La pandemia en México… Como en el resto del mundo, el capitalismo muestra su rostro criminal ávido de ganancia

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La entrada del año 2020, ya anunciada como una cuesta económica con gruesos nubarrones recesivos (ver artículo sobre la crisis en este número), trajo al descubierto el horror y la barbarie de este sistema de producción en plena descomposición que es el capitalismo, con la pandemia del Covid-19. Muchos justifican la irresponsabilidad de los gobiernos al subestimar el problema, arguyendo que se trata de “algo nuevo” y por eso los Estados no estaban preparados. Incluso, así se trate de países del “primer mundo”, todas las condiciones miserables de la infraestructura hospitalaria y el colapso de los sistemas de salud no son el resultado de la pandemia, sino que son consecuencia de décadas de desmantelamiento de los sistemas de seguridad social (pensiones, salud, educación, etc…) a escala planetaria, porque para el capitalismo simplemente “no son áreas rentables”. Además, desde hace casi dos décadas colectivos de investigadores ya habían advertido que era altamente probable una pandemia de este tipo y que se debía invertir más en investigación y en recursos de prevención, sin embargo, ningún gobierno se hizo eco pues implicaba desviar a esas áreas “no rentables” un capital que siempre será requerido para apuntalar la plusvalía de la burguesía en su conjunto.

La situación en México es escandalosa, no son nuevas las denuncias del desabasto terrible de medicamentos, no sólo para tratamientos de cáncer, sino medicamentos de la llamada “lista básica”; tampoco es nuevo que ya suman más de 300 hospitales que están en ruinas, sin especialistas…en fin, el Covid-19 vino a agudizar dramáticamente lo que el capitalismo ha tratado de esconder por décadas, ya sea bajo gobiernos del PRI, del PAN o de la “Cuarta Transformación” (4T): el criminal deterioro del sistema de salud. Nada más hay que ver las diversas protestas, asambleas y paros de labores en varias ciudades por parte del personal médico que ha denunciado estas carencias y sobre todo la desprotección sanitaria en que trabajan miles de ellos ante esta enfermedad tan contagiosa.

Negligencia insensata del Estado

Todas las entidades del país tardaron en reaccionar con la inútil esperanza que “no fuera tan grave” o se quedara como simple “epidemia china”. El gobierno de izquierda de la burguesía mexicana, el de la 4T de Andrés Manuel López Obrador[1], dejó pasar todo el mes de enero y en febrero era ya imposible ocultar los riesgos y por eso decide suspender actividades “no esenciales” (escuelas, eventos masivos, bares, etc.) ¡a partir del 23 de marzo! …5 días después de haber permitido la realización del “Festival Vive Latino” donde se congregaron en la Ciudad de México ¡más de 40 mil personas! Poco antes de la emergencia nacional en México, AMLO mostraba de manera muy demagógica e irresponsable “amuletos” como “remedio mágico de protección”. Tratando de cuidar como siempre los intereses del capital, el gobierno de la 4T trató de retrasar lo más que pudo la declaración de la emergencia sanitaria para “no dañar la economía” del país. Traducción: la vida de las personas, de los trabajadores…son sacrificables en el altar de la ganancia del capital. Un sistema de explotación que no tiene consideración de la salud ni de la vida humana. Por ejemplo, una semana antes de “decretar la emergencia” en México (el 30 de marzo), los vuelos internacionales entraban y salían del país sin medidas de prevención.

El colmo del cinismo llegó a mitad de marzo. La burguesía de la región con negocios en México y como parte integrante del Tratado de Libre Comercio (T-MEC) entre México, Estados Unidos y Canadá, empezaron a frotarse las manos ante las “oportunidades” que la pandemia abriría para México. Según la Secretaría de Economía, el cierre de cadenas productivas en China catapultaba a México como una buena opción para asumir ese papel.

Así, la mayoría de las empresas siguieron laborando a todo vapor durante los meses de febrero y marzo. Uno de los sectores qué más “resistió” a cerrar fue la industria maquiladora. Hasta la semana del 20 de abril decidieron cerrar totalmente las maquilas, sobre todo fronterizas, ¡pero con un pago de sólo el 50% de los salarios! En aras de mantener la actividad productiva se ponía en peligro de muerte a cientos de miles de trabajadores. Otro ejemplo, el poderoso Grupo México del sector minero ha sido denunciado por obligar a los trabajadores a seguir laborando en condiciones inhumanas (principalmente en Sombrerete, Zacatecas). Las empresas automotrices fueron de las primeras en parar (VW, Audi, Nissan, Ford, etc.), pero no por ser empresas responsables ante la pandemia sino simplemente porque los suministros electrónicos provenientes de China se cortaron desde febrero. Todas las empresas tratan de sacar provecho de la situación: las casas de empeño despojan a los trabajadores de sus pocos bienes, los bancos extienden sus créditos para beneficiarse con los intereses, millones de trabajadores en varios sectores están obligados a trabajar en línea a ritmos extenuantes, etc. El sistema capitalista hace todo por seguir funcionando, instala el “tele- trabajo” o el también llamado “office-home”, es decir se “flexibiliza el trabajo” y se alargan las jornadas desde casa. El capital ya está delineando lo que será el futuro laboral en el mundo en favor del capital y empeorando las condiciones ya miserables de millones de trabajadores.

No vivimos en un sistema de producción que exista para satisfacer las necesidades humanas, ¡vivimos en un sistema de explotación del trabajo asalariado donde la vida humana es sólo “estadística”!

El Covid-19: acentúa las confrontaciones y divisiones al seno de la burguesía mexicana

Las disputas cotidianas del gobierno con grupos empresariales, el amotinamiento de policías y los conflictos con jueces y magistrados, muestra que la tendencia de la descomposición sigue siendo dominante, a tal grado que algunos periodistas han considerado la posibilidad de que se esté preparando por la ultraderecha, un golpe de Estado “suave”. Tal vez esta afirmación exagere los hechos, pero lo cierto es que la ruptura del tejido de la clase en el poder se ha venido ampliando pese a los intentos del nuevo gobierno.” (“Gobierno de AMLO: la burguesía gobierna desde la izquierda para reforzar su dominio” en Revolución Mundial no 142, Oct 2019 – Abril, 2020).

Esas confrontaciones se han acelerado en el marco de esta pandemia. TV Azteca llamando a la “desobediencia” contra las medidas de las autoridades sanitarias, Televisa abiertamente contra la 4T, periódicos como El Financiero no pierden oportunidad para lanzar gasolina al fuego, todo ello es la punta de iceberg ya que son en realidad expresión del enfrentamiento sórdido entre grupos de la burguesía por el poder. Esas divisiones impiden construir una estrategia común contra la pandemia y lo que vemos es que cada fracción avanza “cada uno por su lado”.

Así, los distintos niveles de gobierno toman cada uno sus medidas y, dependiendo de su filiación política y los intereses de las facciones que están detrás de ellos, se unen u oponen al gobierno federal. Por ejemplo, para nadie es un secreto que el Covid-19 pone al descubierto un grupo de gobernadores confrontados a la 4T. “Los gobernadores de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, Miguel Riquelme, Jaime Rodríguez y Francisco García, respectivamente, se rebelaron contra el gobierno federal al señalar que no han recibido el debido respaldo de recursos durante la crisis por Covid-19, y anunciaron que no seguirán el calendario de reaperturas que señaló la Secretaría de Salud federal, para marcar el fin de la cuarentena.” (proceso.com.mx, 17-abril-2020). En la misma tesitura se encuentra el gobierno de Jalisco. Se trata de un “bloque” de la burguesía norteña y de occidente. Las divisiones y confrontaciones entre fracciones traen consigo otro problema: las guerras de cifras, por ejemplo, en cuanto al número de muertos reales y la manipulación de los hechos. Televisa anuncia falsamente la muerte de un empresario, personajes de la farándula entran al juego difundiendo o exagerando hechos, usan la dificultad en el control del avance de la pandemia para divulgar rumores sobre las cantidades de muertos, falsos tratamientos, etc…un manejo criminal de la información que desorienta a la población. En sus pugnas las fracciones de la burguesía hacen lo que sea para asestar un golpe a sus rivales a costa de desorientar aún más a la población por el manejo criminal de la información, poniendo en peligro miles de vidas.

Se acusan unos a otros, esconden recursos y material médico para denunciar al otro, los “ineptos” siempre son los “enemigos políticos”. Lo que aparece en la superficie de la realidad y que AMLO llama “vida democrática” es sin duda alguna una feroz confrontación para dirimir qué fracción se impone a la otra. La pandemia ha exacerbado esa situación. Gobernadores (de Jalisco y Nuevo León principalmente) reclaman que no les dan recursos para enfrentar la emergencia, el gobierno federal les responde diciendo que ya “se mandaron recursos, hay que ver dónde se quedaron” (Subsecretario de Salud). Se roban unos a otros, se acusan de corrupción, se dan puñaladas traperas, “y es esa misma burguesía la que tanto se adorna con finos discursos moralizantes, la que llama a la solidaridad internacional, la que exhorta a sus "tropas" a cerrar filas en torno al Estado protector. ¡Pero cuantas mentiras! ¡La ‘solidaridad’ a la que apela la burguesía no es más que una expresión del ‘cada uno a la suya’, una exacerbación del caos y la barbarie capitalista a escala planetaria![2]

Esa dinámica del “cada uno a la suya” agudiza la competencia general y les impide asumir una estrategia común contra la pandemia, es claramente una expresión de la fase terminal del capitalismo: la descomposición social.

La prisa criminal por echar a andar la maltrecha economía capitalista

El Estado mexicano y sus políticos quieren apresurar las cosas empujando a la “vuelta a la producción” lo más rápido que se pueda para evitar una recesión mayor. AMLO ya había anunciado el alegre plazo de principios de mayo, sin embargo, el jueves 16 de abril corrige la página y manda la emergencia sanitaria hasta el 30 de mayo. Todos presionan para que la máquina industrial se reactive, el regreso parcial de mitad de mayo es una concesión a esas presiones que puede salir caro. La pandemia mundial del Covid-19 dotó a la burguesía de un chivo expiatorio ideal para esconder las verdaderas causas del desempleo masivo, de la miseria, del hambre y de la barbarie. Como dice AMLO, el Covid-19 “nos cayó como anillo al dedo”, esta pandemia les permite crear el escenario perfecto para ocultar la quiebra del sistema y hacer un discurso en el que resaltan “sus trabajos” para reactivar una economía “víctima de la pandemia”, así, el gobierno de AMLO abre el grifo al “microcrédito”, el “crédito a la palabra” y con la intensificación de la política de austeridad, se van a justificar más despidos y más represión contra migrantes, y lo fabuloso para el capital, es que el sistema no estaría puesto en tela de juicio porque argumentarán que estamos pasando sólo por un bache del cual “saldremos airosos”. Cuando AMLO dice que para rescatar la economía “primero los pobres”, lo que en realidad está diciendo es que, si no se otorgan migajas a una clase trabajadora miserable, la situación social se puede volver convulsa, sin paz para seguir con los negocios capitalistas. Un país donde la mitad de su población laboral vive del comercio informal, es decir, de vender mercancías en la calle, que viven al día, muestra ya los estragos de años y años de ataques a las condiciones de vida de los trabajadores. Una de las preocupaciones del Estado mexicano regenteado por la izquierda del capital es que está ante una bomba social: ambulantes que no tendrán dinero para aguantar uno o dos meses sin trabajar, más los desempleados que bajo el eufemismo de “descansados” engrosarán inmediatamente las filas de los desempleados. En un país donde no existe el “seguro de desempleo”, ante el cierre de la economía por la cuarentena, la posibilidad de revueltas y saqueos está presente y es necesario advertir que estas acciones interclasistas, de violencia ciega, donde se pierde toda referencia a los medios propios de lucha proletaria, de una visión de solidaridad de clase y lo que priva es la rapiña, es también un peligro muy real para el proletariado. Algunos obreros han expresado ya su impotencia repitiendo la idea de algunos empresarios de que “es preferible morir de Covid-19 que de hambre”.

Cuando el gobierno federal dice que se regresará a fines de mayo de forma escalonada pone una condición: “que los ciudadanos cumplan estrictamente con las medidas de la emergencia”, en otras palabras, se culpabiliza al individuo, al “ciudadano” porque la propagación sería por “ser irresponsables” y si se tarda más en abrirse la economía ¡también será culpa de los individuos incumplidos! Tamaña barbaridad toma su verdadera dimensión cuando en este tipo de países más de la mitad de la población vive en la pobreza y el confinamiento se vuelve casi imposible. Cuando se culpabiliza a los individuos el sistema queda libre de responsabilidad y los trabajadores, metidos en esa dinámica, se ven impedidos de reflexionar sobre las causas de fondo de esta barbarie que vivimos. Nos pide la burguesía “cuidarnos”, “quedarnos en casa”, aplicar el confinamiento “voluntario” como si fuera el Estado el “defensor de la vida” ¡hipocresía perversa! Y en esta lógica, también la campaña política consiste en culpar también a “los malos empresarios” que “no respetan las reglas”[3] del confinamiento. De esta manera se trata de poner en primer plano a los patrones supuestamente tramposos o irresponsables e incluso corruptos que estarían entorpeciendo el buen manejo de la emergencia y se esconde así el fundamento del problema que es precisamente la permanencia de la agonía del sistema capitalista como un todo. En fin, otro aspecto de la “ansiosa prisa” por abrir la economía es no disminuir sus ganancias y ganar terreno a los rivales que lo hagan tarde, es una lucha sin cuartel donde las empresas y los Estados se disputan y seguirán disputando cada nicho de mercado, cueste lo que cueste.

¿Unidad nacional o lucha de clases?

En circunstancias de crisis la burguesía se desgañita en llamar a la unidad nacional y, en particular, insiste en que la única fuerza capaz de hacerse cargo es el Estado, tras del cual tendría la población que cobijarse como si fuera un instrumento al servicio de todas las clases sociales y no un aparato de la clase dominante y que, incluso, tiene que imponerse sobre algunos grupos burgueses, por ejemplo, negándose a rescatar o a condonar impuestos a determinadas empresas, como lo hace la administración federal de AMLO. A pesar de los chillidos de sus voceros periodísticos e intelectuales que no han comprendido ese servicio vital que hace siempre, sobre todo, la izquierda del capital para el buen funcionamiento del sistema en su conjunto. Esta cuestión nos remite a un tema que la CCI ha desarrollado ampliamente desde su nacimiento (1975) y que se refiere al control cada vez más monstruoso que ejerce el Estado sobre todos los resortes de la sociedad, no solamente sobre la economía, sino también sobre la política, la ideología y todo el resto de la superestructura social y que lo hemos catalogado como Capitalismo de Estado[4].

Justamente al colocar al Estado como benefactor del conjunto de la sociedad, una campaña que está a todo vapor en el mundo entero, por ejemplo, alardeando sobre el gasto que se ha estado haciendo en equipamiento, en medicamentos e insumos de uso diario, en expansión hospitalaria a algunas instalaciones como las militares, el contrato de hospitales privados, la contratación de personal médico adicional, la participación del gobierno mexicano en las investigaciones internacionales para la vacuna, e incluso todo el discurso prudente y “científico” durante el transcurso de la pandemia, etc., le permite a la izquierda del capital en el gobierno desplegar una careta de preocupación por la salud y la economía de todos los ciudadanos.

De esta manera, el gobierno de AMLO, obtiene al menos dos beneficios, por un lado, diferenciarse de sus congéneres antecesores y así ganar terreno para las disputas políticas futuras en el marco de la democracia electoral y, por el otro, continúa con sus esfuerzos de hacer más eficiente el funcionamiento de la maquinaria estatal para que los negocios capitalistas funcionen; es decir, si bien las acciones que se enumeran en el párrafo anterior aparecen como signos del “nuevo gobierno” y pueden confundirse con una verdadera preocupación por la población, lo que en realidad significan en perspectiva es que se trata de medidas tendientes a minimizar lo más posible la merma no solo de las instalaciones sanitarias necesarias para la reproducción de la fuerza de trabajo, sino también para que esa fuerza laboral no sea diezmada en exceso para las empresas capitalistas privadas o públicas que reanudarán operaciones en una dinámica todavía más infernal para recuperar sus ganancias y su posicionamiento frente a sus competidores. Y esto con sus bemoles, pues es sabido que bajo la cubierta de toda la propaganda oficial que hemos referido, en realidad la enfermedad, como en todos los países, no se está atendiendo como se requiere ni los recursos “adicionales” son suficientes ni adecuados como lo hemos visto al inicio de este texto.

Esta es la realidad cruda y descarnada que se revela con la “Guía bioética” ya aplicada EU o en Europa, en particular en Italia o España que impone al personal médico la elección de quién vale la pena rescatar y quién no, sacrifican  “a los más débiles”, a los “no productivos” (los ancianos, jubilados  y afectados por otras enfermedades graves) para que “sobrevivan los más fuertes”; un “darwinismo social” eugenista[5] que expresa la verdadera moral capitalista: “Ante la posible saturación de hospitales y carencia de servicios médicos debido a la pandemia del coronavirus, las autoridades sanitarias le darán prioridad a los pacientes jóvenes sobre los adultos mayores o sobre quienes padecen enfermedades crónicas, ya que los jóvenes –se argumenta– tienen una ‘mayor cantidad de vida por completarse’[6].

En fin, mientras que la burguesía intenta imponer la idea que los trabajadores tenemos que acogernos a la protección del Estado, las diversas fracciones no paran de acusarse unas a otras, de robarse entre ellas las mascarillas e implementos médicos y también aprovechan la ocasión para denigrar la actuación de otras fracciones calculando el beneficio político para su camarilla. AMLO pide “tregua en beneficio de la patria”, que seamos ciudadanos obedientes, “mexicanos responsables” convocando a los explotados a hacer unidad con la burguesía nacional. Esa defensa de la economía burguesa y de sus capacidades para competir en el mercado internacional siempre les ha redituado para justificar recortes al presupuesto y, en particular, agresiones redobladas a las condiciones de vida de los trabajadores. Esta es precisamente la única perspectiva que nos ofrece el capital y habrá que esperar después cómo se las arreglan para volver a hacer pasar una mayor explotación y ataques a todos los niveles con ayuda de sus lugartenientes principales, los sindicatos, de todos los colores.

Esta pandemia es la expresión del carácter decadente del modo de producción capitalista, una de las muchas manifestaciones del grado de desintegración y delicuescencia de la sociedad actual, como la destrucción del medio ambiente y la contaminación de la naturaleza, el cambio climático, la multiplicación de los focos de guerra y de masacres imperialistas, la inexorable caída en la miseria de una parte cada vez mayor de la humanidad, el incremento de las migraciones de refugiados, el auge de la ideología populista y el fanatismo religioso, etc. (ver en internet nuestras Tesis sobre la descomposición del capitalismo). Es un revelador del atolladero del capitalismo, un indicador de la única dirección hacia la que este sistema y su perpetuación amenazan con llevar y arrastrar a toda la humanidad: caos, miseria, barbarie, destrucción y muerte.[7]

No hay que hacerse ilusiones, el Covid-19 no es la “última plaga”. El capitalismo en su descomposición acelerada no hará más que acentuar y generalizar todo tipo de amenazas para la humanidad. Para la inmensa mayoría de explotados y oprimidos del mundo la alternativa histórica a todo este atolladero sigue siendo la Revolución Comunista Mundial. El destino pertenece a la lucha de clases.

Marsán, 21-mayo-2020.

 

[1] ) “El gobierno que hoy encabeza López Obrador y su partido Morena, aunque se presenten como una expresión desde la izquierda, honesta y en combate contra la corrupción, tiene la misma naturaleza burguesa de los anteriores gobiernos y de los otros partidos con los que se complementan y se sincronizan para asegurar el sometimiento de los trabajadores.” (Revolución Mundial No. 142 Oct 2019 - Abril 2020).

[3] Por ejemplo, AMLO ha hecho una conferencia de prensa para evidenciar a las grandes empresas que no cumplen la consigna de restringir sus actividades y que obligan a sus empleados a continuar el trabajo, pero “omite” a algunas empresas aliadas de su administración

[5] La "supervivencia del más apto", término que no fue acuñado por Darwin sino por el filósofo británico Herbert Spencer, es el eje teórico de lo que se conoce como “Darwinismo social”. Luego, un primo de Darwin, Francis Galton, fundó una pseudociencia, la eugenesia, cuya divisa es mejorar la especie humana a través de la supervivencia de los más fuertes; los viejos, débiles y enfermos quedarían fuera del desarrollo de la humanidad

[6] Esta determinación se tomó en la Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica, elaborada por el Consejo de Salubridad General (CSG) y publicada en el Diario Oficial de la Federación. (proceso.com.mx, 14-abril-2020). Ver El “darwinismo social”, una ideología reaccionaria del capitalismo https://es.internationalism.org/revolucion-mundial/200909/2639/el-darwinismo-social-una-ideologia-reaccionaria-del-capitalismo

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