Aunemos nuestras luchas contra los ataques de nuestros explotadores

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(Hoja distribuida en Francia desde el 5 de diciembre)

Según Emmanuel Macron y sus ministros, la huelga del 5 de diciembre es "una movilización contra la anulación de los regímenes especiales [de jubilación y de pensión]", o sea, según el gobierno, sería una huelga contra la "equidad y la justicia social". En resumen que los ferroviarios y otros trabajadores con "régimen especial" serían unos irresponsables y egoístas que luchan por mantener sus pretendidos "privilegios". ¡Puros embustes! Lo que el gobierno hace es tratar de enfrentarnos a unos con otros, para dividirnos y volvernos impotentes.

¡Toda la clase obrera está siendo atacada!

Por todas partes, en fábricas y administraciones, en todas las corporaciones, en todos los sectores, en el sector público como en el privado, la burguesía impone las mismas condiciones de trabajo insostenibles. En todas partes hay cada vez menos trabajadores para una carga de trabajo cada vez mayor. En todas partes, el empobrecimiento amenaza a trabajadores, desempleados, pensionistas y jóvenes. En todas partes, lo que las nuevas "reformas" anuncian es un futuro aún más difícil. Los golpes del gobierno de Macron son violentísimos. Su objetivo es hacer que la economía francesa sea lo más competitiva posible en el ruedo internacional, ahora que con el empeoramiento de la crisis económica mundial la competencia entre naciones es cada vez más feroz. Para aumentar la productividad, la burguesía francesa, su presidente, su gobierno y su patronal aceleran los ritmos de trabajo y reducen plantillas, aumentando la flexibilidad, desmantelando la administración pública, reduciendo los subsidios a desempleados y las pensiones de los jubilados, reduciendo drásticamente los presupuestos para educación y asistencia social (reforma de la enseñanza secundaria, supresión de los subsidios de alojamiento –APL-). Y siguen dando palos y más palos como posesos, en nombre de la "necesaria" rentabilidad, la "obligatoria" competitividad, el "inevitable" equilibrio presupuestario, a la vez que los ingresos de los capitalistas aumentan indecentemente.

¡Toda la clase obrera tiene que luchar!

No pasa un solo día sin que haya trabajadores al borde del agotamiento que se declaren en huelga. En las últimas semanas han sido los ferroviarios, los trabajadores de hospitales y los estudiantes precarios quienes han levantado la cabeza. Y no han sido los únicos. Desde hace meses, se han producido innumerables paros. En septiembre, hicieron huelga, por orden cronológico: sanitarios de urgencias, bomberos, repartidores de Deliveroo, pilotos de Transavia, conductores de autobuses de Metz y Caen, carteros de Alpes Marítimos y de Pirineos Orientales, agentes de la RATP[1], funcionarios de Hacienda, enfermeras, navegantes fluviales, todos los funcionarios, carteros de Saint-Quentin, empleados de EDF[2], conductores de autobús de Orleans, otras vez los funcionarios, conductores de autobús de Lorient, técnicos de laboratorio, funcionarios de nuevo, conductores de Nancy, etc., etc. ¡Algunos de esos movimientos duran ya desde primavera! El fenómeno se incrementó en octubre y noviembre, afectando, por ejemplo, a las grandes superficies. Sí, hay muchas huelgas. Sí, la rabia social es enorme. ¡Sí, no se aguanta más! Pero todas estas luchas permanecen aisladas entre sí, compartimentadas, separadas por demandas específicas y corporativistas. Sin embargo, frente a la burguesía, organizada detrás de su Estado y gobierno, la división es mortal. Para resistir, para construir una relación de fuerza frente a los mismos ataques que afectan a todos los sectores, los trabajadores deben luchar juntos, unidos y solidarios.

Mientras el gobierno aporrea, los sindicatos nos dividen.

¿Será acaso este 5 de diciembre finalmente el comienzo de esta unidad? Esa es la promesa de los sindicatos: una huelga general, intersectorial, nacional e ilimitada.

Durante todo el mes de septiembre, los sindicatos dispersaron el movimiento de protesta social en varias jornadas de acción corporativistas (RATP, Hacienda Pública, Educación Nacional, Ministerio de Justicia, EDF, bomberos). A principios de octubre, acabaron prometiendo una gran jornada de movilización que reuniera a todos los asalariados para.... el mes de diciembre. ¿Y qué han estado haciendo en los últimos dos meses? Dividiéndonos, como hacen siempre. Han mantenido en su aislamiento a los trabajadores que ya estaban luchando, cada uno en huelga en su empresa, con su consigna específica, y eso que todos sufrimos los mismos ataques, el mismo deterioro de nuestras condiciones de vida y de trabajo.

La caricatura de esa labor de zapa ha sido el llamamiento de los colectivos “Inter-urgencias” e “Inter-hospitales” (dirigidos en su totalidad por las centrales sindicales) a no sumarse a la huelga del 5 de diciembre, en nombre de lo "específico" de las reivindicaciones hospitalarias, sustituida por una jornada de acción el 30 de noviembre. La misma estrategia de aislamiento para la Intersindical de Internos, que ha lanzado una huelga ilimitada a partir del.... ¡10 de diciembre! Y eso que en la asamblea general de los trabajadores hospitalarios celebrada el 14 de noviembre en París, después de una jornada de acción de todo el sector, que reunió a 10.000 manifestantes, tuvo lugar una feroz batalla entre los participantes en la Asamblea General y los sindicatos sobre la cuestión de la unidad. Muchos trabajadores hospitalarios insistieron en la necesidad de librar una única y misma batalla, por encima de los sectores, mientras que los sindicatos defendían que "somos un colectivo que debe hablar del hospital", defendiendo con uñas y dientes "una fecha específica para los hospitales". Pudo escucharse en France-Info[3] a enfermeras que salían de la asamblea general diciendo: "No pudimos terminar porque estamos divididos. Los sindicatos han infiltrado totalmente la reunión" o: "Hay demasiada discordia. El 5 de diciembre va a ser una huelga general y eso nos concierne. Además de nuestros problemas en el hospital, también están nuestras pensiones y seremos futuros jubilados. No veo qué problema plantea el ir a manifestarse el día 5. Pero los sindicatos decidieron lo contrario”. El sector hospitalario, que ha estado en huelga durante nueve meses, sacudido por una ira inmensa ante unas condiciones de trabajo cada vez más insoportables, es convocado por los sindicatos a continuar su movimiento solo, aislado e impotente. Y lo mismo ocurre con los ferroviarios.

Los sindicatos cacarean ahora con radicalismos amenazantes de huelga prorrogable, pero son siempre esas huelgas corporativas, aisladas unas de otras y condenadas a la impotencia, las que ellos prorrogan hasta agotar a los sectores más combativos. Y ese es el “porvenir” que los sindicatos desearían para los agentes más decididos de la SNCF[4] tras el 5 de diciembre y de los hospitalarios después del 10: que acaben luchando solos durante las vacaciones de Navidad y Año Nuevo. Y no seamos ingenuos: ¿por qué los sindicatos pospusieron esas grandes movilizaciones para el 5 y 10 de diciembre, poco antes de las fiestas? Es evidente que cuentan con la "tregua de los confiteros"[5] para enterrar el movimiento en caso de que continúe después de estos días de acción.

La “convergencia de luchas” de los sindicatos es una engañifa.

Bajo el lema "Todos juntos", lo que en verdad organizan los sindicatos es la dispersión. En esas jornadas de "unidad sindical", en ningún momento luchan juntos los trabajadores. En el mejor de los casos, van uno detrás de otro, pateando las calles, cortados en rodajas por sector y gremio, separados unos de otros por banderolas, globos y equipos de sonido diferentes según si se es ferroviario, profesor, puericultora, secretaria, agente fiscal, obrero de Renault, de Peugeot, otro de Conforama, estudiante, jubilado, desempleado.... Cada cual en su casilla.

¡Nuestra unidad es vital, debemos forjarla y defenderla!

Las huelgas espontáneas de los ferroviarios a finales de octubre muestran en parte el camino a seguir. En Châtillon, tras el anuncio de un plan de reorganización del trabajo que llevaba, entre otras cosas, a la supresión de doce días de asueto, los agentes del centro cesaron inmediatamente el trabajo y se declararon en huelga, sin esperar instrucciones sindicales. El plan fue retirado 24 horas después[6].

Unos días antes, el 16 de octubre, tras un choque con un convoy excepcional en Champagne-Ardenne, que puso de manifiesto el peligro de que haya un único agente (el conductor) en el tren, los ferroviarios de la línea se negaron también espontáneamente a asegurar la circulación en esas condiciones. El conflicto se extendió rápidamente a las líneas de la región parisina (Île-de-France) al día siguiente. No es casualidad si son los ferroviarios los primeros en indicar cómo pueden apoderarse de su lucha los trabajadores. Es consecuencia de la experiencia histórica y de la combatividad de este sector de la clase obrera en Francia, pero también de la reflexión que ha ido madurando en su seno desde hace un año, después de la amarga derrota del largo movimiento dirigido en 2018 por.... los sindicatos. Con su manida "huelga intermitente", habían encerrado a los ferroviarios en una lucha en la que quedaron aislados hasta que se les agotaron las fuerzas[7].

Y, hoy, esos ferroviarios en huelga no han sabido extender el movimiento fuera de su empresa, permaneciendo encerrados en la SNCF. No hubo asamblea general autónoma que decidiera enviar delegaciones masivas, o incluso toda la asamblea, a los centros de trabajo más cercanos (un hospital, una fábrica, una administración...) para animarlos a la lucha, con el fin de extender geográficamente el movimiento. Es vital insistir en que todos los trabajadores tienen los mismos intereses, que deben realizar la misma lucha, unida y solidaria, por encima de sectores y corporaciones, que la clase obrera es fuerte. Esta etapa es difícil, pues la necesaria unidad en la lucha implica reconocerse no ya como ferroviario, enfermero, cajero, profesor o informático, sino como trabajadores explotados.

Recordemos: primavera de 2006, el gobierno tuvo que retirar su proyecto de “Primer Contrato de Trabajo” ente el surgimiento de la solidaridad entre generaciones obreras. Los estudiantes precarios organizaron asambleas generales (AG) masivas en las universidades, abiertas a trabajadores, desempleados y pensionistas, proponiendo una consigna unificadora: la lucha contra la precariedad y el desempleo. Estas AG fueron los pulmones del movimiento, en ellas se celebraban los debates, en ellas se tomaban las decisiones. El resultado fue que  cada fin de semana, las manifestaciones aunaban a más y más sectores. Asalariados y jubilados se unieron a los estudiantes bajo el lema "Jeunes lardons, vieux croûtons, tous la même salade"[8]. La burguesía francesa y su gobierno, ante una extensión y una tendencia a la unificación del movimiento iniciado por estudiantes precarios, no tuvieron más remedio que retirar su CPE[9]. De ahí que hoy, Macron y sus ministros haya lanzado un repugnante debate sobre la "cláusula del abuelo" (las nuevas medidas no afectarían a todos los trabajadores, sino sólo a los jóvenes que se incorporan al mercado laboral): lo que quieren es abrir una brecha entre generaciones obreras.

En 1968, cuando la crisis económica mundial empezaba a golpear de nuevo y, con ella, el retorno del desempleo y el empobrecimiento de los trabajadores, el proletariado en Francia se unió en la lucha. Tras las enormes manifestaciones del 13 de mayo para protestar contra la represión policial sufrida por los estudiantes, los paros y las asambleas generales se extendieron cual reguero de pólvora por fábricas y demás lugares de trabajo hasta culminar, con sus 9 millones de huelguistas, en la mayor huelga de la historia del movimiento obrero internacional. Esa dinámica de extensión y unidad se concretó en múltiples ocasiones fuera del ámbito sindical. Muchos obreros hicieron trizas de sus carnés sindicales después de los acuerdos de Grenelle del 27 de mayo de 1968 entre sindicatos y patronal, acuerdos que enterraron el movimiento.

Hoy, a asalariados, desempleados, pensionistas, estudiantes precarios, les falta confianza en sí mismos, en su fuerza colectiva, para atreverse a apoderarse de su lucha. Pero no hay otro camino. Todas las "acciones" propuestas por los sindicatos conducen a la división, la derrota y la desmoralización. Sólo la unión en asambleas generales abiertas y masivas, autónomas, que realmente decidan sobre la dirección del movimiento, puede constituir la base de una lucha unida, conducida por la solidaridad entre todos los sectores, todas las generaciones. Asambleas Generales que permitan la participación en el movimiento de enfermeras, servicios de urgencias, desempleados, trabajadores de cualquier sector, así como de todos a quienes les es imposible cesar el trabajo. Asambleas Generales que planteen reivindicaciones que a todos nos conciernen: contra la precariedad, contra la disminución de plantillas, contra el incremento en los ritmos laborales, contra la pauperización.... Asambleas Generales en las que nos sintamos unidos y confiados en nuestra fuerza colectiva.

¿Qué perspectivas?

El capitalismo, tanto en Francia como en el resto del mundo, seguirá sumiendo a la humanidad en una miseria cada vez más espantosa. Sólo la clase obrera representa una fuerza social capaz de frenar esos ataques. Los trabajadores más combativos y decididos deben agruparse, discutir, recuperar las lecciones del pasado, y prepararse así para la lucha autónoma de toda la clase obrera. Sólo el proletariado puede, a largo plazo, abrir las puertas del porvenir a las generaciones futuras frente a este sistema capitalista decadente que engendra cada vez más miseria, explotación y barbarie, que lleva en sí la guerra y las masacres como los nubarrones la tormenta. Un sistema que destruye el medio ambiente en el que vive la especie humana y amenaza su supervivencia.

Sólo la lucha masiva y unida de todos los sectores de la clase explotada puede detener y repeler los ataques actuales de la burguesía.

Sólo el desarrollo de esa lucha puede abrir el camino al combate fundamental e histórico de la clase obrera por la abolición de la explotación y el capitalismo.

Corriente Comunista Internacional

(1 de diciembre de 2019)

 

[1] Transportes públicos parisinos (Metro y buses)

[2] Electricidad de Francia, hasta hace poco monopolio estatal

[3] Radiotelevisión “todo noticias”

[4] Ferrocarriles franceses

[5] “trêve des confiseurs’’ » metáfora en francés de las fiestas de Navidad durante las cuales, como se sabe, todo debe ser “paz, amor y dulces”

[6] Ver sobre este experiencia Francia: Solo la solidaridad y la unidad en la lucha pueden rechazar los ataques a las condiciones de vida obreras https://es.internationalism.org/content/4491/francia-solo-la-solidaridad-y-la-unidad-en-la-lucha-pueden-rechazar-los-ataques-las

[7] De esta huelga que los sindicatos sabotearon un Colectivo de trabajadores sacó lecciones. Ver Lucha de los trabajadores de la SNCF: un colectivo de trabajadores realiza el balance https://es.internationalism.org/content/4382/lucha-de-los-trabajadores-de-la-sncf-un-colectivo-de-trabajadores-realiza-el-balance

[8] Juegos de palabras culinarias para decir: “Jóvenes y viejos, todos a una”

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