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Internacionalismo - 2004

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Internacionalismo nº 52, Mayo 2004

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Sólo la clase obrera puede poner fin a la guerra y a la miseria

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Para juzgar la situación actual del mundo es necesario hacerse las siguientes preguntas: ¿Cuáles son los hechos que han marcado más profundamente el año 2.003? ¿Qué nos manifiestan?.

La multiplicación de las guerras y los atentados por todos los rincones del planeta han entregado de forma permanente a más y más partes de la población a las masacres y al terror, al caos y a la barbarie guerrera.

La nueva y mortífera guerra en Irak ha precipitado a este país en un caos sangriento que no está ni mucho menos superado ni controlado, y no va ser el arresto de Saddam Hussein lo que va a cambiar esta realidad. El Medio Oriente ha continuado siendo presa de una escalada de la violencia en un conflicto israelí-palestino que aparece cada vez más sin ninguna salida.

El desencadenamiento de acciones kamikaces y los atentados terroristas que golpean ciegamente a las poblaciones se han generalizado hasta un punto tal que son susceptibles de abatirse en no importa qué lugar del planeta.

Todo esto manifiesta que bien lejos de todos los discursos oficiales tranquilizadores y de promesas de paz, el mundo se hunde en una barbarie guerrera más y más sangrienta. Cada vez son más numerosas las poblaciones que son las principales víctimas de esta agravación de la barbarie. Al infierno del terror, de la destrucción, de las masacres que ellas sufren en los países entregados a estas carnicerías se une un hundimiento en una miseria espantosa.

Esta dominación de la barbarie sobre una gran parte del planeta converge con una aceleración sin precedentes de los ataques contra la clase obrera en los países centrales del capitalismo.

Las mismas medidas son puestas en marcha en todos los países y por todos los gobiernos, bien sean de izquierdas o de derechas, ya sea en Francia, Austria, Alemania o Brasil, y actualmente en Italia. Además, el desempleo no cesa de agravarse y continúan intensificándose los planes de despidos a repetición, cuando la precariedad del empleo es generalizada. La naturaleza misma de estos ataques revela todavía más crudamente la quiebra del sistema. No solamente el capitalismo lanza a la calle más y más amplias fracciones de la clase obrera, sino que ademas se revela cada vez más incapaz de asegurar los medios de vida más elementales. Las jubilaciones y la sanidad de los proletarios, los subsidios de los que son arrojados al desempleo son atacados de forma simultánea, masiva y frontal, al mismo tiempo que las condiciones de trabajo empeoran y que el poder adquisitivo se degrada a toda velocidad. Es un hundimiento acelerado en la miseria al que ya están confrontados muchas familias obreras en todo el planeta.

La amplitud y profundidad sin precedentes de los ataques de la burguesía contra la clase obrera revelan el hundimiento inexorable del capitalismo en las convulsiones de su crisis mundial. En cuanto a la burguesía, demuestra muy claramente que dispone, cada vez menos, de medios para escalonar sus ataques contra las condiciones de vida más vitales de la clase obrera.

El capitalismo está forzado cada vez más a desvelar abiertamente su quiebra. La aceleración dramática de esta situación sobre la Tierra entera demuestra claramente que, no solamente este sistema de explotación es incapaz de asegurar una mejor suerte para la humanidad sino que constituye al contrario, de forma permanente, una amenaza de hacer desaparecer el planeta en un abismo de miseria y de barbarie.

Frente a la gravedad de la situación , sólo existe una salida: el derrocamiento de este sistema por la única clase que no tiene nada que perder salvo las cadenas de su explotación, el proletariado. La clase obrera tiene actualmente la llave del porvenir.

Solo ella tiene los medios para hacer salir a la humanidad de este callejón sin salida. Ella es la única clase ayer como hoy, como mañana, capaz de oponerse a la perpetuación de este sistema de explotación. Ella es la única clase de la historia portadora de otra sociedad donde el motor de la misma no será el beneficio y la explotación sino la satisfacción de las necesidades humanas. Frente al hundimiento inevitable en la miseria y la barbarie, el desarrollo de sus luchas dentro de su terreno de clase para resistir los ataques de la burguesía podrá hacer surgir una perspectiva para la humanidad.

A pesar de la derrota que los proletarios han sufrido, las luchas obreras que comenzaron en mayo 2003 en Austria o en Francia han demostrado que la clase obrera tiene la capacidad de alzar la cabeza contra los ataques y que, conserva su capacidad para luchar por afirmar su propia perspectiva revolucionaria.

Los temores de la burguesía son plenamente reveladores de las potencialidades del proletariado. La burguesía sabe bien que va a tener que atacar todavía con más fuerza durante los años que vienen y que la clase obrera no podrá hacer otra cosa que desarrollar sus luchas. Justamente para obstaculizar e impedir a la clase obrera tomar conciencia de la quiebra definitiva del capitalismo se ha desarrollado la ideología «altermundialista» (Ver artículo en esta revista). Esta mistificación que trata esencialmente hacer creer que un «otro mundo» sería posible en el cuadro de una «gestión diferente» del capitalismo, está directamente destinada a sembrar la confusión para dificultar el desarrollo de la toma de conciencia de que no existe ninguna posibilidad de mejorar o reformar el sistema.

El porvenir del mundo está en manos de la clase obrera. Como planteamos en el Manifiesto de la CCI, escrito hace más de doce años: «Revolución Comunista o destrucción de la humanidad: Jamás en la historia, los envites han sido tan dramáticos y decisivos que en la actualidad. Jamás una clase social ha debido afrontar una responsabilidad comparable a ésta que tiene el proletariado». Pero más allá de esta necesidad, la clase obrera debe tomar conciencia que tiene plenamente los medios de desarrollar su combate y de hacer frente a esta tarea gigantesca.

De Revolution Internationale, Enero de 2004, publicación en Francia de la CCI.

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • La lucha del proletariado [1]

Cuestiones teóricas: 

  • Guerra [2]

Venezuela: Los trabajadores deben evitar caer en el interclasismo

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El gobierno de Chávez, con el apoyo de sus fuerzas militares y sus bandas armadas ha reprimido de la manera más brutal las manifestaciones promovidas por la oposición entre finales de febrero e inicios de marzo, para presionarlo a la convocatoria de un referéndum para revocar el mandato presidencial. El dramático balance: 13 muertos, más de mil heridos, decenas de presos y torturados. En este sentido, el gobierno de izquierda de Chávez nada tiene que envidiarle a los anteriores gobiernos de derecha o centroizquierda adecos y copeyanos a los que critica con tanta vehemencia; ha asimilado muy bien las lecciones de sus maestros: Rómulo Betancourt, Carlos Andrés Pérez (CAP), Raúl Leoni, Rafael Caldera, etc., a quienes en ningún momento «les tembló la mano» para reprimir, torturar, asesinar o simplemente hacer desaparecer a sus opositores.

Si bien el ejecutor de esta brutal represión ha sido el gobierno, los sectores de la oposición agrupados en la Coordinadora Democrática (CD) son sus cómplices al haber movilizado la «carne de cañón», tal como lo hicieron cuando el golpe de Estado de Abril de 2002: ellos sabían que iban a ser fuertemente reprimidos, pues el gobierno no iba a aceptar que le «aguaran la fiesta» de la reunión del «Grupo de los 15» reunido en Caracas para lo cual habían previsto la movilización de más de 10.000 militares y policías. La oposición logró su objetivo: una cobertura mediática internacional de la movilización y «calentar la calle» para intentar el revocatorio contra Chávez. Necesitaba algunos muertos, heridos y presos, y allí los tiene.

La movilización convocada por la CD representa una nueva manifestación de la guerra a muerte que por el control del estado, sostienen los sectores de la burguesía agrupados en ella, contra la «nueva burguesía» que se agrupa bajo el ropaje del chavismo[1]. Como siempre, el grueso de la carne de cañón la ponen las masas que son arrastradas por uno u otro bando. Es por ello que tanto el gobierno como la oposición, en sus desenfrenadas acciones para mantenerse en el poder los primeros, e intentar el control del Estado los segundos, tratan de sacar el mejor provecho de estas manifestaciones a su favor. Todo el cuerpo gubernamental, de la manera más cínica y descarada, ha justificado la escalada represiva diciendo que se trata de minorías manipuladas por la oposición, que sólo eran los «ricos» quienes protestaban, pues los barrios pobres estaban tranquilos. Nada  más falso: si bien la mayoría de las protestas se realizaron en sectores donde vive la llamada clase media, también se dieron en sectores populares de Caracas y del interior del país.

Lo que muestran estas movilizaciones es que al lado de los que protestan respondiendo a los llamados de los dirigentes de las fuerzas burguesas en pugna, hay un amplio sector de la población de todos los niveles sociales, que muestra su indignación por la barbarie que vivimos a diario (criminalidad, impunidad, represión) y también expresa el descontento frente al desempleo,  los aumentos de precios de productos y servicios de primera necesidad, congelación de salarios, etc.[2]; incluso, durante los acontecimientos hubo algunos saqueos en el centro de Caracas. Los burgueses de uno y otro bando, saben que las condiciones económicas y sociales continuarán agravándose, que las esperanzas depositadas en Chávez por las capas más empobrecidas, están comenzando a flaquear pues en vez de reducirse los niveles de pobreza, éstos se han incrementado durante su gobierno, lo que se expresa en la pauperización no sólo de las masas que ya eran pobres al comienzo del gobierno chavista en el 99, sino también en la acelerada pauperización de las capas medias. En este sentido no hay que llamarse a engaños: cuando las expresiones de descontento sean mas frecuentes y masivas dentro de los sectores populares, al gobierno de los «pobres» de Chávez tampoco «le temblará la mano» para masacrarlas; situación que no está muy lejana de que ocurra, ante la aceleración brutal de la crisis capitalista. De la misma manera, la represión de los cuerpos de seguridad del Estado, y ataques de las bandas armadas del chavismo y sindicatos, serán utilizados para atacar a los trabajadores cuando éstos se vean en la necesidad de arreciar sus protestas contra el despiadado ataque a sus condiciones de vida: ya los vimos actuar contra los trabajadores que se plegaron al paro de finales del 2002.

Dentro de los muertos, heridos y presos de estas movilizaciones hay varios trabajadores. No es la primera vez que esto sucede, ya que varios han perdido la vida, han sido heridos o reprimidos en anteriores movilizaciones, promovidas tanto por el chavismo como por la oposición. Debemos decir de la manera mas firme que estos trabajadores mueren o son heridos  luchando tras banderas burguesas, son víctimas de una causa que solo beneficia a sus propios explotadores, sean del sector chavista o de la oposición. Este es el alto precio que pagan los proletarios al estar atrapados en la confrontación chavismo-antichavismo, al no tener la capacidad de romper con este manejo ideológico maniqueo que presenta como únicas «salidas» a la crisis actual las opciones que proponen los burgueses de uno u otro bando. Tanto unos como otros, a través de sus monstruosas campañas mediáticas destinadas a confundir a los trabajadores y debilitar su toma de conciencia, promueven el interclasismo, terreno donde los trabajadores quedan atomizados, individualizados, confundidos en la masa de los «pobres», del «soberano», tal como lo pregona el chavismo; o de «los ciudadanos» o de la llamada «sociedad civil», tal como lo pregona la oposición. De esta manera los trabajadores quedan a merced de los intereses del capital.

Las movilizaciones interclasistas por si mismas no tienen futuro (ver artículo sobre las revueltas sociales en esta revista), salvo ser utilizadas por las fracciones burguesas del chavismo y la CD, o las que intentan guardar distancia de éstas. Ellas expresan la desesperación y frustración de amplias capas de la sociedad, que quisieran que las cosas mejoraran de la noche a la mañana o que pretenden volver a los días de la «Venezuela Saudita» del primer gobierno de CAP; mas la historia no tiene vuelta atrás. Su destino inevitable será nutrir con más muertos, heridos y presos las confrontaciones que se van  a seguir generando entre las facciones de la burguesía, las cuales son inevitables e indetenibles pues tienen sus causas profundas en la crisis que sacude al capitalismo a nivel mundial. En este sentido, la situación que hoy se vive en Venezuela se inscribe dentro de las convulsiones políticas y sociales que sacuden a países como Argentina, Bolivia, Perú o Haití, para sólo mencionar a algunos de América Latina; donde amplias masas de obreros, desempleados, campesinos, indígenas, capas medias pauperizadas, etc. son arrastrados tras banderas burguesas, creándoles la ilusión de que pueden mejorar sus condiciones de vida, lo cual es imposible en el capitalismo decadente y en descomposición.

Paradójicamente, la única perspectiva para que estas movilizaciones tengan una salida está en manos de los trabajadores, de la clase obrera; mas, no en una clase obrera maniatada y confundida tras las banderas de sus enemigos de clase, sino en una clase obrera que actúe como clase diferenciada de las otras capas de la sociedad, que se manifieste en su propio terreno y con sus propias armas de lucha (la huelga, las asambleas, los comités de fábrica, controlados por los propios trabajadores). El proletariado necesita recuperar su identidad de clase, lo que exige que se muestre ante el conjunto de la sociedad como clase autónoma con la capacidad de luchar por sus propios intereses; exige fortalecer la solidaridad de clase, oponerse a cualquier confrontación entre los propios trabajadores (activos o desempleados): las divisiones y confrontaciones entre trabajadores sólo beneficia a los explotadores, se vistan éstos con el ropaje de la izquierda o la derecha, y también exige evitar que sus acciones sean desviadas hacia la confrontación ínter burguesa o hacia revueltas estériles como las de febrero 89; debe recuperar y conocer su pasado histórico que lo llevó a importantes batallas contra su clase enemiga y sus consortes: partidos de derecha e izquierda, sindicatos, parlamento, etc.[3]. Sólo plantándose en su propio terreno, el proletariado podrá generar la confianza en sus propias fuerzas y transformarse en una referencia para las otras capas de la sociedad sumidas en la miseria.

Así mismo, los trabajadores deben cerrar las puertas a las ilusiones democráticas, en particular a la mistificación electoral: tanto el chavismo como la oposición hacen lo imposible para presentársenos como los verdaderos demócratas, los paladines defensores de los derechos humanos. La democracia es la forma mediante la cual el capitalismo mantiene su sistema de explotación basado en el trabajo asalariado; en este sentido, fortalecer la democracia es fortalecer el capitalismo. Las elecciones son el mecanismo por excelencia mediante el cual se le da credibilidad a la democracia, y se crean ilusiones en los trabajadores de que pueden mejorar sus condiciones de vida en el capitalismo. La cruda realidad es que en más de 50 años de gobiernos democráticos en Venezuela (incluyendo el de Chávez), el número de  pobres no ha dejado de crecer; situación que se debe, no a un problema de mala gestión de tal o cual equipo de gobierno, sino a las propias contradicciones del modo de producción capitalista, verdadera máquina generadora de pobreza.

Ante la agudización de la crisis del capitalismo, la clase dominante, a través del gobierno chavista u otro cualquiera que le suceda, no tiene otra opción que seguir atacando las condiciones de vida del proletariado. En este sentido, los trabajadores no podrán evadir la lucha para resistir a un mayor deterioro de sus condiciones de vida; salvo que, como dijimos, sus energías sean totalmente canalizadas hacia la confrontación interburguesa. Varios sectores de la clase han mostrado la necesidad de la clase de resistir ante los ataques del capital: Metro, trabajadores del sector público: salud, educación, etc.; mas estas manifestaciones  han sido muy débiles y fácilmente controladas por los sindicatos oficialistas o de oposición.

La dramática situación actual exige que la clase obrera venezolana y mundial recupera su identidad de clase, fundamentalmente la solidaridad que históricamente ha existido dentro de sus rangos. Mas, la situación también exige la intervención de sus minorías revolucionarias hacia los elementos o grupos que mediante un proceso de  reflexión y clarificación, andan en búsqueda de una perspectiva proletaria que permita superar el actual estado de cosas. En manos del proletariado, y de sus minorías revolucionarias, está el dilema de: o, sucumbir ante la barbarie que genera el capitalismo decadente o, retomar el camino de la lucha de clases, de la verdadera revolución proletaria.

 

P.10-03-04

 

[1] Nos referimos a los nuevos capitalistas privados que apoyan al chavismo, que han   pasado a formar parte de la nueva burguesía  importadora, que ha desplazado o intenta desplazar a la vieja «oligarquía importadora» que se opone al chavismo. Este sector de la burguesía se beneficia de la importación sin restricciones de alimentos y productos que sustentan los planes sociales del gobierno.También forman parte de esta «nueva burguesía», los funcionarios públicos, parlamentarios, militares, burócratas sindicales, etc. que dan su apoyo incondicional al «proyecto chavista», que se reparten los ingresos del Estado y que devengan salarios que llegan a ser equivalentes a entre 20 y 60 salarios mínimos mensuales.

 

[2] En los últimos meses, taxistas y choferes de camionetas de pasajeros han realizado paros de actividades y bloqueo de vías, en protesta contra los altos niveles de delincuencia que a diario afecta a choferes y pasajeros; así como por el deterioro de la vialidad. Jubilados y pensionados protestan por el retraso en el pago de sus pensiones y por aumento de las mismas, que son carcomidas por el incesante aumento de precios. Los enfermos crónicos protestan la falta de medicinas que les son suministradas por el estado. Los trabajadores de la salud realizan movilizaciones por la falta de insumos en los hospitales, y el reclamo de deudas acumuladas. Otros trabajadores del sector público lo hacen contra la congelación de sueldos y salarios, debido al retraso en la discusión de las contrataciones colectivas...

 

[3] Como referencia, para un balance de las luchas en el sector petrolero durante el actual gobierno, ver Internacionalismo Nº 51.

 

 

 

Situación nacional: 

  • Venezuela [3]

Corrientes políticas y referencias: 

  • Chavismo [4]

El poder aislado y debilitado de los Estados Unidos

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Desde el colapso del bloque ruso a finales de los 80, y la resultante dispersión de la alianza occidental, los EUA han permanecido como la superpotencia mundial que ha sido permanentemente forzado a tomar la iniciativa a nivel militar, en la que goza de una superioridad aplastante sobre sus rivales, con el objeto de defender su liderazgo global ante el desafío creciente de Francia, Alemania, Rusia y China. Desde la primera guerra del Golfo, la mayor parte de los conflictos han sido el resultado de la política preventiva de los EUA, anticipándose al surgimiento de un nuevo bloque imperialista. Pero los EUA tienen una gran contradicción: cada nueva ofensiva, pone un freno momentáneo al desafío a su liderazgo, pero al mismo tiempo crea la condición para que los desafíos vayan más allá, dado que alimenta sentimientos de frustración y un anti-americanismo. La escalada creciente desatada por EUA desde septiembre 2001, bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo y los «malos dictadores», ha llevado a la ocupación militar de Afganistán e Irak sin considerar a la OTAN y a la ONU. No obstante, ninguno de los conflictos que precedieron Afganistán, y sobre todo el de Irak, ha engendrado una situación tan difícil para EUA como ahora.

Animado por la facilidad de su victoria sobre Saddam Hussein, la burguesía norteamericana consideró pequeños los grandes problemas que acarrea una ocupación militar de Irak. Los EUA están en un conflicto a pesar de la «captura» de Hussein, de las promesas hechas por la administración Bush sobre la reconstrucción y democratización de Irak. Los ataques continuos a las tropas norteamericanas (y, cada vez más, a los civiles Iraquíes) por la llamada «resistencia» están teniendo un efecto de desmoralización. El número de soldados norteamericanos muertos «después de» la guerra ya ha superado el número de muertos durante las hostilidades abiertas.

Para intentar mantener el orden bajo control, los EUA se han visto obligados a aumentar su tropa. Una señal de la impopularidad de esta misión es el hecho que los voluntarios profesionales están poniéndose más reacios para adherirse, y las tropas que se encuentran en Irak están expresando cada vez más abiertamente su temor sobre la situación. Esto se ha expresado en una tendencia al pánico entre los soldados norteamericanos que los lleva a disparar a todo lo que se mueva; pero también se está empezando a presenciar críticas de soldados y sus familias contra la aventura en Irak.

 

El «mapa» hecho trizas

Bush anunció antes de lanzarse hacia esta nueva ofensiva militar, que la liberación de Irak cambiaría el paisaje geopolítico de la región para EUA. De manera que se esperaba que la dominación norteamericana de Irak ayudaría a fortalecer su influencia a lo largo de la región, y le permitiría redoblar el paso en su objetivo estratégico de cercar a Europa. En un escenario así se buscaba imponer la «Pax Americana» en todas las áreas inestables, sobre todo en la más explosiva de todas ellas: Israel/Palestina. Bush incluso anunció que este conflicto terminaría pronto. Bush tenía razón que la situación en Irak tendría una influencia fuerte en lo que pasa en los territorios ocupados por Israel, esto está demostrándose hoy, pero no de la manera que esperó, ya que el conflicto cada día empeora. El fracaso presente de la burguesía americana en Irak es un impedimento real a su política de presión a su turbulento aliado israelita para aceptar «la hoja de ruta». Esto ha sido totalmente saboteado por Jerusalén. Tales dificultades en Israel no son nuevas y en parte explican el fracaso de los diversos planes de paz que se han llevado durante los últimos 10 años. No obstante estos problemas nunca han tenido consecuencias tan fuertes como con las que se presentan hoy. Esto se ilustra por las políticas de corto plazo que alguien como Sharon puede imponer en el Medio Oriente, basadas exclusivamente en intentar realizar una escalada en la confrontación con los palestinos para cazarlos fuera de los territorios ocupados. Como en el resto del mundo, no hay ninguna posibilidad de paz en esta región. La carta jugada por Sharon, el carnicero de Sabra y Chatila, sólo puede llevar a carnicerías extensas que no resuelven de ninguna manera el problema Palestino. Al contrario, esto sigue regresando como un bumerang, sobre todo en el sentido de un aumento desenfrenado del terrorismo. Lo cual no tiene sino consecuencias negativas para EUA, que obviamente no puede abandonar a su aliado principal en la región.

 

Los rivales de EUA aprovechan sus dificultades

Las dificultades de EUA en Irak minan su credibilidad internacional y su autoridad; sus rivales sólo pueden regocijarse por esto e intentar hacerle más complicado el camino. Francia ha sido el más insolente de todos: en la asamblea general de la ONU, Chirac expresa sus diferencias con su «gran aliado», argumentando que Bush cometió un error interviniendo en Irak a pesar de todas las reservas expuestas por varios países, incluso Francia claro. Más preocupante para los EUA es el hecho de que hasta hoy ha sido incapaz, a pesar de los repetidos llamados, de atraer a otras potencias importantes -aparte del Reino Unido, el cual tomó parte en la operación militar desde el inicio- para reforzar sus tropas en Iraq. España que no es un gran poder envió una fuerza completamente simbólica. Sólo Polonia que es todavía una potencia pequeña, respondido positivamente a las apelaciones norteamericanas. Será igualmente difícil para EUA encontrar voluntarios que ayuden a asumir los costos de la invasión y la reconstrucción de Irak.

Incluso en el voto unánime para la resolución 1511 que Washington puso ante la ONU a finales de octubre, reconoce Bush, representó una victoria política parcial de la presencia americana en Irak, pero realmente no significa que los rivales mayores de EUA están retrocediendo ante la aventura de Irak. Joschke Fischer de Alemania y Villepin de Francia votaron críticas fuertes, el último diciendo que había riesgo de que la resolución no sirviera para ningún propósito. Alemania, Francia, Rusia y China han dejado en claro que no participarán con un centavo en la reconstrucción de Irak.

De hecho, la situación presente de debilidad relativa de los EUA, ha inspirado a sus rivales para colocarse a la ofensiva. El 20 septiembre, en Berlín, ha habido una reunión entre Schroeder, Chirac y Blair, estableciendo que hay necesidad de tomar un acuerdo por Europa para contar con una fuerza militar autónoma, aspecto que hasta ahora la burguesía británica se había opuesto. Los pequeños pasos de Gran Bretaña hacia los grandes rivales de EUA, son por el hecho de que GB también está pagando el costo de la desgracia Iraquí y necesita cambiar el equilibrio en sus alianzas encontrando un contrapeso a EUA. La declaración de Blair sobre esto es bastante elocuente: «Sobre la cuestión de la defensa europea nosotros tenemos una posición cada vez más homogénea» (Le Monde, 23-9-03). Como en la asamblea general de la ONU, 25 miembros de «los grandes de Europa» (los 15 de la Unión Europea más los que se agregarán en el futuro) votaron, al parecer por la iniciativa de Alemania y Francia, a favor de un texto que puede acentuar los compromisos hacia las políticas de sus aliados israelitas, condenando la decisión de Sharon para deportar a Arafat. A través de un voto simbólico, la imagen de EUA estaba una vez más bajo el fuego. Y entre los 25 más grandes miembros de Europa que implícitamente criticaron a los EUA en este voto, una mayoría había, antes del estallido de la guerra en Irak, apoyado más o menos la opción de EUA contra Francia, Alemania y Rusia.

En la misma lógica de sabotear la política norteamericana, el acuerdo entre franceses, alemanes y británicos, contempla la aceptación de las promesas de Irán sobre el control de su programa nuclear. La actitud de Europa es mantenerse neutral sobre el aspecto de las inspecciones en Irán como lo hizo en Irak. Jugando el papel de mediador con el régimen Iraní, los estados europeos están poniendo una llave inglesa en los trabajos de Norteamérica.

Este hecho, así como la reciente evolución de la posición de Gran Bretaña en la fuerza europea autónoma, ilustra una característica del período abierto por la desaparición de bloques imperialistas que la CCI resaltó en el momento de la primera guerra del Golfo: «En el nuevo período histórico al que hemos entrado, y los acontecimientos del Golfo lo vienen a confirmar, el mundo aparece como una inmensa arena en la que cada quien va a jugar ‘por su cuenta y para sí’, en la que las alianzas entre Estados no tendrán ni mucho menos, el carácter de estabilidad de los bloques, sino que estarán dictadas por las necesidades del momento.»(Militarismo y descomposición, Revista Internacional 64).

El hecho de que esta situación es desventajosa a la formación de nuevos bloques y para una tercera guerra mundial entre los poderosos, no ahorrará a la humanidad de una zambullida en la barbarie: las guerras y el caos de la descomposición capitalista, que a la larga, igualmente puede resultar en una destrucción y minar cualquier posibilidad de fundar la vida social en una base racional y armoniosa. Por eso el capitalismo no tiene nada que ofrecer a la humanidad; el único futuro es la revolución comunista mundial.

LC/ 1 de noviembre de 2003.

Cuestiones teóricas: 

  • Imperialismo [5]

El «altermundialismo»: una trampa ideológica para el proletariado

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«No se cambia un equipo que gana», suelen decir los especialistas deportivos. En el fondo, los embustes burgueses para impedir que la clase obrera desarrolle su conciencia revolucionaria siguen siendo del mismo tipo, pues deben hacer frente a las mismas necesidades. Han sido, tradicionalmente, los partidos de izquierda, socialdemócratas y estalinistas, los transmisores de esos embustes que sirven para ocultar la quiebra histórica del modo de producción capitalista, para proponer alternativas falsas a la clase obrera, para minar cualquiera perspectiva que se abra ante sus luchas.

 

Son esos partidos los que han sido ampliamente solicitados a finales de los años 60 cuando la crisis actual empezó a desplegarse y sobre todo cuando el proletariado mundial volvió a salir al escenario de la historia, tras cuatro décadas de contrarrevolución (la gran huelga de mayo de 1968 en Francia, el «otoño caliente» italiano de 1969, etc.). Ante el impetuoso auge de las luchas proletarias, los partidos de Izquierda empezaron a proponer «alternativas» de gobierno con la pretensión de que iban a responder a las aspiraciones de la clase obrera. Uno de los temas de esa «alternativa» era que el Estado debía estar mucho más presente en una economía cuyas convulsiones, iniciadas en 1967 al finalizar la reconstrucción posterior a la Segunda Guerra mundial, se iban incrementando sin cesar. Según esos partidos, los obreros debían moderar sus luchas, incluso renunciar a ellas, y expresar en el terreno electoral su voluntad de cambio, permitiendo a esos partidos alcanzar el gobierno para llevar a cabo una política favorable a los intereses de los trabajadores. Desde entonces, los partidos de izquierdas, especialmente la socialdemocracia pero también los partidos llamados «comunistas» como en Francia, han participado en numerosos gobiernos para aplicar una vez en ellos, no, ni mucho menos, una política de defensa de los trabajadores sino de gestión de la crisis y de ataque a sus condiciones de vida. El desmoronamiento a finales de los años 80 del bloque del Este y de los regímenes supuestamente «socialistas» fue un duro golpe a los partidos que se reivindicaban de esos regímenes, los partidos «comunistas», los cuales perdieron gran parte de la influencia que tenían en la clase obrera.

 

Y así, ahora que frente la agravación de la crisis del capitalismo, la clase obrera se ve impulsada a volver a los caminos de la lucha, a la vez que en su seno está volviendo a encenderse la llama de la reflexión sobre los retos de la situación actual de la sociedad, los partidos que representaban tradicionalmente la defensa del capitalismo en las filas obreras sufren un desprestigio considerable que les impide ocupar el lugar que ocuparon en otros tiempos. Por eso no son la avanzadilla de las grandes maniobras destinadas a desviar el descontento y los interrogantes de la clase obrera. Y es el movimiento altermundialista el que, por ahora, está en primera fila, y eso que lo único que hace es recuperar lo esencial de los temas que, en el pasado, tanto juego le dieron a la Izquierda. Es, por lo demás, esto último lo que explica que esos mismo partidos (singularmente los «comunistas») anden chapoteando en las charcas del movimiento altermundialista, por muy discretos y hasta «críticos» que sean, permitiendo así que ese movimiento aparezca como algo verdaderamente «novedoso» [1] y no desprestigiado de entrada.

 

Esta notable convergencia entre las mistificaciones de la «vieja izquierda» y las del altermundialismo, puede ponerse de relieve en torno a unos cuantos de los temas centrales de éste.

 

 

Los mismos perros con distintos collares

 

Para dar un bosquejo de los grandes temas de la corriente altermundialista vamos a apoyarnos en los escritos de ATTAC, que aparece como el «teórico» principal de esa corriente.

 

Esta organización (ATTAC: Asociación para el impuesto de las transacciones financieras y de ayuda a los ciudadanos) nació oficialmente en junio de 1998, tras una serie de contactos en torno a un editorial de Ignacio Ramonet, director del mensual francés le Monde diplomatique de diciembre de 1997. Para ilustrar el éxito del movimiento altermundialista, ATTAC tenía ya más de 30 000 miembros a finales del 2000. Hay, entre ellos, más de 1000 personas morales (sindicatos, asociaciones, asambleas locales), unos cien diputados franceses, muchos funcionarios, sobre todo profesores, y cantidad de famosos, políticos o artistas, organizados en unos 250 comités locales.

 

Ese poderoso instrumento ideológico se creó sobre la idea de la «tasa Tobin», del nombre del premio Nobel de economía, James Tobin, para quien un impuesto de 0,05% en las transacciones de cambio de divisas permitiría su regulación, evitando los excesos de la especulación. Para ATTAC, ese impuesto permitiría, sobre todo, recoger fondos que luego se dedicarían al desarrollo de los países más pobres [2].

 

¿Por qué ese impuesto? Precisamente para, a la vez, frenar y sacar provecho (lo cual es de lo más contradictorio: ¿cómo querer que desaparezca algo de lo que se saca provecho?) de esas transacciones de cambio, y más en general financieras, símbolo de esa globalización de la economía que, grosso modo, hace más ricos los ricos y más pobres a los pobres.

 

El punto de partida del análisis de la sociedad actual que hace ATTAC es éste:

«La globalización financiera agrava la inseguridad económica y las desigualdades sociales. Elude y minimiza lo escogido por los pueblos, las instituciones democráticas y los Estados soberanos a cuyo cargo está el interés general. Les sustituye lógicas estrictamente especulativas que no expresan más que los intereses de las empresas transnacionales y de los mercados financieros»[3].

 

¿Qué origen tiene, según ATTAC, esta evolución económica? Estas son las respuestas:

«Uno de los hechos notables del final del siglo XX ha sido el auge de las finanzas de la economía mundial: es el proceso de globalización financiera, resultado de la opción política impuesta por los gobiernos de los países miembros del G7».

 

La explicación del cambio habido a finales del siglo XX se da más lejos:

«En el marco del compromiso «fordista»[4] , que funcionó hasta los años 1970, los dirigentes concluían acuerdos con los asalariados, organizando un reparto de las ganancias de productividad en el seno de la empresa, lo cual permitió mantener el reparto del valor añadido. El advenimiento del capitalismo accionarial rubrica el final de ese régimen. El modelo tradicional, llamado «stakeholder», que considera la empresa como una comunidad de intereses entre sus tres asociados ha dejado el sitio a un nuevo modelo, llamado «shareholder», que da primacía absoluta a los intereses de los accionistas poseedores del capital-acciones, es decir de los fondos propios de lasempresas»[5] . Además: «El objetivo prioritario de las empresas cotizadas en Bolsa es «crear valor accionarial» (shareholder value), o sea, hacer que suban la cotización de sus acciones para generar plusvalías, aumentando así la riqueza de sus accionistas»[6] .

 

También, según los altermundialistas, la nueva opción de los gobiernos de los países del G7 ha acarreado una transformación de las empresas. Las multinacionales o las grandes instituciones financieras, al haber dejado de sacar sus ganancias de la producción de mercancías, «presionan a las empresas para que repartan el máximo de dividendos en detrimento de unas inversiones productivas con rendimiento diferido».

 

No vamos a multiplicar aquí las citas del movimiento altermundialista. Las expuestas bastan para poner de relieve tres cosas:

– que ese movimiento no ha descubierto nada;

– el carácter perfectamente burgués de su ideología;

– el peligro que acarrean para la clase obrera las ideas de que es portador el movimiento altermundialista.

 

De este modo, las «transnacionales» que hoy se habrían liberado de la autoridad de los Estados se parecen mucho a las «multinacionales» estigmatizadas por los partidos de Izquierda en los años 70 por ese mismo pecado. En realidad, esas «multinacionales» o «transnacionales» tienen una «nacionalidad» y es la de sus accionarios mayoritarios. En realidad, esas multinacionales son la mayoría de las veces grandes empresas de los estados más poderosos, empezando por Estados Unidos y son los instrumentos, junto a los medios militares y los diplomáticos, de la política imperialista de esos Estados. Y cuando tal o cual Estado nacional (como el de una «republica bananera») está sometido a las órdenes de tal o cual gran «multinacional», eso no es más que la expresión de la sumisión imperialista de ese Estado a la gran potencia de la que depende la multinacional.

 

Ya en los años 70, la izquierda exigía «más Estado» para limitar el poder de esos «monstruos modernos» y garantizar un reparto más «equitativo» de las riquezas producidas. ATTAC y compañía no han inventado nada. Pero sobre todo es importante subrayar aquí la gran mentira que contiene esa idea: el Estado nunca ha sido un instrumento de defensa de los intereses de los explotados. Es básicamente un instrumento de preservación del orden social existente y, por lo tanto, de defensa de los intereses de la clase dominante y explotadora. En algunas circunstancias, y para asumir mejor su función, el Estado podrá oponerse a tal o cual sector de esa clase. Así ocurrió en los albores del capitalismo cuando el gobierno inglés estableció reglas para limitar la intensidad de la explotación de los obreros, especialmente de los niños. Algunos capitalistas fueron perjudicados, pero esa medida debía permitir que la fuerza de trabajo, que es la creadora de toda la riqueza del capitalismo, no fuera destruida a gran escala antes de haber alcanzado la edad adulta. De igual modo, cuando el Estado hitleriano perseguía cuando no liquidaba a algunos sectores de la burguesía (los burgueses judíos o los burgueses «demócratas»), eso, evidentemente, no tenía nada que ver con no se sabe qué defensa de los explotados.

 

El Estado del Bienestar es básicamente un mito destinado a que los explotados acepten que siga la explotación capitalista y se perpetúe la dominación burguesa. Cuando la situación económica se agrava, el Estado, de «izquierdas» o de «derechas» está obligado a quitarse la careta: es el órgano que decreta el bloqueo de los salarios, el que ordena los cortes en los «presupuestos sociales», los gastos de salud, los subsidios de desempleo y las pensiones por jubilación. Es también el Estado, mediante sus fuerzas represivas, el que acude con sus porras y granadas lacrimógenas, sus detenciones y sus balas si llega el caso, para hacer entrar en razón a los obreros que se nieguen a aceptar los sacrificios que se les quiere imponer.

 

En realidad, detrás de las ilusiones que los altermundialistas, siguiendo la tradición de la Izquierda clásica, intentan sembrar a propósito de las «multinacionales» y del Estado defensor de los intereses de los «oprimidos», subyace la idea de que podría existir un»buen capitalismo» que habría que oponer al «mal capitalismo».

 

Esa idea alcanza el no va más en la caricatura y la ridiculez cuando ATTAC «descubre» que desde ahora la motivación principal de los capitalistas sería sacar ganancias, adornando ese «descubrimiento» con toda una palabrería rimbombante sobre la diferencia entre los «stakeholders» y los «shareholders». Hace ya francamente muchos lustros que los capitalistas invierten para extraer ganancias. Bueno, en realidad, es lo que siempre han hecho desde que el capitalismo existe.

 

En cuanto a las «lógicas estrictamente especulativas» que se deberían a «la globalización financiera», tampoco han estado esperando a no se sabe qué reunión del G7 de estos últimos años o a que llegara al poder Margaret Thatcher y su amigo Reagan. La especulación es casi tan vieja como la economía capitalista. Ya a mediados del siglo XIX, Marx dejó claro que cuando se acerca una nueva crisis de sobreproducción, los capitalistas tienen tendencia a preferir la compra de valores especulativos a las inversiones en lo productivo. En efecto, de manera muy pragmática, los burgueses han comprendido que si los mercados están saturados, las mercancías producidas gracias a las máquinas compradas a lo mejor no se vendían, impidiendo así tanto la obtención de la plusvalía en ellas contenida (gracias a la explotación de los obreros que han hecho funcionar esas máquinas) como el reembolso del capital avanzado. Por eso decía Marx que las crisis comerciales parecían ser resultado de la especulación cuando en realidad eran su signo anunciador. De igual modo, los movimientos especulativos que hoy observamos plasman la crisis general del capitalismo, y en ningún modo son el resultado de la falta de civismo de este o aquel grupo de capitalistas.

 

Más allá, sin embargo, de lo estúpido y risible que sea el «análisis científico « de los «peritos» de la altermundialización, hay una idea que los defensores del capitalismo han utilizado desde hace mucho tiempo para impedir que la clase obrera se oriente hacia su perspectiva revolucionaria. Ya Proudhon, el socialista pequeño burgués de mediados del XIX, intentó distinguir lo «bueno» de lo «malo» del capitalismo. Se trataba para los obreros de apoyarse en «lo bueno» para así proponer una especie de «comercio equitativo» y de autogestión de la industria (las cooperativas).

 

Más tarde, toda la corriente reformista en el movimiento obrero, por ejemplo su «teórico» principal, Bernstein, intentó defender la capacidad del capitalismo (a condición de que éste esté obligado por una presión de la clase obrera en el marco de las instituciones burguesas, como los parlamentos) para ir satisfaciendo cada vez más los intereses de los explotados. Las luchas de la clase obrera debían pues servir para que triunfaran los «buenos» capitalistas contra los «malos», los cuales, por egoísmo o miopía, se oponían a esa volución «positiva» de la economía capitalista.

 

Hoy, ATTAC y sus amigos nos proponen volver al «compromiso fordista» que prevalecía antes de la llegada de esos brutales y desalmados del «todo para la finanza», que «preservaría el reparto del valor añadido» entre trabajadores y capitalistas. Así, la corriente altermundialista hace una contribución de primer orden al arsenal de embustes de la burguesía:

– al hacer creer que el capitalismo tendría los medios de volver atrás en sus ataques contra la clase obrera, cuando éstos, en realidad, son resultado de una crisis que el sistema es incapaz de superar;

– dando a entender que hoy podría haber un terreno de entendimiento posible, un «compromiso» entre trabajo y capital.

 

En resumen, llaman a los obreros no a combatir el modo de producción capitalista, responsable de la agravación de su explotación, de su miseria y del conjunto de la barbarie que se desencadena actualmente en el mundo, sino a movilizarse en defensa de una variante quimérica de ese sistema. O sea, a renunciar a la defensa de sus intereses y a capitular ante los de su mortal enemigo, la burguesía.

 

Puede entonces entenderse perfectamente por qué esa clase, por mucho que algunos de sus sectores critiquen las ideas altermundialistas, ostenta la mayor indulgencia hacia ese movimiento y lo promueve.

 

La denuncia firme del movimiento altermundialista como algo de esencia burguesa, la intervención más amplia posible contra unas ideas peligrosas, son prioridades para todos aquellos elementos del proletariado conscientes de que el único mundo hoy posible es el comunismo, y que éste solo podrá construirse resueltamente en contra de la burguesía y todas sus ideologías mistificadoras, cuyo último engendro es el altermundialismo. Y como tal, hay que combatirlo con la misma determinación que a la socialdemocracia o al estalinismo.

Günter

(Parte de artículo aparecido en la Revista Internacional N° 116, primer trimestre 2004)Here is some text

 

 

1 Cabe señalar que entre los temas preferidos del altermundialismo, hay uno que no pertenece a la tradición de los partidos de izquierda clásicos: el tema ecológico. Eso se debe sobre todo a que la ecología es algo relativamente reciente, mientras que los partidos tradicionales de izquierda basan su ideología en referencias más antiguas (aunque siempre de actualidad para mistificar a los obreros). De todos modos, la Izquierda tradicional ha establecido en casi todos los países alianzas estratégicas con la corriente que ha hecho de la ecología su principal especialidad, los Verdes. Así es en el principal país europeo, Alemania.

 

2 Hay que decir que James Tobin se desolidarizó del uso que querían hacer los altermundialistas de su receta. A quienes creen que luchan contra el capitalismo con sus cartuchos, el premio Nobel de la economía capitalista nunca ha ocultado que él está A FAVOR del capitalismo.

 

3 «Plataforma de ATTAC», adoptada por la Asamblea constitutiva del 3 de junio de 1998, en Tout sur ATTAC 2002, p. 22.

 

4 Ese término se refiere a las tesis de Henry Ford I, fundador de una de las mayores multinacionales de hoy, el cual, tras la Primera Guerra mundial defendía la idea de que los capitalista tenían el mayor interés en pagar buenos salarios a los obreros para así ampliar el mercado para las mercancías producidas. Por eso, a los obreros de Ford se les incitaba a comprar unos coches en cuya fabricación habían participado. Esas tesis, que podían parecer «realistas» en períodos de «prosperidad» y que además podían, en cierto modo, favorecer la «paz social» en las factorías del «buen rey Henry», se derritieron como nieve al sol, cuando la «Gran depresión» de los años 30 cayó sobre Estados Unidos y el resto del mundo (NDLR).

 

5«Licenciements de convenance boursière : les règles du jeu du capitalisme actionnarial» (Despidos y conveniencia bursátil: las reglas del juego de capitalismo accionarial), Paris, 2/05/2001, en Tout sur ATTAC 2002, pp. 132-134

 

6Tout sur ATTAC 2002, p. 137.

Noticias y actualidad: 

  • Foros sociales [6]

«Revueltas sociales»: Falso camino en la lucha proletaria

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Desde fines de los años 80, con la aceleración de la crisis y las dificultades de la clase obrera para reconocer su ser y sus capacidades, las revueltas desesperadas de poblaciones sometidas al hambre y a la miseria atroz se repiten continuamente: Argelia (1988), Venezuela, Argentina, Nigeria, Jordania (1989), Costa de Marfil, Gabón (1990). Pero si esto pareciera que es un fenómeno de las regiones «subdesarrolladas», es una equivocación, hay que recordar que en 1992 en Los Ángeles, una de las grandes ciudades de los EUA, se vivieron saqueos e incendios de locales comerciales... Estos acontecimientos que muestran la desesperación de una masa «interclasista», formada lo mismo por desclazados, núcleos sociales depauperados (por ejemplo campesinos), sectores pequeño burgueses e incluso por trabajadores arrastrados por esta ola ciega, ha sido reivindicado y promovido por los llamados «altermundialistas» como una forma de lucha contra el sistema, sin embargo son expresiones estériles, sin perspectiva de futuro que nada pueden contra el sistema, por el contrario son usadas por éste.

Argentina en 2001 y octubre de 2003 en Bolivia, bajo diferentes circunstancias vuelven a ser testigos de violentas protestas donde la clase obrera queda ahogada en la masa amorfa e interclasista de «luchas ciudadanizadas». Por todo ello, estas expresiones desesperadas deben de ser objeto de refle­xión en la clase obrera y es obligación de los revolucionarios exponer de manera abierta elementos que permitan la clarificación, sin asumir una actitud de desprecio a los hechos y a los que participan, sino de crítica, una crítica que prepara a la clase obrera, en tanto impulsa a sacar las lecciones y a preparar los combates futuros.

 

 

Las revueltas: una expresión de la descomposición capitalista

 

Si buscamos las causas de estas desesperadas expresiones, las encontraremos en las terribles condiciones de miseria, de explotación y de hambre a las que son arrojados millones de habitantes de regiones enteras del planeta. El capitalismo lleva a la pauperización acelerada de amplias masas de la población, a las cuales ya no es siquiera capaz de integrar como asalariados. En varios países de América Latina el campo está casi quebrado, quedando en el abandono la población que realizaba ahí sus actividades, transformándose diversas regiones en verdaderos «pueblos fantasma» (como sucede en regiones de Brasil y México). Pero estos acontecimientos no son resultado de la aplicación incorrecta de los planes económicos de Instituciones como el FMI, la OCDE, etc., como lo presenta el aparato de izquierda del capital (entre ellos, por supuesto los «altermundialistas»), tampoco es producto de la «mala gestión» de tal o cual gobierno, esto es producto de la decadencia del sistema capitalista, de la quiebra de un sistema que no expresa un avance progresista para la humanidad, sino la conduce a la devastación y la catástrofe. En este escenario, y ante el avance de una fase en la que la burguesía guarda dificultades para mantener su dominio, pero también el proletariado expone dificultades para reconocer su esencia re­volucionaria, la revuelta desesperada de masas «interclasitas» se vuelve una expresión casi cotidiana, de frente a la cual la clase obrera debe de reflexionar, en primer lugar para no dejarse arrastrar en aventuras de ese tipo, y en seguida para impulsar su conciencia y la confianza en sus propias fuerzas. Pero para analizar estos fenómenos, sería una falsa alternativa el plantearse el «apoyo o rechazo» de estas expresiones, no se trata de glorificar o condenar, se trata de comprender y traducir esta comprensión en posiciones políticas que le ayuden a conducir a esas masas desesperadas por el camino de una verdadera subversión de las terribles condiciones de existencia actual.

 

 

El proletariado, única clase capaz de cambiar el mundo

 

Desde que se hundió el bloque del Este, es decir desde que cayó el muro de Berlín, la burguesía se empeña más que nunca en hacer parecer al estalinismo como el comunismo con el fin de poder hacer desatar su campaña sobre la «muerte del comunismo», incluso no faltaron los ideó­logos del capital que «teorizaron» no sólo del «fin de la historia», sino también del «fin de la clase obrera como sujeto histórico del cambio». Estas «sesudas deducciones» son apoyadas por toda suerte de sociólogos, que en realidad no hacen sino reeditar lo planteado hace años por modernistas como Castoriadis, o intelectuales como Marcuse. Una clase como la burguesía es de ideas decrépitas y no produce «novedades», sólo sabe recocer los hilvanes del pasado. Para el marxismo, el proletariado es la única clase que puede cambiar al mundo, no como una visión idílica o mesiánica, sino como expresión de la materialidad de esta clase que la convierte en la primera que es al mismo tiempo explotada y revolucionaria, en tanto es una clase que no busca mantener la explotación o alguna forma de propiedad, ni aún siquiera busca su perpetuación como clase, por el contrario niega su esencia, en tanto busca la eliminación de las clases sociales, por ello al lograr su emancipación libe­ra al conjunto de la humanidad. Pero lo que constituye la fuerza decisiva del proletariado es su organización y su conciencia, de manera que no actúa como una clase ciega, perdida en el inmediatismo y el odio, por el contrario su accionar en tanto re­volucionario constituye una práctica conciente que se alimenta de la experiencia del pasado, pero manteniendo la mirada en el futuro.

La práctica revolucionaria del proletariado, es pues, producto de su organización y conciencia clara del futuro, por el contrario los saqueos y revueltas llevadas a cabo por masas interclasistas, enceguecidas por el odio y llevadas por el inmediatismo carecen de futuro, y por tanto son impotentes ante el capitalismo.

Es un viejo lugar común el encontrar posiciones políticas que identifican la revuelta desesperada con una acción revolucionaria, no obstante esto es una visión activista, sin principios, que apoya «todo lo que se mueve», y que es muy defendido por todo el izquierdismo en sus variantes estalinistas, maoístas y trotskistas; más aún, algunos anarquistas definirán como «revolucionario» aquellas manifestaciones sociales que se expresen «violentamente».

Aunque la necesidad es lo que lleva a las masas depauperadas a la revuelta, al estar desconectadas de una visión de verdadera transformación y por tanto de futuro, quedan atrapadas en los límites del mismo capital, no es raro por ello que la burguesía aproveche estas revueltas, desatando, a través de ellas, sus propias campañas ideológicas contra la clase obrera:

- polarizando a la sociedad y sumiendo el descontento en mistificaciones marginalistas tales como el «racismo», la lucha «contra el mal gobierno» o contra privatizaciones,

- impulsando el sentimiento de impotencia y desesperanza de la clase obrera, empujándola a «confiar en el Estado democrático»,

- promoviendo el interclasismo, con el fin de impedir una respuesta proletaria y por tanto verdaderamente revolucionaria.

Este especto lo hemos visto repetirse en Argentina y Bolivia [1]. Después de ver las revueltas interclasistas en 2001 en Argentina, y de haber visto un desfile de presidentes en unas cuantas semanas (expuesto por la misma burguesía como triunfo de los «piqueteros»), la clase dominante se regocija con unas elecciones presidenciales masivas y «ejemplares», mostrando cómo esas revueltas no hicieron sino fortalecer al aparato estatal. De igual manera las imágenes de la revuelta en Bolivia, por la «defensa de la industria nacional del gas», dieron vuelta al mundo y los gritos de la burguesía cuando «cae el presidente de Lozada» era: «un triunfo del pueblo», sin embargo la miseria continúa, pero los reconfortan con el veneno de que para que el capitalismo funcione mejor, basta con otorgar la participación a los «ciudadanos» en las decisiones políticas... como se ve la revuelta no es una experiencia que la clase obrera pueda recobrar para su combate.

 

 

La clase obrera y su responsabilidad ante las masas pauperizadas y marginadas del planeta

 

En la Revista Internacional Nº 63 señalábamos: «En estas revueltas los obreros participan, efectivamente, pero no agrupados como clase, sino confundidos como individuos que se suman a las masas hambrientas». En efecto, el hecho de que haya obreros presentes físicamente en una revuelta no le da, automáticamente, el carácter proletario. Eso sería tan absurdo como afirmar que los sindicatos son organizaciones proletarias porque en ellas se aglutina a los trabajadores... La clase obrera desarro­lla sus luchas en su combate contra la degradación de sus condiciones de vida (desempleo, salario, jubilación...), ese combate se desarrolla a nivel histórico y conoce diferentes fases en que se va enfrentando al Estado y sus instrumentos de dominio (sindicatos, partidos, izquierdistas...), en ese avance va forjando su organización y conciencia.

Este combate es una expresión colectiva, donde el interés de cada uno es, al mismo tiempo el interés de todos, cada huelga, cada lucha es el eslabón de un combate histórico, con un pasado, un presente y un futuro, con el que se van forjando las cadenas solidarias de clase. Contrariamente, en la revuelta y el saqueo lo que impera es la salvaguarda del interés individual y su falta de recuperación de experiencias y perspectiva de futuro, hace de estas simples explosiones tan espectaculares como efímeras...

No obstante que las masas marginadas suelen ser usadas por la burguesía, empujándolas a las revueltas ciegas, el proletariado tiene la obligación histórica de atraer a los explotados y marginados por el capital, para que asuman el proyecto revolucionario de la clase obrera, haciendo ver que esa fuerza lanzada en un avance ciego, no sólo es estéril y sin futuro, sino además una fuerza aprisionada por la clase dominante.

 

Daniel/ diciembre-2003

 

 

1 En Argentina, donde se han presentado este tipo de manifestaciones, que el izquierdismo (y por desgracia también grupos revolucionarios) las han calificado de «grandes acciones del proletariado», se ha manifestado una voz que avanza en un proceso de clarificación: el «Núcleo Comunista Internacional», que al tomar postura sobre los sucesos de octubre pasado en Bolivia, simplifica claramente lo que representan las revueltas: «Los acontecimientos de Bolivia guardan un gran paralelismo con la Argentina en el año 2001, donde el proletariado se encontró subsumido no sólo con las consignas de la pequeña burguesía, sino también, que dichos ‘movimientos populares’ tenían, en el caso argentino, y tienen en el caso boliviano, un signo bastante reaccionario, al plantear la reconstrucción de la nación o expulsar a los ‘gringos’... y es por ello, -señalan más adelante- que es un grave error confundir lo que es una revuelta social con un horizonte político estrecho, con una lucha proletaria anticapitalista».

Situación nacional: 

  • Argentina [7]

Geografía: 

  • América central y Sudamérica [8]

La lucha contra el capitalismo hoy, es la lucha por la abolición del trabajo asalariado

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El presente artículo constituye una polémica con miembros del Partido Comunista Internacional (PCI) en Venezuela, a propósito de una hoja que han titulado: «Mientras las fracciones burguesas (chavistas y anti-chavistas)se disputan la plusvalía extraída a los asalariados, los comunistas levantamos las banderas de la lucha revolucionaria anticapitalista» de febrero de 2003.

En primer lugar, queremos saludar el esfuerzo hecho por los compañeros para difundir una posición marxista, cuestión que constituye una tarea prioritaria para los grupos políticos que asumimos la defensa de los intereses históricos del proletariado, denunciando las campañas de la burguesía nacional, las cuales constituyen una traba al desarrollo de la consciencia en nuestra clase. Si bien compartimos algunas posiciones políticas expresadas por el PCI, existen otras que aparecen en su hoja y que requieren ser aclaradas a la luz de las posiciones que ha venido desarrollando la izquierda comunista. Sin embargo, sólo desarrollaremos la cuestión de las luchas reivindicativas, puesto que ésta contiene uno de los principales aspectos en base a los cuales la CCI ha venido desarrollando una critica y una polémica con esta agrupación política.

Consideramos al PCI una organización política dentro del campo proletario, debido a la defensa de principios de fundamental importancia, como son la defensa intransigente de los intereses del proletariado como clase explotada en la sociedad capitalista; el reconocimiento del proletariado como clase revolucionaria, como aquella en quien descansa la responsabilidad histórica de destruir el capitalismo, lo cual abre la perspectiva del comunismo y la reivindicación del carácter internacional de la lucha proletaria.

También son posiciones expresadas por el PCI, el hecho de que estamos frente a una confrontación entre fracciones burguesas. Que como comunistas, defendemos en todo momento los intereses del proletariado venezolano y mundial.; que las fracciones burguesas en pugna han manipulado ideológicamente al proletariado para colocarlo tras sus banderas (nacionalismo, defensa de la democracia y la soberanía nacional), lo que ha costado muy caro en términos del desarrollo de su combatividad y consciencia de clase. Que ambas fracciones, en tanto que defensoras del capital, llevan por igual al proletariado a la pobreza. Que las raíces del hambre y el desempleo están en el régimen capitalista. Para ilustrar de una forma más precisa su posición, tenemos: «Por eso el proletariado consciente no lucha por cambiar un gobernante por otro, o un funcionario público por otro, o un patrón por otro. En vez de distraerse con banderas burguesas, el proletariado lucha contra el capitalismo. El proletariado no lucha por el cambio de un modelo de acumulación de capitales por otro, sino que combate por una nueva sociedad: la sociedad comunista.»

Estas afirmaciones, que compartimos con el PCI, son las que han estado a la base de las tomas de posición que hemos hecho en los últimos años, a propósito del gobierno chavista, pero sobre todo apoyados en un marco más global, marxista, que nos ha permitido comprender la situación actual venezolana desde un punto de vista histórico, caracterizado por la descomposición de las relaciones capitalistas de producción.

Es en ese contexto, de agudización de la crisis económica mundial y de descomposición del capitalismo, que se acentúan no sólo las medidas que implementa la burguesía para atacar las condiciones de vida del proletariado, sino también las pugnas entre las fracciones burguesas que se disputan el control del estado, como es el caso de Venezuela. Esta situación, la expresan los compañeros del PCI como sigue: «A lo largo de las confrontaciones entre las fracciones burguesas en Venezuela (que en lo político se expresan en el choque entre chavistas y antichavistas) la burguesía ha venido tomando medidas que descargan sobre los trabajadores los costos de la crisis capitalista. Devaluación monetaria, aumento de impuestos, caída del salario real, aumento del desempleo son los aspectos que destacan en la situación actual de los trabajadores.»

Hasta aquí consideramos que los compañeros mantienen una posición que se corresponde con un análisis marxista de la situación. Luego, ya al final de su hoja, introducen un elemento de confusión que contradice las posiciones que correctamente habían expresado, como es sembrar en el proletariado la ilusión en torno a una serie de reivindicaciones, las cuales podrían ser perfectamente posibles en la sociedad capitalista actual.

Estamos de acuerdo con el hecho de que el proletariado se resista, a través de sus luchas, a que la burguesía continúe profundizando a través de sus medidas económicas, la pauperización y los ataques a sus condiciones de vida. Sin embargo, proponer por ejemplo un «aumento lineal de salarios a 1000 $ mensuales»; una «reducción de la jornada de trabajo a 30 horas semanales, sin reducción de salarios»; o unas «jubilaciones a los 55 años con el pago del 100% del último salario devengado», como lo hacen los compañeros en su hoja, son cuestiones que requieren un análisis más riguroso emprendido desde el materialismo histórico, como método para analizar el desarrollo histórico del capitalismo, así como también de las condiciones en que se produce la lucha del proletariado en la etapa actual de decadencia capitalista.

 

La importancia de comprender lo que es la decadencia del capitalismo

La CCI ha hecho todo un desarrollo teórico acerca de la ascendencia y decadencia del capitalismo, apoyándose fundamentalmente en el aporte de marxistas de la talla de Rosa Luxemburgo. El concepto de decadencia no es una «elucubración» de la cual sólo la CCI sabría el secreto. Es el resultado de la aplicación del materialismo histórico, como método para el análisis de la sociedad. Este ha permitido ver el desarrollo del capitalismo a través de dos fases básicamente: una en la cual expande al globo sus relaciones de producción, lo que quedó expresado a través de la creación del mercado mundial y otra en la cual, conforme ha extendido su modo de producción a nivel planetario, va reduciendo los mercados que necesita para poder dar salida a sus mercancías.

Si bien a finales del siglo XIX el capitalismo mundial conoció un desarrollo importante, gracias entre otras cosas a la incorporación de mercados extra-capitalistas, con lo cual podía dar salida a sus mercancías y explotar algunas regiones del mundo como colonias (principalmente en África, Asia y América), ya para principios del siglo XX, las condiciones que habían permitido dicho desarrollo van a cambiar drásticamente. Y esto se debe fundamentalmente, al hecho de que el capitalismo como sistema ya se había repartido los principales mercados existentes en el mundo, con lo cual esa posibilidad de expansión del mercado llegaba a su límite. Este hecho se hizo patente con la primera guerra mundial, la cual expresó la lucha entre las principales potencias para producir un nuevo reparto de los mercados, apoyadas en la fuerza de las armas, destruyendo sistemáticamente un porcentaje importante de las fuerzas productivas creadas en el siglo anterior y llevando a la población europea, entre ella a un gran número de proletarios, a masacrarse en los campos de batalla, tras las banderas del nacionalismo.

Este hecho significó el fin de esa etapa ascendente para el capitalismo y marcó el inicio de su decadencia. Tal como lo expresamos en nuestro folleto La Decadencia del Capitalismo:»La primera guerra mundial puso de evidencia que el desarrollo alcanzado por el capitalismo a principios de siglo (XX) había llegado a ser demasiado importante con relación a las capacidades de absorción del mercado mundial. El reparto del planeta entero entre las principales potencias capitalistas quedaba rematado. Los entonces recién llegados al mercado mundial, Alemania y Japón por ejemplo, ya no podrían desarrollarse sin poner en entredicho el reparto existente, lo cual no podía hacerse ya sino mediante la guerra».

En este sentido, la crisis económica mundial capitalista (que se desarrolla ante nuestros ojos) , es una crisis de sobre producción, es decir, que expresa la contradicción fundamental del capitalismo, que se traduce en el hecho de que existe demasiada producción con respecto a las capacidades que tiene el mercado de absorberla (lo que tiene que ver también con la capacidad de consumo cada vez más restringida de las masas). Frente a esta situación, a cada burguesía no le queda otra alternativa, para tratar de subsistir en un mercado sobresaturado, que explotar de manera cada vez más sistemática y brutal la mano de obra de que dispone.

En esta etapa de decadencia que queda abierta con la primera guerra mundial, la posibilidad de obtener mejoras reales y sustanciales van a convertirse cada vez más en un imposible para la clase obrera, debido a la profundización de la crisis económica y la consiguiente exacerbación de la competencia entre las diferentes burguesías por sobrevivir en el mercado, lo que obliga a aplicar constantemente medidas para reducir los costos de producción, entre ellos el salario.

Durante el siglo XX , pero también en este siglo que inicia, de hecho lo que ha habido es un incremento de la pauperización y del desempleo. Incluso, el tan elogiado sistema de seguridad social que se estableció en los países europeos después de la segunda guerra mundial, esta siendo hoy desmantelado, a través por ejemplo, de la reducción de las pensiones y del aumento de la edad para jubilarse; esta situación ocasionó a finales del año pasado una serie de manifestaciones de miles de obreros en países como Francia y Austria, pero también en Brasil ,(ver en nuestro número anterior el artículo sobre la reforma de las jubilaciones en Francia); por otro lado, las reducciones de la jornada de trabajo que han ocurrido desde hace algunos años han sido acompañadas en realidad, por reducciones también de los salarios devengados.

Por consiguiente, lo que está hoy al orden del día, no es precisamente un mejoramiento de las condiciones de vida del proletariado venezolano, al igual como ocurre en todo el mundo. La demagogia y el cinismo que exhibe el gobierno actual al prometer acabar con la pobreza y con los principales problemas de la población (salud, educación, empleo) a través de sus misiones («robinson», «sucre», «vuelvan caras») constituyen una mentira y una manipulación para intentar desmovilizar al proletariado y mantenerlo fuera de su terreno de clase, obstaculizando el desarrollo de una consciencia que lo lleve a desenmascarar las verdaderas intenciones del gobierno burgués de Chávez Como hemos visto, el contexto de decadencia y descomposición que vive el capitalismo como sistema, hacen imposible cualquier mejoramiento de los niveles de vida de la clase obrera y población en general. Esta situación de desmejoramiento progresivo de nuestras condiciones de vida, ya la hemos vivido con los gobiernos anteriores y también la padecemos con Chávez, quien al igual que los gobernantes del pasado, es el encargado de gestionar el modo capitalista de explotación. De hecho, con el actual gobierno se han incrementado los niveles de pauperización, debido principalmente a un aumento vertiginoso del desempleo, el cual se ubica en un nivel aproximado de 22-25% que manejan entes no oficiales.

Los compañeros del PCI, a pesar de reivindicarse del marxismo, no han comprendido la diferencia entre la fase ascendente del capitalismo (etapa de expansión y conquista de nuevos mercados) y la fase de decadencia, la cual acabamos de explicar. Esta incomprensión, los lleva a asumir posiciones que los colocan peligrosamente cerca de la demagogia típica de los políticos burgueses , pero también de aquellos que componen la izquierda del capital, al presentar su lista de reivindicaciones como algo muy posible. Además, esta incomprensión lleva a otra igual de peligrosa que toca el aspecto de la consciencia de clase y que consiste en pretender que el proletariado está limitado sólo a luchas inmediatas de resistencia, lo que reduciría su lucha política a una mera lucha reivindicativa. De esta forma, el proletariado sería la masa que lucha por reivindicaciones económicas y el partido o la «elite intelectual», quien se encargaría de llevar la consciencia a las masas. La revolución quedaría así reducida a una caricatura, en la cual hay una masa que es dirigida y concientizada por una inteligentsia.

La clase obrera reúne condiciones que, a diferencia de las otras clases de la sociedad, la hacen una clase revolucionaria, entre ellas, el lugar que ocupa dentro de la producción capitalista (es la clase que produce los bienes o mercancías), el hecho de ser una clase explotada, lo que la lleva a vender su fuerza de trabajo a la burguesía para poder subsistir; también su capacidad de actuar como una clase que defiende los mismos intereses y por supuesto la capacidad de desarrollar una consciencia que le permita precisamente afirmarse como clase revolucionaria. En este sentido, hemos establecido en nuestro folleto Organización Comunista y Consciencia de Clase, lo siguiente: «Que la conciencia de clase sea esencialmente el fruto de la experiencia, de la lucha practica de la clase, implica que la actividad del conjunto del proletariado es irreemplazable. La conciencia revolucionaria, así como la emancipación política de los proletarios, es la obra de los obreros mismos. No tiene pues nada que ver con un conjunto de ideas rígidas, un amasijo de recetas preestablecidas y que son exteriores al proletariado. Así mismo la conciencia que toma el proletariado de su situación, no es una conciencia sobre un objeto exterior a él, sino una conciencia que tiene de si mismo. Es una conciencia de si. Esto significa simplemente que es tomando conciencia de su propia situación en el proceso de producción como el proletariado descubre la naturaleza del sistema capitalista en toda su complejidad y barbarie. Y esa toma de conciencia es siempre sinónimo de una lucha de clase. La conciencia de clase es pues simplemente la afirmación del proletariado como clase revolucionaria, el ser conciente.» El papel de las organizaciones revolucionarias es, en primer lugar, la defensa de los intereses del proletariado, pero también, impulsar a través de la clarificación teórica y del análisis de las experiencias de la lucha política de la clase obrera, el desarrollo de su conciencia revolucionaria. Para Marx y Engels nunca hubo realmente una separación entre lucha reivindicativa y lucha política. Eso significaría algo así como que habría una parte de la clase que se dedicaría a la lucha política y una que se dedicaría a la parte reivindicativa. Para el marxismo, la clase obrera siempre ha sido una clase políticamente revolucionaria, cuyo objetivo es la destrucción del sistema capitalista de producción.

 

¿Significa esto que el proletariado venezolano debe quedarse cruzado de brazos, sin manifestar ni un rasgo de indignación y de resistencia ante los ataques de la burguesía?

Definitivamente no. Hay que tomar en cuenta, que las luchas que el proletariado ha desarrollado han sido el crisol donde se ha venido forjando la consciencia de clase, la cual le permitirá actuar de manera unida, de probar su fuerza como clase , fortaleciendo así la perspectiva de la revolución y la destrucción del estado burgués, que es la verdadera tarea histórica de la clase obrera. Aunque en la actualidad, el proletariado venezolano a semejanza de sus hermanos de clase del mundo entero, ha sido golpeado no sólo en sus condiciones de vida, sino en su consciencia, debido a las campañas ideológicas que ha desarrollado la burguesía («muerte del comunismo, de la clase obrera, del marxismo») lo que ha debilitado su capacidad de respuesta, no debe renunciar a resistir los ataques del capital, pero buscando la unidad e identidad de clase y fortaleciendo la reflexión en sus filas, acerca de las verdaderas intenciones de la burguesía y sus campañas mentirosas, así como de la perspectiva de transformación social que representa, frente a un capitalismo en descomposición, que ya no garantiza el más mínimo bienestar y progreso a la humanidad. Por cierto, ya Marx a finales del siglo XIX, en su texto Salario, Precio y ganancia, planteaba las limitaciones de las luchas reivindicativas: «Al mismo tiempo, y aun prescindiendo por completo del esclavizamiento general que entraña el sistema de trabajo asalariado, la clase obrera no debe exagerar ante sus propios ojos el resultado final de estas luchas diarias. No debe olvidar que la lucha contra los efectos, pero no contra las causas de estos efectos; que lo que hace es contener el movimiento descendente, pero no cambiar su dirección; que aplica paliativos pero no cura la enfermedad. No debe, por tanto, entregarse por entero a esta inevitable guerra de guerrillas, continuamente provocada por los abusos incesantes del capital o por las fluctuaciones del mercado. Debe comprender que el sistema actual, aun con todas las miserias que vuelca sobre ella, engendra simultáneamente las condiciones materiales y las formas sociales necesarias para la reconstrucción económica de la sociedad. En vez del lema conservador de «¡un salario justo por una jornada de trabajo justa!», deberá inscribir en su bandera esta consigna revolucionaria: «¡Abolición del trabajo asalariado!» «.

Es cierto que la historia del movimiento obrero ha estado atravesada por luchas verdaderamente importantes, que van desde lo reivindicativo hasta la conformación de organizaciones políticas. Lo que el proletariado no debe perder de vista es que las luchas reivindicativas no constituyen un fin en si mismas. Las proposiciones del PCI se hacen sin tomar en cuenta el contexto histórico actual de decadencia del capitalismo lo acercan de manera oportunista, a las posiciones de los grupos izquierdistas que plantean consignas «radicales» en el seno de la clase para intentar mantener sus movilizaciones en el marco de los intereses del capital nacional. En este contexto, el ataque a las condiciones de vida y sobre todo del salario, constituyen una necesidad para la burguesía para tratar de mantener a flote su sistema .

Las burguesías del mundo entero se ven en la necesidad de reducir sus costos laborales, tanto a nivel público como privado y Venezuela no escapa a esta realidad. Sería un absurdo pensar que los capitalistas podrían sacrificar su ganancia para «beneficiar» al proletariado; al contrario de lo que expresan algunos políticos de la burguesía venezolana, muy «humanitarios» no se trata de un «capitalismo más bueno» versus un «capitalismo más malo». Se trata de un sistema que tiene sus propias leyes de funcionamiento y que no son precisamente, aquellas que tienen como objetivo la satisfacción de las necesidades de la humanidad y su bienestar.

Augusto

Vida de la CCI: 

  • Correspondencia con otros grupos [9]

Cuestiones teóricas: 

  • Comunismo [10]

Es necesaria y posible la reflexión basada en posiciones de la clase obrera

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La constatación de la creciente agravación de la situación económica, política y social, no sólo en Venezuela, si no a nivel mundial, plantea de manera permanente a trabajadores y elementos de otros sectores de la población, un conjunto de reflexiones, en busca de una clarificación, una salida, que inevitablemente les lleva a moverse entre dos polos opuestos: por un lado, los planteamientos ideológicos defendidos por los partidos y grupos políticos de la burguesía, de derecha o izquierda; y por el otro, las posiciones defendidas por las organizaciones políticas del proletariado, que defienden el comunismo como única salida a la barbarie capitalista.

En efecto, el mundo mejor que nos ofrecieron dirigentes e ideólogos de la burguesía mundial, después del derrumbe del bloque ruso en 1989, que preveía la apertura de un período sin guerras y que abriría para la humanidad los beneficios de la democracia, se derrumba a pedazos. En los 15 años que nos separan de ese acontecimiento histórico, no sólo padecemos guerras, genocidios y hambrunas de envergadura, sino que la humanidad está viviendo algo inédito: el avance del terrorismo a nivel mundial, no sólo aplicado por los fundamentalistas al estilo de Al Qaida, sino por los propios estados capitalistas, con los Estados Unidos a la cabeza; donde la mayoría de las veces las víctimas son proletarios o sus familias, como lo muestran los recientes atentados en Madrid y en el propio Irak, donde la población está atrapada entre las tropas aliadas y los terroristas iraquíes. Por otra parte, la agudización de la crisis del capitalismo no sólo pauperiza a millones de seres humanos de los países de la periferia del capitalismo, sino que asistimos a mayores ataques a las condiciones de vida del proletariado de los países centrales, por ejemplo, mediante la desmejora de los regímenes de jubilaciones y pensiones que existen después de la Segunda Guerra Mundial.

Concientes de esta tendencia a la reflexión, nuestra organización ha entrado en contacto con algunos de estos elementos o grupos, quienes nos han invitado a participar en su proceso de reflexión. Un grupo de estos elementos lo integran estudiantes universitarios, quienes se encaminan a conformar un círculo de discusión animado por un ex militante de nuestra organización. Aunque la motivación inicial para agruparse han sido preocupaciones propias del medio estudiantil, los compañeros se plantean la necesidad, apoyados por nuestro contacto, de discutir problemas sociales y en particular la situación de la clase trabajadora. En este sentido se han planteado cuestiones tales cómo: ¿qué es la izquierda?, ¿cuál es el carácter de clase de estas organizaciones?, ¿cuál es su origen histórico? Este grupo de elementos ha mostrado su disposición a proseguir la discusión y la clarificación, aspecto altamente positivo que les abre las puertas para conocer las posiciones de clase del proletariado, superando el estrecho marco de las preocupaciones del medio estudiantil.

Otro grupo lo conforma un núcleo de trabajadores que desde hace varios años realiza trabajo político en algunas comunidades cercanas a su sitio de trabajo. Sostienen con frecuencia discusiones sobre la situación nacional e internacional y conocen las publicaciones de la CCI en lengua española. Estos compañeros, a pesar de estar fuertemente influenciados por el izquierdismo, situación que lleva a algunos de ellos a simpatizar con el «proyecto chavista», muestran una muy buena disposición a la discusión, están abiertos a confrontar sus posiciones, y han mostrado un interés particular por conocer la historia del movimiento obrero.

Son innumerables las dudas que se presentan a este núcleo: ¿dónde está la clase obrera y cómo está conformada?, ¿en qué momento la clase obrera perdió su perspectiva revolucionaria?, ¿cuál es el peso del interclasismo?, ¿cuál es el carácter proletario de las movilizaciones en Argentina?, ¿ha sido capaz el capitalismo de superar sus crisis económicas?, ¿qué pasa con las guerras imperialistas, cuando existe un sólo imperialismo, el de Estados Unidos?, ¿cuál es la importancia de la teoría para la intervención de los revolucionarios?, ¿qué actitud asumir ante el terrorismo?; etc. Estas interrogantes son la evidencia de la cantidad de reflexiones que están dando en el seno del proletariado, del cual los compañeros son una pequeña expresión en Venezuela.

En las discusiones hemos insistido en que para comprender e intervenir en la situación actual desde una perspectiva proletaria es fundamental dotarse de un marco que dé una visión global, sustentado en el materialismo histórico, es decir, en el marxismo, que nos permita comprender los acontecimientos de una manera global, no localista. Este marco permite comprender que la crisis económica que se vive en Venezuela, es consecuencia de la crisis mundial de sobreproducción que vive el capitalismo desde finales de los años 60; que la comprensión de las causas de la crisis económica actual, es el basamento para comprender las convulsiones que se dan en los planos económico, político y social.

Saludamos este proceso de reflexión, el cual consideramos forma parte del proceso de búsqueda de una conciencia de clase proletaria, que por ahora se expresa de manera tímida y limitado en algunos grupos y elementos, debido al nefasto peso de la campaña ideológica de «muerte del comunismo y del marxismo» y «desaparición» de la clase obrera como clase revolucionaria, emprendida por la burguesía mundial después de la caída del bloque ruso en 1989.

De nuestra parte, damos pleno apoyo a estas manifestaciones de la clase, que se manifiestan en Venezuela y en muchos otros países. Estamos dispuestos a contribuir con su desarrollo, defendiendo en su seno nuestro marco programático y nuestro análisis, basado en el marxismo, es decir, haciendo uso del método materialista histórico. Lo hacemos, no por que seamos democratistas, sino porque ha sido una tradición dentro del movimiento obrero la confrontación de las ideas cómo única forma de desarrollo de la conciencia de clase; y, la dramática situación actual exige que la clase obrera desarrolle su conciencia de clase histórica, que tome conciencia que su futuro, así como el de la humanidad toda depende de su capacidad de desarrollar su lucha revolucionaria que acabe con el capitalismo decadente y en descomposición

AR. 30-03-04

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • La conciencia de clase [11]

Internacionalismo nº 53 -Octubre 2004

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Venezuela: después del 15A, mayores ataques contra los trabajadores

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Publicamos a continuación un llamamiento que hizo nuestra organización, pocos días antes de celebrarse el referéndum del 15A. El análisis y los planteamientos que en él hicimos siguen teniendo plena vigencia, después de declararse el triunfo de Chávez.

El llamamiento tuvo como objetivo principal, alertar a la clase obrera venezolana y mundial sobre una situación de confrontación violenta que se podría presentar entre los bandos chavistas y de oposición ante unos resultados electorales que apuntaban a ser bastante parejos. Sin embargo, la amenaza de una confrontación violenta se disipó a las pocas horas de concluidas las elecciones: se logró imponer la estrategia del oficialismo, quien superó a la oposición con un diferencia de 18%, situación que la sorprendió, ya que antes de las elecciones las encuestadoras mas serias daban un empate técnico o un pequeño margen a favor del chavismo (1). El rápido reconocimiento de los resultados electorales dados por el CNE, por parte del Centro Carter y la OEA, así como la parálisis de la Coordinadora Democrática (CD) ante el impacto de los resultados, impidieron que se caldearan los ánimos. Una pequeña manifestación de protesta convocada por algunos dirigentes de la oposición al día siguiente de las elecciones, fue salvajemente reprimida por las bandas de choque chavistas con saldo de un muerto y más de una decena de heridos.

Las fuerzas de oposición, y en particular la CD, han quedado desmembradas y han puesto al desnudo los conflictos de intereses que reinan en su seno (debilidad muy bien aprovechada por el chavismo), así como la dificultad para desarrollar una estrategia creíble ante los sectores mas empobrecidos de la población. Hoy, la oposición se presenta como un conjunto de fuerzas dispersas y sin una estrategia, debilitadas para enfrentar a un chavismo envalentonado y aparentemente mejor posicionado ante las próximas elecciones de alcaldes y gobernadores.

A pesar de este balance de fuerzas favorable al chavismo, la confrontación entre las facciones políticas chavistas y antichavistas no va a desaparecer, debido a que tal como lo planteamos en el llamamiento, el proyecto chavista se corresponde con la necesidad del sector del capital nacional ahora en el gobierno de crear una “nueva burguesía nacional” que intenta excluir de toda vida económica, política y social a los sectores de la burguesía que se le oponen. En este sentido, sería una ilusión pensar que se abre un período de “diálogo y reconciliación”, tal como lo pregonan las campañas del oficialismo y de algunos sectores de la oposición. Bajo el capitalismo en descomposición, es cada vez más difícil para las fracciones de la burguesía garantizar la gobernabilidad, principalmente en países como Venezuela, históricamente débiles en los planos económico, político y social.

El acercamiento del gobierno con algunos sectores del capital privado y de la oposición, es un “dialogo” forzado, donde el chavismo hace uso de su musculatura política para chantajear y humillar al contrario. En este sentido observamos que aunque la confrontación ha bajado de intensidad, volverá a tomar vigor en cuanto las fuerzas de oposición se recompongan. De hecho, con muy pocas excepciones, todas las fuerzas de la oposición comparten la tesis del fraude electoral, lo que expresa un estado de confrontación latente.

La perspectiva es que las facciones burguesas en pugna continúen su estrategia de polarización y división entre los trabajadores, a favor de las opciones burguesas de uno u otro bando.

Un aspecto no menos importante, que tendrá una influencia directa sobre la lucha de clases, es la acentuación de los ataques a las condiciones de vida de la clase obrera. Esta es una necesidad ineludible para cada burguesía nacional para poder enfrentar los efectos de la crisis económica que sacude al capitalismo a nivel mundial; y la burguesía venezolana no es la excepción, se trate de la “nueva” burguesía chavista o de la “vieja” burguesía que controló el poder en el pasado reciente. El proletariado venezolano, a través del desempleo y una creciente pauperización, ha padecido las consecuencias de una crisis económica que asume proporciones gigantescas debido a la confrontación entre las facciones burguesas en pugna. Después del revocatorio esta situación no hará sino acentuarse: el chavismo, requerirá mantener la ilusión populista de las misiones con miras a ganarse el apoyo de la población ante las elecciones regionales, parlamentarias y las presidenciales de 2006; misiones que se han sustentado en la explotación y un ataque sin cuartel a las condiciones de vida de los trabajadores, a través de la congelación de contratos colectivos, incremento de impuestos, altos niveles de inflación, deterioro de los servicios públicos, etc. Ahora la burguesía con un chavismo “guapo y apoyado”, tiene las manos libres para acentuar sus ataques contra el proletariado, en particular contra los empleados públicos (2).

Tal como lo planteamos en el llamamiento, el proletariado venezolano no tendrá otro camino que confrontar a la burguesía de capital privado o estatal, tal como lo hizo durante los gobiernos de Caldera, Carlos Andrés Pérez, etc. Debe tener claro que el gobierno chavista, a pesar de su verborrea “revolucionaria” y de autocalificarse cuando le conviene de “gobierno obrero”, es el encargado de llevar adelante la gestión del estado venezolano, que como todo estado capitalista se sustenta sobre la explotación y sometimiento de la clase obrera. Del lado de los burgueses y políticos de la oposición, el “mundo mejor” que nos ofrecen, no son sino cantos de sirena para buscar el apoyo de las masas trabajadoras, mientras también nos sumen en la miseria.

Es por ello que la lucha de los trabajadores debe romper con la trampa de quedar encerradas en la confrontación chavismo-antichavismo, ya que de esta forma se divide a los trabajadores y se socava la solidaridad de clase. Los trabajadores deben basarse en sus propias fuerzas y en sus propios medios de lucha, tal como lo hicieron los trabajadores del Metro, quienes a finales de septiembre paralizaron el servicio, debido a que sus contratos colectivos tienen 6 años sin revisión; o, los obreros de la siderúrgica SIDOR en Guayana, quienes paralizaron la producción reclamando el pago de beneficios económicos previamente acordados y mejores condiciones de seguridad industrial; o, los trabajadores de los servicios de salud dependientes de la Alcaldía Metropolitana, cansados del peloteo entre chavistas y opositores, han acentuado sus protestas exigiendo dotación para los hospitales y contra el retraso en sus pagos y bonificaciones; o, los jubilados y pensionados de esa misma Alcaldía y de la CANTV, quienes protestan indignados por las pensiones de hambre que reciben.

La lucha combativa de los trabajadores, es el único camino que puede abrir las puertas a que se desarrolle la solidaridad de clase y la confianza en sus propias fuerzas. De esta manera, se abrirían puertas para que los trabajadores se pueden ganar para su causa a esas masas empobrecidas que por ahora no tienen otra opción que aferrarse a las ilusiones que le presentan los sectores de la burguesía, tanto del oficialismo como de la oposición. En Venezuela, como en todo el mundo, el futuro depende de la lucha solidaria y conciente de los trabajadores.

Internacionalismo. 28-09-04


(1)Aunque la oposición utiliza las denuncias de fraude para hacerse de un espacio político después de la contundente derrota que le ha dado el oficialismo, no se debe descartar esta opción. El fraude ha sido una constante en las elecciones en Venezuela; la gran diferencia es que éste habría sido masivo e ingenioso.

(2)En una concentración con integrantes de las misiones 2 semanas después del revocatorio, Chávez dijo “Nosotros debemos terminar el viejo Estado burocrático, inepto e incapaz que recibimos hace 5 años y medio, el viejo Estado cuartorrepublicano, corrompido, ineficiente, que nunca sirvió para solucionar los problemas del país”. Obviamente, no se refería a los altos burócratas y dirigentes del chavismo, que forman parte de los “nuevos ricos”, privilegiados que ganan sueldos decenas de veces el salario mínimo, sino a la masa de empleados públicos, amenazados de despido por el gobierno Chávez, tal como lo estuvieron durante los gobiernos anteriores.




Situación nacional: 

  • Venezuela [3]

Vida de la CCI: 

  • Intervenciones [12]

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • El engaño del parlamentarismo [13]

Referendum del 15 de Agosto: Los trabajadores no deben escoger entreel verdugo Chávez o los verdugos de la Oposición

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Una vez más, las facciones burguesas del chavismo y de la oposición nos llaman a las urnas electorales. Han activado todos sus mecanismos mediáticos, se gastan fortunas en una campaña que aturde, para que el 15 de Agosto vayamos como buenos ciudadanos a votar a favor o en contra de revocarle el mandato al presidente Hugo Chávez. Nos quieren poner a escoger entre dos opciones burguesas, a decidir si va a ser la facción chavista o la opositora, quien de ahora en adelante se encargará de continuar con nuestra explotación. Los revolucionarios marxistas hacemos un llamado a la clase obrera venezolana, a los trabajadores, a que no se hagan ilusiones: la permanencia de Chávez en el gobierno o su sustitución por un gobernante de la oposición, en nada va a disminuir los ataques a las condiciones de vida de la clase obrera, a la profundización de la pauperización a que nos somete la burguesía al descargar sobre nuestros hombros las consecuencias de la terrible crisis económica y política que sacude al capital nacional.

El referéndum del 15 de Agosto (15A) no es un plebiscito mas u otra de las tantas elecciones a que nos convoca la clase dominante. Este referéndum, además de ser una oportunidad de la burguesía para intentar darle credibilidad y oxigenar su dictadura democrática, es el resultado de una profunda crisis política en las filas de la burguesía venezolana que se ha agudizado de manera progresiva desde el ascenso de Chávez al poder en 1999, que ha llevado a la polarización de las diversas fracciones que componen al capital nacional en dos facciones: una oficialista agrupada alrededor de la figura de Chávez, y otra, que se le opone, agrupada en la llamada Coordinadora Democrática. En la medida que se ha exacerbado la confrontación, los bandos que se oponen han desatado una intensa campaña que ha penetrado la vida social de tal manera, que se ha logrado dividir a buena parte de la población en “chavistas” o “anti-chavistas”. Obviamente, el proletariado no ha escapado a esta monstruosa campaña, lo que ha ocasionado una división en varios sectores de la clase, ya que muchos trabajadores militan en u otra opción, e incluso, algunos han sido heridos o han perdido la vida en confrontaciones violentas, defendiendo causas que sólo benefician a sus enemigos de clase.

El referéndum del 15A encierra un gran peligro para los trabajadores, ya que existe un alto nivel de incertidumbre con respecto a sus resultados y el acatamiento de éstos por los dirigentes de uno y otro bando1, lo que puede ocasionar enfrentamientos violentos de envergadura e incluso sangrientos, donde de nuevo sea derramada sangre proletaria. El proletariado venezolano y mundial debe tomar conciencia del grave peligro que representaría para la clase el permanecer atrapada en esta confrontación, no sólo debido a la perdida de vidas proletarias, sino al debilitamiento de su conciencia de clase. El proletariado debe evitar por todos los medios, servir de carne de cañón a cualquiera de los bandos burgueses en pugna.

¿Qué está a la base de esta confrontación?

La actual confrontación política, su virulencia, fanatismo, exacerbación y polarización es un resultado directo de las manifestaciones de la descomposición social en las filas de la burguesía venezolana, como resultado de la descomposición que vive el sistema capitalista a nivel mundial, que lleva a la sociedad a una situación de impasse, de bloqueo, debido a que por una parte la burguesía mundial no ha podido dar su “salida” a la crisis capitalista que se prolonga por mas de 30 años a través de una guerra mundial generalizada (tal como logró hacerlo el siglo pasado con las dos Guerras Mundiales), y por su parte el proletariado, no ha tenido la fuerza para derrocar al capitalismo. Esta descomposición ha tenido su máxima expresión a nivel mundial en el resquebrajamiento del sistema de bloques que existió después de la Segunda Guerra Mundial, al derrumbarse el bloque ruso en 1989; lo que ha traído como consecuencia, no la paz y el progreso que nos ofreció la burguesía mundial en ese entonces, sino una proliferación de guerras localizadas (Irak, Afganistán, Oriente Medio, etc.), hambrunas, terrorismo, pauperización de amplias capas de la sociedad, etc. A nivel de cada país, la descomposición se ha expresado a nivel político por la implosión de los partidos tradicionales de la burguesía, tanto de izquierda como de derecha, el incremento de tensiones entre facciones de las burguesías nacionales que ocasionan una situación de convulsión, caos e ingobernabilidad2; las nuevas fuerzas políticas emergentes, necesarias para el control obrero y social, y para que la burguesía pueda proseguir su supervivencia económica, actúan en un contexto de mayor crisis y caos mundial.

Es en este contexto que emerge el gobierno izquierdista y populista de Chávez, sobre las ruinas de los partidos del “Pacto de Punto Fijo”, principalmente del socialdemócrata Acción Democrática y el socialcristiano COPEI, carcomidos por sus luchas internas, la corrupción, el clientelismo político y el abandono de las necesidades básicas de la sociedad. Chávez, exmilitar, uno de los lideres del golpe de estado de 1992 contra el socialdemócrata Carlos Andrés Pérez, apoyado en su carisma y en su extracción popular, logra capitalizar a su favor el descontento social y la pobreza reinante, hasta llegar al poder en diciembre de 1998. Una vez en el poder, se rodea de los militares que le apoyaron en su movimiento conspirativo y junto con elementos de la vieja izquierda (dentro de ellos el PCV) y organizaciones y elementos izquierdistas (muchos de ellos exguerilleros de los años 60 y 70), derrotados y excluidos de los factores de poder de los gobiernos anteriores, apoyado en una amplia popularidad, toma por asalto las instituciones y poderes del Estado con un objetivo central: desarrollar una “verdadera burguesía nacionalista", viejo anhelo de la izquierda del capital y de la pequeña burguesía izquierdista.

Con este norte en mente, el proyecto chavista, proclamado como “revolución bolivariana”, emprende un feroz ataque contra los sectores de la burguesía que se beneficiaron de los gobiernos anteriores, tratando de excluirlos de toda vida económica, política y social. La respuesta y organización de éstos sectores de la burguesía, amenazados por el chavismo a lo largo de casi 6 años, nos ha llevado a la peor crisis política que ha vivido Venezuela desde comienzos del siglo pasado. En efecto, las facciones burguesas de oposición (con el apoyo evidente de los EEUU)3 desarrollaron una serie de acontecimientos para intentar sacar a Chávez del poder: paro empresarial de Diciembre de 2001; golpe de Estado de Abril de 2002, que mantuvo a Chávez fuera del poder por sólo 48 horas; paro petrolero de Diciembre 2002-Enero 2003. Después de fracasar en esos intentos, cambiaron la estrategia de pretender sacar a Chávez por la fuerza, y recurrieron a la figura del revocatorio presidencial, contemplado en la nueva constitución aprobada en 1999 por el chavismo para darle sustento jurídico a su “revolución”.

A pesar de todos los obstáculos que ha puesto el oficialismo y pese a todos los pronósticos (debido a la mayoría oficialista en todos los órganos de poder e instituciones), la oposición logró recoger las firmas necesarias para convocar el revocatorio. Como vemos, la llamada “revolución bolivariana” no es más que la concepción de un proyecto capitalista promovido por un sector del capital nacional y nada tiene que ver con los intereses de la clase obrera, ni mucho menos con la revolución proletaria, única opción para salir de la barbarie que vivimos en Venezuela y en el mundo.

Cuando ya nos acercamos al corolario de esta fase de la crisis política en Venezuela, algo debemos dejar claro los marxistas ante el proletariado venezolano y mundial: ésta crisis política ha tenido como telón de fondo los peores ataques a las condiciones de vida y a la conciencia de clase del proletariado venezolano.

Más, hay otras cualidades que hacen del chavismo un producto puro de la descomposición. Presionado por la oposición y por los propios EEUU, Chávez no solo ha hecho uso del arsenal ideológico de la vieja izquierda y ha exacerbado el planteamiento izquierdista (entre ellos el antinorteamericanismo, que lo ha llevado a ser un abanderado del altermundialismo en América Latina), sino que ha recurrido a todo el eclecticismo ideológico que caracteriza la actual fase de descomposición: fundamentalismo (expresado en el bolivarianismo), mesianismo, misticismo, etc., y recurre sin escrúpulos a utilizar contra sus opositores e incluso contra la clase obrera, lo medios mas putrefactos que ha utilizado la burguesía desde que el capitalismo entró en decadencia a comienzos del siglo pasado: el terrorismo de Estado, el pogromismo, la intimidación, el chantaje, la compra de conciencias, etc. En este sentido, Chávez ha aprendido muy bien la lección de los sectores de la burguesía que ahora le hacen oposición, que se presentan como pulcros y libres de toda culpa; cuando en realidad, el monstruo que ahora intentan controlar, es una criatura creada a su imagen y semejanza.

¿Cómo la clase obrera venezolana ha podido llegar a tal situación?

La primera respuesta a esta interrogante hay que buscarla en la horrenda campaña de “muerte del comunismo” y de “muerte del marxismo” desatada por la burguesía mundial después del derrumbe del bloque ruso en 1989. Esta campaña plantea como única opción de mejora social la “perfectibilidad de la democracia”, ubica la lucha de clases como un anacronismo histórico y diluye a la clase obrera en la masa de ciudadanos. En este sentido ha sido un ataque de envergadura contra la perspectiva del comunismo, contra la identidad histórica de la clase obrera y ha sido un tremendo freno a su combatividad y su conciencia.

A esta campaña han contribuido tanto la oposición como el chavismo. La primera se proclama radicalmente “anti-comunista”, y recurre a los teóricos que proclaman “el fin de la historia” y la supremacía de la democracia como la única opción para el futuro de la humanidad. El chavismo, aunque dice no ser comunista, hace uso de los recursos que le da la izquierda del capital para plantear un “capitalismo humanista” y una aproximación al socialismo por etapas sucesivas, partiendo del reformismo actual basado en la “democracia participativa y protagónica”. De esta manera, unos como otros intentan borrar de la conciencia del proletariado que la verdadera superación de la barbarie capitalista sigue estando en la capacidad de la clase obrera de derrocar al capitalismo con su lucha revolucionaria e instaurar la dictadura del proletariado.

Los sectores de oposición fundamentan su anticomunismo en el hecho de que el gobierno chavista ha intentado calcar el modelo capitalista de estado implantado en Cuba, una vez instaurada la llamada “revolución” cubana, que nada tuvo ni tiene que ver con el legado marxista de la revolución proletaria, ni mucho menos con el comunismo; y que ha permitido a la nueva burguesía que se instauró después del derrocamiento de Fulgencio Batista, mantener por casi 45 años la explotación, represión y control ideológico sobre el proletariado y la población cubana. De esta manera el chavismo, ha intentado desarrollar a través de las llamadas Misiones 4 los mecanismos de control social e ideológico sobre la población y la clase obrera, para intentar perpetuarse en el poder. Al igual que Fidel Castro y sus secuaces justifican la miseria de la población en el bloqueo económico impuesto por EEU (lo que no impide que millones de dólares lleguen a los bolsillos de la burguesía cubana), el chavismo la justifica culpando a los gobiernos anteriores al suyo, al decir que en 5 años es imposible corregir una situación ocasionada por mas de 40 años de “gobiernos oligarcas”.

El efecto mas nocivo de esta crisis política para la clase obrera ha sido que muchos trabajadores han quedado atrapados en la confrontación entre facciones burguesas. En efecto, los sectores burgueses confrontados en esta lucha a muerte por el control del Estado venezolano, a los pocos meses de iniciarse el gobierno de Chávez, desarrollaron una estrategia de polarización y confrontación, que se centró inicialmente en los sectores pequeño burgueses de uno y otro bando, mas logró abarcar a sectores de la clase obrera, creando divisiones en su seno. Las acciones de chavistas y opositores se concentraron en la industria petrolera, principal fuente de ingresos de la nación: tanto unos como otros lograron debilitar progresivamente la unidad y solidaridad que se había expresado a pocos meses de iniciado el gobierno de Chávez, cuando los trabajadores petroleros en el año 2000 paralizaron la producción, en protesta por los ataques a sus beneficios sociales; en esa oportunidad los obreros fueron fuertemente reprimidos por la Guardia Nacional (guardia pretoriana del chavismo) con un saldo de dos obreros muertos y varios heridos. Los sindicatos, controlados por la oposición lograron un mayor control, mientras que el gobierno desarrolló una asquerosa campaña calificando a lo trabajadores de conformar una “aristocracia obrera” al lado de las elites petroleras. El trabajo de división y erosión de la solidaridad obrera fue progresivo, hasta llegar al paro petrolero netamente burgués de finales del 2002, donde conseguimos a unos trabajadores petroleros colocados a la cola de las elites petroleras pequeño burguesas agrupadas en “Gente del Petróleo”, y muchos otros paralizados por los chantajes y la represión del gobierno. Al fracasar el paro, el gobierno despidió sin miramientos a más de 20.000 petroleros, la mitad de ellos obreros y personal administrativo. Aunque hubo manifestaciones de solidaridad con los trabajadores petroleros despedidos, las divisiones en el seno de la clase impidieron que ésta tuviera la fuerza suficiente para oponerse a esta sangría.

Las campañas mediáticas de los sectores burgueses han sido tales, que hoy muchos trabajadores se encuentran ofuscados, confundidos y atrapados en la confrontación chavismo-antichavismo; corsé que prácticamente les impide o les dificulta la reflexión. Las pocas expresiones de la lucha de los trabajadores para intentar resistir a los ataques contra sus condiciones de vida, quedan asfixiadas por la magnitud y virulencia de la confrontación interburguesa, o atrapadas en el interclasismo. Esta situación muestra, por una parte el peso de la ideología de la derecha y la izquierda del capital sobre la clase, y la propia debilidad del proletariado en Venezuela. Esta situación ha logrado socavar la solidaridad de clase, uno de los factores más importantes de la lucha del proletariado contra el capital, pues la resistencia obrera, su combatividad y toma de conciencia, están sustentados en la unión de intereses de la clase obrera a nivel nacional e internacional.

Mayores ataques para los trabajadores y la población

La pauperización es el camino seguro a que lleva el capitalismo a los explotados del mundo, y Venezuela no es la excepción. La crisis capitalista es irreversible, y por ello también el grado de pauperización a que el capital ha llevado a la clase obrera: la burguesía no tiene otra opción que redistribuir la miseria, todo lo contrario de lo que pregona de “distribuir la riqueza”. A lo largo de décadas de decadencia capitalista observamos cómo se hacen más distantes los polos de la minoría más rica de la sociedad (donde se cuentan ahora los “nuevos ricos” del chavismo)5 con respecto a la mayoría mas pobre, tendencia que se ha acentuado durante la “revolución bolivariana”.

El gobierno de Chávez, gobierno capitalista, es decir que se sustenta sobre la plusvalía extraída a la clase obrera, independientemente de su verborrea “revolucionaria” ha proseguido el camino de los gobiernos de Caldera y CAP; es decir, un ataque sistemático y sin cuartel a las condiciones de vida de la clase obrera: la gran mayoría de los contratos colectivos de los empleados públicos han estado congelados durante el período de gobierno chavista; los aumentos de salarios por decreto no llegan a compensar la acelerada alza de los alimentos; los niveles de desempleo abierto se ubican en un 22%-25%, de una fuerza laboral de alrededor de 12 millones; de ésta, un 57%, es decir, cerca de 7 millones viven en el subempleo y en la llamada “economía informal”; a las cargas impositivas del Impuesto al Débito Bancario y del IVA (16%), hay que añadirle los niveles de inflación mas altos de América Latina (del 30% para este año) que devoran el salario de los trabajadores; cerca de un 85% de la población vive en condiciones de pobreza; el salario mínimo oficial de Bs. 321.235 (alrededor de $160, según la tasa de cambio oficial), no llega a cubrir el costo de la canasta básica alimentaria de Bs. 545.361; el deterioro de los servicios públicos de salud, educación, transporte, etc. es inocultable, a pesar de las campañas mediáticas del gobierno; los niveles de delincuencia arrojan una cifras semanales de mas de 100 asesinatos; la pauperización de la sociedad se expresa a través de un crecimiento de la mendicidad infantil, la desnutrición y la prostitución juvenil. Esta es la cruda realidad a que nos somete a diario el chavismo, que descaradamente llama “revolución bonita” a su “proceso”, y el conjunto de los burgueses de la oposición que pujan por el poder.

La perspectiva es que, gane quien gane, las condiciones para la clase empeoraran: de continuar Chávez, tal como lo ha hecho hasta ahora, sustentará su “revolución” no sólo en un ataque ideológico contra la clase, sino en un ataque a sus condiciones de vida; un triunfo le daría carta blanca para acentuar los ataques contra los trabajadores, principalmente los empleados públicos6. De salir triunfante la oposición, requerirá un mayor “apretón de cinturones”, teniendo la atractiva excusa de que el chavismo ha hundido la economía y ha robado el erario público, cuando en realidad la crisis capitalista y la corrupción han sido una constante desde mucho antes del advenimiento de Chávez al poder. En este sentido, no hay que hacerse ilusiones con los cantos de sirena de la oposición, de que el empleo y las condiciones de vida mejorarán: cualquier incremento en los niveles de empleo inevitablemente lleva aparejado la precariedad, mayores ataques a la seguridad social y mayores cargas impositivas a los trabajadores.

No se trata de un problema moral, de que tal o cual burgués sea mas malvado que el otro, o de que tal gobierno administre mejor o peor los recursos de la nación, sino que tanto unos como otros, independientemente de la forma de gobierno que asuman (democrático o dictatorial), o del mayor o menor control de la corrupción, debe regirse por las leyes del capitalismo que se sustentan en la explotación del trabajo por el capital.

El futuro depende de la lucha de los trabajadores

El proletariado es la única clase social que puede poner fin a la barbarie capitalista. Sin embrago, para lograrlo debe recuperar su independencia, su solidaridad e identidad de clase. Para ello, debe impedir que sus movilizaciones queden atrapadas en el interclasismo de las luchas del “pueblo” o los “ciudadanos”.

La clase obrera no podrá evadir la confrontación contra el Estado burgués, esté dirigido por el chavismo o la oposición. La clase obrera es una clase explotada y tiene un papel histórico en la lucha contra el capitalismo, ya que juega un papel central en el proceso productivo y es capaz de desarrollar una conciencia de clase, es decir, una conciencia de sus objetivos históricos. Colocándose en su terreno de clase, puede darle un sentido, un rumbo, a las luchas y manifestaciones de indignación que a diario muestran las otras capas sociales no explotadoras de la sociedad.

Este es el reto que hoy tiene planteado el proletariado mundial, y en particular los trabajadores en Venezuela para no dejarse arrastrar por los cantos de sirena de la burguesía. También la actual situación plantea un reto histórico a las minorías mas politizadas y esclarecidas de la clase: hoy mas que nunca se requiere de su intervención en el sentido de promover la reflexión y discusión en el seno de la clase, mostrando los peligros que acarrea la ideología burguesa, en particular la ideología de izquierda e izquierdista, que tiene consecuencias nefastas para la clase obrera, tal como hoy lo vivimos en Venezuela.

  • CHAVISMO Y OPOSICIÓN SON DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA.

  • EL CHAVISMO, LA IZQUIERDA DEL CAPITAL Y LOS IZQUIERDISTAS SON ENEMIGOS DE LA CLASE OBRERA, TAL COMO LO SON LOS PARTIDOS DE DERECHA.

  • NO A LA CONFRONTACIÓN Y DIVISIÓN ENTRE PROLETARIOS.

  • LA ÚNICA SALIDA A LA BARBARIE QUE SE VIVE EN VENEZUELA Y EL MUNDO ESTÁ EN LA REVOLUCIÓN PROLETARIA.

INTERNACIONALISMO (Sección de la Corriente Comunista Internacional en Venezuela)

Email:[email protected] [14]

13-08-2004

 


 

1En las últimas semanas ha habido una verdadera guerra de encuestas: unas de hace un mes daban 10 puntos porcentuales al No (chavismo) sobre el Sí, mientras otras daban similar porcentaje pero a favor del Sí. Desde hace 2 semanas aproximadamente las encuestadoras hablan de un repunte de la oposición mayor o igual al 4%, mientras otras hablan de un margen de diferencia bastante estrecho de ambas intenciones de voto.


 

2Las convulsiones que se dieron en Perú con Fujimori, en Ecuador con Bucaram, y recientemente en Haití, Argentina y Bolivia, se inscriben dentro de la situación de caos creado por los efectos de la descomposición en América Latina y El Caribe.

3El gobierno de Bush no condenó desde un primer momento el golpe de estado contra Chávez en Abril del 92. Para EEUU Chávez es un factor de desestabilización en la región de El Caribe y Suramérica. La punta de lanza de su intervención son la OEA y el Centro Carter; también está el Comando Sur. Las declaraciones para que el proceso electoral sea transparente y sin presiones a la oposición, han sido cada vez mas frecuentes en las últimas semanas: la semana pasada, el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de EEUU, reclamó fuertemente al gobierno sus ataques contra Súmate, ONG de alto nivel técnico que ha organizado los aspectos electorales de la oposición, que recibe fondos de la National Endowment for Democracy (NED); a los pocos días, la asesora de seguridad Condoleezza Rice también criticó al gobierno de Chávez por el mismo motivo. El gobierno de Chávez ha intentado jugar con la confrontación Bush-Kerry, diabolizando al primero y teniendo expectativas sobre los cambios que traería un gobierno demócrata. Sin embargo, declaraciones de Kerry y sus asesores han sido contundentes contra el gobierno Chávez, mostrando la continuidad en la política de EEUU hacia la región.

4Para contrarrestar la acción de la oposición, el gobierno desde hace un año inició las llamadas Misiones: campañas populistas a las cuales se le asigna el nombre de próceres y batallas de las luchas de independencia de España, mediante las cuales se asignan recursos del Estado (principalmente producto de las exportaciones petroleras) para atender cuestiones de salud, educación, empleo, créditos, etc. Realmente se han transformado en un medio ideológico de la política del gobierno, de adoctrinamiento y para asignar recursos a los seguidores del “proyecto bolivariano”, haciendo uso de “mano de obra cubana” (médicos, asesores deportivos, militares, etc.) y de viajes de venezolanos a Cuba; servicios que se pagan con el suministro de petróleo al régimen cubano. Los recursos asignados a estas Misiones, que este año superarán los 2000 millones de dólares fuera de lo asignado en el presupuesto, es una de las principales fuentes de enriquecimiento de la “nueva burguesía”. Según las cifras que manejan encuestadoras que simpatizan con la oposición, estos recursos sólo llegan a beneficiar a 15% de la masa de pobres del país, situación en la que vive más del 80% de la población.

5Nos referimos a los nuevos capitalistas privados que apoyan al chavismo, que han pasado a formar parte de la nueva burguesía importadora, que ha desplazado o intenta desplazar a la vieja «oligarquía importadora» que se opone al chavismo. Este sector de la burguesía se beneficia de la importación sin restricciones de alimentos y productos que sustentan los planes sociales del gobierno.También forman parte de esta «nueva burguesía», los funcionarios públicos, parlamentarios, militares, burócratas sindicales, etc. que dan su apoyo incondicional al «proyecto chavista», que se reparten los ingresos del Estado y que devengan salarios que llegan a ser equivalentes a entre 20 y 60 salarios mínimos mensuales.

6La crisis política ha acelerado el desempleo: el gobierno despidió 20.000 trabajadores de la industria petrolera, y ha sido progresivo el despido de empleados públicos por oponerse al régimen. La orientación de recursos financieros para las Misiones, ha ocasionado prácticamente una congelación de los sueldos y salarios de los empleados públicos, y un mayor deterioro de los servicios públicos.

Situación nacional: 

  • Venezuela [3]

Corrientes políticas y referencias: 

  • Chavismo [4]

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • El engaño del parlamentarismo [13]

Discusión y reflexión política: factores vitales para recuperar la solidaridad en el seno de los trabajadores

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El NT es un grupo de compañeros empleados del magisterio, formado sobre la necesidad de desarrollar la discusión para la mejor defensa de los intereses de los trabajadores. En el transcurso de la única reunión que sostuvimos con este grupo, durante la cual expusimos nuestros puntos de vista y un panorama de la situación mundial y nacional, pudimos apreciar la cantidad de temas que habían sido, si no profundizados, al menos puestos en la mesa de discusión. Preocupaciones sobre la naturaleza de las elecciones, el parlamento, los sindicatos, la democracia, y, principalmente, sobre las características del proletariado en Venezuela, la hipótesis de la existencia de una “aristocracia obrera” en el sector petrolero, la naturaleza de clase del “chavismo” etc., habían formado parte en algún momento de los puntos de discusión, los cuales se corresponden con necesidades de clarificación política auténticamente proletarias. También pudimos apreciar la fuerte influencia que ejerce la ideología del chavismo en la mayoría de sus miembros.

La mayoría de los miembros del NT, tal como lamentablemente sucede con muchos trabajadores en Venezuela, no han escapado a las campañas de división y polarización que han desarrollado las fracciones burguesas del chavismo y la oposición. Esta situación, llevó a varios compañeros de este grupo, que anteriormente se habían abstenido de participar en procesos electorales, a participar en la campaña electoral por la revocatoria del mandato del actual presidente, tomando partido por la opción del “NO”, es decir, la no revocatoria del mandato. Tal situación dio origen a varias discusiones entre uno de los compañeros (D) que se opuso a tal participación, que llegaron a afectar la relación fraternal que se tenía en el seno del grupo, lo que motivó a D. a tomar posición a través de una carta dirigida a los compañeros, donde hace una autocrítica por haber caído en “la trampa de la banalización política” y hace un llamado a los otros miembros del grupo a reforzar los “lazos de amistad y solidaridad y hermandad de clase” que deben existir dentro de elementos de la clase. El compañero reafirma cuál es el interés de este grupo, que consiste en la discusión sobre cómo defender mejor los intereses de los trabajadores, al “ratificar en este aspecto cuál es el nódulo de la discusión y de mi preocupación; los trabajadores (muy a pesar de lo que se cree y que además muchos de nosotros creemos) no tiene nada que ver con la democracia y por lo tanto con sus derivados (parlamento, sindicatos, etc.)”. Dado el interés político que tales reflexiones suscitan para el proletariado, nos permitimos publicar esta carta casi en su totalidad así como algunos comentarios pertinentes.

Consideramos como aspecto central de la carta del compañero el llamado de atención que hace sobre la perdida de la identidad y la solidaridad en el seno de la clase proletaria, que se ha acentuado en los últimos años. La “solidaridad y hermandad de clase”, no son un “bello anhelo”, sino una necesidad vital cuya base se encuentra en nuestras luchas cotidianas contra el capital, que no pueden ser desarrolladas sin un esfuerzo colectivo. Históricamente, la identidad de clase sufre los primeros golpes con la traición de la socialdemocracia frente al inicio de la Primera Guerra Mundial, al llevar, junto con los sindicatos, a la clase obrera de sus respectivos países a la defensa de los intereses de su propia burguesía nacional, dando la espalda a las posiciones asumidas por la Segunda Internacional al denunciar el carácter reaccionario de tal postura. No obstante, la lucha del proletariado en Rusia en 1917 que llevó a la toma del poder por los obreros organizados en Consejos Obreros (Soviets) dio un nuevo impulso a la revolución proletaria. Por toda Europa se desarrolló la lucha del proletariado contra la carnicería imperialista y por la toma del poder a través de los Consejos Obreros. Sin embargo, al ser derrotado el proletariado en Alemania, la revolución queda aislada en Rusia. La revolución proletaria solo tiene sentido a escala planetaria hasta que el último bastión de las fuerzas de la burguesía quede derrotado; el aislamiento del proletariado Ruso llevaría entonces al desarrollo de la contrarrevolución interna liderada por Stalin. El régimen estalinista, quien proclamó el “socialismo en un solo país”, puso al proletariado mundial al servicio del capital nacional ruso a través de los partidos “comunistas”, haciendo uso de un lenguaje “marxista” y consignas tan caras al proletariado como el “internacionalismo proletario”. Esta asimilación de los regimenes estalinistas, denunciados en los años 30 por la izquierda comunista, constituyó otro golpe importante a la identidad de clase.

Ahora bien, la profundización de estos ataques tiene como marco hoy en día la campaña a nivel mundial que desarrolló la burguesía sobre la “muerte del comunismo”, como consecuencia del desmoronamiento de los regimenes estalinistas en 1989. Las mistificaciones sobre la “muerte del comunismo”, el “fin de la historia” y de la lucha de clases, han sido desarrolladas por la burguesía para profundizar la ideología democrática, en la cual, por la gracia de esta manipulación de la historia, el proletariado se diluye en la masa de los “ciudadanos” si se trata de la derecha o de el “pueblo” si hablamos de la izquierda o de las ideologías populistas. En adelante, la única opción válida sería “el perfeccionamiento de la democracia” e ir obteniendo “progresivamente” una mejoría del nivel de vida, tal como se planteaba en la época en que las reivindicaciones salariales y sociales se podían obtener a través de la lucha sindical y parlamentaria, es decir, en la época en que el capitalismo en pleno ascenso desarrollaba el mercado mundial. Nada ha sido mas falso, hoy la humanidad entera sufre sus peores azotes. Una parte importante de la humanidad (proletarios, campesinos, incluso pequeña burguesía) sufre de la pauperización absoluta producto del estancamiento histórico del capitalismo. Dado la perdida de la identidad de clase producto de la ideología ambiente sobre “la muerte del comunismo”, el proletariado no sólo sufre la dificultad de abordar sus luchas, en todos los planos, sino que se ve muchas veces enfrentado entre sí embarcado en luchas interburguesas.

Como lo hemos mostrado en ésta revista e intervenciones, en Venezuela el proletariado no ha escapado a tal azote. La actual confrontación de la facciones de la burguesía nacional en pugna ha llevado a ver a “ciudadanos” y “pueblo” enfrentados, es decir a proletarios dentro de un bando u otro, en una lucha entre los que defienden “la revolución bolivariana” y los que se oponen al régimen “Castro-Comunista” de Chávez, que no se corresponde con sus intereses vitales e históricos. El caso del paro Petrolero, promovido por la facción burguesa de oposición, donde obreros de Guayana fueron enviados para enfrentarse a los obreros petroleros de El Tigre es un ejemplo característico. También los diversos ataques que han sufrido los trabajadores petroleros que cayeron en la trampa de este paro empresarial, y que sufrieron la perdida de sus trabajos y el desalojo de sus viviendas sin que la solidaridad se haya manifestado, es otro ejemplo de cómo la ideología democrática, sea esta “participativa y protagónica” o “representativa”, atenta contra la solidaridad de clase. Ante esta situación, debemos desarrollar la discusión sobre la identidad y la solidaridad de clase a todos los niveles posibles, ya que es necesario prepararnos para las futuras luchas.

También queremos referirnos a la autocrítica que se hace D. sobre la “trampa de la banalización Política”. En el actual estado de enfrentamiento de las facciones burguesas, son utilizados todos los medios para intentar aplastar al adversario: campañas mediáticas, represión policial, acoso a los trabajadores en los entes públicos y en las empresas privadas para favorecer a uno u otro bando, conspiraciones, golpes de estado, trampas electorales, atentados terroristas, asesinatos, etc. Ello ha creado una atmósfera de inestabilidad y de zozobra, que deja poco espacio para la reflexión. El solo intento de plantear una discusión sobre aspectos que pudiesen poner en cuestión algunas de las posiciones en disputa, lleva a las calificaciones mas denigrantes: “escuálidos”, “marginales”, “tierrudos”, etc. Incluso, nuestra actividad se ha visto afectada por esta situación: algunos elementos honestos y sinceros, han reclamado ver en nuestros artículos un sesgo hacia una de las facciones. Este es parte del modo de vida del capitalismo en su fase de decadencia, acentuada por la entrada en la fase de la descomposición. La burguesía, atrapada en la fase terminal de su régimen, no tiene nada que ofrecer, sólo mistificaciones que se ubican al borde de lo irracional, de lo místico, de lo religioso.

A este respecto consideramos que los grupos, círculos, comités, etc., de trabajadores que surgen al margen de los sindicatos y los partidos de la burguesía sean estos de derecha o izquierda, se forman en determinadas condiciones como una manifestación de la clase, en su camino de toma de conciencia de sus intereses históricos, para desarrollar reflexiones sobre aspectos que afectan sus luchas. Conocemos de la honestidad de los compañeros: la única reunión que hemos realizado nos ha permitido calibrar esta característica que permite el desarrollo de la confianza y la solidaridad de clase en el medio proletario. Pero ello no basta. El inmediatismo, el localismo, el concepto izquierdista de los manejos entre bastidores realizados por “elites esclarecidas”, todos ellos conceptos ajenos a la conciencia proletaria, pueden echar por la borda las mejores intenciones. El proletariado encuentra en sus mejores tradiciones de lucha las armas para enfrentar este aspecto de la ofensiva ideológica de la burguesía. En este sentido, consideramos que este esfuerzo que han realizado los compañeros durante años debe ser reforzado con una discusión profunda pero: con un método, el método marxista del materialismo histórico que nos permita obtener una claridad desde el punto de vista de la clase. El marxismo, teoría revolucionaria del proletariado, implica una cultura que ha heredado lo mejor de la historia humana. Por otra parte, también es necesario abrirse a la participación de otros grupos y tendencias proletarias. La discusión sobre las fronteras que delimiten lo mas claramente las posiciones de clase del proletariado es fundamental para enfrentar de manera decidida las mistificaciones que la burguesía pone en el camino hacia nuestra toma de conciencia como única clase revolucionaria y portadora del comunismo.

A continuación la carta de D., la cual saludamos calurosamente, pues al tiempo que plantea la necesidad de la discusión sincera entre proletarios en un ambiente fraterno y de solidaridad, invita a continuar el trabajo en el NDT., mostrando una gran confianza en las capacidades del proletariado para alcanzar su identidad de clase.

G. 30-09-04

Sábado, 19 de Junio de 2004

Amigos

Siento que urge esta nota

Cada vez que me despido de ustedes, reflexiono; así, cuando es fin de semana, vacaciones o cualquier feriado que implique dejarnos de ver por algunas horas, días o semanas siempre pienso en ustedes…Esto de tenerlos presentes no es para mí otra cosa que la ratificación de nuestra amistad, en un medio (la escuela) donde la doblez es tan pronunciada.

Bien, reflexionando hoy -y aunque cueste creerlo- de manera autocrítica, evalué que el tratamiento de la contingencia política o quizás ideológica está siendo mal llevada por lo menos a lo que a mí respecta; y eso me preocupa y es lo que da origen a esta nota de carácter critica, pero profundamente amistosa, solidaria, cariñosa, afectiva.

El meollo del asunto que me preocupa es de no ser claro en cualquier crítica sobre el aspecto electoral, las características del gobierno Chavista y la conducta de los personeros del régimen; Y en vez de, con formalidad y profundidad hacer los señalamientos que tienen pertinencia con lo que considero intereses de los trabajadores; equivocadamente he tomado el atajo de la jodedera, ironías y la altisonancia en la critica, demostrando con ello mucha inseguridad en lo que digo defender, y además en lo que creo nos concierne a todos como explotados. He allí lo que me critico y lo que trataré de enmendar. He caído en la trampa de la banalización política.

Aprovecho para concluir; ratificar en este aspecto cuál es el nódulo de la discusión y de mí preocupación; los trabajadores (muy a pesar de lo que se cree y que además muchos de nosotros creemos) no tiene nada que ver con la democracia y por lo tanto con sus derivados (parlamento, sindicatos, etc.); estamos en un momento de pleno dominio de la burguesía sobre los trabajadores, aquí nos han enredado en una aparente lucha y enfrentamiento entre dos facciones de la burguesía que se disputan el poder y para eso cada una de ellas nos utilizan en sus políticas y estrategias. El asunto es cómo salirnos de esa manipulación, de esa utilización. Por eso es que me reclamo, me critico mi intemperancia; con ella le hago el juego a los enemigos. EN ALGÚN MOMENTO NUESTRA CONDICIÓN DE TRABAJADORES NOS LLEVARA POR LA VÍA CORRECTA….

Tomen esta pequeña nota como un esfuerzo para profundizar nuestros lazos de amistad, solidaridad y hermandad de clases.

Gracias, ustedes son mis amigos

D.


Vida de la CCI: 

  • Cartas de los lectores [15]

Relaciones Estados Unidos-Venezuela: El anarquismo venezolano al auxilio del capital nacional

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Este sesgo prochavista también lo expresan organizaciones de la izquierda comunista como el Partido Comunista Internacional, quien al calificar al régimen de Chávez de “reformista”, deja abierta la posibilidad de que represente un “mal menor” ante los sectores de la burguesía privada que se le oponen. Ver al respecto en el Nº 462 de “Le Prolétaire” (órgano en francés del PCI) el artículo “El golpe de estado fallido en Venezuela es una advertencia al proletariado”, traducido al español como un suplemento en agosto de 2002.

Situación nacional: 

  • Venezuela [3]

Geografía: 

  • Venezuela [16]

Corrientes políticas y referencias: 

  • Anarquismo "Oficial" [17]
  • Chavismo [4]

Ciclón en Haití ¿Una catástrofe natural?

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En Haití el horror ha llegado al colmo. Después de morir 1220 personas durante las torrenciales lluvias de mayo pasado, las inundaciones provocadas por la tormenta tropical Jeanne, la más destructiva de los últimos 15 años, han dejado más de 2000 muertos. En Gonaives, en el noroeste del país, donde han ocurrido los destrozos más terribles, las inundaciones arrastraban los cadáveres, millares de personas han perdido sus casas, y se encuentran sin alimentos ni agua potable. Todas las condiciones están dadas para que se propaguen las epidemias como el cólera y la fiebre tifoidea ¡

Sin embargo, Jeanne no es la tormenta más potente de la serie que ha recorrido El Caribe recientemente. De hecho, si Jeanne ha sido una catástrofe particularmente desastrosa y mortífera, se debe a que el país que ha arrasado en su recorrido y que ha devastado, Haití, es uno de los mas miserables del mundo. El estado de ruina y el grado de miseria que vive, acentuado por el desorden, la corrupción y el caos político, han precipitado y amplificado la catástrofe.

Lo que pone en evidencia esta pretendida “catástrofe natural”, es que los hechos trágicos no tienen nada que ver con la fatalidad. Las consecuencias sociales más terribles hay que sumárselas al sistema capitalista, un sistema cuyo único objetivo es la ganancia y la rentabilidad. En Haití, después de décadas de saqueo de los recursos naturales por las grandes potencias y de deforestación descontrolada, el país está desangrado y la mayoría de la población no sólo está reducida al estado de inanición sino que vive aterrorizada, sujeta a la confrontación de bandas armadas rivales que se enfrentan por la conquista del poder y en medio de una corrupción generalizada. En ese contexto de caos y de barbarie cotidianas, la tormenta “natural” no puede sino transformarse en catástrofe social.

Algunas de las “grandes democracias”, entre ellas Francia, se contentan con intervenir sólo deplorando los saqueos y revueltas.

Una vez más, la ayuda, ridícula con respecto a las necesidades, nos pone en evidencia que el sostén a las víctimas así como la prevención no son actividades rentables para el capitalismo. Mientras la burguesía es capaz de desplegar medios materiales impresionantes donde sus intereses estratégicos y militares están en juego, ella siempre muestra su falta de voluntad para proteger y socorrer a las poblaciones cuando esos intereses no se ven afectados.

W. 25 de septiembre de 2004


Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • La decadencia del capitalismo [18]

Cuestiones teóricas: 

  • Medio ambiente [19]

Daimler Chrysler: En respuesta a la crisis capitalista, la solidaridad de los trabajadores

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Los empresarios parecen haber conseguido lo que querían. Millones de asalariados han sido despedidos durante las vacaciones del verano con la noticia de que la compañía industrial más grande de Europa, en la principal planta de Mercedes en Stuttgart-Sindelfingen, va a estar en poco tiempo “ahorrando” costos de producción a costa de sus empleados. Quieren mostrarnos que aún en las compañías donde están teniendo ganancias, los trabajadores son extremadamente propensos para ser chantajeados con la amenaza de la transferencia de las plantas de producción a cualquier parte, y con despidos masivos. Precisamente en el momento en que las fuerzas laborales se dispersan para el descanso de verano, cuando, de manera aislada, el sentimiento de impotencia es particularmente fuerte, lanzan el recorte. Un recorte a expensas de los trabajadores, el cual afecta no sólo la fuerza de trabajo en Daimler-Chrysler, sino a todos los esclavos asalariados.

La economía de mercado no ofrece nada sino pauperización, inseguridad y explotación creciente

Pocas semanas después de que el personal de la Planta de Siemens en Bocholt y Kamp-Lintfort fueron chantajeadas para aceptar la semana de 40 horas sin pago compensatorio; después de que en Bavaria habían tomado la cabeza al extender el día laboral, también en el sector público, tampoco sin ningún pago compensatorio, los empresarios han empezado a clamar –dependiendo de su situación- por la semana de 40, 42, e incluso 50 horas. En Karstadt, por ejemplo, (una cadena de tiendas departamentales) se les dijo a los trabajadores: o trabajan 42 horas por semana o se eliminarán 4000 puestos de trabajo. Por doquier se están implementando medidas similares. La experiencia de las semanas pasadas, confirman de esta manera cada vez más lo que los trabajadores empiezan a sentir: que la tan mentada “economía de mercado” no tiene nada que ofrecernos sino inseguridad y explotación creciente.

El eje de la solidaridad de los trabajadores

Pero además de reconocer esto, hay otras lecciones de los conflictos de semanas pasadas que tienen que ser asimiladas. La clase gobernante quiere que saquemos de la lucha en Daimler-Chrysler la conclusión de que no tiene sentido que pongamos resistencia; de que la lógica de la competencia capitalista se impondrá de una u otra manera, por lo que sería mejor rendirse desde el principio; que los explotadores y los explotados deben estar en el mismo barco para “mantener el empleo en Alemania”.

Pero desde el punto de vista de la población trabajadora las conclusiones son diferentes. Más de 60 mil empleados de Daimler-Chrysler a todo lo largo de Alemania han participado en los pasados días en huelgas y acciones de protesta. Los trabajadores de Siemens, Porsche, Bosh y Alcatel han participado en manifestaciones en Sindelfingen. Esta lucha ha mostrado que los trabajadores han empezado a regresar a la escena de la lucha. Tomando en consideración el sufrimiento y miseria en puerta para los trabajadores de todo el mundo en los años venideros, podemos comprender que la cosa más importante hoy, es que aun que una vez más los capitalistas han maniobrado para imponer su deseo, esta vez los ataques no fueron aceptados pasivamente.

Pero lo más importante de todo es lo siguiente: cuando Daimler-Chrysler amenazó a los empleados en Sindelfingen, Unterturkheim y Mannheim con la transferencia de las plantas de producción a partir de 2007, concientemente tenían el objetivo de enfrentar a los trabajadores de las diferentes plantas unos contra otros. El hecho de que los empleados en Bremen participaron en las acciones de protesta contra los cortes salariales, el aumento de horas de trabajo y por la eliminación de recortes en Baden-Wurttemberg, frustraron esta estrategia de los empresarios. Esto empezó al menos a poner en claro que nuestra respuesta a la crisis del capitalismo sólo yace en la solidaridad de los trabajadores. Esta solidaridad es la fuerza que hace nuestra lucha posible, y que le da su significado.

La clase dominante quiere darnos la impresión de que la lucha en Mercedes fue una acción sin importancia que no los impresionó en lo más mínimo. Pero si se examinan los acontecimientos de los días pasado más de cerca, se puede concluir que la clase dominante está preocupada por el inicio de la resistencia de la clase trabajadora. Teme sobre todo, que se reconozca que la solidaridad no sólo es el arma más efectiva en la defensa de sus propios intereses, sino además que contiene el principio fundamental de una forma de orden social más alto.

Una “acción concertada” de la clase capitalista

El caso de Siemens se planeo para demostrar que, siempre que haya una amenaza de clausura de una planta, los trabajadores tendrán que aceptar seguir trabajando, no sólo con peores condiciones de trabajo y de pago, sino también con más horas de trabajo. Mercedes fue escogida para poner un segundo mensaje: que la extensión sin límites del régimen de explotación aplica no sólo donde la compañía o la planta tiene la espalda contra la pared. Puede aplicar donde sea. Esto fue por lo que Daimler fue seleccionada deliberadamente, precisamente porque es la mayor concentración de la clase trabajadora industrial en Alemania con cientos de miles de trabajadores. De esta forma, el mensaje de los capitalistas fue claro y fuerte. Este mensaje es que si dicho grupo fuerte de trabajadores, bien conocidos por su experiencia de lucha y su combatividad, no son capaces de evitar dichos ataques, los otros asalariados tampoco podrán oponer resistencia.

Los empresarios combinan sus fuerzas en las llamadas confederaciones para coordinar sus esfuerzos contra la clase trabajadora. Además, esas confederaciones están fusionadas con todo el aparato estatal. En este proceso, surge un tipo de división de trabajo entre el gobierno y las industrias. En realidad los ataques a estas empresas está relacionados con las “reformas” del gobierno federal. Los propios despidos son usados como chantaje para los que todavía siguen trabajando.

El nerviosismo de la clase gobernante de frente a la solidaridad de los trabajadores.

El hecho de que los ataques no iban a ser aceptados sin luchar se mostró con las protestas pero también con la reacción de la clase dominante. Los políticos, los sindicatos, el consejo empresarial y los empresarios se dieron cuenta que el conflicto en Daimler tenía que terminar lo más rápido posible. La sorpresa fue el entusiasmo con el cual participaron los trabajadores en las protestas. El espectro de la solidaridad de los trabajadores, considerado por mucho tiempo extinguido, amenazó con regresar. De frente a esto los representantes del capitalismo empezaron a ponerse visiblemente nerviosos. Nada es tan importante como la propia lucha de la clase para demostrar al mundo que ni la clase trabajadora ni la lucha de clases son cosas del pasado.

No queremos sobrestimar las luchas en Daimler. Estas luchas no fueron suficientes para evitar la penetración capitalista. Por un lado, porque el conflicto quedó limitado a los trabajadores de Daimler. La historia prueba que sólo la extensión de la lucha a otras partes de la clase trabajadora es capaz de detener, si bien temporalmente, los ataques de la burguesía. Por otra parte porque esta lucha nunca confrontó o al menos puso en cuestión el control sindical.

Los sindicatos dividen a los trabajadores y defienden los intereses de la empresa en contra de los trabajadores porque se han convertido en parte del capitalismo y su lógica. Esto significa que la solidaridad de los trabajadores y la extensión de sus luchas sólo puede ser lograda por los trabajadores mismos. Para esto se requieren asambleas masivas y soberanas y una forma de lucha dirigida hacia la unión de los diferentes sectores de empleados y desempleados. Esto sólo puede ser logrado independientemente y en contra de los sindicatos.

Estamos muy lejos de esa forma autónoma de lucha basada en la solidaridad activa. Sin embargo, hoy ya podemos encontrar las semillas de tales luchas futuras. Los trabajadores de Daimler estuvieron concientes de que ellos estaban luchando no sólo por ellos mismos, sino por los intereses de todos los trabajadores. A largo plazo, los esfuerzos de hoy, hacia la resistencia de los trabajadores, hacia el resurgimiento de la solidaridad, irá mano a mano con una reflexión más profunda que cuestione la barbarie de este sistema.

CCI/septiembre de 2004.


Geografía: 

  • Alemania [20]

Vida de la CCI: 

  • Intervenciones [12]

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • La lucha del proletariado [1]

Elecciones en Estados Unidos: ¡No a las elecciones capitalistas! ¡Sí a la lucha de clases!

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Estamos siendo bombardeados diariamente con la propaganda sobre cuán absolutamente importantes son las elecciones este año, por parte de los medios de comunicación, políticos, líderes obreros, el clero, la academia, líderes de derechos civiles, estrellas de rock, estrellas de cine, y líderes del movimiento de anti-guerra de todas las instituciones que sostienen al estado capitalista. Nos dicen que éstas son las elecciones más cruciales en nuestra vida, que el futuro de la humanidad literalmente cuelga en la balanza. Pero todo esto no tiene sentido.

Las diferencias entre Bush y Kerry son mínimas - sobre problemas secundarios de estilo, diferentes puntos de vista para llevar a cabo las mismas metas. Ellos comparten el mismo compromiso de mantener la hegemonía imperialista americana, la misma meta estratégica de prevenir la emergencia de cualquier país que podría desafiar la dominación americana como la única superpotencia del mundo. Ambos apoyan la guerra en Irak. Ambos buscan fustigar la fiebre patriótica para poder zambullirnos en más guerras en los próximos años. Ambos se empeñan en fortalecer las fuerzas armadas y así acelerar el militarización de la sociedad americana. Ambos dan su apoyo creciente a la represión estatal: Bush a través del Acto del Patriota americano y Kerry a través de su promesa para llevar a cabo las recomendaciones de la Comisión 9/11 que incluye el establecimiento de una red del espionaje doméstica que dejará en pañales todo lo que ha hecho hasta ahora el FBI. Ambos defienden el capitalismo y la cruel explotación de la clase obrera, en los EE.UU. y alrededor del mundo.

Efectivamente, ellos aparentan divergir principalmente sobre cuestiones sociales secundarias como el aborto, ecología, y la investigación celular, pero éstos son problemas candentes que la clase capitalistas realmente no planea resolver de ninguna manera. Ambos usan estas controversias cínicamente para fustigar las emociones políticas y distraer la atención, de los problemas fundamentales de la crisis económica capitalista y la lucha de clases. Estas divergencias son más para el show que otra cosa.

Hoy, las elecciones han perdido cualquier significado excepto como una mistificación, como un medio para confundir, trampear y manipular a la clase obrera haciéndole pensar que es libre de escoger su futuro. La democracia burguesa es de hecho la forma más sofisticada y perniciosa de dictadura de la clase que el mundo ha visto alguna vez, la dictadura de clase del capitalismo. En el período de ascenso del capitalismo cuando las elecciones les importaba, la burguesía se resistió a la expansión del voto con uñas y dientes. Ahora que las elecciones son inútiles excepto como una mistificación ideológica, ellos siguen ampliando el número de votantes, haciéndoles cada vez más fácil registrarse y votar porque ellos quieren atrapar a más personas en la charada.

Para la clase obrera, no tiene sentido participar escogiendo qué político capitalista será la cabeza titular de la dictadura de la clase burguesa. Para la clase obrera, es la lucha de clases, la defensa inflexible de sus intereses de la clase obrera, lo único que tiene sentido. Es esta lucha, que inevitablemente confronta a la clase obrera con el estado, la que contiene las semillas de la lucha revolucionaria que es capaz de destruir el estado capitalista y su horrible sistema económico, y hará posible la creación de una comunidad social genuinamente humana, liderada y controlada por la clase obrera, organizada en los concejos obreros. En tal sociedad el principio guía será el atender las necesidades sociales, sin explotación del trabajo ni la búsqueda de ganancias. Cualquiera que gane en noviembre, la orientación fundamental del estado americano será la misma: guerra imperialista en el extranjero y austeridad en casa.

Internationalism, 17 de agosto de 2004.


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Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • El engaño del parlamentarismo [13]

15 años después del hundimiento del bloque del Este: una era de guerra y caos

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El año 1.989 conoció el hundimiento del bloque soviético. Este hecho, fruto en primer lugar de la crisis económica mundial del capital, tuvo inmediatamente repercusiones muy importantes sobre la vida y el desarrollo del capitalismo. La clase obrera debe recordar que en ese momento todos los líderes de la burguesía mundial nos prometieron una nueva época, “una era de paz y de estabilidad”. El hundimiento del estalinismo debía significar, supuestamente, el fin de la barbarie. La evolución sangrienta de la realidad demostró muy rápidamente lo contrario. Desde comienzo de los años 1990 la barbarie se instaló como realidad permanente en la vida de la sociedad, generalizándose al conjunto del planeta, golpeando de manera cada vez más ciega y extendiéndose progresivamente a las grandes metrópolis capitalistas. Esta realidad nos situó en la entrada del capitalismo en la fase última de su decadencia: la de su descomposición acelerada. En lugar de un enfrentamiento imperialista encerrado en el corsé de hierro de los bloques imperialistas soviético y americano, se comenzó a instalar una lógica guerrera radicalmente diferente, una lógica donde cada país capitalista defendía sus propios intereses al margen de cualquier alianza estable con un Estado imperialista dominante. Caos, pérdida de control, anarquía en aumento y aceleración de la descomposición son su dramática concretización.

El capitalismo confrontado a su fase de descomposición

En 1991 la guerra del Golfo concretizó por vez primera vez la apertura a lo grande de las puertas del nuevo desorden mundial, aunque este conflicto permitió momentáneamente a los Estados Unidos reafirmar su papel de primera potencia. Entonces fue el propio gobierno americano quién provocó esta guerra, cuando su embajadora April Glaspie hizo creer a Saddam Hussein que un eventual conflicto entre Irak y Kuwait sería considerado un problema “interno del mundo árabe”, fingiendo que los USA se desentenderían de la cuestión. Induciendo a Saddam Hussein a que invadiera militarmente Kuwait, los Estados Unidos obtenían el pretexto para una intervención militar masiva. Para el imperialismo americano, esta guerra fue el instrumento de la reafirmación brutal de su autoridad sobre las principales potencias rivales como Alemania, Francia y Japón que, después de 1989 y del hundimiento del bloque soviético, tendían cada vez más claramente a defender sus intereses imperialistas desarrollando una política creciente de contestación del liderazgo americano. Es indudable que en esta época la potencia americana consiguió una victoria de dimensión mundial. Se permitieron el lujo de dejar a Saddam Hussein como señor de Bagdad con el fin de que Irak no cayera en un caos total como ocurre en la actualidad. Pero esta victoria no podía ser más que de corta duración. Lo mismo que ningún apaciguamiento duradero puede darse en el plano de la competencia económica, las tendencias centrífugas del “cada uno para sí” de cada potencia imperialista ganan en amplitud, obligando de nuevo inexorablemente a los Estados Unidos a utilizar su supremacía militar, con el fin de tratar de frenar la contestación creciente a su autoridad. Así anunciamos en 1991: “... sobre el plano político y militar o sobre el plano económico, la perspectiva no es la paz y el orden sino la guerra y el caos entre naciones...” (Revista Internacional nº 66, artículo “El caos”).

Esta tendencia a la descomposición del capitalismo y al debilitamiento del liderazgo americano han proseguido y se han confirmado a lo largo de los años 1990. Sólo algunos meses después de la primera guerra del Golfo, se desencadeno de nuevo la barbarie que llevaría en 1992 al incendio total de la región de los Balcanes. Fue Alemania la que, animando a Eslovenia y Croacia a proclamar su independencia frente a la antigua confederación yugoslava, hizo saltar por los aires a este país y jugó un papel primordial en el desencadenamiento de la guerra en 1991. Frente al empuje del imperialismo alemán, las cuatro grandes potencias (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Rusia) sostuvieron y alentaron al gobierno de Belgrado a llevar una contraofensiva particularmente mortífera. Sin embargo, el debilitamiento histórico de Estados Unidos ya en marcha en 1991 le condujo a cambios de alianzas sucesivos traduciéndose por su apoyo a Serbia en 1991, a Bosnia en 1992 y a Croacia en 1994. Los Balcanes se transformaron entonces irremediablemente, como Afganistán algún tiempo más tarde, en un verdadero lodazal hecho a base de guerras civiles permanentes. Actualmente en Afganistán, ninguna autoridad local o americana, puede ejercer fuera de la capital Kabul. Los años 1990 conocieron una generalización progresiva del caos, expresión de la evolución de la descomposición de la sociedad capitalista, descomposición que conoció una violenta aceleración a comienzos de los años 2000.

Un mundo que se hunde en la anarquía y la barbarie

Es imposible describir la situación actual de Irak. El semanario francés Courrier International del 14 de Junio titula: “Irak: la violencia constante”. La jornada del jueves 24 de Junio es un ejemplo dramático del estado de guerra civil en el cual se encuentra enfangado Irak. Este día, hubo más de siete atentados únicamente en la ciudad de Mosul, ocasionando oficialmente al menos 100 muertos. Al mismo tiempo, los enfrentamientos armados proseguían en numerosas ciudades iraquíes como Bakuba o Nayaf. Tras transferir el poder al nuevo gobierno iraquí, el país sigue hundido en un caos total, una anarquía generalizada donde las fuerzas políticas y militares no pueden más que controlar zonas geográficamente limitadas. El primer ministro iraquí Ayad Alaui se esfuerza en anunciar, con un gran esfuerzo publicitario, que tomará personalmente en su mano la lucha contra la violencia, y esto después del aumento de los enfrentamientos militares, atentados y otros sabotajes de oleoductos, pasando por las capturas de rehenes finalizando muy a menudo con los asesinatos sangrientos. La decapitación de los prisioneros, filmadas y proyectadas en todas las pantallas del mundo, se han convertido actualmente en una práctica corriente. Tortura y terrorismo han formado siempre parte de los conflictos armados de la historia, pero quedaban como fenómenos secundarios. Esta degradación de las reglas de los enfrentamientos es sin ninguna duda una de las expresiones mayores de la aceleración de la descomposición del sistema capitalista.

La perspectiva en este país no puede ser más que una desestabilización creciente. El debilitamiento, y la pérdida de control de Estados Unidos son patentes. El New York Times declara: “...Las fuerzas de la coalición no solamente no pueden asegurar la seguridad de la población iraquí, sino igualmente realizar otro objetivo designado como prioritario por la administración provisional: el restablecimiento total de la electricidad antes del comienzo de los calores del verano...”. En Irak actualmente, falta de todo, hasta el agua potable, a una población enfrentada a unas condiciones de supervivencia espantosas. Cada vez con mayor claridad, kurdos, chiitas, sunnitas expresan sus intereses propios y divergentes. Además, un fenómeno nuevo está generalizándose: la aparición de bandas armadas, fanatizadas, pasando a la ofensiva armada contra los intereses de Estados Unidos fuera de todo control asumido por las organizaciones étnicas o religiosas nacionales. Antes mismo de que esté en marcha, el gobierno provisional aparece totalmente impotente y desacreditado.

El Washington Post afirma: “...Aunque la administración Bush ha prometido muchas veces que los iraquíes recuperarían su soberanía completa, está claro que son los oficiales americanos los que se reservan el dominio completo sobre la cuestión esencial de la seguridad”. La perspectiva es la de un hundimiento creciente de la potencia americana en el lodazal iraquí, su incapacidad para dominar militarmente la situación en Irak es manifiesta. Este debilitamiento acelerado se ha evidenciado por la obligación para los Estados Unidos de pasar por la ONU, un proyecto de resolución americano-británico propuesto a fines de mayo al Consejo de Seguridad proponiendo, entre otras cosas, el envío de fuerzas multinacionales bajo mando americano. Este recurso obligado a la ONU por la administración americana es la manifestación directa de su incapacidad para asegurar el dominio por las armas de un país tan débil como Irak. Detrás de las primeras declaraciones de fachada se percibe el apetito de las otras grandes potencias que quieren aprovechar rápidamente cada retroceso de Estados Unidos para defender sus propios intereses imperialistas. El 27 de mayo, China difundió un documento apoyado por Rusia, Francia y Alemania declarando objeciones y proponiendo cambios importantes a esta resolución. Sobre todo que el gobierno interino debía gozar de la “plena soberanía sobre las cuestiones económicas, de seguridad, de justicia y diplomáticas”. También, estas potencias han propuesto que el mandato de la fuerza multinacional en Irak se acabe a finales de enero de 2005 y que el gobierno provisional sea consultado para las operaciones militares con la exclusión de las medidas de autodefensa. De hecho, este documento, directamente dirigido contra Estados Unidos, demuestra que la única preocupación de las grandes potencias es hundir y debilitar tanto como sea posible a la primera potencia mundial sin preocuparse lo más mínimo por las consecuencias que tal enfrentamiento puede traer para la población iraquí y para toda la región.

Asistimos actualmente a una desestabilización del conjunto de Asia del Sudoeste. En Arabia Saudita, los atentados atribuidos a Al-Qaeda se multiplican, manifiestan el enorme aumento de las tensiones entre el régimen de Ryad y los elementos Wahabitas cada vez más numerosos y fanatizados. La virulencia de los dirigentes chiitas iraquíes pueden tener repercusiones en la estabilidad de Irán. En cuanto a Turquía, la tensión es particularmente fuerte. A principios de junio, el PKK (partido de los trabajadores kurdos) ha anunciado que pone unilateralmente fin al “cese del fuego” en la guerra contra el estado turco. La Neue Zueriche Zeitung del 3 de junio informa que “círculos del ejército turco piensan que centenares de rebeldes armados del PKK se han infiltrado en Turquía desde el norte de Irak”. El mismo diario señala que “un nuevo desencadenamiento de la guerra puede ser devastador para el conjunto de la región”.

Por otro lado, después de la llegada de la administración Sharon al poder en Israel, la situación en Oriente Medio no ha hecho más que hundirse en una guerra permanente y aumentar las masacres de la población. Detrás del proyecto de un gran Oriente Medio, de una hipotética retirada de los israelíes de la banda de Gaza y de una ocupación militar creciente de Cisjordania, se materializa al igual que ocurre con Estados Unidos una política de huida hacia delante por parte del gobierno israelí. Es patente que la lógica guerrera toma de forma absoluta la iniciativa a otras modalidades de defensa de los intereses nacionales israelíes. Esta política, suicida en el tiempo, provoca un aumento de las tensiones entre Israel y Egipto, el único aliado, después del estado hebreo, que queda a Estados Unidos en la región. De hecho, la administración americana influye cada vez menos en la orientación de la política guerrera israelí. Esto traduce la incapacidad actual de Estados Unidos para jugar su antiguo papel de gendarme mundial. Esta realidad no hace más que expresar al más alto nivel la pérdida de control de todas las otras grandes potencias en las zonas que tratan de mantener bajo su influencia.

Las incursiones militares desencadenadas en Ingushetia en la noche del 21 al 22 de Junio que han causado al menos 48 muertos, entre ellos el ministro Kostoiev, nos indica que el conjunto de repúblicas del sur de la URSS, y no solamente Chechenia, tienden a hundirse en la anarquía y la guerra civil. En cuanto a Francia, y esto después de su participación activa hace diez años en las masacres de más de un millón de personas en Ruanda, tiene que constatar actualmente su propia impotencia. Los Tutsis están en esta mitad de junio de nuevo en el centro de un conflicto que golpea de lleno a la república del Congo. Le Soir (diario belga) del 4 de junio afirma: “Los incidentes al este del país hacen pensar lo peor a numerosos observadores: el resurgimiento de la guerra en una región martirizada por los conflictos fronterizos, políticos y étnicos sangrientos”.

La descomposición del capitalismo: una realidad en plena aceleración

Los atentados terrorista del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York habían llevado a Estados Unidos a afirmar que perseguirían el terrorismo hasta en los últimos rincones del planeta, llevando la democracia y la paz. El resultado actualmente se inscribe con letras de sangre por todo el mundo. La anarquía total que vemos en Irak y que se extiende progresivamente a todo el Sudoeste de Asia manifiesta la pérdida de control en aumento por las grandes potencias de este mundo de la marcha general de la sociedad. La dinámica de la guerra en Irak no es más que un ejemplo dramático y bárbaro de lo que espera a toda la humanidad si la clase obrera deja al capitalismo realizar su única perspectiva. El engranaje al que están encadenadas todas las potencias capitalistas, incluso las más fuertes, no puede más que producir cada vez más dramáticamente guerras como la que se está desarrollando en Irak. Esta barbarie en plena evolución ha alcanzado al corazón de Europa, con los atentados terroristas del 11 de marzo en Madrid donde el objetivo era la mayor masacre posible de la población obrera. Es importante que el proletariado comprenda que, contrariamente a lo que tantas veces nos hace creer la burguesía, esta evolución guerrera, totalmente irracional y bárbara, no es debida a la locura de algunos dirigentes del mundo. Es por ejemplo de notoriedad pública que J.Kerry, el candidato demócrata a las próximas elecciones presidenciales americanas, no tiene ninguna alternativa que proponer a la actual orientación en política exterior de la administración Bush. Cualquiera que sea el resultado de estas elecciones, el fondo de la lógica imperialista americana no será modificado en nada. La huida hacia adelante militar por parte de Estados Unidos para rechazar su debilitamiento histórico y su pérdida de control sobre el mundo es un hecho totalmente irreversible. El desorden mundial actual no es debido, como afirma la propaganda de la burguesía a un fanático religioso llamado Bin Laden o a una administración americana compuesta de otros fanáticos de la guerra a ultranza como Rumsfeld o Wolfowitz. Bien al contrario, es la quiebra en curso del capitalismo mundial, la que lo pone en una lógica de guerra totalmente irracional, la que determina la evolución de los hábitos de la burguesía y los equipos gobernantes de los Estados. En este sentido, el capitalismo tendrá cada vez más en el porvenir que llevar al poder a las fracciones de la burguesía más fanatizadas, incluso dentro de las grandes potencias de este mundo. Como los marxistas han afirmado siempre, sólo el proletariado porta con él la fuerza capaz de destruir el capitalismo y de impedir que el mundo se hunda en la peor de las barbaries. La clase obrera debe guardar en su memoria que la revolución proletaria en Rusia en octubre de 1917 fue la que puso fin a la primera carnicería mundial.

Tino

Artículo traducido de Revolution Internationale, Julio 2004, publicación en Francia de la CCI.


Acontecimientos históricos: 

  • Hundimiento del Bloque del Este [22]

Cuestiones teóricas: 

  • Descomposición [23]

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