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Disponer de un análisis preciso de la situación histórica y de las perspectivas que se desprenden de ella es una de las principales responsabilidades de las organizaciones revolucionarias para dar un marco sólido a su intervención en la clase y proponer a ésta orientaciones precisas para comprender la dinámica del capitalismo o las acciones y maniobras de la burguesía. Desgraciadamente, los grupos del medio político proletario en su conjunto se quedan muy cortos en esta necesidad: bien porque se quedan anclados en esquemas del pasado aplicados mecánicamente, sin someterlos a la crítica y aunque ya no se atengan a la realidad histórica (los grupos bordiguistas); o bien porque su oportunismo les lleva a privilegiar un enfoque inmediatista y empirista encaminado a un ilusorio éxito inmediato, en lugar de hacer el esfuerzo de verificar la solidez y la pertinencia de sus análisis la Tendencia Comunista Internacionalista (la Tendance Communiste Internationaliste - TCI).[i]
Por su parte, la CCI, fiel a la tradición del movimiento obrero y al método marxista, siempre ha sometido sus marcos de análisis a una verificación crítica para ver si siguen siendo válidos o si, por el contrario, requieren modificaciones o incluso una revisión. De acuerdo con este planteamiento, el presente informe toma como punto de partida la Resolución sobre la situación internacional del XXIV Congreso de la CCI[ii], que puso de relieve la marcada aceleración de la descomposición manifestada a través de los estragos de la pandemia y su impacto en la base económica del sistema, concretando así la alternativa "socialismo o barbarie" planteada por la III Internacional. Pero, "a diferencia de una situación en la que la burguesía es capaz de movilizar a la sociedad para la guerra, como en los años 30, el momento final de la marcha, el ritmo y las formas de la dinámica del capitalismo en descomposición hacia la destrucción de la humanidad son más difíciles de predecir porque son el producto de una convergencia de diferentes factores, algunos de los cuales pueden estar parcialmente ocultos" (punto 10). Diversas observaciones subrayan esta aceleración de la descomposición sobre el plano de los enfrentamientos imperialistas:
- Una intensificación del desarrollo del militarismo, que ya se había convertido en el modo de vida del capitalismo en su fase decadente. Así, las "masacres de innumerables pequeñas guerras" sumen al capitalismo "en un sálvese quien pueda imperialista cada vez más irracional" (punto 11), al tiempo que asistimos a un endurecimiento de los conflictos entre las potencias mundiales. "En este caótico panorama, no cabe duda de que el creciente enfrentamiento entre Estados Unidos y China tiende a ocupar el centro del escenario" (punto 12). Mientras la rivalidad entre Estados Unidos y China tiende a exacerbarse, la nueva administración Biden ha anunciado que "ya no se dejará tomar el pelo" por Rusia (punto 11).
- La política agresiva de Estados Unidos, que, ante el declive de su hegemonía, no duda en utilizar "su capacidad de actuar en solitario para defender sus intereses". Sin embargo, "la búsqueda del sálvese quien pueda hará cada vez más difícil, si no imposible, que Estados Unidos imponga su liderazgo, una ilustración del todos contra todos en la aceleración de la descomposición" (punto 11).
- El extraordinario crecimiento de China es en sí mismo un producto de la descomposición [...]. El control totalitario sobre todo el cuerpo social y el endurecimiento represivo al que se entrega la facción estalinista de Xi Jinping no son una expresión de fuerza sino, por el contrario, una manifestación de la debilidad del Estado" (punto 9).
- El aumento de las tensiones "no significa que nos dirijamos hacia la formación de bloques estables y una guerra mundial generalizada" (punto 12). Sin embargo, no vivimos "en una época de mayor seguridad que la Guerra Fría [...]. Al contrario, si la fase de descomposición está marcada por una creciente pérdida de control por parte de la burguesía, esto también se aplica a los vastos medios de destrucción (nucleares, convencionales, biológicos y químicos) que han sido acumulados por la clase dominante [...]" (punto 13).
El estallido de la guerra en Ucrania y la consiguiente agudización de las tensiones imperialistas se inscriben plenamente en el marco de referencia adoptado por el XXIV Congreso Internacional. Sin embargo, representan sin duda una evolución cualitativa en el deslizamiento de la sociedad hacia la barbarie, al poner de relieve el papel motor del militarismo en la interrelación de las distintas crisis (sanitaria, económica, política, ecológica, etc.) que afligen actualmente al capitalismo.
Parte I: Balance de 15 meses de guerra en Ucrania
Tras dos años de pandemias, el estallido de la guerra en Ucrania en febrero de 2022 representó un paso cualitativo en el descenso de la sociedad hacia la barbarie. Desde 1989, EE. UU. había buscado efectivamente la confrontación en varias ocasiones (con Irak, Irán, Corea del Norte y Afganistán), pero estas confrontaciones nunca habían implicado a otra gran potencia imperialista ni habían tenido un impacto en todo el planeta. Esta guerra es muy diferente:
"-es la primera confrontación militar de esta envergadura entre Estados que tiene lugar a las puertas de Europa desde 1940-45 [...], de modo que el corazón de Europa se convierte ahora en el teatro central de la confrontación imperialista [...];
- esta guerra implica directamente a los dos países más grandes de Europa, uno de los cuales posee armas nucleares u otras armas de destrucción masiva y el otro cuenta con el apoyo financiero y militar de la OTAN. Este enfrentamiento entre Rusia y la OTAN tiende a revivir los recuerdos del enfrentamiento entre los bloques de los años 50 a los años 80 y el terror nuclear que sobrevino [...];
- la amplitud de los combates, las decenas de miles de muertos, la destrucción sistemática de ciudades enteras, la ejecución de civiles, el bombardeo irresponsable de centrales atómicas, las considerables consecuencias económicas para el conjunto del planeta subrayan tanto la barbarie como la creciente irracionalidad de unos conflictos que pueden conducir a una catástrofe para la humanidad"[iii].
Quince meses después del estallido de la guerra, es importante establecer las principales lecciones del conflicto en términos de relaciones imperialistas, pero también en términos del marco de referencia propuesto por la CCI.
1. El impacto en las relaciones imperialistas
El balance material y humano de un año de guerra es espantoso: la pérdida de vidas y la destrucción material son gigantescas, el desplazamiento de la población se cifra en millones. Decenas billones han sido engullidos por ambos bandos (en 2022, 45.000 millones de euros por Estados Unidos, 52.000 millones por la UE, 77.000 millones por Rusia, es decir, el 25% de su PIB). Rusia destina actualmente a la guerra alrededor del 50% de su presupuesto estatal, mientras que la hipotética reconstrucción de Ucrania requeriría más de 700 billones de dólares. Esta guerra también está teniendo un impacto considerable en la intensificación de las tensiones imperialistas.
1.1 La ofensiva imperialista estadounidense
Ante el declive de su hegemonía, Estados Unidos lleva a cabo desde los años noventa una política agresiva destinada a defender sus intereses, en particular frente al antiguo líder del bloque rival, Rusia. A pesar del compromiso adquirido tras la desintegración de la URSS de no ampliar la OTAN, los estadounidenses han incorporado a la alianza a todos los países del antiguo Pacto de Varsovia, incluidos países como los Estados bálticos que formaban parte de la propia antigua URSS, y tenían previsto hacer lo mismo con Georgia y Ucrania en 2008. La "Revolución Naranja" en Ucrania en 2014 sustituyó al régimen pro-ruso por un gobierno prooccidental, y las protestas generalizadas en Bielorrusia amenazaron al régimen pro-ruso de Lukashenko. Frente a esta estrategia de cerco, el régimen de Putin intentó reaccionar utilizando su poderío militar, vestigio de su pasado como jefe de un bloque (Georgia en 2008, Crimea y Donbass en 2014, etc.). Ante los arrebatos imperialistas de Rusia, Estados Unidos comenzó a armar a Ucrania y a entrenar a su ejército en el uso de armas más sofisticadas. Cuando Rusia desplegó su ejército en Bielorrusia y el este de Ucrania, Estados Unidos tensó la trampa afirmando que Putin iba a invadir Ucrania, al tiempo que aseguraba que no intervendría sobre el terreno.
En resumen, aunque la guerra la inició Rusia, es consecuencia de la estrategia estadounidense de cercar y asfixiar a Rusia. De este modo, Estados Unidos ha logrado un golpe maestro al intensificar su política agresiva, que tiene un objetivo mucho más ambicioso que el de simplemente poner coto a las ambiciones de Rusia:
- Inmediatamente, la trampa fatal que han tendido a Rusia está conduciendo a un debilitamiento significativo del poder militar que le queda a esta última y a una degradación radical de sus ambiciones imperialistas. La guerra también ha demostrado la absoluta superioridad de la tecnología militar estadounidense, que está en la raíz del "milagro" de la "pequeña Ucrania" que está haciendo retroceder al "oso ruso";
- en segundo lugar, apretaron las tuercas dentro de la OTAN al obligar a los países europeos a alinearse bajo la bandera de la Alianza, en particular Francia y Alemania, que habían tendido a desarrollar sus propias políticas hacia Rusia e ignorar a la OTAN, que hasta hace unos meses el presidente francés Macron había diagnosticado con "muerte cerebral";
- Más allá de la paliza administrada a Rusia, el principal objetivo de los estadounidenses era sin duda una advertencia inequívoca a su principal adversario, China ("esto es lo que te espera si te arriesgas a intentar invadir Taiwán"). Durante los últimos diez años aproximadamente, la defensa del liderazgo estadounidense se ha centrado en el ascenso de este serio rival. Bajo la administración Trump, este deseo de enfrentarse a China tomó principalmente la forma de una guerra comercial abierta. Pero la administración Biden también intensificó la presión militarmente (tensiones en torno a Taiwán). La guerra ha debilitado al único socio de interés para China, Rusia, que podría aportarle en particular una contribución militar. También ha puesto en tensión el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, uno de cuyos ejes debía pasar por Ucrania.
1.2. La estrepitosa derrota del imperialismo ruso
El objetivo inicial de Rusia era, en primer lugar, llegar rápidamente a Kiev mediante una audaz operación combinada de sus tropas de élite para eliminar a la facción de Zelensky e instalar un gobierno pro-ruso y, en segundo lugar, cortar el acceso al Mar Negro tomando Odesa. El ejército ruso subestimó la capacidad de resistencia del ejército ucraniano, que contaba con el apoyo financiero y militar de Estados Unidos y sobrestimó sus propias capacidades militares, sufriendo una aplastante derrota. El siguiente objetivo, más modesto, era ocupar el noreste del país, pero el ejército ruso volvió a sufrir grandes pérdidas y tuvo que retirarse a Kharkiv y abandonar Kherson. Los programas de movilización de nuevos reclutas hicieron que cientos de miles de jóvenes rusos huyeran al extranjero y que el ejército ruso se viera obligado a recurrir a los mercenarios del grupo Wagner, que reclutó a un gran número de presos comunes, para mantener la línea del frente. Ahora está utilizando todos los medios a su alcance para mantener el territorio que une el Donbass con Crimea. Para ello, está bombardeando masivamente todas las ciudades, centrales eléctricas y puentes, para hacer pagar cara a Ucrania su victoria y obligar a Zelensky a aceptar las condiciones rusas. Además, dada su precaria situación militar, no se puede descartar que Rusia acabe utilizando armas nucleares tácticas.
Sea cual sea el resultado final, ya está claro que Rusia se ha visto gravemente debilitada por esta aventura bélica. Ha sido desangrada militarmente, habiendo perdido alrededor de cien mil soldados, particularmente entre sus unidades de élite más experimentadas, y un gran número de los tanques, aviones y helicópteros más modernos y eficientes; ha sido gravemente debilitada económicamente por los enormes costos de la guerra (25% de su PIB este año), así como por el colapso de la economía causado por el esfuerzo bélico y las sanciones impuestas por los países occidentales. Por último, su imagen de potencia imperialista se ha visto muy perjudicada por los acontecimientos, que han demostrado los límites militares y económicos de su poder.
1.3 Los imperialismos europeos y chinos bajo presión
Las burguesías europeas, especialmente Francia y Alemania, habían intentado por todos los medios convencer a Putin de no desencadenar esta guerra, o incluso de que lanzara un ataque limitado en escala y tiempo. Indiscreciones de Boris Johnson revelaron que Alemania estaba incluso considerando respaldar de hecho una "blitzkrieg" rusa de unos pocos días de duración para eliminar el régimen actual. Sin embargo, ante el fracaso de las fuerzas rusas y la inesperada resistencia del ejército ucraniano, Macron y Scholz tuvieron que adoptar tímidamente la posición de la OTAN dictada por Estados Unidos. Sin embargo, siguen dando marcha atrás en su compromiso militar con Ucrania y han dado largas a la hora de cortar todos los lazos económicos con Rusia. Al mismo tiempo, han aumentado drásticamente sus presupuestos militares, con el objetivo de rearmar masivamente sus fuerzas armadas (Alemania ha llegado a duplicar su presupuesto hasta 107.000 millones de euros). Las recientes visitas a Pekín del canciller Scholz y del presidente Macron confirmaron la determinación de Alemania y Francia de no plegarse a los designios de Estados Unidos y de mantener fuertes lazos económicos con China.
En cuanto a China, ante las dificultades de su "aliado" ruso y las amenazas indirectas pero insistentes de Estados Unidos, ha adoptado una postura muy cauta en el conflicto ucraniano: ha pedido el cese de las hostilidades y, aunque no se ha adherido formalmente a las sanciones contra Rusia, no ha suministrado a esta última armas ni material militar. Xi incluso expresó abiertamente su preocupación a Putin e invitó a Rusia a buscar negociaciones. Para la burguesía china, la lección es amarga: la guerra de Ucrania ha demostrado que cualquier ambición imperialista global es ilusoria en ausencia de una potencia militar y económica capaz de competir con la superpotencia estadounidense. Hoy, sin embargo, China no tiene ni fuerzas armadas a la altura, ni una estructura económica capaz de apoyar tales ambiciones imperialistas globales.
Toda su expansión económica y comercial es vulnerable al caos de la guerra y a las presiones del poder estadounidense. Es cierto que China no renuncia a sus ambiciones imperialistas, en particular a la reconquista de Taiwán, como recordó Xi Jinping en el congreso del PCCh, pero sólo podrá progresar a largo plazo evitando ceder a las provocaciones estadounidenses.
En un plano más general, el conflicto de Ucrania no sólo ha representado una profundización cualitativa extremadamente importante del militarismo, sino que también es el motor de la intensificación, a escala mundial, de las dificultades económicas (inflación y recesión), de los problemas sanitarios (repuntes de Covid), de la afluencia de refugiados y de la incapacidad del sistema para hacer frente a la crisis ecológica (explotación intensiva del gas de esquisto, reactivación de las centrales nucleares e incluso del carbón), que caracterizan la actual zambullida en la descomposición.
2. La puesta a prueba de nuestro marco teórico
La negación inicial de la CCI de la inminencia de una invasión masiva de Ucrania por parte de Rusia, a pesar de las advertencias explícitas de Estados Unidos, no era en absoluto la expresión de la inadecuación de nuestro marco analítico, sino más bien la manifestación de una falta de dominio de este último, y más concretamente un "olvido" de las orientaciones presentadas en el texto "Militarismo y descomposición" (1990). Por ello, la CCI adoptó un documento complementario que actualizaba el texto de octubre de 1990 ("Militarismo y descomposición, mayo de 2022), en el que se destacaban en particular las siguientes adquisiciones, hechos aún más evidentes por un año de guerra en Ucrania:
2.1. La necesidad de un enfoque materialista dialéctico de la actualidad
La cuestión del método es crucial en la aprehensión de los acontecimientos que marcan la actualidad: ¿hay que concebir el materialismo dialéctico como un simple determinismo económico o más bien, como nos recordaba Engels ya en 1890 en una carta a Bloch, un método dialéctico que tenga en cuenta las interacciones entre los diferentes aspectos de la realidad, en particular la relación entre la base económica y la superestructura, aunque "el factor determinante de la historia sea, en última instancia, la producción y la reproducción de la vida real".[iv] Este enfoque contradice todos los análisis materialistas vulgares, mayoritarios en los medios políticos proletarios, que explican cada guerra únicamente en función del interés económico inmediato, sin diferenciar las situaciones en las distintas fases del capitalismo. Sin embargo, como señala elocuentemente la Gauche Communiste de France (Izquierda Comunista Francesa), "la decadencia de la sociedad capitalista encuentra su expresión más patente en el hecho de que de las guerras con vistas al desarrollo económico (periodo ascendente), se pasa a una actividad económica esencialmente restringida con vistas a la guerra (periodo decadente). Esto no significa que la guerra se haya convertido en el objetivo de la producción capitalista, el objetivo sigue siendo siempre para el capitalismo la producción de plusvalía, pero sí significa que la guerra, adquiriendo un carácter de permanencia, se ha convertido en el modo de vida del capitalismo decadente"[v].
2.2. La irracionalidad del militarismo se acentúa en la descomposición
La fase de descomposición acentúa uno de los aspectos más perniciosos de la guerra en la decadencia: su irracionalidad. Los efectos del militarismo son cada vez más imprevisibles y desastrosos. Nuestros materialistas vulgares no comprenden este aspecto y objetan que las guerras tienen siempre una motivación económica y, por tanto, racional. No ven que las guerras actuales no tienen fundamentalmente una motivación económica, sino geoestratégica, e incluso que estas guerras ya no alcanzan sus objetivos originales, sino que conducen al resultado contrario:
- Estados Unidos emprendió las dos guerras del Golfo, al igual que la guerra de Afganistán, para mantener su liderazgo en el planeta, pero tanto en Iraq como en Afganistán, el resultado ha sido una explosión de caos e inestabilidad, provocando una oleada de refugiados que llaman a las puertas de los países industrializados.
- Sean cuales sean los objetivos de los numerosos buitres imperialistas (rusos, turcos, iraníes, israelíes, estadounidenses o europeos) que intervinieron en las horribles guerras civiles siria o libanesa, heredaron un país en ruinas, fragmentado y dividido en clanes, con millones de refugiados inundando los países vecinos o huyendo a los países industrializados.
La guerra de Ucrania es una confirmación ejemplar de ello: cualesquiera que sean los objetivos geoestratégicos del imperialismo ruso o estadounidense, el resultado será un país en ruinas (Ucrania), un país arruinado económica y militarmente (Rusia), una situación imperialista aún más tensa y caótica desde Europa hasta Asia Central y, por último, millones de refugiados en Europa.
2.3 La acentuación del caos y de las tensiones imperialistas obstaculiza en gran medida el camino hacia la formación de bloques
El aumento del militarismo y de la irracionalidad de la guerra significa una expansión aterradora de la barbarie bélica. Sin embargo, no conduce a la agrupación de los imperialismos en bloques y, por tanto, a una guerra generalizada en todo el planeta. Varios factores apoyan este análisis:
- La guerra en Ucrania no ha mostrado una alineación fuerte y estable de los imperialismos detrás de los líderes de los bloques potenciales: grandes potencias imperialistas como India, Brasil e incluso Arabia Saudita conservan claramente su autonomía respecto a los protagonistas, el vínculo entre China y Rusia no se ha estrechado, sino todo lo contrario, y mientras Estados Unidos ha utilizado la guerra para imponer sus puntos de vista en el seno de la OTAN, países miembros como Turquía o Hungría van abiertamente por la libre y Alemania y Francia hacen todo lo posible por desarrollar sus propias políticas.
- Un líder de bloque debe ser capaz de generar la confianza de sus países miembros y garantizar la seguridad de sus aliados, mientras que China se ha mostrado muy cauta en su apoyo a su aliado ruso. En cuanto a EE. UU., el "America first" de Trump fue un jarro de agua fría para los "aliados" que pensaban que podían contar con EE. UU., y Biden está siguiendo básicamente la misma política: decidió sin consultar a sus aliados retirar sus tropas de Kabul y les está haciendo pagar un alto precio energético por el boicot de la economía rusa, a pesar de que Estados Unidos es autosuficiente en este sentido.
- La ausencia de un proletariado derrotado, condición indispensable para comprometer a un país en una guerra mundial. Las recientes luchas en varios países occidentales demuestran que el proletariado no está dispuesto a aceptar la austeridad impuesta por la crisis económica, y mucho menos los sacrificios ligados a una guerra generalizada. Incluso en Rusia, donde el proletariado es débil y está sometido a una fuerte exaltación nacionalista, la mayoría de la población no apoya la guerra. Por último, también falta un arma ideológica fuerte capaz de aglutinar al proletariado, como ocurrió con el fascismo y el antifascismo en los años 1930.
-La formación de bloques no debe confundirse con alianzas coyunturales formadas para objetivos específicos. Por ejemplo, Turquía, miembro de la OTAN, ha adoptado una política de neutralidad frente a Rusia en Ucrania, esperando aprovecharla para aliarse con Rusia en Siria contra las milicias kurdas apoyadas por Estados Unidos. Al mismo tiempo, se enfrenta a Rusia en Libia y en Asia Central, donde presta apoyo militar a Azerbaiyán contra Armenia, miembro de la alianza liderada por Rusia.
2.4. La polarización de las tensiones es producto de la ofensiva de EE. UU.
Aunque desde mediados de la segunda década del siglo XXI se ha producido una polarización cada vez más clara de las tensiones imperialistas entre Estados Unidos y China, esto no debe considerarse en modo alguno como el inicio de una dinámica hacia la formación de bloques. A diferencia de ésta, no es producto de la presión del retador (Alemania, la URSS en el pasado) sino, por el contrario, de una política sistemática llevada a cabo por la potencia imperialista dominante, EE. UU., en un intento de frenar el declive irreversible de su liderazgo. Inicialmente, se centró en neutralizar las aspiraciones de los antiguos aliados del bloque occidental, en particular Alemania. Luego se centró en polarizar el "eje del mal" (Irak, Irán, Corea del Norte) en un intento de reunir a los demás imperialistas detrás del policía mundial. Más recientemente, su objetivo ha sido precisamente impedir que surja cualquier contrincante.
Treinta años de semejante política por parte de EE. UU. no han aportado en absoluto más disciplina y orden a las relaciones imperialistas; al contrario, han exacerbado el sálvese quien pueda, el caos y la barbarie. EE. UU. es hoy un vector importante en la aterradora expansión de los enfrentamientos bélicos.
2.5. La guerra no facilita el desarrollo de la lucha del proletariado
Es cierto que, a nivel general, la guerra en Ucrania demuestra la bancarrota de este sistema (sobre todo porque es claramente un producto voluntario de la clase dominante) y puede constituir en este sentido una fuente de toma de conciencia de esta bancarrota, aunque ésta se limite hoy a minorías de la clase. Fundamentalmente, sin embargo, confirma el análisis de la CCI de que la guerra y los sentimientos de impotencia y horror que provoca no favorecen el desarrollo de la lucha de la clase obrera. Al contrario, provoca un agravamiento sensible de la crisis económica y de los ataques a los trabajadores, empujando a estos últimos a oponerse a ella en defensa de sus condiciones de vida.[vi]
Parte II: el conflicto en Ucrania como multiplicador e intensificador de las contradicciones imperialistas
En el período actual, la guerra en Ucrania no puede considerarse un fenómeno aislado. A medida que nos adentramos en la década de 2020 del siglo XXI, diferentes tipos de crisis se acumulan e interactúan (crisis sanitaria, crisis económica, crisis climática y alimentaria, tensiones entre imperialismos) pero, sobre todo, todas ellas se ven afectadas por los efectos de este conflicto, que es un auténtico multiplicador e intensificador de la barbarie y el caos destructivo. Esta guerra es el factor central que determina la intensificación de los demás aspectos: "Con respecto a esta agregación de fenómenos destructivos y su 'efecto torbellino', debemos subrayar el papel motor de la guerra en tanto que acción deseada y planificada por los Estados capitalistas, convirtiéndose en el factor más poderoso y grave de caos y destrucción. De hecho, la guerra en Ucrania ha tenido un efecto multiplicador de los factores de barbarie y destrucción, implicando:
- un riesgo siempre presente de bombardeo de centrales nucleares, como ya estamos viendo en torno al emplazamiento de Zaporijia;
- un peligro de utilización de armas químicas y nucleares;
- una escalada violenta del militarismo con sus consecuencias para la ecología y el clima;
- además, un impacto directo de la guerra sobre la crisis energética y la crisis alimentaria"[vii].
En resumen, sea cual sea el escenario de los próximos meses, las repercusiones globales del conflicto en Ucrania se manifestarán a través de:
- la expansión de las zonas de tensión imperialista en todo el mundo, así como la desestabilización de las estructuras políticas de muchos Estados;
- la exacerbación de los enfrentamientos entre los principales protagonistas del conflicto, así como en el seno de las diferentes burguesías (incluida la ucraniana) de estos países.
1. Las repercusiones globales de la expansión de las tensiones y el caos
Las consecuencias del conflicto en Ucrania no conducen en absoluto a una "racionalización" de las tensiones a través de un alineamiento "bipolar" de los imperialismos detrás de dos "padrinos" dominantes, sino por el contrario a la explosión de una multiplicidad de ambiciones imperialistas, que no se limitan a las de los grandes imperialismos, examinados en la sección siguiente, ni a las de Europa del Este y Asia Central, lo que acentúa el carácter caótico e irracional de los enfrentamientos.
1.1 Multiplicación de los puntos de confrontación imperialista en el mundo
- En Europa, la aparición en el Este de una Ucrania fuertemente armada por Estados Unidos avivará la pugna entre el imperialismo estadounidense y el alemán por controlarla.[viii] Su posición central también generará tensiones con otros países de Europa del Este, como Rumania, Hungría (muy reacia a apoyar a Ucrania) y sobre todo Polonia, que tienen minorías en diversas regiones de Ucrania. En Occidente, la presión sobre Alemania ha provocado desavenencias con Francia, mientras que se han reavivado los conflictos en Bosnia y entre serbios y kosovares (por mercenarios rusos del grupo Wagner). Por último, la UE ha reaccionado con ira ante la Ley de Reducción de la Inflación promulgada por la administración Biden, que considera una auténtica declaración de guerra a las exportaciones europeas a Estados Unidos.
- En Asia Central, el declive del poder ruso va de la mano de una rápida expansión de la presencia de otras potencias imperialistas, como China, Turquía, Irán y, por supuesto, EE. UU. en las repúblicas de la antigua URSS. En Extremo Oriente, persiste el riesgo de conflicto entre China, por un lado, e India (con enfrentamientos fronterizos regulares) o Japón (que se está rearmando masivamente), por otro, por no mencionar las tensiones entre India y Pakistán y las tensiones recurrentes entre las dos Coreas, en las que EE. UU. está plenamente implicado. Merece la pena mencionar la posición imperialista específica de la India: mientras que sus relaciones con China son conflictivas en términos políticos, militares y económicos, son más ambiguas en relación con EE. UU. (la India es miembro de QUAD pero no de AUKUS) o Rusia (importantes contratos militares), una sorprendente ilustración de la mentalidad de sálvese quien pueda y de la fragilidad del acercamiento entre potencias imperialistas.
- En Oriente Medio, el debilitamiento de Rusia, la desestabilización interna de grandes buitres como Irán (revueltas populares, luchas entre facciones y presión imperialista) y Turquía (situación económica desastrosa) tendrán un impacto importante en las relaciones imperialistas, en un momento en que estos tres países tienden a acercarse con vistas a emprender acciones militares en Siria e Irak contra diversas facciones kurdas apoyadas por Estados Unidos. Por último, la actitud de Arabia Saudita, empantanada en la guerra civil de Yemen, que se opone a las políticas estadounidenses y se acerca a Rusia, China e incluso Irán, así como la formación de un gobierno de extrema derecha en Israel, son también expresiones del agravamiento del caos de la guerra y del sálvese quien pueda.
- En África, mientras la crisis energética y alimentaria y las tensiones bélicas hacen estragos en varias regiones (guerra civil entre el gobierno central etíope y la provincia insurgente de Tigray, en la que también están implicados Eritrea y Sudán, guerra civil en Libia, fuertes tensiones entre Sudán del Norte y Sudán del Sur y también entre Argelia y Marruecos), la agresividad de las potencias imperialistas estimula la desestabilización y el caos. Entre 2016 y 2020, China invirtió el equivalente de toda la inversión occidental en el mismo periodo (70.000 millones de dólares) y ha renunciado al reembolso de 23 préstamos sin intereses para 17 países africanos en 2021. India superó a Francia como tercer socio comercial del continente en 2018 (después de China y Estados Unidos). El comercio de Turquía con África ha pasado de 5.000 a 25.000 millones de dólares en veinte años. Rusia, por su parte, sigue desestabilizando Mali y la República Centroafricana con mercenarios del grupo Wagner, mientras sigue siendo un importante socio comercial en armas y agricultura (cereales y fertilizantes) para países africanos como Egipto, Etiopía y Sudáfrica. Francia y Gran Bretaña, que pierden terreno, quieren recuperar cuota de mercado y prometen inversiones. En cuanto al imperialismo estadounidense, para contrarrestar la influencia del imperialismo ruso y chino en África, organizó una gran cumbre EE. UU.-África el 13 de diciembre de 2022 en Washington, donde prometieron 55 millones de dólares para África en tres años.
1.2 Desestabilización creciente del aparato político de la burguesía en muchos Estados
El creciente peso de la descomposición también tiende a acentuar la pérdida de control del aparato político burgués, reforzando la lucha entre fracciones y la presión de las tendencias populistas[ix] Esta mayor inestabilidad política tendrá un impacto creciente en la imprevisibilidad del posicionamiento imperialista, como ha ilustrado la presidencia de Trump.
Los países europeos, sometidos a una fuerte presión estadounidense y a fuertes tensiones en el seno de la UE, se enfrentan a movimientos populistas y a luchas entre fracciones de la burguesía, que desestabilizan fuertemente el aparato político de la burguesía y pueden provocar cambios en las orientaciones imperialistas. Este ya es el caso no sólo en Gran Bretaña, sino también en Italia con varios gobiernos populistas. Esta creciente desestabilización también tiende a reforzarse en Francia, donde "Les Républicains" de Ciotti están dispuestos a gobernar con los populistas, e incluso en Alemania[x]
Las turbulencias imperialistas también pueden exacerbar las tensiones en el seno de las burguesías, como ocurre en Rusia y China, y acabar provocando reorientaciones imperialistas. En Irán, por ejemplo, los enfrentamientos entre facciones dentro de la burguesía iraní, atizados por la injerencia extranjera y explotando las revueltas y expresiones de desesperación de la población, pueden modificar las orientaciones imperialistas.[xi]
Por último, en numerosos Estados de África (Sudán, Etiopía), Asia (Pakistán, Afganistán) o América Latina (Perú, Ecuador, Bolivia, Chile), la multiplicación de las revueltas populares o de las masacres interétnicas marcan la desestabilización de la estructura del Estado y estas diversas situaciones acentuarán la inestabilidad de las relaciones imperialistas y la imprevisibilidad de los conflictos.
2. Desestabilización y turbulencias entre los principales protagonistas del conflicto ucraniano
Un año de guerra ha provocado grandes turbulencias en las orientaciones de los principales imperialismos implicados, pero también en las tensiones en el seno de las diferentes burguesías de estos países.
2.1. La ofensiva estadounidense es más que nunca un factor central para acentuar las tensiones y el caos
2.1.1. El éxito inicial de la actual ofensiva estadounidense se basa en una característica ya destacada en el Texto de Orientación: "Militarismo y descomposición " (1990), el dominio económico y especialmente militar de EE. UU. que excede la suma de potencias potencialmente competidoras. EE. UU. explota plenamente esta ventaja en su política de polarización. Esto nunca ha traído más orden y disciplina a las relaciones imperialistas, sino que por el contrario ha multiplicado los enfrentamientos bélicos, exacerbado el sálvese quien pueda, sembrado la barbarie y el caos en muchas regiones (Oriente Medio, Afganistán…), recrudecido el terrorismo, provocado enormes oleadas de refugiados. y exacerbó en todas direcciones las ambiciones de pequeños y grandes tiburones.
La cuestión a la que se enfrenta EE. UU. en Ucrania hoy es la siguiente: ¿debemos ofrecer una salida a Rusia, que en cualquier caso ya no puede reclamar después de esta guerra un papel imperialista mundial preponderante, o debe apuntar más bien a la humillación total, que podría ¿Provocar una reacción desesperada y descontrolada de la burguesía rusa y también implicar el riesgo de una desintegración de Rusia, peor que en 1990, y por lo tanto una desestabilización de toda esta parte del planeta? Las fracciones dominantes de la burguesía estadounidense (en particular los demócratas) son sin duda conscientes de estos peligros, incluso si insisten en completar sus objetivos, ya ampliamente logrados, a nivel del debilitamiento definitivo de Rusia. y sobre todo la acentuación de la presión sobre China a fin de contenerla para bloquear su expansión. Como resultado, EE. UU. equilibra cuidadosamente las capacidades militares del ejército ucraniano, presiona a Zelensky para que aumente su control sobre su administración y su ejército e indica que "de una forma u otra esta guerra tendrá que terminar en torno a una mesa de negociaciones" (M. Milley, Jefe de Estado Mayor de EE. UU.). Sin embargo, esta orientación puede verse frustrada por: presionan a Zelensky para que aumente su control sobre su administración y su ejército e indican que “de una forma u otra esta guerra tendrá que terminar en torno a una mesa de negociación” (M. Milley, Jefe de Estado Mayor de Estados Unidos). Sin embargo, esta orientación puede verse frustrada por:
• una posible estrategia de los líderes rusos para apostar por el cansancio en Occidente por prolongar la guerra en el tiempo, así como por la presión de la fracción que llama a la guerra total (ver más adelante);
• las tensiones dentro del aparato estatal y militar ucraniano, con facciones que piden continuar las ofensivas hasta la victoria total contra Rusia, incluida la reconquista de Donbass y Crimea;
• un deslizamiento irracional, ligado al caos y a la barbarie ambiental, como, por ejemplo, un misil que impacta en Polonia, Bielorrusia o una central nuclear.
De cualquier manera, y sea cual sea el resultado del conflicto, la actual política de confrontación de la administración Biden, lejos de producir una tregua en las tensiones o imponer disciplina entre los buitres imperialistas,
• aumentará aún más las tensiones económicas y militares con el imperialismo chino;
• Exacerbará las contradicciones entre imperialismos, por ejemplo en Europa Central donde el debilitamiento de Rusia y el armamento masivo de Ucrania agudizará la oposición entre países de Europa Central, como Polonia, Hungría, Rumania y por supuesto Alemania. En Asia Central, además de EE. UU., los imperialismos chino, turco o iraní ya se dan empujones para tomar el lugar de Rusia;
• intensificará la oposición en el seno de las diversas burguesías, en EE. UU., Rusia y por supuesto Ucrania, pero igualmente en Alemania o China, como desarrollamos en los puntos siguientes.
Contrariamente a la retórica de sus líderes, la política ofensiva y brutal de EE. UU. está, por tanto, a la vanguardia de la barbarie bélica y destrucciones de la descomposición.
2.1.2. La estrategia de Estados Unidos para contrarrestar su declive también reveló disensiones dentro de la burguesía estadounidense. Si existe un claro consenso en cuanto a la política hacia China, estos desacuerdos hoy se refieren a cómo "neutralizar" a Rusia en el contexto de un enfoque sobre el "principal enemigo", China. En cambio, la facción de Trump tendía a considerar una alianza con Rusia contra China, pero esta orientación encontró la oposición de gran parte de la burguesía estadounidense y la resistencia de la mayoría de las estructuras estatales. La estrategia de las fracciones dominantes de la burguesía estadounidense, representada hoy por la administración Biden, apunta por el contrario a asestar golpes decisivos a Rusia, para que ya no pueda representar una amenaza potencial para EE. UU.: “Queremos debilitar a Rusia de tal manera que no pueda hacer cosas como invadir a Ucrania”[xii] lanzando una clara advertencia a China.
Las elecciones de mitad de período han confirmado que las fracturas siguen siendo tan profundas y agudas entre demócratas y republicanos, como lo son las divisiones dentro de cada uno de los dos campos[xiii] aunque el peso del populismo y las ideologías más retrógradas, marcados por el rechazo a un pensamiento racional y coherente, lejos de ser frenado por las campañas tendientes a marginar a Trump[xiv], no ha hecho más que pesar cada vez más profunda y duraderamente en la sociedad estadounidense. Estas tensiones dentro de la burguesía estadounidense (que no pueden reducirse simplemente a la irracionalidad del individuo Trump), acentuadas por el giro de la Cámara de Representantes hacia los republicanos y la nueva candidatura presidencial de Trump, todavía favorecido por más de 30% de los estadounidenses (casi 2/3 de los votantes republicanos), para las elecciones de 2024, traiga una dosis de incertidumbre a la política estadounidense de apoyo masivo a Ucrania y no comprometa a otros países a tomar las promesas de EE. UU. con seriedad
Esta imprevisibilidad de la política estadounidense es en sí misma (además de su política de polarización) un factor de intensificación del caos en el futuro.
2.2. El debilitamiento de Rusia abre el apetito de otros imperialismos y exacerba las tensiones internas
2.2.1. La fallida intervención en Ucrania, hoy ya catastrófica, tendrá consecuencias aún más graves en los próximos meses. El ejército ruso demostró su ineficacia y perdió gran parte de sus soldados de élite y su equipamiento más moderno. Su economía está sufriendo golpes muy duros, especialmente en los sectores tecnológicos avanzados por la falta de materias primas por el boicot y la huida de gran parte de las élites tecnológicas (se dice que 1 millón de personas han huido al extranjero). A pesar de un gigantesco esfuerzo financiero (el 50% del presupuesto del Estado ahora se dedica al esfuerzo bélico), el sector industrial militar, vital para un esfuerzo bélico a largo plazo, es incapaz de mantener el ritmo, y es típico que Rusia tenga que pedir ayuda a Corea del Norte (municiones) e Irán (drones) para compensar las deficiencias de su propia economía de guerra.
Pero es sobre todo en el plano de las relaciones imperialistas donde Moscú sentirá cada vez más claramente las repercusiones de su derrota. Rusia está aislada e incluso países "amigos" como China y Kazajstán se están distanciando abiertamente. Además, en Asia Central, los distintos países que fueron miembros de la URSS se han negado a permitir la movilización de sus ciudadanos residentes en Rusia y se muestran cada vez más críticos con Rusia: Kazajastán ha acogido a 200.000 rusos que huían de la orden de movilización, desaprueba expresamente la invasión rusa y proporciona ayuda material a Ucrania. Kirguistán y Tayikistán reprochan abiertamente a Rusia su incapacidad para interceder en sus conflictos internos. Armenia está furiosa porque Rusia no ha respetado el pacto de asistencia que les unió durante la guerra con Azerbaiyán. Incluso Lukashenko, el tirano de Bielorrusia, intenta desesperadamente evitar involucrarse demasiado con Putin. El colapso de la influencia rusa en Europa del Este y Asia Central avivará las tensiones entre las distintas burguesías de estas regiones y abrirá el apetito de los grandes buitres, desestabilizándolas aún más. Y para colmo, Rusia tendrá que aceptar una Ucrania poderosamente armada por Estados Unidos, a 500 km de Moscú.
2.2.2. En el plano interno, las tensiones entre las distintas facciones de la burguesía rusa eran cada vez más agudas y visibles. Surgen varias tendencias:
- La facción pro-democracia, que por el momento está siendo fuertemente reprimida.
- La facción que respalda a Putin, que a su vez está dividida en tres fracciones: 1. la facción "dura" que respalda al líder checheno Kadirov y a la facción Wagner; 2. una facción más pequeña que está presionando a Putin para que detenga la guerra en Ucrania; 3. una facción que respalda a Putin y que está enfrentando a estas dos fracciones para mantener su control sobre el Estado ruso.
Al parecer, estas divisiones son tan profundas en el ejército y los servicios de seguridad como en el círculo íntimo de Putin. Desde la supervivencia política de Putin hasta la de la Federación Rusa y el estatus imperialista de esta última, lo que está en juego tras la derrota en Ucrania tiene consecuencias de largo alcance: a medida que Rusia se hunde más en los problemas, es probable que se produzcan ajustes de cuentas e incluso enfrentamientos sangrientos entre facciones rivales. Están surgiendo "señores de la guerra" como Kadyrov y Prigozhin (fundador del grupo Wagner) que se oponen cada vez más al Estado Mayor, llegando incluso a criticar a Putin. Al mismo tiempo, una gran parte de los soldados muertos proceden específicamente de ciertas repúblicas autónomas pobres, lo que ha provocado numerosas manifestaciones y sabotajes en estas regiones y puede conducir a la fragmentación de la Federación Rusa. Estas contradicciones apuntan a un periodo de gran inestabilidad en el Estado más grande y más fuertemente armado del mundo, con riesgo de pérdida de control y consecuencias imprevisibles para el mundo entero.
2.3. El desafío chino en la tormenta
Mientras que algunos empíricos podían pensar hace dos años que China era la gran vencedora de la crisis de Covid, los datos recientes confirman que China se enfrenta ahora a una desestabilización múltiple y a la perspectiva de grandes turbulencias.
Ante la trampa tendida a su "aliado" ruso en Ucrania y la estrepitosa derrota sufrida por éste, China intenta calmar los ánimos con EE. UU., cuya política de polarización se dirige fundamentalmente, detrás de Rusia, contra China, como demuestran las actuales tensiones en torno a Taiwán. Sin embargo, la estrategia de China difiere fundamentalmente de la de Rusia. Mientras que la única baza de Rusia era su poder militar como antiguo líder del bloque, la burguesía china entiende que el desarrollo de su fuerza está ligado a un aumento de su poder económico, que tardará tiempo en alcanzar.
¿Se le dará ese tiempo? Presionada por el desarrollo del caos bélico y la polarización imperialista, China se enfrenta al mismo tiempo a la desestabilización sanitaria, económica y social, lo que coloca a la burguesía china en una situación particularmente incómoda.
2.3.1. China se ha visto gravemente desestabilizada en varios frentes:
- La inmensa dificultad de China para controlar la crisis sanitaria que sufre desde finales de 2019 ha paralizado en gran medida su economía y penalizado a su población. El resultado han sido encierros gigantescos e interminables, como en noviembre de 2022, cuando no menos de 412 millones de chinos fueron encerrados en terribles condiciones en diversas partes de China, a menudo durante varios meses.
- La economía china se ha enlentecido drásticamente como consecuencia de los repetidos confinamientos, la burbuja inmobiliaria y el bloqueo de varias rutas de la Ruta de la Seda por conflictos armados (Ucrania) o el caos reinante (Etiopía).
No se espera que el crecimiento del PIB supere el 3% en 2022, el más bajo desde 1976 (excluyendo el "año Covid" de 2020). Los jóvenes se ven especialmente afectados por el deterioro de la situación, con una tasa de desempleo estimada en el 20% entre los universitarios que buscan trabajo.
- La espectacular caída de su demografía, que por primera vez en sesenta años ha provocado un descenso de la población total de China y que podría reducir la población a unos 600 millones en 2100, está provocando una inversión gradual de la pirámide de edades y una pérdida de competitividad de la industria china debido al aumento de los costes laborales de una mano de obra que será cada vez más escasa, así como una presión sobre el sistema de pensiones, que hoy es prácticamente inexistente, y sobre las infraestructuras sociales y sanitarias para una población que envejece.
- Aún más preocupante para la burguesía china, los problemas económicos, junto con la crisis sanitaria, han provocado un importante malestar social, a pesar de que la política del gobierno chino desde 1989 ha sido evitar a toda costa los disturbios sociales a gran escala. Movimientos de compradores engañados por las dificultades y quiebras de gigantes inmobiliarios, pero sobre todo disturbios, huelgas -como la de 200.000 trabajadores de la enorme fábrica del gigante taiwanés Foxconn, que ensambla los iPhones de Apple- y manifestaciones generalizadas en muchas ciudades chinas, como Shanghái, al grito de "¡Xi Jinping dimisión! dimisión del PCCh!" han hecho sudar frío a Xi y a sus partidarios.
2.3.2. Las convulsiones de un modelo neo-estalinista caduco.[xv]
Frente a las dificultades económicas y luego sanitarias, la política de Xi Jinping desde el inicio de su segundo mandato (2017) había sido volver a las recetas clásicas del estalinismo:
- en el plano económico, desde Deng Xiao Ping, la burguesía china había creado un frágil y complejo mecanismo para mantener un todopoderoso marco de partido único cohabitando con una burguesía privada estimulada directamente por el Estado. "A finales de 2021, la era de reforma y apertura de Deng Xiaoping está claramente acabada, sustituida por una nueva ortodoxia económica estatista"[xvi] De hecho, la facción dominante detrás de Xi Jinping había reorientado la economía china hacia un control estatal absoluto de estilo estalinista.
- En el frente social, la política de "Covid cero" había permitido a Xi no sólo reforzar el despiadado control estatal sobre la población, sino también imponer este control a las autoridades regionales y locales, que se habían mostrado poco fiables e ineficaces al comienzo de la pandemia. Todavía en otoño, envió unidades de policía del gobierno central a Shanghai para llamar al orden a las autoridades locales que estaban liberando las medidas de control.
Pero, como demuestra el punto anterior, esta política de las autoridades chinas las ha llevado directamente contra la pared. De hecho, ante la explosiva protesta social, el régimen se vio obligado a dar marcha atrás a toda prisa a todos los niveles y a abandonar en cuestión de días la política que había mantenido durante años contra viento y marea.
- Abandonó bruscamente la política de "Covid cero" sin proponer la menor alternativa, sin reforzar la inmunidad, sin vacunas eficaces ni reservas suficientes de medicamentos, sin una política de vacunación de los más débiles, sin un sistema hospitalario capaz de absorber el choque, lo que ha provocado graves problemas sanitarios: Pacientes haciendo cola para entrar en hospitales saturados y cadáveres amontonados ante crematorios abarrotados: las proyecciones prevén que para el verano habrán muerto más de un millón de personas y decenas de millones se habrán visto gravemente afectadas por la oleada del virus. Además, decenas de miles de trabajadores contratados para organizar los encierros o empleados en fábricas que producen pruebas u otros materiales contra el covid han sido despedidos, lo que ha desencadenado un gran descontento social.
- Ha reconsiderado parcialmente su política de control estatal absoluto de la economía reduciendo los controles sobre el acceso al crédito en el sector inmobiliario y las medidas antimonopolio en el sector tecnológico. Incluso promete que los bancos y sociedades de inversión extranjeros podrían convertirse en propietarios de pleno derecho de empresas en China. Pero el escepticismo sigue prevaleciendo entre las empresas extranjeras y la retirada de capital extranjero de China sigue siendo masiva, mientras se intensifica la presión económica de Estados Unidos, en particular con la "Inflation Reduction Act" y la "Chips in USA Act", que apuntan directamente a las exportaciones de empresas tecnológicas chinas (como Huawei) a Estados Unidos.
Esta política en zigzag revela el callejón sin salida de un régimen de corte estalinista en el que "la gran rigidez de las instituciones no deja prácticamente ningún margen para la aparición de fuerzas políticas burguesas de oposición capaces de desempeñar el papel de amortiguadores".[xvii] Aunque el capitalismo de Estado chino supo aprovechar las oportunidades que le brindó el cambio de bloque en los años 70, con la implosión del bloque soviético y la globalización de la economía propugnada por Estados Unidos y las principales potencias del bloque occidental, las debilidades congénitas de su estructura estatal de corte estalinista son ahora un gran hándicap frente a los problemas económicos, sanitarios y sociales. Las desesperadas convulsiones del régimen revelan el fracaso de las políticas de Xi Jinping, reelegido para un tercer mandato tras acuerdos entre bastidores entre fracciones del PCCh, y presagian conflictos entre facciones dentro de un aparato estatal cuya incapacidad para superar la rigidez política revela la pesada herencia del maoísmo estalinista[xviii]
2.3.3. Una política imperialista bajo presión
Enfrentada a la ofensiva económico-militar de EE. UU., de Taiwán a Ucrania, la burguesía china parece haber aprendido las lecciones imperialistas y por el momento orienta su política hacia una estrategia de evitar la espiral de provocaciones, militares o de otro tipo:
- la agresiva diplomacia nacionalista de los "lobos guerreros", lanzada en 2017 por Xi, ha sido abandonada y el portavoz del Ministerio de Exteriores que la personificaba, Zhao Lijian, ha sido trasladado a un puesto inferior;
- China intenta contrarrestar la estrategia de aislarla buscando nuevas alianzas en todos los frentes: Xi se reunió con 25 jefes de Estado extranjeros en tres meses para impulsar su economía y forjar lazos diplomáticos (con Brasil, Alemania, Francia y Europa en general, por ejemplo);
- intensifica su implicación en la escena internacional, como demuestra su actitud conciliadora en la última cumbre del G20 en Indonesia, su fuerte implicación en la conferencia sobre la diversidad ecológica de Montreal y, sobre todo, su papel de mediador en el enfrentamiento entre Arabia Saudita e Irán e incluso en el conflicto de Ucrania.
Sin embargo, la agresividad económica y militar de EE. UU. se está intensificando mediante el armamento masivo de Taiwán y el aumento de la presión sobre los "socios" de China, como Irán y Pakistán. Con el auge del militarismo japonés y las ambiciones cada vez más asertivas de la India, esta mayor presión imperialista en Oriente Medio y el Pacífico podría dar lugar a acontecimientos imprevistos. Por otra parte, el "torbellino" de convulsiones y desestabilizaciones que azota a la burguesía china también ejerce una fuerte presión sobre su política imperialista y le infunde un alto grado de imprevisibilidad. Y debe quedar claro que una desestabilización del capitalismo chino tendría consecuencias imprevisibles para el capitalismo mundial.
2.4. El imperialismo alemán se enfrenta a una creciente desestabilización
Alemania también se enfrenta a una serie de señales inequívocas: su condición de enano militar le ha obligado a alinearse como miembro de la OTAN, el bloqueo impuesto a Europa por Estados Unidos sobre el petróleo y el gas rusos le está sumiendo en grandes dificultades económicas, sobre todo porque la Inflation Reduction Act y la Chips in USA Act son también un ataque directo a las importaciones europeas y, por tanto, a las alemanas en particular.
2.4.1. En el momento de la implosión del bloque soviético, la CCI señalaba que si, en un futuro próximo, "no hay ningún país en condiciones de oponerse al de EE. UU. con un potencial militar que le permita reivindicar la posición de jefe de un bloque que pueda rivalizar con el que estaría dirigido por esa potencia"[xix], la única potencia imperialista potencialmente capaz en un futuro más lejano de convertirse en el núcleo central de un bloque que compitiera con Estados Unidos era entonces, según nuestro análisis, Alemania: "En cuanto a Alemania, único país que podría desempeñar algún día un papel que ya desempeñó en el pasado, su actual poderío militar (¡ni siquiera tiene armas atómicas, nada menos! ) no le permite pensar en competir con Estados Unidos en este campo durante mucho tiempo. Esto es tanto más cierto cuanto que, a medida que el capitalismo se hunde en la decadencia, se hace cada vez más indispensable que el jefe de un bloque disponga de una superioridad militar aplastante sobre sus vasallos si quiere mantenerse"[xx].
De hecho, Alemania se encontraba entonces en una situación especialmente compleja: se enfrentaba al enorme reto económico, político y social de integrar a la antigua RDA en su tejido industrial, al tiempo que tropas extranjeras (estadounidenses y de otros países de la OTAN) estaban estacionadas en su territorio. Este gigantesco esfuerzo financiero para "unificar" el país dividido había hecho imposible realizar las importantes inversiones necesarias para poner sus fuerzas militares al nivel requerido, siendo la división del país y el desmantelamiento de su fuerza militar, por supuesto, la consecuencia de la derrota de 1945. [xxi] En este contexto, la burguesía alemana ha desarrollado en los últimos veinte años una política de expansión económica e imperialista decididamente orientada hacia el Este, transformando a numerosos países de Europa del Este en subcontratistas de su industria y garantizando al mismo tiempo su abastecimiento energético estable y barato mediante acuerdos de gas y petróleo con Rusia, lo que le ha permitido también aprovechar plenamente la globalización de la economía. Al mismo tiempo, al integrar a los Estados de Europa del Este en la UE, también se aseguraba la preeminencia política dentro de la UE.
2.4.2. La ilusoria esperanza de poder desarrollar su poder imperialista sin un despliegue de militarismo y la construcción de una fuerza militar consecuente se hizo añicos con el estallido de la guerra en Ucrania. Sin embargo, la burguesía alemana hizo todo lo posible por mantener su asociación con Rusia a pesar del conflicto:
- creó empresas tapadera para continuar el proyecto conjunto con Rusia de construir gasoductos bajo el Mar Báltico (North Stream 1 y 2), a pesar de la amenaza de sanciones económicas de Estados Unidos;
- ha desarrollado (al igual que Francia) una intensa diplomacia con Putin para tratar de evitar o enmarcar el conflicto;
- ha considerado respaldar la operación rusa contra Ucrania con vistas a una rápida victoria, que entonces sólo tendría un impacto limitado en las relaciones económicas (según declaraciones de Boris Johnson a CNN).
La guerra intensiva, financiada y mantenida por las entregas masivas de armas de Estados Unidos, está sometiendo a Berlín a una presión particularmente intolerable, pero esto está en consonancia con la ya clara hostilidad de la administración Trump hacia la política autónoma del imperialismo alemán, destacando su posición como "enano" militar y poniendo bajo control sus fuentes de suministro de energía.
2.4.3. Ante esta situación, la burguesía alemana, atrapada en una trampa, emprendió una acción sin cuartel para reforzar su posición militar, buscar nuevas alianzas económicas y mantener su presencia imperialista en Europa del Este:
- ante la amarga constatación de que era ilusorio afirmar ambiciones imperialistas sin respaldarlas con un poder militar sustancial, duplicó su presupuesto militar (serán necesarios ocho años para poner al ejército alemán a la altura de las circunstancias) y adoptó medidas económicas y energéticas draconianas para garantizar la defensa de su tejido industrial;
- se ha embarcado en la búsqueda de nuevas alianzas estratégicas, en particular con China, como ilustra la visita sorpresa en solitario del Canciller Scholz a Xi el 4 de noviembre de 2022, que incluyó la compra por Pekín de una participación del 25% de acciones en el puerto de Hamburgo: "Esta visita del Canciller alemán a Pekín es tanto más extraña cuanto que el pasado mes de octubre, en su última cumbre, los Veintisiete no habían logrado ponerse de acuerdo sobre una nueva alianza estratégica con Pekin. En aquel momento, la actitud de Europa se había endurecido considerablemente, y los países bálticos [...], habían instado a la UE a mostrar la máxima cautela al tratar con China;[xxii]
- anunció que estaba dispuesto a financiar un gigantesco Plan Marshall para la reconstrucción de Ucrania.
2.4.4. Estas reacciones de la burguesía alemana a la ofensiva estadounidense exacerbaron no sólo las tensiones y el sálvese quien pueda frente a Estados Unidos, sino también dentro de la propia Europa. Por ejemplo, las decisiones alemanas de encargar aviones de combate... a Estados Unidos y de crear un escudo antimisiles basado en tecnología alemana e... israelí, congelando los programas de armamento sofisticado (aviones y tanques) previstos con Francia, han provocado importantes desavenencias entre Francia y Alemania, columna vertebral de la UE.
El imperialismo francés decidió aplazar una reunión del consejo franco-alemán y expresó su negativa a construir un gasoducto que una España y Alemania para transportar gas desde África. El último consejo conjunto franco-alemán de enero de 2023 no cambió la situación, a pesar de las retóricas declaraciones conjuntas: "Emmanuel Macron y Olaf Scholz hicieron un alarde de simbolismo el domingo en París con motivo del 60 aniversario del Tratado del Elíseo, pero no presentaron ninguna propuesta firme sobre el apoyo a Ucrania, la defensa europea o la crisis energética"[xxiii].
Sin embargo, a Alemania no le interesa separarse demasiado de Francia, primera potencia militar europea y pilar central para mantener una UE unida en torno a Alemania.
El enfoque de "sálvese quien pueda" del gobierno alemán respecto a las medidas económicas, las relaciones con China y el futuro de Ucrania está aumentando las tensiones con otros países de la UE, en particular con algunos de Europa del Este, como los países bálticos y Polonia, que apoyan firmemente la política estadounidense.
La política de Scholz también está causando divisiones dentro de la burguesía alemana (algunos de los Verdes en el gobierno estaban en contra del viaje de Scholtz a China, por ejemplo) y, a diferencia del SPD, los otros partidos en el gobierno (FDP y los Verdes) tienden a apoyar la política estadounidense hacia Rusia. Es probable que estas divergencias dentro de las fracciones de la burguesía alemana se profundicen con el empeoramiento de la crisis económica, con la presión sobre la economía alemana y la posición imperialista del país, anunciando una creciente inestabilidad política, con el peligro de un mayor impacto de los movimientos populistas[xxiv] ante el empeoramiento de la situación social.
Conclusión
La explosión del militarismo es la ilustración perfecta de la profundización cualitativa del periodo de descomposición, al tiempo que anuncia la inevitable acentuación del caos y del sálvese quien pueda.
- La explosión de los presupuestos militares: además de EE. UU., que sigue aumentando su presupuesto militar, que ya representa el 8,3% del presupuesto nacional, el gran aumento de los gastos militares ya se había observado antes de la guerra de Ucrania, sobre todo en Asia, en China (5% del presupuesto), India (que es el tercer país en gastos militares después de los "dos grandes"), Pakistán y Corea del Sur. Desde entonces, como consecuencia directa de la invasión de Ucrania, se ha producido una aceleración fenomenal, en primer lugar en el caso de grandes potencias como Japón, que ha destinado 320 billones de dólares a sus fuerzas armadas en cinco años, el mayor aumento de armamento desde 1945, y sobre todo en Europa Occidental, con Alemania aumentando también su presupuesto de defensa en 107 billones de euros, al igual que Francia y Gran Bretaña. Incluso imperialismos más modestos, como Turquía (que ya es el segundo mayor ejército de la OTAN) o Arabia Saudita, y en Europa un país como Polonia, que aspira a tener el ejército más poderoso de Europa, se están armando hasta los dientes.
- La extensión del militarismo al espacio y el renacimiento del poder nuclear: La carrera armamentística se centra cada vez más en la conquista del espacio. Sobre este plano igualmente, EE. UU., pero también China, están tirando la casa por la ventana y las últimas expresiones de cooperación tienden a desaparecer. Por último, "Todos los Estados poseedores de armas nucleares están aumentando o modernizando sus arsenales, y la mayoría está reforzando la retórica nuclear y el papel que estas armas desempeñan en su estrategia militar. Se trata de una tendencia muy preocupante"[xxv].
- El reforzamiento de la puesta en marcha de la economía de guerra: la guerra en Ucrania plantea claramente interrogantes sobre la reorientación de las inversiones financieras, y sobre todo del apoyo de las poblaciones, en el seno de los think tanks de la burguesía: "Por eso la capacidad de equipar a Ucrania con suficientes armas para ganar la guerra es una preocupación creciente, es una especie de transición a una economía de guerra en tiempos de paz, [...] Y los líderes occidentales tendrán que tener una discusión franca con sus poblaciones sobre los costes futuros de la defensa y la seguridad, es un esfuerzo de toda la nación, de todas las naciones, porque no es sólo el ministro de Defensa quien encarga más equipamiento [a] la industria. Se trata de mantener un debate sobre cómo aumentar la producción. Los eslabones débiles de la cadena de suministro de armas no sólo tienen que ver con el bajo gasto público, sino también con las actitudes sociales y la reticencia de las instituciones financieras a invertir en empresas armamentistas".[xxvi]
Hemos subrayado que "la agregación e interacción de fenómenos destructivos conduce a un 'efecto torbellino' que concentra, cataliza y multiplica cada uno de sus efectos parciales, provocando una devastación aún más destructiva"[xxvii] En este contexto, si la crisis económica es, en última instancia, la causa subyacente de la tendencia a la guerra, ésta agrava a su vez la crisis económica. En efecto, lejos de estimular la economía, la guerra y el militarismo agravaron la crisis. La explosión del gasto como consecuencia del conflicto ucraniano agravará la deuda nacional, que es otra carga para la economía. Acelerarán el crecimiento de la inflación, que es otra amenaza para el crecimiento económico que, para ser combatida, requiere una contracción del crédito que sólo puede conducir a una recesión abierta, lo que también significa un agravamiento de la crisis económica. Por último, la guerra de Ucrania ha provocado un enorme aumento de los costes energéticos, que está lastrando toda la producción industrial, así como una escasez de productos agrícolas y un enlentecimiento del comercio mundial.
En resumen, "los años 20 del siglo XXI tendrán, en este contexto, un impacto considerable en el desarrollo histórico"[xxviii], en la medida en que la alternativa "socialismo o barbarie", planteada por la Internacional Comunista en 1919, adopta cada vez más la forma de "socialismo o destrucción de la humanidad".
Abril de 2023
i] Por ejemplo, la TCI utiliza a veces la noción de decadencia, pero sin explicar ni precisar sus implicaciones, o se abstiene de reconsiderar la noción de derrotismo revolucionario teniendo en cuenta las características del contexto actual. Sobre este punto, véase nuestra crítica de los comités No War But the Class War (no a la guerra sí a la guerra de clases): Sobre la historia de los grupos "No hay más guerra que la de clases" | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) y Un comité que lleva a los participantes a un callejón sin salida | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org).
ii] Revista Internacional núm. 167.
iii] Significado e impacto de la guerra en Ucrania | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org), Revista Internacional núm. 168 (2022).
iv] Citado en Militarismo y descomposición (mayo de 2022) | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org), Revista Internacional núm.168.
v] "Rapport à la Conférence de juillet 1945 de la Gauche Communiste de France".
vi] Sobre este tema, léase el "Informe sobre la lucha de clases" del XXV Congreso de la CCI.
vii] Los años 20 del Siglo XXI: La aceleración de la descomposición capitalista plantea abiertamente la cuestión de la destrucción de la humanidad | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org), Revista Internacional núm. 169 (2022).
viii] Véanse los planes para su reconstrucción.
ix] Véanse las recientes elecciones en Brasil.
x] Véase el complot "Reichsburger", en el que están implicados importantes sectores de los servicios de seguridad.
xi] Véase el acercamiento a Rusia.
xii] Declaración del Secretario de Estado de Defensa, Lloyd Austin, durante su visita a Kiev el 25 de febrero de 2022. La facción de Biden también quería "hacer pagar" a Rusia por su injerencia en los asuntos internos estadounidenses, por ejemplo, sus intentos de manipular las últimas elecciones presidenciales.
xiii] Ver la complicada elección del presidente republicano de la Cámara de Representantes.
xiv] Véanse las amenazas de varias demandas.
xv] "La característica más evidente y más conocida de los países del bloque del Este, en la que se basa el mito de su "naturaleza socialista", es el grado extremo de nacionalización de sus economías... El capitalismo de Estado no es un fenómeno propio de estos países... Aunque la tendencia al capitalismo de Estado es un hecho histórico universal, no afecta a todos los países de la misma manera [...]. En los países avanzados, donde existe una vieja burguesía industrial y financiera, esta tendencia toma generalmente la forma de una superposición progresiva de los sectores "privado" y estatal [...]. Esta tendencia hacia el capitalismo de Estado "toma sus formas más extremas allí donde el capitalismo experimenta sus contradicciones más brutales, donde la burguesía clásica es más débil". En este sentido, el hecho de que el Estado asuma el control directo de la mayor parte de los medios de producción, característico de los países de Europa del Este y, en gran medida, del Tercer Mundo, es la forma más extrema en la que el capitalismo experimenta sus contradicciones más brutales, donde la burguesía clásica se encuentra en su punto más débil" (Tesis sobre la crisis económica y política en los países del Este | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)", Revista Internacional núm. 60.
xvi] Foreign Affairs, citado en Courrier International nº 1674.
xvii] Tesis sobre la crisis económica y política en los países del Este | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org), Revista internacional núm. 60.
xviii] "Un capital nacional desarrollado, detentado "privadamente" por diferentes sectores de la burguesía, encuentra en la "democracia" parlamentaria su aparato político más adecuado; al control estatal casi completo de los medios de producción corresponde el poder totalitario de un partido único" (Ibid.).
xix] Militarismo y descomposición | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org), Revista Internacional núm. 64 (1991).
xx] Idem.
xxi] Sin embargo, la importante reducción de los costes improductivos en los años 50 y 60 también estuvo detrás de la impresionante reconversión de la economía alemana.
xxii] "Olaf Scholz va solo a Pekín", Asianyst (5 de noviembre de 2022).
xxiii] "Entre Francia y Alemania, un acercamiento engañoso", Le Monde (23 de enero de 2023).
xxiv] Véase la conspiración "Reichsburger".
xxv] Wilfred Wan, Director del Programa de Armas de Destrucción Masiva del SIPRI, Informe SIP. (5 de diciembre de 2022).
xxvi] Almirante R. Bauer, Jefe del Comité Militar de la OTAN, en Defense One.
xxvii] "L’accélération de la décomposition capitaliste pose ouvertement la question de la destruction de l’humanité" ("La aceleración de la descomposición capitalista plantea abiertamente la cuestión de la destrucción de la humanidad"), Revista Internacional núm. 169 (2022).
xxviii] Idem