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Las principales orientaciones del Informe sobre las tensiones imperialistas de noviembre de 2017[1] nos proporcionan el marco esencial para comprender la evolución actual:
- El fin de los dos bloques de la Guerra Fría no significó la desaparición del imperialismo y el militarismo. Aunque la formación de nuevos bloques y el estallido de una nueva Guerra Fría no están en la agenda, se produjeron conflictos en todo el mundo. El desarrollo de la descomposición ha llevado a un desencadenamiento sangriento y caótico del imperialismo y el militarismo[2];
- La explosión de la tendencia del cada uno para sí ha llevado al aumento de las ambiciones imperialistas de las potencias de segundo y tercer nivel, así como al debilitamiento creciente de la posición dominante de los Estados Unidos en el mundo;
- La situación actual se caracteriza por tensiones imperialistas en todas partes y por un caos cada vez menos controlable, pero, sobre todo, por su carácter altamente irracional e impredecible, vinculado al impacto de las presiones populistas, en particular al hecho de que la potencia más fuerte del mundo está dirigida hoy por un presidente populista con reacciones temperamentales;
En el período reciente, el peso del populismo se hace cada vez más tangible, exacerbando la tendencia del “cada uno para sí” y la creciente imprevisibilidad de los conflictos imperialistas;
- El cuestionamiento de los acuerdos internacionales, de las estructuras supranacionales (en particular la UE), de cualquier enfoque global, que hace que las relaciones imperialistas sean más caóticas y acentúa el peligro de enfrentamientos militares entre los tiburones imperialistas (Irán y Oriente Medio, Corea del Norte y el Extremo Oriente);
- El rechazo de las élites políticas tradicionales globalizadas en muchos países va acompañado del refuerzo de una retórica nacionalista agresiva en todo el mundo (no sólo en Estados Unidos -con el eslogan “Primero América” de Trump- y en Europa, sino también en Turquía o Rusia, por ejemplo).
Estas características generales del periodo se concretan hoy en una serie de tendencias particularmente significativas.
I) La política imperialista norteamericana: de policía mundial a propagador principal del cada uno para sí
La evolución de la política imperialista norteamericana en los últimos treinta años es uno de los fenómenos más significativos del período de descomposición: después de haber prometido una nueva era de paz y prosperidad (Bush padre en 1991) tras la implosión del bloque soviético, después de haber luchado contra la tendencia al cada uno para sí, se ha convertido hoy en el principal propagador de esta tendencia en el mundo. El antiguo líder del bloque y la única gran superpotencia imperialista que queda después de la implosión del bloque oriental, que desde hace unos 25 años había estado actuando como policía mundial, luchando contra la propagación del cada uno por su cuenta a nivel imperialista, rechaza ahora las negociaciones internacionales y los acuerdos mundiales a favor de una política de “bilateralismo”.
Un principio compartido, destinado a superar el caos en las relaciones internacionales, está resumido en la siguiente frase en latín: pacta sunt servanda -los tratados, los acuerdos, deben ser cumplidos. Si alguien firma un acuerdo mundial -o multilateral- se supone que debe respetarlo, al menos ostensiblemente. Pero los Estados Unidos bajo Trump abolieron esta concepción: “Firmo un tratado, pero puedo desecharlo mañana”. Esto ya ha ocurrido con el Pacto Transpacífico (TPP), el acuerdo de París sobre el cambio climático, el tratado nuclear con Irán y el acuerdo final sobre la reunión del G7 en Quebec. Los Estados Unidos rechazan hoy los acuerdos internacionales a favor de una negociación entre Estados, en la que la burguesía estadounidense impondrá abiertamente sus intereses a través del chantaje económico, político y militar (como podemos ver hoy, por ejemplo, con Canadá antes y después del G7 con respecto al TLCAN o con la amenaza de represalias contra las empresas europeas que inviertan en Irán). Esto tendrá consecuencias tremendas e impredecibles para el desarrollo de las tensiones y conflictos imperialistas -pero también para la situación económica del mundo- en el próximo período. Ilustraremos esto con tres “puntos calientes” en las confrontaciones imperialistas de hoy:
1) Oriente Medio: al denunciar el acuerdo nuclear con Irán, los Estados Unidos se están oponiendo no sólo a China y Rusia, sino también a la UE e incluso a Gran Bretaña. Su aparentemente paradójica alianza con Israel y Arabia Saudita conduce a una nueva configuración de fuerzas en Oriente Medio (con un creciente acercamiento entre Turquía, Irán y Rusia) y aumenta el peligro de una desestabilización general de la región; de más enfrentamientos entre los principales tiburones y de guerras sangrientas más extensas.
2) Las relaciones con Rusia: ¿cuál es la posición de los Estado Unidos hacia Putin? Por razones históricas (el impacto del período de la “Guerra Fría” y el asunto del Russiagate que comenzó con las últimas elecciones presidenciales), hay fuerzas en la burguesía estadounidense presionando para que se produzcan enfrentamientos más fuertes con Rusia, pero la administración Trump, a pesar de la confrontación imperialista en Oriente Medio, todavía no parece descartar una mejora de la cooperación con Rusia. Por ejemplo, en el último G7 Trump sugirió la reintegración de Rusia en el Foro de Países Industriales.
3) Extremo Oriente: la imprevisibilidad de los acuerdos pesa especialmente en las negociaciones con Corea del Norte: a) ¿Cuáles son las implicaciones de un acuerdo entre Trump y Kim, si China, Rusia, Japón y Corea del Sur no participan directamente en la negociación de este acuerdo? Esto ya ha salido a la luz cuando Trump reveló en Singapur, para consternación de sus “aliados” asiáticos, que había prometido detener los ejercicios militares conjuntos en Corea del Sur. b) Si en algún momento los Estados Unidos pueden poner en duda algún acuerdo, ¿hasta qué punto puede confiar Kim en él? c) ¿Corea del Norte y del Sur, en este contexto, dependerán totalmente de su “aliado natural” (USA) y están considerando una estrategia alternativa?
Aunque esta política implica un enorme crecimiento del caos y del cada uno para sí, y también, en última instancia, un mayor declive de las posiciones globales de la primera potencia mundial no existe un planteamiento alternativo tangible en los Estados Unidos. Después de año y medio de la investigación de Mueller[3] y otro tipo de presiones contra Trump, no parece probable que Trump sea expulsado de su cargo, entre otras razones porque no hay una fuerza alternativa a la vista. El lodazal dentro de la burguesía norteamericana continúa.
II) China: una política de evitar demasiada confrontación directa
La contradicción no podría ser más sorprendente. Al mismo tiempo que los Estados Unidos de Trump denuncian la globalización y se apoyan en acuerdos “bilaterales”, China anuncia un enorme proyecto mundial, la “Nueva Ruta de la Seda”, que implica a unos 65 países de tres continentes, que representan el 60% de la población mundial y cerca de un tercio del PIB mundial, con inversiones durante los próximos 30 años (¡2050!) de hasta de 1,2 billones de dólares.
Desde el inicio de su resurgimiento, planificado de la manera más sistemática y a largo plazo, China ha estado modernizando su ejército, construyendo una “cadena de perlas” -comenzando con la ocupación de los Arrecifes de Coral en el Mar del Sur de China y el establecimiento de una serie de bases militares en el Océano Índico. Por ahora, sin embargo, China no busca la confrontación directa con los Estados Unidos; por el contrario, planea convertirse en la economía más poderosa del mundo para el año 2050 y pretende, desarrollando sus vínculos con el resto del mundo, tratar de evitar enfrentamientos directos. La política de China es una política a largo plazo, contrariamente a los acuerdos a corto plazo favorecidos por Trump. Busca expandir su experiencia y poder industrial, tecnológico y, sobre todo, militar. En este último nivel, los Estados Unidos todavía tienen una considerable ventaja sobre China.
Al momento mismo del fracaso de la cumbre del G7 en Canadá (9-10/6/18), China organizó en Qingdao una conferencia de la Organización de Cooperación de Shanghái con la ayuda de los presidentes de Rusia (Putin), India (Modi), Irán (Rohani) y de los líderes de Bielorrusia, Uzbekistán, Pakistán, Afganistán, Tayikistán y Kirguizia (20% del comercio mundial, 40% de la población mundial). El enfoque actual de China es claramente el proyecto de la “Nueva Ruta de la Seda”; el objetivo es extender su influencia. Es un proyecto a largo plazo y una confrontación directa con los Estados Unidos podría contrarrestar estos planes.
En esta perspectiva, China utilizará su influencia para impulsar un acuerdo que conduzca a la neutralización de todas las armas nucleares en la región coreana (incluidas las armas de Estados Unidos), lo que -siempre y cuando los EEUU lo aceptaran- haría retroceder las fuerzas estadounidenses a Japón y reduciría la amenaza inmediata en el Norte de China.
Sin embargo, las ambiciones de China conducirán inevitablemente a una confrontación con los objetivos imperialistas no sólo de los Estados Unidos sino también de otras potencias, como India o Rusia:
- Una creciente confrontación con India, la otra gran potencia de Asia es inevitable. Ambas potencias han iniciado un fortalecimiento masivo de sus ejércitos y se están preparando para una agudización de las tensiones a mediano plazo;
- En esta perspectiva, Rusia se encuentra en una situación difícil: ambos países están cooperando, pero a largo plazo la política de China sólo puede conducir a una confrontación con Rusia. Rusia ha recuperado poder en los últimos años a nivel militar e imperialista, pero su retraso económico no se ha superado, al contrario: ¡en 2017, el PIB ruso (Producto Interno Bruto) era sólo un 10% más alto que el PIB del Benelux[4]!
- Por último, es probable que las sanciones económicas de Trump y las provocaciones políticas y militares obliguen a China a enfrentarse a Estados Unidos de forma más directa a corto plazo.
III) El surgimiento de líderes fuertes y la retórica belicista
La exacerbación de la tendencia al cada uno para sí a nivel imperialista y la creciente competencia entre los tiburones imperialistas dan lugar a otro fenómeno significativo de esta fase de descomposición: la llegada al poder de “líderes fuertes” con un lenguaje radical y una retórica agresiva y nacionalista.
La llegada al poder de un “líder fuerte” y una retórica radical sobre la defensa de la identidad nacional (a menudo combinada con programas sociales a favor de las familias, los niños, los pensionados) es típica de los regímenes populistas (Trump, por supuesto, pero también Salvini en Italia, Orbán en Hungría, Kaczynski en Polonia, Babiš en la República Checa, ....) pero también es una tendencia más general en todo el mundo, no sólo en las potencias más fuertes (Putin en Rusia) sino también en países imperialistas secundarios como Turquía (Erdogan), Irán, Arabia Saudita (con el “golpe suave” del príncipe heredero Mohammed Ben Salman). En China, la limitación de la presidencia del Estado a dos períodos de cinco años ha sido eliminada de la constitución, de modo que Xi Jinping se está imponiendo a sí mismo como un “líder vitalicio”; el nuevo emperador chino que es presidente, jefe del partido y de la comisión militar central, nunca había ocurrido desde Deng Xiaoping. Las consignas “democráticas” o el mantener las apariencias democráticas (derechos humanos) ya no son el discurso dominante (como han mostrado las conversaciones entre Donald Trump y Kim), a diferencia de la época de la caída del bloque soviético y a principios del siglo XXI. Ahora se ha dado paso a una combinación de discursos muy agresivos y acuerdos imperialistas pragmáticos.
El ejemplo más fuerte es la crisis coreana. Trump y Kim usaron por primera vez tanto la fuerte presión militar (incluso con la amenaza de una confrontación nuclear), como un lenguaje muy agresivo antes de reunirse en Singapur para regatear. Trump ofreció enormes ventajas económicas y políticas (el modelo birmano) con el objetivo de jalar eventualmente a Kim al campo de los Estados Unidos. Esto no es totalmente inconcebible ya que los norcoreanos tienen una relación ambigua con China e incluso desconfían de ésta. Sin embargo, la referencia a Libia por parte de funcionarios estadounidenses (el Asesor de Seguridad Nacional, John Bolton) -Corea del Norte podría correr el mismo destino que Libia, cuando Gaddafi fue obligado a abandonar sus armas nucleares, y luego depuesto por la fuerza y asesinado- hace a los norcoreanos particularmente suspicaces hacia las Propuestas americanas.
Esta estrategia política es una tendencia más general en las actuales confrontaciones imperialistas, como lo demuestran los agresivos mensajes de Trump en las redes sociales, contra el primer ministro canadiense Trudeau, “un líder falso y débil” porque se negó a aceptar impuestos de importación más elevados aportados por los Estados Unidos. También estaba el brutal ultimátum de Arabia Saudita contra Qatar, acusado de “centrismo” hacia Irán, o las belicosas declaraciones de Erdogan contra Occidente y la OTAN sobre los kurdos. Finalmente, mencionaremos el muy agresivo discurso del “Estado de la Unión” de Putin, que fue una presentación de los sistemas de armas más sofisticados de Rusia con el mensaje: ¡“Será mejor que nos tomen en serio”!
Estas tendencias fortalecen las características generales del período, como la intensificación de la militarización (a pesar de la fuerte carga económica vinculada a esto) entre los tres mayores tiburones imperialistas, pero también como una tendencia global y en un contexto de un paisaje imperialista cambiante en el mundo y en Europa. En este contexto de políticas agresivas, el peligro de ataques nucleares limitados es muy real, ya que hay muchos elementos impredecibles en los conflictos en torno a Corea del Norte e Irán.
IV) La tendencia hacia la fragmentación de la Unidad Europea
Todas las tendencias en Europa durante el período pasado -el Brexit, el surgimiento de un importante partido populista en Alemania (AfD), la llegada al poder de los populistas en Europa del Este, donde la mayoría de los países están dirigidos por gobiernos populistas, se están acentuando por dos eventos principales:
- La formación de un gobierno 100% populista en Italia (compuesto por el Movimiento 5 Estrellas y el Lega), que conducirá a un enfrentamiento directo entre los “burócratas de Bruselas” (la UE), los “campeones” de la globalización (respaldados por el Eurogrupo) y los mercados financieros, por un lado, y por el otro lado el “frente populista” del pueblo;
- La caída de Rajoy y el Partido Popular en España y la llegada al poder de un gobierno minoritario del Partido Socialista respaldado por los nacionalistas catalanes y vascos y Podemos, que acentuarán las tensiones centrífugas dentro de España y en Europa.
Esto tendrá enormes consecuencias para la cohesión de la UE, la estabilidad del euro y el peso de los países europeos en la escena imperialista.
a) La UE no está preparada y es en gran medida impotente para oponerse a la política de Trump de un embargo de Estados Unidos contra Irán: las multinacionales europeas ya están cumpliendo con los dictados de los Estados Unidos (Total, Lafarge). Esto es especialmente cierto ya que varios Estados europeos apoyan el enfoque populista de Trump y su política en Medio Oriente (Austria, Hungría, la República Checa y Rumania estuvieron representados en la inauguración de la Embajada de los Estados Unidos en Jerusalén, en contra de la política oficial de la UE). En cuanto al aumento de impuestos a la importación, es poco probable que haya un acuerdo dentro de la UE para responder sistemáticamente a los más altos aranceles de importación impuestos por Trump.
b) El proyecto de un polo militar europeo sigue siendo en gran parte hipotético en el sentido de que cada vez más países, bajo el ímpetu de las fuerzas populistas en el poder o presionando al gobierno, no quieren someterse al eje francoalemán. Por otro lado, si bien el liderazgo político de la UE se compone del eje francoalemán, Francia ha desarrollado tradicionalmente su cooperación tecnológica militar con Gran Bretaña, que está a punto de abandonar la UE.
c) Las tensiones en torno a la acogida de refugiados no sólo enfrenta a la coalición de gobiernos populistas en el Este contra los de Europa occidental, sino que cada vez más países occidentales están unos contra otros, como lo muestran las fuertes tensiones que se han desarrollado entre Francia de Macron y el gobierno populista italiano, mientras que Alemania está cada vez más dividida sobre el tema (presión de la CSU).
d) El peso económico y político de Italia (la tercera economía de la UE) es considerable, de ninguna manera comparable con el peso de Grecia. El gobierno populista italiano tiene la intención, entre otras cosas, de reducir los impuestos e introducir un ingreso básico, que costará más de 100 mil millones de euros. ¡Al mismo tiempo, el programa del gobierno incluye pedir al Banco Central Europeo que omita 250 mil millones de euros de la deuda italiana!
e) A nivel económico, pero también imperialista, Grecia ya había avanzado la idea de apelar a China para que apoyara su economía en crisis. De nuevo, Italia planea llamar a China o Rusia en busca de ayuda para apoyar y financiar una recuperación económica. Tal orientación podría tener un gran impacto a nivel imperialista. Italia ya se opone a la continuación de las medidas de embargo de la UE contra Rusia tras la anexión de Crimea.
Todas estas orientaciones acentúan fuertemente la crisis dentro de la UE y las tendencias hacia la fragmentación. En última instancia, afectarán la política de Alemania como el país más influyente de la UE, ya que está dividida internamente (peso de AfD y CSU) y confrontada con la oposición política de los líderes populistas de Europa del Este, la oposición económica de los países mediterráneos (Italia, Grecia...), y las disputas con Turquía, mientras que al mismo tiempo es blanco directo de los aranceles de importación de Trump. La creciente fragmentación de Europa bajo los golpes del populismo y la política de “Primero América” también presentará un gran problema para la política de Francia, porque estas tendencias están en total oposición al programa de Macron, que se basa esencialmente en el fortalecimiento de Europa y en la plena asimilación de la globalización.
CCI, junio de 2018
[1] Ver https://es.internationalism.org/revista-internacional/201805/4305/informe-sobre-las-tensiones-imperialistas
[2] Ver Militarismo y descomposición, https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion
[3] Robert Mueller, fiscal especial que investigó la interferencia rusa en las elecciones de 2016.
[4] Benelux designa la unión aduanera y económica de Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo.