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A finales de julio organizamos una reunión pública internacional en línea para discutir el tema: "Elecciones en Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia: la izquierda del capital no puede salvar este sistema moribundo”.
Ya habíamos constatado en las diferentes reuniones públicas, permanencias, cartas y correos electrónicos, la preocupación que podría suscitar la avalancha de señales del auge del populismo, del surgimiento de estos grupos durante las elecciones europeas, especialmente en Francia y en Alemania, hasta el impulso electoral proporcionado por el ataque contra Trump en EEUU. Por lo tanto, era importante fomentar el debate sobre este fenómeno para comprender su significado y combatir su explotación ideológica por parte de la burguesía.
Ya hemos publicado varios artículos para presentar nuestro análisis del fenómeno del desarrollo del populismo y denunciar las campañas ideológicas de la burguesía que intentan volver los efectos de su propia putrefacción contra la clase obrera, de modo que las dudas sobre nuestros análisis, críticas o las sugerencias puedan expresarse, provocar la reflexión para alimentar una confrontación que permita alcanzar la máxima claridad. La acogida que tuvo nuestra propuesta fue muy positiva, con la participación de compañeros de diferentes países, que hablaban diferentes idiomas (la CCI aseguró la traducción de las intervenciones al inglés, francés, español e italiano). En resumen, se ha desarrollado un animado debate internacional sobre uno de los muchos problemas que enfrenta la clase obrera mundial, lo que demuestra la validez de nuestra iniciativa.
En nuestra presentación propusimos tres ejes vinculados a las preguntas de nuestros contactos:
– ¿Qué significa el ascenso del populismo?
– ¿Qué impacto puede tener el ascenso del populismo en la clase obrera, particularmente a través de las campañas democráticas con las que la izquierda del capital nos llama a combatirlo?
– ¿Cuáles son las responsabilidades de los revolucionarios?
El significado del populismo
El debate se centró principalmente en los dos primeros ejes. Al inicio del debate, varias intervenciones tendieron a ver el populismo como una “maniobra deliberada”, una especie de “estrategia premeditada de toda la burguesía para infligir una derrota ideológica a la clase obrera”. La intervención de otros camaradas, así como las de la CCI, no compartieron este punto de vista y buscaron promover la clarificación de este debate a través de diferentes argumentos: "incluso si el ascenso del populismo no es una estrategia planeada por la burguesía, esto no significa que la clase dominante no sea capaz de volver los efectos de su propia podredumbre y descomposición contra el proletariado´´
El ascenso del populismo no expresa la capacidad de la burguesía para poder dirigir la sociedad hacia su “solución orgánica a la decadencia capitalista”, es decir, desencadenar una guerra mundial. Una nueva carnicería imperialista generalizada como la Primera y Segunda Guerra Mundial no es posible hoy debido a la realidad del sálvese quien pueda en las relaciones internacionales e, incluso, dentro de las burguesías nacionales, la imposibilidad de que la burguesía garantice una disciplina mínima que permita la formación de bloques imperialistas. La exacerbación del sálvese quien pueda atestigua que la burguesía tiende, al contrario, a perder el control político sobre su propio sistema, que se deja llevar por una dinámica en la que el flagelo del militarismo va acompañado de guerras localizadas que se extienden y se vuelven cada vez más irracionales. Todos los protagonistas en competencia se encuentran perdedores y demuestran su incapacidad para limitar un desastre ecológico del que son plenamente conscientes, pero que son incapaces de combatir porque pondría en duda su naturaleza capitalista: la búsqueda de ganancias.
Incluso, en los países donde las burguesías son de las más “responsables” y experimentadas, sus diversas facciones políticas están cada vez más divididas y la creciente influencia del populismo sólo ofrece programas políticos que son irrealizables o desfavorables para el capital nacional en su conjunto. El Brexit es un ejemplo sorprendente, al igual que la permeabilidad de las facciones populistas a la influencia de una potencia imperialista rival como lo es la Rusia de Putin: el AfD en Alemania, el RN en Francia e incluso, en menor medida, entre los partidarios de Trump.
Que el populismo es una colección de valores burgueses es innegable. Por eso capitalistas muy destacados lo apoyan descaradamente (es el caso de Elon Musk o Trump, por ejemplo). Pero su ascenso a la jefatura del Estado no le impidió representar un obstáculo para todos los sectores de la burguesía. Esto mismo sucede en muchos países. Por lo tanto, los esfuerzos por contenerlo no son un simple juego “teatral” de otras facciones burguesas para engañar al proletariado. El cordón sanitario establecido en Alemania, el ascenso de Macron en las elecciones presidenciales de 2017 o, el fulgurante lanzamiento de Kamala Harris en Estados Unidos recientemente, demuestran precisamente que la burguesía teme perder el control de su aparato político, sobre todo, por el peligro que el populismo representa: un obstáculo para la defensa consecuente de los intereses del capital nacional.
Algunos camaradas expresaron dudas, señalando que muchos trabajadores votan por partidos populistas. Sin embargo, lo que se ha aclarado es que el terreno electoral no es el terreno de expresión del proletariado como clase. Durante las elecciones aparecen individuos atomizados, desconcertados y aislados ante el oscuro futuro que anuncia la sociedad capitalista y, en muchos casos, sensibles a las explicaciones “simplistas y sesgadas” de los políticos populistas, que buscan chivos expiatorios: como los inmigrantes, los llamados “beneficiarios” de unas pocas migajas del Estado explotador, señalados como responsables de su miseria, su precariedad, su desempleo o sus viviendas insalubres.
Pero si este sesgo es engañoso y peligroso, lo es aún más apoyar las fracciones “democráticas” y de izquierda del capital, que nos llaman a apoyarlas como únicos baluartes contra el populismo, cuando son producto
y defensores del mismo sistema moribundo. En realidad, a lo que asistimos hoy es a un creciente descrédito de estas formaciones tradicionales de la burguesía, precisamente porque sus gobiernos no pueden detener el rumbo hacia la crisis, la barbarie y la guerra que el capitalismo nos tiene reservado, ya que ellos son sus siniestros actores y defensores.
Partidos de izquierda, baluartes del capitalismo
Aunque durante la discusión no se pudo desarrollar todo lo necesario para el argumento, surgió un debate en un intento de distinguir el significado del populismo actual en relación con el fascismo o el estalinismo de los años 1930, mientras que estos fueron el resultado de una derrota del proletariado que había ocurrido anteriormente, y en el que las fuerzas de la izquierda del capital habían jugado un papel decisivo. El actual ascenso del populismo, por el contrario, no se produce, en absoluto en un contexto de contrarrevolución, es decir, de derrota ideológica y física del proletariado. Al intentar imitar y explotar este pasado trágico, el de la llegada de León Blum y el Frente Popular al poder, para aprovechar la imagen de “victoria” transmitida desde entonces por la propaganda burguesa, el Nuevo Frente Popular en Francia no es más que una ridícula farsa tan burguesa como el Frente Popular de los años 1930 en Francia o España. Lo que no lo hace inofensivo. ¡Todo lo contrario! Esta alianza, creada apresuradamente, sigue siendo peligrosa debido a su propaganda democrática a favor del Estado burgués. El Frente Popular estaba formado precisamente por las fuerzas capaces de reclutar y disciplinar a la población, particularmente al proletariado, para conducirla hacia la guerra mundial imperialista. Hoy, aunque experimente grandes dificultades y fragilidades, el proletariado está lejos de estar derrotado.
Esta cuestión debe permitir una discusión más profunda: ¿Cómo puede desarrollarse la conciencia de clase en el proletariado? ¿Qué intereses la oponen a la sociedad capitalista? ¿Qué perspectiva tiene la lucha de clases? Y en todo esto ¿Cuál es la responsabilidad de los revolucionarios?
Este debate internacional fue fructífero y dinámico. Obviamente, pretendemos continuar y desarrollar la discusión sobre estas cuestiones a través de nuestras reuniones públicas y nuestras permanencias como una extensión de esta reflexión que, estamos convencidos, más allá de nuestros contactos directos, existe más ampliamente en el seno del proletariado.
CCI, 09 de septiembre de 2024