Protestas masivas callejeras en Hong Kong: Las ilusiones democráticas son una trampa peligrosa para el proletariado

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En el mes pasado cientos de miles, incluso millones de habitantes de Hong Kong han invadido las calles y plazas en protesta contra una enmienda a la Ley de Extradición[1], propuesta por la Gobernadora General de Hong Kong, Carrie Lam. La enmienda permitiría extraditar a ciudadanos de Hong Kong al territorio continental de China. La mayor manifestación contra esta enmienda tuvo lugar el 16 de junio, cuando casi dos millones de personas se reunieron en una protesta callejera.

Las primeras protestas en junio fueron posibles gracias al "Frente Civil de Derechos Humanos" (una coalición de más de cincuenta organizaciones burguesas). Esta organización hizo posible que los mítines del 9 y 12 de junio se realizarán, consiguiendo las autorizaciones para marchar y reunirse. Pero la escala masiva de las movilizaciones fue posible a través de los medios sociales: la gente ha organizado sus propias iniciativas, principalmente a través de Facebook, los grupos de Telegram, y el foro en línea.

Ya el 31 de marzo se había producido una primera protesta. El 28 de abril se celebró una segunda manifestación, que atrajo a más de 100.000 manifestantes. Posteriormente, el movimiento cobró impulso, alcanzando su punto álgido durante tres marchas diferentes los días 9 y 12 y 21 de junio de 2019, cuando millones de personas salieron a la calle. El lunes 1 de julio, cuando Hong Kong conmemoraba el 22º aniversario de su traspaso de soberanía en 1997, la marcha anual a favor de la democracia todavía contaba con una participación récord de medio millón de personas[2].

Las protestas de Hong Kong no sólo estaban dirigidas a la ley de extradición sino también, detrás de esto, a los crecientes intentos del régimen estalinista chino de obtener un control más riguroso sobre esta antigua colonia británica. Para entender estos intentos del Estado chino debemos volver a ciertos aspectos del pasado y del presente de China. Porque China está pasando por una fase más peligrosa, dada la crisis económica en desarrollo en China y en otros lugares y la agudización de las tensiones imperialistas.

La agravación de las contradicciones internas de China

Al igual que cualquier otro estado en decadencia del capitalismo, el estado chino está abrumado por crecientes contradicciones. China es un ejemplo típico del capitalismo de estado que "adquiere su forma más completa donde el capitalismo está sometido a las contradicciones más brutales y donde la burguesía clásica está en su punto más débil". Un sistema político tan rígido es incompatible con cualquier oposición democrática legal.

El régimen de China no puede tolerar tales fuerzas de oposición sin ponerse en grave peligro. Los movimientos de Hong Kong del mes pasado han vuelto a enfrentar al gobierno de Pekín con el espectro de la democracia.

En 1997 Hong Kong se convirtió en una región administrativa de China. Bajo el marco de "un país, dos sistemas", el gobierno chino garantizó a Hong Kong el derecho a conservar sus propios sistemas sociales, legales y políticos durante 50 años, hasta 2047.

Pero la existencia de un territorio semindependiente, en el que cualquiera que se oponga a Beijing puede encontrar un santuario, es como un tumor en el cuerpo del estado chino. Aquí la política de "un país, dos sistemas" muestra sus límites, estando en contradicción fundamental con el régimen de partido único. El sistema "dual" es presa de una erosión constante, pero el Estado chino no puede arriesgar un segundo Tiananmen[3].

Tendencias centrífugas en China

En el período de descomposición[4], como resultado de un estancamiento en la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado, la tendencia del Cada Uno para si aumenta dramáticamente y las fuerzas centrífugas desgarran los estados-nación. El ejemplo más obvio fue, por supuesto, el colapso del bloque oriental y la fragmentación de la antigua Unión Soviética. Pero China tampoco se libra de esta dinámica centrífuga. La resistencia contra el control de Pekín y el llamado a la autonomía en la periferia continúa e incluso parece que se ha fortalecido en los últimos años: Tíbet, Xinjiang, Hong Kong, Macao, etc.

Después de la caída del Imperio Quing a principios del siglo XX, China se desmoronó en unidades políticas y territoriales más pequeñas. Durante algunas décadas, el país estuvo fragmentado y gobernado por señores de la guerra rivales. Cuando el Partido Comunista Chino tomó el poder en 1949, más o menos restableció la unidad nacional. Y si hay algo que el Partido Estalinista no puede tolerar es el llamado a la autonomía de las regiones periféricas.

Antes de que Xi Jinping asumiera el poder en 2012, los 56 grupos étnicos ubicados en China tenían el mismo estatus y podían practicar sus propias culturas y costumbres. Pero desde entonces, la dicotomía "nosotros contra ellos", definida por el antagonismo nacional y que apunta a los chivos expiatorios, ha ganado fuerza en China. Ni siquiera Taiwán se ha salvado. En enero de 2019, el presidente chino amenazó abiertamente a Taiwán con la anexión si este país no se unía a la República Popular.

El deterioro de la economía china

China también tiene grandes problemas a nivel económico. Su crecimiento es oficialmente del 6,4 por ciento. Pero con el crecimiento de la población y la movilidad interna de decenas de millones de personas que cada año se trasladan del campo a las ciudades en busca de trabajo, esta cifra es más bien una señal de que la economía está estancada e incluso empeora.

La guerra comercial de Trump también está teniendo un serio efecto en la economía china.  En febrero de 2019, las exportaciones de China mostraron el mayor descenso en tres años. Las exportaciones cayeron un 20,7 por ciento en comparación con el año anterior, a pesar de las enormes medidas de estímulo del gobierno. En 2018, un año dramático para las bolsas, los mayores perdedores podrían encontrarse en China. La Bolsa de Shanghái cayó un 24,9 por ciento y el Dow Jones Chino un 24,7 por ciento.

En 2013, China lanzó un proyecto geoestratégico propio que, según espera, contrarrestará el peor efecto de la crisis: la "Nueva Ruta de la Seda"[5]. Pero ahora China está empezando a tener problemas con sus aliados que se han unido a este proyecto en los últimos años. Varios de estos países (Malasia, Pakistán, Myanmar, Sri Lanka, etc.) están endeudados a niveles que ya no son sostenibles.

El aumento de la represión en todas las regiones del país.

Dado que el Estado chino, por su propia naturaleza, es incapaz de tolerar la oposición democrática, tiene que recurrir a la represión ante cualquier descontento. Y con el crecimiento de las fuerzas centrífugas y la amenaza de disturbios sociales, esta represión sobre la sociedad no ha hecho más que aumentar. Lo que estamos presenciando es que China en este momento es una especie de terror organizado con el objetivo principal de crear un clima de miedo[6].

Pekín ha desplegado cada vez más sistemas de vigilancia masiva para reforzar el control sobre la sociedad. Recopila, a gran escala, datos biométricos que incluyen muestras de ADN y de voz con fines de vigilancia automatizada; desarrolló un sistema nacional de recompensas y castigos conocido como "sistema de crédito social"; y desarrolló y aplicó programas policiales de Big Data destinados a prevenir las voces de los disidentes.

El gobierno chino ha aplicado una represión generalizada en diferentes regiones, en particular en Xinjiang, hogar de la población musulmana uigur. Desde 2016, las autoridades chinas han multiplicado los centros de detención y las prisiones masivas en esta región. Fuera de estos centros de detención, los residentes de Xinjiang están sujetos a restricciones extremas en su vida personal: si quieren viajar desde una ciudad u otra, tienen que solicitar permiso y pasar por varios puestos de control.

Incluso Hong Kong no se queda atrás en este aspecto y aplica medidas similares para restringir la libertad civil y política. La represión estatal de los últimos cuatro años ha dado lugar a 50 juicios, en los que varios centenares de disidentes y activistas políticos han sido objeto de arrestos y enjuiciamientos seleccionados con diversas acusaciones, mientras que más de un centenar de ellos han sido enviados a la cárcel.

Pekín refuerza el control sobre Hong Kong

Desde 1997, el partido gobernante de China ha ido ejerciendo gradualmente una mayor influencia sobre Hong Kong. En los últimos veinte años ha cambiado regularmente las reglas en un sentido que responde a la necesidad de la clase dominante china de fortalecer su control sobre la política de Hong Kong. Cada decisión que toma y cada paso que da tiene como objetivo obtener un mejor control sobre esta ciudad.

La primera protesta a gran escala contra la creciente influencia del Partido Estalinista tuvo lugar en 2003. La aplicación del artículo 23 de la Ley Fundamental permitió condenar a personas por traición, actividades separatistas, subversión del poder del Estado y robo de secretos de Estado. La segunda gran protesta fue en 2014, la llamada "Revolución de los Paraguas", contra la decisión unilateral del régimen chino de seleccionar los candidatos para el gobierno de Hong Kong[7].

En 2017 el imperialismo chino subió aún más la apuesta. En vísperas del vigésimo aniversario del traspaso, el Ministerio de Asuntos Exteriores chino declaró que el Acuerdo chino-británico, que garantiza la independencia de Hong Kong en materia política, jurídica y económica hasta 2047, se ha convertido en "un documento histórico, [que] ya no tiene ningún significado práctico".

La introducción de la nueva legislación (la enmienda al proyecto de ley de extradición existente), en febrero de este año, provocó una gran preocupación y ansiedad entre los ciudadanos de Hong Kong por el aumento del riesgo de ser enviados a la China continental, donde los tribunales están bajo un riguroso control del aparato estatal estalinista

Para entender por qué la protesta adquirió proporciones tan grandes, debemos tener en cuenta que casi la mitad de la población de Hong Kong está formada por la segunda o tercera generación que huyó de China. En el momento en que el Partido Maoísta llegó al poder, en 1949, millones de chinos huyeron. Hasta 100.000 personas huían a Hong Kong cada mes. A mediados de la década de 1950, Hong Kong había aumentado su población de 500.000 a la asombrosa cifra de 2,2 millones.

Por lo tanto, la propuesta del Gobierno de Hong Kong, que pone a los habitantes de Hong Kong en riesgo de ser deportados a China para ser juzgados en un sistema judicial despótico, realmente tocó el nervio de millones de ciudadanos de Hong Kong. Saben que, bajo el gobierno del Partido Estalinista, la gente ciertamente no puede esperar el debido proceso y, por lo general, se enfrentará a falsas acusaciones. Al igual que la Unión Soviética en la década de 1930, China es conocida por sus juicios ficticios contra opositores políticos[8].

Censura y bloqueo de la información

Los medios de comunicación tradicionales son rigurosamente censurados por el Estado chino. Sobre todo, desde que el presidente Xi Jinping asumió el poder en 2012, China ha puesto en marcha una campaña sin precedentes contra la libertad en las redes sociales, sumergiendo a Internet en la propaganda y castigando a los periodistas que envían mensajes que van en detrimento del sistema.

Como las protestas masivas en Hong Kong podrían resonar a través de la frontera y desencadenar una reacción en cadena en el territorio continental de China, el régimen de Pekín ordenó a los censores chinos que eliminaran los mensajes y las fotos de los sitios de medios sociales. Los medios de comunicación han sido silenciados en gran medida, y como resultado no mucha gente en China sabe lo que ha estado sucediendo en Hong Kong.

La mistificación de los derechos democráticos

No importa cuán masivas hayan sido y cuántos trabajadores participaran en ellas, las protestas callejeras actuales no son una manifestación de la lucha de la clase obrera. En Hong Kong el proletariado no está comprometido en una lucha como clase autónoma. Al contrario: los trabajadores de Hong Kong estaban completamente abrumados y ahogados en una masa de ciudadanos.

Muchos manifestantes son jóvenes de la clase obrera. Pero durante las protestas masivas una gran parte de ellos está luchando por las demandas burguesas y los derechos democráticos. Incluso si pudiéramos saludar el valor y la determinación de los participantes, las protestas masivas en Hong Kong son un gran peligro para el proletariado. Completamente situados en el terreno burgués, no pueden sino reforzar las ilusiones de la democracia. Y el hecho de que el movimiento haya obtenido una victoria momentánea -la enmienda ha sido suspendida- no ha hecho sino aumentar las ilusiones entre los manifestantes de Hong Kong y sus partidarios de todo el mundo.

Las organizaciones políticas de izquierda refuerzan estas tendencias e ilusiones fomentando la lucha por los derechos democráticos y la libertad de expresión. En el caso de las protestas en Hong Kong

  • los socialistas de "Alternative Socialiste" en Canadá propagan, por ejemplo, "la lucha por los derechos democráticos y contra el actual sistema autoritario, vinculada a la necesidad de derribar el poder de los capitalistas".
  • el "Comité Internacional de la Cuarta Internacional" (WSWS) enfatiza que "Alcanzar a la China continental es un paso importante en la lucha por los derechos democráticos".

Aunque los izquierdistas conectan la lucha por los derechos democráticos con la lucha del proletariado por "derribar el poder de los capitalistas" (sin explicar lo que quieren decir), para el proletariado la lucha por la democracia sigue siendo una trampa, que aprieta aún más la soga que los somete a sus explotadores capitalistas. El verdadero antagonismo dentro de la sociedad capitalista no está entre la dictadura y la democracia, sino entre la clase dominante explotadora y la clase obrera explotada. Este último no tiene nada que ganar con la participación en el movimiento por los derechos democráticos burgueses, no importa cuán masiva sea la protesta.

El asalto y saqueo del parlamento

Rechazamos toda consigna de la izquierda capitalista en favor de la autodeterminación, de un gobierno democrático dirigido por los trabajadores, etc.

Lo mismo ocurre con la tentativa de ocupación del Legco (Consejo Legislativo) la noche del lunes 1 de julio. Después de haber forzado la entrada, cientos de manifestantes irrumpieron en el edificio del parlamento, derribando retratos de líderes legislativos y pintando con aerosol eslóganes a favor de la democracia en las paredes de la cámara principal.

No apoyamos tales acciones seudo -radicales. Al contrario: ni un solo objeto aplastado en un parlamento es suficiente para aplastar las ilusiones del sistema parlamentario. Al saquear, al saquear lugares, al quemar edificios del Estado, no destruimos las ilusiones del parlamentarismo. Las acciones motivadas por la ideología democrática sólo sirven a los intereses del estado burgués.

Esto se demostró por el hecho de que los eventos fueron inmediatamente utilizados para poner a todo el movimiento de protesta bajo una mala luz. Los medios de comunicación estatales chinos no transmitieron imágenes de la masiva protesta "pacífica", pero sí de las "graves acciones ilegales" de los "separatistas de Hong Kong", en las que dominó la "arrogancia ciega y la rabia".

La superación de las ilusiones en el parlamento y la democracia sólo puede venir a través de la acción autónoma de la clase obrera, en defensa de sus propias reivindicaciones de clase. La única manera de luchar contra el falso sistema de representación parlamentaria es celebrar asambleas de masas proletarias, animadas por una discusión seria sobre los métodos y objetivos de la lucha.

La hipocresía de las democracias occidentales

Los Estados occidentales han expresado su apoyo al pueblo de Hong Kong en su defensa de los derechos democráticos y la libertad de expresión.

El lunes 10 de junio, Morgan Ortagus, portavoz del Departamento de Estado estadounidense, declaró que "Estados Unidos comparte la preocupación de muchos en Hong Kong de que (...) las enmiendas propuestas puedan socavar los derechos humanos, las libertades fundamentales y los valores democráticos de Hong Kong". El lunes 1 de julio, el Ministro de Asuntos Exteriores británico, Jeremy Hunt, afirmó que "es imperativo que se respete plenamente el alto grado de autonomía de Hong Kong y los derechos y libertades del pueblo de Hong Kong".

Estados Unidos y Gran Bretaña son unos redomados hipócritas pues son cómplices de la represión del gobierno chino como muestran los 3 ejemplos siguientes:

(1) En China, las empresas occidentales confían en la represión del Estado chino para someter a los trabajadores a un sistema de explotación extrema.

Cientos de millones de trabajadores chinos deben viajar miles de kilómetros para buscar oportunidades de trabajo, a menudo durmiendo en el lugar de trabajo en un alojamiento básico y visitando a su familia una vez al año y eso por un salario que es menos de una décima parte del salario mensual promedio en Estados Unidos. "En connivencia con el gobierno, los empleadores exprimen de los trabajadores el máximo de mano de obra en el menor tiempo posible." (La era del Acuerdo Post Multifibras y el auge de China, Au Loong-Yu)

Otro factor es la política de disciplinar y reprimir a los trabajadores mediante el llamado "sistema de registro de hogares". Este sistema "actúa como una especie de apartheid social, que discrimina sistemáticamente a los trabajadores migrantes, impidiéndoles disfrutar de los servicios públicos en las ciudades. Fuera de las fábricas y dormitorios, simplemente no pueden sobrevivir en las ciudades. Es una forma efectiva de obligarlos a aceptar salarios de hambre, condiciones de trabajo espantosas y horas extras forzadas". (Idem)

(2) En su propio territorio nacional, los Estados occidentales detienen a los emigrantes en las circunstancias más horribles.

La red británica de centros de expulsión de inmigrantes es una verdadera humillación para los 25.000 inmigrantes que pasan por allí cada año: no hay rehabilitación, ni condenas penales, ni atención sanitaria adecuada, y muy a menudo no hay límite de tiempo para la pérdida de libertad y las celdas están superpobladas. Muchos de los encarcelados dicen que las condiciones son mucho peores que las de la prisión real, ya que son abusados física y verbalmente por miembros del personal, y esto incluye violencia sexual y racista.

En los Estados Unidos, el inspector de Seguridad Nacional ha encontrado "hacinamiento peligroso" y condiciones insalubres en un centro de detención en Texas, donde se alojaba a cientos de migrantes más de los que el centro estaba diseñado para albergar. El inspector dijo que las celdas "olían a lo que podrían haber sido cuerpos/olores corporales no lavados, orina, diarrea no tratada y/o ropa/detalles sucios", ("Encerrados en celdas y obligados a beber del inodoro - así es como los EE.UU. tratan a los migrantes", The Guardian, 3 de julio de 2019).

(3) Al igual que el gobierno chino, las democracias occidentales también utilizan tecnología superinteligente para espiar a los civiles.

En los Estados Unidos, la CIA, a través de sofisticadas herramientas y software de piratería informática, utiliza dispositivos cotidianos -desde el teléfono en el bolsillo hasta el televisor en el dormitorio- para recopilar información sobre los civiles. "Documentos internos de la CIA (...) indicaban que la agencia de espionaje había obtenido acceso a teléfonos inteligentes Android y Apple, televisores inteligentes Samsung y coches con conexión a Internet usando una variedad de herramientas." ("La CIA utiliza dispositivos inteligentes para espiar a los ciudadanos, WikiLeaks revela", Marissa Lang, San Francisco Chronicle, 8 de marzo de 2017)

"Al menos 100 aviones están siendo utilizados por las fuerzas de seguridad de EE.UU. para espiar a los ciudadanos. Estas aeronaves están equipadas con tecnología avanzada de imagen y video de muy alta resolución - específicamente Sting Ray, la tecnología secreta de rastreo celular masivo, y probablemente infrarrojos u otro hardware de visión nocturna. El FBI ha puesto sus ojos en los cielos de la nación para vigilar al público y espiar a los manifestantes". ("Vigilancia masiva y Totalitarismo inteligente'"; Chris Spannos, ROAR Magazine, 18 de febrero de 2017).

La trampa del apoyo occidental a los derechos democráticos

Las democracias occidentales son completamente indiferentes ante los derechos humanos y el bienestar de los pueblos del mundo. Lo mismo ocurre con el pueblo de Hong Kong, que una vez fue la colonia más exitosa de Gran Bretaña en el mundo. Pero cuando China se convirtió en el foco principal y más lucrativo para el Reino Unido, Hong Kong fue eliminado, con pleno conocimiento de que quedaría bajo el yugo de un régimen estalinista.

La administración de Trump y otros gobiernos occidentales se contentan con trabajar y llevar a cabo un comercio lucrativo con una multitud de odiosas dictaduras en todo el mundo, incluida China. Al mismo tiempo, están dispuestos a utilizar la defensa de los derechos democráticos y la autonomía del pueblo de Hong Kong como propaganda útil en su guerra comercial contra el mismo régimen chino.

Los manifestantes en Hong Kong, ondeando banderas americanas y británicas, muestran que la lucha contra la dictadura estalinista en el terreno burgués de la libertad democrática, sólo los lleva a abrazar la dictadura democrática. La movilización de los ciudadanos de Hong Kong está siendo utilizada, en particular por los Estados Unidos y Gran Bretaña, para sus sórdidos intereses imperialistas en la confrontación geopolítica contra China.

Para luchar contra la dictadura brutal del estalinismo en China solamente se puede hacer en el terreno de clase del proletariado, luchar en el terreno de la democracia como está pasando en Hong Kong es servir de carne de cañón a los gánsteres rivales de China y verse finalmente engañados, humillados y masacrados por unos y por otros.

Dennis

 

[1] Actualmente, Hong Kong sólo está obligada a extraditar a 20 países a personas sospechosas de haber cometido un delito caso por caso, en virtud de dos leyes principales: la Ordenanza sobre delincuentes fugitivos y la Ordenanza sobre asistencia judicial recíproca en asuntos penales, que excluyen expresamente "cualquier otra parte de la República Popular China". En febrero de 2019, el gobierno de Hong Kong propuso aprobar una enmienda a la ley para el traslado de personas sospechosas de haber cometido un delito, no sólo para Taiwán y Macao, sino también para la China continental.

[2]En las semanas siguientes la movilización disminuyó: El domingo 7 de julio, los manifestantes salieron a la calle en una movilización de 250.000 personas y de nuevo el 14 de julio en una manifestación de 100.000 personas. Pero se han vuelto más violentos, sobre todo tras la intervención de la tríada de gánsteres contra los manifestantes y el aumento del uso de gases lacrimógenos por parte de la policía y de las palizas sistemáticas.

[3] Brutal represión perpetrada por el régimen en 1989 en la plaza de Tiananmen en Pekín. Ver Comunicado sobre los acontecimientos en China https://es.internationalism.org/revista-internacional/200608/1038/comunicado-sobre-los-acontecimientos-en-china  

[6] En China, cualquiera que sea visto como una amenaza para el PCCh puede ser "desaparecido". Algunos son recluidos en prisiones secretas, mientras que otros son colocados en centros de detención con nombres falsos. A la familia, a los abogados e incluso a los fiscales de China se les niega el acceso

[7] Ver La “Revolución de los paraguas” mojada por la ideología democrática https://es.internationalism.org/cci-online/201502/4082/la-revolucion-de-los-paraguas-mojada-por-la-ideologia-democratica

[8] Muchos críticos del gobierno de Pekín, después de ser arrestados, aparecen en las cámaras de TV, confiesan haber cometido todos los delitos habidos y por haber y son obligados a la “autocrítica” y a denunciar a los demás. Todo esto está simbolizado por la condena de 11 años de prisión impuesta al Premio Nobel de la Paz Liu Xiaobo por defender la democracia. Fue detenido en 2009 y condenado a 11 años de prisión

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