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Capitalismo es guerra
Desde siempre, una de las ideas principales de la teoría proletaria, el marxismo, es que, en el capitalismo, la paz y la guerra no son ni contradictorias ni mutuamente excluyentes. Son, muy al contrario, dos momentos de la vida misma de ese modo de producción y que la paz no es sino la preparación de la guerra. A pesar del “verano 88”, pese a los acuerdos de “desarme” entre Reagan y Gorbachov, a pesar de toda la propaganda pacifista actual, la alternativa histórica que ante sí tiene la humanidad no es guerra o paz, sino que es y seguirá siendo socialismo o 3ª guerra imperialista mundial, socialismo o barbarie. O para ser más precisos hoy: socialismo o continuación y aumento cada día más dramático, si cabe, de la barbarie capitalista.
Nos encontramos pues frente a dos tesis: la de la propaganda burguesa y la de la teoría revolucionaria del proletariado. Aquélla sirve para procurar seguir manteniendo el orden social actual al hacerlo todo por propagar las ilusiones de que la paz es posible en el capitalismo. La segunda tesis, la del marxismo, afirma que “la guerra es un producto necesario del capitalismo” como decía Lenin en el artículo “ El Congreso socialista internacional de Stuttgart” de septiembre de 1907 (en “Contra la guerra imperialista”, pág.9, Ed. Progreso); afirma, como la Internacional Comunista en 1919, que :”la Humanidad(...) está amenazada de destrucción. Sólo hay una fuerza capaz de salvarla y esa fuerza es el proletariado” (“Los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista”, Cuadernos del pasado y del presente, 1 parte,p.62).
La crisis económica irreversible del capitalismo lleva hacia la guerra imperialista
Desde 1945, el antagonismo imperialista entre el bloque occidental y el del Este se ha plasmado en constantes guerras (Corea, Indochina, Oriente Medio, etc.) Y hoy, el callejón sin salida económica, la caída en la crisis, no hacen sino agudizar más esos antagonismos, empujando al capitalismo a la huida ciega en la guerra, empujándolo hacia una tercera guerra mundial.
«Desde el momento en que la crisis ya no puede encontrar una salida temporal en una expansión del mercado mundial, la guerra mundial de nuestro siglo expresa y traduce ese fenómeno de autodestrucción de un sistema que, por sí mismo no puede superar sus contradicciones históricas » (“La guerra en el capitalismo”, Revista Internacional, nº41, 1985).
Esa imposibilidad del capitalismo en declive para evitar o cuando menos superar la crisis económica es la base misma de la guerra imperialista, la cual es la plasmación más aguda de la crisis y de la decadencia del modo de producción mismo.
La “paz” del verano del 88 : una etapa de la ofensiva occidental
La paz por todas partes, claman los periódicos y las pantallas: Angola, Camboya, Afganistán, y, sobre todo entre Irán e Irak. Y eso, además, tras los acuerdos de desarme entre EE. UU. y la URSS1. Según los media, la razón y la cordura estarían ganando la partida. Como si a Gorbachov y a Reagan se les hubiera aparecido el dios del pacifismo y acabaran logrando el mutuo entendimiento para superar el antagonismo imperialista que al mundo amenaza. O sea que la buena voluntad vencería a las leyes mismas del capitalismo.
Esa sería la prueba fehaciente de que el capitalismo no es obligatoriamente sinónimo de guerra como lo afirma el marxismo. A pesar de los pesares, nosotros seguimos afirmando que es este último quien tiene razón.
Procuremos mirar desde más cerca. Esas diferentes “paces” son todas del tipo “pax americana”: el ejército ruso abandona Afganistán, los cubanos Angola y Camboya los vietnamitas. De hecho, esas retiradas rusas son el resultado del apoyo económico y, sobre todo y cada día más, militar por parte de USA a la resistencia afgana y a la guerra que está llevando a cabo África del Sur y el movimiento guerrillero UNITA contra Angola. Como también ha sido l enorme presión militar y económica del bloque occidental lo que ha hecho entrar en razón a los ayatolás iraníes en el conflicto con Irak. Si algo “razonable” hay en todo eso, sería de la razón del más fuerte, la razón que se expresa sin ambigüedades en la presencia de la armada occidental en el Golfo Pérsico y en la eficacia de los misiles Stinger norteamericanos contra la aviación rusa en Afganistán.
En verdad, esas diferentes “paces” nada tienen que ver con la razón, ni con la buena voluntad pacifista, sino con la relación actual de fuerzas entre ambos bloques. Las “paces” del verano de 1988 son el producto de la guerra.
Las “paces” del verano preparan la guerra imperialista
Productos de la guerra, las “paces” veraniegas del 88 preparan las guerras venideras, lo cual no hace sino confirmar la tesis del marxismo. Únicamente ésta permite sacar a la luz la realidad oculta de los conflictos imperialistas e, incluso a menudo, prever su desembocadura. Así describíamos nosotros en 1984 la evolución de los conflictos imperialistas:
«Contrariamente a la propaganda machacona que día tras día nos dan los media del bloque occidental, la característica principal de la evolución es la de una ofensiva del bloque USA contra el bloque ruso, para con ella rematar el cerco de la URSS por parte del bloque occidental, despojándola de todas las posiciones que ha podido mantener fuera de su bloque inmediato. Tiene la finalidad de expulsarla definitivamente de Oriente Medio, reintegrando a Siria dentro del bloque occidental, haciendo entrar en vereda a Irán para que vuelva a ser en el bloque USA una pieza fundamental de su dispositivo militar. Esa ofensiva tiene además la ambición de continuar con la recuperación de Indochina. Tiene, en fin de cuentas, el objetivo de estrangular por completo a la URSS, retirarle su estatuto de potencia mundial» (Revista Internacional,n°36, 1er trimestre de 1984, p.2, versión francés-inglés).
Estamos hoy viviendo el remate de la segunda fase de esa ofensiva del bloque USA contra el bloque URSS: la sumisión de Irán y, desde hace ya algún tiempo, la reintegración de Siria en el bloque occidental -primera fase de la ofensiva-, con el papel de gendarme de occidente en Líbano. La sumisión de Irán es previa al futuro retorno de ese país a la disciplina del bloque USA, el cual lo había convertido en gendarme occidental del área en tiempos del Sha. Para ello, el imperialismo USA está dispuesto a dejar sus fuerzas militares en el Golfo Pérsico el tiempo que haga falta para así “ayudar” a Irán a comprender bien el papel que le incumbe :ejercer una presión directa en las fronteras meridionales de la URSS.
La URSS, además de su expulsión de Oriente Medio, está ahora prácticamente fuera del continente africano (le queda sólo Etiopía... ( por cuánto tiempo ?) después del proyecto de retirada de las fuerzas cubanas de Angola. Todo ello unido a la retirada de sus tropas de Afganistán. La ofensiva occidental va a proseguir en Indochina: ya se vislumbra con el proyecto de retirada del ejército vietnamita de Camboya.
En eso estamos: la ofensiva tiene como finalidad la de quitarle a la URSS las últimas plazas fuertes que posee fuera de Europa.
La única perspectiva del capitalismo: una 3 Guerra Mundial
El éxito de la ofensiva USA contra la URSS lleva a ésta a una situación cada día más crítica de aislamiento y debilidad. Va a encontrarse cada día más acorralada, y ahogada de hecho, en su glacis del Este europeo.
Si ese proceso de enfrentamientos imperialistas entre el bloque del Oeste y el del Este fuera hasta su término, la URSS se encontraría en una situación similar a la de Alemania antes de las dos primeras guerras mundiales : obligada en última instancia, so pena de morir ahogada, a desencadenar una 3ª guerra mundial. Y eso, a pesar de estar en una situación económica y militar muy desfavorable con relación a su rival occidental ; eso, a pesar de las espantosas consecuencias para el porvenir mismo de la humanidad a causa de las armas actuales, pues ese proceso de enfrentamientos que llevaría a la guerra es algo inherente al capitalismo y sólo puede ser detenido con la destrucción misma de ese modo de producción.
Hoy, el capitalismo significa hundimiento en la miseria, en la guerra, en la barbarie
Hoy por hoy, ese proceso que sin duda llevaría a la destrucción de la mayor parte de la humanidad, sino es a su total desaparición, no puede desarrollarse hasta su término. Más lejos volveremos sobre esto.
Todo ello no impide que el capitalismo sigue sobreviviendo como una fruta demasiado madura que no cesa de pudrirse. Por eso, nosotros afirmamos que la alternativa histórica ya no es «socialismo o barbarie», sino socialismo o continuación y desarrollo de la barbarie capitalista. 80 años de decadencia histórica marcada por una miseria nunca antes conocida en la historia de la humanidad (con sus ya 2/3 partes de seres muriéndose de hambre), matanzas sin fin durante continuas guerras y entre ellas dos mundiales y sus millones y millones de muertos, todo ello ha dado la prueba del arcaísmo que es hoy el modo de producción capitalista, el cual, portador de progreso histórico en el pasado, se ha transformado en obstáculo y riesgo mortal para el desarrollo y la supervivencia misma de la humanidad.
Para quienes duden de la validez de la tesis marxista sobre la existencia de la decadencia del capitalismo, recordemos brevemente la realidad macabra del conflicto entre Irán e Irak, provocado a sabiendas y cultivado por EE. UU. y sus aliados occidentales. Según la prensa (22/8/88) ha habido 1 200 000 muertos, 900 000 de ellos del lado iraní, entre los cuales cantidad de niños, ancianos y mujeres. La cantidad de heridos e inválidos es dos veces mayor. Recordemos el uso a mansalva de gases. La economía de ambos países arrasada ; los gastos en armamento de ambos países supera los 200 000 millones de dólares, al igual que el total de las destrucciones.
Y todo ese horror sin fin para no sacar, ni uno ni el otro de los beligerantes, el más mínimo “beneficio” histórico, ni económico, ni siquiera territorial, si no es un lugar privilegiado y seguro en los conflictos venideros.
Ya que, a pesar de los múltiples alto el fuego, no es la paz lo que les espera a los países directamente concernidos. Sea o no sea su destino el de servir de plaza fuerte a un imperialismo, como en el caso de Irán, lo único que en esos países va a desarrollarse es todavía más guerra, más miseria, más descomposición social. Su inmediato futuro es la inestabilidad como en Líbano. Para los países africanos, para Oriente Medio muy especialmente, para Afganistán también, para Camboya, Irán y demás, las alegres paces del 88 son un paso más en la descomposición social, en el hambre y la miseria, y en las guerras interminables entre las diferentes facciones y bandas locales. Para esos países el porvenir no es la paz, sino la «libanización», el aumento todavía más dramático de la putrefacción económica y social del capitalismo.
Esa «libanización» se está plasmando en particular en el explosivo aumento de las matanzas interraciales (cuyo último ejemplo es el de Burundi donde los enfrentamientos entre hutus y tutsis han provocado por lo visto 25 000 muertos), también se plasma en la «explosión de las nacionalidades», acompañada también de matanzas como en India, en Irán e Irak con los kurdos, e incluso en la URSS, en Azerbaiyán. Esos conflictos son una expresión de la creciente descomposición del tejido social en todos los países.
Todo ese horror es la realidad del capitalismo decadente. La guerra y la descomposición son la única perspectiva que esta sociedad en putrefacción pueda ofrecer a la humanidad.
El proletariado es el único freno a la guerra imperialista
Hemos afirmado antes que el despliegue de los antagonismos imperialistas entre Este y Oeste no consigue desarrollarse hasta su término apocalíptico. A pesar de la profundidad de la crisis económica y de su aceleración, a pesar de que los dos grandes bloques imperialistas existen ya desde 1945, a pesar de que la economía está principalmente dirigida a la producción bélica lo cual significa sobreabundancia de armas, la 3a guerra mundial no ha estallado todavía.
Verdad es que el tiempo juega a favor del bloque USA. Esta potencia se ha permitido el lujo de esperar durante 8 largos años de guerra a que se agotara Irán para meterlo en vereda. Y ha adoptado la misma actitud respecto a la URSS en Afganistán. El bloque occidental puede darse el lujo, pues es él quien lleva la iniciativa, de dejar que la URSS se desgaste en la carrera de armamentos. Y tanto más por encontrarse el bloque del Este en una situación interna difícil, empezando ya muy especialmente por la propia potencia dominante ; la URSS está enfrentándose a la « explosión de las nacionalidades »,que como ya hemos visto es una expresión de la descomposición social.
Por otro lado, la URSS está a la defensiva, asumiendo con cada día mayores dificultades el peso de la economía de guerra y los gastos de sus diferentes ocupaciones militares. Está buscando desesperadamente el aire que la libre del ahogo que la amenaza ; está queriendo darse un respiro para poder enfrentar esa amenaza.
No es ésa, sin embargo, la razón esencial de que no haya estallado hoy un conflicto mundial entre ambos bloques. Todas las condiciones están reunidas, menos una : la adhesión y la sumisión de la población y, ante todo, de los obreros, quienes producen lo esencial de la riqueza social y todas las armas y formarían el grueso de las tropas en caso de conflicto generalizado. Los obreros no están hoy dispuestos para el sacrificio de sus vidas en una guerra. En el momento en que escribimos estas líneas, las huelgas obreras en Polonia2, por muchos que sean los límites con los que topan, por muy específico que sea el caso de ese país, son expresión una vez más de la combatividad del proletariado internacional y de su negativa a aceptar sin reacción los ataques económicos impuestos por la crisis y la inmensa miseria que acompaña inevitablemente el desarrollo de la economía de guerra.
Esta combatividad obrera se ha expresado en las luchas de estos últimos años por la defensa de las condiciones de vida y contra la brutal y creciente deterioración de esas condiciones, especialmente en Europa Occidental3. Esa combatividad es el freno y el obstáculo ante el movimiento capitalista hacia la guerra y su consecuencia lógica de un tercer conflicto imperialista mundial.
Muchos obreros individualmente, cantidad de militantes revolucionarios y casi todos los grupos políticos del proletariado, víctimas de la propaganda burguesa, pierden la esperanza en las luchas de la clase obrera llegando incluso algunos a negar su existencia4. Y ante la pregunta de por qué la guerra no ha estallado ya, ahora que todas las condiciones objetivas están reunidas, esos compañeros pierden confianza en los análisis del marxismo, cuestionando sus principios mismos.
El pacifismo desarma a la clase obrera y prepara la guerra
La burguesía, por su parte, no tiene la menor duda en cuanto a la existencia y el peligro de las luchas obreras. En relación con la combatividad obrera, sabe también muy bien que la población civil no está dispuesta a ir al matadero de la guerra. Para eso sirven las campañas de propaganda pacifista, cuyo blanco principal, tanto en el Este como en el Oeste, son los obreros.
A pesar de su prepotencia ideológica, el Estado capitalista norteamericano tendría hoy muchas dificultades para mandar un cuerpo expedicionario de 500 000 soldados de reemplazo al campo de batalla como en la época del Vietnam, sin provocar reacciones populares, y sin duda obreras, muy peligrosas. Y aunque no sea la razón principal de la retirada rusa de Afganistán, sí ha sido importante en la decisión el creciente descontento entre la población de la URSS e incluso entre las tropas, como pudo comprobarse con los disturbios habidos con ocasión de una concentración de más de 8 000 paracaidistas, antiguos soldados de Afganistán, el 2 de Agosto último en Moscú (en la prensa del 9/8/88).
Tras los acuerdos Reagan-Gorbachov sobre los euromisiles, tras los acuerdos y negociaciones sobre África Austral, Irán e Irak, Vietnam, la burguesía internacional utiliza la retirada de la URSS de Afganistán para mantener las ilusiones pacifistas entre la clase obrera. La “paz” impuesta a Irán sirve también para justificar la presencia de la impresionante flota occidental en el Golfo Pérsico como una especie de misión pacificadora y de civilización frente al horrendo fanatismo islámico de los ayatolás.
Esas campañas pacifistas son también organizadas por gobiernos, medios de comunicación, partidos de izquierda y sindicatos para entontecer a la clase obrera haciéndole creer que la paz es posible en el capitalismo. Con ello intentan impedir que aquélla tome conciencia de la dramática alternativa histórica de nuestros días : revolución proletaria o 3ª guerra mundial.
« El pacifismo y la prédica abstracta de la paz son una de las formas de embaucar a la clase obrera. En el capitalismo, y sobre todo en su fase imperialista, las guerras son inevitables ». («El pacifismo y la consigna de paz», resolución de la Conferencia de secciones del POSDR en el extranjero, de Marzo de 1915. Lenin, obra citada,pág.91).
Sobre todo, el pacifismo, en nombre de una paz abstracta, pretende hacer creer que existe una oposición radical entre la guerra y la paz en el sistema ; así, a la lucha de clases, a la lucha de la clase obrera, a la perspectiva de la revolución proletaria, el pacifismo no puede sino identificarlas con ese mal absoluto que sería la guerra. El pacifismo sirve para que la clase obrera abandone sus combates, que acepte la explotación, la miseria y sacrificios en aumento ; sirve para que los obreros se vuelvan impotentes ante el drama histórico que se avecina, haciéndoles abandonar sus trincheras contra los crecientes ataques económicos del capital en crisis.
i La clase obrera no deberá dejarse encandilar por las sirenas del pacifismo !. i La clase obrera no deberá abandonar sus luchas, para así ganar no se sabe qué paz !. Con ello, lo único que ganaría sería la derrota, primero; la guerra generalizada, después.
En el capitalismo, la única paz posible es la de los cementerios. Las «paces del verano 88» están preparando una aceleración hacia la guerra imperialista. Las campañas pacifistas lo único que están buscando es ocultar a los obreros esa monstruosa realidad.
«Históricamente, el dilema ante el que se encuentra hoy la humanidad, se plantea de la manera siguiente : hundimiento en la barbarie o salvación por el socialismo. Es así como hoy estamos viviendo aquella verdad que muy justamente formula-ban Marx y Engels por vez primera, como base científica del socialismo, en el gran documento que es el Manifiesto Comunista : el socialismo se ha convertido en necesidad histórica ».(Rosa Luxemburgo : Discurso sobre el programa del Partido-Comunista de Alemania, 1/1/1919)
RL
26/08/88
1 Sobre la mentira del desarme y la realidad de los acuerdos sobre los euromisiles y el desarrollo armamentístico, véase «Editorial», de nuestra Revista Internacional, n°54.
2 Véase en esta misma revista el artículo sobre las huelgas en Polonia.
3 Sobre la realidad y el significado de las luchas obreras actuales, véanse los artículos de los anteriores números de esta revista y de nuestra prensa territorial.
4 Véase en este número el artículo « Decantación del medio político proletario y oscilaciones del BIPR».