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Respuesta de la CCI
Querido compañero,
Saludamos que nos hayas enviado una carta expresando tus posiciones sobre la situación actual y sobre el combate de los revolucionarios. Es de vital importancia que los revolucionarios del medio político proletario entremos en una polémica de posiciones y principios que permita una clarificación profunda de cara a la formación del futuro Partido. Para responderte partimos primero de lo que compartimos contigo y continuamos con una crítica que esperamos anime la continuación de esta discusión.
Hemos de comenzar afirmando que hay dos polos en la situación histórica actual, el polo de la destrucción de la humanidad y el polo de la difícil recuperación de la identidad y combatividad de una clase obrera no derrotada. Es en este segundo polo donde nos alegramos de compartir la perspectiva que nos haces llegar: cuando afirmas el papel fundamental de los revolucionarios y tu convicción de contribuir al esfuerzo de la vanguardia política del proletariado; y cuando afirmas el papel fundamental del proletariado de los países centrales debido a su experiencia de lucha. Sobre lo primero, los revolucionarios seremos el acicate para la reconstrucción de la conciencia de la clase obrera y la recuperación de su identidad y la politización de sus luchas, tarea en la que la CCI está profundamente comprometida, por lo que saludamos calurosamente que comiences esta discusión con nosotros. Sobre lo segundo, tenemos hoy el ejemplo de las luchas de la clase obrera en Gran Bretaña, que ya representa por su combatividad y entrega en sus luchas un faro que ilumina el camino e influencia a las demás trabajadores de Europa, América y resto del mundo, aunque no sin verse enfrentado duramente a aquellos engaños y mistificaciones que mencionas, y a todo el poder de la institucionalidad burguesa donde está incluido el sindicalismo de toda índole, como dices, como su más traicionera herramienta y último baluarte del Estado.
Sin embargo, hay una serie de cuestiones que pensamos que planteas desde una base confusa, especialmente en referencia al polo de la tendencia capitalista a la destrucción de la humanidad. Eso sí, saludamos que las plantees abiertamente ya que el debate proletario es un combate a través de la búsqueda de claridad donde los revolucionarios debemos exponer las posiciones que defendemos claramente.
Como la revolución proletaria no es una cosa de fe ciega en el futuro ni un automatismo histórico, sino cuyo eje fundamental es el desarrollo de la consciencia de clase, por ello, la actividad de los revolucionarios debe estar basada en un análisis claro tanto de (1) la situación histórica como de (2) la relación de fuerzas entre proletariado y la burguesía. Pensamos que el texto que nos envías tiene confusiones importantes en el primer punto, los cuales a su vez pueden dificultar que comprendas la vital importancia del segundo punto.
Sobre la guerra imperialista
Según dices “Con la guerra: asesinan la consciencia proletaria, crean mercado de venta de armamento y crean el mercado de la reconstrucción de la infraestructura destruida. Si lo lograsen, esto les permitirá respirar con una economía agónica unos años más, para luego volver al maquiavélico ciclo de crisis-guerra-reconstrucción.”
De ello entendemos que defiendes la posición de que las destrucciones que la guerra provoca crean las condiciones para una reconstrucción a través de nuevos mercados que representaría un nuevo ciclo de acumulación capitalista, y permitiría respirar unos años más al capitalismo. Además, aplicas la fórmula de “crisis-guerra-reconstrucción-crisis” que hemos empleado en nuestros textos, asimilándola a la idea de que la guerra produce nuevos mercados. Esta no es nuestra posición.
En 1994, en nuestra polémica con Battaglia Comunista que se puede ver en la Revista Internacional 79 [1] decíamos claramente que la expresión “ciclo crisis-guerra-reconstrucción” no tenía una naturaleza estrictamente económica y no era sinónimo de ciclos de acumulación de capital, sino más bien de las condiciones de una reestructuración del mercado mundial, no sin enormes destrucciones, y un estímulo artificial en la reconstrucción.
Es más, en 2001, el punto 9 de nuestra Resolución sobre la Situación Internacional[2] decíamos lo siguiente “En el período de decadencia, la guerra ha sido, cada vez más, un desastre económico, una pérdida completa. El mantenimiento de cada conflicto particular acarrea costes que sobrepasan con mucho los beneficios que se puedan sacar de él. Por ello, aunque hubo fuertes presiones económicas que sin duda desempeñaron un papel clave para empujar a Zimbabwe a invadir el Congo, o Irak a invadir Kuwait, las complicaciones militares habidas después precipitaron a esos países en una ruina todavía más profunda. Esto quiere decir, hablando ya en general, que se terminó el ciclo crisis-guerra-reconstrucción, que daba una especie de apariencia de racionalidad a la guerra mundial en el pasado, pues ninguna nueva guerra mundial vendría seguida de la menor reconstrucción. Pero ninguno de esos cálculos de ganancias o pérdidas no impedirá que los Estados imperialistas tengan que responder a la necesidad de defender su presencia imperialista en el mundo, de sabotear las ambiciones de sus rivales, o de incrementar sus presupuestos militares. Al contrario, están todos entrampados en una lógica que no pueden controlar, una "lógica" que cada vez lo es menos, incluso con un enfoque capitalista, y es eso precisamente lo que hace que la situación ante la que está enfrentada la humanidad sea tan peligrosa e inestable. Sobrestimar la racionalidad del capital equivale a subestimar la amenaza real de guerra en el período actual.”
Como decimos en una respuesta reciente a un contacto[3] “La guerra cumplió en la fase ascendente del capitalismo una función económica de conquista de nuevos mercados: bien en el sentido de la formación de nuevas naciones (guerra franco-prusiana), de derrotar a sectores más arcaicos del capital (guerra civil en los EEUU), o las guerras coloniales. Todas ellas participaban de la expansión del capitalismo, por ejemplo, destruyendo las relaciones de producción anteriores o aniquilando a la población autóctona para disponer de las fuerzas productivas de la tierra que habitaban. La guerra fue un arma esencial para conseguir esto. Ya que la guerra tuvo una finalidad progresista de expansión de las relaciones de producción capitalista (y con ello la fundación de las bases materiales para la revolución proletaria), el proletariado pudo apoyar en algunas de estas guerras a los sectores más progresistas de la burguesía. La pregunta que debemos hacernos aquí es, ¿cuál es la diferencia en la decadencia? En la decadencia la guerra: No tiene una racionalidad económica; Ni proporciona las bases para un impulso cíclico al desarrollo del capitalismo; Ni proporciona una salida real a la sobreproducción”.
Cuando el capital ha alcanzado ya sus límites de capacidad de expansión mundial, y los mercados que restan no ofrecen un campo suficiente para la acumulación de capital, la guerra imperialista no es expresión de la expansión real del capitalismo, sino de la explosión de este contra él mismo. Supone una tendencia a la autodestrucción. Porque constituye un gasto improductivo que participa de un proceso de esterilización y, peor aún, de destrucción de capital. Producir tomates se integra en el proceso de acumulación puesto que sirve a la reproducción de la fuerza de trabajo. Producir una máquina se integra igualmente en la acumulación pues sirve para producir diferentes mercancías, bien de consumo, bien de capital. En cambio, nada de eso sucede con las armas. Estas tienen como destino, bien destruir (destruyéndose ellas al emplearlas), bien quedarse obsoletas (obligando a ser finalmente destruidas). Por tanto, son un verdadero obstáculo improductivo para una acumulación real, que debilita el proceso en cada nuevo ciclo. Es decir, que el capitalismo no puede cíclicamente hacer retroceder las agujas del tiempo, sino que se hunde cada vez más como sistema en el endeudamiento y en un supuesto crecimiento ilusorio uno de cuyos rubros es la producción masiva de armamento: es decir el sacrificio del futuro en interés inmediato del presente, hasta el punto de que el futuro que se sacrifica es cada vez más próximo.
Como expresaron los camaradas de INTERNATIONALISME en 1945, de cuya continuidad nos reclamamos: “No existe oposición fundamental en el régimen capitalista entre guerra y paz, pero sí existe una diferencia entre las dos fases, ascendente y decadente, de la sociedad capitalista y por tanto una diferencia de la función de la guerra (en la relación entre la guerra y la paz), en las dos fases respectivas. Si en la primera fase la guerra tenía por función asegurar la ampliación del mercado, con vistas de una mayor producción de consumo, en la segunda fase es lo contrario, la producción está esencialmente centrada en la producción de medios de destrucción, es decir, es una producción para la guerra. La decadencia de la sociedad capitalista encuentra su expresión patente en el hecho de que las guerras cuya finalidad era el desarrollo económico -período ascendente- se convierten, al contrario, en finalidad de la actividad económica, la cual queda restringida esencialmente a la preparación de aquélla -período decadente-. Esto no significa que la guerra se haya convertido en el objetivo de la producción capitalista; el objetivo sigue siendo para el capitalismo la producción de plusvalía, pero sí que significa que la guerra, al haber tomado un carácter permanente se ha convertido en el modo de vida del capitalismo decadente” [4].
La guerra no tiene una racionalidad económica para el capitalismo decadente. Y pese a que algunos Estados podían tener cierto beneficio económico particular de la guerra (como el caso de Norteamérica en la Segunda Guerra Mundial), esto se ha hecho ya prácticamente obsoleto y en la fase de la descomposición la guerra está perdiendo incluso toda racionalidad de posicionamiento estratégico, y su única lógica es cada vez más solo la destrucción del rival imperialista.
Sobre la relación de fuerzas entre las clases y su repercusión sobre la guerra
En segundo lugar, expresas una idea que identificas con el maquiavelismo de la burguesía diciendo que “Con la guerra: asesinan la consciencia proletaria (…) el estado burgués mundial, luego de culminada la 2da guerra mundial, ha estado a la caza de reunir las condiciones psicosociales para converse y someter a la población, y sobre todo a la clase trabajadora del conjunto de naciones de la Europa occidental, para que permita y participe en una conflagración bélica. Y así conseguir su premio mayor nuevamente”
Pensamos que lo que expresas parte de un esquematismo según el cual la guerra sería un acuerdo de la burguesía mundial (y un supuesto “Estado mundial”) con dos fines (1) darse una inyección de nueva vida reanudando un nuevo ciclo de acumulación (ya hemos respondido a esto antes) y (2) aplastar al proletariado para que no oponga resistencia al capitalismo.
En nuestro Texto de Orientación sobre Militarismo y Descomposición (1991)[5] decíamos que “El que en el período venidero el mundo ya no esté dividido en bloques imperialistas, y que le incumba a una sola potencia mundial –los EEUU– ejercer el liderazgo mundial, no significa ni mucho menos que sea correcta la tesis del “súper imperialismo” (o “ultra imperialismo”) como la que desarrolló Kautsky en la 1ª Guerra mundial. Esta tesis había sido elaborada ya antes de la guerra por la corriente oportunista que se desarrollaba en la Socialdemocracia. Tenía sus raíces en la visión gradualista y reformista que consideraba que las contradicciones (entre clase y entre naciones) en la sociedad capitalista estaban destinadas a atenuarse hasta desaparecer. La tesis de Kautsky suponía que los diferentes sectores del capital financiero internacional podían llegar a unificarse para establecer una dominación estable y pacifica sobre el conjunto del mundo. Esta tesis, que se presentaba como “marxista” era evidentemente combatida por todos los revolucionarios, y, en particular, por Lenin (sobre todo en El imperialismo, fase superior del capitalismo), los cuales ponían de relieve que si al capitalismo se le resta la explotación y la competencia entre capitales ya no es capitalismo. Está muy claro que esa posición revolucionaria sigue siendo hoy totalmente válida”. La posición del renegado Kautsky también ignoraba el hecho de que el máximo nivel de unificación posible entre las diferentes fracciones nacionales de la burguesía mundial es precisamente el de la nación, lo que las hace incapaces de establecer una autoridad política y una organización de la sociedad realmente supranacionales. La conclusión de que el capital posee un gobierno mundial único (“Estado mundial”) es negar la continuidad de lo que siempre ha defendido el marxismo, la división del capital en Estados nacionales que se pelean a muerte en la arena internacional.
“Tampoco podría confundirse nuestro análisis con el desarrollado por Chaulieu (Castoriadis), el cual tenía al menos la ventaja de que rechazaba explícitamente el marxismo. En ese análisis, el mundo se encaminaba hacia un “tercer sistema” no en la armonía tan querida por los reformistas, sino a través, de convulsiones brutales. Cada guerra mundial llevaba a la eliminación de una gran potencia (la segunda había eliminado a Alemania). La 3ª Guerra mundial iba a dejar un único bloque que haría reinar su orden en un mundo en el que las crisis económicas desaparecían y en el que la explotación capitalista de la fuerza de trabajo sería sustituida por una especie de esclavitud, de un reino de “dominantes” sobre “dominados” (idem).
La idea de que el desarrollo de vínculos económicos, financieros y comerciales entre los países era un freno a sus antagonismos imperialistas y acabaría con el peligro de guerra parece tener una cara B pues, en la noción de que realmente desembocaría en un orden mundial unificado de explotación.
Pensamos que la visión que defiendes en tu carta, aunque se exprese en términos empleados por el marxismo, coquetea con estas visiones que revisan la terminología marxista para adaptarla a un supuesto mundo dominado por un poder homogéneo mundial. La diferencia con tu postura es que, en lo que tú expresas, la clase dominante no podría hacer reinar la explotación tranquila y apaciguadamente, sino que se vería obligada a converger en la guerra por una especie de necesidad de “ir reiniciando el sistema” en un ciclo malévolo y criminal.
Hemos de decir que nuestra posición no es identificar el maquiavelismo de la burguesía con una conspiración mundial ni con una comunidad de intereses de la burguesía mundial. Si bien, como bien dices, la burguesía es capaz de preparar el terreno para la guerra, provocar trampas maquiavélicas para conseguirlo, y expresar su duplicidad con las mentiras más enrevesadas, esto no es tampoco identificable a un plan coordinado por la burguesía mundial para aplastar al proletariado.
Debemos recordar que “es indiscutible que ‘la guerra destruye sobre todo enormes fuerzas de trabajo’, al provocar la muerte de grandes masas de proletarios. Pero esta frase da a entender que la guerra sería la solución adoptada por la burguesía para enfrentarse al peligro proletario, idea que nosotros no compartimos. Esta idea no marxista de que la guerra en el capitalismo sería, en realidad, “una guerra civil de la burguesía contra el proletariado” fue sobre todo defendida, en la Izquierda Italiana, por Vercesi”[6] Vercesi que, en su amalgama de desviaciones a partir de 1937, también teorizaba “la economía de guerra como superación de la crisis, guerras «localizadas» contra la clase obrera, y finalmente «desaparición social del proletariado».
Pensamos que el riesgo de esta posición que expresas está en cambiar el sentido a las posiciones históricas del proletariado sobre el totalitarismo estatal y el sentido de la guerra imperialista, y en no ver y analizar realmente la fuerza real del proletariado más que como una esperanza difusa. Nos parece que eso arriesga la convicción que sí mostrabas en cuanto al primer polo que hemos descrito sobre la lucha de la clase obrera. Y nos parece ver esta debilidad en la falta de un análisis claro de la fuerza real del proletariado, que expresas más bien como una esperanza que al carecer de auténticas bases materialistas sería puramente ilusoria.
Sin embargo, una de las adquisiciones fundamentales de la Izquierda Comunista es la necesidad de un análisis claro sobre la relación global de fuerzas entre las clases.
Como decíamos en 2001[7], “en el seno del medio político proletario, se mantienen los desacuerdos fundamentales sobre la relación de fuerzas entre las clases (…) Las condiciones del capitalismo ascendente no permitieron que evolucionara plenamente la idea de que la evolución ya sea hacia la guerra mundial ya hacia levantamientos revolucionarios depende de la relación de fuerzas global entre las clases” (…) “Al irse debilitando el ímpetu inicial de la oleada revolucionaria, el optimismo un tanto simplista de los primeros años apareció cada vez más fuera de lugar, y se hizo cada vez más urgente hacer una valoración sobria y realista de la verdadera relación de fuerzas entre las clases. A principios de los años 20, hubo particularmente una polémica muy fuerte entre la IC y la Izquierda alemana sobre esta cuestión”.
Si bien durante la mayoría de la fase de la decadencia el punto en que se encontraba la relación de fuerzas entre las clases determinaba una inclinación de la dinámica de la sociedad hacia enfrentamientos masivos de clase, o bien hacia la guerra imperialista mundial, en la fase de descomposición del capitalismo se comienza un periodo terminal producido por el bloqueo, donde la burguesía de los países centrales no ha logrado imponer su proyecto al proletariado arrastrándolo a una nueva guerra imperialista, ni el proletariado ha conseguido afirmar su alternativa histórica. Como producto de la descomposición se han exacerbado cualitativamente todas las tendencias de la sociedad al caos, incluido el cada uno a la suya de la burguesía. Las guerras del cada uno a la suya de la descomposición no son, ni mucho menos, menos peligrosas que la tendencia a una guerra mundial, más bien al contrario. Sin embargo, dejaremos esta cuestión para otra discusión, ya que no podemos abordarlo todo.
Como decíamos al principio, solo un análisis claro de la situación histórica y de la relación de fuerzas entre las clases nos llevará a comprender en profundidad nuestras tareas como revolucionarios. Esperamos que esta polémica que hemos iniciado prosiga, y así se muestren con claridad los acuerdos y desacuerdos que puedas tener en estas cuestiones cruciales para intervenir en la lucha de clases.
Fraternamente,
CCI, enero de 2023
Carta del lector
LA GUERRA EN UCRANIA ES UN PLAN PRECONCEBIDO PARA LA GUERRA EN EUROPA OCCIDELTAL La guerra en Ucrania corresponde a un plan preconcebido mucho antes de que empezasen las declaraciones desde mediados del año 2021, por parte de los altos personeros de los estados burgueses “beligerantes”, anunciando las eminentes actividades bélicas en dicho territorio, lo cual se materializó en febrero de este año 2022. Sabemos de la permanencia de ciclo infernal de crisis-guerra-reconstrucción al que somos sometidos todos los habitantes del planeta, desde que se hizo patente la decadencia del sistema capitalista a comienzos del siglo pasado. Ciclo y círculo vicioso inherente al sistema capitalista. Por lo tanto, para los regentes del sistema (las burguesías y sus estados que incluye a todas las naciones del mundo sin excepción) les es inevitable transitar por el circuito malévolo del ciclo mencionado. En este sentido, el estado burgués mundial, luego de culminada la 2da guerra mundial, ha estado a la caza de reunir las condiciones psicosociales para converse y someter a la población, y sobre todo a la clase trabajadora del conjunto de naciones de la Europa occidental, para que permita y participe en una conflagración bélica. Y así conseguir su premio mayor nuevamente, tal como lo hicieron en la 1ra y 2da guerra mundial. Después de la 2da guerra mundial, la burguesía no ha podido convencer y someter, a pesar de la enorme crisis económica que ha venido asolando a todas las naciones del mundo desde mediados del siglo pasado e intensificándose en las últimas 4 décadas, al igual que los focos de conflagraciones bélicas, que no han dejado de ocurrir en todo este tiempo en diferentes partes del mundo, a pesar de todo lo mencionado, hasta ahora no han podido convencer y someter a la clase trabajadora de la Europa occidental para dejarse arrastrar a este tipo de eventos nuevamente. Lo de Ucrania se vislumbra como un esfuerzo mayúsculo por parte de la burguesía para conseguir este objetivo. No sólo por la dimensión geográfica e importancia geopolítica-económica que representa la nación ucraniana en pleno corazón de Europa, también porque las autoridades de los diferentes gobiernos de la Europa occidental estaban conscientes del malestar que causarían en sus poblaciones respectivas, cerrando (mediante imposición de sanciones) las fuentes de suministro energético provenientes de la nación rusa y en menor medida entorpeciendo las rutas del suministro de alimentos del granero europeo ucraniano. Se quiere hacer ver que este plan se elabora y empieza a ejecutarse a partir de que Rusia comenzó la invasión de algunos territorios del sur este ucraniano en febrero de este año, la verdad es que ni siquiera es un plan que se elabora a partir de que Rusia decide anexarse la península de Crimea en el Mar Negro por allá en el 2014 (territorio perteneciente a la nación ucraniana hasta ese entonces). Es un plan concebido con mayor antigüedad. Si echamos un vistazo a la política del bloque occidental hacia la nación ucraniana antes de la anexión de Crimea por parte de Rusia, podemos ver que un gobierno pro burguesía rusa fue derrocado y sustituido por un gobierno pro burguesía occidental y sabemos que las caídas de gobiernos en pro o en contra de equis facción burguesa, lleva incluso hasta años implementarla. Lo que nos indica que el plan ya llevaba años concibiéndose antes del 2014. Es claro que las burguesías europeas estaban y están conscientes del malestar que ocasionarían con las políticas de sanciones a la nación rusa (sería ingenuo pensar lo contrario), sobre todo durante el periodo invernal que se avecina, donde seguramente muchos perecerán por falta de calefacción por no poder pagar las altas tarifas de la energía y los que puedan pagar tendrán que sacrificar otras necesidades que quedaran insatisfechas. Las declaraciones de los altos voceros de los gobiernos de Francia y Alemania evidencian el maquiavélico plan: anunciando por el ejemplo que “el estado de bienestar ya se acabó”, anunciando planes de contingencia para el racionamiento eléctrico, diciendo que hay que apretarse el cinturón, etc., etc., etc. Todo ello dirigido a exacerbar el malestar, para luego tratar de canalizar la rabia hacia los intereses de la burguesía. A todas estas parece que la burguesía ha decidido apostar fuerte y pisan el acelerador a fondo en la consecución de su objetivo de continuar inevitablemente (condición del sistema capitalista) con su criminal ciclo de crisis-guerra-reconstrucción y en esta oportunidad en su región más apetecida, Europa occidental. La burguesía mientras mantiene encendido el foco bélico ucraniano (suministrando armamento), aplica la política de sanciones en contra del suministro energético desde Rusia, lo cual indica que la continuación del plan es tensar la cuerda lo máximo posible dentro del malestar social que creará la alta inflación y desempleo por la crisis económica que se está gestando al ponerle más palos a la rueda económica ya de por si maltrecha aun sin palos. Es una huida hacia delante de la burguesía que sabe lo imparable de la crisis y lo único que puede hacer y ofrecer como “solución” es la guerra. Con la guerra: asesinan la consciencia proletaria, crean mercado de venta de armamento y crean el mercado de la reconstrucción de la infraestructura destruida. Si lo lograsen, esto les permitirá respirar con una economía agónica unos años más, para luego volver al maquiavélico ciclo de crisisguerra-reconstrucción. La burguesía en su apuesta de tensar la cuerda, sabe que va a tener fuertes protestas de las masas descontentas e intentaran sabotearlas y reprimirlas de todas las formas posibles. Intentaran canalizar el malestar hacia el gran oso ruso culpándole de todos los males y del lado ruso harán lo mismo, todo con el objeto de que la población y sobre todo la clase trabajadora se trague el anzuelo de la “necesidad de la guerra”. Espero que en este trance los revolucionarios proletarios podamos contribuir efectivamente en el despertar de la consciencia de clase, podamos hacerles recordar que históricamente la clase trabajadora europea ha representado el bastión de la clase obrera mundial con mayor experiencia de lucha y logros ante los enfrentamientos contra la burguesía, sepamos exponerles a los engaños y mistificaciones que enfrentará contra todo el poder de la institucionalidad burguesa (lo que incluye a los sindicatos de toda índole), podamos decirle él porque de las derrotas del pasado y como evitarlas hoy. Finalmente espero que la clase trabajadora europea vuelva ser el ejemplo revolucionario para la clase trabajadora mundial y salga fortalecida de este trance, para que de alguna forma podamos iniciar una lucha de clases (proletariado vs burguesía) y no una guerra entre hermanos de clase. Termino con esta proclama: Trabajadores del mundo uníos y tomad el poder político-económico-social para llevadnos de la mano en la construcción de un humano ser con verdadera consciencia de empatía social positiva con nuestros semejantes y el resto de los seres vivos del planeta.
Tavo, desde Venezuela
1 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200704/1836/polemica-con-prometeo-y-communist-review-la-concepcion-del-bipr-so
2 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/224/resolucion-sobre-la-situacion-internacional
3 https://es.internationalism.org/content/4822/debate-proposito-de-la-guerra-en-ucrania-la-guerra-es-la-continuacion-de-la-competencia
4 https://es.internationalism.org/revista-internacional/198910/2140/internationalisme-1945-las-verdaderas-causas-de-la-segunda-guerra-
5 https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion
6 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200602/760/bilan-n-11-1934-crisis-y-ciclos-en-la-economia-del-capitalismo-agon
7 https://es.internationalism.org/revista-internacional/201111/3255/el-concepto-de-curso-historico-en-el-movimiento-revolucionario