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Argentina: la lucha de los pensionistas es también nuestra
El miércoles 12 de marzo, la prensa burguesa informaba que: "La protesta de los jubilados frente al Congreso terminó otra vez con la Policía Federal repartiendo gases y palos. Fue la tercera represión consecutiva: a las fuerzas de seguridad ya se les volvió una costumbre. A pesar del calor agobiante y del caos provocado por los cortes de luz en la ciudad de Buenos Aires, centenares de manifestantes acudieron a la convocatoria que cada miércoles impulsan agrupaciones como Jubilados Insurgentes, la Unión de Trabajadores Jubilados en Lucha (UTJEL) y el Plenario de Trabajadores Jubilados. Esta vez se les sumaron partidos de izquierda, la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y hasta "hinchas autoconvocados” de Chacarita Juniors[1].
Crisis económica, plan de austeridad y condiciones de vida de los pensionistas
Al contrario de los partidos de la izquierda del capital y a las organizaciones de izquierda que pretenden que las causas de los programas de austeridad, los recortes con motosierra de los presupuestos sociales, las reducciones salariales y los ataques a las condiciones de vida de los trabajadores (y los trabajadores jubilados) son culpa de tal o cual dirigente, sea de izquierda o de derecha, la CCI afirma que se deben a la crisis global del capitalismo, sea cual sea la camarilla que esté en el poder, con el objetivo de proteger las ganancias de sus respectivas burguesías. Es esta crisis global del capitalismo la que está en el origen de las medidas que se están imponiendo como mazazos sobre las espaldas de la clase obrera.[2]
Como decíamos ya en 2022, "esta crisis se perfila como larga y profunda que la de 1929 [...] Primero, porque la irrupción de los efectos de la descomposición en la economía tiende a desordenar el funcionamiento de la producción, provocando constantes atascos y bloqueos en una situación de desempleo creciente(...) Sobre todo, se expresa en una inflación a rienda suelta, que los diversos planes de rescate sucesivos, montados a toda prisa por los Estados ante la pandemia y la guerra, no han hecho sino alimentar mediante un endeudamiento precipitado".[3]
Desde que Javier Milei asumió el poder el 10 de diciembre de 2023, llegó a la Casa Rosada declarando: "No hay alternativa a la austeridad y no hay alternativa a un electroshock." Este plan brutal de austeridad deja a miles de familias sin alimentos y a miles de trabajadores sin empleo, además de sumir en la pobreza a un gran número de pensionistas. El Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), entre sus puntos más importantes, establece la desregulación del comercio, la industria y los servicios en todo el país.
Esto implica la liberalización de precios, como los cobrados por las empresas de seguridad comercial, que han visto incrementadas sus tarifas en un 100%, y la supresión de las subvenciones al transporte, lo que ha provocado incrementos de precios de entre el 65% y el 150% para los usuarios. Esto también ha provocado un aumento del 270% en los precios de la electricidad. La reducción del presupuesto del Estado, el cierre de administraciones y la reducción de puestos en los ministerios, que ha provocado despidos en el sector público con más de 75,000 empleos suprimidos y más previstos. La drástica reducción de las obras públicas ha provocado un colapso en la industria de la construcción, generando más despidos en el sector.
La devaluación del peso en más de un 50% ha disparado los precios de bienes y servicios en más de un 100%, pulverizando el poder adquisitivo de los asalariados y aún más el de la mayoría de los pensionistas. Un salario mínimo que apenas cubre un tercio del precio de los bienes de consumo básico. En Argentina, cuya economía tradicional se basa en la ganadería, los proletarios ya no pueden comer carne, que ha sido sustituida por pollo o pasta.
Todas estas medidas han provocado una explosión de la pobreza, que ya existía bajo los gobiernos kirchneristas y peronistas, y que ha pasado del 49,5% en diciembre de 2023 al 57,4% en enero de 2024.
"Hay un enorme cúmulo de pobres o casi pobres, una clase media aplastada y unos pocos privilegiados. Esta es la nueva reconfiguración de los ingresos en Argentina, que no fue provocada por el Gobierno de Javier Milei, pero que se ha acelerado desde que Milei llegó al poder". (declaraciones realizadas a la agencia EFE por el economista Alfredo Serrano Mantilla, Director Ejecutivo del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG).
Estos brutales golpes en las espaldas de los trabajadores, los parados y la población no explotada están teniendo terribles consecuencias para los jubilados y pensionistas argentinos de todo tipo. Las medidas de austeridad han provocado un recorte de más del 38% en el presupuesto destinado a los desempleados, justificado bajo el cínico pretexto de "ahorrar" para poder reducir la deuda nacional en... ¡14.000 millones de dólares!
En Argentina hay casi 7,5 millones de antiguos empleados. El 63% de ellos recibe una pensión miserable, estimada en una media de 280,000 pesos (unos 340 dólares al mes). El resto vive con menos de 400,000 pesos al mes, mientras que el coste de mantener un hogar supera los 1,200,00 pesos. Muchos ancianos deambulan desesperadamente por las calles y se ven reducidos a hacer cola en los cerca de 230 comedores sociales del Gran Buenos Aires. No sólo la asistencia social del Estado burgués es deplorablemente insuficiente para garantizar su supervivencia, sino que casi la mitad de los jubilados (3 millones de los 7,5 millones del país) han sido excluidos de la cobertura gratuita de medicamentos, ¡algo dramático si se tiene en cuenta que los precios de los medicamentos aumentaron un 119% en 2024! Todo esto ha llevado a los ex trabajadores, exasperados y hartos de los incesantes ataques que están soportando, a reunirse en las calles para proclamar "¡Ya está bien de que nos maten de hambre y nos reduzcan a la miseria!
La lucha frente a la brutal represión del gobierno
En este contexto de ataques a las condiciones de vida de este sector de la clase obrera se produjo la violenta represión del 12 de marzo. Ese día, como todos los miércoles, los pensionistas se reunieron para manifestarse frente al Congreso. Ese mismo día, la central sindical CGT, constreñida por los acontecimientos, había convocado a una marcha en "solidaridad" con los jubilados, a la que se sumaron otras organizaciones de la izquierda del capital (todas las organizaciones trotskistas, como en el PTS-Frente de Izquierda (FIT), el Polo Obrero y, en otra coalición, el MST). También se sumaron colectivos y organizaciones ciudadanas, especialmente las "barras bravas", es decir, simpatizantes de los principales equipos de fútbol de Argentina, como Boca, River y Rosario Central, porque unos días antes un jubilado que llevaba una camiseta del equipo de Chacarita había sido golpeado durante una redada policial, y ellos estaban allí para "ajustar cuentas" y "pelearse" enfrentándose a la policía.
La ministra del Interior responsable de la represión, Patricia Bullrich, ya había advertido contra el "desorden y la violencia de los piqueteros y barras bravas" y prometió no tolerar el menor desorden ni permitirles el paso. Grandes contingentes de policías armados hasta los dientes y con tácticas cuasi militares desataron una feroz represión desde el inicio de la marcha hacia el Congreso. En respuesta a las cargas policiales con porras, balas de goma y botes de gas lacrimógeno, los simpatizantes lanzaron piedras y quemaron vehículos policiales y contenedores de basura. Un jubilado resultó herido en la cabeza tras ser empujado y golpeado por un agente de policía, y un camarógrafo recibió gases lacrimógenos en la cara. En total, 50 personas resultaron heridas y más de cien fueron detenidas.
¿Cuál es el balance de la lucha de los jubilados?
La política de austeridad, recortes de salarios y pensiones, y reducciones drásticas en los presupuestos de sanidad y servicios sociales de Milei y su gobierno forma parte de la ofensiva de la burguesía para mantener el podrido orden capitalista. En la raíz de todo esto está la crisis económica mundial, acelerada por la descomposición, que lleva a los camaradas que llegan al poder a aplicar medidas feroces para atacar las condiciones de vida de la clase obrera. Una vez más, son los trabajadores los que tienen que pagar la factura de la crisis para que la burguesía pueda intentar salvar los intereses del capital nacional.
La lucha de los jubilados y sus reivindicaciones se inscriben en la defensa del terreno de la clase obrera, porque son una forma de resistencia a las medidas que la burguesía y su Estado imponen al conjunto de la clase trabajadora. En consecuencia, la lucha de los jubilados en Argentina es también nuestra lucha. Es una lucha de los trabajadores jubilados para resistir los continuos ataques a sus condiciones de vida desatados por el Estado burgués en el contexto de la crisis económica mundial y sus draconianas políticas de austeridad. Y no estaban solos. Estaban acompañados por algunos jóvenes trabajadores, adultos e incluso niños (algunos hijos y nietos de estos antiguos trabajadores) que salieron a la calle para luchar junto a ellos. En cada momento de la movilización, los jubilados llamaban a otros jóvenes trabajadores a unirse con pancartas y consignas, como cuando una persona declaraba: "Un día seréis viejos y también vosotros saldréis a la calle a luchar como estamos luchando hoy". Así pues, la lucha de los jubilados y desempleados en Argentina es también la lucha de la clase trabajadora en su conjunto.
A pesar de la confirmación de su combatividad, el movimiento ha mostrado algunas debilidades graves. Por ejemplo, las dificultades que enfrentan los trabajadores para reconocerse como explotados, como parte de una misma clase y, en este sentido, para unir sus luchas a las de otros sectores de la clase trabajadora que también sufren los brutales ataques del gobierno de la burguesía. En un artículo anterior, mencionamos la ola de huelgas que, desde 2022-2024, ha hecho de éste el territorio con más luchas de América Latina en el último año[4]. Ya hablamos de los durísimos golpes que recibieron trabajadores y jubilados con el gobierno de Milei, pero que ya habían comenzado mucho antes, particularmente con los sucesivos gobiernos de izquierda peronista-kirchnerista. Sin embargo, el movimiento de los jubilados no intentó conectarse con los trabajadores activos que estaban en lucha (docentes o aduaneros o ferroviarios que, al mismo tiempo, preparaban huelgas controladas por los sindicatos y cuidadosamente aislados, cada uno en su rincón) y la mayoría de los dirigentes sindicales nunca dejaron de alimentar la ilusión de que el sindicato era la única organización posible de "la lucha" de los trabajadores. A este respecto, es revelador que una dirigente de la Izquierda del Capital, Myriam Bregman (líder del Partido Socialista de los Trabajadores (PTS) trotskista y antigua diputada en representación del Frente de Izquierda Unida) afirmara que los jubilados se quejaban de que la CGT no acudía a apoyarles y exigían que la central sindical convocara una huelga nacional[5].
Los hinchas de fútbol que participaron en la movilización de los pensionistas hablaron como hinchas, no como trabajadores, no como clase, sino como miembros de un grupo de la sociedad burguesa, como los hooligans o los ultras fanáticos de Europa: para mostrar su apoyo incondicional a un equipo de fútbol. Los métodos utilizados por estos últimos no son en absoluto los de la tradición de lucha de la clase obrera, sino una práctica totalmente ajena a ella, del lumpen, proclamando y reivindicando una sed de venganza y un estallido nihilista de violencia ciega como la quema de coches y la destrucción de ventanas y escaparates, una situación que recuerda al vandalismo de los piqueteros[6] durante los disturbios del "corralito" a principios de este siglo en Buenos Aires y otras ciudades. Todas estas acciones no son más que expresiones desesperadas de un no futuro para la pequeña burguesía, no para la clase obrera.
Por eso, en medio de la manifestación, se volvieron a escuchar consignas como "¡Milei basura, vos sos la dictadura!", la patria no se vende” o el ya clásico “que se vayan todos” que, en lugar de llamar a la movilización de todos los trabajadores para defender sus condiciones de vida frente a los ataques del capitalismo, estas consignas desviaron la ira hacia el terreno burgués, atrapándola en las trampas de una lucha por la defensa de la democracia, contra la dictadura o la autocracia y, en última instancia, tras el callejón sin salida del nacionalismo, atacando u obstaculizando el desarrollo de su conciencia de clase.
Los sindicatos y organizaciones de la izquierda del capital, desde la CGT peronista hasta las organizaciones trotskistas y ciudadanas, jugaron su papel sucio de dividir a los trabajadores para debilitar su lucha. A regañadientes y para "hacer lo correcto", convocaron a una marcha supuestamente en solidaridad con los jubilados, y luego llamaron a un paro nacional de 36 horas el 9 de abril, pero que en realidad sólo buscaba recuperar el sentimiento de bronca y exasperación cada vez más extendido en la clase obrera y compartido por todos los sectores, entre los pensionistas, los parados que habían perdido su empleo y los obreros que seguían trabajando, explotando las fuertes ilusiones y todas las debilidades y confusiones que se expresaban en este movimiento para plantear una falsa unidad interclasista en torno al único denominador común. No se trata sólo de plantar cara a Milei y su gobierno, o simplemente de reivindicaciones burguesas. Peronistas, sindicatos, partidos de izquierda y organizaciones de izquierda trabajan codo con codo para mantener divididos a los trabajadores, cada uno en su sector, en su categoría sociológica y con sus reivindicaciones: los desempleados por un lado, los trabajadores en activo por otro, los jubilados o pensionistas por otro. Otras organizaciones "ciudadanas", que van desde la causa feminista a los defensores de tal o cual minoría como los LGTB+, pasando por los hinchas "radicales" de los clubes de fútbol, también han aportado su granito de arena a esta empresa de boicotear o sabotear la autoorganización de los trabajadores y la extensión de las luchas, tergiversándola, transformándola bien en llamamientos al "pueblo" o "a los ciudadanos" para "vengarse de Milei" en las próximas elecciones, o bien, para los más "radicales", preconizando el "abstencionismo político" para este plazo, con el fin de enmascarar e impedir la toma de conciencia de la necesidad de luchar unidos en un terreno de clase movilizándose contra los ataques de un sistema capitalista moribundo y en plena putrefacción, que ya no tiene nada que ofrecer a sus explotados sino cada vez más explotación y miseria.
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[2] Argentina: La crisis golpea a los trabajadores con inflación, precariedad y miseria, CCI Online mayo 2023
[3] Los años 20 del Siglo XXI: La aceleración de la descomposición capitalista plantea abiertamente la cuestión de la destrucción de la humanidad, Revista Internacional 164, 2020.
[4] Agencia de prensa en español especializada en información económica para la comunidad empresarial.