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Una vez más Oriente Medio asiste a una escalada guerrera que sólo puede significar un mayor hundimiento en la barbarie. La ofensiva desatada por el ejército israelí en la franja de Gaza desde el pasado 28 de junio, en represalia por el secuestro de un soldado israelí, es el comienzo de una sobrepuja en el que la población, tanto la palestina como la israelí, se ve atrapada como rehén. Actualmente 5.000 soldados del Tsahal y decenas de blindados se han desplegado en las fronteras de la franja de Gaza frente a las bandas armadas palestinas, atrapando como decíamos a la población civil en una trampa mortal.
La situación actual en Oriente Medio, ese barril de pólvora cada vez más explosivo que se va cebando desde la IIª Guerra Mundial, demuestra como cada uno de los «pasos hacia la paz», sirve en realidad para relanzar la guerra. Así, por ejemplo, el 22 de Junio el primer ministro israelí Olmert y el presidente palestino Abbas se habían reunido para «relanzar el proceso de paz». Olmert incluso había declarado «estar dispuesto a todo por un solo objetivo: llegar a la paz, conseguir compromisos, organizar las retiradas de ciertos territorios». Hoy, en cambio, amenaza a la población palestina con utilizar «las medidas más extremas», y bombardea la central eléctrica más importante de Gaza, dejando sin suministro a la mayor parte del territorio durante al menos seis meses. La población huye despavorida de las zonas de combate en el norte y el sur de esa ratonera en que se ha convertido la franja de Gaza, donde ya en momentos de “calma” la población vive angustiada por las frecuentes incursiones militares o disparos de granadas, por lo que padece insomnio, traumatismos psíquicos y otros trastornos nerviosos. Estamos hablando de una población de 1’2 millones de seres humanos que sufre atormentada la falta de agua potable, de víveres, de medicamentos, etc. y cuyo único destino parece ser la miseria más absoluta, la locura y la muerte, con el consentimiento de la llamada “Comunidad Internacional” que no duda en suprimir la ayuda humanitaria a los palestinos (una vez más la población es rehén de las peleas entre explotadores) como castigo al éxito electoral de Hamás, un grupo islamista que no reconoce a Israel.
El hundimiento en el infierno
Sea cual sea el grupo que ha secuestrado al joven soldado israelí, la burguesía israelí ha puesto a Hamás, y sobre todo a su rama más radical, en la diana. Así el 29 de Junio, tropas israelíes arrestaban a 90 altos cargos del gobierno palestino en Cisjordania (entre ellos una decena de ministros y una veintena de diputados), con lo que Tel Aviv quiere demostrar su firmeza. Que lejos queda ahora el “acercamiento” entre Mammoud Abbas y Ehud Olmert que tuvo lugar en Jordania semanas atrás cuando incluso se veía posible la convocatoria de un referéndum entre la población palestina para ratificar los pasos dados por Hamás para reconocer a Israel y entablar negociaciones con su gobierno.
Hoy la única perspectiva es la de una agravación de las tensiones de todos contra todos. Por mucho que los ministros de asuntos exteriores del G-8 reunidos en Moscú exhorten a Israel «a la máxima moderación», a pesar de la voluntad de EE.UU. de utilizar su influencia para, tras haber aprobado la ofensiva militar, convencer a Israel para que «en cuanto pueda, vuelva al espíritu del proceso de paz», los acontecimientos actuales auguran nuevas masacres, ya que la actitud del gobierno israelí, al igual que el de su predecesor Sharon, sigue siendo la de una total irracionalidad, un hundimiento ciego e irreversible en la barbarie. Lo que domina la actuación de las dos partes en conflicto es la escalada militar. Por parte de Hamás y de las fracciones cercanas a Al Fatah, que hace poco se tiroteaban mutuamente en las calles de Gaza, han decidido aparcar sus diferencias, para preparar conjuntamente una defensa “a toda costa” de los territorios palestinos contra la invasión israelí. El ejército israelí, por su parte, se propone sitiar la franja de Gaza, con todo lo que ello implica, al mismo tiempo que prosigue la fragmentación de los territorios palestinos de Cisjordania.
Pero además de la situación en los territorios ocupados, este reforzamiento de la posición israelí significa también una presión añadida sobre el Líbano y, en particular, sobre Siria que es quién apoya a los grupos islamistas radicales de Hamás y la Jihad Islámica, aunque este apoyo deba hacerse bajo mano pues aún debe disimular su agresividad sobre todo tras el revés sufrido – y aún no digerido - hace año y medio cuando la presión de las grandes potencias, sobre todo de EEUU y Francia, le obligaron a desalojar el Líbano.
Irak/Irán: el debilitamiento de Estados Unidos y la acentuación de las tensiones
Este contexto de agravación de las tensiones entre Israel y Palestina está particularmente marcado por el fracaso norteamericano para imponer la famosa “hoja de ruta” propuesta por Bush en 2004, y por el fiasco de toda su política en Oriente Medio. Irak es hoy un país que chorrea sangre y fuego por sus cuatro costados; en el que se suceden imparablemente atentados cada vez más terroríficos, y donde las acciones de la guerrilla antiamericana y las luchas entre las facciones chiítas, sunnitas y kurdas, se exacerban día tras día ante la impotencia evidente de Estados Unidos. Tras de España, ahora son Italia, Rumania y Japón quienes “abandonan la nave” a la deriva. El gobierno norteamericano, que debe hacer frente a una opinión pública cada vez más levantisca por los más de 2500 muertos, se ve cada vez más presionado para retirarse dejando tras de sí no una “próspera democracia” como prometió en 2003, sino un solar devastado por el terror y las masacres, con las diferentes bandas esperando como buitres la salida de las tropas norteamericanas para lanzarse a una carnicería de unas contra otras. La liquidación de Al Qaeda, pretexto de las operaciones militares en Afganistán e Irak, no sólo no se ha producido, sino que este grupo terrorista está conociendo en realidad una significativa expansión aumentando su osadía como pone de manifiesto la ejecución filmada y difundida por Internet de cuatro diplomáticos rusos el 25 de Junio pasado, o los ataques cada vez más frecuentes a la coalición internacional en Afganistán, como los que recientemente han costado la vida a un soldado español.
Pero aún así, el verdadero quebradero de cabeza del coloso americano, es sobre todo Irán que se ha convertido en el principal factor de la agravación de las tensiones guerreras. La negativa descarada y desafiante de Teherán a abandonar su programa nuclear, pese a las exigencias norteamericanas ha acentuado el debilitamiento de Washington y ha fortalecido a Irán en sus pretensiones de llevar la voz cantante en lo relativo a Oriente Medio. El fortalecimiento del poder de las fracciones chiítas en Irak juega a favor de esas intenciones de Irán. Como también alimenta la agresividad iraní, la creciente complicidad de una Rusia que cada vez muestra más abiertamente su pretensión de volver a jugar sus propias bazas, reapareciendo en la escena internacional como opositor a una Norteamérica en declive, como en los “buenos tiempos pasados” de los bloques imperialistas.
Lo que caracteriza toda la situación actual, es la ausencia total de futuro, el pudrimiento de todas las situaciones de conflicto, las destrucciones cada vez más atroces e inútiles. Cada día que pasa supone un paso más hacia la nada y pone más en evidencia, si cabe, el atolladero que representa para la humanidad la supervivencia del sistema capitalista en plena descomposición.
Adaptado de Révolution Internationale (publicación de la CCI en Francia) nº 370.