Reunión pública internacional: ¡Defendamos el internacionalismo frente a la guerra en Irán!

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El 12 de junio, Israel bombardea masivamente Irán, que responde de inmediato. Miles de misiles, cohetes y drones surcan el cielo. Debajo, viviendas y hospitales quedan destrozados. La prensa internacional habla de una situación extremadamente grave que podría sumir al Oriente Medio en el caos.

Durante la noche del 21 de junio, Estados Unidos entra a su vez en el conflicto lanzando, en particular, bombas penetrantes de trece toneladas para destruir las instalaciones nucleares iraníes. No se habían utilizado artefactos tan potentes desde la Segunda Guerra Mundial.

En esta situación de desarrollo de la guerra y la barbarie, nuestra organización decide organizar una reunión pública internacional en línea. Si bien el objetivo de esta reunión es, evidentemente, debatir para analizar y comprender la situación, hay algo aún más importante: reunir a las fuerzas revolucionarias, aisladas unas de otras en muchos países, para afirmar juntas la voz proletaria del internacionalismo.

En este sentido, podemos decir desde el principio que esta reunión pública internacional fue un verdadero éxito. Organizada en pocos días, numerosos compañeros respondieron a la convocatoria, denunciaron la naturaleza imperialista de todos los bandos, de todas las naciones presentes en el conflicto, y defendieron con fuerza que el único futuro para la humanidad es la solidaridad y la unidad de los trabajadores, más allá de las fronteras, las razas y las religiones.

Solo hay que lamentar: la ausencia - con la excepción de Internationalist Voice - de los demás grupos revolucionarios de la Izquierda Comunista a los que habíamos invitado cordialmente[1].

Una situación mundial extremadamente grave

Todos los participantes afirmaron que las guerras actuales que se acumulan son producto del sistema capitalista y de las rivalidades imperialistas entre potencias, grandes o pequeñas. Como señaló un compañero: «La caja de Pandora se abrió en 1914». Pero, ¿cómo explicar el aumento de las tensiones actuales? ¿Por qué las guerras vuelven a extenderse y amenazan a regiones cada vez más vastas del planeta? ¿Por qué se dispara la producción de armamento en todas partes?

Muchos compañeros destacaron la creciente polarización entre el poder estadounidense y China:

– «Se trata de una lucha mundial entre dos grandes potencias: China y Estados Unidos».

– «Estados Unidos está centrando su atención imperialista en China, y esto ha quedado muy claro desde los acuerdos AUKUS con Australia, en particular».

Otras intervenciones también han destacado la búsqueda de intereses económicos:

– «Este conflicto está fundamentalmente relacionado con las rutas comerciales y las puertas de entrada económicas».

– «Estas potencias se disputan el control económico, las rutas comerciales y la superioridad tecnológica».

Otras intervenciones insistieron en lo que, a su juicio, era una visión racional y política de la burguesía: «[las guerras] son herramientas políticas de la clase dominante, utilizadas para retrasar los movimientos revolucionarios, explotar a las sociedades y garantizar los intereses capitalistas».

Otros compañeros, por el contrario, pusieron de relieve que la raíz de la dinámica actual era el desarrollo de un caos creciente. Un participante insistió en este sentido en la realidad de una «fragmentación» y de un «sálvese quien pueda», subrayando «las fluctuaciones de la política de Trump, que reflejan las luchas dentro de la burguesía». Estamos totalmente de acuerdo con esta respuesta que surgió en el debate. La dinámica de la discusión permitió entonces comenzar a abordar la cuestión que se esconde detrás de toda la dinámica mundial actual: ¿nos encontramos ante la constitución de dos nuevos bloques imperialistas, como durante la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría? En otras palabras, ¿nos estamos dirigiendo hacia la Tercera Guerra Mundial? La cuestión es importante porque una explosión planetaria de tal magnitud, dada la capacidad de aniquilación de numerosas potencias, sería sinónimo de un holocausto nuclear generalizado y, por lo tanto, del fin de la humanidad. La respuesta mayoritaria del debate fue: ¡NO! Un compañero lo afirmó muy claramente: «No nos dirigimos hacia bloques como en la Primera y la Segunda Guerra Mundial, sino hacia una fragmentación, como se ve en Ucrania, África y Oriente Medio». Otro añadió: «En cuanto a los bloques, no veo que se estén formando. Es interesante ver hasta qué punto Netanyahu actúa por su cuenta: será interesante saber si el CCI cree que Estados Unidos utiliza a Israel como perro de presa o si, por el contrario, Netanyahu sigue la política del «sálvese quien pueda»[2].

Para comprender plenamente el significado de la dinámica del caos, hay que partir de la fase histórica del capitalismo: la descomposición. Al final de este debate, la CCI intervino para defender esta idea que, en nuestra opinión, es esencial: «De 1945 a 1990, el mundo estaba estructurado en dos bloques con dos superpotencias [...]. En 1989, con el colapso de la URSS, se podría haber pensado que Estados Unidos saldría victorioso y dominante, pero la burguesía estadounidense comprendió de inmediato las dificultades que se avecinaban. Hubo el gran discurso de Bush padre subrayando la necesidad de un «nuevo orden mundial» y la demostración de fuerza militar en el Golfo. […] ¿Por qué esta demostración? La burguesía estadounidense dijo al mundo y, en particular, a sus aliados: «Nos debéis obediencia, tenemos una fuerza militar aplastante». En el plano inmediato, la primera guerra del Golfo fue una inmensa victoria militar. Pero solo dos años después, Yugoslavia estalló: los antiguos aliados (Francia, Alemania, Estados Unidos) jugaron su propia carta. […] Y eso iba a hacer que Yugoslavia se dividiera en cuatro o cinco países. Ahí se resume lo que ha estado sucediendo durante los últimos 35 años. Es decir, Estados Unidos tiene un poder militar cada vez más aplastante en comparación con todos sus competidores, está ampliando la brecha. Invierte cada año tanto como todo el resto del mundo. Y golpean cada vez más fuerte. Lo vemos con Irán. Y, sin embargo, eso no calma a todos los adversarios. ¡Al contrario! Alimenta la dispersión. Alimenta las veleidades de cada imperialista de jugar su propia carta. Esa es la verdadera dinámica histórica que no va a detenerse y por eso lo que está pasando en Irán es extremadamente grave e histórico».

Una vez constatado el debilitamiento de Irán tras algunas intervenciones, fue posible profundizar en el debate: «Irán está humillado y debilitado, pero los mulás siguen al mando. La cuestión es la desestabilización de la región, la importancia de la clase obrera en Irán y la capacidad de los mulás para mantenerse en el poder. Su falta de fuerza aérea [...] envalentona a sus vecinos».

En definitiva, este nuevo conflicto entre Israel, Irán y Estados Unidos supone un paso cualitativo en la aceleración del caos y la barbarie bélica. Por primera vez desde 2003, cuando Estados Unidos quería reforzar su posición en el Pacífico, se ha visto nuevamente obligado a intervenir militarmente, lo que demuestra una vez más el declive de su hegemonía. La demostración de fuerza mediante bombardeos destinados a impresionar a China y a intentar (de forma totalmente ilusoria) imponer su autoridad, es una clara señal de ello. Por otra parte, esta nueva guerra implica a dos potencias regionales, una de las cuales, Irán, amenaza con colapsar, lo que, junto con el extremo debilitamiento del poder de los mulás, contribuye a una desestabilización sin precedentes de todo Oriente Medio e incluso, en mayor medida, del mundo entero[3].

¿Cuál debe ser la respuesta de la clase obrera?

Ante la creciente barbarie y la guerra que tiende a generalizarse, era evidente que todos los participantes buscaban un lugar de debate para defender el internacionalismo proletario. Así lo atestiguaba esta intervención: «Me alegro de que busquemos una línea internacionalista proletaria coherente». Esta búsqueda permitió afirmar con toda claridad que «el internacionalismo es una posición que defendemos. La clase obrera es internacional y nuestra estrategia y nuestra táctica se basan en este principio». A continuación, el debate se centró en reflexionar sobre la forma de aplicar este principio fundamental del movimiento obrero, enunciado desde el Manifiesto del Partido Comunista de 1848, subrayando que «los proletarios no tienen patria». El punto de vista compartido fue destacar, como afirmó un compañero, que «ante la barbarie de la guerra imperialista, llamamos al proletariado a no apoyar a un país en lugar de a otro. Contra la guerra, llamamos a los trabajadores de todo el mundo a unirse y adoptar una posición de clase y no una posición nacionalista». Todos reconocieron que se trataba de una exigencia, de una lucha difícil frente a la intensa propaganda burguesa. El debate continuó tratando de identificar las trampas ideológicas, los obstáculos que la burguesía pone a la clase obrera, denunciando las mistificaciones democráticas, los falsos amigos que son la izquierda, los sindicatos y, en particular, los izquierdistas que están en auge: «el izquierdismo puede movilizarse para apoyar el nacionalismo o las manifestaciones contra Trump».

Ante toda esta propaganda, el debate fue motivo de reflexión sobre la forma en que la clase obrera libraba su lucha hoy en día, para intentar extraer lecciones:

– La primera lección fue el claro reconocimiento de que la clase obrera «no está derrotada». Así, se destacó el contexto en el que había que evaluar la realidad de «una maduración subterránea de la conciencia» en el seno del proletariado y una dinámica de «ruptura» frente a la apatía de las últimas décadas[4].

– La segunda lección esencial es el hecho de que la clase obrera no tiene la fuerza para oponerse a la guerra en los países beligerantes, donde se ve sometida al fuego de las bombas y a la lógica de la venganza. Del mismo modo, en los países periféricos, sigue estando demasiado marcada por la mistificación democrática y el peso del nacionalismo. Como señala un compañero: «El nacionalismo es una grave enfermedad que afecta a la clase obrera, y también el tercermundismo en los países subdesarrollados. Fíjense, por ejemplo, en las ilusiones sobre Nasser, Mugabe, etc. Eran opresores brutales y no defensores de la libertad. Las escenas de gente celebrando los ataques de Hamás contra Israel son una vergüenza para la clase obrera».

– La tercera lección es reconocer la importancia de la experiencia del proletariado de los países occidentales, la realidad de sus luchas, aunque estas aún no permitan oponerse a la guerra y mucho menos detenerla: «Ante el desarrollo de las guerras, uno puede desear que haya una verdadera respuesta obrera que detenga las guerras. Pero, de hecho, por ahora, y durante mucho tiempo aún, ¡eso no es posible!».

– La cuarta lección que podemos extraer es que, a pesar de sus luchas, las debilidades del proletariado son aún demasiado importantes como para que pueda desarrollar su conciencia hasta el punto de politizar su lucha. Será un proceso lento, difícil, aún muy largo, sembrado de obstáculos y escollos.

– La última lección, ante esta difícil realidad, es que la CCI insistió en el peligro de ceder a la impaciencia. De hecho, se trata de una lacra que es el sello de la influencia de la ideología pequeñoburguesa y un vector del oportunismo dentro del movimiento obrero: «Trevor [un participante] dijo que Marx comprendería la necesidad de evitar la impaciencia, y es cierto. En el movimiento obrero, la cuestión del inmediatismo y la impaciencia ha sido un verdadero problema. En la Liga Comunista, durante la confrontación entre Marx y la tendencia Willich-Schapper, […] Willich y Schapper dijeron que había que hacer la revolución ahora. Marx dijo que era un callejón sin salida, que el proletariado tendría que luchar durante muchas décadas para poder enfrentarse a la burguesía. Era un problema que ya existía en el siglo XIX. La impaciencia es la base del oportunismo. Hay un famoso texto de Rosa Luxemburgo que explica que durante muchos años fuimos de victoria en victoria, y luego sufrimos terribles derrotas. Entre los verdaderos revolucionarios, la idea es que no podemos resolver los problemas directamente ahora. Hay muchos desastres, masacres, barbarie: no podemos impedirlo ahora. Esta idea debe estar presente en nuestras mentes. Es una diferencia con los izquierdistas: los izquierdistas dicen «ahora», en el 68 el lema era «revolución ahora», una idea pequeñoburguesa. Nosotros trabajamos para el futuro, para la perspectiva. Después del 68, muchos jóvenes decepcionados, que querían la revolución inmediatamente, se perdieron para la lucha (incluso se habló del suicidio de jóvenes decepcionados). Debemos volver y luchar firmemente contra el inmediatismo. El movimiento obrero existe desde hace dos siglos, no sabemos cuándo tendrá lugar la revolución, pero la única manera de preparar la perspectiva es impedir la destrucción del potencial que existe en una minoría de la clase, debemos decir que hay que ser pacientes».

Una de las últimas intervenciones insistió en que «es muy importante que los compañeros no se desanimen ante la ausencia de huelgas masivas en el corazón de Europa, esto llevará mucho tiempo. Hoy se ha dado un paso adelante: los revolucionarios y los internacionalistas se han reunido para aclarar una dimensión de la lucha de clases». Consideramos que la preocupación y el estado de ánimo que transmite esta intervención son importantes para resistir y luchar.

Para concluir este artículo, reiteramos nuestro llamamiento al debate y animamos a todos nuestros compañeros y lectores a participar en nuestras próximas reuniones. Para ello, basta con consultar nuestra página web, donde publicamos regularmente las fechas y los lugares de estos debates. También hacemos un llamamiento para difundir nuestros folletos recientemente publicados sobre la cuestión de la guerra, así como los relativos a la lucha de clases (que se encuentran en nuestra página web en formato PDF).

WH, 29 de junio de 2025

 

[1] Nos sumamos a las acertadas palabras de uno de los participantes: «Es lamentable que no haya ningún compañero de otras organizaciones de la Izquierda Comunista presente. Es importante que las organizaciones mantengan la polémica, los debates y la correspondencia. Solo en el marco de la Izquierda Comunista la clase obrera saldrá victoriosa».

[2] Creemos que estos dos aspectos no se contradicen: Biden y luego Trump tuvieron que hacer frente a la lógica del «sálvese quien pueda» que enciende el Medio Oriente, incluido el gobierno israelí, que favorece sus propios intereses por encima de los de su aliado estadounidense. En este contexto, sin embargo, Estados Unidos ha llevado a cabo políticas que buscan mantener al máximo su control sobre la situación.

[3] Irán se ve minado por las fuerzas centrífugas de sus minorías, los azeríes en el norte, los baluchis en el sur y sus divisiones religiosas, sin contar con las potencias fronterizas al acecho, cuyas tensiones imperialistas se agudizan, como las tensiones entre la India y Pakistán. Estas son solo las primeras reflexiones que habrá que continuar en nuevos debates para comprender mejor el contexto geopolítico y el caos en el que deberá desarrollarse la lucha proletaria.

[4] Véase, en particular, en la Revista Internacional n.º 173, «Las raíces históricas de la «ruptura» en la dinámica de la lucha de clases desde 2022 (Parte I)» y Parte II (marzo de 2025).

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