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los_sindicatos_no_unen_nuestra_lucha_sino_que_organizan_su_division.pdf | 36.83 KB |
Junto con las enfermeras y los conductores de ambulancias, los trabajadores de la universidad son uno de los sectores más recientes de la clase obrera que se han sumado a la actual oleada de huelgas. En Londres, el 30 de noviembre, el tercer día de huelga convocada por el sindicato University and College Union, hubo una concentración en la estación londinense de Kings Cross, que el UCU anunció como la mayor manifestación de su historia. Participaron varios miles de trabajadores de todo el país.
A pesar de que en los últimos meses hemos asistido a huelgas en numerosos sectores -trenes, autobuses, metro, correos, Amazon, sanidad, escuelas en Escocia, en los yacimientos petrolíferos del Mar del Norte y en otros lugares-, los sindicatos se han mostrado en general muy cautos a la hora de convocar manifestaciones unitarias en las grandes ciudades. Así que el hecho de que la UCU invitara a dirigentes de otros sindicatos implicados en las huelgas a hablar en esta manifestación -Dave Ward del Sindicato de Trabajadores de la Comunicación, Christina McAnea, secretaria general de Unison, y en particular Mick Lynch del RMT- es una señal de que los sindicatos están obligados a dar una imagen de solidaridad y unidad de la clase obrera. Encargados por el Estado capitalista de la tarea vital de mantener la lucha de clases bajo control, de tomar la temperatura dentro de la clase obrera, reconocen que se enfrentan a una creciente comprensión entre "los afiliados" no sólo de que la clase obrera existe, sino de que todos los trabajadores están siendo atacados y necesitan resistir juntos.
La reacción frente a esta maduración de la recuperación de la identidad de clase se expresó más claramente en el discurso de Mick Lynch, que fue la estrella del mitin, sólo superado por Jo Grady, la secretaria general de la UCU. Todo el tenor de su discurso fue que los trabajadores no pueden confiar en que los políticos les defiendan -dijo que cuando la gente le preguntaba por qué el RMT no estaba afiliado al Partido Laborista, su respuesta era "¿por qué seguir encadenados al Partido Laborista?" - y que sólo la acción unida y militante de los trabajadores de a pie, superando todas las divisiones entre sectores, entre hombres y mujeres, entre razas y religiones, podía garantizar la victoria. Y, por supuesto, esta unidad sólo podía lograrse a través de los sindicatos, que son "la clase obrera organizada"[1]
Es significativo que los mayores aplausos del público respondieran a estos llamamientos a la unidad en la lucha. Los trabajadores universitarios presentes en la manifestación ya no se ven a sí mismos como una élite privilegiada de intelectuales, sino como parte de la clase trabajadora, enfrentada a la inseguridad laboral (el sector universitario es uno de los pioneros de la "economía gig"[2]; la mayoría de los profesores e investigadores tienen contratos de corta duración e inestables), al estancamiento de los salarios y al aumento de los precios. Todo esto se repitió en el discurso de clausura de Jo Grady.
No cabe duda de que es importante que los trabajadores universitarios se reunieran en esta manifestación para expresar su solidaridad entre ellos y con otros sectores que luchan esencialmente por las mismas reivindicaciones. Pero no es de extrañar que los organizadores de esta manifestación no exigieran nada a los participantes, excepto que vitorearan en los lugares adecuados y que se marcharan a casa cuando todo hubiera terminado. Ni un atisbo de que los trabajadores se reunieran para debatir, para evaluar en qué punto de la lucha se encuentran, para hacer propuestas concretas de unión con otros sectores. El mensaje de los sindicatos se reduce a esto: dejadlo en manos de vuestros representantes oficiales y todo irá bien.
Pero estos "representantes oficiales", que en realidad "representan" al Estado capitalista en las filas de los trabajadores, son precisamente los que mantienen divididos a los trabajadores convocándolos sector por sector, en días diferentes y en distintas partes del país. En varios casos, las huelgas están divididas incluso dentro del mismo sector: por ejemplo, en correos, ha habido diferentes días de acción para los clasificadores, los conductores, los repartidores... El argumento de los sindicatos a favor de esta táctica es que actuando de esta manera, los trabajadores pueden mantener la presión sobre los empresarios y no perder demasiado en sus paquetes salariales. Y, por supuesto, ningún trabajador puede permitirse sacrificar su salario a la ligera en una época de crisis económica cada vez más profunda. Pero lo que ocultan los "tácticos" sindicales es que la clase dominante teme, sobre todo, la amenaza de acciones verdaderamente masivas y unificadas de la clase obrera, y es esta amenaza el único factor que les obligará a retirar, al menos temporalmente, su asalto a los niveles de vida.
Y son estos "representantes oficiales" los que se aseguran de que no estallen acciones masivas y unificadas, vigilando las llamadas leyes "antisindicales" del Estado, que en realidad son leyes diseñadas para impedir que los trabajadores luchen al margen de los sindicatos, que tomen decisiones sobre las huelgas en asambleas generales, no en votaciones, que envíen "piquetes secundarios" a otros lugares de trabajo para llamarles a la huelga, que tomen medidas de huelga sobre el terreno en lugar de avisar a los empresarios y al gobierno con semanas de antelación.
Y por último, con sus falsas promesas de victoria, los sindicatos ocultan sistemáticamente la realidad de la situación a la que se enfrenta la clase obrera: un sistema capitalista al límite de sus fuerzas, que ofrece un futuro de pobreza y destrucción, donde la victoria económica de los trabajadores en la lucha sólo puede ser efímera, y donde la verdadera victoria es la creciente capacidad de la clase obrera para unirse y reconocer que el verdadero objetivo de esta unidad es el derrocamiento de la clase dominante y de su orden moribundo.
Amos, Diciembre 2022
1See Mick Lynch’s speech here: https://www.youtube.com/watch?v=Jw4rn8ZWoaY
2Un eufemismo que se refiere a todos esos empleos precarios como riders u otros, autoempleados, trabajos por horas, etc que se pretenden hacer presentables bajo el etiquetado de “economía colaborativa”