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El domingo 13 de Noviembre más de 600.000 personas según los organizadores1 se manifestaron en Madrid “en defensa de la sanidad pública”, contra los planes de Ayuso de abrir nuevos centros de urgencias en atención primaria y rural, sin contratar más personal sanitario, y recurriendo a la asistencia virtual con tele llamadas.
Esta movilización es al mismo tiempo parte de una campaña y contribuye a amplificarla, de oposición del PSOE y la Izquierda en general (Podemos, más Madrid, UGT y CCOO, etc.) al PP, señalando el autoritarismo y la falta de sensibilidad social de la Presidenta de la Comunidad de Madrid.
No cabe la menor duda que Ayuso se ha ganado una merecida fama de “derechona”, “ultra-liberal” con aires “trumpistas” (en continuidad con su predecesora Esperanza Aguirre)2 a través de constantes provocaciones, desplantes y acusaciones incendiarias a la izquierda3. Su defensa descarada de las medidas antisociales del gobierno regional provoca la indignación de los trabajadores y la población en general.
Pero el punto de partida del conflicto de la sanidad en Madrid no son problemas particulares de esta Comunidad, sino los problemas generales de la sanidad.
Desde hace años el desarrollo de la crisis económica está socavando el llamado Estado del bienestar, y particularmente la asistencia sanitaria4. Aunque todos los Estados en los países centrales presumen de tener una sanidad “de las mejores del mundo”, la pandemia ha puesto al descubierto, si aún era preciso, las tremendas deficiencias de medios y personal en todos los países5 y en este caso en España. Falta de camas de UCI y hospitalarias en general, demoras de intervenciones quirúrgicas de más de un año, servicios de urgencias hospitalarios y de Atención Primaria saturados; pero sobre todo falta de personal, de médicos y enfermeras y otros sanitarios.
El 50% de los médicos tienen contratos eventuales y trabajan en condiciones precarias y el problema es aún más grave para los enfermeros. La ratio de enfermeros por 100.000 habitantes está entre 500-600 según diferentes estadísticas, 200 menos que la media de la UE. Muchos sanitarios están al borde de sufrir crisis nerviosas por la sobrecarga de trabajo.
Estos recortes en la sanidad no son ni mucho menos exclusivos de Madrid, de Ayuso o el PP. Algunos de los que ahora salen a la calle a defender la sanidad pública han contribuido antes en primera persona a degradarla:
«En 2017, Susana Díaz tuvo que cambiar al consejero del ramo en un intento por aplacar las protestas de profesionales sanitarios. La chispa que encendió esas movilizaciones, que sacaron a decenas de miles de personas a las calles, fue la reorganización de la atención hospitalaria que puso en marcha la hoy ministra de Hacienda, María Jesús Montero, cuando era titular de Salud en Andalucía. Hay consenso entre los analistas al afirmar que ese descontento fue uno de los motivos que acabaron con el PSOE fuera de la Junta en las elecciones de 2018 después de 37 años en el poder»6
Un ataque del Estado capitalista contra nuestras condiciones de vida
Las medidas de Ayuso, que hipócritamente otros señalan con el dedo, forman parte de un ataque del Estado en el que todos confluyen, en diferentes Comunidades autónomas, y con diferentes gobiernos de derechas o izquierdas. TODOS están de acuerdo en aplicar más recortes y cargar la crisis sobre las condiciones de vida de los trabajadores, directamente en este caso a los de la Sanidad, e indirectamente al conjunto de trabajadores con la degradación de la asistencia.
En Cantabria, donde gobierna el PSOE en coalición con un partido regional, los médicos de Primaria son obligados a atender más de 60 pacientes al día regularmente, cuando ellos consideran que no pueden ver más de 35, dedicándoles al menos 10 minutos a cada uno; como consecuencia de eso ha habido agresiones al personal sanitario igual que en Madrid. Y parecido ocurre en Navarra (igualmente con gobierno de coalición donde participa el PSOE), los médicos se movilizan contra la escasez de personal y los bajos salarios.
En varias Comunidades más se esperan más movilizaciones frente a los mismos ataques:
«Por eso continúan las movilizaciones en muchas comunidades autónomas. A las de Madrid, Navarra o Cantabria, previstas para febrero, se suman las protestas de Aragón, Murcia, País Vasco, Andalucía o Comunidad Valenciana. En Cataluña, concretamente en Mataró, unos 80 médicos han anunciado que dejarán de hacer guardias.»7
Y por si cupiera alguna duda de que se trata de recortes y ataques que suscriben todos, hay que decir que en Madrid incluso los sindicatos habían apoyado el plan de Ayuso inicialmente “para evitar las movilizaciones”, y que se descolgaron del acuerdo cuando vieron que el malestar de los trabajadores amenazaba con desbordarlos:
«La pasada semana las organizaciones sindicales con representación sanitaria mantuvieron una primera reunión con la Consejería de Sanidad en el marco de la reapertura de las urgencias de la región bajo el nombre Centros de Urgencias 24 horas, antes llamados Servicio de Atención Rural (SAR) y Servicios de Urgencias de Atención Primaria (SUAP), tal y como anunció la presidenta madrileña en uno de los últimos plenos en la Asamblea de Madrid. Todo para evitar los anuncios de huelga con los que desde los sectores sanitarios amenazaban.
Días más tarde, cuatro de las cinco organizaciones -SATSE, CCOO, CSIT UNIÓN PROFESIONAL y UGT- decidieron suscribir este acuerdo "por responsabilidad" tras consultar con sus bases, evitando de esta forma los paros.»8.
Así es como el Estado responde a los Sanitarios, extenuados por la pandemia, a los que no hace nada llamaba a aplaudir desde los balcones durante el confinamiento.
¿Lucha de clases o movilización ciudadana?
Los sanitarios, médicos, enfermeras y celadores son un sector importante de la clase obrera9; aunque a algunos (particularmente entre los médicos) les cueste reconocerlo y exista un peso del corporativismo. Las cadenas de producción del siglo XXI exigen formación especializada y hoy muchos obreros, incluso los antiguamente considerados como “blue collars”10 son técnicos medios y algunos incluso superiores; ingenieros que trabajan realmente como comerciales o administrativos e informáticos integrados a la producción en serie. Igualmente en el sector servicios, en el transporte, los maquinistas del metro o de los trenes, necesitan una formación de alto nivel, etc.11
Los hospitales y centros de salud modernos son verdaderas fábricas y talleres con un trabajo en serie y troceado en distintas especialidades y áreas de atención (diagnóstico, laboratorio, tratamiento); pero esencialmente se trata de un trabajo asociado, colectivo, de clase.
La situación actual de malestar y movilizaciones contiene, no tanto de manera inmediata, sino en perspectiva, una potencialidad de que este sector reconozca esta identidad de clase y plantee sus luchas en el terreno de la reivindicación de la defensa de sus condiciones de vida, llamando a la solidaridad de otros sectores obreros por la defensa conjunta y unida de las mismas reivindicaciones: contra la sobrecarga de trabajo y los recortes salariales.
El sector sanitario estaba ya sufriendo condiciones de trabajo muy duras, y salarios que aunque desde lejos puedan parecer altos, se alcanzan con guardias y jornadas extras extenuantes. La pandemia ha empeorado aún más esas condiciones, causando además muertes entre los enfermeros y médicos que han pagado con su vida. Por todas esas razones el descontento es muy profundo y la situación es explosiva.
Además, el sector cuenta con la simpatía de los trabajadores y la población12, por lo que los llamamientos a la solidaridad podrían tener un eco en otros sectores de trabajadores en lucha o donde se acumula un malestar.
En Gran Bretaña13, por ejemplo, las encuestas oficiales anuncian la simpatía de la población general por las condiciones de los sanitarios (a las huelgas previstas de los enfermeros se suman paramédicos, trabajadores de ambulancia, limpiadores, etc.). El Estado británico está preparando a través de los sindicatos huelgas para final de año en el sector sanitario, así como todo tipo de encuestas y maniobras para desviar la combatividad obrera a un terreno ciudadano, nacional y de apoyo al sector. Entre las trampas, el paternalismo del “comprensible esfuerzo y malestar del sector sanitario”, inducir la culpa por la desatención de los pacientes con las huelgas que el propio Estado prepara, las promesas simultáneas de una acción huelguística sonora (“los enfermeros votan por primera vez en muchos años pasar a la acción”), y la promesa de aumentos salariales que demasiado altos “no nos los podemos permitir” pero que buscarían solucionar la situación14.
Si la lucha del sector sanitario consiguiera expresarse en un terreno de lucha obrera sería una gran aportación para la recuperación de la identidad de clase del conjunto de la clase obrera que, después de la campaña anticomunista tras el hundimiento del estalinismo en 1989, ha sufrido un importante golpe del que aún no se ha recuperado.
La campaña anti Ayuso y por la defensa de la sanidad pública en Madrid se opone completamente a esa dinámica, porque transforma la solidaridad obrera en “movilización ciudadana”, que se expresa en el terreno de la oposición en el seno del Estado entre la Izquierda y la derecha, en lugar del terreno de la lucha unida de los obreros contra los ataques y recortes del Estado.
Pero la “defensa de la Sanidad Pública” es precisamente lo que exige trabajar el doble con la misma plantilla (o menos) y recortar los salarios para que el Estado rentabilice sus servicios15. Un Estado que se presenta como el representante de todos, pero que en realidad es el Estado de la clase dominante.
La movilización de Madrid ha conseguido por el momento desviar el malestar del verdadero terreno de lucha; pero el anuncio de nuevas movilizaciones en todas las Comunidades del Estado muestra que las espadas están en alto. Y los sanitarios de Madrid aún se acuerdan de que las olas de la “marea blanca” rompieron contra las mismas trampas. La lucha de los trabajadores no puede entramparse ni en sectores ni en mareas, debemos luchar no como ciudadanos sino en nuestro propio terreno de clase proletaria internacional.
23.11.22
Hic Rhodas
1 Cerca de 200.000 según fuentes oficiales
2 Ayuso pretende por un lado erigirse como futura líder del PP (primero desafió a Casado logrando su defenestración y ahora presiona con descaro a Núñez Feijoo saboteando su pretendida “cara moderada”) y por otra parte pararle los pies a Vox adoptando muchas de sus banderas. Ver Frente a la “batalla de Madrid”: la alternativa no es democracia – fascismo sino barbarie capitalista o lucha autónoma del proletariado https://es.internationalism.org/content/4668/frente-la-batalla-de-madrid-la-alternativa-no-es-democracia-fascismo-sino-barbarie
3 El PSOE favorece indirectamente a Ayuso para desacreditar las tentativas del PP de Feijoo de mostrarse moderado, y también para redorar su blasón socialista “de izquierdas”; Moncloa le da cancha a Ayuso, que es la Presidenta más veces recibida por Pedro Sánchez de entre todas las Comunidades autónomas y el gobierno regional de Madrid está entre los que más subvenciones reciben.
4 Y no solo en España. El ejemplo más significativo es precisamente Gran Bretaña, pionera en la organización del “Welfare State”
5 También hay luchas en este momento, contra la escasez de personal, de las enfermeras de algunos hospitales en California, y de los trabajadores de los laboratorios biomédicos en Francia
6 El Confidencial digital, 11.11.22
7 Antena 3 noticias 11.11.22
8 El Plural digital, 4 de Noviembre
9 Evidentemente esto no puede aplicarse a los directores, jefes y altos gerifaltes, igual que en las fábricas no puede considerarse a los patronos y capataces como compañeros.
10 Del inglés. Quiere decir obreros “de cuello azul”, con monos de trabajo, o sea los que trabajan en las fábricas y talleres.
11 Claro que igualmente junto a ello vemos a los “riders” y otros empleos de subsistencia producto de la precariedad laboral.
12 Aunque siempre pueden haber excepciones individuales de agresiones, como ha ocurrido en Madrid o en Cantabria y seguramente en otros lugares.
13 Donde recientemente hemos asistido a la mayor oleada de huelgas desde 1978-79. Ver nuestra hoja internacional El verano de la ira en Gran Bretaña: la burguesía impone nuevos sacrificios, la clase obrera responde con la lucha https://es.internationalism.org/content/4858/el-verano-de-la-ira-en-gran-bretana-la-burguesia-impone-nuevos-sacrificios-la-clase
14 Ver https://www.washingtonpost.com/world/2022/11/19/britain-nurses-strike-vote-inflation/ ; https://www.expressandstar.com/news/uk-news/2022/11/19/public-backs-nurses-striking-over-pay-and-patient-care-poll-suggests
15 Aparte de que los trabajadores de la sanidad privada sufren igualmente ataques semejantes a sus condiciones de vida