Undécima manifestación contra la reforma de las pensiones: ¿cómo ganamos en 2006?

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Hoy vamos a volver a las calles para la undécima jornada de manifestaciones contra la reforma de las pensiones. Somos, cada vez, millones de personas alzándonos contra ese ataque, negándonos a aceptar el continuo deterioro de nuestras condiciones de vida y de trabajo, permaneciendo unidos, luchando juntos.

Trabajadores, desempleados, estudiantes y pensionistas, podemos estar orgullosos de esta lucha colectiva, por la dignidad, de esta solidaridad que nos une.

La amplitud de nuestro movimiento es tal que está siendo fuente de inspiración a trabajadores de Alemania, Italia, República Checa, Reino Unido... Ellos también se niegan a ser cada vez más explotados y empobrecidos. Las huelgas se multiplican a escala internacional. Sin embargo, todos sentimos los actuales límites de nuestro movimiento. En Reino Unido, los trabajadores llevan diez meses en huelga sin doblegar al gobierno. Ningún aumento salarial real sino son unas cuantas migajas. En Francia, el gobierno sigue "con las botas puestas", manteniendo su ataque. Y lo peor es que, mientras tanto, los precios alimenticios se disparan y los salarios se estancan. Y a la futura reforma laboral ya se le ve el plumero: más flexibilidad, más precariedad.

¿Cómo podremos entonces imponer una relación de fuerzas a nuestro favor? ¿Cómo hacer retroceder a la burguesía?

Parte de la respuesta está en nuestra propia experiencia, en nuestra propia historia, en particular en aquel episodio de lucha de clases que fue nuestra última victoria: el movimiento contra el Contrato Primer Empleo (CPE) en 2006. Frente a la dinámica del movimiento, la burguesía francesa tuvo que dar marcha atrás y retirar su ley, aun cuando ya había sido aprobada en el Parlamento. Los medios de comunicación hablan de la posibilidad actual de un "escenario CPE", pero sin mencionar nunca lo que, en su momento, hizo temblar a la burguesía francesa y a su gobierno.

¿Qué ocurrió en 2006?

El 16 de enero de 2006, el gobierno, con el pretexto de luchar contra el desempleo juvenil, presentó ante Parlamento un proyecto de ley (cínicamente titulado "por la igualdad de oportunidades") con un dispositivo de lo más indignante: el CPE. Este contrato permite a los empresarios despedir a los trabajadores menores de 26 años durante dos años sin la menor justificación.

A partir del 17 de enero, los jóvenes reaccionaron ante semejante ataque, comprendiendo inmediatamente que lo que pretendía era aumentar su precariedad laboral. En todas las universidades se reunieron asambleas generales (AG) para debatir y decidir juntos la dirección del movimiento. Se formaron colectivos para obtener la retirada del CPE.

El 24 de enero se lanza la primera convocatoria de manifestación.

El 7 de febrero, varios cientos de miles de personas se manifiestan por toda Francia, mientras que en las empresas ningún sindicato convoca la menor acción ni asamblea general.

Los días 14 y 16 de febrero, varios miles de estudiantes de universidad y de instituto se manifiestan en París, Toulouse, Rennes y Lyon.

El 27 de febrero, el gobierno utiliza el 49.3 para aprobar la ley (y por tanto el CPE) en la Asamblea Nacional.

El 1º de marzo, trece universidades se declaran en huelga. Los bloqueos, los filtros y el cierre total de las universidades fueron decididos por las AG de los estudiantes en huelga. Se trataba de verdaderas AG: decidían las acciones a emprender y las consignas, y estaban abiertas a trabajadores, desempleados y pensionistas.

El 4 de marzo, la Coordinadora Nacional de Estudiantes, formada por delegados elegidos por las AG, se reúne en Jussieu (París). Unos cincuenta trabajadores, desempleados y jubilados de toda Francia querían participar en los debates. Pero el sindicato estudiantil UNEF se opuso. El debate comenzó en la asamblea, la posición de la UNEF fue quedó en minoría, se abrieron las puertas y se permitió la entrada a los cincuenta "de fuera". Durante todo el debate, los representantes de la UNEF no cesaron de intentar reducir el movimiento a reivindicaciones puramente estudiantiles, mientras que el resto de la asamblea se esforzaba por ampliar las consignas a todos los trabajadores.

El 7 de marzo, la protesta se intensificó. Cerca de un millón de manifestantes caminaron por toda Francia. Empezamos a ver a trabajadores integrar la manifestación, sobre todo en medio de los grupos estudiantiles o por las aceras, raras veces tras pancartas sindicales. En París, los sindicatos tomaron la iniciativa de la manifestación. Al ver esto, los estudiantes se apresuraron a ponerse al frente de la manifestación. Unas veinte universidades estaban en huelga, con cada vez más asambleas soberanas.

El 8 de marzo, los estudiantes de la Sorbona ocuparon la universidad para poder celebrar sus asambleas. El rectorado de París exigió el desalojo del edificio, considerado "monumento histórico". Los estudiantes se negaron y fueron rodeados por CRS y gendarmes móviles, que transformaron la universidad en una auténtica ratonera.

El 9 de marzo, el Parlamento adoptó definitivamente el CPE. El primer ministro anunció que la medida se aplicaría "en las próximas semanas".

El 10 de marzo, estudiantes de otras universidades decidieron acudir masiva y pacíficamente a la Sorbona, para aportar solidaridad y alimentos a sus hambrientos compañeros, encerrados por orden del Rector del Distrito de París y del Ministerio del Interior.

Durante la noche del 10 al 11, la policía invadió la Sorbona, armada de porras y gases lacrimógenos. Expulsaron a los estudiantes en lucha y detuvieron a varias decenas de ellos.

El 16 de marzo, 64 de las 84 universidades de Francia quedaron bloqueadas.

El 18 de marzo, demostración de fuerza anti-CPE: casi un millón y medio de personas en la calle. Los sindicatos siguen sin hacer nada en las empresas, ninguna acción, ninguna asamblea general.

El 19 de marzo, los sindicatos esgrimen "la amenaza de una huelga general"... una ilusoria amenaza que nunca se concretó. Un texto normalmente reservado a los miembros de la UNEF se filtró en las filas estudiantiles. Este texto explica a sus miembros cómo infiltrarse en las AG, controlar los debates y las decisiones. La indignación es general. Algunas asambleas corearon "Unef-Medef"1, para subrayar el debilitamiento del sindicato desde dentro en beneficio de la patronal.

El 20 de marzo, el primer ministro vuelve a descartar cualquier retirada del CPE.

El 21 de marzo se bloqueó una cuarta parte de los institutos de enseñanza media.

El 28 de marzo y el 4 de abril, récord de movilizaciones: cerca de tres millones de manifestantes marcharon por toda Francia.

El 10 de abril, ¡el CPE fue retirado!

¿Qué temía tanto la burguesía francesa para echarse atrás?

Lo que hizo fuerte al movimiento fue, ante todo, el fortalecimiento de la solidaridad activa en la lucha. Fue cerrando filas, construyendo un tejido muy tupido, comprendiendo que la unión hace la fuerza, como los estudiantes de universidad y de secundaria pudieron poner en práctica la vieja consigna del movimiento obrero: "¡Uno para todos, todos para uno!"

Las asambleas generales masivas, pulmones del movimiento

Se celebraban en paraninfos abarrotados. Se invitaba a obreros, desempleados, jubilados a participar en los debates, a aportar su experiencia. Todos los trabajadores que asistieron a esas AG quedaron asombrados por la capacidad de la joven generación para dar la palabra, convencer, confrontar argumentos... Los estudiantes defendieron permanentemente el carácter soberano de las AG, con sus delegados elegidos y revocables (a base de mandatos con sus devoluciones) y votaciones a mano alzada. Cada día, diferentes equipos organizaban el debate en la tribuna. Para poder distribuir las tareas, centralizar, coordinar y mantener el control del movimiento, los comités de huelga decidieron elegir diferentes comisiones: prensa, animación y reflexión, recepción e información, etc. Gracias a las AG, verdaderos lugares abiertos de debate y decisión, y a la centralización de la lucha, los estudiantes decidieron las acciones que realizar, siendo la principal preocupación la extensión del movimiento a las empresas.

La dinámica hacia la extensión de la lucha a toda la clase obrera

Los estudiantes comprendieron perfectamente que el resultado de su lucha estaba en manos de los asalariados. Como dijo un estudiante en una reunión de la coordinadora de la región Île-de-France el 8 de marzo, "si nos quedamos aislados, nos comerán vivos". Esta dinámica hacia la extensión del movimiento, hacia la huelga de masas, comenzó desde el principio de la movilización. Los estudiantes enviaron delegaciones masivas por todas partes a los trabajadores de las empresas cercanas a sus lugares de estudio. Pero se encontraron con el típico bloqueo sindical: los obreros permanecían encerrados en sus empresas sin ninguna posibilidad de discutir con las delegaciones estudiantiles. Así que los "sioux" de las universidades tuvieron que imaginar otra forma de sortear ese bloqueo: abrieron los paraninfos donde se celebraban las asambleas generales. Pidieron a trabajadores y jubilados que compartieran con ellos su experiencia. Estaban sedientos de aprender de los mayores. Y los "viejos" estaban deseosos de transmitir a los "jóvenes", de modo que a la vez que los "jóvenes" maduraban, los "viejos" rejuvenecían. Fue esta ósmosis entre todas las generaciones de la clase obrera lo que dio un nuevo impulso al movimiento. La mayor victoria fue la propia lucha: "A veces los trabajadores triunfan; pero es un triunfo efímero. El verdadero resultado de su lucha no es tanto el éxito inmediato como la creciente unidad de los trabajadores" (Marx y Engels, Manifiesto Comunista, 1848).

El movimiento estudiantil de 2006 fue mucho más allá de una simple protesta contra el CPE. Como dijo un profesor de la Universidad de París-Tolbiac en la manifestación del 7 de marzo: "el CPE no es sólo un ataque económico real y concreto. Es también un símbolo". En efecto, era el "símbolo" de la quiebra de la economía capitalista. También fue una réplica implícita contra la brutalidad policial (la que, en otoño de 2005, había provocado la muerte "accidental" de dos jóvenes que volvían de un partido de fútbol denunciados como "ladrones" por un "ciudadano" y perseguidos por la policía). La represión de los estudiantes de la Sorbona, que lo único que pretendían era poder celebrar asambleas, no hizo sino reforzar la determinación de los estudiantes. Toda la burguesía y sus medios serviles de comunicación no cesaron, hora tras hora, de mentir para hacer pasar a los estudiantes por "gamberros". Pero la clase obrera no mordió el anzuelo. Al contrario, la violencia de los policías de la burguesía reveló la violencia del sistema capitalista y de su Estado "democrático". Un sistema que echa a la calle a millones de trabajadores, que quiere reducir a la miseria a jóvenes y pensionistas, un sistema que impone la "ley y el orden" a porrazos.

Las nuevas generaciones de la clase obrera se negaron a ceder a la provocación del Estado policial. Se negaron a utilizar la violencia ciega y desesperada. Frente a la represión y la provocación, mantuvieron su método de lucha: ¡las AG soberanas, la solidaridad y la extensión de la movilización!

Apoderarse de la lucha mediante Asambleas Generales para decidir juntos, ¡es posible!

Estos métodos de lucha que hicieron la fuerza del movimiento en 2006, que hicieron temblar a la burguesía y la obligaron a retroceder, ¡nosotros también somos capaces de ponerlos en práctica!

El CPE no atacó a los jóvenes con contratos precarios por ser estudiantes, sino por ser futuros trabajadores. Los métodos de lucha que los estudiantes en huelga utilizaron instintivamente son los de toda la clase obrera. Apoderarse de la lucha en el lugar de trabajo, reunirse en asambleas soberanas, decidir colectivamente las acciones y las consignas, debatir y construir juntos el movimiento, extender la lucha a los sectores geográficos más cercanos, yendo al encuentro de los trabajadores de escuelas, hospitales, fábricas, administraciones próximas... todo eso es posible. Pensar y elaborar juntos en estas AG es también la manera de evitar caer en la trampa de las provocaciones policiales y los enfrentamientos estériles. Los estudiantes de 2006 lo demostraron.

Organizarnos en AG es ahora el paso decisivo que aún no hemos conseguido dar para transformar a los millones de personas que estamos en las calles en una verdadera fuerza colectiva, unida y solidaria. Porque nos falta confianza en nosotros mismos, porque confiamos la dirección de nuestras luchas a los sindicatos, porque hemos olvidado que ya hemos sido capaces de luchar así en el pasado. En Polonia en 1980, en Italia en 1969, en Francia en 1968... por tomar sólo los tres ejemplos más famosos de los últimos sesenta años.

Para superar esta etapa, todos los trabajadores, desempleados, jubilados, estudiantes que buscan desarrollar la lucha y la fuerza colectiva de nuestra clase, deben reunirse para debatir, intercambiar sobre su experiencia e intentar reapropiarse juntos las lecciones del pasado. ¡La emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos!

 

Corriente Comunista Internacional, 5 de abril de 2023

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