La naturaleza burguesa de Morena y los gobiernos de la “4ª Transformación”

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Por todo el planeta, la burguesía propaga el argumento, que la democracia es la “mejor forma de organización social”, en tanto, dicen, las urnas eliminan la división social, al otorgar a cada individuo un voto con el mismo peso. Bajo esa condición, se concluye que la población, homogeneizada en su condición de ciudadano, ejerce individualmente su elección para definir la conducción de la sociedad. La insistencia de la clase dominante en esta afirmación es porque busca convencer a los trabajadores que la única actividad política que deben realizar es la de ejercer su voto de forma pasiva para elegir a alguno de los partidos que la misma burguesía coloca en competencia. Pues el sufragio en el capitalismo, explicaba Marx, tienen como único objetivo, “decidir una vez cada tres o cada seis años qué miembros de la clase dominante han de ‘representar’ y aplastar al pueblo en el parlamento [y demás estructuras de gobierno] …”1. Justamente por ser la hipocresía sobre lo que se sustenta la democracia, la expone como la forma más adecuada para ejercer el capital su dictadura.

Por más que las votaciones se lleven a cabo alejadas de fraudes y trampas, no dejan de ser grandes embustes y montajes que la burguesía utiliza para buscar el control ideológico de los trabajadores, sembrando la esperanza de que a través de las urnas el “poder ciudadano” puede cambiar al mundo. La democracia, para imponerse, requiere que la burguesía construya sus partidos de derecha y de izquierda y en un escenario teatral, echarlos a combatir, incluso con campañas electorales escandalosas, sabiendo que, ganando la derecha o la izquierda, se mantendrá la explotación y la miseria.

Aunque la democracia y sus procesos electorales han sido estructuras burguesas utilizadas para darle vida al capitalismo, en su fase de ascenso (principalmente en el siglo XIX), podían ser útiles para la obtención de mejoras para la clase obrera. Sin embargo, desde la entrada del capitalismo en su fase de decadencia, –desde la 1ª Guerra Mundial–, al no haber la posibilidad de facciones burguesas progresistas y al imposibilitarse para los trabajadores la obtención de mejoras, las elecciones y los parlamentos se convierten en circos destinados a asegurar el control ideológico por la clase dominante. Actualmente, con el pudrimiento acelerado del capitalismo, aunque la burguesía tiende a perder el control de su política electoral, lo que provoca el ascenso de gobiernos populistas que desarrollan políticas irresponsables que afectan a la misma burguesía (por ejemplo, las impulsadas por Trump, Milei o Bolsonaro), logran utilizarlos en contra de los trabajadores al presentar a estos gobiernos como alternativas, o al enrolarlos en campañas opositoras. Pero también esa pérdida de control se expone en el desgaste político de sus partidos tradicionales, impulsando a que surjan proyectos que no unifican al conjunto de la burguesía, como ocurrió en el caso del arribo al gobierno de López Obrador. En las elecciones que acaban de pasar la burguesía volvió a presentar una falta de unidad, sin embargo, es posible que, por su actuación pragmática, la burguesía busque limitar el avance caótico e intente forzar acuerdos con el gobierno de Claudia Sheinbaum, no obstante, el desgarramiento interno presente en esta clase no asegura que los acuerdos y alianzas se prolonguen y logren una cohesión duradera.

 

Los intereses de los trabajadores están fuera de las urnas y de las disputas inter burguesas

Cerca de 36 millones de votos fueron los que marcaron el triunfo a la presidencia de Claudia Sheinbaum. Aunque el monto de abstenciones fue cercano al 40% del padrón (mayor al de 2018, que fue del 36.6%), sin duda la burguesía puede asumir como un triunfo el haber logrado sumir en la borrachera electoral a más de 60 millones de personas. Pero la campaña presidencial, así como las 20 mil 707 campañas que se desarrollaron de forma paralela para cubrir diversos cargos de gobierno, no solo fueron personificadas por los partidos de la alianza de la derecha (PRI-PAN-PRD) y el partido oficial de la izquierda, Morena, de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), estuvieron también involucrados, con ambos bandos, los grupos de la mafia del narcotráfico (aun cuando en las campañas de todos los partidos usaron como promesa electoral el combate a la corrupción).

El hecho de que gran parte del aparato de gobierno asistiera a un cambio de estafeta, llevó también a un reacomodo de las alianzas de los grupos del narco con los representantes del gobierno, con los que tienen una fusión y una “colaboración” en el control de las regiones. No es extraño por ello que durante las campañas se hayan registrado oficialmente cerca de 180 “casos de violencia electoral”, entre los que se incluye, además de secuestros y amenazas, 33 asesinatos de candidatos, algunos de ellos operados mientras realizaban actos públicos. Pero el hecho que, cerca de 2 mil candidatos renunciaran a su nominación sin explicar la razón, expone que la violencia asociada a las elecciones fue mayor a la registrada oficialmente.

Este escenario pone al descubierto que el narcotráfico está fundido en la vida política de la burguesía, integrando a todos los partidos en las disputas, aunque su presencia hace que la disputa se vuelva más violenta y caótica, la raíz del desgarramiento interno de la clase dominante es la pérdida de perspectivas, que hace que cada facción avance por su lado, sin lograr acuerdos duraderos y por tanto sin cohesión política.

 

AMLO es y ha sido un defensor del capitalismo, Claudia Sheinbaum… también

Para mantener su dominio la burguesía crea sus partidos de derecha e izquierda para hacer el relevo en el gobierno y hacer creíble la democracia. La creación del PRD, a finales de los 80, fue un intento de la burguesía para aprovechar la fractura del PRI (y los desechos del estalinismo) para completar la geometría política que necesitaba, construyendo una “izquierda moderna y seria”, es decir, la izquierda que requería el capital. La caída del ordenamiento por bloques, que había dominado el escenario durante la guerra fría, rompió la unidad y disciplina de la burguesía, impidiendo que madurara ese proyecto, lo que permitió, a plazo, emergiera el relevo de esa izquierda del capital, con la formación de Morena, encabezada por AMLO. Sin embargo, diversos sectores de la burguesía consideraban que de ascender ese tipo de partido al gobierno retornaría la estatización de las empresas, el rechazo al TLC y llevaría la persecución de los personajes reconocidos por su actuación corrupta y criminal. Aunque López Obrador convocaba a la unidad y afirmaba no buscar la venganza, es hasta que se agudiza el desprestigio del PRI y PAN que hace que el circo electoral salga de control, permitiendo hasta el 2018 el ascenso de AMLO, que a lo largo de su gobierno mantuvo una disputa con diversos grupos empresariales y los partidos tradicionales de la derecha, no obstante, eso no implica un alejamiento de la defensa del capitalismo.

Él mismo ha expuesto una vulgar crítica a los análisis de Marx. En su conferencia de prensa del 12 de febrero del 2021, recordaba que cuando cursaba la universidad, le explicaron que, “el burgués se quedaba con la plusvalía […] Eso fue lo que se enseñó durante mucho tiempo y es una teoría válida, pero que no aplica del todo en el caso de México, porque en nuestro país no se dio necesariamente por la explotación del burgués…”. Y en diversas ocasiones, para resaltar la defensa que hace de su clase, ha dicho: “no estamos en contra de los empresarios, los empresarios son indispensables para el desarrollo del país…” (4-marzo-2022). Por eso, queda claro que aun cuando ha operado una política asistencialista, su compromiso es (y ha sido) con el capital.

En ese sentido se explica el hecho de que algunos medios resalten que las políticas de gobierno fueron puntales para el crecimiento de las ganancias empresariales: “… los ingresos consolidados de 48 empresas mexicanas no financieras rastreadas por GBM Research se elevaron 6.6% en el primer trimestre en comparación con el año anterior…”

Además, “los ingresos de la multinacional panadera Bimbo aumentaron casi 20%, más rápido de lo que crecieron en Europa, América Latina o EE. UU. y Canadá…” Por eso, Mario Delgado, dirigente del partido Morena, enfatiza que, durante el gobierno de AMLO, “No hay ningún empresario al que le haya ido mal”.2 Es evidente que los gobiernos de izquierda no son diferentes de los de derecha en su propósito de perpetuar al capitalismo.

El hecho de que AMLO ha mantenido una confrontación continua con sectores de la burguesía, no significa que defiende (o ha defendido) una propuesta a favor del proletariado. Las pugnas en las que se ha visto envuelto responden a choques de intereses políticos o económicos entre grupos de la misma clase dominante. Esa misma dinámica de enfrentamientos les dará continuidad el nuevo gobierno de la “4T”. La negativa de Sheinbaum para tener una reunión particular con el empresario Claudio X González Laporte (presidente del Consejo de Administración de Kimberly Clark, ex presidente de agrupaciones empresariales y padre del empresario del mismo nombre que organizó la alianza PRI-PAN-PRD), es presentado por algunos medios de difusión como la muestra de que se consolida la separación del gobierno de los mandatos del capital. Lo que en realidad muestra es la permanencia de las fracturas entre los grupos burgueses, lo que no excluye que haya sectores que buscan asegurar acuerdos en el intento de dar un mejor funcionamiento al sistema.

Precisamente el mismo día que tuvo el evento con Claudio X padre, se reunió con el Consejo Coordinador Empresarial, en este encuentro expresaron su confianza, adelantando que preparan flujos de inversiones “que rebasan los 42 mil millones de dólares, nada más para empezar…”3

Es un hecho evidente que las elecciones dieron pauta a la burguesía para definir acuerdos económicos, pero nada asegura que impliquen alianzas políticas duraderas. De forma que, en este relevo de gobierno, se está buscando la reformulación de las alianzas y así procurar un mejor funcionamiento del sistema, lo que quiere decir, hacer más efectivo el proceso de explotación.

 

Ninguna confianza a la democracia ni a los gobiernos, la lucha contra el capitalismo es el único camino para los trabajadores

Para mostrar que las urnas pueden ofrecer un cambio de vida a los trabajadores, la burguesía expone las pretendidas mejoras que ofreció el gobierno de AMLO. Mientras que los incrementos al salario mínimo (que en 2018 lo recibía el 16% de los trabajadores) representa para los asalariados migajas que tienen un beneficio parcial y temporal; para la burguesía, en cambio, es una carnada para atrapar la esperanza y la conciencia de los explotados. La realidad muestra que el grueso de los salarios se ha mantenido comprimidos. Los salarios contractuales, aunque registran montos mayores al mínimo, se han mantenido rezagados con crecimientos por debajo de la inflación, es decir, con una disminución de su capacidad de compra. Eso es lo que ha sucedido, por ejemplo, con los salarios que están tasados en más de un salario mínimo y hasta tres, que es lo que recibe el 45% de la clase trabajadora… pero, además la población ubicada oficialmente en “extrema pobreza”, que generalmente recibe menos del salario mínimo, aumentó en este sexenio en 400 mil personas.

Primero los pobres” es el lema de este gobierno que le ha otorgado la concesión para cubrir el servicio de limpieza de edificios de instituciones y secretarías de Estado a la empresa Got Und Glück, la cual, como lo han denunciado los trabajadores del Politécnico4, da un trato de forma despótica, obliga a trabajar largas jornadas con míseros salarios, sin otorgar la más mínima seguridad social, pero además, y eso es lo que ha desatado descontento, es la retención de su salario por varios meses… Por eso, más allá de los discursos y frases hipócritas, esto es una muestra de lo que la 4T ofrece a los trabajadores.

El capitalismo vive de la miseria y explotación del trabajo asalariado, por eso los trabajadores deben estar conscientes que ningún gobierno de derecha o de izquierda, ni busca, ni puede evitarlo. Por el contrario, el avance de la crisis obliga a la burguesía a implementar nuevos y mayores ataques. Esta degradación de la vida de los trabajadores se presenta en todo el mundo, animando su combatividad y empujando a la lucha masiva. La movilización de los trabajadores contra estos ataques no solo es necesaria sino posible, así lo demuestra las movilizaciones que se han iniciado en 2022 en Gran Bretaña y se han continuado en los dos años siguientes en toda Europa occidental, e incluso se han extendido a EE.UU. y Canadá5.

Ante los ataques a las condiciones de vida de los trabajadores en México, deben seguir el ejemplo que fueron capaces de mostrar sus hermanos de clase, reconocer que el único camino es la lucha y no las trampas electoreras que le imponen sus verdugos.

 

Tatlin, 12-julio-2024

1 Marx, La Guerra Civil en Francia, 1871.

2 El Financiero, 6-junio-2023.

3 Discurso de Cervantes Díaz, director del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), 18-junio-2024.

4 El Instituto Politécnico Nacional (IPN), es un centro de estudio técnico superior de control gubernamental.

5 Cfr. ¡La clase obrera sigue luchando!, Revolución Mundial 148, 1er semestre de 2024.

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