¿Es posible detener la destrucción?

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El estado del planeta es catastrófico. El clima se calienta más rápido de lo previsto por los científicos, provocando incendios, sequías, tormentas, inundaciones... Los océanos se acidifican, y con ellos las precipitaciones; la vegetación bajo el agua o en tierra sufre las desastrosas consecuencias. La deforestación mundial bate récords cada año y el asfalto cubre cada vez más la tierra. La contaminación lo cubre todo: gases de efecto invernadero, pesticidas en el suelo, partículas de plástico en los mares, moléculas farmacéuticas en los ríos.... ¡hasta el punto de que los peces dopados con estrógenos cambian de sexo!

La consecuencia directa de la actividad humana es devastadora: cada año desaparecen 26.000 especies. Cada vez más investigadores prevén la sexta ola de extinción masiva (la anterior, la quinta, fue la de los dinosaurios, hace 66 millones de años). "Si las abejas desaparecieran de la faz de la Tierra, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida". Aunque Einstein nunca llegó a pronunciar esta frase, la poderosa idea no deja de ser cierta: los insectos alimentan al mundo (aves, reptiles, mamíferos, plantas) y polinizan el 75% de los cultivos y el 80% de las plantas silvestres. Su desaparición gradual es una amenaza directa para los ecosistemas naturales y la capacidad de la humanidad para alimentarse.

La especie humana ya está sufriendo masivamente esta destrucción del planeta. Cada año, las catástrofes "naturales" vinculadas al calentamiento global obligan a decenas de millones de personas a exiliarse; la contaminación atmosférica provoca millones de muertes "prematuras" y más de dos mil millones de seres humanos son torturados por la falta de agua. La pandemia del Covid 19, que según la Organización Mundial de la Salud mató a 7 millones de personas entre 2019 y 2021 (15,9 millones según los demógrafos), y que ha reducido la esperanza de vida mundial en un año y medio, también tiene que ver en parte con la crisis ecológica. Esta pandemia ha puesto de manifiesto el vínculo entre la destrucción de la naturaleza y la amenaza para la salud humana. Según la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), el 70% de las enfermedades emergentes (Zika, Ébola, Nipah, etc.) y casi todas las pandemias conocidas (por ejemplo, gripe, VIH, Covid-19) tienen su origen en zoonosis (enfermedades causadas por infecciones de origen animal). Las causas subyacentes de estas pandemias son las mismas que asolan la naturaleza: deforestación y destrucción de los ecosistemas naturales, comercio y consumo de especies salvajes, etc.

En 2009, un equipo internacional de veintiocho investigadores dirigido por Johan Rockström, científico sueco de fama mundial estableció nueve "límites planetarios" que la humanidad no debería sobrepasar si no quiere comprometer las condiciones de su supervivencia:

1. Cambio climático

2. Erosión de la biodiversidad

3. Alteración de los ciclos biogeoquímicos del nitrógeno y el fósforo.

4. Cambios en el uso del suelo

5. Acidificación de los océanos.

6. Uso global del agua

7. Agotamiento de la capa de ozono.

8. La introducción de nuevas entidades en el medio ambiente (metales pesados, compuestos sintéticos y radiactivos...)

9. Y la concentración de aerosoles en la atmósfera.

Seis de estos nueve "límites planetarios" ya se han superado (y dos de ellos no se pueden medir). La magnitud de la catástrofe en curso es tal que el propio Foro de Davos se ve obligado a reconocer que "La pérdida de biodiversidad y el colapso de los ecosistemas se consideran uno de los riesgos mundiales de deterioro más rápido de la próxima década (...). La combinación de fenómenos meteorológicos extremos y suministros limitados podría transformar la actual crisis del coste de la vida en un escenario catastrófico de hambre y angustia para millones de personas (…). La interacción entre los efectos del cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la seguridad alimentaria y el consumo de recursos naturales acelerará el colapso de los ecosistemas".

Lo que está en juego no es la vida en la Tierra como tal. Ya ha sido capaz de desarrollarse en condiciones mucho más hostiles, de recuperarse tras olas de extinción masiva aún más extensas que las actuales; se puede encontrar vida en el fondo de los océanos, bajo la tierra, en todas las superficies. No, lo que está amenazado es la especie humana. El modo en que funciona la sociedad actual acabará por hacer que la Tierra sea inhabitable para la humanidad.

Todas las "soluciones" a la crisis ecológica propuestas por la clase dominante son inútiles porque los problemas a los que nos enfrentamos están integrados en el sistema global que domina el planeta: el sistema capitalista, que vive de la explotación y la búsqueda de beneficios. Explotación de la fuerza de trabajo humana a través de la relación salarial; explotación de la naturaleza, a la que considera un don gratuito que puede saquear a su antojo. Y aunque el capitalismo ha producido los medios científicos y tecnológicos que podrían servir para liberar a la humanidad de la pobreza y del trabajo alienado, el choque entre este potencial productivo y la motivación misma de la producción se ha hecho permanente. El capitalismo ha sido una forma de sociedad obsoleta y decadente durante más de cien años. Esta larga decadencia ha alcanzado ahora una fase terminal, un callejón sin salida en el que la guerra, las crisis de superproducción y la destrucción ecológica han llegado a un punto en el que todas estas manifestaciones del callejón sin salida actúan unas sobre otras para producir un terrible torbellino de destrucción. Pero hay una alternativa a la pesadilla que está realizando el capitalismo: la lucha internacional de la clase explotada por el derrocamiento del capitalismo y la construcción de una sociedad comunista mundial.

Cuestiones teóricas: 

Rubric: 

Manifiesto Crisis Ecológica