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¿Por quién hemos de tomar partido?
¿Por los periódicos occidentales que han publicado ridículas caricaturas de Mahoma con el único objeto de provocar e insultar a un grupo minoritario, con el pretexto de la libertad de expresión?
¿O, por los manifestantes islámicos que desfilan por las calles llamando a que se repitan atentados como los del 11 de Septiembre, 11-M o los recientes de Londres, para castigar a “Gran Bretaña” o a “Europa”?
¿Con cuales de esos valores hemos de identificarnos; con los de la moderna democracia occidental o con los del Islam? ¿Cuál de ambas civilizaciones posee una moral más elevada o responde mejor a los problemas de la humanidad?
Para nosotros – comunistas, internacionalistas, militantes de la lucha de clases – la respuesta es: NINGUNA. El llamado “choque de civilizaciones” es una confrontación en el seno de una única civilización: el capitalismo. Y esta “civilización” se encuentra, en todo el mundo, en su etapa histórica de mayor decadencia.
Los “defensores de la libertad de expresión” se presentan como los depositarios del “progreso” y de la “ilustración” contrarios a las supersticiones medievales y a la censura religiosa. Pero hace mucho tiempo ya que el capitalismo, incluida su versión democrática, ha dejado de representar progreso alguno para la humanidad. Los discursos actuales de la burguesía en pro de la libertad y contra los prejuicios religiosos no tienen nada que ver con la lucha, revolucionaria en su momento, de sus antepasados contra el oscurantismo feudal, sino que se han convertido, pura y llanamente, en excusas para emprender en sus propios países sórdidas campañas racistas contra minorías étnicas, o para aventuras imperialistas en el exterior.
Pero tampoco podemos decir que la “comunidad musulmana” mundial suponga alternativa alguna al “decadente Occidente”. “Oriente” es igualmente decadente. El predominio de la religión en gran cantidad de esos países subdesarrollados, es la expresión ideológica, de un sistema que ha sojuzgado a sus leyes al conjunto del planeta, pero que nunca será verdaderamente capaz de unirlo y desarrollarlo. Si millones de personas se vuelcan hoy hacia la religión se debe a que el actual orden mundial no les ofrece más perspectiva que la miseria y la guerra.
Los “países islámicos” son igualmente naciones capitalistas, aunque figuren entre las más débiles y las menos competitivas. Y eso no cambiará por mucho que los regímenes musulmanes acaben convirtiéndose en un Califato fundamentalista. El Islam, como todas las religiones, no sólo no supera la división en clases de la sociedad, sino que sirve, en todo el mundo, precisamente para someter a los explotados a sus explotadores.
La clase obrera tiene la misión histórica de liberar a la humanidad de todo tipo de mistificación. El Islam y el Cristianismo son aún mitologías muy poderosas que sirven a la perpetuación del presente sistema social. Pero la democracia es la más poderosa de esas mitologías precisamente porque aparenta no serlo. Elegir entre una u otras únicamente puede beneficiar los intereses de la clase dominante, e impedirnos desarrollar nuestra propia perspectiva, que es la única perspectiva para la humanidad: el comunismo.
Amos, 4/2/2006.
Publicado por World Revolution, publicación de la Corriente Comunista Internacional en Gran Bretaña.