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La conmemoración del aniversario de la caída del Muro de Berlín ha tenido lugar en un ambiente triste, sin fanfarrias ni alharacas. Al contrario de la euforia y festejos populares que acompañaron el 9 de noviembre de 1989, ahora la "gran fiesta" organizada por la burguesía palideció: "Los europeos, pesimistas incorregibles, se acercaron al trigésimo aniversario (...) en un ambiente fúnebre. La moral está alicaída…”[1]. Como “signo de la falta de entusiasmo por este aniversario, ninguno de los grandes líderes occidentales va a venir a Berlín este sábado 9 de noviembre".[2] Finalmente sólo una odiosa propaganda burguesa sirvió de decoración a esta deslucida cita.
La necesidad de mantener la mentira sobre la supuesta "muerte del comunismo"...
Los hechos son obstinados, y la burguesía no puede estar en absoluto orgullosa del balance de estos treinta años transcurridos. Hasta el mismo monstruo estalinista, tan denostado antes, el de los regímenes de los países del Este, llega incluso a suscitar una nostálgica añoranza entre las poblaciones de los territorios "liberados", por cuanto la situación se ha ido deteriorando desde entonces: "‘Hace treinta años, la comunicación, la solidaridad entre las personas era mucho mejor. Hoy en día, tenemos que luchar por todo, por el trabajo, por el alquiler, por el médico. Antes, el médico no era un contable, hoy es un empresario", dice Arnaud”.[3]
Efectivamente el estado de la sociedad sigue siendo catastrófico, especialmente en los territorios del antiguo bloque del Este, que son los más afectados. Las crecientes amenazas que se viven en la sociedad capitalista están empujando a estas angustiadas poblaciones en brazos de los populistas que prometen "protegerlas". Muchos de estos países (Hungría, Polonia, etc.) están pues muy marcados por estos regímenes abiertamente de derecha, que abogan por un nacionalismo virulento y un "blindaje" de las fronteras. La situación de descomposición y caos del mundo capitalista actual contrasta así radicalmente con las grandes promesas falsarias de la burguesía, con sus discursos hipócritas, con las ilusiones sembradas cuando cayó el Muro de Berlín en noviembre de 1989, cuando auguraba un futuro radiante: el de una especie de felicidad democrática para el mundo y para la "nación alemana reunificada".
En aquellos momentos, la perspectiva de acabar con el terror estalinista y la penuria crónica, el alivio y las inmensas ilusiones que invadieron a los alemanes del Este, fueron aprovechadas hasta la extenuación por la burguesía occidental (con la complicidad de la “derrotada” del Este) para dividir a los trabajadores y esparcir una vasta campaña ideológica mundial, la de la mayor mentira de la historia contra el proletariado: ¡la caída del muro y la bancarrota del estalinismo significan "la muerte del comunismo"!
Hoy en día, aunque de manera más insidiosa, habida cuenta del resentimiento y la ira que sienten las poblaciones frente a los llamados "beneficios de la democracia", los medios de comunicación burgueses y toda la clase política nos sirven ese mismo discurso ideológico nauseabundo actualizado: "Aunque Europa esté hoy en crisis en varios aspectos, no debemos olvidar que la caída del Muro de Berlín firmó sobre todo el fin del comunismo como régimen totalitario"[4].
En aquellos momentos la CCI ya combatió esta patraña despreciable de que estalinismo equivalía al comunismo, una mentira sistemáticamente repetida desde entonces: "La crisis y la bancarrota del estalinismo son las del capitalismo, no las del comunismo. (...) Se ha vuelto a abrir en grande la caja de las mentiras y, para empezar, han dado suelta a la más burda de ellas: la de afirmar que esta crisis, esta quiebra sería la del comunismo, la del marxismo. Demócratas y estalinistas, por encima de lo que les separa, siempre se han encontrado juntos en santa alianza cuando ello era necesario; estas santas alianzas tienen un cimiento básico, el de la afirmación ante los obreros de que lo que impera en el Este, más allá de sus deformaciones y defectos, es socialismo. Para Marx, Engels, Lenin, Luxemburgo, y para todo el movimiento comunista, el comunismo siempre ha significado fin de la explotación del hombre por el hombre, fin de las clases, fin de las fronteras, todo lo cual solo es posible a escala mundial, en una sociedad donde reina la abundancia, una sociedad basada en el "de cada uno según sus capacidades a cada uno según sus necesidades", donde "el reino del gobierno de los hombres cede el paso al de la administración de las cosas". Pretender que hubiera algo de comunista o algo de comprometido en el camino comunismo en la URSS y los países del Este, cuando allí lo que impera es la explotación, la miseria y la penuria generalizadas es la mayor mentira de la historia de la humanidad, una mentira tan grosera como sería la de pretender que las relaciones entre siervos y señores en la Edad Media tendrían algo de socialista"[5].
Todas las fracciones políticas burguesas se recrean en esta repetida mentira, compinchadas en esta burda asimilación del estalinismo al comunismo: desde los demócratas y los izquierdistas más a la izquierda hasta los partidos de extrema derecha, como lo demuestra, por ejemplo, la AfD en su insidiosa consigna: "Hoy como ayer: la libertad antes que el socialismo"[6]. Treinta años después, la burguesía sigue clavando el mismo clavo en la conciencia de los trabajadores. ¡Sólo la Izquierda Comunista es capaz de denunciarlo aún hoy!
La euforia de 1989 y la propaganda de los mercachifles de ilusiones ante la realidad capitalista
Poco después de la caída del Muro de Berlín, en su discurso ante el Parlamento Europeo el 22 de noviembre de 1989, el presidente Mitterrand se refería emocionadamente ante su gran amigo, el canciller Kohl, a este acontecimiento histórico: "la libertad y la democracia, inseparables una de otra, obtuvieron una de sus victorias más sentidas”. Diez meses después de ello, asentados en los "beneficios" de la caída del Muro de Berlín, los caballeros de la libertad del mundo occidental desencadenaron una sangrienta cruzada en Oriente Medio, con ocasión de la primera Guerra del Golfo auspiciada por los Estados Unidos. Una guerra cuyos 500.000 muertos debían traer, según el entonces mandamás de la Casa Blanca, George Bush (padre), "un nuevo orden mundial" para "la paz, la prosperidad y la democracia".
Desde entonces, la dinámica destructiva del capitalismo manifiesta, contrariamente a toda esa charlatanería, que la situación se ha degradado enormemente en todas partes y en todos los aspectos. Veamos si no:
- ¿"Nuevo orden mundial" y "paz"? Tan pronto como cayó el Muro de Berlín se abrió una caja de Pandora. Lo que ha sucedido después no tiene nada de "nuevo orden mundial" y sí del mayor caos de la historia[7]. En todos los continentes y territorios del planeta, el “cada uno a la suya” se ha exacerbado y los conflictos bélicos se han multiplicado, generalizado y extendido. En los países de la periferia del capitalismo, en particular en África y Oriente Medio, como en Asia, el mundo se ha vuelto cada vez más inestable, con proliferación de masacres y derramamientos de sangre. Y, sobre todo, hemos visto como situaciones de guerra han regresado al corazón mismo de Europa y del mundo occidental, algo sin precedentes desde 1945. Desde la guerra en la ex-Yugoslavia con sus fosas comunes, pasando por los conflictos en Georgia y Ucrania, y sobre todo la multiplicación de los atentados desde la tragedia de las Torres Gemelas en los Estados Unidos en septiembre de 2001, ¡la "paz" ha sido sobre todo la paz de los cementerios! La catástrofe de las Torres Gemelas inauguró un terror, una trivialización de las escenas de guerra y barbarie casi por todas partes en el corazón del mundo “civilizado": atentados en Madrid en marzo de 2004, en Londres en julio de 2005, en París en la sala de conciertos Bataclan en noviembre de 2015, etc. También se podría añadir el horror más reciente de los estragos de la guerra en Siria y sus daños colaterales, cuyos bombardeos intensivos recuerdan las peores salvajadas de la Segunda Guerra Mundial. Y lo mismo cabe decir de las masacres y hambrunas en Yemen (con la participación de los imperialismos occidentales, como Francia, destacado proveedor de armas). No olvidemos el caos en Libia[8]. También hay que señalar que la carrera armamentista se relanza en todas partes de una manera aterradora.
- ¿"Prosperidad"? Durante los últimos treinta años, la situación económica se ha ido deteriorando globalmente a todos los niveles, acentuándose escandalosamente las desigualdades. Tras la gran conmoción financiera mundial de 2008, los proletarios sienten cada vez más en carne propia el yugo de la explotación mientras crece también el cinismo de las justificaciones de los políticos burgueses de los ataques al nivel de vida y a los salarios, del paro masivo y la explosión del trabajo precario, del endurecimiento de las condiciones de acceso a la sanidad, del aumento de la exclusión... Y, todo ello, se agrava con las reformas en curso y las por venir. A esto hay que añadir el saqueo sistemático de los recursos naturales y las agresiones al medio ambiente a causa de una búsqueda cada vez más desenfrenada de beneficios en un mundo en crisis. En resumen, la lógica infernal del capitalismo moribundo amenaza ahora claramente la supervivencia de la civilización humana.
- ¿Más "democracia"? En los últimos treinta años, los estados no han hecho más que endurecer su arsenal represivo. La descomposición ha asentado y fomentado los reflejos nacionalistas y xenófobos, las ideologías populistas y el cada uno a la suya. La burguesía ha aprovechado sobre todo los atentados mortíferos para reforzar su aparato jurídico y policial, el terror estatal y la criminalización de los conflictos sociales. La represión y la violencia brutales han aumentado gradualmente en todos los niveles. Esto significa que las tan cacareadas "libertades ciudadanas" esconden en realidad la verdadera faz del "Estado democrático", su naturaleza auténticamente dictatorial: un aparato que fríamente monopoliza la violencia en pro de mantener el orden contra los explotados. Y eso por no hablar del gran "impulso democrático" protagonizado por los países del mundo occidental, que no paran de construir nuevos muros, de levantar alambradas, de fortificar sus fronteras marítimas o terrestres y de dejar a sabiendas que los inmigrantes perezcan, como sucede con la Unión Europea en el Mediterráneo. La idea de "democracia" no es más que un mero concepto vacío puesto que la sociedad permanece dividida en clases antagónicas basadas en la explotación de la fuerza de trabajo. Esto no impide en absoluto que la burguesía adapte sus discursos hipócritas para seguir jactándose de sus "grandes principios", sus "valores", etc. Esto lo hace para encubrir y justificar todos sus crímenes, para “blanquear” mejor su sistema asesino y la rapiña de los explotadores.
Hoy, cuando este modo de producción en decadencia agoniza y nos arrastra al abismo, la burguesía nos pide que lo defendamos. Y para ello emplea la misma ideología mistificadora con la que ha acompañado estos 30 años de atrocidades de todo tipo: la "democracia". En este sentido es como hay que interpretar las insistencias del discurso conmemorativo pronunciado por la canciller Angela Merkel y sus advertencias sobre los peligros del "totalitarismo" y la “creciente contestación” (especialmente por parte del populismo en el Este): "los valores sobre los que se fundamenta Europa, la libertad, la democracia, la igualdad, el Estado de derecho y la preservación de los derechos humanos no están asegurados” y "deben ser siempre defendidos", aseguró. Según toda la burguesía: "si se puede aprovechar este trigésimo aniversario, debe ser para tratar de repensar, por quienes lo han adoptado, el modelo democrático"[9]. Teniendo que ocultar su bancarrota, la burguesía se ve obligada a “recuperar la credibilidad”, a “regenerarse”, a “repensar” su “modelo democrático” para… ¡poder atacar y amordazar mejor a los explotados!
¿Qué lecciones? ¿Qué perspectivas?
De los treinta años transcurridos desde la caída del Muro de Berlín, el proletariado debe tener en cuenta algunas lecciones esenciales:
- El comunismo no está ni "muerto" ni "en bancarrota". En realidad, es el estalinismo, expresión política del capitalismo de Estado en el Este, lo que se ha hundido bajo los golpes de la crisis de este sistema en decadencia.
- El proletariado debe rechazar todas las campañas mediáticas falsificadoras, especialmente todas las trampas que alimentan las divisiones: las que oponen por ejemplo en Alemania a los "Ossies” (orientales) de los "Wessies" (occidentales), pero también las trampas que oponen las ideologías "populistas" al "antipopulismo" y otras ideologías democráticas.
- La burguesía sigue siendo una clase de mentirosos, obligada a ocultar permanentemente su dominación y la explotación de los proletarios. Sus promesas, como las de 1989-90, no son más que frases vacías destinadas a anestesiar al proletariado.
- La caída del muro y el colapso del bloque oriental son una de las manifestaciones más espectaculares de la crisis y descomposición del sistema. El capitalismo sólo puede alimentar una espiral de destrucción y no tiene otro futuro que ofrecer. Por lo tanto, debe ser destruido antes de que aniquile a la humanidad.
Frente a todas las lógicas de destrucción que nos impone este sistema, sólo hay una solución: la lucha de clase revolucionaria, la de una lucha internacional de todos los trabajadores, superando las divisiones, más allá y contra todas las separaciones nacionales, contra el Estado burgués. Solo el proletariado internacional puede ofrecer esta perspectiva como alternativa, la de otra sociedad, sin muros ni alambradas, sin clases, sin explotación: una verdadera sociedad comunista.
WH (3 de diciembre de 2019)
[1] “Caída del Muro de Berlín: nos equivocamos de funerales” en Le Monde del 9 de noviembre de 2019
[2] “Alemania conmemora la caída del Muro de Berlín hace 30 años”. En Le Point (9 de noviembre 2019).
[3] “Hace 30 años: la caída del Muro de Berlín” en La Depêche du Midi del 9 de noviembre de 2019.
[4] “Caída del Muro de Berlín: nos equivocamos de funerales” en Le Monde del 9 de noviembre de 2019
[5] Hundimiento de los países del Este. Quiebra definitiva del Estalinismo en Revista Internacional nº 60 (1º trimestre de 1990).
[6] Alternative für Deutschland (AfD) es un grupo nacionalista y euroescéptico situado en la extrema derecha. Una buena parte de la ex RDA está bajo la influencia política de esta formación. En muchos Länder es prácticamente el principal partido político. Ha reemplazado a Die Linke (“La Izquierda”) que era en gran medida el sucesor del ex SED (“Partido Socialista Unificado de Alemania” de la ex RDA), sabiendo captar para su demagogia todas las decepciones, las frustraciones y el miedo de las poblaciones ante la realidad de la crisis.
[7] Ver “Notas sobre el imperialismo y la descomposición. Hacia el mayor caos de la historia” en Revista Internacional nº 68 (1º trimestre 1992)
[8] Ver https://es.internationalism.org/content/4497/caos-en-libia-una-odiosa-expresion-de-la-barbarie-capitalista
[9] “Caída del Muro de Berlín: nos equivocamos de funerales” en Le Monde del 9 de noviembre de 2019