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El 8 de marzo hubo marchas masivas en las grandes ciudades y un paro nacional de mujeres el día 9 en todo el país. Convocados estridentemente por el colectivo “las Brujas del Mar” con amplio apoyo mediático, se sumaron otras agrupaciones feministas, grupos estudiantiles, las llamadas ONG, universidades, varios gobiernos estatales, instituciones privadas, sindicatos, partidos y, hasta miembros de la iglesia católica. Personajes de la pequeña burguesía estuvieron muy activos organizando y disponiendo de amplios recursos. ¡Hipocresía cínica y asquerosa de los sindicatos, partidos e iglesia, que a diario discriminan, explotan y vejan a las mujeres! Todo esto en un contexto internacional de movilizaciones feministas por la “igualdad de género” (casi bajo el mismo formato) bajo el himno “Un violador en tu camino” y los colores negro, verde y violeta que dio continuidad a este tipo de acciones sobre todo después de 2018 cuando tuvieron un relanzamiento internacional muy mediático alrededor del llamado movimiento “Me Too” y que, en Francia, por ejemplo, sumó también otro hashtag como #Delata a tu cerdo[1].
En este breve artículo desarrollaremos en particular dos cuestiones:
- ¿Cuál es la posición proletaria sobre estas acciones feministas? Evocamos de manera muy general algunas obras del marxismo para invitar a su consulta y debate.
- ¿Cuáles fueron las motivaciones particulares en México?
La posición proletaria sobre estas acciones feministas
La cuestión de la opresión de la mujer
En una sociedad capitalista donde priva el patriarcado, el sufrimiento de la mujer por la violencia doméstica, el machismo, la discriminación, etc., es una realidad estrujante que, siendo una constante desde las sociedades precapitalistas[2], el capitalismo, a medida que avanza su descomposición social generalizada[3], la ha convertido en un fenómeno trágico que se expresa en violaciones, ataques y asesinatos de odio cada vez más irracionales, en un contexto en que la diversificación de los negocios de la mafia organizada enlazada o no con el Estado intensifica la diversificación del comercio sexual. Este actuar se irradia socialmente aumentando la violencia y el crimen en contra de las mujeres en todos los ámbitos, desde la familia, hasta los centros de trabajo e instituciones educativas, donde se usa el pequeño poder para desplegar desde el acoso sexual y laboral hasta otros tipos de violencia indecible. Pero esto ¡No es una fatalidad! El movimiento obrero y su método marxista, desde el siglo XIX ha planteado “la cuestión de la mujer” no como un asunto aparte sino como un problema humano de relación natural entre hombres y mujeres dentro de un marco histórico[4] y siempre con la visión de la necesidad de superación de la dominación y opresión en la relación entre hombres y mujeres, lo que solo podría ser posible hasta la sociedad comunista dadas sus raíces materiales y sociales.
Desde El Manifiesto del Partido Comunista (1848) se asesta un golpe certero a los alegatos hipócritas de la burguesía sobre el modelo y los valores eternos de la familia demostrando que ésta se basa en el lucro privado y que sólo la burguesía tiene una familia y que, por contra, hay una carencia forzosa de relaciones familiares de los proletarios, las cuales son destrozadas por la sobre explotación asalariada convirtiendo a los hijos y a la mujer en meros instrumentos de producción; luego, August Bebel con su libro La Mujer y el Socialismo de 1879 desarrolló en un marco histórico la necesaria solución de las contradicciones en este tema. Expuso la visión de la futura sociedad comunista y la denuncia de la sociedad capitalista que presume los ideales de la revolución burguesa de libertad e igualdad, pero… dando por hecho la sumisión de la mujer a todos los niveles: en el político, el no derecho a voto; en el social, en el matrimonio con la subordinación económica y sexual al hombre… Luego, las investigaciones de Lewis H. Morgan sobre todo en su obra La Sociedad Antigua (1887) motivaron a Friedrich Engels a enriquecer su libro Los Orígenes de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado (1884), con argumentos que establecieron los orígenes de la opresión de la mujer con el surgimiento de la propiedad privada y las divisiones de clases indisolublemente ligados a la familia patriarcal, debilitando rápidamente la influencia y la posición de la mujer al ser sustituido el derecho materno por el paterno[5].
Mujeres y hombres proletarios unidos contra la explotación capitalista
La actual condición de la mujer afecta muy negativamente a las mujeres trabajadoras, pues a las interminables exigencias del trabajo doméstico y la educación de los hijos, hay que sumar las penurias de la pobreza, la precariedad laboral, los bajos salarios, el maltrato patronal, que comparten con sus compañeros varones. Por eso, durante el siglo XIX –sobre todo en Europa y EUA– junto con las demandas de mejoras económicas y políticas para los trabajadores, el movimiento socialdemócrata consideraba el derecho al voto para las mujeres trabajadoras.
La reivindicación de un día de la mujer tuvo orígenes dramáticos y de combate obrero:
- El 8 de marzo de 1857, miles de trabajadoras textiles fueron reprimidas en Nueva York por protestar contra sus condiciones laborales y pedir un recorte de la jornada laboral y el fin del trabajo infantil.
- En 1909, la huelga de las camiseras de Nueva York de 1909 destacó por su enorme dimensión después de las importantes luchas de las obreras textiles de Chicago en 1908 bajo las mismas demandas.
Estas experiencias llevaron a enarbolar como motivo de lucha el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer por la Conferencia de Mujeres Socialistas en Copenhague en 1910.
- En fin, 1911 fue el año del incendio de la fábrica textil de Triangle Shirtwaist en Nueva York donde murieron calcinados 123 mujeres y 23 hombres al ser encerrados bajo llave, reafirmando la voluntad de continuar el combate por sus reivindicaciones como se hizo sobre todo en 1912 en el marco de esa conmemoración.
- En adelante, en los años 1913 y 1914 este día de lucha se enfoca en contra de la primera guerra mundial hasta desembocar en 1917 cuando el 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer detona huelgas y manifestaciones que dan el banderazo a la Revolución Rusa.
En resumen, en los años de 1911 a 1917 este motivo de lucha se enfrentó contra el capitalismo como parte del conjunto del movimiento obrero en búsqueda de su unidad y en la perspectiva del combate histórico por el comunismo a la que se integraba a las mujeres obreras. Después, el capitalismo arrebató estas expresiones de lucha y las convirtió en una celebración estéril. Por ejemplo, en 1975 la ONU declaró el Año Internacional de la Mujer y en 2011, el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer.
Las organizaciones proletarias siempre alertaban contra el peligro de diluir las demandas y preocupaciones de las obreras como clase explotada, en las acciones feministas de las mujeres de la burguesía y la pequeña burguesía, en tanto la ideología feminista entorpecía la unidad indispensable del proletariado (y continúa haciéndolo) al limitar la perspectiva de sus exigencias dentro del perímetro de la sociedad capitalista; es decir, transformándolo en un movimiento interclasista que niega la existencia de la lucha de clases y que, al restringir la problemática al género, atrapa a los explotados en la esperanza que el capitalismo puede ofrecer “igualdad” de derechos sociales y el derecho al sufragio en particular. Tanto Alejandra Kollontai en 1907 como Rosa Luxemburgo en 1912[6], fustigaron a las mujeres burguesas y pequeño burguesas- que actúan como leonas contra las “prerrogativas del macho” pero una vez conseguidas sus aspiraciones trotan como dóciles corderos defendiendo sus privilegios de clase. Esto se zanjó definitivamente, por ejemplo, cuando una gran parte del llamado movimiento sufragista feminista en Inglaterra (que pugnaba por el voto de las mujeres) apoyó a la burguesía en la Primera Guerra Mundial[7] y solo entonces el Estado inglés le otorgó ese “derecho” por su contribución al esfuerzo de guerra.
La “nueva” ola feminista
Desde entonces se han sucedido movilizaciones feministas enarbolando esencialmente la misma demanda de igualdad de derechos entre los sexos pretendiendo que la solución venga del interior del capitalismo, que el Estado “patriarcal” acabe por… conceder de manera misericordiosa a las mujeres sus derechos y que las defienda de la “violencia de género”, cuando es harto evidente que sin la tolerancia del Estado no podría concebirse la desprotección y violencia cebada contra las mujeres, sobre todo contra las no explotadoras. Por otro lado, es muy evidente que las supuestas conquistas “feministas” como el que la mujer pueda votar, ser gerente de una empresa, acceder a diversos cargos… no representan una “liberación” del patriarcado y mucho menos un avance en la superación del actual estado de cosas que estamos comentando. Esta ideología, borra de la reflexión los fundamentos del problema, como lo veíamos, y se mantiene sobre las ideas falsificando sus causas cuando despotrica en contra del “machismo”, el “heteropatriarcado”, la “corrupción” estatal.
Las manifestaciones recientes se autodefinen como de la “cuarta ola”, la cual, con una pretendida nueva “filosofía” de “inclusión” y “empoderamiento”, termina proponiendo, como las versiones anteriores, la búsqueda de la solución a la violencia en contra de las mujeres dentro del capitalismo, en sus estructuras y sus leyes. Demostrando así que son un “nuevo” instrumento dedicado a la defensa y la reproducción de la ideología burguesa. Todas las vertientes feministas reprochan al marxismo que “no avanza lo suficientemente lejos” pues éste considera que la opresión de la mujer es irresoluble en tanto no se destruyan las condiciones materiales que la hacen posible y se instaure un nuevo orden social[8]. Las proclamas feministas, por más radicales que se presenten, incluyen en su discurso la preservación del capitalismo, pero… sin sus “despreciables consecuencias” y contradicciones, que es necesario reconocer, no pueden desaparecer hasta que éste sea destruido. Esta ideología es pequeñoburguesa y tributaria sobre todo del izquierdismo pues el feminismo es otro de sus temas por excelencia para cumplir su papel mistificador dentro del espectro político del Estado burgués.
Las motivaciones particulares en México
La situación de la mujer es alarmante y en particular la de las trabajadoras. Es sobrecogedor el que en las regiones como América Latina las mujeres tengan que cargar con preocupantes aumentos de asesinatos que, según algunas cifras, por ejemplo, en México durante 2019 afectaron a 3,825 mujeres, un aumento de 6% con relación a 2018, es decir, entre 10 y 11 mujeres al día[9]. Decenas de miles de mujeres se vieron impulsadas a participar en las marchas y el paro feministas manifestando su coraje e indignación por el agravamiento de la situación y por la indolencia del Estado ante los crímenes, las violaciones, mutilaciones, etc., que no respetan edades y son a todas luces despreciables. Siendo una preocupación más que genuina, la gran mayoría de ellas no vieron la trampa que les tendieron de nuevo pues esta “fiesta”, que si no fuera por la tragedia que se ha descrito se antojaría chusca, se ha calificado como un ejemplo de ejercicio “ciudadano” y de la “sociedad civil” y así lo fue. Reproduce y acentúa lo que ha sido el feminismo sobre todo desde principios del siglo XX, un fenómeno interclasista que siempre busca eliminar los intereses de la clase trabajadora, terminar con las divisiones de clase y la explotación para unir a las mujeres de todas las clases en la defensa del capitalismo que es la verdadera causa de su opresión. Además, estos movimientos toman un tinte cada vez más reaccionario puesto que sus voceras se desgañitan en instaurar una visión “separatista” no solo oponiendo de manera irracional pura y simplemente a hombres y mujeres sino ubicando al hombre como el “enemigo”, así en abstracto, lo que se refleja en su #UnDíaSinNosotras.
Así, esta ideología separatista va aún más allá de la separación de “raza”, de oficio, de fábrica, de naciones… que siempre ha imbuido la ideología burguesa en las filas de los trabajadores para entorpecer y evitar su unidad como clase. Aunque este germen está en el origen del feminismo, en estos años está cuajando como una ideología rancia propia de la descomposición capitalista y vuelve con su cantaleta de que la única solución sería la reeducación (por parte del mismo Estado capitalista patriarcal que dicen combatir) de las personas y en particular de los hombres e insiste en el ensayo de un nuevo lenguaje como el abandonar las palabras genéricas que denoten la masculinidad y adoptar universalmente gramemas que “incluyan” a los dos géneros… además de insistir en colores o símbolos para… reeducar a la humanidad en… ¡este mismo sistema capitalista que concentra toda la carga de los sistemas de producción basados en la propiedad privada!. Además, remachando métodos de violencia de lucha ciega totalmente ajenos a los trabajadores como las acciones minoritarias “radicales” de encapuchados que supuestamente quisieran detonar una respuesta generalizada[10].
La burguesía utiliza al feminismo para manipular el descontento de las mujeres
Las luchas que no van a la raíz de la explotación y la opresión son expresiones marginales en tanto que aún cuando responden a problemas reales del capitalismo, no atacan sus causas, como el feminismo oficial o radical o de otro tipo; son también utilizadas sistemáticamente por la burguesía para golpear la conciencia proletaria o como instrumento utilizado en sus pugnas internas, como está sucediendo actualmente. No es casual que las peleas entre las diferentes fracciones burguesas en la Universidad Nacional Autónoma de México fueran el escenario de la “toma” de escuelas y facultades por parte de “feministas separatistas”. Como tampoco lo es que la líder del colectivo “Las brujas del mar”, Arussi Unda, fuera evidenciada a través de la web (seguramente por el gobierno federal) en su cercanía con el expresidente Felipe Calderón. Luego, el cinismo de otra convocante, la panista Xóchitl Gálvez, en una “mesa de discusión” presentada en TV-Milenio, confiesa lo que la burguesía tenía en mente al permitir y promover el “paro femenino”, al advertir que en su empresa los hombres tendrían que cumplir las labores que han dejado de hacer las mujeres, es decir se trataba de un paro no en contra del capital, sino en contra de los mismos trabajadores. Obviamente, la administración federal tiene su propia cuota, pues habiéndose opuesto al principio precisamente denunciando las maniobras de sus opositores políticos, acabó “aceptando” para aparecer como comprensivos y favorables a las reivindicaciones feministas y también para restarles presión a las otras fracciones capitalistas. Como siempre, el cálculo burgués por encima de las consideraciones humanas.
Conclusión: el feminismo contra la necesaria unidad del proletariado
El feminismo no debe ser una referencia para las mujeres, especialmente para los millones de trabajadoras que son explotadas diariamente en la industria, en el campo y en los servicios. Al contrario, deben siempre desconfiar de su “hermana mayor”, como se ha considerado a sí mismo el feminismo creado por la burguesía y la pequeña burguesía para mantener todo tipo de divisiones dentro de la clase obrera. Las trabajadoras deben buscar su propia identidad de clase con intereses muy definidos en cuanto a sus condiciones de vida y de trabajo en esta sociedad y clarificar cuál es su genuina perspectiva histórica de liberación como clase oprimida y explotada al lado de los hombres proletarios: la revolución comunista. La opresión y la discriminación de la mujer solamente podrán ser superadas y abolidas con la superación de todas las divisiones, discriminaciones y opresiones que llevan consigo las sociedades de explotación. Más allá no hay más que mistificación.
RR, 09-05-2020
[1] Nuestra sección en España hizo una denuncia muy importante de estas movilizaciones ver Huelga feminista: contra las mujeres y contra la clase obrera https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201804/4291/huelga-feminista-contra-las-mujeres-y-contra-la-clase-obrera
[2] No entraremos aquí en el tema de que la capacidad fisiológica específica de la mujer, el parto, estuvo probablemente al origen de una división social progresiva del trabajo que determinaba las diferencias en cuanto a las ocupaciones de las hembras con relación a los hombres, pero que todavía no registraba un antagonismo entre el hombre y la mujer puesto que ambos eran socialmente importantes para la comunidad. Pero la verdadera división sexual del trabajo fue una característica mayor de las primeras sociedades de clase que afirmaron muy rápido la dominación completa de la familia patriarcal en paralelo con el desarrollo de la propiedad privada
[3]https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
[4] Carlos Marx. Manuscritos de economía y Filosofía. 1844 https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/manuscritos/index.htm
[6] Alejandra Kollontai. Extractos de Los fundamentos sociales de la cuestión femenina. 1907 https://www.marxists.org/espanol/kollontai/1907/001.htm y Rosa Luxemburgo. Sufragio femenino y lucha de clases. 1912 https://www.marxists.org/espanol/luxem/1912/mayo/12.htm
[7] Una parte se desgajó, la que se manifestaba en contra de la guerra y en la cual figuraba otra revolucionaria, Sylvia Pankhurst que compartía la misma posición que sus camaradas mencionados, al contrario de su madre y de sus hermanas Emmeline y Christabel que fueron sufragistas y demócratas burguesas
[8] De hecho, el movimiento obrero reconoce que la extensión y la industrialización del trabajo desempeñó un papel progresista liberando a las mujeres de sus exclusivas labores domésticas y crearon las condiciones para la unidad proletaria, aunque seguía manteniendo, aparte de la explotación bestial de las mujeres en el trabajo asalariado, las dificultades acrecentadas para la manutención y la educación de los hijos de las familias obreras
[9] No hablaremos aquí sobre la discusión entre el gobierno y las organizaciones feministas para legislar como feminicidio a los asesinatos de mujeres. Con seguridad, el Estado tendrá el mismo desdén hacia esas muertes cualquiera sea su denominación legaloide
[10] No es el lugar para desarrollar sobre los métodos de lucha propios de la clase trabajadora, para el objetivo de este artículo hemos insistido ya sobre la necesaria unidad de intereses, de organización y de acción de las que tiene necesidad para desarrollar su lucha y avanzar en su proyecto histórico, lo que es diametralmente opuesto al accionar y objetivos del feminismo