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El 4 de diciembre, miles de trabajadores de la sanidad se manifestaron por las calles de París siguiendo la convocatoria del colectivo ciudadano "Audace 53", propagada y apoyada por los sindicatos (CGT, FO, Solidaire...) y muchos otros colectivos del sector. Contra "la supresión de camas hospitalarias", "la falta de personal", "la prolongación de las jornadas laborales", "el encadenamiento de días de guardia", tales eran las principales consignas de los empleados del sector hospitalario, que expresaban un verdadero sentimiento de frustración, de rabia, pero también la voluntad de no rendirse y de luchar contra unas condiciones de trabajo cada vez más espantosas desde la aparición de la pandemia de Covid-19.
Pero ¿significa esto que la movilización del 4 de diciembre, organizada y dirigida por los colectivos y sindicatos, lleva a los explotados del sector hospitalario hacia un terreno favorable a la defensa de sus intereses y los del conjunto de la clase trabajadora?
Los sindicatos empujan al aislamiento y la defensa del servicio público
"Por la defensa de hospitales públicos", "Por la defensa de nuestro sistema sanitario": estas fueron las dos principales consignas de los sindicatos y colectivos. Y no podíamos esperar otra cosa de los "interlocutores sociales", esos órganos patentes del Estado burgués que se aprovechan de una gran debilidad de los empleados de los hospitales, el corporativismo, para dirigirlos hacia un campo de lucha totalmente podrido: una supuesta mejora del sistema hospitalario en nombre de la ciudadanía y la defensa del sacrosanto servicio público, erigido como patrimonio común... de la nación. Este fue el telón de fondo de esta movilización que los explotados del sector médico, como en todos los demás sectores, deben rechazar a toda costa.
Como hemos argumentado muchas veces en nuestra prensa, las pésimas condiciones de vida y de trabajo de los trabajadores de los hospitales son producto de la incuria de la burguesía que, bajo el peso aplastante de la crisis económica y el masivo endeudamiento del Estado, no ha dejado de desmantelar los sistemas sanitarios en las últimas décadas para hacerlos menos costosos y, si es posible, ¡rentables! Por lo tanto, no es otro que el Estado, el más poderoso y feroz de todos los jefes, independientemente del gobierno que esté en el poder, el responsable de la eliminación de puestos de trabajo, del cierre de hospitales, del ritmo de trabajo infernal, de la sucesión de largas y agotadoras jornadas, de la drástica reducción de los recursos, etc. Esto lleva, en la mayoría de los casos, a una situación en la que el sistema sanitario ya no es capaz de satisfacer las necesidades de la población. Esto lleva la mayoría de las veces a una situación delirante en la que los sanitarios no pueden seguir prestando cuidados.
Al promover la ilusión de que una mayor implicación del Estado mejoraría las condiciones de trabajo en "su" sistema sanitario, los sindicatos tienden una doble trampa a los explotados del sector sanitario:
- empujarlos a luchar solos en su rincón, totalmente aislados de otros sectores.
- llevarlos a defender el servicio público y el estado del bienestar. Dos mitos que no son más que una forma disfrazada de la explotación capitalista.
Por lo tanto, si no quieren desarrollar una especie de "síndrome de Estocolmo" que les llevaría a simpatizar con sus propios explotadores, todos los empleados del sector hospitalario deben hacer oídos sordos a las mistificaciones de los sindicatos y otros colectivos de todo tipo.
Frente al veneno del aislamiento: ¡la unidad de la clase obrera!
Porque es la propia lógica de la crisis del sistema capitalista la que es la causa profunda de esta situación en Francia como en el mundo entero. La saturación de las unidades de cuidados intensivos, la desprogramación de las intervenciones vinculadas a otras patologías y los demás daños colaterales de Covid-19 afectan a todo el mundo y no han hecho más que agravar una situación ya muy antigua que no tiene nada de cíclica, sino que sólo expresa la incapacidad de la sociedad capitalista en su conjunto para atender las necesidades básicas de la humanidad.
Así pues, eso contra lo que los sanitarios se movilizaron el 4 de diciembre no es exclusivo del sector hospitalario en Francia. Por el contrario, es, en diferentes grados, típico de las condiciones de trabajo en todos los sectores del salariado en todo el mundo. En definitiva, la dureza de la vida cotidiana de los sanitarios es una expresión entre otras de la explotación de la clase trabajadora, ya sea en las empresas privadas o en el sector público. No hay ninguna diferencia de naturaleza entre ambos. Además, la multiplicación de las huelgas y las luchas en varios países, como en Estados Unidos durante el mes de octubre, en la industria del metal en España, pero también en Italia, Irán, Corea... son reacciones al deterioro de las condiciones de trabajo a escala internacional1. Esta reanudación real pero frágil de la combatividad obrera, a través de sus propias reivindicaciones, demuestra que la pandemia no ha asestado un golpe fatal al desarrollo de las luchas; aunque sin embargo muestran importantes debilidades que dificultan a la clase obrera encarar la perspectiva de una lucha más amplia. Al igual que la movilización de los sanitarios, muchas luchas permanecen muy aisladas. Los trabajadores luchan dentro del estrecho perímetro de su fábrica, su empresa o su sector.
Pero la lucha histórica de la clase obrera no está impulsada por la voluntad de mejorar tal o cual sector de la economía nacional, sino de obrar por la victoria de la revolución proletaria y el advenimiento de una sociedad en la que la comunidad se organice para asumir y desarrollar las necesidades humanas de una manera diferente a la lógica del mercado capitalista. Para crear las condiciones de tal perspectiva, los proletarios, ya estén activos y sometidos a presiones y cadencias infernales, o condenados al desempleo, deben ser capaces de luchar juntos, todos unidos, por reivindicaciones comunes. Sólo a través de este proceso podrán superar los prejuicios corporativistas y nacionales y reconocerse como una clase unida a escala internacional, que lleva en sí misma un proyecto gigantesco: la abolición de las clases sociales, del Estado y la unificación de la humanidad.
Frente al veneno de la división y el aislamiento, ¡proletarios de todos los países uníos!
Vincent, 21 décembre 2021
1 Ver Luchas obreras en Estados Unidos, Irán, Italia, Corea... ¡Ni la pandemia ni la crisis económica han roto la combatividad del proletariado! https://es.internationalism.org/content/4736/luchas-obreras-en-estados-unidos-iran-italia-corea-ni-la-pandemia-ni-la-crisis y Huelga del metal en Cádiz: nuestra fuerza es luchar como clase obrera https://es.internationalism.org/content/4738/huelga-del-metal-en-cadiz-nuestra-fuerza-es-luchar-como-clase-obrera