prueba de que la burguesía occidental no tiene una “buena solución”, solo “malas soluciones”: tanto si no interviene (como ha elegido gran Bretaña) y entonces es una patente admisión de debilidad, como si lo hace (como parece lo que probablemente decidan los Estados Unidos y Francia) y entonces no se conseguirá nada más que un aumento del caos, inestabilidad y tensiones imperialistas incontrolables

Solo el proletariado puede, destruyendo el capitalismo, poner fin a la barbarie

El proletariado no puede permanecer indiferente ante toda esta barbarie. Son los explotados los que son las primeras víctimas de las camarillas imperialistas. Que sean chiítas o sunnitas, laicos o cristianos los masacrados no supone ninguna diferencia. Es una reacción humana natural y saludable querer hacer algo al respecto de inmediato, para poner fin a estos crímenes abominables. Es precisamente este sentimiento el que las grandes democracias están tratando de explotar, para justificar sus aventuras bélicas en nombre de causas “humanitarias”. Y cada vez que esto ocurre, la situación mundial empeora. Se trata claramente de una trampa.

La única forma que tiene la humanidad de expresar su verdadera solidaridad hacia todas las víctimas del podrido capitalismo, es derribar este sistema que produce estos horrores. Esta transformación no se producirá en un día. Pero aunque el camino es largo, es el único que llevará realmente a un mundo sin guerra ni patria, sin miseria ni explotación. Pues la clase obrera no tiene banderas nacionales que defender. El país donde vive la clase obrera es el lugar de su explotación y para algunos, el lugar de su muerte, abatidos por las armas de la clase capitalista. Es responsabilidad de la clase obrera oponer su internacionalismo al nacionalismo guerrero burgués. Por muy difícil que sea el camino ¡es necesario, y es posible! La clase obrera de hoy debe recordar que la Primera Guerra Mundial no finalizó por la buena voluntad de los beligerantes, ni tampoco por la derrota de Alemania. Fue la revolución proletaria iniciada en Rusia 1917, y solamente ella quien le puso fin[2].

Tino, 31 agosto


[1] Hemos desarrollado un análisis detallado en las Tesis sobre la Descomposición, Revista Internacional nº 62. Ver /revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [20]

[2] Ver "El desarrollo del movimiento, de febrero a octubre del 17 [21]".

 

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Siria

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